En conclusión la vida es y sigue siendo un misterio. Parcialmente conocemos y parcialmente hablamos y hablamos sobre lo nos ha apocaliptado=revelado el Cristo Dios y Sus Santos, tenemos experiencia propia que sus logos son verdaderos “YoSoy la vida, la verdad y el camino”. Dentro en la Iglesia vivimos desde el más pequeño misterio hasta el Gran Misterio. Por eso a continuación en forma de conclusión he preferido traducir el término “Μυστήριο (misterio, misterio), interpretado muy pobre y superficialmente en Occidente como Sacramento.
Μυστήριο (mistirio, misterio, sacramento). «Y conozco al tal hombre, si en el cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios los sabe, que fue arrebatado al paraíso, donde escuchó logos inefables (increados), que no le es dado al hombre expresar» (2ªCor 12,3-4).
La terapia ascética ortodoxa conecta y se asocia inseparablemente con la vida mistiríaca de la Iglesia. Se trata de la catarsis (sanación), la iluminación y la zéosis o glorificación, que encontramos en toda la enseñanza patrística de la Iglesia. Es difícil para uno creer en la vida Mistiríaca de la Iglesia, si antes no entiende primero, qué significa la palabra “Misterio”.
La palabra helénica μυστήριο misterio significa “sacramento”, “iniciación”, “secreto”, más “revelación y secreto”. El Cristianismo heredó este concepto y por extensión es “apocálipsis=revelación de Dios”.
Los Misterios son a la vez símbolo y Misterio. Mientras el misterio permanece oculto en los rituales está al nivel de lo simbólico e iconográfico. Pero cuando es recibido y la jaris (energía increada) energiza, opera entonces los Misterios revelan las cosas que están detrás del “velo”. Misterio lleva doble significado, es decir, de algo que está oculto y se revela y a la vez enigma y apocálipsis-revelación.
Pero dentro de la Iglesia los misterios son interminables. Porque dentro de ella todas las cosas “liturgizan”, funcionan de una manera misteriosa, para que revelen la realeza (estado en luz y energía increada) de Dios. Misterio es algo que vemos que se celebra o realiza, pero es difícil para el espíritu y mente humana entender el cómo se celebra. Si comprendiésemos el modo de realización del Misterio, entonces no sería Misterio, sino una praxis-acción acostumbrada de la vida diaria.
Por ejemplo: decimos que el Dios es Trinitario. Os pregunto: ¿quién de nosotros entiende el Misterio de la Santa Trinidad? ¡Tres Personas en una esencia! Este Misterio juzgado o razonado por la lógica humana es paradójico. Pero si uno lo ve con la dimensión de la Fe, entonces entiende que no es paradójico, sino supra o superlógico. ¿Quién puede entender, qué es Dios? Es decir, ¿cuál es la esencia de Dios? ¡NADIE! Y a pesar de eso, creemos en Dios. No porque le entendemos, sino porque sentimos místicamente Su presencia y saboreamos con el corazón Su agapi (amor, como energía increada). Es decir, podemos entender las energías increadas de Dios, pero no Su Esencia, tal y como, muy bien, han teologizado los grandes Padres de la Iglesia Ortodoxa. Veamos en la Escritura lo que dijo Dios a Moisés, cuando pidió de Él que le enseñase su Doxa=gloria (increada): “…yo pasaré delante de ti mi doxa=gloria… no puede el hombre verme o ver mi rostro y quedar con vida….” (Ex 33 18-20).
Lo mismo ocurre también con todos los temas de la fe que superan las leyes naturales. Los “vemos sin verlos”, “los conocemos sin conocerlos, sin comprenderlos con la lógica”, porque todos están enrollados dentro del “divino gnofos”, (san Gregorio de Nicea). (Gnofos, supra-luz de luces que supera toda luz de la que el hombre participa pero no de su esencia). Los Misterios los vivimos y participamos en estos sólo con la fuerza de la Fe. Si insistimos en creer sólo a lo que entendemos con nuestra lógica limitada, estrechamos inimaginablemente nuestro horizonte espiritual y finalmente no podemos ser cristianos. Porque, en definitiva, “fe es la hipóstasis (base substancial) de la esperanza de cosas que se esperan y no se controlan y la prueba de aquellas que no se ven, (Heb 11,1). Y es cierto que la condición para la fe verdadera es la humildad, con la que atraemos la jaris (gracia, energía increada) de Dios. Porque “el Dios resiste, se contraria a los orgullosos, en cambio a los humildes les da Jaris” (Sant 4,6). El humilde que confía a Dios más que a su lógica, y con la jaris (gracia, energía increada) de Dios, puede entender los Misterios de la Iglesia.
Así, entendemos que, una cosa es el misterio y otra el dogma. Cuando los santos llegan a la experiencia de la doxa-gloria de Dios, viven y ven que Dios es luz, pero entonces también Dios permanece misterio, ya que no pueden llegar a la unión por esencia. La unión del santo con el Dios durante la experiencia es mediante la energía increada y no por esencia. Por eso la Santa Trinidad aún en esta experiencia permanece misterio. Aquello que se puede hacer comprensible lógicamente, es el dogma sobre el misterio de la Santa Trinidad. Así los santos Padres en la co-participación a la doxa increada de Dios que permanece misterio también durante la zeoría-contemplación, la expresan con terminología y le hacen dogma que se puede entender. Una cosa es el misterio y otra cosa el dogma sobre el misterio de la Santa Trinidad. Por eso los Padres hacen uso diferente de la terminología de cada época. Pero cuando en un Sínodo ecuménico se determina el significado concreto de la terminología, entonces permanece invariable.
Por lo tanto, el dogma expresa y formula la experiencia de la apocálipsis (revelación), pero nunca la comprensión del dogma significa que paralelamente se entiende el misterio de la Santa Trinidad, que es inexplicable e incomprensible aún hasta su manifestación. Los Padres dicen que los santos ven invisiblemente y escuchan sin escuchar, y co-participan in-partícipemente y entienden incomprensiblemente a Dios.
San Gregorio el Teólogo dice que comprender a Dios por la lógica de la mente, con meditaciones o reflexiones es difícil, no se puede. Y cuando participa de Su gloria-doxa (luz y energía) increada, es más difícil aún formular esta experiencia.
Los misterios de la Iglesia y la importancia de ellos para el hombre contemporáneo. Por Miguel Julis, Teólogo.
LA IGLESIA SE DEFINE POR SUS MISTERIOS
A través de la Iglesia las fuentes espirituales de la jaris (gracia, energía increada) de Dios mediante los siete misterios principales emanan no sólo a la humanidad sino a toda la creación, con el propósito de la redención del hombre y la realización del destino o el fin natural de todo ser creado. Decimos “mediante los siete misterios principales”, porque la Iglesia a través de los santos Padres y la Παράδοσις Sucesión o Entrega apostólica, nunca ha negado que misterio es toda la vida eclesiástica y en jaris, de los fieles que hacen vida ascética y en metania, mas la iluminación y resplandecimiento de la divina e increada luz. Incluso misterios son: La separación de la psique y del cuerpo al momento de la muerte, la vida interminable de los que se van de esta vida, el efecto de la energía en la psique de los dormidos (muertos) a través de la memoria a ellos y el discernimiento provisional de la Iglesia: luchadora y militante en la tierra y triunfante en los cielos.
Los principales Grandes Misterios Ortodoxos son los siete siguientes
1. Βάπτισμα (Vaptisma) Bautismo, sumersión tres veces del cuerpo entero al agua, no el rociar de los rocieros del papismo.
2. Χρίσμα (jrisma) Crismación, unción de los carismas del Espíritu Santo.
3. Μετάνοια (metania) cambio de mentalidad y vida en Cristo, conversión, introspección, arrepentimiento, penitencia y confesión.
4. Θεία Ευχαριστία (Zia Efjaristia) Divina eucaristía o Comunión.
5. Ευχέλαιο (efjeleo) Santificación o Unción de oleos
6. Γάμος (gamos) Matrimonio
7. Ιερωσύνη (ierosyni) Sacerdocio.
Especialmente el Apóstol Pablo llama a la Iglesia “Cuerpo de Cristo” (Rom 12,5 1Cor 10,17/cap.12), donde pone como cabeza a Cristo y como miembros suyos los fieles. En las funciones del cuerpo natural corresponden también las funciones carismáticas del cuerpo eclesiástico. O sea, la nueva familia en la que se incorpora el hombre con el Bautismo y continuación. En el movimiento y crecimiento corresponde el misterio de la Crismación o Unción. En la comida corresponde el misterio de la Divina Efjaristía. En la edad adulta corresponde el misterio de la Boda y la familia o la vida monástica. En la necesidad de terapia psicosomática o psicoterapia y curación corresponde el misterio de la Bendición o Unción de Oleos. En la necesidad de reconciliación y comunión con sus semejantes corresponde el Misterio de la Metania-santa Confesión. La Iglesia no abandona al hombre indefenso y “a su suerte, o al azar”, ni durante su muerte, tampoco después de la muerte. Le sigue hasta su última residencia con el oficio del funeral y ora por él a Dios con las conmemoraciones y también durante la Divina Liturgia.
LOS MISTERIOS DE LA IGLESIA Y HOMBRE CONTEMPORÁNEO
Los misterios de la Iglesia satisfacen la necesidad del hombre contemporáneo a sentirse que no está solo, sino hermano entre hermanos, y que tiene a Jesús Cristo como Padre, hermano y aún amigo. Contribuyen a la transformación espiritual del hombre y se convierte de individuo en persona (personalidad), partícipe de la doxa (gloria, luz increada) del Dios Trinitario. Sobre todo sanan y completan sus necesidades existenciales y materiales; incluso confirman la unidad del cuerpo y la psique, puesto que en la Iglesia el hombre es tratado psicosomáticamente y no heréticamente; es decir, sólo somáticamente-físicamente, o sólo psíquicamente o sólo intelectualmente. Finalmente a través de los misterios de la Iglesia se metamorfosea, transforma todo el universo en realeza de Dios, retroceden los demonios, se renueva la creación y se unifica lo dividido, pero también se sana cada debilidad, enfermedad y une cualquier división del pueblo, mediante la relación personal con el Dios y el prójimo.
Μιχαήλ Χούλης Miguel Julis, Teólogo.
En Occidente los Misterios se traducen como sacramentos, pero este término no incluye la plenitud y la profundidad del sentido y significado del término helénico Μυστήριο (mistirio, misterio, sacramento).
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