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Sep 20 2021

Sobre conversaciones teológicas y diálogos entre los fieles, u otros.

Sobre conversaciones teológicas y diálogos entre los fieles, u otros, cómo tenemos que hablar y aprender.

Yérontas Atanasio Mytilineos, el nuevo Crisóstomo

 

Nuestro querido Yérontas Atanasio Mitileneos (1927 – 2006), llamado por los padres de la Santa Montaña Athos, el Nuevo Crisóstomo, aquí trata principalmente de la conversación teológica y diálogo entre los fieles. Su homilía  es muy oportuna en este tiempo confuso que vivimos.

Creo que todos tenemos algo que arreglar de nosotros mismos si nos doblamos y nos fijamos en nuestros corazones con honestidad. Por fin, dejemos de de una vez dar alegría al diablo que vehemente quiere romper y disgregar la Iglesia.

El que sabe callar aprende y sabe hablar dice, san Paísios!

 

Extracto de la homilía pronunciada el 7 de diciembre de 1986.

…Hay un prejuicio sobre el tema de la conversación teológica, porque en el pasado surgían temas de herejía, es decir, que si son ortodoxos o no, y la conversación teológica muchas veces tomaba dimensiones de disputa y discordia. Los hombres empezaban a conversar y se peleaban, gritaban y resultaban así a un conflicto y disputa. Pero amados míos, cuando decimos conversación teológica, con esto no significa que de cualquier manera debemos tener ante nosotros hombres opuestos o heréticos para abrir un debate o conversación teológica. La conversación teológica se abre muy bien teniendo ante y junto a nosotros fieles, los cuales tienen intereses teológicos vitales y buscan a profundizar más en esta Verdad de Dios y mejorar su estado de vida espiritual.

Tenemos muchos ejemplos de este tipo en el Nuevo Testamento. Cuando el Señor, por ejemplo, conversa con Nicodemo, aquel maestro de la ley que le dice: “¿tú eres maestro de la ley e ignoras el tema del renacimiento?, ¿cómo es que tú me dices que uno debe volver a entrar al vientre de su madre para ser renacido? ¿Tú que eres maestro de Israel? ¿Entonces qué hace el Señor con Nicodemo?, pues, conversación teológica.

¿Qué hace el Señor con la Samaritana? Escuchad. Una conversación de alto contenido teológico. Un tipo de diálogo que no hacía con los Fariseos, ni con los Gramatís-intelectuales. Muy alta conversación teológica. Y son dos, el Señor y una mujer. Una mujer que dudo si sabía de escribir y leer, pero tenía inquietudes e intereses teológicos. Una mujer del pueblo, y algo más aún también prostituta. Pero ella tenía intereses e inquietudes teológicas y así conversa con el Señor. Lo sorprendente es que en la conversación teológica la comienza la mujer, no Él –esto es en beneficio de Cristo en la conversación. El Señor, dio el motivo: Dame de beber agua. Y ella dice, ¡vaya!, ¡tú que eres judío pides beber agua de mí! Porque, por ley, un judío no debería tocar al samaritano. Sin embargo, dice, si supieras quién es Él que te dice dame de beber agua. E inmediatamente dice la mujer: nuestros padres nos han dicho que debemos reverenciar a Dios en el Monte Garizín, vosotros decís en el monte Sión, ¿cuál es lo correcto? Inmediatamente la mujer entra en la conversación teológica. Por supuesto que el Señor la llevó así hasta tal punto para que se abra esta conversación o diálogo teológico.

Pues, el Señor, amigos míos, conduce la mujer Samaritana en conceptos altos y finos, y estos conceptos altos son utilizados en el método del diálogo. No del diálogo para encontrar la Verdad que es un diálogo filosófico, sino diálogo que crea y fructifica la comprensión de la Verdad apocaliptada-revelada. Este punto que lo tengamos especial cuidado. La teología no es filosofía. No hablamos para encontrar la verdad de una manera o forma racional, sino que conversamos para encontrar la Verdad por o según apocálipsis-revelación. Es decir, iremos en aquel punto en el cual existe y está depositada para develarlo-apocaliptarlo. La depositada apocálipsis-revelación expuesta que sea revelada-apocaliptada también en nosotros.

Incluso el Señor también habla con los intelectuales (gramatís, o escribas, maestros o los actuales teólogos de academia sin práctica, sin catarsis ni iluminación y zéosis) y con los fariseos, temas teológicos. Como, dice, en el Espíritu, dijo David aquello, dijo el Señor a mi Señor… Salmo 109, etc. Pero, sobre todo, Jesús Cristo principalmente habla de manera teológica con Sus discípulos. Allí hay mucha teología…

Pero, queridos míos, cuando decimos “conversación teológica” no damos a entender las intervenciones de conceptos morales -el decir al otro que sea buena persona, que tenga cuidado y paciencia- ni tampoco búsquedas vanagloriosas del nus-espíritu. Porque muchas veces aquellos que pueden conocer algo de teología, comienzan a hablar no para edificar sino para vanagloriarse y mostrar a los demás que ellos son importantes y geniales. Esto es muy malo. Nunca un diálogo o conversación debe llevarnos a una exhibición o presunción de gnosis o conocimientos. Allí ya no hay el Espíritu de Dios. Y muchas veces una conversación de este tipo no acaba en un buen resultado. La muestra y confirmación es que faltaba el Espíritu de Dios; y que el motivo de una conversación de este tipo era la vanagloria.

Por tanto, cuando decimos “conversación teológica”… la elaboraremos y la haremos con mucha humildad y con buena disposición de aprender… y experimentar, (vivencia) y entonces profundizaremos en el contenido de nuestra Fe para ver qué podemos extraer y absorber de allí.

Mas nuestra conversación teológica se debe hacer para edificación y no para perjuicio o escándalo. Muchas veces, cuando uno ha aprendido muchas cosas, pero al no tener discernimiento, puede decir a los demás cosas teológicas y finalmente escandalizarlos. Porque no están en situación o estado interior, teniendo una sencillez (divina)*, de percibir aquellas realidades y cosas que les dirá éste alguien. Por ejemplo, aquellas realidades y cosas que aprenderíamos en la Universidad, de una manera que uno podría decir, ¿pero estas cosas aprendéis?. Por supuesto que uno puede aprender algo y para un hombre sencillo puede parecer escándalo y sin embargo puede ser que no sea escándalo… pero este hombre no está en situación de seguir una conversación de este tipo. Por eso hace falta siempre mucho cuidado y siempre debe ser para edificación y nunca para daño y perjuicio. (* https://www.logosortodoxo.com/psicoterapia-ortodoxa/la-sencillez-en-cristo-y-la-fantasia/)

En una conversación teológica es inconcebible la disputa y la discordia. Única y exclusivamente porque el otro no entiende o porque tiene unas otras opiniones, precisamente porque no entiende. Puede que tenga estas opiniones distintas, entonces aquí ¿por qué tenemos que pelearnos y enfadarnos? No molesta si cree algo distinto. Me dirán: ¿cómo que no molesta si cree algo distinto?. Pero esto no lo digo yo, lo dice le Apóstol Pablo. Dice a los Filipenses 3,14-15:  y si de lo que os digo no es correcto y otra cosa opináis y sentís, esto también os lo apocaliptará-revelará Dios; pero en aquello que hemos llegado, en el estado espiritual que nos encontramos hoy; sigamos una misma regla de fe y vida, teniendo la misma actitud y opinión verdadera, no debemos tener actitudes y opiniones distintas.

En lo que sabemos, lo que hemos percibido y entendido, debemos estar de acuerdo. Si se supone que hay un punto que el otro no está de acuerdo única y exclusivamente porque no lo entiende, no vamos a pelearnos. Lo entenderá; llegará a una madurez y lo entenderá. Por ejemplo, puede decir que ¿es posible aceptar las Sagradas Reliquias? Cuando llegue a la madurez, lo aceptará.

Amigos míos, os contaré un pecado mío. Y si uno lo dice públicamente… por supuesto también tiene que decirlo en su confesión. Cuando era profesor joven, 20 años, tenía que dar clases a los muchachos sobre la creación de Adán y Eva, y sea porque estaba influenciado por las cosas que circulaban, pensad lo que queráis, me daba vergüenza hablar sobre la creación de Adán y Eva. Es decir, me parecía como un mito e intentaba no hablar a los jóvenes estudiantes sobre estos temas. Si os habéis fijado, no hay tema en el que no hablo de la creación y formación de los Primeros en ser creados. ¿Y como sucedió esto? Simplemente entonces no entendía. No porque estaba en disposición de negar algo, sino porque yo aún no había madurado  para percibir y entender este algo. Esto da a entender el Apóstol Pablo.

Muchas realidades y cosas no las podemos entender, por tanto, no se pelearán o se enfadarán los otros con nosotros o no nos enfadaremos ni pelearemos nosotros con los otros. No es el caso cuando tenemos un herético frente nuestro. Y por otro lado, también al herético le diremos que esta es una opinión tuya equivocada, no tenemos intención y ganas de pelear, simplemente le diremos esto no es correcto. Por las bendiciones de nuestros Santos Padres, hemos acabado la conversación. Qué dice el Apóstol Pablo: “… después de una o dos instrucciones dimite o aléjate”. No te pelearás, ni te enfadarás, ni llegarás a las manos. No, nada de estas cosas. Déjalo ya que insiste en esto, y dile que la posición que sostiene es equivocada y nada más. Lo vuelvo a repetir, no pelearemos ni disputaremos.

Añadiendo, me gustaría deciros que la conversación teológica presupone oyentes y conversadores. Debes saber cuándo tienes que hablar, qué vas a oír, cómo lo vas a oír y cuándo debes callarte. Es decir, la conversación presupone cultivación. Si no tenemos las condiciones y presuposiciones no podemos hablar sobre una conversación teológica. ¡Os habréis fijado cuando nos encontramos en un banquete o en un salón cómo hablamos! ¡Hablamos todos juntos, todos hablan y nadie escucha, porque no hemos aprendido hablar ni escuchar! Pues, uno debe estar hablando; cuando para de hablar éste entonces entra otro en la conversación, el tercero, el décimo, pero no todos juntos. Y así aprenderemos a escuchar y sin interrumpir al otro le estaremos escuchando. Qué dice el Apóstol Pablo: Cuando es dado el espíritu de profecía-teología a más de uno, los otros no se levantarán todos juntos para hablar, sino que cada uno esperará su turno para hablar.

Incluso, la conversación teológica no es un lujo, sino una necesidad de la psique. Creedme, es una necesidad de la psique. Cuando uno como de una mina de oro puede extraer aquella teología, del logos de Dios, algún lingote de oro, ¡ay si supierais!… ¡Qué alegría siente aquel que es arqueólogo y encuentra un hallazgo precioso! Mucha más alegría siente aquel que he encontrado dentro del logos de Dios un hallazgo teológico. ¿Qué os voy a decir, es una cosa admirable y maravillosa, y si lo dice teniendo compañía, si esta cosa que habrá encontrado la dice a los demás se alegrará en un grado máximo! Esto quiere decir conversación teológica fructífera, con condiciones, como una necesidad de la psique y no como un lujo (intelectual).

Acordémonos, amigos míos, y lo digo como un ejemplo esto, cuando el Señor se encontró con los dos de Emaús. Estos dos iban a su pueblo. Por eso el Señor los dice: ¿Qué conversaciones son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes? (Lc 21,17), es decir, habla uno y habla el otro, cuáles y qué son estos logos o palabras que conversáis. Y ellos respondieron: sobre Jesús de Nazaret. Y después, amados míos, de esta conversación con el Señor comprueban que el corazón de ellos estaba ardiendo al abrir de las Escrituras.

Una conversación o lectura fructífera crea una llama en el corazón (espiritual). Crea sentimientos que los crea el Espíritu de Dios. En una conversación de este tipo, sea que estemos hablando o preguntando como os dije, no debemos convertirnos en molestos o vanagloriosos, sino discretos y prudentes. La amabilidad, la cortesía y la humildad son unas cualidades características en una conversación o diálogo teológico. Amín. Fuente: arnion.gr 

Traducido por Χρῆστος Χρυσούλας Jristos Jrisulas xX jJ http://www.logosortodoxo.com/

 

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