“Ὁ θεός ἀγάπη ἐστίν (o zeós agápi estín) el Dios amor es” (1ª Jn 4,8)
La ἀγάπη agapi es la primera y la más grande de las energías increadas de la increada Jaris. “Porque la ἀγάπη (agapi) amor proviene de Dios” (1ªJn 4,7). La fuente de la agapi increada es nuestro dulcísimo Jesús Cristo que nos la proporciona si Él quiere, tal y como Él quiere y cuando Él quiere. La agapi en el contexto mundano es amor desinteresado, altruista y al contexto divino o de Dios como persona es amor y energía increada. El hombre no tiene luz propia como la luna que toma su luz del sol. Lo mismo, el hombre toma de Dios todas estas cualidades importantes y estas se llaman energías increadas de Dios. Dicen los Santos Padres Ortodoxos que nadie puede conocer la ἀγάπη agapi como energía increada de Dios si no es a través de la Jaris energía increada del Espíritu Santo. Éste es el propósito de la psicoterapia de la Iglesia Ortodoxa: a través de la continua metania (introspección, arrepentimiento, penitencia y confesión), convertir la φιλαυτία* (filaftía,) egolatría, en desinteresada divina ἀγάπη agapi de Dios. Ésta comprende tres estadios: catarsis, iluminación y zéosis o glorificación.
(*Φιλαυτία (filaftía) es el creado amor interesado egocéntrico y enfermizo a uno mismo y su cuerpo, egolatría, es la principal y peor enfermedad espiritual del hombre.)
Dios creó al cosmos (adorno, ornamento) de la nada y libremente sin ninguna necesidad, por ἀγάπη agapi. No sólo creó el cosmos, mundo, sino que lo mantiene por sus energías increadas. Para nosotros los Ortodoxos Dios es el gran presente y para los occidentales es el gran ausente, ya que ignoran la existencia de las energías increadas, “…la más grande de ellas la ἀγάπη agapi” (Cor. 12,13).
En la Antígona de Sófocles leemos: “No he nacido para odiar sino para amar, ni para enemistar sino reconciliar”.
La ἀγάπη agapi nada tiene que ver con los ágapes de los banquetes donde se come y bebe como nos lo quieren mostrar algunos burgueses cristianos heterodoxos. Tampoco quiere decir caridad, puesto que en helénico, la caridad se dice “φιλανθρωπία” (filanzropía) o “ευσπλαχνία” (efsplajnía).
San Dionisio el Areopagita, sobre “ἀγάπη agapi” y “ἒρως eros” dice que hay algunos que discuten sobre el tema de sí es el Dios eros o agapi. Aunque es la misma cosa algunos dicen que no. Así manifiestan que el Dios tiene agapi pero no dispone de eros hacia el hombre. Él tendría eros pero debe de tener agapi. Sin embargo, San Dionisio apelando a su propia experiencia de zéosis o glorificación, concluye que el Dios no tiene sólo agapi para el hombre sino eros también. Además, dice que para Dios agapi y eros es la misma cosa.
San Máximo el Confesor, Filocalía t. 2: «La Ἀγάπη Agapi es una disposición buena de la psique, la que hace que no se prefiera ninguna cosa más que la gnosis increada o inolvidable (conocimiento) de Dios. La gnosis increada o inolvidable no es otra cosa que la luz (increada) de la agapi. La agapi sin hipocresía es el logos verdadero desde la conciencia bondadosa.
Cinco son las causas por las que las personas se aman: 1) Por Dios, tal y como el virtuoso ama a todos porque quiere a Dios. 2) Por naturaleza, tal y como los padres aman a sus hijos y viceversa. 3) Por la vanagloria, tal y como el alabado ama aquel que le alaba y glorifica. 4) Por avaricia, tal y como cuando alguien ama al rico porque espera recibir algo de él y 5) por la voluptuosidad o (filidonía, hedonismo), por la satisfacción de su estómago y todos sus placeres. La agapi a Dios es elogiable, la segunda es mediana y las otras tres son apasionadas, patológicas e impetuosas y por lo tanto, censurables.
El primer elemento básico de la ἀγάπη agapi es que nace del corazón catartizado (sanado, purificado). El Apóstol Pedro dice: “Desde el corazón catartizado amaos los unos a los otros intensamente”. Para un corazón lleno de pazos es imposible amar verdaderamente. Es imposible que pueda llegar uno a conseguir esta agapi permanente, si tiene una preferencia apasionada en algo terrenal. Aquel que ama a Dios, por encima de sus creaciones, prefiere su gnosis increada y con anhelo incesante espera la agapi divina. Aquel que tiene fijado su nus en la agapi de Dios, desprecia todas las cosas visibles y su cuerpo como si fuera ajeno a él. Bienaventurado el hombre que puede amar a cada persona en el mismo grado. Tal y como la memoria del fuego no calienta el cuerpo, así la fe sin agapi no trae a la psique la iluminación de la gnosis (conocimiento increado). Aquel que con su celo adquirió los frutos de la agapi no se separa de ella aunque sufra multitud de males. Te convencerá sobre esto Stéfanos (Esteban) el discípulo de Cristo y sus semejantes que oraban para aquellos que les mataban y pedían que el Dios les perdonase, porque actuaban así por ignorancia (Hechos 7,60).
No tiene perfecta ἀγάπη agapi aquel que cambia de ánimo y disposición hacia los hombres en relación con su carácter; por ejemplo, el que ama a uno y a otro lo odia, o el que a la misma persona, unas veces la ama y otras la odia por las mismas causas. Si a unos los odias y a otros no, si a otros amas a medias o demasiado, de esta desigualdad aprende que estás muy lejos de la perfecta agapi; ella es la que enseña que hay que amar a cada persona por igual. No seas frágil en rechazar la agapi espiritual, porque no queda otro camino para la sanación y salvación de los hombres. Procura, en la medida que puedas, amar a cada hombre, si esto aún no lo puedes hacer por lo menos no odies a nadie. Pero esto tampoco lo puedes hacer si no desprecias y no te desprendes de las cosas mundanas. Muchos han dicho demasiado sobre la agapi, pero si la buscas, la encontrarás sólo en los discípulos de Cristo, porque únicamente ellos le tuvieron como Maestro y así se apropiaron de la verdadera Agapi, por la que decían: “Si tengo el carisma de profecía y conozco los secretos místicos de Dios, si tengo toda la gnosis y no tengo ἀγάπη agapi, en nada me sirve y beneficia” (1ªCor 13,2-3).
El valor que tiene la naturaleza humana, el deseo y la infinita ἀγάπη agapi de Dios hacia la naturaleza humana, se manifiesta con mucha claridad por San Máximo en su logos “Sobre varias dudas”. Esta agapi hace, por un lado, a Dios que tome lo que pertenece a nuestra naturaleza y por otro lado, une la divina naturaleza con la humana tan estrechamente de modo que, el Dios con su humanidad y como hombre apocalipta=revela su deidad…
Según San Máximo, la libertad conecta con el logos. Para él, la libertad es movimiento de la naturaleza lógica. La naturaleza humana carece de absoluta libertad, porque no puede desprenderse de su racionalidad. La libertad, el logos y la ἀγάπη agapi son tres términos que determinan la autenticidad de la naturaleza humana. El logos separa las partes de la realidad, pero las partes de los logos hacen que éstas sean la totalidad, porque existe un logos del todo. Las partes entre ellas tienden a la ἀγάπη agapi. Estos tres aspectos referidos sobre la realidad espiritual conducen a ésta a la unión con el Dios, que es el Logos supremo, la Libertad y la Agapi. Pero, la plena libertad se instala en la naturaleza creada por la encarnación del Logos de Dios, el Logos supremo…
Dentro del logos creado, que tiende hacia el Logos supremo, gracias a un profundo anhelo interno en sinfonía con un misterioso lazo, con Aquel, que desde el principio ejerce la atracción hacia el logos creado; existe una tendencia para una agapi hacia el Logos superior. Y el acercamiento del logos creado al Logos supremo no significa sólo una activación cada vez mayor del mismo como logos, sino también un desarrollo de su agapi hacia el Logos supremo. Así san Máximo une estricta y estrechamente en su pensamiento la ἀγάπη agapi con el logos.
San Máximo confirma continuamente lo paradójico: la naturaleza se mueve voluntariamente en sinfonía consigo mismo, es decir, dentro de la libertad que está independiente o libre de cualquier pazos, sólo cuando se encuentra en relación con el Dios, cuando es sellada y reforzada por la divina libertad. Porque esta relación, es relación de agapi y sólo dentro de la agapi se salva la libertad. Para ser más exactos, dentro de la relación con el Logos Divino, el logos ontológico de la naturaleza humana, que es logos de ἀγάπη agapi, se encuentra con el divino Logos personal, que es el supremo Logos de la ἀγάπη agapi». San Máximo Filocalía.
San Kálistos Angelikudis, Filocalía t.5. v.46. “La experiencia conoce que el principio de la ἀγάπη agapi es triple y comprende tres tipos o cualidades. 1) Existe la agapi sensible, es decir, de los sentidos, hacia las cosas sensibles. Se trata de un apasionado apetito de algo deseado, por eso muchas veces los animales irracionales lo aman. 2) Existe otra agapi, que es la inclinación de la psique lógica por algo que se cree bueno con el propósito de conseguirlo. 3) La tercera es la noerá (espiritual) que pertenece al vivificante Espíritu. Es un encanto sobrenatural atractivo que impulsa al bien sin querer dentro del corazón…
Además, al Espíritu Santo se le llama el Paráclitos cuya energía increada es ésta, la que realmente es agapi. Las otras dos agapis son representaciones de ella. Una es la agapi de la psique que con el loyismós (pensamiento, reflexión) busca el bien por el bien y entonces justificadamente será representación de la divina y espiritual agapi increada. En cambio, la sensitiva es representación de la agapi psíquica (emocional)… La energía de la Agapi por su naturaleza mueve la voluntad…
Sólo el que se mueve por Dios tiene en su interior las divinas energías que son operaciones y manifestaciones, tal y como las describimos; únicamente éste ha aprendido con certeza dentro del fondo místico (secreto) de su psique lo que es esencialmente la agapi y cuál es su deleite. Además, ningún hombre puede amar esencialmente las miríadas de cosas, ni al mismo Dios, si antes no se hace partícipe del Espíritu vivificante, aunque amara con toda su fuerza. Tampoco podrá conocer exactamente qué es la agapi y cuál su inexplicable hidoní (placer) que emana de ella por la Jaris la energía increada de Jesús Cristo nuestro Kirios (Señor). A Él pertenece toda gloria, honra y alabanza por todos los siglos. Amén.”
San Juan Klímako, la Santa Escala: “Aquel que quiere hablar sobre la agapi es como si intentara hablar con el mismo Dios. El desarrollo de una homilía sobre el Dios es cosa insegura y peligrosa para aquellos que no tienen cuidado. Por la agapi conocen y hablan los Ángeles, pero ellos también lo hacen parcialmente según el grado de su divino esplendor. La Agapi es Dios y el que intenta dar una definición a Dios parece al ciego que cuenta los granos de la arena. La Agapi como valor es asimilación con el Dios, claro está, en la medida de las posibilidades humanas. Como energía resulta un gran sentimiento de la psique. Sobre sus cualidades es fuente de fe, abismo de tolerancia y mar de humildad. La agapi es principalmente la negación de cada pensamiento enemigo y contrario, puesto que la “agapi no piensa ni tiene en cuenta el mal” (1ªCor 13,5). La agapi, la apazia (sin pazos) y la adopción (en hijos de Dios), sólo se diferencian por el nombre. El que no tiene temor, está pleno de agapi o está muerto psíquicamente. La agapi concede la jaris de la profecía, facilita la fuerza milagrosa, es abismo de divino esplendor y fuente de divino fuego, cuanto más fuego emana, tanto más abrasa al sediento. La Agapi es el principio de la grandísima humildad, consolidación de los Ángeles y el progreso en los siglos de todos los distinguidos de Dios”.
Dimitri Panagópulos de la homilía nº1: «Αγαπήσεις (agapísis, amarás) al Señor tu Dios con toda tu psique, con todo tu corazón, con toda tu fuerza de tu voluntad y con toda tu diania (mente, cerebro, intelecto). Éste es el primer y gran mandamiento, y el segundo por igual: amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos de agapi depende toda la Ley y los Profetas”. Si no tienes esta agapi hacia Dios y tu prójimo, no harás nada. No se necesita ninguna matemática, ciencia o filosofía para entender que el primer y mayor pecado es el incumplimiento de la 1ª Ley y no el homicidio, ni el robo o el adulterio, etc. Si nos preguntásemos a nosotros o cualquier otro ¿cuál es el mayor pecado? Tendríamos infinidad de opiniones, menos ésta. En el Misterio de la Metania o Confesión ¿quién de nosotros se ha confesado alguna vez que ha incumplido el primero y mayor de los mandamientos».
El Logos de Dios y el logos humano. Del P. Crisóstomos del Monasterio San Dionisio de Athos.
La inexplicable ἀγάπη agapi endotriádica no sucumbe en alguna percepción intelectual, sino que se apocalipta=revela en el perfeccionamiento a través del Espíritu Santo mediante las divinas Energías increadas. La Agapi como término no significa esencia sino sus energías increadas, puesto que es la plenitud de la revelación de las tres Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo…
La divina Agapi es el logos más universal, el cual significa la plenitud de las energías increadas. Culminación de la acción de la Providencia es la kénosis, vaciamiento de los santos Padecimientos de Cristo. El perfeccionamiento de la vida en Jesús Cristo consiste en la comunión de los inefables logos del corazón de Cristo, sobre todo de la humilde Agapi, la que se apocaliptó=reveló con Su sacrificio en la cruz. “Un mandamiento nuevo os doy, que os améis los unos a los otros, como yo os he amado…” (Jn 13,34) y “Mayor que este agapi nadie tiene: Que uno entregue su vida por sus amigos.” (Jn 15,13). La kenótica-vaciadora Agapi condujo a los Mártires al sacrificio de sus sangres por Cristo, y ésta inspira el sacrificio diacrónico, el cual espiritualmente sugiere la sangre de la ascesis (ejercicio) y la oración de los santos por toda la tierra. La sufridora Agapi constituye el perfeccionamiento de la misma hacia el prójimo según los santos: “Cuando oras hacia el Señor con recogimiento, contrición y dulce sufrimiento del corazón, lo mismo para ti, como también para cada hombre enemigo o amigo, entonces has de saber que has amado desde el fondo de tu psique a tu prójimo” (San Gregorio Palamás). Aquel que adquirió la agapi, adquirió a Dios, porque Dios es agapi (1ª Jn 4,8).
Tomado del libro: “Enfermedad psíquica y salud” pág. 27, del Metropolita Ierózeos Vlajos.
«Me había ocupado de san Máximo el Confesor. Me preocupaba el tema de la ἀγάπη agapi. Como se habla mucho sobre ella, quería verificar exactamente que es la verdadera agapi. Los 400 versículos sobre la agapi de San Máximo el Confesor llamaron mi atención. Pero estudiando sus capítulos comprobé en ellos que se habla más para la terapia “psicoterapia” del hombre, es decir, la psicoterapia verdadera. San Máximo nos enseña qué es el nus (espíritu o energía del corazón) del hombre, cómo se enferma, cómo se sana y cómo se hace la terapia. También habla de los pazos (patologías, padecimientos físicos, psíquicos y espirituales) y los movimientos naturales, contranaturales y sobrenaturales de la psique del hombre. La agapi conecta con la apazia (sin pazos). Entendí que la agapi es productiva y “fuego” de apazia, como dice san Juan el Sinaíta. Para llegar a la Divina agapi antes uno debe de psicoterapiarse, sanarse. Porque, por un lado, existe la agapi que pide las cosas de sí mismo y, por otro lado, la que no pide nada para sí mismo. Todo el esfuerzo de la Iglesia es conducir al hombre de la agapi ególatra e interesada a la desinteresada. Pero esto requiere la terapia “psicoterapia” del hombre». (Ieroteo Vlajos).
“Instrucción y Bautismo para mayores”, capítulo 2ª Catequesis, por Ierózeos Vlajos.
El que Dios sea Trinitario: Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres Personas Increadas, pero una esencia, resulta muy importante para la vida espiritual. Aquí está la diferencia del Cristianismo auténtico, el Ortodoxo, con las demás religiones.
Primero, el Dios es Persona. Esto significa que no es una fuerza abstracta que gobierna el mundo, porque un poder insensato e ilógico es destructor. El Dios tiene agapi. Las potencias ο poderes superiores no pueden tener agapi respecto al hombre. La Apocálipsis=Revelación de que el Dios es Persona y el hombre es persona, indica que las relaciones del hombre con el Dios son personales; esto significa que el ser humano no se pierde como una gota dentro del océano, tal y como en el Budismo donde existe una percepción así. Pero una identificación de esta manera no sugiere la agapi, puesto que tal y como la conocemos, quiere comunicación, relación correcta y mantenimiento de la libertad. Una sanación y salvación sin agapi es odio y una agapi sin el mantenimiento de la libertad es catástrofe.
Además, el Dios es Trinitario: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esto quiere decir que el Dios es agapi. Sí no existe otra persona entonces no puede haber agapi. El que uno comprenda a Dios sin el Hijo es lo mismo con el que le entiende sin agapi, porque cada agapi exige su objeto. Cuando usamos el verbo ἂγαπῷ (agapó, amo) enseguida viene la pregunta: ¿a quién amas? Si no existe otra persona no puede existir agapi. ¿A quién, pues, amaría el Dios Padre en la Eternidad, antes de la creación del mundo, si no tuviera Su Hijo como objeto de su agapi? Significaría que antes de crear al mundo como objeto de su agapi, Él no sabría amar ni sería Agapi en su esencia. Esto significaría también que el Dios adquirió con la creación algo que antes no tenía y así cambió. Pero esto no es lógico ni tiene significado y a la vez es contrario a la Santa Escritura en la que desde el cielo se testificó que en el Dios no existe cambio, ni giro, como una sombra.
Entonces sí no aceptamos que el Dios es Trinitario consideraremos a Dios sin agapi, más bien sería sólo justo y misericordioso. Esto lo observamos en el Mahometanismo. La agapi de alguien sólo hacia sí mismo no es agapi sino egoísmo y filaftía (excesivo amor a uno mismo y su cuerpo, egolatría). Por eso Mahoma no menciona la agapi en relación con Alá (su Dios) sino sólo su justicia y misericordia.
Antes de Cristo los hombres consiguieron con su nus e intenciones crear grandes civilizaciones en todos los continentes, pero no podían llegar a la correcta percepción sobre el Dios como Santa Trinidad en Unicidad o Uno y en consecuencia tampoco sobre el Dios como ἀγάπη agapi. En el mundo idólatra había fe en alguna unión triádica, pero no en la Santa y Única. Los hindús creían y siguen en ello, en el Trimurti, es decir, en los sublimes dioses que se llaman Visnú, Brahma y Siva, de los cuales el último es el Diablo que destruye todo aquello que los dos primeros crean. En Egipto creían también en tres deidades, como una familia con agapi carnal de la que de Osiris e Isis nace su hijo Or a quien le mata Osiris y así se disuelve esta boda. El mundo idólatra de la antigua época creía en muchos dioses que hacían guerras, tenían muchas pasiones y debilidades humanas y no podían sanar y salvar al hombre.
Por lo dicho se ve que la fe en el Dios Trinitario es imprescindible porque ésta es la verdad, tal y como nos la ha apocaliptado=revelado el Cristo y porque fuera de esta apocálipsis=revelación no puede existir la agapi. Entonces el Dios es Amor y ama excesivamente a las personas, justamente porque es Persona y Trinitario. La instrucción sobre el Dios Trinitario es el A (alfa) y el Ω (omega) de nuestra fe. Además, como el A es la primera letra del verbo ΑΓΑΠΩ (agapó) y el Ω la última, por eso decimos que el Dios Trinitario es agapi y ama excesivamente al hombre con sacrificio hasta la Cruz. (Ierotheo Vlajos).
Libertad y Agapi en Cristo, por Athanasio Mitilineos
«Juan 8: 31 Jesús decía a los judíos que habían creído en él: «Si permanecéis firmes en la enseñanza de mi logos practicándolo en vuestras vidas, entonces seréis verdaderos discípulos míos, 32 y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.
Por mi enseñanza y por vuestra experiencia personal, conoceréis la verdad y ella os hará libres de la tiranía y la muerte (espiritual) que trae el pecado.»
El que tiene la verdad está realmente libre. O sea, verdad igual libertad. Pero sabemos que el Cristo dijo: “YoSoY la verdad” (Jn 14,6), por lo tanto Cristo igual verdad, cada uno de los tres igual, por consiguiente, Cristo=libertad=agapi.
Muchos en nuestra época y en cada época prometen libertad o hablan sobre libertad, pero todos estos engañan y se engañan, sólo el Cristo es Libertad, la verdadera Libertad. El apóstol Pedro escribe: “Prometen a los hombres libertad, mientras que ellos son esclavos de la corrupción y degeneración, porque cada uno es esclavo de aquello que domina” (2ªPed 2,19). Todos aquellos que empujan a una supuesta libertad, en una liberación de cosas establecidas o de tesis antiguas de percepciones sobre la ética, hoy podemos tirar estos tabúes, como dicen, para que seamos libres. Es decir, ser libres para ellos quiere decir no tener vergüenza de nada. Porque hoy, “sin vergüenza y libertad”, las hemos convertido en sinónimas, las hemos identificado. Entonces entenderán que aquellos que empujan y sacan a los hombres a la calle en nombre de la libertad, ellos mismos son esclavos de la corrupción y la degeneración. La posición de los Apóstoles Juan y Pedro, durante el consejo o sínodo, fue que debemos obedecer a Dios y no a los hombres: “Juzgad si es justo ante Dios obedeceros a vosotros y no a Él; porque nosotros no podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído” (Hec 4, 29-30). En este pasaje nos da la medida de comportamiento en un caso análogo. Sobre esto tened cuidado, como os he dicho muchas veces, nunca debe faltar la amabilidad. Cuando uno conoce valorar las cosas y siempre pone la voluntad de Dios por encima de todos los criterios, entonces cualquier cosa que le ocurra puede juzgarla, puede ser que llegue hasta convertirse en mártir, pero siempre mantiene su libertad. ¿Por qué? Porque está dentro de la verdad. Aquel que está dentro de la verdad mantiene su libertad. Es un libre asediado, como dice el gran poeta Solomós. Libre asediado, puede que me aten las manos y los pies, puede que me tiren dentro de una cárcel oscura con humedad y no pueda ver los rayos del sol o no poder tener comunicación con los demás hombres, pero como digo la verdad estoy libre. No se trata de una libertad que puedo mover manos y pies, como los animales y los pájaros. La libertad no es la de los movimientos, sino la de la conciencia. La libertad de la conciencia es una cosa grandiosa de la persona-hipóstasis. Cierto que hoy no existe esta libertad de la persona-hipóstasis. Libre es el hombre que expresa la voluntad de Dios y no su propia voluntad. Atención a este punto, repito, libre es el que expresa la voluntad de Dios y no su propia voluntad. Sé que alguno quizá me dirá que, entonces no expresamos la libertad nuestra sino la de Dios, puesto que yo hago y sigo algo que quiere Dios.
Os diré algo muy importante sobre la maltrecha, malinterpretada y pobre libertad, que quizás es un punto crítico para entender. La libertad se entiende siempre dentro del espacio de la agapi. Una libertad fuera del espacio de la agapi no es libertad, es simplemente movimientos de miembros, movimientos de un yo autonomizado que al final se conduce a una auto-catástrofe o autodestrucción. Si, por ejemplo, amas, aunque debieras expresar libertad extranjera, como aquí de Dios o del prójimo, estás libre, ¿pero cuándo?, cuando amas. Cuando amo a uno, entonces me convierto en servidor de sus deseos libremente, libremente quiero. Yo quiero servir a Dios. ¿Qué desea Dios? Esto es lo que yo deseo y quiero. Por lo tanto, a mí mismo libremente me esclavizo a Dios. Esta libertad que sirve a la agapi tiene sentido y está posicionada correctamente. Por consiguiente, la libertad sirve a la agapi. La libertad debe estar incorporada dentro de la agapi y servirla. La agapi está por encima de la libertad. Tomad a los mártires, grandioso ejemplo, millones de mártires en nombre de Cristo, sólo helenos (griegos) once millones en los primeros tres siglos del cristianismo. Ellos diríamos que tenían comprometida su libertad. Al principio de parte de los hombres, les prendían y les mataban. Después comprometían su libertad a Dios. Y a pesar de eso, estaban libres. Porque amaban y se entregaban a sí mismos libremente a la agapi.
Yo os diré un ejemplo humano muy común. Tenéis un hijo pequeño único, lo amáis mucho y el hijo enferma. He dicho único para recalcar el caso, no quiero despreciar nunca que si uno tiene diez hijos no puede amar al décimo. No. Como dice el dicho, cualquier dedo que cortas duele. Tomamos el caso de un hijo único, éste hijo enferma y entráis en inimaginables peripecias y sufrimientos. No sólo que ya no podéis ir de juergas o diversiones, a lo mejor ni un paseo elemental, ni siquiera podéis dormir. Inmovilizados, pues, en esta peripecia del niño que se hace crónica, os pregunto, ¿os ha inmovilizado alguien la libertad?, ¿os ha atado alguien la libertad, no podéis salir a divertiros, lo normal etc.? Estoy hablando sobre lo visto, tal y como viven los hombres. ¿No pueden salir a divertirse?. Claro que sí. ¿Qué os lo impide?. Pues, la agapi-amor. Pero esto sobre vuestro hijo lo hacéis libremente, porque lo amáis. Por eso os dije que no se entiende la libertad sin la agapi. Esto no debemos de olvidarlo jamás. Otra cosa es que algunas veces también la agapi puede estar sirviendo a la libertad, sencillamente porque es agapi.
Mirad como escribe estas cosas el Apóstol Pablo: “Siendo libre de todos y de todo, me hago esclavo de todos para ganarlos a todos o la mayoría, (1ª Cor 9.19, leed hasta el final la parábola). Esto san Pablo, lo creía hasta sus profundísimas entrañas, “que soy libre de todos, de personas y de cosas”, porque Pablo no tenía fortuna, no tenía nada. Una vez la tuvo y la donó a los pobres. Pablo no se había atado a sí mismo con ninguna persona, ni con nobles y gobernantes, ni con los sumos sacerdotes, ni con los Pilatos; no se había atado con nadie, ni con nada. Estaba realmente libre, libre de todo. No sé quién puede decirlo esto, pero algunas veces decimos que “si tienes cosas estás libre.” Leía en una revista que hay un rótulo de propaganda en la Caixa o banco alemán que dice: “si tienes algo eres algo”. Claro que si tienes algo, los demás te tienen en cuenta, entonces estás libre y te mueves como quieres, diría uno. Esto en el fondo es un engaño. Sé que muchos no lo entenderán, me desmentirán. Pero tanto si lo entiendo como si no, os diría que mediante Pablo lo entiendo. Pablo lo decía y lo creía. Estaba libre porque no estaba unido con nada. Cuando más cosas acumulamos para que seamos algo, libres y movernos como queremos, tanto más aumentamos la carga de la vida y de verdad estamos atados. Es cierto que hay veces que uno puede estar atravesando un momento que le pesan y fastidien muchas cosas, teniendo quebraderos de cabeza por fortunas, herencias, trabajos, hacienda, robos etc., y podría ver a un hombre pobre en la calle pidiendo y le envidie. No miento, puede a veces que veamos un pájaro del cielo volando y decir, mira este pájaro vuela despreocupado disfrutando del sol y del aire, en cambio yo estoy atado con tantas cosas, tengo ataduras por todas partes. Pablo estaba libre de todo y se hace esclavo de todos para ganar a la mayoría, veis está libre en el sentido que os dije antes, pero ahora se esclaviza porque los ama. Veis que aquí la libertad viene a servir a la agapi; “Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar a mayor número… todo esto lo hago por el evangelio para hacerme copartícipe de todos sus bienes” (1ª Cor 9,19-23). Cosa grandiosa, queridos míos, sentir el concepto de la agapi y de la libertad y la libertad incorporada dentro en la ἀγάπη agapi». (Transcrito de la homilía en helénico a español, del Yérontas y Profeta del siglo 20 Athanasio Mitilineos).
Dicen los Padres, ortodoxia es igual a ortopraxía. Debemos recalcarlo que el cristiano ortodoxo, el practicante, es el hombre verdaderamente libre.
Dios Padre, dentro de los padecimientos de su Hijo, desea místicamente estremecer la patología mundial con su paciente y humilde Agapi. Desde esta sacrificadora Agapi de Cristo el hombre finalmente puede constituirse “uno” con Dios, el cual es ἀγάπη (agapi).
San Justino Popovits, de Sarbia escribe: ¡El hombre condenó a Dios a la muerte y Dios con su inmensa ἀγάπη agapi condenó al hombre a la inmortalidad!!!
1ª Epístola a los Corintios, capítulo 13
Canto a la agapi increada, amor divino
1 Aunque hable las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo agapi-amor no soy más que una campana que suena o como unos platillos o címbalos resonantes.
2 Aunque tenga el don de profecía y conozca todos los misterios y las voluntades de Dios y toda la ciencia, y aunque tenga tanta fe que traslade las montañas, si no tengo agapi-amor, no soy nada.
3 Aunque reparta todos mis bienes entre los pobres, y entregue mi cuerpo a las llamas para gloriarme, sino tengo agapi-amor, de nada me sirve.
4 La agapi-amor aleja la ira, es magnánima, paciente, tolerante; la agapi no tiene envidia, no es presumida, ni se infla de orgullo,
5 no hace nada feo e indebido, no es grosera ni egoísta y no busca sus intereses, no piensa mal para su prójimo, ni se irrita, no tiene en cuenta el mal del otro;
6 La agapi-amor no se alegra por la injusticia; se alegra y goza cuando domina la verdad,
7 todo lo disimula, sufre y aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo tolera.
8 La agapi-amor jamás decae y nunca falla; Pero, las profecías que hay ahora como dones del Espíritu Santo desaparecerán, las lenguas cesarán y las gnosis, conocimientos caducarán.
9 Todo esto en la vida futura quedará abolido, porque parcialmente conocemos y profetizamos.
10 Cuando en la vida futura llegue lo perfecto e integral, entonces desaparecerá lo parcial e imperfecto.
11 Esto que os escribo, lo comprenderéis con el siguiente ejemplo: Cuando yo era niño pensaba, razonaba y hablaba como un niño. Cuando llegué a ser hombre, se despojaron y desaparecieron las cosas de niño, las niñerías.
12 Porque ahora vemos confusamente como en un espejo de manera que quedan muchos enigmas e interrogantes que no podemos explicar. Entonces veremos y será claramente cara a cara, (persona a Persona o hipóstasis a Hipóstasis). Ahora conozco parcialmente la verdad, pero entonces tendré perfecta la gnosis, tan perfecta como cuando fui reconocido por Dios, (tal como energizaba y operaba el omnipotente Señor en mi regreso como reconocimiento y proclamación de mi axioma apostólico.)
13 Esto se hará en el futuro. Ahora hay tres cosas que permanecen: la fe, la esperanza y la agapi. Pero la más grande de ellas es la ΑΓΑΠΗ AGAPI (amor desinteresado humano y energía increada divina).