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Sep 16 2022

Filocalía de los Santos Nípticos, tomo 2, san Juan el Damasceno

Φιλοκαλία των Ιερών Νηπτικών, Τόμος Β΄. Άγιος Ιωάννης ο Δαμασκηνός

Filocalía  de los Santos Nípticos, tomo 2, san Juan el Damasceno

Logos psicoterapéutico admirable para la psique-alma

Nuestro santo padre Juan el Damasceno, quien por la jaris (gracia energía increada) resplandeciente de su enseñanza, fue llamado “oro que fluye”, vivió en tiempos de León Isavro, alrededor del año 730. Llamado la “musa divina” de la Iglesia de Cristo, a la que dejó abundantes escritos desbordantes de placer y deleite indecible y de jaris divina. Entre ellos también se incluye la presente obra psicoterapéutica, que aporta mucho valor sobre el tema del libro y a quienes desean conocerse a sí mismos, conocer las virtudes y las maldades (pazos, vicios), que a muchos se les escapan. Este logos enseña con claridad cuáles y cuántas son las virtudes y las maldades y en cuántas especies o tipos y géneros se dividen y cómo uno puede adquirir las virtudes y expulsar las maldades (pazos, vicios). Y es de verdad una piedra filosofal que distingue sabiamente con exactitud el oro verdadero de las virtudes del metal falso de las maldades; de esta manera quien ha guardado con exactitud este logos en su corazón, en poco tiempo será un buen conocedor de todas las virtudes y de todas las maldades (pazos, pecados, vicios).

El gran teólogo sistemático de la teología dogmática, sus obras abarcan todo el dominio de la teología; entre sus muchas obras excelentes es “La exactitud en la fe ortodoxa”. San Juan Damascenos, no sólo es un ángel himnógrafo y excelente en melodías de la Iglesia, sino también un muy experimentado didáskalos-maestro de la instrucción ascética y psicoterapéutica, mística y níptica.

 

Filocalía  de los Santos Nípticos, tomo 2, san Juan el Damasceno

Logos psicoterapéutico admirable para la psique-alma

Debemos saber que la naturaleza del hombre es doble, es decir, el soma-cuerpo y la psique-alma, y también sus sentidos son dobles y dobles sus virtudes. La psique-alma tiene cinco sentidos y cinco el soma-cuerpo. Los sentidos psíquicos son: 1) el nus (corazón como esencia y como energía espíritu de la psique), 2) la diania (mente, intelecto o cerebro), 3) la opinión, 4) la fantasía y 5) el sentimiento (o percepción sensible); los sabios las llaman también dinamis (potencias y energías). Los sentidos del cuerpo son estos: 1) la vista, 2) el olfato, 3) el oído, 4) el gusto, 5) el tacto. Por esto también son dobles las virtudes y las maldades (pazos, vicios). Así que es necesario que cada hombre conozca claramente cuántas son las virtudes psíquicas y cuántas las somáticas del cuerpo; y cuáles son los pazos psíquicos y cuáles los somáticos del cuerpo o carne.

Virtudes psíquicas en principio, son las cuatro virtudes capitales: fortaleza o valentía, prudencia, templanza y justicia. De estas nacen las virtudes psíquicas, la fe, la esperanza, la agapi (amor incondicional y desinteresado), la oración, la humildad, la magnanimidad, la tolerancia, la apacibilidad, la ausencia de ira o enojo, la divina gnosis (conocimiento), el espíritu del gozo, la simplicidad, la sencillez, la ataraxia o imperturbabilidad, la disposición de la psique sin exaltación o presunción y sin soberbia u orgullo, la sin envidia, la sin hipocresía, la sin dolo, la sin avaricia, sin codicia y sin amor al dinero, la simpatía, la misericordia, la generosidad, la sin miedo, la sin tristeza, la katánixis (compunción o dilatación del corazón), la nobleza, la piedad o devoción, el deseo de los bienes futuros, el anhelo de la realeza increada y el deseo de la adopción divina.

Y las virtudes somáticas del cuerpo o carne, o más bien los instrumentos de las virtudes que cuando se hacen con gnosis según la voluntad de Dios y fuera de toda hipocresía y sin la voluntad de gustar a los hombres, hacen progresar al hombre a la humildad y a la απάθεια apázia (sin pazos, impasibilidad), son las siguientes: la continencia o autodominio, el ayuno, el hambre, la sed, la vigilia, permanecer en pie toda la noche en oración, el arrodillarse y prosternar, abstenerse de baños continuos, conformarse con una sola vestidura, comer comida desecada, demorar la hora de comida, beber solo agua, dormir en el suelo, la pobreza, renunciar a los bienes, la austeridad, no adornarse, la ausencia de φιλαυτία filaftía egolatría (excesivo amor a sí mismo y al cuerpo), la soledad, la quietud, la clausura, el silencio, satisfacerse a sí mismo, trabajo manual, y todo ejercicio duro al cuerpo y de otras similares, las cuales, cuando el cuerpo está robusto y es molestado por los pazos, son necesarias y muy beneficiosas. Pero cuando el cuerpo está debilitado y con la ayuda de Dios ha vencido los pazos, no son tan necesarias, porque la santa humildad y la efjaristía, gratitud o agradecimiento lo suplen todo.

Ahora debemos hablar también sobre las maldades, o sea, los pazos psíquicos y los somáticos del cuerpo o carnales. Los pazos psíquicos son el olvido, la ignorancia y la ραθυμία razimía pereza espiritual y física, (relajación, indiferencia y desanimo, desgana, desidia, indolencia, flojedad de la psique y del cuerpo). De estos tres pazos se oscurece y se ciega el ojo de la psique-alma, es decir, el nus (espíritu de la psique) es dominado por todos los pazos que son: impiedad, kakodoxía (falsa alabanza y opinión), o sea, toda herejía, blasfemia, ira, enojo, cólera, amargura, irritabilidad, odio al hombre, resentimiento, rencor, maledicencia, mal juicio, difamación, depresión o tristeza sin razón, miedo, vileza, cobardía, envidia, disputa, vanagloria, soberbia, orgullo, hipocresía, mentira, incredulidad, ambición, codicia, amor a la materia, apego pasional en algo, relación con las cosas terrenales, acidia, ingratitud, murmuración, vanidad, presunción, altanería, arrogancia, aparentar y gustar al mundo, amor al poder, gustar a los hombres, mezquindad, mala astucia, impudencia, insensibilidad, adulación, deslealtad, disimulo, indecisión, consentimiento de los pecados de la parte pasional de la psique-alma y estudio continuo de ellos, distracción por los loyismí (pensamientos simples o unidos con las fantasías), la madre de los males la φιλαυτία filaftía egolatría (excesivo amor al cuerpo y a sí mismo) y la raíz de todos los males la avaricia (codicia, amor al dinero y la riqueza) (1Tim  6, 10), los malos hábitos o mal carácter y la mala astucia o vileza.

Los pazos somáticos del cuerpo o carnales son: gula o glotonería, voracidad, disfrute desenfrenado, embriaguez, comer a escondidas, la variopinta φιληδονία filidonía (hedonismo, amor al placer), fornicación o lujuria, adulterio, lascivia, impureza, incesto, pederastia, sexo con animales, malos deseos indecentes y todos los contra natura pazos asquerosos; robo, sacrilegio, pillaje, homicidio, toda relajación del cuerpo y disfrute de las voluntades de la carne y en concreto cuando el cuerpo es sano; vaticinios, magias, presagios, adivinaciones, afición por los adornos, frivolidades, debilidades, tratamientos de belleza para la cara o maquillaje, el ocio reprochable, las fantasías, juego al azar, abuso apasionado de los placeres mundanos, vida dedicada al culto al cuerpo que embota el nus (espíritu de la psique o del corazón) y le convierte en animal y bestial, y no le deja levantarse hacia Dios y hacia el trabajo de las virtudes.

Las raíces de todos estos pazos y sus principales causas son: la φιληδονία filidonía (amor al placer, hedonismo), la φιλοδοξία filodoxía (amor a la doxa-gloria) y la φιλαργυρία filargiría (avaricia, amor al dinero), de las cuales nacen todos los males. El hombre no comete ningún pecado antes de que prevalezcan y lo dominen estos grandes gigantes que se refiere el sapientísimo Marcos el Asceta*, que son: el olvido, la ignorancia y la ραθυμία razimía pereza espiritual y física, (relajación, indiferencia y desanimo, desgana, desidia, indolencia, flojedad de la psique y del cuerpo). Y estos tres gigantes los generan el placer-hidoní-hedonismo, el bienestar material y el amor a la doxa-gloria y fama entre los hombres y la distracción. Primera causa de todos estos pazos y la mala madre, como hemos dicho, es la φιλαυτία filaftía, es decir, el excesivo amor a sí mismo y al cuerpo y el apego pasional en este. La dispersión y la languidez o atontamiento del nus (espíritu de la psique) junto con la diversión y la palabrería grosera provocan muchos males y muchas caídas, como también la desvergüenza u osadía.

* Filocalía tomo 1, pag 175, y aquí https://www.logosortodoxo.com/filocalia/san-marcos-el-asceta-los-tres-enemigos-gigantes/

También debemos conocer que el hedonismo o placer pasional es multiforme y sagaz, y son muchos los placeres que engañan a la psique-alma, cuando no está sostenida a Dios con nipsis y temor divino, y no se ocupa para el trabajo de las virtudes con agapi-amor incondicional hacia Cristo. Porque son muchos los placeres que arrastran para sí mismos los ojos de la psique-alma; son los placeres del cuerpo, de los dineros, de las riquezas, de los disfrutes desenfrenados, de la doxa-gloria, de la racimía-indiferencia o pereza espiritual, de la ira o enojo, del poder de la avaricia, de la codicia y de la ambición. Y todos estos placeres aparecen bajo una aspecto espléndido y amable, capaces de atraer aquellos que se dejan afectar por ellos y no tienen un eros (amor ardiente) hacia la virtud y no soportan su dureza. Toda relación con las cosas terrenales y todo apego a estos produce placer y agrado al que tiene afición por estos, y demuestra que la parte anhelante de la psique es inútil, perjudicial y dañino cuando es pasional, porque por su causa, aquel que es privado de algo que anhela o desea, se somete a la ira o enojo, a la tristeza o depresión y al resentimiento.

Y he aquí, si junto con el apego pasional domine y crezca, incluso un pequeño hábito o costumbre, -¡ay del que le sucede!- entonces al que ha sido dominado por este, le hace seguir continuamente este apego irracional, insensato e incurable, a través del placer que allí está escondido. El placer del deseo es polifacético y múltiple. Como hemos dicho;  y no se basta y se satisface sólo por la fornicación y por los otros placeres corporales o carnales, sino que busca también los otros pazos. Ya que templanza no es sólo abstenerse de la fornicación y de los placeres carnales, sino también apartarse y privarse uno de los otros placeres. Por eso aquel que ama el dinero, la riqueza, la avaricia y la codicia es libertino y vicioso, porque tal y como el vicioso tiene eros hacia los cuerpos, así también tiene el avaricioso para el dinero. O más bien, este último es más vicioso, ya que no tiene tanta violencia natural de su impulso que le empuja hacia esto. Porque inexperto cochero no es el que no sabe domar y tratar un caballo indócil y salvaje, sino al que es incapaz de someter al caballo que ya ha sido domado y es manso. Y desde cualquier punto de vista se ve claramente que el deseo del dinero o de las riquezas es superfluo, vano y no natural, porque su violencia no viene de la naturaleza del hombre, sino de su mala predisposición y voluntad; por eso peca sin perdón aquel que es vencido voluntariamente por el amor al dinero y la riqueza. Así que es necesario que nosotros reconozcamos que la filidonía hedonismo o amor al placer no consiste sólo al disfrute y al deleite desenfrenado de los cuerpos, sino que se encuentra en cada cosa que uno ama con pasión y con su predisposición y la elección voluntaria de su psique-alma.

Y para que sean conocidos más claramente los pazos en las tres partes de la psique-alma, agregamos también lo siguiente. La psique-alma se divide en tres partes: logístico (lógico/racional), irascible (o emocional) y anhelante. De lo logístico los pecados son: la incredulidad, la herejía, la insensatez, la blasfemia, la ingratitud y el consentimiento a los pecados que se hacen en la parte pasional. La psicoterapia y sanación de estos pazos es la fe inquebrantable a Dios y los verdaderos e inequívocos dogmas (recetas de los fármacos) ortodoxos de la piedad, el estudio continuo de los logos del Espíritu, la oración pura e incesante y el agradecimiento a Dios.

Los pecados de la parte irascible (emocional) de la psique-alma son los siguientes: la crueldad, el odio, la falta de compasión, el resentimiento, el rencor, la envidia, el asesinato y la meditación continua de estos y los similares. La psicoterapia y sanación de estos es la filantropía (amistad al hombre), la agapi (amor incondicional y desinteresado), la compasión, la indulgencia, la tolerancia y la bondad.

Los pecados de la parte anhelante de la psique-alma son los siguientes: la gula, la voracidad, la glotonería, la embriaguez, la lujuria y prostitución o fornicación, el adulterio, la impureza, la lascivia, amor al dinero, avaricia, el deseo de la vana gloria y el deseo del oro, de las riquezas y de los placeres carnales. La psicoterapia y sanación de ellos es el ayuno, la continencia o autodominio, los sufrimientos, la pobreza, la distribución del dinero a los pobres, el deseo de aquellos bienes futuros e inmortales, el anhelo de la realeza increada de Dios y el deseo de la divina adopción.

Ahora debemos hablar sobre el diagnóstico de los loyismí (pensamientos simples o unidos con la fantasía) pasionales, astutos e indecentes por los que se comete cada pecado. Los principales loyismí (pensamientos) de la maldad son ocho: 1) el de la gula, 2) el de la lujuria o fornicación, 3) el de la avaricia o amor al dinero y a la riqueza, 4) el de la ira o enojo 5) el de la tristeza o depresión, 6) el de la acidia, 7) el de la vanagloria y 7) el de la soberbia. Pero no está en nuestro poder y no depende de nosotros que estos pensamientos nos molesten o no. Pero que persistamos en ellos o no y mover los pazos o no, esto sí que depende de nosotros y está en nuestro poder. En estos pensamientos distinguimos los siguiente movimientos: a) el asalto, b) la combinación, c) la lucha, d) el pazos, e) el consentimiento (que se acerca y parece a la praxis, acción), f) la operación y g) la cautividad.

El asalto es simplemente un aviso o recordatorio del diablo, como por ejemplo, te dice: “Haz esto o aquello”, tal como sucedió a nuestro Señor y Dios: “Di que estas piedras se conviertan en panes” (Mt 4,3). Esto como ya se dijo, no depende de nosotros.

Combinación es la aceptación del loyismós (pensamiento) que nos inspira y nos sugiere el enemigo, y de alguna manera la meditación o reflexión del loyismós astuto maligno y la conversación hedónica /placentera con él con nuestra predisposición y voluntad.

Pazos es el hábito o costumbre que se crea por la combinación del loyismós que inspira y sugiere el enemigo y de una manera la continua meditación o reflexión en relación y la fantasía, o sea, fantasear de forma permanente.

Lucha es la resistencia al loyismós (pensamiento) que se hace para la destrucción del pazos que él contiene, -es decir, del loyismós pasional,- que va hacia al consentimiento, como dice el Apóstol: “La carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne, y estas cosas son opuestas ente sí” (Gal 5,17).

Cautividad o convertirse en prisionero es el arrastre violento e involuntario del corazón que está tiranizado por el preconcebido hábito al pecado y la costumbre prolongada.

Consentimiento es la aprobación y asentimiento al pazos que contiene el loyismós (pensamiento).

Operación o acción es la misma praxis del loyismós (pensamiento) pasional, al cual hemos consentido.

Por lo tanto, quien desde el principio afronta apaciblemente sin pasión el primer pensamiento, es decir, el asalto si lo ha rechazado y lo expulsa inmediatamente con objeción y severidad, ha cortado de una sola vez todo lo que de él deriva.

La destrucción y abolición de los ocho pazos hágase de la siguiente manera. Con la continencia y autodominio se destruye la gula; con el anhelo divino y el deseo de los bienes futuros, se destruye la lujuria; con la compasión hacia los pobres se destruye la avaricia o amor al dinero y la riqueza; con la agapi (amor incondicional, desinteresado) hacia todos y la bondad, se destruye la ira o el enojo; con la alegría espiritual se destruye la tristeza mundana o la depresión; con la paciencia, la perseverancia y el agradecimiento a Dios, se destruye la acidia; con el trabajo oculto de las virtudes y la oración continua con katánixis (compunción o dilatación del corazón), se destruye la vanagloria; con no juzgar y no condenar uno al otro o despreciarlo, como hacía el arrogante Fariseo (Lc 18, 11-12), sino que piense y crea de sí mismo que es el último de todos, se destruye la soberbia. Así, pues, el nus (espíritu de la psique) al liberarse de los pazos anteriores y al elevarse a Dios, vive desde aquí la vida bienaventurada y feliz y recibe las arras del Espíritu Santo (2Cor 1,22). Y cuando se marcha de aquí, poseyendo la apázia (sin pazos, impasibilidad) y la verdadera gnosis (conocimiento increado), queda delante de la luz increada de la Santa Trinidad y es iluminado junto con los Ángeles en los inmensos e infinitos siglos.

Por tanto, como se ha dicho, la psique-alma es tripartita, y estas partes son: el loyismós (pensamiento), la ira y el anhelo o deseo. Cuando en lo irascible (emocional) hay agapi (amor incondicional, desinteresado) y filantropía, y en lo anhelante la pureza y la templanza, entonces el loyismós (pensamiento) está iluminado; cuando en la parte irascible o emocional hay odio, resentimientos, rencor etc., y en la parte anhelante hay deseo indecente desenfrenado, entonces el loyismós (pensamiento) está oscurecido.

El loyismós (pensamiento), pues, entonces es sano, lógico y templado y se ilumina, cuando tiene sometidos los pazos y considera y contempla espiritualmente los logos (razones) de las creaciones de Dios y se eleva hacia la bienaventurada y Santa Trinidad.

Entonces la dinami potencia y energía del irascible, la ira, se mueve según naturaleza, cuando ama a todos los hombres y no tiene contra ellos resentimiento, rencor y tristeza.

En cambio, la dinami (potencia y energía) de lo anhelante, el deseo, cuando se mueve con la humildad, la continencia o autodominio y la pobreza, mortifica todos los pazos, es decir, el hedonismo o placer de la carne y el deseo ansioso al dinero, la posesión de riquezas y la gloria vana, y se gira hacia el eros (amor ardiente) divino e inmortal. Porque el anhelo o deseo ansioso se mueve hacia tres cosas: al placer de la carne, a la vana gloria y a la adquisición de dinero o riquezas. Y por esta inclinación y tendencia paradójica e insensata deprecia a Dios y Sus santos mandamientos (logos o principios espirituales), olvida la nobleza divina, se convierte en fiera contra su prójimo, oscurece su loyismós (pensamiento) y no le deja dirigirse hacia la verdad y verla. Mientras que quien ha adquirido la conducta y virtud superior, como dijimos antes, disfruta desde aquí la realeza increada de los cielos y vive la vida feliz, bienaventurada y dichosa, esperando la bienaventuranza que es destinada para los que aman a Dios. Ojalá que nos hagamos dignos nosotros también de ella por la jaris (gracia, energía increada) de nuestro Señor Jesús Cristo. Amín.

Debemos conocer también esto; que no podemos alcanzar la medida de alguna virtud, sino sólo con mucho esfuerzo y fatiga podemos adquirirla, por cuanto es posible, practicando con toda nuestra fuerza en toda nuestra vida, como por ejemplo, para la misericordia, la continencia o autodominio, la oración, la agapi (amor incondicional, desinteresado) o cualquiera de las virtudes capitales. De éstas, cada uno ejercita de forma parcial alguna virtud; por ejemplo, como el que de vez en cuanto da una limosna si se presenta la ocasión, pero por el hecho de hacerla no le diremos que es misericordioso, sobre todo cuando esto no lo cumple bien y de la manera que agrada a Dios. Porque el bien no es bueno cuando no se hace bien. En cambio el bien es bueno cuando realmente no se recibe compensación por eso desde aquí por cualquier causa, por ejemplo, por vanagloria y por gustar a los hombres o recibir compensación a causa de la buena fama o de ambición y de injusticia. Porque Dios no pide aquellas cosas que se piensan y se creen buenas, sino que examina el propósito por el que se hacen. Como dicen también los Padres teoforos (portadores de la luz increada o de Dios), cuando el nus (espíritu de la psique) se olvida del propósito de la piedad, entonces también la obra que se ve claramente buena, se vuelve inútil; y aquellas cosas que se hacen sin discernimiento y sin propósito, no sólo no benefician en nada, incluso si se creen buenas, sino que perjudican y dañan. En cambio, sucede lo contrario con las causas que parecen malas, pero se hacen con un fin piadoso, según Dios, como el que entra en un prostíbulo y saca la prostituta de allí.

Por esto, se hace claro que no es misericordioso el que da limosna unas pocas veces, ni es continente o auto-dominante el que ha utilizado poco la continencia y el autodominio, sino aquel que en toda su vida y muchas veces ha trabajado y cumplido de la mejor manera toda la virtud con discernimiento seguro. Porque el discernimiento es la mayor de todas las virtudes, es la reina y la virtud de las virtudes. Lo mismo también para las contrarias, no decimos prostituto, lujurioso, borracho y mentiroso aquel que una vez se resbaló en uno de estos pazos malos, sino aquel que cae frecuentemente en estos y permanece incorregible.

Junto con todo que hemos dicho, debemos conocer también esto, que es muy necesario para todos los que tienen celo para lograr la virtud y se cuidan para evitar la maldad y el vicio; es decir, así como la psique-alma es incomparablemente mejor que el cuerpo, y en muchas y grandes cosas es del todo superior y más valiosa, así también lo son las virtudes psíquicas, y en concreto aquellas que imitan a Dios y llevan Su nombre, son superiores de las virtudes somáticas del cuerpo. Lo contrario debemos entender sobre los pazos, vicios y males psíquicos, que difieren de los pazos somáticos-carnales, tanto sobre sus acciones que son consecuencias de ellos, como por los castigos a quienes deben estar sometidos; aunque  yo no sé como estas cosas se escapan a la mayoría.  Porque, sobre la embriaguez o borrachera, la lujuria, el adulterio y el robo y todo lo que se aproxima a estos pazos y vicios, están atentos a ellos y los evitan o los castigan, porque en muchos se ven repugnantes y asquerosos. Pero permanecen indiferentes ante los pazos psíquicos que son más graves y peores de estos y conducen al estado de los demonios y al eterno infierno que les espera a los que los siguen sin remedio. Me refiero a la envidia, al resentimiento, a la mala astucia o vileza, a la insensibilidad y a la avaricia o amor al dinero, que el Apóstol la considera la raíz de todos los males (1Tim 6, 10), y sus semejantes.

Hemos hablado, a pesar de nuestra ignorancia, sobre estas cosas y realidades de modo fácil, claro y corto sobre las virtudes y los pazos, para que uno pueda fácilmente discernir y verificar la división y la diferencia de ellos con exactitud, certeza y claridad. Por eso hemos hablado para cada uno de muchas maneras y desde muchos aspectos, de modo que, si es posible, que no se ignore ninguna parte de la virtud o de la maldad o pazos; además de perseguir con alegría las virtudes y en concreto las psíquicas por las que nos acercamos a Dios- y para evitar las maldades o pazos con toda nuestras fuerzas. Porque realmente bienaventurado y feliz es el que busca la virtud, la ejerce o practica y examina con diligencia qué es la virtud, porque con ella se acerca a Dios y se une espiritualmente con Él. Prudencia, fortaleza, sofía-sabiduría, gnosis verdadera y riqueza irreducible es principalmente que el hombre se eleve a la zeoría contemplación del Creador por la virtud en práctica.

El término “virtud” proviene del verbo “elegir y querer”, porque es voluntaria y por querer, hacemos voluntariamente el bien porque queremos y no sin querer y obligatoriamente. La “prudencia”, por su parte, se llama así, porque lleva al nus las cosas útiles

Si quieres, vamos a añadir a este logos (tratado) pequeño, como broche de oro, también unas pocas cosas sobre lo “como a imagen y semejanza” de la más valiosa de las creaciones de Dios, o sea, el ser humano. El animal espiritual y lógico, el hombre, sólo él entre todas las creaciones es “como a imagen y semejanza” de Dios (Gen 1,26). Cada ser humano se le dice “como a imagen y semejanza” de Dios por su axioma, habilidad y dignidad del nus (espíritu del corazón) y de la psique-alma, es decir, por ser inaprensible, por la invisibilidad, la inmortalidad, la libertad o independencia, y también por el poder de gobernar, de procrear y de edificar. “Como a semejanza” se dice por la virtud y las praxis por las que imita a Dios y tienen el nombre de Dios. Es decir, mostrar filantropía (amistad al hombre) hacia los semejantes, de ser misericordioso y compasivo, de amar a los hombres, y mostrar compasión, piedad y simpatía. Dice el Cristo: Sed compasivos, como vuestro padre es compasivo” (Lc 6, 36).

El “como a imagen” lo tiene cada ser humano, porque Dios no revoca Sus carismas (Rom 11,29). Pero el “como a semejanza” lo poseen muy pocos y sólo los virtuosos y santos, los cuales imitan -a medida de lo posible al hombre- la bondad de Dios. Ojalá que nosotros también nos hagamos dignos de la supra-bondadosa filantropía de Dios, gustándole por nuestras obras buenas y convirtiéndonos en imitadores de aquellos que desde los siglos le gustaron a Cristo. Porque en Él pertenece la misericordia y a Él conviene la gloria, el honor y la veneración, junto con Su Padre que no tiene principio y a Su santísimo, bondadoso y vivificante Espíritu Santo, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amín. 16/09/2022

Traducido por Jristos Jrisulas Χρῆστος Χρυσούλας  www.logosortodoxo.com

 

 

 

 

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