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Mar 24 2019

TEOLOGÍA MÍSTICA, San Dionisio el Areopagita

 

 

TEOLOGÍA MÍSTICA

San Dionisio Areopagita

 

CAPÍTULO I.

En qué consiste el divino gnofos tiniebla

«Trinidad supraesencial, supradivina y suprabondad, maestra que supervisas la divina sabiduría cristiana, guíanos a la supradesconocida y suprailuminada cima más alta de los logos de las Escrituras; allí donde están cubiertos en la hisijía-silencio los misterios de la teología y se apocaliptan-revelan, simples, absolutos e inmutables; llévanos al suprailuminado γνόφος gnofos del silencio-hisijía místico que con su profunda oscuridad suprailumina con su luz increada, y permaneciendo intocable e invisible, inunda con hermosísimos fulgores a los ángeles y a nuestros ciegos nus (espíritu de la psique)».

Ésta es mi oración. Pero tú, querido Timoteo, goza y entrégate por completo e intensamente a las contemplaciones místicas y renuncia y despójate a los sentidos y a las operaciones intelectuales del nus, a todo lo sensible y a lo inteligible, a los seres y no seres, y elévate así, a medida de lo posible, hasta unirte en Él que está más allá de toda usía-esencia o sustancia y de todo saber y gnosis. Porque cuando te hayas apartado de lo que tiene relación contigo y te hayas abandonado y librado de todo y vengas en éxtasis interior (extensión interior) de ti mismo, serás elevado al rayo del divino skotos-tiniebla u oscuridad de la supraesencia.

Pero ten cuidado de que nada de esto llegue a oídos de no iniciados; aquellos que son fuertes intelectualmente en la gnosis (intelectual creada) de los seres y se imaginan que no hay nada más superior que los seres, sino que creen que con su propia gnosis (intelectual) humana conocerán a Él que “puso su tienda en el escondite del skotos-tiniebla”. Y si las divinas mistagogías-iniciaciones están tan por encima de esos, ¿qué decir de quienes son verdaderos profanos, de aquellos que atribuyen a la Causa suprema atributos o cualidades que convienen a los seres más bajos de la naturaleza y proclaman que nada es superior a los múltiples ídolos impíos e inanimados que ellos mismos se fabrican?

En realidad, debemos por un lado, atribuir, en la causa del todo, afirmando catafáticamente-positivamente todas las tesis y todo cuanto se diga de los seres, como causa de todo, y por otro lado, más correcto aún, confirmarlos negativamente (apofáticamente) por reducción, ya que por sí misma la Causa trasciende todo, sin con esto considerar que las aceptaciones apofáticas se oponen a las catafáticas, ya que Ella, antes que se hicieran todas las cosas, se encuentra por encima de toda catáfasis, apófasis o reducción.

En este sentido, pues, dice el divino Bartolomé que la teología es al mismo tiempo abundante y mínima, y que el Evangelio es muy amplio y también conciso, breve. A mí, pues, que he comprendido estas realidades y cosas de modo sobrenatural, me parece que el Causante o la Causa bondadosa es causante de muchos y largos logos y también concisión o breve , pero a la vez ininteligible (incomprensible, no captada), ya que no es racional ni inteligible, tampoco comprensible, porque como supraesencial se encuentra por encima de todo; y solamente a los que transcienden todo lo sucio, rituales impuros, y también lo que es limpio, puro, a quienes sobrepasan a las santas cimas, desprendidos y dejando tras de ellos todas iluminaciones divinas, sonidos y logos celestes, para poder introducirse al gnofos, donde realmente se encuentra, tal como dicen los logos de la Escritura, Él que transciende todo.

Realmente no en vano el divino Moisés recibió órdenes de hacer su catarsis primero y luego apartarse de los impuros y sólo después de la perfecta catarsis oyó las trompetas de múltiples sonidos y vio muchas luces (increadas) de rayos fulgurantes; después se separa de la muchedumbre y acompañado de los sacerdotes escogidos, llega a la cumbre de las ascensiones divinas. Sin embargo, a pesar de esto, allí no encuentra al mismo Dios, ni Le ve porque es invisible, sino que sólo contempla el lugar donde Él mora.

Y aquí lugar, creo yo que significa que, las santas y sublimes visiones y concepciones percibidas por nosotros, son unos logos espermáticos espirituales contemplativos de la cosas que están subordinadas al Supremo de todo, y por los cuales se manifiesta Su presencia en nosotros, al andar sobre los confines inteligibles de Sus más santos lugares; y entonces, cuando Moisés liberado de las visiones y conceptos, libre el espíritu penetra en el gnofos de la agnosia (del no saber o del desconocimiento), realmente místico, allí donde renunciado a todos los conocimientos o gnosis que pueda la mente concebir y conocer llega al suprailuminado e invisible y se entrega por completo en Aquel que transciende todo; y después de haberse quedado inoperante de toda gnosis, unido a un nivel superior con el perfecto Desconocido, Aquel que escapa a todo conocimiento, y así con el no saber ni conocer, conoce más allá que toda gnosis (conoce la sublime gnosis increada).

 

CAPÍTULO II.

Cómo debemos unirnos y alabar la Causa de todo, a Él que lo trasciende todo.

Deseamos y ojalá podamos también nosotros conocer y ver también a este suprailuminado gnofos, despojados a toda visión y conocimiento, ver y conocer a Aquel que está por encima de visiones y gnosis, a Él que no se ve ni se conoce (lo invisible e incognoscible); porque ésta es la visión real y la gnosis verdadera; y así se alaba sobreesencialmente por la reducción el sobreesencial de todo cuanto existe; operando así como los escultores esculpen una estatua, quitando todo aquello que a modo de envoltura impide ver claramente la forma encubierta; basta este simple despojo para que se manifieste la oculta y genuina belleza.

Conviene, pues, a mi entender, encomiar a las reducciones apofáticas de modo inverso a las afirmaciones catafáticas. Realmente, por un lado aquellas tesis (afirmaciones catafáticas-positivas, sí a lo que es), las poníamos empezando de las primeras, bajando por los medias, llegando hasta los últimos extremos; en cambio aquí en la forma apofática, quitamos todo, realizando las elevaciones por los últimas hacia los primerísimas, para conocer descubierta, sin velo, aquella agnosia (desconocimiento) que está rodeada de multitud de gnosis que se encuentran en todos los seres sensibles, y ver aquel supraesencial gnofos que está oculto a la luz de los seres sensibles.

 

CAPÍTULO III.

Qué se entiende y cuáles son teologías catafáticas (afirmación positiva) y apofáticas (afirmación negativa)

En mis «Representaciones Teológicas» hemos encomiado los puntos principales de la Teología catafática, es decir, en qué sentido el Bien de naturaleza divina es Uno, omousia-misma usía-esencia y Trino, de tres hipostasis; cómo se entienden y son las cualidades o atributos de Paternidad y Filiación; y qué quiere decir la teología que procede de el Espíritu Santo; cómo desde las profundidades del inmaterial e indivisible Bien, Padre brotaron las luces de la bondad y cómo también las otras personas por sí mismas y entre ellas siempre permanecen inseparables e inalterables; cómo el supraesencial Jesús se revistió sustancialmente de verdadera naturaleza humana. Y todas las demás cosas que se encomian en las “Representaciones Teológicas” conforme a las Santas Escrituras.

En el «Tratado sobre los Nombres de Dios» he explicado en qué sentido decimos que Dios es el Bien, Ser, Vida, Sabiduría, Dinami (fuerza y energía) y todo cuanto pertenece a la naturaleza espiritual y orden de los divinos nombres; y en la “Teología simbólica” he tratado y hablado cómo pasamos de los nombres de las cosas sensibles a los nombres divinos; qué llamamos divinas formas, figuras y órganos u ornamentos, qué divinos lugares y mundos; qué significa iras, resentimientos y penas; qué sentido tienen las palabras embriaguez y entusiasmo, juramentos, maldiciones, sueños, vigilias y las otras cosas más que se refieren a los simbólicos y sagrados tipos o símbolos divinos.

Y creo que tú también habrás visto que estos últimos requieren muchos más logos o palabras que los primeros; porque las «Representaciones teológicas» y el «Tratado sobre los Nombres de Dios» son más breves que la “Teología simbólica”. Porque cuanto más alto subimos tanto más se reducen los logos o palabras que necesitamos para reducir las realidades espirituales e inteligibles; igual que ahora, a medida que nos adentramos en el supradivino gnofos, llegamos a quedarnos no sólo cortos en palabras, sino más aún, en perfecto silencio-hisijía perdiendo hasta nuestra habla y nuestro nus, sin pensar en nada.

En aquellos escritos, mientras el logos procedía y descendía desde lo más alto a lo más bajo, tanto más se aumentaban y se multiplicaban las palabras; pero ahora, que se escala y se eleva desde abajo, cuando más se avanza en la subida más escasas se hacen las palabras, y al final de la subida, al coronar la cima uno se une entero y en perfecto silencio-hisijía con el Inenarrable o Inefable.

Pero, ¿por qué decimos que en los descensos (camino catafático) comenzamos de los primeros, en cambio en las reducciones (camino apofático) comenzamos por los últimos?

Pues, hablando catafáticamente (afirmando positivamente) y con definiciones no podemos definir a Él que transciende a toda definición, sino que hablamos sobre asertos próximos y parentescos. Por ejemplo, ¿No es cierto que es más conforme a la realidad afirmar que Dios es vida y bien que no aire o piedra? Mas ahora al hablar apofáticamente (por vía de afirmación negativa), para hablar de aquel que trasciende toda negación o reducción, comenzamos por las reducciones de las cosas y realidades más lejanas y desconocidas. Y en tal sentido es distinto decir que Dios no es «embriaguez ni enojo» a decir que Dios “no se expresa y no se entiende”.

 

CAPÍTULO IV.

El sublime Causante de todo lo sensible no es nada de lo sensible.

Decimos, pues, que la Causa del todo que todo lo transciende, no es esencia, ni sin vida, ni sin logos, ni sin nus; no es cuerpo, ni figura, ni género, ni cualidad, ni cantidad, ni peso, ni volumen; no está en ningún lugar definido; ni es visto, ni viene en tacto; ni siente ni se alcanza por los sentidos, ni se molesta; no sufre desorden ni perturbación por pasiones materiales; ni por debilidad está sometido en pasiones-pazos sensibles; no necesita luz, ni experimenta alteración o mutación, ni corrupción, ni decaimiento, ni privación, ni división, ni fluido, ni nada de lo que sufren las cosas sensibles, ni tampoco es algo de estas.

 

CAPÍTULO V.

Que el Causante supremo no está incluido en lo inteligible es superior a todo inteligible

Y ascendiendo decimos que (el Causante supremo o Causa) no es psique-alma ni nus (espíritu humano); no tiene imaginación o fantasía, ni logos, ni razón ni comprensión; ni se expresa, ni tampoco se entiende; no es número ni orden, ni magnitud, ni pequeñez, ni igualdad ni semejanza, ni desemejanza; no es móvil, ni inmóvil, ni quieto, ni descansa; no tiene ni es poder, no es luz ni vive ni es vida; no es sustancia, ni siglo, ni tiempo; no puede uno gnósticamente tener contacto junto con el Causante o Causa; no es ciencia, ni gnosis, ni tampoco verdad, ni realeza, ni reino, ni es sabiduría-sofía; ni uno, ni unidad, ni divinidad, ni bondad, ni es espíritu en el sentido que nosotros lo entendemos. No es filiación ni paternidad ni nada de las cosas y realidades que conciernen a nosotros o cualquier otra cosa de las existencias o seres conocidos; no pertenece al no ser o las que no son o inexistencias, ni tampoco a los seres, y ni siquiera los seres conocen lo qué es esta Causa o Causante;

Ni Ella conoce por la gnosis qué son los seres, ni hay logos o razón sobre Ella o Él, ni nombre, ni conocimiento; no es tiniebla, ni luz, ni error, ni verdad; ni en absoluto se puede definir por la catáfasis catafáticamente o por la apófasis apofáticamente; pero cuando negamos o afirmamos algo de cosas inferiores a la Causa suprema, nada le añadimos nada quitamos. Porque la perfecta y unificada Causa de todo transciende toda definición y todo añadido, y también transciende a toda resta la superioridad de Aquel que está simplemente despojado de todo y se sitúa más allá de todo.

Traducido por Χx:Jj

 

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