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Ene 08 2013

Zeofania – Aparación de Dios Trino

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Porque apareció la jaris de Dios, la sanadora y salvadora de todos los hombres y la que nos educa o instruye.

La gran fiesta de hoy lleva el nombre de Θεοφάνεια (Zeofania, aparición de Dios Trino). Festejamos la aparición de Dios en el mundo. El Dios apareció, se reveló en los hombres por Jesús Cristo, y el Apóstol Pablo nos enseña que el Jesús Cristo es la icona «imagen del invisible Dios”. Sobre todo es tan verdadera la imagen de Jesús Cristo, de manera que nos lo certifica él mismo: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre” (Jn 14,9). El apóstol Pablo escribe a los Hebreos que el Jesús Cristo es el Hijo de Dios e irradia la doxa=gloria (luz increada), el carácter de la hipóstasis (base substancial) de Dios.

 Por lo tanto, en la persona de Jesús Cristo, nosotros hemos visto y conocido al verdadero Dios. Hemos visto su vida. Nos hemos informado de su voluntad. Pero el Dios y sobre todo las tres personas de la deidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, aparecieron y se manifestaron a los hombres también durante el momento que el Hijo como hombre era bautizado en el río Jordán.

Entonces, cuando el hijo se bautizaba, el Espíritu Santo en forma de paloma vino y se sentó encima suya y el Padre del cielo recomendaba a los hombres su Hijo bienamado.

Estos acontecimientos admirables y sobrenaturales, es decir, la encarnación del Logos (increado) de Dios, su Bautismo y la aparición durante el bautizo de la Santa Trinidad, son acciones y energías de la jaris increada del Dios increado. El propósito de estas energías y acciones es la sanación y salvación de los hombres. Con estas energías fue manifestada la atención, la agapi y la bondad de Dios para nosotros los hombres. El apóstol Pablo hoy nos explica que la jaris increada de Dios se manifestó “enseñándonos, educándonos e instruyéndonos”. Por eso, hoy aprenderemos del Apóstol Pablo, qué nos enseña Dios y sobre qué cosas quiere que seamos instruidos.

α- negar la impiedad.

La primera cosa y lección que quiere el Dios enseñarnos es que “neguemos la impiedad y los deseos mundanos”. ¡Qué es impiedad? Según la Santa Escritura, impiedad es una situación espiritual que se manifiesta con las obras, las palabras y los deseos. Su característica es que desprecia y se burla de Dios, sobre todo con enemistad, hostilidad y arrogancia.

Es un estado espiritual en el que muy fácil puede resbalar el hombre. El Dios, pues, nos enseña a negar todo tipo de impiedad. Cesar de despreciar a Dios. Cesar de pisotear su ley. No ser arrogantes. Pero junto con la impiedad nos enseña a negar también los deseos mundanos. Los deseos que generan los pazos (pasiones, patologías) del pecado (enfermedad). Los deseos mundanos son los deseos, ansias de riqueza, de avaricia, de codicia, del egoísmo y los goces hedónicos, la comodidad, la venganza, la envidia, la malicia y todos los pazos pecaminosos. Todos estos deseos el Dios quiere que los peleemos y rechacemos.

β- Vivir con ἐγκράτεια (engratia, contención, moderación o templanza), justicia y piedad.

La segunda lección de Dios es que vivamos con contención, justicia y piedad. El Dios quiere que limitemos nuestros deseos pecaminosos, porque estos convierten al hombre culpable, le destruyen y le conducen a la muerte (espiritual). Como son catastróficos y sobre todo asesinos, por eso debemos limitarlos. Este estado espiritual de limitación de los deseos pecaminosos se llama ἐγκράτεια (engratia, contención, moderación o templanza). Se manifiesta en todas las manifestaciones humanas. El cristiano debe vivir en continua austeridad y sencillez. Aunque tenga muchos bienes, para el favor de la ἐγκράτεια (engratia, contención, moderación o templanza) debe a través de la caridad, repartirlos y sacrificarlos con su libre voluntad. Que sea austero y no sea conquistado de los deseos de la codicia, avaricia, enriquecimiento, lujuria y de cada maldad. Pero que viva también con justicia. Justo es aquel que cumple y aplica la ley de Dios. Justo es aquel que lucha para ser consecuente con los mandamientos de Dios. El cumplimiento y la aplicación de los mandamientos de Dios y la obediencia a Su voluntad son cuestiones muy importantes. Dios quiere que cumplamos sus leyes. Nos enseña e instruye a cumplir con todos los mandamientos, no sólo con algunos. En este tríptico pertenece también la piedad. La instrucción de Dios a eso quiere llegar, en que seamos piadosos, respetuosos. Que seamos hombres que no desprecian a Dios y no tienen una gran idea sobre sí mismos. Sin embargo, muchos se atreven no sólo a compararse a sí mismos con Dios, sino que creen también que son más sabios, más justos, más dignos y más filántropos que Dios. A Dios lo que más asco y odio le da, es esta impresión arrogante de nosotros mismos.

Aún más, en la piedad está contenida también nuestra reconciliación con Dios a través de la metania (conversión, introspección, arrepentimiento) y la confesión.

c- Creer en Jesús Cristo.

Finalmente el Apóstol Pablo nos enseña que la obra instructiva, educativa de la jaris increada de Dios, tiene como finalidad en creer a Jesús Cristo, apreciar positivamente Su obra y promesa. Quiere que vivamos con la bendita esperanza de que se manifestará la doxa=gloria (luz increada) del gran Dios y salvador nuestro Jesús Cristo.

Nadie nos amó tanto que el Dios Triádico. La agapi (amor, energía increada) del Dios Triádico, la cual se llama también filantropía, fue manifestada toda en todos los sentidos. Pero culminó con la muerte de Jesús Cristo. Allí se vió la potencia de esta divina agapi que no paró, no se detuvo ni delante del sacrificio del unigénito Hijo de Dios. Todo esto lo hizo la jaris increada de Dios para redimirnos de toda ilegalidad y componer para sí mismo un laós=pueblo escogido y con celo para buenas obras.

Ἀδελφοί μου Hermanos míos,

la educación e instrucción de Dios en esto aspira, en componerse en un laós=pueblo y una familia todos los que desean las obras buenas, los que se encantan de la vida divina, la vida de Cristo y los Santos.

Por eso, pues, si queremos pertenecer al laós (pueblo) de Dios, debemos educarnos e instruirnos sobre estos temas que nos hemos referido hoy, los cuales constituyen las obras buenas que glorifican a Dios y honran al hombre.

Archimandrita Kalínikos Nikolau- Metrópolis de Kesarianí.

Traductor: Xx.Jj

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