Logos, según san Máximo el Confesor
Preguntas filosóficas y teológicas
Por la Diaconía Apostólica de la Santa Iglesia Griega, comentarios por Dimitri Staniloae
Ἐν ἀρχῇ ἦν ὁ Λόγος… (En arjí in o logos). En el principio el Logos era, es y será eterna e infinitamente; y el Logos existía con Dios y está en Dios; y Dios era y es el Logos (Jn 1:1). Está vestido con un manto teñido de sangre de su propia sangre que derramó en la cruz; y su nombre, que ha sido dado y llamado desde la perpetuidad, pre-eternidad, y es: “el Logos de Dios” ( Apoc 19:13)
El concepto del “logos” en San Máximo el Confesor tiene muchos significados de acuerdo con la multiplicidad de los sentidos de la palabra “logos”. Por otra parte el término se utiliza tanto en singular como en plural, porque dentro de cada “logos” se encuentran entretejidos muchos otros “logos” y todos estos están concentrados dentro en un supremo Logos. (P.G. 91, 1081).
Por un lado el “logos” significa el logos humano que piensa, y por otro lado, es la base ontológica, por tanto, la definición de nuestra esencia y la de cada cosa que tiene carácter lógico, es decir, estructura con orden y duración. De aquí surge el sentido práctico del logos que conoce, a medida que el hombre quiera con esto acercar su vida al logos como base ontológica de su naturaleza. Con su logos gnóstico el hombre supera el nivel de los placeres (hidonés) efímeros y se eleva a lo que es superior y duradero dentro de él.
Pero “logos” significa también el divino Logos que este a la vez tiene el concepto del Logos que piensa y está al principio de cada pensamiento, entonces de cada logos pensado. También tiene el significado de orden puesta de forma sublime y con esta cualidad es el principio de la totalidad del orden lógico de las cosas.
Pero la cualidad del pensamiento presupone y condiciona al logos un carácter personal. El logos humano que piensa es el funcionamiento (liturgia) de una persona y el divino Logos que piensa es la misma Persona suprema increada. Así el Logos divino tiene y produce todos los pensamientos, todos los logos, todas las nociones, conceptos y significados o se encuentra en el principio de ellas. Es a la vez la fuerza que crea las esencias enhipostasiadas (substanciadas) y las conduce de acuerdo con sus pensamientos para dar también por su impulso o empuje a los demás seres la posibilidad de pensar según su prototipo. Todas las creaciones son conceptos, nociones realizadas y sistemas parciales de una suprema lógica increada. Esta se integra dentro de toda la creación como si estuviese dentro en una síntesis uniforme de conceptos con cabida lógica en todo, vertida de sentido único, y compuesta en un grado grande. El supremo Logos del que resplandece el modelo de este uniforme logos y de todos los logos parciales del mundo, conduce la creación pretendiendo y procurando la plena energetización o activación de los logos de todas las cosas y del mundo entero. Porque el logos no es sólo una rueda que se mueve monótona sino que pretende metas y propósitos dentro en todas las cosas y una meta final dentro de todo el mundo. Así con el logos junto con los logos que están grabados dentro en este logos, el divino Logos increado como Providencia conduce el progreso del mundo en un propósito o meta definida. En este sentido habla San Máximo el Confesor sobre el logos de la Providencia, es decir, para el logos dinámico que contiene el propósito y el camino hacia esta finalidad. Este propósito se utiliza también por el logos de la justicia divina la cual castiga pedagógicamente cuando hace falta y con el castigo pedagógico trae en el camino correcto a los seres.
Pero el supremo Logos como fuente de los logos de las cosas, creando y conduciéndolas hacia sus fines, no hace otra cosa que exteriorizar sus logos con las cosas y las praxis que están dirigidas. Por eso los logos que se exteriorizan se llaman dichos (verbos). Las cosas y las praxis que se han expresado en estos, son dichos (verbos) realizados del divino Logos o las concertaciones de sus logos, los relativos con el mundo. Son palabras que se dirigen al hombre, como logos personal que puede comprender esto que el divino Logos piensa y le comunica los logos de las cosas y sus directrices.
Pero el divino Logos se dirige al hombre también con logos inmediatos que no están expresados dentro en las praxis y las cosas. El divino Logos es pues el Prósopon (Persona, Rostro) y el Logos hipostático que habla. El mismo hombre como portador de los logos, como logos personal recibe el sentido y los conceptos de las cosas y las expresa con palabras, reconociéndolas como logos realizados que se le dirigen por el creador y gobernante Logos. Son dos personas que piensan y hablan, dos logos y palabras enhipostasiadas (infundadas con base substancial) en continuo diálogo.
El mundo es el objeto o el medio del diálogo entre Dios y hombre. Lo que existe sirve a este diálogo entre el divino Logos personal y el logos personal humano. El mundo es homilía (conversación, hablar, diálogo) y se ha creado por la divina Persona (Prósospon) como base de la conversación entre Éste y la persona (prósopon) humana y aún entre los mismos humanos que profundizan y desarrollan juntos el sentido y significado de esta homilía o conversación para realizar su finalidad. Los hombres hablan porque primero habló y habla Dios con cosas comprensibles y porque existe el mundo como un complejo lógico comprensible como pensamiento de Dios que se ha exteriorizado en logos realizados. Lo que existe tiene la señal de la persona y todo está vertido por la persona, todo se explica por la persona que se acompaña de lo que existe y constituye el propósito, meta. Mejor dicho, todo existe para el diálogo entre la divina Persona y la persona humana y entre las personas humanas, es una expresión dialógica o dialogante de estas personas. Esto da una base mística personal en la lógica del mundo y una profundidad mística que no se agota ni con esta lógica. Nunca llegaremos al final emprendiendo la explicación científica de la naturaleza a pesar de que el hombre siempre progresa sobre esta explicación. Sólo la persona (prósopon) y su infinito fin que se pretende de eso dan el significado completo del mundo.
La lógica no se detiene por sí misma en su interior, sino que es la expresión de la persona, es el medio de comunicación entre las personas a favor de un fin que estos persiguen. La persona por su parte a pesar de que es más importante incomparablemente que la lógica entera que la persona expresa y recibe incesantemente, es un factor que produce, transmite y recibe los conceptos, los significados y los logos.
Sin la divina Persona que produce y transmite conceptos y significados y sin la persona humana que las recibe toda la existencia sería privada de sentido, concepto y logos. Una filosofía que quiere explicar todo con base la lógica de la existencia no puede encontrar lógica fuera de la persona que la produce, transmite y concibe. Una vez los hombres se habían engañado por una “lógica” filosófica o científica de este tipo de existencia. Hoy somos testigos de una liquidación que se crea por este tipo de filosofía y hablamos de un universo sin sentido, paradójico o contranatural.
No sólo sería caótica una existencia sin leyes lógicas, sino también una existencia lógica impersonal no tendría sentido. Este tipo de existencia tiene la cualidad de engañarnos y darnos una inestable satisfacción de explicación “lógica” que en realidad no es explicación lógica. El misterio de una persona que creó y sostiene al mundo lógico es un misterio pero un misterio luminoso. Sólo dentro en este misterio permanece encendida la luz del sentido, concepto y significado. Una persona de este tipo certifica con la creación y la dirección del mundo de las cosas la debilidad de su reducción en las cosas y a la vez su reducción a cualquier otra persona en las cosas. Un mundo lógico sin persona de la que proviene su lógica (racionabilidad) es un misterio totalmente oscuro e impenetrable. Un mundo así niega cualquier explicación y es un mundo sin ningún sentido y significado.
La racionabilidad o el logos lógico debe de tener siempre un soporte, sostén para manifestarse de manera eficaz para tener hipostasis (base subsistencial). Pero el mismo soporte tiene que ser un logos que racionaliza y da sentido (logitiza). La materia no puede ser el soporte del logos racionalizado (lógico). El soporte del logos racionalizado (lógico) con la hipostasis y el logos que racionaliza deben de coincidir. Una coincidencia de este tipo tenemos en la persona (prósopo) humana. Pero la persona humana no puede ser el soporte – fuente para el racionalizado logos de la materia, porque no puede crear una materia que pueda tener impreso al logos racionalizado; no puede ni siquiera reproducirse a sí misma. En la persona humana coincide un logos dado que racionaliza una lógica (racionalidad) dada. La lógica (racionabilidad) entera racionalizada que está impresa al soporte que se encuentra entre la materia y la naturaleza humana y la lógica que racionaliza con la que se identifica la persona humana, debe de tener un verdadero y definitivo soporte dentro a la Persona (Prósopo) suprema, la cual es la coincidencia perfecta entre persona y logos que es la Persona Lógica, aquel que ha creado cada realidad lógica y que puede racionalizar o dar sentido lógico.
Logos, verbo, dicho, persona, persona humana y Persona divina, están atadas y los conceptos de todas estas realidades están contenidos en el logos que constituye el eje básico en la zeoría-contemplación espiritual de San Máximo el Confesor.
Pero el Logos personal dirige al hombre o al logos personal creado sus pensamientos que se realizaron en cosas y en praxis que se expresan con logos inmediatos. Porque el Logos personal ama al hombre y quiere conducirle a una comunión y unión plena con Él. El eros (amor ardiente incondicional) es otro acontecimiento que está contenido al divino Logos personal. A causa de su eros, el Logos personal se dirige al hombre. El hombre está dotado con la capacidad de percibir y concebir la divina agapi (amor desinteresado e incondicional) mediante su logos perceptivo. La agapi está acumulada en los logos/verbos lógicos y los logos realizados y el hombre contesta con su agapi que se manifiesta por su turno dentro de logos/verbos lógicos y hechos (praxis). Así el mundo visible no se ha creado para castigo de las psiques que han caído, sino como una escalera espiritual de la divina agapi hacia el hombre con la que puede también el hombre subir a Dios creciendo dentro de su agapi hacia Él. Por eso el hombre y el mundo están dotados de movimiento.
El valor positivo del mundo se ve también, según San Máximo, en el hecho de que el hombre no puede subir hacia Dios evitando al mundo sin utilizar el cuerpo y sin elevar junto con su psique su cuerpo y el mundo hacia Dios.
El hombre progresa en la espiritualidad energizando u operando la virtud dentro en el mundo puro y conociendo los logos de Dios que se han realizado en las cosas.
Son los dos escalones de la elevación espiritual del hombre hacia Dios y los dos están atados con el mundo. El significado de la espiritualidad y su necesidad se encuentra exactamente en el hecho que el hombre no puede llegar a Dios ni a la semejanza a Él, y sólo progresa en ella por la energetidad (operatividad) que se alimenta por el eros (amor ardiente) hacia Él y las demás personas dentro en el mundo y por el progreso de la gnosis (conocimiento empírico espiritual increado) pura y clara de los logos de Dios dentro en el mundo. Sólo conociendo cada vez más estos logos y dentro de la mayor pureza, el hombre podrá comprender el Logos único dentro en la inagotable e infinita espiritualidad, donde se comprenden de modo concentrado todos los conceptos.
El Logos/Verbo al esconderse para nosotros de forma inexplicable dentro en los logos/verbos de las cosas, se manifiesta en ellos de manera que corresponde en cada cosa visible como si fuera en letras; porque se encuentra de la forma más completa en todo junto con su integridad y a la vez separadamente en cada integridad y nada reducido. Se manifiesta libre de diferencias y eternamente lo mismo dentro de las cosas diferenciadas, sin principio dentro de las cosas que están sometidas en un principio, invisible entre las visibles y no evidente o claro a las evidentes o claras cosas manifestadas. (PG 91, 1285).
A la vez la encarnación del Logos en relación con su ensomatización-hecho soma-cuerpo, se encuentra en todas las cosas, como si dentro de algunos símbolos definidos. Todas las cosas son logos o verbos (dichos) realizados del mismo Logos o del mismo Verbo. Con todas las cosas el Logos nos junta gradualmente dentro de sí mismo. Es el concepto positivo del mundo visible.
Pero los logos de las cosas como reflejos de los divinos logos, no pueden ser conocidos en su objetiva y auténtica brillantez con el infinito fondo dentro de Dios y con la perfecta ligadura recíproca dentro en la divina agapi, sino sólo a la medida que el hombre se catartiza, se purga, se purifica y se sana del deseo de la materia, de la ira que provoca la insatisfacción del deseo y de su pretensión egoísta de mucha gnosis provisional y de todas las concepciones fantasiosas que se provocan de sus pazos, los cuales deforman los logos de las cosas. Todas estas cosas, engrandeciendo sus naturalezas materiales mezclándolas con la miel de una dulzura que desaparece rápidamente, no dejan transparentar los divinos logos con claridad en las cosas, deteniendo al hombre apegado en la intensidad de las superficies y al placer pasional que se provoca de estas.
La subida espiritual de los hombres hacia Dios no se realiza por la privación de la prenda visible del mundo y del hombre, sino con el esfuerzo para hacerla diáfana, transparente.
Las virtudes no se pueden conquistar y ejercitar sin el cuerpo. La psique no puede hacerse fuerte sin el esfuerzo en mantenerse y fijarse como el señor del cuerpo y utilizar este cuerpo para la realización del bien para una vida sana y pura. Los santos entendieron que es mejor acercarse a Dios con intermedio la psique, que se mueve hacia Dios de manera análoga de su naturaleza y el cuerpo embelleciéndolo con cualidades divinas, que son frutos de la ascesis-ejercicio espiritual por las virtudes (PG 91, 1122D).
Dios aparece en nosotros con la hipostasis de las cosas creadas haciéndolas diáfanas por su Espíritu como fuego que saca llamas sin arder, hecho que se culmina con el habitar de Dios dentro al cuerpo que ha tomado por la Virgen. El cuerpo de la Virgen y el de Cristo, especialmente el último con su Resurrección es la suprema justicia para la materia como cerco de Dios. Estos dos cuerpos constituyen en realidad la cima de la reconstrucción de la teoría origénica de Orígenes para el imprescindible o necesario mal que es idéntico con la materia (PG 91,1148).
El hombre sube hacia Dios sólo en lazo con el mundo visible y con el cuerpo, porque los logos de las cosas y la psique no pueden existir por sí mismas. Por eso uno no puede considerarlas como existencias de por sí mismas, tal como sostienen el platonismo y el origenismo. Tienen sus hipostasis dentro en las cosas visibles y realizan su plena belleza dentro de las cosas y del cuerpo. Dentro en la belleza de objetos sensibles bellos que hemos visto con ojos puros; dentro en la belleza de ojos puros que están llenos de comprensión; dentro en la belleza de palabras puras que las caracteriza la fuerza penetrativa de comunicación se ve en espejo la belleza de los logos divinos y se manifiesta la belleza de la psique que fue enriquecida y atravesada por los divinos logos de las buenas obras, y de la gnosis de la riqueza y de la bella transparencia espiritual de las cosas.
El ascenso espiritual del hombre hacia Dios no es una subida por un sendero separado del mundo, sino por la escalera del universo, y arrastra consigo el embellecimiento espiritual del universo. El camino es estrecho en el sentido que el hombre no debe separarse de la amistad al prójimo, cayendo al egoísmo, tampoco alejarse de la pura y verdadera gnosis de las cosas. Pero no en el sentido de que no debe interesarse de las buenas obras que benefician a los hombres y el conocimiento de los múltiples logos del mundo. Dios aparecerá o se manifestará al hombre con una transparencia riquísima, puesto que aparecerá lleno de la cantidad de logos de las cosas que están concentrados dentro de Él. Dios finalmente se revelará al hombre diáfano totalmente, porque el hombre se ha acostumbrado verLe cada vez en su vida más transparente dentro de Sus logos. Cuando se apocalipta-revele en todo su resplandor entonces en la creación se manifestará con toda su transparencia, tal como en el monte de la Metamorfosis.
El hombre alza consigo toda la creación a Dios. porque es el lazo central que une todas las partes diferenciadas de la realidad. Porque con sus partes se encuentra en lazo con todas las partes de la realidad. La unión básica de todas las partes se energiza o activa al hombre gradualmente y progresa hacia arriba, es decir, conduce todas las partes a la unión con Dios.
El hijo de Dios se ha unido con el hombre y no con alguna otra creación exactamente porque el hombre es el lazo que ata todas las partes de la creación. En Cristo se concentran todas las partes no sólo porque es Dios, el Logos personal de todos, sino porque también el hombre, en el cual el logos y el cuerpo se han unido con el supremo Logos en una sola Persona. El hombre es desde el principio el punto magnético espiritual que se encuentra al centro de la creación. Está sediento y anhela en concentrar y perfeccionar todas las partes dentro de sí. Y existe en él la capacidad de unirlas todas junto a él y conducirlas a Dios, la fuente infinita de la perfección unida con él. En esto consiste su valor como sacerdote. Dios trajo la creación en la existencia exactamente con el propósito de que co-participen todos en Él mediante el hombre.
Las partes de la creación son partes del hombre. No constituyen unidad sino sólo al hombre. No son cosmos-mundo sino sólo al hombre. El hombre no es parte del mundo, sino lo que determina el mundo. Por eso el hombre es macrocosmos. Es el mundo en potencia que tiene como misión hacerse realmente cosmos. Realiza el mundo entero humanizándole a la medida que le glorifica o deifica. Es el concepto de la cultura espiritual, del arte y de la economía. Las manos del hombre son menores en potencia y más anchos de todas las dimensiones del mundo, porque puede alargar y ensanchar su abrazo utilizando todas las fuerzas del mundo. Es más ancho de toda la creación llegando hasta Dios e interviniendo entre la creación y Dios. El hombre se ha llamado no sólo a humanizar el mundo sino que sea también el medio de su zéosis o glorificación.
El hombre es elemento unitario no sólo porque tiene en su interior todas las partes que son comunes en toda la realidad, sino más bien porque con todas estas partes que asimilan las partes del energizado o activado mundo tiene el nus (espíritu humano). Pero el espíritu humano tiene esta fuerza unificadora porque tiene en su interior el mundo y le supera. Está conjuntado y unido con el espíritu divino (PG 91, 1305).
El mundo es una realidad positiva con destino y finalidad la zéosis, no sólo de los géneros y sus especies, sino de todas sus unidades concretas. Todas estas tienen sus logos dentro en Dios y no sólo los géneros, tal como en la teoría platónica. Las individualizaciones no son caídas de los prototipos generales como en el platonismo, sino que contribuyen al enriquecimiento recíproco, por consiguiente, al enriquecimiento del género. Todas las unidades llegan a la zéosis y con esta a sus perfectas realizaciones. La creación es una unidad diferenciada. Avanza a la vez en la diferenciación de sus logos y en la unión concienciada y llena de agapi dentro de Dios mediante los hombres. Sólo así el mundo refleja la inmensa riqueza de Dios (PG 91, 1192-3).
San Máximo ata el desarrollo espiritual del hombre con el tiempo, el lugar al que vive, al país que vive, a su carácter y a su ocupación. La espiritualidad de cada uno no es algo abstracto y uniforme, sino que trae las señales del carácter y las circunstancias personales diferenciadas. Estas circunstancias reflejan los distintos logos, los que se ramifica el divino Logos dentro en la naturaleza, en la historia y en la Santa Escritura… (A partir de aquí hay dos páginas que las omito porque son difíciles de traducir para mí, aunque en griego las entiendo perfectamente. Habla sobre el tiempo (cronos) el siglo (eón) y la eternidad del hombre que es distinta a la eternidad de Dios y que el hombre puede llegar a la eternidad desde aquí. Personalmente me ayudó mucho también su frase: cuando el tiempo (cronos) se mueve el siglo (eón, o sea tiempo espiritual) está parado y cuando se mueve el siglo el tiempo está parado).
El valor positivo que da san Máximo a la creación puede verse también de su idea que la ley natural es igual que la ley escrita o que la apocálipsis/revelación de Dios mediante la naturaleza es igual que su apocálipsis por la Escritura.
Dentro de esta idea de san Máximo y otros Padres tenemos una percepción de la apocálipsis natural distinta de la que nos ha acostumbrado la teología occidental. La percepción occidental sobre la apocálipsis-revelación natural se manifiesta con un dualismo. Dios creó al mundo pero no habló y no habla mediante éste. Pero sí vemos las creaciones como logos/verbos/dichos de Dios y los cambios de las circunstancias como logos/verbos de continuación, la separación entre apocálipsis natural y sobrenatural ya no es tan brusca. La separación entre la ley natural y Dios que habla, entre el logos y el verbo, condujo la teología occidental en clara separación entre apocálipsis natural y sobrenatural. También ha conducido a Occidente en una plena separación entre filosofía y teología. La filosofía escogió exclusivamente las leyes naturales y la lógica impersonal de la naturaleza, es decir, esto que la teología entendía más o menos como apocálipsis-revelación natural, negando al supremo Logos personal que habla. En cambio la teología y más la protestante escogió exclusivamente la Persona divina que utiliza logos-verbos inmediatos, ya no viendo a Dios que habla dentro de la naturaleza y la historia. La teología occidental separó excesivamente el mundo de Dios – la protestante casi de modo origénico (de Orígenes)-, y la filosofía con esta separación ha llegado a la negación de Dios.
En realidad uno debe ver dentro de todos los fenómenos (apariencias) visibles de la naturaleza y de la historia, no sólo el factor naturaleza y el factor hombre, sino también el supremo Logos que conduce y juzga, haciendo lógicos a los hombres y hablando con este tropo (modo, manera) real a los hombres. Uno debe ver en todas las cosas y los fenómenos del mundo la expresión de la Persona suprema que utiliza los logos del mundo adaptándolos siempre diversamente de acuerdo con las necesidades espirituales de los hombres y de acuerdo con el plan que se desarrolla con finalidad la zéosis o glorificación. Es una omnipotencia personal y lógica que a la vez conduce todo hacia una meta o propósito, al marco de un diálogo que interpreta y da a entender toda la existencia. Todo emana de la voluntad de las personas y se conduce de la voluntad de las personas lógicas. En todas partes está la persona o la relación interpersonal o la señal de esta relación y por eso en todo está el logos. Todo se marca de un poder personal lógico (lógica personalizada) o de un logos personal. Sólo una continua renovación de la persona puede explicar el dinamismo de siempre del logos y del movimiento del mundo. (Zéosis término patrístico consagrado que se utiliza por los Padres en vez del término agiográfico “perfección”, “santidad” o “como semejanza” ver https://www.logosortodoxo.com/%CE%B8%CE%B5%CF%89%CF%83%CE%B9%CF%83-zeosis-o-glorificacion/ también https://www.logosortodoxo.com/la-zeosis/).
San Máximo el Confesor hace un esfuerzo interesante en superar la filosofía racionalista helénica de la usía (esencia, sustancia) y con la personificación del Logos que lo ha creado todo y está presente y energizante u operante en todas partes, consigue colocar el racionalismo de ella dentro en la teoría personal de la Santa Escritura, cosa que se había empezado por san Juan el Evangelista. Con esto superó la percepción que veía al logos como atributo (acusativo) de la ουσία (usía, sustancia, esencia). Ha hecho al logos atributo de la persona y así explicó la esencia del mundo también mediante la Persona-Hipóstasis. Es la única explicación de la existencia lógica y esencial.
Pero generalmente el pensamiento humano no teológico se ha quedado avasallado, subyugado en una teoría de usía-esencia/sustancia racionalista y tampoco la teología hizo un esfuerzo serio en colocar su racionalismo dentro en el prósopo-persona junto con la usía-esencia. El Jalkidonismo o caledonismo (de Caledonia) con todas sus consecuencias no se ha desarrollado dentro en el pensamiento de la humanidad.
Tal como hemos dicho anteriormente Dios habla dentro de los fenómenos (visibles) de la naturaleza y en los acontecimientos de la historia. Pero para que captemos el logos de Dios dentro en la naturaleza y en la historia es indispensable una sensibilidad espiritual. Cuando existen personas con esta sensibilidad, las praxis de Dios dentro en la naturaleza y en la historia se revelan/apocaliptan en ellas como logos/verbos/dichos de Dios, como llamadas hacia ellas para hacerlas a responder con sus correspondientes energías y acciones. Estas conciencias siempre escuchan a Dios que habla en cada caso y corresponden análoga con lo que Aquel quiere pedir de un humano o de otro o de todos. Es la apocálipsis/revelación natural en movimiento.
Pero sosteniendo que la voluntad de Dios, que se hace conocida por la apocálipsis/revelación natural, es equivalente con su voluntad que se da a conocer por la ley escrita, san Máximo a pesar de esto, discierne entre las dos leyes o apocalipsis/revelaciones.
Como el pecado ha endurecido al corazón a un grado tal que ya no puede ver generalmente a Dios que habla con las leyes naturales y con incidentes acostumbrados, Dios interviene dentro en la naturaleza y en los incidentes de la vida individual e histórica con praxis menos acostumbradas que se acompañan o explican en algunas conciencias humanas con logos inmediatos y por lo tanto más claros.
Aquello que según nuestra opinión quiere recalcar san Máximo es que no debemos ver discontinuidad entre los logos incesantes de Dios que se manifiestan con los fenómenos de la naturaleza, los incidentes y la voz de la conciencia por un lado y por otro lado, los logos que Dios manifiesta de manera sobrenatural. Dios en sus praxis y en sus logos que se han revelado sobrenaturalmente, utiliza la naturaleza y el factor humano, cosas que pertenecen a la creación. Pero en estos casos hace más sensibles y claras sus obras y logos, porque no sólo combina las fuerzas naturales de diversos tropos (modos, maneras), sino que interviene con energías y acciones más relevantes que aquellas que se manifiestan en el desarrollo de las leyes naturales que son útiles en las acostumbradas y siempre nuevas circunstancias de la vida. Las energías y acciones de la apocálipsis /revelación sobrenatural no se oponen al desarrollo natural y a los incidentes históricos, sino que iluminan y fortalecen más el fin definitivo y el movimiento que estos persiguen, dejándoles a manifestarse dentro de su continuidad. Entre los logos y las obras de la apocálipsis/revelación sobrenatural y en los acostumbrados logos y obras de Dios de la apocálipsis/revelación natural existe una continuidad del mismo plan general que sigue Dios.
El Dios conduce a Moisés en toda su vida y acción para beneficio de Israel con acostumbrados fenómenos e incidentes de la naturaleza y de la vida. Pero una vez aparece delante de él con la zarza ardiente y otra con tinieblas y truenos en el monte Sinaí, y semejante otras veces. Pero estos incidentes extraordinarios radian la luz increada de la incesante presencia de Dios a la vida y acción de Moisés.
También conduce siempre al profeta Elías, pero una vez aparece en él por el fuego que de manera paradójica quema y devora los sacrificios de los animales, otra como una ligera brisa y otra con el acontecimiento admirable de la arena y el aceite de la viuda.
Todos estos acontecimientos revelaban, acompañaban y removían la conciencia del Moisés y del Elías con inmediatos logos/dichos/verbos de un modo misterioso, distinto de aquel que se remueven y se revelan los incidentes que ocurren en un hombre fortuitamente con conciencia espiritual sensible durante la continua acción de la divina energía.
Entre la continua apocálipsis/revelación mediante la naturaleza o las circunstancias las cuales sin ser repetidas, son inscritas en un plan que parece interpretarse por combinaciones de los factores naturales acostumbrados, y en la apocálipsis/revelación por circunstancias, obras y logos/verbos extraordinarios, existe en todo caso la continuidad del mismo plan que sigue Dios. La apocálipsis/revelación sobrenatural nos muestra el nivel más alto, hacia el cual el nivel inferior de la vida terrenal es conducido también por la apocálipsis natural diaria. La apocálipsis sobrenatural echa rayos más luminosos sobre la natural, la cual está cubierta por la nube del pecado, pero que esta tampoco está privada de una praxis de Dios, la cual constituye también una manifestación de Dios por logos y obras. Sin la apocálipsis sobrenatural no vemos limpiamente las obras y los logos naturales de Dios porque están ensombrecidos por el estado del pecado. Pero el estado del pecado no impide a Dios a energizar, operar y hablar en este nivel de la naturaleza. La luz ilumina a las tinieblas. Y la intervención especial de Dios por la apocálipsis sobrenatural crea una perfecta sensibilidad en la psique con especial jaris/gracia.
La apocálipsis/revelación sobrenatural provoca según san Máximo la aparición de la verdadera naturaleza, a la luz fulminante de cortos momentos, así tal como existía antes de la caída y tal como se restablecerá al final en estado puro y limpio de pecado. Al mismo tiempo ayuda a la naturaleza subir gradualmente a la altura que ha previsto Dios. Si el hombre hubiese permanecido en su auténtica pureza, sensibilidad y fuerza espiritual, el mundo no habría caído al régimen de las leyes duras que reinan ahora, sino que tendría una mayor elasticidad debida a una mayor fuerza del espíritu. Lo mismo también la naturaleza del hombre. El espíritu podría conducir más fácilmente estas leyes para utilizarlas como medios de una comunicación y comunión sin dificultades entre Dios y los hombres y entre los mismos hombres.
La plenitud de estas leyes con el Espíritu Divino, que energiza y opera dentro en la naturaleza humana y mediante ella, se ha manifestado por el nacimiento del Hijo de Dios como hombre por la Virgen y su crucifixión como hombre. Estas praxis se encuentran en la cumbre de la apocálipsis/revelación sobrenatural y a la vez son praxis de plena apocatástasis (restablecimiento) de la naturaleza a su estado natural y su destino, como lugar donde el espíritu se manifiesta sin impedimentos. Por eso también presagian a la vez la apocatástasis de la naturaleza entera en su autenticidad en los esjatos (últimos) tiempos, cuando el espíritu festejará su plena y eterna victoria. Todo esto se expone por san Máximo en muchos puntos y en capítulos enteros de su obra (P.G 91, 1280-1, 1305-1321, 1129, 1149.1151 etc.)
Así la apocálipsis-revelación sobrenatural es también de una manera natural y conduce a la apocatástasis de la naturaleza a su verdadero estado y la apocálipsis/revelación natural también es sobrenatural representando la continua energía y acción de Dios con la que dirige continuamente al mundo hacia su estado sobrenatural. San Máximo dice a menudo que dentro de Cristo cada fiel triunfa sobre el mundo, le pone una condición que le conduce al final, pero a la vez le hace integro elevándole a otro nivel cumpliendo sus tendencias reales, conduciéndole por la virtud y la gnosis a su verdadero sentido y significado que se revelará/apocaliptará totalmente dentro de Dios en su plena realización y en su energización y activación de todas sus fuerzas en Dios.
El pensamiento de san Máximo sobre la relación de la ley natural y la escrita merece un estudio más profundo. La consideramos adecuada para dar una ayuda valiosa para el futuro diálogo entre cristianos ortodoxos y heterodoxos o no cristianos, como también entre la Iglesia y el mundo. Porque nos da, por un lado, la fuerza y el valor de reconocer que Dios energiza, opera y habla por todas partes y por otro lado, a mostrar que la praxis y los logos/dichos/verbos de Dios en toda la naturaleza no tienen su plena luminosidad y no cumplen su propósito o finalidad sino sólo cuando se completan por la praxis y el logos de la apocálipsis/revelación sobrenatural que se perfecciona y se hace integra dentro en Cristo.
El pensamiento de san Máximo aunque profundamente religioso, con su dimensión lógica y personal responde a los dos valores más amados del hombre actual: la persona humana y el logos. Además, con la luz positiva que ve al mundo en movimiento hacia la zéosis (glorificación) responde a la sed de absoluto que caracteriza al hombre de hoy y a su gran confianza al movimiento como camino hacia lo absoluto. Finalmente la idea de que la persona humana debe articular al mundo entero dentro de su elevación hacia Dios, responde a las tendencias de hoy hacia una comunicación universal y el conocimiento del mundo.
Proto resbítero Dimitri Staniloae teólogocarismático.
Capítulos sobre teología y de economía encarnada, II, 28, 29, PG 90, 1137 CD, San Máximo:
- Dios creando las cosas es genuinamente más allá de cada definición; es decir, consintiendo en salir hacia estas e implicarse en un lazo con estas, con este lazo dentro de los logos relativos con estas pone en conocimiento muchas de sus capacidades, facultades que están contenidas en Él de forma unida. Con esto se pone en conocimiento el Mismo como Logos multiplicado sin multiplicarse o sin multiplicación dentro en los muchos logos de las creaciones, o mejor dicho, como Logos por el cual se irradian muchos logos. Pero es el mismo Dios que atrayendo todas las creaciones hacia sí mismo, hace que los logos se concentren dentro en el divino Logos, como de un centro que empieza y donde los detiene juntados y así los múltiples logos se rehacen solo en un Logos.
El progreso de las creaciones hacia la unidad dentro del Logos uno, tiene que pasar continuamente por empalmes y ramificaciones mayores de los logos que tienen como resultado el enriquecimiento de cada creación lógica. Así cada creación lógica antes de llegar a la unión con el Logos uno, verá cual es la riqueza que existe en esta unidad suya. Por eso el camino hacia la esjatología es camino de progreso. El mundo se va haciendo más rico, más claro y más espiritualizado a medida que se acerca al Logos uno dentro de la esjatología. La multiplicación de los logos conocidos co-camina con el acceso en la intuición, visión de los lazos que existen entre ellos. El progreso, la riqueza espiritual y el sentido o sensación de unidad, he aquí el camino hacia la esjatología. (Esjatología en helénico es el último extremo o el punto más alto o más bajo, aquí y ahora y continúa después de la muerte o post muerte según el contexto).
Viviendo una unidad dentro y junto con el divino Logos, las creaciones tienen conciencia de esta unidad porque continúan manteniendo su propia “hipóstasis personal” (base subsistencial). El divino Logos hipostático (personal) está ahora enteramente en cada una de las criaturas que están concentradas en Él, pero sin que esto provoque confusión.
El Logos uno que se multiplica en muchos logos de las creaciones sin que se triture y que vuelve otra vez a su unidad, se debe de entender también como Verbo/Dicho hipostático que se multiplica en muchos verbos/dichos y en muchas formas de presencia personal creativa sin trocearse ni fragmentarse. Con estas formas llama, conduce y retiene las creaciones y estas formas se vuelven hacer Verbo/Dicho) católico/universal que contiene todo y se dirige a sus creaciones que están concentradas a su interior y se hace por eso presente como presencia (parusía) personal inmensamente marcada, fuerte, profunda y rica. Esto es la Apocálipsis/Revelación. Exactamente esto consolida o hace firme como personas los seres espirituales creados, los que están dotados de espíritu. Como un Verbo/Dicho así o como presencia (parusía) hipostática universal, se revela-apocalipta el Logos en las creaciones como Jesús Cristo. Con esta forma se da a nosotros también en la divina Efjaristía, y nos conduce a facultad y capacidad plena de retenerle y mantenerle como una presencia universal en nuestro interior en la vida futura.
- Se ve que algunos interpretaban este texto de san Gregorio de Nisis con el concepto Origénico. Por esta razón ponían la atención sobre el texto de san Gregorio que manifestaba que no llega a la zéosis sólo por el logos y la contemplación (zeoría) y por consiguiente de forma pasiva sin ninguna operación sobre las cosas y el cosmos (mundo).
San Máximo en esta explicación de los logos de san Gregorio contrapone otra que proyecta la importancia de la praxis. Manifiesta que aún dentro en el logos se contiene la energeticidad, actividad y dentro en la zeoría (contemplación) coexiste el juicio relativo con los trabajos que se han realizado. Lo demuestra con la definición que da al logos y a la zeoría. El logos es el funcionamiento que impone un orden al movimiento reteniéndolo de la declinación hacia objetivos absurdos y de resultados desastrosos para la naturaleza. El logos es una clase de guía-conductor ético del movimiento que conduce a la inmediata superación de las hedonés (placeres) de los sentidos e instintos físicos. No sólo dirige el movimiento de nuestra naturaleza sino también la fuerza de la naturaleza material. Porque dirigimos el movimiento de nuestra naturaleza, para dirigir de una manera el movimiento de los objetivos y la fuerza de la naturaleza material con la finalidad ética o el desarrollo sano hacia la dirección de la espiritualización. Pero sólo el logos que queda dentro en la sinfonía con el bien dirige hacia el bien o hacia lo espiritual el movimiento de nuestra naturaleza y las fuerzas exteriores. Por eso conduce nuestra naturaleza y junto con ella todo el mundo hacia Dios. Pero el bien, hacia el que el logos tiene la misión de dirigir cada momento nuestro movimiento y las cosas, se percibe y se concibe por la función contemplativa de la psique. Esta intuición contemplativa o visión del bien no sólo tiene carácter intelectual; es función (liturgia) del corazón. El bien se capta por el conjunto de nuestro ser espiritual. El logos organiza el movimiento hacia el bien que alumbra como un rayo nuestra intuición contemplativa por la que el logos tiene un profundo lazo. Así san Máximo da también a la función contemplativa misión práctica. Zeoría o contemplación es el entendimiento del significado espiritual que tienen los distintos aspectos de la creación, los textos bíblicos y las personas. Con la zeoría contemplación busca y quiere ver el significado espiritual de las cosas, de las personas y de los textos bíblicos u otros, para acreditar de qué manera estos nos pueden dirigir, guiar hacia el desarrollo de nuestra vida espiritual. Por eso llama “zeoría contemplación” la explicación espiritual de las leyes de la creación, los textos y las personas bíblicas y cree que las leyes de la naturaleza y la apocálipsis/revelación bíblica tienen el mismo valor como guías conductores para aquel que las entiende o las contempla con sus significados espirituales.
La virtud, por consiguiente, es fruto del logos y de la zeoría contemplación mediante el cuerpo. Dentro de la virtud se manifiestan los dos. Por eso la virtud se presenta la misma como expresión del eros (amor ardiente hacia) la sabiduría-sofía o como sabiduría realizada. Pero la virtud no se indica toda por el cuerpo. Lo que se ve de ella mediante el cuerpo representa sólo algunas sombras de la divina dinamis (fuerza y energía). Porque dentro de la virtud energizan y operan no sólo el logos y la zeoría contemplación humana, sino también la fuerza espiritual del hombre y con su intermediación la fuerza del divino Logos que ha sembrado y mantiene en el espíritu del hombre, y no sólo la conciencia del bien, en último caso de Dios, sino también el movimiento hacia Él. Porque es cierto que el divino Logos hipostático (personal) contiene a la vez el Bien y la Dínamis (fuerza, potencia y energía increada).
- Dentro de estas líneas san Máximo demuestra una nueva misión del cuerpo. Si la psique tuviese sólo la disposición virtuosa o si se alegrara por las alegrías de las virtudes que están en su interior no mostraría hacia fuera esta disposición para que los demás tengan ejemplo de vida virtuosa. Gracias al cuerpo las virtudes no dejan de ser individuales. Ganan en carácter y eficacia social. Así trabaja Dios con todos para todos. La vida virtuosa es forma divina de vida, imitación a Dios. Con las virtudes de uno Dios trabaja sobre el otro.
- San Máximo apunta que algunos llaman la parte superior de la psique “lo lógico o logístico (racional)” y a menudo conceden a esto dos funciones, una es la contemplativa y la otra es la práctica, ejecutiva u operativa. Sostienen que la primera función conoce como son las cosas y la segunda decide con prudencia el justo logos, aquel que tiene que actuar con estas. Lo primero lo llaman nus y lo segundo logos con el significado fino del logos. O lo primero sabiduría y lo segundo frónisis-sensatez (lógica, prudencia, templanza, virtud ética). Esta terminología nos muestra que san Gregorio tenía razón en considerar al logos y la zeoría-contemplación espiritual medios de elevación hacia Dios, porque con el logos y la zeoría-contemplación ha mostrado la causa de la buena actividad. Con estos el hombre contemplativo permanece realmente en las verdades y en la buena actividad, porque en la satisfacción y placer que estos provocan no le da la posibilidad de ser atraído por las cosas sino la fuerza para luchar por evitar la atracción de ellas.
- Los que progresaron espiritualmente disciernen tres movimientos de la psique en su interior. Uno se tramita por el nus, el otro por el logos y el tercero por el sentido, lo sensacional, el sentimiento. Pero estos tres movimientos se deducen en uno solo. Porque el movimiento por el sentido sensacional (emocional) se ha conjuntado con el logos y el movimiento del logos con el nus. Basado sobre los dos movimientos inferiores el nus se eleva a la gnosis superior de Dios. El movimiento del nus es una gnosis que no se puede definir. Es superior a la gnosis creada y se puede llamar también agnosía (desconocimiento o ignorancia) o gnosis apofática. Porque el nus que se mueve alrededor de Dios niega a definirle con atributos, predicados prestados de las cosas creadas, teniendo intensa y simple experiencia de Aquel que está por encima de todas las creaturas. A pesar de eso san Máximo llama movimiento esta experiencia que no se puede definir. El movimiento con el logos define a Dios como indefinible sobre su cualidad como causa. En este movimiento la psique hace claro en sí mismo, con una gnosis y ciencia, los logos de Aquel que es conocido sólo de la cualidad como causa. Los logos están en la psique y en el mundo. Dentro en la psique sólo pueden estar mientras ella se encuentra en relación con el mundo. Existen en la psique como la luz en los ojos y el aire en los pulmones. La psique y el mundo tienen estos logos de forma fija. Estos logos con intermedio el mundo sobre-energizan u operan sobre la psique regulándola.
San Dionisio el Areopagita, “Divinos nombres” 5,8: Los logos son “voluntades divinas”.
Traducido por Χρήστος Χρυσούλας Jristos Jrisulas https://www.logosortodoxo.com/ octubre 2021