Filocalía tomo 3: Escalera espiritual, por Teófano monje
10 Perfección
9 Iluminación del corazón 8 Esplendor extraordinario 7 Contemplación de los misterios 6 Catarsis del nus (espíritu de la psique) 5 Paz de los pensamientos 4 Lágrimas del corazón 3 Energía divina increada 2 Calor del corazón 1 Oración pura |
Monje miserable, llamado Teófanos, te expongo Escalera de divinas jaris-gracias, esta que la experiencia ha enseñado a los teoforos (portadores de la luz increada de Dios).
Primero es la oración purísima.
De ella emana un calor del corazón.
Después de esta sigue energía extraordinaria y santa.
Luego divinas lágrimas del corazón.
Y después de estas, paz de los loyismí-pensamientos.
De ella surge la catarsis del nus (espíritu de la psique),
y la zeoría contemplación de los misterios de lo alto,
y después esplendor extraordinario de modo inefable,
y de este la indecible iluminación del corazón,
y de aquí de nuevo, perfeccionamiento sin fin.
Cada escalón de ella tiene una anchura inmensurable,
aunque está contenida en un solo verso.
En esta escalera, en el escalón bajo
sólo subraya la oración pura,
de la cual son muchos e innumerables los tipos o géneros.
Y si quisiéramos hacer un catálogo de estos,
el logos resultaría muy largo.
Lo mismo, amado, piensa también sobre los otros,
que su maestro es la experiencia y no el logos.
Escalera no acostumbrada, elevada a los cielos.
Diez escalones, que vivifican extraordinariamente las psiques-almas,
diez escalones que anuncian la vida de la psique-alma.
Y dice en alguna parte un padre teoforo (portador de la luz increada de Dios):
“Quien no corre aquí a adquirir la vida de la psique-alma, que no se engaña a sí mismo con vacías esperanzas, creyendo que la encontrará allí”.
Diez escalones de divina filosofía,
diez escalones que son fruto de todos los libros,
diez escalones que indican lo perfecto,
diez escalones que elevan al cielo,
diez escalones que te hacen conocer a Dios.
La escalera parece muy corta a lo largo,
pero cuando uno la prueba en su corazón,
encontrará una riqueza que no cabe en el mundo,
y una fuente divina que emana vida desconocida.
Esta escalera es un maestro perfecto,
para que cada uno conozca bien sus medidas.
-Mirando la divina escalera de las diez jaris-gracias, si crees que estás sólidamente encima de ella, dinos en qué escalón has llegado, de modo que nosotros los negligentes nos beneficiemos.
-Amado, si quieres aprender algo sobre estas cosas, hazte despreocupado para todas cosas, sea que lo encuentres paradójico, sea bendito o lógico. Es imposible aprender sin tener despreocupación, y estas cosas se aprenden por experiencia no con palabras. Esto te lo digo sólo para recordártelo, el logos es de los santos Padres teoforos, aunque te parezca duro y pesado en tu oído:
“El que no se encuentra en alguno de sus escalones,
o no los tiene como estudio continuamente,
al final de su vida, a la hora de su muerte,
será poseído de gran temor y pavor
y de cobardía inmensa no vaya ser que pierda su salvación”.
Mis versos resultaron a atemorizar, pero esto se ha hecho por interés psíquico. No es por las cosas buenas que son conducidos a la metania y las buenas obras los más duros –entre ellos primero yo- sino más bien por las cosas pavorosas que producen miedo.
Que escuche el que tenga oídos para oír (Lc 14,35).
-Escucha también tú que has escrito estas cosas, y ten mucho cuidado.
¿Cómo has atrevido componer este tipo de logos, tú que no tienes absolutamente nada de todo esto? ¿Cómo es que no has sentido terror por enseñar estas cosas? ¿No has oído lo que le sucedió antiguamente a aquel Zan, cuando quiso enderezar el Arca de Dios?
-No creas que digo estas cosas para enseñar, sino que con estas a mí me denuncio, viendo los excelentes premios de los combatientes y mi ausencia de frutos en todo.
Traducido por Χρῆστος Χρυσούλας Jristos Jrisulas www.logosortodoxo.com.