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Ene 19 2015

La nueva eclesiología (herética) del Patriarca Ecuménico Bartolomé

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Nota: el texto escrito más abajo lo firman seis Metropolitas, muchos Yérontas y Abad de monasterios, clérigos, monjes y laicos.

Aquellos de los clérigos, monjes y laicos desean participar en esta pequeña declaración de confesión ortodoxa pueden manifestarlo y declararlo escribiendo: “Estoy de acuerdo con el texto contra la “Nueva eclesiología herética del Patriarca Bartolomé” y la firmo personalmente. Enviar la afirmación con sus nombres, la calidad de clérigo, monje o laico y su profesión en la dirección: Periódico: Teodromía, c/ Tsimiskí 128 CP 54621 Tesalónica, Fax: 0030 2310 2765590 y e-mail: sinaxiorthkm@gmail.com

Con tristeza hemos sido todos testigos de los acontecimientos que han ocurrido hace unos meses en Tierra Santa. Entre tantas cosas, el Patriarca Bartolomé en el marco de su encuentro con el Papa Francisco en Jerusalén el 25 de Mayo 2014, declaró y presentó una eclesiología novedosa y totalmente ajena hacia la Ortodoxia; esto es la peor expresión y la culminación del camino desviado eclesiológico, que ya hace tiempo había comenzado; esta nueva eclesiología (herética) rechaza la indestructibilidad y la incorruptibilidad de la Iglesia; aunque la Iglesia, según los santos Padres, es el “Θεάνθρωπος Χριστός zeánzropos Jristós Dios y hombre Cristo” prolongado en todos los siglos y en toda la eternidad. Por eso la Iglesia no tiene “manchas, ni verrugas, tampoco arrugas o algo semejante1”. Por el contrario, según las palabras del Patriarca, la Iglesia a pesar de la voluntad del Omnipotente o Todopoderoso Cristo, se ha disgregado o dividido.

 

1. Redacciones de la eclesiología de la “iglesia disgregada o dividida”

“La Iglesia Una Santa, Católica y Apostólica, fundada por el “ἀρχῇ Λόγου arjí Logos en el principio Logos” , del “ser real de Dios ὄντος πρός τόν Θεόν, ontos pro ton Zeón,”, y “Dios realmente Logos, Θεοῦ ὄντος Λόγου ”, según el evangelista de la increada agapi y la verdad increadas, desgraciadamente se ha disgregado o dividido en el tiempo, durante su presencia en la tierra, a causa de la preponderancia y la supremacía de la debilidad del hombre y de la limitada, variable y finita voluntad humana. Así se formaron situaciones y grupos varios, de los cuales cada uno reivindica “autenticidad” y “verdad”. Pero la Verdad increada es Una, el Cristo, y Una Su Iglesia creada por Él.

Desafortunadamente, prevaleció el factor humano, y por la acumulación de añadidos “teológicos”, “prácticos” y “sociológicos”, las Iglesias locales fueron conducidas a la disgregación, división de la unidad de la fe, al aislamiento y a veces en un conflicto polémico2..

Esta posición no es del todo nueva; ya desde muy temprano, el Patriarca Ecuménico había expresado su opinión sobre la igualdad de la Iglesia Ortodoxa y de la herejía del Papismo:

“Ha surgido una compresión mistiríaca-sacramental de la Iglesia común, mantenida y transmitida diacrónicamente desde la sucesión apostólica […], pero la Comisión Mixta se ha permitido declarar que nuestras Iglesias se reconocen una la otra como Iglesias Hermanas y comparten en común la responsabilidad de salvaguardar la Una Iglesia de Dios, con fidelidad al plan divino, y con una forma específica a lo que concierne la unidad […] Con esta perspectiva promovemos nuestros creyentes, Católicos y Ortodoxos, a reforzar el espíritu de fraternidad, el que proviene de un Bautismo y de la participación a la vida mistiríaca-sacramental.3

“Para la concienciación de los elementos nocivos y perjudiciales de la vieja levadura, que es la condición de la verdadera y salvadora metania, el diálogo es muy beneficioso y útil […] Es decir, como una Iglesia reconoce que la otra es portadora de la donadora divina jaris* (gracia, energía increada) y cabeza o guía de la salvación, el intento de arrancar creyentes de una para la otra, queda excluido por este reconocimiento. (*El papismo no acepta la jaris gracia como energía increada sino como creada, esto es una blasfemia al E. Santo, según los Santos Padres. Aquí ya tenemos un error grave, no hablamos el mismo lenguaje que el papismo, puesto que no aceptan la jaris increada. Los herejes utilizan la misma terminología helénica ortodoxa con distinto sentido y significado, así el pueblo fiel está engañado). Porque cada Iglesia local no es una competidora de las demás Iglesias locales, sino un cuerpo con estas y desea que viva esta unidad en Cristo, es decir, la apocatastasiss, restablecimiento de la unión perturbada en el pasado, y no la absorción de la otra”4 .

Esta apertura y ampliación extraña y paradójica de la Iglesia no ha dejado fuera del círculo a los heréticos Protestantes; y sobre el tema en cuestión de la 9ª Asamblea General del Consejo Internacional de la Iglesia en Porto Alegre (febrero 2006), el señor Bartolomé, en el año 2008, dijo:

“Liberados de las rigideces y crispaciones del pasado y decididos a permanecer unidos y trabajar en común, hemos puesto hace dos años, en Porto Alegre, las bases para un nuevo período en la vida del Consejo5.

Para sorpresa de todos, el texto final de aquella Asamblea proclama sobre las “iglesias” del Consejo Internacional de las Iglesias (CII):

“Cada Iglesia es Iglesia Católica, pero no su totalidad. Cada iglesia cumple y realiza su catolicidad cuando está en comunión con las otras iglesias […] Uno sin el otro estamos empobrecidos, en quiebra”6

El metropolita J Ziziulas de Pérgamo, consejero teológico del Patriarca, también considera que están dentro, en la “iglesia”, todas aquellas divisiones, herejías y cismas que aplican cualquier “bautismo”:

“El bautismo crea un límite o frontera en la Iglesia. Ahora con este límite bautismal es normal que exista división, pero cualquier división dentro de estos límites no es lo mismo que la división que hay entre la Iglesia y los que se encuentran fuera de este límite bautismal […] Aún dentro al bautismo, aunque haya una división, una disgregación y un cisma, se puede hablar sobre Iglesia”7.

Ampliando de manera abstracta y arbitraria las fronteras de la Iglesia, el señor Juan Ziziulas delimitó sobre esto también el campo de las herejías; según él, toda herejía que no se opone expresamente del Símbolo de la Fe “hace eclesiología y es eclesiológica”, es decir, como el Monotelismo (una voluntad) y el Monofisismo (una naturaleza, de los llamados “precaledonios”), la iconoclasia, el anti-hisicasmo, el filetismo étnico etc.

“La herejía, es decir, la desviación de esto que cree y confiesa con el Símbolo de Fe la Iglesia, conduce automáticamente fuera de la Iglesia. Pero el problema comienza desde el momento que desde este punto de vista se absolutiza […]”8.

Todo lo anterior se ve como una proyección y ampliación de la antigua propuesta del Patriarca Athenagoras, mentor de los artífices y protagonistas de la Panherejía del Ecumenismo.

“En el movimiento hacia la unión, no se trata de que una Iglesia debe caminar hacia la otra, sino que todos reestructuremos la Una, Santa, Católica y Apostólica Iglesia, en coexistencia entre Oriente y Occidente, tal y como vivíamos hasta el 1054, a pesar de las diferencias teológicas que entonces existían9.

 

 2. La aplicación en práctica diacrónicamente de la nueva eclesiología.

Estas convicciones del Patriarca Ecuménico se han demostrado en práctica con distintas manifestaciones del ente ecumenista; por ejemplo, la presencia y oración común del Patriarca Ecuménico en la fiesta de entronización del Papa Juan Pablo II (Junio, 1995), en el entierro del Papa Juan Pablo II (abril 2005), en una misa papista en el Vaticano (Junio 2008), en sesiones de sínodo de obispos papistas (Octubre 2008) y en primera misa oficial del Papa Francisco (Marzo 2013); por la bendición común de fieles ortodoxos por Bartolomé y el cardenal Cassidy (fiesta patronal, Fanar, Costantinopla Mayo 1992), como también la coparticipación del Papa Benedicto XVI en la Liturgia Patriarcal en Fanar, (noviembre 2006), donde el Papa vistiendo el escapulario, recitó el “Padre Nuestro” y se coreó el “polyjronios, por muchos años”; Por la reciente oración común (Mayo 2014) en Jerusalén ante el Santo Sepulcro. Aún, por la adjudicación de un santo Cáliz como regalo al nuevo elegido obispo uniata de Karkavía (en Atenas, mayo 2008); por la participación del obispo papista Louis Pelâtre en vísperas de la agapi en Fanar Pascua 2009, costumbre que continuó para los próximos años, con entrada de los heterodoxos en el sagrado Altar por la Bella Entrada; por la participación del señor Bartolomé en el Sínodo de los Aglicanos en Labeth Palas (noviembre 1993). Todas estas cosas y muchas más, se han realizado con oraciones, alocuciones y manifestaciones eclesiológicas comunes. Bajo orientación ecumenista, el señor Bartolomé no dejó de instar al bienaventurado Neófito, Patriarca de Bulgaria para que regresara al movimiento ecumenista de donde se había alejado desde 199810.

 

 3. La negación del Símbolo de la Fe, “en creer en Una Iglesia”

Las declaraciones y los acontecimientos anteriores definen la línea eclesiológica firme del Patriarca Ecuménico Bartolomé. Su reciente declaración en Jerusalén manifiesta claramente la contradicción y es obvio el doble lenguaje de esta eclesiología herética, que es una característica del Ecumenismo, puesto que por un lado proyecta Una Iglesia y por otro lado, la califica como “disgregada o dividida en el tiempo”. Sobre el tema en cuestión, el texto crea confusión y obviamente no procede del Espíritu Santo, que es un Espíritu “ortodoxo, recto y correcto”11. Es obvio que esta posición es una negación consciente, por lo menos de la unidad de la “Una Iglesia”, como cualidad y hecho ontológico de ella. La inclusión de esta cualidad en el artículo eclesiológico del Símbolo de la Fe, constituye el testimonio de la autoconciencia y la experiencia de la Iglesia en Espíritu Santo y por consiguiente, aquel –clérigo o laico- que pone en duda o rechaza conscientemente la fe de la Iglesia, tal y como esta está determinada y delimitada con exactitud y precisión de los Términos de los Sínodos Ecuménicos y especialmente con los artículos del Símbolo de la Fe, obviamente decae del Cuerpo de la Iglesia, estando sujeto al cese o la excomunión, según los Sínodos Ecuménicos12.

 

 4. La Iglesia es eternamente indestructible y la unidad entre Cristo y fieles inquebrantable

¡La promesa contundente del Señor de que “las puertas del Hades (infierno) no prevalecerán”13 contra la Iglesia, y mucho más con la afirmación de que “lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo aparentemente débil de Dios es más fuerte que todos los hombres”14, derrumba y desmonta toda afirmación sostenida por el Patriarca de que “ha preponderado y prevalecido el factor humano” durante el II milenio de Su historia! Las afirmaciones de los santos padres en esta cuestión son claras: Cristo, “en medio” de la Iglesia, “la donó, dotó de poder, capacidad y fuerza de no ser removida, ni quebrantada, ni perturbada”15. San Gregorio el Teólogo llama la Iglesia “la gran herencia de Cristo, que nunca cesará, sino siempre caminando”15, mientras que San Juan Crisóstomo proclama que la Escritura llama a la Iglesia “montaña, por su inmutabilidad, y piedra, por su incorruptibilidad” 16. San Nectario de Pentápolis, conforme con la confesión de todos los santos Padres, asegura que la Iglesia es “la única columna y fundamento de la verdad”17, porque el Espíritu consolador permanece en ella en todos los siglos”18. La presencia continua del Espíritu Santo salvaguarda a la Iglesia, y por esto, la obra de Cristo es completa, perfecta y “terminada”, quien “habiendo terminado Su obra, ha dado el gozo y alegría a sus amigos”19.

En la Iglesia creemos como edificio o institución eterna divino-humana, “la que no sólo se extenderá en toda la tierra sino también en todos los siglos”20; y por consiguiente, no se derrota ni pasa por el tiempo; es obvio que esta dimensión espacio-tiempo no concierne una Iglesia “atemporal o fuera del tiempo”, sino militante “en el tiempo”, la que por supuesto a la vez es históricamente muy visible como unión y comunión de fieles21, porque es la ciudad “construida encima de la montaña” y “casa de Dios admirada por todos”22 .

La unidad sobrenatural de la Iglesia como Cuerpo de Cristo es algo que está hecho, absoluta e irrevocablemente garantizado por la Cabeza de la Iglesia23, el Cristo, con la continua presencia de Su Espíritu Paráclito o Consolador en Ella24, ya desde el Pentecostés hasta el fin del mundo. Los fieles como Cuerpo de la Cabeza, de Cristo, son Su complemento imprescindible, “la plenitud del que cumple todo en todos” 25; por eso no se puede entender la Una Iglesia “fuera del tiempo”, es decir, sin los fieles de la tierra; San Juan Crisóstomo dice: “Porque donde está la cabeza allí está también el cuerpo; no hay un intervalo para separar la cabeza del cuerpo; pues si hubiera una separación, ya no habría cuerpo, ni una cabeza (…). La unión de los miembros forma el cuerpo, no hay ninguno que no le sea necesario. Ved cómo muestra esta necesidad de todos los miembros. Es necesario, pues, que nada falte para que Su cuerpo esté completo. Cuando la cabeza tiene su complemento entonces el cuerpo es perfecto, cuando estamos unidos y congregados todos juntos” 26. Por eso también el Dios es glorificado en Cristo y en el Cuerpo de Cristo, la Iglesia, de la que Salvador y Sanador es el único Dios y hombre 27, quien “alimenta y cuida de ella” 28. El que no cree en la continuidad de la Encarnación, la Iglesia, no cree en Cristo; la Iglesia es la continuidad de la Encarnación que tuvo lugar en el tiempo. Y tal y como nuestro Señor fue visto, tocado y venerado en cuerpo y en el tiempo, del mismo modo continua ocurriendo con Su Cuerpo, la Iglesia –unida y santa- en el tiempo. Si aceptáramos la división de la Iglesia, aceptaríamos la anulación o aniquilación de la Encarnación y de la salvación del mundo29.

 5. Como Cristo “no es dividido”, la unidad es un hecho, dado como “propiedad” de la Iglesia.

La Iglesia teniendo como hecho ontológico Suyo la unidad, no la busca, sino que la mantiene: “solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; la que estará reinando entre vosotros y os estará uniendo y manteniendo en un cuerpo espiritual”30; esta es la característica esencial de la Iglesia, puesto que “el nombre Iglesia no es separación, sino unión y acuerdo en paz”31. Una Iglesia dividida y truncada es una quimera, de risa y una fina fantasía. San Nectario de Egina el Milagroso, dirigido contra la teoría protestante sobre “la Iglesia invisible”, parece preguntar e interrogar al Patriarca Ecuménico: “¿Para qué está y qué sentido tiene el nombre de Iglesia, si los miembros son aislados y se desconocen unos a otros y no constituyen un sistema orgánico, ni una unidad real, en el verdadero sentido de la palabra?”32.

La unidad dogmática de la fe es, pues, un hecho de la Iglesia; así como Cabeza de la Iglesia, el Cristo, no se puede dividir33 , así también en la Iglesia hay “un Señor, una fe, un bautismo”34 y no una polifonía dogmática; la Iglesia forma una fe íntegra e unificada en su tripulación cristiana; según san Máximo el Confesor: “La Iglesia conecta y reúne a los fieles con una fe, una jaris (gracia, energía increada) y una llamada, contrayendo la unidad entre ellos” 35 .

 6. La escisión de los heréticos no perjudica la Iglesia.

Aquel que decae de la homofonía o consenso de la confesión teológica, y se convierte en sarmiento seco que se ha cortado de la vid36, el mismo es responsable de esto, como claramente lo advierte san Juan el Crisóstomo: “Permanece en la Iglesia y no serás traicionado por la Iglesia. Si abandonas la Iglesia, no es la Iglesia la causa (…). La Iglesia no te ha abandonado, sino que tú mismo la has abandonado (…). Si la abandonas, te arriesgas a convertirte como una bestia salvaje; pero no es culpa de este redil, sino de tu pusilanimidad (…). La Iglesia no es el muro, sino la fe y la vida” 37.

De acuerdo con lo anterior, la escisión de los heréticos latinos y la ausencia de los heréticos protestantes de la Iglesia Una y Católica no La ha perjudicado, (“no serás traicionado por la Iglesia”), ni La hizo daño, ni tampoco podría perjudicarla; de forma muy clara los Patriarcas ortodoxos en el Sínodo del siglo XVIII, manifestaron la naturaleza divino-humana incorruptible de la Iglesia, y la caída de los latinos, a causa del orgullo del papa: “Después de años bajo la influencia del demonio, el papa de Roma, habiéndose apartado y cayendo en innovaciones, en otros dogmas y otras enseñanzas raras, ha sido separado de los miembros del Cuerpo de la piadosa Iglesia y se escindió… Ahora, las cuatro partes de la vela del barco han sido mantenidas en su lugar, unidas y entrelazadas entre sí, por las que navegamos fácilmente sin naufragar entre las olas del mar de esta vida (…). Así, para nosotros, la Iglesia piadosa de Cristo se mantiene sobre cuatro pilares, es decir, los cuatro Patriarcas y se mantiene imperturbable, irreprochable e inquebrantable”38.

Por supuesto que, la herejía no es solamente un mal causado en los fundamentos esenciales de la fe eclesiástica, sino también en sus aspectos menores, los cuales en el tiempo siempre se empeoran. Junto con muchos otros santos, el Patriarca de Constantinopla, San Tarasio, observa: “Por lo que respecta a los dogmas, errar en pequeño o alto grado es lo mismo; porque en los dos casos, la ley de Dios es rechazada” 39. Y el gran Patriarca de Constantinopla, Genadio II, concuerda con esto: “El que peca, en grandes o pequeñas cosas concernientes de la verdad de la fe, es hereje”40.

 

 7. ¿Se ha abolido la Santidad o sacerdocio de los Obispos?

La interpretación coherente de esta nueva eclesiología hace al Patriarca y a todos los obispos “deficientes” con relación al verdadero sacerdocio o santidad de Cristo, y en consecuencia, son vicarios (o observadores, controladores locales), y no sucesores de sus tronos, son supervisores, y ya no celebrantes perfeccionados (los que han llegado al tercer estadio, la zéosis o contemplación de la increada luz) de los divinos Misterios de la Iglesia. Si el Patriarca Bartolomé tiene razón y dice la verdad, entonces los obispos no participan en la plenitud del sacerdocio o santidad de la Iglesia. Si la Iglesia, el Cuerpo de Cristo, se ha disgregado o dispersado en el tiempo, entonces la jerarquía eclesiástica, la que está en Espíritu Santo en comunión con la jerarquía celestial según San Máximo41, tiene fragmentada la iluminación de la Santidad o sacerdocio, porque “por la divina visión o contemplación, primero es iluminado el jerarca y a continuación transmite la iluminación a los que están a su cuidado, y a los que ha transmitido la iluminación los guía hacia el perfeccionamiento o la zéosis” (42).

De las anteriores breves y concisas, en lo posible, descripciones dogmáticas, está claro hasta qué punto se distancian de la Ortodoxia las declaraciones Patriarcales que se hacen en ciertas épocas: el Patriarca Ecuménico Bartolomé cree en una Iglesia “ampliada y dividida”; ampliada, porque considera a los heréticos de cualquier “bautismo”, como pertenecientes a la Iglesia en potencia, a pesar de sus dogmas heréticos y del cisma que les sitúa fuera de la comunión; y dividida, porque no existe intercomunión entre los ortodoxos y los heréticos. Según el Patriarca Bartolomé, a pesar de estar dividida “en la historia”, la Iglesia Una continua existiendo “en alguna parte y de alguna forma”. Pero es evidente en la fe de la Iglesia, que Su unidad es una cualidad ontológica inalienable de Ella, porque Ella es el Cuerpo del indivisible y todopoderoso Cristo Dios. Como Cuerpo de Cristo y culminación de Su obra, la Iglesia no puede dividirse, pues esto sería Su destrucción y “la derrota” de la Deidad, ni puede dejar de existir, porque Ella continúa el cumplimiento de sus promesas de la sanación y la salvación eterna sobre la tierra. La unidad del Cuerpo de la Iglesia está expresada entre otros también en la fe dogmática unificada y única, cuya duda constituye una herejía, duda de las condiciones, presuposiciones de nuestra sanación y salvación. Cristo ha revelado que el que se separa de la Viña, es decir, de Él mismo, se seca como el sarmiento y se pierde 43. El Señor Bartolomé considera que la Viña viva, exuberante y bendita del Cuerpo del Señor, es deficiente sin los sarmientos secos, que por su propia responsabilidad, se han cortado y disgregado, y es necesario, aún siendo seres muertos, como sea “injertarlos” de nuevo en Ella, en el Cuerpo celestial de la verdadera Vida, del Cristo Viviente.

 

 8. La reacción y resistencia pasada con la interrupción de la conmemoración del Patriarca Atenágoras

La eclesiología innovadora del Patriarca Ecuménico Bartolomé, ha impulsado al ecumenismo desde el punto de la devaluación de los dogmas y a causa de la característica del Patriarca Atenagoras llegue hasta la presente alteración terrible de la fe ortodoxa; obviamente, la proclamación de la “disolución” de la Iglesia Una es imprescindible para el ecumenismo, de tal forma que la “nueva iglesia”, “sea reestructurada y restablecida” en armonía con las especificaciones, requisitos y diseños ecumenistas.

Durante el tiempo del Patriarca Atenagoras, todo el Santo Monte Athos al completo, reaccionó a las aperturas ecumenistas de Athenagoras. Tres metropolitas de la Iglesia de Grecia ejercitaron la resistencia legítima prevista por los santos padres y los santos cánones, y aplicaron el canon apostólico 31 y el canon 15º del Concilio Primero-Segundo interrumpiendo la conmemoración del Patriarca. Lo mismo hicieron ocho monasterios athonitas: “Por decisión de la 52ª doble santa sinaxis (asamblea) extraordinaria Athonita del 13 de noviembre de 1971, […] y como autogobierno democrático, se deja a cada monasterio la libertad de actuar según su conciencia en esta cuestión” (44). Esta interrupción de la conmemoración, sin dar lugar por tanto a una separación o al cese total de la comunión, constituía una posición elogiable, porque como define el 15º santo canon del Concilio Primero-Segundo45 (año 861): los que actúen así “no rompen la unidad de la Iglesia con cismas, sino que por el contrario, la preservan y la libran de los cismas y las divisiones”; los que actúan con esta buena disposición interrumpen la conmemoración de los obispos heterodoxos, cuya voz no es conforme a la voz de la Ortodoxia ,“no condenaron a obispos, sino a falsos obispos y a pseudomaestros (o tiólogos)”, y por esta razón, “no solamente no serán expuestos a la pena canónica (…), sino que tendrán los honores debidos como dignos defensores de la Ortodoxia”46.

Estamos entristecidos, porque el camino de las cosas no inspira optimismo en cuanto a un cambio de dirección del Patriarca Bartolomé. Además en la próxima visita del papa Francisco al Fanar (Constantinópolis), con ocasión de la fiesta patronal de San Andrés, a finales del próximo mes de noviembre 2014, aparece otra vez en el sombrío horizonte una participación litúrgica creciente del papa heresiarca en la santa Liturgia ortodoxa, llevando el omoforio, con el abrazo litúrgico de la paz hacia él, (el cual no está previsto para los que no celebran y solamente asisten), con la recitación por él de la oración del “Padre Nuestro”, oración con clara referencia eucarística (“nuestro pan sobreesencial”), y que debe ser recitada por el que preside por parte del pueblo ortodoxo; así como la incensación del papa y la cesión del púlpito para predicar desde allí.

Todo esto no es una simple oración común, porque ciertamente la santa Liturgia, no comienza por “Acercaos con fe, piedad y temor de Dios”, sino por “Bendita sea la Realeza (increada…”47. (Por el traductor: Realeza increada, estado de tener y estar con la energía increada jaris-gracia y la doxa-gloria luz increada, y no reinos creados que predican los fantasmas del papismo y protestantismo; otra diferencia clara y muy grande que nos separa con los heréticos, mal utilizando y dando otro sentido a los términos helénicos). Según el padre Alexandre Schmemann “desde el punto de vista de la Parádosis (Divina Entrega, Tradición) el carácter mistiríaco (sacramental) de la Eucaristía, no puede estar limitado artificialmente a un acto, a un momento de todo el rito. Tenemos un “orden” en el que todas las partes y todos los elementos necesarios están orgánicamente unidos entre ellos en una estructura mistiríaca (sacramental). En otras palabras, la Efjaristía (Eucaristía) es un misterio desde el principio hasta el final y su cumplimiento o su terminación “es factible” por toda la divina Liturgia 48.

Rezamos de todo corazón y deseamos honestamente para que el Patriarca Ecuménico Bartolomé que se dé cuenta de su gran responsabilidad con respecto a los que conduce al engaño y por el despojo de la Iglesia de “la túnica de la verdad, tejida por la teología de lo alto por apocalipsis (revelación)”49. Nada, entre los dogmas ortodoxos, será nunca suprimido. Y nunca una decisión nueva, que altere a las antiguas, será añadida. Desarrollo dogmático no puede haber ninguno y de ningún tipo.50

“Mas el que os perturba con falsas enseñanzas llevará la sentencia y el castigo justo por parte de Dios, quien quiera que sea”51.

Ὁ δέ ταράσσων ὑμᾶς βαστάσει τό κρῖμα, ὅστις ἄν ᾖ»[51]

Traducido por: χΧ jJ www.logosortodoxo.com (en español)

 

Siguen las firmas de más o menos 2000 personas, Metropolitas, clérigos, monjes y laicos.

Aquellos de los clérigos, monjes y laicos desean participar en esta pequeña declaración de confesión ortodoxa pueden manifestarlo y declararlo escribiendo: “Estoy de acuerdo con el texto contra la “Nueva eclesiología herética del Patriarca Bartolomé” y la firmo personalmente. Enviar la afirmación con sus nombres, la calidad de clérigo, monje o laico y su profesión en la dirección: Periódico: Teodromía, c/ Tsimiskí 128 CP 54621 Tesalónica, Fax: 0030 2310 2765590 y e-mail: synaxisorthkm@gmail.com

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[1]. SAN JUSTINO POPOVITS, “Hombre y Dios-hombre”. Capítulos de Ortodoxa Eclesiología, Pág 182, y Ef 5,27.

[2]. El Patriarca Ecuménico al Patriarca de Jerusalén: Juntos guardamos las Termópilas espirituales y soberanas” http://www.amen.gr/article18151 (parágrafo 4).

[3]. «Common Declaration Signed in the Vatican by Pope John Paul II and Patriarch Bartholomew I, June 29, 1995», EWTN Global Catholic Network, http://www.ewtn.com/library/PAPALDOC/BARTHDEC.HTM. Βλ. καί Ἐπίσκεψις 520 (31-7-1995) 20.

[4]. Exposición a la delegación papal conducida por el cardenal William Keeler durante la fiesta patronal del Trono de Constantinopla (1998), en Episkepsis, nº 563 (31-11-1998).

[5]. Homilía sobre el 60 aniversario de la creación del Consejo Internacional de las Iglesias, en el templo de san Pedro en Ginebra, 17 Febr. 2008, en http://www.ec-patr.org/docdisplay.php?lang=gr&id=876&tla=gr.

[6]. Μτφρ. ἀπό τό Called to be the One Church, §6 καί 7 ἐν God, in your Grace … Official Report of the Ninth Assembly of the World Council of Churches, ὑπό Luis N. Rivera-Pagán, WCC Publications, Geneva 2007, σ. 257.

[7]. «Orthodox Ecclesiology and the Ecumenical Movement», Sourozh Diocesan Magazine (Ἀγγλία), τόμ. 21 (Αὔγουστος 1985), σ. 16.

[8]. “La Iglesia y Esjatología” metrópolis de Demetrias, Academia de estudios teológicos, Atenas, 2001, p. 30.

[9] Extracto del mensaje Patriarcal de Navidad 1967, del Archimandrita Athanasios J. Vassilopoulos, del amino del amor: visita del Patriarca Athenagoras en Iglatera- Noviembre, 1967, Atenas 1968 p. 87.

[10] Saludo de acogida de su santidad el Patriarca Ecuménico al Patriarca de Bulgaria, Neófito, en la sala del Trono (Constantinopla, 20 de septiembre de 2013, en http://www. ecpatr.org/docdisplay.php?lang=gr&id=1757&tla=gr : “Esperamos, Su Beatitud, que bajo vuestra sabia dirección, la Santa Iglesia ortodoxa de Bulgaria, participe según la tradición y la decisión de las reuniones pan-ortodoxas, en los diálogos inter-ortodoxos e inter-cristianos”.

[11] Salmos 50:12. y Santiago 5:12 “Que vuestro sí sea si, y que vuestro no sea no, a fin de que no caigáis en el juicio y la hipocresía”.

[12] Cf. 7º canon del Tercer Sínodo Ecuménico (ACO1,1,7,105e).

[13]. Mateo 16,18

[13]. Ματθ. 16, 18.

[14]. 1Cor 1,25

[14]. Α΄ Κορ. 1, 25.

[15] San Basilio el Grande, homilía a los salmos 45:5, PG 29B, 424B, C.

[16] San Gregorio el Teólogo, Homilía 4 (Contra el emperador Juliano), PG 35, 588C-589A. El texto de San Juan Crisóstomo se encuentra en las obras de San Juan Damasceno, Paralelos sagrados, PG 95, 1436A.

[17]. 1 Tim 3,5 Α΄ Τιμ. 3, 15

[18] San Nectario, 2º Tratados: I: Sobre la Iglesia, Una, Santa Católica y Apostólica. II: Sobre la Santa Tradición, ediciones Panagópulos, Atenas, 1987, p. 32.

[19] Pentecostarion, Maitines domingo de Pentecostés, canon yámbico, oda 1.

[20]San Juan Crisóstomo, Sobre el Salmo 44, PG 55, 203.

[21] De que es visible, esto se ve claramente de las Escrituras: cf. Hechos 2:41 y 2:47: “Y el Señor añadía cada día a la Iglesia más sandos y salvados”.

[22] Mateo 5:14, y San Cirilo de Alejandría, Comentario sobre el Profeta Isaías, 1, 2 PG 70, 69 A.B. Cf. Y a Eusebio de Cesarea, Preparación evangélica 6, 18 PG 22, 457D.

[23]. Ef 1. 22,23 Ἐφ. 1, 22.23

[24]. Jn 14,16 y Lc 24,49 Ἰω. 14, 16 καί Λουκ. 24, 49

[25] Efesios 1:22-23: “y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo”.

[26] En al epístola a los Efesios 1,2,3, PG 62,26.

[27] Efesios 3:21 “A Él la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús, por todas las generaciones de la edad de las edades”, y 5:23 “…así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador”.

[28]. Ef 4,29 Ἐφ. 5, 29

[29] “Un Sacerdote anóinimo ortodoxo griego: “sobre los recientes hechos de Jerusalén y sus implicaciones eclesiológicas”, en http//:www.orthodoxinfo.com/ecumenism/on-the-recent-events-in-jerusalem-and-their-ecclesiological-underpinnings.aspx

[30]. Ef 4,3 Ἐφ. 4, 3.

[31] San Juan Crisóstomo, Sobre la Primera Carta a los Corintios 1, PG 61, 13.

[32] San Nectario, Ibíd., p. 27.

[33]. 1Cor 1,13 Α΄ Κορ. 1, 13

[34]. Ef 4,5 Ἐφ. 4,5

[35] San Máximo el Confesor, Mistagogia 24, PG 91, 705B

[36]. Jn, 4-6 Ἰω. 15, 4-6

[37] San Juan el Crisóstomo: Cuando Eftropio se encontró fuera de la Iglesia 1, PG 52, 397

[38] Respuestas (1716/1725) de los Patriarcas Ortodoxos orientales a las imperfecciones de los anglicanos (respuesta 5), Juan Karmiris: “Los monumentos dogmáticos y simbólicos de la Iglesia católica ortodoxa”, Atenas, 1953, tomo II, p. 794 y siguientes.

[39] Séptimo Sínodo Ecuménico, Acta I, Mansi 12, 1031-1034.

[40] Al emperador, carta del 6 de marzo, por el cual responde Genadio Escolario a la situación, tomo 3, publicado por Louis Petit – X. A. Siderides, París, 1930, pag 161.

[41] San Máximo el Confesor, Comentarios sobre la Jerarquía Eclsiástica 5, 2.4 PG 4,161A

[42] San Máximo el Confesor, Comentarios sobre la Jerarquía Eclesiástica, 5, 2.4 PG 4, 164A. San Dionisio Areopagita, Comentarios sobre la Jerarquía Eclesiástica, 3, 2, PG 3, 428A.

[43]. Jn 15, 4-6 Ἰω. 15, 4-6

[44] Ver la carta del monasterio de Grigoriou en el periódico Theodromia 11/1 (enero-marzo 2009) 77. Todas las informaciones relativas figuran en las páginas 75-81.

[45] San Nicodemo el Aghiorita, el “Pidalion”, Astir, Atenas, 1982, p. 358.

[46] Cf. La opinión de San Nicodemo (Ibíd., p. 344) sobre los cánones del Concilio Primero-Segundo: “Son necesarios para la honestidad y la situación de la Iglesia, confirmados y validados por la Ley-Canon de Focio, de los intérpretes de los cánones y por toda la Iglesia”.

[47] Cf. Sacerdote A. Gotsopoulos, “Oración común con los heréticos. Acercamiento a la práctica canónica de la Iglesia”, en Theodromia, Tesalónica, 2009, pp. 118 y 113-118.

[48]. «Theology and Eucharist» (§6), http://www.schmemann.org/byhim/theologyandeucharist.html

[49] Contaquio del domingo de los santos padres del Cuarto Sínodo Ecuménico (13-19 julio).

[50] Cf. Arcipreste Georges Florovsky, “La Casa del Padre”, en anatomía de los problemas de la fe, the Anatomy of Problems of the faith, traducido por Aicim. Meletio Kalamarás, edición griega de Rigopoulos, Tesalónica, 1977, p. 133.

[51]. Gal 5,10

Traducido por: χΧ jJ www.logosortodoxo.com (en español)

 

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