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Abr 14 2022

SOBRE LOS NOMBRES DIVINOS San Dionisio el Areopagita

 

SOBRE LOS NOMBRES DIVINOS

San Dionisio el Areopagita

 

Oración de san Dionisio: «Trinidad supraesencial, supradivina y suprabondad que supervisas la divina sabiduría cristiana, guíanos a la supradesconocida y suprailuminada cima más alta de los logos de las Escrituras; condúcenos allí donde están cubiertos en la ησυχία hisijía (paz y serenidad interior) los misterios de la teología y se apocaliptan-revelan, simples, absolutos e inmutables; llévanos al suprailuminado γνόφος gnofos (nube luminosa inaccesible) del silencio místico que con su profunda oscuridad suprailumina con su luz increada, y permaneciendo intocable e invisible inunda a nuestros ciegos nus (espíritus de la psique-alma) con hermosísimos fulgores»

Τριὰς ὑπερούσιε καὶ ὑπέρθεε καὶ ὑπεράγαθε, τῆς Χριστιανῶν ἔφορε θεοσοφίας, ἴθυνον ἡμᾶς ἐπὶ τὴν τῶν μυστικῶν λογίων ὑπεράγνωστον καὶ ὑπερφαῆ καὶ ἀκροτάτην κορυφήν· ἔνθα τὰ ἁπλᾶ καὶ ἀπόλυτα καὶ ἄτρεπτα τῆς θεολογίας μυστήρια κατὰ τὸν ὑπέρφωτον ἐγκεκάλυπται τῆς κρυφιομύστου σιγῆς γνόφον, ἐν τῷ σκοτεινοτάτῳ τὸ ὑπερφανέστα τον ὑπερλάμποντα καὶ ἐν τῷ πάμπαν ἀναφεῖ καὶ ἀοράτῳ τῶν ὑπερκάλων ἀγλαϊῶν ὑπερπληροῦντα τοὺς ἀνομμάτους νόας.

San Dionisio: La teología es amplia y abundante y a la vez breve y concisa, en la cual cuando más progresa uno hacia arriba, hacia Dios, más silenciosa se convierte.

La teología conceptual de los «Nombres de Dios», pues ha sido labor de la experiencia y el entendimiento del descender por el discurso de lo puramente espiritual o trascendencia de Dios a los seres que participan de la energía increada supraesencial reflejada en los atributos divinos.

 

SOBRE LOS NOMBRES DIVINOS

 

CAPÍTULO 1: El presbítero Dionisio al co-presbítero Timoteo. Cuál es el propósito de este tratado y cuál es la parádosis (entrega y tradición divina) de los nombres de divinos.

 

  1. Ahora pues, bienaventurado y dichoso amigo, después de las Representaciones Teológicas, voy a ocuparme, en la medida de mis fuerzas, de explicar y desarrollar el tema: “Sobre los nombres divinos”. Aquí también se hará conforme al método observado en el mandamiento de los Λογίων Loyíon1 (1 en todas los tratados del santo, las Santas Escrituras se llaman Λογια Loya dichos, logos del Logos divino e increado), para demostrar la verdad de los logos sobre Dios “no con argumentos y logos persuasivos de sabiduría humana, sino con la demostración de la fuerza de la energía increada movida por el Espíritu dada a los teólogos”2 (1Cor 2,4, con pequeño arreglo). Con esta dinami potencia de la energía (increada), de manera inefable y desconocida tocamos y nos unimos con las verdades inefables, increadas y desconocidas, una unión o unción que supera y excede cuanto pudiéramos conseguir con la fuerza de nuestra propia energía noerá (del nus o perceptiva del corazón espiritual) y con la energía lógica (racional del cerebro, intelecto o mente).

Por consiguiente, como norma general, es inadmisible el atrevimiento a hablar sobre la Deidad supraesencial y secreta, y pensar de cosas o logos que no han sido apocaliptados-revelados divinamente en la Santas Escrituras. Porque, la ciencia supraesencial de esta supraesencialidad que supera al creado logos (concepto y razón), al nus (espíritu humano) y a la usía-esencia, debemos asignarla a la misma agnosia (desconocimiento e ignorancia) y mirando hacia lo alto tanto, a la medida que concede de sí mismo el rayo luminoso de los principios divinos de las Santas Escrituras, evitando a extendernos hacia los superiores fulgores o resplandores increados por humildad, prudencia y devoción ante las divinas realidades y cosas.

Si realmente tenemos que ser convencidos de lo que dice la sapientísima y veracísima teología, las divinas realidades se manifiestan y son contempladas por cada nus (espíritu) según su disposición y capacidad; puesto que la teárquica bondad con justicia salvífica separa de modo divino su inmedible de las cosas medidas3.

(3. Es decir, la parte de Dios que no se mide y no se concibe, se discierne y se separa de las realidades concebibles y medidas, y por salvarnos introduce de modo admirable dentro de nuestras limitaciones su infinita e inmensa bondad).

Es decir, tal y como las realidades inteligibles y comprensibles no pueden ser percibidas y contempladas por los sentidos; las simples y no impresas no son lo mismo que las que están ordenadas y figuradas en la creación, las cosas inmateriales que se encuentran sin forma no son lo mismo que las formas de los cuerpos ; (lo corpóreo no aprisiona lo intangible e incorpóreo😉 del mismo modo y razón la supra-esencia infinita e indescriptible trasciende toda esencia y la unidad supra-espiritual trasciende a todos los nus (espíritus de las psiques);

Del mismo modo y razón también es inefable e incomprensible por todas las dianias (mentes, cerebros, intelectos) el Uno que está por encima de la διάνοια diania, y es inenarrable o inexplicable por cualquier logos el Bien que está por encima de cualquier logos. (Ningún logos, razonamiento puede alcanzar aquel Uno inescrutable).

Es mónada (unidad, fuente una) unificadora de toda unidad y usía-esencia supra-esencial, es nus ininteligible y logos inenarrable, irracionalidad, incomprensión y anonimía (anonimato), que no es posible ser presentado por ninguno de los seres (creados); (No hay palabras con que poder expresar aquel Bien inefable, el Uno, fuente de toda unidad, ser supraesencial, nus inconcebible y logos inenarrable e inexplicable, trasciende todo logos, toda razón, toda intuición, todo nombre, es el Ser y ningún ser es como Él);

Y este Uno es causa de todo cuanto existe, pero también este mismo es “no ser” (está fuera de las categorías del ser), porque está por encima de toda usía-esencia, sólo Él se daría a conocer lo que es y presentarse a sí mismo con autenticidad, conciencia y reconocimiento4.( 4. “mas en mi nombre Κύριος-Kirios-Señor no lo di a conocer a ellos” (Ex 6,3).

 

  1. Por tanto, sobre esta deidad supra-esencial y secreta, como ya se ha dicho, para nosotros es temerario pensar y decir algo distinto de lo que nos ha sido apocaliptadο/revelado de manera o forma divina por los divinos logos de las Santas Escrituras.

Porque, la misma deidad ha enseñado de forma bondadosa sobre sí misma, en los logos de la Escrituras5, su επιστήμη epistimi ciencia y su θεωρία zeoría contemplación espiritual, lo que quiera que sea, es inaccesible, infranqueable para todos los seres (existencias), porque transciende supraesencialmente las capacidades y cualidades de todos.

(5. “y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo” (Mt 11,27), y  “A Dios nadie lo ha visto jamás; el Hijo unigénito que es el Ων (on, existente, el ser, el que es, era y será y siempre es), que está en el seno del Padre, él nos ha apocaliptado=revelado, explicado y dado a conocer a Dios.

  1. A Dios nadie lo ha visto en su esencia; el Hijo unigénito que ha nacido de la esencia del Padre y está en el seno siempre inseparable del Padre, aquel nos ha apocaliptado=revelado, explicado y dado a conocer a Dios. (Jn 1,18) Ver también 1Cor 2,11).

Y hallarás que muchos teólogos han encomiado la deidad no sólo como invisible, no captada e incomprensible, sino también como inexorable e inexcrutablede modo que no exista ningún vestigio de hombres que haya pasado a su infinitud secretísima. (6. “¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!” (Rom 11,33).

Sin embargo el bien no es totalmente no partícipe e incomunicado en todos los seres, sino que una vez que haya fijado y consolidado firmemente por sí mismo el rayo supraesencial, se devela de forma bondadosa a cada ser por sus resplandores correspondientes y a los nus sagrados que se le acercan de modo divino, dentro de lo posible, los eleva según su capacidad hacia la zeoría-contemplación espiritual y κοινωνία kinonía (participación, comunión y unión) y su semejanza. (Por sí mismo hace generosamente extensivo a todos aquel firme Rayo supraesencial que le es propio y constante. Cada uno lo recibe según su capacidad. De esta manera atrae hacia sí los nus santos para contemplarle, dentro de lo posible, para entrar en comunión con Él)

A los nus que no se mueven indecentemente, los eleva hacia las realidades superiores por la en armonía concedida teofanía; estos nus no se mueven insolentemente ni resbalan hacia abajo por la inclinación hacia del mal, sino que tienden y dirigen sus miradas constantemente y directamente hacia el rayo que ilumina sobre ellos y por el eros (amor ardiente, energía increada) proporcionado hacia las alumbraciones legítimas que reciben, se reaniman con devoción levantando su vuelo con prudencia, humildad y santidad. (Así sucede a cuantos nus (espíritus de las psiques) se esfuerzan con la debida rectitud y modestia. Tales nus de nada presumen insolentemente ni pretenden sobrepasar los planes de Dios. No se dejan llevar de sus propias inclinaciones al mal. Son nus que con firmeza y perseverancia se elevan en pos del Rayo que los ilumina. En respuesta de amor a la luz (increada) recibida, levantan humildemente su vuelo en santidad).

 

  1. Siguiendo este equilibrio teárquico-principio y poder divino7 (7. se entiende entre lo secreto, oculto y la manifestación, develación de la deidad), que gobierna y regula también todas las ordenanzas supra-celestes, y honramos y rendimos homenaje a la Deidad secreta, oculta que está por encima de todo nus y esencia y con devoción y moderación de nuestro nus y en humilde silencio honramos las cosas y realidades inefables; (Pongámonos en camino hacia donde nos invita aquella divina ordenanza que regula todas las jerarquías en los cielos. Con moderación y santificados nuestros nus, rendimos homenaje al misterio de la Deidad, que trasciende todo nuestro nus y todo ser. En humilde silencio adoramos lo inefable).

Por otra parte, elevamos nuestros ojos hacia las auroras que resplandecen dentro de las Santas Escrituras y somos iluminados por ellas para entonar himnos teárquicos y alumbrados sobrenaturalmente por estas luces (increadas) teárquicas, de modo que podamos ver en equilibrio los regalos concedidos a nosotros y alabar el divino principio donante de todo esplendor, tal y como nos ha enseñado para sí mismo en las Santas Escrituras8. (Nos elevamos atraídos por los rayos luminosos de las Santas Escrituras; su esplendor nos impulsa a entonar himnos de alabanza. Contemplamos la luz divina que nos dispone para alabar la Fuente donde mana abundante toda iluminación santa. La Fuente que nos habla de sí misma con logos de las Santas Escrituras8.)

(8. Las siguientes características y formulaciones, describe que Dios es la causa y el principio, esencia y vida de los seres, renovación o restauración y reforma o reeducación y los similares, que constituyen la sinopsis de la enseñanza del Nuevo Testamento.)

Por ejemplo, debemos alabarle en verdad porque es causa y principio, esencia y vida, y de los que recaen es rectificación y resurrección (despertar espiritual), y de los que se han resbalado de este carácter formado divinamente es restauración y reforma (reeducación). (Es en verdad causa, origen, esencia y vida de todas las cosas. Voz que llama a los alejados para que vuelvan a la vida: renovación de la divina imagen perdida).

Y para los que son zarandeados por la turbación o el trastorno sacrílego es consolidación, y para los que permanecen estables es seguridad, y de los que le siguen y se elevan es instrucción elevadora, y de los iluminados es resplandor, de los perfeccionados fundamento de perfección, de los divinizados tearquía, de los simplificados simplicidad y de los que logran la unidad es unión. (Apoyo para los zarandeados por la impureza. Seguridad de cuantos permanecen firmes. Guía de quienes le siguen. Fundamento de perfección para los perfectos. Plenitud de la Divinidad para los que se divinizan. Simplicidad de los que se simplifican. Unidad de quienes logran la unión).

Principio supraesencial de todo principio y de lo secreto u oculto transmisor en lo posible, y en general, es Vida de los vivientes, y principio y causa de la esencia, a causa de su bondad que produce, contiene y mantiene a los seres, de modo que puedan existir.

 

  1. De todo esto hemos sido instruidos místicamente por las Santas Escrituras. Y diríamos que puedes encontrar toda la himnología divina de los teólogos formando los nombres divinos en himnos y kerigmas según las progresiones bondadosas de la tearquía (o Deidad)10.

 (10. Progresiones son las salidas (éxodos) de la deidad o del principio divino, progresiones de las energías increadas como dirían más tarde los santos Hisijastas).

Por eso, en casi toda escritura teológica observamos que se alaba divinamente la tearquía como Mónada y Unidad sobre su carácter sublime, simple e indivisible, de la cual su dinamis (potencia y energía) une a nosotros también11, y, tal como se unifican nuestras divididas otredades o diversidades sobrenaturalmente, nos conduce y nos une en mónada divina y en imitación de unidad divina;

(11. Su dinami potencia y energía unificante atrae sobrenaturalmente nuestra múltiple diversidad a su Unidad. Nos hace unidad semejante a Dios Uno.)

Como Trinidad por ser tres hipostasis expresa sobre su fecundidad supraesencial, por la cual procede toda paternidad en el cielo y en la tierra: “…del que tomaron su existencia y su nombre todas las legiones angelicales en el cielo y todas las razas en la tierra” (Ef 3,15);

Como Causa de los seres, porque todo se ha creado o producido en existencia por su bondad esencial o esenciativa;

Como sabia y buena, porque todo ser conserva inalteradas las cualidades propias de sus naturalezas, y están plenas gracias a la armonía divina y la sagrada belleza.

Como extraordinariamente filántropa (amor y amigo del ser humano), porque por una de sus hipostasis (persona) comulgó y participó totalmente y verdaderamente con nuestra naturaleza, llamándola hacia sí misma y elevándola a lo alto de la pequeñez humana por la que fue compuesto Jesús de modo inefable, y el que es perpetuo o eterno tomó dimensión del tiempo y se introdujo o se encerró en nuestra naturaleza, él que es, está y transciende todo orden natural sobreesencialmente, mientras que mantiene invariable e inconfundible la composición de sus elementos12, sin perder nada de lo que es como Dios.

(12. El término del sínodo de Caledonia: “Uno y el mismo Cristo y en dos fisis/naturalezas inconfundiblemente, consistentemente, indivisiblemente e inseparablemente en una hipostasis y una persona)

Y también estos y otros semejantes resplandores (luces) deíficos, que en armonía con las Escrituras nos regaló apocalípticamente la parádosi (santa tradición, transmisión y entrega) de nuestros guías deificados/divinizados, y en estas realidades nos hemos instruido místicamente también nosotros;

Si bien, ahora nos hemos instruido místicamente en estas cosas y realidades según nuestras capacidades y habilidades a través de los velos sagrados que la divina filantropía nos ofrece con logos y por las tradiciones sagradas, envolviendo lo inteligible con lo sensible y las sebreesenciales con los seres, revistiendo los amorfos (sin forma) y sin tipo con formas y tipos, multiplicando, representando y manifestando la simplicidad sobrenatural y sin forma por la variedad de los símbolos partitivos.

Pero entonces cuando nos habremos convertido y transformado en incorruptibles e inmortales y alcancemos el estado de la herencia bienaventurada y crística (bondadosa de Cristo), entonces, como está escrito, «estaremos siempre con el Señor» (Tes 4,17);

y dentro en las zeorías contemplaciones espirituales estaremos plenos, llenos de su teofanía visible, envueltos en sus gloriosos resplandores, como se manifestó a los discípulos en la divinísima Metamorfosis (Mt 17.1-8); y el nus libre ya de pazos y de materialidad, Dios nos hará partícipes de sus desconocidos fulgurantes y bienaventurados rayos de luz espiritual (increada), imitando de forma divina a los nus (espíritus) celestes, porque, como dice la Escritura: “Seremos semejantes a los ángeles e hijos de Dios, ya que seremos hijos de la resurrección” (Lc 20,36).

Pero ahora, a medida de lo que nos es posible, sobre las divinas verdades utilizamos nuestros símbolos conocidos y familiarizados para entender, y mediante ellos, según nuestra capacidad, ellos nos elevan a la verdad una, simple y unida con las expectaciones espirituales y comprensibles.

Y una vez, según nuestra fuerzas, hayamos sido capaces de entender las realidades divinas, despojando y cesando nuestras energías y actos intelectuales y percepciones del nus, tocamos, a lo que es permitido, el rayo supraesencial; en el cual rayo transcienden inefablemente los confines de todas las gnosis (increadas), que no es posible entender, ni expresar, y en general ni tampoco podemos considerar, porque es exceptuado de todas las cosas y supra-desconocido, porque de antes ha incluido en su interior supraesencialmente juntos todos los confines de las gnosis y las fuerzas que se refieren a las esencias y porque está consolidado por encima también de los espíritus celestes con fuerza inconmensurable e incomprensible.

Realmente si todas las gnosis pertenecen y tienen como finalidad a los seres, el rayo que transciende a toda esencia, transciende también a toda gnosis.

 

  1. Además, ¿si la supraesencial deidad es superior a todo logos y gnosis, y está afincada por encima de todo nus y esencia, si es sinóptica y concisa, perceptiva y preventiva de todo, y por otro lado del mismo modo si es in-captable, inimaginable, ininteligible o in-conceptuada de todo en general, y no hay para ella logos, ni contacto ni tampoco ciencia, cómo entenderemos, trataremos y gestionaremos el tema sobre nombres divinos, ya que la supraesencial deidad se demuestra superior a todo nombre y escapa a toda imaginación, consideración y discurso?

Pero como hemos dicho, cuando componíamos las Representaciones Teológicas, no es posible expresar ni entender según la esencia el uno, desconocido, unidad triádica, la misma deidad y autobondad.

Pero también las uniones de forma angelical de las santas potencias13, (13. son las energías angelicales que tienden hacia el uno) llámense rayos o regalos de la supradesconocida y suprailuminosa Bondad/Bien, son inefables y desconocidas, y sebreexisten sólo en aquellos ángeles que se hicieron dignos de ser y estar por encima de la gnosis angelical; (Tales cosas no están al alcance de ningún entendimiento ni aun siquiera de los mismos ángeles, excepto algunos de entre ellos que de modo misterioso lo han merecido.)

Con estas uniones los nus divinizados unidos a imitación angelical, a la medida de lo posible, (porque este tipo de uniones de los nus divinizados por la divina luz increada se hace durante el cese de toda energía creada del nus), una vez que se han prescindido de todo ser y cosas, salmean y alaban adecuadamente esta luz (increada), porque son iluminados realmente y sobrenaturalmente por la bienaventurada unión/unción con esta luz y son enseñados descubriendo que, por una parte, esta luz increada de Dios es la causa de todos los seres, pero por otra parte, el mismo no es el ser, ya que transciende supraesencialmente todo ser;

Por tanto, la teárquica supraesencialidad, lo que sea la supraexistencial suprabondad, nadie de los amantes de la Verdad que se encuentra por encima de toda verdad le tributará homenaje como logos o potencia ni como nus o vida o esencia; sino que debemos psalmodearla y alabarla de modo extraordinario privada de todo hábito, movimiento, vida, fantasía, opinión, nombre, logos, mente o intelecto, comprensión, esencia, posición, estado, fundamento, unión, fin, inmensidad, o sea, todo lo que es ser o existencia (creada)14.

(14. Es decir, no debemos atribuir cualidades positivas a la divina tearquía, sino negativas. No decir lo que tiene sino lo que no tiene. Pero esto también al principio, porque tal como se explica más abajo, bajo condiciones se permite también la alabanza catafática (positiva).

Sin embargo, como la hipóstasis de la bondad con su propia existencia es causa de todo ser, se debe alabar a esta bondadosa Providencia teárquica por todas las realidades y cosas causadas (o creadas). Porque alrededor de ella y a causa de ella existe todo, ella es antes que todo y todo está dentro de ella, la producción y la hipóstasis (base subsistencial) de todo se debe a que ella existe, y todas cosas y realidades a ella desean, tanto las espirituales y lógicas con conocimiento, como las inferiores sensibles, y las otras con un movimiento vital o con una aptitud congénita.

 

  1. Por tanto, conociendo esto los teólogos15 (15. son los escritores de los textos bíblicos), alaban la Providencia, por una parte, como Anónima (innominable, sin nombre) y por otra parte, con todo nombre. Como Anónima la alaban cuando dicen que la misma tearquía (el mismo Dios) en una de sus teofanías (visiones divinas) donde se apareció simbólicamente reprendió a aquel que le había preguntado: «¿Cuál es tu nombre?»16 (16. fue Jacob en Gén 32,29). Y como si le alejase de cada gnosis de divino nombre, le respondió: “¿Por qué me preguntas el nombre?, incluso esto es admirable” (Jue 13,18. Gén 32,29). ¿O quizá no es realmente admirable este nombre que está sobre todo nombre y por eso Anónimo?, lo que está ciertamente constituido “¡por encima de todo nombre cuando es expresado sea en este siglo, sea en el venidero!” (Ef 1,21).

Por otra parte, alaban la Providencia como poliónima (multinombre), igual que cuando se refieren a ella cuando dice: “YoSoY el Ων On ser o existencia” “la vida” “la luz”, “ el Dios”, “la Verdad”; e igual cuando los teósofos alaban al Causante de todo de modo poliónimo (multinombre) en relación con sus efectos (causados o creaciones) como Bondad, como Bueno, como  Sabio, como Amado, como Dios de dioses, como Señor de los señores, como Santo de los santos, como Eterno, como Ser o el que siempre Es, como Autor de los siglos, como Donador de la vida, como Sofía-Sabiduría, como Nus, como Logos, como Conocedor, como Poseedor en grado supremo de todos los tesoros de la gnosis, como Dínamis (potencia y energía), como Rey de reyes, como Anciano de los días, como Juventud eterna e inmutable, como Sotiría (redención, sanación y salvación), como Justicia, como Santificación, como Redención», el Superior a todo tamaño y dimensión y también como suave brisa.

Dicen también que Él está en nuestros nus (espíritus), en las psiques-almas, en los cuerpos, en el Cielo y en la tierra, y también permanece siempre idéntico a sí mismo», a la vez que está dentro, sobre y alrededor del universo, por encima de los cielos, Supraesencia, Sol, Estrella, Fuego, Agua, Viento, Nube, Piedra angular, Roca, todos los seres y ninguno de los seres o realidades17. (17. Todos estos nombres están tomados principalmente del Nuevo Testamento y del Antiguo)

 

  1. Así, pues, a Aquel que es causa de todo y se encuentra por encima de todo, le cuadra a la vez el anonimato y todos los nombres de los seres, para que sea exactamente Realeza de todos y alrededor de Ella está todo, dependiendo de Ella como causa, principio y fin, o según el logos de la Escritura: “para que sea todo en todos” (1Cor 15,28); y que sea alabado y adorado verdaderamente como Fundador del todo e iniciador, conservador y perfeccionador, morada y guardián, y también como regresivo a sí mismo, y sobre todo unitariamente, irreprensiblemente y transcendentalmente.

Porque la Bondad con Supranombre no sólo es la causa de coordinación, vitalización o de vida y perfeccionamiento de modo que de una o de otra providencia tomar el nombre y llamarse así, sino que desde antes ha contenido de manera simple e ilimitada todos los seres en sí con sus perfectísimas bondades de la una providencia y causa de todo, y es alabada armónicamente y es llamada a base de nombres de todos los seres.

 

  1. Por lo demás, los teólogos no aceptan sólo estos nombres divinos, que son derivados de providencias generales o parciales o de las cosas providenciales (18), sino que algunas veces la suprailuminada y supranominada Bondad, la dan el nombre a base de las divinas visiones o fenómenos que han alumbrado a los iniciados o a los profetas en los templos o en alguna otra parte (19), según las distintas causas y las muchas fuerzas de ella.

(18. “providencias” son las energías benefactoras y “providenciales” y los seres son que las reciben).

(19. se refiere a las visiones de los profetas Isaías, Jeremías, Ezequiel, Daniel etc.)

La circunden y la atribuyen con formas y figuras humanas, o ígneas (ardientes) o eléctricas, y también la atribuyen ojos y orejas, cabellos y rostros, manos y espaldas, alas y brazos, dorsos y pies; también la construyen coronas y tronos, cálices y recipientes de vino y algunos otros símbolos20, sobre los cuales describiremos lo mejor posible en la Teología Simbólica.

(20. estas cosas se encuentran en la Escritura, y principalmente en el Antiguo Testamento).

Pero ahora, recopilando de los logos de las Escrituras las cosas y realidades que son para este tema y utilizando como canon o regla dichos logos y apuntando hacia estas cosas, pasemos al desarrollo de los nombres divinos, y, tal como siempre nos enseña la ley jerárquica en toda la teología, fijémonos estrictamente con la diania (mente, intelecto, o cerebro) divinizada en las divinas zeorías (contemplaciones espirituales divinas), ofreciendo nuestros oídos puros, sencillos y santificados para escuchar las explicaciones de los divinos nombres, conforme la divina Parádosi-Tradición, colocando las cosas santas para los santos, protegiéndolas y evitando que sean objeto de burla y de irrisión por parte de los no iniciados; o más bien exonerando a ellos mismos, si es que existen este tipo de seres humanos, de esta guerra sacrílega.

Por tanto tú, oh Timoteo bueno, tienes el deber de guardar estos mandamientos de acuerdo con la enseñanza sagrada (1Tim 6,20), y no debes expresar y presentar las realidades y cosas divinas a los no iniciados.

Por cuanto a mí toca, concédame Dios a alabar dignamente de modo divino (o tal y como Dios manda), los bondadosos nombres de la inalterable e innominable Deidad y no quite de mi boca el logos de la verdad.

 

CAPÍTULO 2: Sobre teología unificada y discernida, y sobre cuál es la divina unión y la distinción o discernimiento.

 

  1. La Autobondad1 es psalmodiada o cantada en himnos por las Sagradas Escrituras definiendo y revelando/apocaliptando lo qué es en su plena existencia la tearquía (principio divino, deidad/divinidad). ¿De qué otro modo podemos aprender por la teología divina cuando nos dice que la tearquía hablando de sí misma, ella misma nos enseñó? «¿Por qué me preguntas sobre lo bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios» (Mt 18,17). (1La bondad por sí misma, la absoluta bondad, la idea de la bondad)

Sobre esto he tratado en otra obra, y demostré que en las Sagradas Escrituras se emplean y se cantan en himnos siempre los nombres dignos de Dios para referirse a la Deidad, no separadamente según su las hipóstasis, sino para la deidad total, plena y entera; y todas estas nominaciones divinas se atribuyen indivisiblemente, absolutamente, sin observación de diferencia alguna, universalmente, en plenitud de la Deidad/Divinidad perfecta en todo.

Efectivamente, como ya indiqué en las Representaciones teológicas, blasfema el que niega cualquiera de estos nombres que se han dicho  sobre la Deidad en todo su ser. Sería una profanación atreverse a dividir la supra-unidad, una y simple, que todo lo trasciende.

Por tanto, recalcaremos que estos nombres deben entenderse con relación a toda la Deidad. De hecho, el mismo Logos genio y bondad, dijo: “Yo soy bondadoso” (Mt 20,15); y un profeta, divinamente inspirado, alaba también al “Espíritu bondadoso” (Sal 142,10). Lo mismo ha de entenderse del “YoSoY el Ων On, el Ser o Existente” (Ex 3,14). Si uno no acepta que esto se refiere a toda la deidad sino que se esfuerza en describir sólo una parte de la Deidad, ¿cómo podría entenderse lo siguiente: «Esto dice el que es y el que era y el que siempre viene y ha de venir, el Todopoderoso-Pantocrátor» (Apoc 1,4) y «Tú siempre eres el mismo» (Sal 101,28), y «el Espíritu de la verdad, lo ον (on) que procede del Padre” (Jn 15,26)?. Y si no se admite que toda la Deidad en su conjunto es vida, ¿qué podrá haber de verdad en el logos que nos dijo: «como el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo, a los que quiere, les vivifica y les da la vida» (Jn 5,21), o esto: «el Espíritu es el que vivifica y da vida» (Jn 6,64)? Además, el que también el señorío o potestad del todo tiene toda la deidad, es totalmente cierto sobre la deidad paternal y filial; porque el nombre Kirios/Señor se atribuye al Padre y al Hijo en tantos puntos de la teología (las Escrituras), de modo que creo que no se puede dudar; pero se dice también que “el Señor igualmente Espíritu es” (2Cor 2,17).

Además la “Bondad y la «Sabiduría», se atribuyen en la Deidad entera; igualmente también las Escrituras Sagradas alaban en himnos cortos la tearquía/deidad entera con los términos «luz», «poder deificante», «causa» y otros, propios de la divina alabanza, como cuando dicen: «Todo viene de Dios» (1Cor 11,12), más concretamente: “Porque en Él y por Él fueron hechas todas las cosas y todo subsiste en Él” (Jn 6,3), también: “Porque de él y para él se han creado todas las cosas y por él son gobernadas y aspiran a la doxa-gloria de su santo nombre” (Rom 11, 36), y “enviarás a tu Espíritu y serán creadas/formadas” (Sal 103,30).

El mismo Logos divino estas cosas las resume en estos términos: “Yo y el Padre somos uno, una misma cosa” (Jn 10,30) y “todo cuanto tiene el Padre es mío” (Jn 16, 15), y “todo lo mío es tuyo y lo tuyo mío” (Jn 17,10). Digamos una vez más que cuanto tienen en común con el Padre, el mismo Hijo lo atribuye igualmente al teárquico Espíritu Santo, como realidad común y unida, es decir, las energías divinas (increadas), el santo respeto, el principio creador inextinguible y la distribución de dones, regalos propios del Espíritu de la bondad infinita.

Y creo que nadie de los que se han educado ortodoxamente en las Santas Escrituras no podrá menos de reconocer y contradecir esto, es decir, que todas las cosas divinas pertenecen a la deidad o tearquía entera según el divino logos perfeccionador. Por tanto, ya que en otro lugar he demostrado y analizado estas verdades, con base las Santas Escrituras, brevemente y fragmentariamente y en otra parte ampliamente, se debe quedar claro que los nombres divinos de que tratamos se atribuyen a la Deidad en su plenitud.

 

  1. Si alguien objetare que por estos logos se crea cierta confusión en las distinciones correspondientes a la deidad, me parece que le sería imposible probar su propio razonamiento. Porque, si tal persona rechazare los logos de la Sagrada Escritura, estaría muy lejos de nuestra filosofía4 y manera de pensar. (4 Discierne entre nuestra filosofía humana y la teosofía o sabiduría divina de las Escrituras). Y si no le importare nada la sabiduría divina de las Santas Escrituras, ¿por qué nos vamos a preocupar de instruirle en la ciencia teológica? Si, al contrario, tal persona presta atención a la verdad de las Escrituras, apoyándonos en esta misma norma y luz, con toda diligencia le explicaré, en cuanto me sea posible, que la teología ciertamente presenta unos nombres divinos unidos5 y otros discernidos; (5 se refiere a la teología o nombres sobre el Uno o Mónada). Por tanto, no es lícito dividir lo unido ni confundir lo discernido, sino que, guiados por la enseñanza recibida de la teología6 (6 se entiende siempre de las Santas Escrituras), debemos, a medida de lo posible elevar nuestra mirada a los divinos resplandores. Porque, ya que hemos recibido de allí las divinas apocalipsis/revelaciones, como el mejor canon de la verdad, vamos a salvaguardar en nuestro interior el contenido de los textos, sin añadir ni quitar ni cambiar nada, protegidos a la fortaleza de las Santas Escrituras y protegiendo los textos, de allí sacaremos fuerzas para defendernos y protegernos.

 

  1. Por tanto, los nombres unificadores y comunes pertenecen a toda la Deidad, como he demostrado copiosamente en las Representaciones Teológicas a la luz de las Santas Escrituras, por lo cual, decimos que la Deidad es más que buena, más que divina, supraesencial, más que viviente, más que sabia, y le atribuimos generalmente nombres que pertenecen a la categoría de la vía por sustracción transcedental7; (7 dos tipos de nombres unificadores existen sobre Dios: los transcendentales que por regla general llevan el prefijo υπερ iper supra o súper, y los causales que se forman según las energías (increadas) creativas; entre esto están los sustractivos transcedentales, que se forman con el alfa a sustractivo, por ejemplo, ά‐κτιστο áktisto increado, ά‐θάνατο a-zánato in-mortal, etc.), pero junto con estos nombres también todos los etiológicos/causativos como Bien, Hermosura, Ser, Fuente de vida, Sabiduría y cuantos nombres toma la Causa de todos los bienes por sus donaciones bondadosas.

Efectivamente los nombres discernidos son el nombre supraesencial del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, en los cuales no cabe ninguna inversión8 o cualquier cosa común, (8 por ejemplo, el que el Padre es Dios no se puede invertir y decir que Dios es Padre).

Además de esto, también la hipóstasis de Jesús perfecta e inalterable es discernida según lo hecho hombre o lo humano y todos los misterios sustanciales que conectan con la filantropía del encarnado.

 

  1. Creo que debemos tomar las cosas desde el principio y ahondar más en la explicación del modo de la divina unidad y distinción o discernimiento, de modo que toda nuestra exposición se haga clara, evitando la variación y la confusión, y dejar esto claro y limpio, en cuanto sea posible, y podamos hablar en adelante con distinción, propiedad y orden sobre estos temas. Como he dicho realmente en otro lugar también, los ιερομύστες ieromistes santos maestros místicos de nuestra tradición teológica, llaman unidades divinas por una parte, las realidades secretas e incomunicables las tesis o posiciones transcendentales de la estabilidad o permanencia de la unidad suprainefable y supraincognoscible; y por otra parte, llaman discernimientos o distinciones las energías (increadas), las operaciones bondadosas y las manifestaciones de la tearquía o divinidad.

Y dicen, siguiendo las Santas Escrituras, que sobre la referida unidad como también del discernimiento o distinción, de que hay como atributos característicos unicidades y distinciones o discernimientos especiales. Por ejemplo, sobre la unidad divina supraesencial, hacen propios de la indivisible Trinidad los siguientes atributos unitarios y comunes: Existencia supraesencial, Deidad supradivina, Bondad suprabondadosa, Supraidentidad por encima de toda propiedad individual, Unidad superior a cualquier principio de unidad, es lo indecible y lo polífono, la agnosía/desconocimiento de todo cuanto se pueda conocer y lo todocomprendido o todoconocido9, tesis-posición total, morada y fundamento, si se puede decir esto de las Hipostasis/Personas divinas, que son fuente de unicidad por cuanto están, sin que se confundan las propias diferencias supraesencialmente unidas en un todo. (9 Agnosía de la Trinidad existe sobre la sencillez o simplicidad de Dios, y lo todoconocido/comprendido según sus donaciones o providencias).

Usando un ejemplo familiar y visible a los ojos, sucede lo mismo que la luz de varias lámparas que se encuentran en una casa; las luces se compenetran a la vez que cada una permanece distinta. Hay distinción/discernimiento en la unidad y unidad en la distinción/discernimiento. Aunque realmente haya muchas lámparas en la casa, una sola es la luz, sin diferencia; todas ellas producen un solo resplandor. Nadie, creo yo, puede separar una de otra la luz de aquellas lámparas extrayéndola del aire que contiene la de todas. Ni puede ver la luz de una sin ver la de las otras, pues todas están igualmente mezcladas a la vez que cada una conserva su plena distinción.

Pero si alguien saca una lámpara de la casa, juntamente saldrá toda su propia luz, sin llevarse nada de las otras lámparas ni dejarles nada de la luz propia. Porque, como dije, la fusión de aquellas luces era total y perfecta, sin que por ello hubiese desaparecido la propia individualidad ni se diera la menor confusión. Y estas cosas suceden cuando la luz está en cuerpo al aire y se conecta con el elemento material, es decir, el fuego. Así sostenemos que se ha supra-fundamentado también la unión supraesencial; no es sólo sobre las uniones corporales, sino también entre las uniones de las psiques y de los nus (espíritus), las uniones que tienen sobrenaturalmente todas las luces divinas y celestes según la participación a la unidad trascendente, en proporción a la capacidad de los participantes.

 

  1. Pero en las teologías sobre la supraesencia, la distinción o discernimiento, como he dicho, no consiste solamente en que cada una de las Hipostasis/Personas, principio de unidad, subsiste y se ha consolidado sin mezcla ni confusión en la misma Unidad; pero también el que las cualidades o atributos no se invierten entre sí, y en efecto, la única fuente de la deidad supraesencial es el Padre, mientras que el Padre no es Hijo ni el Hijo es Padre. Los himnos10 guardan piadosamente las cualidades propias separadas para cada una de las hipostasis divinas. (10 son las formulaciones y los logos sobre Dios). Por tanto, estas son las uniones y distinciones o discernimientos que corresponden en aquella inefable unidad e hipóstasis.

Por otra parte, si es verdad que la progresión11 de modo bondadoso de la divina unidad es la divina distinción o discernimiento, mientras que por bondad divina se acrecienta y se aumenta supraunificadamente, en todo caso las transmisiones incontenibles e intercomunicables están unidas según la divina distinción o discernimiento; es decir, las donaciones (o dones) esenciales, las vivificaciones, las sapienciales y las otras donaciones de la Bondad que es la Causa de todo; durante las cuales empezando por las participaciones y los participados, son alabados los bienes (o las donaciones) sin ser partidos o fragmentados.

(11 Progresión de la divina unidad es el trayecto del Uno, del divino hacia la apocálipsis/revelación, la creación y la providencia, donación o asistencia.

12 participados sin ser partidos o fragmentados son las divinas, y participantes son los nus y las psiques, y participaciones son las donaciones, las energías increadas).

Además también esto es común, unido y uno en la deidad entera, el que toda ella es participada por cada participante entera y no parcialmente o en parte fragmentada. Como sucede con los rayos de una circunferencia que participan del punto central, en plenitud, todos y cada uno; y como sucede con la marca de un sello que todas y cada una de las figuras marcadas son idénticas totalmente, no en parte, al sello original o arquetipo, pero ninguna de las partes del sello contiene entera y auténticamente la marca del sello. Pero la Deidad, Causa de todo ser, supera infinitamente estos ejemplos. Es in-participable. Sus participantes no tienen punto de contacto ni mezcla alguna con la Deidad, que todo lo trasciende.

 

  1. Pero podría alguno decir que, el sello no está todo y el mismo en cada figura. Respondo: no es falta del sello, el cual se transmite con toda integridad en cada figura; la desigualdad de las reproducciones con el original depende de la diversidad del material en que se imprime el sello. Por ejemplo, si son materias blandas, fáciles de impresionar, lisas y limpias, no refractarias ni duras, no fluidas ni inconsistentes, entonces la impresión resultará pura, clara y durable. Pero si fuere deficiente el material receptor y le falta algo de las cualidades que hemos referido, ésta sería la causa de que la figura resultase menos marcada y clara y de que sobreviniesen todos aquellos defectos e imperfecciones que se provocan y ocurren por ineptitud de los participantes.

El caso de la acción divina de forma bondadosa hacia nosotros es discernido y distinto, es decir, el que el Logos (increado) supraesencial se esencializó verdaderamente e íntegramente según nuestra naturaleza  (asumió verdaderamente e íntegramente nuestra condición humana), actuó y sufrió divinamente todo lo común y propio de la naturaleza humana. Realmente esta realización no pertenece al Padre ni al Espíritu Santo, al no ser que uno tome las cosas por el aspecto que el inalterable o inmutable con su encarnación operó como Dios y como Dios Logos (increado) de acuerdo con la energía increada, transcendente e inefable de Dios. Así queda claro que en nuestro estudio procedemos a unir y discernir las divinas realidades o propiedades con el logos, según estas cualidades o realidades son unidas y discernidas.

  1. Pero las causas de modo divinas que hemos encontrado a la luz de las Santas Escrituras sobre estas uniones y discernimientos, las hemos expuesto en las “Representaciones Teológicas”, donde las tratamos cada una por separado conforme a las propiedades de la naturaleza divina. Allí explicamos y analizamos según el logos verdadero, por una parte, algunas de esas causas con sólidas razones, con serenidad y nus esclarecido por la luz de las Santas Escrituras, por otra parte, otras las hemos seguido según la parádosi-tradición divina, aproximándonos y tocando en estos misterios sobre o por encima de toda energía y operación del nus14. (14. Se trata de nuevo de la aproximación doble, la catafática y la apofática, la lógica y la mística).

La verdad es que las realidades divinas, las que se nos manifiestan, sólo por vía de participación se nos hacen conocidas. Lo que son en sí, en su fuente y fundamento, escapa al alcance del entendimiento del nus y de toda esencia y gnosis. Por ejemplo, cuando la arcanidad (incógnita y enigmatidad) supraesencial la llamamos Dios, Vida, Ser, Luz, Logos, nuestro entendimiento no capta más que las dinamis (potencias y energías) deíficas, vivificantes, causas de ser y saber, que dimanan de la arcanidad hacia nosotros;

Pero la misma arcanidad (incógnita y enigmatidad) supraesencial la aproximamos por el abandono de toda operación intelectual y espiritual del nus, sin ver ninguna zéosis o vida o esencia capaz de igualarse a la Causa que está alejada de todas las cosas trascendentales y que trasciende absolutamente todo ser. Sabemos además, por las Sagradas Escrituras, que el Padre es Deidad manantial16; el Jesús y el Espíritu son, valga la expresión, brotes de la Deidad generante, un tipo de brotes/flores y luces trascendentes. Nosotros, por nuestra parte, no podemos ni decir ni entender cómo se hace todo eso. (16. Cualidades o atributos de creaciones que preexisten en esperma o semilla a sus causas).

 

  1. Pero toda la dinami (fuerza y energía) y operación intelectual y espiritual de nuestro nus llega sólo hasta el punto de entender que nos ha sido concedido tanto a nosotros como a los poderes supracelestes participar de la paternidad y filiación divina. Así nos lo otorga el supraeminente origen de toda paternidad y filiación. Por eso, todos los nus divinizados se constituyen y se llaman «dioses», «hijos de Dios», «padres de dioses», en el sentido que este tipo de paternidad y filiación se realiza espiritualmente, es decir, incorpóreamente, inmaterialmente e inteligiblemente, ya que el original Espíritu divino está instalado por encima de toda inmaterialidad y filiación, en cambio, el Padre y el Hijo por su trascendencia están asimismo más allá de cualquier otra paternidad y filiación divinas. En realidad, no hay perfecta y absoluta semejanza entre causa y efectos. Estos llevan consigo la impronta de sus orígenes solamente en cuanto pueden, mientras que las causas, independientes de los efectos o causados, los trascienden por su propia naturaleza de principio.

Y por utilizar algunos ejemplos familiares, decimos que los placeres/gozos y los sufrimientos son los creadores de nuestro gozar y sufrir, pero en realidad los placeres/gozos y los sufrimientos ni gozan ni sufren. Asimismo el fuego calienta y quema, pero no decimos que el fuego recibe calor y fuego. Y si alguno dijere que la autovida vive o que la auto-luz es iluminada, no hablaría correctamente, a mi juicio, a no ser que tales expresiones tengan sentido diferente, queriendo decir que en realidad los elementos de los causados o efectos están contenidos y preexisten en las causas en grado transcendental y esencial16. (16. Las propiedades o cualidades de las creaciones preexisten en esperma o semilla en sus causas.)

 

  1. Pero también a la verdad más clara de toda la teología, es decir, la encarnación, creación y nacimiento de Jesús según lo humano, es inexplicable y desconocido a cada nus, incluso al superior de todos los ángeles. Y el que Jesús decidiera hacerse hombre esto lo hemos recibido de manera mística o apocalíptica. No hay manera de que entendamos cómo haya podido hacerse hombre de sangre virginal por otra ley diferente de la natural; y no comprendemos cómo pudo andar sobre las aguas, materia líquida, fluida, sin mojarse los pies ni hundirse por el peso del cuerpo, y en general, no comprendemos todas las cosas que se refieren a la fisiología sobrenatural de Jesús.

Sobre estas cosas hemos dicho ya bastante en otro lugar, y mi famoso maestro  (Ierotheo) las ha alabado en himnos maravillosamente en sus Elementos Teológicos, doctrina que, en parte, tomó de otros santos teólogos o de la sagrada tradición y en parte por largo y concienzudo estudio de las Sagradas Escrituras, después de mucha ascesis (ejercicio espiritual) sobre estas cosas o por alguna inspiración e intuición divina, ya que no sólo aprendió sino que sufrió, experimentó las realidades y cosas divinas y disfrutaba de cierta connaturalidad con estos temas, si me es lícito hablar así, identificándose interiormente con ellos19. Así pudo perfeccionarse en aquella unidad/unión y fe mística que no se alcanza por el estudio. (19 La fe se aprende, y la unión se sufre, se realiza; pero las dos Ierotheo las adquirió de modo místico y sin ser enseñado por alguien).

Y para presentar en pocas palabras las numerosas y preciosísimas contemplaciones y expectaciones espirituales de aquella diania (mente inteligente, intelecto genial) magnífica, véase lo que dice de Jesús en los “Elementos Teológicos”. (20. El párrafo siguiente es del tratado sobre “Elementos Teológicos”)

 

  1. Tomado de los “Elemento Teológicos” del santísimo Hieroteo: “La divinidad/deidad de Jesús es causa que todo lo perfecciona, y conserva las partes en tal armonía con el todo que ni es parte ni es todo, siendo al mismo tiempo las dos cosas: todo y parte. Dentro de su total unidad contiene de modo eminente y por anticipación el todo y las partes. Tal perfección está en los imperfectos como fuente de perfección. Está también en los perfectos, pero como trascendente y anterior a su perfección de ellos. Es forma informante de cuanto carece de forma, pues es su principio formal. Es también la forma trascendente en lo que ya está formado. Es ser que está sobre todo ser sin que nada lo alcance. Supraesencia de toda esencia. Es límite de todo, principio y cauce, pero está por encima de todo principio y orden. Es la medida de todas las cosas. Es eternidad que trasciende y es anterior a la eternidad. Es abundancia donde hay escasez, y sobreabundancia donde no falta nada. Indescriptible, inefable; trasciende todo nus e inteligencia, toda vida, todo ser. Maravillosamente posee toda maravilla y trasciende todo lo trascendente. Por amor a nosotros ha descendido a nuestro nivel y se ha hecho una criatura, Aquel que es supraesencial a la idea de Dios se ha hecho hombre (alabemos con plena alabanza esta verdad, que no alcanzamos ni a expresar ni pensar). En esta condición humana permanece siendo lo que es: admirable y supraesencial. Se hizo igual a nosotros sin dejar de ser nada de lo que era. Nada disminuye su plena grandeza por la inefable kenosis (vaciamiento) de sí mismo21; (21 “sino que se despojó y se vació a sí mismo y solo empequeñeció provisionalmente su infinita e increada doxa-gloria de su deidad, y tomó la naturaleza de siervo, haciéndose semejante a los hombres” Fil 2,7). Y esto es lo más admirable: siendo hombre como nosotros, fue siempre maravilloso y supraesencia de nuestra esencia. Todo lo nuestro estaba en Él de modo eminente, y en Él nos sobrepasamos a nosotros mismos.

 

  1. De esto ya es bastante. Continuemos ahora explicando en cuanto nos sea posible, los nombres comunes, unidos y propios de la divina distinción/discernimiento. Comencemos definiendo claramente las «distinciones/discernimientos divinos,» que, como ya hemos indicado, son irradiaciones y progresiones bondadosas de la Tearquía (Deidad). Esta Mónada se entrega y se regala desbordándose, de modo que todos los seres participen de todos sus bienes y bondad; se prodiga y multiplica unificadamente a todos sin dejar de ser unidad.

Por tanto, como el Dios es ser supraesencial, mientras que por otra parte decimos que regala la existencia a los seres, se dice que el Ser único se multiplica por la creación de nuevos y muchos seres, mientras que permanece como Ser único y uno durante la multiplicación, unido y pleno en las emanaciones o progresiones y perfecto en la distinción/discernimiento, a causa de ser supraesencialmente alejado de todos los seres, y causa de su modo unificado de producción de todos y del irreducible derramamiento de sus irreducibles transmisiones.

Pero, mientras que es uno solo, cuando transmite de el uno al todo, a cada parte y a la multitud, es también ser supraesencial, uno solo, no es parte de una multitud ni conjunto de partes, y así ni uno alejado de estos, en tal sentido no se dice uno ni parte de la unidad, es uno de manera completamente distinta de los demás seres. Trasciende. Es multiplicidad indivisible, plenitud donde no cabe nada más, que produce, perfecciona y preserva todo y toda unidad y multiplicidad. También porque parecería, además de haber una multiplicación de dioses por la zéosis/divinización de las psiques-almas, cuya participación de Dios las hace semejantes a Él, pero, en realidad, Dios es el Arquetipo, el Único que vive supraesencialmente, sin dividirse en cada uno ni confundirse con el conjunto mientras que se da a todos y mora en cada uno según cada cual puede recibirle.

En esta realidad maravillosa pensaba y comprendía supragenialmente, aquel gran maestro, luz del mundo, el que introdujo a mi maestro y a mí en esta divina Luz (increada), inspirado por Dios, (el apóstol Pablo era instructor/maestro de san Dionisio y san Ierotheo), dice en sus sagrados escritos: Porque aunque algunos se imaginan que hay muchos llamados dioses, tanto en el cielo como en la tierra, y en ese sentido hay muchas divinidades falsas y muchos señores en la tierra, y estos son los malignos y astutos espíritus, los demonios, sin embargo para nosotros los Cristianos hay un solo Dios, el Padre, del que proceden todas las cosas y por el que hemos sido creados; y un solo Señor, Jesús Cristo, por quien se hicieron todas las cosas, y por el que también nosotros hemos nacido y renacido espiritualmente” (1Cor 8, 5-6). Porque, en las realidades divinas, las uniones prevalecen sobre las distinciones, y a pesar de esto permanecen unidas también después de la intransmisible y unificada distinción/discernimiento del Uno.

Estas distinciones (o discernimientos) comunes y unidas del total de la deidad, es decir, las progresiones bondadosas de la deidad, procuremos ahora alabar en himnos, en cuanto nos sea posible, y para ello me valdré de los divinos nombres que nos revelan las Santas Escrituras. Pero, como ya he dicho, que quede claro: cualquier nombre correspondiente a las personas/hipostasis divinas, aun cuando se atribuya a una sola de ellas, deberá entenderse toda la Deidad sin distinción22 (22 Las cualidades o atributos de las hipostasis de la Trinidad son comunes, igual que las energías increadas)

 

CAPÍTULO 3: El poder de la oración. Sobre san Hieroteo, la piedad y sus escritos teológicos.

 

  1. Ahora, si te parece bien, examinaremos el primer nombre perfecto «Bondad» que expresa perfectamente y apocalípticamente todas las progresiones (energías increadas) de Dios. Primeramente invoquemos la Trinidad, fuente del bien o suprabondad y muy superior a toda bondad o todo lo bueno que apocalipta/revela todas sus providencias o donaciones. Porque a ella, ante todo, debemos aproximarnos, por las oraciones, como principio de bondad que es, y acercándonos más a ella, instruirnos en los más preciosos dones o donaciones que están colocados alrededor de ella. Porque ella está presente en todo ser, pero no todos están presentes en ella. Pero cuando la invocamos con santas oraciones, con mente y nus (espíritu) no turbios sino serenos, y dispuestos para la unión divina, entonces también nosotros estamos presentes en Ella1. Porque la Bondad no está en un sitio de manera que pueda cambiar de lugar y ausentar de uno yéndose de una parte a otra o de uno a otro. Pero por otra parte si decimos que la Bondad está presente en todos los seres, esto se distancia de su infinitud, que excede y contiene todo. (1 Como se dice al final de este párrafo, la oración a nosotros nos eleva a Dios, no baja a Dios en nosotros).

Intentemos, pues, a elevarnos en oraciones hacia las cimas más sublimes de las divinas y bondadosas causas. Entonces sucederá lo que sucede en el caso de una cadena multi-luminosa que está colgada en la cima celeste y baja hasta nosotros, y si nosotros al cogerla con una y otra mano hacia adelante, tendríamos la impresión de traerla y bajar hacia nosotros aquella que está presente arriba y abajo, pero en realidad, no nos la acercaríamos, sino que subiríamos nosotros hasta los más altos resplandores de los rayos luminosos.

O lo que sucede en el caso estaríamos en un barco agarrándonos a las maromas que alguien nos arroja desde alguna roca para auxiliarnos, la roca no vendría a nosotros, en realidad nos acercaríamos con la embarcación hasta la roca.

Otro ejemplo: sucede cuando uno que está en un barco choca contra la roca en el mar; el pedregal que está en la playa queda fijo e inmóvil mientras que el barco se aleja, tanto más alejado cuanto más fuerte sea el choque.

Por eso debemos, pues, ante todo, comenzar orando, especialmente antes de comenzar la teología, no para atraernos la dinamis (poder y energía) de Dios, que está presente en todas partes sin limitarse a ninguna, sino que lo hacemos para entregarnos a nosotros mismos en ella y unirnos con ella a Dios mediante las reflexiones, oraciones e invocaciones divinas.

 

  1. Tal vez sea digno también aquí una explicación sobre el hecho de que nuestro excelente maestro y guía Hieroteo, habiendo coleccionado súper-genialmente los “Elementos Teológicos”, nosotros, como si aquellos no hubieran sido suficientes, junto con el presente tratado teológico, hemos escrito también otros.

Indudablemente, si él hubiese decidido a abordar y a presentar todos los temas teológicos y si hubiese desarrollado detalladamente la totalidad de la teología, nosotros no hubiéramos tenido la insensata osadía de creernos capaces de penetrar contemplativamente y comprender mejor que él en estos temas teológicos o teologías; o esforzarnos en vano a repetir las mismas cosas, y además, ser injustos a nuestro maestro y amigo mi principal maestro después de San Pablo que nosotros de sus logos y escritos hemos sido instruidos y enseñados, apropiando para nosotros mismos la gloriosa zeoría contemplación espiritual y la interpretación/hermenéutica.

En realidad, san Pablo, enseñando auténticamente las realidades y cosas divinas, nos ha entregado unos términos cortos y concisos que cada uno contenía muchos conceptos3, pidiendo a nosotros y a otros como nosotros como maestros e instructores de psiques-almas aprendices, a la medida de lo posible desarrollarlos y analizarlos a medida de nuestro logos (y capacidad intelectual), aquellas formulaciones y terminologías sinópticas y uniformes de la grandeza del genio de aquel gran hombre (es decir, de Pablo). Además tú mismo nos has exhortado muchas veces a que hagamos esta operación remitiéndonos al libro de Hieroteo, por juzgarlo de un valor excelente. Por esta razón nosotros le reconocemos como maestro de las perfectas y maduras dianias (mentes, intelectos, genios), distinguiéndole para satisfacción de aquellos que están por encima de muchos, apreciando sus escritos como los segundos más importantes después de las Sagradas Escrituras, adecuados para los hombres de CristoDios; pero a los hombres de nuestra orden nos proponemos a enseñar lo mejor que podamos las realidades divinas según nuestra capacidad y a nivel de nuestros semejantes. Porque, si el alimento sólido es adecuado para los perfectos, ¿cuánta no será la perfección que se requiere a nosotros para alimentar a otros?

Correctamente, pues, sostenemos y decimos que para la inmediata contemplación/expectación de las inteligibles Sagradas Escrituras y la bien breve y concisa enseñanza de ellas, es necesaria dínami (fuerza y energía) superior, en cambio la gnosis/conocimiento y el aprendizaje de los logos preliminares que conducen a esta altura conviene a profesores y alumnos de grados inferiores (sean ya iniciados o todavía principiantes).

Nosotros desde luego hemos conservado también con mucho esmero también esto; es decir, las cosas que se han aclarado claramente por el mismo divino guía y maestro nuestro, evitando repetir o reinterpretar lo que nos interpretó y explicó al tratar algún punto de las Escrituras que él hizo.

Además, como tú sabes, nosotros, él y muchos de nuestros jerarcas de inspiración divina, acudimos a ver el cuerpo que dio principio a la vida y había gestado a Dios. Allí estaba Santiago, hermano del Señor y Pedro, el puntal de los teólogos5. Después de verlo, todos estos jerarcas quisieron, cada uno como mejor pudiera, ensalzar y alabar en himnos la Bondad de esta divina fragilidad que se manifestó por la condescendencia del Logos. El maestro, Ieroteo, como sabéis, después de los logos/discursos apostólicos era el primero después de los autores sagrados y aventajaba a todos los que alababan a Dios; en efecto, estaba tan arrobado, tan fuera de sí, vivía del tal manera la comunión con lo que decía sobre las cosas alabadas y cantadas en himnos, que cuantos le oían y veían, cuantos le conocían (o mejor, le desconocían), le consideraban inspirado por el Espíritu para cantar las alabanzas divinas.

Mas ¿para qué contarte todas las maravillas que allí se teologizaron y se dijeron de Dios? Porque, si mal no recuerdo, creo haberte oído a ti mismo parte de las magníficas alabanzas que entonces proclamaron, pues siempre has mostrado especial solicitud por las cosas divinas como para no considerarlas jamás con frivolidad.

  1. Ieroteo se ve por nuestro escritor que pertenece a la orden de los yérontas ancianos sabios iluminados de la Iglesia primitiva que según Irineo se coloca entre los Apóstoles y los obispos.
  2. El escritor da a entender el cuerpo de la Zeotokos durante su dormición. La himnología de la fiesta de la dormición está influenciada por la fraseología de san Dionisio.
  3. En este punto la palabra ʺυμνωδία himnodíaʺ tiene un significado melódico y se refiere a himnos hacia la Zeotoko.

 

  1. Pero dejemos de lado estos misterios divinos que se observaron allí, son inenarrables para muchos y que tú bien conoces, para decir también lo siguiente. Cuando era necesario propagar nuestra fe a muchos, a fin de convencerlos y atraerlos a nuestra sagrada enseñanza, es decir, a la fe cristiana, él al dedicar a esta tarea más tiempo que muchos de los santos maestros, los superaba en experiencia, en pureza de su nus e ingenio, en exactitud de las demostraciones y otros atributos didácticos con tal agudeza en sus razonamientos y tanta diligencia en sus organizaciones, que no osaríamos mirar de frente cara a cara a este sol tan esplendoroso.

De todas formas, nosotros siendo conscientes de nuestras limitaciones, conocemos muy bien que no tenemos capacidad para entender suficientemente las verdades divinas e inteligibles, ni podemos expresar las cosas que se dicen en la teognosía, nos faltan palabras porque son inefables. Estamos tan lejos de poseer el buen conocimiento de la verdad teológica frente de aquellos santos varones, de modo que por devoción y piedad sobrante llegaríamos también al punto de no decir ni hablar nada sobre la divina filosofía, si no tuviésemos la gnosis/conocimiento de que no debemos dejar de lado la gnosis de las divinas realidades que están a nuestra disposición.

Y en esto nos han convencido no solamente las inclinaciones de nuestros nus-espíritus, que siempre anhelan eróticamente (con amor ardiente) la zeoría contemplación de las cosas supra-geniales; pero también el perfecto mandamiento de las divinas instituciones nos exhorta por una parte, a que evitemos a ocuparnos de las cosas que están por encima de nosotros, porque son superiores de nuestro valor, pero por otra parte, como imposibles de conseguirlas, nos pide que aprendamos continuamente las cosas que nos ha concedido y regalado y con amor compartirlas con los demás. Por tanto, estas exhortaciones siguiéndolas nosotros también sin apartarnos ni acobardarnos ante el intento de buscar, a la medida de lo posible, las realidades divinas, y también para no dejar sin ayuda aquellos que no tienen mayor capacidad contemplativa que nosotros, por eso hemos decidido a escribir esto. Por supuesto que no nos atrevemos a introducir nada nuevo, sino tan solo explicamos y exponemos con claridad y análisis detalladamente algunas cosas y realidades que se han dicho sinópticamente por Ieroteo.

 

CAPÍTULO 4: Sobre la bondad, la luz, el bien, el eros, el éxtasis, el celo, y sobre el mal-kakó que no es ser, ni procede del ser, ni está en los seres.

 

  1. Dejamos pues, esto y pasemos ahora a examinar el nombre de la “bondad” o lo bondadoso αγαθό agazó. Es el nombre por excelencia que prefieren los teólogos para designar la Deidad supradivina y este nombre lo separan de todos, llamando Bondad a la misma subsistencia divina, que por el mero hecho de ser bondad, como bondad esencial extiende la bondad a todos los seres.

Porque, igual que nuestro sol, es sin tener voluntad ni puede pensar,  por el mero hecho de ser lo que es, ilumina todo lo que de alguna manera puede recibir su luz; así también ocurre con la Bondad, el arquetipo transcendental que es superior y se encuentra como a una imagen borrosa por encima del sol, extiende los rayos de su plena Bondad a todos los seres, que reciben según su capacidad.

Gracias a estos rayos de la Bondad han tomado hipóstasis y subsisten todas las esencias inteligibles y espirituales, todo ser, todas las fuerzas y energías, (las esencias inteligibles son superiores a las espirituales, las primeras son nus-espíritus celestes y las segundas nus terrenales). Por ellos existen y poseen vida infinita, inalterable e indestructible, libres de corrupción y muerte, libres de la materia y de la generación; y libres de la inestable, fluida y cada vez distinta alteración, y se entienden y se consideran como sustancias incorpóreas e inmateriales; y como nus-espíritus perciben y entienden de modo superior al de este mundo y por iluminación ven los logos y las razones propias de todos los seres y transmiten sus conocimientos a los seres semejantes y cercanos. Y por la Bondad en que moran es el fundamento de su permanencia, estabilidad, conservación, vigilancia, alimento y la fuente de las bondades. Y al desear la Bondad tienen de ella también el ser y el bien ser y estar, y configurándose con la Bondad, en lo posible, se hacen mejores, y como es ley de Dios, comparten y transmiten con sus inferiores los dones o regalos que recibieron de la Bondad suprema.

 

  1. Por esta Bondad provienen jerárquicamente los órdenes en forma supramundana, en unidades propias, y las relaciones circundantes entre sí sin la menor confusión; la Bondad da poder a los inferiores para elevarse hasta los superiores, y asimismo los superiores descienden al nivel de sus inferiores; diligentemente cuidan de quienes les están confiados, de sus poderes y de sus resoluciones inmutables, permanecen firmísimos sus deseos sobre la Bondad; conservan entre ellos las demás prerrogativas que he descrito en el tratado “Sobre las propiedades y los órdenes de los ángeles”, pero también todo cuanto se refiere a la Jerarquía Celeste, como son las catarsis angélicas, las iluminaciones supramundanas y la consumación de toda perfección entre los ángeles. Todo esto viene de la Causa universal y Fuente de la bondad, por la que se ha regalado en estos también el carácter bondadoso y la capacidad de apocaliptar/revelar la secreta y mística bondad y ser ángeles como potencias anunciantes del silencio divino, los cuales reflejan luces brillantes que interpretan la luz que se encuentra en las impenetrables profundidades y en el interior del santuario.

Pero también en grado inferior a estos santos y venerables nus-espíritus están las psiques-almas y las bondades de ellas, que existen a causa de la suprabondadosa Bondad. El que ellas sean espirituales y tengan la vida sustancial, la misma existencia inmortal en gracia, extendidas hacia las vidas angelicales, y por los ángeles como conductores bondadosos hacia la Bondad la primera de todas las bondades y haciéndose partícipes, según su capacidad, de las iluminaciones que de allí se irradian, y en la medida de sus fuerzas participan de la donación de la Bondad y todas demás cualidades y cosas que hemos descrito en el tratado “Sobre la Psique-Alma”.

Pero si debemos hablar también sobres estas psiques-almas irracionales, los que cruzan los aires y los que andan o se arrastran por la tierra, los que viven en el agua, los anfibios y los que se esconden bajo tierra o en cavernas, en general, a las que tienen psique o vida sensitiva, todas estas, gracias a la misma Bondad reciben psique-alma y vida. De modo semejante, también las plantas tienen de la misma Bondad la vida nutritiva, el movimiento y el crecimiento. Incluso la naturaleza, sin vida ni psique-alma existe gracias a la Bondad y gracias a la Bondad deben las cualidades de su existencia.

 

  1. Puesto que en realidad la Bondad trasciende todo ser natural, sin ser limitada a forma alguna y ofrece forma a lo que no tiene forma. Sólo en la Bondad lo que es sin esencia transciende la esencia y lo que es sin vida transciende la vida y lo sin ser nus transciende la sabiduría; en general, todo demás que existe por la bondad proviene y participa, por lo que de una manera es absoluta superioridad que da forma a las cosas que están sin forma5. (5 En Dios, la bondad suprema, la privación de esencia-usía mundana es trascendencia de la usía-esencia. La a o in privativa coincide con lo trascendental supra). Y si es lícito hablar así, el “no ser” anhela la bondad que trasciende todo ser y de una manera puja por encontrarse y descansar también a la misma bondad que realmente es la bondad supraesencial6 por la reducción/sustracción de todo. (6 Por tanto, el “no ser, lo que no tiene categorías del ser” tiene una entidad, aunque esta es negativa).

 

  1. Pero al ocuparnos de otros temas en el camino de nuestro logos, nos olvidamos de decir que la Bondad es Causa de la cimentación y finalización del universo (es decir, de las dimensiones cósmicas mundanas), de esta esencia que ni mengua, ni aumenta y es totalmente inalterable e inmutable. Es causa también de las cosas que no hacen ruido, por decirlo así, de los movimientos del inmenso sistema celeste y de la orden y armonía astral, de las iluminaciones y fundamentaciones, como también del movimiento complejo de algunas estrellas. Es también causa de la trayectoria circular y vuelta en su sitio de las dos lumbreras que las Escrituras llaman “grandes” (Gen 1,16), que en el punto de su movimiento nos dan a conocer los días y las noches, los meses y los años. Así se determinan, se enumeran, se conjuntan y se contienen los movimientos cíclicos del año y de todo lo que se encuentra dentro en el tiempo.

¿Y qué decir uno sobre esta misma luz solar? Porque la luz procede de la Bondad y es su imagen. Por eso también se alaba con himnos la Bondad con las nominaciones que se refieren a la «Luz», igual que se honra y se alaba al Arquetipo en su imagen-icona9. (La bondad/bien es alabada con el nombre de luz que es su parágogo/derivativo; el arquetipo se presenta con tipo de imagen).

Es decir, la Bondad propia de Dios, plenamente trascendente de toda deidad, invade todo y atraviesa todo, desde las esencias más altas y perfectas hasta las más bajas y postreras y continúa siendo por encima de todo; sobre todo, sin que los más altos lleguen a trascender la divina Bondad ni los más bajos escapen de su dominio, pero ilumina todas las cosas que pueden recibir su luz, las crea y las vivifica, las contiene en su ser y las conduce al perfeccionamiento y es la medida del universo, la eternidad y el principio numérico, el orden y la fuerza cohesiva, la causa y el propósito o fin de todo.

Así exactamente también este sol enorme, espléndido y siempre luciente es la icona/imagen de la divina Bondad, eco mínimo y distante de la Bondad; ilumina todo lo que puede participar y recibir luz y su luz sobrecubre todo sin perder nada de su plenitud, mientras difunde sus rayos fulgurantes a lo alto y a lo bajo, en todo el mundo visible.

Si alguno de los seres no participa de su luz, no es porque ésta sea deficiente en modo alguno o su fuerza iluminadora sea pequeña, sino por los mismos seres que por su incapacidad de recibir la luz no proceden a la participación de la luz (increada);

Porque, sin duda, la luz atraviesa por muchos seres que se encuentran en esta situación e ilumina todos los que se encuentran después de estos y no existe ninguna cosa de las visibles que no llegue con la portentosa fuerza de su resplandor. Es más, interviene también  a la génesis-nacimiento de los cuerpos sensibles, los cuales mueve hacia la vida, los alimenta y los hace crecer, los perfecciona, los purifica y los renueva. La luz es la medida y el número inicial de las épocas, de los días y de todo el tiempo cósmico/mundano creado.

Porque es esta misma luz, aunque entonces era si forma la que, según el santo Moisés, distinguió y definió los tres primeros días10 en el principio según el principio del tiempo terrenal. (10 Gen 1,14 las estrellas fueron creadas al cuarto día, pero la luz como producto de la divina energía increada existía desde el primer día).

Y exactamente tal como la Bondad atrae y hace volver hacia sí todas las cosas y es el principio de unión de las cosas que están dispersas, como deidad primera, inicial y unificadora, y todo tiende hacia ella y la desea como fuente, como principio, como objetivo y centro de unidad.

Y como dicen las Escrituras, por la Bondad han recibido sus existencias todas las cosas y continúan existiendo, porque han sido creadas por la Causa perfecta. En ella todas subsisten, se fundan y perseveran como en un omnipotente receptáculo. Todas las cosas retornan a Dios de la Bondad, tal como cada una retorna a su fin. Todas las cosas lo desean, las espirituales y las lógicas con su capacidad gnóstica/cognoscible; las sensibles por su capacidad sensible o sensación, las dotadas de sensibilidad; las que no sienten y las insensibles por el movimiento innato del instinto vital; y las que carecen de vida y solamente existen con esta habilidad propenden a cierta participación de la existencia del Uno.

Así ocurre también con la luz, según la analogía de la imagen visible de la Bondad, atrae y vuelve hacia sí todas las cosas y los seres, las que se ven, las que se mueven, las que se iluminan, las que se calientan y, en general, todo aquello que es contenido por sus rayos luminosos. Por eso se llama también con el nombre de sol, porque todo lo disperso lo reúne, lo conserva y lo concentra.

Por eso, los seres que sienten buscan la luz para ver, para moverse, para ser iluminados, para calentarse y, en general, para que la luz los conserve conjuntados en su ser. Y por supuesto no sostengo esto como se creía en la Antigüedad, (la idolatría desde la antigüedad era religión), que consideraba al Sol como Dios y autor del universo, y que gobierna con rectitud el mundo que vemos, sino que afirmo que “desde la creación del mundo, las dinamis (poderes y energías) de Dios, se conocen y se ven claramente cuando las entendamos mediante las creaciones, como también su perpetua dinamis y perfección (Rom 1,20).

 

  1. De todo esto se trata en la “Teología simbólica”. Aquí me limito a dar alabanza en himnos el término «luz» inteligible (e increada) como cualidad de la Bondad y explicar que el bondadoso Dios se llama luz inteligible, increada, espiritual e intelectual, porque ilumina todo nus supraceleste con luz inteligible y porque con su luz arroja toda ignorancia y error a las psiques-almas que la han recibido. En todas las psiques transmite esta luz divina, hace la catarsis y purifica los ojos espirituales ahuyentando la bruma de la ignorancia que los envuelve, los remueve, los despierta y abre los párpados cerrados que están bajo el peso de sus tinieblas. Los transmite primero una dosis de resplandor mediano y luego, cuando los ojos se han acomodado a la luz y más la apetecen, les va dando de sí mismo con mayor intensidad y más abundancia, “porque amaron mucho” (Lc 7,47); y después no cesa de estimularlos a avanzar a medida que ellos se esfuerzan por elevar continuamente su mirada hacia las alturas.

 

  1. Se llama «luz inteligible» aquella Bondad/Bien que está sobre toda luz, como manantial de luz y foco desbordante; con su plenitud inunda de luz todo nus-espíritu, sea en este mundo, alrededor del universo o en los cielos, que renueva todas sus fuerzas inteligibles o espirituales que en su inmensidad las contiene todas, por el estar más allá que ellas y por el transcender a todas.

Es ella que, como arquetipo supra-trascendental de la luz, reúne y agrupa en sí misma de modo absoluto toda la potestad de su fuerza iluminadora, ya que la contiene desde principio en grado supra, y es ella la que reúne todas las existencias espirituales y lógicas, constituyéndolas en un conjunto.

Porque igual que la ignorancia es el factor divisor para los que se encuentran en error y engaño, así también la presencia de luz intelectiva es la dinamis (fuerza y energía) que reúne a cuantos son iluminados y los perfecciona, y además los vuelve y los dirige al Ser verdadero; mientras que los aparta de muchos errores, falsas alabanzas y distintas figuras, o, por ser más exacto, las fantasías, y los conduce a una gnosis/conocimiento verdadera, pura y uniforme, llenándolos con una y unificadora luz (increada).

 

  1. Esta Bondad los santos teólogos la describen y la alaban como Hermosa y Hermosura, como Agapi/Amor y Amado, y le dan cualquier otro nombre divino que convenga a esta fuente de amor y plenitud de jaris-gracia (energía increada).

En la Causa que contiene todo en uno no se puede hacer discernimiento entre lo hermoso y la hermosura. Porque a lo referente al conjunto de los seres, estos conceptos los dividimos en participantes y participados; y llamamos hermoso aquello que participa de la hermosura y llamamos hermosura la causa participada que produce y embellece todas las cosas hermosas.

Pero el Bien supraesencial se llama, por una parte, Hermosura a causa de su belleza que se transmite de Él en todos los seres, a cada uno según su naturaleza, porque es causa de la armonía y del esplendor de todos los seres, ya que desde su propia luz irradia en todos los seres las decoraciones de su rayo manantial, y también porque llama a todo a sí mismo, por eso se llama kalos-belleza y lo agrupa todo al mismo sistema, uno dentro del otro.

Pero se le llama también Hermoso o Bello, porque es a la vez absolutamente bello y por encima de lo bello y eternamente es bello sin alteraciones y recaídas; no se hace ni se destruye, o no aumenta ni se disminuye; no es bello, amable en un sentido y feo, desagradable en otro, a veces hermoso y otras no; no es para unos hermoso y para otros feo, ni algunas veces es y otras no es a lo referente a uno bello y a lo referente a otro feo; ni distinto en uno u otro lugar, como si fuera bello para unos y para algunos no sea bello. Pero es eternamente y únicamente bello e idéntico a sí mismo y contiene desde el sí mismo en grado eminente el principio de la belleza manantial de todo bello.

Porque en la belleza sobrenatural y simplísima del conjunto de las cosas bellas preexiste singularmente sobre la causa de toda belleza y de todo lo que es bello. A este Bello se debe a todos los seres el ser bellos, cada uno según su naturaleza, y al Bello tienen todas las cosas sus causas, las relaciones, las amistades y las comunicaciones.

Con el Bien se unen todos y todo. Lo Bello es el principio de todos los seres, como creador causante y como dínamis (potencia y energía) que mueve todo por el eros (amor ardiente) de su propia belleza.

Constituye también el propósito o fin definitivo de todos y es amado como causa definitiva, porque todo se hace a causa del bello y constituye el prototipo o modelo, ya que a base de esto se determina todo. Por eso también lo bello o la belleza se identifican con lo bondadoso o la bondad, porque todo ser desea la bondad y la belleza sea cual fuere lo que los induce a obrar, y no existe ninguno de los seres que no participe a la Belleza y a la Bondad.

Me atrevería a decir también el siguiente logos, que incluso el “no ser” participa también de la Belleza y de la Bondad, porque entonces el mismo se hace bello y bondadoso, cuando por vía reducción o negación de todo20 se refiere supraesencialmente a Dios. (20 el “no ser” en principio es lo mundano; pero también el “no ser” (sin categorías de ser) es lo Divino cuando está liberado de todos los seres y cosas. El “no ser” mundano es de una manera repercusión y efecto de lo divino como “no ser (sin categorías de ser”).

Esto -el Uno, la Bondad y la Belleza- es causa singular de la multitud de todas las bondades y bellezas. Gracias a esto, provienen y subsisten todas las cosas y todas las existencias esenciales de los seres, las uniones, las distinciones, las identificaciones, las otredades, las similitudes, las disimilitudes, los entrelazos de las cosas contrarias, los inconfundibles discernimientos de las cosas unidas, las providencias de los seres superiores, las compenetraciones de estos que se encuentran a la misma orden, las elevaciones de los inferiores, las inamovibles permanencias y la conservación en la unidad, por las cuales todos aseguran su identidad; y también por las comunicaciones y conexiones de todos los seres con todos, según la naturaleza de cada uno, y las compenetraciones e inconfundibles conexiones y armonías del universo; las cohesiones de los elementos en el universo, los indisolubles lazos de los seres, las renovaciones sucesivas e incesantes de los acontecimientos, todas las paradas y movimientos de las potencias inteligibles, de las psiques-almas y de los cuerpos. Porque la parada y el movimiento son para todos los seres lo que se encuentra y trasciende por encima de todas las paradas y movimientos y fija a cada uno los límites de su naturaleza lógica y concede a cada uno el movimiento conveniente.

 

  1. Y se dice que las divinas dinamis potencias inteligibles se mueven de tres modos21, por una parte, en sentido circular, cuando se unen con los resplandores sin principio ni fin, increados, de la Belleza y de la Bondad; por otra parte, se mueven en línea recta cuando proceden como guía providente de los seres inferiores, dirigiéndolos todos rectamente, sin declinación; y también se mueven en modo espiral cuando, a la vez que cuidan de los seres inferiores, permanecen idénticas girando siempre alrededor de la Bondad y Belleza, que es la causa de su identidad. (21 El movimiento triple: cíclico, recto y espiral, es en todos los seres, a los nus-espíritus divinos, a las psiques-almas y a las sensibles, pero también en Dios).

 

  1. Ahora el movimiento de la psique es por una parte circular, es decir, cuando entra dentro de sí, se olvida de las cosas exteriores y la concentración uniforme de sus dinamis (potencias y energías) noerás-espirituales, le regala la estabilidad sin que nada la distraiga; es una especie de movimiento giratorio fijo que la hace tornar de la multiplicidad de las cosas externas y concentrarse en sí misma y unir de forma uniforme o unitaria sus dinamis. Así íntimamente unidas sus dinamis, el movimiento giratorio de la psique-alma la conduce hasta la Bondad y la Belleza, que trasciende todas las cosas, es una y la misma, sin principio ni fin.

La psique-alma se mueve en espiral cuando, según su capacidad y su naturaleza, es iluminada con las gnosis (conocimientos) divinas, es decir, no por vía de intuición espiritual y uniforme del nus, sino más bien lógicamente y minuciosamente (con logos y detalles fragmentados), de una manera con operaciones mixtas y transitorias o pasando de una idea a otra.

Finalmente el movimiento rectilíneo es cuando la psique-alma no entra dentro de sí misma y moverse por su unificada capacidad espiritual del nus-espíritu, (lo cual es el movimiento circular, como he dicho), sino cuando procede por las cosas que la rodean y cuando por las cosas exteriores como de varios y múltiples símbolos, progresa a las contemplaciones o expectaciones simples y unidas.

 

  1. Por tanto, causa, dinamis cohesiva y objetivo final de todos estos movimientos, como también de los tres movimientos de los cuerpos sensibles en el universo, pero mucho más la conservación, la parada y la fijación de cada género, es la Bondad y la Belleza que se encuentra por encima de todo movimiento y parada. Por eso también cada movimiento y parada proviene de Dios que es Bondad y Belleza, existe en Él, retorna a Él y existe gracias a Él. Porque “de Él y por Él” proviene toda esencia y toda vida, como también las pequeñeces, las igualdades y la grandezas del nus y de la psique y de cada naturaleza; y proceden también las medidas y las analogías de todos los seres, armonías, temperamentos, las partes y las totalidades, toda mónada y lo múltiple, el entrelazamiento de las partes, la síntesis de la multiplicidad, la perfección de conjuntos, la cualidad y la cantidad, la magnitud y la infinitud, las comparaciones y las distinciones, lo ilimitado y las limitaciones, los órdenes, las excelencias, los elementos y los géneros, todo tipo de esencia y dinami, toda energía y poder, cada actividad, cada hábito, cada sentido, cada logos, cada comprensión, cada tacto y contacto, cada ciencia y unión.

En general, todo ser procede de Dios Bondad y Belleza, cada ser está en Dios Bondad y Belleza y retorna a Dios Bondad y Belleza. Y todas las cosas que existen y se hacen, a causa de Dios Bondad y Belleza existen. Es el motor de todo y todo aspira a Él y por Él toman el movimiento y la composición. Por gracia de Él, por Él y en Él está todo principio ejemplar, final, eficiente, formal, material y en general, cada principio, cada conservación, cada fin; o por decirlo brevemente, todo cuanto existe procede del Dios Bondad y Belleza y aun lo que no existe o los “no seres” están supra-esencialmente en el Dios Bondad y Belleza, que es el principio más superior de todas las cosas y fin más que perfecto, «porque de Él, y por Él, y para Él son todas las cosas» (Rom 11,36), como dicen las Escrituras.

Por tanto, todos los seres desean, anhelan y aman a Dios Bondad y Belleza. Por Él y para Él los inferiores aman a los superiores de modo que los hace girar hacia estos, los que se encuentran a la misma orden e iguales entre sí se aman por el modo de mutua comunicación, los superiores de los inferiores de modo de especial cuidado providencial y cada uno por separado de modo cohesivo en sí mismo de sus elementos. Todos y cada uno de los seres hacen y piensan por sí mismos movidos por sus deseos para la Bondad y Belleza o para Dios bondadoso y bello.

Más aún, nuestro logos se atrevería a decir sobre esta verdad, de que la misma Causa de todas las cosas, por la sobreabundancia de bondad, se enamora de todo, lo crea todo, perfecciona y conserva todo y lo torna todo cerca de él. También el divino eros (amor ardiente) es bondad, pertenece a la bondad y aspira a la bondad. Porque el mismo eros de Dios crea bondadosamente los seres o existencias, preexistiendo sobreabundantemente en la bondad y no quedó estéril y encerrada en sí misma, sino que le indujo a usar de la abundancia de sus dinamis (poderes y energías) para la creación del universo y del mundo.

 

  1. No piense nadie que al atribuir un significado especial al término «eros» vamos contra las Escrituras. Creo que sería insensatez absurda fijarse en la formalidad de las palabras más que en la fuerza de su significado y propósito. (La fuerza del propósito es la comprensión más profunda de las palabras o términos).Y esto no es característico de las personas que buscan y quieren reflexionar sobre las realidades divinas, sino para los que aceptan oír superficialmente sonidos, los cuales mantienen alrededor de sus oídos sin dejarlos pasar. Estos que no quieren entender qué significa la palabra concreta y de qué manera deben puntualizarla y aclararla o cómo se puede valorar el significado con expresiones similares y palabras más expresivas. De esto que son gentes poseídas maniáticamente de líneas y letras sin sentido, sílabas y frases incomprensibles, que en manera alguna se introducen en la parte espiritual de la psique-alma y suena fuerte desde fuera, alrededor de sus labios y oídos, como si fuera error e imposible a expresar el número cuatro por el dos por dos son cuatro, o que línea recta es lo mismo que recta vertical, la tierra materna lugar del nacimiento con patria o cualquier otra cosa que la misma se expresa con varias palabras que significan lo mismo.

Al contrario, deberían conocer que de acuerdo con el logos correcto, los elementos, las sílabas, las palabras, las letras y sus logos los utilizamos para los sentidos, porque cuando nuestra psique-alma se mueve por las energías espirituales noerás (del nus) hacia las cosas y realidades inteligibles, son inútiles y sobran los sentidos junto con las sensibles, exactamente igual de inútiles son las dinamis (potencias y energías) noerás-espirituales cuando la psique-alma se hace deiforme por una unión incomprensible, sin utilizar los ojos materiales, capta los rayos de la luz inaccesible e increada.

Ahora bien, cuando el nus a través de los sentidos va a elevarse a expectaciones inteligibles y comprensibles, entonces da especial importancia a las sensaciones o sentidos más precisos, a las palabras más claras y a la mayor distinción con que ve las cosas, porque cuando las cosas indeterminadas caen bajo los sentidos no están claras, entonces no podrán éstos transmitir las sensibles y sentidas debidamente al entendimiento del nus.

 

  1. Pero para que no parezca que malinterpretamos las Santas Escrituras, quienes tergiversan la expresión «eros» (amor ardiente), que escuchen lo que sigue: «Enamórate de ella y ella te custodiará. Tenla en gran estima y ella te ensalzará; hónrala y ella te abrazará» (Prov 4, 6·8. Tengan en cuenta y escuchen además otros muchos pasajes que se refieren con la palabra «eros» de Dios en la teología. (Parece que había conflicto con el término “eros” (amor ardiente) utilizado en la teología).

Además algunos de nuestros teólogos creen que el nombre “eros” es más sagrado que el nombre de la agapi (amor). San Ignacio escribe: «Mi eros se ha crucificado”. Y en los preámbulos que introducen a la Sagrada Escritura hay uno que dice sobre Sofía-Sabiduría divina: “Me hice amante de su hermosura” (Sab Sal 8,2).

Por tanto, no temamos emplear el nombre “eros” (amor ardiente) y no nos alteremos por cualquier logos tremendo que se diga sobre el eros. Yo creo que los teólogos consideran, por una parte, común el nombre de la agapi y del eros, pero atribuyen a las realidades divinas más el eros verdadero por la siguiente razón: “a causa del pensamiento insensato y negativo de este tipo de hombres”.

Porque, mientras que el eros es alabado o cantado en himnos de modo θεοπρεπή zeoprepí (como Dios manda o de modo divino), no sólo por nosotros sino también por la misma Santa Escritura, pero las multitudes no entendiendo lo uniforme del divino nombre eros, resbalaron por la tendencia de sus naturalezas hacia el eros pasional separado y corporalmente compartido, que no es eros real sino ídolo o mejor dicho, caída del eros real. Realmente para la gente es incomprensible la uniformidad del eros divino y uno; por eso como la expresión eros (amor ardiente a Dios) crea en muchos la impresión de grosería y falta de respeto, se utiliza por la sabiduría divina a fin de que el vulgo llegue a entender el verdadero eros (increado) y deje de interpretarlo en el peor de los sentidos.

Ahora en las cosas humanas, donde gente bellaca muchas veces podrían imaginarse algo absurdo, se utiliza de una forma que parece más encantador; por ejemplo cuando alguien dice: “Tu amor ha caído en mí como el amor de las mujeres” (2Re 1,26). Para quienes escuchan correctamente con entendimiento las palabras de las realidades divinas, el simple término “agapi-amor», tal como lo emplean los teólogos sagrados para manifestar las apocalipsis/revelaciones divinas, tiene el mismo sentido que «el eros». Por tanto, este nombre declara una dinamis (potencia y energía) unificadora y conectora, especialmente cohesiva, que preexiste en (Dios de) la Bondad y Belleza, gracias a la misma Bondad y Belleza que contiene las cosas que pertenecen al mismo orden con un recíproco entrelazamiento que mueve a las superiores a cuidar de las inferiores y hace que éstas tiendan hacia las más altas.

 

  1. El Eros (increado) divino lleva también al éxtasis (extensión interior), pues, quienes así aman están en el amado más que en sí mismos. Así se manifiesta en el amor que prodigan los de clase más alta, los que se dedican al cuidado de los más bajos y los del mismo orden o iguales, por la unión que reina entre ellos y los inferiores por el levantamiento divino hacia los superiores. Lo que está más bajo se torna hacia lo más alto. Por eso el gran Pablo, que fue poseído y arrebatado por el eros divino y comulgó su dinami (energía, fuerza) extática, dijo estos logos divino-inspirados: «Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí» (Gal 2,20), como verdadero amante, que se encuentra, como él mismo dice, en éxtasis hacia Dios y no vivía más con su propia vida, sino con la vida de aquel de quien él estaba enamorado, como excepcionalmente amada.

Y hay que atreverse también a decir en honor a la verdad lo siguiente: que también el mismo Autor de todas las cosas, con el bello y bondadoso eros de todo, por hipérbole (desmesura) de su bondad erótica, sale fuera de sí por su providencia universal para todos los seres, y de una manera se encanta por la bondad, la agapi-amor y el eros. La bondad, amor y eros le seducen hasta hacerle salir de su morada trascendente y descender a vivir dentro de todo ser. Procede así en virtud de su infinito y extático poder de permanecer al mismo tiempo dentro de sí. Por eso también los diestros a la hermenéutica de las realidades divinas, llaman a Dios “celoso,” porque está poseído de un eros grande y bondadoso hacia todos los seres, y como este eros suscita en ellos el mismo celo, así se demuestra Dios celoso, que  siempre se dirige con celo a los que le desean y a los que aceptan su providencia. En general, también el Eros y el objeto del eros pertenecen a Dios de la Belleza y Bondad, que preexisten en la Belleza y Bondad y podemos decir que Belleza y Bondad son a la vez el amado y el amante. Tales propiedades existen en Dios de la Belleza y Bondad y por eso todo bien procede de Él y se hace para la belleza y la bondad.

 

  1. Sin embargo, ¿qué es lo que dan a entender los sagrados escritores, cuando algunas veces llaman a Dios eros y agapi-amor y algunas veces erótico y amado? Porque Él es causa del eros y de una manera proyector y genitor, mientras que el objeto del eros es el mismo. Con uno se mueve, mientras que con el otro mueve, porque realmente el mismo promueve y mueve el sí mismo mediante sí mismo. Por tanto, por un lado, le llaman amado y erotizado o erótico, porque es bello y bondadoso, por otro lado, eros y agapi-amor, porque es dinamis (potencia y energía increada) que mueve y a la vez deductiva hacia sí mismo. Constituye al único que es él auténticamente bello y bondadoso y de una manera revelación de sí mismo mediante el sí mismo y benéfica procesión de su unidad trascendente y simple movimiento erótico, que se mueve y opera por sí mismo, que existe en la bondad y por la bondad emana en todos los seres y de nuevo retorna a la bondad. En la bondad el divino eros revela de modo excepcional su naturaleza sin principio sin fin, como un círculo eterno, que gira a causa de la bondad, por la bondad, dentro de la bondad y hacia la bondad con un estable reciclaje, avanzando eternamente, quedando y girando a las mismas cosas de la misma manera.

Todo esto lo ha explicado también divinamente mi ilustre maestro en sus Himnos eróticos. Merece la pena que los recordemos aquí añadiéndolos a este discurso nuestro sobre el eros (amor ardiente), como un capítulo sagrado al final de cuanto vengo diciendo sobre el Eros (increado).

 

De los Himnos eróticos del santísimo yérontas Hieroteo.

 

  1. Al eros (amor ardiente increado) tanto si le llamamos angelical, como espiritual-noeró, psíquico y natural, le entenderemos como una dinami (potencia y energía increada) unificadora y entrelazadora, que mueve primero los seres superiores a cuidarse de los inferiores; segundo a los iguales del mismo orden a una mutua interconexión y comunión; y tercero, a que los inferiores tiendan a elevarse hacia los más altos y relevantes.
  2. Una vez que hayamos ordenado los muchos eros que proceden del uno que hemos nombrado en serie, hemos desarrollado adecuadamente también cuáles son las dinamis (fuerzas y energías) y las gnosis/conocimientos y también las dinamis de los eros mundanos/cósmicos y los supramundanos o supracósmicos; según el criterio que llevamos, se destacan los eros de los órdenes y los grados que forman los seres racionales y espirituales, después de los cuales se colocan más alto los eros autosuficientes y divinos de los eros realmente bellos de allí. Pero ahora, una vez que hayamos reunido de nuevo todos estos al uno y condensado eros, quien es el padre de todos estos, vayamos a concentrar y a la vez reunir todas su dinamis eróticas, deduciendo su multiplicidad en principio en dos tipos. En estas por supuesto domina y precede de todo la Causa absoluta de cada eros, hacia la cual (causa) se eleva, según la naturaleza de cada ser, el eros íntegro que se junta por todas las cosas en todo lugar para alcanzar lo mejor que pueden.

 

  1. Adelante pues, una vez que hayamos reunido estas dinamis (potencias y energías) y de nuevo en uno, vayamos a explicar que existe sólo una dinami simple (e increada), la que se mueve de sí misma hacia una fusión unitaria, empezando por la bondad hacia el último de los seres y de aquel de nuevo pasando sucesivamente de todos hasta la bondad, recicla y retorna girando continuamente en eterno círculo desde sí mismo, por sí, sobre sí y hacia sí mismo. (Aquí acaban los himnos eróticos de Hieroteo).

 

[SOBRE EL MAL-KAKÓ]

  1. Ahora bien alguno podría observar: Si (el Dios) Bondad y Belleza es algo que todos desean, gustan y aman, pues, (porque, como hemos dicho, lo desea incluso el “no ser” y en cierto modo pugna por encontrarse en Él; también es quien forma las cosas que carecen de forma y existe de un modo supraesencial que contiene incluso lo que no es, no existe todavía), entonces, ¿cómo la multitud de los demonios no desean a Dios Bondad y Belleza, sino que permanecen apegados a la materia y caídos de la cualidad estable angélica de tender siempre hacia la bondad, se hacen causa de todos los males para sí mismos y para los demás seres, que se dice que están llenos de maldad? ¿Cómo es posible que el género de los demonios, que tienen pleno origen en la Bondad, carezcan de toda bondad y bien? ¿Qué es lo que los ha depravado, aunque realmente provinieron de la Bondad? ¿Qué fue realmente lo que los condujo al mal-kakó y en general cuál es la naturaleza del mal-kakó? ¿De qué causa provino y en qué género de seres pertenece? ¿Dónde está? ¿Por qué (el Dios) Bondad decidió crear el mal? ¿Y ya que lo quiso, cómo pudo realizar su decisión? Más aún: si el mal tiene otro origen, ¿qué otra causa del mal existe, además de la bondad que existe en los seres? ¿Y si el mal provino de otra causa, cuál es la otra causa excepto la bondad que existe en los seres. Y si existe, pues la Providencia, ¿cómo es posible que siga existiendo el mal, cómo nace y sucede, y por qué no lo acaba? ¿Cómo es posible que algunos seres prefieran el mal y no la bondad?

 

  1. Por tanto, uno posiblemente podría formular este logos o pregunta de dudas. Pero nosotros consideraremos directamente la verdad de las cosas y nos atreveremos primero en dar la siguiente respuesta: el mal no proviene de la bondad (o del bien), porque si proviniera de la bondad (de Dios) no sería malo. Porque, igual que el fuego no nos enfría, de igual modo la Bondad/Bien no es posible que no produzca bondades y bienes, (no produce el mal). Si todos los seres provienen de la bondad (de Dios), porque la naturaleza de la bondad (Dios) es producir y salvaguardar, en cambio la natura del mal es corromper y destruir, entonces ningún ser proviene del mal. Ni el mismo mal puede existir, por supuesto ya que es malo por su naturaleza. Y si esto no es válido, entonces el mal no es del todo mal, sino que tiene una porción pequeña de bondad (o bien en sí) en la que debe su existencia en general.

Y si los seres desean lo bondadoso y lo bello y hacen todas sus praxis gracias a esto que les parece bondadoso y en su totalidad el propósito o fin de los seres tiene como principio y fin lo bondadoso o el bien, porque ninguno de los seres hace sus obras aspirando a la naturaleza del mal por el mal, ¿entonces cómo puede existir el mal entre los seres o cómo puede –en el caso que exista- que esté totalmente privado y carente de orientación bondadosa hacia la bondad, Dios? Porque realmente si todas las cosas proceden de la Bondad y la bondad es supraesencial a todas las cosas, entonces también el “no-ser” se encuentra dentro en la bondad, mientras que el mal no es ser, si claro está no es mal enteramente, ni “no ser”, porque el autentico “no ser” por sí mismo no es nada, si no se entiende de forma supraesencial dentro en la bondad (Dios).

Por tanto la bondad o bien (Dios) está fijado mucho más adelante y anterior tanto del simple ser como del “no ser”. Al contrario, el mal no pertenece ni a los seres ni tampoco a los “no seres”, por lo mismo que carece de esencia es sin hipostasis (base substancial), pero como está distanciado de la bondad más que el mismo “no ser”, dista más de la bondad que el “no ser”. ¿De dónde, pues, procede el mal?, dirá alguno. Si el mal no existe, la virtud y la maldad serán la misma cosa en su totalidad o en sus partes o analogías, ni lo que se oponga a la virtud será malo. Pero vemos que a la moderación o contención se opone el exceso y a la justicia la injusticia. Y no me refiero por supuesto que estas contrariedades sean debidas al hombre justo o injusto, moderado o intemperante de donde proceden. No. Mucho antes de que se puedan ver en el hombre lo bueno o lo malo existe ya en la misma psique-alma distin­ción entre virtudes y maldades y conflicto entre pazos (vicios, pasiones) y lógica.

Por tanto, es necesario que admitamos y entendamos algo como malo que será contrario a la bondad o al bien. La Bondad/Bien no puede ser contrario a sí mismo; pero como proviene de una sola fuente, único principio y es resultado de una causa, por eso goza de la comunión, la uni­dad y la amistad. Un bien menor no es enemigo del mayor, como lo que tiene menos calor no se opone a lo más caliente. Por tanto, el mal pertenece a los seres, tiene existencia y se encuentra en continuo conflicto, oposición y lucha contra el bien o la bondad. Y si el mal constituye corrupción de los seres, esto no lo impide tener existencia, y el mismo al existir es también causa generadora de mal y lo transmite a cuanto de él nace a otros seres. Pues ¿no sucede frecuentemente que la corrupción de una cosa es genera­ción o nacimiento de otra? Por tanto, el mal considerado de esta manera contribuye a la perfección del universo, ya que con su presencia en el universo ofrece la posibilidad de ser terminado y perfecto.

 

  1. He aquí lo que contesta a todo esto el logos de la verdad, diciendo que: el mal, en cuanto es mal, no constituye la causa de ninguna existencia o génesis, no hace más que dañar y destruir la sustancia o hipostasis de los seres, a medida que este pueda. Y si alguien dijere que de esta manera el mal contribuye a la generación de las cosas, puesto que la corrupción de una cosa sirve para la generación de otra, habría que responder con base la verdad que: no por la corrupción contribuye a la generación, sino que como mal y corrupción no hace más que corromper y pervertir, en cambio la génesis y la existencia se da por el Bien/Bondad. Así que el mal es corrupción por sí mismo no es más que fuerza destructora, pero se hace fuerza productora mediante la actividad del Bien/Bondad. Por tanto, el mal no tiene existencia ni crea seres, pero mediante la actuación del Bien/Bondad, el mal se hace un ser, un buen ser y causa creadora de cosas buenas.

O mejor dicho, no podemos decir que una misma cosa es buena o mala bajo el mismo aspecto, ni podemos decir que la misma dinamis potencia es destructora y constructiva del mismo ser bajo el mismo aspecto; nada puede ser al mismo tiempo corrupción y destrucción. Por tanto, el mal por sí mismo no es existencia, no es el ser, ni bien, no tiene capacidad de producir ser alguno ni bueno ni malo. Mientras que el Bien/Bondad, dondequiera que esté hace los seres perfectos, en plenitud, sin mancha e íntegras, mientras que los que participan menos del Bien/Bondad son seres menos buenos, imperfectas y mezcladas con otros elementos a causa de la insuficiente presencia del Bien/Bondad. Así que, el mal no es totalmente bueno ni potencia hacedora de bien total, sino que una cosa es más o menos buena según el grado que se acerque más o menos al grado del Dios Bien/Bondad. Porque la perfectísima Bondad se extiende por todas las cosas, no sólo se difunde hasta las óptimas esencias que están a su alrededor, sino que se extiende y llega hasta los seres ésjatos-últimos y hasta lo más bajo y remoto; y en algunos seres totalmente presente, en otros menos y mínima en otros, según la capacidad que cada cual tiene para recibirla.

Por tanto, algunos hay que participan plenamente del Bien/Bondad, otros privados en grado grande o menor de Él, algunos participan débilmente y, por último, en otros existe el Bien/Bondad sólo como apenas un reflejo o vestigio. Porque si la presencia del Bien/Bondad no correspondiera al valor de cada ser, en la medida de su capacidad, los seres más antiguos y sagrados quedarían en último lugar.

Además, ¿cómo podría suceder que todos los seres participasen uniformemente del Bien/Bondad, cuando algunos de ellos no están bien preparados y dispuestos para la plena participación del mismo?

Ahora bien, esta es la excelsa grandeza o magnitud de la dinamis (potencia, poder y energía) del Bien/Bondad; es decir, que fortifica también a los que le son privados y nuestra privación con el propósito que todos en general participen en Él. Y me permito decir con toda verdad de modo atrevido que los mismos seres que combaten contra el Bien/Bondad por Él reciben la dinamis (fuerza y energía) de existir y combatir contra Él.

O mejor dicho, en resumen, todos los seres y cosas por el mero hecho de existir, son buenas/bondadosas y provienen del Bien/Bondad, mientras que al hecho que son privados del bien/bondad es porque no son buenos ni pertenecen en los seres. Cuando se trata de otras cualidades, como son el frío y el calor, las cosas siguen existiendo tanto los que se calientan como los que se enfrían incluso si los abandona el calor o el frío, igual que hay cosas que no dejan de ser lo que son aunque no tengan vida y nus-espíritu. Y Dios se encuentra fuera y por encima de toda esencia, pero existe de modo supraesencial. Y simplemente, en relación con todo lo demás, también cuando se pierde una cualidad o sin que ella haya aparecido, las cosas y los seres existen, no pierden su razón de ser. Al contrario, lo que está absolutamente privado del Bien/Bondad, jamás tuvo, ni tiene ni tendrá, ni puede tener en ninguna parte cualquier grado de existencia.

Por ejemplo, un hombre intemperante, aunque se ha privado del Bien/Bondad a causa de su deseo animal e insensato, por supuesto que no se encuentra en Él ni desea los seres, sin embargo, tiene cierta participación en el Bien/Bondad, por lo menos por el eco o reflejo de la unidad y amistad. Y la ira también participa del Bien/Bondad, porque exactamente es movimiento y a las cosas que se consideran malas empuja al deseo a levantarse y retornar a lo que piensa y considera bueno.

Incluso la persona que desea la peor vida, como en lo general desea vida y sobre todo esta que le parece mejor, participa del Bien/Bondad, por lo menos sobre lo que indica el deseo, y desea la vida y aspira a la vida excelente42. (42 el que desee la vida, que es la bondad/bien, aunque sea la peor vida, participa de las bondades/bienes). Y si se prescinde absolutamente del Bien/Bondad no habrá esencia ni vida, ni apetito ni movimiento, ni otra cosa alguna.

Por lo tanto, no es la dinami el poder y energía del mal lo que hace renacer después de la corrupción, sino la mínima presencia del Bien/Bondad; igual que la enfermedad es falta de orden o desorden del organismo, por supuesto no del todo, porque si el organismo desapareciere del todo, tampoco sería posible la misma enfermedad. La enfermedad existe y permanece solo cuando la esencia tiene el mínimo orden, dentro del cual mantiene su existencia. Porque lo que carece totalmente del bien/bondad no existe ni pertenece a los seres; pero lo que tiene mixta su naturaleza a causa del Bien/Bondad pertenece a los seres. En concreto, pertenece a los seres y existe sólo en el grado que participa al Bien/Bondad; o más o menos todos los seres pueden tener un mayor o menor grado de existencia, en la medida del grado que participan del Bien/Bondad, porque, en relación al ser de por sí o autoser, lo que carece completamente de ser es pura nada, ni existirá. Pero aquello que en parte es ser y en parte es “no ser” no existe en cuanto ha caído del eterno Ser; pero en la medida que participa del Ser realmente existe analógicamente, y así  gracias a esta participación se conservan y mantienen juntamente toda su existencia como también su “no ser”.

Y el mal que se ha caído y apartado totalmente del Bien/Bondad no es bien/bondad en grado superior ni inferior. Aquello, en cambio, que en parte es bueno y en parte no bueno, se opone y combate en parte contra el bien/bondad, pero no a todo el Bien/Bondad. En concreto esto se mantiene gracias a su participación parcial del Bien/Bondad; de ese modo, el Bien/Bondad pone subsistencia donde hace falta, al ofrecer plena participación de sí mismo. Porque si desapareciera por completo el bien/bondad, no quedaría nada enteramente bueno/bondadoso o bueno/bondadoso mezclado con el mal, ni siquiera el mismo mal. Porque si el mal es un bien/bondad imperfecto, por la total ausencia del bien desaparecería todo bien, perfecto o imperfecto. Y sólo entonces puede existir y aparecer el mal cuando es malo frente a los que combate y se opone, y cuando se aleja de los otros porque son buenos. Es totalmente imposible que una cosa sea y no sea al mismo tiempo bajo el mismo aspecto o es imposible que combatan entre sí las mismas cosas en relación con las mismas cosas. Por consiguiente, el mal no es ser.

 

  1. El mal tampoco está dentro en los seres, porque si todos proceden del Bien/Bondad, si el Bien/Bondad está en todos los seres y contiene todos los seres, no hay lugar para el mal en los seres y cosas que son, pues si lo hubiera, el mal estaría en el Bien/Bondad. Pero el mal no puede estar en el Bien como no puede el frío estar en el fuego, así también el mal no puede estar en el que transforma también el mal en bien.

Supongamos que el mal está en el Bien/Bondad, ¿de qué manera puede estar el mal en él? ¿Cómo procede del Bien? Eso es absurdo, imposible, pues, como dice la Escritura: “No puede el árbol bueno dar malos frutos” (Mt 7,18), ni al contrario. Por tanto, si no procede del Bien/Bondad, está claro que se origina de otro principio y causa. Pero así o el mal procede del Bien o el Bien procede del mal. Pero si esto fuere imposible, tanto el Bien como el mal procederían de otro principio y causa. Porque es imposible que dos cosas sean único principio. La mónada-unicidad es el principio de toda dualidad.

Y en efecto, es absurdo que de una sola y misma cosa procedan y toman existencia dos totalmente contrarias, y que el mismo principio no sea ni simple ni único, sino dividido y de doble forma en contradicción consigo mismo y alterado.

Y por supuesto que no es posible que existan dos principios de los seres, y estos principios sean opuestos el uno al otro en el universo y estén siempre en conflicto. Si esto se considerara así, Dios mismo no sería sin pazos (impasivo), ni estaría tranquilo ni libre de molestias y perturbaciones. Y si hubiera algo que le perturbaría, entonces todo debería estar en desorden y en continuo conflicto. Al contrario, el Bien/Bondad transmite a todos los seres agapi y los santos teólogos cantan himnos de alabanza al Bien/Bondad como “absoluta paz y dador de paz a todos los seres” (Jn 12,27). Por eso todos los seres buenos/bondadosos se muestran amables, amistosos y están en armonía entre sí. Todos son brotes de una misma vida y aspiran hacia el Uno Bien/Bondad. Todos son afables uno con el otro y tienen la misma naturaleza.

Por tanto, el mal no está en Dios, ni es divino, ni es divinizado, tampoco proviene de Dios. Porque si Dios fuera autor del mal habría que decir que Dios no es bueno, que Él no es quien crea los bienes. No puede ser que unas veces produzca bienes y sólo algunos y otras no. Si ésta es su manera de obrar, habría en Él cambio sustancial y alteración y aun respecto a lo que es en Él más divino: Causa universal. Por tanto, si el bien/bondad está en la sustancia o existencia de Dios, el Dios que se mueve siempre hacia el bien/bondad sería unas veces “el ser” y otras “no ser”. Y si por otra parte, tiene el bien/bondad por participación, sin duda lo tendrá de algún otro no de sí mismo, y así Dios lo tendría unas veces y otras no. En conclusión: El mal ni procede de Dios, ni está en Dios de manera  absoluta ni en relación por algún tiempo.

 

  1. Pero tampoco en los ángeles se encuentra mal. Porque si el ángel bueno anuncia la bondad divina, él mismo participa de su misma bondad en segundo rango, pues su mensaje es anterior y causa del mismo ángel, entonces el ángel es icona/imagen de Dios, es una manifestación de la luz oculta e increada, es un reflejo y espejo puro, brillante, limpio, inmaculado, que recibe, si es lícito hablar así, toda la hermosura de la bondad de la entidad deiforme y haciendo fulgurar en sí mismo, en cuanto es posible, la bondad del silencio místico e inaccesible. Por tanto, el mal no está en los ángeles.

Dirá alguno: ¿quizás ellos son malos por castigar a los que pecan? Pero, bajo esta lógica, serían malos también los que corrigen y hacen sentar cabeza a los transgresores y a los sacerdotes que prohíben a los profanos participar en los misterios sagrados. Sin embargo, no es malo que uno sea castigado, sino que uno hacerse merecedor de castigo; no está el mal en apartar e impedir a los profanos de los misterios sagrados como se merecen, sino en estar manchados con delitos y hacerse indignos de los inmaculados misterios.

 

  1. Ni aun los demonios son malos por su naturaleza; porque si lo fueran no procederían del Bien/Bondad ni pertenecerían a los seres, ni han caído del Bien/Bondad, ya que por su naturaleza son también siempre malos. Por lo demás, ¿son totalmente malos consigo mismos o lo son para otros? Si es válido el primer caso, se perjudican y se destruyen a sí mismos. Si es válido el segundo caso que lo son para otros, ¿cómo dañan y qué destruyen: la esencia, la dinami-potencia o la energía? Si destruyen la esencia, quede claro ante todo que no pueden hacer lo contrario a su naturaleza, porque no pueden desgastar, corromper las cosas que son incorruptibles por su naturaleza, sino sólo aquellas que están sometidas a corrupción y descomposición.

En segundo lugar, el hecho de destruir o desgastar no es un mal en sí mismo en todos los casos y circunstancias (la corrupción consecuencia del mal no es mal absoluto). Además, ningún ser puede ser destruido en cuanto a su esencia y naturaleza, sino que la destrucción es por falta de equilibrio natural en la expresión armoniosa y simétrica del conjunto hasta el punto de no poder seguir en el mismo estado siendo lo que es. Pero esta debilidad no es total. Si lo fuese habría acabado por completo con el proceso de descomposición y con el ser que la padecía. Eso equivaldría a la propia descomposición y muerte. Por tanto una debilidad de este tipo no es mala, sino falta de bien; porque lo que está absolutamente privado de bien no puede existir ni siquiera entre los seres. La misma razón puede darse respecto a la destrucción o desgaste de la dinamis-potencia y de la energía.

Entonces, ¿cómo es que los demonios sean malos, ya que provinieron de Dios? Porque el Bien/Bondad produce y da hipóstasis (base substancial) sólo a buenos. En efecto, uno podría responder que se llaman malos no por la esencia de su existencia, porque provienen del Bien/Bondad y se les ha sido dada esencia buena, sino en relación con lo que no son, porque como dicen las Escrituras, “no tenían vigor para mantener su axioma y abandonaron su propio domicilio” (Jud 6). Pregunto: ¿En qué decimos que los demonios se convirtieron en malos, sino en el hecho de haberse negado a amar, desear y cumplir bienes divinos? De otro modo, si los demonios hubieran sido malos por naturaleza, lo habrían sido desde siempre malos; pero el mal es inestable y variable; Si el mal no es permanente y los demonios permanecen siempre en la misma situación o estado, no son esencialmente malos; porque el ser invariable permanentemente es una propiedad del Bien/Bondad, y si los demonios no han sido siempre malos, no lo son por su naturaleza, sino que su malicia consiste en la falta de bienes y cualidades angélicas.

Ni tampoco están absolutamente privados de bien en cuanto han recibido existencia, viven, entienden, y en general queda aún en ellos cierto movimiento de deseo. Se dice que son malos por razón de su flaqueza en actuar de acuerdo con su naturaleza. El mal en ellos, pues, es una desviación y ausencia, un desvío y abandono de aquellas cosas que les son connaturales, es privación, imperfección, impotencia, es también debilitamiento, huida y caída de la facultad y de la fuerza que los conservaría a su existente perfección interior.

Pero ¿qué hay de malo, además, en los demonios? Furor irracional, deseo loco, imaginación y fantasía perturbadora. Pero esto, aunque se encuentre en los demonios, no lo hay en todos, no todos los seres son malos en sí absolutamente. Porque existe también otros organismos vivos que no es la posesión de estas cualidades lo que los lleva a la muerte y, por consiguiente, al mal, sino la falta de ellas, y el poseerlas, los salva y mantiene en existencia la naturaleza del animal que las tiene.

Por tanto, los demonios no son malos por cuanto hay en ellos conforme a su naturaleza, sino cuando no entran en razón y no se amoldan conforme a ella. Ni todo el bien que les fue concedido se ha alterado y ha desaparecido absolutamente; sino que ellos mismos se apartaron del bien que se les había concedido. Ni tampoco podemos decir que han sido completamente cambiadas las dotes angélicas que recibieron, sino que se encuentran íntegras, claramente visibles y brillantes, por más que ellos, en manera alguna, no las vean y reconozcan, porque han sellado y embotado su poder de ver el bien, ni siquiera en sí mismos.

Por tanto, sobre su esencia también provienen del Bien/Bondad y son buenos y se inclinan para lo bello y el bien, ya que desean la existencia, la vida y la comprensión de los seres; se llaman malos por la privación, la evitación y la caída de los bienes que pertenecen a sus naturalezas. Son malos en lo referente de lo que no son; desean el mal, porque desean lo que no son.

 

  1. Pero quizá alguien pueda decir de que son psiques-almas malas. Pero si da a entender que son malas porque vienen en contacto con los malos, cuando provén para su salvación, eso no es malo, es bueno, procede del Bien, que saca bien del mal. Pero si decimos que las psiques-almas se hacen malas, no es por otra cosa sino por la falta en los buenos hábitos y actos, como también por su fracaso –a causa de su debilidad- a conseguir el bien y porque han caído del Bien/Bondad. Porque también decimos que el aire que nos rodea se oscurece por deficiencia en la luz y su ausencia. Pero la luz es siempre la misma luz, el que ilumina las tinieblas. Así ocurre con el mal. Por lo tanto, el mal, en cuanto tal, no está ni en los demonios ni en nosotros como esencia del mal, sino como ausencia, falta y carencia de perfección de los bienes de nuestra naturaleza.

 

  1. Pero tampoco hay que buscar el mal en los animales irracionales. Porque si suprimes el furor, la concupiscencia, el deseo y demás cosas que se llaman malas, en realidad no lo son en su naturaleza. El león, por ejemplo, si pierde su fiereza y soberbia, deja de ser león. El perro, si es manso para todos, deja de ser perro, pues lo propio de él es vigilar, dejar que el dueño se acerque y ahuyentar a los extraños. Así el que no se altere la naturaleza en modo alguno no es malo; alteración o corrupción de la naturaleza es la debilidad, impotencia y falta de hábitos buenos, de energías y de fuerzas naturales. Y si todo cuanto nace adquiere su perfección con el tiempo, entonces la imperfección no es totalmente contraria a la naturaleza en general.

 

  1. El mal no está formando parte de la naturaleza en cuanto tal en general. Porque si todas las leyes/logos50 naturales proceden del sistema universal de la naturaleza51, no hallamos nada que las contraríe. Tan sólo en el dominio de lo particular se puede hablar de ir contra naturaleza o conforme a ella. Con relación a lo que es contra naturaleza, en unos lo es bajo un aspecto y en otros no es así. La maldad de la naturaleza es la contra-natura, es decir, la falta de los elementos de la naturaleza. Es mal en la naturaleza lo que es contrario a ella y la priva de lo que es natural. Por tanto, no existe mal en la naturaleza. El mal consiste en la incapacidad que tienen las cosas o elementos naturales a realizar las cosas que están de acuerdo con su naturaleza. (51Son los logos espermáticos de los seres. 52 sistema universal es como la idea total o la voluntad de Dios).

 

  1. Pero el mal tampoco existe en los cuerpos. Porque la fealdad y la enfermedad son un defecto de forma y carencia del orden debido al cuerpo. Pero esto no es absolutamente malo, sino menos bueno. Porque si desapareciera por completo la hermosura, la forma y el orden se destruiría por completo también el mismo cuerpo.

También es obvio que el cuerpo no es causa del mal en la psique-alma. El mal, para actuar, no necesita estar pegado a un cuerpo, como está claro en el caso de los demonios. El mal, sea en la mente, en las almas o en los cuerpos, es siempre una debilidad y defecto de posesión de las propias fuerzas y bienes y la caída de estos.

 

  1. Ni siquiera puede admitirse aquella sentencia común, que dicen: «En la materia está el mal, en cuanto es mal». Porque la misma materia participa también a la hermosura, al orden y a la forma del cosmos. Si la materia se encontrara fuera de todo esto, por su propia naturaleza no posee cualidad ni belleza y forma alguna, ¿cómo podrá producir algo si ni siquiera tiene capacidad receptiva y de soportar algo? Además ¿cómo puede la materia ser mala? Si no existe en ninguna parte y de ninguna manera, entonces no es ni buena ni mala. Si de alguna manera tiene existencia, tiene que proceder del Bien/Bondad, porque todo bien y ser procede del Bien/Bondad. De este modo, o el Bien/Bondad produce el mal, y entonces el mal es un bien porque procede del Bien, o el mal produce el Bien, entonces el Bien es mal porque procede del mal, o concluimos diciendo que hay dos principios. Pero si hubiera dos, dependerían de algún otro principio único y puntal. Y si, como se dice que la materia fue necesaria para la formación y complementación del mundo del universo, ¿cómo puede ser mala la materia? Ser malo y ser necesario son dos cosas diferentes. ¿Cómo pues, puede el Bien producir algo bueno de lo malo? ¿Y cómo puede ser malo aquello que necesita el Bien? Porque el mal huye de la naturaleza del Bien. Pero ¿cómo la materia, si es mala, engendra y nutre la naturaleza? Porque el mal en cuanto mal nada engendra, nada nutre, nada hace, nada salva. Ahora bien, si uno sostiene que la materia no causa el mal en las psiques-almas, pues sólo las instiga y las atrae hacia al mal, ¿cómo puede ser eso verdad, puesto que muchas psiques-almas aspiran y tienen la mirada puesta derechamente en el Bien/Bondad? ¿Cómo sería esto posible si la materia inclinase y arrastrase las psiques-almas irresistiblemente al mal?

Por consiguiente, la materia no es causa del mal en las psiques-almas, sino que el mal les viene de cierto movimiento desordenado y pecaminoso. Por supuesto si sostienen también esto, de que este movimiento seguro que sigue la materia, la materia inestable es necesaria para los que no pueden consolidarse por sí mismos, ¿entonces cómo puede ser necesario el mal o cómo puede ser malo aquello que es necesario? (53. La conclusión es que la naturaleza no es mala desde el principio).

 

  1. Pero ni esto que decimos por costumbre es válido, de que la privación lucha contra el bien por su propia fuerza. Porque la privación absoluta es totalmente impotente, en cambio la privación parcial tiene su fuerza no en cuanto privación, sino por cuanto no es privación total. Es decir, cuando tenemos privación parcial de bien, todavía no es un mal, y cuando sucede privación total del bien entonces desaparece también la misma naturaleza del mal.

 

  1. En resumen, diciendo que el Bien/Bondad procede de una sola causa, íntegra y universal, mientras que el mal se origina de muchas y parciales faltas y privaciones de bien. Dios conoce el mal en lo que tiene de bien. En el bien, las causas del mal son fuerzas para el bien. Porque si el mal es perpetuo y crea y tiene dinami (fuerza y energía), existe y opera, ¿de dónde toma todas estas habilidades? ¿Del Bien o del mal producido por el Bien o proceden ambos de una tercera causa?

Cada cosa que está de acuerdo con la naturaleza nace de una causa determinada. Entonces si el mal, que no tiene causa determinada, será contrario a la naturaleza, y lo que es contra naturaleza no existe en la naturaleza, como en el arte no hay lugar para lo que no es artístico. ¿Será entonces la psique-alma la causa del mal como el fuego es causa del calor, y llena de malicia a todo lo que se le acerca? O ¿quizá será que la naturaleza de la psique-alma es bondadosa/buena por naturaleza, y sólo por sus energías y operaciones procede y aparece a veces de una manera y a veces de otra? Si la existencia de la psique-alma es mala por naturaleza, ¿de dónde le viene su ser o existencia? ¿Quizá de la Causa buena, creadora de todos los seres y cosas? Si tal es su origen, ¿cómo puede ser esencialmente mala, ya que todos los efectos que proceden de esta son buenos? Si, al contrario, el mal radica en las operaciones y energías de la psique-alma, esto tampoco es invariable. Si no ¿de dónde procederían las virtudes si esta no se ha hecho de forma bondadosa? ¿No proceden éstas de un principio inclinado al Bien? Nos queda, pues, la conclusión de que el mal es una debilidad y falta del Bien.

 

  1. La causa de todos los bienes es una sola. Si el mal es contrario al Bien/Bondad, muchas deben ser las causas del mal. Por supuesto que no son los principios, energías y fuerzas creativas las causas del mal, sino la impotencia, la debilidad, la enfermedad y cierta mezcla des-armoniosa y discordante de cosas diferentes y desiguales54. Los males no son inmóviles ni siempre inalterables, sino que son múltiples, vagantes y con infinidad de variaciones. Además, el Bien/Bondad debe ser el principio y finalidad del mal y de todos los bienes, porque a causa del Bien/Bondad existen todas las cosas, buenas, malas y sus opuestos. Porque también estas las hacemos por el deseo del bien, por supuesto que nadie proponiéndose el mal. Por eso el mal no tiene hipóstasis (base substancial) sino que es el simulacro de una existencia degenerada, ya que adquiere su existencia a causa del Bien/Bondad y no de sí mismo. (54 La diferencia entre los seres y el mal es que, de los primeros las causas son sus logos o razones, sus ideas y sus dinamis, y del segundo la causa es la impotencia y debilidad).

 

  1. La existencia del mal debemos tomarla como acontecimiento accidental y de otra causa y no por su propio principio. Así que lo que se hace, por supuesto que se ve como correcto, porque se hace a causa del bien, pero en realidad no es correcto, porque consideramos como bien algo que no lo es. Se ha demostrado claramente que una cosa es lo deseado y otra cosa es lo que se hace. Por tanto, el mal es desviación del camino, del propósito, de la naturaleza, de la causa, del principio, de la finalidad, del término o límite, de la voluntad y de la hipóstasis (base substancial). Así que el mal es privación y carencia, enfermedad, pecado y asimetría, ausencia de propósito, de finalidad y de vida, le falta nus y lógica; es imperfecto, sin fundamento, sin causa, indefinido o abstracto, estéril, inoperante, desordenado, inestable, inerte, débil, confuso, desemejante, tenebroso e insustancial; por sí mismo es totalmente sin existencia.

Entonces, ¿cómo puede el mal adquirir alguna fuerza en general, estando mezclado con el Bien/Bondad? Porque lo que es totalmente nada en su mezcla con el Bien carece de ser, de fuerza y de poder, y si el Bien es ser con voluntad, con poder, con energía y acción, ¿cómo aquello que es opuesto del Bien/Bondad, lo que está privado de esencia, voluntad, fuerza, energía y operatividad tiene poder alguno contra el Bien? La razón es porque las cosas malas no son totalmente malas bajo todos los aspectos. Para el demonio, el mal consiste en haberse desviado y apartado de ser nus-espíritu bondadoso; para la psique-alma es la desviación de la lógica; y para el cuerpo es la desviación de la naturaleza.

 

  1. Dado que hay Providencia, ¿cómo pueden existir los males? El mal en cuanto tal no es ser, no tiene existencia ni está en las cosas. Además, ningún ser se encuentra fuera de la Providencia, porque el mal ni siquiera tiene existencia si está separado e independiente del bien/bondad. Y si no existe ser alguno que no es partícipe del bien, y el mal es la carencia de bien/bondad, mientras que ningún ser está completamente desprovisto de bien/bondad, entonces la Providencia de Dios debe estar en todos los seres sin poder faltar en nada. Y hasta de aquellos que se hicieron malos la Providencia los utiliza de modo bondadoso para utilidad de los mismos o para los otros, colectiva o particular, y proviene para cada uno de los seres según el modo que le conviene y le va bien.

Por eso tampoco debemos aceptar el logos de muchos de los cuales dicen que la Providencia debe conducirnos a la virtud sin nuestra voluntad aunque no quisiéramos. El alterar nuestra naturaleza no es una característica de la Providencia. Por lo cual, como providencia que conserva la naturaleza de cada ser, mira por quienes disfrutan de libre albedrío para que actúen por determinación e iniciativas propias, como individuos o como grupos, de manera general y propia de cada uno, en cuanto la naturaleza de aquellos a quienes se provee es capaz de los beneficios de la Providencia universal y fecunda. Beneficios que son dados a cada uno según su capacidad.

 

  1. Por consiguiente, el mal no es nada, ni existe en los seres y en las cosas. El mal en cuanto tal no se encuentra en ninguna parte, y su origen se debe a la debilidad e impotencia, no a un poder y fuerza. La esencia de la existencia de los demonios es en sí mismo buena y procede del Bien/Bondad. El mal en los demonios proviene de la caída de sus naturalezas de sus bienes/bondades y la alteración de ellos es una impotencia de permanecer en aquel estado permanente de perfección y en las virtudes propias de los ángeles. Ellos también desean el Bien/Bondad, en el grado que desean la existencia, la vida y el entendimiento. Pero al grado que deseen el Bien/Bondad, desean lo que no son, el “no ser”. Esto no significa falta de deseo, sino más bien falta de orientación hacia Bien/Bondad.

 

  1. Las Escrituras llaman “los que en conciencia o conocimiento pecan” (Rom 1, 18-20), a los que se presentan como impotentes y débiles en relación con la verdadera gnosis/conocimiento o la realización del bien y a los que conocen la voluntad de Dios y no la realizan (Lc 12,47); también a los que por una parte han oído la enseñanza, pero son débiles en la fe o en la realización del bien (Mrc 4,18), y en concreto algunos que no tienen la voluntad ni disposición de entender la realización del bien, a causa de su desviación o la debilidad e impotencia de su voluntad. En general, mal, como he dicho muchas veces, es enfermedad, debilidad, impotencia, falta de conocimiento, ignorancia de la verdadera gnosis59, deficiencia de fe, de deseo y de realización del bien. (59 La gnosis/conocimiento simple es la humana y mundana; en cambio la gnosis inolvidable e increada es la divina).

Pero podrá decir alguno que la enfermedad no merece castigo, antes bien, es digna de perdón. Este logos sería correcto y justo si el hombre careciese de fuerza y le faltase “poder” para superar su fragilidad y enfermedad. Pero si el “poder” proviene del Bien/Bondad, que sin excepción alguna da a todos sus características, según las Escrituras, entonces es seguro que no es elogiable la debilidad, impotencia, desviación y caída de la adquisición de los bienes de nuestra naturaleza. Pero todo esto ya lo expuse con detenimiento, según mis fuerzas, en el tratado “Sobre el Juicio justo y divino”. En aquel piadoso tratado, la verdad de las Escrituras rechazó las impías y necias razones sofísticas que atribuyen a Dios injusticia y mentira.

Por ahora, según nuestras posibilidades, hemos tributado suficientes alabanzas al Bien/Bondad, en cuanto es digno de alabanza por ser realmente maravilloso, como principio y fin de todos y de todas las cosas, como fuerza y poder de todos los seres que contiene, como el que da forma a los que no son, como causa de todos los bienes, como causa que no crea los males, como bondad y providencia plenamente perfecta, que transciende de los seres y los que no son ser o “no seres”, capaz de transformar en bien los males y lo que está privado de bien, como esto que es deseado, amado y querido por todos, como también todo lo precedido como creo que antes ha demostrado el verdadero logos.

 

(En este mundo donde el bien/bondad circula libremente por Dios y de Dios, no hay espacio para el mal como entidad particular. El mal no es ser, ni “no ser”, tampoco hipóstasis (base substancial); es parahipóstato, es decir, una especie de parásito. Y no está en los demonios ni en los hombres, sino que es falta y ausencia de la perfección de los bienes. Es de una manera perturbación del orden del universo. Sólo Dios con la progresión de sus energías increadas y las iluminaciones disgrega regularmente los órdenes y penetra en todos los grados del universo y los rige de modo bondadoso. Sobre la cabeza del universo está el Logos, el cual mueve también la diania (mente, intelecto, cerebro) y el nus: “el conductor es el Logos Cristo… el nuestro” (Jerarquía Celeste, 2,5). Es la luz increada paternal por el cual se ha conseguido la comparecencia de los hombres en la primera luz increada, el Padre.)

 

CAPÍTULO 5: Sobre el ser esencia y sobre los “ejemplos o arquetipos”

 

  1. Pasemos ahora al nombre divino de la ουσία-usía esencia, es decir, al nombre divino real del “Ser”, que existe realmente1 (1 Es el nombre del On/Ser, el ontológico y esencial). Haremos sólo la siguiente explicación: el propósito de nuestro logos no es tratar de mostrar la supraesencial esencia sobre la supraesencialidad de su naturaleza; porque esto es algo que no podemos expresarlo ni conocerlo, es totalmente inefable, desconocido y por encima de toda unidad; pero alabaremos con himnos la energía (increada) y principio de la absoluta Fuente de la esencia que da esencia al conjunto de los seres. Porque el nombre divino «Bien/Bondad», conforme manifiesta y presenta el conjunto de las energías (increadas) de la Causa de todo que se extiende al ser y al “no ser”, (o el ser sin las características del ser) al mismo tiempo que los trasciende. Pero el nombre de «Ser» se dice de todos los seres que son y que los trasciende a todos. Por otra parte, el nombre «Vida» se extiende a todos los seres vivientes y a todos los trasciende. Finalmente, el nombre «Sabiduría» se extiende a los seres inteligentes que tienen nus, son lógicos y sentimentales y a todos los trasciende.

 

  1. Nuestro logos, pues, desea alabar en himnos estos nombres divinos de Dios que manifiestan su divina Providencia. No prometo aquí explicar y aclarar la bondad supraesencial ni la esencia, la vida y la sabiduría de la Deidad que todo lo trasciende, como nos dicen las Sagradas Escrituras en partes escondidas/apócrifas que está por encima de toda bondad, divinidad, ser, sabiduría y vida. Pero alaba en himnos la Providencia misericordiosa y bondadosa, que se manifiesta sobre nosotros como Bondad eminente y Causa de todos los bienes/bondades y como ser, vida, sabiduría y como causa creadora que da la esencia/sustancia, la vida y la sabiduría-sofía a los que han recibido sustancia/esencia y vida, nus, lógica/logos, sentido y sentimiento. Por supuesto que nuestro logos no toma como otra cosa la bondad/bien y otra cosa el ser y otra cosa la vida o la sabiduría, no existen, dice, muchas causas ni existen muchas deidades que producen otras superiores o inferiores, sino que el conjunto de las energías bondadosas, como también los nombres divinos que se alaban en himnos por nosotros se refieren a Dios uno. El primer nombre (bondad/bien) manifiesta la perfecta y plena providencia del Dios uno, en cambio los otros manifiestan sus providencias generales o parciales

 

  1. Alguno se podría preguntar: “Mientras que el Ser se extiende por encima de la vida y de la sabiduría, ¿por qué los vivientes se anteponen o superan a los que son meramente seres, los sensitivos a los meramente vivos, a éstos los racionales, y a los racionales los espirituales que están más cerca de Dios4 y en más íntima relación con Él? Podría pensarse que cuanto más parte tengan en las donaciones más grandes de Dios, más aventajan y destacan a los otros”. (4 Las categorías de la existencia se distinguen aquí en cinco: seres en general, los vivos, los sensibles, los lógicos y los nus-espíritus celestes, que corresponden a la usía-esencia, al sentimiento o sentido, al logos y al nus-espíritu).

Esto por supuesto sería correcto si uno percibiera que los seres espirituales-noerós con nus no tienen esencia ni vida. Pero si los divinos nus (ángeles) tienen existencia superior que los otros seres y vida superior de los otros organismos vivos, y si comprenden y conocen por encima del sentido o lógica y si desean y participan a lo bello y bondadoso más que todos los seres, entonces estos más bien tienen una posición más cerca al Bien/Bondad, ya que ellos participan en grado superior y han recibido de Él más y mayores donaciones5. De modo semejante, los seres lógicos/racionales aventajan a los sensitivos simplemente porque gozan de la lógica, razón y sano juicio; a su vez, éstos aventajan a los meros vivientes por el hecho de ser sensibles, y los vivientes, por su vida, a los demás que no la tienen. Pues, a mi parecer, ésta es la verdad: Los que participan al uno y gran donante Dios en grado superior están más cerca a Él y más excelentes y divinizados son con respecto a los demás seres. (5 Los ángeles superan a los demás seres porque contienen todas las categorías de la existencia: nus-espíritu, logos, sentido o sentimiento, vida y esencia-usía).

 

  1. Puesto que ya hemos hablado bastante de todo esto, hablemos ahora del Bien/Bondad, como puro ser real y como tal, ofrece la existencia a todos los seres. El Dios existente o ser (Ex 3,14) es en dinami (potencia y energía) de su naturaleza, la sobreesencial y transcendental causa hipostática de todo “ser”. Es Causa sustancial y autor de todo ser, hipóstasis-persona, existencia, sustancia y naturaleza, es principio y medida de todos los siglos, realidad o ser de los tiempos y eternidad de los seres; es el tiempo de las cosas que se hacen, la existencia de las que tienen cualquier tipo de existencia, el génesis-generación de las cosas que tienen cualquier tipo de génesis. De Él que es el Ser provienen la eternidad, la esencia, el ser, el tiempo, la generación-génesis y lo que se hace, lo que de algún modo existe y lo que por sí existe. Porque por supuesto el Dios no es de un modo concreto ser, sino absolutamente e ilimitadamente, ya que abarca y contiene de antemano en sí todo el ser. Por eso, se llama también «Rey de los siglos» (1Tim 1,17), porque en Él, con Él y por Su dinamis increada (potencia, poder y energía) todo ser es y subsiste, en cambio el mismo no fue antes ni será después, ni es un devenir, ni llegará a ser, más bien no existe en tiempo; sino que Él es la existencia para todos los seres y cosas, y no sólo de los seres sino también el mismo ser de los seres proviene del eterno o perpetuo ser. Porque Él es siglo de los siglos, “el que existe antes de los siglos”.

 

  1. Recapitulando, pues, diremos que todo ser y todos los siglos reciben su existencia de aquel que preexiste. De Él proceden todo siglo y tiempo y el principio y la causa de cada siglo y tiempo, ya que para todo que tiene un tipo de existencia, también Él es el que preexiste. Todo participa de Él, no se aleja ni es ausente de ningún ser. “Él existe antes que todo y todo se ha compuesto en Él”.

Y en general, todo lo que tiene un tipo y fundamento de existencia, existe, se entiende y se conserva en Él que preexiste. En concreto el Ser supera y trasciende de todas las otras participaciones en él. Y es el mismo Ser y es el Ser de por sí o Autoser, es superior y anterior de la vida por sí, de la sabiduría de por sí y la divina semejanza de por sí8. (8 La autovida, la autosabiduría y lo demás, son autovida, autosabiduría-sofía antes que las cosas particulares o parciales. Por tanto el ser precede a todo esto).

Es también superior de todas las demás cosas, en las cuales participan los seres, pero antes que nada participan en el Ser. O mejor dicho, todas las mismas cualidades, en las que participan los seres, participan también al mismo Ser. Y no existe ningún ser del cual la esencia y el siglo no sea el que es del por sí Ser o Autoser.

Por lo tanto, con razón el Dios, gracias a la donación superior que las otras donaciones, en relación con todo lo demás es alabado y se llama de modo excepcional «el Ser ο ων/on o El Que Es». Porque, conteniendo desde antes el preexistir en grado eminente y el existir por encima de todo lo demás, desde antes dio hipostasis-base substancial a todo el ser, me refiero a este de por sí mismo ser o autoser, y con este sí mismo ser o autoser dio hipóstasis y existencia a todos los géneros parciales o particulares. Así, pues, todos los principios de los seres, como participan exactamente al Ser, existen y a la vez son principios; pero primero existen y después son principios.

Y si quieres sostener que la de por sí vida o autovida es el principio universal de los que viven, como vivientes, y la de por sí semejanza de los semejantes, como semejantes; y la de por sí unidad de los unidos, como unidos; y la de por sí orden de los ordenados, como ordenados; pero también de todas las demás cosas, las que participan a una u otra o en las dos o en muchas10, verás las de por sí participaciones11 que participan primero al ser y que existan primero por la participación al ser; después, tal como son principios del uno o del otro, las verás que con la participación al ser también que existan y sean participadas. Y si estas cosas existen por la participación en el Ser, con mucha más razón existen gracias a estas participaciones. (10 El significado de este pasaje es que entre todos los demás seres el que participa, por ejemplo, de la gnosis es gnóstico, el que participa de las dos es a la vez vivo y gnóstico, el que participa en más cualidades o atributos es más, igual que los ángeles.

11 El Dios es el Ων/On/Ser. De Él proviene el ser, la vida etc. Primera forma de estos es el autoser o ser de por sí, la autovida o la vida de por sí y los semejantes. Estas son coparticipaciones que se hacen participaciones para otros seres).

 

  1. Así, pues, la de por sí absoluta Bondad o AutosupraBondad12 sublime proyectando primero la donación el de por sí ser o AutoSer, se alaba en himnos por su mayor de las participaciones13; (13 AutosupraBondad es el mismo Dios que está por encima de la bondad. 13 Primera participación es del Ser, de la existencia);

De esta AutosupraBondad que en ella existe también el AutoSer y los principios de los seres y cosas y todos los seres y cosas que de una manera están relacionados y cohesivos por el Ser. Y esto se hace de modo absoluto, global y unitario. Porque también cada número preexiste de una manera indivisible dentro en la mónada o unidad, la cual contiene en sí misma todo número de modo único. Y cada número por supuesto que es unido dentro en la mónada o unidad, pero al grado  que sale de la mónada, al mismo grado se separa y se multiplica. Y todas las líneas o rayos de un círculo co-existen juntamente en una unión con el punto del centro, el cual mantiene en sí las líneas rectas en unidad de modo indivisible y entre sí y hacia el principio común que ellas provienen. En el mismo centro se hallan absolutamente unidas, de modo que cuando se separan poco de éste, también distan y se distinguen más entre sí. Y por decirlo de modo general, cuanto más cercanas estén del centro, tanto más unidas estarán entre sí y con el centro; y cuanto más se distancian del centro, tanto más se distanciarán entre sí.

 

  1. Pero también en toda la naturaleza del universo todos los logos o leyes de cada naturaleza son concentradas en una unión in-confusa. Y en la psique-alma se combinan de modo unitario todas las dinamis (fuerzas y energías) que proveen para todas las partes del cuerpo. Por eso no tiene nada de absurdo que desde las pequeñas e insignificantes imágenes y ejemplos nos elevemos a la única Causa de todas las cosas y consideremos, con ojos que ven más allá del universo y contemplemos dentro de la Causa de todo, todo unido y uniforme, aun las cosas contrarias entre sí14. (14 Los seres y cosas particulares del universo existen en la causa de todo, en Dios unidos y singularmente como logos creativos).

 

Porque Él como Causa es el principio de los seres y cosas. De ella provienen el ser mismo y toda clase de seres, todo principio, todo fin, toda vida, toda inmortalidad, toda sabiduría, todo orden, toda armonía, toda dinami potencia y energía, toda conservación, toda permanencia, toda inteligencia, todo logos y razón, todo sentido, todo hábito, todo estado, todo movimiento, toda unión, todo temperamento, toda aplicación, toda amistad, todo discernimiento, toda distinción, toda definición y todo atributo, que, por el mero hecho de ser, imprime su sello en todos los demás seres. Además, de esta misma Causa universal provienen todos aquellos seres o existencias inteligentes o inteligibles y espirituales, los ángeles deiformes y la naturaleza de nuestras psiques-almas y todas las cosas que se dice que existen particularmente o dentro en otros o por invención.

 

  1. Por tanto, las santísimas dinamis (potencias) que realmente existen y son afianzadas de una forma a las puertas o bordes de la supraesencial Trinidad, de ella y en ella tiene su existencia y su deiforme existencia. Después de aquella, las dinamis-potencias inferiores están en inferior existencia y las últimas a la última existencia a lo referente a los ángeles, pero superior aún en relación a nosotros.

Y las psiques-almas y todos los demás seres por la misma analogía tienen también su existencia y su bondadosa existencia; y existen y tiene existencia bondadosa, porque de Aquel que preexiste han recibido su existencia y su bondadosa existencia ; existen y son bondadosos en él y de él empiezan, en él se conservan y en él resultan.

Aquel que es primero ante todo, da la más alta medida de existencia a los seres y esencias más elevados que la Escritura las llama existencias eternas (ver, Salmos 23, 7 “puertas eternas”). Pero el Ser en sí nunca abandona a todos estos seres, y su existencia pura proviene de él que preexiste. El ser pertenece a él es una faceta de él y no él al ser. No está contenido en el ser, sino que Él contiene el ser. El ser tiene su causa de Él y no Él al ser. El mismo es siglo, principio y medida del ser, ya que preexiste antes que la esencia, el ser y el siglo. Es el principio creador, el medio y el fin de todas las cosas.

Por esa razón el que realmente preexiste por las Sagradas Escrituras se presenta y se llama de muchas maneras multiplicándose según toda concepción de los seres. Así correctamente se alaba y se atribuyen himnos en Él que es pasado, presente y futuro (Apoc 1,8 · 4,8 · 11,17).

Porque todas estas características, para los que alaban en himnos a Dios de modo adecuado, significa que durante toda concepción de los seres Él existe de modo supraesencial y que Él es la causa de toda clase de géneros de seres y cosas. Porque no puede ser que sea para una cosa y para la otra no lo sea, ni tiene una clase de género existencia y la otra carece, no la tiene; sino que Él es todo porque es la causa de todo; y tiene desde antes y contiene en sí mismo todo principio y fin de todos los seres y cosas. Es superior a todo porque de un modo supraesencial existe antes que todo y por encima de todo, todo lo contiene y todo lo trasciende.

Por eso también se atribuyen a Él a la vez juntos todos los atributos, pero paralelamente el mismo no se identifica y no es nada de todo esto.

Él contiene toda forma y género, pero también es sin forma y sin hermosura alguna. Contiene de antemano en sí mismo de modo absoluto y trascendental los mismos principios, medios y fines de los seres y cosas y Él les comunica su pura iluminación, de modo que todo existe en virtud de esta Causa única y absolutamente unida.

Porque nuestro sol que conocemos el mismo es uno y la luz que transmite es simple y no compuesto, opera sobre las esencias y cualidades de las muchas y variadas cosas que vemos. Las renueva, las alimenta, las protege y las perfecciona; establece las diferencias entre ellas y las unifica, las da calor y las hace fructificar, las renueva, las fecunda, las da crecimiento, las cambia, las enraíza y las hace florecer, las aviva y desarrolla cada cosa conforme a su naturaleza y a su manera participa del mismo y único sol, el cual, siendo uno solo, contiene de antemano en sí mismo de forma única las causas de las muchas cosas que participan de él.

Con mayor razón, pues, para Él que constituye la causa también del sol y de todos los seres y cosas, debemos aceptar que en Él preexisten todos los “ejemplos o arquetipos” (los logos espermáticos) de los seres y cosas en una supraesencial unidad. Porque produce esencias sólo durante su éxodo-salida de la usía-esencia. Diciendo “ejemplos o arquetipos” por supuesto que damos a entender los logos de los seres que preexisten de un modo uniforme en Dios y ofrecen la esencia a los seres y cosas. A estos logos la teología los llama “predestinaciones o destinos” (Rom 8,30, Ef 1,5), y también voluntades divinas y bondadosas que determinan y crean los seres y cosas. Y con base a estos logos aquel que es Supraesencia predefinió y produjo todos los seres y cosas.

 

  1. Ahora bien, si el filósofo Clemente (posiblemente se refiera al de Roma) tiene la opinión de que “ejemplos” en relación con algo, se deben llamar los que tienen posición primordial de causa entre los seres y cosas, su discurso no procede conforme al significado propio, perfecto y simple de los nombres. Pero aun aceptando que esto se dice y lo dijo correctamente, estaríamos obligados a recordar la teología de la frase de la Sagrada Escritura que dice: “No te he mostrado estas cosas para que te apegues y arrastres tras de ellas” (Ex 25,40, en general todo el capítulo 25 y otros), para que mediante el conocimiento que tenemos de las cosas seamos llevados, en cuanto es posible, al conocimiento de la Causa de todo.

Realmente esta causa comienza la progresión de su creadora energía y bondad por el Ser, atraviesa mediante todo y completa plenamente todo con el Ser de por sí mismo, mientras se deleita con todos los seres y cosas (Gen 1,31).

Por tanto, reúne de antemano todo en sí mismo, y contiene todas las cosas en su simplicísima infinidad, y paralelamente todos los seres participan asimismo de la Causa de modo indivisible, a semejanza de un sonido de voz, que, siendo muchos los oídos, todos la perciben como una voz.

 

  1. Por consiguiente Aquel que preexiste es el principio y fin o finalidad de todos los seres y cosas»; es el principio por ser Causa; es el fin, porque Él es el propósito para quien todo se hace. Él es el límite de todo y la inmensidad de toda inmensidad y el fin en forma tal que trasciende la contradicción proveniente de dos conceptos opuestos. Como muchas veces he dicho, reúne y contiene previamente en una sola unidad todos los seres y cosas que son, y los ha dado hipóstasis-base substancial. Está presente en todos los seres y en todas las partes universalmente según su unidad e identidad. Pasa a través de todo y paralelamente permanece en sí mismo. Permanece quieto o estable y se mueve, pero de nuevo sin ser quietud ni movimiento. No tiene principio, ni medio ni fin. No está en alguno de los seres y cosas ni es algo de los seres y cosas. Y en general no se puede atribuir a Él algo de las cosas que son eternas ni de las que existen en el tiempo, sino que trasciende el tiempo, el siglo y la eternidad y todas y todos que se encuentran en el tiempo y en la eternidad. Porque Él es la eternidad de por sí, por el cual, de cual y en el cual existen todos los seres y la medida de los seres y todas los seres y cosas que se pueden medir. Pero hablaremos más oportunamente de todo esto en otra ocasión.

 

CAPÍTULO 6: Sobre la Vida

 

  1. Vamos a alabar en himnos ahora la “vida eterna”, (en el sentido del eterno vivo, de Dios), que es fuente de la vida que es de por sí vida o autovida y de toda vida; y desde ella y por ella se siembra y se extiende a todos los seres y géneros, que de algún modo participan en algún tipo de vida, y de modo conveniente a cada uno de ellos. De ella, pues, y causa de ella ha recibido también la existencia y la hipóstasis-base substancial la vida de los ángeles inmortales y su inmortalidad, su incorruptibilidad y en sí del movimiento perpetuo.

Por lo cual los ángeles se llaman siempre vivientes e inmortales; pero desde otro aspecto no son inmortales, porque no tienen por sí la inmortalidad ni la vida eterna, sino de la Causa creativa y vivificante que produce, contiene y conserva toda vida.

Y como decíamos en relación con el Ser, de que es también la eternidad del de por sí ser o autoser, así también aquí decimos que la Vida divina da vida e hipostasis también la de por sí vida o autovida; toda vida y movimiento vital proviene de la Vida, la Vida universal que está por encima de toda vida y de todo principio. De esta Vida les viene a las psiques-almas también el ser inmortales, y todo ser viviente, plantas y animales como un grado ínfimo de vida. Como dice la Escritura: cuando ella se suprime, desaparece toda vida, y todo desaparece por la impotencia y debilidad de participar en ella; cuando retornan de nuevo hacia ella, otra vez se convierten en vivos, (Sal 103,29).

 

  1. En primer lugar regala en la de por sí vida o autovida el ser vida; también en la vida total y en la vida de los géneros particulares regala el ser cada uno vida, de acuerdo con sus capacidades, esto que es por su naturaleza5. (La jerarquización de la vida y de las demás categorías es: a) la vida divina, o sea, Dios, b) la autovida, es decir, la de por sí vida excepto los seres, c) la vida total, o sea, la vida general y d) la vida de los seres por separado).

En las vidas celestiales regala también la inmortalidad deiforme, inmaterial e inmutable, y el movimiento perpetuo, libre de todo error y desviación, que se extiende por la tan sobreabundante bondad también hasta la misma vida de los demonios, pues, ésta no procede de ninguna otra causa, sino que de ella tiene también el ser vida y permanecer. Además regala también a los hombres, a pesar de ser compuestos, una vida similar a los ángeles, al grado que la puedan recibir. Por la abundancia de su filantropía, a nosotros, cuando nos desviamos, nos reclama y nos restablece en sí misma. Y lo que es todavía más maravilloso y divino, ha prometido que nos trasladará íntegramente, es decir, en alma y cuerpo, a la vida perfecta e inmortal; cosa que en la antigüedad los antiguos (filósofos nacionales) esto parecía una cosa contraria a la naturaleza, pero a mí, a ti y a la verdad nos parece cosa divina y sobrenatural.

Cuando digo “sobrenatural”, quiero dar a entender nuestra naturaleza visible y no sobre la omnipotente naturaleza de la Vida divina. Porque para ésta, como es naturaleza de todas las formas de vida, y sobre todo para las más divinas, ninguna vida es contra natura o por encima de la naturaleza. Así que los logos contradictorios referidos a esto por el loco Simón, se deben desestimar y rechazar categóricamente del baile divino y de tu psique-alma santa y espiritual. Porque aquél, aun cuando se creía muy sabio, ignoraba, según creo, que quien posee muy recto juicio no conviene que emplee la razón, evidente auxiliar de los sentidos, contra la escondida e invisible causa de todo. Debemos decirle, por eso, que lo que él estaba diciendo iba contra naturaleza, porque nada hay contrario a esta Causa universal.

 

  1. De esta Causa reciben vida y cuidado todos los animales y todas las plantas. Y sea que te refieras a la vida noerá (con nus), sea a la lógica, sea a la sensible, sea a la nutritiva y creciente, sea a cualquier vida o principio de vida o esencia/sustancia de vida, de ella, la Vida que está por encima de toda vida, también vive, vivifica y en ella tiene la preexistencia sobre la causa de modo unitario. Porque la Vida, la Vida superior y principio absoluto de vida es la causa de toda vida, es la que concede, completa y diferencia toda vida. Es la que debe ser alabada en himnos por cada vida, a causa de engendrar todos tipos de vida, como Vida universal. Ella es la que se considera y se alaba en himnos también como Vida supracompleta sin necesidad de nada como Autovida, como vivificadora que está por encima de toda vida y como supravida o cualquier otro nombre que uno podía con el logos humano alabar esta Vida inefable e inexpresable.

Capítulo 7: Sobre sabiduría, nus, logos, verdad y fe

 

  1. Si te parece, vamos a alabar en himnos la bondadosa y eterna Vida, como sabia y como la por sí misma sabiduría o autosofía, más bien como la que da hipóstasis (fundamento) a toda sabiduría y como la que existe por encima de toda sabiduría y sensatez. Porque el Dios no sólo es supra-completo y “sobre su sensatez no hay medida” (Sal 146,5) sino que está instalado por encima de toda lógica, nus y sabiduría-sofía. Esto lo comprendió maravillosamente de modo sobrenatural aquel verdadero hombre de Dios, (Ierotheo), nuestro común maestro, guía y sol que dijo: “La locura de Dios es más sabia que la sofía-sabiduría de los hombres” (1Cor 1,25). Esto no sólo porque cada pensamiento de nuestra diania (mente, intelecto) es también una forma de engaño, si se compara la estabilidad y firmeza de las perfectísimas comprensiones, sino porque los teólogos por costumbre acostumbran referirse a Dios con expresiones negativas, privativas y opuestas para evitar darle sentido limitado al lenguaje ordinario. Por ejemplo, la Escritura llama «invisible» al que es Luz brillantísima que ilumina todo; al multi-alabado y poliónimo (de múltiples nombres) también le llama anónimo e inaccesible; como también ininteligible e inescrutable al que está presente en todo y que se apocalipta-revela por medio de todos los seres.

De este modo se dice también que el santo Apóstol alaba la “locura” de Dios, elevando a esto que parece absurdo y paradójico, pero nos enseña con eso la verdad inefable e inaccesible superior a toda verdad lógica. Pero, como he dicho en otro lugar, si entendemos de modo humano aquello que es superior a nosotros y a nuestra naturaleza y nos adherimos englobándonos en compañía de los sentidos, con los cuales estamos familiarizados, comparando las cosas divinas con las humanas, evidentemente nos engañamos al intentar entender el logos divino e inaccesible sólo con lo que vemos.

Debemos conocer que el nus (espíritu de la psique) humano tiene por un lado la fuerza, energía y poder de entender y por otro lado, la unión que trasciende la naturaleza del nus, por la cual se une con las que están más allá de sí. Por tanto, de acuerdo con esta unión debemos entender las realidades divinas y no de acuerdo con las medidas humanas; que todo nuestro sí mismo se eleve completamente de sí y nos entreguemos enteramente a Dios; porque es mejor que pertenezcamos a Dios y no a nosotros mismos. Porque así se darán las jaris (energías divinas) o dones a los que llegan a la κοινωνία kinonía (conexión, unión y comunión) con Dios.

Alabemos, pues, esta suprema «sabiduría», que es “ilógica, incomprensible y tonta/loca”, y digamos que es causa de todo nus, lógica, sabiduría, conocimiento y prudencia. En ella pertenece todo pensamiento y de ella proviene toda gnosis/conocimiento, prudencia y sensatez y en ella se encuentran escondidos todos los tesoros de la sofía/ sabiduría y de la gnosis/conocimiento (Col 2,3). Por tanto, de acuerdo con todo lo que ya nos hemos referido, la omnisciente y supra-sabia Causa es la que da hipóstasis (fundamento) a la autosofía/autosabiduría, a toda sabiduría y a las categorías parciales de la sabiduría.

 

  1. De Ella reciben las inteligibles y espirituales dinamis (energías y poderes) los nus angelicales y también sus comprensiones e ideas simples y bienaventuradas. No obtienen la gnosis de Dios mediante divisiones o en fragmentos o por los sentidos o por tratados analíticos lógicos ni están contenidos en algo común a estos, sino que al estar totalmente liberados de cualquier material o plural, captan por intuición y pueden entender las divinas realidades de un modo espiritual-noeró (con el nus espíritu), inmaterial y unitario. La potencia y energía de ellos resplandece por su pureza inmaculada y contempla las concepciones divinas de modo imparcial, indivisible e inmaterial; también con la unidad deiforme se asemejan tanto, en cuanto es posible, al divino y suprasabio nus y logos.

A causa de la divina sabiduría también las psiques-almas reciben sus energías y fuerzas lógicas. Por supuesto que, mientras giran de modo circular y analíticamente alrededor de la verdad de los seres, quedan inferiores que las uniformes potencias angelicales a causa de la fragmentaria y variada naturaleza de sus múltiples operaciones, pero cuando desde la variedad se concentran en un solo objeto, entonces se acercan a las inteligencias angélicas, por supuesto que en la medida de lo posible de sus naturalezas. Pero las mismas percepciones sensibles, uno no se equivocará si las describe como eco de la sabiduría; y también el nus/espíritu demoníaco procede de la sabiduría, pero en el grado que es nus sin lógica, sin conocer el modo que pueda conseguir lo que desea y sin querer saberlo, para ser más exactos podemos llamarle caída de la sabiduría.

Pero ya se ha dicho que la divina Sabiduría es principio e hipóstasis-fundamento, causa y creadora, perfeccionadora, guarda y propósito final de la misma Autosabiduría, de toda sabiduría, de todo nus, lógica o logos y sentidos.

¿Cómo pues, Dios que es suprasabiduría, es alabado como sabiduría, nus (espíritu de la psique), logos y gnosis/conocimiento? ¿Cómo va a comprender algo de los inteligibles sin disponer de energías noerás (espirituales del nus)? ¿Cómo va a percibir y conocer las sensibles, si está afianzado por encima de todo sentido? Sin embargo las Escrituras enseñan que Dios todo lo conoce (Jn 3, 20 · 21,17), sin que nada escape a su divina gnosis/conocimiento. Pero como muchas veces hemos dicho, las cosas divinas han de entenderse de modo conveniente a la naturaleza divina. Cuando decimos que Dios no tiene nus, ni sentidos y no siente, debemos tomarlo y expresarlo en el concepto y significado de trascendencia o sobreabundancia y no de carencia. (Es decir, el Dios no está privado de comprensión y sentimiento, sino que los trasciende).

De modo similar atribuimos lo “ilógico/irracional” a Él que está por encima de la lógica o razón y la imperfección a aquel que está por encima de toda perfección y es anterior a ella. También como gnofos (luz que transciende toda luz y oscuridad sobre su esencia) inaccesible e invisible llamamos la luz (increada) inaccesible, en cuanto excede inmensamente la luz creada y accesible.

Por consiguiente, el nus divino contiene todo por medio de su gnosis increada que lo trasciende todo, habiendo reunido de antemano todo en sí mismo, como causa de todo, la gnosis de todos los seres y cosas, conociendo y creando ángeles antes que fuesen creados y conociendo también todos los géneros y cosas internamente, por decirlo así, desde su principio y conduciéndolos a la existencia.

Creo que es esto lo que significa la Escritura cuando dice: “El Dios que conoce todo antes de su nacimiento” (Dan 13,42). Porque el Nus divino no conoce los seres y las cosas a partir de los seres mismos y las cosas mismas, sino que los conoce a partir de Sí Mismo y dentro de Sí Mismo de antemano tiene y reúne la información, la gnosis y la esencia de todo, por ser causa de todo. No se acerca específicamente a cada cual o cada género, sino que conoce y contiene todo, porque es una causa cohesiva de todo. Exactamente igual que la luz, según su causa, ha recibido de antemano en sí misma la gnosis/conocimiento de la tiniebla u oscuridad y de ningún otro modo conoce la oscuridad sino sólo por la luz.

Por tanto, la Sabiduría divina conoce todas las cosas conociéndose a sí misma; conoce inmaterialmente las cosas materiales, indivisiblemente las cosas divisibles, unitariamente las múltiples, porque todo lo conoce y lo produce por ser el Auto Ser Uno. Porque Dios como una causa transmite a todos los seres el ser, de acuerdo con la única causa conocerá todo porque provienen de Él y preexisten en Él. No tendrá, por tanto, que partir de los seres para llegar a conocerlos, pues es Él precisamente quien da a cada uno de ellos el poder de conocerse a sí mismo y de conocer a los demás.

Por consiguiente, Dios no tiene un conocimiento propio para sí y otro diferente para conocer todas las cosas que capta en común. Porque la Causa universal, conociéndose a sí misma, no podrá menos de conocer las cosas que de ella proceden, de las cuales es su principio. Así es como Dios conoce todas las cosas, no porque le venga el conocimiento a partir de ellas, sino conociéndolas en sí mismo.

La Escritura dice también que los ángeles conocen las cosas terrenas no por noticia que les llegue mediante los sentidos a partir de las cosas, sino por la propia capacidad, fuerza y naturaleza interna que es propia a semejanza del conocer y comprender de Dios; (por ejemplo, durante sus diaconías/servicios a la obra de la salvación del mundo disponen de una gnosis superior a la humana, Mt 1,19 etc. y Jn 5,4).

 

  1. Adicionalmente ahora debemos examinar cómo nosotros podemos conocer a Dios, ya que Él no es percibido por los sentidos ni por las concepciones y en general no pertenece a los seres y las cosas que son. Con más propiedad, pues, estamos obligados a decir la verdad que no conocemos a Dios por su naturaleza, puesto que ésta es imposible de ser conocida y supera todo límite lógico y pensamiento. Pero le conocemos empezando por el orden de los seres y de todas las cosas, que se han producido por Él y constituye un tipo de iconas-imágenes y semejanzas de sus ejemplares divinos, y nos elevamos metódicamente y en orden, de acuerdo con nuestras fuerzas, a Aquel que está por encima de todo, en la región o espacio de reducción (o negación) y trascendencia de todo, en la absoluta Causa del universo. Por eso el Dios es conocido también dentro de todos los seres y cosas y por la reducción o negación de todos los seres y cosas. Por un lado es conocido por la concepción, EL entendimiento, la lógica, la gnosis cierta, el contacto, el sentido y sentimiento, la opinión y alabanza, la fantasía, el nombre y todo lo demás, y por otro lado a la vez no puede ser percibido por la concepción y entendimiento ni por la lengua o idioma en palabras ni por los nombres. No es ninguna de las cosas que existen ni puede ser conocido en ninguna de ellas. Él es todo en todas las cosas y nada entre las cosas. A todos es conocido en todas las cosas y no hay quien le conozca en cosa alguna.

Por consiguiente, es correcto usar este lenguaje y nominaciones para hablar de Dios, y a la vez es alabado en himnos por todos los seres, según la analogía de todas las cosas que son su Causa. Por otra parte existe también por la gnosis más divina de Dios, esta que se adquiere mediante la ignorancia o el no saber, de acuerdo con la unión que trasciende al nus (espíritu de la psique), cuando el nus se ha despojado de todos los seres y cosas y a continuación olvidándose o abandonándose incluso de sí mismo, se une con los suprailuminados rayos y permaneciendo allí quedando iluminado por los rayos dentro en la imperceptible profundidad abismal de la Sabiduría (Rom 11,33).

No obstante, como dije, la gnosis de esta sofía-sabiduría es posible conseguirla también por todas las cosas. Porque esta, según lo dicho por las Escrituras, “es la sabiduría que crea todas las cosas” (Sal 103,4) y siempre las acopla y dispone (Prov 8,22 y otros), es la causa indisoluble de la armonía y del orden del universo, esta que enlaza siempre el término de cuanto precede con los principios de cuanto sigue y cultiva la única concordia y consonancia de todo el universo.

 

  1. Las Santas Escrituras alaban en himnos a Dios como “Logos” (Jn 1,1) no sólo porque es donador también de la lógica (sano juicio), del nus (espíritu de la psique) y de la sofía-sabiduría, sino porque contiene previamente en sí mismo de modo unitario las causas de todas las cosas y porque “avanza mediante todas” penetrando y llegando, como dicen las Escrituras, hasta el fin de todos, hasta los tuétanos (Sal 138,8 y Sab Sal 8,1 y otros). También antes que estas, como el divino Logos se extiende por encima de toda simplicidad y está plenamente liberado de toda dependencia, ya que está por encima de todas según lo supraesencial de su existencia.

Este Logos es la verdad simple y realmente esencial, sobre la cual gira la fe divina, porque es gnosis pura e infalible de todas las cosas. Es el afianzamiento fijo de los que han creído, en el cual los instala y coloca fijamente y sólidamente en la verdad, igual que la verdad en ellos, de modo que los fieles poseen una inamovible e indisoluble identidad de la gnosis simple de la Verdad.

Realmente la gnosis/conocimiento es un factor que une las cosas conocidas con el sujeto de la gnosis, en cambio la ignorancia es la causa que provoca al interior del ignorante la continua alteración, división y contradicción, entonces al que tiene fe y cree verdaderamente según el Logos divino (Ef 4,13), por nada puede quedar apartado de la fuente de la verdadera fe, que con su base obtendrá la identidad fija, in-cambiable e inmutable.

Efectivamente, el que está unido a la Verdad conoce muy bien que va por buen camino y se encuentra en perfecto estado, aun cuando muchos le tilden de loco, como supuesto desviado, etc.; pues ignoran, como es natural, que aquél, gracias a la verdad y atención a la verdadera fe, está fuera de error y ha saltado en la verdad.

Pero el mismo conoce perfectamente que no está loco, como otros imaginan y sostienen, sino que se ha liberado, con la ayuda de la simple verdad, que siempre y del mismo modo permanece la misma y está libre de la fluctuación del movimiento inestable y variable del error y del engaño.

Así pues, aquellos primeros maestros nuestros y guías de nuestra sabiduría divina mueren todos los días en defensa de la verdad, dando justo testimonio, como es natural, con sus logos, ejemplos y obras sobre la gnosis (conocimiento) unitaria de la verdad de los cristianos, es decir, que esta gnosis es más sencilla y más divina de todas, o más bien, que ella es la única verdadera, una y simple gnosis (conocimiento increado) de Dios.

 

CAPÍTULO 8: Sobre la dinami (poder, potencia y energía) justicia, salvación, redención, donde se refiere también de la desigualdad.

 

  1. Ahora bien, como los teólogos alaban en himnos la Verdad divina como Sabiduría suprasabia, lo hacen también como δύναμις dίnamis (poder, potencia y energía) y justicia, mientras que la proclaman también salvación y redención, adelante pues, a la medida que nos es posible, vamos a desarrollar también estos divinos nombres. Y por supuesto que no creo que exista alguien que se ha instruido con las Escrituras, que ignore que el absoluto principio divino trasciende y sobrepasa toda dinami, de cualquier manera que exista e imaginemos. Porque muchas veces la teología ha atribuido en ella el absoluto señorío o potestad, separándola incluso de las dinamis o poderes celestes1. (1 Autoridad, el mando. “Dios es el Kirios de las dinamis” Sal 23,19). Entonces, ¿por qué los teólogos alaban también como Dinami a aquella que está por encima de toda dinami? ¿En qué sentido y significado podríamos aplicar a Dios cuando se le da el nombre de dinami?

 

  1. Contestamos pues y decimos que Dios es Dinami porque de antemano contiene y concentra en sí toda dinami en grado eminente, porque produce de modo superior toda dinami y es la Causa de cada dinami; porque da ser a todos los seres y produce todas las cosas por su dinami inflexible e ilimitada, y porque es causa de la auto-dinami o dinami de por sí, sea de la dinami universal, sea de las dinamis particulares. También es Dinami, porque tiene la infinita e increada dinami no sólo en producir cada dinami sino αλ existir también por encima de toda dinami y de la auto-dinami y en contener en grado absoluto la dinami, de modo que produce infinitamente dinamis infinitas distintas de las que existen; incluso el que de ninguna manera las infinitas y perpetuas dinamis producidas, no podrán ampliar la acción de la infinita producción de su dinami increada, por la que provienen todas las dinamis.

Finalmente, el Dios tiene dinami infinita a causa de su inexpresable, ininteligible e incomprensible potencia trascendental, y a causa del sobrante de su dinami también potencia la debilidad, mientras que contiene y retiene hasta los últimos vestigios y efectos de la dinami, exactamente como vemos que ocurre con las cosas que hierren los sentidos: las luces suprabrillantes, por ejemplo, impresionan los ojos y llegan hasta las endebles vistas, en cambio, como dicen, los sonidos fuertes penetran también hasta los oídos ensordecidos que no perciben fácilmente los sonidos. Porque, naturalmente, lo que no oye en absoluto no es oído, ni es vista lo que no ve nada.

 

  1. Esta, pues, dinami infinita de Dios penetra y se extiende en todos los seres y cosas y no existe ningún ser o cosa que esté absolutamente desprovisto de alguna dinami, sino todos seguro que tienen dinami, sea noerá/ espiritual (del nus), sea lógica, sea sensible, sea vital o vivificadora, sea existencial. Incluso el de por sí ser o autoser, si es lícito hablar así, la dinami para existir la recibe y la tiene por la Dinami supraesencial e increada.

 

  1. De aquella dinami proceden las dinamis de los órdenes angélicos. Por ella también reciben su existencia en estado inmutable, como también sus movimientos inmortales y perpetuos. Y su constancia e indefectible tendencia al Bien/Bondad la han recibido de la bondadosa infinita dinami. La misma ha sembrado en ellos el poder y el ser lo que son en esta situación y el desear existir siempre, como también el de anhelar siempre la eterna dinami.

 

  1. Las energías de las operaciones de esta dinami inagotable e incesante se extienden y penetran también hasta los hombres, hasta los animales y λας plantas y a toda naturaleza del universo. Esta dinami corrobora y fortifica los seres y cosas que están unidos en mutua amistad, relación y comunicación, para lοs seres y cosas que están separados e inconfusos es dinami que ayuda a mantener la distinción conforme a las leyes naturales y propiedades de cada una sin confusión ni mezcla. Esta dinami salvaguarda y conserva el orden y la armonía del universo en el bien que le es propio a todos los órdenes y direcciones del universo; Conserva inviolables las vidas inmortales de las unidades angélicas e inmutables, o inalterables las existencias y las leyes de los cuerpos celestes, de las estrellas y de las luminarias, mientras que les da la dinami de existir en la eternidad. Y los rodeos del tiempo les distingue por la iniciación del rodeo de los astros y los reúne con las vueltas de los astros a su posición anterior. Hace inextinguibles las energías del fuego y perenne la fluidez de las aguas, mientras que limita la expansión del aire. Fundamenta y sostiene la tierra sobre el vacío y salvaguarda incorruptible su fertilidad vital. Conserva inconfusa e indivisible la congruencia y armonía de los elementos que se mezclan entre sí. Refuerza los lazos entre la psique-alma y el cuerpo, y opera activando las dinamis alimenticias y las de crecimiento de las plantas. Gobierna y dirige todas las dinamis esenciales de todos los seres, y garantiza asimismo la continuidad y mantenimiento del universo; y concede la misma zéosis (glorificación, deificación, expectación y unión con la luz increada) y para ello dispensa las dinamis (fuerzas y energías increadas) necesarias a quienes se hacen semejantes a Dios o consiguen la zéosis. Y en general nada hay en el universo que esté privado de la tutela e influencia de la omnipotente e increada dinami divina. Porque lo que en general no posee dinami alguna ni existe ni es algo ni está en parte alguna del universo.

 

  1. Pero el mago Elimas (Hec 13, 6-12) arguye: «Si Dios es pantodínamo-omnipotente, ¿cómo dice vuestro teólogo que Dios en algo es impotente? Está criticando aquí a San Pablo por afirmar éste que “Dios no puede negarse a sí mismo” (2Tim 2,13).

Al presentar yo esta objeción, temo mucho que se rían de mí y que me tengan por tonto, porque voy a echar por tierra esos castillos de arena, propios de juegos infantiles y haría yo el ridículo por intentar un objetivo inasequible si me propongo a explicar teológicamente el concepto de esta objeción de este pasaje. Como si se tratase de algo difícil de comprender. Negarse a sí mismo es apartarse y caer de la verdad. Pero la verdad es lo que es. La verdad es ser, y apartarse y caer de la verdad es alejarse y caerse del ser.

Por tanto, si la verdad es el ser o aquello que es, y negación de la verdad es alejarse del estado de ser, seguramente que Dios no puede caer y dejar de ser y no es posible que no tenga existencia. Uno podría formularlo de la siguiente manera: no puede no poder y no conocer que no conoce por privación o falta

Aquel mago Elimas parece no haber entendido esto e imita los atletas incompetentes e inexpertos en victorias, que con frecuencia se proponen adversarios débiles, se figuran pelear valientemente con la sombra de aquellos seres imaginarios, golpean el aire al azar constantemente, se hacen la ilusión de que vencen a sus adversarios y se proclaman campeones cuando en realidad no han conocido el valor de sus adversarios.

Por otra parte, nosotros aproximándonos, en cuanto nos sea posible, al logos del apóstol (Pablo), alabamos a Dios afirmando que es más poderoso que todo poder o toda dinami, como el único bien y soberano, como el que reina con su reinado en la misma Eternidad, como el que no ha caído en nada por los seres; o mejor dicho, como el que trasciende todos los seres y contiene todas las cosas antes de que existan por su dinami supraesencial, que ha regalado en todos los seres, -por su abundante expansión y según el derramamiento de su trascendental dinami increada-  la posibilidad y capacidad de existir y de tener existencia concreta.

 

  1. El Dios es alabado en himnos también como “justicia”, porque concede a todos los seres las cosas que se merecen, determinando para cada uno también la simetría, la hermosura, la armonía, el adornamiento y todas las concesiones y órdenes, según su justa ley; hermosura, composición, armonía y orden según conviene a todos, porque Él es el principio de la energía y actividad para cada uno de los seres y cosas por separado. Porque la justicia divina ordena todas las cosas, las determina y las conserva libres de mezcla y confusión con las demás, concede a todas el valor según corresponde a la naturaleza de cada una de ellas.

Y estos silogismos nuestros son correctos y aquellos que critican e insultan la justicia divina, sin darse cuenta se condenan a sí mismos por flagrante injusticia. Porque sostienen que los mortales deben poseer la inmortalidad, las cosas imperfectas la perfección, los que se mueven por sí mismos que sean movidos por otros, inmutabilidad a lo que cambia, dinamis de perfeccionarse a los impotentes. Dicen, además, que las cosas que se encuentra en el tiempo, o sea las temporales, deberían ser eternas o perpetuas; las que por naturaleza se mueven deberían ser inmutables; los placeres momentáneos, eternos; en general, que se inviertan los atributos de todas las cosas.

Pero deben saber que la justicia divina es realmente justicia en cuanto que concede a cada uno las cualidades o atributos que le corresponde, según el valor de cada género o especie, y que preserva la naturaleza de cada cosa en su orden correspondiente y su dinami.

 

  1. Alguien podría decir que no es propio de la justicia dejar a los buenos y santos sin auxilio frente a las vejaciones y castigos de los malos. A este se ha de responder de la siguiente manera: si los que tú llamas buenos y santos aman las cosas terrenales, estas que buscan con ahínco y celo los que están apegados a los bienes materiales, entonces estos por supuesto que han caído del divino eros (amor ardiente).

Tampoco entiendo cómo pueden llamarse realmente buenos y santos los que denigran y difaman las cosas verdaderamente amables y divinas, prefiriendo de modo impío otras que nunca deberían desear ni amar. Pero si ellos amasen los seres y cosas que realmente vale, se alegrarían seguramente los que desean, en cuanto pudiesen conseguirlas. ¿Quizás no se acercarían más a las virtudes angélicas por el deseo de las cosas divinas a medida que se aparten, en lo posible, espiritualmente de los bienes terrenos y luchen varonilmente con los peligros a que se exponen por causa del bien?

Por consiguiente, es verdadero decir que esto es atributo más característico de la justicia divina: el no paralizar y destruir la fortaleza de los perfectos por la concesión de bienes materiales y no dejarles sin ayuda cuando alguien trate de seducirlos y hacer esto, sino fortalecerlos en su admirable y firme perseverancia y concederlos los bienes que se merecen ya que se mantienen firmes en esta posición.

 

  1. También esta divina justicia es alabada en himnos como σωτηρία sotiría (redención, sanación y salvación) de todos, porque conserva y guarda, independientemente de los demás, el orden y la esencia propia de cada ser en relación con los demás, además, por ser la verdadera causa de que todos los seres y cosas prosigan su actividad particular en el mundo y en el universo.

Ahora bien, si hay alguno que alaba esta σωτηρία sotiría también como dinami salvífica que defiende todo contra la influencia del mal y de lo peor, por supuesto que también aceptaremos a este himno salvador de todo y en concreto pediría yo que establezca a éste como principal salvación de todo el mundo; es decir, esta que conserva todo en su propia posición sin metábole-cambio, ni perturbación o tendencia hacia lo peor y al mal; es la que vigila todo y mantiene todo sin conflictos y oposiciones en obediencia a las propias leyes; los aparta de cada desigualdad y acción contraria y edifica las cualidades o atributos que corresponden a cada ser, confirmando de tal manera las propensiones de cada uno de ellos para que no puedan alterarse ni pasar en lo contrario.

También podría decir uno, conforme al propósito que enseña la divina teología, si uno alaba esta σωτηρία sotiría salvación como la dinami que con su bondad salvífica para todos redime a todos los seres de modo que no recaigan de sus propios bienes, por supuesto que al grado que acepta la naturaleza de cada uno de los salvados. Por eso los teólogos también esta σωτηρία sotiría salvación la llaman “redención”, tanto porque no deja los seres reales a resbalar al “no ser”, como también cuando un ser ha resbalado  en pecado, pazos, desorden y ha sufrido algún tipo de disminución de la perfección de los bienes de su naturaleza, también este le sana y le redime del pazos, de la privación, de la debilidad e inactividad; suple lo que falta y apoya de manera paternal la atonía y le vuelve a levantar del mal; o mejor dicho, es como un padre honrado que perdona, olvida el mal y repara los daños reponiendo el bien perdido, ordena y adorna lo desordenado y deforme de modo que reintegre absolutamente sanándolo y liberándolo de todas las cosas que hacen daño.

Pero hemos hablado satisfactoriamente sobre todo esto y sobre la justicia. Según la justicia se mide y se define la igualdad de todos y paralelamente se destruye toda desigualdad que se produce por la privación de igualdad de cada uno y de los elementos particulares. Porque si alguno entiende la desigualdad como las diferencias de todos los seres y cosas sobre todos los seres y cosas del universo, pues, la justicia no permite que, mezclados los seres y las cosas, se confundan unos con otros, sino que guarda todas y todos según la especie o género en que cada cual pertenece por su naturaleza.

 

CAPÍTULO  9: Sobre lo mega/grande y pequeño, identidad y otredad/otro, semejante y desemejante, parada/quietud y movimiento, y la igualdad.

 

  1. Ahora bien, examinemos los nombres divinos “grande/mega y pequeño” que son atribuidos a la Causa de todo, como también en cuanto nos sea posible los nombres de “identidad y otredad/otro”, “semejante y desemejante”, “parada/quietud y movimiento” y la “igualdad” y de estos divinos nombres y adornos los que son evidentes en nosotros.

El Dios, pues, es alabado en las Sagradas Escrituras como «grande/mega» (Sal 146,5) y como el que es calificado de «grandeza”, también como «tenue y fina brisa» “3Reyes 19,22), que indica la divina pequeñez. Se le alaba e identifica también como “uno y el mismo” idéntico, según aquello de las Escrituras: “Tú eres el mismo” (Sal 101,28) y como en otros pasajes, cuando es representado “como de muchas formas y figuras” (Ez 1,26 y otros). También se califica como semejante, porque crea y da hipostasis a seres semejantes a él y entre sí, y también desemejante a todos los seres y cosas, porque «nada hay semejante a Él» (Is 40,25). En quietud o el que está parado e inmóvil, que está en su trono por siempre (Bar 3,3); pero también el que está en movimiento porque camina y penetra en todos los seres y cosas. Con estos y otros nombres divinos equivalentes se dan a Dios en las Escrituras.

 

  1. Se llama, pues, el Dios mega/grande, según la grandeza excelente propia de Él, la cual transmite parte de sí misma en todas las cosas que son grandes, se derrama y se sobre-extiende fuera y por encima de toda magnitud, contiene todo lugar, supera todo número, trasciende todo concepto del infinito; desbordan sus grandes obras y sus donaciones brotan de Él como de manantial, ya que estas, aunque son recibidas por todos los seres y cosas por una generosa efusión, son totalmente inalterables y firmes teniendo la misma plenitud absoluta sin que en algo disminuyan por las participaciones, más bien se desbordan más y más. Infinita es esta grandeza, sin número ni cantidad. Llega a ser inundación como resultado del trascendente efluvio y magnitud inmensa e ilimitada.

 

  1. Pequeña o sutil dicen sobre la naturaleza de Dios, porque no tiene volumen ni distancia; todo lo invade y lo atraviesa sin la menor resistencia. Realmente, lo pequeño es causa elemental de todas las cosas, porque jamás se encontrará algo en el universo que no participe en la idea de lo pequeño. Así pues, debemos tomar lo pequeño de Dios: Él está presente y opera sin impedimento en todo y mediante todo y penetra hasta el punto de la división de la psique-alma y del espíritu, hasta las coyunturas y la médula, y discierne los pensamientos ocultos y las intenciones ocultas del corazón» (Heb 4,12) y de todas las cosas. Porque “no hay cosa creada que no sea manifiesta delante de Dios” (Heb 4,13). Y este pequeño no tiene ni cantidad ni calidad, es ilimitado, infinito e indefinido, mientas que contiene y abarca todo, Él no está contenido y envuelto en ninguna parte.

 

  1. Ahora, la identidad se atribuye a Dios porque es de un modo supraesencial perpetuo e inalterable, permanece en sí mismo manteniendo siempre la misma invariable situación (o estado) y de la misma manera está en todo presente. Está situado por sí mismo de modo firme e inmaculado dentro de los hermosísimos confines de su identidad supraesencial. No hay en Él cambio, decadencia, deterioro, ni variación; no tiene mezcla, está libre de materia, es simplicísimo, no carece de nada, ni aumenta ni disminuye. Es increado, que quiere decir que nunca comenzó hacerse o es sin nacimiento, ni fue antes imperfecto y se perfeccionó por procedencia de tal o cual principio. No significa que hubo algún tiempo en que no existió. Lo que hay que entender es que Dios fue increado o ingénito total y absolutamente, que existió siempre sin la menor imperfección posible y siempre el mismo, determinado uniformemente por sí mismo dentro de su identidad y singularidad. Él sobreilumina y da a conocer esta identidad a todos aquellos que son capaces de participar en su misma identidad y reúne entre estos los diferentes y distintos. Por la sobreabundancia y causa de esta identidad, sobreconteniendo de antemano en sí mismo los contrarios, coordina unas cosas con otras bajo la forma de identidad, según una sola y única causa eminente de toda identidad.

 

  1. La otredad/diferencia la atribuimos a Dios porque mediante su providencia está presente en todos los seres y cosas y se hace de todo para la σωτηρία sotiría (redención, sanación y salvación) de todos, mientras que simultáneamente permanece en sí mismo sin salirse de su propia identidad, unido consigo mismo en una permanente e incesante energía y función; así con su estable dinami (potencia y energía increada) se entrega a sí mismo para hacer posible la zéosis (unión, deificación y glorificación por la jaris energía increada) de los que se dirigen hacia Él. Por eso la “otredad/diferencia” de los distintos planos o figuras de Dios, que provienen de multiformes visiones, se debe tomar en el sentido de que significa cosas distintas de las que indican las visibles o los fenómenos.

Por ejemplo, si el logos formara la psique-alma en forma de cuerpo y formase las partes corporales alrededor de la psique-alma indivisible y sin partes, entonces daríamos a cada una de las partes un significado que conviniese a una propiedad indivisible de la psique-alma; es decir, así llamaríamos cabeza al  nus, cerviz la opinión por hallarse entre lo racional y lo irracional de la psique, pecho la ira, pasión al vientre y, finalmente, naturaleza a las piernas y a los pies, usando de los nombres de estas partes como símbolos de las dinamis y facultades. Así también, con razón mucho más elevada, en aquel que es superior a todas las cosas, hay que describir alegóricamente la diversidad de formas y figuras, mediante explicaciones de modo divino sagradas y místicas, adaptadas a Dios.

Y si quieres al Dios inaccesible y sin forma atribuir las tres dimensiones de los cuerpos, en tal caso podría llamarse latitud divina la amplísima progresión (energía increada) hacia todos los seres y cosas; longitud a su dinami (potencia) que se extiende sobre todos los seres; profundidad incomprensible y desconocimiento por toda criatura.

Pero para que no seamos distraídos, al insistir en la explicación de estas varias figuras y formas, confundiendo los nombres incorpóreos de las cosas divinas con los nombres de los símbolos sensibles, de esto trataremos en la Teología Simbólica. Por ahora quiero recalcar esto: en que la otredad/diversidad en Dios no se debe imaginar como algo que altere su inmutable identidad, sino más bien una multiplicación en la unidad de Dios y como una serie de procesos en que se expresa dentro de su unidad la fecundidad productora en toda la creación.

 

  1. No debemos desestimar el nombre divino “semejante”, si por supuesto que uno llama a Dios semejante en el sentido y concepto de identidad, porque es totalmente semejante e idéntico con el sí mismo de modo fijo e indivisible. Los teólogos, sin embargo, dicen que Dios es superior a todas las cosas, en cuanto Él mismo no es semejante a nadie y a nada, sino que Él da semejanza divina a aquellos que se le acercan y se dirigen hacia Él, según la fuerza de imitación de estos que se encuentran por encima de todo límite, razón y logos.

Y la dinami de la semejanza divina es la que atrae todas sus creaciones hacia su Creador o Causa. Estas también se pueden llamar semejanzas a Dios, pues, fueron hechas “a imagen y semejanza” de Dios, pero no podemos decir que Dios es semejante a ellas porque ni siquiera el hombre es semejante a su propia imagen/icona.

Porque las cosas que están en un mismo nivel u orden es posible que sean semejantes unas a otras, de modo que unas y otras sean recíprocamente semejantes en conformidad con la semejanza superior principal. Pero tal intercambio no se puede admitir entre Causa y efecto o causado; es decir, el Dios no solamente concede semejanza a unas u otras especies o géneros, sino que es la Causa de que las cosas sean semejantes todas las que participan a la semejanza, mientras que es también el creador de la misma y absoluta semejanza; toda semejanza en el universo es semejante sólo a cierto vestigio de la misma autosemejanza y por esta semejanza se logra la unidad de las creaciones y de los seres.

 

  1. Además, ¿para qué entretenerse en esto? La misma teología dice que Dios es desemejante y que a nada se le puede comparar, pues es diferente de todos los seres y, lo que es más paradójico, nada hay semejante a Él. Sin embargo, este logos en modo alguno contradice lo dicho sobre la semejanza con Dios, porque para Dios son lo mismo las cosas semejantes que las desemejantes. Son semejantes a Él en el sentido de que participan e imitan en cierto modo de aquel que no puede ser participado e imitado, y son desemejantes por cuanto los efectos o causados distan de la Causa y le están incomparablemente subordinados.

 

  1. ¿Ahora qué diremos de la quietud o parada de Dios, es decir, ex cátedra? Qué otra cosa sino que Dios permanece en sí mismo el mismo y fijo firmemente en el mismo estado e identidad inmóvil, y está situado por encima de todo de modo inamovible y que opera y energiza de la misma manera alrededor del mismo centro y bajo las mismas condiciones; que existe de un modo absolutamente inamovible el mismo por sí mismo, dentro del autoser inamovible, inmutable y todo esto de un modo sobreesencial; porque Él es la Causa de toda quietud/parada y consolidación de todos los seres y cosas, Él que está por encima de toda consolidación y quietud, y que contiene y posee todo en sí mismo y así se conservan todas imperturbables con las propiedades de sus naturalezas.

 

  1. ¿Pero qué sucede cuando de nuevo los teólogos dicen que el Dios inamovible procede y se mueve hacia todas las cosas? ¿No debemos entender todo esto de modo θεοπρεπή de modo divino ο tal como Dios manda? Piadosamente, pues, se ha de considerar que Dios no se mueve por traslación, cambio, alteración, conversión, movimiento local, recto, circular o compuesto de uno y otro modo, o espiritualmente o psíquicamente o físicamente; sino que se dice en el sentido que Dios se mueve porque produce esencia y conduce a la existencia todas las cosas, las contiene, las conserva y provee de distintas maneras para todo y Él está presente en todo ya que contiene todo en sí mismo de modo inconcebible y según sus progresiones, operaciones y energías (increadas) hacia todos los seres y cosas.

Pero debemos permitir a nuestro logos a alabar en himnos de modo divino también los movimientos del inamovible Dios. Por el movimiento rectilíneo debemos entender la inflexibilidad de Dios y el progreso indeclinable de sus energías (increadas) y la génesis de todo o del universo por Él.

Por el movimiento en espiral debemos entender la progresión estable de la energía (increada) y su creatividad estable.

Por último, el movimiento circular puede explicarse por la identidad y enlace de los medios y extremos, que contienen y son contenidos, y por el retorno a Él de aquellos seres que de Él procedieron.

 

  1. Además, si alguien entiende la denominación divina de las Santas Escrituras sobre identidad y sobre justicia de Dios, y la entiende y la aplica también sobre igualdad, debemos nombrar a Dios “igual”, no sólo porque es indivisible e indeclinable, sino también porque alcanza igual a todo y atraviesa a través de todo igualmente y porque da hipostasis (base fundamental o subsistencial) a la de por sí igualdad o autoigualdad; y según esta cualidad hace que todas las cosas procedan con cierta inter­compenetración y se da a todos igualmente en participación, según la capacidad receptiva de cada cual y la donación de bienes igual a todos los seres según su valor.

También el Dios se llama “igual”, por cuanto contiene en sí mismo de antemano y de modo excelente y unificado todo tipo de igualdad: espiritual, inteligente, inteligible, lógica/racional, sensitiva, esencial y natural o voluntaria, de acuerdo con la dinami superior de todo que es causa creadora de toda igualdad.

 

CAPÍTULO 10: Sobre los nombres “Παντοκράτωρ Pantocrátor/Todopoderoso” y “Anciano de días”, donde se habla también sobre. También sobre el siglo y el tiempo.

 

  1. Ahora llega el momento para que con nuestro logos alabemos en himnos al poliónimo/multinombre Dios, a quien llaman como “Pantocrátor/Todopoderoso Παντοκράτωρ” y como “Anciano de días”. El primer nombre se atribuye a Él porque es la cátedra pantocratórica/todopoderosa de todo, que abraza y contiene el universo, lo fundamenta, lo entrelaza y lo contiene inquebrantable en sí mismo. De sí mismo produce y brota todo como de una raíz pantocratórica y en sí mismo hace retornar todo, como en un fondo pantocratórico, y lo contiene todo junto como una ex cátedra pantodínama/omnipotente. Ella salvaguarda todos los seres y cosas controlados y conjuntados con una cohesión que trasciende todo y no los deja caer y apartarse de sí misma, para que no perezcan separados de su perfecta morada.

También el divino principio trascendental es llamado “Παντοκράτωρ Pantocrátor/Todopoderoso”, porque domina en todo y gobierna los seres y cosas que se encuentran bajo su gobierno sin mezclarse con estos, porque todos le aman y le desean e impone a todos un yugo voluntario y las dulces consecuencias del eros (amor ardiente) divino, pantocratórico e inextinguible de la misma bondad1. (1 La representación del Pantocrátor en la bóveda de los templos como también del “Anciano de los tiempos” tiene su raíz en esta exposición).

 

  1. El Dios se llama también “Anciano de los días” (Dan 7,22), porque Él es tiempo y siglo (o eternidad) para todos los seres, porque existe antes de los días, antes del tiempo, antes de la eternidad o siglo. No obstante, podemos llamarle, en el sentido que esto conviene a Dios con propiedad tiempo, día, época y eternidad, porque a lo referente a cada movimiento es inamovible, estable e inmutable, porque dentro de su movimiento eterno permanece estable a sí mismo y porque es el autor también de la eternidad, del tiempo y de los días. Por eso también en las manifestaciones que ha hecho Dios de sí mismo durante las visiones místicas (en los Patriarcas y en los Profetas del Antiguo Testamento) se presenta como Anciano (Dan 7,9) y como Joven (Gen 18,3). Lo primero significa al Anciano (antiguo), al que es «desde el principio y siempre», y lo segundo indica que no puede hacerse viejo. Y las dos formas «Anciano» y «Joven», dan a entender que Él está en todas las cosas desde el principio hasta el fin. O como dice nuestro santo maestro, (Ierotheo), cada uno de los dos significan la antigüedad divina, de manera que anciano se refiere a lo que es primero en orden del tiempo, y nuevo o joven, a lo más excelente en número, puesto que la unicidad/mónada y las cosas alrededor de la mónada están mucho más cerca del principio que los números avanzados, (el significado es que la mónada es el número uno que precede en orden a todo otro número).

 

  1. Creo que debe explicarse según las Sagradas Escrituras también la naturaleza de los conceptos tiempo y eternidad o siglo. Porque donde la Escritura dice “eternas”, no quiere decir en todos los casos que son absolutamente increadas y realmente perpetuas, sino también se refiere a las cosas llamadas incorruptas, inmortales, inmutables e inalterables y las que existen del mismo modo, por ejemplo, cuando dice: «Abrid puertas eternas» (Sal 23,7 · 9), y otras semejantes.

De hecho, frecuentemente, con el nombre de siglo se significan las cosas más antiguas, y otras repetidas veces son toda la duración de nuestro tiempo que lo llama siglo, ya que la cualidad característica del siglo es lo antiguo, lo inalterable y el medir totalmente el ser. Por otra parte, emplean la palabra tiempo para indicar el proceso de los cambios manifestados, por ejemplo, en el nacimiento, alteración y muerte y de modo general en todo cambio. La teología, pues, enseña que nosotros, a quienes define y circunscribe aquí por el tiempo, tendremos parte al siglo o eternidad incorruptible e inmutable cuando por fin lleguemos a la eternidad o siglo.

 

Hablan también las Escrituras del siglo temporal y el tiempo del siglo, aunque bien sabemos que principalmente se dicen y se declaran por siglo aquellas cosas que existen, mientras que el tiempo se refiere a las cosas que se hacen. Por tanto, las cosas que se llaman eternas no debemos considerarlas generalmente co-perpetuas con Dios, el cual es anterior a la eternidad. No. Más bien nos atengamos aquí al sentido preciso que las Escrituras, las cosas “eternas” y las “en tiempo” debemos interpretarlas del modo que son reconocidas por las Escrituras, en cambio las cosas intermedias de estas que existen y de las que se hacen, participan unas veces al siglo y otras al tiempo.

Conviene, pues, alabar con himnos a Dios como eternidad o siglo y como tiempo porque es causa de estos, y también como Anciano de los días, porque existe antes y por encima del tiempo y cambia las épocas y los tiempos; también como el que existe antes que los siglos, ya que existe antes que el siglo y por encima del siglo (preeterno y supraeterno) y el reinado de su realeza es realeza (increada) de todos los siglos”. Amín.

 

CAPÍTULO 11: Sobre la paz y qué significa “Ser por Sí o Autoser”. Qué es la “Vida por Sí o Autovida” y qué es Dinami por sí o autodinami” y de otras expresiones semejantes

 

  1. Pasemos ahora a alabar con himnos pacíficos la paz divina, el principio superior de la unión. Porque ella es la que todo lo une, la que engendra y realiza la concordia y el consenso de todos los seres y cosas. Por lo cual todo le desea, porque la multitud de seres y cosas dispersas en partes, las reintegra de nuevo en la unidad universal y une a los conflictos internos de los elementos del universo a una convivencia pacífica por su participación a la paz divina.

Además, por participación a la paz divina, las primeras dinamis-fuerzas y potencias unitarias y conciliadoras se unen ante todo consigo mismo y con otras y también con el único altísimo Principio de paz en el universo. Luego, estas dinamis fuerzas y potencias hacen que los seres y cosas de rango inferior se unan consigo mismos, entre ellos, y con el único y más perfecto Principio y Causa de la paz universal.

Esta paz, mientras se extiende de modo indivisible al universo, define, completa y salvaguarda todo, exactamente igual que las cerraduras aseguran las puertas con los marcos. No permite que las cosas se dividan y se esparzan hasta el infinito e indefinido, ni tampoco que permanezcan desordenadamente sin apoyo perdiendo el contacto con Dios, ni que fuera de la unidad se mezclen confusamente entre sí en una confusión universal.

En relación, pues, con esta divina paz y hisijía (serenidad y paz interior), la cual san Justo la llama silencio e inmovilidad (en lo referente de cada procedencia que puede captar nuestra gnosis/conocimiento), no podemos expresar de otra manera nada de esto ni podemos entenderlo qué es exactamente. Más concreto aún, nadie puede entender con qué manera ella queda quieta y permanece serena y cómo es de por sí misma y dentro de sí misma y cómo tiene una unión trascendental consigo misma y cómo, mientras se introduce en sí misma y se multiplica a sí misma, no abandona la unidad de sí misma, sino que avanza hacia todos los seres y cosas, permaneciendo totalmente dentro de sí misma, gracias al derramamiento de su unidad que trasciende todo. No podemos expresar y entender de otra manera nada de esto.

Por tanto, cuando tratamos de la paz que trasciende todas las cosas admitamos que es inefable e inconcebible. Pero estudiemos dichas participaciones espirituales, inteligibles y comprensibles en cuanto lo permiten las limitaciones de los hombres y en concreto a nosotros, que somos inferiores a muchos hombres elegidos y bondadosos.

 

  1. En primer lugar debemos decir lo siguiente; que la paz divina es la que da hipostasis (base substancial, fundamento) a la paz de por sí, tanto la total como la particular; y que mezcla todo entre sí en una unión sin confusión, durante la cual todo se relaciona unido de modo indivisible e incuestionable, pero cada uno de ellos simultáneamente íntegros según su propia especie, sin que sean alterados por la mezcla con sus contrarios, sin que nada amplíe o interrumpa la exactitud y la pureza de esta unión.

Por tanto, única y simple consideraremos la naturaleza de la unión pacífica, que une en sí misma todos los seres y cosas, consigo mismos y entre sí mismos y conserva los seres armonizados juntamente y no mezclados por cierto enlace inconfuso de todos ellos.

A causa de esta misma unión, los divinos nus una vez que estén unidos con sus propias comprensiones y conceptos, se unen también con los objetos de sus comprensiones. Luego se elevan para entrar en contacto y conexión, por modos desconocidos, con las realidades que están por encima de todo nus.

A causa de tal unión, las psiques-almas, enlazando y uniendo sus dinamis (fuerzas y energías) lógicas y dirigiéndolas hacia una pureza espiritual del nus, proceden por método y orden propios de las naturalezas de ellas, por una inteligencia y comprensión inmaterial e indivisa hacia cierta unión superior a la inteligencia y comprensión.

A causa de esta unión toma hipóstasis (fundamento) y se logra la única e indivisible unión de todos los seres, cada cual según su propia naturaleza, y se acomodan divinamente con perfecta armonía, concordia y consonancia, mientras se reúnen todos sin confusión en unión indisoluble.

En consecuencia, la paz perfecta difunde y extiende su plenitud a todos los seres, gracias a la inmanencia perfectamente simple y sin mezcla de su dinami unificante y une todas las cosas, conecta extremos con extremos a través de las partes intermedias de modo que todos en armonía estén con amistad connatural.

También hace que gocen de ella hasta los términos más lejanos del universo y constituye y consocia todos los seres y cosas mediante las unidades, identidades, uniones, conjuntos; es decir, la paz divina permanece estable e indivisible; coordina y manifiesta todo en un solo acto, llega atravesando a todo, sin que salga y pierda jamás su identidad. Porque progresa y se extiende a todos los seres y cosas y a todos transmite y concede participar de sí misma según la naturaleza y la capacidad de cada cual y hace desbordar fuera de sí la sobreabundancia de su pacífica fecundidad. Pero a causa de la superioridad de su unidad, permanece totalmente en sí misma absolutamente unida.

 

  1. Pero alguno podría preguntar: ¿Cómo es que todos los seres y cosas desean la paz, ya que hay muchos que gozan de ser distintos y diversos, y nunca quieren por sí mismos y por su propia voluntad estar en paz? Si claro está que el que hace la pregunta quiere con las palabras diversidad y distinción dar a entender la naturaleza particular de cada ser y cosa y que a ella ninguno quiere perderla, manteniendo la particularidad de su existencia y no quiere perderla nunca, pues, ni tampoco nosotros estamos en desacuerdo, sino que la llamaremos también a ella vocación o tendencia de paz.

Porque todos los seres desean tener paz consigo mismos, estar unidos y permanecer ellos mismos inmóviles y estables en sí mismo y en sus características. Y en todo es perfecta aquella paz, conservando sin confundir las cualidades o atributos de cada cual, y es la que mantiene todos con sus plenas donaciones pacificas, conservándolos imperturbables e inconfusos, tanto hacia sí mismos como entre sí, y establece todo con una dinami estable y estricta a la paz y a la inmovilidad de sí mismos.

 

  1. Y si todo lo que se mueve no desea de estar en calma, sino que quieren moverse incesantemente en virtud de su propia tendencia, también este deseo correspondería a la tendencia de aquella divina paz del universo, que conserva todos los seres y cosas en sí mismos para que no se desintegren y guarda la propiedad motriz y la vida de todos aquellos seres que la mueven para que no se aparte ni decaiga de ella misma. Esto sucede para que al moverse tengan consigo la paz y siendo de este modo realicen lo que les corresponde.

 

  1. Pero si el que pregunta quiere dar a entender la diversidad/otredad como caída de la paz y sostiene que no todos aman la paz, responderemos que en la naturaleza de los seres y cosas no existe ninguno que haya caído totalmente de toda unión.

Porque aquello que se figura como grandemente inestable e infinito, indeterminado, abstracto y no fijo en base alguna, no existe ni está en ninguno de los seres y en ningún sitio. Ahora bien, si da a entender que detestan la paz y los bienes de la paz todos aquellos que se alegran de los conflictos y las contiendas, de las iras, alteraciones y de los desordenes, respondemos que también ellos son impulsados por ciertos deseos, tendencias e ídolos de paz; mientras están agitados por los continuos pazos y no desean sanarlos por la lógica o sano juicio, se imaginan que obtendrán la paz consigo mismos, y saciándose con los placeres pasajeros que los esclavizan se irritan cuando no los consiguen.

Pero ahora ¿qué decir uno sobre la filantropía de Cristo que derrama abundantemente la paz? Ya no continuaremos guerreando contra esta, ni con nosotros mismos, ni tampoco entre nosotros, ni con los ángeles (Ef 2,14, y otros). Más bien debemos cooperar con estos, según nuestras fuerzas, para la consecución de las obras divinas conforme a la providencia del mismo Jesús, quien «obra todas las cosas en todos»‘ y nos confiere una paz inefable y predeterminada ya desde la eternidad o siglos, y nos reconcilia consigo mismo en el Espíritu y mediante Él mismo y dentro del Espíritu con el Padre.

Sobre estos regalos sobrenaturales hemos hablado suficientemente y satisfactoriamente en las Representaciones Teológicas utilizando además el testimonio de inspiración divina de las Sagradas Escrituras.

 

  1. Pero como una vez por carta me preguntaste qué significa ser por sí o autoser, vida por sí o autovida y sofía-sabiduría por sí o autosofía, y dijiste que no aciertas a entender por qué a veces llamo a Dios vida por sí y otras veces autor de la vida por sí, por todo esto he creído necesario, santo hombre de Dios, resolverte también estas dudas que te han creado mis dichos.

Y en principio, repitiendo ahora lo que he dicho muchas veces, no implica contradicción alguna el decir que Dios es «autodinami o dinami por sí», «autovida o vida por sí» y lo mismo decir que Dios es «creador de la vida por sí o autovida» y «de la paz por sí o autopaz» y «de la dinami por sí o autodinami».

En el segundo caso se habla de Dios y se denomina a partir de los seres, y principalmente de los seres primordiales y fundamentales que se aplican a Dios como Causa de todos los seres, porque existe absolutamente de modo supraesencial por encima de todos los seres, incluso de los seres primordiales.

Preguntas también: ¿a qué llamamos autoser o ser por sí y autovida o vida por sí, o qué cosas son de modo primario y absoluto y aceptamos que han tomado hipóstasis (base substancial) de Dios y son creadas en primer grado?

La respuesta a esta pregunta no es complicada sino una explicación fácil y simple. No sostenemos, por supuesto, que aquel “autoser o ser por sí”, sea cierta sustancia divina o angélica, causa de todos los seres y cosas que son. Porque eso lo es únicamente aquel que es supraesencial, principio, esencia y causa de que sean todas las cosas que son, y el mismo ser por sí o autoser. Ni se trata de otra divinidad productora de vida, distinta de la que admitimos como vida supradivina, causa de todo viviente y de la misma vida; por decirlo resumidamente, no admitimos otras esencias e hipostasis que dan principio y creación a los seres, a las cuales algunos se atrevieron a llamar temerariamente dioses y creadores del mundo, dioses de los cuales, por hablar verdaderamente y literalmente, ni los mismos conocían, ni sus padres o antepasados ya que no existían. Más bien decimos que “ser por sí o autoser”, “vida por sí o autovida”, y “deidad por sí o autodeidad” desde el aspecto de principio, deidad y causa, el único y uno principio que está por encima de todo principio, de toda esencia y causa de todo.

Por el aspecto de la participación, llamamos así las dinamis de la providencia que proceden de Dios increado y no directamente participado, es decir, la energía (increada) de la “existencia por sí o autoexistencia”, la energía (increada) de la “vida por sí o autovida” y a energía (increada) de la “autozéosis o zéosis por sí”4.  Los seres participando de estas de modo familiar a sus naturalezas, son y se llaman también “seres o existencias”, «vivientes», «divinos», y otros nombres de modo semejante. (4. Por tanto, el Dios como autoser y autovida primero es causa de la existencia y después por participación la energía de la existencia).

Por eso también el Dios bondadoso, en principio se llama creador de las cualidades o atributos de por sí, después de los totales, después de los particulares, después de los seres que participan en estas enteramente y después de los seres que participan en estas parcial o particularmente.

Pero ¿para qué hablar más de esto ya que algunos de nuestros santos maestros lo han tratado y desarrollado? No necesito decir nada más. Fueron ellos quienes llamaron creador de la bondad/bien por sí o autobondad y deidad al que está por encima de la bondad y de la deidad, explicando que la bondad/bien por sí o autobondad y la deidad son donación que ha venido de Dios y donación que hace bondadosos, buenos los seres y los deifica.

También dicen que el derramamiento del autor de la hermosura por sí o autobelleza es también la hermosura total y la hermosura particular y las cosas que son totalmente hermosas o bellas y las que son particularmente hermosas y bellas.

Lo mismo sucede también con las otras cualidades o atributos que llaman o se pueden llamar de la misma manera, las que manifiestan las providencias y las bondades que participan los seres y provienen por derramamiento e irradiación desbordante de Dios increado y no directamente participado. Así pues, la Causa de todo es de modo absoluto más allá de todo y su existencia sobrenatural y sobreesencial trasciende totalmente a todos los seres y cosas, cualquiera que sea la esencia y naturaleza de estos.

 

CAPÍTULO 12: Sobre los nombres Santo de los santos, Rey de reyes, Señor-Kirios de señores y Dios de dioses

 

  1. Creo que ya hemos acabado con lo que me había propuesto decir sobre todo esto. Ahora alabemos aún al poliónimo/multinombre Dios, es decir, aquel que tiene muchos nombres, también como “Santo de los santos” (Dan 9,24) y “Rey de reyes” (1Tim 6,15) que reina en el siglo y eternamente, y más allá como “Señor de señores” (Apoc 19,16) y “Dios de dioses” (Sal 49,1).

En primer lugar, diremos lo que se entiende la de por sí santidad, como reinado/realeza, señorío o potestad, deidad y qué quieren decir las Escrituras con esos nombres por duplicado.

 

  1. La santidad pues, en la manera común que podemos definirla, consiste en estar libre de pecado y suciedad, que es pureza totalmente perfecta e inmaculada. Realeza/reinado es el control absoluto de todo término o límite, adorno, institución y orden.

Κυριότητα kiriotita potestad no es sólo superioridad con respecto a los inferiores, sino también posesión completa de todo lo hermoso y bueno con firmeza verdadera e inquebrantable. Potestad/κυριότητα, palabra que en griego viene de «κύρος kiros prestigio, autoridad» y «κύριον kirion principal» y «κυριεύον kirievon lo que domina». Deidad es la providencia que lo ve y contempla todo, con perfecta bondad todo lo abraza y lo contiene y a los que gozan de sus bienes providenciales, los llena de sí misma a la vez que se mantiene trascendente.

 

  1. Por tanto, a estos himnos dirijámoslos de modo absoluto hacia la Causa que trasciende todo, añadiendo que es la eminente santidad y potestad, y supremo reinado/realeza y divinidad que es perfectamente simple.

Porque de tal Causa emanó y se difundió de modo singular y copiosamente toda perfección y pureza auténtica y sincera, de ella procede toda disposición, orden y adornamiento del universo, que expulsa el desorden, la desigualdad, la desproporción y conduce a la bien ordenada identidad y rectitud abrazando cuanto es digno de participación a ella.

De esta Causa proviene también la posesión universal, perfecta y absoluta de todos los bienes y toda providencia con que contiene y conserva a quienes dirige, ofreciéndose misericordiosamente para divinizar y conseguir la zéosis (glorificación, deificación) a cuantos se dirigen a Ella.

 

  1. Ahora, por cuanto el Autor de todas las cosas, las contiene en plenitud todas, según una multiplicidad que todo lo trasciende, le invocamos con el nombre de «Santo de los santos» y con los demás nombres, porque es causa desbordante y supraeminente, como podría decir uno. En lo que trascienden las cosas que son santas, divinas, señoriales o regias y aventajan a las que no lo son y no tienen atributos y los que transcienden las participaciones de por sí de las que participan, tanto está afianzado por encima de los seres éste que se encuentra por encima de todos los seres y es el Autor in-participable directamente por todos cuantos participan y de las participaciones.

Mientras tanto que las Escrituras (Lev 11,44 Apoc 11,28  Sal 81, 6), llaman «santos», «reyes», «señores» y «dioses» a los órdenes más principales de cada orden divino, que por medio de ellos, los órdenes segundos e inferiores participan y comulgan de las donaciones de Dios y diversifican y multiplican a su vez la sencillez de la transmisión de las donaciones divinas que ellos reciben. Luego, los superiores se encargarán de reunir y simplificar de manera providencial y divina la variedad de los segundos en la unidad que les es debida.

 

CAPÍTULO 13: Sobre los nombres Perfecto y Uno

 

  1. Bastante ya se ha dicho sobre estos temas. Ahora a continuación, si te parece, procedamos al tema principal de nuestro logos. Porque la teología atribuye al Autor de todo, todos los nombres, y en concreto, todos simultáneamente, y Le alaba en himnos también como Perfecto y como Uno.

Por tanto, se llama perfecto no sólo porque es perfecto de por sí y se define el mismo en unidad de sí mismo de modo único y totalmente perfecto, sino también porque trasciende lo perfecto según su trascendencia de todos los seres y cosas y porque define cada infinito, mientras que se extiende por encima de todo finito e infinidad.

Nada puede separarle y contenerle, pero a la vez se extiende también por encima de todo por sus inagotables donaciones y las interminables energías (increadas) y operaciones. Además, se llama perfecto porque no se aumenta ni se disminuye, siempre es perfecto, pues de antemano contiene en si todas las cosas perfectas y derrama por una concesión según la cual es inagotable y la misma está por encima de toda plenitud e irreducible. Con esta perfecciona todo perfectamente y todo lo colma con su propia perfección.

 

  1. Se llama también “Uno”, porque está en todo de modo unitario por la transcendencia de su una unidad y porque es causa de todo sin salirse del uno. Porque no hay ninguno de los seres que no participe de aquel uno, pero como cada número participa en la mónada-unicidad también podemos decir un par o una dualidad, una década, una mitad, un tercio y un décimo, así también todo el universo pero también cada partícula del universo participa al uno.

Como existe el uno, existen también todos los seres. Pero no es esta la única causa de todo, una mónada de muchas mónadas, sino que existe antes de toda mónada y de toda multitud y define a cada uno y cada multitud. Porque no existe multitud que esté totalmente separada y no participe del uno; lo que está constituido de muchas partes es uno sobre el toral, mientras que lo que está constituido de muchas cualidades o atributos es uno sobre el sujeto; lo que está constituido de muchos números o dinamis es uno sobre su especie; y lo que está constituido de muchas especies es uno sobre su género; y finalmente los muchos en sus procesiones son uno sobre la causa.

Por lo tanto, no existe nada de los seres que no participe de una manera al uno, el cual ha contenido de antemano en sí mismo, que está constituido de modo absoluto en mónada, todo y en concreto todo en su totalidad, incluidos también los opuestos, de modo unitario.

Y sin el uno no puede haber multitud, mientras que sin la multitud existe el uno, tal y como la mónada existe antes que cada número que expresa multitud.

Y si uno se imagina que todo está unido con todo, entonces todo constituye un conjunto unitario.

 

  1. Además tenemos que conocer también lo siguiente: cuando decimos que las cosas están unidas, lo están conforme a la idea previamente establecida y separada para cada una de las especies y en este sentido, el Uno es el que ofrece los elementos a todos los seres y cosas. Si se quita el uno o la unidad no habrá en los seres y cosas ni totalidad ni parte alguna, ni ninguna otra cosa. Porque el uno ha tomado y contenido de antemano en sí mismo todo de modo unitario.

Por este sobrenombre del Uno, pues, la teología alaba en himnos el principio universal de la deidad como causa de todo y dice: “un Dios Padre y un Señor Jesús Cristo y uno y mismo Espíritu”, en virtud de la sobreabundante indivisibilidad de la totalidad de la divina unidad (que no tiene partes ni se divide), en la que se ha reunido y concentrado todo de modo uniforme y unitario y está absolutamente todo unido y coexiste de modo supra-sustancial.

Por eso, con razón también la teología se refiere y atribuye todo en esta Unidad, pues gracias a Ella, por Ella y en Ella, todas las cosas existen, se han armonizado y agrupado, permanecen, se perfeccionan y se orientan dirigiéndose hacia Ella.

Y no se encontrará ninguno de los seres en el mundo que no sea lo que es y no se perfeccione ni se conserve dentro al uno, por el cual toda la deidad se llama de modo supra-sustancial.

Debemos, pues, también nosotros retornar desde lo múltiple a lo uno, por la dinami (fuerza y energía) de la divina unidad y de modo unitario a alabar en himnos singularmente a la Deidad o Divinidad universal, plena y una que es causa de todo.

Porque este Uno se encuentra antes de cada uno y pluralidad o antes de parte y totalidad o antes de cada definido e indefinido o antes de fin e inmensidad. Este uno define todos los seres y el ser de por sí y es la única causa de todos los seres en su conjunto y a la vez de todo y antes que todo y por encima de todo. Este Uno sobreesencial existe por encima del por sí ser uno y que define el de por sí ser uno y el conjunto del ser y la misma unidad; por supuesto que el ser uno que existe en los seres, contiene el concepto del número y el número participa a la esencia-usía.

Pero el supraesencial Uno define tanto el ser uno como también cada número, mientras que el mismo es principio, causa, número, orden también del uno y de cada número y de cada ser. Por eso la deidad también que está por encima de todo, aunque es alabada en himnos tanto como mónada/unicidad también como tríada, pero no es ni mónada ni tríada tal como nosotros o cualquier otro ser que pueda captar con sus nus (espíritu de su psique-alma), sino para alabar en himnos de modo verdadero tanto la absoluta unidad como también la divina fecundidad de Dios, y llamamos Deidad la que está por encima de los nombres Tríada y Mónada, es decir, nos valemos de las denominaciones por nombres de los seres para esta que es trascendental y supraesencial.

Pero ninguna mónada o tríada/trinidad, ningún número, unidad o fecundidad ni cosa alguna sea de los seres o algo que es un concepto de algún ser no está en situación de revelar la absoluta misticidad de la absoluta deidad que está por encima de todo logos y nus, la que de modo absoluto está por encima y es supraesencial. Ni tampoco por nombre alguno puede describirla ningún ser, ni puede ser comprendida por la lógica humana, sino que está sobre-elevada en la región de lo inabordable e inaccesible;

Incluso le atribuimos en primer lugar este nombre de bondad como el más venerable de todos en el deseo de entender y decir algo sobre aquella naturaleza inefable y ponerla el nombre primero y el más respetable de los nombres.

De esta manera por supuesto que nos encontramos de acuerdo con los teólogos, pero la verdad es que el Misterio dista en gran manera de la realidad de las cosas. Por lo cual, los mismos teólogos (bíblicos) prefieren el ascenso a la Verdad por vía apofática o de negación, porque saca la psique-alma de lo que es a fin a su naturaleza y la conduce mediante todas las comprensiones y concepciones divinas, de las que sobresale el nombre de Dios, “el nombre que está por encima de todo nombre”, por encima de toda lógica y gnosis/conocimiento, y las une hasta la última frontera o punto extremo de todo con Dios, tanto lo que es posible por lo menos en nosotros a unirnos con Él.

 

  1. Estas denominaciones divinas hemos reunido y a medida que nos fue posible hemos desarrollado. Evidentemente, no lo hemos hecho con la perfección que el tema requiere. Los mismos ángeles y los más eminentes teólogos tendrían que declararse incapaces de lograr la explicación satisfactoria, cuánto más nosotros, que no podemos proclamar las alabanzas como ellos. El mejor de nuestros teólogos es inferior al último de los ángeles. Pero en esta clase de alabanzas no me comparo en modo alguno con los teólogos y sus discípulos. Ni siquiera con mis iguales.

Por tanto, aunque haya dicho rectamente lo que procede y de alguna manera haya alcanzado el verdadero sentido, en cuanto he podido entender, de los nombres de Dios, hay que atribuir el trabajo a la Causa de todos los bienes, que regala primero la misma habilidad de hablar y después la capacidad de hablar debidamente y correctamente.

Quizá haya omitido algún nombre semejante a los mencionados, en tal caso se supla valiéndose de métodos parecidos. Ahora bien, si algo queda incorrecto o imperfecto y me haya desviado de la verdad total o parcialmente, en tal caso pido a tu bondad que corrijas al que ignora involuntariamente y transmitas la lógica y el sentido común al que tiene necesidad de aprender  y defender al que no es autosuficiente por sus fuerzas y energía y psicoterapiar y sanar al que no desea estar enfermo.

Una vez que hayas descubierto por ti solo y también por los demás, ya que todo la has recibido del Bondadoso/Bien, que lo transmitas también a nosotros. Y nunca te canses a beneficiar a cualquier hombre amigo. Porque como ves nosotros también no hemos guardado egoístamente sólo para nosotros mismos ninguna de las enseñanzas que se nos han sido entregadas, sino que las hemos transmitido y entregado íntegramente, no adulteradas, a ti y a otros hombres santos y continuaremos comunicándolas mientras nosotros podamos hablar y a los que hablamos puedan escuchar. En nada perjudicaremos la santa παράδοση parádosi* (tradición, transmisión y entrega) en tanto nos queden fuerzas para entender y enseñar estas verdades. Pero así sean todas estas cosas y así se digan, tal como es amado a Dios. Así termino esta obra sobre las denominaciones divinas o divinos nombres de Dios. Y ahora con conductor a Dios me iré a la “Teología Simbólica”. Amín.

* Ver https://www.logosortodoxo.com/teologia-ortodoxa/santa-tradicion-de-la-una-santa-iglesia-catolica-apostolica-ortodoxa/

Traducido por Χρῆστος Χρυσούλας Jristos Jrisulas http://www.logosortodoxo.com 13/04/2022

 

 

 

1 comentario

  1. Julián

    Gracias por este precioso artículo. Grande es el Nombre de la Santa Trinidad.

    Juan Pedro Ruipérez.

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