- Ἂγνοια (agnia) desconocimiento, ignorancia y oscuridad
- Λήθη (lizi) el olvido
- Ραθυμία (razimía), pereza física y espiritual
Escribe san Juan el Damasceno: “pazos psíquicos son el olvido, la pereza espiritual y física y la ignorancia o desconocimiento. De estos tres se oscurece el ojo de la psique, es decir, el nus (energía o espíritu del corazón de la psique) y es dominado por muchos pazos.«
En nuestro caso existen tres gigantes potentes y poderosos, sobre los cuales se sostiene toda la fuerza del diablo portador de todo mal; cuando estos gigantes sean rebajados, debilitados y destruidos, entonces fácilmente debilitará toda la fuerza de los espíritus malos astutos y malignos. Estos tres gigantes son: La άγνοια (agnia, ignorancia, desconocimiento y oscuridad), la madre de todos los males; ἡ λήθη (lizi) el olvido que es hermano, ayudante y colaborador de la άγνοια (agnia); y la ραθυμία* (razimía, pereza espiritual y física), es la que teje una nube negra y tenebrosa para prenda y tapadera de la psique y la que fortalece las otras dos, las da existencia y siembra en la psique negligente la maldad y la consolida.
*Ραθυμία (razimía) es una palabra compuesta y significa pereza espiritual, desidia, desánimo, indiferencia e indolencia de la psique y del cuerpo. La pereza espiritual por sí sola se llama también ακηδία (akidía) acedia. Ραθυμία (razimía) contiene la ακηδία (akidía) acedia. Pero la ακηδία (akidía) acedia no contiene la ραθυμία (razimía).
De la ραθυμία (razimía), el olvido y la άγνοια (agnia, ignorancia y oscuridad) se refuerzan las columnas de otros pazos y crecen. Porque estas tres maldades al ser ayudantes una la otra, resultan ser potentes fuerzas y fuertes soberanos del diablo, mediante los cuales el ejército de los espíritus malignos regresa, se fortalece y puede ejecutar sus voluntades malignas, que sin estas no pueden existir todas estas cosas que antes hemos dicho.
Pues, si quieres vencer los pazos que nos hemos referido y derrotar con facilidad el ejército de los bandidos espirituales, mientras te recojas a ti mismo con oración y ayuda de Dios y mientras tanto has descendido en las profundidades de tu corazón, descubra estos tres poderosos gigantes del diablo, el olvido, la ραθυμία (razimía, pereza espiritual y física), y la άγνοια (agnia, ignorancia y oscuridad), que son sostenes de los demonios, mediante los cuales retornan el resto de los pazos de la maldad y operan, actúan y refuerzan la psique de los ignorantes y los hedonistas. Y con mucha atención, diligencia del nus y ayuda divina, cuando hayas encontrado estas grandes maldades, las peores y las más destructivas, que los demás ni se imaginan e ignoran que existen, atácalas con las armas de la justicia que son contrarias a estas.
El olvido, combátelo con la memoria bondadosa que es la causa de todos bienes. La άγνοια (agnia, ignorancia y oscuridad), guerréala con la gnosis iluminada (conocimiento increado), con la que la psique se re-despierta y expulsa de encima suya la oscuridad de la άγνοια (agnia). La ραθυμία (razimía), atácala con la buena disposición o el buen ánimo que es arma perfecta para poner en orden y empujar la psique hacia la sanación y salvación..
Ἂγνοια (agnia) desconocimiento, ignorancia y oscuridad
La agnia, desconocimiento, ignorancia en general.
La άγνοια (agnia, desconocimiento y oscuridad) es el jefazo de los pazos. En el sentido estricto religioso, significa el no conocimiento de las verdades religiosas y de los deberes del hombre hacia el Dios y generalmente la no gnosis, desconocimiento, ignorancia de las verdades básicas de la fe. Así que la άγνοια (agnia) es sinónima con la agnosía (desconocimiento). En los Padres nípticos encontramos las dos palabras alternativamente. Aún significa una vida que no tiene como base la enseñanza cristiana, sino que es opuesta a la ley Evangélica.
En el Nuevo Testamento la άγνοια (agnia, ignorancia y oscuridad) no es considerada como pecado capital. Por eso el Apóstol Pablo recalca a los Atenienses que el Dios deja de tener en cuenta, pasa por alto los tiempos de la άγνοια (agnia). Lo mismo recalca también el Apóstol Pedro en su kerigma a los Judíos, después de la crucifixión del Señor. Dice que el pueblo por lo menos por άγνοια (agnia) ha crucificado a Cristo. En estos casos la άγνοια (agnia) es excusable, hace falta indulgencia.
En la vida espiritual la άγνοια (agnia, desconocimiento, ignorancia y oscuridad) es una condición espiritual más general y una expresión de la conducta terrenal del hombre, pensamientos, deseos y aspiraciones terrenales. San Nikitas Stizatos se refiere característicamente: “Como la άγνοια (agnia,) del nus (energía o espíritu del corazón humano, el ojo de la psique) terrenal, es una profunda oscuridad que envuelve los ojos de la psique, entonces la convierte en tenebrosa y sumergida a la oscuridad en cuando las cosas divinas y humanas. Y esto se debe a la debilidad de mirar hacia el resplandor de la divina luz increada o disfrutar de aquellos bienes espirituales que se refiere el apóstol Pablo”.
Por lo tanto la άγνοια (agnia, desconocimiento, ignorancia y oscuridad) es una enfermedad grave de la psique humana y especialmente del nus. “Suciedad del nus” es calificada por los Padres.
Causa y resultados
La causa de la άγνοια (agnia, desconocimiento y oscuridad) es la conducta terrenal del hombre, la vida materialista, nos diría san Basilio el Grande. Así el nus no puede percibir las divinas realidades y situaciones. Así que la άγνοια (agnia) es fruto del pecado, de la caída y la esclavitud del hombre en su propia voluntad y en general su alejamiento de Dios.
El que ha decaído de la agapi (amor divino) en su interior, está dominado por la ley de la carne. Esta situación no le permite guardar cualquier mandamiento de Dios. Y en vez de virtudes ha preferido la vida hedonista, sensual, y finalmente, en vez de la gnosis (increada) de Dios, arrastra encima suyo la άγνοια (agnia, desconocimiento, ignorancia y oscuridad) de Dios», recalca San Máximo el Confesor: Pero aquí el tema se pone en su base adecuada. Porque diciendo άγνοια (agnia,) nos referimos a hombres, que inicialmente conocían la voluntad de Dios y se alejaron de él. Pues, personas que al principio conocieron la voluntad de Dios y después se alejaron y se sumieron a la vida sensual y al hedonismo, han perdido cualquier tipo de contacto con el Dios, olvidaron lo que conocían y cayeron en una imperdonable άγνοια (agnia).
Aquí tenemos una caída vertical, de una situación bendita que teníamos, caída en una agnosía (desconocimiento) de grado muy grande. Y aquí se encuentra el gran mal. San Nikitas Stizatos nos dirá otra vez: “Es una cosa terrible la άγνοια (agnia) ignorancia y algo más que impresionante, porque es una nube negra densa y convierte las psiques que dominará en negrísimas”. La άγνοια (agnia) separa la psique de su unión con el Dios. Hace al hombre entero paradógico, irracional e insensible.
Aquel que cae en la άγνοια (agnia, desconocimiento, ignorancia y oscuridad) no conoce los pecados-krimata de Dios… Con los que le examinan o controlan, se pelea y los que le perdonan los considera tontos. Cuando se hace rico, se convierte en arrogante y cuando se empobrece, en hipócrita. Cuando lo pasa bien, cae en varios actos atroces, indecentes e inopinables; y cuando lo pasa mal, llora su suerte. Si uno, pues, con la jaris (gracia, energía increada) de Dios no adquiere la gnosis (increada) de la verdad y el temor de Dios, queda herido profundamente no sólo de sus pazos, sino también de las tristezas, penas, depresiones y sufrimientos que le suceden. Estas son algunas de las consecuencias en el mundo psíquico del hombre a causa de la άγνοια (agnia).
Pero la άγνοια (agnia, desconocimiento, ignorancia y oscuridad) se refleja también al estado exterior del hombre; afecta de manera significativa también las relaciones interpersonales con sus semejantes. La άγνοια (agnia), pues, hunde al hombre en una oscuridad profunda, puesto que considera las delicias, los placeres y el hedonismo en general, como objetivo principal de su vida y considera las cosas inexistentes (no seres) como existentes (seres).
La profunda oscuridad
La oscuridad, sobre todo la profunda oscuridad espiritual que es la άγνοια (agnia, desconocimiento, ignorancia y oscuridad), es calificada como «Δεινόν σκότος», “extrema oscuridad terrible”. Al que domina, no sólo no le acerca a Dios, sino que le aleja ya definitivamente. Es falta de temor a Dios. Y si la gnosis de Dios hace al hombre lógico, entonces la άγνοια (agnia) le convierte en á-logo (animal irracional, insensato), es decir, sin lógica no pudiendo discernir lo correcto del error. No sólo á-logo (ilógico) sino también insensible.
La άγνοια (agnia, desconocimiento, ignorancia y oscuridad) no solamente es un extremo terrible, es también la fuente de la maldad. San Máximo nos dirá: “Tres son los terribles males y principios de toda maldad: La άγνοια (agnia), la φιλαυτία (filaftía, egolatría, excesivo amor a uno mismo, su yo y al cuerpo) y la tiranía”. Pero los dos provienen de la άγνοια (agnia). Ella se encuentra en el punto más alto y es la causa de toda maldad. San Teódoro de Edesa dice: La vanagloria o ambición no se debe a la necesidad del cuerpo, sino a la άγνοια (agnia) del primer bien y la verdadera doxa (gloria y opinión). Causa de la vanagloria, ambición y generalmente de todos los males es la άγνοια (agnia). Porque para aquel que ha entendido correctamente la naturaleza de las cosas, de dónde viene y a dónde resulta cada cosa, no es posible después despreciar su propósito y dirigirse a las cosas terrenales. Porque la psique no desea aquello que aparentemente es bueno. Y si está tiranizándose de la mala costumbre, mal hábito o adicción, también fácilmente puede vencerla. Pero cuando aún había la costumbre, estaba auto-engañándose de la άγνοια (agnia). Por lo tanto, tiene que ocuparse del primer bien y despreciar todas las cosas presentes e informarse sobre la gran vanidad de ellas”.
San Gregorio el Sinaíta califica la άγνοια (agnia, desconocimiento, ignorancia y oscuridad) como “noche de pazos-pasiones”, oscuridad profunda donde el dominio lo tiene el diablo. Si la gnosis (increada) es fruto del Espíritu Santo, entonces la άγνοια (agnia) es la oscuridad ética. Resultados de esta oscuridad ética es todo lo opuesto a los carismas, dones del Espíritu Santo, es decir: odio, desgana, embriaguez, calumnia, psique con tifus, depresión o suciedad, curiosidad, juzgar, condenar…
La άγνοια (agnia), ignorancia, desconocimiento y el diablo
La causa de la άγνοια (agnia, desconocimiento, ignorancia y oscuridad) es el diablo. Como la άγνοια (agnia) proviene del alejamiento del hombre de Dios, está claro que el diablo en este caso juega un papel primordial. Él es el principio y el final de toda άγνοια (agnia), de cada tiniebla y de cada pecado. San Pedro el Damasceno observa que el diablo, después de la caída, perdió todo contacto con el Dios y a causa de su soberbia y su ingratitud se convirtió en un “desconocido” para el Dios. Esto significa firmemente que ya no quiere ser reconocido por Dios y permanece para siempre alejado de la sanación y salvación.
Tal y como la causa de la άγνοια (agnia, desconocimiento, ignorancia y oscuridad) es el diablo, lo mismo también él es la causa del engaño. Mientras que los que conocen a Dios se distinguen por la unidad entre ellos; en cambio aquellos que tienen el espíritu del engaño se distinguen por la división entre ellos. Porque los que se encuentran en la agnosía (desconocimiento) se mueven de engaño en engaño y nunca están parados en una parte. Así pues, la άγνοια (agnia,) equivale con el engaño o error. Por eso el diablo es también introductor y cómplice no sólo de la creación de la άγνοια (agnia), sino también del engaño o error de cualquier forma que aparece en el espacio de la vida espiritual.
La terapia
El objetivo de aquel que lucha para hacer la catarsis, sanarse y limpiarse de los pazos, es desterrar el mal astuto espíritu de su interior. Expulsar la oscuridad de la άγνοια (agnia) para ver amanecer la luz (increada) de Cristo.
De todo lo que se ha dicho anteriormente, podemos entender también el cómo lucharemos contra la άγνοια (agnia, desconocimiento, ignorancia y oscuridad). Aquellos que no tienen experiencia personal de la fe y del dogma, más el modo correcto de vida, deben ser enseñados de otros que son más expertos en estas cosas. Esta es la línea de san Gregorio el Palamás, quien siguiendo la auténtica tradición ortodoxa, considera necesaria la presencia del Yérontas, Guía espiritual, que conducirá la persona al camino seguro de la sanación y salvación. “Si quieres liberarte de todo esto, no confíes en tu propio loyismós, sino preguntar al Yérontas…”.
Así pues, el criterio de la ortodoxia y la verdad permanece el Yérontas, que en esencia muestra la humildad de aquel que pregunta, porque no se fía de su loyismós. Pero este Yérontas debe tener la gnosis increada de Dios y no encontrarse en engaño. Sólo aquel que ha llegado a la zéosis (glorificación, deificación) puede impartir y disolver la gnosis pseudónima, falsa. Al contrario aquel que se jacta por su gnosis, éste corta todo enlace con los hombres que han conocido a Dios y Su jaris (gracia, energía increada). Éste se encuentra en engaño, error.
San Pedro el Damasceno nos aconseja siete praxis físicas, diríamos, ejercicios físicos con los que uno puede sanarse y limpiarse de la άγνοια (agnia, desconocimiento, ignorancia y oscuridad).
1) Ησυχία, (hisijía)* tranquilidad, serenidad, quietud, o sea, comportamiento y conducta despreocupada, sin distracción, alejada de todas las preocupaciones mundanas. La principal preocupación que debe tener el hombre es cómo va a gustar a Dios, cómo podrá prepararse para el premio de la llamada suprema y cómo afrontará su enemigo, el diablo y los pazos. Y deber estar atento de no olvidarse de Dios, ni conducirse a la desesperanza, olvidando Su filantropía.
*Del léxico ortodoxo heleno-español:*(Ἡσυχία (hisijía), interior tranquilidad, paz y serenidad. Es la paz del corazón, el estado del nus sin molestias, permanencia en Dios y la liberación del corazón de los pensamientos-reflexiones (loyismí), de los pazos influenciados por el ambiente. La hisijía es el único camino para que el hombre llegue a la zéosis, expectación o semejanza. La hisijía del cuerpo es el ayudante para llegar el hombre a la noerá hisijía. Hisijasta es aquel que lucha con maneras especiales para la recogida del nus dentro al corazón).
2) Ayuno simétrico. En este ayuno medido, es decir, proporcional según las fuerzas físicas de cada uno, está contenido también el uso medido del agua.
3) Vigilia simétrica. Con este medio la psique domina el cuerpo y no lo deja desear las cosas contrarias de la psique.
4) Psalmodiar o cantar himnos divinos. Es también esto una oración que va acompañada con genuflexiones, de modo que se canse el cuerpo y con su esfuerzo la psique se vaya haciendo humilde.
5) Oración espiritual. Es la oración noerá (con el corazón), en la que no intervienen otros pensamientos en el nus. El hombre aquí pide que se haga sólo la voluntad de Dios que es también la voluntad salvífica. Queda solo con el Dios, sin ideas, ni fantasías, sin haber imprimido y retenido ninguna otra forma o imagen.
6) Lectura. Es el estudio de la Santa Escritura, de la vida de los Santos, de los Padres de nuestra Iglesia Ortodoxa, con lo que la psique aprende cómo vencer sus pazos y adquirir varias virtudes. Puede ser que al principio uno no pueda entender las cosas que estudia. Se necesita persistencia y paciencia. La gnosis vendrá más tarde, (y podrá discernir entre creadas e increadas energías y gnosis).
7) Es esto que nos hemos referido al principio del párrafo, es decir, preguntar a los experimentados. La inexperiencia puede conducir en malos entendidos, errores y engaños, en cambio la humildad es el camino más seguro para que uno conozca a Dios y sea reconocido por Él.
Después de todo esto uno debe tener paciencia en lo que ocurra y lo que el Dios permita pasar. No dar importancia a los sueños. Estar estudiando continuamente el nombre de Dios y pedir siempre una cosa: que se haga la voluntad de Dios. Entonces el nus empieza a iluminarse. Ver que sus culpas y errores son como los granos de la arena. Entonces su psique se quebranta, se hace humilde y se considera a sí mismo inferior a todo. Así empieza a comprender las donaciones de Dios y empieza a aplicar Sus mandamientos. Aplicando Sus mandamientos, empieza a subir uno en uno los escalones de la escalera de las virtudes. Y eso se hace hasta que el hombre llegue al último mandamiento que es el mandamiento de la agapi (amor desinteresado o divina energía increada). Y el que ha llegado a la agapi, ha llegado a Dios, porque “el Dios agapi es”.
La eliminación de la άγνοια (agnia, desconocimiento, ignorancia y oscuridad) es carisma de Dios. Se da a los que luchan, se esfuerzan e intentan. El Dios viendo el esfuerzo del hombre quita la nube que cubre el nus y le impedía ver claramente; es decir, le quita la άγνοια (agnia) y le regala la gnosis del sí mismo, la gnosis (increada) de los misterios y su verdad.
El olvido Η ΛΗΘΗ
General Γενικά
El segundo pazos, el segundo gigante de nuestra vida espiritual es el olvido. El olvido está estrechamente relacionado con la memoria. El hombre se mueve entre el recuerdo y el olvido. Sería un peso terrible para el hombre si se recordara de todo que ha vivido y ha ocurrido en su interior. El olvido, es decir, la omisión aligera y facilita al organismo psíquico la presión del peso de la memoria de cosas que uno no hace falta recordarlas ahora. Desde el otro aspecto, el olvido constituye una debilidad que puede tener consecuencias trágicas para el hombre, especialmente para su vida espiritual y su relación con el Dios.
Así que en la vida espiritual el olvido es una situación patológica de la misma psique del hombre. Sobre todo los Padres lo caracterizan como Hades. Es “maldad de la psique”, porque es olvidarse “de los bienes naturales”, puesto que es resultado de un comportamiento que ha precedido y no está libre de culpa.
El olvido por sí solo no tiene ninguna fuerza. Pero se refuerza con nuestra negligencia. “No digas, qué voy hacer. El olvido viene sin quererlo. Viene porque cuando tenías en tu memoria tu deber, lo has dejado de lado y no lo has tenido en cuenta”, recalca san Marcos el Asceta.
El olvido se produjo al hombre después de la caída, entonces cuando fue cortada su comunicación con el Dios y naturalmente se interrumpió también la memoria de Dios al hombre. Porque en toda la creación sólo el hombre puede recordarse a Dios y vivir con este recuerdo en la memoria.
Este olvido, pues, es ahora una fuerza enemiga en la vida personal del hombre que entra de cualquier manera, como un ladrón y le define su actitud y posición ante el Dios, que al final resulta ser una άγνοια (agnia, ignorancia, desconocimiento y oscuridad) deliberada de Dios. Devora inmediatamente cada loyismós bueno que tiene como objetivo su elevación, su sanación y su salvación. Por eso san Elías el Anacoreta recalca: “El olvido es el loyismós más potente de todos, y del olvido provienen todas las cosas mal astutas y viles, mas lo que el hombre hace, el olvido lo derrumba inmediatamente. Así que cada semilla bondadosa que cae en el campo de la psique, tiene la suerte de las semillas que han caído en la roca y las comieron los pájaros del cielo (Mc 4,4).
Escribe característicamente un teólogo contemporáneo: “Olvido no significa simplemente parar de pensar en Dios, sino desapegarnos de Él como vida, dejar de vivir con Él y dentro de Él. Y justo este olvido fue la base del pecado original. El hombre se olvidó de Dios, porque se dirigió en otra parte, deseó otras cosas, también amó más que todo a sí mismo. Giró la espalda a Dios y paró de verlo. Se olvidó de Dios y el Dios dejó de existir para él. El olvido, pues, no es simplemente muerte, sino el principio de la muerte. Así que la memoria que era fuerza de vida, ahora se ha convertido en sabor de muerte.
Causa del olvido
Aquellos que han saboreado a Dios, dicen que cuando alguien Le saborea una vez es imposible que Le olvide.
¿Entonces, por qué los hombres nos olvidamos de Dios? ¿Cuál es la causa del olvido, de esta terrible enfermedad de la psique?
1) La primera y principal causa del olvido es la atracción y apego del hombre a las cosas sensibles y terrenales. San Marcos el Asceta apunta que: “Cuando la psique está cubierta del terrible olvido, entonces fácilmente el miserable y ciego nus nuestro se ata, apega en cualquier cosa que vemos, oímos y pensamos”. Y añade otro Santo: “La multitud de preocupaciones traen negligencia y olvido y nos dejan inmóviles para la virtud”, porque el hombre no puede o más bien no tiene tiempo para pensar en Dios. Por eso nuestra Iglesia con los continuos «πρόσχωμεν» (prósjomen, estad atentos) nos recuerda y nos ayuda a retener nuestro nus, para que no sea distraído y a continuación arrastrado a las vanas preocupaciones, “Porque la tiranía del olvido es grande”. Porque provoca encubrimiento de las necesidades básicas de la vida y añade cada vez más necesidades nuevas.
2) La audacia y las frecuentes relaciones y compañías.
San Hisijio, en la Filocalía dice: “debemos evitar la audacia, es decir, exceso de intimidad con los demás, tal y como evitamos la serpiente que se llama escudo. Aún muchas compañías y relaciones son como serpientes o víboras…”. ¿Pero por qué todo esto? Porque la audacia expulsa de la psique el temor a Dios. Así uno es conducido al “no vigilarse a sí mismo, sino vivir con indiferencia”. De la audacia el hombre es conducido hablar más de la cuenta. Audacia significa acercarse al otro sin razón, extender la mano a alguien para reírse y ver al otro con descaro o chulería. Todo esto es provocado por la audacia, que ha traído en la psique la falta del divino temor e hizo la psique olvidarse de Dios y conducirla al olvido.
3) Incredulidad, pereza y negligencia Η απιστία, η οκνηρία, η αμέλεια.
La incredulidad y la pereza paralizan la voluntad y eliminan la luz de la gnosis en la nube del olvido. La negligencia que mostramos para conocer las donaciones de Dios, nos conduce en la ραθυμία (razimía pereza espiritual y física) y ella a continuación al olvido. Y finalmente en el olvido se debe el domino de nuestra άγνοια (agnia) desconocimiento, ignorancia y oscuridad en nuestro interior.
4) La falta de memoria a Dios.
El que uno recuerde siempre a Dios, tiene como resultado bueno, el tener en su interior espíritu de lucha. Cuando no Le recuerda, empieza en su interior una relajación espiritual que tiene como resultado el olvido, la omisión de Dios.
5) El engreimiento o endiosamiento.
La idea excesiva e hipertrófica que tenemos para nosotros mismos, convierte nuestro nus nubloso. Mareados de nuestras hazañas, olvidamos a Dios. Adán y Eva dentro al paraíso disfrutaban de las ricas donaciones de Dios. Pero cuando fueron conquistados por el loyismós de la soberbia, grandeza o endiosamiento, entonces se olvidaron de las promesas de Dios y de Dios y obedecieron la tentación.
6) Hoy en día la inversión y derrocamiento de los valores de la vida fácilmente conduce al hombre al olvido de Dios.
7) Pero también los distintos pazos con los sentidos tienen el mismo resultado. San Teódoro de Edesa, Filocalía, nos dice: “La filaftía (egolatría, excesivo amor a uno mismo y el cuerpo,) y la filidonía (amor al hedonismo, placeres) expulsan de la psique la memoria de Dios”. Pero también la ira, la rabia, la embriaguez y otros varios pazos psíquicos expulsan de nuestro interior a Dios y nos hacen incapaces a pensar en Él e implorarLe. El nus oscurecido por los pazos malignos se distancia del sentido espiritual. El campo de la memoria es endurecido por la maldad de los pazos. ¡Cómo va a quedar espacio para la memoria a Dios!
Detrás de todo esto, llámense pazos o por otras situaciones, está claro que se esconde siempre el por excelencia maligno, mal astuto y vil diablo, que es el introductor de todas estas situaciones. Y sobre todo se esconde como el lobo o la zorra en la niebla.
Resultados
Sobre los resultados del olvido, san Hisijio, Filocalía, nos dice: “El maldito olvido es contrario de la oración del corazón (o de Jesús), como el agua al fuego. Y en cada momento es un adversario fuerte. Del olvido resultamos a la negligencia y de la negligencia al desprecio de los divinos mandamientos, a la ραθυμία (razimía, pereza espiritual y física) y a los instintos animales o deseos insensatos y así volvemos atrás como el perro cuando vomita, vuelve a comer sus vómito”. Estas cosas dice san Hisijio, en la Filocalía, sobre los resultados del olvido.
Aún más:
a) cubre la psique de niebla densa y no la deja ver la luz.
b) San Marcos el Asceta apunta que: “El olvido a Dios conduce al pazos del hedonismo, es decir, a la búsqueda de los placeres carnales e indiferencia por el sufrimiento de los demás”.
c) Olvido significa omisión de los mandamientos de Dios. Los mandamientos de Dios desvanecen en nuestro interior y no nos provocan ninguna impresión o entusiasmo.
d) Así no está lejos el camino para el oscurecimiento del nus por la άγνοια (agnia, desconocimiento, ignorancia y oscuridad).
e) El olvido es el refugio seguro del maligno, de donde el diablo con seguridad puede infundir sus loyismí (pensamientos, reflexiones, ideas) para la destrucción del hombre, a causa de su falta de fe e indiferencia sobre las cosas espirituales.
Terapia. Θεραπεία
Algunos de los medios que que nos aconsejan los Santos Padres de nuestra Iglesia son:
a) Lucha o combate
Para lucha contra el olvido hace falta conocimiento bueno y correcto de la manera del combate contra este. El combate que debe realizar uno es luchar para que la psique se desapegue de la carne y el mundo y remontarse a las espirituales. Porque el apego a las cosas sensibles, sensuales constituye un estado contranatural de la psique.
b) Se necesita persistencia
El esfuerzo persistente para la aplicación de los divinos mandamientos en la praxis tiene especial importancia. La memoria no puede retener cosas que ha aprendido teóricamente. Se necesita intento y esfuerzo continuo. El intento metódico y persistente de la aplicación de la divina voluntad conduce poco a poco a la desaparición de los malos hábitos y la persistencia en los buenos, por consiguiente a la memoria de Dios y al olvido del mal.
c) Esfuerzo, intento y aceptación de las tristezas y sufrimientos de la vida.
San Marcos el Asceta apunta: “Si quieres tener continuamente tu pensamiento en Dios, no eches como injustas las tristezas o sufrimientos que te vienen, sino acéptalas como justas y que debían ocurrir en tu vida… De estos acontecimientos se remueve la memoria a Dios y es expulsado el olvido”.
En el intento de superar el olvido, el mejor ayudante nuestro es el mismo Dios- “Haz tu el bien que te recuerdas y lo que no tienes en tu nus te será revelado de Dios, cuando venga el momento adecuado”.
Una velita pequeña vence la oscuridad, porque la luz es algo que existe, en cambio la oscuridad es falta de luz. La memoria es algo que existe. Así que una pequeña memoria de Dios, un pequeño intento, puede borrar la oscuridad que provoca el olvido.
Un factor clave para no olvidarse de Dios, son otras dos cosas: El estudio de Su ley y la memoria de Sus donaciones. El profeta David tenía continuamente en su interior la memoria de Dios y Su voluntad, por eso decía: “Estudiaré en tus derechos y no me olvidaré de tu ley”. “Estoy pegado en tus testimonios”. “Estudiaba tus mandamientos, los cuales amé mucho” y muchas más expresiones correspondientes. No estudiaba la ley de Dios sólo ocasionalmente por deber o típicamente, sino con consecuencias en su vida personal. Resultado de este deleite de su corazón, de este anhelo fuerte que tenía para el Dios, fueron las grandes donaciones continuas que nunca olvidaba.
Todo esto es resultado de la intensa agapi que tenía por Dios. Esta agapi intensa, el celo ardiente es algo que expulsa de nuestro interior la bestia del olvido.
Los malos resultados del olvido los sana una vigilancia estricta del nus y la incesable invocación del nombre de Jesús Cristo. Tan intenso que san Gregorio el Teólogo nos dirá: “Es preferible que uno mencione a Dios más que respirar. Y si debe decir junto con Moisés, diría que también cuando nos acostamos en la cama, cuando nos levantamos y cuando hacemos cualquier otra cosa, imprimir en nuestra memoria a Dios para conseguir la sanación, la claridad y la pureza del corazón” David recalca: “Me acordé de Dios y deleité”.
Si, la memoria de Dios deleita nuestra psique, pues, no pongamos dificultades y dudas para disfrutar de la memoria de Dios. Con esta memoria “la diania (mente, intelecto, cerebro) se hace cielo”.
Así se aleja “el malísimo olvido”, se evita la oscuridad del nus y amanece en nuestros corazones la luz de la gnosis increada de Cristo Dios
Ραθυμία (razimía), pereza física y espiritual
Ραθυμία (razimía) es pereza espiritual y física, relajación, indiferencia y desanimo, desgana, desidia, indolencia, flojedad de la psique y del cuerpo.
Sobre razimía y sus resultados en general.
La ραθυμία (razimía) es el tercer gigante de nuestro tema. Constituye una situación patológica del nus muy grande y se asemeja mucho con las dos situaciones anteriores, la άγνοια (agnia, desconocimiento, ignorancia y oscuridad) y el olvido. Diríamos que es una pereza, desgana, desánimo, indiferencia, desidia, inmovilidad, flojedad y cualquier otra cosa parecida que podría uno utilizar para calificarla en el aspecto espiritual.
Según san Juan el Crisóstomo esta también es un rasgo de la naturaleza humana que busca más bien el placer carnal que el espiritual. En otro punto nos dirá que es “la declinación fácil hacia la perdición”, no porque el Dios la ha creado así, sino “por la predisposición o libre voluntad y preferencia del hombre hacia la ραθυμία (racimía)”.
La raíz de ella se encuentra en la esclavitud de la psique en los sentidos del cuerpo y del mundo sensual. Su raíz se encuentra dentro de la psique, dentro de nuestro nus oscurecido, que pierde su posición de primacía con su subyugación a las cosas materiales.
San Pedro el Damasceno ve la raíz de la racimía en la insensatez. “Si la sensatez es la salud de la parte lógica de la psique y un estado del hombre ilustrado con continua vigilancia, entonces la insensatez es todo lo contrario”. Es la embriaguez de la parte lógica de la psique, oscurecimiento del nus, demencia y mala astucia y generalmente una decadencia de las fuerzas espirituales en una relajación donde todo es permisible.
La ραθυμία (racimía) es el resultado de una decadencia general de la psique que la caracteriza la oscuridad y la ceguera espiritual. San Marcos el Asceta se refiere: “La ραθυμία (racimía)” es la que teje la prenda oscura, la nube negra y el revestimiento de la psique.
Ella hace que el hombre caiga en la bestialidad de los instintos animales. De la ραθυμία (racimía) uno se hace vicioso, cruel y duro en la psique. La psique del hombre es blanda y se moldea fácilmente. Pero sucede como al agua del río, que se hace duro como la piedra cuando se congela por el frío. Lo mismo ocurre también a la psique, después del pecado se hace dura como la piedra.
La ραθυμία (racimía) también hace dura e insoportable la ley de Dios en la psique. ¿Qué nos hace ver que los mandamientos son duros? Pregunta san Crisóstomo. “Nuestra ραθυμία (racimía)”, contesta. Es decir, cuando mostramos nuestra buena disposición y voluntad las cosas duras nos parecen blandas, y cuando mostramos nuestra razimía hasta las cosas blandas y ligeras nos parecerán difíciles e insoportables.
Detrás de la ραθυμία (racimía) se esconde el diablo. “¿No tienes miedo… que a causa de la razimía salte algún demonio y encontrando tu psique sin ocupación ni preparación, entre en ella con facilidad, puesto que tu casa no tiene puerta?”
Realmente hay gran riesgo, cuando no hay atención y cuidado para las cuestiones espirituales, el mal astuto o maligno puede hacer lo que quiere de nosotros. Las dos grandiosas parábolas, “los tálantos o talentos, y, las diez vírgenes”, nos pintan muy característicamente los resultados de la razimía. Sobre Adán, san Basilio el Grande se refiere: “Se adormeció su loyismós por la razimía”. Pero también Judas “por la ραθυμία (racimía) se hizo esclavo del enemigo”.
La lucha contra la ραθυμία (racimía)
1. El ejercicio severo, duro o forzoso. Η άσκηση βίας.
Se necesita de nosotros mismos levantamiento violento, revolución contra nosotros mismos. Es decir, hace falta dureza. Y la dureza es “la experiencia del dolor físico y labor en todo”.
Según san Basilio el Grande: “Dureza es el esfuerzo, agotamiento del cuerpo que voluntariamente sufren los discípulos de Cristo con la eliminación de su propia voluntad y el confort del cuerpo, pero conectados con la atención y la vigilancia en el cumplimiento y aplicación de los mandamientos de Cristo”.
La severidad limpia al nus, le eleva, le santifica y destruye la ραθυμία (racimía), mas junto con ella se destruyen las devastadoras malas fuerzas de la psique.
San Macario el Egipcio nos da una manera más clara para luchar con dureza, severidad contra la ραθυμία (racimía). “Forzarse a sí mismo en todo, este es al camino del Cristiano. Es decir, forzarse a sí mismo para el bien, a pesar que el corazón no lo quiera. Forzarse a sí mismo en la agapi =amor, a pesar que no ama. Forzarse a sí mismo a compadecer al otro, a pesar que no sienta compasión o pena para el otro… forzarse a sí mismo en la oración, aunque la oración no sea espiritual”. “Esfuerzo físico continuo” nos dirá san Juan el Clímaco.
Con la severidad se emprende una incursión en las profundidades de la psique para catalizar y suprimir la ραθυμία (racimía) que anida en nuestro interior. Al principio la lucha será exteriormente, sin entender nada, mecánicamente. Pero luego con la ascesis, la psique se encantará de esta situación y después de largo y severo ejercicio exterior e interior se hará emanante.
Esta sugerencia hace también san Basilio el Grande: “La realeza increada de Dios no pertenece a los que tienen ραθυμία (racimía), sino en aquellos que se fuerzan a sí mismos y ellos la arrebatan. Si quieres, pues, arrebatar el cielo no seas perezoso, con ραθυμία (racimía), sino conviértete en severo, forjador. Apriete el cuello bajo el yugo de Cristo… No examines los errores ajenos…”. Y este logos como va dirigido a los monjes, es muy agudo y penetrante. “No creas que todos los que están en el monasterio se salvarán”. Estos también tienen que forzarse y ser severos a sí mismos en todo, expulsando la insaciable y voraz ραθυμία (racimía).
Es cierto que dentro de los textos ascéticos hay multitud de ejemplos que los Padres ejercían violencia, se forzaban a sí mismos y expulsaban la ραθυμία (racimía) .
Uno de los padres se puso un canon para no salir de su celda durante la cuaresma. Pero en cooperación con el maligno su celda se llenó de pulgas. Entonces ejerciendo violencia, dureza a sí mismo dijo: Aunque me muera no saldré de mi celda. ¡La tercera semana de la Gran Cuaresma de forma extraña ve una multitud de hormigas que hicieron desaparecer las pulgas!
Así ejercían violencia a sí mismos aquellos padres, cosas que para nosotros hoy día son incomprensibles.
El ejercicio de la dureza y severidad a nosotros mismos es relativamente fácil para vencer la ραθυμία (racimía) y sus terribles consecuencias en la vida espiritual. Es mucho más agradable que los cansancios y las consecuencias mortales de la ραθυμία (racimía) y la vida sin sentido dentro de las comodidades y la inercia.
2. Recuerdo o memoria de la muerte. Μνήμη θανάτου.
El recuerdo de la muerte es un arma potente y efectivo para aquella psique que ha decaído al profundo sueño de la ραθυμία (racimía).
Esta memoria de la muerte genera al hombre el luto, induce a la contención y templanza, recuerda que ella es la madre de la oración y las lágrimas del corazón, protege el corazón del apego pasional a lo terrenal y material, conduce al discernimiento y al temor a Dios, ayuda a la aplicación y el cumplimiento de los mandamientos de Dios y la lucha espiritual se afronta con pundonor, coraje y ánimo.
Dice en relación san Juan de la Escalera: “Por eso es necesario el recuerdo de la muerte, porque conduce a la actividad espiritual y empuja a la realización de la virtud. Se dijo que no es posible par uno vivir sólo con la piedad, si no tiene en cuenta que cada día es como el último de su vida… La memoria de la muerte hace al corazón no tener miedo, temor, porque lo libera de cualquier otro temor o miedo”.
Estos pocos goteos de san Juan, el de la Escalera, son muy característicos sobre como es de útil el recuerdo de la muerte para la expulsión de la ραθυμία (racimía) de nuestra psique.
3. Por su puesto, aún más ayudante es también el recuerdo o memoria de Dios. Ακόμη πιο βοηθητικό βέβαια είναι και η μνήμη του Θεού.
El verdadero destino del hombre es el litúrgico. Vive para estar alabando y glorificando su Creador y su Dios. Está claro que esto no se entiende con una oración típica. Debe ser una oración encarnada, porque entonces su vida se hace realista, cuando se convierte entera en tiempo de oración. Realmente es una misión muy grande, la que uno puede conseguirla luchando contra todos los pazos y particularmente contra estos tres gigantes: La άγνοια (agnia, desconocimiento, ignorancia y oscuridad), el olvido y la ραθυμία (racimía).
Terminamos, en forma de epílogo, con los sabios consejos de san Marcos el Asceta, quien ha dado también la denominación de estos tres pazos y los llamó Gigantes:
“Después de vestir las armas de la virtud con la fuerza y energía increada del Espíritu Santo, con cada tipo de oración y ruego, con valentía y coraje, derrotarás a los tres gigantes de los malignos astutos demonios que hemos mencionado. Con la excelente memoria de Dios, pensando siempre en lo que es verdadero, decente y respetuoso, más con lo que está en conformidad con la justicia y tiene buena reputación y cualquier otra virtud y obra que vale la pena, ganarás el malvado olvido y lo enviarás lejos de ti. Con la iluminada y celeste gnosis (increada) eliminarás la destructiva y oscura άγνοια (agnia, desconocimiento, ignorancia y oscuridad). Con la bella predisposición llena de virtud echarás lejos la atea ραθυμία (racimía) que siembra el mal en la psique.
Estas virtudes cuando las adquieras, no sólo con la predisposición, sino realmente -con la ayuda de Dios y la sinergía del Espíritu Santo- con mucha atención, vigilancia y oración, podrás sanarte y salvarte de los tres gigantes potentes del maligno que hemos mencionado. Porque la coexistencia de la verdadera gnosis (increada), el recuerdo de los logos de Dios y el buen ánimo, que con la ayuda de la jaris viva (gracia, energía increada) y con lucha, será instalada en la psique y con diligencia y esmero será mantenida; esta coexistencia elimina de la psique cualquier sombra del olvido, de la άγνοια (agnia, desconocimiento, ignorancia y oscuridad) y de la ραθυμία (racimía).
Entonces reina la divina jaris increada en la psique, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amín.”
San Marcos el Asceta Filocalía Tomo 1 175-176
Fuente: http: www.diakonima.gr
Traductor: xX.jJ
1 comentario
Victor
10 enero, 2023, a las 1:41 pm (UTC 0) Enlace a este comentario
muchas gracias, nada es coincidencia, todo llega al momento correcto.