Teología empírica de la Iglesia Católica Ortodoxa según Padre Romanidis (entregas orales, por Ieroteo Vlajos) tomo 2º
Índice de Contenido
Increado y creado (pág. 100)
Por todo lo que se ha expuesto anteriormente se ve claramente que Dios es increado, mientras que todo el mundo es creado. La palabra “άκτιστο” (aktisto, increado) se constituye de la a privativa y la palabra “κτιστός” (ktistós, creado) y manifiesta algo que no se ha creado, construido o formado, entonces tampoco se define. Así que, lo increado no tiene principio, comienzo ni fin; en cambio lo creado tiene principio de creación, es corruptible y tiene fin, al no ser que Dios no quiera que tenga un final.
Los santos durante la experiencia ven la energía-doxa (gloria, luz increada) de Dios, que se discierne claramente de la energía de las cosas materiales. Por ejemplo, el Apóstol Pablo caminando hacia Damasco, al mediodía ha visto, como el mismo dice: “…una luz venida del cielo, más brillante que el sol” y también escuchó una voz, (He 26, 13-14). Es decir, vio Luz que se distinguía de la luz creada del sol.
a) Diferencia entre increado y creado.
La enseñanza fundamental de los Padres de la Iglesia, los cuales tienen la experiencia de los Profetas y los Apóstoles, es que entre lo increado y lo creado no hay ninguna similitud; porque la creación está hecha de la inexistencia o de la nada, vino en la existencia de la inexistencia por la energía (increada) creativa de Dios, el cual es el Ων (On) Ser o Existencia. El Hijo es el Ων (On) Ser o Existencia que ha nacido del Ων (On) Padre antes de los siglos y no provino del no ser o de la inexistencia, tal y como se ha hecho con la creación, por eso es el Dios increado.
«Las creaciones están hechas de la nada y lo que es de Dios es increado. Por lo tanto, el Logos, es de la esencia del Dios Padre, es increado. El Espíritu Santo, es de Dios Padre, es increado. ¿La Doxa-gloria es de Dios? Entonces es increada. ¿La Jaris-Gracia es de Dios o no? Si es de Dios, es increada. Estos son los predicados más fundamentales del pensamiento patrístico.
Por lo tanto, lo increado, no es simplemente aquello que no tiene origen o procedencia. Si uno lo toma en aspecto filosófico, si algo tiene causa, entonces debe ser creación, porque únicamente el Dios es sin causa».
El Ángel de la gloria que veían los Profetas en el Antiguo Testamento, era increado y no se iconiza (pinta, representa), porque no hay similitud entre increado y creado. Pero el Logos se iconiza después de la encarnación.
Durante la experiencia de la zéosis o glorificación, el de la visión divina sabe que la Doxa-gloria es increada y también las energías son increadas. No es posible para alguien llegar a la visión divina, ver la Doxa-gloria de Dios y sostener que el Logos de Dios es creación.
«Arriano decía que el Logos es creación. Pero no puede haber hombre que haya llegado a la iluminación y decir tal cosa. Porque de la experiencia de la zéosis, uno sabe que el Logos es increado, no es de la inexistencia o de la nada. El Logos es del Padre. Las creaciones son de la inexistencia o de la nada. En la iluminación ya no hay duda, porque el maestro del iluminado esto ya se lo ha enseñado.
Pero aquel que llega a la zéosis, sabe también por su experiencia que el Logos es increado y la Doxa-gloria también es increada, y que el Padre es increado, el Espíritu es increado y que el Espíritu es hipóstasis (persona o base substancial o esencial), etc. Todo esto ya es teología empírica, por experiencia vivida».
El término ομoούσιος (omousios, consubstancial o misma esencia), que fue utilizado para expresar que el Logos tiene la misma esencia con el Padre, es interpretación de Logos increado que veían los Profetas en el Antiguo Testamento.
Pero el término omousios-consubstancial, tampoco se puede entender lógica y filosóficamente, porque este término esencialmente se identifica con lo increado. Nosotros lo creado lo entendemos lógicamente, pero la esencia de Dios, de la que no participamos, no la conocemos, por eso la calificamos como increada.
«Lo de “ομοούσιος τω Πατρί, consubstancial del Padre”, es lo dicho. Esto no se puede entender filosóficamente, nadie puede penetrar en el significado. Consubstancial significa increado, nada más, o sea, increado es igual a amousios-consubstancial. Cuando decimos que el Logos es consubstancial del Padre, significa que el Logos es increado, como también el Padre es increado. Esta cosa no significa nada más.
La palabra increado no es captada por la lógica. El término ομοούσιος consubstancial nunca transmite comprensión; igual que el término Dios, no transmite comprensión. Pero la intención de estos términos, estos logos o verbos y conceptos que se dicen en el Antiguo y Nuevo Testamento, son para darnos un medio para conocer a Dios por la lógica o por la zéosis o glorificación. ¿Cuál es el fin o intención del verbo o dicho? ¿Conducirnos a la comprensión lógica o a la experiencia de la zéosis-glorificación que transciende la lógica?»
Está claro y cierto que los verbos-dichos tiene el propósito de conducirnos a la experiencia de la zéosis y no a la meditación o filosofía.
b) El puente entre increado y creado
Los hombres son creaciones del Dios increado. Entre creado e increado no hay ninguna similitud, y sobre todo, se observa una diferencia caótica entre ellos; a pesar de eso, el hombre llega al punto de ser partícipe de la doxa-gloria y energía increada de Dios, unirse con ella y adquirir la gnosis espiritual (increada) de Dios. Es maravilloso y sorprendente el cómo se hace esto. El puente que une lo creado con lo increado es la misma Jaris (gracia, energía increada) de Dios.
Los filósofos hablaban para lo natural y lo sobrenatural e insistían que la lógica del hombre puede comprender lo metafísico. Pero, según los Padres, el hombre con la lógica puede conocer las creaciones, en cambio la gnosis de la realidad increada es regalo de Dios y se hace con el “autovisionario ojo increado de Dios”, es decir, con la misma doxa-gloria, energía de Dios, según el salmo: “En tu luz contemplamos la luz” (Sal 35,10).
« ¿Puesto que no hay similitud entre el Dios y las creaciones, entonces cuál es el puente entre creado e increado?
En la gnoseología antigua de los filósofos helénicos hasta Cant y los años posteriores, etc., el puente entre creado e increado era la lógica, o razón, en aquellos que había este discernimiento, creían que la lógica del hombre puede comprender lo metafísico, lo increado. Generalmente este discernimiento existe en el cristianismo ortodoxo y en el islamismo. Los filósofos identificaban lo creado y lo increado. El puente era la lógica del hombre; ahora si es mediante revelación natural, la lógica comprende. Cuando la lógica no puede encontrar aquello que no puede encontrar, entonces viene como regalo de la apocálipsis, revelación sobrenatural; el hombre por la fe otra vez comprende; en un caso entiende por la fe, entonces otra vez lógicamente; por lo tanto, la lógica capta por la fe o por el método lógico. Así pues, una gnosis completa la otra.
Pero en la tradición patrística, no hay puente creado. Es decir, existe un puente entre creado e increado, pero el puente es increado. Porque el hombre, el cual no tiene el ojo autovisionario increado de Dios, por el cual el Dios se ve a Sí Mismo, es decir, el hombre no ve lo increado. Por eso la interpretación de los Padres en el salmo “en tu luz contemplamos la luz”, significa que dentro de la Luz increada veremos la Luz increada, es decir, el que no está dentro de la Luz no ve la Luz.»
En el Antiguo Testamento, mediante la doxa-gloria de Dios, los Profetas llegaban a la contemplación del Logos no encarnado, y en el N. Testamento los deificados, con la misma doxa-gloria increada veían la deidad del Logos. Al encarnado Logos se unió hipostáticamente (substancialmente o personalmente) la naturaleza humana con la divina; por eso en Su Persona se unió lo increado con lo creado, lo pasible con lo in-pasible, lo inmortal con lo mortal.
El puente gnoseológico para la experiencia de Dios no son los filósofos y los meditadores, sino los deificados; no es la gnosis humana, sino la Jaris (increada) de Dios, que energiza, opera en los deificados. Y esto, está claro que ocurre, porque existe el Θεάνθρωπος (zeánzropos, Dios y hombre) Cristo, al Cual se unieron hipostáticamente (substancialmente) la naturaleza divina con la humana.
c) La zeoría o contemplación de la Doxa-gloria increada de la Santa Trinidad.
La gnosis de la Santa Trinidad es conocida por la visión divina de la energía de Dios. El deificado adquiere experiencia personal y la energía de la doxa-gloria de la Santa Trinidad es increada.
«El deificado, cuando ha visto la Santa Trinidad sabe que es increada y también doxa, energía, etc. Todas estas cosas salen por la experiencia de la zéosis.»
La contemplación de la Luz increada de los deificados es inconfundible, inequívoca, es decir, verdadera, no hay mentira, el de la visión divina no es engañado. Con “el autovisionario ojo increado” de Dios, el deificado discierne la Luz increada, tanto de la luz creada del sol, como de la luz creada del diablo, quien algunas veces “se transfigura en ángel de luz” (2ªCor 11,14).
Existen claras diferencias entre la luz creada e increada, tal y como certifican los que “tienen experiencia instructiva”.
«La Luz increada no tiene forma ni figura, tampoco especie o tipo. Por eso se llama no formada, sin forma y sin especie. Esto es un golpe contra Platón, quien cree que el hombre debe conocer los tipos in-cambiables, inalterables o sea, los arquetipos. Es decir, esta terminología se enfrenta contra Platón. Y cuando los Padres dicen que la doxa-gloria de Dios es sin tipo o especie significa que no son los tipos del Platón, etc.»
Después de la encarnación de la Segunda Persona de la Santa Trinidad, la Apocálipsis de Dios se hace a la naturaleza humana del Logos. Esto significa que la naturaleza humana de Cristo, se hace fuente de la energía increada de Dios, pero lo que se manifiesta en Cristo es la doxa-gloria de Su deidad. Los Discípulos de Cristo fueron dignos algunas veces de ver la Doxa-gloria increada de la deidad en la naturaleza humana del Logos. Esta apocálipsis (revelación) se hace de dos maneras; con los milagros y con la aparición, revelación de la Realeza increada de Dios al monte Tavor y en el Pentecostés. Pero, sobre este tema hablaremos más abajo en el capítulo sobre la humanización del Logos.
De todo lo que se ha expuesto, se ve que el Dios Trinitario existe, no porque nos lo han dicho los filósofos, tampoco porque nosotros podemos adquirir demostraciones lógicas sobre Él; sino porque los Profetas, los Apóstoles y los Padres se hicieron dignos y capaces de ver Su Doxa-gloria, Su Realeza, Su Luz, como Logos no encarnado en el A. Testamento y como Logos encarnado en el N. Testamento.
Los términos “hipóstasis”, “esencia”, “energía”, “omousio o consubstancial”, “modo de existencia”, son formulaciones de la experiencia de los deificados. No se trata de términos filosóficos ni de meditaciones, sino de logos, dichos o verbos que expresan, a la medida de lo posible por la lengua humana, la experiencia de la visión divina, para conducir a los hombres a la participación de la doxa-gloria (increada) de Dios. El que reflexiona con estos términos filosóficamente, no puede adquirir gnosis auténtica y pura de la doxa-gloria increada del Dios Trinitario.
La energía de Dios en la creación (pág. 116)
Dos son los dogmas fundamentales de la Iglesia (ortodoxa) en relación con la creación. Lo primero es que el Dios ha creado la creación desde la nada o la inexistencia y no de las supuestas ideas; y lo segundo es que el Dios gobierna, mantiene y previene para ella con Su energía increada y no con leyes creadas.
Está claro y cierto que una es la energía de Dios, pero se distingue en muchas energías, según sus resultados; o sea, energía esenciadora, vivificadora, deificadora, sapienciadora, como también la creadora, la mantenedora, la proveedora y la glorificadora energía (increada) de Dios. Toda la creación participa analógicamente a la energía increada de Dios. Desde este punto, hablando sobre la energía de Dios en la creación, nos referiremos a la increada energía creadora de Dios y no a la increada glorificadora de la que participan los ángeles y los santos, tal y como veremos a continuación.
«Todos los seres participan de la creadora energía increada de Dios y no de la deificadora o glorificadora.»
En la energía glorificadora o deificadora participan los ángeles y los santos. En la creación existe la creadora la energía increada y la increada compositora o contenedora de Dios.
«La creadora energía increada es la que trae a la existencia, y la increada contenedora es la que conecta, contiene y mantiene. Tal y como hace el hidráulico que viene en casa para mantener las tuberías».
Dentro de todo el universo no existen las llamadas leyes naturales, las cuales supuestamente puso el Dios dentro de la creación, y a continuación abandonó la naturaleza, sino logos naturales, la energía increada de Dios. Cristo se ha referido sobre este tema, cuando dijo sobre los pájaros del cielo: El Padre celeste les alimenta, sobre los lirios del campo que el Padre celeste adorna, y también para el hombre por quien se interesa personalmente (Mt 6,26-33). También, en esto se refiere el logos de Cristo: “17 Pero Jesús les contestó: «Mi padre trabaja continuamente y yo también como él.»
17. Pero Jesús respondió a los judíos los pensamientos que tenían en sus mentes contra él: «Mi Padre trabaja sin cesar, porque no sólo creó al mundo sino también lo gobierna. Además, yo su Hijo también trabajo continuamente para la sanación y salvación de los hombres, ni siquiera el sábado interrumpo mi obra.» (Jn 5,17). Además, el Salmo 103, tiene muchas frases que indican la intervención personal de Dios a la creación: “Haces manar las fuentes a raudales y se deslizan entre montañas”, “el que envía hierbas verdes a las bestias”, etc.
«La energía increada de Dios está en todas partes presente y consume el universo».
Muchos Padres, principalmente, san Máximo el Confesor, cuando se refieren a la increada energía contenedora, mantenedora de Dios, que se encuentra en toda la creación hablan sobre “los logos de los seres”. Estos logos de los seres, no son los arquetipos y los géneros de Platón, tal y como sostenían los antiguos filósofos, sino la increada energía creadora y contenedora de Dios.
«Existe una diferencia entre los Padres y Agustín, en lo siguiente: Como Agustín identificaba la Doxa-gloria de Dios con los arquetipos y con los géneros de Platón, etc; la iluminación para Agustín no era la eterna, infinita o in-interrumpible memoria de Dios dentro al corazón, sino el avistamiento de los arquetipos de la esencia de Dios, cuando uno capte en su mente los arquetipos o los géneros, tipos.
Aquí debemos tener mucho cuidado, porque los arquetipos, algunas veces se utilizan de los Padres, pero los arquetipos para los Padres son sin géneros, no son los géneros platónicos; en cambio para Agustín son los géneros que se identifican con los arquetipos. Aquí, tenemos los géneros. Tenemos la ration o los rations (razones), es decir, que son los logos. Nuestros logos en latín se llaman “rations”. Agustín de vez en cuando se refiere a los rations.
Si solamente se limitara hasta allí, bien, sería correcto, porque esta es la enseñanza de la religión, porque uno debe conocer los logos (causas o razones) de los seres o entes. Pero los logos de los seres en nosotros no son los géneros arquetipos, estas cosas no son géneros o especies para nosotros, sino voluntades divinas, son destinaciones o asignaciones, etc., estas cosas son voluntades divinas. Para Platón no son voluntades divinas. Para él son aquellas cosas por las que el mundo es la copia de ellas. Es decir, si es el género humano, nosotros también somos copia de la idea del hombre o humano. Sí, pero el hombre no es copia de los logos de los seres o entes. Porque los logos de los seres son sin género. En la escritura patrística, los logos de los seres no tienen ninguna similitud con las creaciones».
Pero lo interesante, es que la enseñanza de los Padres sobre los logos de los seres no era filosófica, racionalista, sino empírica (por experiencia); porque los mismos, alguna vez con la increada energía iluminadora y deificadora de Dios, llegaron a ver la energía proveedora y mantenedora de Dios en la creación, cosa que se llama “zeoría física” (contemplación natural).
«El hombre si se encuentra en la iluminación, adquiere “zeoría física, natural” de los seres; es decir, dentro de la creación ve la energía increada de Dios. El iluminado teniendo la energía increada de Dios en su interior, ve la energía (increada) del Espíritu Santo en todas las creaciones».
Está claro y cierto que existen los grados de la “zeoría”, contemplación espiritual, según la situación o estado espiritual del hombre.
«Una es cuando ves por la fe la energía increada de Dios, es decir, entiendes la energía de Dios dentro de la creación, cuando aceptas la enseñanza de los Santos Padres. La otra es cuando ves la energía de Dios dentro de la creación, cuando participas de la increada energía iluminadora de Dios».
La apocálipsis de las energías increadas de Cristo (pág. 227)
El Cristo después de Su Bautismo al río Jordán empezó oficialmente Su obra. En realidad el Cristo reveló Su deidad, Sus increadas energías, mediante Su naturaleza humana. Es decir, con la humanización de Cristo la apocálipsis conecta y se une con el Θεάνθρωπος (zeánzropos) Dios y hombre, Cristo.
Los Apóstoles veían la energía de la naturaleza increada al Cristo por Sus milagros y Su enseñanza y más tarde tres de ellos vieron la Luz de Su deidad en la Metamorfosis del monte Tabor. El cuerpo de Cristo es la fuente de las energías increadas de Dios.
«Se debe recalcar que en Su vida terrenal, el Cristo no reveló Su naturaleza a los hombres, porque la veían con la naturaleza humana. Entonces viendo a Cristo todos sabían que era hombre, pero lo que hacía falta era la apocálipsis o revelación de la naturaleza increada de Cristo, que era de la misma esencia del Padre y del Espíritu Santo y también que es de las mismas energías, y que el mismo es increado sobre la hipóstasis (base substancial), sobre la esencia y sobre la energía.
Esta apocálipsis de las energías de Cristo se hace de dos maneras. Una es con los milagros. Es decir, hace milagros y de estos se ve claramente que el mismo es la fuente no sólo de las energías creadas, sino también de las increadas; puesto que el mismo hace milagros que sólo la energía increada puede cometer. Es decir, los resultados son de energías increadas. Uno podría creer que el Cristo es un medio o un órgano, por el cual se revela lo increado, sin que el Mismo sea fuente de las energías increadas. Es decir, se podría considerar que el Dios energiza, opera por el Cristo como hombre y que el Cristo se vea que hace los milagros, pero es el mismo Dios que hace los milagros mediante Cristo. Entonces podríamos con una Cristología de Arrianica tener milagros, tal y como tenemos milagros mediante los Profetas, etc.
Pero la esencia de la enseñanza ortodoxa sobre Cristo es que el mismo Cristo, el Logos de Dios, y el Cristo como Logos de Dios, no es simplemente un medio de milagros, sino que es la fuente de las energías milagrosas. Porque el mismo es el Logos que se encarnó y existe la contra-entrega de las cualidades o atributos; entonces, el Logos energiza y opera como hombre y también como Dios. Por lo tanto, Cristo no es un medio de energías increadas, sino la fuente de las energías increadas, etc. Esta apocálipsis de la esencia increada de Cristo se hace, primero con los milagros. Hace milagros que solamente Dios puede hacer.
La otra manera es Su enseñanza. Enseña cosas con autenticidad y poder del mismo Dios. Es decir, él mismo enseña como Dios. Tenemos milagros y tenemos enseñanza. Los milagros son resultados visibles de las energías increadas. Por lo tanto, el hombre viendo las obras, puede convencerse de lo que dice Cristo: “…ya que no creéis en mi, creed en mis obras… (Jn 10,38). Es decir, que los resultados son de las energías increadas; creed en esto, en las obras, ya que a mí me veis como hombre».
Aparte de Sus milagros y enseñanza, hay casos durante los cuales Cristo reveló la doxa-gloria increada de Su deidad como Luz increada.
«Si vemos detalladamente la Santa Escritura, veremos que existen tres estadios de enseñanza. El mismo Cristo dice, los que están afuera, les enseña con parábolas. Pero, “vosotros que estáis dentro”, que son los Apóstoles, aprenden directamente los misterios de la realeza (increada) de Dios, sin parábolas, (Mrc 4,11).
Por lo tanto, tenemos enseñanza en parábolas y tenemos enseñanza de los misterios de la realeza increada de Dios; y que los misterios de Dios son misterios de la Iglesia; y después de esto tenemos otro nivel de aprendizaje de la verdad, que es esto que llaman los Padres “zéosis”, la glorificación o apocálipsis (revelación) de la realeza increada o la gloria de Dios».
Una temprana metamorfosis de Cristo, es decir, revelación de la doxa-gloria increada de Cristo, se hizo en el caso de los dos alumnos de Juan el Bautista. Nos cuenta san Juan el Evangelista:
“Al día siguiente, Juan, estaba todavía allí con dos de sus discípulos, y vio a Jesús que andaba por allí y dijo: He aquí el Cordero de Dios. Y sus dos discípulos lo escucharon y siguieron a Jesús. Y volviéndose Jesús y viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis? Ellos le dijeron: Rabí, (que significa Maestro) ¿dónde vives? Él les dijo: «Venid y lo veréis.» Fueron y vieron donde vivía y se quedaron con él aquel día. Era como las cuatro de la tarde” (Jn 1,35-40).
«Los dos alumnos de Juan el Bautista, cuando se hicieron alumnos de Cristo, Le preguntaron “dónde vives? (Jn 1,39). ¿Esto significa que los Apóstoles rogaron a Cristo para que les enseñara la casa donde vivía? No. Significa que rogaron a Cristo que les apocalipte (revele) donde está su refugio o habitáculo, que es la doxa-gloria increada de Dios. Y durante un día entero los Apóstoles participaban de la experiencia de la zéosis. Por lo tanto, tenemos la primera experiencia de la zéosis, después del Percusor Juan. Tal y como el Percusor Juan tuvo esta experiencia de Cristo, así lo mismo la tuvieron también Sus Alumnos».
La mayor apocálipsis (revelación) de la Doxa-gloria de Cristo se hizo en la Metamorfosis del monte Tavor, delante de Sus tres alumnos, Pedro, Juan y Jacobo o Santiago. Aquí se ve que el Cuerpo de Cristo es la creada tienda de cabaña que cubría la deidad y así se interpreta el pasaje: “…y acampó o puso su tiende de cabaña entre nosotros” (Jn 1,14).
«Cristo toma los tres Apóstoles notables y se metamorfosea delante de ellos. Y apocalipta, revela Su realeza increada y Su doxa-gloria increada a los tres, en presencia de Elías y Moisés. Después Pedro comete aquel error y dice: “Maestro, ¡qué bien se está aquí! Hagamos tres tiendas… (Mc 9,5). Es decir, no entendió qué tienda tenían. Tenían ya la misma tienda creada (la naturaleza humana) que sustituye la otra tienda que hizo Moisés. Pues, aquí tenemos otra vez experiencia de la zéosis, porque la naturaleza humana de Cristo es fuente de la doxa-gloria increada.»
La aparición de Moisés y de Elías, durante la Metamorfosis de Cristo al Tavor, muestra que Él Mismo era el que aparecía no encarnado en el Antiguo Testamento. Y a él vieron el representante de la Ley (Moisés) y el representante de los Profetas (Elías).
«Tenemos la Metamorfosis. Allí está la esencia de la enseñanza ortodoxa. Los Apóstoles vieron a Cristo a apocaliptar (revelar) la deidad increada en ellos, y apocaliptar que el Mismo es el Cristo, quien había aparecido a Moisés y a Elías, por eso están también presentes. Esta es la apocálipsis. Esto es el dogma de la Santa Trinidad, que el Cristo es el Yahvé, el Señor de la doxa-gloria, quien aparece en el Antiguo Testamento y apocalipta, revela dentro de Sí Mismo al Padre. Esta es la Santa Trinidad.
La misma apocálipsis tenemos también al Nuevo Testamento, pero ahora se añade la naturaleza humana de Cristo. En la Metamorfosis tenemos apocálipsis de la doxa-gloria increada de Cristo, mediante la naturaleza humana de Cristo, y también la nube que ensombreció a los Apóstoles».
En el monte Tabor se manifiesta y revela el misterio de la encarnación del Hijo y Logos de Dios, puesto que la naturaleza humana es la fuente de la doxa-gloria increada de Dios. Y de este misterio de la encarnación fueron partícipes los tres Apóstoles.
«En la Metamorfosis, donde Cristo se ve en doxa-gloria increada, está encarnado. Por lo tanto, mientras en el Antiguo Testamento la doxa-gloria emanaba del Ángel del Señor, del Señor de la gloria. Del Ángel de la Gran Voluntad en Espíritu Santo, y el deificado tenía este contacto inmediato con el Señor de la gloria increada, con el Yahvé; exactamente ahora lo mismo tiene la Metamorfosis en el Nuevo Testamento, pero ahora interviene la naturaleza humana del Yahvé o del Ángel del Señor o del Ángel de la Gran Voluntad.
Pero la Luz increada, emana de la naturaleza humana de Cristo. Y se ve de esta apocálipsis que la naturaleza humana no es simplemente la portadora de la doxa-gloria increada de Dios, sino que esta misma naturaleza de Cristo también es fuente de la doxa increada de Dios; porque la unión hipostática es natural y por la jaris (gracia increada), igual que en un Apóstol. Porque podemos ver a Moisés en doxa-gloria increada, pero él no es fuente de la doxa increada de Dios; es portador de la doxa increada de Dios, en cambio en la Metamorfosis, la naturaleza humana es fuente de la doxa-gloria increada. Por eso el Cristo se apocalipta claramente también como la Segunda Persona de la Santa Trinidad. En cuanto al Padre es la fuente de la doxa-gloria increada, Cristo es fuente de la fuente. Por lo tanto, fuente el Padre, fuente el Logos y fuente el Espíritu Santo.
Esto lo sabemos de la experiencia de la zéosis y no simplemente leyendo la Santa Escritura. Uno puede investigar estas cosas leyendo la Santa Escritura, pero la culminación, si se interpretara correctamente la Santa Escritura, es la misma experiencia de la zéosis. Porque aquel que tiene la experiencia, sabe también qué escribe la Santa Escritura sobre este tema. Uno que no tiene la experiencia, puede investigar, si sigue la interpretación patrística. Pero si sigue la interpretación de un protestante o de un papista, no entenderá nada sobre la Metamorfosis de Cristo.
Por eso, en la tradición papista hace unos años, la fiesta de la Metamorfosis ha sido reducida en fiesta segundaria. Ya no es fiesta Soberana o Principal como era antiguamente. Y si lees la interpretación que hacen los papistas, sobre el tema de la Metamorfosis, son tonterías puras. Por ejemplo, tomad el gran teólogo de los papistas Danielu y leed lo que dice para la Metamorfosis, te horrorizas de las estupideces y las tonterías que dice.»
Los tres discípulos encima del monte Tabor se transformaron, es decir, se convirtieron, metamorfosearon, cambiaron y “el cambio lo vieron”. Uno no puede ver la Luz increada, si no se encuentra en estado de zéosis, si no se metamorfosean, transforman también los sentidos físicos. Así que la Luz increada fue contemplada de los Alumnos por la zéosis de ellos; es decir, interiormente. Se encontraban dentro de la Luz increada y vieron la Luz. “En tu luz contemplamos, vemos la luz” (Sal 35,10). Pero mientras la luz energizaba, operaba interiormente, mediante la zéosis, el Cuerpo teantrópino o divino-humano de Cristo, que era la fuente de la luz increada, estaba fuera de los Discípulos.
«Ahora, el que los Apóstoles puedan ver la Luz increada que emana de la naturaleza humana de Cristo como fuente, la misma Luz increada emana también de la nube luminosa; es decir, están dentro de la Luz increada y ven que la naturaleza humana de Cristo es fuente de la Luz increada, en la que ellos están dentro. Pero el Cuerpo de Cristo no ilumina a los Apóstoles interiormente, sino exteriormente. El cuerpo ilumina exteriormente, pero la Luz increada ilumina interiormente. No es la misma cosa.
Un ruso había escrito que la Luz ilumina exteriormente, pero los Padres dicen que la luz que ilumina exteriormente es demoníaca. Por lo tanto, de la manera que éste interpreta la Metamorfosis, resulta que los Apóstoles en la Metamorfosis tenían energía demoníaca, puesto que estaban iluminándose exteriormente».
«En la Metamorfosis la doxa-gloria increada de Dios se apocalipta a los Apóstoles de forma curiosa. La Luz tiene como fuente el cuerpo de Cristo, por lo tanto la naturaleza humana de Cristo irradia la Luz increada, esta Luz increada se hace visible a los notables Apóstoles, y que están acompañados de Elías y Moisés.
Pero sabemos lo siguiente: Cuando uno tiene la experiencia de la apocálipsis, el hombre “en la luz ve la Luz” (Sal 35,10). Es decir, para que uno vea la Luz increada, debe estar dentro de la Luz increada. Por lo tanto, la Luz increada nunca está exteriormente».
«En el caso de la Metamorfosis, la doxa-gloria increada de Cristo se apocalipta de la naturaleza humana de Cristo. Entonces, aquí algunos teólogos nuestros, siguiendo a un teólogo Ruso, han hecho una interpretación, que según san Gregorio Palamás, la Luz que se apocalipta de la naturaleza humana de Cristo en la Metamorfosis estaba fuera de los Apóstoles, en cambio en el Pentecostés está interiormente.
Esto es la energía. Porque si está exteriormente es demoníaco. Esta energía de los Apóstoles si es así es demoníaca. Está en el interior no fuera. El mismo san Gregorio Palamás recalca que la doxa-gloria que se apocalipta del cuerpo de Cristo se apocalipta también de la nube luminosa, porque la misma nube luminosa es la doxa de Cristo. Porque en el Antiguo Testamento, cuando decimos “columna de fuego” y “columna de νεφέλη (nefeli) nube luminosa”, la palabra nefeli significa doxa-gloria.
Entonces, significa que los Apóstoles no vieron sólo la doxa increada de la naturaleza humana de Cristo, sino que la veían dentro de ella, porque estaba dentro de la doxa increada, cubiertos de la nefeli, “nube luminosa” que es la doxa-gloria y la realeza increada de Dios. Por lo tanto, significa que la Luz estaba interiormente, pero el cuerpo de Cristo exteriormente. Entonces tenían alumbramiento interior, pero tal y como ellos tenían el alumbramiento interior alumbraba también el cuerpo de Cristo. Aquello que estaba exteriormente, no era la Luz, sino sólo el Cuerpo de Cristo, que en la Metamorfosis estaba fuera de los Apóstoles.»
La Luz que provenía de la naturaleza humana del Logos, era la Luz de la deidad y esta era increada.
«No tiene forma, ni figura ni especie, tipo o genero. Por eso se llama no formado, no figurado, sin género o especie e increada».
Los tres Alumnos vieron la Luz de la deidad, se hicieron partícipes de esta Luz increada; y como esta Luz increada es la Realeza increada de Dios, por eso también los tres Alumnos consiguieron ser partícipes de la Realeza increada de Dios.
De la narración de los Evangelistas y también del testimonio del Apóstol Pedro, los tres Discípulos, al monte Tabor vieron la doxa-gloria de Dios proviniendo del Cuerpo de Cristo, escucharon la voz del Padre y vieron el Espíritu Santo con la nube luminosa. Además, Cristo nunca estaba separado del Padre y del Espíritu Santo.
Esto se repite en cada experiencia de visión divina. Los santos durante la visión divina no ven Padre, Hijo y Espíritu Santo, sino deidad triluz (tres luces) que tienen la misma doxa-gloria increada, la misma Luz, las cuales tienen algo particular o especial que es la particular cualidad hipostática (substancial o personal), lo in-nacido del Padre, lo nacido o generativo del Hijo y lo procedente del Espíritu Santo. Y las tres Personas tienen común la esencia y la energía, en cambio la energía increada de ellos se contempla como Luz (increada).
La manifestación de la doxa-gloria increada de Cristo en la Metamorfosis del monte Tabor fue un acontecimiento importante en la vida de los Apóstoles y el acontecimiento fundamental a la vida de la Iglesia, tal y como veremos más abajo.
La Iglesia increada y la creada (pág. 246)
La Iglesia es un misterio y sólo así uno se aproxima en ella. No es una organización humana, sino un organismo teantrópino, divino-humano. Nosotros conocemos la Iglesia como Cuerpo de Cristo, según el Apóstol Pablo. Pero más allá de esto la Iglesia es la Doxa-gloria y Realeza increada donde habita el Dios y están llamados a habitar dentro de ella también Sus amigos. Así que, la Iglesia es increada y creada, y en la creatividad recibe la Jaris increada de Dios.
En principio la Iglesia es la doxa-gloria increada de Dios.
«Antes de la creación, la Iglesia increada existía como increada doxa y realeza oculta en Dios, donde habita el Dios con el Logos y el Espíritu Santo.»
En este caso la Iglesia es increada, es decir, la doxa-gloria increada de Dios Trinitario, la Jerusalén de arriba, como madre de todos nosotros, (Gal 4,26). Por eso “nuestra forma de gobierno está en el cielo” (Flp 3,20) y por lo tanto, también la Iglesia “no es de este mundo” (Jn 18,36). A continuación, por esta doxa-gloria increada del Dios Trinitario, fue creado el mundo, al cual fue revelado la Iglesia increada de los cielos.
«Por la voluntad de Dios fueron creados los siglos y en ellos las potencias, fuerzas celestes y los incorpóreos nus o ángeles; y a continuación el cronos-tiempo y en este el cosmos-mundo, al cual fue creado también el hombre, conectando y teniendo en sí mismo la energía noerá (espiritual) de los ángeles, con el logos y el cuerpo humano».
Adán y Eva en el Paraíso, antes de la caída, como hemos visto antes, vivían dentro de esta Realeza increada del Dios Trinitario-Iglesia. Pero después de su caída, ellos perdieron la participación de la Realeza increada de Dios, por lo tanto, la Iglesia se salvaguarda en los justos y en los Profetas del Antiguo Testamento; pero ellos se encuentran bajo el dominio de la muerte.
La humanización de Cristo manifestó esta Iglesia increada al Cuerpo deificado de Cristo; el cual se constituye en fuente de la Jaris la energía increada de Dios. Esto se ve, como veremos más abajo, que la Jaris increada de Dios “se divide inseparablemente en los separados y se multiplica sin multiplicarse en muchos”, lo mismo se hace también con el Cuerpo de Cristo al Misterio de la Divina Efjaristía.
De todas formas, los que viven dentro a la Iglesia increada, que ahora se manifiesta y se revela más completa y perfecta en el cuerpo o carne de Cristo, se santifican, participando a la Jaris increada de Dios, y se desplazan a la Realeza increada de Dios, el Paraíso, la Iglesia celeste, la doxa-gloria increada de la Santa Trinidad. Con estas condiciones decimos que la Iglesia es la Realeza de Dios, no se trata de una realidad creada, sino de la doxa-gloria increada.
Por lo tanto, la Iglesia es increada y creada, porque es la Doxa (gloria, luz increada) y la creada naturaleza humana que tomó el Cristo. Pero esta creada naturaleza humana que tomó Cristo y la deificó, también participa de la Jaris increada de la divina naturaleza en potencia de la unión hipostática (substancial) de Su naturaleza divina y la humana, y esta se hace también fuente de la Jaris increada. Y los que conectan y se unen con Cristo se convierten en partícipes de la doxa-gloria increada de Dios y se glorifican o deifican por la Jaris increada; entonces se convierten en increados por la Jaris increada. Esto se hace con el Misterio del Pentecostés. ¡Así sea Amín!!!
2 comentarios
Adrián López
17 abril, 2017, a las 5:17 pm (UTC 0) Enlace a este comentario
Hola, entiendo que el Ángel del Señor era la manifestación de Cristo antes de la encarnación, pero tengo una duda, ¿cómo es que el Ángel del Señor removió la piedra donde había sido sepultado Cristo cuando resusitó?
Adrián López
17 abril, 2017, a las 5:22 pm (UTC 0) Enlace a este comentario
Perdón repito porque no marqué «Recibir un email con los siguientes comentarios a esta entrada»
Decía que entiendo que el Ángel del Señor era la manifestación de Cristo antes de la encarnación, pero la duda que tengo es ¿Cómo es que entonces el Ángel del Señor removió la piedra donde había sido sepultado Cristo cuando resusitó?