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Carta hacia el presbítero Elpidio
Páter Elpidio, junto con el “logos (tratado) sobre la vida ascética”, mando a tu santidad también el “logos sobre la αγάπη-agapi”; está compuesto, según el número de los Evangelios, por cuatro centurias, y quizás no está a la altura de tus expectativas, pero tampoco inferior a mis fuerzas.
Pero sepa tu santidad que no se trata de unos logos-tratados frutos de mi diania (mente, intelecto), sino que una vez haber estudiado los logos de los santos Padres, y al haber extraído de allí los conceptos y significados que conciernen el tema, concentrando y sintetizando muchos logos sencillos, para que sean fáciles de entender y poder disfrutar con facilidad, y las envío a tu santidad.
Te ruego que los leas con buena disposición y ánimo buscando el beneficio que contienen, ignorando la falta de belleza léctica-dicción, y ores para mi mediocridad, ya que estoy falto de todo provecho espiritual.
Te ruego también esto: que no consideres como molestia lo dicho, porque he ejecutado y cumplido una orden. Lo digo esto porque hoy somos muchos los que molestamos con logos y palabras, en cambio son muy pocos los que instruyen o que son instruidos por obras. Además te ruego, a lo que más puedas, pongas especial cuidado y esmero en cada capítulo. Porque, me parece que no a todos es fácil de comprender todo, sino que la mayoría necesitan largo examen y tiempo, aunque el logos de estos tratados parezca que sea sencillo.
Tal vez dentro de alguna de estas cosas encuentres algo de provecho para la psique; de todos modos más fácil lo tendrá aquel que, con la jaris (gracia, energía increada) de Dios, lee con pensamientos sinceros sin maldad, ni curiosidad, con temor a Dios y agapi. Pero aquel que no estudia para su beneficio espiritual, sea estos capítulos o cualquier otro libro, sino que busca las palabras para hablar mal y reprender al escritor y así con gran presunción y jactancia de sí mismo se presenta como más sabio supuestamente que el escritor, éste charlatán no descubrirá nada provechoso y beneficioso espiritualmente en ninguna parte.
Primera Centuria sobre Agapi, san Máximo el Confesor
1.1 La agapi es una bondadosa disposición de la psique-alma por la cual ésta no prefiere ninguna de las cosas y realidades existentes más que la gnosis increada de Dios. Pero es imposible que llegue a adquirirla cómo hábito permanente el que tiene una declinación enfermiza y apego en alguna cosa de las terrenales.
1.2 La agapi nace de la apazia (sin pazos); la apazia nace de la esperanza en Dios; la esperanza, de la paciencia y de la magnanimidad o tolerancia; éstas nacen de la engratia (continencia, autodominio) general; la engratia del temor a Dios y el temor a Dios nace de la fe.
1.3 Quien cree en el Señor teme el infierno; quien teme el infierno domina los pazos; quien domina los pazos lleva con paciencia los sufrimientos; quien lleva con paciencia los sufrimientos alcanzará la esperanza en Dios; la esperanza en Dios separa el nus de toda declinación enfermiza y apego terrenal; y el nus cuando está así separado y liberado, alcanzará la agapi de Dios.
1.4 Quien ama a Dios, prefiere sobre todas las cosas creadas por Él la gnosis increada de Dios, y no cesa, por el anhelo y deseo que tiene, a buscarlo y esperarlo constantemente.
1.5 Si todas las existencias y las cosas han sido hechas por Dios y para Dios, y Dios es mejor y más grande que Sus creaciones; entonces aquel que abandona a Dios y se vuelve hacia las cosas inferiores y peores, muestra que aprecia más a las criaturas y las creaciones que a Dios.
1.6 Aquel que mantiene su nus fijado y dedicado a la agapi de Dios, menosprecia todas las cosas visibles, incluso a su cuerpo como si fuera forastero.
1.7 Ya que la psique es superior al cuerpo e incomparablemente el Creador es superior al mundo, quien prefiere al cuerpo antes que la psique y al mundo antes que a Dios que lo ha creado, éste no difiere en nada de los que alaban los ídolos.
1.8 Aquel que ha apartado su nus de la agapi de Dios y de la contemplación, y lo tiene fijado y pegado en alguna cosa de las sensibles, éste prefiere el cuerpo antes que la psique y las creaciones antes que a Dios que las ha creado.
1.9 Si la vida del nus es la iluminación que la da la gnosis espiritual, y la iluminación nace de la agapi hacia Dios, correctamente se ha dicho que no hay nada mejor y mayor que la agapi divina (amor, energía increada).
1.10 Cuando el nus por el eros (ardor amoroso) de la agapi sale hacia Dios, entonces no advierte ninguna de las cosas creadas. Iluminado de la divina luz increada e infinita, no percibe ninguna de las creaciones, como le sucede al ojo sensible que no ve las estrellas cuando sale el sol.
1.11 Todas las virtudes ayudan al nus a adquirir el divino eros (ardor amoroso), pero más que todas ellas la oración pura y lúcida. Con ella el nus toma alas y vuela hacia Dios, escapando de todas las cosas, seres y realidades.
1.12 Cuando el nus medio la agapi es arrebatado de la divina gnosis increada, y una vez encontrándose fuera de los seres, las realidades y las cosas, percibe y siente la infinitud de Dios; entonces, como le sucedió al divino Isaías, queda anonadado viendo y sintiendo su propia miseria y nimiedad, y dice con corazón dilatado los logos del profeta: “Ay de mí que soy un hombre de labios impuros, y vivo en un pueblo de labios impuros, y mis ojos han visto al Rey, el Señor Sebaoth” (Is 6,5).
1.13 Quien ama a Dios no puede dejar de amar a cada uno de los hombres como a sí mismo, aunque le cueste soportar los pazos de aquellos que todavía no han sido purgados y sanados “psicoterapiados”. Por eso, cuando ve su conversión y corrección, se alegra con una alegría sin medida e indecible.
1.14 La psique sucia que no ha hecho su catarsis está repleta de malos loyismí, de deseos indecentes y de odio.
1.15 Quien ve en su propio corazón sólo una huella de odio contra alguien, porque ha recibido de ese hombre alguna ofensa, se halla totalmente alejado de la agapi de Dios; porque la agapi de Dios no tolera, en absoluto, el odio hacia un hombre.
1.16 “Quien me ama –dice el Señor– aplicará y cumplirá mis logos-mandamientos” (Jn 14,15), y “Este es mi mandamiento, que os améis los unos a los otros” (Jn 15,12). Por lo tanto, quien no ama a su prójimo no cumple el mandamiento del Señor. Quien no aplica ni cumple el mandamiento, ni tampoco puede amar al Señor.
1.17 Bienaventurado y feliz el hombre que puede amar a cada persona al mismo grado.
1.18 Bienaventurado el hombre que no se aferra a ninguna cosa corruptible o pasajera.
1.19 Bienaventurado y feliz el nus que ha sobrepasado todos los seres, entes y las cosas y disfruta sin cesar de la belleza divina.
1.20 Aquel que cuida de la carne y cómo satisfacer sus deseos, y guarda rencor hacia el prójimo por cosas temporales, éste alaba la creación en vez del Creador, (Rom 1,25).
1.21 Aquel que mantiene su cuerpo fuerte y alejado de los placeres o del hedonismo, lo tiene como co-sirviente para servir a lo espiritual o las realidades espirituales.
1.22 El que huye de los indecentes deseos o concupiscencias mundanas se convierte y se hace superior de toda tristeza y materia mundana.
1.23 Quien ama a Dios, ama también a su prójimo sin reservas; y un hombre así no puede conservar el dinero y las riquezas, sino que las administra según la voluntad de Dios y las distribuya a los necesitados.
1.24 Aquel que hace caridad o compasión y misericordia imitando a Dios, no hace distinción entre hombre bueno y malo, justo e injusto en las cosas necesarias para la vida sino que reparte por igual a todos, aunque por su buena predisposición prefiere al virtuoso que al malvado.
1.25 El Dios por naturaleza es bueno y sin pazos-impasible, ama igual a todas Sus creaciones, pero al virtuoso le glorifica porque adquiere también la gnosis increada, en cambio al hombre malo lo compadece a causa de Su bondad, lo instruye y corrige en este mundo para que por la metania se corrija y convierta. Así también el hombre con buena voluntad, disposición y buen ánimo ama de la misma manera a todos los hombres; y a los virtuosos en razón de su naturaleza y de su buena predisposición y voluntad; y a los malos por compasión y misericordia que tiene como semejante suyo, y por simpatía porque como es necio camina en la oscuridad o en las tinieblas.
1.26 La disposición de la agapi no se confirma sólo con el reparto de riquezas y del dinero, sino, mucho más, con la transmisión generosa del logos y con la diaconía o servicio del cuerpo.
1.27 Quien renuncia de verdad las cosas del mundo y sirve al prójimo impulsado con amor sin hipocresía, se libera rápidamente de cada pazos y participa de la agapi (amor energía increada) y la gnosis de Dios.
1.28 El que ha adquirido en sí mismo la agapi divina (energía increada), no se cansa de seguir a su Señor (Jer 17,16), tal como dice Jeremías, sino que, sobrelleva con valentía todo trabajo, injuria y afrenta, sin querer para nadie el menor mal.
1.29 Si alguien te afrenta, te insulta o te desprecia por algo, ten cuidado entonces de los loyismí de la ira, no vaya ser que estos, con su amargura y tristeza te aparten de la agapi y te lleven a la región del odio.
1.30 Cuando sientes dolor y sufrimiento porque alguien te ha afrentado, despreciado e insultado, considera que has sido muy beneficiado; pues, por la economía divina dispuso que la vanagloria fuera expulsada de ti por el deshonor y la humillación.
1.31
Como el recuerdo del fuego no calienta el cuerpo, así la fe sin agapi no produce en la psique la iluminación de la gnosis increada.
1.32 Así como la luz del sol atrae al ojo sano, así también la gnosis increada de Dios, atrae naturalmente, por la agapi, al nus puro y lúcido.
1.33 Nus puro y lúcido es el que se ha alejado de la oscuridad de la ignorancia y es iluminado por la divina Luz increada.
1.34 Psique pura y lúcida es aquella que se ha librado de los pazos y deleita siempre de alegría por el agapi divina (energía increada).
1.35 Pazos reprobable es un movimiento de la psique contrario a su naturaleza.
1.36 La apazia o apátheia sin pazos es un estado de paz de la psique, que poseyéndola la psique difícilmente puede ser movida hacia al mal.
1.37 El que alcanzó con esfuerzo y celo los frutos de la agapi, no los abandona aunque, tenga que padecer males innumerables. Es lo que nos enseña san Esteban, discípulo de Cristo, y los que son como Él, (aún el mismo Salvador), que oraba por sus verdugos y pedía a Dios que los perdonara porque no sabían lo que hacían (Hec 7,60).
1.38 Si la agapi es “paciente, tolerante, bondadosa y magnánima”, quien se irrita y obra con maldad se aparta evidentemente de la agapi; y quien se aparta de la agapi se aleja de Dios, porque el Dios es agapi (1 Jn 4,8).
1.39 “No digáis que sois templo del Señor” dice el divino Jeremías (7,4). Y tú no vayas a decir que “la fe sola sin obras en Jesús Cristo nuestro Señor puede salvarme”; pues esto no es posible si no adquieres con obras la agapi hacia Él. En cuanto a la fe sola sin obras no beneficia ya que “hasta los demonios creen y tiemblan” (St 2,19).
1.40 Obra de la agapi es el hacer bien con toda su psique y corazón al prójimo, con la magnanimidad y la paciencia, y el uso de las cosas con logos (razón) ortodoxo, correcto.
1.41 Quien ama a Dios no hace sufrir y entristecer a nadie, ni contra nadie se entristece por cosas temporales. Solamente causa una tristeza saludable, y también la padece, es a conocer la tristeza sanadora y salvífica, la misma tristeza que entristecía a san Pablo, por la cual éste entristeció a los Corintios (2Cor 7,8-11).
1.42 Quien ama a Dios lleva en la tierra una vida angélica, entregado al ayuno, a las vigilias, a la salmodia y a la oración; y siempre piensa bien de todo hombre.
1.43 Lo que uno desea, por ello lucha por alcanzarlo. Ahora bien, si Dios es incomparablemente mejor y más apetecible que todas las cosas buenas y apetecibles ¡qué diligencia no debemos emplear para alcanzar a Aquel que es bueno y deseable por su misma naturaleza!
1.44 No manches tu cuerpo-carne con praxis vergonzosas, ni ensucies tu psique con loyismí malos astutos, y la paz de Dios vendrá sobre ti y te traerá la agapi.
1.45 Castiga tu carne con el ayuno y la vigilia, entrégate sin descanso a la salmodia y a la oración, y así vendrá sobre ti santificación de la templanza y te traerá la agapi.
1.46 Quien fue hecho digno de la divina gnosis y alcanzó su iluminación, jamás será agitado por el espíritu de la vanagloria. En cambio, quien todavía no mereció esta gnosis es fácilmente asediado por él; pero si en todas sus acciones tiene fijada su mirada a Dios y hace todo por Él, fácilmente escapará de la vanagloria con la ayuda de Dios.
1.47 Quien no ha adquirido la divina gnosis que se manifiesta por la agapi, se enorgullece y tiene una gran idea sobre sí mismo por las obras que realiza según la voluntad de Dios. Pero aquel que se ha hecho digno y ha adquirido esta gnosis divina increada, dice con sentimiento profundo las palabras que pronunció el patriarca Abrahán cuando se le concedió presenciar la manifestación divina: “Yo soy polvo y ceniza” (Gen 19,27).
1.48 Quien teme al Señor tiene siempre la humildad por compañía, y gracias a los recuerdos que ella le produce, llega a alcanzar la agapi divina y la efjaristía acción de gracias. Efectivamente, ella le recuerda cuan mundanamente vivía antes, y en los diversos pecados y tentaciones que incurió desde su juventud, y cómo el Señor lo libró de todo esto y lo hizo pasar de una vida dominada por los pazos a una vida según Dios. Entonces, junto con el temor adquiere también la agapi, y da gracias sin cesar muy humildemente al Benefactor y Gobernador de nuestra vida.
1.49 No manches tu nus-espíritu aceptando loyismí de deseos indecentes y de ira, para no decaer de la oración pura y lúcida y caer en la acedía espiritual.
1.50 El nus humano pierde toda confianza en su trato e intimidad con Dios cuando se entretiene permaneciendo en los loyismí malos astutos y sucios.
1.51 El insensato, que es conducido por los pazos, cuando es agitado por la ira, éste sin razón se apresura a huir de sus hermanos. Por el contrario, si el deseo ardiente lo inflama, cambia de parecer y corre de nuevo hacia ellos. El prudente, en cambio, en ambas ocasiones obra de manera opuesta: en el momento de la ira, una vez cortadas las causas de la turbación, se libera de sí mismo de toda amargura y tristeza hacia sus hermanos; en el caso del deseo ardiente domina el impulso compulsivo e irracional de encontrarse con ellos.
1.52 A la hora de las tentaciones no abandones tu monasterio, sino soporta con generosidad y valentía las oleadas de los loyismí, especialmente los de tristeza y acedía. De este modo, al ser probado por las aflicciones o tribulaciones, por divina economía o concesión, alcanzarás una firme esperanza en Dios. Pero si te vas, mostrarás que eres un réprobo, un cobarde y un inestable.
1.53 Si no quieres perder la agapi de Dios, no permitas que tu hermano se vaya a acostar disgustado contigo, ni tú te acuestes disgustado con él, sino “ve a reconciliarte con tu hermano y luego vuelve” (Mt 5,24) y ofrece a Cristo, con conciencia pura, el regalo de la agapi, con oración fervorosa.
1.54 Si alguien posee, todos los carismas (las jaris) del Espíritu Santo, como enseña el divino Apóstol, pero le falta la agapi increada, no le es de ninguna utilidad y beneficio, (1 Co 13,1), ¡cuánto empeño y cuidado debemos poner para alcanzarla!.
1.55 Si “la agapi no hace mal al prójimo” (Rom 13,10), aquel que tiene envidia de su hermano y se entristece por su buena reputación, y ensucia su reputación con burlas, o que, por maldad, le pone insidias con malicia en algo, ¿acaso no abandona la agapi y se hace reo del Juicio eterno?.
1.56 Si “la plenitud de la ley es la agapi” (Rom 13,10), aquel que guarda rencor o resentimientos contra su hermano y maquina fraudes contra él, que le desea el mal y se alegra de su caída ¿cómo no será considerado transgresor de la ley y digno del infierno eterno?.
1.57 “El que habla mal acusando y juzgando a su hermano, acusa y juzga la ley divina” (St 4,11), puesto que la ley de Cristo es la agapi increada, ¿cómo, pues, el que habla mal acusando a su hermano no se excluirá él mismo de la agapi de Cristo y no se hará a sí mismo reo del infierno eterno?
1.58 No prestes tu oído a los logos del maldiciente, ni entregues tus logos al oído del que ama la crítica mala, hablando y escuchando con gusto contra tu prójimo, para que no pierdas la agapi divina (energía increada) y seas encontrado desheredado de la vida eterna.
1.59 No toleres ni aceptes que insulten y acusen a tu padre espiritual, ni alientes al que lo desprecia, para que el Señor no se irrite contra tus obras y te borre destruyéndote de la tierra de los vivientes (Deu 6,15).
1.60 Cierra la boca del que acusa y habla mal en tus oídos, para no cometer con él un doble pecado: el de adquirir el hábito de un pazos destructor, y el de no haber impedido decir necedades y hablar mal contra tu prójimo.
1,61 “Yo os digo –dice el Señor–amad a vuestros enemigos; haced el bien a los que os odian; orad por los que os calumnian y perjudican” (Mt 5,44) ¿Para qué estos logos? Para liberarte del odio, de la tristeza, de la ira, del rencor y de los resentimientos, y para hacerte digno de recibir el bien supremo que es la increada agapi perfecta; la cual no puede poseerse si no se ama igualmente a todos los hombres, tal como lo hace Dios que ama por igual a todos los hombres y quiere que se sanen, se salven y lleguen a la gnosis plena de la verdad la verdad (Tim 2,4).
1.62 “Yo os digo: no resistáis al mal; antes bien, si alguien te pega en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; al que quiera llevarte a juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto; y si alguien te fuerza a caminar una milla, anda con él dos” (Mt 5,39). ¿Por qué el Señor dice estos logos? Porque Él quiere preservarte de la ira, de la turbación y de la tristeza, y para instruir al otro por medio de tu paciencia, tolerancia e indulgencia y, como Padre bueno, atraer y conducir a ambos bajo el yugo de la agapi.
1.63 Todas aquellas cosas que nos han afectado por los pazos, dejan en nosotros imágenes maliciosas y fantasías indecentes. Por tanto, el que vence estas fantasías maliciosas e imágenes indecentes, por supuesto que desprecia también las cosas que ellas reflejan. Porque la guerra contra la memoria de los recuerdos de las cosas es tanto más grave, cuanto es más fácil pecar con la diania (mente, intelecto) que por las obras.
1.64 Unos pazos son propios del cuerpo y otros de la psique. Los corporales o somáticos tienen sus incentivos en el cuerpo mismo, y los de la psique en las cosas exteriores. La agapi y la dominación de sí mismo extinguen los dos: la primera aquellos de la psique, y la segunda a los del cuerpo.
1.65 Unos pazos corresponden a la parte irascible de la psique, y otros a la parte anhelante. A unas y otras las despiertan las cosas sensibles, cuando la agapi y la dominación de sí mismo están ausentes de la psique.
1.66 Mucho más difícil es combatir los pazos de la parte irascible que las de la parte anhelante. Por eso nos ha sido dado por el Señor un fármaco más fuerte contra los pazos de la parte irascible, el logos-precepto de la agapi (amor energía increada divina unida con amor desinteresado, altruista y no egoísta cuando se trata del hombre).
1.67 Todos los demás pazos afectan, o solamente la parte irascible de la psique o solamente la parte anhelante, o también solamente la parte logística o racional, como por ejemplo, el olvido o la ignorancia. Pero la acedía (pereza espiritual), en cambio, alcanza a todas las dinamis potencias y energías de la psique y conmueve simultáneamente a casi todos los pazos. El Señor nos dio un espléndido remedio contra ella cuando dijo: “Por vuestra paciencia y perseverancia sanaréis y salvaréis vuestras psiques” (Lc21,19).
1.68 No ofendas ni hieras a ninguno de tus hermanos, sobre todo sin causa bendita, no sea que éste no pueda soportar la tribulación y se vaya, pues, entonces no podrás escapar a la acusación de tu conciencia que, en el tiempo de la oración te traerá tribulación y tristeza, y alejará a tu nus a tratar con franqueza y confianza con Dios.
1.69 No aceptes las sospechas ni toleres a las personas que te escandalizan contra alguien. En efecto, los que se escandalizan de lo que sucede, ya sea voluntaria o involuntariamente, no conocen el camino de la paz que, por la agapi (amor, energía increada), lleva a la inolvidable gnosis increada de Dios a aquellos que aman apasionadamente esta gnosis.
1.70 No posee todavía agapi perfecta aquel cuyas disposiciones interiores cambian su carácter por los distintos juicios y razones humanos, como por ejemplo, si ama a uno y odia a otro, o ama y odia alternativamente por iguales motivos y razones.
1.71 La agapi perfecta no separa la una y común naturaleza de los hombres según sus diferentes disposiciones y razones parciales, porque todos tienen una misma naturaleza; sino que considerando siempre esta naturaleza, los ama a todos por igual; a los virtuosos, los ama como amigos; y a los malos, los ama como enemigos, y también padece gracias a ellos, ella (la agapi) los ayuda desinteresadamente, ella es tolerante, magnánima y si la perjudican los trata con paciencia sin tener en cuenta para nada el mal, y si la ocasión o la situación lo requiere, si fuera posible para hacerlos también amigos. Si no lo consigue, no cambia su actitud y disposición, sino que brinda siempre frutos de agapi a todos los hombres por igual. Por eso también nuestro Señor y Dios Jesús Cristo, mostrando Su agapi para con nosotros padeció por toda la humanidad, y a todos los concedió o regaló gratuitamente la esperanza de la resurrección, si bien cada uno se hace digno de sí mismo de la doxa-gloria increada o del infierno.
1.72 Quien no desprecia la gloria y deshonor, riqueza y pobreza, placer y tristeza, no ha alcanzado aún la agapi perfecta. Porque la agapi perfecta desprecia no sólo todo esto sino aún la misma vida temporal y la muerte.
1.73 Escucha lo que dicen los que han sido dignos de la agapi perfecta: “¿Quién podrá separarnos de la agapi de Cristo? ¿La tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada? Conforme dice la Escritura: “Por tu causa somos entregados a la muerte todo el día; somos considerados como ovejas destinadas al matadero. Pero en todas estas cosas vencemos plenamente por Aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni muerte ni vida, ni ángeles ni principados, ni lo presente ni lo futuro, ni potestades, ni altura ni profundidad, ni ninguna otra criatura podrá separarnos de la de Dios que está en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Rom 8,35-39).
1.74 Escucha de nuevo lo que dicen acerca de la agapi al prójimo: “Digo la verdad en Cristo, no miento, y mi conciencia da testimonio de ello por el Espíritu Santo, de que siento una gran tristeza y un dolor incesante en mi corazón. Hasta desearía yo mismo ser separado de Cristo por mis hermanos, los de mi raza según la carne, los israelitas” (Rom 9,1-3), etc. Y lo mismo dicen Moisés y los otros santos, (cfr. Ex 32,21).
1.75 Quien no desprecia la gloria y el placer, y aquello que los aumenta y los mantiene, esto es, la avaricia amor a las riquezas y al dinero, no puede cortar los motivos de la ira o enojo. El que no los corta no puede alcanzar la agapi perfecta.
1.76 La humildad y la ascesis dura del cuerpo libran al hombre de todo pecado; la primera corta y extingue los pazos de la psique y la segunda los pazos del cuerpo. Esto hacía el bienaventurado David cuando oraba a Dios diciendo: “Mira mi humildad y mi esfuerzo, cansancio y perdona todos mis pecados” (Sal 24,18).
1.77 El Señor, por medio de los logos-mandamientos, convierte sin pazos o impasibles a aquellos que los aplican; y por medio de los dogmas divinos regala la iluminación de la divina gnosis increada.
1.78 Todos los dogmas se refieren a Dios, o sobre los seres visibles o invisibles, o acerca de la Providencia y del juicio de Dios sobre éstos.
1.79 La caridad, compasión o misericordia sana la parte irascible de la psique; el ayuno marchita el deseo; la oración purga, sana y purifica el nus-espíritu y le convierte en experto para la contemplación de los seres; y según las fuerzas de nuestra psique, el Señor nos ha regalado la enseñanza de sus mandamientos-logos.
1.80 “Aprended de mí –dice –que soy apacible y humilde de corazón” (Mt 11,29), etc. La mansedumbre o apacibilidad mantiene en paz la parte irascible de la psique, y la humildad libera al nus de la arrogancia y de la vanagloria.
1.81 Hay dos tipos de temor de Dios. Uno nace de nosotros por las amenazas del infierno, y, a su vez, engendra progresivamente en nosotros el dominio de nosotros mismos, la paciencia, la esperanza en Dios y la paz interior, que a continuación de forma natural viene la agapi. El segundo es el temor que unido con la misma agapi, mantiene siempre a la psique en devoción para que ésta, por la familiaridad producida por la agapi, no degenere en desprecio de Dios.
1.82 La agapi perfecta arroja el miedo fuera de la psique (Jn 4,18), en efecto, la psique que la posee ya no teme el infierno. Pero, como se dijo, conserva siempre unido a sí el segundo temor. Al primer temor se aplica aquello de “por el temor del Señor todo hombre se aparta del mal” (Pr 14,27), y, “el comienzo de la sabiduría es el temor del Señor” (Pr 1,7). Al segundo temor, aquello de “el temor del Señor es puro y permanece por los siglos de los siglos” (Sal 18,10), y “nada les falta a los que temen al Señor” (Sal 33,10).
1.83 “Por tanto, “mortificad vuestros miembros, los de la tierra: la fornicación, la suciedad, los pazos, el deseo indecente y la codicia” (Col3,5), etc. Tierra significa aquí la conducta de la carne; fornicación, el pecado en praxis maliciosa; suciedad, el consentimiento al pecado; pazos, el loyismós malicioso; deseo indecente, la simple aceptación de este loyismós indecente; y codicia, aquello que hace nacer y crecer el pazos. El divino Apóstol nos manda mortificar la actitud de todos estos co-miembros de la carne.
1.84 La memoria comienza trayendo al nus un loyismós-pensamiento simple. Si éste se demora en el nus, se despierta el pazos. Si esto no es destruido, impulsa al nus al consentimiento. Una vez que esto se produce, llega el acto del pecado. Por eso el sapientísimo Apóstol, escribiendo a los cristianos convertidos del paganismo, les ordena destruir primero el resultado del pecado, y luego ordenadamente resultar a la eliminación la causa. La causa, como se dijo, es la codicia que engendra y hace crecer el pazos. Creo que la codicia significa aquí gula (deseo, ansiedad de comidas apetitosas), que es la que engendra y nutre la lujuria. Pues no sólo es mala la codicia de las riquezas y del dinero sino también la de alimentos, así como autodominio o la temperancia son buenas no solamente cuando se refiere a las comidas sino también al dinero.
1.85 Si un pájaro atado de una pata trata de volar, tirado por la cuerda, cae en tierra. Así también el nus- espíritu humano que no ha adquirido aún la apazia sin pazos interior y quiere volar hacia la gnosis de las realidades celestiales, cae en tierra tirado por los pazos.
1.86 El nus, cuando es liberado totalmente de los pazos, entonces camina hacia la contemplación de los seres των όντων sin volverse atrás, caminando ya hacia la gnosis increada de la increada Santa Trinidad.
1.87
Cuando el nus ha hecho la catarsis y está puro y lúcido recibiendo las nociones de las cosas, avanza mediante estas hacia la zeoría contemplación espiritual. Si se vuelve sucio por la negligencia o acedia, entonces las nociones de las demás cosas simplemente las imagina, sin ser conducido a la zeoría contemplación, en cambio los conceptos o nociones humanas que recibe las transforma en malignos loyismí astutos e indecentes.
1.88 Si en el tiempo de la oración, no molesta a tu nus ningún concepto o noción del mundo, sepas que ya no estás fuera de los confines de la apazia sin pazos y paz interior.
1.89 Cuando la psique comienza a percibir y sentir su buena salud, entonces también las fantasías del sueño las ve sin pasión sin malicias y sin trastornos.
1.90 Igual que el ojo es atraído de la belleza de las cosas visibles, así también el nus purgado, lúcido y sanado es atraído de la gnosis de las invisibles. Llamo invisibles a las cosas incorpóreas, intangibles.
1.91Es grande no moverse ni dejarse seducir de algún pazos por las cosas, pero mucho más grande es quedar impasible frente a sus fantasías. La guerra que entablan los demonios contra nosotros por medio de los loyismí es más grave que la que nos hacen por medio de las cosas.
1.92 El que ha profundizado y ha adquirido las virtudes y se ha enriquecido por la divina gnosis increada, como ve las cosas en su estado natural, (la virtud de la sencillez en Cristo), éste siempre hace habla sobre estas según le dicta el logos ortodoxo sin equivocarse ni desviarse en absoluto. Porque por el uso correcto y ortodoxo nos convertimos en virtuosos y del uso no ortodoxo en malos.
1.93 La señal o síntoma de haber alcanzado la perfecta apazia interior es que se sumerjan en el corazón sin pazos las nociones de las cosas, tanto cuando estamos despiertos cómo cuando estamos dormidos.
1.94 El nus expulsa los pazos mediante la ejecución de los mandamientos, mediante la zeoría contemplación de las cosas visibles los conceptos apasionados y maliciosos de las cosas; mediante la gnosis de las cosas invisibles, la teoría de las visibles, y finalmente esta la expulsa mediante la gnosis (increada) de la Santa Trinidad increada.
1.95 Cuando sale el sol que ilumina este mundo, se hace visible él mismo y las cosas que ilumina. Así, cuando se levanta el sol de justicia en el espíritu del que ha hecho la catarsis, y está purgado, sanado y lúcido, se hace visible Él mismo y los logos-razones de todo lo que ha sido y será creado por Él.
1.96 A Dios no lo conocemos en su esencia sino a través de Sus obras magníficas y de Su providencia para con sus criaturas. De este modo percibimos como en un espejo, Su bondad, Su sabiduría, Su dinami potencia y energía increadas e infinitas.
1.97 El nus purgado, sanado y lúcido se mueve sin pazos en los conceptos de cosas humanas o en la contemplación natural de las cosas visibles o invisibles, o en la luz increada de la Santa Trinidad.
1.98 El nus cuando llega a la contemplación de las cosas visibles, investiga los logos (causas, razones) naturales o los logos que estos significan, o busca su misma causa.
1.99 De nuevo, cuando el nus se mueve a la zeoría contemplación de las cosas invisibles quiere conocer su naturaleza, la causa de su existencia y lo que sigue de ellas, y cuál es la providencia y juicio en relación con ellas.
1.100 Pero cuando llega a Dios, inflamado por el deseo, quiere ante todo conocer sobre Su esencia; pero no puede satisfacer su deseo, porque esto es inaccesible por igual en todas las creaciones lógicas en general, así encuentra consuelo por la gnosis de las relativas cualidades o atributos de Dios; es decir, con lo que tiene que ver con Su eternidad, Su infinitud y Su invisibilidad, de Sus increadas bondad, sabiduría y dinami (potencia y energía) de crear, proveer y juzgar a los seres. Lo único que podemos comprender sobre Él es Su infinitud, y aún el hecho mismo de ser incognoscible, es un conocimiento que trasciende el espíritu, tal y como han dicho los teólogos Gregorio y Dionisio el Areopagita. Amín.
Fuente: Filocalía de los Santos Nípticos. El jardín de la Panaghía, 1986, tomo 2 (pag 49-59).
Segunda Centuria sobre la Agapi, San Máximo el Confesor.
Filocalía de los Santos Nípticos, tomo B´ pág 60-75
2.1.Quien ama verdaderamente a Dios, éste por supuesto que ora sin distraerse. Y quien ora de esta manera, éste ama a Dios verdaderamente. Pero no ora sin distracción aquel que tiene su nus puesto y fijado en alguna de las cosas terrenales.
2.2.El nus que pierde el tiempo en alguna cosa sensible, seguro que tiene este pazos; por ejemplo, pazos del deseo indecente, de la tristeza, de la ira, del resentimiento o rencor. Y si no desprecia esa cosa no puede librarse del correspondiente pazos.
2.3.Cuando los pazos dominan al nus, le atan con las cosas materiales, y una vez que lo separan de Dios, le hacen que se ocupe de estos. Pero cuando al nus haya dominado la agapi de Dios, le desata de las cadenas y le convence a despreciar no sólo las cosas sensibles, sino también esta vida temporal.
2.4 El resultado del cumplimiento y la aplicación de los logos-mandamientos (del Evangelio) es que vayan convirtiendo libres de pazos, sencillos los conceptos de las cosas. El resultado de la lectura y de la zeoría contemplación es volverse el nus inmaterial y sin formas. De esto proviene el orar sin distracciones.
2.5 No basta la vía práctica para las virtudes para que el nus sea totalmente liberado de los pazos, de modo que pueda orar sin distracciones, si no le acompañan también las zeorías contemplaciones. Porque la práctica de la virtud libera al nus sólo de la intemperancia y del odio, en cambio, la zeorías contemplaciones espirituales, lo liberan también del olvido y de la ignorancia. Y así podrá orar como se debe, como Dios manda.
2.6 Dos son las situaciones o formas supremas de oración pura y lúcida: una sucede a los prácticos y la otra a los contemplativos. Y la primera viene en la psique por el temor de Dios y de la buena esperanza; y la otra viene del divino eros y de la perfecta catarsis. La cualidad de la primera situación es recoger el del nus de todos los conceptos del mundo y, como si estuviera cerca suyo o presente el mismo Dios, -como de hecho realmente lo está- orar sin distracción e imperturbablemente. La cualidad de la otra situación es aquella que dentro del ímpetu de la oración el nus sea arrebatado por la luz divina, increada e infinita, y que no perciba ni a sí mismo, ni tampoco percibir algún otro de los seres, sino solamente a Él que opera en su interior mediante la energía increada agapi este esplendor. Entonces es cuando el nus, mientras se va moviendo sobre los logos de Dios, recibe las manifestaciones y revelaciones puras, ilustres, limpias y lúcidas sobre Él.
2.7 Aquello que uno ama, en esto también está totalmente fijado, y desprecia todas las cosas que le obstaculizan en relación a lo amado, para no ser privado de él. Y aquel que ama a Dios, cultiva la oración pura, y todo pazos que es obstáculo para esta agapi, lo expulsa de su interior.
2.8 Aquel que ha expulsado la madre de los pazos, la filaftía-egolatría, fácilmente es liberado, con la ayuda de Dios, también de los demás pazos, como la ira, la tristeza, los resentimientos etc. Pero aquel que es dominado de la filaftía, incluso sin quererlo es herido de los demás pazos. Filaftía es el excesivo amor insensato a sí mismo y al cuerpo.
2.9 Los hombres se aman los unos a los otros por los siguientes cinco motivos, algunos loables, otros dignos de crítica; a) por Dios, igual que el virtuoso que ama a todos, y aquel que todavía no es virtuoso, sin embargo, ama al virtuoso; b) por motivos naturales, como los padres aman a sus hijos y son amados por ellos; c) por vanagloria, como el que es honrado o alabado, ama al que lo honra o lo alaba; d) por avaricia, codicia o amor al dinero, como quien ama al rico por interés porque ha recibido algo de él; e) por hedonismo o amor al placer emocional y carnal. Como aquel que satisface su deseo carnal-sexual y el que es esclavo de su panza. El primer motivo es admirable; el segundo, indiferente, y los demás reprochables.
2.10 Si odias a unos, y para otros no tienes ni amor ni odio, y a otros los amas pero con medida, y a otros los amas ardientemente, debes reconocer, -por esta desigualdad-, que estás lejos de la perfecta agapi que te enseña amar igualmente a cada hombre.
2.11 Apártate del mal y obra el bien (Sal 33,15); es decir, combate los enemigos para moderar y delimitar los pazos, y después estate en vigilancia para que no aumenten. Y de nuevo combate para adquirir las virtudes y después vigila para guardarlas. Estos es “trabajar y vigilar o custodiar” (Gen 2,15).
2.12 Los demonios que nos tientan por concesión de Dios, calientan la parte anhelante de la psique y turban la parte irascible, y oscurecen la parte logística o lógica, provocan dolores al cuerpo y arrebatan nuestras cosas.
2.13 Los demonios nos tientan directamente ellos mismos o sublevan contra nosotros a los que no temen al Señor. Ellos mismos nos tientan, cuando nos separamos de los hombres, como con el Señor en el desierto (Mt 4, 3-10); y por medio de los hombres, cuando vivimos junto con ellos, como con el Señor mediante los Fariseos. Pero nosotros, mirando e imitando a nuestro Señor, los rechazaremos por ambas partes.
2.14 Cuando el nus comienza a progresar en la agapi de Dios, entonces el demonio de la blasfemia empieza a tentarlo, y le insufla tales loyismí (pensamientos, reflexiones, fantasías e ideas) los cuales ningún hombre puede inventar, sino sólo el artífice de este trabajo, el diablo. Y esto lo hace debido a su propia naturaleza por envidia contra aquel que ama a Dios, para llevarlo a la desesperación a causa de estos loyismí, de modo que no se atreva a volver a elevarse hacia Él con la oración acostumbrada. Pero de esto el maldito no extrae ningún beneficio para su fin, al contrario, más bien nos hace más fuertes y firmes. Porque cuando nos combate y le contra-combatimos, nos hacemos más experimentados y más auténticos en el agapi de Dios. “Su espada entrará en su propio corazón y sus arcos serán destruidos” (Sal 36.15).
2.15 El nus cuando se ocupa de las cosas visibles, las entiende en su naturaleza por la percepción sensible; por supuesto que no está mal ni el nus, ni la comprensión por naturaleza, ni las cosas, ni la percepción sensible; porque son obras de Dios. ¿Dónde está, pues, es el mal? Evidentemente en el pazos que es introducido en la comprensión de la percepción sensible, la cual puede no encontrarse en las distintas concepciones, si el nus está vigilante.
2.16 Pazos es un movimiento de la psique fuera de su estado natural o un amor insensato y paradójico, o un odio sin juicio y discernimiento por alguien o por causa de alguno de los objetos sensibles. Por ejemplo, amor insensato, irracional por la comida, por las mujeres, por las riquezas, por la gloria pasajera o por alguna cosa sensible o bien hacia al que asegura y concede estas cosas. Por odio sin descernimiento, bien por algo de lo que se ha dicho, o contra alguien por causa de estas.
2.17 De nuevo, malicia es el juicio equivocado de los conceptos, la que sigue el mal uso de las cosas. Por ejemplo, en el caso de la mujer, el juicio recto de la unión carnal o matrimonial como fin es la procreación de los hijos. Por tanto, quien aspiró al placer sexual, se equivoca en su juicio, porque ha considerado lo no bueno como bueno. Este, pues, hace mal uso de la mujer, cuando viene en contacto con ella. Lo mismo sucede también para las otras cosas y los conceptos.
2.18 Cuando los demonios sacan tu nus fuera de la templanza, rodeándolo con los loyismí de la fornicación, entonces di con lágrimas al Señor: “Una vez que me han sacado fuera me han rodeado” (Sal 31,4), y “Tú que eres mi cobijo y deleite, sálvame de los que me han rodeado” (Sal 31,7), y serás salvo.
2.19 El demonio de la fornicación es fuerte y ataca con violencia a los que luchan contra este pazos, sobre todo cuando no tienen cuidado en el tema de la comida, el estilo de vida y las relaciones con las mujeres. Porque de esta manera engañando al nus con la blandura del placer, aparece después a la hora de la hisijía (paz, tranquilidad y serenidad) y mediante el recuerdo estimula y calienta el cuerpo y presenta al nus varias figuras y formas. Le induce así a consentir el pecado. Si quieres que estas formas y figuras no se detengan y se hagan crónicas en tu interior, utiliza el ayuno, el esfuerzo del trabajo, la vigilia y la buena hisijía con oración incesante y ardiente.
2.20 Los demonios incesantemente buscan nuestra psique, la buscan por medio de los loyismí apasionados e indecentes, para empujarla al pecado por la diania (mente, intelecto, cerebro) o por praxis, obra. Por tanto, cuando encuentran que el nus no los acepta, entonces se avergonzarán y se oprobiarán. Pero cuando ven que el nus es ocupado con la zeoría contemplación, entonces retrocederán de inmediato y rápidamente serán avergonzados.
2.21 Aquel que prepara su nus para las luchas sagradas y expulsa de él los malignos e indecentes loyismí, es correspondiente a diácono. Aquel que ilumina su nus con gnosis de los seres y hace desaparecer la falsa gnosis, es correspondiente a presbítero. Y aquel que perfecciona su nus ungiéndolo o consagrándolo con la divina mirra o perfume de la gnosis y de la adoración de la Santa Trinidad, es correspondiente a Obispo.
2.22 Los demonios se debilitan cuando, por el trabajo de los mandamientos-logos son delimitados los pazos. Pero se pierden cuando, nuestros pazos han desaparecido totalmente por la apazia, porque ya no encuentran en nuestra psique las cosas que les atraían y permitían estar allí combatiéndola. Quizá esto quiere decir la frase: “Mis enemigos flaquearás y desaparecerán delante de ti” (Sal 9,4).
2.23 Algunos seres humanos se mantienen alejados de los pazos a causa del miedo humano; otros por la vanagloria; otros por la contingencia; pero otros son liberados de los pazos por decisión divina.
2.24 Todos los logos del Señor contienen estos cuatro componentes: los mandamientos, los dogmas, las amenazas y las promesas. Por estas cosas soportamos todas las durezas de la vida, es decir, ayunos, vigilias, dormir en el suelo, fatigas, empeños y esfuerzos en varios servicios, insultos, deshonras, tormentos, muertes y cosas similares. David dice: «Por Tus logos yo he caminado por senderos duros» (Sal 16,4).
2.25 La recompensa de la continencia y el autodominio es la apazia (sin pazos). Recompensa de la fe es la gnosis. La apazia genera el discernimiento, en cambio la gnosis la agapi a Dios.
2.26 Cuando el nus logra la práctica de la virtud progresa en la prudencia; cuando logra la práctica de la contemplación progresa en la gnosis. Lo propio de la primera es conducir al que lucha al discernimiento de la virtud y de la malicia; en cambio la segunda, guiar al que participa de ella a los logos o razones relativas a las realidades corpóreas e incorpóreas. Y entonces se hace digno de la jaris teológica sólo cuando, transcendidas todas las cosas antedichas con las alas de la agapi, y llegado a la contemplación y examina -a la medida de lo posible por el nus humano- el logos sobre las cualidades o energías increadas de Dios, con la ayuda del Espíritu.
2.27 Cuando trates de teologizar, no busques logos que conciernen la esencia de Dios, porque nunca el nus y el intelecto del hombre podrá encontrarlos, ni tampoco el nus e intelecto de algún otro de los seres que es después de Dios. Pero en lo posible, examina los logos o tratados sobre las cualidades o energías (increadas) de Dios, es decir, sobre los logos relativos a la eternidad, a la infinitud y a la inmensidad, a la bondad, a la sabiduría y a la dinami (potencia y energía increada) que crea, provee y juzga a los seres. Entre estos hombres, gran teólogo es aquel que descubre, aunque sea en poco o al menos en parte, estos logos (o razones y conceptos) sobre estas cosas.
2.28 Hombre fuerte y poderoso es aquel que ha unido la gnosis con la praxis. Porque con la praxis marchita y expulsa los deseos (indecentes) y doma la ira, en cambio con la gnosis da alas al nus y se eleva hacia Dios.
2.29 Cuando el Señor dice: “Yo y el Padre somos uno” (Jn 10,30), indica la identidad de la esencia-usía. Y cuando dice de nuevo: “Yo estoy en el Padre y el Padre está en mi” (14,11) manifiesta que las hipostasis son inseparables. Por tanto, los triteístas que separan el Hijo del Padre caen en doble precipicio. Cuando dicen que el Hijo es eterno como el Padre, pero Le separan de Él, están obligados a decir que no ha nacido por el Padre y caer a la aceptación de tres Dioses y tres principios. Cuando dicen que el Hijo nació por el Padre, pero Le separan de Él, están obligados a decir que no es eterno como el Padre y así sujetan al tiempo al Señor-Kirios de los tiempos. En efecto, tal y como san Gregorio el Teólogo dice, debemos creer tanto en Dios uno como también confesar las tres Hipostasis y cada una con su propia cualidad o atributo. Porque la deidad, por una parte se divide o discierne indivisiblemente; y por otra parte están unidas pero separadamente, como dice el mismo san Gregorio. Y esto porque tanto la división (distinción) como la unión son extraordinariamente hiperlógicas o supralógicas. Porque, ¿qué habría de paradójico y extraordinario si, como un hombre está unido a otro hombre está separado de él, fuese también así el Hijo con relación al Padre?
2.30 Quien es perfecto a la agapi y ha llegado al vértice de la apazia sin pazos, impasibilidad, no conoce la diferencia entre propio y ajeno, fiel e infiel, dulos-siervo, esclavo y libre, o en general masculino y femenino. Pero habiéndose vuelto superior de la tiranía de los pazos y observando la única naturaleza de los seres humanos, considera a todos iguales y tiene la misma disposición hacia todos. En efecto, en él no hay heleno-griego ni judío, ni macho ni hembra, ni esclavo no libre, sino todo y en todos el Cristo (Col 3,11).
2.31 De los pazos escondidos en la psique, los demonios toman sus motivos y suscitan en nuestro interior los loyismí indecentes y pasionales. Después combaten con estos loyismí al nus y lo fuerzan a consentir en el pecado. Una vez sea vencido, lo conducen al pecado por diania (mente, intelecto) y una vez realizado, así aprisionado le llevan a la praxis. Luego, ellos que han devastado la psique con los loyismí, se van junto con ellos, y en el nus queda solamente el ídolo o imagen del pecado, de lo que el Señor dice: “Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora… -el que lea entienda-,” (Mt 24,15). Porque lugar santo y templo de Dios da a entender el nus del hombre, medio del cual los demonios, una vez que hayan devastado la psique mediante los loyismí maliciosos y pasionales, colocan el ídolo o imagen del pecado. El que estas cosas han ocurrido históricamente, nadie de los que haya leído a Josefo, puede poner en duda. Excepto algunos que dicen que estas cosas sucederán en los tiempos del Anticristo.
2.32 Tres son las cosas que nos mueven hacia el bien: las semillas naturales, los santos ángeles y la buena predisposición o voluntad. Semillas naturales, me refiero, cuando hacemos a los hombres lo que queremos que ellos nos hagan (Lc 6,31); o bien cuando vemos a alguien en la angustia y en la necesidad, somos misericordiosos y caritativos con él, naturalmente. Los santos ángeles nos mueven, cuando caminamos hacia una cosa buena, a encontrar la ayuda buena y cumplirla. La buena predisposición o voluntad cuando, discerniendo el bien del mal, preferimos y escogemos el bien.
2.33
También tres son las cosas que nos mueven hacia el mal: los pazos, los demonios y la mala predisposición o voluntad. Los pazos, cuando deseamos algo anormal, por ejemplo, un manjar fuera del tiempo y sin necesidad, o bien por una mujer no con motivo de la procreación y que no sea la mujer legítima; y además cuando nos enfadamos y entristecemos injustamente, por ejemplo, contra el que nos hubiera provocado una deshonra o un daño. Los demonios cuando, acechando y esperando al momento oportuno y nos encuentran en negligencia, entonces nos asaltan y mueven contra nosotros los pazos anteriores y otros similares. Y la mala predisposición o voluntad cuando, por ejemplo, aun conociendo el bien, preferimos el mal.
2.34 La recompensa y resultado de los esfuerzos por la virtud es la apazia (sin pazos) impasibilidad y la gnosis (increada). Estas son las que se hacen causa para adquirir el reinado de la realeza increada de los cielos, así como lo contrario, los pazos y la ignorancia producen y nos traen el infierno eterno. Por tanto, aquel que se esfuerza para la gloria humana y no para el bien verdadero, escucha de la Escritura que dice: “Pedís y no recibís, porque pedís mal” (Snt 4,3).
2.35 Existen por naturaleza muchas cosas buenas que hacen los hombres, las cuales no son buenas por alguna razón; por ejemplo, el ayuno, la vigilia, la oración y la salmodia, son obras buenas por naturaleza, pero cuando se hacen por vanagloria, ya no lo son.
2.36 De todo lo que hacemos, el Dios examina primero el propósito y la intención, si lo hemos hecho para Él o por otro motivo.
2.37 Cuando la Escritura nos dice: “Tú atribuirás a cada uno según sus obras” (Sal 61,13), no da a entender que retribuye las obras que se hacen sin el propósito ortodoxo recto, aunque parezcan buenas, sino más bien sólo aquellas que se hacen con la intención y propósito ortodoxo recto. Porque el juicio de Dios no mira las obras, sino el propósito y la intención por lo que se hacen las obras.
2.38 El demonio de la soberbia tiene una doble malicia y astucia: convence al monje o al practicante cristiano de atribuir las buenas obras y hazañas a sí mismo y no a Dios, quien es el donador de los bienes y ayudante para lograrlos; o bien, si uno no se deja convencer de aquello, lo empuja susurrándolo la idea de despreciar a los hermanos débiles. Pero éste que está soportando la energía y acción demoníaca, ignora que el demonio intenta convencerle a negar la ayuda de Dios. Es decir, si desprecia aquellos, porque no han podido realizar la virtud, entonces admite que él con su propia fuerza la ha logrado, cosa imposible, ya que el Señor dijo: “Sin mí no podéis hacer nada” (Jn 15,15). Porque cuando nuestra enfermedad se mueve hacia los bienes no puede completarlos, ni cumplirlos sin el Donador de los bienes.
2.39 Quien ha conocido la enfermedad de la naturaleza humana, éste ha probado la divina dinami fuerza y energía increada. Y éste como unas cosas las ha logrado y otras lucha para conseguirlas con la fuerza de la energía divina, no desprecia a ningún hombre. Porque conoce que igual que Dios le ha ayudado y librado a él de muchos y terribles pazos, así también tiene el poder de ayudar a todos, cuando quiere, y sobre todo aquellos que luchan por Él; aunque por motivos que sólo Él conoce, no los libera a todos juntos de una vez de los pazos, sino por separado, como médico bondadoso y filántropo libera a cada uno que intenta y combate.
2.40 Cuando los pazos cesan de operar a favor del placer o del hedonismo, o porque sus causas fueron eliminadas o porque los demonios se retiran con dolo o trampa, entonces aparece la soberbia.
2.41 Casi todos los pecados se hacen por gracia del placer o hedonismo, y la eliminación de ellos se hace o voluntariamente por medio del sufrimiento y la tristeza o bien voluntariamente con la metania, o bien de cualquier otro modo y método que economiza la divina providencia. Porque, si nos examinásemos y juzgásemos a nosotros mismos, no seríamos condenados por Dios; y cuando somos probados por el Señor con nuestras aflicciones nos instruye para que no seamos condenados junto con el mundo-cosmos de los pazos (1 Cor 11, 31-32).
2.42 Cuando te llega una tentación inesperada, no acuses a aquel por medio del cual ha provenido, sino examina por qué te ha venido, y te corregirás. Porque, sea por aquel sea por otro, tú debes beber de este cáliz amargo del juicio de Dios.
2.43 Exactamente debido a que tienes malos modales, no niegues el padecimiento, para que así humillado, vomites la soberbia.
2.44 Algunas tentaciones traen a los hombres placeres, otras aflicciones y tristezas, y otras, dolores corporales. Y según la causa de los pazos que se encuentra en la psique, el Médico de las psiques concede y aplica también el fármaco correspondiente con Su juicio.
2.45 Las tentaciones a unos son enviadas por Dios para la eliminación de los pecados que ahora se están cometiendo, y en otros para impedirlos de sus pecados que tratan de realizarse al futuro. Excepto, por supuesto, de aquellas tentaciones que son enviadas para que uno sea probado, como en el caso de Job.
2.46 El hombre sensato y prudente, como considera la energía y operación terapéutica del juicio de Dios, soporta con agrado las desgracias que le acaecen y piensa que nadie más tiene la culpa y es causa de estas, sino sólo sus propios pecados. Pero el insensato, como no conoce la sapientísima providencia de Dios, cuando peca es castigado y considera como causa de sus desgracias a Dios o a los hombres.
2.47 Hay algunas cosas que detienen el progreso de los pazos y no los dejan crecer; y otras conducen a su disminución y los delimitan. Por ejemplo, el ayuno, el ejercicio fatigoso y la vigilia, no dejan aumentar el deseo. Pero la huida a la soledad y la zeoría contemplación, la oración y el eros hacia Dios, la disminuyen y la conducen a la desaparición. Lo mismo sucede con la ira. La magnanimidad y la tolerancia, el no resentimiento y la apacibilidad detienen la ira y no la dejan crecer, en cambio la agapi, la caridad, la bondad y la filantropía conducen a la disminución de la ira y del rencor.
2.48 Aquel que tiene siempre su nus a Dios, en éste el deseo ha aumentado tanto que se ha convertido en divino eros y la parte irascible de la psique se ha convertido todo en divina agapi (amor energía increada). Debido a que el nus con la larga comunión y participación del divino esplendor, una vez hecho luminoso, ha sometido fuertemente en sí mismo la parte irascible de su psique, y como he dicho, lo ha transformado en inefable eros divino y agapi incesante y desde las cosas terrestres lo ha llevado a Dios.
2.49 Quien no envidia, no se enoja ni se enfada, ni tiene resentimientos contra a quien le ha entristecido, no significa que ya posee totalmente la agapi hacia él. Así aunque no tenga agapi, puede no devolver mal por mal a causa del mandamiento (Rom 12,17). Pero no puede siempre devolver libremente bien al mal sin esforzarse. Porque, para uno hacer el bien con todo su corazón a los que le odian, esto es cualidad sólo de la perfecta agapi espiritual.
2.50 Quien no ama a alguien, no necesariamente significa que le odia; ni quien no odia significa que necesariamente ama, sino que puede estar en estado medio de no odiar ni amar. La disposición agapítica la provocan sólo las cinco maneras o modos que nos hemos referido en el capítulo noveno de esta centuria: El admirable; el indiferente, y los reprochables.
2.51
Cuando veas que tu nus se ocupa con gusto de las cosas materiales y se entretiene pegado con sus conceptos, sepas que más bien amas más las cosas materiales que a Dios. Porque dice el Señor: “Donde está tu tesoro, allí estará tu corazón” (Mt 6,21).
2.52 El nus que está unido a Dios y permanece en Él con oración y agapi, se vuelve sabio y bondadoso, fuerte y filántropo, caritativo, tolerante y magnánimo, en una palabra posee todos los atributos divinos. Pero cuando se aleja de Dios se convierte bestial, porque se ha hecho amante del placer o del hedonismo (carnal y material) o bien salvaje porque combate y pelea con los hombres por cosas materiales.
2.53 La Escritura cosmos-mundo llama las cosas materiales. Y cósmicos-mundanos son aquellos que con su nus se ocupan de estas, y a ellos dice con severidad: “No améis los placeres carnales, vanos y pecaminosos que existen en este mundo que separan al hombre de Dios. Si uno ama al mundo del pecado, la agapi-amor de Dios Padre no está en su interior. Porque muchas cosas que hay en el mundo alejado de Dios están pervertidas, como por ejemplo, las pasiones carnales, el ansia por las cosas y el orgullo o arrogancia, no provienen de Dios y Padre sino del mundo pecaminoso” (1Jn 2, 15-16), etc.
2.54 Cristiano practicante o monje es aquel que ha alejado de su nus las cosas materiales y está dedicado a Dios con continencia, agapi, salmodia y oración.
2.55 El que practica las virtudes es espiritualmente “ganadero o criador de animales”. Porque las hazañas éticas o morales se pueden considerar rebaños. Por eso Jacobo decía: “tus siervos son los ganaderos” (Gen 46,34). Gnóstico es el pastor de las ovejas. Porque los loyismí son asimilados con las ovejas que pasta el nus sobre los montes de las zeorías contemplaciones. Por eso cada pastor de ovejas es abominación para los egipcios (Gen 46,34), es decir, de las fuerzas demoníacas.
2.56 El nus vicioso se mueve medio los sentidos al hedonismo, a los deseos y a los placeres, lo sigue y consiente sus fantasías y sus impulsos. En cambio, el nus virtuoso es continente y se detiene a sí mismo de las fantasías indecentes y los impulsos pasionales y más bien se cuida en mejorar estos movimientos suyos.
3.57 De las virtudes algunas son corporales y otras psíquicas. Las corporales son el ayuno, la vigilia, dormir al suelo, el servicio y el trabajo manual para que no seamos una carga para los demás o para poder dar caridad etc… Virtudes psíquicas son la agapi, la tolerancia, la magnanimidad, la apacibilidad, la continencia, la oración, etc… Por tanto, si por alguna necesidad o accidente corporal, por ejemplo, enfermedad o algo parecido, sucede que no podemos realizar las virtudes corporales que antes hemos dicho, el Señor que conoce los motivos y las causas, nos perdona. Pero si no realizamos las virtudes psíquicas, no tendremos ninguna justificación, porque no hay ninguna necesidad que justifique la no realización de ellas.
2.58 La agapi a Dios al que la posee lo convence a despreciar todo placer que es pasajero, y cada tristeza y fatiga. Sobre esto que te convenzan todos los santos, los cuales han sufrido y padecido tanto por Cristo.
2.59 Vigílate y cuídate de la madre de todos los males, la filaftía (egolatría), la cual es un amor insensato del cuerpo y de ti mismo. De ella nacen, pareciendo como buenos, los primeros y malignos loyismí, como también los tres generales loyismí maniáticos: a) el de la glotonería, ansia por comer (gula), b) el del amor al dinero o avaricia y c) el de la vanagloria; comenzando con la engañosa y supuesta necesidad insuperable del cuerpo, y de estos loyismí nace toda la serie de los males. Por tanto, como hemos dicho, debemos tener cuidado con la filaftía y combatirla con gran nipsis (vigilancia y oración del corazón, sobriedad). Y cuando haya desaparecido, desaparecen junto con ella también todo lo que ha nacido de ella.
2.60 El pazos de la filaftía (egolatría) somete al cristiano practicante y al monje a tener compasión por el cuerpo y lo da más alimento de lo debido para supuestamente no enfermar, y así resbalando poco a poco cae al fondo del hedonismo (amor al placer), y por otro lado, al hombre mundano le impulsa a cuidarse en cómo satisfacer sus deseos y placeres.
2.61 El punto culminante de la oración es, como dicen, cuando el nus ha podido alejarse y despojarse de la carne y del mundo y se ha hecho totalmente inmaterial y sin formas durante los momentos de la oración. Por tanto aquel que mantiene intacta esta situación, éste realmente ora sin cesar (1 Tes 5,17).
2.62 Tal como el cuerpo, al morir, se separa del mundo, así también la psique cuando está muriendo, estudiando aquel punto culminante de la oración, se separa de todos los conceptos del mundo. Porque si no muere con este tipo de muerte, no es posible poder encontrarse con Dios y vivir con Él.
2.63 Que nadie te engañe, oh hombre o monje, haciéndote creer de que puedes salvarte si estás esclavizado al placer y a la vanagloria.
2.64 Tal como el cuerpo peca con las cosas materiales, y existen las virtudes corporales para instruirlo de modo que actúe con prudencia, así también el nus peca con los conceptos indecentes y pecaminosos, pero él también tiene las virtudes para instruirse, viendo claro y sin pazos las cosas y realidades y actúe con prudencia.
2.65 Así como los días suceden las noches y los veranos los inviernos, así también la vanagloria y el placer los suceden las tristezas, los sufrimientos y los dolores, sea en el presente como en el futuro.
2.66 Aquel que ha pecado no es posible que se escape del juicio futuro, si no sufre aquí fatigas voluntarias o tristezas, o aflicciones involuntarias.
2.67 Dicen que por cinco causas el Dios concede que seamos atacados y combatidos por los demonios: Primera causa es, mientras nos combaten y nosotros combatimos contra ellos, adquirir el discernimiento de la virtud y de la maldad. Segunda, para adquirir la virtud con guerra y esfuerzo y así la mantendremos segura y firme. Tercera, para que progresando en la virtud, no enaltecernos, sino que aprendamos a ser humildes. Cuarta, una vez con nuestros padecimientos conociendo la maldad, odiarla totalmente. Quinta, superior de todas es, una vez haber adquirido la apazia (sin pazos), no olvidemos nuestra debilidad y la potencia de Aquel que nos ha ayudado.
2.68 El nus del hambriento imagina el pan y el del sediento el agua; así también el nus del goloso imagina la variedad de los manjares; el del amigo del placer o hedonista, las figuras de las mujeres; el del amante del dinero o avaricioso, las ganancias; el del vanaglorioso, los honores que vienen de los hombres; el del resentido, la venganza contra aquel que le ha entristecido; el del envidioso, el mal del que envidia, y así lo mismo para los demás pazos. Porque el nus forma conceptos maliciosos e indecentes cuando está excitado por los pazos, tanto si el cuerpo está despierto, como cuando está dormido.
2.69 Cuando el deseo aumenta las causas que provocan los placeres, entonces el nus en su sueño tiene las correspondientes fantasías. Cuando aumenta la ira y sus causas, el nus cuando duerme ve en el sueño aquellas cosas que provocan miedo. Pero los sucios demonios aumentan los pazos excitándolos, teniendo como cooperante nuestra negligencia; en cambio, los ángeles los delimitan, estimulándonos hacia el trabajo y la práctica de las virtudes.
2.70 La parte anhelante de la psique, cuando es a menudo excitada, se establece en el interior de la psique un hábito invencible hacia el amor al placer, el hedonismo. T la parte irascible, cuando está agitada continuamente convierte al hombre cobarde y medroso. Lo primero lo sana el ejercicio persistente del ayuno, de la vigilia y de la oración; y el segundo, lo sana la bondad, la filantropía, la agapi y la caridad.
2.71 Los demonios nos combaten mediante cosas o con conceptos indecentes y malignos de estas cosas. Con las cosas combaten aquellos que se mueven dentro de las cosas, en cambio con los conceptos combaten aquellos que se han apartado de estas cosas.
2.72 Tanto más fácil es pecar con la diania (mente, intelecto, cerebro) que pecar con la praxis, cuando más grave es la guerra que se hace con los conceptos que la guerra con las cosas.
2.73 Las cosas están fuera del nus, en cambio los conceptos se forman dentro del nus. Por tanto, depende del nus el buen o el mal uso de los conceptos. Porque del uso errado de los conceptos continúa el uso inadecuado de las cosas.
2.74 El nus recibe los conceptos indecentes y malignos por las siguientes tres cosas: por la percepción sensible, la krasis (el temperamento, complexión, idiosincrasia) del cuerpo y de la memoria. De la percepción sensible, cuando la afectan las cosas la inducen hacia los pazos que tenemos, mueven el nus en tener loyismí pasionales, indecentes y malignos. Con la krasis, cuando esta, alterada por un desarreglo de alimento, por una acción y efecto demoníaco o por una enfermedad, entonces se altera la krasis del cuerpo y mueve el nus de nuevo en loyismí pasionales, indecentes y lujuriosos. Finalmente con la memoria, cuando ella vuelve a traer los conceptos de las cosas hacia las cuales teníamos pazos, y de la misma manera mueve el nus hacia los loyismí pasionales, indecentes y malignos.
2.75 De las cosas que Dios nos ha dado para nuestro uso, algunas se encuentran en la psique, otras se encuentran en el cuerpo, o alrededor del cuerpo. En la psique se encuentran las dinamis fuerzas y energías psíquicas. En el cuerpo se encuentran los órganos de los sentidos y los otros órganos. Alrededor del cuerpo están los alimentos, las posesiones, el dinero y el resto. Por tanto, el uso correcto de estas cosas o las relativas con estas, esto demostrará si somos virtuosos o viciosos.
2.76 Las realidades que se encuentran en la naturaleza de las cosas, pertenecen o a la psique, o al cuerpo o a lo que está alrededor del cuerpo. Las realidades y cosas que se refieren a la psique son la gnosis y la ignorancia, el olvido y la memoria, la tristeza y la alegría y el resto. Las cosas que se refieren al cuerpo son el placer y el dolor, la sensibilidad y la insensibilidad, la salud y la enfermedad, la vida y la muerte y las semejantes. Las cosas que se refieren alrededor del cuerpo son la fecundidad y la esterilidad, la riqueza y la pobreza, la doxa-gloria y el anonimato, y el resto. De dichas realidades unas son consideradas buenas por los hombres y otras malas. Ninguna de ellas de por sí es mala, sino que, según su uso se convierten realmente en buenas o malas.
2.77 La gnosis es buena por naturaleza, así también la salud; sin embargo, las contrarias a estas, muchos han sido más beneficiados. Para los malos y viciosos, la gnosis no contribuye al bien, aunque es buena por naturaleza; así tampoco la salud, ni la riqueza, ni la alegría, porque no las utilizan para el bien de la psique. Por tanto, les interesan las contrarias. Por lo tanto ni las realidades contrarias son por naturaleza malas, aunque parezcan ser consideradas como malas.
2.78 No hagas mal uso de los conceptos, para que no hagas por necesidad mal uso también de las cosas. Porque si uno no comete pecado primero con la diania (mente, intelecto), no pecará nunca con la praxis.
2.79 La imagen del hombre terrestre son las maldades básicas, es decir, la insensatez, la cobardía, la inmoralidad, la injusticia, la mala astucia. La imagen del hombre celestial son las virtudes básicas, es decir, prudencia, valor, templanza y justicia. Pero tal como nos hemos vestido de la imagen terrenal, revistámonos también de la imagen celestial (1 Cor 15,59).
2.80
Si quieres encontrar el camino que conduce a la vida, búscalo en el Camino que dijo: “YoSoY el camino, la puerta, la verdad y la vida” (Jn 10,7 y 14,6), y allí lo encontrarás. Pero búscalo con mucho esfuerzo, porque son pocos los que encuentran este camino (Mt 7,14), no vaya ser que tú te quedes fuera de los pocos y te encuentres con los muchos.
2.81 Por estos cinco motivos la psique cesa de pecar: por el temor a los hombres; por el temor al juicio; por la recompensa futura; por la agapi a Dios, y finalmente por el remordimiento de la conciencia.
2.82 Algunos dicen no existiría el mal en el mundo, si no existiese otra dinami fuerza que nos arrastra hacia a él. Pero ésta no es otra cosa que la negligencia de las operaciones de las energías naturales del nus. Por eso aquellos cuidan con esmero las operaciones del nus, hacen siempre el bien y nunca el mal. Por tanto, si quieres tú también expulsa la negligencia y así expulsas junto con ella también el mal, que es el uso errado de los conceptos, al que sigue el mal uso de las cosas.
2.83 Lo natural de la parte lógica de nuestra psique es que sea sometido al divino logos increado, como también dominar y gobernar el elemento irracional o animal de nuestro interior. Pues, este orden debe ser guardado y respetado, y entonces ni el mal que existe en el mundo, ni las fuerzas que arrastran hacia ello aparecerán.
2.84 Los loyismí unos son simples y otros compuestos (con la fantasía y las ideas). Simples loyismí son los apazís (sin pazos), y los compuestos son pasionales, porque son constituidos de pazos-pasión y concepto. Y ya que es así, podemos ver que muchos loyismí sencillos siguen los compuestos, cuando ellos empiezan a moverse hacia el pecado por diania (mente, intelecto). Un ejemplo es el dinero; a uno viene en el nus un loyismós con pazos o pasional sobre el dinero, éste sintió el impulso de robarlo y así ha pecado con el nus. Junto con la memoria del oro vino en la memoria también la cartera y de la caja fuerte y del resto, etcétera. Y mientras la memoria del dinero era compuesta, porque tenía el pazos, la memoria de la cartera y de la caja fuerte y del resto eran simples. Y en cada loyismós sucede lo mismo: por la vanagloria, por la mujer y todos los demás. Porque no todos los loyismí que siguen a un loyismós con pazos (pasional, malicioso, vicioso, indecente) son imprescindiblemente maliciosos o pasionales, tal y como ha demostrado el ejemplo. Por tanto, de estas cosas podemos conocer y entender cuáles son los conceptos maliciosos, viciosos y pasionales y cuáles no lo son.
2.85 Algunos dicen que los demonios tocan durante el sueño las moléculas del cuerpo y remueven el pazos de la lujuria o fornicación. Después, una vez movido el pazos, lleva al nus con la memoria la figura o forma de la mujer. Otros, dicen que los demonios se ven en el nus con forma de mujer y una vez haber tocado las moléculas del cuerpo, mueven y estimulan el apetito y así nacen las fantasías. Otros dicen que el pazos dominante en el demonio que se acerca, mueve el pazos del hombre, y así enciende en la psique para tener loyismí malos astutos, y lleva con la memoria a flote las formas y figuras. Así lo mismo también con otras fantasías pasionales, viciosas e indecentes; unos dicen que ocurre de este modo y otros de otro modo. Sin embargo, con ninguno de los modos que nos hemos referido, los demonios pueden mover un pazos cualquiera, cuando la psique posee agapi, autodominio y contingencia, ni cuando el cuerpo está despierto ni cuando está dormido.
2.86 Los mandamientos de la ley deben ser cumplidos unos corporal y espiritualmente y otros sólo espiritualmente. Por ejemplo: no cometerá adulterio, no matarás, no robarás (Ex 20, 13-25) y similares, debemos cumplirlos tanto corporalmente como espiritualmente, además de triple manera. Pero la circuncisión (Lev 12,3), el cumplimiento del Sábado (Ex 31,13), sacrificar el cordero, comer los ácimos con las hierbas amargas (Ex 12,8 y 23,5) y similares, sólo espiritualmente.
2.87 Tres son los estados éticos que existen para los cristianos practicantes o los monjes. Primero consiste en no pecar para nada con la praxis. Segundo, en no retener largo tiempo en la psique los loyismí apasionados, malignos e indecentes. Y tercero, en ver uno con su diania (mente, intelecto) las formas de las mujeres sin pazos-pasión y los que lo han ofendido.
2.88 Pobre, sin propiedades es aquel que ha negado todas sus pertenencias y no posee absolutamente nada sobre la tierra, salvo su cuerpo. Y una vez que ha roto también su relación con el cuerpo, ha puesto toda su confianza a Dios y a los hombres piadosos.
2.89 De los que poseen bienes, algunos los adquieren sin pasión, por eso cuando están privados de estos no se entristecen; tal y como son aquellos que recibieron con alegría el arrebatamiento de sus bienes (Heb 10,34). Otros los consiguen con pasión, por eso cuando se trata de ser privados de estos, se entristecen, igual que el rico del Evangelios, que se marchó con mucha tristeza (Mt 19,22); incluso si son privados se entristecen hasta morir. Por lo tanto, la privación devela si uno es apazís impasible sin pazos o no.
2.90 Aquellos que oran con perfección, los combaten los demonios para que no reciban de modo simple e impriman en su nus desnudos los conceptos de las cosas. A los gnósticos,-los que poseen gnosis espiritual-, los combaten para que permanezcan largo tiempo los loyismí pasionales, maliciosos e indecentes. A los que luchan a la práctica de la catarsis para convencerlos a pecar en la praxis. Esos miserables luchan de cualquier modo contra todos los hombres para separarlos de Dios.
2.91
A quienes en esta vida se ejercitan a la piedad por la Divina Providencia, son tentados y probados con las siguientes tentaciones: con regalo de bienes, como es la salud, la belleza, la fecundidad, el dinero, la gloria y similares; o bien con golpes tristes y cosas penosas, como la privación de hijos, de dinero y de gloria, o con cosas que provocan dolor al cuerpo, por ejemplo, enfermedad, calamidades y similares. A los primeros dice el Señor: “El que no abandona todos sus bienes, no puede ser discípulo mío” (Lc 14,43). A los segundos y terceros: “Con vuestra paciencia ganaréis vuestras psiques o vidas” (Lc 21,19).
2.92 Dicen que por las siguientes cuatro cosas se altera la krasis (temperamento, complexión) del cuerpo y así provocan en el nus loyismí, sea pasionales e indecentes, sea buenos y decentes: los ángeles, los demonios, el clima y la dieta. Y los ángeles, dicen que, lo alteran con el logos, los demonios con el contacto, el clima con los cambios del tiempo, y la dieta con las calidades de las comidas, su exceso o defecto. Además de todo esto, la crasis del cuerpo recibe alteraciones mediante la memoria, el oído, y la vista, donde primero padece la psique de las cosas tristes o de las alegres que la suceden; y la psique experimentando estas cosas, altera la krasis del cuerpo, y así provoca al nus los loyismí.
2.93 La muerte principalmente es la separación de Dios, y el aguijón de la muerte es el pecado (1 Cor 15,56). Adán al recibir esto fue expulsado del árbol de la vida, del paraíso y de Dios (Gen 3), y a eso siguió necesariamente la muerte del cuerpo. En cambio, vida principalmente es Aquel que dijo: “YoSoY la vida” (Jn 11,25). Él con Su necrosis o muerte ha vuelto a traer al hombre muerto en la vida.
2.94 Aquel que escribe logos, lo hace para sí mismo o para beneficio de los otros, o para las dos cosas, o para perjuicio de algunos y para vanagloria u ostentación o por alguna necesidad.
2.95“Lugar de pasto” es la virtud en praxis; “agua de reposo”, es la gnosis de las creaciones.
2.96“Sombra de la muerte” es la vida humana. Por tanto, si uno está con Dios y Dios con él, este puede decir con seguridad: “Aunque que camine por sobras de muerte, no temeré el mal, porque Tú estás conmigo” (Sal 22,4).
2.97 El nus catartizado, purgado, sanado y puro ve las cosas correctamente. La lógica ejercitada lleva ante el nus las cosas que ha visto. El oído claro las acepta; aquel que es privado de estas tres, acusa al que enseña recto y ortodoxamente.
2.98 Junto con el Dios se encuentra aquel que conoce la Santa Trinidad y la providencia, y que la parte pasional de la psique la ha convertido sin pazos, impasible.
2.99 “La vara”, dicen que significa el juicio de Dios, y “el cayado” Su providencia. Por tanto, aquel que adquirió la gnosis de estos dos, puede decir: “Tu vara y Tu cayado me han consolado” (Sal 22,4).
2.100 Cuando el nus se ha despojado de los pazos y resplandece por la zeoría contemplación de los seres, entonces puede unirse con el Dios y orar tal y como se debe.
Fuente: Filocalía de los Santos Nípticos. El jardín de la Panaghía, 1986, tomo 2 pág 60-75.
Tercera Centuria sobre la Agapi, san Máximo el Confesor
Filocalía de los Santos Nípticos, tomo B´
3.1 El uso de las cosas y de los conceptos que está basado al logos ortodoxo y recto, produce sano juicio, templanza y gnosis. EL uso irracional o animal de estos produce inmoralidad, indecencia, odio e ignorancia
3.2 “Tú preparaste mesa ante mí…” (Sal 22,5). La “mesa” aquí significa la virtud en praxis o en práctica, en efecto, ésta ha sido preparada por Cristo frente a los que nos afligen y nos entristecen. El “óleo” que unge al nus, significa la zeoría contemplación de las creaciones. El “cáliz” de Dios significa la gnosis increada de Dios; mientras que Su “oleo (en sentido de misericordia)” significa el Logos de Dios y Dios. Porque Él con Su humanización, persigue diariamente hasta captarlos todos aquellos que se salvarán, como por ejemplo a Pablo. La “casa” significa el reinado de la Realeza increada, donde llegan todos los santos. Y el “largo de los días” significa la vida eterna.
3.3 Las maldades provienen del mal uso de la fuerzas y energías de la psique, es decir, de la parte logística o lógica y de la pasional (anhelante e irascible). El mal uso de la fuerza y energía lógica es producido por la ignorancia, la viciosidad y la indecencia. Del anhelante y del irascible de la psique son el odio y la inmoralidad. Buen uso de ellos es la gnosis y la prudencia (o el sano juicio), la templanza y la agapi. Si esto es verdad, entonces ninguna de las cosas y creaciones creadas por Dios y que existe es mala.
3.4 No son malas las comidas, sino la glotonería; ni la procreación de los hijos, sino la lujuria; ni el dinero, sino la avaricia; ni la gloria sino la vanagloria. Si es así, ninguno de los seres es malo; malo es el uso errado de estos que se debe a la negligencia del nus en cultivar las fuerzas naturales.
3.5 San Dionisio el Areopagita dice que el mal que existe en los demonios es la ira irracional, el deseo indecente e insensato y la fantasía incontrolada. La insensatez, la senilidad y la imprudencia en los seres lógicos es privación de la lógica, del nus y de la circunspección (actuar sin pensar). Pero las privaciones son posteriores a la posesión de los hábitos: por tanto, hubo un tiempo que los demonios poseían lógica, nus y circunspección piadosa. Si es así, entonces los demonios no son por naturaleza malos sino que se han hecho malos por el mal uso de sus fuerzas y energías naturales.
3.6Algunos de los pazos producen inmoralidad, desenfreno y otras odio; otras los dos.
3.7 La locuacidad o charlatanería y comer golosamente son causa de inmoralidad y desenfreno. La avaricia y la vanagloria son causa del odio hacia el prójimo. Madre de estos es la filaftía (egolatría), que es la causa de los ambos.
3.8 Filaftía es es el exagerado e irracional amor a sí mismo y al cuerpo (egolatría), la filaftía la combaten la agapi (amor desinteresado, altruista) y la continencia u autodominio. Aquel que tiene la filaftía está claro que posee todos los pazos.
3.9 “Nadie odió jamás su propio cuerpo o carne” (Ef 5,29), dice el Apóstol, sino que la trata con dureza y la utiliza como esclava (1 Tim 6,8), y no la concede nada más que alimentos y vestimentas (1 Tim 9.27) y de las cosas que son necesarias para vivir. Por tanto, de esta manera se ama la carne o cuerpo sin pasión, nutriéndola como sirvienta de las realidades divinas y la cuida dándola sólo las cosas que cubren sus necesidades para que esté sana.
3.10 Cuando amamos a alguien, por supuesto que lo cuidamos y lo servimos con buen ánimo. Por tanto, si uno ama a Dios, con buen ánimo hace aquellas cosas que gustan y agradan a Dios. Si ama la carne, entonces hace con buen ánimo las cosas que gustan y agradan a la carne.
3.11 A Dios le gustan agapi, templanza, zeoría contemplación y oración. La carne le gusta la glotonería, la inmoralidad y todo aquello que hace crecer los pazos. Por eso los que son carnales, no pueden ser gustados de Dios (Rom 8,8). En cambio los que pertenecen realmente a Cristo, han crucificado la carne junto con los pazos y los deseos indecentes. (Gal 5,24).
3.12 Si el nus se vuelve hacia Dios, tiene su cuerpo como un esclavo y no le concede nada más de lo necesario para vivir. Pero si se dirige hacia la carne, es esclavizado a los pazos, y siempre se ocupa en cómo satisfacer los deseos indecentes de la carne.
3.13 Si quieres vencer los malos astutos loyismí, cuídate de los pazos y fácilmente los expulsarás de tu nus. En el caso de la fornicación o lujuria, por ejemplo, haz ayuno y vigilia, esfuérzate permanecer contigo mismo. En el caso de la ira y de la tristeza o pena, debes despreciar la gloria y el deshonor de los hombres y las cosas materiales. En el caso del resentimiento, orar por aquel que te ha afligido, y así quedas liberado y redimido.
3.14 No compares a ti mismo con los hombres más débiles, sino que intentes más bien aumentar tu agapi de acuerdo con el mandamiento (Jn 13,34). Porque con la comparación caes al abismo de la presunción, mientras que con el aumento de la agapi subes a la altura de la humildad.
3.15 Si aplicas realmente el mandamiento de la agapi hacia tu prójimo, nunca muestres amargura hacia al que te ha entristecido por cualquier cosa. De distinto modo está claro que prefieres las cosas provisionales que la agapi, y reivindicando estas cosas, combates contra tu hermano.
3.16 El oro o dinero es deseable por los hombres no tanto para su utilidad, sino más bien porque muchos consiguen con esto satisfacer sus placeres.
3.17 Tres son las causas de la agapi al dinero, a) la flihidonía (hedonismo o amor al placer), b)la vanagloria y c) la falta de fe. La falta de fe es la peor que las otras dos.
3.18 El hedonista ama el dinero para poder vivir con los gozos y los deleites que puede proporcionarle. El vanaglorioso para que sea gloriado, y el de la falta de fe, para esconderlo y conservarlo, porque tiene miedo al hombre, a la vejez, a la enfermedad y al exilio. Y confía y espera más del dinero que en Dios, el Creador de la creación que proviene hasta los seres más pequeños.
3.19 Cuatro son los que recogen y guardan dinero; los tres que antes hemos dicho, y el cuarto es el administrador económico (este que económicamente administra para la necesidad de los demás. Y está claro que sólo este recoge dinero y guarda dinero correctamente, para ayudar a cada uno según sus necesidades.
3.20 Todos los loyismí malignos e indecentes, excitan la parte anhelante de la psique, o bien perturban la parte irascible o la lógica. Y de esto sucede que el nus se quede debilitado hacia la zeoría contemplación espiritual y el salir fuera de sí en la oración. Por eso el practicante cristiano o monje y sobre todo el hisijasta, debe vigilar con exactitud sus loyismí, para conocer sus causas y cortarlas. Y las conoce de la siguiente manera: la parte anhelante de la psique la excitan los recuerdos pasionales de las mujeres, y las causas son el abuso de comidas y bebidas y la continua y sin razón compañía con mujeres. Los antídotos para estos recuerdos son el hambre, la sed, la vigilia y la huida, olvido del mundo. Por otro lado, la parte anhelante de la psique la perturban los recuerdos apasionados de aquellos que nos han entristecido, y la causa es el amor al placer, la vanagloria y el amor a las cosas materiales. En efecto, para estas cosas se entristece el hombre pasional porque ha sido privado de alguna cosa o porque no la ha conseguido. Estos recuerdos se eliminan por el desprecio de estas mismas cosas, por la agapi a Dios.
3.21 Dios se conoce a Sí Mismo y conoce Sus creaciones. También las potencias angélicas conocen a Dios y las cosas que ha creado, pero las potencias angélicas no conocen a Dios tal y como Él se conoce a Sí Mismo, ni ellas conocen las creaciones tal y como Dios las conoce.
3.22 Dios se conoce a Sí Mismo por Su bienaventurada esencia, y las cosas hechas por Él las conoce por Su sabiduría mediante la cual ha creado todo. Pero las potencias angelicales conocen a Dios por participación de Sus energías increadas, mientras que Él es y está por encima de cada participación, y porque reciben de Él los principios teóricos y contemplativos.
3.23 Las creaciones se encuentran fuera del nus, pero él recibe en su interior la gnosis teorética de ellas. Pero no sucede lo mismo con Dios, el eterno, infinito e indescriptible, que otorga a los seres el ser o la existencia, el bien ser o bienestar y el siempre ser.
3.24 Participa del Santo Dios la esencia lógica y noerá, por el mismo ser, por la capacidad de ser bien, es decir, por la bondad, por la sabiduría y por la jaris (energía increada jaris) del ser siempre; por tanto, así conoce a Dios; Pero las cosas y criaturas hechas por Él, como se ha dicho, las conoce mediante la sabiduría creadora que se contempla en las criaturas, la que se encuentra en el nus de forma simple sin hipostasis o forma substancial.
3.25 Dios, por su inmensa bondad, una vez que ha creado en el ser la esencia lógica y noerá (espiritual humana) le ha transmitido cuatro de Sus cualidades divinas que mantienen, cuidan y conservan a los seres; estas son: el ser, el ser siempre, la bondad y la sabiduría. De estas las dos primeras Dios la ha atribuido a la esencia y las otras dos, la bondad y la sabiduría, las concedió la libre voluntad de decidir para que, lo que Él es por esenciase, se realice en la criatura por participación. Por eso se dice que fue creado “a o como imagen y semejanza de Dios” (Gen 1,26). Y como ser se hizo como imagen del Ser, y como ser siempre a imagen del Ser siempre, aunque no es sin principio como Dios, pero sí sin fin. Como bondadoso es a semejanza del Bondadoso, y como sabio es a semejanza del Sabio, y por la jaris (energía increada gracia) teniendo las cualidades que el Dios tiene por naturaleza. Como imagen de Dios es toda naturaleza lógica, mientras como Su semejanza sólo los bondadosos y los sabios.
3.26 Toda esencia lógica y noerá se divide en dos: la naturaleza angélica y la humana. Y a su vez toda la naturaleza angélica se divide en dos grupos y voluntades: santos e impíos, es decir, los santos ángeles y los sucios demonios. La naturaleza humana se divide sólo en dos voluntades universales: en piadosos o devotos e impíos o infieles.
3.27 Dios que es autoexistencia y autobondad o para decir mejor toda la verdad, está por encima de todas estas cualidades, no tiene absolutamente ninguna cualidad contraria. Pero las criaturas, al tener todas la existencia o el ser por la jaris (energía increada gracia) y por participación, además como seres lógicos y noerós (espirituales) tienen también la libertad para la bondad y la sabiduría sin embargo tienen también lo contrario; es decir, la existencia o ser tiene como contrario la inexistencia o no ser, y la bondad y la sabiduría tienen como contrarios la malicia y la ignorancia. El que existan o no estas criaturas está en el poder del Creador. Pero el que participen a Su bondad y sabiduría depende de la voluntad de las criaturas lógicas y noerás (espirituales).
3.28 Los sabios helenos-griegos*, al decir que la esencia o sustancia de los seres coexiste desde la eternidad con el Dios, y que sólo sus cualidades relativas recibieron de Él, afirman que en la esencia no hay nada contrario, y la contrariedad se encuentra sólo en las cualidades. Pero nosotros decimos que sólo la divina esencia-usía increada no tiene en sí misma nada contrario, porque es eterna, infinita y regala la eternidad a los otros seres o existencias. Mientras que en la esencia de los seres se encuentra el no ser como contrario, y su ser siempre como su no ser están en el poder del Ser sublime que propiamente es. Pero como Dios no revoca Sus dones o carismas (Rom 11,29), por eso los seres existen y siempre existirán, sostenidos por la dinami potencia y energía increada y omnipotente, aunque la esencia de ellos tiene contrario la inexistencia o no ser, como ya se ha dicho, porque de ella ha venido a la existencia, y su ser-existencia y no ser–inexistencia depende de la voluntad de Dios.
(*San Máximo heleno Cristianizado se refiere a los Cristianos helenizados, es decir, en contra de los filósofos helenos y a los de su época, como también a los actuales occidentales, principalmente a los escolásticos que mezclan metafísica, Aristóteles, Platón y otros filósofos con la auténtica Teología profética empírica de los Santos Padres Helenos los Profetas del Nuevo Testamento…)
3.29 Tal como el mal es privación del bien y la ignorancia es privación de la gnosis, así también el no ser es privación del ser; y la privación no es del Ser principal, -porque el Ser no contiene nada contrario-, sino del ser por participación. Y las privaciones del bien y de la gnosis dependen y provienen del mal uso de la voluntad de las criaturas. Mientras que la privación del ser-existencia se encuentra en la voluntad del Creador, quien quiere por bondad que existan los seres y siempre sean beneficiados por Él.
3.30 Entre todas las creaturas algunas son lógicas y neorás y reciben las energías contrarias, es decir, la virtud y la malicia, la gnosis y la agnosia, y otras son distintos cuerpos, que fueron creados de elementos contrarios entre sí, es decir, de tierra, aire, fuego y agua. Las primeras son totalmente incorpóreas e inmateriales, aunque algunas de estas están unidas con cuerpos, en cambio las otras sólo están compuestas de materia y forma.
3.31 Todos los cuerpos son por naturaleza inmóviles. Pero se ponen en movimiento por la psique, algunos por la psique lógica, otros por una psique irracional o insensata, y otros por una psique insensible
3.32 De las dinamis fuerzas y energías de la psique, una es la nutritiva, otra es la imaginativa e impulsiva, otra es la lógica y la conceptual. Las plantas participan sólo de la primera. Los animales irracionales participan junto con la primera también con la segunda. Los seres humanos participan de las tres. Y Las dos primeras fuerzas y energías son corruptibles, en cambio la tercera es incorruptible e inmortal.
3.33 Las dinamis potencias angelicales transmiten entre sí la divina iluminación, y en naturaleza humana transmiten o de la virtud o de la gnosis que poseen. La virtud que transmiten es como la bondad imitadora de Dios, la que benefician a sí mismos, y benefician también a las potencias similares e inferiores a ellas y las hacen deiformes. De sus gnosis de nuevo transmiten alguna gnosis sobre Dios más alta, como dice la Escritura: “Tú Señor eres el altísimo por los siglos” (Sal 91,9), o alguna gnosis más profunda sobre los seres incorpóreos, o más preciso sobre los seres materiales, o más perfecta sobre la divina Providencia, o más clara sobre el juicio.
3.34 Suciedad del nus, ante todo, es la falsa gnosis; en segundo lugar, es la ignorancia de uno de lo que es universal; me refiero en relación del nus humano, porque es propio del ángel no ignorar nada de lo que es particular. En tercer lugar, es tener loyismí malignos e indecentes; y en cuarto lugar, es consentir el pecado.
3.35 Suciedad, impureza de la psique es no operar por naturaleza. De esto nacen en el nus los loyismí impuros y pasionales. Y opera por naturaleza, cuando las fuerzas pasionales de la psique, es decir, la ira y el deseo, permanecen impasibles e inafectadas durante el asalto de las cosas y de los correspondientes conceptos de ellas.
3.36 Suciedad e impureza del cuerpo es la praxis del pecado.
3.37 Ama la hisijía aquel que no queda afectado de las cosas mundanas. Y ama a todos los hombres aquel que no ama nada de lo humano. Y tiene gnosis de Dios y de las cosas y realidades divinas aquel que no se escandaliza de nadie, ni por pecados, ni por pensamientos sospechosos.
3.38 Es cosa muy grande para uno no tener pasión por las cosas. Pero mayor aún que esto es permanecer impasible e inafectado de los conceptos de éstas.
3.39 La agapi y la continencia mantienen al nus apazí sin pazos impasible, tanto ante las cosas como ante los conceptos de las cosas.
3.40 El nus del hombre amante de Dios no combate contra las cosas ni contra sus conceptos, sino contra los pazos que conectan con los conceptos de las cosas. Por ejemplo, no combate contra la mujer o contra aquel que le ha entristecido, ni contra las fantasías de estos, sino contra los pazos que conectan con las fantasías.
3.41 Toda la guerra del practicante cristiano o del monje contra los demonios, es para separar los conceptos de los pazos. De otra manera no puede mirar las cosas con apazia impasibilidad.
3.42 No es lo mismo una cosa, un concepto y un pazos. Cosa es por ejemplo, el hombre, la mujer, el dinero, etc… Concepto es el simple recuerdo de ellas sin pasión. Pazos es la amistad o amor irracional o el odio desmedido por alguna de las cosas dichas anterior. Por tanto, la lucha nuestra como cristianos y la del monje es contra el pazos.
3.43 Un concepto pasional o indecente es un loyismós pensamiento compuesto con pazos y concepto. Si separamos el pazos del concepto entonces nos queda el loyismós simple sin pazos. Y para separarlos necesitamos de la agapi espiritual y de la continencia
3.44 Las virtudes separan el nus de los pazos, las zeorías contemplaciones espirituales separan el nus de los conceptos finos o sutiles, en cambio la oración pura y limpia lleva el nus frente al mismo Dios.
3.45 Las virtudes están para la gnosis de las creaciones. La gnosis para aquel que la ha adquirido. Aquel que tiene la gnosis, la tiene para Dios, Quien se conoce incognosciblemente sin nosotros conocer cómo, y conoce más allá de toda gnosis.
3.46 Dios que trasciende toda plenitud, no ha traído a la existencia las creaciones porque tenía necesidad de algo (Hec 17,25), sino para que estas gozaran y disfruten de Dios participando analógicamente de Él y Dios se alegrara y deleitara por Sus obras (Sal 103,31), viendo que estas también deleitan y se sacian insaciablemente de Aquel de Sus cosas que nunca nos saciamos.
3.47 En mundo tiene muchos pobres de espíritu, pero no como deberían ser. Y tiene muchos que están de luto, pero por la pérdida de riquezas o por dinero o por privación de hijos; y tiene muchos apacibles, pero en relación con los pazos sucios; y muchos sedientos de hambre y justicia, pero para apoderarse de los bienes ajenos y de ganar con injusticia; y muchos misericordiosos, pero hacia el cuerpo y de aquellas cosas que conciernen al cuerpo; y muchos puros de corazón, pero por vanagloria; también tiene pacificadores, pero de los que someten la psique al cuerpo; y muchos que son perseguidos, pero como díscolos y revoltosos; también muchos ultrajados pero por pecados vergonzosos. Sin embargo, bienaventurados y felices son sólo aquellos que hacen y padecen estas cosas por Cristo. ¿Y por qué son bienaventurados? Porque de estos es la realeza (reinado de la energía increada) de los Cielos y ellos son los que verán a Dios (Mt 5, 3-12), etc. De modo que, son bienaventurados, no porque hacen y padecen así tales cosas, también los antes nombrados las hacen, sino porque las hacen y padecen todas estas cosas por Cristo.
3.48 En todo lo que hacemos, Dios mira el propósito o la intención por el que lo hacemos, como muchas veces lo hemos dicho, es decir, lo hacemos para Él o por alguna otra razón. Por tanto, cuando queremos hacer algo bueno, debemos tener como finalidad no gustar a los hombres sino a Dios, de modo que aspirando en Él hacerlo todo por Él, para que no nos ocurra que soportemos el esfuerzo y la fatiga y después perdamos también la recompensa.
3.49 Durante el tiempo de la oración expulsa de tu nus también los conceptos finos o sutiles de las cosas humanas y toda teoría e imaginación de las creaciones, no vaya a ser que imaginando las cosas inferiores, decaigas y pierdas Aquel que incomparablemente es superior de todos los seres.
3.50 Amemos, pues, a Dios verdaderamente, porque con esta agapi expulsamos los pazos. La agapi hacia Él consiste en preferir a Él en vez del mundo, y anteponiendo la psique al cuerpo, despreciando las cosas mundanas y dedicando todo nuestro tiempo en Él con continencia, agapi, oración, salmodia y similares.
3.51 Si nos dedicamos por largo tiempo a Dios y nos ocupamos para la terapia de la parte pasional de la psique, no seremos arrastrados más por los asaltos de los loyismí, pensamientos, sino que, considerando con más precisión sus causas y cortándolas, llegaremos a ser más lúcidos y clarividentes, de manera que se cumpla en nosotros lo del Salmo: “Mi ojo no observará a mis enemigos y mi oído escuchará a aquellos que se levantan contra mí para hacerme mal” (Sal 91,12).
3.52 Cuando veas que tu nus se ocupa con justicia y piadosamente de los conceptos del mundo, sabrás que también tu cuerpo permanece puro y sin pecado; cuando, en cambio, veas que tu nus se ocupa con los pecado por la diania (mente, intelecto pensamiento) y no le impides, debes conocer que también tu cuerpo no tardará mucho en caer en estos mismos pecados.
3.53 Como el cuerpo está rodeado de las cosas, así también el nus está rodeado de conceptos; y como el cuerpo fornica con el cuerpo de la mujer, así también el nus fornica con la idea de la mujer mediante la fantasía de su propio cuerpo, porque ve la forma de su propio cuerpo unida en la diania (mente, intelecto) con la forma de la mujer. Del mismo modo, también él, por la diania se venga del que lo ha entristecido mediante la forma del propio cuerpo. Y así también sucede para los otros pecados: Lo que el cuerpo hace en el mundo de las cosas, el nus lo realiza también en el mundo de los conceptos.
3.54 No debemos temblar ni horrorizarnos ni volvernos locos por el hecho de que Dios y Padre no juzga a nadie, sino que ha dado todo juicio al Hijo (Jn 5,22) y el Hijo exclama: No juzguéis, para que no seáis juzgados; no condenéis para no seáis condenados” (Lc 6,37). Y el Apóstol de modo semejante: “No juzguéis antes de tiempo, hasta que venga el Señor” (1Cor 4,5), y “pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo” (Rom 2,1); pero los hombres, en cambio, habiendo dejado de llorar por sus pecados, han substraído el juicio al Hijo y ellos mismos, como si fueran sin pecado, se juzgan y condenan uno al otro; y el cielo permaneció atónito por esto, la tierra tembló, pero ellos no se avergüenzan, habiendo llegado a ser insensibles.
3.55 El que se dedica a los pecados ajenos o sólo por sospecha juzga al hermano, no ha iniciado aún la metania, ni escruta para encontrar sus propios pecados, que son, en verdad, más pesados que una masa de plomo de muchos talentos; ni ha comprendido aún cómo el hombre se hace duro de corazón, amante de la vanidad y que busca la mentira. Por esto, este como un hombre insensato está andando en tiniebla, habiendo dejado sus propios pecados va imaginándose los pecados de los otros, sean reales o sean imaginados o sospechas suyas.
3.56 La filaftía (egolatría, excesivo amor propio), como se ha dicho muchas veces, es la causa de todos los loyismí indecentes, malignos y pasionales. De ella nacen los tres pensamientos capitales del anhelo o deseo: el de la gula, el de la avaricia y el de la vanagloria. De la gula nace el loyismós de la fornicación, de la avaricia, el de la avidez y de la vanagloria, el de la soberbia. Todos los otros loyismí malignos e indecentes siguen alguno de estos tres: el de la ira, de la tristeza, del resentimiento, de la acedia, de la envidia, de la maledicencia, y los restantes. Estos pazos-pasiones atan el nus a las cosas materiales y lo retienen en la tierra, como una piedra pesadísima encima de él, aún siendo el nus por naturaleza más ligero y ágil que el fuego.
3.57 Principio de todos los pazos es la filaftía (egolatría) y el fin es la soberbia. La filaftía-egolatría es el amor irracional a sí mismo y por el cuerpo; quien la ha cortado, ha cortado conjuntamente todos los pazos que nacen de ella.
3.58 Así como los padres carnales tienen especial agapi para sus hijos, así también el nus se conecta naturalmente con sus logos. Y así como a los padres aman patológicamente los propios hijos, aún si son bajo toda consideración los más ridículos de todos, parecen los más amables y los más bellos, así también al nus insensato sus logos, aún si son más malos que todos, le parecen más sabios que todos. Pero al nus sabio no le parecen así sus logos; pero, cuando parece persuadido de que son verdaderos y buenos, sobre todo entonces, no confía en su propio juicio, sino que escoge otros hombres sabios como jueces de sus logos y de sus loyismí, para por sí acaso no correr o haber corrido en vano, y de ellos recibe la confirmación.
3.59 Cuando hayas vencido alguno de los pazos más indecentes, por ejemplo, gula o fornicación, ira, avaricia, rápidamente caerá sobre ti el loyismós, pensamiento de la vanagloria; y si vences a éste, le seguirá el de la soberbia.
3.60 Mientras todos los pazos indecentes y malignos dominan a la psique, expulsan de ella el loyismós de la vanagloria; pero apenas son vencidos todos los predichos pazos, entonces lo retornan a ella.
3.61 La vanagloria, ya sea alejada ya sea presente, genera soberbia; cuando es expulsada produce presunción; en cambio mientras permanece produce la arrogancia.
3.62 La vanagloria la destruye el trabajo espiritual secreto. La soberbia la destruye cuando el luchador atribuye a Dios sus hazañas.
3.63 El que ha sido hecho digno de recibir gnosis de Dios y ha gozado realmente en abundancia de este gozo que proviene de esta, este desprecia todos los placeres que nacen de la parte anhelante o concupiscible de la psique.
3.64 El que desea las cosas terrenales desea los alimentos o lo que sirve a los placeres sexuales o la gloria humana o riquezas o cualquier otro relativo a estas cosas; y si el nus no encuentra algo mejor que esto para pasarlo a la parte anhelante de la psique, no se persuadiría jamás en despreciar totalmente estas cosas. Pero incomparablemente mejor que estas cosas es la gnosis de Dios y de las cosas divinas.
3.65 Aquellos que desprecian los placeres o hedonismo, los desprecian o por temor o por esperanza o por gnosis espiritual y agapi hacia Dios.
3.66 La gnosis de las realidades y cosas divinas sin el divino pazos-pasión, no convence al nus a despreciar totalmente las cosas materiales, sino que lo asemeja al loyismós-pensamiento simple de una cosa sensible. En efecto, es posible para uno encontrar muchos hombres que poseen gran gnosis, y, a pesar de esto, que se revuelcan en los pazos carnales como los puercos en el barro. En efecto, una vez que con algún esmero se han catartizado (purgado y sanado) un poco y han adquirido la gnosis, después se han vuelto negligentes y parecidos a Saúl, quien mientras fue considerado digno para la realeza, luego fue expulsado de ella con terrible ira (1 Re 10,1 y16,1).
3.67 Como el loyismós, pensamiento sutil o fino de las cosas humanas no obliga al nus a despreciar las realidades divinas, así tampoco la gnosis sutil de las cosas y realidades divinas, no convence a despreciar totalmente las cosas humanas. Porque la verdad, ahora subsiste en sombras y figuras, y por esto hay necesidad del divino pazos-pasión de la santa agapi, la que liga y compromete el nus a las contemplaciones espirituales y lo persuade a preferir las cosas inmateriales a aquellas materiales y las cosas espirituales y divinas a las sensibles.
3.68 El que ha cortado totalmente los pazos y ha vuelto los loyismí en pensamientos simples, no significa que los ha vuelto completamente a las cosas divinas. Pero puede no tener ningún pazos ni para las cosas humanas, ni para las divinas; pero esto sucede sólo a los practicantes que todavía no se han hecho dignos para adquirir la gnosis. Estos se abstienen de los pazos o por miedo al infierno o por la esperanza del reinado de la Realeza increada.
3.69 En esta vida nos sostenemos a la fe no en la percepción sensible (2Cor 5,7), y tenemos la virtud débil, vemos como en un espejo y en enigmas (1Cor 13,12), por eso tenemos necesidad de mucho ejercicio para las realidades y cosas divinas, de modo que con el prolongado estudio y continuidad podamos adquirir inalterable el hábito de las divinas zeorías contemplaciones que difícilmente se desprenden.
3.70 Si, después de haber erradicado un poco las causas de los pazos, nos dedicamos a las contemplaciones espirituales por poco, pero sin persistir, dedicándonos a ellas para hacerlas nuestro trabajo principal y continua, fácilmente de nuevo retornamos a los pazos carnales, sin haber ganado nada más que gnosis desnuda con arrogancia y presunción, cuyo fin será el oscurecimiento gradual de la gnosis y el retorno total del nus a las cosas materiales.
3.71El pazos reprochable de la agapi entretiene al nus con las cosas materiales, mientras que el pazos loable de la agapi lo liga con las cosas y realidades divinas. Porque el nus tiene la costumbre en extenderse en estas cosas y se entretiene. Y en aquellas cosas que se extiende, en aquellas dirige el deseo y la agapi: a las divinas realidades, a las propias y a las espirituales e inteligibles, o a las cosas y a los pazos de la carne.
3.72 Dios ha creado el mundo invisible y el visible, y Él hizo también la psique y el cuerpo. Y si este mundo visible es tan bello, ¿cómo y cuánto será de bello, entonces, el invisible? Y si el invisible es más bello que el visible, ¿cuánto superior a los dos será Dios que los creó? Si, pues, el Demiurgo-Creador de todas las cosas bellas y buenas es superior que todas las creaturas, ¿por qué motivo el nus, deja aquello que es mejor que todo y se dedica a lo que es peor que todo, es decir, con los pazos de la carne? O, es evidente, porque, el nus desde el nacimiento al haberse relacionado y habituado con estas cosas, no ha alcanzado aún una perfecta experiencia y gnosis de Dios que es mejor y superior a todo. Si con un prolongado ejercicio de dominio sobre los placeres y de estudio de las cosas divinas, el nus lo separamos gradualmente de esta relación con los pazos, progresando poco a poco, se extenderá en las cosas divinas reconociendo su valor divino; y finalmente transferirá todo su deseo hacia Dios y a lo divino.
3.73 El que habla sin pazos-pasión el pecado del hermano, lo hace por dos razones: para corregirlo o para provecho de otro. Si lo dice fuera de estas dos razones, sea a este hermano sea a otro, lo dice para ultrajarlo o para herirlo; y no podrá escapar del abandono por parte de Dios, sino que caerá absolutamente en el mismo o en otro pecado y falta y, una vez, acusado, rechazado y ultrajado por otros, será avergonzado.
3.74 Los hombres que cometen el mismo pecado, no lo hacen todos por el mismo motivo. Por ejemplo, una cosa es pecar por hábito, y otra por haber sido arrastrado por un impulso repentino; éste no tenía ni antes ni después el pecado en su nus, pero después sufre mucho por lo que ha hecho. Por el contrario, el que peca por hábito, aún antes no cesaba de pecar con la diania (mente, intelecto) y, después del pecado cometido tiene la misma disposición.
3.75 El que trabaja las virtudes por vanagloria, evidentemente busca también la gnosis por vanagloria. Ése no hace ni dice algo para edificación espiritual para los demás, sino que en todo busca y va a la caza de la gloria de parte de quienes lo ven o lo escuchan. El pazos-pasión se manifiesta cuando, alguno de ellos desmerece sus obras o lo acusa por sus por sus dichos, palabras. Entonces él se entristece demasiado, no por el hecho de que éstos no se hayan tenido edificación ni hayan beneficiado, -esto no era su fin-, sino por haber sido despreciado y subestimado.
3.76 El pazos de la avaricia o amor al dinero se demuestra cuando uno se alegra cuando recibe y se entristece cuando da. Un hombre de este tipo no puede ser administrador del dinero.
3.77 Cuando uno sufre, tiene paciencia por las siguientes razones: 1) por la agapi a Dios, 2) por la esperanza de la recompensa, 3) para el miedo a los hombres, 4) porque así está creado, 5) por el placer o el hedonismo, 6) por beneficio, 7) por vanagloria y 7) por necesidad.
3.78 Una cosa es liberarse uno de los loyismí y otra cosa es liberarse de los pazos. Y muchas veces es liberado de los loyismí cuando no están presentes las cosas, por las que tiene los pazos. Pero los pazos se esconden dentro de la psique y cuando aparecen las cosas, entonces se manifiesta la existencia de estos. Por tanto, debemos estar vigilando al nus en su relación con las cosas, y percibir y reconocer en qué cosa se dirige el pazos.
3.79 Amigo verdadero es quien, durante el tiempo de la tentación, sin agitarse ni turbarse, sostiene y compadece de modo sereno, pacífico y sin ruidos junto a su prójimo, como propias, las necesidades, las desgracias, los sufrimientos y las penas que traen las circunstancias de la vida.
3.80 No desprecies ni deshonres tu conciencia que siempre te aconseja cosas óptimas y magníficas. Porque te sugiere y te presenta consejos divinos y angelicales y te libra de las manchas sucias ocultas del corazón y te regala confianza y franqueza frente a Dios y ánimo en el momento de tu muerte.
3.81 Si quieres tener buena conciencia, ser modesto y no ser esclavo del pazos de la presunción o jactancia, busca siempre en los seres aquello que escapa de tu conocimiento-gnosis. Entonces encontrarás que se te escapan muchísimas y variadas cosas que te eran desconocidas, y entonces te asombrarás de tu ignorancia, reducirás tu vanidad y te harás humilde. Y una vez que te hayas conocido a ti mismo, comprenderás muchas cosas importantes y admirables. Porque la gnosis fantasiosa, no deja a nadie a profundizar y a progresar a la gnosis pragmática, la divina e increada.
3.82 Precisamente desea sanarse y salvarse quien no resiste a los fármacos médicos; y estos son dolores, aflicciones y penas que nos envía Dios mediante varias adversidades y calamidades. Pero el que resiste, no conoce lo que aquí está en juego ni con qué habrá ganado de estas, cuando saldrá de este mundo.
3.83 La vanagloria y la avaricia o amor al dinero, se generan una a la otra. Porque aquellos que son vanagloriosos, se enriquecen, y aquellos que se enriquecen se convierten en vanagloriosos; pero estas cosas para los mundanos; pero el monje cuando no posee nada se convierte más vanaglorioso; si tiene algún dinero lo esconde, porque se avergüenza tener algo que no conviene a su hábito.
3.84 La cualidad de la vanagloria del monje es vanagloriarse de la virtud y las consecuencias. Cualidad de su soberbia es enaltecerse e hincharse por sus hazañas, despreciar a los demás y no atribuirlas a Dios, sino a sí mismo. Cualidad de la vanagloria y de la soberbia del hombre mundano es vanagloriarse e inflarse de su belleza física, riqueza, poder e inteligencia.
3.85 Los triunfos de los mundanos son caídas para los monjes o los cristianos, y los triunfos de los monjes o cristianos son caídas para los mundanos. Por ejemplo, los triunfos de los mundanos son riqueza, gloria, poder, placer y similares, las cuales cuando el monje o cristiano las logra se pierde. Las hazañas del monje son pobreza, continencia, oración sin cesar, falta de gloria, de poder y similares. Estas cosas cuando quien ama al mundo le suceden contra su voluntad, las considera una gran desgracia y ruina y muchas veces corren el riesgo hasta de suicidarse; en efecto, algunos lo han hecho.
3.86 Los alimentos han sido creados por dos causas: para alimentar y para terapia, curar. Por tanto, aquellos que comen más allá de estas causas, son condenados como amantes del hedonismo, placer, porque abusan de las cosas que fueron dadas por Dios para buen uso. Y el mal uso de las cosas es pecado.
3.87 Humildad en acción es una oración continua con lágrimas y sufrimiento; la oración invoca continuamente la ayuda de Dios; la oración continua no nos permite confiar tontamente en la fuerza y la sabiduría propias, ni se enorgullece contra nadie. Estas son enfermedades graves y terribles derivadas del pazos del orgullo u soberbia.
3.88Una cosa es combatir un loyismós simple para que no ponga en movimiento el pazos, y otra cosa es combatir el loyismós maligno e indecente para que no suceda el consentimiento. Estas dos maneras no dejan que los loyismí permanezcan largo tiempo.
3.89 La tristeza está unida con el resentimiento. Cuando el nus ve con tristeza el rostro del hermano en el espejo de su memoria, es evidente que tiene resentimiento contra su hermano. Los caminos de los resentidos conducen a la muerte espiritual (Pr 12,28), porque todo resentido es transgresor de la Ley (Pr 21,24)
3.90 Si tú tienes resentimiento contra alguien, ruega y ora por él, y así detienes el movimiento del pazos, separando con la oración la tristeza del recuerdo del mal que te ha hecho. Cuando llegues a adquirir la agapi (amor desinteresado), borrarás totalmente el pazos de tu psique. Si el otro se resiente contra ti, hazte humilde y sé generoso con él y trátalo con buenas maneras, y así lo liberarás de su pazos.
3.91 La tristeza de aquel que te envidia con mucha dificultad y esfuerzo podrás frenarla y cesarla, porque él considera desgracia suya lo que envidia en ti envidia y no es posible detener su tristeza, si no es escondiéndole de alguna manera de lo que envidia. Ahora bien, el bien que tienes favorece y beneficia a muchos, en cambio en aquel produce tristeza, ¿cuál de las dos partes despreciarás? Es por tanto necesario favorecer a muchos, pero a él tampoco dejarlo de lado; y no debemos dejarnos ser arrastrados por la malicia del pazos para combatir no el pazos de la envidia sino a quien padece de esto. Pero con la conducta humilde debes creer que él es superior a ti, y en cada tiempo, cosa y lugar darle preferencia. Ahora bien, tu propia envidia puedes detenerla si en aquello que se alegra el envidioso tú también te alegras con él, y en las que se entristece tú también te entristeces con él, aplicando y cumpliendo el consejo del Apóstol: “Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran” (Rom 12,15)
3.92 Nuestro nus se encuentra en dos habilidades que cada una hace lo suyo, una hace la virtud y la otra la malicia, es decir, entre ángel y demonio. Y el nus tiene la fuerza de su energía y la capacidad para seguir o resistirse a lo que quiere
3.93 Las potencias angelicales nos incitan hacia el bien, y los espermas naturales y la buena voluntad nos ayudan. Los asaltos de los demonios los favorecen los pazos y la mala predisposición y voluntad.
3.94 Al nus limpio, lúcido y puro el mismo Dios viene a veces y lo enseña, otras veces vienen las santas potencias que proyectan los bienes, otras veces la zeoría contemplación de las cosas naturales.
3.95 El nus que se ha hecho digno de adquirir gnosis increada espiritual debe mantener libres pazos-pasiones los conceptos de las cosas, estables las contemplaciones y el estado de oración lúcido, sin turbación. Pero estas cosas no siempre puede conservarlas, ya que le enturbian las emanaciones de la carne por la sujeción e insidia de los demonios.
3.96 No siempre sucede que nos enfadamos por las cosas que nos entristecemos. Porque la mayoría de estas producen tristeza y no ira. Por ejemplo, se ha roto tal cosa, tal otra se ha perdido, tal ha muerto; sólo para estas cosas nos entristecemos; pero para las otras nos entristecemos y nos enfadamos porque no tenemos bien filosofada la disposición o la sabiduría interior.
3.97 El nus cuando recibe los conceptos de las cosas se transforma conforma a cada concepto. Cuando contempla espiritualmente, se transforma de distintas formas conforme a cada contemplación. Pero cuando se ha unido con Dios entonces se vuelve y se ha hace sin forma y sin figura. Porque contemplando a Dios que es Uno el nus se hace también uno uniforme y luminoso.
3.98 Psique perfecta es aquella que su fuerza pasional se ha declinado totalmente hacia Dios.
3.99 Nus perfecto es aquel que con su verdadera fe ha conocido por encima de toda gnosis, de modo supra-incognoscible al Supra-incognoscible; y ha visto lo que es universal en Sus creaciones, y ha recibido de Dios la gnosis la que contiene y comprende sobre la Providencia y el Juicio de Sus creaciones, entiendo, por supuesto que a la medida de lo posible para los seres humanos.
3.100 El tiempo se divide en tres, pasado, presente y futuro. La fe se extiende también a los tres períodos, mientras que la esperanza al uno y la agapi a los dos. También la fe y la esperanza llegan hasta un punto –hasta el final de la vida terrenal-, en cambio la agapi increada permanece en los infinitos siglos supraunida con el Supra-infinito y siempre superaumentada sin medida. Y por esto la más grande de todas es la agapi increada 1 Cor 13,13; (la primera y puntal de las energías increadas, según los Santos Padres). Amín.
Fuente: Filocalía de los Santos Nípticos. El jardín de la Panaghía, 1986, tomo 2 pág 76-89.
¡!!Doxa y gracias a Dios!!!
Cuarta centuria sobre la Agapi, san Máximo el Confesor.
Filocalía de los Santos Nípticos, tomo B´ pág 90-102
4.1 Primero el nus queda maravillado al considerar la absoluta infinitud de Dios y ese tan deseado e inmenso océano de la Deidad. Después queda sorprendido y anonadado pensando sobre cómo Dios ha creado todo de la nada o cero. Pero tal como Su grandeza no tiene límite (Sal 144,3), así uno no puede escrutar su sabiduría increada (Is 40,28).
4.2 ¿Cómo podría no admirarse el nus al contemplar este inmenso océano de la bondad de Dios que supera a todo asombro? ¿Y cómo podría no ponerse fuera de sí mismo, cuando piensa cómo y de qué se hizo la esencia lógica y noerá (espiritual humana) y los cuatro elementos de los que se componen los cuerpos, sin que existiera ninguna materia antes de su creación? ¡Y cuál es la potencia y energía que entró en acción y los ha traído en la existencia! Pero esto los helenos-griegos no lo aceptan, porque ignoran la Bondad omnipotente y la sabiduría drástica, operativa y la gnosis increada de Ella que trasciende a todo nus.
4.3 Pero como Dios es desde la eternidad Creador, cuando quiere crea con Su consubstancial Logos y el Espíritu Santo por infinita bondad. Y no preguntes, ¿por qué razón ha creado ahora, ya que desde siempre es bondadoso? Porque yo te respondo que la inescrutable sabiduría de la infinita divina esencia increada transciende a la gnosis humana.
4.4 La gnosis de los seres que había en el preexistente Dios, la ha traído en la existencia el Creador, y la proyectó hacia fuera, cuando lo quiso. Porque es absurdo dudar de que Dios omnipotente no puede dar existencia a algo cuando quiere.
4.5 Investiga por qué causa Dios ha creado esto, en efecto, esta gnosis es posible. Pero no investigues el cómo y por qué Él ha creado recientemente o ahora, porque esto no está en las facultades y posibilidades de tu nus. Porque unas cosas de las divinas son comprensibles a los hombres y otras inconcebibles e incomprensibles. Contemplar sin frenos ni autodominio quizás podría empujarte al precipicio, tal como dijo uno de los santos.
4.6 Algunos sostienen que las creaciones existen desde la eternidad junto con Dios, cosa que es imposible. ¿Cómo pueden coexistir desde la eternidad con Aquel, que desde todos los aspectos es absolutamente Infinito, las cosas que son absolutamente finitas? ¿O cómo son realmente las creaciones, si son coeternas con el Creador? Pero este logos o tratado es de los helenos, los cuales presentan a Dios como Creador no de la esencia de las creaciones, sino sólo de sus cualidades. Pero nosotros que hemos conocido a Dios como omnipotente, decimos que es creador no sólo de las cualidades o energías (creadas) sino también de las esencias junto con las cualidades. Ya que es así, las creaciones no coexisten desde la eternidad con el Dios.
4.7 Lo divino y lo relativo con lo divino, desde un aspecto es conocido, desde otro aspecto es desconocido. Se hace conocido con la zeoría contemplación de sus cualidades o energías increadas, pero permanece desconocido según su esencia.
4.8 No busque en la simple e infinita esencia de la Santa Trinidad encontrar hábitos y habilidades para que no la convierta en compuesta como las creaciones, cosa que es absurda y no permitido pensar así sobre Dios.
4.9 Sólo la omnipotente e infinita divina esencia-usía increada ha creado todo, es sencilla, uniforme, sin cualidades, inalterable e imperturbable. Toda la creación está compuesta de esencia y cualidades o energías, y tiene necesidad de la Divina Providencia, porque no está libre de cambios.
4.10 Toda esencia, noerá (con nus espíritu) y sensible, cuando vino en la existencia, ha recibido de Dios las fuerzas y energías adecuadas para comprender los seres. La esencia noerá ha recibido la potencia y energía noética comprensiva, y la sensible la energía de los sentidos y sensaciones.
4.11 Dios es solamente participado, mientras que la creatura participa y comunica. Participa del ser, pero comunica sólo el bien ser y bienestar, pero de un modo la esencia corpórea y de distinto modo la esencia incorpórea.
4.12 La esencia incorpórea comunica el bien ser y el bienestar, cuando está hablando, operando y siendo contemplada; pero la somática o corpórea sólo cuando es contemplada.
4.13 Pero el que exista siempre o no la esencia noerá y lógica depende de la voluntad de Aquel que ha creado buenas todas las cosas buenas. Pero el ser buenas o malas por predisposición, esto depende de la voluntad de las criaturas.
4.14 El mal no se encuentra en la esencia de los seres, sino a su movimiento equivocado, animal e ilógico.
4.15 La psique se mueve lógica y correctamente cuando su parte anhelante ha adquirido como facultad la continencia o autodominio; y cuando la parte irascible está fijada a la agapi y evita el odio.; y cuando la parte logística o lógica de la psique se encuentra cerca de Dios con oración y zeoría contemplación espiritual.
4.16 No tiene aún agapi perfecta, ni profunda gnosis de la divina providencia aquel que en tiempo de tentación no tiene paciencia por las cosas tristes que le suceden, sino que se separa de la agapi de los hermanos espirituales.
4.17 El objetivo de la divina providencia es unir con la fe ortodoxa y la agapi espiritual aquellos que la malicia ha separado de varias maneras, porque precisamente en esto padeció el Salvador, es decir, “para reunir en uno los dispersos hijos de Dios (Jn 11,52). Por tanto, aquel que no tolera las incomodidades, no soporta los sufrimientos, ni tiene paciencia en las fatigas, camina fuera de la divina agapi y el objetivo de la providencia divina.
4.18 Ya que la agapi muestra paciencia y bondad (1 Cor 13,4), el que se desanima por las cosas tristes que le suceden y por eso se hace malo e interrumpe la agapi hacia aquellos que le han entristecido, ¿cómo no va a decaer del objetivo de la divina providencia?
4.19 Cuídate a ti mismo no vaya ser que la malicia que te separa del hermano, no se encuentra en el hermano, sino en ti, y corre a reconciliarte con él, para así no decaer del mandamiento de la agapi.
4.20 No desprecies el mandamiento de la agapi, porque con ella te convertirás en hijo de Dios. Transgrediéndola, te convertirás en hijo de la gehena sin darte cuenta.
4.21 Las cosas y motivos que separan de la agapi de los amigos son las siguientes: envidiar o ser envidiados, dañar o ser dañados, deshonrar o ser deshonrados, calumniar y ser calumniados y, los loyismí por sospechas. Por tanto, ¡tú no provoques ni hagas o soportes algo similar, que te separa del amigo!
4.22 ¿Te ha llegado una tentación de parte de tu hermano y la tristeza te ha conducido al odio? No te dejes vencer por el odio, sino vence el odio con la agapi. Lo vencerás si oras sinceramente a Dios a favor de él y recibes su apología o excusa. O también si tú mismo le satisfaces con tu apología, considerándote causa de su tentación, esperando pacientemente y tolerando hasta que la nube haya pasado.
4.23 Tolerante es aquel que espera pacientemente el final de la tentación y gana el elogio de la paciencia.
4.24 El hombre que tolera, tiene mucha prudencia y sabiduría (Pr 14,29) porque pone todas las cosas que le suceden con relación al fin, y esperando esto, soporta las penosas y dolorosas. Y su fin es, según el Apóstol, la vida eterna (Rom 6,22). “Y esta es la vida eterna: que los hombres te conozcan a ti, único verdadero Dios y al que tú has enviado, Jesús Cristo” (Jn 27,3)
4.25 No seas frágil en rechazar la agapi espiritual, porque no ha quedado para los hombres otro camino para la sotiría sanación, redención y salvación.
4.26 Al hermano que hasta ayer considerabas espiritual y virtuoso, hoy no lo juzgues malamente, porque el malvado te ha puesto a odiarlo como malo y vicioso. Pero con la agapi que tolera, teniendo en tu nus los bienes de ayer, expulsa de tu psique el odio de hoy.
4.27 Aquel que hasta ayer lo alababas como bueno y lo elogiabas como virtuoso, hoy no lo maldigas como malo y vicioso, porque has convertido tu agapi en odio, proyectando malas palabras del hermano como excusa de tu propio odio. Sino que sigue en elogiarlo como antes, aunque todavía estés dominado por la tristeza, así de este modo volverás otra vez a la misma agapi salvífica.
4.28 Cuando conversas con otros co-humanos, ten cuidado no vaya ser que a causa de la tristeza respecto a él que aún mantienes escondida, adulteras el habitual elogio al hermano, mezclando en tus palabras sin darte cuenta esta acusación y reproche. En tu encuentro con los demás utiliza el elogio puro de tu hermano y orar por él de verdad como si orases para ti mismo; así en muy breve tiempo serás liberado del odio letal.
4.29 No digas: “No odio al hermano”, mientras no quieres acordarte de él, más bien escucha lo que dice Moisés: “No sientas odio en tu corazón a tu hermano, pero corrige en tu corazón a tu hermano para que no te cargues con pecado por su causa” (Lev 19,17).
4.30 Si sucede que alguno está tentado por el diablo e insiste en hablar mal de ti, tú no salgas de este estado de agapi, puesto que el mismo demonio tienta también a ti por la diania (mente, intelecto). Y no saldrás de este estado, si mientras te acusa, tú oras por su bien, si mientras te calumnia, tú permaneces reconciliador. Este es el camino de la filosofía en Cristo. Y aquel que no anda por este camino, no cohabita con el Cristo.
4.31 No pienses que te aman aquellos que te transmiten palabras que te producen tristeza y odio contra el hermano, aunque parezcan decir la verdad; sino que debes rechazarlos como a serpientes venenosas, impidiéndoles hablar mal y así liberarás tu propia psique de la maldad.
4.32 No hieras a tu hermano con insinuaciones, no vaya a ser que te las devuelva él también lo mismo y así de ambos expulsarás la agapi; sino más bien con franqueza plena de agapi “vete y repréndelo” para disolver las causas de la tristeza y así liberarás a ambos de la turbación y de la tristeza.
4.33 Examina tu conciencia con máximo rigor y todo detalle, no vaya a ser que por causa tuya no se ha reconciliado el hermano contigo. Y no la desprecies, ni quieras engañar la conciencia porque ella conoce tus secretos y te acusará en el momento de la muerte y se hace impedimento y molestia en el tiempo de la oración.
4.34 En el tiempo de tu paz, no recuerdes aquellas palabras dicha del hermano en el tiempo que te entristeció, ya que estas cosas tristes te las haya dicho directamente en la cara, o bien porque hayan sido dichas a otra persona y tú las has oído después, para que no retornes al odio letal contra tu hermano al tolerar los loyismí de los resentimientos.
4.35 Cuando la psique lógica siente odio contra algún ser humano no puede estar en paz con Dios, que ha dado los mandamientos-logos. Porque dice: “Si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre celestial os perdonará vuestras ofensas” (Mt 6, 14-15). Sin embargo, si aquél no quiere hacer las paces, tú de todos modos guárdate del odio, orando por él sinceramente y no hables mal de él con nadie.
4.36 La suma paz de los santos ángeles se mantiene por estas dos disposiciones: agapi hacia Dios y agapi entre ellos. Lo mismo sucede también con todos los santos desde el principio del mundo. Por tanto, muy bellamente ha sido dicho que de estos dos mandamientos prenden toda la Ley y los Profetas. (Mt 22,40).
4.37 No te complazcas de ti mismo, y no odiarás al hermano. No sea filafto (ególatra) y te harás amigo de Dios.
4.38 Si has escogido vivir junto con hermanos espirituales, antes de cruzar la puerta renuncia tus voluntades. Porque no podrás de otra manera estar en paz, ni con Dios, ni con tus compañeros.
4.39 Aquel que ha podido adquirir la agapi perfecta y de acuerdo con esto ha estructurado toda su vida, éste invoca y dice “Señor Jesús” con la iluminación del Espíritu Santo (1Cor 12,3).
4.40 La agapi hacia Dios desea siempre dar alas al nus para comunión con Dios, en cambio, la agapi hacia el prójimo le predispone a pensar siempre bien para él.
4.41 Cualidad de aquel que aún ama la vana gloria o está apegado en algo material, es entristecerse con los hombres por motivos de cosas temporales o les guarda resentimientos o les tiene rencor o mantiene el odio contra ellos o está esclavo en loyismí indecentes y sucios. Pero para la psique que ama a Dios todas estas cosas son completamente ajenas.
4.42 Cuando no dices ni haces algo indecente con la diania (mente, intelecto) y cuando no tiene resentimientos contra aquel que te ha hablado mal de ti u ofendido, y cuando en el tiempo de la oración mantienes libre tu nus siempre inmaterial, sin forma y sin figura, entonces sabrás que has llegado a las fronteras de la apazia-impasibilidad y de la agapi perfecta.
4.43 No es pequeña ni fácil la lucha de uno para liberarse de la vanagloria. Y se libera uno con el trabajo secreto para las virtudes y la oración asidua. Señal de liberación es que uno ya no tiene resentimientos ni rencor contra aquel que le ha ofendido o acusado, incluso si aún sigue ofendiéndote y hablando mal de ti.
4.44 Si quieres ser justo, da a cada parte que está en ti, es decir, al cuerpo y a la psique lo que es debido. En la parte logística o lógica de la psique dale lecturas, contemplaciones espirituales y oración. En la parte irascible dale la agapi espiritual que es opuesta al odio; y a la parte anhelante, templanza, continencia y autodominio; y a la carne o cuerpo alimentos, ropas y mantas, que son las únicas cosas imprescindibles (1Tim 6,8).
4.45 El nus opera según naturaleza o normal cuando tiene en su poder el dominio de los pazos, y examina los logos (causas, dichos y tratados) de los seres, y permanece en Dios.
4.46 Así como la salud y la enfermedad tiene relación con el cuerpo del animal o ser viviente, y la luz y la oscuridad tienen relación con el ojo, así también la virtud y la malicia tienen relación con la psique, la gnosis y la agnosia-ignorancia del nus.
4.47 La dedicación espiritual y filosófica del cristiano gira sobre estas tres cosas: en los logos-mandamientos (de CristoDios), en los dogmas y en la fe. Los mandamientos separan al nus de los pazos; los dogmas le introducen a la gnosis de los seres, mientras que la fe le introduce en la zeoría contemplación espiritual de la Santa Trinidad.
4.48 Algunos de los luchadores rechazan sólo los loyismí pasionales, malignos e indecentes, otros cortan también los pazos. El rechazo se hace, por ejemplo, con la psalmodia o la oración o con la elevación del nus o con alguna otra distracción apropiada en algo cercano; en cambio los pazos se cortan y se destruyen despreciando las cosas por los que se tienen los pazos.
4.49 Las cosas por las que tenemos pazos-pasión, adicción son las siguientes: mujer, dinero, regalos, glorias etc… En cuanto a la mujer uno puede despreciarla cuando con la huida del mundo marchita el cuerpo como se debe con la continencia. El dinero cuando convence a su loyismós a conformarse a todo, y la gloria vana cuando ama el trabajo secreto de los logos-mandamientos que sólo es visible a Dios. De forma similar también para todas las demás cosas. Y aquel que desprecia estas cosas nunca tendrá odio por nadie.
4.50 Aquel que ha renunciado las cosas materiales, por ejemplo, mujer, dinero, gloria vana, etc…, ha convertido en monje al hombre exterior, pero aún no al hombre interior. En cambio, aquel que ha renunciado también los conceptos pasionales, malignos e indecentes de las cosas, éste ha convertido en monje también al hombre interior. Y al hombre exterior uno lo convertirá en monje fácilmente, sólo si se quiere; pero no es fácil ni poca la lucha para convertir y hacer monje al hombre interior.
4.51 ¿Quién, entonces, en esta generación, se ha liberado totalmente de los conceptos pasionales, indecentes y malignos y ha sido hecho digno de adquirir la continua oración pura e inmaterial que es el signo del monje interior?
4.52 Muchos son los pazos que están escondidos en la psique y que salen a flote cuando se presentan las cosas que los incitan y afectan.
4.53 Uno puede no ser molestado por los pazos cuando faltan las cosas, porque ha llegado a un grado de apazia sin pazos impasibilidad. Pero cuando se presentan las cosas, inmediatamente los pazos atraen la atención del nus.
4.54 No pienses que posees la perfecta apazia, cuando no está presente la cosa que incita algún pazos. Cuando esta cosa se presenta y tú permaneces inmóvil y no afectado aunque después la recuerdes, entonces sabrás que has llegado a los confines de la apazia. Pero entonces tampoco debes descuidarte, porque la virtud a largo tiempo mortifica los pazos, pero cuando se descuida, estos de nuevo se despiertan.
4.55 Aquel que ama a Cristo, por supuesto que Le imita a lo que le es posible. Cristo, por ejemplo, no ha cesado nunca de beneficiar y donar a los hombres, y mientras recibía la ingratitud y las blasfemias de ellos, mostraba magnanimidad y tolerancia; y cuando Le pegaban y Le mataban persistió sin tener en cuenta para nada y para nadie el mal que Le hacía. Estas tres cosas son obras de la agapi hacia al prójimo, sin las cuales, aquel que dice que ama a Cristo o que conseguirá el reinado de Su realeza increada se engaña a sí mismo. Porque el Señor dice: “No puede entrar al reinado de la Realeza increada cada uno que dice Señor-Señor, sino aquel que hace la voluntad de mi Padre” (Mt 7,2) y de nuevo: “El que ama, aplicará y cumplirá mis logos-mandamientos” (Jn 14,15).
4.56 Todo propósito y objetivo de los logos-mandamientos del Salvador es liberar el nus de la intemperancia y del odio, y conducirlo a la agapi hacia Él y hacia el prójimo, de los cuales nace la luz increada de la divina gnosis operativa.
4.57 Si te has hecho digno y recibes una gnosis parcial de Dios, no descuides la agapi y la continencia. Porque ellas catartizan, limpian, purgan y sanan la parte pasional de la psique y continuamente abren camino hacia la gnosis espiritual.
4.58 El camino hacia la gnosis es la apazia sin pazos o impasibilidad y la humildad; sin estas nadie verá, contemplará espiritualmente al Señor.
4.59 Puesto que la gnosis “hincha y enaltece”, la agapi, en cambio, edifica (1 Cor 8,2), une la gnosis con la agapi y serás humilde convertido en constructor espiritual edificándote tanto a ti mismo como a todos los que se te acercan.
4.60 La agapi hace al hombre no envidiar y no amargarse de aquellos que le tienen envidia, ni hablar públicamente con ostentación mostrando la virtud que produce la envidia, y ni siquiera pensar que ha conseguido su objetivo (Fil 3,13), y respecto de las cosas que no conoce confesar sin avergonzarse su ignorancia. Así la agapi hace al nus que sea humilde y continuamente progresar en la gnosis espiritual.
4.61 Es de alguna manera natural que la gnosis vaya acompañada de la presunción y la envidia, sobre todo al principio. Y la presunción o jactancia brota sólo en nuestro interior, en cambio la envidia interior y exteriormente; interiormente, de nuestra parte, contra a los que poseen gnosis; exteriormente contra a los que tienen ignorancia. Por tanto, la agapi derrumba estos tres pazos malignos: la presunción o jactancia, porque no enorgullece, “no hincha ni enaltece”; al exterior porque la agapi muestra bondad, magnanimidad y tolerancia (1 Cor 13,4). Por tanto, es necesario que aquel que posee la gnosis, le agregue también la agapi, porque constantemente mantiene el nus íntegro sin heridas.
4.62 Aquel que se ha hecho digno y ha recibido el carisma de la gnosis, pero tiene tristeza o resentimiento contra al hombre, es semejante a aquel que pincha sus ojos con espinas y abrojos. Por eso la gnosis necesita imprescindiblemente de la agapi.
4.63 No dediques todo tu interés y cuidado al cuerpo, sino fíjalo a una ascesis-ejercicio que puede hacer y vuelca y dirige tu nus hacia tu interior. Porque la ascesis corporal poco beneficia, en cambio la piedad es provechosa y beneficiosa para todo (1Tim 4,8).
4.64 Aquel que está dedicado continuamente en su interior, es contingente, magnánimo, tolerante, filántropo y humilde. Y no sólo eso, sino también se dedica a la contemplación espiritual, a la teología y a la oración. “Que operéis según la iluminación del Espíritu” (Gal 5,16), etc.”
4.65 Aquel que no conoce recorrer el camino espiritual, no se interesa sobre los conceptos viciosos, malignos e indecentes, sino que vuelca todo su cuidado a la carne, y es goloso y vicioso, se entristece, se enfada y se resiente contra su prójimo, y así oscurece su mus, o hace ascesis-ejercicio exagerado y enturbia su diania (mente, intelecto).
4.66 La Escritura no excluye el uso de nada de lo que ha sido dado por Dios, sino que condena el exceso y corrige el uso irracional. Por ejemplo, no impide comer, ni procrear hijos, ni tampoco no tener dinero, sino que los administres y uses correctamente. Impide la glotonería, la lujuria, etc… Ni siquiera prohíbe pensar en estas cosas, porque para eso han sido creadas, sino que impide a uno pensar con pazos-pasión sobre estas.
4.67 De todas las cosas que hacemos que son gustadas de Dios, unas son según Su mandamientos, y otras sin el mandamiento, sino que las ofrecemos voluntariamente. Amar a Dios y al prójimo, amar a los enemigos, no cometer adulterio, no matar, etc… son por mandamiento, y cuando los transgredimos somos condenamos; en cambio, no son mandamiento la castidad, el celibato, la pobreza, la huida del mundo, etc… Así que si por enfermedad no podemos adquirir y cumplir alguno de los mandamientos de Cristo, con nuestras ofrendas (o votos) voluntarias expiaremos a nuestro Señor bondadoso.
4.68 Aquel que ha escogido la virginidad y el celibato, debe tener siempre bien ceñida la cintura y su lámpara siempre encendida (Lc 12,35). La cintura ceñida con la continencia, la lámpara encendida con la oración, la zeoría contemplación espiritual y la agapi espiritual.
4.69 Algunos hermanos piensan que no tienen los carismas del Espíritu Santo. Debido a que han descuidado el trabajo de los mandamientos, no conocen que quien tiene la fe genuina a Cristo, tiene en su interior todos los carismas. Porque a causa de nuestra pereza, estamos lejos de la por energía y acción agapi hacia Él, la cual nos muestra los tesoros que tenemos en nuestro interior, pues, justamente creemos que no tenemos carismas divinos.
4.70 Si el Cristo habita en nuestros corazones (Ef 3,17) mediante la fe, según el Apóstol, y todos los tesoros de la sabiduría y de la gnosis están escondidos en Él (Col 2,3), entonces todos los tesoros de la sabiduría y de la gnosis están escondidos en nuestros corazones. Se develan y hacen visibles y claros al corazón en proporción de la catarsis de cada uno mediante el trabajo y aplicación de los logos-mandamientos.
4.71 Éste es el tesoro escondido en el campo de tu corazón, que aún no lo has encontrado a causa de tu pereza física y espiritual. Porque si lo hubieses encontrado, ya habrías vendido todo para comprar este campo (Mt 13,44). Ahora, ya que no lo has encontrado te cuidas de las cosas de alrededor del campo, en las cuales no encuentras nada más que espinas y abrojos.
4.72 Por eso dice el Salvador: “Bienaventurados, dichosos y felices los que tienen el corazón catartizado, purgado y sanado, o han hecho su catarsis, porque ellos verán, contemplarán espiritualmente a Dios” (Mt 5,8). Entonces ellos verán a Él y Sus tesoros escondidos, cuando se hayan hecho la catarsis de sí mismo mediante la agapi y la continencia; y tanto más Le verán, cuanto más catartizados, limpios, puros y lúcidos se van haciendo.
4.73 Por eso dice de nuevo: “Vended lo que poseéis, y dad limosna con esto” (Lc 12,33), ”dad limosna de los de dentro y lo tendréis todo limpio y puro” (Lc 11,41), porque ya no os vais a ocupar de las cosas concernientes al cuerpo, sino que vuestro objetivo será purgarse de vuestro odio y de la intemperancia de vuestro nus que el Señor llama corazón. Porque estas cosas al infectar el nus, no lo dejan ver a Cristo que habita en su interior con la jaris (energía increada jaris) del santo bautismo.
4.74 La Santa Escritura llama las virtudes “caminos”. La mayor de todas las virtudes es la agapi. Por eso el Apóstol decía: “Aún os indico un camino excelente y majestuoso, que es la agapi” (1Cor 12,31); debido a que ella nos ha hecho olvidar y despreciar las cosas materiales y no preferir ninguna de las temporales sino las que son eternas.
4.75 La agapi hacia Dios resiste al deseo, porque convence al nus autodominarse y ser contingente del hedonismo y los placeres. La agapi hacia el prójimo resiste la ira, porque hace al hombre a despreciar la gloria y el dinero. Y estos son los denarios que el Salvador ha dado al posadero (Lc 10,35), para que te cuide y te sanes. Pero tú no te muestres ingrato y vuelves a relacionarte otra vez con los ladrones no vaya ser que vuelvan a herirte, y entonces no te encontrarás medio muerto sino muerto del todo.
4.76 Catartiza purga y sana tu nus de la ira, del resentimiento y de los loyismí indecentes y malignos, y entonces podrás sentir que Dios habita en tu interior.
4.77 ¿Quién te ha iluminado en la fe de la Santa, consubstancial y adorable Trinidad? ¿O quién te ha hecho conocer la economía de la encarnación de Una de las tres hipóstasis-personas de la Santa Trinidad? ¿Quién te ha enseñado los logos de los seres incorpóreos? ¿O quién te ha enseñado los logos de la creación y sobre el final del mundo visible? ¿O lo relativo a la resurrección de los muertos y la vida eterna, o de la doxa-gloria luz increada de la Realeza increada de Dios y del terrible juicio? ¿No has sido enseñado, si acaso, por la Jaris (energía increada gracia) de Cristo que habita en tu interior, la cual es el lazo o arras del Espíritu Santo? (2 Cor 1,22 y 5,5) ¿Qué cosa hay más grande que esta Jaris? ¿Qué cosa hay más grande que esta sabiduría y gnosis? ¿O qué hay más sublime que estas promesas? Pero si nos quedamos perezosos, negligentes y no nos catartizamos purgamos, sanamos a nosotros mismos de los pazos que nos manchan, infectan y ofuscan nuestro nus, para que podamos ver más claro que el sol los logos y razones de todas estas realidades que nos hemos referido, debemos acusarnos a nosotros mismos y no negar la presencia y permanencia de la jaris increada en nuestros corazones
4.78 Dios que te ha prometido bienes eternos y te ha dado como lazo o arras Su Espíritu en el interior de tu corazón (2 Cor 1,22), te ha dado el mandamiento de no preocuparte de tu vida, de modo que el hombre interior pueda catartizarse purgarse y sanarse de los pazos, y empezar, desde ahora en este mismo mundo, a disfrutar y gozar de los bienes futuros.
4.79 Si has sido hecho digno de llegar a zeorías contemplaciones divinas y sublimes, cuídate mucho en tener agapi y continencia, para así poder mantener en ataraxia y serenidad la parte pasional de la psique, y no falte nunca la luz increada de tu psique.
4.80 La parte irascible de la psique, dómala con la agapi; la parte anhelante, marchítala con la continencia; y la parte logística o lógica dale alas con la oración, sobre todo la monologa o noerá del corazón interior. Así la luz increada de tu nus no será oscurecida y ofuscada nunca.
4.81 Las cosas que expulsan la agapi son las siguientes: asalto, deshonor, estropicio y calumnia en temas de fe, -o respecto a la conducta- peleas, golpes, heridas y similares, y estas cosas se sufren personalmente, ya sean de uno mismo o de algún pariente o amigo. Por tanto, aquel que con estas cosas expulsa la agapi, aún no ha aprendido cuál es el objetivo y fin de los logos-mandamientos de Cristo.
4.82 Esfuérzate cuanto puedas en amar a cada hombre. Si esto no lo puedes hacer aún, por lo menos no odies a nadie. Pero esto tampoco lo puedes realizar si no desprecias las cosas del mundo.
4.83 ¿Uno ha blasfemado? No lo odies a él sino a la blasfemia y al demonio que lo ha empujado a blasfemar. Pero si odias aquel que ha blasfemado, has odiado a un ser humano y así has incumplido el logos-mandamiento. Lo que él ha hecho con palabra, tú los haces con obra. Ahora bien, si aplicas y cumples el logos-mandamiento, muestra tu agapi y a medida de lo que puedas ayúdale a liberarse del mal.
4.84 Cristo no quiere que tú tengas odio hacia ningún hombre, ni ira o tristeza, ni resentimiento o rencor de ninguna manera por ninguna cosa temporal. Y esto lo proclaman los cuatro Evangelios
4.85 Somos muchos los que hablamos y pocos son los que hacen y operan. Por lo tanto, no debemos adulterar el logos de Dios para justificar nuestra negligencia, sino que cada uno debe confesar su propia enfermedad, pero sin esconder la verdad de Dios. Así junto con la transgresión de los logos-mandamientos no seremos culpables también por la adulteración y mala interpretación del logos de Dios.
4.86 La agapi y la continencia liberan psique de los pazos. La lectura y la zeoría liberan el nus de la ignorancia. La verdadera oración del corazón trae el nus ante al mismo Dios.
4.87 Cuando los demonios nos ven despreciar las cosas del mundo, para no odiar por ellas a los hombres y así caer de la agapi, entonces suscitan y remueven contra nosotros calumnias para odiar a los que nos calumnian, y así al no soportar la tristeza que nos producen los calumniadores, odiarlos.
4.88 No hay dolor más fuerte de la psique que la calumnia, ya sea contra la fe, o contra la conducta que uno es calumniado. Y nadie puede quedar indiferente cuando es calumniado, excepto solamente aquel que torna y fija sus ojos hacia Dios, -como Susana; en Dios que sólo puede liberarlo del peligro y de las angustias, y puede develar a los hombres la verdad, tal y como hizo en el caso de Susana, y consolar las psiques con la esperanza.
4.89 Cuanto tú más oras con el corazón de tu psique a favor de aquel que te ha calumniado, tanto más Dios convence sobre tu inocencia a quienes han sido escandalizados a causa de la calumnia.
4.90 Bueno por naturaleza es sólo Dios (Mt 19,17). Bueno por predisposición o elección voluntaria es sólo aquel que imita a Dios; es decir, es decir, su objetivo es unir a quienes son malos y viles con Aquel que es por naturaleza bueno, o para que se conviertan en buenos. Por eso cuando es insultado por ellos, los bendice; cuando es perseguido, soporta con paciencia; cuando es blasfemado e ultrajado, consuela (1 Cor 4, 12-13); cuando es llevado a la muerte, ora por ellos. Todo lo hace para no decaer del objetivo de la agapi, la cual Agapi es el mismo Dios nuestro, (1 Jn 4,8).
4.91 Los mandamientos del Señor nos enseñan a utilizar lógicamente las cosas que no conducen al pazos. El uso lógico de estas cosas hace el estado de la psique sano, limpio y puro. El estado sano, puro y limpio genera la apazia, sin pazos o impasibilidad de la que nace la perfecta agapi.
4.92 No tiene todavía la apazia quien, al haberle venido alguna tentación no puede hacer la vista gorda y no tener en cuenta el error del amigo, sea real, sea hipotético. Porque los pazos que existen en la psique, cuando son enturbiados, ofuscan y ciegan el nus y no lo dejan fijarse hacia la luz de la verdad, ni discernir lo mejor de lo peor. Por tanto, este hombre no ha adquirido la agapi perfecta que expulsa fuera el miedo o temor del juicio (1 Jn 4,18).
4.93 El amigo fiel no se cambia por nada (Sir 6,15), porque las desgracias del amigo las tiene como suyas y soporta junto con él con paciencia hasta la muerte.
4.94 Existen muchos amigos, pero en el tiempo de prosperidad y bienestar (Pr 19,4). En el tiempo de la tentación apenas encontrarás alguno.
4.95 Debemos amar con el corazón de nuestra psique a cada ser humano. Pero sólo en Dios se debe poner nuestra esperanza, y con toda nuestra fuerza y energía de la voluntad venerar sólo a Él. Porque mientras Él nos mantiene y cuida, y nuestros amigos nos atienden, los enemigos no podrán perjudicarnos y hacernos daño. Pero si Él nos abandona, y nuestros amigos nos dan la espalda, entonces también los enemigos adquieren fuerza contra nosotros.
4.96 Hay cuatro formas generales de abandono de Dios: a) por economía de Dios, como le sucedió al Señor en Su pasión, (Mt 27,46), Mrc 15,34), de modo que con el supuesto abandono sean salvados los hombres, que habían sido abandonados; b) por prueba, tal como sucedió con Job y con José el bueno, para que se distinguieran el primero como ejemplo de fortaleza, y el segundo como ejemplo de templanza y serenidad (Job 40,8 y Gen 39, 7-20); c) por instrucción paterna, tal como ocurrió con el Apóstol Pablo, para con la humildad y templanza guardara la abundancia de la Jaris-energía increada gracia (2 Cor 12,7); y finalmente, d) el abandono a causa del rechazo, como aconteció con los Judíos, de modo que por el castigo vuelvan a la metania. Todos estos tropos (modos, métodos, forma y maneras) son salvíficos y llenos de bondad y filantropía.
4.97 Solamente los que aplican y cumplen fielmente los mandamientos de Dios y son auténticos iniciados (mistes) de los juicios divinos, no abandonan a sus amigos cuando son tentados por concesión de Dios. Pero aquellos que desprecian los mandamientos y no están iniciados en las divinas concesiones, cuando el amigo prospera y tiene bienestar disfrutan junto a él, en cambio cuando está fatigado por las tentaciones, le abandonan. Y a veces incluso se alían con los enemigos.
4.98 Los amigos de Cristo aman a todos verdaderamente, pero no son amados de todos. Los amigos del mundo tampoco son amados de todos. Los amigos de Cristo mantienen la agapi continuamente hasta el final, en cambio los amigos del mundo hasta que choquen entre ellos por las cosas del mundo
4.99 El amigo fiel es refugio seguro (Sir 6,14), porque cuando el amigo está en prosperidad y bienestar, es buen consejero y cooperante con todo su corazón, y en los sufrimientos y en la tristeza es un ayudante totalmente sincero y defensor lleno de compasión participando totalmente en las dificultades.
4.100 Muchos han dicho muchas cosas sobre la agapi, pero si la buscas, sólo la encontrarás entre los discípulos de Cristo, puesto que sólo ellos poseían la Agapi verdadera como maestro de la agapi, por la que decía: “Aunque tuviese el carisma de profecía y aunque conociese de todos los planes secretos de Dios, y aunque tuviese toda la gnosis, si no tengo agapi… de nada soy, de nada me sirve y en nada me beneficio” (1Cor 13, 2-3).
Por lo tanto, el que ha adquirido la agapi, ha adquirido a Dios, «porque el Dios agapi es 1 Jn 4,8 ὁ Θεὸς ἀγάπη ἐστίν, o Zeós agapi estín».
En Él pertenece la doxa y el poder por los siglos, Amín.
Fin, doxa y jaris de Dios.
Fuente: Filocalía de los Santos Nípticos. El jardín de la Panaghía, 1986, tomo 2
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Traducido por Χρῆστος Χρυσούλας Jristos Jrisoulas