El treloYannis
el loco por Cristo
tomo I
Por Dionisio Makrís
teólogo y periodista
«ΑΓΑΘΟΣ ΛΟΓΟΣ AGAZÓS LOGOS» Atenas 2009
Traducido por www.logosortodoxo.com
Estimado lector al final del texto hemos puesto un léxico de los términos teológicos y psicoterapéuticos del texto de nuestro gran léxico “ALFAωMEGA”, sugerimos que los estudien en nuestra Web https://www.logosortodoxo.com/alfa%cf%89mega-gran-lexico-ortodoxo/
1) Agapi Αγάπη 2) Apocálipsis Ἀποκάλυψις revelación, 3) Diania Διάνοια mente, intelecto, cerebro, 4) Gnosis Γνῶσις conocimiento creado e increado, 5) Increado/a, 6) Jaris Χάρις τού Θεοῦ (tu Zeú) Gracia de Dios, 7) Logos Λόγος, 8) Luz Increada Φῶς Ἄκτιστον (áktiston fos) , 9) Metania Μετάνοια, 10) Nipsis Νήψηs nipsis Sobriedad, 11) Nus Νοῦς o νοερά ενέργεια noerá energía, 12) Pazos Πάθος, 13) Psique Ψυχή alma, ánima, 14) Zeoría Θεωρία contemplación teoría, 15) Zéosis Θέωσις divinización, glorificación, 16) Yérontas/isa Γέροντας o Starets (en ruso).
Índice de Contenido
- 1 CONTENIDOS
- 2 Prólogo
- 3 Los primeros años
- 4 La tormenta
- 5 Confesión
- 6 Sus peripecias al Hospital de niños
- 7 El giro de Dimitrakis
- 8 Regresó la sonrisa
- 9 Un testimonio maravilloso
- 10 Benditas bofetadas
- 11 El giro del Dimitrakis
- 12 La epístola certificada del treloYannis
- 13 La carta del loco por Cristo
- 14 La confesión del Constantino
- 15 Ojos llorosos
- 16 Carta de Bendición.
- 17 El demonio
- 18 Caterina y su relación con el “loco” del Señor
- 19 La «esclavizada»… Libertad
- 20 El señor Anastasio y el “loco”
- 21 El preanuncio del matrimonio
- 22 Referencias a milagros
- 23 La lectura del testamento del divino loco
- 24 Antepílogo
- 25 Léxico, diccionario
CONTENIDOS
Prólogo
Los primeros años
La tormenta
Confesión
Sus peripecias al Hospital de niños
El giro de Dimitrakis
Regresó la sonrisa
Un testimonio maravilloso
Benditas bofetadas
El giro del Dimitrakis
La epístola certificada del treloYannis
La carta del loco por Cristo
La confesión del Constantino
Ojos llorosos
Carta de Bendición
El demonio
Caterina y su relación con el “loco” del Señor
La «esclavizada»… Libertad.
El señor Anastasio y el “loco”
El preanuncio del matrimonio
Referencias a milagros
La lectura del testamento del divino loco
Antepílogo
El treloYannis
el loco por Cristo
tomo I
Prólogo
La “locura por Cristo” siempre ha sido, como se sabe, uno de los capítulos más hermosos en el abundante Sinaxario de nuestros Santos en la Iglesia Ortodoxa. Un capítulo muy instructivo sobre la salvación, que esencialmente muestra cómo la justicia y el juicio de Dios difieren mucho de los de los seres humanos. Un aspecto adicional en este capítulo es la historia que nos narró un humilde levita del Evangelio, un íntimo amigo de nuestro Señor, de nuestra Panaghía Virgen María, de San Juan el Precursor, de San Jaralambos, de San Cosme el Etolio y de San Anastasio el Gordiano. Un asceta levita que vive en las benditas montañas de nuestra tierra.
Se trata de una verdadera flor de fragancia, que cada vez más es descubierta por las psiques-almas agotadas por la vida, que viajan hacia él como abejas para saborear como regalo el valioso néctar que emana de su presencia y su logos.
Su narración se centraba en un ermitaño contemporáneo de Cristo, que vivió en uno de los barrios impersonales, inaccesibles y alienados de Atenas. En un vecindario donde las puertas de las personas estaban herméticamente cerradas para el prójimo, y la vida cotidiana transcurría en el marco del egoísmo conocido, la vanidad y la indiferencia hacia el otro, ejemplos de la predominación actual de las pasiones-pazos egocéntricas.
En este barrio, pues, que sin duda se asemeja a todos los demás, incluso al nuestro, ya sea que vivamos en una ciudad o en un pueblo, bastaba la «locura» de un hombre que imitaba a Cristo para desencadenar y traer una dulce revolución. Y es dulce porque es única, inédita y original en todos los sentidos. Es una revolución que rompe y destruye las cadenas demoníacas que mantienen prisioneras las psiques-almas, atrapadas en cosas efímeras y mezquinas. Las devuelve a la frecuencia del cielo y a las ondas vivificantes y salvadoras de la Trinidad Divina. Las viste con diligencia y buena voluntad, valentía y desinterés, sinceridad y pureza, paciencia y esperanza, sacrificio y amor incondicional, humildad y μετάνοια metania, allanando el camino hacia la felicidad. Porque solo con estas cualidades o prendas la psique-alma puede presentarse y participar en el constante banquete diario que el Señor ofrece con gran generosidad.
La historia del treloYannis, el «loco» Juan, no se completa en las páginas que siguen, sino que comienza a desplegarse de una manera que nos invita a embarcarnos en el viaje más hermoso y significativo de nuestra vida junto a CristoDios.
Los primeros años
Τρελο-Γιάννης treloYannis el loco Juan, el loco por Cristo vivía en un humilde apartamento que heredó de su madre, en un edificio de veinte apartamentos en total. Trabajaba en la panadería del vecindario y comenzaba su jornada laboral al amanecer. Desde la panadería donde trabajaba, solía llenar dos bolsas con pan y bollos todos los días y se apresuraba a repartirlos entre los ancianos, ancianas y estudiantes de su vecindario. Decía: ‘Aquí, he traído un poco de pan caliente para ustedes, un regalo del señor Apóstoles, el panadero, para que lo recuerden en sus oraciones’. La verdad era que treloYannis, el loco Juan destinaba una gran parte de su salario cada mes para proporcionar pan y bollos a los pobres de su vecindario. Le decía al señor Apóstoles que atendía a algunos amigos enfermos y que supuestamente se le pagaba por ello.
¿Pero cómo conocía a los pobres de su vecindario? Desde niño, tenía la costumbre de tocar los timbres sin distinción, no solo los de su propio edificio, sino también los de los edificios vecinos. Se presentaba a todos y les preguntaba si necesitaban algo que él pudiera ayudarles: ‘¿Cómo amanecieron hoy? ¿Ha surgido algún problema y puedo ser útil? ¿Cómo están sus hijos?’
Al principio, algunos lo ignoraban. Otros cerraban la puerta en su cara, negándose a hablarle, claramente molestos por su presencia inesperada. Sin embargo, otros esperaban a treloYannis para escuchar, como decían, alguna palabra buena. Al final, los conoció a todos, conocía sus peculiaridades y rasgos básicos del carácter de cada uno de ellos.»
«Por las noches, treloYannis solía retirarse a su humilde casa y rezar. Le gustaba leer en voz alta el Salterio para alejar, como dijo a alguien que le preguntó, los males del vecindario. ¡Lo leía tan enérgicamente que un día un nuevo inquilino, que no lo conocía bien, llamó a la policía quejándose de la perturbación del orden público!
Todos los días, el loco treloYannis aromatizaba incensando todos los apartamentos, comenzando desde el último piso hasta abajo, e incluso los patios. Cuando alguien estaba enfermo, lo visitaba y, después de incensarlo y santiguarlo, le leía, por lo poco que sabía, silabeando la epístola de Santiago: “Confesaos vuestros pecados y orad los unos por los otros, para que seáis sanados” (San 5,16), les decía. Los animaba a confesarse y a comulgar para que se recuperaran gracias al gran médico, psicólogo y psiquiatra, nuestro Cristo…
No eran pocas las veces que, al regresar de la panadería, tomaba una escoba y barría el edificio para mantenerlo limpio, como decía él.
Le gustaba intervenir sonriendo a aquellos que solían pelear por asuntos políticos en público en las tabernas (anteriormente en Grecia había grandes peleas por los partidos políticos). ‘Ay, ustedes, ¿por qué se preocupan y se apoyan en tíos corruptos, arrogantes y falsos que son como címbalos altisonantes? Rogad, en lugar de pelear, para que Dios nos envíe un David como rey. Él resolvió los problemas porque sangraron sus rodillas en la súplica y en la oración. ¿Vuestros listos qué hacen? Solo suplican por sobornos y se convierten en corruptos… Los toman por tontos y se burlan de ustedes’, solía decirles. ‘Vete, loco-Yanis/Juan treloYannis ‘, le respondían y lo enviaban a algún recado para evitarlo. Él siempre les decía: ‘No tengan esperanza a los gobernantes. Tengan su esperanza solo en Dios’.
La tormenta
Un día, treloYannis no fue a trabajar. El señor Apóstoles, el panadero, se preocupó. Nunca había faltado al trabajo. Envío a alguien a su casa. Antes de llegar, ve que treloYannis está abriendo las alcantarillas limpiando la suciedad y la basura con una pala. ‘
-¿Qué estás haciendo, te has vuelto loco totalmente?’, le dice. ¿El señor Apóstoles te está esperando en la panadería y tú estás limpiando las alcantarillas? ¿Crees que así te contratarán en el Ayuntamiento?
– ´Desde la mañana estoy buscando dos monedas de cien que perdí. Pero no recuerdo en cuál de las cinco alcantarillas cayeron, así que las abrí todas. Y una vez que las abrí, pensé en sacar la suciedad y limpiarlas’, dijo el treloYannis sonriendo. ‘Ve y dile al señor Apóstoles que trabajaré más mañana para compensar las horas. Son solo dos monedas de cien… No es gran cosa’, bromeó.
¿Quién vio al panadero entonces y no le tuvo miedo? Apenas se enteró de las travesuras del treloYannis, amenazó con despedirlo. Después de cinco horas, treloYannis había completado su trabajo y se retiró satisfecho a su casa. ‘¿Las encontraste, eh, las dos monedas de cien?’, se burló el tendero mientras pasaba por allí. ‘Ve al alcalde para que te las dé, ya que limpiaste las alcantarillas, continuó riendo.
Por la tarde del mismo día, el cielo se oscureció. Nubes negras amenazantes se extendieron. Los truenos y los relámpagos comenzaron seguidos de una lluvia torrencial. Las calles se convirtieron en ríos arrastrando todo a su paso, incluyendo los automóviles. En el espacio más amplio del municipio de la zona se produjeron numerosos daños. Las casas, tiendas y almacenes quedaron inundados. Se perdieron propiedades y fortunas. Los bomberos no les daba tiempo bombear suficiente agua. El alcalde realizó una visita al día siguiente para evaluar personalmente los daños. Todos los ciudadanos se quejaban de los desagües obstruidos. Fue a la vecindad del treloYannis. Allí no hubo daños. El tendero, al verlo, le dijo: «Alcalde, deberías ir a agradecer al treloYannis que limpió los desagües ayer desde la mañana. Su locura nos salvó, ya que buscaba encontrar las dos monedas que perdió», añadió. También el panadero dijo lo mismo al alcalde:
«Afortunadamente, el treloYannis limpió los desagües de las aguas pluviales, alcalde, de lo contrario nos hubiéramos ahogado con esta lluvia. Su locura nos salvó de lo peor».
-«He aquí, que se necesitan los locos también», dijo sonriendo el alcalde.
El loco por Cristo Yanis solía vestirse de manera humilde. Muchos se compadecían de él y le daban dinero. «Toma, loco, para que compres unos pantalones y una camisa para vestirte», le decían. Él les agradecía, guardaba el dinero en sobres, sumaba también de su sueldo y secretamente lo lanzaba debajo de las puertas de aquellos que lo necesitaban.
Cuando iba al supermercado, solía comprar cosas extrañas. Colocaba en su cesta, por ejemplo, incluso cosas femeninas que hacían reír a las chicas de la caja. El dueño del supermercado lo compadecía y había ordenado que le cobren la mitad del dinero del valor total.
Un día, la curiosidad se apoderó de alguien para ver qué hacía el treloYannis con todas las compras. Lo siguió en secreto. Él se dirigió a una esquina apartada de la pequeña plaza, para que no lo vieran, y comenzó a separar las compras. Luego, empezó a tocar los timbres, como solía hacer, y dejaba afuera las bolsas con las compras. Los artículos femeninos que compraba, los llevaba a una estudiante pobre llamada Katerina, de una familia numerosa que tenía grandes necesidades.
Todos en el vecindario, el día de su salida de la vida, hace ocho años, tenían alguna historia que contar sobre las «hazañas» del loco. Anastasio, el conserje del edificio donde vivía el treloYannis, el loco por Cristo, comenzó a hablar sobre la agapi amor incondicional que tenía por la Iglesia:
«Iba casi todos los días al templo. Los domingos incluso llegaba antes que el sacerdote. Encendía su vela, reverenciaba y rezaba ante los íconos sagrados y ocupaba su lugar delante de la entrada de la Iglesia, pidiendo limosna. Según me reveló el sacerdote, todo el dinero que recolectaba, lo colocaba en secreto en la caja especial para los pobres y los ancianos. Un día, la sacristana lo vio y pensó que quería robar la caja. Corrió rápidamente y avisó al sacerdote.
-‘Padre, el treloYannis está metiendo la mano en la caja’, le dijo.
El sacerdote avanzó con cuidado y lo observó en secreto. Vio al treloYannis sacando dinero de sus bolsillos y arrojándolo en la caja especial.
-‘¿Qué estás haciendo ahí, loco?’ le gritó.
“¡Padre, mi bolsillo tiene un agujero y, para evitar que se me caigan las monedas, las pongo dentro para que nuestra Panaghía las cuide y las dé a los más pobres que yo!»
Nicoleta, tomando un sorbo largo de café, tomó la palabra y dijo:
«Un anochecer, hace unos diez años, quizás más, vi a un joven comportándose de manera extraña en nuestro vecindario. Lo observé porque lo confundí con un ladrón. De repente, vi al treloYannis salir furioso de su casa y dirigirse rápidamente hacia la única casa unifamiliar del vecindario, donde vivía entonces en alquiler una familia de cuatro miembros. El loco se sentó frente a las escaleras del patio y comenzó a cantar himnos de la Panaghía, Santísima María en voz alta. Le gustaba recitar el «Purísima Virgen…». Pasaron casi dos horas y el loco siguió cantando. Salí fuera y le pedí que se detuviera. En ese momento vi al joven alejarse apresuradamente. El loco se levantó y entró a la casa unifamiliar. Por curiosidad, fui a ver qué estaba pasando. Mi mente, no les miento, temía lo peor. Toqué el timbre y la chica me abrió. Yanis, el loco, treloYannis estaba sentado en la mesa de la cocina comiendo algo que la chica le había servido. Junto a él estaba su hijo de cinco años. Dirigiéndose al niño, el loco comenzó a decirle que uno de los Diez Mandamientos de Dios que dice: «No cometerás adulterio».
-Sabes, mi querido Yorgaki/Jorjito, el adulterio no es agradable a Dios, decía. El adulterio abre una puerta al malvado satanás, que entra en el hogar y lo saquea. Entonces se disuelven las familias y llegan las enfermedades, el dolor y el odio por las ventanas, expulsando la bendición de Dios, que fue otorgada a través del Misterio/Sacramento del Matrimonio. La mujer y el hombre, como el padre y la madre, Jorgito mío, se convierten en una carne, un cuerpo, a través del matrimonio. Con el adulterio, es como si cortaras tu propia mano.
Confesión
No os oculto que me enfadé mucho.
-¿Qué dices al niño, maldito blasfemo incrédulo? Recógete, dije.
La chica entonces comenzó a llorar incontrolablemente y me dijo entre sollozos:
-Él lo dice por mí, déjalo, no se lo tomes a mal…
Pero treloYannis, el loco por Cristo, se fue apresuradamente y la chica me confesó que estaba planeando engañar a su esposo con un joven que había conocido en una cafetería donde había ido con una amiga a tomar café. Me dijo que el joven la iba a visitar en su casa, aprovechando la ausencia de su esposo, que había ido a hacer trabajos al pueblo, pero Dios la protegió y no vino.
-Escapé y me salvé de un gran mal, mi querida Nicolita. Arruinaría a mi familia y mi matrimonio. Cuando treloYannis tocó la puerta, pensé que era el joven y no tenía la fuerza para echarlo. Afortunadamente, Dios me salvó de un gran pecado.
-El treloYannis te protegió, porque el joven vino, pero el loco estuvo sentado en el escalón de la puerta de la entrada de tu casa durante horas cantando, mientras el joven se paseaba. ¿No lo escuchabas?, le dije.
Dijo entonces el panadero, “había escuchado que Yannis quería ser sacerdote desde joven. Sin embargo, debido a la ocupación Alemana y la Guerra Civil, no logró terminar la escuela. Aprendió solo a leer y escribir un poco. Así que cuando fue a ver al Obispo siendo joven y le pidió que lo ordenara sacerdote, este lo disuadió recomendándole que primero fuera a la escuela. Pero, con todo lo que dices y lo que yo también sé, ya que lo tenía en la panadería, puedo decir que Dios puede no haberlo hecho sacerdote, pero lo ha ungido como Obispo en nuestro vecindario”.
Las últimas palabras del señor Apóstoles fluyeron entre sollozos y lágrimas. En ese momento, muchas otras personas presentes también lloraron. Todos querían dar su propio testimonio.
Sus peripecias al Hospital de niños
Dos chicas observaban tímidamente desde lejos. En sus rostros se reflejaba claramente la admiración mezclada con la tristeza. Nadie de los que se encontraban allí conocía a estas chicas y todos se preguntaban quiénes eran. El señor Anastasio pensó que podrían estar relacionadas de alguna manera con algún parentesco y, como administrador del edificio donde treloYannis vivía, tomó la iniciativa y les preguntó si tenían alguna relación con el hermano que había partido hacia el Señor. La más corpulenta, después de secar sus lágrimas, comenzó a decir:
«Me llamo Aretí (Virtud) y mi amiga se llama Calíope, trabajamos en el Hospital Infantil. Hace varios años conocimos al señor Yanis, el payaso. Así lo conocimos nosotros, al que ustedes llaman treloYannis, loco Yannis. Venía casi todos los domingos por la tarde siempre disfrazado y cargado con juegos. Los compartía con los niños y jugaba con ellos. Los amaba todos, pero mostraba especial cuidado y amor por los recién nacidos que crecían en el hospital sin sus padres, porque los habían abandonado. Les traía ropa, juguetes y a veces dejaba algo de dinero a la enfermera de guardia, por si necesitaban algo más durante el tiempo en que él no venía. Pero nosotros no lo conocíamos como loco (por Cristo), como ustedes. Para nosotros, era el mejor payaso que alegraba a los niños como ningún otro…».
«Amaba mucho más a un pequeño niño abandonado por sus padres porque tenía síndrome de Down», completó Calíope. «Dime, Caliopita, ¿cómo pudieron abandonar a ese angelito?», preguntaba. «Los pobres (los padres), si supieran que ese angelito era su boleto de entrada al Paraíso y a la eternidad, no lo habrían abandonado. ¿En serio, dejas un tesoro como ese?
Nuestro Cristo, mi querida Caliopita, dijo que es agapi (amor incondicional divino). Y la agapi, ya sabes, implica sacrificio. La agapi sin sacrificio es como una vasija vacía, sucia sin contenido, como decía mi madrecita. Cristo, mi querida Caliopita, dijo que aquel que no tiene agapi sacrificadora se asemeja a un cero. Si supiéramos, querida joven mía, qué tesoros envía constantemente Dios a las personas para salvarlas, estaríamos saltando y volando de alegría. Mira, este angelito es uno de esos tesoros. Te contaré en concreto un secreto. Si hoy se encontrara una buena familia y lo adoptaran, no solo recibiría bendiciones celestiales incontables, sino que con el sacrificio de su agapi desinteresada abrazarían a un angelito herido en el cuerpo y lo curarían. Porque nuestro Dios Trinitario es misericordioso, caritativo y lleno de agapi».
Estas cosas dijo el señor Yanis mientras miraba al niño enfermo y abandonado que dormía en su camita del hospital. «¿No es extraño, mi querida Calíope, que la gente de hoy en día se preocupe más por los animalitos y no preste atención a estos niños enfermitos? No digo que no debamos amar a los pájaros y a los animales. Debemos protegerlos y cuidarlos también, pero cuánto más debemos cuidar del ser humano que sufre, que es imagen/icona de Dios. Hoy en día hace falta que seamos buenos samaritanos, en cuando sea necesario dar nuestras vidas para ayudar y aliviar al prójimo. No olvidéis esto, especialmente vosotras, las enfermeras, cuyo trabajo está relacionado con el sufrimiento humano».
Tenía la impresión de que el señor Yanis era profesor de teología. Lo deduje de sus profundos análisis teológicos pero también de sus explicaciones sencillas. Conocía toda la Santa Escritura y me animaba a leer un par de páginas todos los días con fe de la misma Biblia que él me regaló. Me aconsejaba que rezara frente al icono de la Panaghía y le describiera detalladamente mis alegrías, tristezas y problemas del día. «Mi querida Caliopita, pide a nuestra Panaghía que se convierta en tu mejor amiga y verás cómo todo cambia a tu alrededor. Nuestra buena Panaghía es la mejor madre, la mejor hermana, la mejor amiga. Háblale, te escucha», solía decirme.
Anoche cuando llamé un señor me dijo que Yannis había fallecido y me informó sobre el funeral. Sentí como si hubiera perdido a mi propio padre».
De repente, el señor Anastasio se levanta y pregunta.
-¿Cuándo llamaste?
-Anoche, alrededor de las ocho. Quería preguntarle si vendría este domingo que es mi turno, porque no te oculto que confiaba más en el señor Yanis que en todos los demás, incluso más que en mis propios padres…
-Pero la casa está cerrada desde ayer y solo tengo las llaves yo, se preguntó el señor Anastasio.
Se dirigió entonces a los demás y les preguntó si alguien tenía llaves. La respuesta fue negativa.
-Pero la voz que me respondió parecía la del señor Yanis. Pensé que era un pariente suyo. Pero ahora que lo mencionas, recuerdo que me llamó «Caliopita». ¡Solo él me llamaba así! En ese momento, sin embargo, la noticia de su muerte me conmocionó y no le di importancia…
«Ahora, Caliopita, tendréis que cuidar a los niños a solas por vuestra cuenta, porque el señor Yanis ha muerto y no podrá visitarte como payaso», me dijo. Pensé que sus familiares sabían de esta actividad suya y no le di importancia… ¡Ahora me entero de que no tiene familiares y no sé qué decir!
Entonces el padre Dimitris, que escuchaba en silencio desde la mesa de al lado, se levantó y dijo:
-¡Efectivamente, Él es un santo!
-Santo, Santo -todos gritaron espontáneamente.
-He estado escuchándoos durante tanto tiempo describiendo las aventuras de nuestro difunto hermano Yanis. Todo lo que dijisteis sobre el treloYannis, el loco Juan como lo llamáis, son hechos milagrosos que solo caracterizan la vida de los santos de nuestra Iglesia. Tengo la impresión de que no se trata de un funeral, sino de una atmósfera festiva. La afirmación de Calíope sobre el teléfono me conmocionó y me recordó un incidente similar relacionado con la vida del santo yérontas Porfirio de Kafsokalivia… Este santo yérontas respondió una llamada telefónica de su hijo espiritual que vivía en el extranjero y no había sido informado de su fallecimiento, una semana después de su muerte.
El giro de Dimitrakis
“Querido sacerdote, quiere hablar también el Dimitrakis”, dijo el señor Apóstoles. “Lo que me has dicho antes sobre el treloYannis, dilo por favor, para que lo escuchen todos”.
Dimitrakis era un niño, en los primeros años de la adolescencia tenía catorce años y asistía al segundo año de secundaria. Vivía con su hermano menor, Pablo, tres años más joven, y sus padres en un edificio diferente al que vivía el treloYannis. Durante el último año, a diferencia de otros niños de su edad, se había vuelto hacia Dios. Sus amigos no podían explicar esta gran transformación. Se preguntaban qué le había sucedido al travieso Dimitrakis y cómo dejó los escándalos y las travesuras y se volvió hacia el estudio y la templanza.
Incluso sus padres desconocían la causa de este cambio. Al principio, creían que había sido influenciado y arrastrado por alguna organización sectaria. Sin embargo, más tarde descubrieron que no había nada de eso detrás del cambio de su hijo. Incluso notaron que desde que su hijo se volvió hacia Dios, los problemas en su familia disminuyeron. Las peleas cesaron. Los elogios de los profesores en la escuela reemplazaron las quejas por sus travesuras por su comportamiento…
La transformación de Dimitrakis cambió el curso de la familia. Sus padres se sorprendieron aún más cuando vieron que su hijo comenzó a ir a la Iglesia todos los domingos y a leer la Sagrada Escritura que le había regalado el treloYannis. El pobre Panagiotis, padre de Dimitrakis, que solía ir a la Ιglesia solo en Navidad y Pascua, se removió y discutió sobre el asunto con su esposa Polixeni.
-Dime, señora mía, ¿tal vez Dimitrakis está metido en algo? ¿Cómo cambió tanto? ¿Quizá tuvo alguna decepción amorosa y lo abandonó alguna niña? Temo que los sacerdotes lo estropeen y lo arruinen. Se escuchan tantos escándalos en la Iglesia. Además, corre el riesgo de ser ridiculizado por sus amigos y se burlen de él. ¿Qué opinas, deberíamos hablar con él? -dijo.
La pobre Polixeni escuchaba atentamente a su esposo. No hablaba. Cuando llegó su turno y tomó la palabra, dijo:
-No sé qué decir, Panagiotis mío. Puede que tengas razón. No te oculto que esos pensamientos también pasaron por mi cabeza. Sin embargo, lo que sí sé es que desde que Dimitrakis ha mostrado este comportamiento, nuestra casa se ha calmado. Sus calificaciones y notas escolares han mejorado drásticamente. Sus maestros lo elogian. Incluso preguntaron si recibía clases particulares…
El pequeño Pablo también se acercó a Dimitrakis y es influenciado. ¿Olvidaste, Panagiotis mío, cuánto nos preocupábamos cuando Dimitrakis solía regresar después de medianoche? ¿Olvidaste cuando encontramos un paquete de cigarrillos y una revista con fotos indecentes debajo de su cama? ¿Olvidaste cuando nos llamaron a la comisaría para recoger a nuestro hijo, que estaba detenido por pelear en los disturbios que ocurrieron inmediatamente después de su fiesta escolar? ¿Olvidaste a nuestros vecinos, que se quejaban continuamente de que Dimitrakis y sus amigos golpeaban al treloYannis y se burlaban de él?
Regresó la sonrisa
-Escucha, querido Panagiotis, lo que puedo asegurarte es que con el cambio de Dimitris, mi cabeza y mi casa se calmaron y se tranquilizaron. Los problemas se redujeron. Incluso nuestras peleas como matrimonio disminuyeron. Desde el momento en que Dimitris nos trajo a Dios a nuestra casa, la sonrisa y la felicidad regresaron. ¿Me pregunto, entonces, si nosotros nos equivocamos? ¿Quizá nosotros somos los responsables de que nuestros hijos hayan tomado este camino? Panagioti, en lugar de temer a Dimitris, te propondría que sigamos su camino. Comencemos como familia a ir a la Iglesia. Apliquemos también lo que nos decía el treloYannis cuando lo llamaste para que comiéramos juntos… Encontremos, pues, a un buen guía espiritual y confesémonos. Eso es lo que el loco por Cristo Yannis quería decir cuando afirmaba que la confesión es la gasolina que impulsa al hombre hacia el cielo. ¿No nos preguntaba también si queríamos viajar al cielo, y nosotros nos reíamos y considerábamos esas cosas como locuras?
-“Oye querida esposa, entiendo muy bien lo que dices, pero pienso que nuestros amigos se burlarán de nosotros si hacemos algo así”, le respondió Panagiotis.
-Eso también lo pensé, dijo ella, pero también pensé en algo más. Entonces, Panagiotis, cuando no pudimos pagar la cuota de la vivienda y pediste la ayuda de nuestros amigos. ¿Recuerdas que todos se olvidaron de nosotros? Todos desaparecieron y dejaron de llamarnos. ¿Cuándo nos apoyaron nuestros amigos? Venían solo cuando los invitamos a comer en casa o a una taberna. Tú mismo me dijiste que nos criticaban y nos difamaban, pero en el fondo disfrutaban cuando les contábamos nuestros problemas con los niños. Si no hubiéramos encontrado ese sobre con 100.000 dracmas debajo de nuestra puerta, que nunca supimos quién lo puso hasta hoy, aunque sospecho que el treloYannis está detrás de eso, habríamos perdido la casa, respondió Polixeni.
-No, no, se lo pregunté al treloYannis, pero él niega haber hecho algo así. ‘¿Dónde iba a conseguir yo tanto dinero, señor Panagiotis?’ ¿Además cómo sabía el loco Juan, treloYannis de nuestro problema económico?, argumentó Panagiotis.
-Él lo sabe todo, ya que pasea por todo el vecindario. Tal vez nos vio preocupados y preguntó a Dimitris o a Pablo. No descartes nada, porque otras familias de aquí también han recibido sobres similares, según he oído, dijo Polixeni.
El domingo siguiente después de la discusión, los padres anunciaron a Dimitris que irían con él a la Iglesia. Incluso convencieron a Pablo, quien siempre prefería dormir más los domingos… «Tenemos un día para dormir», solía decir. Dimitris se sorprendió al principio y pensó que querían controlarlo. Pero cuando se dio cuenta de que esto continuaba y de que sus padres también habían adquirido conocimientos espirituales, también un guía espiritual y empezaron a leer libros espirituales, entonces pensaba y hablaba de un milagro.
Un testimonio maravilloso
Con la intervención y el estímulo del señor Apóstolis, Dimitrakis comenzó a dar su testimonio. Todos prestaron atención a él. Mientras tanto, se había reunido más gente en las mesas vecinas que también observaban con interés esta conversación:
«Un día, mi madre me envió a comprar pan a la panadería del señor Apostolis. Mientras compraba el pan, cometí un acto malo, algo que solía hacer con mis amigos. Robé una barra de chocolate», dijo y miró al suelo mientras se sonrojaba de vergüenza. «El señor Apóstoles no se dio cuenta y pensé que nadie me había visto”, continuó Dimitrakis.
“Pero desde el día siguiente, cuando salía de casa para ir a la escuela, encontraba frente a nuestra puerta dos barras de chocolate iguales, como la que había robado. Esto continuó durante casi veinte días. Le pregunté a mi madre quién ponía los chocolates y me dijo que cada mañana el timbre del edificio lo tocaba el treloYannis. ‘Él, Dimitrakis, hace esas tonterías’, me dijo mi madre. Entonces me di cuenta de que el treloYannis debe haberme visto cuando agarré el chocolate y quería vengarse de mí de esa manera. Le mostraré a ese loco que intenta hacerme sentir mal por un poco de chocolate que robé. Así es como pensé en ese momento. Al día siguiente, encontré nuevamente las barras de chocolate, una para mí y otra para mi hermano Pablo, junto con una nota que decía los Diez Mandamientos, y el que dice: ‘No robarás’, estaba subrayado. Me enfadé mucho».
Benditas bofetadas
Así que salí inmediatamente y fui directamente al edificio de apartamentos del treloYannis y toqué su timbre. Me abrió la puerta con una sonrisa y me dijo:
-Perdona, Dimitraki mío. Sé que viniste a darme dos bofetadas por los chocolates. Después de todo, yo, el tonto, como dicen todos, solo merezco bofetadas. Ven, golpéame lo más fuerte que puedas. Libera tu ira, hijo mío.
Me sorprendí y me dispuse a irme. Tenía miedo. ¿Cómo sabía el loco que iba a golpearlo si no se lo había dicho a nadie? TreloYannis respondió de inmediato a mi sorpresa:
-Te preguntarás, mi buen hijo, quién me dijo que vendrías a golpearme. ¿No es así?
Respondí en seña afirmativamente.
-He aquí, antes que tú, estaba aquí San Demetrio, que te protege, y nuestra Panaghía, y me lo dijeron. Sabes, te aman mucho y me hablan de ti a menudo. Mira, ayer con Elenita, tu compañera de clase a quien abofeteaste cuando discutisteis, se entristecieron mucho y lloraron aquí conmigo.
Y este hecho nadie lo conocía.
-Dimitraki, te contaré un gran secreto con la condición de que no lo cuentes a nadie mientras esté en esta vida. ¿Aceptas?
-Sí, respondí mientras veía a treloYannis brillar de felicidad y alegría.
-Cristo, Dimitraki mío, quiere venir a vuestra casa, pero cada vez que venía a visitaros, escuchaba peleas y se iba triste. Entonces me dijo que te diera Sus mandamientos para que los aprendas bien, los apliques y los cumplas, y luego volverá y se quedará con vosotros permanentemente. ¿Sabes lo que significa quedarse en la misma casa con Aquel que creó el mundo? Bueno, vete ahora hacia tu casa porque tu madre estará preocupada.
Me alejé apresuradamente y el treloYannis despidiéndose de mí me dijo sonriendo:
¡Oye, Dimitraki, por qué te marchas? Te has olvidado darme las bofetadas.
Me fui volando a mi casa. Tan pronto como mi madre me vio, me preguntó por qué me había retrasado y le dije que fui a ver al treloYannis y ¡le dije que no volviera a comprar chocolates porque me engordarían! Fui a mi habitación y reflexioné sobre lo que sucedió en la casa del loco (por Cristo). Después de un rato, me levanté y dije:
-Mamá, dame treinta dracmas para dárselas al señor Apostolis, el panadero, porque compré algo y no tenía suficiente dinero.
El giro del Dimitrakis
Ella me dio el dinero y fui corriendo y se lo di al señor Apostolis. Se sorprendió cuando le dije que había tomado un chocolate hace días junto con el pan y se me olvidé de pagarlo.
¡Oh, me sorprendiste, Dimitraki! Te consideraba un niño gamberro. Y justo después de hacer esto, dije que no debía acusar a nadie porque no conoces el corazón que hay detrás de cada ser humano. Desde entonces, te tengo simpatía, me caes muy bien, saltó y dijo el panadero.
La epístola certificada del treloYannis
Luego tomó a Dimitri en sus brazos y lo besó mientras lo acariciaba en la cabeza. Su madre Polyxeni y su esposo Panagiotis, que estaban presenciando la escena, estaban visiblemente conmovidos. La señora Polyxeni luego tomó la palabra y dijo:
«Para nosotros, Yanis el loco, el treloYannis, se convirtió en un sostén familiar. Fue él quien nos contribuyó para dar un giro hacia Cristo toda la familia. Cambió nuestras vidas y nos hizo partícipes del milagro de la salvación. Nos trajo la bendición a nuestra casa, y con sus intervenciones constructivas rompió los muros del egoísmo que nos separaban de nuestro prójimo. Para mí, para Panagiotis y para mis hijos, fue un amigo y un hermano. Como hermanos suyos, decidimos hace un momento proponerles que nos reunamos el próximo sábado en nuestra parroquia para realizar un memorial de tres días, y luego vengan a nuestra casa comer para que todos podamos honrar su memoria».
La propuesta de la señora Polyxeni nos encontró a todos de acuerdo. El señor Anastasios, quien tomó la palabra de inmediato, agregó que esta espontánea discusión que se abrió en la sala del cementerio debería continuar. Luego instó a los presentes a registrar sus experiencias y conocimientos adquiridos de su encuentro con el difunto.
El padre Dimitris, que se encontraba casualmente en la reunión, se dirigió a la señora Polyxeni y dijo:
«Νο tuve la oportunidad de conocer al hermano fallecido Yanis/Juan, a ese loco por Cristo. Sin embargo, les rogaría, si es posible y no tienen objeciones, que me permitan ir a vuestra casa y escuchar este relato bendito de los maravillosos eventos.»
«Padre mío, con alegría, sería un honor especial para nosotros», dijo Panagiotis.
La carta del loco por Cristo
Efectivamente, con impaciencia, todos esperaban que llegara el sábado. El señor Apóstoles, el panadero, se había ocupado de los koliva (trigo hervido que se ofrece en los funerales y memorias de los difuntos) y todo lo demás que haría falta. También había informado a los sacerdotes de la Iglesia que después de la Divina Liturgia se celebraría un trisagio por el difunto treloYannis. Sin embargo, más que nadie, Anastasio esperaba este día. Además, tenía todas las razones para esperar el encuentro, ya que al día siguiente del fallecimiento de treloYannis recibió una carta certificada. Se sorprendió al descubrir que el remitente era el loco Jua, treloYannis, quien se había asegurado de enviar la carta antes de su muerte.
El de siempre curioso tendero, el señor Pantelis, rogaba en vano a Anastasio que le informara sobre el contenido de la carta. Sin embargo, él mantenía el contenido del secreto muy bien guardado y no hablaba nada sobre esto.
-Bueno, Anastasio, sé por qué no quieres decírmelo. El bendito difunto habrá escrito algunas locuras y te avergüenzas», le decía en forma de broma para intentar hacerlo hablar.
-Pantelis, te diré una cosa. Después de leer la carta, me pregunto quién estaba loco. ¿Él o todos nosotros? El resto lo hablaremos en el momento oportuno. No te preocupes», dijo el señor Anastasio.
Sin embargo, el contenido de la carta se transmitió de boca en boca por todo el vecindario. Como era de esperar, aumentó la curiosidad y el interés de todos. Cuando llegó la mañana del sábado, la Iglesia parroquial estaba tan llena de gente que el sacerdote se sorprendió mucho.
-Es la primera vez que veo a tanta gente reunida para un trisagio, susurró al sacristán.
-El loco Juan, treloYannis los reunió, respondió Anastasio.
-También veo a varios extraños y extranjeros. Serán parientes, supongo, murmuró mientras se dirigía hacia el Altar.
El padre Vasilis estaba sirviendo en la parroquia durante veintiocho años y conocía bien a la mayoría de los feligreses. Dimitrakis, quien ayudaba en el Santo Altar junto con su hermano Pablo, le dijo al padre Vasilis que Anastasio le había pedido, aunque no era costumbre, que le permitiera decir unas palabras después del trisagio.
«Con gusto, con mucho gusto, mi querido Dimitrakis, que hable el señor Anastasio», respondió asintiendo hacia al atril, donde estaba Anastasio. Como reveló más tarde a Anastasio, también tenía curiosidad por saber la razón por la cual la Iglesia estaba tan llena como si fuera un día de domingo.
Al final, pues, y antes de terminar la despedida, el padre Vasilis celebró el trisagio. Toda la congregación lloraba emocionalmente. «Oh Dios mío, descansa o conceda reposo al alma de tu siervo Yanis/Juan…», cantaba el padre Vasilis y hizo un guiño a Anastasio para que se acercara y tomara la palabra.
Anastasio se paró junto a la Divina Entrada del Altar y dijo:
«Mi respetado padre Vasilis, te preguntarás sobre el discurso y la razón de esta bendita reunión. Te preguntarás por qué toda la vecindad, e incluso los cristianos de fuera, han venido a honrar la memoria de nuestro difunto hermano Yanis/ Juan, conocido por todos nosotros como el loco Juan, treloYannis.
Incluso los propietarios de las tiendas dejaron cerrados sus establecimientos para venir a la Iglesia para asistir desde temprano a la Divina Liturgia y no sólo a la hora del trisagio, como incorrectamente acostumbran algunos. Hoy, padre Vasilis, nos hemos reunido aquí para honrar a un santo, a un hombre humilde, a quien el Señor bendijo generosamente con el Espíritu Santo. Un hombre como nosotros, que cubría con su locura las virtudes que Cristo le ofrecía. Yanis/Juan fue loco por Cristo y se preocupaba día y noche desinteresadamente por su prójimo. Se acercaba a cada persona con agapi (amor desinteresado, incondicional). Observaba el vecindario como un obispo vigilante y guardián de nuestra Ortodoxia, y con su supuesta locura devolvió muchas psiques-almas olvidadas hoy, casi por todos nosotros, a nuestro Señor Jesús Cristo.
Somos muy afortunados, aunque no lo merezcamos, de haber sido dignos de conocer y convivir en nuestra vida cotidiana con un hombre santo de Dios. Mis palabras son pobres para describir la vida de nuestro hermano Yanis/Juan. Considero, de hecho, indigno de mí mismo después de leer la carta que recibí al día siguiente, y que había sido enviada por el fallecido.
Yanis/Juan, según escribe en su carta, una semana antes de dormirse (fallecer) en el Señor, fue informado de una forma milagrosa por el venerable Juan el Precursor, a que se prepare para su partida de este mundo. No tenía ninguna enfermedad, según conozco, ni nadie había notado nada en su comportamiento. Al contrario, en los últimos días de su vida, se preocupó por dejar un legado importante para nuestro vecindario. Se preocupó por todos nosotros. En su carta, Yanis da consejos y recomendaciones específicas a cada uno de nosotros, enfatizando cómo debemos aferrarnos a nuestro Cristo y sumergirnos en la justicia de Dios. Os las leeré detalladamente, dijo el señor Anastasio y sacó la carta de su chaqueta. Sin embargo, se atragantó y no pudo hablar. Todos se atragantaron con él.
Entonces el Padre Basilio aprovechó la oportunidad y intervino diciendo:
«Queridos cristianos míos, durante más de cuarenta años conocía al fallecido. Sin embargo, tal vez debido a mi pecado, no logré discernir la santidad de Yanis. Escuchando al Señor Anástasis hace un momento, comenzaron a desenrollarse en mi interior ciertos eventos con el protagonista, el loco Yannis, treloYannis. Ahora me doy cuenta de estos y los percibo como praxis, acciones maravillosas. Recuerdo que una mañana de domingo, cuando abrí la Iglesia, encontré a treloYannis arrodillado frente a la icona/imagen de Cristo.
-¿Cómo entraste, loco? le pregunté.
-Padre mío, me olvidé y me distraje ayer en la Víspera y el sacristán me cerró adentro.
-¿Y qué estabas murmurando, loco, frente a la icona de Cristo?
-Estaba cantando, padre mío, para que pase el tiempo.
-Ten más cuidado, porque la próxima vez llamaré a la policía.
No les oculto que lo reprendí severamente. Y por supuesto, me arrepentí de inmediato. Ahora entiendo por qué su rostro brillaba como el sol. Después de la reprimenda, él, con la cabeza gacha, tomó su posición junto a la entrada principal del templo, como solía hacer, y mendigaba».
Luego, el Padre Basilio se refirió al incidente con el dinero que recolectaba de la limosna y lo arrojaba a la caja de dinero de las velas, lo cual describimos detalladamente en las primeras páginas.
«Tengo mucho que decirles, queridos cristianos míos, porque ahora creo que se ha resuelto el enigma y agradezco al señor Anastasio por eso. Solo os describiré un acontecimiento y daré la palabra al señor Anastasio.
Una tarde, el treloYannis /loco-Juan estaba parado frente a la icona/imagen de la Panaghía. Yo estaba en la oficina. Lo escuché hablar y escuché sin ver que estaba teniendo un diálogo con una mujer. No le di importancia. Cuando salí de la oficina, solo vi al treloYannis; miré a mi derecha e izquierda, pero no había nadie más en la Iglesia. El sacristán estaba ausente trabajando afuera. El loco Juan treloYannis se acercó a mí y, después de hacer, como de costumbre, una pomposa reverencia, me dijo:
-Padre mío, ve a casa de la señora Stamata después de las Vísperas. Ella te espera para que le des la comunión, porque le queda poco de vida y es posible que no pueda pasar esta noche.
-¿Y cómo lo sabes tú, loco? le dije.
-Vino y me lo dijo una mujer hace un momento, respondió el treloYannis.
-¿Y por qué no vino a decírmelo a mí?
-Ella me parece que me tomó a mí al sacristán, y se fue rápidamente.
Desde mi oficina estaba observando la entrada de la Iglesia y no vi a ninguna mujer pasar. Pero incluso entonces no le di importancia. Después de las Vísperas, fui a la casa de Stamata. Su hija se sorprendió al verme, ya que tenía la intención de informarme al día siguiente para que la madre recibiera la comunión y así no me preocupara por llevarla por la noche. Entré en la habitación de la señora Stamata y le di la comunión. Ella me agradeció y me sostuvo la mano por un momento, diciéndome con un suspiro profundo: ‘Padre mío, cuide de mi hija y de mis nietos'».
La hija estaba divorciada y criaba a sus dos hijos sola. Al marcharse, preguntó quién la informó. Le respondí que fue la mujer que envió el mensaje al loco Yannis, treloYannis. Pareció sorprendida. Por la noche, dos horas después de la Divina Comunión, poco antes de las 10 p.m., la señora Stamata partió hacia el Señor. En ese momento estaban cerca de ella su hija, sus dos nietos y el treloYannis, quien leía salmos del Salterio. Esto es lo que me dijo la hija de la bienaventurada difunta Stamata, que está aquí y puede confirmarlo.
Entonces María, la hija de la bienaventurada Stamata, se levantó espontáneamente y dijo:
«Padre Vasilis, debes decir sobre el sobre con el dinero que pensé que dejaste tú y te agradecí».
-¡Sí! María encontró un sobre con cien mil dracmas dentro de una silla en la habitación. Pensó que lo había olvidado y vino a entregármelo. Sin embargo, no sabía nada.
-Pero, padre mío, tú y el treloYannis son los únicos que entraron a nuestra casa. Cuando le pregunté al treloYannis, dijo que la Panaghía se lo envió para los gastos del funeral, porque eres pobre. «La Panaghía hace estas cosas», me dijo. No lo tomé en serio y pensé que lo pusiste tú y querías ocultarlo, dijo María.
-No, hija mía, te lo habría dicho, respondió el padre Vasilis.
La emoción de todos era evidente al escuchar estos maravillosos acontecimientos. El señor Anastasio abrió la carta y llamó a un joven, llamado Konstantino, para que se acercara a él. Konstantino era considerado el «marginado» del vecindario durante muchos años. Sin embargo, en los últimos dos años, hubo un gran cambio en él y ahora se estaba preparando para casarse con Katerina, una estudiante, pero enfrentaba la oposición de los padres de ella. Y con razón, la gente reaccionaba porque Konstantinos había estado atrapado en las redes del terrible azote de nuestra época, la gran enfermedad de la homosexualidad y las drogas…
La confesión del Constantino
Konstantino, que solía sentarse siempre en los últimos asientos de la Iglesia, se levantó con dudas evidentes y se acercó al señor Anastasio. Mientras se dirigía al ambón, notó cómo todos lo miraban de manera extraña. Vio en los ojos de los presentes una expresión de confusión y perplejidad. Y él se preguntaba por qué el señor Anastasio lo llamó solo a él para estar a su lado durante la lectura de la carta.
Sin embargo, algo inusual lo incitó y, después de echar un vistazo furtivo a su amada Katerina, le pidió al señor Anastasio que dijera unas palabras en memoria del treloYannis. El señor Anastasio quiso leer primero la carta y luego darle la palabra. Entonces el padre Vasilis intervino en la conversación y dijo: «Deja primero que hable el chico, Anastasio».
Entonces Konstantino, con la cabeza baja, se acercó adelante del micrófono.
«Me considero y me tomo a mí mismo como la peor abominación que jamás haya existido en la humanidad. Sé incluso que ustedes todos me ven y me tratan como una «abominación» de la sociedad, debido a mi pasada actividad pecaminosa. Tienen toda la razón. Así me lo merezco porque con mi vida no solo me lastimé a mí mismo, sino también a mis semejantes, a ustedes, es decir, lastimé también a todos los que captaba en las redes de la iniquidad. Lastimé a amigos y familiares porque traje a sus vidas la oscuridad de la iniquidad. Acepto, por lo tanto, como una oportunidad que me brinda el señor Anastasio, pedir personalmente perdón a cada uno de ustedes. No merezco, por supuesto, ni siquiera su perdón, porque les causé daño más allá de lo que pueden imaginar. Perjudiqué y dañé nuestra ciudad, nuestro vecindario, nuestra comunidad. Dañé a amigos y conocidos, padres y parientes, porque llevaba conmigo la vida de la suciedad de la indecencia y de la ilegalidad, en vuestra vida cotidiana.
En la espiral desastrosa en la que me encontraba, el treloYannis puso fin definitivo. Las oraciones del loco me sacaron de la trampa, no de un solo demonio, sino de toda una legión que se había anidado dentro de mí.
¡Por casi diez años fui un travesti!
Entonces creía que la felicidad se encontraba en el placer efímero que provoca el contacto carnal. Me vestía provocativamente, me enfadaba con los seres humanos. Veía la vida como un recipiente de placeres que debía llenar a diario. Viví en la cloaca y el azote del infierno, como ninguna mente humana puede imaginar.
Solía cambiar de domicilio periódicamente, ya que la sociedad me consideraba, con razón, un paria, una abominación. Y eso es lo que era. Las peleas, los insultos y las desilusiones, creía que eran la mejor defensa de mi pasión obsesiva, literalmente maníaca, por seguir algo que difiere de las normas sociales, de los ideales y valores del Evangelio. En ese momento, consideraba como un derecho humano mi enfermedad y tenía la ilusión de que era completamente normal. Algo que incluso hoy en día algunos altos funcionarios promocionan y publicitan como una supuesta diversidad.
No hubo un departamento de policía en Atenas que no me conociera. No hubo un tribunal del que no fuera «cliente» ya sea como acusado, porque atenté contra la moral y las buenas costumbres, sea como testigo de acusación o de defensa en casos similares. Tenía la falsa ilusión y autoengaño de que con toda mi actividad inmoral estaba sirviendo a una silenciosa revolución de aceptación social de la homosexualidad. Perseguido llegué a vuestro vecindario y me presenté ante la buena y pobre anciana, la señora Jrysula, para pedirle el apartamento que alquilaba. Allí conocí por primera vez al treloYannis, que había llevado pan a la casi pobre ancianita.
Ojos llorosos
La señora Jrysula, a diferencia de otros inquilinos, no me hizo muchas preguntas. Simplemente me dijo que las 30.000 dracmas que pedía de alquiler eran todo el dinero que tenía para vivir y me rogó que no lo demorara porque con eso pagaba la luz, el agua y la comunidad, y compraba lo necesario para vivir.
-¡Ay, querido Konstantino, Dios te envió! Hace tres meses que tengo alquilada la casa y vivo con la ayuda del panadero, el señor Apostolis, y del tendero, el señor Pantelis, que me envían pan y comida todos los días – me dijo, mostrándome al treloYannis.
-Señora Jrysula, yo nunca envié pan, porque no sabía de tu situación, respondió el señor Apostolis, sorprendido.
-Tampoco yo envié comida, aseguró el señor Pantelis.
-Pero así me decía el treloYannis – dijo la sorprendida señora Jrysula.
Después de esta «agradable» intervención corta, Konstantino continuó diciendo.
«El treloYannis solía no revelar sus acciones. A ti, querida señora Jrysula, te llevaba comida, pero a mí me ha traído al mismo Dios», dijo Konstantino. Sus ojos se llenaron de lágrimas y comenzaron a correr. Todos llorábamos con él. Respiró profundamente y continuó:
«Tres días después, me mudé al apartamento. El treloYannis me ayudó a trasladar mis cosas. De hecho, cuando el trasportista insinuó algo debido a mi comportamiento y forma de hablar, el treloYannis lo calló, diciéndole que no tenía derecho a criticar a alguien que vivía sistemáticamente en adulterio y maltrataba cruelmente a sus dos hijos. El trasportista quedó atónito y paró de hacer comentarios irónicos. Pensé que serían conocidos, pero me sorprendí cuando, saliendo, se volvió hacia al treloYannis y le dijo:
-¿Tú eres mago?
Sí, Georgios, estoy «hechizado» por el amor de nuestro Cristo – respondió el loco treloYannis. Incluso pidió al transportista que dejara de molestar y entristecer a Cristo que, a pesar de su comportamiento, sanó a su hija Theodora de una enfermedad grave. Entonces Georgios se fue con la cabeza gacha. Es el señor que está sentado allí con su esposa y puede confirmar lo sucedido. Me impresionó el diálogo, pero entonces lo consideré como locuras del treloYannis.
En efecto, esa misma noche, vestido con ropa de mujer, como de costumbre, fui a un conocido lugar de travestis en la avenida Syngrou. Imagínense mi sorpresa cuando vi al treloYannis mirándome desde la esquina opuesta de la plaza. De mi cabeza pasó el pensamiento que buscaba compañía romántica y erótica. Pero, ¿cómo me encontró? «El treloYannis me siguió y ahora lo contará todo a la señora Jrysula. ¡Oh, otra vez tendré que buscar otra casa!» Mientras pensaba en todo esto, un posible cliente se detuvo frente a mí. Entonces, como un resorte, el loco se levantó y comenzó a gritar.
-Él tiene SIDA, está enfermo y te va a contagiar. ¡Vete, vete, aléjate de él!
Me sorprendió el extraño comportamiento de un hombre al que ni siquiera conocía. Por supuesto, el posible cliente se fue. Entonces comencé a maldecir e insultar al treloYannis. Me agarró una histeria… Esto continuó durante casi un mes. No pude entender hasta hoy cómo descubría los lugares clandestinos. ¡Una noche, en concreto lo golpeé muy mal!
Carta de Bendición.
Pero imaginaos mi sorpresa, cuando todas las noches, al regresar a casa, encontraba un sobre con casi el doble de dinero de lo que solía ganar con mi sucia actividad, y en el exterior estaba escrito: «Bendición para el siervo de Cristo Konstantino». En ese momento no sabía qué pensar sobre todas estas cosas extrañas que estaba viviendo.
Las tardes en las horas que solía salir de casa y veía al treloYannis me enojaba. Sin embargo, él decía:
-Konstantino, deja de entristecer a Cristo y a nuestra Panaghía, que lloran constantemente por ti. Aún pensaba en irme de casa, pero algo me detenía allí.
-¿Acaso se habrá enamorado de ti y se comporta de esta manera loca y extraña? me decían los otros travestis.
-No, no muestra ese tipo de sentimientos, respondía.
Para no extenderme demasiado, decidí invitar al treloYannis a mi casa para poner fin a todo esto. Creía que alguien lo estaba usando a propósito para enloquecerme. En mi invitación, treloYannis, a pesar de que lo había maltratado repetidamente, respondió positivamente. No sé qué me pasó ese día y limpié bien la casa, preparé algo rápido para comer y me puse a leer. Hojeaba una revista de material variado y llamó mi atención un artículo sobre un Yérontas llamado Porfirios que sirvió en una Iglesia de un hospital en Omonia (Plaza central de Atenas).
El demonio
No tuve tiempo de leerlo cuando escuché a treloYannis golpeando la puerta. Tan pronto como se la abrí, me dijo:
Bendito seas, mi Konstantino, en este siglo y en el venidero.
Fue la primera vez que escuché ese saludo, pero también la primera vez que escuché al demonio hablar desde mi interior.
-¿Has venido a echarme de mi casa, loco? No estoy solo, tengo compañía y otros 365 amigos. No voy a irme. ¡Vete tú, porque te mataré!
En ese momento, treloYannis levantó una cruz frente a mí y dijo:
En el nombre de la Santa Consubstancial e Indivisible Trinidad…
No escuché nada más, porque me desmayé. Cuando me recuperé, vi a treloYannis sonriendo. Sentía una alegría en su presencia, pero no entendía por qué.
-Te traje un regalo, mi Konstantino. Es el Salterio (libro de los Salmos), un libro escrito por el rey y profeta David.
-¿Qué ha sucedido? ¿Qué ha pasado? pregunté.
-Mi Konstantino, tienes una gran bendición. Cristo te ha elegido. Te está preparando para grandes proezas. Sin embargo, tendrás que librar una gran batalla y lucha, porque lo que llevas dentro de ti no se irá fácilmente.
Si hubieras visto el resplandor en el rostro de treloYannis, comprenderíais mi miedo. Consideraba una tontería todo lo relacionado con los demonios. Pensaba que eran invenciones de los sacerdotes y de la religión para asustar al mundo y sacarles fácilmente dinero, enriquecerse, prosperar y otras cosas similares. He aquí, ahora me convertí en testigo de la envidia de los demonios sobre los hombres. Desde entonces, treloYannis se convirtió en mi hermano y amigo. Esa misma noche, reuní todas las prendas de mujer, zapatos, cosméticos y los tiré a la basura. Al día siguiente, cambié mi número de teléfono. Con la ayuda de treloYannis, incluso conseguí un trabajo en la contabilidad de una gran empresa. El dueño de la empresa era amigo de treloYannis. Me contrató con un salario satisfactorio.
Al mismo tiempo, casi todos los días iba con treloYannis a un templo en lo alto de Hymittus, donde el sacerdote leía las oraciones (exorcismos) de san Basilio el Grande, mientras treloYannis leía los salmos. No puedo describir lo que viví. Lo que puedo gritar ahora por esta experiencia es que la homosexualidad y en general la prostitución no son una diferencia ni una enfermedad; es un demonio terrible que enfurece al Pantocrátor/Todopoderoso. También quiero decirles que nuestra santa Iglesia tiene las armas adecuadas para destruir por completo todo lo que nuestra sociedad contemporánea considera como yo, en algún momento, creía que son tonterías.
Las oraciones del santo de nuestro vecindario me salvaron. Mi vida cambió por completo con este encuentro. Los últimos cinco años vividos en este bendito vecindario componen un verdadero milagro del único y verdadero Dios. Escapé de un verdadero infierno y vivo en un mundo donde ni siquiera había soñado en mis mejores sueños.
Con el apoyo constante de este santo hombre, que nada tenía de loco, comprendí el error, tomé conciencia de cosas y situaciones que constituyen los cimientos de nuestra sociedad, conocí la agapi-amor de Cristo. Solía funcionar como adicto a las sustancias tóxicas y las drogas; no me diferenciaba de los toxicómanos; vivía una pesadilla de la que treloYannis, este maravilloso santo de Dios, puso fin.
No quiero cansarlos más con mi historia. Además, he registrando, como sugirió el señor Anastasio, toda mi historia en detalle. Pido disculpas tanto a ustedes como a las innumerables víctimas que atrapé en las redes de la iniquidad en las que estaba atrapado. Pido perdón a mi amada Katerina, quien abrió sus brazos al pecador más grande del mundo, cerró sus oídos a los comentarios negativos y las críticas justas y aceptó mi propuesta de casarse conmigo. Aceptó vivir con un cero, un desecho, un bebé. Y en nuestra próxima boda, las lágrimas y las oraciones de este santo hombre, treloYannis, estaban presentes.
Las últimas palabras de Constantino se perdieron entre sus sollozos. Con él lloraba el padre Vasilis, quien corrió y lo abrazó, y también todos los presentes.
-Estoy pensando en irme del vecindario, no por mí, sino por mi esposa Katerina», susurró Constantino con dificultad.
Entonces, el padre Vasilis dijo:
-«Queridos míos, Constantino ha expresado el deseo de irse de nuestro vecindario. ¿Qué opinan ustedes? ¿Deberíamos permitir que un testimonio vivo de un milagro asombroso de nuestro difunto hermano Yanis, Juan, nuestro Constantino, y también nuestra Katerina, que se marchen?
-«No, no», gritaron todos.
-Esperen un momento. ¿Creen que llamé a Constantino cerca de mí por casualidad? No, queridos cristianos, no lo llamé por casualidad», dijo entonces el señor Anastasio. Y añadió.
-Lo llamé porque así lo establece la carta de treloYannis.
Caterina y su relación con el “loco” del Señor
Mientras el señor Anastasio abría la carta de treloYannis para leerla, la ansiedad había alcanzado su punto máximo. Una agonía que se mezclaba con la conmoción generalizada, que se manifestaba a través de las lágrimas que corrían por los ojos de jóvenes y mayores.
Incluso el padre Vasilis lloraba con sollozos. Entró en el Santuario para echarse un poco de agua en la cara. “En toda mi vida pastoral, esto nunca ha sucedido. Teníamos a un gran santo entre nosotros y lo tratábamos como a un mendigo y un loco… Cuánto ciegos nos ha hecho la incredulidad y la adhesión a lo efímero y lo cotidiano”, dijo al sorprendido sacristán, que seguía atónito estos extraños acontecimientos.
Sin embargo, antes de que el señor Anastasio comenzara a leer, vio a la bella Katerina, la prometida de Constantino, acercándose a él llorando desconsoladamente. Se sorprendió por un momento y trató de consolarla. Su mente se dirigió hacia el mal. Creyó que todo lo que Constantino había confesado públicamente la había hecho cambiar de opinión… Eso es lo que creyó también el padre Vasilis, que salía del Santo Altar en ese momento.
Katerina se secó las lágrimas de los ojos y dijo con dificultad que quería decir algo. El padre Vasilis la asintió afirmativamente y ella se acercó al micrófono. Respiró profundamente y después de un breve silencio de unos segundos, dijo:
«Mi respetuoso padrecito y queridos vecinos, mientras escuchaba a Constantino relatar su conocimiento con treloYannis, y su vida anterior, no les oculto que pensé en irme. Una intensa tentación me estaba atormentando, diciéndome: ´¿Qué familia harás tú con él? Piensa en tus hijos que se burlarán de ellos. Reflexiona sobre el dolor de tus padres, que ya están en contra y no quieren que este matrimonio se realice. ¿Y si lo descubren también en tu pueblo en Creta de que te has casado con un travestí? ¿Qué crees que sucederá? Con tu elección, literalmente, matas a tus virtuosos padres con una muerte lenta. Siente lástima por tu desafortunado padre, siente lástima por tu madre desolada, siente lástima por tus hermanos. ¿Qué culpa tienen ellos de cargar con esta imprudencia tuya? Así que deja a Constantino, que es digno de su destino. Piensa un poco con lógica, Katerina. No descartes la sensata posibilidad de que en los primeros obstáculos de vuestro matrimonio, él regrese a su antigua vida y vuelva a caer en la inmoralidad. El mal hábito o adicción no se elimina, no se corta, no se cambia, dice el dicho popular. Y luego, ¿qué harás? ¿Buscarás otro treloYannis para salvarlo? Piensa lógicamente y levántate, vete ahora, mientras aún hay tiempo. Mira las caras de quienes te rodean, cuán burlonas te miran. Parece que quieren acusarte de algún crimen que estás cometiendo contra ti misma. Ahí tienes, algunos ya están susurrando. “Pobre niña, qué camino de Gólgota le espera sufrir en su vida con este tipo de hombre que ha elegido…’
Estas y muchas otras cosas revoloteaban en mi mente mientras escuchaba a Constantino relatar su antigua vida. ¡La tentación era tan fuerte que creía que escuchaba a alguien hablándome fuerte al oído! Por primera vez sentí una presión interna tan intensa. De hecho, me levanté en un momento con la clara intención de irme. Miré hacia la puerta y luego hacia Constantino. Lo vi llorar. Y entonces me recuperé. ‘¿Qué voy a hacer?’, pensé.
Recordé que todo lo que esta extraña voz me había dicho, la intensa tentación, él mismo me había confesado estas cosas cuando me propuso matrimonio delante de treloYannis. No era, pues, algo nuevo. Entonces, Constantino me dijo que sería difícil la vida con él. Inmediatamente, de hecho con valentía, me señaló que, si estuviera de acuerdo en casarme con él, sería mejor mudarnos de este vecindario o emigrar a algún lugar en el extranjero. Pero ahora, ¿por qué reaccionaría esta manera?
El treloYannis, recuerdo, que escuchaba la conversación que precedió de la mi propuesta de matrimonio, estaba inclinado y en silencio. Respondí positivamente a Konstantino sin pensarlo mucho. Una fuerza indeterminada me impulsó a decir «sí». Una voz interior me instaba diciéndome que Konstantino era mi alma gemela y mi compañero. No solo tuve en cuenta su belleza física, sino sobre todo su pureza interna y el resplandor de su rostro, elementos que el quebrantamiento de su corazón y su metania le habían dado. La calma y la serenidad de Konstantino mostraban a un hombre que ahora sabía lo que buscaba en la vida.
Además Dios, como nos decía el treloYannis, lo primero que desea de los nuevos hijos es que formen buenas y benditas familias. Que se conviertan en buenos jefes de familia y el resto, conocimiento, trabajo y necesidades básicas para vivir, eso lo cuida Él.
Por eso el treloYannis comenzó a gritar fuertemente, «¡viva-viva!», tan pronto dije «sí» a Konstantino. Saltaba como un niño pequeño y sonreía, mientras escapaba visiblemente feliz, gritando:
-¡Gran bendición el matrimonio, queridos cristianos, gran bendición el matrimonio para la tierra y el cielo! ¡Gran misterio (sacramento), gran misterio!
Al ver al loco Yiannis, treloYannis gritar, nos quedamos desconcertados y sorprendidos por esta reacción, las risas… Fue uno de los momentos más felices de mi vida.
Entonces, ¿ahora qué es lo que me atrapó? En aquel momento, tranquilamente podría haberme negado. Sin embargo, habría perdido a un verdadero ángel terrenal. Porque como un ángel envuelto en la ropa segura de la virtud y la ferviente fe verdadera que nuestro Señor regala, Konstantino vive ahora en su metania. Recuerdo que dos días después de la respuesta positiva, encontré al treloYannis en la entrada del edificio donde vivo. Tenía la impresión de que me estaba esperando para regresar.
Katerina, con tu acción, has emocionado a nuestro Cristo, a Su Santísima Madre y Madre de todos nosotros, nuestra dulce Panaghía y nuestros santos. No tengas miedo; el Señor está contigo y te dará muchos hijos. Serás feliz, porque tu decisión ha alegrado el cielo, me dijo.
Luego me dio un libro que tenía en sus manos y se refería a la vida de Santa María de Egipto. El treloYannis no hizo nada al azar. Más tarde, al leer ese libro, me di cuenta de cuánto me parecía a esta gran santa de nuestra Iglesia.
Tomé el libro y, después de ponerlo en mi bolso, le pregunté si había comido.
-No, respondió.
-Vamos, he cocinado caracoles. Mi madre me los envió desde el pueblo, le dije.
Entonces el treloYannis comenzó a gritar.
-Hoy, Katerina dará de comer al loco (de Cristo).
Hoy el loco comerá caracoles.
El señor Pantelis, que estaba afuera de su tienda y lo escuchó, dijo riendo:
-Loco, con tu chaladura llenarás tu estómago. Una vez más te las has arreglado, y además con una buena comida, guapo.
-Señor Pantelis, también te traeré a ti, he cocinado muchos caracoles, dije.
-Vamos, Katerinita, no quiero ponerte en apuros; quería gastar una broma al loco.
-Recuerdo la historia con los caracoles. Y estaban cocinados muy bien, saltó espontáneamente y dijo el bien alimentado señor Pantelis.
El padre Vasilis y muchos otros rieron. Katerina continuó.
“Le di a treloYannis un plato de caracoles para llevar al señor-Pantelis, mientras preparaba la mesa. Cuando treloYannis regresó, hizo la oración mientras estaba sentado y dijo:
-¡Ay, querida Katerina, cuántas gracias debemos dar en cada momento a Dios por lo que nos brinda! Mira, a mí, el loco, tonto y el más inútil de todos los hombres que la tierra ha conocido, nunca me ha dejado con hambre. Siempre cuida y envía órdenes a sus ángeles, como a ti, mi querida niña, para que cuiden al pecador. Así que hoy se aseguró de que coma caracoles, dijo sonriendo.
-Vamos, ahora come, estarás hambriento, respondí.
Durante unos minutos solo se escuchaba el ruido de los tenedores y el sonido de absorber los caracoles. Luego, el treloYannis me preguntó si la comida sería suficiente para Konstantino, que esta tarde estaba estudiando hasta tarde.
-No te preocupes, también he cuidado de él, le dije.
-Nuestro buen Señor Cristo vino y bendijo personalmente a Konstantino y lo liberó de su cautiverio. ¡Oh, qué milagro hizo el Señor! ¡Nunca he experimentado algo así en toda mi vida! Nuestro Señor es compasivo, mi querida Katerina, misericordioso, un verdadero Padre. Sus ojos ven y siguen todo. No quiere que no se pierda ningún ser humano. Pacientemente espera la μετάνοια metania el arrepentimiento. Mira a Konstantino, hasta ayer él estaba atrapado en las redes de la inmoralidad y hoy lleva una vida angélica, con ayunos, buenas obras y oraciones. Vive como un pequeño ángel y experimenta la alegría de su metania… Para todo lo demás, Dios se encarga. Konstantino, mi querida Katerina, será tu billete que te introducirá al reinado de la Realeza increada de Dios. No olvides eso, especialmente en los momentos en que el adversario luchará con astucia para deshacer vuestra unión bendecida por Dios, el gran misterio del matrimonio. No he visto en mi vida tanta humildad y quebrantamiento del corazón.
Su guía espiritual, el padre Nikolas, señaló que distinguió durante su confesión su fuerte deseo de eliminar todas las espinas de su psique-alma tan atormentada. La confesión parecía como una operación de corazón abierto… Así la llamó el padre Nikolas. La confesión es un gran regalo del Señor. Allí donde parece que el mundo desaparece bajo tus pies, con la metania y la confesión entras en un vehículo angélico y vuelas hacia los cielos…
Mira al rey y profeta, el gran santo David, ¡en qué alturas alcanzó con su μετάνοια metania! ¡Qué terribles oraciones nos dejó como herencia! Son tan terribles porque ocultan grandes verdades y sus llaves o claves solo se dan a los humildes de corazón. Mi querida Katerina, los demonios escuchan y temen los Salmos y las oraciones de este gran rey y tiemblan. Desaparecen en las montañas y en las cimas altas. Por eso, Katerina mía, cuando en tu familia tengáis problemas, no olvidéis leer los Salmos. Allí se esconden las claves o llaves de la felicidad. En lugar de mirar la caja tonta de la desesperación y la desilusión, es decir, la televisión, leed las vidas de los santos y la Santa Escritura. Así protegeréis vuestro hogar y un ángel guardián protegerá a tu familia. No te preocupes, ni te asustes y no tengas miedo, tus padres amarán a Konstantino cuando vean bien que lo pasa y lo feliz que es su hija. Pocas son las dificultades, muchas son las alegrías en vuestro matrimonio. La bendición de Dios es grande para vosotros», dijo el treloYannis y se inclinó nuevamente sobre su plato, continuando con su comida.
En ese momento, no conocía el valor de lo que me decía y pensaba que vive en un mundo de cuento de hadas como un loco, desconociendo la cruda realidad y los hechos de la vida.
La «esclavizada»… Libertad
Me miró un poco como si entendiera lo que pensaba y dijo:
-Nunca, Katerina mía, tomes en cuenta al mundo. La mayoría de las personas hoy en día son infelices y desgraciados porque no saben dónde se esconde la felicidad. Creen que la felicidad está relacionada con la adquisición de bienes, pero allí se encuentra la tristeza, la angustia y la depresión. Creen que el poder reside en la riqueza, pero allí encuentran la decepción. Consideran como placer degradar el eros (amor, sexo) con breves intercambios de compañeros, pero allí se esconde el engaño y la infelicidad. Las pobres niñas de tu edad dicen que la felicidad se encuentra en una buena cama y en el desenfreno irracional.
-Lo dicen, respondí incómoda, pensando en cómo yo también creía eso cuando escapaba de Creta para venir a Atenas a estudiar.
-Sí, Katerina mía, hace muchos años conocí a una chica que vino de la provincia a Atenas para estudiar, como tú. Había ingresado a la universidad para convertirse en maestra. Había vinculado su vida infeliz en Atenas y los estudios con la libertad que creía haber perdido al vivir con sus padres en el pueblo. Pensaba que ahora no tendría el control: «¿De dónde vienes, a dónde vas, por qué llegaste tarde, qué decías con aquel?», y otras cosas similares que los padres suelen decir. «Tendré cualquier chico que quiera, dormiré con él y cuando me canse encontraré a otro para divertirme. Encontraré algún trabajo fácil para no depender de mis padres y así evitaré su constante queja. Ya no tendré que dar cuentas ante nadie y volveré a casa a cualquier hora que desee…». Eso es lo que creía la pobre Eleftheria, así la llamaban. Aunque Eleftheria había identificado la libertad en la vida con el desenfreno y la despreocupación. La pobre tenía la falsa creencia y el autoengaño de que la alegría y la felicidad se encontraban en la bebida, el baile, los viajes y las despreocupadas compañías estudiantiles… Así, se entregó inmediatamente al despilfarro y al libertinaje sin la menor vacilación.
Desde los primeros días de su permanencia en la capital, conoció a un joven en el anfiteatro de la Escuela y comenzó su primer coqueteo. La conversación con el joven condujo a una cita para tomar café y empezaron los primeros besos y abrazos. ¿Quién iba a tener en cuenta ahora en las lecciones y los estudios, quién consideraría ahora los consejos a los padres…? La esclavizada Eleftheria se regodeaba con su amor ante sus amigas. Ellas preguntaban para conocer detalles, como, por ejemplo, cómo besa, cómo se comporta con ella, etc. Para evitar preguntas molestas, impuso un aislamiento consciente sobre sí misma. Así creía que lo pasaría mejor.
Sin embargo, un día, después de casi dos semanas, el chico la plantó y no llegó a la cita acordada. No respondía a sus continuas llamadas telefónicas. Se preocupó mucho, no sabía qué hacer. No sabía ni dónde vivía. Su pensamiento fue hacia lo peor. Pasó la noche en vela, llena de ansiedad y angustia. Al día siguiente fue temprano a la clase. ¡Y ahí estaba! Vio a su amado amigo sentado en la primera fila del anfiteatro, como solía hacer… Se sentó a su lado y le preguntó por qué no contestaba el teléfono. Él, evidentemente enojado, se volvió y le dijo: «¡Bueno, no me quedaré toda la vida con una putita de provincia, una hambrienta de hombres, barata y superficial!».
Al escuchar esas palabras del efímero joven amante, Eleftheria sintió que la tierra desaparecía debajo de sus pies. Nunca, nadie le había hablado así. En el pueblo, todos la respetaban y la valoraban. Se puso a llorar y se fue de la clase. La amargura, la defraudación y la desilusión creaban un nudo en su garganta. «Tierra trágame, qué vergüenza. Me he convertido en una humillación», murmuraba mientras caminaba por la calle Hipócrates. Fue y se sentó en un banco en Propylea, allí donde los autobuses se detenían, y lloraba desconsoladamente diciéndose una y otra vez: «¡Qué desgracia he sufrido!»
Allí, querida Katerina, la encontré. Fui y me senté junto a ella y comencé a llorar con ella. Ella se sorprendió y, después de mirarme, me preguntó por qué lloraba. «Aquí estoy llorando al verte triste», le respondí. Luego ella me abrió su corazón y me contó todas esas cosas que te he relatado. Le propuse que se confesara con un buen yérontas (guía espiritual, anciano iluminado y sabio) confesor que atendía en Kato Patissia.
«La confesión aliviará tu dolor y verás cómo se corregirán todas las cosas».
Tomó la dirección y el teléfono del yérontas y esa misma tarde fue y se confesó. Las heridas que había abierto el amor efímero se psicoterapiaron y se sanaron y Eleftheria encontró a Cristo y su libertad. Hoy en día está casada. Tiene dos hermosos hijos, Jristos y Maria, y trabaja junto a su esposo, quien también es maestro en una escuela en Tesalia.
No sé en qué medida la historia de treloYannis tenía una base verdadera o no. Lo que puedo confesar abiertamente es que mientras narraba los acontecimientos, ¡tenía la impresión de que estaba describiendo mi propia vida, que tenía muchas similitudes con la de Eleftheria! Porque de alguna manera pensaba y actuaba como Eleftheria, hasta que conocí a treloYannis.
Le encontré por primera vez en la entrada del edificio, pocos días después de haberme mudado allí. Yo estaba con mi padre, que había venido del pueblo y se quedó conmigo hasta que me instalara y me acostumbrara a Atenas.
-¡Hola, compañero Manolis, con tu linda hija! – le dijo.
-¡Hola, Yannis, también tu eres lindo! – respondió mi padre.
Mientras nos alejábamos, mi padre dijo:
-Pobre Yannis. Cada pobre y su mala suerte (dicho popular). La dueña de mi casa me dijo que es un poco tonto, pero nunca antes había conocido a un tonto tan amable y generoso como él, Katerina. Me ayudó a encontrar la casa cuando llegué hace veinte días. Me ayudó con la mudanza. También me trajo un horno de microondas completamente nuevo como regalo, diciéndome: «Manolis, tienes una gran familia que alimentar y tu hija lo necesitará, mientras que yo no lo necesito. El señor Niko de la tienda de electrodomésticos de aquí arriba, me lo regaló». No quería aceptar tal regalo de un tonto o loco, pero él insistió. Ni siquiera aceptó dinero. Lo único que aceptó fue que le invitara un café.
Después de unos días, empecé a encontrar bolsas colgando en mi puerta con comida y otras cosas necesarias. Le pregunté a la dueña de la casa, la señora Stavrula, que efectivamente estaba aquí, y ella me dijo: «Solo un loco como treloYannis hace cosas así. Tendrás que acostumbrarte a sus travesuras». Pensé en deshacerme de ellas. Agarré la bolsa y me dirigí a salir para devolvérsela. «Anda que va, cómo voy a aceptar cosas del loco. No permitiré que un loco me humille y pase vergüenza. Tengo mi dignidad». Eso es lo que pensaba mientras bajaba en el ascensor con la intención de ir a la casa del loco.
Apenas abro la puerta, encuentro al treloYannis frente a mí. Estaba sentado en el umbral sosteniendo un komposkini (tipo de rosario ortodoxo para la oración continua de Jesús), como solía hacer. Ni siquiera tuve tiempo de hablar.
-Mi querida chica de la isla de Kreta, ¿me estás buscando? Mira, ha llegado la hora de presentarme. Me llamo Yannis y vivo aquí al lado. Te dejé, querida mía, dos o tres bolsas en tu puerta.
-Esta es la última vez. Tómala rápidamente de vuelta, le dije muy enojada.
-No es mía, es para ti. Mira, te contaré un secreto, pero no me traiciones. Enfrente de la panadería del señor Apostolis hay un supermercado. Lo dirige el señor Atanasio, un buen hombre que ha hecho una ofrenda o promesa. El pobre hace unos dos años, perdió a una hija en un accidente. Desde entonces, en memoria de la fallecida Pascualina, ofrece alimentos a estudiantes universitarios de nuestro vecindario. Pero como no quiere revelar el secreto, me da a mí las cosas y yo las llevo. Por eso, mi querida muchacha, no rechaces la alegría que te brinda un pobre padre afligido por la muerte de su hija. Y también a mí el miserable dame esas cinco dracmas para encender una vela para Pascualina en la Iglesia. Y cuando vayas a la Iglesia, no olvides encender una vela por ella, para que su psique-alma descanse y esté en la luz increada de Cristo.
Esto dijo el treloYannis y se fue después de hacerme una profunda reverencia. Tomé la bolsa sintiéndome aliviada. ¡Desde entonces, en intervalos regulares, recibía los regalos del señor Atanasio y daba algunas monedas al loco para que encendiera velas en memoria la Pascualina!
El señor Atanasio, que estaba presente, se levantó espontáneamente y dijo:
-Katerina, yo no enviaba regalos. Simplemente me daba pena el loco y había dado instrucciones para que le hicieran un descuento del 50% en cualquier compra. Eso es todo. Lo demás, los regalos para Pascualina, que realmente perdí en un accidente, eran ideas del treloYannis. Tal vez así compensaba el descuento que le hacíamos.
Entonces Juan, estudiante de Derecho, y Klió, que estudiaba en la Universidad Tecnológica, se levantaron y dijeron que lo mismo les había dicho el loco también a ellos, justificando los regalos que les ofrecía. En concreto Juan añadió que también recibían dinero en un sobre, que creía que nuevamente colocaba a escondidas el señor Atanasio…
De todos modos, señor Atanasio, personalmente, en cualquier Iglesia a la que fuera, encendía una vela para su Pascualina – dijo Juan claramente conmovido por lo que estaba escuchando.
-¡Oh, Dios mío, qué tesoro escondía el Dios en nuestro vecindario! ¡Oh, Dios mío, cuántos milagros sucedieron justo debajo de nuestras narices y no los percibíamos! ¡Cuán endurecidos se han vuelto nuestros corazones y cuán ciegos nos ha hecho la codicia y el aislamiento solo en lo nuestro! – dijo llorando el padre Vasilis.
Miró hacia Katerina y le preguntó si tenía algo más que decir. Katerina respondió que podría hablar durante muchas horas sobre este santo de Dios.
-Me reservo el resto para escribirlo y dárselo al señor Anastasio. Lo único que quiero añadir es que me disculpen si he herido a alguien durante estos siete años que he vivido en este vecindario paradisiaco. Quiero agradecerles a todos y decirles que están todos invitados a mi boda con Constantino. Sin embargo, les pediría que en lugar de regalos, donen dinero al padre Vasili para apoyar el servicio de la alimentación de los pobres.
Todos se levantaron y aplaudían a Katerina. La dueña de la casa, la señora Stavrula, se levantó y dijo que quería ser madrina y bautizar al primer hijo que tuvieran. El ambiente festivo y paradisíaco se alternaba con emociones de alegría y tristeza…
El padre Vasili hizo una señal al señor Anastasio para que leyera la carta de treloYannis. Aunque casi era mediodía, nadie se preocupaba por el tiempo. ¡Ni siquiera los comerciantes pensaban en las tiendas, que permanecían cerradas!… Incluso bromeando, el señor Pantelis dijo:
-Bueno, ¡por el treloYannis vale la pena tener un día libre!…
El señor Anastasio y el “loco”
Anastasio, con lágrimas en los ojos, metió la mano en el bolsillo interior de su traje y sacó la carta de treloYannis. La angustia y agonía de todos alcanzó su punto máximo en el sagrado templo. Miró al padre Vasili y luego al numeroso y evidentemente conmovido auditorio.
«Nunca podría imaginar las dimensiones que tendría en nuestro vecindario la muerte del santo, como se está demostrando, nuestro vecino y digno hijo de Cristo, nuestro querido fallecido hermano Ioannis o Yanis. Tampoco podía imaginar que escondíamos un tesoro tan grande en nuestro edificio durante treinta años. No les oculto que a pesar del contacto que mantenía con treloYannis, no entendí su santidad durante muchos años. De hecho, lo consideraba como un religiosofanático y perturbado, y así lo presentaba a aquellos que de vez en cuando expresaban quejas sobre su comportamiento extraño, como decían, y especialmente por su costumbre diaria de leer en voz alta los salmos del Salterio y el Evangelio del día y de incensar incienso desde la terraza hasta los patios.
Aún me siento terriblemente culpable por las observaciones ocasionalmente intensas que le hice como administrador del edificio. Observaciones que él mismo soportó sin reaccionar. Por el contrario, me alababa diciéndome muchas veces:
-Que te vaya bien, mi querido Anastasio, a ti y toda tu familia y todo el mundo. Me has dado alegría de nuevo al transmitirme las quejas. Me has dado de nuevo otro kilo de humildad a mí, al loco e inútil del vecindario, y por eso te estoy agradecido… Una queja, un kilo de humildad, decía y me bendecía con su mano.
Creía que no entendía, ya que estaba loco. Y le sugería que fuera a un médico para que lo examinara. «Ve, Yannis, a un psiquiatra que te dé una pastilla para que estemos tranquilos por si tenemos algún problema más serio. Amenazan con demandarte, ¿no lo entiendes?…» Estas y muchas otras cosas le decía al bienaventurado ignorando de su verdadero valor, que él cubría con su locura (divina) y en general con su comportamiento. A mis recomendaciones de que fuera al médico, él respondía que el mejor médico era Cristo y el mejor hospital era Su Iglesia.
-¡Ay, mi querido Anastasio, lloro día y noche y ruego a Cristo que me opere! Que haga una cirugía de corazón abierto y saque toda la suciedad que hice de niño. Ruego a nuestra Señora Panaghía que interceda para que salgan los espinos que atraviesan mi miserable corazón. Enciende una vela por el loco… cuando vayas a la Iglesia.
Así solía responderme y a veces lloraba y a veces reía.
Olvidé señalar que aquellos que inicialmente se quejaban del comportamiento loco del treloYannis, continuaban hablando de él de manera halagüeña y simpática. Viendo el cambio en su actitud, no le daba importancia, como al principio con las quejas de los nuevos inquilinos…
Solo en los últimos dos años me di cuenta de que el treloYannis no era un loco como creía. Sucedió un incidente que juré no revelar. Como la mayoría de ustedes sabe, tengo dos hijos, María y Mijalis. Mis hijos amaban a treloYannis porque crecieron con él desde que eran bebés. Incluso desde muy pequeños, treloYannis jugaba con ellos. Al principio, mi esposa y yo no confiábamos en dejar que el loco se acercara a ellos. Él siempre hacía una reverencia profunda cuando veía a María y decía: «Mis respetos a la princesa, mis respetos a la princesa…». Con el tiempo, notamos una conexión extraña entre María y el loco, pero también entre Mijalis y el loco (treloYannis).
Mi hija María, hoy de 25 años, desafortunadamente no está aquí para explicar por sí misma su relación. Quería venir, pero le dije que se trataba de un simple trisagio y que sería mejor que viniera con su esposo a los cuarenta días. Creo que se le dará la oportunidad de compartir su experiencia con el loco (divino). No podía imaginar las dimensiones que tomaría una simple secuencia en memoria del loco-Yannis, treloYannis.
El bendito solía jugar con María a un juego que llamaban: «la granada de la Panaghía, Santísima María». Escondían una granada de plástico que se abría en dos y contenía varias tarjetitas pequeñas. En cada tarjetita había un nombre, como Juan, Gerásimos, Jorge… María colocaba la granada y buscaba, y tan pronto como la encontraba, la abría y sacaba una tarjeta. Por ejemplo, podía salir el nombre de Juan el Precursor. Entonces el bendito corría a su estudio y traía la vida de San Juan el Precursor.
Basándonos en la narración, improvisábamos varias escenas y contábamos la vida del santo con palabras originales suyas. No les oculto que muchas veces escuchaba a escondidas las historias, aunque en algunas de ellas, como en la vida de San Cosme de Etolia, después de su insistencia, participé yo y mi esposa en el juego. Al final del juego, el bendito treloYannis, como solíamos llamarlo, subía a una silla y leía un breve pasaje del Nuevo Testamento. Le pedí que lo leyera traducido al niño, pero fue categóricamente negativo.
-Nuestra Panaghía y los santos se lo traducen. Este es el secreto que esconde la “granada de la Panaghía, Virgen María».
Desde el colegio de párvulos hasta la escuela secundaria, María se destacaba como estudiante. Los maestros siempre la elogiaban por sus observaciones perspicaces, su elocuencia y su profundo conocimiento del idioma griego. Por supuesto, hasta el día de hoy, su mayor hobby/afición, como ya nos acostumbramos a llamarlo, es leer cada día el Salterio y las Escrituras Sagradas. De hecho, incluso a mis dos nietos de apenas dos meses les acostumbró a leer el Evangelio del día, como aprendió por el loco (divino)… Mi yerno, de hecho, por capricho de María, en lugar de contar cuentos, lee extractos de las vidas de los santos de los Sinaxarios que le dio como regalo en su boda el bendito treloYannis.
El preanuncio del matrimonio
Un día, hace casi dos años, el loco (de Cristo) estaba sentado en el escalón de la entrada y, al verme entrar a la casa, me dijo:
-«Saludos al buen suegro, nuestro administrador, que se convertirá en abuelo. ¡Vaya, vaya, qué buen muchacho ha encontrado nuestra Panaghía para la hermosa princesa, que se convertirá en reina en unos pocos meses!»
Consideré sus palabras como las habituales ocurrencias diarias y no les di importancia. Sin embargo, cuando subí a la casa, encontré a mi actual yerno sentado en el salón. Vi las flores en el jarrón y a María flotando en un océano de felicidad.
-Permíteme presentarte a Gregorio, dijo María.
Él me dio la mano y me dijo:
-Señor Anastasio, he venido a su casa para pedir la mano de su hija, a quien amo y quiero casarme, si naturalmente ella no tiene objeciones. Terminé mi servicio militar hace dos meses y he estado trabajando en el Hospital Infantil durante un mes, ejerciendo mi especialidad. Terminé mis estudios de medicina poco antes que María, a quien conocí por primera vez en la universidad, y desde entonces, aunque han pasado casi tres años, no la he sacado de mis pensamientos.
La propuesta de matrimonio me llegó de repente. Mis pensamientos se dirigieron treloYannis. Me pregunté cómo lo sabía.
-Bueno, María mía, ¿ocultaste este gran acontecimiento a tu padre, dejándolo desprevenido, a pesar de que ya habías informado al loco Yanis? ¿No pensaste en el peligro, a pesar de ser médico, de un infarto?»
María me miró sorprendida y dijo:
Pero, Padre mío, ayer mismo Gregorio anunció su intención de pedirme en matrimonio, expresando sus sentimientos hacia mí, y además, hace días que no veo a treloYannis. ¿Qué estás diciendo?»
Quizás debido a la sorpresa de este inesperado acontecimiento, mi mente se enfocó en la pregunta: ¿Cómo se enteró ese tonto? Me volví loca tratando de descubrir cómo lo sabía. Tan pronto como Gregorio se fue, me apresuré a ir a su casa.
Cuando llegué a su puerta, escuché que estaba hablando con alguien. Pensé que era mi yerno y abrí la puerta, en la que estaba la llave. Me encontré con un espectáculo asombroso y extraordinario. Vi a treloYannis de rodillas delante de la icona/imagen de nuestro Señor Jesús Cristo, pero estaba medio metro, tal vez un poco más, por encima del suelo. Hablaba con el Señor y Él le respondía. Quedé petrificada por la visión y tal vez me desmayé. No sé qué me pasó. Cuando me recuperé, vi a treloYannis sentado a mi lado, sonriendo. Había perdido la noción del tiempo.
-Cristo, mi querido Anastasio, ha bendecido a Gregorio y a nuestra María. Él me habló sobre la bendición que otorga a su matrimonio. Nadie más. Te lo digo para resolver tu inquietud y aclarar tus silogismos y dudas. En cuanto a lo que viste, quiero pedirte que no lo reveles mientras esté en esta vida efímera y terrenal. Será nuestro secreto común y compartido. ¿Recuerdas cuando te dije que nuestro Señor es el mejor cirujano? Le rogué que limpiara los pecados que me perforan el corazón como espinas. “Ha visto mi humillación y mi esfuerzo y trabajo, y ha perdonado todos mis pecados (…)
«Señor, no recuerdes mis pecados de juventud, así como los otros que cometí por ignorancia. Recuérdame conforme a tu infinita misericordia, porque tu bondad es infinita, Señor.» (Salmo 24,7), repetía una y otra vez señor Anastasio, como el rey David. Y Él me escuchó y de vez en cuando visita a este loco para operarlo», dijo riendo en voz alta.
Después me hizo cantar el conocido Salmo: «Oh Dios, santa es tu manera de comportarte hacia nosotros. ¿Qué otro dios es grande como tú, nuestro Dios? Tú eres nuestro Dios, quien ha hecho y sigue haciendo obras tan maravillosas, para que incluso entre los pueblos idólatras se conozca tu gran poder» (Salmo 76,14).
-Venga, que vivan tus hijos… Has encontrado un buen yerno, un bendito muchacho, fiel a Cristo y aferrado al Dios trino. ¡Qué suerte, te ha tocado la lotería con Gregorio! ¡Te ha tocado la lotería con Gregorio!
La certeza del loco (divino) en combinación con este impactante acontecimiento, alejaron cualquier duda que tenía como padre, sobre el matrimonio de María.
Cuando regresé a casa, María y mi esposa esperaban ansiosas escuchar mis impresiones sobre este inesperado encuentro. Se sorprendieron cuando las abracé espontáneamente y dije que debíamos fijar rápidamente la fecha de la boda. María rompió a llorar y mi esposa comenzó a hacer cálculos para encontrar una fecha conveniente. Esa misma noche llamamos a nuestro hijo Mijalis, quien estaba cumpliendo con su servicio militar en Orestiada de Evros, y le informamos sobre este alegre acontecimiento. Me sorprendió mucho cuando me preguntó qué estaba haciendo el treloYannis y si se había enterrado sobre la inminente boda. Le dije que se había enterado y que estaba muy feliz, pero nunca hasta hoy resolví mi duda que surgió entonces con su pregunta. Tal vez él mismo podría hablar de ello…
Lo que entendí mucho tarde fue que mis hijos tenían una relación diferente con el bendito treloYannis, lo cual resultó muy beneficioso para sus vidas.
Desde aquel día en que tuve la bendición de experimentar esa única experiencia, cambió mi relación con el bendito treloYannis. Lo consultaba regularmente sobre muchas cuestiones y me impresionó que ya no ocultaba con su locura las donaciones y la χάρις jaris (gracia, energía increada) del Espíritu Santo que traía.
Como una abeja busca las flores para recoger el néctar, así buscaba encontrarme con el bendito todos los días y absorber junto a él el café que bebíamos mientras compartíamos profundos temas espirituales que cambiaron radicalmente mi vida. También participaba activamente en sus locuras. Desde entonces, me esforzaba por integrarme plenamente en la Iglesia. Asistía a los servicios, participaba activamente desde el ambón en la Divina Liturgia, hacía los ayunos de nuestra Iglesia, me confesaba y comulgaba regularmente. Me acercaba al doloroso Samaritano con amor y a la humildad del Publicano de las conocidas Parábolas. Suplicaba al Señor que también me hiciera la operación necesaria y alejara las impurezas de mi corazón, acumuladas por las desviaciones conscientes e inconscientes de Su ley. En el rostro del bendito treloYannis encontré la verdadera riqueza celestial y viví acontecimientos que muchos consideran como milagros, pero el bendito me enseñó a verlos como simples bendiciones del verdadero Dios Tríadico.
Referencias a milagros
En los aproximadamente dos años en los que conocí el verdadero valor del loco Juan, treloYannis, la verdad es que cambié muchas de mis costumbres. Cambié muchas cosas principalmente gracias a sus cálidas oraciones. Porque, al igual que la mayoría de los cristianos hoy en día, yo también había seguido el camino trillado. Es decir, había llevado a Dios a mi medida, estableciendo una relación completamente relajada que llamaba fe. Me perdía en las visitas habituales a la Iglesia para asegurarme la necesaria decencia social. Veía la relación con Dios como una transacción y pensaba que al cumplir lo convencional, sería reconocido como sus elegidos. Sin embargo, Dios no se acerca con impresionantes cruces ni con visitas interesadas que aseguran el reconocimiento social. Incluso con la participación en manifestaciones espirituales y círculos de interpretación de la Sagrada Escritura en forma de parábolas, los corazones no pueden armonizarse con los ritmos del Dios tríadico.
Además, la relación con el bendito treloYannis me ayudó a comprender que el prójimo, incluso el enemigo, es imagen de Dios y debes sacrificarte por él.
-¿Puedes, querido Anastasio, odiar y rechazar a Dios, expulsarlo, maldecirlo y al mismo tiempo pedir su ayuda?
-No, respondía.
-Entonces, ¿cómo es posible que odiemos a nuestro prójimo, que es la imagen viva de Dios? Eso es una locura de magnitudes inmensas, y ninguna medicina entre las que se distribuyen puede curarla. Solo la μετάνοια metania, solo la metania y la confesión, agregaba.
El treloYannis calificaba a todos estos tipos de cristianos, que en su forma farisaica, como él decía, creen que están con Dios, dormidos e hipnotizados. Decía específicamente que el Litigante (diablo) ha creado un inédito psiquiátrico moderno con extrema maldad y mala astucia capturando en este a la mayoría de los cristianos, dándoles somníferos y 500 mg de Tabor (energía demoníaca), para mantenerlos dormidos y al mismo tiempo mantenerlos con el autoengaño y la falsa ilusión del reconocimiento social…
-Nuestro planeta, señor Anastasio, es el «viñedo» de nuestro Dios trino, es la empresa del Señor. Desgraciadamente, no nos hemos dado cuenta de eso y creemos que podemos revertir esta relación. El hombre ha sido dotado con el libre albedrío y puede elegir unirse a la «empresa» del Señor o rechazarla. Y unirse significa cumplir y aplicar la ley del Creador Dios y Sus logos (mandamientos, principios espirituales).
Por otro lado, rechazar significa violar los mandamientos, logos. No hay término medio. No puedes, por ejemplo, cometer adulterio durante once años seguidos con la hermana de tu esposa y al mismo tiempo llevar una cruz en tu cuello e ir a la Iglesia. Tampoco puedes robar, cometer adulterio, mentir y al mismo tiempo afirmar que crees en Cristo. O eres o no eres con Cristo, mi señor Anastasio.
Para participar en la doxología mística del cosmos o universo, debes entregarte por completo al Dios trino. La patria de los cristianos es el cielo, no la tierra. En la tierra somos simples inquilinos, estamos de paso, mientras que en el cielo somos dueños de la eternidad. El ojo de Dios mira día y noche los corazones de los hombres y ve sus intenciones. Si eres justo, recibirás la recompensa de los justos. Si eres injusto, conocerás la ira del Señor y en algún momento conocerás Su espada. Lo dice claramente el rey y profeta David. Entonces, señor Anastasio, el tema tiene que ver con qué tipo de cristianos somos. Nos hemos vuelto insípidos, revueltos de porquerías, cegados por el humo del falso incienso que usamos y nos hemos envueltos en las vestiduras de la terrible duda, simulación e hipocresía.
Mira, ser cristiano significa sacrificio. Ser cristiano significa ser saciado viendo que los demás comen. Ser cristiano significa tener como alegría el encuentro con las psiques-almas de tus vecinos con Dios. Ser cristiano significa vivir y participar en la alegría y el progreso del otro como si fuera tuyo. Ser cristiano significa desafiar, como dice David, el martirio que siempre es y termina en la entrada principal del cielo. Ser cristiano significa sufrir con el dolor del otro. No puedes llamarte cristiano, por ejemplo, y ser masón, oportunista o ladrón. Tampoco debes tener relaciones comerciales con aquellos que conscientemente negaron al Pantocrátor/Omnipotente y eligieron servir a Mammón (dios del dinero y la riqueza) y a las legiones de demonios que lo siguen.
No fueron casualidad las palabras del treloYannis. Golpeaban donde me dolía. Como un vendaval, arrasaban ideas y posiciones en las que creía que encontraría seguridad personal y una buena vida para mi familia. Porque confieso públicamente que desde que era un joven abogado en práctica, fui arrastrado en las redes de la masonería. Creía que mi afiliación me ayudaría en mi carrera y tal vez respaldaría mis aspiraciones políticas que tenía en ese momento. En los pasillos de la masonería aprendí la ilegalidad, iniquidad y adopté la despreocupación de la fe y el falso cristianismo farisaico. Más tarde, como alto funcionario del ministerio, pensaba que mi condición de masón me otorgaba seguridad laboral. Sin embargo, vivía en la falsa ilusión, en el autoengaño y en la realidad era un miembro activo del Psiquiátrico de los «supuestos cristianos durmientes», como correctamente decía el bienaventurado difunto treloYannis.
Ahora puedo asegurarles que la presencia del treloYannis salvó primero a mis hijos y a mi esposa, a quienes en ese entonces no fui un compañero fiel y bueno, pero también a mí personalmente. Estaba atrapado en situaciones similares a las que describieron antes Konstantino y Katerina. Fue de esos atascos en caminos sin salidas que la mano de Dios me sacó a través de su ángel terrenal, es decir, el treloYannis. Sus oraciones eran las que protegían nuestro vecindario. Además, con su locura (divina), nos muestra cómo Dios obra de manera muy diferente a lo que nosotros creemos.
Consideraba, por ejemplo, que la adquisición de bienes, una casa, un trabajo y algunos ahorros en el banco para situaciones de emergencia te brindaban más seguridad. Creía que robar, por ejemplo, al estado en la oficina de impuestos demuestra inteligencia, o engañar a tu vecino con tus conocimientos como abogado para quitarle dos metros cuadrados de espacio de almacenamiento, en esencia indica tu derecho a reclamar lo que crees que te pertenece.
Mi querido Papa-Vasilis, tuve en mi posesión durante casi treinta años, un pequeño almacén que, después de adquirirlo con mala astucia, mientras pertenecía a mi buen vecino Antonio, a continuación olvidé ese hecho justificándolo como normal. Pero el treloYannis me lo recordó cuando me contó una historia sobre un hombre respetable y cristiano de nuestro vecindario que arrebató dos metros cuadrados de tierra al vecino más pobre. Me preguntó cómo Dios debería enfrentarlo. Respondí espontáneamente que debería disciplinarlo para que devuelva lo que robó. Fue entonces cuando el bendito difunto treloYannis me dijo:
-Le advirtió para que se arrepintiera y rectificara dos veces. La primera vez, el Señor permitió que su hijo se enfermara seriamente. La segunda vez, le envió un pequeño infarto. Pero su corazón seguía siendo tan duro. Ahora le ha cerrado la puerta de la comunicación y el Señor no escucha sus oraciones, dijo.
¿Quién es, mi querido Yannis, a quién deberíamos notificar para que no pierda su alma? pregunté.
¡Y él, llorando, me dijo que era yo mismo! Imagínense mi sorpresa.
-Quizás te equivocas, no he robado tierras a nadie, le dije en pocas palabras.
Fue tan repugnante en mi psique-alma ver mi acción ilegal que me costó recuperarla en mi memoria.
Quitaste dos metros cuadrados del almacén de Antonio… ¿Merece la pena perder el Paraíso por dos metros? añadió.
-No, susurré avergonzado y temeroso.
Me sentí como un niño pequeño que estaba en apuros. El bendito treloYannis entonces se puso a llorar y me abrazó. Lloré yo también junto a él durante bastante rato. Pedí perdón a Dios. De hecho, al salir de la casa del bendito, me detuve en el cuarto piso y le dije a Antonio cómo lo había lastimado y cómo me había apropiado de su espacio de dos metros cuadrados en la planta baja. Él se sorprendió. Entonces le dije cómo le devolvería el valor de la apropiación y asumiría todos los gastos para construir el muro en las dimensiones correctas.
-Vaya, señor Anastasio, el mundo no se acaba por dos metros. No te preocupes no es para tanto. Deja las cosas como están. No las llevaremos con nosotros las cosas cuando moramos. La buena vecindad y tus buenas palabras son suficientes, dijo Antonio.
-No fui un vecino tan bueno, Antonio, le respondí, mientras pensaba en su generosidad y me comparaba conmigo mismo.
Me sentí como un miserable gusano y recité la oración del Señor. Al día siguiente, le conté mis pensamientos al treloYannis y él susurró suavemente en mi oído.
-Ayer, Anastasio, abriste el cielo y hubo una fiesta angelical en tu honor. El profeta David también se consideraba a sí mismo como un gusano y en algún momento un amado discípulo de nuestro Señor también se sintió así. Y Cristo nos contó la siguiente parábola: “Había una vez un gusano llamado oruga de seda que vivía en un rincón de un gran jardín. Un día, esa oruga decidió dedicarse a asuntos espirituales y, abandonando su hogar, comenzó a buscar al dueño de su hermoso jardín. Durante su larga y ardua búsqueda, dejaba atrás la seda. Cuando llegó el momento adecuado, dejó atrás la seda y el dueño del jardín le dio alas para volar cerca de él…
Por eso, mi querido Anastasio, San Juan el Precursor clama en el paso de los siglos por la grandeza de la μετάνοια metania y los dones de nuestra sincera humildad. En cuanto a tu deuda con Antonio, Dios te informará de cómo pagarla.
Realmente, unos meses más tarde, la hermana de Antonio necesitó someterse a una difícil operación que requería mucho dinero. Cuando me enteré de la necesidad a través del treloYannis, fui al banco y liquidé mi antigua deuda. Por supuesto, Antonio, a quien veo llorando allí en la esquina, insiste en devolverme el dinero hasta hoy.
El padre Vasilis se santiguaba repetidamente. Ya no corría al Santo Altar a secar sus lágrimas, sino que las dejaba fluir, al igual que los demás. Nunca había experimentado este tipo de acontecimientos en su ministerio pastoral. Además, él mismo pertenecía a la misma categoría de personas, como confesó más tarde a Anastasio, que estaba «internado» en el Psiquiátrico de las alucinaciones, creado con gran habilidad por el malvado Belzebúl.
-Debo detenerme y leerles la carta del bendito fallecido, porque parece que he tomado un impulso grande y la comida preparada por la madre del Dimitraki, señora Polyxeni se enfriará.
-No, no. Deja la carta y continúa hablando sobre el treloYannis, gritaron la mayoría.
-Tienen razón. ¿Dónde escucharemos esto nuevamente?, agregó el padre Vasilis.
El señor Anastasio bebió dos sorbos de agua que le trajo el monaguillo y, después de lanzar una mirada a la imagen de Cristo, continuó.
«¿Qué puedo recordar primero de las historias de enseñanza del bendito treloYannis?
-Anastasio, solía decirme, cuando el hombre descubra y conozca la grandeza que se esconde en la dádiva del corazón, es decir, en la caridad, entonces nuestra sociedad cambiará. En los primeros tiempos cristianos, la lucha y la preocupación de los cristianos se centraban en cómo ofrecer al prójimo, al necesitado, al pobre. En aquellos días, una cristiana se casó con un joven idólatra. Lo único que pidió antes de su matrimonio fue que se le permitiera ir a la Iglesia cristiana para orar. Un día, después de un año, su esposo le pidió consejo en cómo invertir las diez libras de oro que había ahorrado de su trabajo. Sin pensarlo mucho, ella le dijo que el mejor banco que pagaba el mayor interés era el de los cristianos. Ofrece al menos diez veces más de interés, y en algunos casos, mucho más».
Entonces, el adorador de los ídolos le preguntó a su esposa dónde debía dirigirse para llevar a cabo la inversión y depositar las diez libras de oro en el banco de los cristianos. Ella le aconsejó que fuera al templo y repartiera la suma entre los pobres que estaban afuera buscando ayuda. Ellos son los empleados del banco de Cristo, le dijo. Aunque dudaba, confiaba ciegamente en su esposa y decidió actuar según su consejo. Fue al templo y repartió sus ahorros entre los pobres y regresó a casa feliz.
Después de aproximadamente un año, le dijo a su esposa que necesitaba el dinero. Ella le sugirió que volviera al templo teniendo mucha fe.
Realmente fue y buscó a aquellos a quienes les había dado las diez libras de oro. Sin embargo, buscó en vano. No encontró a nadie. Decidió regresar a casa y pensó en volver mañana. Mientras se iba, vio una libra de oro en el suelo. Se inclinó y la recogió. Antes de llegar a casa, compró algunos alimentos, incluyendo un gran pez. Tan pronto como su esposa llegó a casa, le preguntó si había tomado el dinero. Él le respondió que solo encontró una libra de las diez libras y los intereses fuera del templo. No te preocupes, Cristo se encargará de ello, le tranquilizó ella. ¡Hay que ver qué fe pura tenía, mi querido Anastasio! Nosotros, hoy en día, en primer lugar yo, no tenemos ni siquiera un ápice de ella. Esta buena cristiana tomó el pez para limpiarlo y encontró una gran piedra en su interior. Le llamó la atención y le preguntó a su esposo qué tipo de pez es este que come piedras. Él tomó la piedra en sus manos y corrió al lado hacia su amigo para mostrársela y preguntarle el nombre del pez. Tan pronto como su amigo lo vio, se volvió loco. «¿Dónde encontraste esta enorme perla?» «¿Esta piedra negra es una perla?» preguntó sorprendido el esposo de la cristiana. «Llévala al joyero para que te diga su valor».
De hecho, fue inmediatamente al joyero, quien, al verla, le ofreció cuarenta libras de oro. El marido idólatra pensó que se burlaba de él y de forma espontanea dijo: ¿Esta piedra vale cuarenta libras de oro? … Entonces el joyero pensando que está negociando inmediatamente dobla la cantidad ofreciendo ochenta libras de oro. El idólatra pensó que le estaba tratando con ironía y le miraba como un tonto sin hablar. Entonces el joyero dijo: «Dado que es la perla más grande que he visto hasta ahora, te daré cien libras de oro, pero no me pidas más que no te la voy a comprar». Le dio las libras y él corrió felizmente hacia su esposa.
La besó y la contó el evento. Entonces ella se persignó y le dijo: «Te lo decía que el Señor te daría diez veces más las libras». Él entonces se dio cuenta de las palabras de su esposa y le pidió que le enseñara más sobre Cristo. Poco después, fue bautizado como cristiano.
¿Entiendes, mi querido Anastasio, cómo funciona y actúa nuestro Cristo? ¿Entiendes cuánta fe tenían los cristianos en ese entonces? Ellos habían comprendido lo obvio, es decir, que toda la tierra pertenece a Dios. Él establece y guía todo con el objetivo de la salvación del hombre. Envió a su Hijo Unigénito a la tierra para mostrar el camino de la salvación. Pero el pueblo que lo eligió lo crucificó. Sin embargo, nosotros con nuestro comportamiento crucificamos a Cristo.»
Esta historia me había cautivado. La pensaba constantemente durante casi una semana, día y noche. Y esto se debía a que tenía diez millones de dracmas depositados en el banco y me preguntaba si yo mismo podría funcionar como los cristianos de la historia y compartirlo. Quería quedarme completamente desnudo. Sin embargo, estaba muy indeciso. “Estas cosas no suceden hoy en día. Son simples historias, fantasías”, susurraba mi loyismós (pensamiento simple o unido con la fantasía). El bienaventurado treloYannis pareció entender algo de mi inquietud y me preguntó qué me atormentaba… Le hablé de mis pensamientos.
-¡Oh, pobre de ti! ¿De eso te entristeces? ¿No has oído a nuestro Cristo decir: «Bienaventurados los misericordiosos»? Con la caridad, ganas el cielo. Te revelaré, querido Anastasio, un secreto: con la caridad inviertes en el cielo. Compras campos, terrenos, casas de lujo. Y todo está revestido de la eternidad. En lugar de tener dinero en el banco, inviértelo en una propiedad celestial. ¿No has oído al profeta y rey David decir que un día en el cielo vale tanto como mil años en la tierra? Entonces, cuando Dios te llame, le pedirás que vea lo que compraste con el dinero que diste a los pobres, y así podría permitirte sentarte en un rincón, me dijo riendo con el corazón.
Al día siguiente, tomé coraje y fui al banco temprano en la mañana. Retiré la mitad del dinero y me dirigí a un asilo de ancianos. Encontré al responsable de la construcción de la nueva ala y le pregunté cuánto debía al mecánico. Él se sorprendió. Para no extenderme, la deuda del orfanato hacia el mecánico era aproximadamente cuatro millones.
-Llámalo para que venga -le dije. Yo se lo entregaré.
El abuelo no creía en sus oídos y llamó inmediatamente al Metropolitano, informándole sobre mis intenciones. Él preguntó por mi nombre y, una vez que lo escuchó, porque me conocía, me pidió que le hablara. Le dije que lo tenía prometido y él lo aceptó. Pagué al mecánico y me fui. Luego me dirigí a una casa de ancianos parroquial y doné la cantidad restante.
Mi alegría era indescriptible después de esta acción. Sentía una felicidad desconocida. Después de dos días, hice lo mismo, donando el resto del dinero a fundaciones de nuestra Iglesia y a misiones a través de dos enlaces misioneros activos en Tesalónica y Patras. Me aseguré de cerrar completamente la cuenta. Cuando informé a mi esposa sobre todo esto y esperaba que me regañara y se opusiera enérgicamente, ella simplemente me miró y se limitó a decir:
-Como te codeas con el loco treloYannis, harás las mismas locuras. Pero estas locuras son buenas, divinas y agradables, porque veo cómo estas te han transformado completamente para mejor. Ahora eres otra persona, mi querido Anastasio. Brillas completamente y eso me basta y me sobra.
Una reacción muy suave murmuré. Creía que formaríamos un gran alboroto.
Tan pronto como el treloYannis se enteró de lo que hice, comenzó a comportarse de manera extraña. Puso un tchamiko (canción regional) en el tocadiscos, subió el volumen al máximo y comenzó a bailar. Yo también bailé con él. Luego sacó una botella de vino dulce de la nevera, si no me equivoco, es de Chipre y lo llaman Comandaría y se utiliza para la Santa Comunión, llenó dos vasitos y dijo:
-Ven, mi Anastasio, vamos a celebrar juntos con los santos y los ángeles. Has alegrado mucho el cielo hoy. Hoy has sido bautizado en el Espíritu Santo. Doxa-Gloria a Dios. Cristo te reclutó después de tu acción en la primera línea…
Realmente me sentía tan feliz como nunca antes. Estaba volando literalmente. ¡Esta extraña celebración en la que participé con el bendito treloYannis me alejó de mis pensamientos miserables, tal vez incluso de mi malvado pensamiento de multiplicar la cantidad que había dado! Y no solo me alejó, sino que, como confesé al bendito, me sentí indigno de mí mismo por pensar que me atreví con el dinero que me regaló el Señor hacer ese tipo de cálculos.
Entonces conciencié claramente lo que dice el rey y santo profeta David en el Salmo 23: “Del Señor es la tierra y su plenitud, el mundo y los que en él habitan. Porque Él la fundó sobre los mares, y la afirmó sobre los ríos. ¿Quién subirá al monte del Señor? ¿Y quién estará en su lugar santo? El de manos limpias y corazón puro, el que no ha recibido su psique-alma nada en vano, ni ha jurado en engaño a su prójimo. Este recibirá bendición del Señor y justicia del Dios de salvación”. Y comprendí lo que el bendito treloYannis decía constantemente: “El Señor es mi pastor, nada me faltará” (Salmo 22:1).»
He sentido la necesidad de ocuparme más a diario de la ley del Señor, deseando seguir también la locura de nuestro loco Juan, treloYannis por Cristo. En concreto, tenía la sensación de que todo se embellecía en nuestro hogar.
Al día siguiente, el divino loco gritaba fuertemente en la calle:
-Anastasio ha vestido la armadura de Cristo y se ha convertido en soldado del Altísimo.
Y el bromista del vecindario, nuestro vecino tendero Pantelis, añadió: «¡Vamos, loco, quizá haya tomado una espada y ha ido a luchar contra los turcos!»
-¡Lo recuerdo, lo recuerdo! – exclamó Pantelis.
Todos se rieron de la espontánea intervención del tendero.
Antes, la mayoría de las cosas que decía el bendito difunto las malinterpretaba. Pero después de mi reclutamiento en Cristo, como dice el Apóstol Pablo, comprendí más o menos el profundo significado de sus palabras y oraba ardientemente para parecerme a él. Por eso muchas tardes lo acompañaba a los hospitales, donde solía visitar a los enfermos. Hasta hoy, no he descubierto cómo descubría a los pobres y abandonados.
-Querido Anastasio, en los lugares donde reina el sufrimiento está también Cristo y los santos. Por eso vengo aquí.
Una vez estábamos parados afuera de la unidad de cuidados intensivos del hospital «Evangelismos», y el bendito difunto hacía el komposkini (tipo de rosario ortodoxo) mientras yo miraba a los familiares esperando entrar en la UCI. Cuando salió una enfermera y dijo que los familiares de los pacientes de la UCI podían pasar, el difunto se levantó como un resorte.
-Vamos, Anastasio, vamos – dijo.
Creía que íbamos a visitar a alguien conocido suyo y lo seguí. Nos pusimos las batas y la mascarilla necesaria y entramos en una habitación junto a la oficina de los médicos. Un monje estaba siendo atendido allí. El difunto esperaba a que salieran dos de sus parientes y luego se inclinó y besó la mano del clérigo enfermo y sacó secretamente un poco de agua bendita que siempre llevaba consigo desde el día de la Teofanía. Le mojó sus labios con un pequeño algodón. Roció su cama, pero también las de otros dos pacientes. De repente, lo veo arrodillándose y me insta a hacer lo mismo. Me arrodillé mientras al mismo tiempo pensaba que nos echarían fuera. Él hizo la señal de la cruz muchas veces y después de dejar una icona/imagen de San Jaralambos, que siempre llevaba consigo, al lado del enfermo monje, colgó dos pequeñas iconas-imágenes de la Panaghía en los demás enfermos y salimos fuera.
Estaba muy curioso por saber por qué se había arrodillado, y le pregunté mientras subíamos las escaleras para visitar a una abuela.
-Mi Anastasio, cuando estábamos en la UCI, San Jaralambos vino y bendijo al sacerdote. Y también nosotros tuvimos la suerte de la bendición de este gran Santo.
-¿Por qué vino San Jaralambos y no algún otro santo o nuestra Panaghía? – pregunté sin pensarlo mucho.
-Verás, este monje sacerdote sirvió durante mucho tiempo en la Iglesia de San Jaralambos – dijo.
Cada vez me sentía más conmovido, ya que con la ayuda del bendito difunto comprendía cada vez más el vínculo secreto que une a la Iglesia Triunfante y Militante de nuestro Señor Jesús Cristo.
Cuando la abuela vio al bendito difunto Yanis, sonrió y dijo:
¡Ay, querido Yanis, cada vez te canso! Me siento mal al verte venir aquí todos los días.
-No te preocupes, señora Jrysula. El Georgios, Jorge tuyo me envía para hacerte un poco de compañía, porque él no tiene tiempo para venir está con los niños. Parece que le resulta difícil salir adelante. De todos modos, te envía saludos y tienes muchos besos de tu nuera y tus nietecitos. Mañana, cuando salgas del hospital y regreses a la residencia de los ancianos, tienen la intención de visitarte – respondió el treloYannis.
La abuela se alegró. Más tarde, supe por una enfermera que la abuela estaba completamente abandonada. Lo supe porque se acercó y me habló. Creía que era su hijo, Georgios, Jorge. La enfermera me explicó que la abuela había estado hospitalizada durante casi un mes y que el único que mostraba interés era el treloYannis.
-Que esté bien el sacerdote que le envía y la parroquia que lo paga, para consolar a los enfermos – me dice la enfermera.
En concreto me preguntó si yo también hacía el mismo trabajo.
-No, no. Simplemente lo acompañé hoy para ver a uno de mis propios pacientes, respondí desconcertado. Pero entendí cómo el bendito difunto treloYannis encubrió con su locura divina su servicio desconocido por nosotros con otra broma. De hecho, yendo hacia San Jaralambos en Ilisia para encender una vela de agradecimiento, bromeando le dije:
-Mi Yanis/Juan, eres un polifacético y te pagan muy bien.
Él me miró perplejo.
-¿Cuánto te paga la parroquia por ser enfermero exclusivo? agregué.
Entonces se echó a reír en carcajadas.
-Debería, querido Anastasio, haber obtenido la tarjeta de entrada gratuita en este hospital en concreto. Además, lo que dije no es mentira o broma, como crees. La parroquia es la casa del Señor, es un taller de salvación de psiques-almas. Y el salario de aquellos que trabajan en este taller no se considera dinero, como muchos piensan. El salario son las donaciones del Paráclito. Y ese salario es verdaderamente vale. Y a mí el Señor me ha colocado en la categoría de los altos salarios sin merecerlo. Por eso lucho día y noche para ser digno siervo de sus donaciones, dijo haciendo la señal de la cruz y añadiendo.
– Κύριε, ἐλέησον Kirie, eléison, Señor, compadécete del hombre más inútil que ha pasado por este planeta.
Realmente no entendía su forma de pensar ni podía analizar siempre las profundidades espirituales de sus logos, dichos. Durante tantos años, ustedes ven, he estado en la gran «inteligencia» y al grupo de tipo y nombre cristianos, pero en realidad cristianos profundamente dormidos. Y de repente comencé a nadar en las profundidades sin antes haberme entrenado para tal natación. Fuimos a San Jaralambos poco antes de las vísperas. Encendimos una vela y reverenciamos las sagradas iconas-imágenes. El bendito difunto me invitó a quedarme en las vísperas. Acepté y me dirigí al atril para cantar. Él, como solía hacer, se sentó en los últimos asientos a la derecha. Al salir de la Iglesia, sonreía, y apenas entró en el automóvil, comenzó a cantar.
-Diez-diez, diez-diez, subo las escaleras. Por tus dos ojos, tus ojos, Cristo…
Había alterado las letras de la conocida canción pero no las recuerdo.
Luego se volvió hacia mí, me miró y al mismo tiempo me preguntó.
-Anastasio, diez por diez, ¿cuánto hacen?
-Cien, Yanis. ¿Por qué preguntas?
-He aquí, San Jaralambos se alegró de que le cantaras y te dará cien alegrías hoy. ¡Y qué alegrías! ¡Y qué alegrías! dijo y comenzó a cantar de nuevo.
Lo dejé en Kamini, barrio Pireo, en la casa de Giorgos, Jorge el hijo de la abuela que estaba siendo atendida en el hospital Evangelismos, porque quería, como me dijo, informarle sobre la salud de su madre, y regresé a casa…
-¿Dónde estabas y te buscaba? Desde el mediodía que te fuiste, no me hiciste ni una llamada por teléfono, dijo mi esposa en cuanto me vio.
– La pregunté: ¿Ocurrió algo a los hijos? Entendiendo por sus palabras que algo serio había sucedido.
-Te dije que tomaras un teléfono móvil para poder localizarte, pero tú ni lo escuchas, no hay forma que lo entiendas.
Mi ansiedad aumentaba.
-Los niños están bien, me tranquilizó y me hizo señas para que me sentara. Mi hermano Atanasio me llamó de la isla.
-¿Qué te dijo? ¿Ha muerto algún pariente nuestro? pregunté preocupado.
-No, querido Anastasio. Para un momento y escucharás. Me preguntó si vendemos aquel terreno que he heredado de mi padre.
– ¿Por qué? ¿Está pensando en comprarlo? ¡No vale la pena! Si lo quiere, se lo regalamos; de todas formas, es inútil, ya que no puedes cultivarlo ni plantar olivos, comenté y me moví para levantarme.
– ¡Oh! Estás muy insoportable ya. No le importa, Anastasio, mi primo, sino que es una gran empresa hotelera que nos ofrece cien millones de dracmas.
En ese momento, todos los que estaban en el templo exclamaron «¡Oh! ¡Oh!». Muchos incluso se persignaron. Algunos se rieron y otros lloraron. El señor Anastasio continuó sin parar.
«Estupefacto exclamé:» ¿Cuánto?
-Cien millones y quizás un poco más.
Luego comencé a cantar.
-Diez-diez, diez-diez, diez por diez cien para ti, Cristo.
-Te volviste loco, ¿qué te pasa? Te hablo en serio y tú cantas. ¿Qué te ha pasado? gritó mi esposa.
En lugar de responder, corrí al iconostasio y comencé las prosternaciones y las oraciones de arrepentimiento. Mis ojos estaban llenos de lágrimas. Besaba la icona-imagen de San Jaralambos y recordaba las palabras del treloYannis sobre las cien alegrías. Me sentía como el esposo idólatra de esa santa cristiana. Apenas habían pasado tres meses desde que repartí mis depósitos bancarios a las fundaciones.
Junto a ustedes, padre Vasilis y mis buenos vecinos y cristianos, hoy mi esposa se entera por qué actué así en aquel entonces. Finalmente vendimos el terreno por 105 millones de dracmas (304.000 euros actuales). Esperé hasta tarde en la noche al treloYannis para hacerlo partícipe de mi alegría. Sin embargo, hasta la una de la madrugada no había regresado. Lo encontré al día siguiente por la tarde y le conté todo.
-¿Cuántos libros de Salmos compras con todo este dinero, Anastasio? preguntó.
-Llenaremos toda Atenas, dije sonriendo. Ninguna casa estará sin el libro de los Salmos y el Nuevo Testamento.
-El Señor, mi querido Anastasio, ha visto que no escondías engaño hacia tu prójimo y te ha reclutado hace cinco años, añadió el treloYannis.
No me explicó el porqué, pero a mí no me importa saberlo. Porque lo que importa ahora es ser un soldado Suyo y llevar Su armadura con dignidad.
Pero bueno, bastante os he cansado con mi charla. Creo que ha llegado el momento de leer la carta del loco (divino).
El padre Vasilis miró su reloj y se levantó de inmediato.
-Anastasio, todo lo que nos has contado creo que forma parte de la carta del difunto. Por lo tanto, ya que faltan conocidos y vecinos propongo que la carta del treloYannis no sea leída ahora, sino en su memoria de cuarenta días, en un evento especial que prepararemos para honrarlo. ¿Qué les parece?
-Déjalo, padre, que lea la carta. ¿Qué sabemos, quién está vivo o muerto hasta los cuarenta días?
-¿A quién le importa la comida? No importa, aunque tardemos media hora no pasa nada, agregó el señor Apostolis.
Y los demás no estuvieron de acuerdo con el padre Vasilis, quien hizo un guiño a Anastasio para que continuara.
Entiendo la ansiedad de la mayoría, pero al mismo tiempo comprendo al padre Vasilis, quien creo que se preocupa por mantener encendida esa llama de fe que estaba oculta bajo la locura (divina) de nuestro difunto hermano. Sin embargo, quiero creer que la lectura de la carta, en mi opinión, testamento, abre una nueva perspectiva en nuestro vecindario y una nueva dinámica para nuestra Iglesia Ortodoxa. No olvidemos, después de todo, que recién ahora, a través del registro de las experiencias y las relaciones que cada uno de nosotros mantenía con nuestro bienaventurado difunto hermano, se revela la amplitud de su santidad.
Después de todo, los santos de la Deidad Tríadica trabajan mucho más desde el cielo que cuando estaban aquí en la tierra. Y esto es un consuelo personalmente para mí el miserable, cuando les hablo, pero también para todos ustedes. Es algo grandioso mirar al cielo y rogar a través de la mediación de nuestro santo vecino, de una persona familiar, de una persona de Cristo. Ahora entiendo la importancia de la encarnación de nuestro Señor, de nuestro unigénito Hijo de nuestro Padre. El analfabeto loco (divino) me enseñó lo que decenas de libros no pudieron enseñar en la Escuela y la Universidad. Con la locura (divina) de Yannis comenzaron a caerse las escamas de mis ojos y salgan poco a poco de la ceguera. En el taller del loco (divino), comencé como un aprendiz a aprender qué significa Cristo. A entender la verdad de la Deidad Tríadica. A descubrir los tesoros ocultos y únicos de la Santa Ortodoxia en las liturgias, en las vigilias, en la confesión, en la Divina Liturgia y en la Divina Comunión/Efjaristía.
Entonces, el señor Anastasio abrió la carta y comenzó a leer:
«Querido Anastasio, cuando recibas esta carta, yo estaré muy lejos. Espero estar en la casa de nuestro Cristo, a quien amé más que cualquier otra cosa en el mundo. Espero que Él agote su compasión y me dé un rinconcito en el Paraíso. Mi ángel guardián me informó que debo irme y la Panaghía me ha preparado.
No te oculto que tengo miedo de pararme ante el tribunal de justicia. Temo el momento en que el Señor ordene a mi ángel guardián que lea el libro de la vida frente a tantos santos. Solo de pensar en ello me sonrojo, ya que desde niño estuve inmerso en las tinieblas de la ilegalidad y del pecado.
Que mi bendita madre esté bien, ella me enseñó a amar a la Iglesia. «Yanaki-Juanito», me decía, «para hablar con Cristo debes tener un corazón puro. Debes pedirle a nuestra dulce Panaghía, que nos cuida, que no olvide, como ama de casa celestial, que haga catarsis, purgar, limpiar y psicoterapiar de vez en cuando tu corazoncito para que esté limpio y puro. Debes pedirle a la Panaghía que limpie nuestro vecindario de los demonios que perturban nuestra relación con Cristo». Mi madre era analfabeta al igual que yo, pero había obtenido una gran bendición de Cristo, que nunca la abandonó. Todo lo que pedía, se le concedía.»
Mi padre lo recuerdo muy poco. Murió en Epiro del Norte luchando contra los italianos en 1940. Mi madre decía que se sacrificó para salvar a su compañía. Incluso me animaba con las pocas letras que aprendí a leer y releer la carta que le envió la Comandancia General. «Yanaki-Juanito mío, aseméjate y sé como tu padre, que se sacrificó por los demás y ganó un lugar digno cerca de Cristo. La felicidad se encuentra en el sacrificio y el martirio. Conviértete en soldado de Cristo. Entonces te convertirás en un héroe», me decía.
Así fui criado en la fe de Cristo. Mi madre fue quien me enseñó a amar a nuestros santos y a nuestra Panaghía. Agradecer diariamente a mi ángel guardián. «Cuando tienes a Cristo y a los santos como amigos, la vida se embellece. Vives en el Paraíso», decía.
Conozco, mi Anastasio, que siempre quisiste saber por qué me comportaba de manera extraña. Bueno, ahora que me he ido, creo que ha llegado el momento. A mis 22 años fui a una vigilia en el pueblo. Fui a rezar por un amigo mío que padecía una enfermedad incurable y no tenía esperanza de vida. Lo llamaban Dimitri y era de Ioánina. Absorbido en la oración y las lágrimas, no me di cuenta ni escuché el final de la vigilia. Mientras estaba de rodillas, el sacerdote no me vio y me encerró en el templo.
Continué escuchando salmos e himnos de una manera extraña durante toda la noche hasta la mañana. De repente, vi un rayo de luz intensa de color azul que entraba por la ventana, cayendo sobre mí. Pensé que amanecía y me pregunté qué hora iba terminar la vigilia. Miré de dónde venía esa luz azul y fue entonces cuando vi a nuestro Señor por primera vez. Se acercó a mí y puso Su mano en mi cabeza. Me bendijo y entró en el Santo Altar. Todo cambió entonces. Permanecí inconsciente durante bastante tiempo. No quería despertar. Solo quería seguir viendo esa luz (increada).
Cuando me recuperé, fui frente a la icona-imagen de nuestra Panaghía para agradecerle por haber limpiado, psicoterapiado y sanado mi corazón y permitirme ver al Señor. Nuestra dulce Panaghía me sonrió.
Por la mañana, a la Iglesia el sacristán vino. Apenas lo vi, me asusté. Tenía un demonio horrible encima de él, le tiraba de la cabeza como si quisiera rompersela. Tan pronto como me vio y se acercó a mí, cayó al suelo y el demonio aullaba. Lo levanté, lo santifique con la cruz y lo ungí con aceite del candil de Cristo. En ese momento entró el sacerdote. El demonio comenzó a gritar: «Expulsa, sacerdote, al loco Yannis. Me golpea y me quema». El pobre padrecito no entendió lo que estaba sucediendo y me tomó por ladrón. Agarró entonces un palo y comenzó a golpearme. No reaccionaba a los golpes del palo. Simplemente lo bendecía y salmodiaba. Eso fue todo. Por un lado, el demonio que el sacristán llevaba encima gritando, y por otro, el sacerdote golpeándome con su palo. Entonces vino la gente. No me importaba nada. Veía los rostros de manera diferente desde ese día, y lo único que quería era santiguarlos y rezar por ellos.
«El pobre niño se ha enloquecido. Quién sabe lo qué le habrá sucedido», decían. Cuando regresé a casa, le conté a mi madre lo que había sucedido. No pude evitarlo, porque estaba lleno de marcas. Se ve, pues, que el cura tenía la mano fuerte y pesada. Mi madre me dijo que no dijera a nadie lo que había sucedido, porque entonces la χάρις jaris gracia divina y la bendición de Dios se irían. «Cubre con la locura el tesoro que te dio el Señor, mi Yannaki-Juanito, para que algún día alcances estar junto con Él. Nuestra Panaghía escuchó mis oraciones y te ha atado al carro del Hijo y Dios nuestro. Su jaris, gracia es grande».
Mientras estuvimos en el pueblo, dejé de hablar. Solo oraba nominalmente por cada uno de mis compatriotas. Una vez, una niña llamada Areti enfermó gravemente y mi madre me rogó que fuéramos a su casa para verla. Sus padres se habían ido a Alemania como inmigrantes. Tenía fiebre alta y su abuela no sabía qué hacer. Había colocado el icono de Agia Paraskevi sobre su almohada. Mientras yo recitaba una oración, vi a una hermosa mujer entrar en la habitación y tocar la cara de Areti. La bendijo y luego volvió su mirada hacia mí. «Yannis la Aretí ahora está bien, ¿no es eso lo que querías?», me dijo y se fue.
Aretula se levantó inmediatamente y corrió a los brazos de su abuela. La fiebre había desaparecido. Abuelita tengo hambre. La abuela se sorprendió. Le dijo a mi madre Pascualina: «Hasta hace un momento Aretí no tenía fuerza para levantarse de la cama y ahora, ¿qué ha pasado, mi Pascualina?» Ella no dijo nada. La señora Areti abuela habló del milagro por todo el pueblo. Incluso añadía más de la cuenta, añadía salsas tontas. «Debéis traer a Yannis para tener buena suerte; tan pronto como llegó a casa, Aretula se puso bien».
Me sentía incómodo. Me gustaba ir al campo y leer el Salterio a solas. «Le ha dado la locura. No se necesita mucho para que la mente de una persona se vuelva loca», murmuraban en el pueblo. Un día le dije a mi madre que era hora de irnos. La veía sufrir por los chismes.
Así que llegamos a este bendito vecindario de Atenas a principios de 1960. Los primeros años vivimos de alquiler. Luego, con la ayuda del Señor, conseguimos y compramos este estudio vendiendo las tierras que teníamos en el pueblo. Con la locura (divina) ocultaba los ricos regalos y tesoros del Señor. Lo único que me importaba era transmitir la felicidad a todas las personas de cualquier manera posible. Con una mirada que lanzaba, veía la herida y suplicaba a nuestros santos y a nuestro Cristo que la sanaran. Porque, al igual que en el cuerpo se crean heridas y enfermedades, exactamente de la misma manera sucede también con nuestra psique-alma. La psique-alma humana se lastima y se enferma cuando vive lejos de la ley del Dios trino. Solo en la agapi-amor incondicional de Cristo la psique-alma humana descubre la felicidad. Porque está hecha de la misma materia. Sin Cristo, el hombre se convierte y resulta en una higuera estéril. Sin Cristo, el hombre vive en autoengaños, en ilusiones y en callejones sin salida».
La lectura del testamento del divino loco
«Mi querido Anastasio, el Cristo ha injertado y bendecido el árbol de esta bendita vecindad y los primeros frutos ya han comenzado a ser visibles. Los ángeles del Señor guardan cuidadosamente la llama de la fe verdadera que encendió y refresca cada hogar. Y esta fe es el regalo de Dios para toda nuestra bendita vecindad. Ella trae bendiciones a todos. Mientras estuve cerca de ustedes, oraba por todos. En mi apartamento están escritos en cinco cuadernos todos los nombres que mencionaba en mis oraciones. Entrégaselos a Constantino y Katerina como herencia de mi parte, junto con el contrato de la nueva casa donde los alojarán después de su matrimonio. Se trata del apartamento del tercer piso que está justo enfrente de la casa y que fue adquirido con dinero de nuestros vecinos adinerados que quisieron «invertir» en el cielo y preservar su anonimato.
Junto con el contrato, entrégales el sobre que está en el primer cajón. Contiene dinero para cubrir los gastos de su boda, pero también para ayudar en los gastos que necesiten para adoptar al angelito que está sufriendo en el Hospital de niños con el síndrome de Down. Lo cuidarán y lo sanarán con su agapi (amor desinteresado e incondicional). El domingo pasado me encontré con Yorgos-Jorge. Él fue quien transportó las cosas de Constantino en su furgoneta. Aceptó ser vuestro padrino. Sería bueno bautizar al pequeño ángel que sufre en el Hospital de niños por el síndrome de Down, por parte del señor Apóstoles, quien durante muchos años ha soportado mis locuras y travesuras, así como también el amable y bondadoso Pantelis.
En ese cajón también se encuentra el contrato del apartamento que heredé de mi madre. Haz lo necesario para que se registre en nuestra parroquia. Sería muy bonito pedirle al padre Vasilis que sea utilizado por tu yerno que es médico y por tu hija como consultorio médico parroquial dos o tres veces a la semana, para que nuestros vecinos mayores no tengan que sufrir y también para los padres con niños pequeños que acuden a las clínicas del IKA Seguridad Social. Y a Mijalis, tu hijo, como es farmacéutico, pídele que proporcione a la vecindad medicamentos gratuitos.
Tú, querido Anastasio, me has seguido fielmente durante los últimos dos años y has conocido mis locuras. Tienes la bendición de Cristo y la mía para que tú también realices tales locuras. No olvides llevar contigo en tus visitas también a Dimitraki, tiene sed de Dios y ama mucho a Cristo.
Por favor, orad todos por el loco y guardad día y noche los tesoros, los regalos y las donaciones con las que el Señor ha dotado nuestro vecindario o barrio. Sellen el secreto del loco (divino).
Ruego a todos ustedes que me perdonen por las angustias que les causaron mis locuras. Lean el Salterio todos los días, confiésense y siempre tengan en mente o en vuestra almohada la Sagrada Escritura para que amen a Dios.
Vuestro vecino loco,
Yannis…»
El silencio que siguió a la lectura de la carta y las lágrimas de los presentes revelaron la presencia del Santo y del Espíritu Santo en el templo, como mencionó el padre Vasilis, quien tomó la palabra inmediatamente después de Anastasio.
«La locura de treloYannis ocultaba los dones del Espíritu Santo y las virtudes de su psique-alma», continuó. «Pero también revelaba la ceguera que la mayoría de nosotros sufrimos, incluido yo mismo. Una ceguera impuesta por nuestra relación superficial y puramente formal con la Trinidad Divina y la comunicación y relación insignificante y superficial que tenemos con el cielo.
Muchos fieles, añadió, en los años venideros intentarán, impulsados por la curiosidad y el egoísmo, aprender acerca de nuestra comunidad, conocernos personalmente, y establecer contacto con la casa del treloYannis y sus amigos. Sin embargo, algo así solo causaría revuelta y problemas, y contribuiría al aumento de nuestra vana gloria y orgullo. Por lo tanto, preservemos en nuestros corazones con la misma locura el secreto de la locura de nuestro Santo y protejamos el tesoro que piadosamente depositó en nosotros después de su santa muerte. Cambiemos nuestra vecindad o barrio y nuestra parroquia imitando la locura divina del treloYannis, continuando literalmente la obra de nuestro Cristo.
Además el señor Anastasio se ha comprometido a recopilar los registros personales y experiencias de todos nosotros. En el futuro, cuando treloYannis lo permita, estos testimonios podrán contribuir para que la llama de la fe Cristiana y Ortodoxa, que encendió nuestro portador de la luz increada del Señor, se encienda también en otros vecindarios o barrios y en toda Atenas, e incluso en todo el mundo. Tengamos su bendición».
Antepílogo
Es verdad que las publicaciones previas de extractos de la vida del loco Juan, treloYannis en el periódico ortodoxo «Stylos Orthodoxías» y en el sitio web www.orthodoxia.gr han suscitado un gran interés entre los lectores. Todos querían saber más sobre la vida de este santo hombre. Preguntaban por detalles y más información.
Sin embargo, no importa tanto el lugar y el tiempo en el que vivió, como nos lo señaló un venerable asceta Yérontas, sino su vida en Cristo, su amor por el prójimo y por nuestra Santa Ortodoxia. Lo importante es si nosotros, como cristianos, estamos dispuestos a seguir los pasos del treloYannis en sus fructíferas búsquedas, como se ha demostrado, a través de su sincera oración constante, la μετάνοια metania y la agapi, amor incondicional. No importa tanto el lugar donde actuó el santo, sino la apertura de nuestros corazones al Dios Trinitario del universo o kosmos. Porque el treloYannis, loco Juan podría muy bien ser, como dice ese humilde asceta, nuestro vecino, nuestro compañero de trabajo, nuestro amigo o incluso nuestro enemigo.
Así que depende exclusivamente de nosotros cómo y cuándo nos encontraremos con el loco del Señor para hablar con él sobre Cristo y seguirlo en sus divinas ascensiones celestes…
Este pequeño trabajo de la vida del loco por Cristo, Yannis/Juan, es nuestra esperanza y deseo de que contribuya a encender de nuevo la llama de fe de nuestra santa Ortodoxia, que recalentará nuestros corazones y nos sintonizará con la frecuencia celestial del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Dionisio Makrís
Traducido por www.logosortodoxo.com
Léxico, diccionario
- Agapi Αγάπη amor, cariño. “Ὁ θεός ἀγάπη ἐστίν Dios es agapi-amor… Porque la agapi proviene de Dios” (1 Jn 4,7-8).
La Αγάπη (agapi) cristiana en su faceta divina y como término teológico ortodoxo es la primera y superior energía increada de las energías increadas de la Jaris de Dios. Se aproxima más a la misericordia increada y perdón de Dios que enseñaba Cristo Dios. La agapi está vinculada y unida estrictamente con la libertad y la verdad. Cada una depende y se enlaza con la otra, fuera de esta interrelación ninguna es auténtica. Dicen los Santos Padres Ortodoxos: Nadie puede conocer la increada agapi como energía increada de Dios si no es a través de la energía increada Χάρις (Jaris, Gracia) del Espíritu Santo. La agapi cristiana en su faceta secular, mundana se refiere al amor desinteresado, altruista o cariño, amor al cónyuge, a los padres, a los amigos, a los jefes y trabajadores, como también a las comunidades sociales y toda la creación.
Éste es el propósito de la psicoterapia de la Iglesia Ortodoxa, el convertir, mediante la constante metania (introspección, arrepentimiento y confesión), la φιλαυτία (filaftía, egolatría) que es el creado amor interesado egocéntrico y enfermizo a uno mismo y al cuerpo y convertirla en agapi desinteresada divina e increada de Dios. Ésta comprende tres estadios: catarsis, iluminación y zéosis o glorificación. (Ver también sobre este término en nuestro libro “12 Léxis apocalípticas” en el blog en español: www.logosortodoxo.com).
- Apokálipsis Ἀποκάλυψις revelación, la palabra más bella de la lengua helénica y de la Divina Escritura.
Desgraciadamente muy malinterpretada en Occidente, cuando la escucha un occidental se asusta y la identifican mayormente con el libro del Apocalipsis o como una catástrofe y es todo lo contrario. En cambio en griego es muy de uso común y es revelación de Dios o de Sus logos, de Su energía y luz increadas. En todas las traducciones la utilizo con el sentido griego: la apocálipsis y las apocalipsis y el verbo apocaliptar-revelar; porque quiero que el lector lo conciencie bien y se acostumbre a este bellísimo término.
El Apóstol Pablo dice que escuchó logos, verbos inefables que el hombre no puede expresar, (2ªCor 12,4). Las apocalipsis-revelaciones son los logos y verbos inefables, increados que se formulan con logos, conceptos y verbos creados. La apocálipsis o revelación es praxis y energía de la Deidad y como tal, pertenece a otro nivel, transciende las energías cósmicas. Así que apocálipsis significa aparición, manifestación o revelación de la divina doxa (gloria luz increada) del Dios Trino y participación del hombre en la divina jaris (gracia energía increada) y la zéosis que es la vivencia, experiencia de la Apocálipsis-Revelación. Apocálipsis tal y como la manifiesta la palabra es la revelación, por lo tanto, es manifestación o aparición de algo que antes estaba cubierto y oculto. El grado más alto de apocálipsis o revelación es el Pentecostés.
En contraposición de la ἀνακάλυψις (anakálipsis) descubrimiento de algo creado, que se mueve en los límites de la lógica de la diania (mente o cerebro), del esfuerzo y la invención humana. La Apocálipsis reveló cosas totalmente desconocidas a la lógica humana. Los Profetas, los Apóstoles y los Santos son los portadores de la divina Apocálipsis que trajo al mundo el Cristo y los que expresan la Tradición Ortodoxa. La vivieron al límite de sus vidas personales y la enseñaron a sus rebaños. Con ella afrontaron a todas las herejías que aparecieron a través de los siglos; también con la apocálipsis (revelación) superaron y vencieron la muerte y la opresión del tiempo.
Nosotros por mala costumbre decimos que la Biblia, la Santa Escritura, contiene el Logos de Dios. La Biblia no es el Logos de Dios, sino la descripción y el registro de la Apocálipsis de Dios en el corazón de los Santos, los Apóstoles y los Profetas. El Dios no se comunica con lenguaje humano, ni con textos escritos. El Dios se comunica por Su Increada Luz introduciéndose en el interior del corazón del hombre, el cual llega a ser receptivo de la Jaris (gracia increada energía) de Dios. Por lo tanto la Biblia por sí misma no es el Logos de Dios; es “logos” sobre el Logos de Dios. Precede la Apocálipsis (revelación) después el registro o descripción de ella, la letra y la Biblia.
Religión se crea con el movimiento del hombre hacia Dios. El Cristianismo ortodoxo al contrario, se presenta como movimiento y apocálipsis (revelación) de Dios hacia el hombre. En la religión el hombre se sacrifica para el Dios. En el Cristianismo ortodoxo, el Dios se sacrifica para el hombre, es la apocálipsis (revelación) de la verdad que es el mismo Dios, Jesús Cristo.
- Diania Διάνοια mente, intelecto, cerebro, inteligencia, ingenio, genio.
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón… y con toda tu diania… Marc 12,30”. Diania διά diá= dividido por, a través, para, por; y νούς nus. Diania (de dianús) es la mente, intelecto o cerebro la parte de la energía del nus que elige, parte, separa, divide y analiza un loyismós, pensamiento, fantasía, idea o reflexión. Es la capacidad lógica e intelectual de la mente del hombre, función de la cual es la deducción de conclusiones o la transformación y desarrollo de conceptos que resultan de los datos que se facilitan en el nus o corazón por “apocálipsis”, revelación, o mediante gnosis y percepción espiritual, o por observación de los sentidos; es decir, todo lo que percibe el nus interior y exteriormente, la diania lo desarrolla y lo exterioriza. La gnosis de la lógica de la diania es, pues, inferior a la increada gnosis espiritual que es percibida en el nus (energía) y corazón (esencia). La madre de todas las imperfecciones es el perfeccionismo intelectual humano que conduce al orgullo, la vanagloria intelectual y espiritual. “Conocemos bien que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado διάνοια (diania) iluminada, capacitada para conocer al Verdadero Dios” (1Jn 5,2). (Ver también sobre Diania en nuestro libro “12 lexis apocalípticas”, en el blog en español: www.logosortodoxo.com).
- Gnosis Γνῶσις conocimiento creado e increado…
En la Ortodoxia hay discernimiento claro entre las dos gnosis, creada e increada, en su significado común el término expresa la sabiduría humana, mundana, las gnosis o los conocimientos creados. En la teología Patrística Ortodoxa, gnosis es la experiencia personal de Dios, que proviene de la contemplación “zeoría” o visión de la luz increada de Dios. Esta gnosis es conocimiento más allá de todo conocimiento creado, es gnosis increada espiritual; empieza desde la contemplación, visión de la luz increada. La luz increada ilumina la gnosis espiritual, no es la luz de la gnosis creada que nos lleva a la gnosis de la luz increada. La verdadera gnosis, la increada gnosis espiritual es la puerta de la Realeza (increada) de los Cielos, ella mismo es la vida eterna.
San Máximo el Confesor, en su obra Mistagogía (instrucción mística) interpretando sobre todo a San Dionisio el Areopagita, utiliza mucho el término «Γνῶσις ἀλησμόνητη ἢ ἄμορφη ἢ ἄπειρη ἄγνοια, Gnosis inolvidable o gnosis sin forma, increada o ignorancia infinita…», dice: «135…Sostenido por la dinámica vital, el nus que se llama también sabiduría, extendiéndose a través de la ascesis contemplativa y unido al silencio y a la gnosis inexpresable es conducido a la verdad con una gnosis inolvidable, incesante e infinita. Ver también sobre Gnosis en nuestro libro “12 lexis apocalípticas”, en el blog en español: www.logosortodoxo.com].
- Increado Ἀκτιστο (aktisto), no-constituido, no construido o no formado y κτιστό (ktistó) creado, formado, constituido.
No existe ninguna similitud entre uno y otro. En principio, Dios es áktisto (increado). Increado se llama lo que no tiene principio ni fin, en cambio lo creado tiene un principio concreto, y no tiene fin porque el Dios quiere que no sea así. Dios no tiene cuerpo, en cambio el hombre sí. Lo increado es inalterable, no cambiable e infinito, perpetuo, en cambio lo creado cambia, se altera, se corrompe y se desgasta.
San Máximo el Confesor: «En el Dios no hay nada creado, como en el hombre no hay nada increado. De la esencia increada de Dios es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y la divina voluntad y la energía increada es común entre los tres… Energía es la dinamis, fuerza o potencia manifestante de toda esencia, de la que la nada está privada. La energía, que es la percibimos, es el movimiento de la esencia de Dios, por lo tanto de la deidad, pero la esencia, que no la percibimos, no es movimiento».
Está claro que virtud, bondad, santidad, inmortalidad, agapi son energías de Dios, son perpetuas e increadas. Existe diferencia entre energías las increadas de Dios y las creadas de las creaciones. La virtud es energía increada de Dios, pero las cosas virtuosas son creadas. La vida es luz, energía increada de Dios, pero los seres vivos son creados y son los resultados de la energía increada.
Por lo tanto, las energías increadas de Dios no tienen principio, son perpetuas e increadas. Y como la esencia de Dios es divina e increada también Sus energías son divinas e increadas. Esto es una cuestión importante para la teología ortodoxa. Porque si consideramos que las energías de Dios son creadas, entonces nos obstruimos a recibir la zéosis (glorificación). Es decir, si Dios se comunica con el mundo con las energías creadas, entonces no podemos conseguir la κοινωνία (kinonía, conexión y comunión) con Dios, y la salvación se hace imposible con las energías creadas. Por lo tanto, Dios permanecerá sin ser conocido por el hombre y si intentamos conectar y unirnos con Su esencia, entonces se anula la diferencia entre creado e increado. No hay ninguna relación analógica entre lo creado y lo Increado. Por eso, lo Increado es conocido por Su autoapocalipsis (auto-revelación).
- Jaris Χάρις τού Θεοῦ (tu Zeú) Gracia de Dios (Jn 14,16,17), gracia, favor, es energía divina increada, innata e inherente riqueza de la Deidad.
Especialmente en el campo de la redención, la Jaris es en particular el don de Dios, que se derramó del sacrificio de la Cruz de Cristo, y funcionando dentro de la Iglesia, envuelve al hombre débil y pecador, lo santifica cuando colabora libre y voluntariamente y le hace conseguir la zéosis. De la palabra Jaris viene c-jarísma, don, que es regalo de Dios en todos los hombres sin excepción alguna. No se puede exigir como «recompensa» por las obras buenas. Pero se atrae especialmente con la humildad, con la metania y el corazón quebrantado (cf.1P 5. 5). La divina Jaris se da con los santos Misterios ortodoxos de nuestra Iglesia. Esencia y energía están relacionadas; no hay esencia sin energía ni energía sin esencia. San Gregorio Palamás nos dice apofáticamente «No por la esencia conocemos a Dios sino por Sus energías y de increada esencia tenemos increada energía y de la creada esencia creada energía». Los heterodoxos están muy confundidos y oscurecidos sobre éste tema. (Ver también sobre este término en nuestro libro “12 Léxis apocalípticas” en el blog en español: www.logosortodoxo.com).
- Logos Λόγος Ἐν ἀρχῇ ἦν ὁ Λόγος… (En arjí in o logos). En el principio el Logos era, es y será eterna e infinitamente; y el Logos existía con Dios y está en Dios; y Dios era y es el Logos (Jn 1,1). Está vestido con un manto teñido de sangre de su propia sangre que derramó en la cruz; y su nombre, que ha sido dado y llamado desde la perpetuidad, pre-eternidad, y es: “el Logos de Dios” (Apoc 19:13)
Los Sabios Santos Padres Helénicos Ortodoxos y todos los Helenos, según el contexto en general cuando el término está escrito con la “L” mayúscula aludimos a Cristo. “Logos” significa el desarrollo del pensamiento expresado con la voz propia del lenguaje, y también causa, razón, motivo, relato, opinión, dicho, discurso, expresión, tratado. Del logos provienen la lógica y los λογισμοί (loyismí) del verbo λέγω (lego); “digo”, “hablo”, “expreso” y también λέξιs (lexis); “palabra”, que poco tendrían que ver con el “logos” y que tan mal se ha traducido en Occidente,: es vergonzoso, cuando traducen ”todo se hizo por Ella” (Jn 1,3) “sin Ella nada se hizo, de todo de lo que está hecho”, es decir, llaman Ella al Logos de Dios, a Cristo.
Tenemos el Logos no encarnado en el A. Testamento y el Logos encarnado en la persona de Jesús Cristo en el N. Testamento. Por ejemplo, dicen los sabios padres: «Y dijo el (Logos) Dios: «Haya luz» (Gén 1,3), «Y dijo el (Logos) Dios: Hagamos al hombre a imagen y semejanza» Gén 1,26). Este “hágase la luz” es y proviene del Logos de Dios; y “hagamos” en plural se refiere a las tres personas de la Santa Trinidad que el Logos nace del Padre y el Espíritu procede del Padre, es decir, se refiere a imagen y semejanza del Logos que más tarde se haría hombre, aquí también es el Logos Dios. «Y el Logos se hizo hombre de manera sobrenatural y plantó su tienda o acampó entre nosotros y nosotros hemos contemplado su δόξα (doxa gloria, luz increada) como unigénito de la misma naturaleza del Padre, pleno de Χάρις (Jaris, Gracia energía increada) y de Verdad» (Jn, 1,14) y «Todo fue hecho por el Logos y sin Él no se hizo nada de todo lo creado» (Jn 1,3). Por lo tanto la Biblia por sí misma no es el Logos de Dios; es “logos” sobre el Logos de Dios. Precede la Apocálipsis (revelación) después el registro o descripción de ella, la letra y la Biblia.
En la Iglesia Ortodoxa, Santa, Apostólica y Católica (no confundir “Católica” con el sentido que le da el romanocatolicismo del César papa), el “Logos” es la Segunda Persona e Hipóstasis de la Santa Trinidad. Logos es la Sabiduría de Dios del A.T. y el nus divino que rige todo de los filósofos Helenos. Es Providencia Divina en la que se concibió toda la creación; así tenemos el Dios Trinitario: Nus, Logos, Pnevma, (Νοῦς, Λόγος, Πνεῦμα), “Nus, Logos, Espíritu” sin principio ni fin, inseparables e increados, el Cual creó al hombre dotado de libre voluntad, como imagen y semejanza del encarnado Logos Cristo, el Zeántropos (Dios-hombre), confiriéndole de nus, logos, pnevma, (νοῦς, λόγος, πνεῦμα), “nus, logos y espíritu” semejante a Él. La psique espiritual del hombre se compone de nus y logos y son inseparables.
El Logos, como principio cósmico unificador, contiene todos los logos (los principios, las esencias interiores, los pensamientos de Dios) con los cuales se crean y desarrollan todas las cosas en el tiempo y el espacio, más las formas que son dadas, conforme con las cuales cada objeto contiene los principios de su propio desarrollo. Estos son los logos contenidos en el Logos, y aparecen en distintas formas en el universo creado, constituyendo la segunda etapa en la contemplación del universo. En el Evangelio de San Juan empieza con un himno (Jn 1.1-5.9-12.14.16), el cual, combinando representaciones que se habían transformado del pensamiento judaico con términos filosóficos helénicos de la época, proclama la gloria y la obra sanadora y salvadora de Jesús como «Logos de Dios». Con base al acontecimiento de la encarnación o hacerse hombre (1,14), se aclara totalmente en el Evangelio de San Juan el carácter personal del Logos, el cual preexistía en Dios (1,12. 10,30), todo se hizo por Él (1,2). Al contrario que el pensamiento de aquella época, en lo que se refiere al himno, las representaciones y los términos recalcan que el «Logos», que se humanizó en Jesús, no es una creación, ya sea la primera y mejor, sino el mismo Dios (1,2), que se hizo realmente hombre.
Logos de los seres: constituyen medios de elevación del nus a Dios mediante la creación. Existen dos clases de logos de los seres, 1) los logos increados e idénticos con Dios y 2) los logos creados y naturales que se ven en las creaciones de Dios. (Ver también sobre este término en nuestro libro “12 Lexis apocalípticas” en el blog en español: www.logosortodoxo.com).
- Luz Increada Ἄκτιστον Φῶς (áktiston fos)
Es la energía increada de Dios que muchas veces se puede ver como Luz. Esta energía de Dios es la doxa (gloria) increada de la deidad. Se llama increada Luz porque es divina por consecuencia increada. No es energía de la existencia creada. Es la energía y luz increada de la Metamorfosis del Señor en monte Tavor.
- Metania Μετάνοια del verbo μετά-νοώ, metá=después, con, y noó= concibo, percibo con el nus como energía y con el corazón como esencia.
Quiere decir giro del nus y metanús, introspección y conversión de la conducta y mentalidad del hombre y sobre todo giro, cambio de actitud de la vida en pecado y en el mal por la vida en Cristo. La metania en la Tradición Ortodoxa no proviene de una percepción psicológica de culpabilidad, sino de la apocálipsis (revelación) de la deformación de la psique y esta apocálipsis se manifiesta por la energía increada de la divina Luz en el corazón psicosomático del hombre. El nuevo Testamento empieza y acaba con la metania (Mt 3,2 Lc 24,47)
Metania se llama también uno de los Misterios de nuestra Iglesia Ortodoxa, con el cual se facilita la absolución y perdón de los pecados, aceptación, confesión, arrepentimiento, rectificación y terapia, sanación. También se llama así a un gesto reverente que se acostumbra hacer en la veneración Ortodoxa. Hay dos metanias-genuflexiones distintas: una es un simple movimiento de la cabeza hacia abajo y otra grande reverencial, arrodillándose. (Ver también sobre este término en nuestro libro “12 Léxis apocalípticas” en el blog en español: www.logosortodoxo.com).
- Nipsis Νήψηs nipsis Sobriedad, su principal interpretación es sobriedad, o sea, el estado aquel que es contrario a la embriaguez.
Metafóricamente en el lenguaje y escritura ortodoxos, es la sobriedad espiritual, lucidez, vigilancia y alerta que se expresa por la actitud del cuidado y la vigilancia, donde el hombre inspecciona y cuida su pensamiento interior y su fantasía o imaginación. A la vez supone inspección y vigilancia del corazón y del nus. La nipsis depura la oración y la oración purifica, clarifica la nipsis.
San Hisíjio en la Filocalía nos describe algunos métodos de la nipsis: 1) Un método de nipsis es examinar frecuente y atentamente la fantasía del malo y astuto loyismós; es decir, el “ataque o asalto”, porque el satanás sin la fantasía no puede crear loyismí y presentarlos al nus para engañarlo. 2) Otro método es mantener el corazón siempre en profundo silencio e hisijía, alejado de todo loyismós, y orar. 3) Otro método es rogar, suplicar continuamente al Señor Jesús Cristo con humildad para que venga en nuestra ayuda. 4) Otro método es tener ininterrumpido el recuerdo de la muerte. 5) Sobre el importante método que consiste en mirar sólo al cielo considerando a la tierra como nada, que es también una práctica tan eficaz como otras, hablaré al respecto más extensamente en otro momento. Todas estas prácticas, querido mío, son como porteros terribles que impiden los pensamientos malignos y viles.
Metropolita Ieroteo Vlajos: «Hablando sobre la nipsis ortodoxa entendemos la alerta y atención del hombre en mantener limpio su nus (espíritu del corazón de varios loyismí (pensamientos, reflexiones) e imágenes, fantasías que mortifican su libertad interior y su claridad, limpieza y le separan de la comunión con Dios que consiste en la gnosis (conocimiento increado) de Dios. En el corazón se debe de encontrar sólo el nus, la atención y su energía y no los loyismí. Esta nipsis es llamada por los Padres de la Iglesia también como “santa hisijía” o santa serenidad o serenidad cardíaca (del corazón psicosomático)».
La nipsis es el camino para la adquisición de cada virtud y los mandamientos-logos de Dios.
- Nus Νοῦς o νοερά ενέργεια noerá energía, términos que los usan los Padres con varios significados; no se debe confundir con la diania (mente, intelecto, cerebro).
Es el espíritu del hombre o nus como energía espiritual humana siendo el corazón como esencia, es el ojo de la psique (alma). Los santos Padres helénicos lo llaman nus o noerá energía para no confundir con la energía espiritual increada Jaris, gracia del Espíritu Santo. Cuando el nus queda preso o apegado en la diania por un loyismós, pensamiento, reflexión y en la fantasía o imaginación es cuando viene nuestra caída y el nus tiene que estar en alerta, vigilante y sobrio para impedir la entrada en la psique de los malos loyismí, y no caer en esta trampa. El nus constituye la fuerza y energía más alta del hombre es el «principal ojo” de la psique. El estado natural del nus, en el hombre creado por Dios, es la permanencia mediante la oración y la alabanza en la memoria de Dios, más la expulsión de los loyismí del corazón. Porque esta es exactamente la práctica ascética ortodoxa, el regreso y estancia del nus o su energía en el interior del corazón, este nus por causa de la caída del hombre se pierde, se esclaviza y se convierte en idólatra o se autodeifica y alaba sus propias creaciones en vez de agradecer y alabar a Dios.
- Vlajos: “Νοῦς nus, en la enseñanza patrística el término se utiliza diversamente. Unas veces el término lo usan para mostrar la psique (alma), otras el corazón psicosomático o el espíritu del corazón de la psique y otras una energía de la psique. Pero principalmente nus es el ojo de la psique, la parte más pura, es la finísima atención. Se llama también energía noerá (espiritual humana) y su esencia es el corazón, está en todo el cuerpo principalmente en el cerebro, pero no se identifica con la energía racional del cerebro, ni con la emocional sentimental, sino que contiene todas las energías”. (Ver también sobre este término en nuestro libro “12 Léxis apocalípticas” en el blog en español: www.logosortodoxo.com).
- Pazos Πάθος, padecimiento, pasión, emoción, hábito, adicción, mala costumbre, vicio, patología también fervor, manía u obsesión según el contexto.
En la terminología patrística se llama así a todo movimiento anormal, en el sentido de no natural, de las fuerzas y energías de la psique. Pazos son fuerzas que con su energía de la voluntad han tomado el camino equivocado. Todos los pazos que nacen de algún pecado que se repite, y así se consolida en la psique una tendencia pecadora o apego/adictiva, que con el tiempo llega a ser una segunda «naturaleza», influyendo en los pensamientos y decisiones, dominando la voluntad y sellando toda su “psicosíntesis”. Es preferible reeducarlos, convertirlos y sanarlos, que oprimirlos o reprimirlos y así finalmente se usarán de forma fructífera y no negativa. Los santos sabios Padres distinguen entre los pazos los nobles, decentes y los indecentes. Pazos decentes son el hambre, la sed… Y los indecentes los ocho pazos capitales: 1) Gula, la tiranía y el dominio de la panza referente a la comida, bebida y sus ansiedades. 2) Lujuria manía sexual y prostitución. 3) Avaricia, el deseo, ansia, codicia de acaparar riquezas. 4) Ira (rencor, odio, resentimiento). 5) Acedia o pereza desgano por obrar trabajo, ascesis físico o espiritual. 6) Pena, tristeza, aflicción o depresión. 7) Soberbia, orgullo. 8) Vanagloria el deseo de alto honor, alabanza y gloria mundana. (Ver también sobre este término en nuestro libro “12 Léxis apocalípticas” en el blog en español: www.logosortodoxo.com).
- Psique Ψυχή alma, ánima, el término viene desde la antigüedad y se usa con excepciones más o menos igualmente hasta hoy.
En el Nuevo Testamento y en los santos Padres, se usa a menudo en vez de la palabra άνθρωπος anzropos, ser humano, hombre, (Rom.13,1). A veces en la Sagrada Escritura significa simplemente la vida. (Mt 2,20. Jn 10,11. Rom 16,4). Pero psique se dice sobre todo del elemento espiritual, no material de nuestra existencia (Mt 10,28); Es la base substancial que vivifica el cuerpo. Es un componente de las dos partes de nuestra naturaleza; el otro es el soma, cuerpo. El cuerpo no contiene la psique sino que la psique contiene y conjunta al cuerpo. La prueba está en que cuando la psique sale del cuerpo este se convierte en cadáver y se disuelve. Los hombres tienen psique con esencia y energía, por eso tienen nus, logos (lógica) y espíritu, el cual espíritu, es la increada energía Jaris que vivifica psique y el cuerpo conjuntado; nus y logos están unidos e inseparables de la psique después de la muerte física; los animales tienen psique por energía, por eso no tienen nus y logos (lógica) como la humana que se crea de la energía increada hiper-lógica suprema lógica de Dios Logos increado en Espíritu Santo procedente del Padre, por tanto a imagen y semejanza del Θεάνθρωπος zeánzropos Dios-Hombre, el Cristo . (Ver también sobre este término en nuestro libro “12 Lexis apocalípticas” en nuestra Web http://www.logosortodoxo.com/12-lexis-apocalipticas/).
- Zeoría Θεωρία teoría, contemplación espiritual o vida zeorítica (contemplativa), del verbo Θεωρώ Zeó-oró Dios-veo, contemplo con el nus y lo describo lo considero con la diania (mente, intelecto y cerebro) y el logos.
En la faceta mundana, laica significa teoría, consideración, abstracción o especulación.
El significado más simple heleno-ortodoxo, quiere decir, que uno no se quede como simple observador de las celebraciones, sino que considere y profundice en significados espirituales de las zeorías, experimentándolas y estudiándolas espiritualmente de corazón. Zeoría es la percepción o contemplación, visión divina por la sinergia de la iluminadora Jaris y la oración pura mediante la cual el hombre adquiere gnosis increada espiritual. En la terminología Patrística Helénica esta experiencia por la observación de las energías increadas del Espíritu Santo se llama zeoría. Con el significado más profundo la zeoría se fundamenta en el recogimiento orante y carismático de la psique a los «altísimos, sublimes espirituales» misterios, que existen por excelencia en la divina Trinidad, pero también en el hombre y en la esencia de lo creado por Dios en su divina creación.
Según la etapa personal del desarrollo espiritual, hay dos niveles: uno puede ser zeoría visión sentimiento, intuición perceptiva de energías interiores o principios de los seres creados y el otro más alto nivel y forma teológica de la vida espiritual es la visión de la luz divina, «participación» de Dios respecto a Sus divinas energías o la visión-experiencia, zéosis de la gloria de Su rostro. La zeoria tiene distintos grados (resplandor, visión y continua visión). La vida zeorítika contemplativa es la forma teológica más alta. El hombre que se encuentra en esta situación se llama zeoritikós contemplativo.
- Θέωσις Zéosis divinización, glorificación, es la participación, conexión, comunión y unión de la energía increada Jaris (gracia) con el hombre, permitiéndonos con ello tomar parte en la vida y la doxa- gloria luz increada de Dios en relación con Sus energías increadas.
Es sabido que el término zéosis es patrístico, san Dionisio el Areopagita es de los primeros Padres que lo utiliza y lo han utilizado los Padres para interpretar los términos hagiográficos: perfección, santidad, “como semejanza”, hijos de la luz o hijo de la realeza increada de Dios. San Thalasio en la Filocalía escribe que: “zeosis es la gnosis de la Santa y Consubstancial Trinidad”. La zéosis constituye esencialmente la consumación del «como semejanza», el cumplimiento del propósito, la finalidad del objetivo y destino de los hombres, los cuales hemos sido llamados a convertirnos y hacernos «partícipes de divina naturaleza» (2ª Pedro 1,4). La fuerza de la energía de la zéosis que perdió el hombre por el pecado de los primeros en ser creados, se obtiene otra vez con la encarnación de Cristo; San Marcos en Asceta nos explica: “El Logos se convirtió en sarx cuerpo-carne para que la sarx se convierta en Logos” y San Máximo el Confesor: “Por eso el Logos de Dios se hace hombre de verdad, para que con la increada energía Jaris podamos metamorfosearnos, convertirnos y hacernos dioses/as”. San Basilio el Grande dice que: Θέωσις Zéosis no es “θεοποίησις (zepíisis) “deificación” como es traducido por muchos. “Deificación” se identifica con el acto que hace el hombre por su propia cuenta para edificarse en Dios. En cambio, en la Zéosis, el hombre se prepara y Dios actúa, opera por la Jaris energía increada, es decir, es un regalo de Dios, el acto lo hace Él no el hombre. (Ver también https://www.logosortodoxo.com/la-zeosis/)
- Yérontas/isa Γέροντας o Starets (en ruso) anciano/a sabio guía espiritual ortodoxo que ha hecho la catarsis ortodoxa llegando a la iluminación y zéosis (divinización, glorificación), así guía los demás a conseguirlo.