Índice de Contenido
- 1 Unidad 61 Apocalipsis 20, 7-10 El enfrentamiento definitivo. Ataque espiritual, económico, social y natural contra el remanente.
- 2 Unidad 62 Apocalipsis 20, 11-12, parte a´ La escena del Juicio-Krisis final El cielo y la tierra pasarán.
- 3 Unidad 63 Apocalipsis 20, 12-13 La escena del Juicio-Krisis, parte b´ La resurrección de los muertos y el Juez
- 4 Unidad 64 Apocalipsis 20, 12·14-15 La escena del Juicio-Krisis final, parte c´ La forma del Juicio y el epitimio
- 5 Unidad 65 Apocalipsis 21,1 La renovación del universo. Lo rectilíneo de la trayectoria histórica.
- 6 Unidad 66 Apocalipsis 21,2-3 La nueva Jerusalén-novia Relaciones maternidad y eros (amor ardiente)
- 7 Unidad 67 Apocalipsis 21, 3-6 La verdadera donación de la comunión de Dios y los hombres. La pureza del corazón y la sed.
- 8 Unidad 68 Apocalipsis 21, 7-12 Herederos de la realeza increada y del infierno. Los luchadores y los apacibles frente a los cobardes y resto de los embusteros y falsos.
- 9 Unidad 69 Apocalipsis 21, 9-14 Los misterios de la nueva ciudad, 1ª parte. Acercamiento a los logos-verbos inefables e increados con iconas, colores, simbolismos y números.
- 10 Unidad 70 Apocalipsis 21, 15-21 Los misterios de la nueva polis-ciudad, 2ª parte La divina Providencia y la diversidad en la polis-ciudad de los perfectos
Homilía 80 a partir página 9. «Cuando los mil años [simbolizados] se cumplan, Satanás será suelto de su prisión, y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos [el Satanás] para la batalla; el número de los cuales es como la arena del mar. Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada [la Iglesia militante]; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió. Y el diablo que los engañaba [los pueblos, las naciones] fue arrojado en el lago de fuego y azufre, [es decir, el Infierno] donde están también la bestia [es decir, el Anticristo] y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos [es decir, eternamente]» (20, 7-10).
Con estos pasajes, amados míos, cierra ya definitivamente la acción corruptora del Diablo, del Anticristo y del Pseudoprofeta. Pero después de la condena definitiva de estos tres, se hace también el Juicio-Krisis universal definitivo, ya con aparición visible del Zeánzropos-Dios-Hombre Cristo.
(Amigos míos, aquí en griego dice que este párrafo de la homilía 80 debe ir al siguiente tomo, pero no me dice en griego a dónde, ya que me lo han enviado aún sin terminar de redactar y arreglar transcribiendo de las homilías el cuarto tomo, yo lo dejo así ya que creo que no está fuera del contexto, y si lo encuentro más abajo lo pongo también).
Hasta hoy, si os acordáis de los capítulos anteriores, muchas veces se ha hablado sobre Cristo-Juez. El Cristo-Juez no entra en la Historia claramente, sino que juzgará cada aspecto/faceta de ella, en cada época de la Historia. Ahora tenemos el Juicio-Krisis final de la Historia con la clara y visible parusía-presencia de Jesús Cristo, del Zeánzropos-Dios y Hombre Cristo, ya que será común la resurrección de todos, es decir, todos resucitarán y tomarán sus cuerpos. Pecadores y justos, todos resucitarán; todos desde Adán y Eva. Esta es una icona-imagen majestuosa, pero también… la descripción de la icona-imagen. Se te sobrecoge el corazón y la psique, cuando se abren los libros, igual que cuando los maestros hace tiempo en las clases de las escuelas; (tengo la imagen antigua cuando por la mañana entrabamos en clase y el maestro subía sobre la mesa, abría el catálogo para que vengan cuatro o cinco alumnos para que hablen sobre el tema de la clase. Y decíamos: “¿Ahora…ahora… a quién va a levantar?) Por tanto uno ve la icona-imagen del Juicio-Krisis que sea majestuosa, pero… apretada. Lo veremos cuando lleguemos allí, si Dios quiere. Ahora vamos a analizar la última acción, diríamos, del Diablo y de su condena definitiva.
“Y saldrá –el Satanás- a engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos [el Satanás] para la batalla; el número de los cuales es como la arena del mar. ¡Los hombres que constituyen las naciones son multitud…Multitud!
¿Cuál es el engaño que provocará el Diablo a las naciones?
Este engaño de las naciones es el alejamiento de la Fe ortodoxa, por la manipulación y falsificación de la verdad, que son las herejías.
Amados míos, leía las herejías que existen en Grecia y en concreto de procedencia oriental, hinduista, (por ejemplo, ¡Hinduismo, Budismo y etcétera!). En concreto la encíclica de Santo Sínodo dice que aún detrás de las tiendas que venden supuestamente alimentos de dieta, se esconden muy vilmente estos hombres que quieren arrebatar las ovejas de Cristo.
Por tanto, el engaño del Diablo es el alejamiento de la Fe ortodoxa, como os dije por la falsificación de la verdad que son las herejías, pero también de la incredulidad y del ateísmo, a través de los sistemas sociales, de la filosofía, de la ciencia, del arte y de la tecnología. Estos serán los elementos por los que el Diablo engañará las naciones y las alejará del espíritu ortodoxo del Evangelio.
Pero como con todo esto la psique del hombre estará quedando vacía, (la psique-alma del hombre no se sacia por la ciencia, ni por filosofía, ni tampoco por los sistemas sociales), porque tiene dimensión metafísica y los vemos en abundancia expandido en nuestra época, por eso existe, y existirá, esta sed metafísica. Esta sed metafísica el Diablo ahora la explotará y la utilizará para introducir muchos pseudomesías y finalmente el Anticristo. Y así los pseudomesías serán aceptados por los hombres, lo mismo también el Anticristo de similar modo, porque los hombres querrán satisfacer su sed metafísica, ya que la psique de ellos se ha vaciado de aquello que tiene necesidad, es decir, de Dios.
Por eso el apóstol Pablo: “…de los que no han acogido y aceptado el amor de la verdad para ser salvos; por esto Dios les enviará una energía engañosa, para que crean en la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se acogieron y se complacieron con toda su psique-alma en la injusticia” (Tes 2, 11-12). No amaron la verdad, por eso el Dios los manda la energía del engaño, (es terrible esta energía del engaño), de modo que crean en la mentira y serán juzgados y condenados todos (la palabra mentira en sentido y concepción amplia en la Santa Escritura, especialmente en el Nuevo Testamento, es el no verdadero Dios).
Y este versículo el apóstol Pablo lo dice a fin de hablar sobre la parusía-presencia del Anticristo. Por eso en el tema concreto el apóstol Pablo cita allí estas palabras del Señor: “43 Yo he venido en nombre de mi Padre, y vosotros no me recibís; si otro viene usurpando mi nombre, a ése le recibiréis. [43. Esto se testifica por el hecho que, mientras yo he venido en nombre del Padre, vosotros no aceptáis ni creéis en mi divina misión y enseñanza. Pero si viniere algún pseudomesías usurpando mi nombre y se moviera por su propia egolatría y vanagloria, aquel lo aceptaríais porque estaría halagando vuestras debilidades y vuestros pecados] (Jn 5,43)
Este “si” no es hipotético, es más bien de tiempo, porque el Señor habló sobre los pseudomesías y no dijo que es posible que vengan hipotéticamente, sino acertadamente. Y todos los Padres vieron en este versículo no sólo a los pseudomesías, por los que el Señor habla aquí especialmente, sino también sobre el último Pseudomesías, el Anticristo. “A este le recibiréis y aceptaréis, pero a mí no me aceptaréis”, dijo el Señor.
Homilía 81 Pero volvamos a ver la pregunta: ¿Quiénes son estas naciones que se encuentran “en los cuatro ángulos de la tierra”?
La expresión cuatro ángulos de la tierra es muy acostumbrada en el Antiguo Testamento, así como diríamos a los cuatro puntos cardinales del horizonte. No existen ángulos; es una expresión y se refiere a toda la tierra, a toda la icumeni-tierra habitada. Estas naciones se llaman Gog y Magog, tal como se les atribuye con este nombre en general. Son aquellas naciones que no tienen ninguna relación con el Cristo, o tenían y la cortaron.
Además, según san Areza: “La palabra Gog en la lengua hebrea la interpretan como adición, suma, recogida y Magog quiere decir orgulloso, soberbio, ensalzado. Diríamos que Gog y Magog es la suma y la alianza de los soberbios, de los ensalzados y arrogantes, contra la ciudad de Dios.
Ezequiel, en el siglo 7 se refiere a estos, donde el Gog es el rey del pueblo Magog. Hemos hablado otra vez sobre esto quizás os acordáis. Estas eran tribus escitas y habían atacado contra Asia Menor y Palestina durante el año 630 antes de Cristo. Habían destruido toda la región, y por donde pasaban destruían. ¡Verdaderamente eran hordas! Y en recuerdo de aquel saqueo terrible que hicieron estas tribus escitas, llamaron Skitópolis a una ciudad que estaba en Palestina.
El evangelista Juan se refiere a Gog y a Maog en el libro del Apocalipsis, pero se trata de nombres simbólicos, lo subrayo, se trata de las potencias antíteas, de las cuales portadoras serán las naciones antícristas contrarias a Cristo que atacarán por última vez contra la ciudad de Dios que es la Iglesia.
Por tanto, habéis percibido cuáles son estas naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, con la nominación simbólica general de Gog y Magog.
Atención en algo. No se trata de la guerra del Armagedón que para esta guerra hemos hablado en temas pasados. La guerra no será entre estas naciones, sino de todas las naciones contra la Iglesia. Tiene algo lo excepcional esta guerra y es la última praxis de la Historia.
El número de los habitantes de estas naciones es caracterizado “como la arena del mar” y con esto quiere indicar que son aquellos que habrán quedado fieles en los ésjatos últimos días, ya que serán muchísimos aquellos que atacarán contra la Iglesia. ¡Es decir, en otras palabras, será el λεῖμμα lima remanente, levadura de Cristo (Rom 11,5), es el resto, este bendito λεῖμμα lima! Diríamos que es este pequeño rebaño, que el Cristo una vez dijo: “No temas, rebaño pequeño mío, porque a vuestro Padre le ha complacido daros el reinado de la Realeza increada de Dios” (Lc 12,32).
Por eso, amados míos, aquí yo diría que no envidiemos la vida que hacen los otros. Muchas veces, especialmente los jóvenes (no menos también los mayores), ven qué hacen los otros y los envidian. “¡Mira lo que hace mi vecino, es decir, mira cómo vive! ¿Y qué envidias? Déjalo vivir como quiera. “¡Pero sabes este tiene muchos éxitos, tiene, tiene… es cierto que está alejado de Dios, cierto que vive en el mundo, en el espíritu del mundo”. ¿Y qué envidias? ¡Atención, amados míos, no tengáis envidia! No envidiéis a los seres humanos cósmicos-mundanos del pecado, no envidiéis sus éxitos. Tened mucho cuidado a esto. Es engaño, falsedad, es una trampa que tiene gato encerrado, que nos lleva desde el espacio del pequeño rebaño, desde espacio del λεῖμμα lima remanente, en el espacio ancho de este mundo. Pues, que lo tengamos cuidado esto.
De todas formas es que son pocos los fieles que habrán quedado y se verificarán los logos de Cristo, que dijo: “Pero cuando venga en la tierra el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” (Lc 18,8). Así pues, el hijo del hombre regresará. ¡Sí, claro que regresará! Si Le esperamos entonces se arregla nuestra vida, pero si no Le esperamos entonces viviremos la vida de la despreocupación, del descuido y de la comodidad. Diremos “¡qué más da…no pasa nada… nada de nada!”, y al final diremos “¡no existe nada!” ¡Terriblemente horrible! A Cristo Le esperamos, el Cristo regresará, ¿pero encontrará la fe encima de la tierra? Nuestra ocupación será hacer autocrítica cada día, os lo ruego mucho por favor. ¿Nos encontramos en el λεῖμμα lima remanente/levadura que es el laós-pueblo de Dios? ¿Nos encontramos en el pequeño rebaño? No nos entusiasma… Por supuesto que, ojalá que todo el mundo fueran hombres fieles; pero no nos entusiasman los muchos; nosotros queremos ser y estar dentro en el laós-pueblo de Dios.
De todas formas la expresión “las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra” indica esta universalidad de los acontecimientos; es decir, que atacarán contra al laós-pueblo y de la ciudad, indica universalidad y no delimita en un lugar concreto. Algunos quieren interpretar el libro del Apocalipsis sólo en el espacio helénico-griego, desde Konstantinópolis hasta Creta. El libro del Apocalipsis es un libro universal y su cumplimiento es y está a nivel universal.
«Y subieron [las naciones] sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada [la Iglesia militante]» (Ap 20,9).
¡La anchura de la tierra! Bella expresión; la encontramos también en los Profetas y manifiesta la universalidad. Existe también otra interpretación, (es cierto que no es muy correcta) pero por lo menos a simple vista diríamos lo siguiente: Imaginaos que estamos mirando al horizonte que está en el mar y vemos por un momento que aparezca el punto de un mástil y después vemos el mástil y luego el barco. Como la tierra es redonda, es normal que veamos primero el mástil y después el barco. Tomad esta icona-imagen, pero que vienen los hombres de toda la tierra, para rodear la “ciudad de Dios”. La expresión “suben” da esta impresión. El barco no sube, cuando lo vemos; simplemente, diríamos, que hace este movimiento cíclico y ahora no se esconde detrás de la esfera de la tierra, sino que se da la impresión de que el barco sube. Además muchas expresiones en la Santa Escritura son según lo fenómeno (lo visto) y no de acuerdo con la realidad. Como las expresiones de la Santa Escritura, Antiguo y Nuevo Testamento, son populares y deben ser comprendidas por todo el mundo, por esta razón en la formulación no tienen carácter científico.
“Y subieron [las naciones] sobre la anchura de la tierra”. Dijimos que la “anchura” significa la universalidad y lo “subieron” significa metafóricamente que las naciones se encuentran en una profundidad y los fieles y la Iglesia en una altura. Por consiguiente, la profundidad o fondo espiritual que se encuentran las naciones se debe considerar que es espiritual, y la altura de la Iglesia es espiritual y ética. Es decir, vienen las naciones, suben. Os acordáis de la Bestia-Anticristo, primero el Dragón, después la otra Bestia que subieron desde el mar. El Pseudoprofeta, la tercera Bestia subió desde la tierra, de abajo hacia arriba. Indica metafóricamente el pantanal espiritual y ético de donde vienen estos hombres a combatir la altura ética y espiritual de la Iglesia y del laós-pueblo de Dios.
De todas formas habréis percibido que se trata de una movilización mundial con ataque circular. Es decir, si nos prenden fuego por los cuatro ángulos de nuestra casa, nos han rodeado. Existe esta expresión en los libritos laicos religiosos, me parece que en la Santa Epístola. No es un libro de nuestra Iglesia la Santa Epístola. Sé que quizás algunos lo leéis, pero no es un libro de nuestra Iglesia, es decir, la Iglesia no lo acepta esto. Allí dentro existe la expresión, que no irás a la Iglesia sólo cuando tu casa se ha prendido fuego por sus cuatro ángulos.
Prestad atención ahora. Por los cuatro costados vienen, suben las naciones, o sea, que circunciden, rodean. Sí, así es, el ataque que harán contra Iglesia y los fieles será de todas partes; es decir, ¡será ataque espiritual, económico y social! ¡Lo habéis oído? Pues, que estemos preparados.
Y el Señor había dicho exactamente: “Que no os asustéis; os expulsarán de la sinagoga” (Jn 16,2), es decir, estos hombres que no han creído en mi no os aceptarán en su sociedad. No os admitirán; os sacarán de su sinagoga, os expulsarán y os quitarán de sus círculos.
Muchos hombres dirían: ¿Pero si no hago amistades, relaciones sociales, cómo voy a ir en banquetes y fiestas… etcétera?
Hermano mío, ¿estas cosas miras? Si fueras, vamos a decirlo, sin sufrir ningún daño, ahora te excluirán. ¿Y tienes miedo, hermano mío, no vaya a ser que te excluyan de allí y no tienes miedo que vas a traicionar a Cristo, y traicionarás tu fe? De todas formas que lo sepáis, no volverán ni a mirarnos; y se hará la exclusión económica y nos considerarán como basura social. Os acordáis que esto lo decíamos en un tema pasado.
Y el Apóstol Pablo dice que “se consideró para Cristo como último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí” (1Cor 15,8). Nos difaman, y rogamos; hemos venido a ser hasta ahora como la escoria del mundo, el desecho de todos” (1Cor 4,13); como la esponja que limpiamos la mesa que tiene migajas y restos. ¡Os lo diré así, porque algunas palabras son un poco duras, pero muy características, podríamos decir como trapo que limpia la porquería! ¡Nosotros los Apóstoles nos hemos convertido como trapos de este mudo pecador!
¿Hermanos, estamos preparados para convertirnos en “trapos sucios del mundo pecador? ¡Esto quiere decir que siendo rodeados recibiremos ataques por alrededor de todas partes!
Todas las fuerzas antíteas, opuestas a Dios, en todas las anchuras y longitudes geográficas, se volverán contra la Iglesia, contra los fieles/piadosos, porque el Diablo tendrá mucha ira y será su última praxis (Ap 12,12). La forma que tendrá la dijimos: ¡Será persecución salvaje! ¡Persecuciones a muerte sin precedente!
San Andrés de Kesaria escribe: “Vendrán a conquistar la παρεμβολὴ parembolí interpolación/campamento de los santos, o sea, la Iglesia de Cristo que está puesta en los cuatro ángulos de la tierra. ¡Nuestra Iglesia es universal! Es decir, el Cristianismo es universal; está expandido en toda la tierra y esto significa que será también un ataque internacional, universal.
El texto divino llama aquí a los fieles como la παρεμβολὴ parembolí interpolación o interferencia, es decir, campamento y existe una analogía con la παρεμβολὴ parembolí interpolación o campamento de los Judíos en el desierto.
Cuando los Hebreos se marcharon de Egipto se llamaban la παρεμβολὴ parembolí interpolación o campamento del Señor. Y aquí se hace una referencia a la antigua, la antigua παρεμβολὴ parembolí de la Iglesia, es decir, los fieles, que tendrán una vida con análogas condiciones y posiciones que el antiguo Israel en el desierto, es decir, la παρεμβολὴ parembolí interpolación o campamento del Señor.
La παρεμβολὴ parembolí interpolación/ campamento de los santos y la amada polis-ciudad la que dice el texto sagrado, no es un plano diadín, es decir, no es una cosa que se dice con dos expresiones, con dos palabras, sino que son dos cosas distintas. Esto, por favor, prestadlo mucha atención y cuidado.
Es muy sutil aquí la observación de san Andrés de Kesarea, que dice lo siguiente: «Y también la nueva Jerusalén, la ciudad amada…Donde dice que hasta el Anticristo se sentará en el templo (de Dios); sea en templo Judaico que antiguamente era divino, pero que se destituyó a causa del atrevimiento contra el Cristo, (por el atrevimiento que tuvieron los crucifixores Judíos) y se espera de los Judíos negadores y enemigos de Dios que será levantado por él (el Anticristo), sea en el verdadero templo divino, en la Iglesia ortodoxa católica/universal y se ha hecho propias suyas las cosas que no son suyas y estará demostrándose a sí mismo que es dios, como dice el Apóstol».
¡Este punto es excepcionalmente importante! Prestadlo especial atención, porque esto ya se ha comenzado hacer. ¡En nuestro siglo ya ha comenzado! (1982). Es cierto que la verdad es que algunas cosas ya se han hecho también en los siglos pasados, tal y como tenemos los heréticos, pero en el concepto y sentido del precursor del Anticristo, pero especialmente ha empezado en nuestro siglo. Una cosa es “la παρεμβολὴ parembolí interpolación /campamento de los santos” y otra cosa es la amada polis-ciudad.
La amada polis-ciudad es la Iglesia, entonces ¿cómo es la Iglesia algo distinto? ¿La Iglesia no se constituye de fieles?
El que el divino Evangelista ponga estas cosas por separadas y la interpretación/hermenéutica de la Iglesia las distingue y las separa, manifiesta y devela que cuando dice “la polis-ciudad la amada” no es simplemente la Iglesia, porque la Iglesia es “la παρεμβολὴ parembolí el campamento de los santos”, sino que es lo que decimos también en el leguaje contemporáneo, pero no es contemporáneo, es decir, es el templo que se llama Iglesia tal y como se llamaba antiguamente.
En los antiguos tipikón (libros eclesiásticos de reglas), decimos: “Cuando suene la campana o la sonaja, se reúnen los fieles en la Iglesia”. ¿Cuál Iglesia? La Iglesia son los fieles, pero la Iglesia es el templo. Sí, porque diríamos por extensión que el templo se llama Iglesia, porque en el templo están los fieles que son Iglesia. Por tanto, significa que tendremos ataque tanto a los Cristianos como a los templos cristianos. Esto es todo.
Pero lo peor es que el naós-templo es el espacio del culto, adoración a Dios. Nos lo dice aquí san Andrés, por su ojo espiritual agudo y perspicaz, que cuando dice polis-ciudad, da a entender su polis-ciudad amada, es decir, el templo, el templo cristiano, en el cual se sentará el Anticristo. Tanto ss se sentará el Anticristo en el Antiguo templo del Salomón, que él lo construirá y los Judíos considerarán que es el Mesías de ellos, como si se sentará al templo cristiano. ¡Esto me horroriza, amados míos! ¿Puede el Anticristo sentarse en templo cristiano? ¿Puede el Anticristo aparecer como patriarca?
Aquí es cierto que san Cirilo de Jerusalén no está de acuerdo con esta interpretación y en sus Catequesis que hace a sus catecúmenos dice: “¿En cuál templo vendrá el Anticristo? ¿En este templo que aquí estamos? ¿Aquí vendrá? ¿Ojalá que así no sea! Será el templo de Salomón que construirá el Anticristo” (Catequesis 15.13-16 TLG). ¡Y el templo que hacía la Catequesis era el templo de la Resurrección en Jerusalén! Pero san Andrés de Kesarea dice que quizás sea también en el templo cristiano.
¿Cómo puede ser que precursores del Anticristo, entren en el templo de Dios? Sí, se hace, porque existen varios patriarcas o sacerdotes que son heréticos. ¡Arrio era un presbítero! ¡Macedonio y Sabelio y etcétera eran obispos! ¡Había también no pocos patriarcas en concreto de Konstantinópolis que eran heréticos, (por ejemplo, Nestóreo)! Estos simplemente mostraron que puede sentar el Anticristo dentro en el templo cristiano. ¡Pero lo imagináis esto, que el espíritu del Anticristo puede sentar bien dentro en el templo de Dios!
¡Aquí os llamo atención! Por eso el laós-pueblo pueblo de Dios debe tener gnosis-conocimiento; debe conocer bien la enseñanza dogmática de nuestra Iglesia, es decir, el contenido de la Fe que lo sepa lo mejor que pueda. Debe conocer las bases de la piedad, de la vida espiritual. Y si alguna vez presbíteros, obispos o patriarcas puede que se muevan de forma herética, que sean reprobados por el laós-pueblo de Dios; o el laós-pueblo de Dios tome sus medidas y tener mucho cuidado, porque puede que venere y honre a un anticristo, en vez de honrar a su obispo o archiobispo y su patriarca. ¡Es descorazonador! ¡No quiero con esto decir que empecéis a controlar a los clérigos! ¡Atención! Que nadie tome las cosas mal, sino que debemos conocer qué nos enseñan aquellos que están encargados a enseñarnos y decirnos la verdad. Y si el laós-pueblo es formado y edificado, y debe estar y ser formándose, sin duda que podrá también ser protegido.
« Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada [la Iglesia militante]; y de Dios descendió fuego del cielo, y los devoró. Y el diablo que los engañaba [a los pueblos, a las naciones] fue arrojado en el lago de fuego y azufre, [es decir, al Infierno] donde están también la bestia [el Anticristo] y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos [o sea, eternamente]» (Ap 20, 9-10).
Es cierto que, como vemos, el ataque de las potencias antíteas, antidivinas contra la Iglesia y contra los fieles, habrá comenzado, pero no se consumará. Según el logos del Señor: “Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados” (Mt 24,22). Estos días difíciles serán entonces que los fieles recibirán ataques de las potencias antíteas, antidivinas, las opuestas a Dios. Realmente no podría vivir ninguno si los días no se acortasen. Sería imposible. ¡Aquella época será horrorosa! ¡Y la cúspide/culminación de este tiempo serán los tres años y medio del Anticristo! Y se interrumpirá esta imposición de los enemigos, de las potencias antíteas contra la Iglesia, por fuego del cielo.
¿Qué es este fuego del cielo?
Dice de nuevo san Andrés de Kesarea que, quizás será fuego como aquel fuego que bajó el profeta Elías y abrasó los dos pentacóntarcos, cuando fueron a detenerle con cincuenta soldados cada uno. ¡Fue el primero en la montaña, por mandato del rey para capturar al profeta Elías, y apenas que el profeta le viera, bajó fuego del cielo y los destruyó a todos, los cincuenta! Va el segundo pentacóntarco y le sucedió lo mismo que el primero. Va también el tercero y antes de hacer una acción de detener al Profeta se arrodilla en sus pies y le dice: “Hombre de Dios, nosotros obedecemos los mandatos y las órdenes del rey. Somos pobres hombres; tenemos familias, diríamos ahora en nuestro lenguaje; ten compasión, piedad de nosotros, de nuestros hijos, de nuestras esposas… ¿qué culpa tenemos nosotros?” Y dice Dios al profeta: “Haz caso lo que te dice y ves con él”.
Así que este fuego, dice san Andrés, posiblemente sea el que mande el Dios para devorar y abrasar a las potencias antíteas. O incluso… esta misma segunda parusía-presencia de Cristo las va a destruir, como nos dice el apóstol Pablo a los Tesalonicenses, “a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida” (2Tes 2,8). Por tanto, dice san Andrés: “tanto que la gloriosa parusía de Cristo con el espíritu de su boca destruirá a estos y las naciones mencionadas anteriormente…”, es decir, al Anticristo, al Diablo, al Pseudoprofeta y las naciones mencionadas, el Gog y el Magog, (J.P.Migne, P.G., tomo. 106, logos 21, cap. 63 pag. 417Β)
Así que vemos aquí que después del castigo definitivo del Anticristo ya no hay nada más que la segunda Parusía-Presencia de Cristo, que acaba la Historia, por la resurrección de los muertos. Y no habrá reinado de mil años más abajo; es aquello que ya os he dicho. Y dice que, “serán arrojados al lago de fuego y azufre y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos o sea, eternamente.
¿Cuál es el lago del fuego?
Es el Infierno eterno; amados míos, que su eternidad es expresada por el día y noche y con la expresión “por los siglos de los siglos”.
El mismo sentido y significado tienen también los logos de Cristo: “Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, iros al fuego del Infierno eterno preparado para el diablo y sus ángeles o demonios” (Mt 25,48).
Por tanto, el Infierno es eterno, igual que la Realeza increada de Dios es eterna. Esta eternidad no es relativa, sino absoluta. Existe la expresión: “E irán éstos al castigo eterno –infierno eterno-y los justos a la vida eterna” (Mt 25,46). Tenemos la palabra eterno, en el mismo Evangelista, al mismo capítulo, a la misma frase, al mismo pasaje, con el mismo objeto, Infierno y Realeza increada de Dios, y los dos eternos. Esto significa que no hay apocatástasis, restablecimiento de todos, según la teoría equivocada origénica, de Orígenes, la que desean algunos filosofantes que se tranquilizan y dicen que el Dios alguna vez perdonará a los hombres pecadores y al Diablo, cuando ya se habrán castigado bastante. No, amados míos, porque si por el Infierno la palabra eterno es relativa, entonces la misma palabra que se utiliza también para la Realeza increada de Dios debería ser también allí relativa. Es decir, si el Infierno tiene fin, entonces también la Realeza increada de Dios tiene fin, pero estas cosas nuestra Iglesia Ortodoxa no las conoce. Por eso muy correctamente el divino Evangelista pone dos expresiones: “día y noche”, que están tomadas de nuestra vida terrenal, y después “por los siglos de los siglos”, para indicar la eternidad, lo interminable y por supuesto de manera absoluta.
Aquí, amados míos, termina ya toda acción de aquella trinidad diabólica: del Diablo, del Anticristo y del Pseudoprofeta. Aquí acaba; serán lanzados al Infierno eterno. San Andrés de Kesarea dice algunos logos muy bellos, acabando este capítulo interpretándolo, permitidme que os los lea:
“Y nosotros enseñados por el Salvador Cristo oremos para que no entremos en tentación conociendo nuestra debilidad y enfermedad, porque puede ser que nos encontremos en tentación y caer. Y liberarnos por aquellas cosas y realidades que se han profetizado, es decir, no poder ver la venida del Anticristo, ni ver el ataque de las naciones Gog y Magog, ni tampoco ver ningún peligro mortal que podría desviarnos y sacarnos del camino de la salvación; Sino que tenemos sólo el camino del martirio y testimonio de la conciencia, guardando todo esto a lo mejor posible como invulnerable” (J.P.Migne, P.G. tom106, Logos 21΄, cap 63 pag 417D).
El Cristo nos dijo: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (Mt 26,41 Mrc 14,38 Lc 22,4). Incluso para Jerusalén que se realizaría la catástrofe y que es el tipo o modelo de los ésjatos últimos tiempos y acontecimientos, dijo: “Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día Sábado” (Mt 24,20 Mrc 13,18). Allí está el tipo histórico. “Que no sea invierno; porque si os marcháis de Jerusalén cuando es invierno a dónde iréis; estarán los enemigos y también el tiempo será invernal…” Sabemos por la Historia que la conquista y destrucción de Jerusalén se hizo en Agosto, no era invierno. “Y no sea Sábado”, porque estaba prohibido caminar más que dos millas. Por tanto, debía no ser invierno, ni Sábado, de modo que aquellos que se marcharían de Jerusalén puedan marcharse.
Es cierto que os dije Agosto; en este mes tenemos la conquista y destrucción; pero aquí esto que dice el Cristo no lo dice para aquellos que permanecerían dentro en la ciudad, sino para los que se marcharían antes que se cerrasen las puertas de la ciudad, es decir, lo decía para los Cristianos. Y aquí vemos que dijo que oren.
Esto dice ahora san Andrés de Kesarea: “Que oremos continuamente para que no entremos en la tentación, conociendo nuestra debilidad y enfermedad, porque puede que nos encontremos en tentación y caer, es decir, que no podamos aguantar en aquellas cosas que nos encontraremos en aquel momento. Y liberarnos por aquellas cosas y realidades que se han profetizado, es decir, no poder ver la venida del Anticristo, ni ver el ataque de las naciones Gog y Magog, ni tampoco ver ningún peligro mortal que podría desviarnos y sacarnos del camino de la salvación; Sino que tenemos sólo el camino del martirio y testimonio de la conciencia, guardando todo esto a lo mejor posible como invulnerable”. Sólo con nuestra conciencia debemos tener cuidado, diciendo qué es bueno, qué es malo y no podamos entrar en la región de los males que espera la humanidad.
Os diría que nosotros también esto que lo deseemos y oremos, por lo menos para nuestra generación. ¡Lo deseo y oro para que así sea! Porque cuando vengan tentaciones terribles, amados míos… ni yo de mí mismo conozco cómo puedo reaccionar y quién puedo ser. Amín.
Unidad 62 Apocalipsis 20, 11-12, parte a´ La escena del Juicio-Krisis final El cielo y la tierra pasarán.
Homilía 81 a partir de la página 14. Después de la acción del Evangelio de Cristo y de la Fe y la acción simultánea del Diablo, del espíritu del Anticristo y del mismo Anticristo, viene a cerrar toda la Historia por el Juicio universal/católico que ejercerá el Cristo a toda Su creación visible e invisible, porque aquel día serán juzgados no sólo los hombres, sino también los demonios y el Diablo. Además, como dijimos, el Diablo será arrojado al Infierno que ha sido preparado para él. El apóstol Pablo dice que los Santos juzgarán a los ángeles (1Cor 6, 2-3), pero a los ángeles caídos, los demonios. Por tanto, el Cristo aparecido ya visiblemente, lo subrayo esto; Le verá toda sarx (cuerpo, carne, con sangre y hueso) cada ser humano, pero también los hombres verán a Cristo; los juzgará a todos; tanto la creación visible como la invisible. ¡El juicio-krisis será universal! ¡Terrible!…
Escuchad cómo describe este juicio universal el evangelista Juan más abajo:
«Y vi un gran trono blanco y al que se sentaba sobre él [el Cristo], de cuya presencia se marcharon y se perdieron de delante de su rostro o persona la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró, ni rastro de ellos [porque el Cristo ahora crearía nuevos cielos y nueva tierra]. Y vi a los muertos [de todos los siglos], grandes y pequeños, (con edad corta y los hombres humildes desconocidos y anónimos) que estaban de pie delante del trono [de CristoDios]; y libros que fueron abiertos [que tenían escritas las praxis de los hombres], y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; (allí están escritos los que serán para la vida eterna); y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, cada uno según sus obras [que estaban escritas en los libros]. Y el mar entregó los muertos que había en su seno; y la muerte y el Hades entregaron también todos los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron arrojados al lago de fuego [para que no salgan más de allí, se habrán anulado para siempre]. Esta es la muerte segunda [es decir, la separación eterna de Dios, el terrible, horrible e interminable infierno]. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego [al Infierno eterno]» (Ap 20, 11-15)
Escenas de majestuosidad terrible, amados míos, pero también de sobriedad. El evangelista Mateo cuando describe el Juicio-Krisis en el capítulo 25º, no la presenta tan sobria, simple, pero aquí existe una sobriedad y finura, pero también esta es majestuosidad terrible.
Vamos a ver el texto sagrado:
«Y vi un gran trono blanco y al que se sentaba sobre él [el Cristo], de cuya presencia se marcharon y se perdieron de delante de su rostro o persona la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró, ni rastro de ellos [porque el Cristo ahora crearía nuevos cielos y nueva tierra]».
Este trono que ve el divino Evangelista no es el trono celeste que vio en el capítulo 4º del libro del Apocalipsis, cuando se abrió el cielo. “Se abrió el cielo… y vi al cielo trono” (Ap 4,1). Este no es el trono en el cielo. Es esto que escribe el apóstol Pablo. Oídlo: “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para el encuentro del Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estos logos” (1Tes 4, 16-18).
Aquí el apóstol Pablo sin duda se refiere sólo a una faceta, para estos que se salvarán, los fieles; por poco, no le interesan los pecadores. A lo referente a las nubes, no serán las nubes que están compuestas de gotitas; será aquella nube que recogió, levantó y ascendió al Señor al cielo durante Su Ascensión (Hec 1,9). Es vehículo, como icona-imagen de vehículo divino, de divina doxa (gloria, luz increada). ¡Nos recogerá la divina doxa increada! Nos recogerá la divina doxa increada, tal y como aquel pobre Lázaro, que los ángeles recogieron su psique-alma (Lc 16,12). San Crisóstomo pregunta: ¿Por qué ángeles? ¿Uno no podía? ¡Honoríficamente, dice, doxa increada! No dice “al cielo”, dice “al aire”. ¿Estaremos siempre con el Señor, allí en el aire? No; el encuentro será en el aire. Cuando dice aire –prestad atención- quiere decir un punto entre el cielo y la tierra.
En consecuencia, como os he dicho, el trono del Juez no será el trono que vio Juan en el cielo, ni en la tierra. ¡Será el trono del Juez, como lo relata otra vez en el capítulo 1º del libro del Apocalipsis (Ap 1,7), que Le verán todos, y aquellos que Le traspasaron, aquellos que Le metieron la espada! Y Le metieron la espada no uno o dos soldados, cuando quisieron comprobar si vive. ¡Estos hombres en concreto eran romanos, cumplían mandamientos; estos puede ser que se hayan hecho también Cristianos! En concreto Longuino –según la tradición se llamaba el ecatóntarco, centinela- se hizo Cristiano y Mártir. Puede ser también que aquellos otros soldados que traspasaron la espada se hayan hecho Mártires. Son aquellos que meten la espada a Cristo, pero que también siempre meten la espada dentro en la Historia y Le vuelven a crucificar, como escribe el Apóstol Pablo a los Filipenses. Vuelven a crucificar a Cristo por sus increencias (Fil 3, 18-19), por sus ateísmos, con sus vidas sucias hacen la guerra contra Su Iglesia. “Verán al que Le han traspasado la espada” ( (Jn 19,37 cf Zac 12,10), escribe el evangelista Juan. ¡Tremendamente terrible!
Estas expresiones “descenderá del cielo”, “seremos arrebatados en nubes”, indican que el encuentro se hará entre la tierra y el cielo, pero lo “y así estaremos siempre con el Señor” indica que no puede ser que el reinado de la Realeza increada de Dios esté allí en el aire. ¡Sin duda! Por tanto, significa que el trono del Juez está en algún sitio entre el cielo y la tierra.
El Cristo sin duda alguna vendrá desde el cielo y esto significa que no será en el cielo.
Insisto mucho en esto, porque la posición herética de los Milenaristas y de los Testigos de Jehová dicen que el Cristo vendrá aquí en la tierra y no Le veremos; ¡dicen que será invisible! ¡Vendrá aquí en la tierra!, dicen que el Cristo ya ha venido en la tierra y en concreto desde el siglo pasado se hizo la segunda Parusía-Presencia de Cristo! Os reiréis, es que es de risa.
¿De dónde sacáis la conclusión señores Milenaristas y Testigos de Jehová, que el Cristo vino en la tierra? ¡Por el descubrimiento de la máquina de coser, dicen… del descubrimiento que sacamos mantequilla de la leche, y cualquier tontería más!… ¡Estas cosas no son mías, son de ellos, las dicen ellos!
¡Me diréis que estas cosas son bobadas, bromas! ¡Quieren decir que los distintos descubrimientos que indican el mejoramiento de la civilización demuestran que el Cristo vino invisiblemente! ¿Qué relación tiene el mejoramiento y avance de la civilización y la cultura? ¿Hoy en día tenemos la energía nuclear; quiere decir, pues, que por esto vino el Cristo por segunda vez?
¡Estos son cuentos, tonterías! El Cristo nos dijo: “Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis; porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre” (Mt 24, 26.-27 c.f. Lc 17,24). ¡La Parusía-Presencia de Cristo será visible! ¡E insisto, exactamente para que no seamos arrastrados y engañados por heréticos que dicen sus charlatanerías y bobadas.
El trono es mega (enorme, grandioso) y es mega porque, como dice san Andrés de Kesaria, mega-grandioso es también el que está sentado en Este trono.
Y es blanco. La blancura del trono expresa la grandiosidad de Dios, la justicia justa del Juicio-Krisis, pero también las virtudes de los Santos, tal como dice Arezas, porque sobre estas virtudes de los Santos, la santidad como trono, está entronizado el Dios: “¡El santo Dios que reposa en sus santos!”
¿Y quién es el Sentado? Hasta ahora no nos ha dicho el nombre del Sentado. Lo más misterioso e importantísimo y lo más sugerente, el nombre del Sentado se omite, pero claramente es el Cristo, porque Aquel dijo que vendrá a juzgar al mundo y el evangelista Mateo nos dice claramente: “Cuando venga el Hijo del Hombre…” ¡Habéis visto? Con Su naturaleza humana.
Pero está claro que no hacía falta que os cuente estas cosas, las sabéis, pero no molesta que las repitamos, así para concienciarlos y fundamentarlos. El Cristo, Su naturaleza humana no la desechó cuando subió al cielo, tal como dicen los Milenaristas, los Testigos de Jehová, los heréticos y también algunos Protestantes. El Cristo mantiene Su naturaleza humana. ¡La naturaleza humana no es un elemento, un instrumento para traer la redención por el sacrificio cruciforme y después seguir siendo inútil! La naturaleza humana de Cristo es el primer plan de Dios, de modo que con esta naturaleza humana se vista toda Su creación. Es la primera voluntad, y la Cruz es la segunda voluntad. Así el Cristo irá manteniendo su naturaleza humana por los siglos de los siglos.
El mismo nos dijo que “el padre no juzga a nadie, sino que todo juicio lo dio al hijo” todo juicio pertenece al Dios Logos humanizado, hecho hombre. No a Dios Logos sino al Dios Logos que se humanizó, encarnó, se hizo hombre. El Cristo después de Su Resurrección dijo “me ha sido dada toda autoridad y poder en el cielo y en la tierra” (Hechos capítulo 1º). Lo “en el cielo y en la tierra” significa que juzgará vivos y muertos, juzgará hombres y demonios. ¡Es Juez general, católico/universal!
Estas cosas son importantes, amados míos. ¡Debemos saber quién es nuestro Cristo! ¡Y no decir a los niños el Cristito, Jesusito pobrecito…! No es bello esto. ¡Qué digamos el Cristo!!! No el Cristito, Jesusito y ablandecemos los nombres… o el Diosito… porque el niño después se cree que el Diosito es algún viejito, algún hombrecito… ¡Decir el Dios… y el niño que sienta respeto! ¿No es presión esto. No son estas charlatanerías de la psicología y pedagogía contemporánea, que dicen que no digamos que el Dios es terrible, que produce miedo. ¡Sí, sí, sí! Por no tener el temor a Dios, por eso hoy en día insultamos a Dios y tenemos revuelta la sociedad de los hombres. ¡El Cristo! ¡El Dios! ¡CristoDios!
Por tanto, el Padre no juzga, el Hijo juzga todo.
Aquí dice que delante de Su persona/rostro se va el cielo y la tierra. ¡Es curioso esto!
Πρόσωπο Persona/Rostro/cara significa la segunda Parusía-Presencia de Cristo. Lo dice así Ántimo de Jerusalén, de que “la persona o rostro de Dios es la segunda parusía de Él”.
¿Pero qué significa “se marchó el cielo y la tierra y no se encontró lugar para estos” Es decir, no hay un lugar que vaya el cielo y la tierra. ¿Qué significa esto que el cielo y la tierra se van?
Homilía 82. De verdad, amados míos, ¿habéis pensado alguna vez este tema grande, este tema tan enorme? ¿Qué sucederá con el universo entero? Es decir, cuando el Cristo venga en el mundo y juzgará a los hombres, ya que se hará la resurrección de los muertos y los hombres estarán en el reinado de la Realeza increada de Dios, ¿este universo tremendo, enorme, sin fondo, inmenso, imperceptible y inaprensible, no desde el lado de número, sino en anchura y fondo ¿qué será de este? ¿Pero cómo es este universo, tiene límites o fronteras, y estas fronteras cuáles son? ¿Es un universo limitado? ¿Es infinito? Este universo inaprensible e imperceptible que no puede caber ni en el pensamiento humano, ¿qué será de él? ¿Se destruirá? El universo se hizo desde el cero o la nada; “dijo el Dios… y se hizo” (Gen 1,3). De una forma majestuosa, cuando el Dios el primer día creó la luz, entonces se hizo la luz. Entonces se hizo el universo, incluida también la tierra.
Es cierto que según la costumbre del divino evangelista del libro del Génesis, de Moisés, siempre en el primer versículo del libro que escribe (o en los primeros versículos, si no es el primero, porque aquí es el primero) tiene un proemio/preámbulo, digamos, un titular introductorio que allí dice lo que va a decir más abajo. Por tanto, según la costumbre, en el versículo 1º del primer capítulo del libro del Génesis, nos dice en resumen toda la creación. “Ἐν ἀρχῇ erjí en el o junto con el principio el Dios creó el cielo y la tierra”. Aquí vemos que el Dimiurgo-Creador del cielo y de la tierra, pero también del tiempo, porque cimienta el espacio, el cielo y la tierra, y cimienta también el tiempo, por el decir “Ἐν ἀρχῇ “Ἐν ἀρχῇ erjí en el o junto con el principio”. El tiempo no preexistía de la creación, porque no es posible comprender el tiempo sin la creación. No se comprende el tiempo sin el espacio, ni tampoco el espacio sin el tiempo; son dos cosas que coexisten, tal como podemos hablar de una tela, cuando decimos que esta tela está tejida con hilos verticales y horizontales. No es posible tener tela -hilos sí; tela no- si no tenemos los hilos horizontales y los verticales. Así también aquí, el tiempo y el espacio se entrelazan, son dos realidades y cosas inseparables. Estas cosas las dice Moisés en el primer versículo, para decirnos que el Dios es el Dimiurgo-Creador del todo.
E inmediatamente después dice: “Y dijo el Dios; hágase la luz; y se hizo la luz” (Gen 1,3) y se hizo el primer día creador.
La luz es aquella por la que provino nuestro conocido universo. Esto lo incomprensible e inconcebible hace poquísimos años antes que nosotros, es decir, de que sería posible alguna vez que el universo se hiciera por la luz, y que lo escribe aquí Moisés, esto se ha comprendido hoy en día, según de los datos de la ciencia. La luz es energía y por la energía proviene la materia. Porque la energía y la materia son dos cosas, dos realidades, dos formas de la misma cosa. Unas veces se nos aparece como energía y otras se nos aparece como materia. ¿Cómo la vamos a llamarla esta cosa? ¿Lo llamamos material? Si lo llamamos “material”, esta palabra la pondríamos entre paréntesis o comillas, porque no entendemos lo material, la materia, sino que algo que contiene tanto la materia como la energía. ¿Cuál se hizo primero? ¿La materia o la energía? ¡He aquí, pues, la ciencia nos dijo, apenas en este siglo nuestro, que primero se hizo la energía. Y tenemos muchas formas de energía, que la perfecta es la luz y la inferior es el calor. En consecuencia la materia se hizo por la perfecta cualidad de energía, es decir, la materia apareció por la luz, ya que podemos pasar de la energía a la materia y de la materia a la energía. Por consiguiente, primero se hizo la luz. ¡Qué doxa-gloria y gracia a Dios! (San Gregorio Palamás siglo 14: no existe energía sin usía-sustancia o materia, ni sustancia sin energía).
Amados míos, no sé si os lo he vuelto a decir, si conociera sólo este versículo de la Santa Escritura, creería en Dios. ¡Sólo por este versículo! ¡Y estaría en disposición de alabar a Dios día y noche, conociendo que el Dios hizo el universo empezando por la luz! ¡Majestuoso! Porque la luz es energía material, pero el Dios crea Su universo a través de Su energía o energías (increadas) y operaciones. La esencia de Dios no crea al universo, sino que las energías y operaciones de Dios son las que crean el universo; aquel “dijo”, que sin duda expresa a Dios Logos, pero el Dios Logos crea mediante de Sus energías y operaciones. Esto enseña nuestra Iglesia. Pero entonces, si la primera cosa que hace el Dios es la luz, entonces refleja… que el Dios por Sus energías es luz increada. ¡Majestuoso también esto! ¡Icona-imagen preciosa!…
Dice el evangelista Juan: “El Dios es luz increada” (1Jn 1,5). Pero esta luz que dice el evangelista Juan sobre Dios, es la luz increada, la energía increada. Y utilizando el término teológico, es reflejo, proyección exterior de esta energía increada de Dios, de la luz, de luz increada, que es la divina doxa-gloria, la luz tabórica –os lo haré más claro- es esta luz material. ¿Eh, qué he dicho? Esta luz, la luz creada, la cual refleja aquella luz y por la luz la material, la creada, la energía creada está en todo el universo creado. ¡Es majestuoso, sublime! Y estas realidades se escribieron, por favor atención, hace tres mil quinientos años desde hoy en día; el año 1500 antes de Cristo. Venid ahora a decirme que el Moisés tenía las gnosis-conocimientos científicos de nuestra época y no era zeópnefstos-inspirado de Dios…! ¡Veniros a decidme esto…! ¡Pobres, desgraciados materialistas! ¡Pobres y desgraciados ateos que os podéis quedar con vuestra incredulidad, con vuestro materialismo y con vuestro ateísmo!
Pobres… os inspecciona y controla esta misma realidad. Amados míos, me entendéis; sois hombres fieles vosotros también y me entendéis. ¡Estas realidades y cosas son majestuosas!
Por tanto, ¿con este universo, el maravilloso universo, el imperceptible y tan grande, qué se hará? ¿Se perderá? ¡Se creó de la nada o del cero! Aquello “el Dios creó” significa que el “creó” no es por la usía-esencia, sustancia de Dios; es algo que está fuera de la usía-esencia, sustancia de Dios y en consecuencia no había nada fuera de la usía-sustancia de Dios. He aquí cómo viene sin confusión ni presión que el Dios hizo el universo de la nada o del cero.
Como expresión, de que el universo proviene de la nada o del cero, existe otra vez en el Antiguo Testamento, por la boca de una mujer. ¡Platón, Aristóteles y todos los filósofos helenos la envidiarían a esta mujer! Y lo dijo una mujer, la Salomé, la madre de los siete Macabeos, a uno de sus hijos. Le dijo: “Hijo mío, ten cuidado, no traicionarás tu Fe en nuestro Dios y no te olvides que de cero o de la nada Dios lo hizo todo; y que de la misma manera creó el género humano” (IIMac 7,28). De la nada o de cero el Dios creó todo. Esta expresión como os dije, la envidiarían los filósofos helenos.
No sólo no han llegado a esta formulación y expresión los filósofos, sino ni siquiera a la idea de la cosa. (Aristóteles decía “del cero viene cero). Es un dogma de la fe y pertenece a la Santa Escritura y por consiguiente es apocálipsis-revelación de que todo se hizo desde la nada o el cero; y el mundo, la esencia, sustancia del mundo no tiene ninguna participación de la usía-sustancia o esencia de Dios. La usía de Dios es otra cosa. La usía-esencia de Dios es otra cosa. ¡La usía de Dios es intocable e inconcebible! El Dios se concibe y se entiende por Sus energías. La sabiduría, la energía de la sabiduría, la energía de la dinami (fuerza, potencia), la energía de la bondad, la energía de la agapi, de la misericordia etc., todas estas son increadas y están reflejadas dentro en la creación. Y con estas energías conocemos a Dios.
Lo dice al capítulo 1º en la epístola a los Romanos el apóstol Pablo: “A pesar de esto los hombres no conocieron a Dios por la creación, mientras que deberían a conocerle, dieron culto a creación en vez del Creador” (2Mac 7,28 Rom 1, 19-25). Los hombres cayeron y sufrieron confusión. Se oscureció el cerebro de ellos después de la caída de los primeros en ser creados. ¡Profunda y dura confusión esta, muy fuerte!
Por tanto, de este universo, el admirable universo, ¿qué se hará? ¿Retornará a la nada o al cero? ¿Y entonces por qué se ha creado?
Nos dice la Santa Escritura en muchos puntos en el Antiguo Testamento, en los Profetas que “lo que yo hago queda, y nada retorna a la nada o al cero” (Is 66, 22 etc.). No retorna al cero ni un átomo de la materia.
¿Entonces qué?
Dice Arezas: “La marcha o pérdida del cielo y de la tierra no significa una metástasis, cambio/paso de lugar local, (porqué dónde van a caber), sino que significa metástasis a la incorrupción y la última parusía-presencia del Señor durante la cual este cuerpo nuestro se viste la athanasia-inmortalidad y será renovada la faz, la cara de la tierra.”
Por eso dice, y no se ha encontrado lugar para el cielo y la tierra. Si se marchasen, deberían ir en alguna otra parte, es decir, en alguna parte deberían quedar, pero el divino Evangelista delante no ve nada. No hay nada, en ninguna parte ningún otro lugar. No existe otro lugar, es este: el universo.
¿Por tanto, qué significa que se va el cielo y la tierra?
No se trata de partida o ida. El cielo está en su sitio y la tierra está en su sitio, pero se trata de la corrupción a la incorrupción. El universo se transforma, no se mueve de su sitio, sino que pasa de aquí donde está, de la corrupción a la incorrupción.
En concreto sobre este punto, de que pasa de la corrupción a la incorrupción, os diría que ya el mundo natural no tiene o no tendrá corrupción o desgaste. La energía sin duda cae a niveles más bajos que no pueden ya rendir energía, es decir, de la luz, por la electricidad, van al nivel del calor y de allí ya no podemos tomar nada más abajo, sino que tenemos la incorrupción de la energía. No podemos tomar ergo-trabajo, obra, en realidad la energía no se ha perdido.
Para que lo entendáis: ¡El mar contiene fuerzas, potencias terribles! Si tuviésemos el mar, por ejemplo, si tuviésemos el golfo Zermaikós (bahía de Salónica) encima en la punta del Olimpo, decidme ¿qué moveríamos? ¡Y qué no moveríamos!… Es decir, tomaríamos energía. Pero la mar no la tenemos en la punta del Olimpo, la tenemos allí donde está. Es decir, todos los puntos de su energía están al mismo nivel y en consecuencia no podemos tomar energía. Si la subimos al Olimpo desembolsaríamos energía y la energía que tomaremos por el agua que cae como cascada será menor que aquella energía que hemos desembolsado, porque tendremos también la pérdida. Por consiguiente, la energía es incorruptible y la materia es incorruptible; y las dos son incorruptibles. El universo es incorruptible, en realidad es incorruptible, pero pararán sus metáboles, alteraciones y cambios. Esto quiere decir que pasará desde la corrupción a la incorrupción.
Decimos que el hombre es corruptible. ¿Qué quiere decir, corruptible? Una cosa es la corruptibilidad, corrupción y desgaste y otra cosa la mortalidad. El hombre es las dos cosas, tanto corruptible como incorruptible. Corruptible quiere decir que tiene metáboles, alteraciones. Yo era bebé, me hice niño, me hice hombre y me hice viejo. Esto se llama corrupción, es decir, que se hacen metáboles, alteraciones. Permanezco el mismo pero tengo también las metáboles. Ayer estaba saludable, hoy estoy enfermo. Esto es una metáboles, alteración. Antes estaba saciado, y ahora tengo hambre. Esto también es una metábole. Antes no tenía sueño, ahora sí tengo sueño; esto también es una metábole. En el universo no habrá metáboles, alteraciones, como no existirán tampoco en nuestros nuevos cuerpos. Por consiguiente, cuando decimos incorruptibilidad del universo, la incorruptibilidad es dada, pero no tendremos metáboles. En cuanto de la mortalidad en el universo, no podemos hablar de ella, porque el universo no retorna a la nada o al cero. Esto se llama mortalidad. Pero lo veremos después, cuando hablaremos sobre el hombre.
No obstante el universo parará de tener sus metáboles, alteraciones. Y no sólo esto, sino que será glorificado. ¡Y glorificado se hará el reinado de la Realeza increada de Dios!…
Miradlo esto en la Santa Escritura. Os leeré muchos versículos de la Santa Escritura, para consolidarlo bien esto. Para verlo y entenderlo. El universo será glorificado. ¿Por qué?
Pero cuando el Hijo de Dios se hizo hombre, esto que tomó es la naturaleza humana. Y la natura-fisis humana, en la persona de Adán, fue tomada por “χοῦν tierra (especial) de la tierra…”, el Dios tomó estos elementos, como cal, ántrax, agua, magnesio, hierro, cobre… tomó de todos estos elementos y formó al hombre. Pero este Cuerpo de Cristo era glorificado y Su doxa-gloria increada la vieron Sus Discípulos en el monte Tabor. ¿En realidad qué era glorificado? La levadura; el Cuerpo de Cristo es la levadura que amasará toda la masa; y toda la masa es el universo. Por tanto, ya que el Cuerpo de Cristo es el universo, que está tomado de la tierra con la figura o esquema que os dije, se glorificó y este Cuerpo de Cristo glorificará también todo el universo y será glorificado todo el universo. Ya no será (o no es) sólo una energía que se llama luz, luz creada, sino que es energía increada de la luz increada.
Cuando el Dios nos haga dignos de llegar al final del libro del Apocalipsis, (¡habiéndose marchado ya también los Anticristos y los demonios….!), ¡os rogaría que a partir de aquí hablemos sobre el reinado de la Realeza increada de Dios! “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no estaba más…” (Ap 21,1); y no había motivo que exista el sol; Este rostro/cara de Cristo ilumina la ciudad; “La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que iluminen; porque la doxa (gloria, luz increada) de Dios la ilumina, y el Cordero es su lámpara resplandeciente” (Ap 21,23), dice el evangelista Juan. La ciudad es el universo, la Iglesia; porque todo el universo se hará Iglesia. ¡Esto es majestuoso! Así que tenemos también la energía increada. Sí, he aquí la luz de la Metamorfosis (Mt 17,2 Mrc 9,2) no tenía ninguna relación con la luz creada, física. ¡Era la luz increada!
Y pregunto: “¿Cuando se iluminó el rostro/cara de Cristo, además de Su Cuerpo, con las vestimentas qué sucedió? ¡Se hicieron también estas “blancas como la luz”! Esto lo citan los Evangelistas.
Esto significa que Sus prendas, Su vestimentas participaban de la doxa increada. Por tanto, el universo también esto será glorificado, porque el universo son las cosas que enmarcan los hijos de Dios, los fieles que serán glorificados. ¿Cómo sería posible alguna vez hombres glorificados, Iluminados por la energía increada de Dios, puedan habitar en un mundo envejecido, en un mundo oscuro, en mundo que no tiene ninguna relación ya con los hijos de Dios, que serán nuevos? ¿Cómo sería posible?
Las vestimentas de Cristo es esto que nos indica que el universo se hará nuevo.
Y esto es repetido también en los Santos. Cuando el rostro, la cara de san Serafín de Sarof resplandeció en los ojos de su discípulo, el Motovilof, tomo esta figura contemporánea que es muy conocida, entonces también la nieve resplandeció. ¿Por qué resplandeció la nieve? Porque la creación se hará nueva; por eso resplandeció también la nieve. Pero retornemos al texto:
“y se perdieron delante su persona o rostro la tierra y el cielo” (Ap 20,14).
Esta frase aquí expresa el rostro, la cara de Cristo será tan terrible (terrible quiere decir, que provoca miedo), de modo que la creación pasa, se marcha de delante de Él, se traslada. Pero aún, cuando aquí el divino Evangelista nos dice que se va el cielo y la tierra, inmediatamente más abajo (en el capítulo 21 por el versículo 1) dice: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva”. Por tanto, aquí nos prepara para la marcha/ida y la renovación. Es decir, marcha, como dijimos, es que el mismo universo se hace nuevo. En concreto lo cita de la siguiente manera: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no estaba más” (Ap 21,1). Pero os dije que no se han ido, sino que se ha ido el plano o esquema de este mundo.
Esto nos lo dice el apóstol Pablo de la siguiente manera: “porque este esquema del mundo pasa” (1Cor 7,31). No dice pasa el mundo sino el esquema del mundo. Y el esquema es nuestro conocido esquema, plano. Tenemos dos mundos: uno es el mundo material que aparece como esferoidal. Nuestra tierra es esfera, el sol es esfera, la luna es esfera y todas las estrellas son esferas; el universo entero tiene una forma esferoidal, por lo menos en su contenido. Este esquema esferoidal del universo cambiará.
Dice el evangelista Juan: “No he visto la tierra, no he visto el sol” (Ap 21,1). ¿Por qué? Porque habrá cambiado el esquema del universo. ¡Incomprensible! No lo capta esto nuestro cerebro, por mucha fantasía que dispongamos.
Es exactamente esto que dijo el apóstol Pablo: “Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido y deseado en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1Cor 2,9), o sea, que ningún deseo de este tipo se creó. Por tanto dice el apóstol Pablo que se va el esquema de este mundo. Quiere decir su forma; y como os he explicado es forma esferoidal.
El universo es también otra cosa; son las leyes biológicas. Esto que vemos… Dejad los animales y las plantas; estos se irán, todos estos no volverán a vivir; el mundo se hará nuevo y sólo el hombre vivirá. El hombre tiene su biología, tiene sus leyes biológicas, pero también estas serán abolidas, porque en la Realeza increada de Dios, nos lo dijo clarísimamente el Cristo que “no se casan ni se dan en casamiento” (Mt 22,30, Mrc 12,25 Lc 20,35). No existe boda o matrimonio. ¡No existe! Amados míos, no hagamos ídolo la boda o el matrimonio; es esquema del mundo presente. Los dos cónyuges, cuando se encuentren en el reinado de la Realeza increada de Dios, no serán cónyuges sino hermanos. Os dije que cambiará el universo.
Pero vamos a ver algunas confirmaciones del tema. En principio os diré una formulación admirable sobre este tema, que tiene san Irineo, obispo de Lión. Prestadla atención. Este trozo que os leeré es un tesoro verdadero:
“O sea, que ni la hipóstasis ni la usía de la creación desaparece, porque aquel que la ha creado es verdadero y seguro. El Dios no se echa para atrás para volver a traer a la nada o al cero Su creación, sino que el esquema de este mundo pasa, es decir, esto que se ha creado en este mundo por la transgresión de los primeros en ser creados y el hombre se ha envejecido…”. Aquí tenemos una dificultad en atribuir el sentido y significado de las palabras hipóstasis y usía. Es un esquema en diadín dos en uno, es decir, es la misma cosa o es algo distinto, porque las palabras usía y hipostasis han tomado muchos conceptos y significado dentro de la historia de la lengua. Es tremendamente difícil en atribuir el sentido y concepto real de estas dos palabras aquí en san Irineo de Lión! Tan terriblemente difícil –aquí permitidme hacer un pequeño paréntesis- de modo que sea lo que finalmente ha separado Oriente de Occidente, sobre el dogma de la Santa Trinidad. Porque la lengua Latina se movía de distinta manera sobre tema hipóstasis y usía, pero en la helénica también; porque la palabra hipóstasis significa una usía, pero su usó también la palabra usía para expresar esto que llamamos usía-sustancia.
En el primer Sínodo Ecuménico, por ejemplo, la palabra hipóstasis se utilizó en el sentido de prósopon rostro, cara, persona. Bueno, vamos a atribuirlo así: “O sea, que ni la hipóstasis ni la usía de la creación desaparece, porque aquel que la ha creado es verdadero y seguro. El Dios no se echa para atrás para volver a traer a la nada o al cero Su creación, sino que el esquema de este mundo pasa, es decir, esto que se ha creado en este mundo por la transgresión de los primeros en ser creados y el hombre se ha envejecido…”. Pero este esquema del universo, el esferoidal se hizo provisionalmente, porque el Dios prevé todo. ¿Y la boda o matrimonio? Es esquema provisional, porque el Dios preveía que los primeros en ser creados pecarían y entraría la muerte en la vida. Y para que no se pierda Su creación, el Dios economiza el matrimonio, la boda.
Aquí una pregunta: ¿Acaso, por qué el volumen de nuestra tierra es tan pequeño y los hombres encima de la tierra se pelean por un lugar o espacio vital? Se aglomeran y se agolpan ahora cuatro mil millones de hombres y dicen que después, quizás de dos-tres decenas de años, seremos diez mil millones de hombres, al no ser que ya caigan algunas bombas y no existamos, y qué será de nosotros, dicen: ¿estaremos comiendo el uno al otro? Y nos preguntamos: ¿Por qué Dios ha hecho un planeta tan pequeño y tan limitado, mientras que delante nuestro hay un universo inmenso inhabitable. Inhabitable, por lo menos por nuestro sistema planetario, pero es el universo entero; os hablo sólo sobre nuestro sistema planetario, que esto está confirmado.
¿Por qué el Dios tuvo que hacerla tan pequeñas nuestra tierra?
Simplemente, y aquí está la respuesta, es que el hombre no es un habitante fijo encima de la tierra. ¿Dónde está Maltos, su teoría y el nuevo-maltusianismo, que dice que las comidas de la tierra aumentan según el progreso numérico y los nacimientos según progreso geométrico y en consecuencia llegará un día que pasaremos hambre? Esto no es verdad, porque nuestra tierra tiene aún muchas posibilidades y capacidades, pero por muchas que tenga, el caso es que este esquema de nuestra tierra es provisional. ¿El Dios tiene dentro de Su inmensa sabiduría (y vemos con cuanta sabiduría lo ha creado todo) haría este grave y grande error de poner al hombre encima de la tierra y se aglomere y se agolpe? Pero la cuestión no es esa, ¿por qué si hubiese problema de espacio vital, entonces por qué Caín mató a Abel? ¿No cabían estos cuatro hombres en la tierra? El caso o tema es otro; ¡es la maldad! No son los diez mil millones que seremos encima de la tierra, si los humanos tenemos agapi-amor incondicional todos viviremos. Pero no son los motivos y móviles que hacen al hombre no poder caber encima de la tierra.
¡De todas formas como sea la cosa, según la interpretación rectilínea de la Historia (no la cíclica que todos los filósofos y sociólogos ven la Historia cíclica, que se va repitiendo y no acaba) la Historia cerrará, acabará! Terminará con la segunda parusía-presencia de Cristo. Por eso nuestra tierra se hizo pequeña, por esta razón.
Por tanto, por eso aquí san Irineo dice a continuación: “Cuando pase este esquema, ya que el hombre se hará nuevo, por su resurrección, de modo que no pueda ya a envejecerse y corromperse, el cielo será nuevo y la tierra también nueva; en estos nuevos cielos y nueva tierra quedará el hombre, siempre nuevo, teniendo y haciendo compañía a Dios”.
Pero os dije anteriormente que debemos consolidar este tema también hagiográficamente. Además que estamos hablando hagiográficamente. Anteriormente cuando os he referido el libro del Apocalipsis, pero también otros versículos, todos son de la Santa Escritura. Esto, para que podamos interiorizarlo y cimentarlo en nuestro interior.
El Salmo 101, versículos 26,27 dice: “Desde el principio tú Señor fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos. Ellos perecerán, mas tú permanecerás; y todos ellos –los cielos- como una vestidura se envejecerán; como un vestido los envolverás, y los desenrollarás y los cambiarás de forma, serán nuevos”.
Todo se perderá, porque son creaciones y provienen de la nada o del cero y simplemente tienen la posibilidad y facultad de retornar otra vez a la nada, pero el Dios es la Usía-Esencia Eterna. Él no puede retornar a la nada o al cero, sólo Sus creaciones pueden. Estas son como el abrigo antiguo que una vez llevábamos al sastre… nos lo revestía y ponía lo de adentro hacia afuera y era otra vez nuevo. Nos lo poníamos otra vez unos quince años. Lo utilizábamos por una cara quince años y otros quince con la otra cara, tantos años pasábamos. Uno-dos trajes teníamos toda nuestra vida; los antiguos me darán la razón. ¡Así volverá, cambiará el Dios al mundo, lo de adentro entrará afuera y cambiará todo!
Pero aquí la palabra «ἑλίξεις elíxis desenrollarás» es una palabra difícil. ¿Cómo se hará esto? ¡Es un misterio incomprensible! ¿Cómo el Dios volverá lo de dentro del mundo hacia afuera? ¡Le desenrollará! ¡Cómo se hará… es un misterio!
Y el salmo 103 versículo 30 dice: “Enviarás tu Espíritu y todo se formará, edificará y se renovará la faz de la tierra”. Le harán nuevo. El Espíritu Santo hará toda esta renovación, el Cristo por el Espíritu Santo; o mejor, el Padre por el Hijo en Espíritu Santo; esta es la formulación y descripción correcta.
Y ahora Isaías: “Porque con el modo o manera que el cielo es nuevo y la tierra será lo mismo nueva, todo lo que yo creo y formo permanecen delante de mí, dice el Señor” (Is 66,22). Oíd esta frase trascendental y relevante: “¡todo lo que yo creo y formo permanece delante de mí! No puede volver a la nada, al cero. Pues, que intenten los hombres crear algo de la nada, del cero. Ni los demonios, ni los ángeles pueden retornar un átomo de la materia, un electrón, un elemento sub-átomo, no pueden anularlo y retornarlo a la nada, al cero. No se puede hacer. “Lo que yo creo y formo, dice el Dios, permanece delante de mí”. ¿Por qué? Porque lo quiere el Dios, lo que Él crea y forma permanece.
Ahora Nuevo Testamento, Mateo 24,25 dijo: “¡El cielo y la tierra pasarán, -así que pasarán- pero mis logos no pasarán!” El esquema del cielo y de la tierra pasará, pero todos estos logos que dijo el Cristo, es decir, dijo que volverá y hará el universo nuevo, esto se hará, o sea que el universo no desaparecerá, el Cristo no será desmentido y refutado de sus logos.
Pedro en 2Ped 3,13, comenta: “Pero nosotros, según nos lo tiene prometido Dios, el Cristo, esperamos otros cielos y otra tierra nueva, en los que ya habita la justicia”. ¿Qué dijo el Cristo? “¡El cielo y la tierra pasarán, pero mis logos no pasarán!”; el cielo y la tierra tienen la facultad y posibilidad que pasen, pero Sus logos son el cimiento. Y en consecuencia será cambiado el universo, se hará nuevo.
Pero oíd también aquello que es admirable, que dice el apóstol Pablo en su epístola a los Romanos 8, 19-22: “Porque la creación se encuentra en continua espera ardiente de la apocálipsis-revelación gloriosa de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será liberada de la esclavitud de la corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora”.
“Porque la creación se encuentra en continua espera ardiente de la apocálipsis-revelación gloriosa de los hijos de Dios”. ¿Cuál apocálipsis-revelación? De los hijos de Dios, de los fieles que se glorificarán. Tomarán sus nuevos cuerpos por la resurrección y serán glorificados. Esto espera la creación, cuándo vendrá aquella hora. Y en concreto la personifica y la presenta que está esperando con anhelo ardiente. Y explica: “Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será liberada de la esclavitud de la corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios”. ¡Con cuánta claridad habla! “Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora”. Nosotros nos corrompemos, nos desgastamos y ella también se corrompe y se desgasta. Tiene dolores y gime hasta el momento en que vendrá otra vez el Cristo en este mundo.
Veis, por ejemplo, que los animales digamos que sufren, igual que los pajaritos con la nieve tienen frío. Veis que las plantas se secan por una sequía. El fiel, el hombre teológico, ¿sabéis qué dice? “¡Dios mío, perdónanos; nosotros los hombres nos hemos hecho la causa para que sufran los animales y las plantas! ¡Nosotros! ¡Yo el hombre tengo la culpa, yo, porque los animales y la creación entera sigue al hombre!
Habéis visto qué dice Dios allí en el cataclismo: “Exterminaré de la faz de la tierra a los hombres que he creado, a las bestias, y hasta los reptiles y las aves del cielo” (Gen 6,7). ¿Por qué exterminará los animales, ellos pecaron? Noé es justo, le pone dentro en el arca y le acompañan unos animales. Por consiguiente, algunos animales se pierden junto con los hombres que se pierden, porque debería que se pierdan; algunos otros animales se salvan, porque se salva Noé y sus hijos. En otras palabras acompañan al mismo hombre.
Creo, amados míos, que hemos entendido ya que la creación se renovará, se hará nueva y se hará reinado de la Realeza increada de Dios.
Retornaré al tema y os diré que cuantos esquemas existen en el siglo son pasajeros. La boda o matrimonio es esquema; la riqueza, la propiedad son esquemas. La demostración es que nada nos llevamos con nosotros, porque nada hemos traído en el mundo, como dice muy bellamente el apóstol Pablo en la epístola a los Hebreos 10,34… Nada hemos traído en el mundo, nada nos llevaremos. ¿Qué decía Job? “Entré desnudo en este mundo por el vientre de mi madre, y también me marcharé desnudo; no tengo nada que llevarme” (Job 1,21). Es un esquema.
Pero estos esquemas, amados míos, finalmente nos mandarán a la Realeza increada de Dios o nos mandarán al Infierno y depende de la utilización y uso que haremos de estos esquemas. Los esquemas por sí mismos no son ni buenos ni malos. Nuestra actitud delante de estos esquemas, el uso que nosotros haremos de ellos determina si finalmente resultará para bien o para mal.
Por eso el apóstol Pablo escribe: “Pero esto digo, hermanos: que el tiempo es corto; resta, pues, que los que tienen esposa sean como si no la tuviesen” (1Cor 7, 29-31). No en el sentido que no amen a sus mujeres, porque el mismo apóstol Pablo dice que hombre ame a su mujer, tal como ama su propio cuerpo o carne (Heb 5,8). No con este sentido, sino con el sentido y significado que dice la otra parábola sobre la llamada, invitación a la gran cena (Lc 14, 26-24), y la gran cena es el reinado de la Realeza increada de Dios, es decir, el cielo, Dios, la Realeza, no tenga la respuesta: “tengo mujer, me he casado y no puedo venir”.
Hermano mío, ¿te impide tu mujer ir al reinado de la Realeza increada de Dios? Pero para esto el Dios hizo la Eva; para ayudarte a ir al reinado de la Realeza increada de Dios. Ahora bie, si te impide ir al reinado de la Realeza increada de Dios… En este sentido “los que tengan mujer como si no la tuviesen”.
Y continúa: “los que lloran como si no llorasen”. Y los que lloran, sea porque son pobres o están en luto o tienen alguna enfermedad y están doloridos, que vivan como si no llorasen. El mundo pasa, y pasa y todo pasará; “y los que se alegran como si no se alegrasen”. ¿Qué te han regalado, hermano mío? ¿Casa, coche, dinero, y te alegras? ¿Para qué te alegras? Pues, que te alegres… como si no te alegrases. Que veas las cosas y te dejen indiferente. “¡Y los compradores como si no tuvieran”. En el esquema de este mundo venderemos y compraremos; tomaremos el dinero, tomaremos el salario y daremos salario. Pero dentro del tomar y dar de los dineros, sin duda, compraremos terreno, casa, tienda, coche, pero los compradores como si no tuviesen. Será de tal manera el uso del dinero, que será posesión. Es decir, he comprado algo, legalmente tengo la propiedad, pero que no apegue mi corazón en esto. Por ejemplo, que haga el coche ídolo; lo lavo, lo limpio, lo vuelvo a lavar y lavar… no dejo que lo toque nadie para que no me lo ensucie… quiero ponerlo digamos a la caja para que lo vean entero. Hermano mío, ¡has hecho el coche ídolo! El coche es para que te haga servicios. No quería decirte que lo tires por allí y por acá. Lo lavarás, lo limpiarás; pero no apegues tu corazón allí; “los compradores como si no tuviesen propiedad las compras”.
Y continúa 7,31: “y los que disfrutan de este mundo, como si no lo disfrutasen; porque la apariencia de este mundo se pasa”. El uso de este mundo no está sino a través de la civilización. Podríamos decirlo con esta expresión: Los que utilizan la civilización o cultura de sus épocas, que no abusen de la cultura, sino sólo para uso útil. Que no se conviertan en esclavos de la cultura y de la civilización. Que no se haga la cultura ídolo, sino que sea el simple servidor a nuestras necesidades. Encenderemos la luz eléctrica, por supuesto que subiremos al coche, tendremos una casa bonita, que sea caliente y etcétera, pero que no apeguemos nuestro corazón allí. Así viviremos. ¡Sencilla y simplemente! Atención, ¡simplemente…. porque… “produce el esquema de este mundo”. Y explica la causa: Porque el esquema, la forma de este mundo pasa, se va y en su sitio será puesto el reinado de la Realeza increada de Dios.
Pero, amados míos, la actitud que tomaremos, lo repito, frente a las cosas materiales, frente a la cultura, frente a la vida y frente a los esquemas de este mundo, esto finalmente nos dará la sotiría salvación o la condena.
Por tanto basados sobre esta enorme verdad que se nos ha apocaliptado-revelado, de que el universo se hará nuevo, vivamos así de sencillo, alegres y felizmente. Amín.
Unidad 63 Apocalipsis 20, 12-13 La escena del Juicio-Krisis, parte b´ La resurrección de los muertos y el Juez
Homilía 83. «20:12 Y vi a los muertos [de todos los siglos], grandes y pequeños, que estaban de pie delante del trono [de CristoDios]; y libros que fueron abiertos [que tenían escritas las praxis de los hombres], y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, cada uno según sus obras [que estaban escritas en los libros]. Y el mar entregó los muertos que había en su seno; y la muerte y el Hades entregaron también todos los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras.»
Junto con la renovación de la creación, este verdadero milagro de Dios, viene otro milagro, incluso mayor y más admirable; es la resurrección de los muertos, que aquí se describe con una excelente vitalidad, sobriedad y sencillez.
El hecho de la resurrección de los muertos es tan grande, de modo que muchos, a causa de la magnitud del tema, llegan a dudar, desconfiar y a no creer. ¡Sin embargo es un hecho/acontecimiento! Constituye la coronación, culminación de cada intento humano dentro en la Historia y es el paso al propósito y finalidad del Cristianismo. El reinado de la Realeza increada de Dios.
San Arezas escribe: “Igual que los cuerpos humanos provinieron a la existencia de la nada o del cero, por supuesto que no automáticamente, es decir, por sí solos, ni de la nada o del cero, sino que provinieron de los cuatro elementos de la materia existente, el agua, el fuego, la tierra y el aire, así buenamente estos elementos retornan a la creación y de nuevo de estos volverán a componerse, se recrearán”. Es aquello que os decía, cómo creía el mundo antiguo que el universo y principalmente la tierra, son constituidos por agua, fuego, aire y tierra y que por la muerte vuelven otra vez en la creación.
Apuntad que la primera creación, la primera formación del ser humano es un hecho, pero como hecho es más difícil que la segunda formación del hombre, la resurrección.
Es decir para que entendáis, de una casa cuando se ha derrumbado, podemos tomar su material y volver a construir esta casa, pero si no existen las piedras y el resto de todos los materiales –porque no se ha construido ninguna casa sin estos-, ¿con qué materiales se construirá? Por consiguiente, la primera creación del ser humano es un tema grande. En el momento que ya se hizo la primera gran creación del ser humano, ahora la segunda creación es un tema o cuestión, diríamos mucho más fácil que la primera praxis de Dios. Pero para Dios no es difícil absolutamente nada.
La resurrección de los muertos es un dogma de Fe fundamental, tan fundamental que aquel que no lo acepta, cae al vacío. El apóstol Pablo llega a decir que “si los muertos no resucitan, entonces ni el Cristo ha resucitado; y si el Cristo no ha resucitado, entonces nuestra fe es vana y también nuestro kerigma es vano”, y añade que “nosotros los que hemos creído en Cristo, por supuesto que si no ha resucitado, somos los más desgraciados y miserables de los seres humanos” (1Cor 15, 16-19).
Somos “los más desgraciados y miserables de los seres humanos”, porque nos estamos privando de muchas cosas de estas que se llaman mundanas, ya que el Cristo pone las condiciones de la vida espiritual. Es decir, aplicando y cumpliendo estas condiciones, no hacemos vida mundana-cósmica. Pero si no existe la resurrección de los muertos, no existe nada más allá, entonces perdemos la vida presente que no la disfrutamos, perdemos también la vida futura ya que no existe. ¿En fin, hermano mío, para que no vivir la vida presente si se supone que no existe la otra vida? Entonces es muy sencillo y muy coherente decir que: “comamos y bebamos, porque mañana moriremos” (1Cor 15, 32), como decían los Epicúreos y lo utiliza también el apóstol Pablo. En concreto dice a continuación: “¿En qué me he beneficiado yo, si como hombre batallé en Éfeso contra fieras, para llegar a ser Mártir-Confesor o Testigo?, ¿qué me aprovecha haciendo esto si los muertos no resucitan? Y si los muertos no resucitan, entonces seguro que tampoco ha resucitado el Cristo”.
Me diréis: El Cristo resucitó, pero los muertos no se resucitan. ¿Entonces por qué resucitó el Cristo? ¿Para demostrar que es Dios? Esto es segundario; lo primero es para abrir el camino al hombre e indicarle qué se hará el hombre y cuál es el camino humano.
Así que, si uno no cree en la resurrección de los muertos, todo cae al vacío; uno no puede decir que es Cristiano. Por esta razón os dije que el dogma de la Fe es fundamental y como dogma fundamental se añadió también al símbolo de la Fe. Y cuando decimos símbolo de la Fe y que la Iglesia determinó que se rece por lo menos dos veces al día, (en la oración de Medianoche y en Vísperas), o cuando celebramos la Divina Liturgia, el Símbolo de la Fe lo decimos también durante la Divina Liturgia. Por tanto, el símbolo de la Fe lo mínimo lo decimos dos veces al día y si hacemos una pequeña oración por la mañana y otra por la noche allí también lo decimos dos veces al día haciendo oración. Así que cada vez decimos: “Anhelo, espero la resurrección de los muertos y la vida del siglo futuro”, que será eterna. ¡Habéis visto, pues, que este tema es fundamental!
Además que la resurrección de los muertos es cuestión o tema de justicia de Dios. ¿Es decir, se hace para que uno sufra martirios y sufrimientos por la agapi-amor incondicional a Cristo, perder su vida, perder su fortuna, sufrir humillaciones en su vida, llevar muchas tortas en la vida por cualquier miserable y de cada infiel, porque tiene su agapi para Cristo y después terminar su vida en la tumba y nada más hay más allá? ¿Se puede hacer esto? ¿Y el otro, el sucio, el inmoral, el indecente, el apóstata de Dios, que viva su vida y saliendo a flote? ¿No creéis y penséis, pues, que es también cuestión de la justicia de Dios?
Además, en este punto -prestad atención- el Dios no creó psiques, sino hombres, que los restituirá de la corrupción de la muerte, la cual muerte sin duda que no la ha creado Dios.
Si habéis oído cosas raras es porque hasta hoy en día, hermanos míos, no las hemos aprendido correctamente. Dije que el Dios no creó psiques. Sí, porque el ser humano no es psique-alma, el hombre es psique y soma-cuerpo. Os lo diré también un poquito más abajo esto con consolidación de la Santa Escritura. Por consiguiente, no podemos estar hablando sólo para una psique, porque puede que me digáis: ¡Sí, creo en la resurrección de Cristo, pero no creo en la resurrección de los muertos, pero las psique viven! ¿Dónde, cómo y qué? ¿Las psiques-almas? Si la psique es la mitad del ser humano, es el cincuenta por ciento del hombre, el otro cincuenta por ciento falta. Por eso os dije que el Dios no hizo las psiques, hizo seres humanos, hizo hombres que son psiques y cuerpos juntos y Dios no hizo la muerte. Cuán fácil lo tenemos, en concreto cuando alguna vez vamos a un entierro, que digamos: ¿Qué vamos hacer? ¡El Dios así quería que muriésemos! ¿Quería Dios que muriésemos? ¡Esto es una hibris, insulto! ¡Esto es blasfemia! “El Dios no ha creado la muerte, ni se alegra por la perdición de los vivos; porque ha creado todo para que exista, no para que muera” (S. Sal 1, 13-14), leemos en la Sabiduría Salomón. El Dios no ve a los hombres morir y que se alegre; porque lo que el Dios hizo lo ha creado para que exista. Volveré a decir la frase: “Ha creado todo para que exista”, por consiguiente también a los hombres.
Acordaos, por favor, al Señor que Le saltaron las lágrimas por la muerte de Su amigo Lázaro, aunque conocía el Mismo que en poco rato le resucitaría. En concreto los Judíos que observaban al Señor cuando lagrimeó, dijeron: “¡Mirad cómo le amaba a Lázaro!…” (Jn 11,36). Sin embargo el Señor lloró por el fenómeno de la muerte, no especialmente para el Lázaro. ¡Ay, esta muerte… esta muerte que azota a los hombres, pequeños y grandes! Θάνατος zánatos, muerte! ¡Es una cosa terrible!
¿Es posible alguna vez que la muerte sea creación de Dios? ¿Sabéis qué es la muerte? Es una caricatura dentro en la creación, es algo que viene en desafinación, disonancia con toda la creación. La presencia de la muerte no da sentido a la existencia del mundo. No sé como decíroslo, es decir que uno dice: “¿Por qué existo, amigo mío, para morir? Ir al colegio… En principio ser un ser humano lógico, y ser icona-imagen de Dios… que vaya a estudiar, esforzarme… ¿y cuando lo tenga todo preparado me muera?” Esto es lo más paradójico, el mayor desatino que hay en la creación. La paradoja intrusa dentro en la armonía y la intencionalidad de la creación es la muerte. Por tanto, ¿es posible que el Dios haya hecho la muerte? ¡Nunca, jamás! Al contrario vino a vencer la muerte. ¡La muerte entró por nuestra voluntad!
Oíd pues, cómo lo dice otra vez la Sabiduría Salomón 2. 23-24: “El Dios ha hecho al hombre para permanecer inmortal y le hizo de acuerdo con Su icona-imagen, pero por envidia y dolo del Diablo, arrastró a los primeros en ser creados, y entró la muerte en el mundo. Por tanto, la muerte no es creación de Dios. ¡No, no lo es!
Por supuesto que, para que tengamos una unidad del tema, os diría que en este punto Cristianismo quiere decir apocatástasis, restablecimiento del daño y perjuicio que se hizo. Y el daño y perjuicio es la muerte que vino a separar la psique del cuerpo, separar estos dos, una vez, claro está, que nuestra psique se ha separado de Dios.
Tenemos dos muertes: la muerte espiritual que es la separación de la psique de Dios. Los primeros en ser creados saborearon la muerte espiritual, ya que el Dios dijo: “el día que comeréis de este fruto, transgrediréis mi mandamiento, y por la muerte moriréis…” (Gen 2,17). O sea que en otras palabras, por la desobediencia vino inmediatamente la muerte espiritual. La otra muerte es la separación de la psique del cuerpo y vino después de ochocientos, novecientos años… Novecientos treinta años vivió Adán (Gen 5,5).
Por consiguiente, tenemos la muerte, es decir, la muerte (separación) de nuestra psique de Dios y después la separación de la psique del cuerpo. Ahora el Cristianismo viene a restablecer las cosas y en concreto en el orden por el que empezaron. Es decir, primero se hizo la separación de la psique y Dios. Viene el Cristo a reconciliarnos con el Dios, es decir, a volver a unirnos con Dios y ser creada la llamada primera resurrección, tal como hemos visto en un tema anterior. Después seguirá la segunda resurrección, esta del cuerpo, la re-unión reunificación de la psique con el cuerpo. Después la creación se hará nueva, igual que el ser humano se hará nuevo, porque la creación sufre, se lamenta y se duele, se encuentra en una situación triste y deprimente, o sea, en presión, depresión. La creación espera con anhelo la redención de los hijos de Dios, porque después, también ella, en su turno se hará nueva. Primero se harán los hombres nuevos y después la creación. La misma orden: Apocatástasis-restablecimiento de la psique con Dios, psique con el soma-cuerpo, cuerpo con la creación. Y así se hizo también en el principio: Primero se rompió el lazo psique-Dios, después el lazo psique-cuerpo y después cuerpo-creación. Es decir, la naturaleza se volvió contra el hombre, las bestias de la tierra lo mismo; las inundaciones, los terremotos, los rayos…. Todo tomó ya poder sobre el hombre y así tenemos la apocatástasis en la misma orden otra vez, es decir, que todo se hará tal como estaba inicialmente.
¿Decidme, qué es el Jesús Cristo? ¿Don Quijote es… que ha venido a combatir con la pértiga cosas inexistentes? Dicen que el Diablo no existe; la muerte es imposible que se venza, pero entonces, ¿a qué ha venido hacer el Cristo? Dice claramente el apóstol Juan: “el Cristo vino a disolver las obras del diablo” (1Jn 3,8), y las obras del diablo son toda esta desgracia que nos ha encontrado y llevado.
Isaías escribe: “Resucitarán los muertos, y se levantarán de sus tumbas” (Is 26,19). ¿Veis? Pone también la tumba, para que no se crea que la resurrección será sólo espiritual, es decir, imaginable e ideada. Será resurrección ontológica, es decir, en realidad nuestro cuerpo resucitará.
Por tanto, esta resurrección de los muertos definitiva, católica y universal, la ve ahora el evangelista Juan y escribe que vio “pequeños y grandes”. Esto significa que resucitarán todas las antítesis de edad, pequeños-grandes, espirituales intelectuales y analfabetos, de toda índole social, si uno era así y el otro asá… En concreto os acordaréis en anteriores páginas del libro del Apocalipsis, que el evangelista Juan, por lo menos dos veces dice “reyes, soberanos magnates, ricos, pobres, esclavos, libres….” (Ap 6,15· 11,28 · 13,16· 19,5). Toma todas las categorías de seres humanos, tal como fueron colocados los hombres dentro en la Historia. Y toma todas las situaciones… del poder económico, social, edad, situación ética, pecadores- justos, y otros.
Cuando por ejemplo, el Cristo dice (para que tengáis una imagen de pequeño-grande), “ay de aquel que escandalice a uno de estos pequeños de modo que no crea en mi nombre”, pequeño al principio es el pequeño en edad. Es cuando el maestro, el profesor o el padre o el vecino digan a un niño pequeño que no crea en Jesús Cristo. Si esto lo oyeran los docentes, los de la enseñanza, y si lo oyesen los padres y creyesen aunque fuera un poco, se entiende, ¿quizá iban a decir a su hijo: ¿Qué más da…para qué crees en Cristo?, entonces les convendría y los volvería en sí, el Cristo cuando dijo que vayan al océano a zumbarse con una roca en el cuello, en vez de escandalizar a un niño pequeño, (ver Mt 18,16). Es decir, sería mejor para ellos que suicidasen… porque el castigo de ellos entonces será menor que si escandalizan a un niño pequeño que cree en el nombre de Dios y le digan que no crea. Pero pequeños aquí ahora son los que no están en la edad, si no hombres simples.
¡Un hombre “ilustrado”, un “iluminado, intelectual” va a un pueblo que son personas simples, sencillas y allí creen en Jesús Cristo y nunca pensaron algo distinto sobre el Jesús Cristo y ahora va este hombre a abriles los ojos, este “ilustrador” a decir que Cristo no es Dios! La audiencia no son niños pequeños, sino pequeños a nivel de formación académica, de posición social que están aislados en un pueblo o aldea o en alguna montaña.
Así que el sentido y significado de pequeño no es sólo sobre la edad, sino que es en todos los aspectos, lados y facetas de la vida. Con este sentido y significado dice ahora el divino evangelista Juan que “vio pequeños y grandes estar delante del trono de Cristo”, es decir, que sin excepción alguna todos resucitarán. Resucitarán todos, los muertos de siglos anteriores, desde Adán y Eva (por supuesto que también Adán y Eva), todos de cualquier manera que hayan muerto, sea por muerte natural sea por violencia. Además, esto quiere decir aquí con lo “el mar ha entregado sus muertos”. Os lo vuelvo a leer: “Y el mar entregó los muertos que había en su seno; y la muerte y el Hades entregaron también todos los muertos que había en ellos”. Esto quiere decir, que los que se ahogaron en todos los siglos, los que fueron comidos por los peces, resucitarán; y aún los que han muerto violentamente o naturalmente, en la tierra y los comieron los buitres o los gusanos en la tumba, lo que sea, de cualquier manera que hayan muerto, todos resucitarán.
Naturalmente me diréis que el Hades es el que tiene todos los muertos. Sí, pero aquí hace una diferenciación a la expresión, para indicar que no tiene importancia cómo ha muerto cada uno, porque todos resucitarán. Esto es lo que tiene importancia.
San Andrés de Kesarea escribe: “Pero la muerte es separación de la psique del cuerpo. Por tanto, cuando dice aquí que la muerte entregará los muertos, significa que se quita del medio y la psique se unirá de nuevo otra vez con el cuerpo. Y el Hades el ἀειδής aidís, el que no tiene forma, es decir, el invisible y desconocido, no podemos decir cómo puede ser el Hades, él recoge todas las psiques que se van de este mundo; allí van las psiques, al Hades”.
¿Porque aquí está hablando del Hades?
La muerte expresa el modo de la separación de la psique y del cuerpo y el Hades se expresa como lugar que retiene las psiques. Por consiguiente, con las palabras “mar, muerte y hades tenemos una plenitud de expresión, de que la resurrección de los muertos será católica, universal.
Daniel, como sabéis, vivió en el siglo 6º antes de Cristo, y describe la resurrección de esta manera admirable: “Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, levantados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua” (Dan 12,2). La descripción de esa profecía de Daniel es maravillosa. Es el último capítulo del libro profético de Daniel.
“Y muchos…”, la palabra muchos no significa que serán muchos y unos otros no estarán; es esto que dijo el Cristo: “…la sangre derramada para vosotros y para muchos” (Mt 16,18 Mrc 14,24 Lc 22,20). La palabra muchos significa todos, porque sería incomprensible decir que la Sangre de Cristo que ha sido derramada para todos los seres humanos. ¡Inconcebible! Así también dice aquí Daniel con lo “y muchos”, es decir, “todos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, levantados”.
Mirad aquí por favor, que utiliza el Participio del verbo dormir. Dice los dormidos no dice los muertos. Son estos que están dormidos, porque la muerte es sueño, dormir, ya que tenemos de nuevo la resurrección de los muertos. Y sólo que este verbo que utiliza aquí manifiesta la resurrección.
Pero avanza: “en el polvo de la tierra” no dice sencillamente en la tierra sino “en el polvo de la tierra”, para que no piense y diga alguien que se trata de una tierra imaginable. Pone lo “en el polvo de la tierra” y así expresa el realismo de las cosas.
Y continúa: “se despertarán unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua”. “Unos y otros…todos estos”. Los unos resucitarán para vida eterna, los otros resucitarán para vergüenza y confusión perpetua. Así que esta vergüenza y confusión es el Infierno eterno. Utiliza en los dos casos el adjetivo “eterno”. Vida eterna, vergüenza y confusión eterna.
Y continúa: “Los prudentes”, es decir, los que han vivido conforme con la ley de Dios, resplandecerán como el resplandor del cielo; y muchos de los justos como las estrellas a perpetua eternidad” (Dan 12,3). Así que los que se amoldan conforme la voluntad de Dios, con la ley de Dios, ellos resplandecerán. Acordaos de los logos de Cristo: “Los justos resplandecerán, brillarán como el sol en el reinado de la realeza increada del padre de ellos” (Mt 13,43).
Me diréis: ¡Que son palabras! Las tomó el Cristo de Daniel y nos dijo estas cosas.
Sí, pero el Cristo se ha metamorfoseado, transformado en el monte Tabor y Le vieron metamorfoseado Sus Discípulos. ¡No se trata de mitos filosóficos sino de acontecimientos! (2Ped 1,16). Nuestra sotiría redención y salvación no es un mito filosófico tal como son los mitos filosóficos en cada sistema filosófico que quieren dar consuelo al hombre que busca el consuelo y el sentido de su existencia, sobre el callejón sin salida de la muerte. ¡El Cristianismo es acontecimientos! Muchas veces lo he dicho esto. Quisiera, amados míos, que esto se convierta en muestra célula, nuestra gnosis, conocimiento concienciado, de que lo que dice el Cristianismo, lo que dice el Evangelio se manifestó y se vio; además que está también el tema de la profecía por medio. De las diez profecías que tenemos se han realizado las nueve; una aún no se ha realizado: La resurrección de los muertos. O sea que, como las nueve profecías se han realizado, ¿por qué tenemos que dudar de una? Pero además que vimos nuestro camino en la persona de Cristo. ¡El Cristo no se ha metamorfoseado para hacer una figura a Sus Discípulos para impresionarlos e imponerlos! Si el Cristo quisiera imponerlos, primero se metamorfosearía también delante de los doce Discípulos. Después se metamorfosearía también delante de Sus enemigos, digamos, exactamente en el momento que iban a detenerLe y los cegaría sus ojos por Su divina luz increada. El Cristo no lo hizo esto. No se metamorfoseó para imponerse; se metamorfoseó para verificar y consolidar los logos que dijo, que “los justos resplandecerán, brillarán como el sol en el reinado de la Realeza increada de su Padre” (Mt 13,43). Y aquí vemos a Daniel decir la misma cosa casi con las mismas palabras que “los justos resplandecerán como el esplendor del firmamento”. “El esplendor del firmamento” es el sol. Porque, ¿qué otra cosa da el esplendor al firmamento aparte del sol? ¡Qué el Cristo dijo: el sol!
“Y tal y como tenemos las estrellas del cielo, así serán también aún en los siglos los Justos que resplandecerán en el reinado de la Realeza increada de Dios”.
Atención en lo “aún en los siglos”; Porque la expresión “aún en” puede que se refiera sólo a la Historia, en los siglos de la Historia, Aquello “aún en”, quiere decir más allá del tiempo, más allá de los siglos, más allá de la Historia, en la Eternidad.
Los logos del Apóstol Pablo sobre la resurrección de los muertos son lo mismo claros y detallados. Pero permitidme a deciros cómo el Cristo, nuestro Señor lo dijo esto. En Juan 5, 28-29: «28 No os extrañéis de esto, porque llega la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán su voz; 28. No os asombréis de todo esto que os he dicho. Ocurrirán cosas aún más admirables que estas, porque llegará la hora en que todos los muertos que en aquel momento estén en los sepulcros oirán la voz del Hijo de Dios y los ordenará a resucitar; 29 y saldrán fuera, y los que han obrado bien, pasarán a la resurrección de la vida eterna y feliz. Y los que han obrado mal, para la resurrección de juicio y condena». ¿Cuándo viene esta hora? Cuando el Cristo vuelva en el mundo otra vez.
Aquí habla primero sobre la resurrección de los muertos y después sobre el Juicio. Es esto que dice Juan: “He visto los pequeños y los grandes delante del trono del Juez”.
El mismo de nuevo dijo: “Y serán enviados estos (los pecadores) en el infierno eterno, en cambio los justos en la vida eterna” (Mt 25,46).
El apóstol Pablo viene a darnos muy detalladamente la resurrección de los muertos. Dice: “Así también la resurrección de los muertos”… Es decir, trajo un ejemplo con el trigo, por eso traemos el trigo hervido o en masa en la memoria de los difuntos; es el símbolo de la resurrección de los muertos, y decimos… “siembras el trigo, y este es enterrado”. Si alguien, hermano mío, te viera que este trigo que haces el pan lo remueves con la tierra y lo entierras, sin que él supiese que esto después se haría trigo, te diría que estás loco: “¿Tiras el trigo? ¿Tiras el pan y lo mezclas con la tierra? ¡Estás loco!” Pero esto hoy en día no lo dice nadie, porque sabemos que por el trigo saldrá la nueva planta que nos dará multiplicado el trigo. Por tanto, tal como el trigo cae en la tierra y morirá, así también se hace por la resurrección de los muertos. El Señor dijo, “Amín, amín, de verdad en verdad os digo que, si el grano del trigo no cae en la tierra no muere, queda infecundo; Pero si se entierra y muere, trae mucho fruto. Así, yo también moriré en la cruz para traer por este gran sacrificio mucha cosecha, es decir, la sanación y salvación del género humano” (Jn 12,24), es decir, tal como era antes grano de trigo y nada más; pero brotará la espiga y rendirá fruto, cuando muera en la tierra.
Este ejemplo toma ahora también el apóstol Pablo y dice: “Así se hará también con la resurrección de los muertos; se siembra el cuerpo en estado de corrupción y resucita incorrupto”. Porque el trigo se corrompe dentro en la tierra, es decir, se altera. Sacará germen y sacará también raíz, la forma inicial del grano se disolvió… pasó. Así también aquí, el hombre “es sembrado en corrupción”, muere enfermo y muerto y resucita incorrupto, “en incorrupción”.
Y a continuación… “Se siembra en deshonra, resucitará en gloria” (1Cor 15, 42-43). Se entierra en estado mal-oliente, de deshonra y resucita glorificado. ¿Cuál es esta deshonra? Amados míos, deshonra quiere decir falta de honor, valor, no en el sentido ético sino con el sentido de valor, de dignidad; tener su belleza, su salud… Lo contrario, cuando uno no tiene su salud, su dignidad, no la ética como dijimos, entonces no tiene honra, valor, honor, no tiene doxa-gloria.
Sobre este punto, permitidme una pequeña observación. Tal como sabréis, en nuestra época comenzó a dominar la εὐθανασία efzanasía– eutanasia. Es decir, cuando uno llega al punto de sentir que no se recuperará de una enfermedad, una lamentable enfermedad incurable y ya no puede vivir más, entonces busca que le maten, por supuesto sin dolores. No podemos decir que lo mismo vale también para alguien que se ha hartado de su vida, porque no existe nadie que se harte de su vida, por muchos tormentos que pase. Lo decimos “me he hartado de mi vida”, pero si aparece en aquel momento la muerte delante de nosotros y nos dice “he venido para llevarte, ya que te has hartado”, le diremos “¡vete a dar un paseo y ven más tarde!”. Todos amamos nuestra vida, pero la sentimos dura y pesada cuando estamos enfermos y sufrimos y entonces pedimos la εὐθανασία efzanasía-eutanasia. ¡Este rol o papel se supone que pueden asumirlo -¡ay de nosotros!- también nuestros parientes!
Sabéis que con estas triquiñuelas que tenemos ya en nuestra vida, en nuestra vida social, cuando un hombre se envejece, empezará a temer y decir el monólogo: “Mis hijos no me lo dirán si me hacen εὐθανασία efzanasía-eutanasia. ¡Traen el médico me pone una inyección y me voy al otro mundo!”; y por su miedo no puede beber ni agua. Estará diciendo: “¿Me has traído agua para beber? No lo bebo, voy al grifo a llevármelo yo solo: ¿Me das comida? ¿Quieres ponerme inyección? No, no acepto la inyección”. Así de negativo hablará y estará en todo negativo. También, si este papel alguna vez lo asume el estado. Entonces ¿quién iría al geriátrico o al hospital? Un día esto también sucederá. Con este ímpetu imparable que hemos tomado… La demonización que se ha sentado en nuestro cuello… ¡Ay!, un día asumirán los estados esta cuestión, será cuestión de estado! El anciano cuesta dinero, el estado paga jubilación. Ya no se considera anciano productivo; tiene muchos perjuicios, es decir, gastos, médicos, fármacos, tratamientos médicos… Por tanto, ¿para qué tiene que vivir el viejo? ¿Existe alguna razón que viva? ¡Un día asumirá el estado a matar a los ancianos de edad avanzada! ¡Hará lo que hacían los espartanos que mataban a los niños pequeños con deficiencias! Por tanto, ¿quién tiene confianza ya a decir que va al hospital para sanarse? Preferirá morir por su enfermedad, en vez de ir al hospital a recuperarse, porque exactamente no sabe qué le harán allí.
Por consiguiente, hoy en día, tenemos la εὐθανασία efzanasía eutanasia y con el pretexto de que el hombre que está enfermo, ha llegado a un punto que está agotado, debilitado, haberle caído el pelo (como sucede por la quimioterapia) el hombre se vuelve feo… ¡y entonces una muerte digna para él es la εὐθανασία efzanasía-eutanasia! He aquí el tema de la dignidad en relación con la apariencia exterior… ¡Que esté el hombre bello cuando se muera!… ¡Qué idiotez existe en los hombres!…
¡La dignidad, amados míos, se encuentra en que uno muera y sea honrado por su ética! Que no diga que él ha muerto y le han encontrado muerto dentro en el pecado, pero murió permaneciendo hasta el final de su vida, cristiano honesto y ético. Esta es la dignidad. La otra, la exterior, esta la arreglará el Dios, porque el hombre “es sembrado en deshonra y resucita en doxa-gloria” y no se pone una inyección para morir supuestamente con dignidad.
El cuerpo humano “se siembra siendo débil, en enfermedad y resucita en energía y potencia fuerte; se siembra cuerpo psíquico y se resucita cuerpo espiritual”
¿Cuál es el cuerpo psíquico?
Sabéis que ψυχή psijí quiere decir espíritu y vida. Psíquico quiere animal animado, vital. Es decir, lo traduciremos se siembra en la tumba, se coloca en la tumba el cuerpo que pertenecía a las leyes biológicas (esto quiere decir cuerpo animado o vital) y resucita cuerpo espiritual.
¡Por Dios, que no piense y crea alguno que el cuerpo el espiritual es el cuerpo inmaterial! No se trata de cuerpo inmaterial. ¡Algunos así lo creen y piensan, de que el cuerpo humano será inmaterial! Esto es contradictorio. ¡Cuando decimos cuerpo inmaterial, es oxímoro, tonto! Nuestro primer cuerpo es material y después será espiritual, es decir, ya no pertenece a las leyes biológicas, sino a los dictados del Espíritu Santo.
Los santos Padres son clarísimos en la interpretación del llamado cuerpo espiritual. Por ejemplo, el Cuerpo de Cristo antes de la Cruz era psíquico, obedecía a las leyes biológicas. El Señor se cansaba. Hemos encontrado muchas veces el caso que el Señor “venía cansado del camino” (Jn 4,6). Estaba durmiendo en el barquito cuando empezó la tempestad (Mt 8,4 Mrc 4,38). Tenía sed. Dijo a la mujer Samaritana “dame de beber agua” (Jn 4,7). Pero tenía hambre, era mediodía, la hora que debería comer y los Discípulos Le dijeron “Señor come: «Mi alimento es hacer la voluntad de aquel que me envió, y que acabe obra, es decir, la sanación y salvación del hombre», (Jn 4,34) y etcétera… Pero tenía hambre y fueron los Discípulos a comprar comidas (Jn 4,8). Tenía estas metáboles, alteraciones. Caminaba entraba en las casas, salía de las casas; caminaba desde Jerusalén hasta Galilea y de Galilea a Jerusalén. Por tanto, Su cuerpo era psíquico, es decir, obedecía a las leyes biológicas.
Cuando resucitó Su cuerpo era espiritual, no obedecía ya a las leyes biológicas. No tenía necesidad de comer, ni se cansaba, ni las puertas deberían estar abiertas para poder entrar y salir; podía moverse “cerradas las puertas…”, como señala dos veces el evangelista Juan en su evangelio; “apareció y quedó en pie, el Jesús” (Lc 24,36 Jn 20,19·21,4 etc.).
Los verbos entró y salió para el Cristo es antes de la Cruz; después de la Resurrección los verbos entró y salió ya no existen. El Cristo no come, no duerme. Cuarenta días está junto con Sus Discípulos, sin embargo no Le ven cuarenta días. Aparece cuando quiere y desaparece cuando quiere. Su cuerpo, por tanto, no es biológico, es distinto. Ascendió al cielo. Este cuerpo es opuesto a la gravedad. Todo cuerpo tiene peso, es pesado. Nosotros en este momento no podemos salir e irnos hacia el cielo, tenemos peso, somos pesados. Pero el Cristo ascendió al cielo, es decir, se mueve al contrario a la ley de la gravedad.
¡Por tanto, Su cuerpo era espiritual, pero no inmaterial! Pidió comer de los Discípulos, para convencerlos de que no era un fantasma, es decir, un espíritu. Les pidió que Le palpasen y no sólo Tomás sino los otros Discípulos, como nos dice el Lucas en su evangelio: Palparon al Señor (Lc 24, 39-43 Jn 20, 26-29). Palparon quiere decir que pusieron sus manos encima de las marcas de los clavos, en los agujeros de los clavos.
Por tanto, el Señor era con Su Cuerpo el antiguo, porque si fuera otro cuerpo, entonces en la tumba quedaría envejecido, pero esto no sucedió; Su Cuerpo no se quedó en la tumba, sino que se marchó de la tumba. Si el Cuerpo de Cristo fuera un otro cuerpo, no tendría las marcas de los clavos, estaría sin agujeros. Por tanto, era el antiguo cuerpo, pero ahora no pertenece a las leyes biológicas, sino a los dictados del Espíritu Santo.
Así pues, depositaremos en la tumba cuerpo animal, biológico y será cuerpo resucitado que pertenecerá a los dictados del Espíritu Santo. Igual que el Dios dijo que comamos para vivir, entonces el Dios dirá que sin comer podremos vivir. Depende de lo que Dios quiere. Este es el cuerpo espiritual. Por tanto, no mezclemos nunca y digamos que será un cuerpo que será supuestamente como inmaterial y en concreto, arrastrados por el platonismo, decir que es indigno para la psique del hombre llevar cuerpo. Plotino, (neoplatónico del siglo 1º después Cristo), santo de la filosofía como fue llamado, decía el desgraciado que “se avergüenza porque tener el cuerpo”, porque creía que el cuerpo es la cárcel de la psique. El cuerpo no es la cárcel de la psique, es la doxa-gloria del ser humano. El cuerpo resucitará. No nos avergonzamos por nuestro cuerpo. Nuestro cuerpo es el templo de Dios (1Cor 3,16). El Dios lo subió allí que jamás la filosofía ha imaginado. ¡Es el templo de Dios! ¡Es residencia del espíritu Santo! Vivirá no como la psique cerca de las ideas de Platón, en el mundo de las ideas. Vivirá el hombre entero, psique y cuerpo, en este reinado de la Realeza increada de Dios y viendo con sus propios ojos corporales a Cristo que está resucitado con aquel cuerpo Suyo. Le estará viendo, tal como dice el evangelista Juan, “tal y como es” (1Jn 3,2); el hombre con sus ojos, con los nuevos ojos que tiene.
Y todas estas cosas que os dije, llega san Juan el Crisóstomo con una frasecita a decir: ¿Cuál es el cuerpo que resucitará? Dice: “éste, éste resucitará, pero no será como éste. Será este pero no será el mismo”. Es decir, será este, tendremos identidad del cuerpo, pero tendrá nuevas facultades, nueva colocación, es decir, será cuerpo bajo los dictados del Espíritu Santo.
Y el apóstol Pablo continúa: “Hermanos esto os digo que la carne y la sangre no pueden heredar la realeza increada de Dios, ni la corrupción hereda la incorruptibilidad. He aquí, os revelo un misterio nuevo y desconocido: No todos dormiremos o moriremos, pero todos seremos transformados, cambiados…” (1Cor 15, 50-51) y nos encontraremos de la corrupción a la incorrupción y de la mortalidad a la athanasia-inmortalidad, “y en átomo, en un abrir y cerrar de ojos, (al final del último toque de trompeta); porque se tocará la trompeta (por el ángel), y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos metamorfoseados, transformados es decir, todos muertos resucitados y vivos transformados tendremos el mismo cuerpo espiritual incorruptible” (1Cor 15, 52). El átomo del tiempo es tiempo pequeñísimo indivisible, es decir, cuando sueñe la trompeta muy rapidísimamente resucitarán los muertos y los que viven entonces serán cambiados, alterados y metamorfoseados inmediatamente sin conocer la muerte.
El verbo “revestirme”, lo dice también en otra parte el apóstol Pablo de la siguiente manera: “No deseo desnudarme de mi cuerpo, deponerlo, sino que deseo a revestirme de la incorrupción y la inmortalidad” (“Cor 5,4). Y los verbos aún que se utilizan en estos textos sagrados indican este significado de estos.
Por tanto, la naturaleza se renueva, tal como dijimos, porque se renueva el ser humano.
San Andrés de Kesarea escribe: “Así que ni la naturaleza retorna a la nada, al cero, o en la inexistencia, igual también nosotros no retornaremos a la nada o al cero”.
Dos inmensas verdades dogmáticas se desarrollaron delante de los ojos de nuestra psique. Hemos visto la renovación de la creación y hoy la resurrección de los muertos.
Estas realidades únicas y exclusivas, que son frutos de la encarnación del Dios Logos hecho hombre, de Su crucifixión y de Su resurrección, si las concienciásemos profundamente, estamos en el camino de hacernos Cristianos concienciados ortodoxos correctos.
Estas son las dos grandes verdades que ignorábamos y deberíamos aprenderlas.
Homilía 84. «Y vi a los muertos [de todos los siglos], grandes y pequeños, que estaban de pie delante del trono [de CristoDios]; y libros que fueron abiertos [que tenían escritas las praxis de los hombres], y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, cada uno según sus obras [que estaban escritas en los libros]» (Ap 20,12-13).
Después de la resurrección de los muertos, la incorrupción y la in-mortificación de vivos y muertos, amados, míos, vemos que se desarrolle con majestuosa finura el Juicio-Krisis final por el Juez-Cristo.
Lo “estando delante del trono” indica el momento crítico, crucial y terrible con sus repercusiones y consecuencias eternas. El Cristo-Juez se mueve en toda la duración de Su milenaria realeza, es decir, el tiempo del Evangelio, como otras veces os he explicado y esto se ve también en todo lo largo del libro del Apocalipsis. Es el Juez de la Historia en sus acontecimientos parciales que allí juzga sin ser visto.
Vemos cómo castiga a los pueblos que son injustos a otros pueblos; vemos el desenlace de la empresa e intención bélica; vemos cómo es castigado un pueblo que se apostata de Dios, y cómo es protegido un pueblo que se le castiga injustamente. Por tanto el Cristo juzga la Historia, pero no es visible o visto.
Ahora, al final de la Historia, el Cristo juzgará a toda la Historia y será visible, visto; Su Parusía-Presencia será absolutamente vista y clara.
Este punto que lo presten atención, por favor, porque los heréticos, los Milenaristas y os Testigos de Jehová, dicen que el Cristo juzgará sin ser visto. El mismo lo dijo esto: “Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre” (Mt 24,27 Lc 17,24), es decir será visible. Vendrá desde el cielo y no desde la tierra, como los pseudoprofetas y los pseudomesías.
El Señor las dijo estas realidades y cosas, pero el sagrado Evangelista ya desde la introducción de su libro Apocalipsis escribe: “He aquí que viene entre las nubes, y todo ojo le verá, y los que le crucificaron y traspasaron; (pero también los muertos que habrán resucitado) y todos los linajes o tribus de la tierra (que negaron a creer en Él) se lamentarán sobre él. Sí, amén” (Ap 1,7), y por miedo, tristeza y dolor estarán lamentado dando golpes a sus pechos.
No son sólo aquellos dos tres o cinco soldados que Le crucificaron –por lo menos sobre el ecatóntarco, que se llamaba Longuino, sabemos que se hizo Cristiano y Mártir, sino que son también aquellos que vuelven a crucificar al Hijo de Dios (Heb 6,6 Fil 3, 18-19), por aceptar un Evangelio no cruciforme y además todos aquellos que negaron Su bautismo y todos aquellos que se volvieron negativamente contra la Iglesia y contra a Su persona, sin duda alguna, sea de Su deidad, pero también de Su teantrópina divino-humana naturaleza. Todos estos son crucifixores, todos estos “han traspasado” el Cuerpo de Cristo, la Iglesia; todos estos Le verán. ¡Será un espectáculo universal! Así que la Parusía-Presencia del Juez será visible.
La misma posición toma también Daniel, cuando dice en el capítulo 7, 9-13:
“Estaba contemplando hasta que fueron puestos los tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente. Un río de fuego procedía y salía de delante de él; (esto lo veis muchas veces en los pórticos de los templo monásticos); millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él (vendrá con los santos Ángeles, es esto que dice también el Señor en Mateo 1,27 Mrc 8,27); el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos. Yo entonces miraba a causa del sonido de las grandes palabras que hablaba el cuerno; miraba hasta que mataron a la bestia, y su cuerpo fue destrozado y entregado para ser quemado en el fuego. Habían también quitado a las otras bestias su dominio, pero les había sido prolongada la vida hasta cierto tiempo. Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él”.
Por tanto, esto Daniel lo ve en visión divina el siglo 6º antes de Cristo. Veis que el ojo (espiritual) del Profeta traspasa la Primera Parusía-Presencia de Cristo y va a Su Segunda.
Pero con la misma majestuosidad nos habla el mismo Señor en Mateo 25,32: “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones”. Dice “el hijo del hombre”… no el Hijo de Dios, para indicar que sin duda vendrá siempre con Su naturaleza humana.
Por tanto, veis qué testimonios tenemos, que el Cristo es el Juez de la Historia. ”Todas las naciones y todas la tribus” dice el evangelista Juan. Es el Juez de la Historia de todas las naciones. Juez universal y en concreto visible. Esto que no lo olvidemos.
Pues, estas realidades y cosas sobre la parusía-presencia y aparición del Juez. Amín.
Unidad 64 Apocalipsis 20, 12·14-15 La escena del Juicio-Krisis final, parte c´ La forma del Juicio y el epitimio
Homilía 84 a partir de la página 3. Sobre la forma del juicio, el evangelista Juan nos dice: «Y vi a los muertos [de todos los siglos], grandes y pequeños, que estaban de pie delante del trono [de CristoDios]; y libros que fueron abiertos [que tenían escritas las praxis de los hombres], y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, cada uno según sus obras (Ap 20,12).
Así pues, amados míos, vemos que serán juzgados todos. Con esta icona-imagen vital de los libros, donde se describieron también las praxis y las obras buenas, se expresa la exactitud y la severidad del Juicio.
Los libros de las praxis de los hombres que estaban escritos, ¿qué otra cosa es sino la memoria eterna de Dios? Es una icona-imagen, no se van abrir libros. Tal y como exactamente en el juzgado, porque las iconas-imágenes son tomadas de la vida de los hombres y en cada asunto judicial, viene la carpeta de cada acusado, de forma similar aquí se abrirán los libros, las carpetas. Es decir, en pocas palabras por esta icona-imagen se expresa, como os dije, la memoria eterna de Dios. ¡El Dios no tiene necesidad de libros; el Dios tiene memoria y conoce!
La icona de los libros ya la hemos visto en Daniel, que os he leído anteriormente.
Pero nos impresiona que el Juicio-Krisis para cada ser humano será personal. Prestad atención a este punto. Habrán billones de seres humanos, sin embargo el Juicio será personal, porque dice claramente “y fueron juzgados cada uno según sus obras”. Esta obra naturalmente no es fácil para los hombres, pero es muy fácil para Dios. Es decir, cada uno ve que existe la responsabilidad de su vida espiritual, la vida que vive cada uno de acuerdo con el bien o con el mal.
Escribe muy bien san Cirilo de Jerusalén, en su 15ª Catequesis:
“Toda oración y toda salmodia tuya está escrita. ¿Has tenido misericordia? Está escrita, ¿Has ayunado? Está escrito. También está escrito si has mantenido tu Matrimonio, tu lecho, cama matrimonial sin mancharla, como dice el Apóstol Pablo (Heb 13,4), no has acudido a escondidas al adulterio, seas hombre o mujer. Está escrito si has mantenido tu Matrimonio con pureza. Toda continencia que has hecho, cualquier cosa que se hizo para el Dios, para la agapi de Dios, no por un antojo o capricho filosófico, sino para Dios, está escrito… y esto está guardado para que resplandezcas como un ángel”.
Y continúa: “Pero tal como has oído las cosas buenas, ahora escucha también las contrarias. Toda avaricia, codicia tuya está escrita; está escrita incluso toda fornicación, prostitución tuya; está escrito también todo robo, juramento, blasfemia, magia y homicidio”.
Y resulta: “Si has hecho todas estas cosas antes de bautizarte y te arrepientes de corazón y vuelves a la metania y te bautizas, todas estas cosas se eliminan”, es entonces cuando se hacía el Bautismo en edad avanzada, pero si vuelves hacerlas estas cosas de nuevo después de tu Bautismo, entonces…
Por supuesto que, como conocéis, nosotros tenemos el bautismo desde niños, y naturalmente tenemos el segundo Bautismo, que es el bautismo de la Metania, también las lágrimas de la divina Confesión. Por eso, amados míos, es muy importante el Misterio de la Confesión. Y si se supone que por el Bautismo no existiese la remisión de los pecados y el Dios sería bondadoso sólo porque después del pecado ancestral aún tendríamos una ocasión más para salvarnos por el arrepentimiento, la metania y la confesión,. Como el Dios conoce que cada momento tendemos hacia el mal, puso cerca del Bautismo un otro misterio, el de la Confesión y de la Metania, para que nos vayamos catartizando, sanando, purgando y limpiando y restableciendo, digamos, la pureza del primer Misterio, del Bautismo. Por eso que tengamos cuidado a no pecar. Todo queda y está escrito. ¿Hemos pecado? Iremos a confesarnos y entonces el Dios borra de Sus ojos estas cosas, para que no las vea; de otra manera quedan escritas.
Pero aún nos impresiona que se distinga el libro de la vida que es uno de los muchos libros de las praxis humanas e incluso que “el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego [al Infierno eterno].
Os surgirá la siguiente duda: “Si no hemos sido encontrados al libro de la vida y por tanto así estaremos en el Infierno, entonces los muchos libros ¿qué sentido y significado tienen? ¿Por qué abrir los muchos libros para presentar nuestras praxis, en el momento que no estamos inscritos en el libro de la vida y no entramos en la Realeza increada de Dios?» ¿Os impresiona esto?
Tal como dice san Andrés de Kesarea, por esta forma quiere indicar la diferenciación del Infierno eterno sobre la variedad de la calidad y la cantidad de las praxis malas.
No puede ser castigado Anás, Caifás, Herodes, Pilatos, lo mismo que una persona que simplemente ha cometido algunos pecados en su vida. ¿Serán castigados lo mismo? ¿La justicia de Dios dicta que existe el Infierno? Tenemos muchísimos pasajes en la Santa Escritura que indican la diferenciación del castigo en el infierno, como tenemos de acuerdo con la justicia también la diferenciación de la Realeza increada de Dios. Ni todos los piadosos tendrán la misma doxa-gloria luz increada, ni todos los pecadores serán castigados con la misma severidad.
El mismo Señor confirma lo siguiente: “Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor (de Dios), no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes, es decir, tendrá infierno duro. Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado menos” (Lc 12, 47-48).
No me digáis aquí que: ¡entonces es preferible que no estudie la Santa escritura, para no saber plenamente la voluntad de Dios y así seré castigado poco!
¡Es decir, si uno lo piensa esto, hermanos míos, prepara por antelación el sí mismo para el Infierno!… ¡Prefiere empecinadamente el Infierno! Y sólo porque piensa así, es un cabezón y esto ya le condenará. ¿Pues no, no haremos así! Estudiaremos y conoceremos el logos de Dios, porque él nos abrirá los ojos para conocer cuál es la voluntad de Dios para con nosotros.
Sabéis que esta gnosis de la voluntad de Dios es muy necesaria y se hace con el estudio de la Santa Escritura. Tan necesaria es, de modo que san Juan el Crisóstomo dice: “Imposible… es imposible para uno salvarse sin estudiar las Santas Escrituras”, el logos de Dios. Allí aprenderemos y encontraremos la voluntad de Dios y sin duda alguna debemos ir formándonos con esto a medida que podamos cada vez más.
Os lo he dicho muchas veces: La Santa Escritura contiene toda la lucha, la virtud y la santidad, desde su Alfa A principio hasta el Ω omega, fin y esto porque el Cristo es también el A Alfa y el Ω Omega (Ap 1,8· 21,6· 22,13). Si tú, hermano mío, empiezas por el Alfa principio y con tu muerte individual, el Juez-Cristo te encuentra en algún punto (o lazo de la escalera), serás justificado, te salvarás, pero tienes toda la facultad de subir toda la escalera de la santidad y de la virtud. Cada uno a lo que puede. No somos Pablos, no somos Crisóstomos, ni somos Basilios, ni tampoco somos Antonios grandes, pero algo podemos hacer. Esto no significa que los que fueron grandes estrellas del firmamento del Cielo son también los únicos y que no pueden existir otros inferiores. No molesta, somos inferiores. Yo no quería hacerme Crisóstomo para venir a predicaros el logos de Dios; os lo diré muy sencillamente. Y en concreto lo digo, porque más abajo dice algo san Cirilo, es decir, “si has asumido hacerte cargo de psiques-almas, haz lo que puedas”. ¡Por tanto, no significa que debo hacerme Crisóstomo para venir a deciros algunas cosas, ni aún a proyectaros la vida ascética de un san Antonio el grande; lo que podemos y a lo que podemos hacemos, pero que luchemos hacer el comienzo, empezar!
El secreto de la lucha es el comienzo diario; el que uno pueda poner comienzo, principio cada día.
El rostro de san Sisois había resplandecido cuando murió; a su alrededor estaban sus discípulos y le vieron alumbrando. Y antes de morir, antes que se marchase su psique, una fragancia se derramó dentro en su habitación donde estaba. ¿Y sabéis lo qué dijo? “¡Os ruego, por favor, dejadme sólo un poco más para poner comienzo, principio de metania y postrarme!”
Debemos poner principio, comienzo de metania cada día. ¿Has caído? Levántate. ¡Has vuelto a caer? Vuelve a levantarte. ¿Además, creéis que el fiel, el piadoso no tiene necesidad de metania? No es necesario doblar las rodillas y postrarme, pero viendo y considerando a mí mismo, tengo necesidad de hacer mi metania y postrarme también. Aquello que hasta ahora no lo veía, ahora lo veo. No he caído, pero veo en qué cojeo, en qué carezco; tengo necesidad hacer metania y postrarme. Por tanto: ¡Principio de cada día es la metania diariamente!
Así que, tal como en el cielo existe variedad de doxa, escalonamiento de doxa-gloria, así también en el Infierno existe escalonamiento de castigo, por eso dice aquí que existen muchos libros. Sí, pero si uno no se encontró en el libro de la vida, es decir, está para el Infierno, sin embargo, ¿qué está escrito en los libros? Puede, por ejemplo, que transgredía el ayuno, pero que no haya cometido homicidio, y no haya perjudicado al de al lado suyo y no haya blasfemado, ¿cómo pues, será castigado de la misma manera que aquel que ha asesinado, era blasfemo y negativo a Dios? Esto da a entender el que se abrieron muchos libros.
Sobre el libro de la vida el célebre y famoso libro de la vida se habla muchas veces también en el libro del Apocalipsis, pero también en toda la Santa Escritura.
El mismo Señor, cuando regresaron Sus Discípulos los doce y los setenta muy alegres por el éxito que tuvieron por sus kerigmas y la misión que los encomendó el Señor, Le dijeron sus hazañas:
“¡Señor, por Tu nombre se expulsan los demonios!” Y el Señor los dijo: “No os alegréis por esto, porque esto es un trabajo que tenéis que hacer y es para beneficiar aquellos que recibirán y aceptarán la obra del Evangelio y el beneficio por la expulsión de los espíritus malignos y astutos; a vosotros en nada os ayuda esto; vosotros lo que os hace alegrar es porque hacéis bien vuestro trabajo. Si los demonios se van o no, esto es tema o cuestión mía, no es vuestra competencia. El que vosotros habéis ido y trabajado a la obra de la misión divina, esta es vuestra obra y vuestro trabajo; el que creáis en mi nombre y vivís de acuerdo con mi nombre y mi voluntad, esto es lo que tiene importancia para vosotros. Pero sobre esto de que si los demonios se marchan y los espíritus se someten en vosotros, no os alegréis; sino que os debéis alegrar porque vuestros nombres se han escrito en los cielos, es decir, en el libro de la vida. Esto es lo que debe haceros alegrar” (Lc 10, 17.20).
Cada uno debe preguntarse a sí mismo: ¿Estoy escrito en el libro de la vida? ¿Puede ser que esté escrito en el libro de la vida y me borre de allí?
¿Y por qué no? La demostración es el ladrón. El ladrón no estaba en el libro de la vida, pero en pocas horas, más o menos en cinco horas, (porque en tres murió el Cristo encima de la cruz), antes que se ponga el sol, el ladrón fue juzgado, amados míos, y que se escribiría en el libro de la vida en estas cinco horas. ¿Toda su vida era así de tal manera que fuera escrito en el libro de la vida? ¿Qué dijo al otro ladrón? “Nosotros con justicia hemos sido condenados a muerte, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo” (Lc 23,42).
Esto dijo al otro ladrón, por consiguiente no estaba escrito en el libro de la vida; pero se escribió, hermanos míos, en el último momento. ¡En el último momento de su vida! ¡Os lo imagináis!
Sólo debo deciros algo: no aplazar nuestra metania. No la pospongamos diciendo: ¡Posiblemente yo también así me moveré, igual que el ladrón! No lo digamos esto. En principio es negligencia, interés propio y el Dios no permitirá que nos salvemos. Prestad atención y mucho cuidado a este punto. ¿Pero además, quién os dijo que se repite este milagro? ¡Porque el milagro de los milagros es la metania del ladrón y su confesión de proclamar a Cristo Rey, mientras muere junto con Él! ¡Este milagro no se repite o raramente se repite! Esto que lo tengáis mucho cuidado. (Ver 8. ΜΕΤΑΝΟΙΑ-METANIA https://www.logosortodoxo.com/12-lexis-apocalipticas/)
No digáis que me arrepentiré, volveré a la metania es cuestión de cultivar. Debemos comenzar a cultivarnos en nuestra vida para poder arrepentirnos, metanoizarnos.
Si me preguntáis, a nosotros que ejercitamos este dificilísimo y dolorosísimo trabajo de la Metania de los hombres, os responderíamos que este tipo de hombres, en cualquier edad, mucho más en avanzada edad, cuando alguna vez decidan a confesarse, no bajo condiciones de muerte, no, sino que viven teniendo su salud, pero lo mismo aunque sea bajo condiciones de muerte, allí peor aún, ya que no consiguieron, no quisieron, no pudieron, (principalmente no quisieron) en toda su vida a confesarse, estos hombres, amados míos, no se prepararon a sí mismos para la metania. ¡Os lo confirmamos que así es!
¡Vienen y dicen que no han hecho nada malo, o digno de reprobar en sus vidas o te dirán sólo un par de cosas! Si les decís:
¿Habéis mentido en vuestra vida?, os responderán:
-¿Mentiras, para qué, por qué tengo que mentir? No, no he dicho mentiras.
Eh, muy bien, tienes cincuenta, sesenta, setenta años de vida, ¿una mentira no has contado nunca en tu vida?
-¡Pero, páter, mentiras te voy a contar! ¡No he dicho mentiras!
Y les digo, ¿sabes una cosa?, yo he dicho muchas mentiras en mi vida y me doy cuenta, me entristezco y lo siento mucho, y pregunto: ¡Usted no ha mentido nunca! ¿Vaya tarea, cómo le sientas cabeza a esta persona, cuando le diréis que ha dicho mentiras? Me diréis: dice mentiras. No, no dice mentiras, no miente. Una vez creía que dice mentiras, pero no, no miente no dice mentiras. No quería tomar la apreciación de que se esconde, sino que tomo la apreciación de que no ve, no se entera. ¡Sí, es verdad no ve, no entiende! Esto es lo importante.
Pero quisiera deciros algo, por supuesto que tanto por nuestro tema anterior, como también por el de hoy, creo que habréis percibido y entendido, que en efecto, cuando se hará el Juicio-Krisis y delante del trono del Juez quedarán en pie pequeños y grandes, estarán todos con su naturaleza humana, no estarán sólo como psiques. Lo subrayo esto, porque puede que se forje esta idea de que se hará la resurrección de los muertos y al final que no toque ni llegue a los oídos de los oyentes, (¡cosa curiosa, pero claramente demoníaca!), y se marchen sin haber percibido y comprendido, porque no cabe en el cerebro que es posible que tengamos resurrección de los muertos. Siempre lo toman alegóricamente.
¡Amados míos, pequeños y grandes, quedaremos en pie delante del trono del Juez, con toda nuestra naturaleza tanto como psique como con cuerpo juntos! En este momento todos nosotros disponemos de nuestra naturaleza plena tanto yo como vosotros. La muerte los separa, la resurrección de la muerte los vuelve a unir y estaremos en pie delante de Cristo, después de nuestra resurrección, seremos plenos seres humanos. El apóstol Pablo en su epístola a los Romanos 8,11 dice: “…el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos”.
En la misma epístola 8,23, dice el apóstol: “…nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo”. Y nuestro cuerpo será redimido.
Y en su 2ª Corintios 5,10, escribe: “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo”.
¿Me he prostituido o fornicado? Mi cuerpo será castigado y mi psique será castigada. ¿He robado? Mi cuerpo será castigado y mi psique será castigada. ¿Me he vanagloriado? Mi psique será castigada pero no mi cuerpo. Tenemos pecados que son sólo de la psique, y tenemos pecados que son sólo del cuerpo y tenemos pecados que son de la psique y del cuerpo. De todas formas el tema o caso es que toda la existencia humana entera será juzgada y será castigada o disfrutando del reinado de la Realeza increada de Dios.
Me diréis: “¿Entonces quizás estas expresiones de la Santa Escritura «el gusano que no muere» (Mrc 9,44), «fuego ardiente» (Mrc 9, 46 Ex 27,47 Dan 7, 9-11), «la oscuridad o tinieblas de afuera» (Mt 8,12), «el crujir de dientes» (Mt 13,25), quizás todas estas expresiones, comienzan a tomar una dimensión especial? ¡Verdad… cuadrada y sin duda alguna, que con nuestros cuerpos resucitaremos y nos encontraremos en el Infierno o en el reinado de la Realeza increada de Dios!
Amados míos, a pesar que son iconas-imágenes, por supuesto que tienen dimensión. Quizás sean iconas-imágenes de una realidad terrible y horrorosa, que no sería posible que se representen y se reflejen de otra manera, si no sólo por estas expresiones terrenales. Cuando tengo miedo, templo, crujo mis dientes; cuando tengo dolor crujo mis dientes, esto es una expresión para lo qué existe en el Infierno. Es terrible. Nada más; ¡Es tremendamente terrible!
Aún dice el apóstol Pablo en su epístola a los Filipenses 3,21: “el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea de la misma forma o semejante al cuerpo de la doxa-gloria (luz increada)”. Él mismo, (el Señor) metamorfoseará, transformará nuestro cuerpo que es corrupto y enfermizo y lo hará a semejanza con Su cuerpo glorificado. ¡Atención a la palabra «σύμμορφον símorfon, misma forma»! Tendrá la misma forma que Su cuerpo, Aquel que tenía en la Metamorfosis. Convertirá y hará nuestro cuerpo semejante con el Suyo. ¿Dónde? ¡En Su Realeza increada! Por tanto, si en la Realeza increada de Dios el cuerpo humano tiene esta doxa-gloria, tiene participación a la divina doxa increada, entonces, ¿por qué el cuerpo no tendrá participación de las torturas del Infierno? ¿Por qué?
Para esto escribe el apóstol Pablo a su 1ª epístola a los Tesalonicenses 5,23: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, (observad qué palabras utiliza) espíritu-nus, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesús Cristo”.
¡Es una respuesta a aquellos que creen que pueden pensar las cosas vilmente con mala astucia, basta que no las cometan!
Hermanos míos, no; no lo digamos esto. No podemos estar diciendo que “con mi cuerpo no he ejecutado nada, pero con mi psique he trabajado las cosas que trabajaría el cuerpo”, especialmente en pecados carnales. No lo digamos esto. ¡Debemos catartizar, sanar y purgar nuestro interior, purgarlo enteramente! En nuestra metania no es sólo lo qué hemos hecho con nuestro cuerpo, sino también qué pensábamos hacer; es todo nuestro mundo interior que debemos santificarlo. No es posible nunca hacernos campo de aterrizaje de la jaris (gracia, energía increada) de Dios, si tenemos nuestro interior sucio, sin catarsis; es decir, exteriormente impecables e interiormente estemos sucios, sin catarsis. Por tanto, no tengamos este engaño diciendo “¿a quién molesto, qué importancia tiene qué voy a pensar o qué voy a desear?”. Tiene mucha importancia. Por tanto, todo entero el hombre, el espíritu, la psique y el cuerpo debe mantenerlos irreprochables delante de la Parusía-Presencia de Cristo.
Y continúa san Juan el Evangelista en el texto que os he leído al principio y dice, después del Juicio:
« Y la muerte y el Hades fueron arrojados al lago de fuego [para que no salgan más de allí, se habrá anulado para siempre]. Esta es la muerte segunda [es decir, la separación eterna de Dios, el terrible, horrible e interminable infierno].»
Aparentemente la muerte y el Hades se personifican, para ser recalcado que la anulación de ellos será la definitiva. Ya que entraron al Infierno, de allí no podrán ya salir. Por tanto, quiere decir y certificar la anulación definitiva de ellos.
Sin duda, aquí prestad atención en algo. ¡Lo que Dios crea, permanece! No retira, no anula Sus creaciones, porque el Dios no se arrepiente. No retira nada de las cosas, no las vuele a la nada, al cero o a la inexistencia. Por tanto, para que anule al Hades y la muerte, está claro que el Dios no ha creado ni al Hades ni la muerte. ¿Entonces cómo se han introducido el Infierno y la muerte? La muerte y el Hade son conceptos, es personificación, prosopopeya. Es decir, a estos dos no los hizo Dios, “el Dios no creó la muerte” (Sab Salomón 1,13).
Por consiguiente, tal como dice también san Andrés de Kesarea: “Todas las obras de Dios son muy buenas que existan, pero las obras que no son así, (no son de Dios, el pecado, la muerte, el hades,) aquel fuego es el destructor que las hará desaparecer.
Si me preguntáis: ¿El Diablo se anula?, os responderé que no se anula, porque el Diablo le hizo Dios, por supuesto que no como Diablo. La esencia del Satanás no era vil con mala astucia, era buena. Pero por su libre voluntad y preferencia se ha transformado en naturaleza vil, maligna con mala astucia, pero como naturaleza es creación de Dios, en consecuencia no se anula el Diablo, sino que se castiga, se tortura.
¿Los pecadores?
Estos no se anulan, en el Infierno no desaparecen, porque como naturaleza, como usía-esencia, sustancia, son creaciones de Dios. La libre voluntad y preferencia de ellos los cambió para hacerse lo que se han hecho, tanto al Diablo, como también a los hombres viles con mala astucia. ¡No se anulan, sino que son castigados por los siglos de los siglos! Es tremendamente terrible.
Eso de “por o en los siglos de los siglos”, ¿os asusta, os alarma? ¡A mí me quebranta! “En o por los siglos de los siglos”. Es decir nunca… jamás habrá cambio de las cosas. ¡Nunca más!… ¡Es terriblemente tremendo! ¡Si dijéramos que con el pasos de algunos trillones de millones de años dentro en el Infierno, tenemos una esperanza –ya que somos inmortales- algún día recibir y volver en algún lugar de recreo, aquel “por o en los siglos de los siglos” expresa lo nunca, jamás!…
Isaías sobre la anulación o abolición de la muerte escribe lo siguiente: “Estaba vigente la muerte y tragaba a los hombres, pero el Dios otra vez quita la lágrima de cada rostro” (Is 25,28), es decir anula la muerte.
El apóstol Pablo escribe aquel logos magnífico en su 1ª epístola a los Corintios 15,26: Y el último enemigo del hombre que será destruido es la muerte. La muerte es el último enemigo, después del pecado –porque el pecado es la causa- después del Diablo que es el causante del pecado; la muerte es el resultado del Diablo, del pecado. ¿Habéis visto qué es la muerte? ¡Enemigo! Y por supuesto que no es una cosa agradable que uno muera.
Y continúa el apóstol Pablo en la misma epístola 15,54: “Y cuando esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal de inmortalidad, entonces se cumplirá el logos de Isaías que está escrito: La muerte ya no existe ha sido destruida por la victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?”. Como otra avispa venía la muerte y pinchaba a cada ser humano y lo mataba… Y la respuesta de Dios por Osías y por el Apóstol Pablo: ¡El Cristo te ha vencido! ¡El Cristo te ha vencido, oh muerte!
Dios dice por el profeta Osías: “De la mano de la muerte liberaré a los hombres; ¿Dónde está tu juicio, oh muerte? ¿Hades, dónde está tu aguijón? Y continúa: “la súplica o consuelo se ha escondido de mis ojos”. Prestad atención la frasecita que significa “que de momento este consuelo para vosotros”, de que seréis resucitados, “se ha escondido de los ojos de mi Dios, no existe”, es decir, aún no ha venido la hora.
¡Os habéis imaginado, amados míos, alguna vez esta desaparición de la muerte y del hades! ¡Sabéis qué sucederá aún delante de nuestros ojos, cuántas cosas veremos aún! Y el hades para los Justos ya ha perdido su potencia y poder, porque cuando el Cristo bajó al Hades, cambió el espacio en Paraíso para los Justos.
Este es el Paraíso en el que fue el ladrón. El Cristo le dijo: “Te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso, porque un poco antes que tú te vayas habré ido yo, y habré transformado el espacio del Hades en Paraíso” (Lc 23,43). Por consiguiente el hades, lo repito, para los Justos no existe.
Ha quedado sólo la muerte. Pero también la muerte ha sido vencida por la Resurrección de Cristo pero queda también que sea anulada, abolida por la segunda Parusía-Presencia de Cristo. Entonces será anulada o abolida. Es esto que dice Osías, como vimos: “el consuelo, está escondido de mis ojos”. Y esto lo dice en el Antiguo Testamento, porque tiene en cuenta también al hades; pero en el Nuevo Testamento está sólo la muerte, no el hades. Aquel que muere hombre fiel, piadoso y en metania no va al hades; va al Paraíso, dentro en aquel estado medio y espera la resurrección de los muertos (cuerpos). El Paraíso no es el destino definitivo; el hombre volverá a tomar su cuerpo, para ir después al reinado de la Realeza increada de Dios.
Esto exactamente, amados míos, nuestra Iglesia lo ha hecho bandera, es decir, la victoria de Cristo encima de la Cruz y al Hades: “¡Cristo resucitó de los muertos, por la muerte pisoteó la muerte, y los que están en la tumba les regaló la vida!”
San Juan el Crisóstomo clama en su Logos Catequético, este que la Iglesia lo lee y se oye el día de la Pascua: “Que nadie tenga miedo la muerte; porque la muerte del Salvador nos ha liberado de la muerte… Él que bajó al Hades expolió al Hades… ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón, dónde está oh Hades tu victoria? Cristo ha resucitado y tú has sido destruido…” ¡Cristo ha resucitado y tú has sido vencido y aniquilado, oh muerte, oh Hades!
Y la renovación del universo, la resurrección del cuerpo, la destrucción del hades y de la muerte, todo lo trabajará el Dios. ¿Pero nosotros qué debemos trabajar y hacer?
San Cirilo en su 15ª Catequesis párrafo 26, escribe muy bien:
“El juicio-krisis es terrible, o sea, sobre las cosas que dijo el Señor y pre-avisó; se trata de la Realeza increada de los cielos y se ha preparado fuego eterno. ¿Cómo, pues, uno dirá que evitaremos el fuego?”
Realeza increada de aquí, fuego eterno de allí. “¿Cómo podremos evitar el fuego?”. ¿Sabéis lo qué es el fuego? Os lo he dicho muchas veces. Es la energía increada de la divina luz que por un lado para el reinado de la Realeza increada permanece luz y por otro lado, para el Infierno está sin luz, pero está la causticidad. Tal como tenemos un rayo del sol que es portador de estos dos elementos, de la causticidad y de la luminosidad, pero se hace discernimiento; por una parte, la luminosidad permanece en el reinado de la Realeza increada de Dios y alumbra a los Santos sin la causticidad, por otra parte, la causticidad va al Infierno sin la luminosidad; por eso tenemos la oscuridad o tiniebla exterior, el fuego ardiente que está en oscuridad. El fuego ardiente en la oscuridad no tiene luz, está sin luz. Cosa terrible. “¿Cómo podremos evitar el fuego del Infierno y cómo entraremos en la Realeza increada de Dios?”. ¡Quieres aprenderlo y saberlo?
Escúchame dice san Cirilo:
“Aprended el camino. Aquí no hacen falta alegorías para estas cosas, sino aplicar y ejecutar dichos logos. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; estuve en la cárcel, y vinisteis a mí”. Me disteis de comer, dice el Señor, me recogisteis, me vestisteis… Si realizas estas cosas, co-reinarás, si no las haces, serás condenado”, dice san Cirilo.
Y continúa san Cirilo, con lo que os decía antes: “comienza, empieza a trabajar desde el inicio, y permanezca firme en tu fe, no como las vírgenes tontas de la parábola, que hasta que compres el aceite, serás excluido y eliminado. No digas que tengo vela; debes mantener la vela encendida”. Aquí vela es la lámpara, no es el cirio, como creemos hoy en día. Y el aceite son las buenas praxis, acciones y obras, pero en el fondo es el Espíritu de Dios. ¿Tiene aceite tu lámpara? ¿Tienes el Espíritu de Dios? Pero para que tengas el Espíritu de Dios, por supuesto tienes que tener buenas praxis, acciones y obras. Sin duda alguna.
“Vístete de la vestimenta de la incorrupción y esto que tomas de Dios, no lo derroches, utilízalo correctamente, explótalo y aprovéchalo”. Cuantos talentos has tomados de Dios, de estos ocúpate de desarrollarlos y explotarlos.
Y a continuación dice: “si te han confiado dinero, por supuesto que debes administrarlo bien dinero”, o sea, que eres hombre es cierto que usas dinero, si eres el cajero o el administrador, adminístralo bien; ten cuidado: serás honesto. “Si eres el locutor, orador o teólogo del logos de Dios, preocúpate que sea bueno el logos de la enseñanza de Dios. ¿Puedes ayudar a las psique de estos que te oyen? Esto debes de hacerlo muy correctamente; hay muchas puertas de buena administración.
Y termina: “Sólo ten cuidado esto: que no seas acusado por el Cristo y por esto seas expulsado, sino que con franqueza salirnos al encuentro del Rey eterno Cristo” (Catequesis 15,26).
Quizás aquí diréis: “No es una cosa muy difícil de ir a ver a un pobre, ir a ver a un encarcelado y etcétera; ¿la fe dónde está? En el contenido del criterio no he visto en ninguna parte la fe. No me habló sobre la pureza del corazón y de la psique. ¿Dónde están estas cosas y realidades? No me habló sobre la ascesis-ejercicio, práctica espiritual; no me habló nada de eso”.
¡Amados míos, prestad atención! Habló sobre una forma de agapi (amor incondicional): la filantropía, la misericordia, pero presentó una faceta de la agapi. Pero habla para agapi. Cuando dices “tengo agapi”, no puedes tener sólo una faceta; debes tenerla entera. Pero aquí habló sobre una faceta, porque presupone las otras facetas. No puedes tener agapi, si no tienes esperanza y no puedes tener esperanza si no tienes fe. ¡El apóstol Pablo lo dice “fe, esperanza y agapi” (1Cor 13,13). Es una escalera. Es una escalera, No entraron por suerte estas virtudes. No puedes tener agapi, si no tienes esperanza, no puedes tener esperanza si no tienes fe. ¡Por consiguiente, este contenido aparentemente de criterio sencillo, de la legislación por la que seremos juzgados, detrás de esto se esconde el Evangelio entero! Y la pureza del corazón y del cuerpo y la fe, todas las cosas y realidades están allí, todas están declaradas y depositadas allí.
¿Qué queda?
Pues, queda que comencemos a abrir el libro de Dios, el Evangelio, que a base con este seremos juzgados, y que comencemos a aprender y aplicar la Ley de Dios. ¿Qué dijo el Señor? “Yo no juzgo a nadie, (oíd, esto es un esquema), el logos que dije, éste juzgará a los hombres” (Jn 8,15). El logos que fue dicho por el Cristo está depositado en el Evangelio; y este juzgará a cada uno de nosotros. Es decir, ¡todo el Evangelio, esto nos juzgará; el Evangelio! Además, cuando los jueces juzgan, ¿no tienen en cuenta la legislación? ¿No tienen nada delante de ellos? ¿Cómo juzgarán, así de forma abstracta?
¡Por tanto, si queremos realmente que seamos reconocidos como hijos de Dios y no pasar por ningún Juicio-Krisis, sino que se nos reconozca directamente la adopción y el reinado de la Realeza increada de Dios, comencemos a pensar en el Juicio-Krisis, que comencemos a reflejarnos dentro en la Ley de Dios y entonces tendremos muchas esperanzas de salvarnos! Amín.
Unidad 65 Apocalipsis 21,1 La renovación del universo. Lo rectilíneo de la trayectoria histórica.
Homilía 85. Entramos en el capítulo 21º del libro del Apocalipsis y después de la resurrección de los muertos, que hemos analizado y la transformación del universo de la corrupción a la incorrupción, el divino Evangelista ve al mundo antiguo –cielo y tierra- renovado, nuevo.
«Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no estaba más» (Ap 21,1).
Después de la renovación de todo el mundo del universo, el Evangelista sagrado ve a continuación del capítulo el alojamiento de la nueva Jerusalén, es decir, la Iglesia, que baja del cielo y que habita en este nuevo espacio renovado.
Toda esta renovación del universo y de los hombres piadosos que resucitarán con sus nuevos cuerpos incorruptos, se llama por el Señor παλιγενεσία paligenesía, (regeneración, re-creación). Es decir, todo esto que hemos visto y que hablaremos hoy se llama por nuestro Señor en los Evangelios en una palabra pali-genesía (del pali=de nuevo u otra vez y génesis, es decir, re-creación).
Además también en estos tiempos, cuando festejamos de 25 de Marzo, decimos que es la fiesta de nuestra paligenesía regeneración renacimiento nacional. Estábamos esclavizados por los turcos, no existía estado, nos hemos liberado y hemos vuelto a ser estado, renacimos. Esto se llama “paligenesía– regeneración, renacimiento nacional”. Acordémonos de esta palabra.
Esta paligenesía la prometió el Señor a sus Discípulos y a través de sus Discípulos para los creyentes de todos los siglos. Escuchadla Mateo 19, 28-29:
“Y Jesús les dijo: Amín, de verdad os aseguro que en la παλιγενεσία regeneración cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre los doce tronos, para juzgar las doce tribus de Israel y todo aquel que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o hijos, o tierras, por mi nombre, en la παλιγενεσία paligenesía regeneración recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna”. ¡Lo asegura la boca de Cristo! El que prefiera dejar todas estas cosas y Le seguirá, tomará recompensa cien veces más. ¡No se trata del número cien, sino que quiere decir multiplicado, porque no hay comparación! Y junto con los bienes del reinado de la Realeza increada de Dios, de la paligenesía regeneración, heredará también la vida eterna.
Además, esta regeneración, queridos míos, es el propósito y objetivo final del cristianismo, es el objetivo de todas las luchas, esfuerzos y sudores de los intentos. Para esta παλιγενεσία paligenesía regeneración luchamos, para que seamos los habitantes de este nuevo mundo. Si se corta esta realidad esjatológica, es decir, si decimos que no existe esta regeneración, entonces se sustrae todo el significado y sentido del mensaje del Evangelio.
Porque debo deciros, aunque lo he repetido muchas veces en mis homilías, que el cristianismo no es un sistema social… para solucionar los problemas sociales o el problema social. ¡No pueden estar diciendo que el Cristianismo está imposibilitado, debilitado y no puede solucionar el problema social y por lo tanto está fracasado y pasado…! ¡Esto es un error grave de punto de partida cien por cien! El comienzo para interpretar las cosas es equivocado desde su punto de partida. Simplemente sería un error trágico decir que el cristianismo es un sistema social; así le subestimamos y le hacemos totalmente humano. El Cristianismo es salvación ontológica (realidad existencial).
Si uno estudia el Evangelio aunque sea elementalmente encuentra aquellos párrafos célebres que componen la columna vertebral del Cristianismo en el espacio espiritual y ético; es decir, “bienaventurados los que por su voluntad son pobres porque de ellos es la realeza increada de los cielos” (Mt 5,3 Lc 6, 20). ¿Si por su voluntad son pobres, entonces qué sistema social alguna vez bienaventuraría o felicitaría/bendeciría la pobreza? O sea, mientras puedes ser rico, mientras puedes vivir, comer y beber con todas tus comodidades materiales para ser feliz y después que te diga que serías feliz si voluntariamente negases los bienes materiales. ¿Pregunto? ¿Qué sistema social te dice esto? Ninguno.
Muchas veces lo he dicho, si yo quisiera ser diputado y saliera al balcón a decir: Votadme y os obligaré a todos que seáis pobres ¿Quién me votaría, quién? Pues, estas realidades dice el Evangelio.
¿Cómo es posible que el cristianismo pueda resolver el problema social? Simplemente porque no es un sistema social. Es religión apocalíptica-reveladora de Dios. (Dios ha religado lo increado de Él con lo creado mediante la energía increada jaris y se revela mediante ella a los hombres triádicamente). ¿Por qué no piden al Budismo o al Islamismo resolver el problema social? Simplemente porque son “religiones” creadas por hombres mortales. El Cristianismo no tiene ninguna relación con el sistema social. Y en concreto el Cristianismo es verdadera religión, verdadera fe, basada sobre los acontecimientos; y es salvación ontológica, resurrección de los muertos.
Además, el reinado de la realeza increada de Dios… la Realeza increada no es comida ni bebida, lo dice claramente san Pablo, y cuando resucitaremos en la realeza increada de Dios no comeremos, ni beberemos, ni nos casaremos, tampoco desarrollaremos cultura, nada de todo esto. Todo esto es totalmente ajeno, extranjero, es terrenal, es de la secularización y de las pretensiones que existen en el mundo terrenal; son cosas totalmente extranjeras. ¿Por qué pues, debemos de decir que el Cristianismo deberá servir situaciones mundanas materialistas? ¿Por qué?
Por un lado y esta interpretación no es mía, si decimos que el Cristianismo debe resolver el problema social es herejía a nivel social. Tal y como decimos que tenemos herejías al nivel teológico o ético. Igual que cuando decimos que la lujuria, fornicación o la prostitución no es nada, es herejía a nivel ético. Si decimos que Dios no es trinitario es herejía a nivel teológico. Si decimos que el Paraíso está aquí en la tierra y que aquí tengo que formalizar mi vida, comer y beber disfrutando materialmente es herejía a nivel sociológico. De todas formas es herejía. Y cada herejía subestima el cristianismo.
Haciendo un intermedio sobre el tema, os digo esto, porque últimamente muchas cosas se oyen, perturban y remueven a muchos y tienen la sensación que el cristianismo ha fracasado. ¿Por qué ha fracasado? Cristo ayer, hoy y el mismo en y por los siglos. ¿Sabéis cuándo diremos que el Cristianismo fracasó? Sólo podemos decirlo cuando no se haya realizado la resurrección de los muertos y cuando el universo no se haya regenerado. Sólo entonces podemos decir que tenemos fracaso del cristianismo. Pero estas cosas y realidades no ocurren, no existe eso.
¡De todos modos, tal y como os he explicado y lo repito, si se corta esta realidad esjatológica, es decir, que no tenemos regeneración, entonces se extrae del cristianismo todo el sentido y significado; el Evangelio ya no tiene ningún significado, nada de nada!
No olvidéis que estas tesis, queridos míos, son del Anticristo. Repito del anticristo. ¡No os remováis ni os perturbéis! ¡Tened cuidado! Cada uno puede votar lo que quiera, es su derecho, pero no puede decir que el Cristianismo ha fracasado o que el Cristianismo servirá a las cosas del Cesar, no puede estar diciendo esto nadie. El Señor lo dijo claro: “Lo que es del César para el César y lo que pertenece a Dios para Dios”. Lo que pertenece al César se lo darás, tu impuesto, tu voto, es tu derecho. Pero lo que pertenece a Dios se lo atribuirás a Dios. No las mezclas, hermano mío, estas cosas. El Señor lo dijo muy claro esto.
Por tanto, es relevante que el primer libro de la Santa Escritura, el Génesis, empieza con la creación del cosmos-mundo y el último el Apocalipsis termina con la regeneración del cosmos-mundo.
Leemos por ejemplo al primer libro: “En el principio creó Dios el cielo y la tierra” ¡Qué majestuosidad! En el último libro del Apocalipsis, penúltimo capítulo también leemos: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no estaba más” (Ap 21,1) ¡Majestuosidad! ¿Y quién es el creador tanto del primer, como del segundo cielo y de la tierra? Quién otro puede ser, queridos míos, sino Él Mismo, el Santo Dios Trinitario. Es el Padre que crea por el Hijo en Espíritu Santo.
Escuchad cómo el Evangelista Juan escribe esto al prólogo de su Evangelio:
1 Ἐν ἀρχῇ ἦν ὁ Λόγος… (en arjí in o logos)
- En el principio el Logos era, es y será eterna e infinitamente; y el Logos existía con Dios y está en Dios; y Dios era y es el Logos.
En el principio, el espíritu infinito, el de la creación espiritual y material existía siempre como el Hijo y Logos de Dios que nace del Padre como infinito y vivo Logos de Nus infinito, perfecto y sabio. El Logos como segunda hipóstasis de Santa Trinidad existía y está siempre inseparable de Dios y el Logos es Dios perfecto e infinito tal como el Padre y el Espíritu Santo.
2 Él existía y está desde el principio de la creación siempre unido a Dios.
3 Todo fue hecho por él y sin él, es decir, el Logos de Dios, no se hizo nada de todo lo creado”. Esto en la primera creación.
En la segunda creación, la regeneración o renovación leemos: “Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas cosas” (Ap 21, 5). Es el Mismo. La primera vez como Dios Logos y la segunda como encarnado, humanizado Dios Logos. ¡Qué grandeza, qué majestuosidad! ¿Qué profundidad! ¡Y nosotros nos ahogamos, queridos míos, en una cuchara de agua, si comeremos bien o no comeremos bien…! ¡Pobreza… pobreza… qué miserables somos! ¡Pues, si sintiésemos así las cosas en nuestro interior, entonces sentiríamos esta majestuosidad de Dios, de manera que pudiésemos decir, cuánto podrían amar los hombres al humanizado Dios Logos por su potencia, su energía, su sabiduría, su agapi-amor!…
Pero otra vez debo de recordaros por vuestra agapi, lo que decíamos en el penúltimo tema, que el mundo antiguo que se va y toma su lugar el nuevo, no desaparece del todo, no se anula al cero, no se desmaterializa, sino que se renueva. Es lo que dice san Andrés de Kesarea, “se hace metástasis (traspaso) de la corrupción a la incorrupción”. El mismo cosmos-mundo pasa de la corrupción a la incorrupción. Cambia pero permanece en su sitio y, nada se va sino que cambia de la corrupción a la incorrupción.
Atención, esto es dogma de fe, es un punto de partida. Porque para el tema de la resurrección de los muertos tenemos el cuerpo que se hace nuevo, en este caso no tenemos una situación o estado espiritual. Por eso os leeré el 11º canon del 5º Sínodo Ecuménico que consolida y asegura esta cuestión. Repito, es de suma importancia. Dice el canon 11:
“¡Aquel que sostiene y dice que el juicio futuro significa anulación total de los cuerpos, es decir, que no existirán y que el propósito del tema referido es que llegaremos a la materia inmaterial, es decir, a una naturaleza que no habrá materia, o sea que el mundo habrá perdido su hipóstasis material (base substancial) y que a lo referente a la materia al en el futuro no habrá nada, sino que habrá nus o espíritu desnudo y no materia, si alguien dice y sostiene estas cosas que sea anatematizado separado de la Iglesia!”. Esto es lo que dice la Iglesia.
Anatema quiere decir separado, es decir, no pertenece en la Iglesia es herético. ¿Lo habéis oído? ¡Realmente es de una importancia fundamental! De este punto de salida empezamos, tanto para el cuerpo de Cristo, para nuestra salvación ontológica, es decir, se salvará el cuerpo; esperamos la salvación del cuerpo y etcétera.
Por tanto, si esta tesis no la asimilamos, no la digerimos bien y no la creemos, entonces no hacemos nada. Y si permanecemos en nuestra opinión, habéis oído lo que dice el canon: “sea anatematizado”, seremos heréticos. ¿Habéis visto lo qué dice el Canon? Estará separado de la Iglesia, es herético aquel que no acepta esta tesis o posición.
En la pregunta: ¿Qué precede? ¿La regeneración de los cuerpos humanos o la regeneración de la creación? Sobre esta pregunta responde san Nicodemo el Aghiorita, que como sabéis, no es muy alejado de nosotros, hace unos doscientos años antes, de la siguiente manera:
“Lo normal es que sean renovados primero los hombres y se hagan incorruptos por la resurrección y después renovarse y hacerse incorruptibles todos los elementos y la creación. Por lo tanto, primero los hombres y después la creación. Como primero se corrompió el hombre dentro en el paraíso, cuando infringió el mandamiento de Dios y después por el hombre se corrompió la creación; así también primero debe de hacerse incorrupto el hombre y después por el hombre que se haga incorrupta la creación. Es decir, con el mismo orden de entonces ahora la renovación. Primero se corrompió el hombre, primero debe renovarse, regenerarse; siguió la corrupción la creación, también ahora seguirá la incorrupción la creación”. Por tanto primero se regenera, renuevan los hombres y después la creación.
Y continúa:
“Esto se ve… por aquello que dice a los tesalonicenses, capítulo 4º el mismo Pablo, es decir, “que en el tiempo de la resurrección aún habrá hombres vivos, los cuales en ráfaga de tiempo cambiarán y se harán incorruptibles.” No sería posible que quedasen vivos los hombres si primero se renovara la creación (esto lo explicaremos un poquito más abajo; ¿por qué? Porque por el fuego de aquella energía súper drástica y súper cáustica (o ardiente) serían destruidos y disueltos” (San Nicodemo, interpretación a la 2Ped, pág 194). Porque el universo sufrirá pirosis, un calentamiento, terrible. Entonces no podrían permanecer quedando en pie los hombres.
Por tanto, primero es la creación y la renovación de los hombres y después la recreación de la creación.
Sí, ¿pero dónde estarán los hombres que se renovarán?
Lo dice el Apóstol Pablo en la primera epístola a los Tesalonicenses, que: “…seremos arrebatados sobre nubes al aire hacia el encuentro del Señor…” (1Tes 4,17). El encuentro de Cristo y los fieles no se hará encima de la tierra o en el universo, sino en alguna parte… el Dios sabe dónde y cómo. Está en el siguiente versículo, cuando el Evangelista Juan ve “que está bajando al nuevo sitio la Nueva Jerusalén” (Apoc 21,2), entonces bajarán los fieles a habitar al renovado cosmos-mundo. ¡Son cosas asombrosas, maravillosas!
Pero si queréis, no os sorprenda tanto y llegar incluso hasta la incredulidad, puesto que tenéis delante de vosotros un acontecimiento maravilloso que es la primera creación. Nosotros, todos los hombres estamos entre dos milagros. Uno que se ha hecho y otro que se va hacer. ¡El primer milagro es la creación del mundo que uno queda sorprendido y asombrado como se ha hecho desde la nada o cero esta creación, este universo! ¡Es un milagro! ¡Por tanto este es un gran milagro que precedió, lo vemos, lo vivimos, lo conocemos! El segundo milagro es el de la regeneración o recreación.
También surge la siguiente pregunta: Si se hará incorruptible esta ilógica o irracional creación viva, los animales y las plantas, ¿estos se harán incorruptibles, los animales se harán nuevos? ¿O sea que en este mundo nuevo habrá plantas y animales? ¿Cómo será este nuevo mundo?
Responde el mismo san Nicodemo el Hagiorita: “¿Si acaso también los animales se harán incorruptos? No; nos lo dicen los hermenéuticos o intérpretes Teofilactos, Mitrofanes, y Ecumenio. Ni los animales ni las plantas se harán incorruptibles según estos intérpretes. ¿Si acaso el mar y los ríos se renovarán y se harán incorruptos? No, contestan los mismos intérpretes. Porque en aquel siglo incorruptible no hará falta que el hombre haga ningún uso de estos” (San Nicodemo, interpretación a la 2Ped, pág 194).
Así que simplemente en el nuevo mundo no habrá ni predominarán las leyes biológicas, como os he dicho en otra homilía. Os decía que quedarán abolidas y se anularán las leyes físicas y la ley de la gravedad; quedará abolido, anulado el plano, la forma y el esquema de este mundo, esta forma esférica y también las leyes biológicas que predominan en los entes vivos, es decir, en las plantas, en los animales y en los hombres, precisamente porque el Señor lo dijo claramente, “que en la Realeza increada de Dios, en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo” (Mt 22,30, Mrc 12,25 Lc 20,35). Clarísimamente lo dice el Apóstol Pablo: “Los manjares para el vientre y el vientre para los manjares, pero Dios los exterminará…” (1Cor 6,13). Por lo tanto, ¡será un mundo real y verdaderamente nuevo!
Ahora vamos a ver de qué manera se hará esta recreación o renovación del universo.
La manera en relación de la renovación del universo nos la describe analíticamente el Apóstol Pedro. También diríamos que la manera de renovación nos la describe analíticamente el profeta Isaías. Este profeta muy rico que el espíritu de Dios le ha revelado tantos temas preciosos.
Vamos a ver, pues, qué dice Pedro en su 2ª epístola 3º capítulo, versículos 5-13, primero solo lo leeré y después haremos un análisis, porque vale mucho:
“Que los cielos estaban desde el tiempo antiguo y la tierra que provino, salió del agua y por el agua subsiste y está asentada, y fueron hechos y asentados por el logos de Dios, 6 por lo cual el mundo de entonces pereció anegado por el agua; 7 pero los cielos y la tierra que existen ahora llevan atesorado dentro de ellos fuego que ha sido dado, atesorado por el logos; y está guardado para el día del juicio y la perdición de los hombres impíos… 10 Pero el día del Señor vendrá como ladrón, y en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos, abrasados, serán disueltos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas… 12 Esperando nueva tierra y acelerando del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos siendo quemados se fundirán. 13Pero nosotros esperamos, según nos lo tiene prometido Dios, otros cielos y otra tierra nueva, en los que habita la justicia” (2Ped 3, 5-13). Esto nos dice el apóstol Pedro.
Como habéis visto es un pasaje muy importante, muy apocalíptico (revelador) y vale la pena verlo y tratarlo más minuciosamente.
El motivo por lo que aquí se refiere el Apóstol Pedro, lo dan los que ponen en duda la interpretación rectilínea de la Historia y de la creación; vamos a decirlo con un expresión contemporánea. Existe la interpretación/hermenéutica rectilínea y también la cíclica. Según la forma cíclica del universo, el universo no hace otra cosa que repetir las mismas cosas, mientras que en su forma rectilínea es que ha empezado desde un principio y llegará a un fin.
Me gustaría quedar un poco sobre el tema de la interpretación rectilínea y la cíclica, tanto de la Historia como de la creación, porque vale la pena, puesto que sobre esta percepción se sostiene la fe cristiana sobre la Segunda Parusía-Presencia de Cristo; o la percepción materialista de que nada pasará al fin del mundo porque no hay fin. Esto es de una importancia fundamental.
El materialismo se sostiene sobre la percepción cíclica y es la percepción helénica. Todos los sistemas filosóficos antiguos helénicos tenían esta percepción cíclica sobre la historia y la creación, son dos cosas distintas pero co-caminantes, marchan juntos a la par, como veremos un poquito más abajo y nos habla sobre esto también san Nicodemo el Aghiorita, es decir, que el cosmos vuelve al mismo punto de donde empezó. Cierto que esto aparentemente así parece y se ve.
O sea, vemos que ahora es otoño, se hará invierno, primavera, verano y otra vez otoño. Juzgan aún por el intercambio de las épocas, o por el regreso de las estrellas al mismo punto, o sea, por la luna que se mueve y cada 27 días vuelve al mismo punto; el sol se mueve y en cada trescientos sesenta y cinco días regresa al mismo punto. Las estrellas vuelven al mismo punto. Por lo tanto, dicen que el universo es cíclico. Por consiguiente, dicen que el universo no tiene principio ni fin, por lo tanto era sin principio y eterno. Pero sabemos que sin principio y eterno es sólo el Dios. Pero, si el universo es sin principio y eterno, o sea, interminable, entonces no se destruirá ni acabará nunca, por lo tanto, nunca vendrá el Cristo.
Así que, aquel que acepta la interpretación cíclica de la historia o de la creación, no acepta la Segunda Parusía-Presencia de Cristo; en cambio la Santa Escritura nos dice que el mundo tuvo principio, comienzo: ¡“Junto o dentro en el principio Dios creó el cielo y la tierra” y tendrá fin! El mundo terminará. Por lo tanto, como el mundo tiene principio tendrá también final, entonces la presencia de la creación no gira como la peonza, sino que tiene un camino recto, empieza y termina. En consecuencia, ya que acabará, el Dios, el Cristo vendrá al mundo.
Y así se hizo también la creación. Se ha creado por Dios, porque ya que tenía principio, entonces ¿quién la hizo? No existía por sí misma. Todos los antiguos filósofos, Platón, Aristóteles, los presocráticos etc., todos aceptan el movimiento cíclico del todo. Aquellos que expresaron más este movimiento cíclico fueron los filósofos Estoicos. Os hablaré más abajo sobre esto.
Así pues, los que dudan que el Cristo no volverá al mundo y quedaron en esta opinión y punto de vista, en el enfoque de que el Cristo no volverá en el mundo, escuchad como lo dice el mismo Apóstol Pedro: “¿Dónde está la promesa de Su presencia? Porque desde el día que los padres durmieron, –moriremos también nosotros– todas las cosas así se hacen desde el principio de la creación” (2ªPed 3,4). Vendrán otros y otros, y ellos morirán también; lo que ha sucedido en la generación pasada, en las anteriores generaciones… siempre pasaba y estará pasando. Veis como con simples palabras lo formula el apóstol Pedro, teniendo delante de él cristianos que dudaban sobre la Segunda Parusía-Presencia de Cristo, por eso dijo el pasaje anterior.
Por tanto, todo el tema es de la siguiente manera: Puesto que el cielo y la tierra se hicieron de agua y el agua fue la materia, el instrumento podríamos decir, por el que Dios castigó entonces al mundo pecaminoso de Noé; así también ahora, Dios ha atesorado, ha sobre-escondido y ha almacenado fuego dentro en la materia de la que se constituye el cielo y la tierra, del cual fuego otra vez inundará la creación para hacer desaparecer el mal y los impíos. Esto es el argumento y la razón del Apóstol Pedro. Es decir, tenemos un acontecimiento anterior que es el cataclismo de Noé. También tendremos un siguiente acontecimiento, el cataclismo no de agua sino de fuego. Y como entonces hubo un acontecimiento, así también posteriormente tendremos un acontecimiento que es la catástrofe del todo por el fuego.
¡Estas son las cosas que nos dice el apóstol Pedro, pero permitidme de tomar el texto detalladamente porque contiene mucha riqueza!
Es notable la frase “…ὅτι οὐρανοὶ ἦσαν ἔκπαλαι καὶ γῆ ἐξ ὕδατος καὶ δι᾿ ὕδατος συνεστῶσα τῷ τοῦ Θεοῦ λόγῳ… que los cielos estaban desde el tiempo antiguo y la tierra que provino, salió del agua y por el agua subsiste y está asentada, y fueron hechos y asentados por el agua y por el logos de Dios” (2ªPed 3,5). Existe la siguiente interpretación de Ecumenio: “La tierra era de agua, el agua fue como la causa material que se hizo la tierra; el agua es el que contiene y conjunta la tierra.
¿O sea?
Tal y como ahora interpreta Trémpelas: por el agua y el Logos se ha co-realizado y creado la creación de la tierra. Agua y Dios Logos hicieron la tierra.
Lo imagináis, queridos míos, qué verdad maravillosa existe en este punto. Observad:
Hace algún tiempo, en otro tema sobre el Génesis, decíamos que Dios hizo el cosmos-mundo por la luz. “Y dijo Dios hágase la luz y se hizo la luz” (Gen 1,3). Y decíamos que el principio del mundo se hizo por la energía; la luz es energía. Y hoy sabemos muy bien, porque lo hacemos también en los laboratorios, que de la energía se puede hacer materia y de la materia se puede hacer energía. Esto lo conocemos y tenemos también fórmula matemática y experimental del rendimiento, productividad y demostración.
¿Pero aquí, cuando el zeópnefstos (inspirado de Dios) escritor dice que Dios creó la tierra por el agua, esto significa que el primer elemento de la materia que se hizo de la luz, ¡era el hidrógeno!!! Pero en su época el hidrógeno no era conocido, ni siquiera como nombre, porque no conocían que el agua se componía de dos gases, el oxígeno y el hidrógeno. Y el agua es tan abundante dentro de la creación, que diríamos que el hidrógeno, como material, es lo más abundante dentro de la creación. Porque tenemos dos partes de hidrógeno y una de oxígeno para hacer el agua. Por tanto, cuando dice que la tierra se hizo “por y de agua”, hoy en día en el lenguaje actual diríamos que los elementos materiales se hicieron por el hidrógeno que está contenido en el agua y “de o por el agua” es una manera o forma de expresión. Los elementos materiales se hicieron del hidrógeno. Pero el hidrógeno es el primer elemento que tenemos después del pase o traspaso de energía a la materia. Porque el hidrógeno es el cuerpo material más simple, que está constituido de un protón y un electrón. Es el más simple. Cuando, pues, dice por el agua, significa que la creación, la ya creada creación material así se hizo.
¿Decidme, es o no es maravilloso esto?
Y si queréis en concreto os puedo decir también algo más. Un físico inglés llamado Prut dice literalmente: “Todos los elementos, es decir, los 92 elementos que existen dentro en la creación, son distintas condensaciones del hidrógeno”. O sea, que son partes múltiples del hidrógeno. En esta teoría debe ser de alguna manera más exacta, porque también intervienen otros factores. Pero no es el momento para desarrollaros eso, no hace falta. Sólo os digo que existe esta tesis. Realmente en el catálogo que hemos hecho nosotros los hombres sobre los elementos de la creación que son 92, el orden en serie en el que los hemos puesto es el orden del número específico, es decir, lo cuántos protones contiene en su núcleo una materia.
El hidrógeno, digamos que tiene un protón, el helión tiene dos protones, el litio tiene tres protones, el virilito tiene cuatro protones, el boro cinco protones, el ántrax seis protones, el nitrógeno siete protones, el oxígeno ocho protones, el flúor nueve, el neo diez y etcétera. Esto quiere decir que tantos protones, tiene cada uno en su interior. Esto significa que si en un átomo de hidrógeno añadimos un protón, hemos creado el helión. Si añadimos otro, hemos creado el litio. Por lo tanto, tenemos repetición del hidrógeno. ¡Es sorprendente y admirable!…
Una cosa más si queréis; Así se hace hoy en distintos laboratorios que hacemos disoluciones químicas y las llamamos reacciones nucleares, etc… Sólo una cosa os digo, muy a groso modo, porque era y es muy conocido este sueño de la Edad Media, el sueño de los alquimistas, es decir, cómo haremos de los metales malos, metales nobles, cómo haremos oro por el hierro. ¡Sueño! Y mezclaban ciencia y magia.
Hoy en día pues, sabemos que el hierro tiene como número específico el veintiséis, es decir, tiene veintiséis protones en su núcleo. Sabemos también que el oro tiene en su núcleo setenta y nueve protones. ¡Si conseguimos meter protones allí dentro en el núcleo del hierro y completar llegando al número setenta y nueve protones, cosa muy difícil, entonces el hierro se convertirá en oro! ¡Pero esto es dificilísimo, hace falta más dinero de lo que haría falta para uno comprar el oro!
Así que diríamos que el mundo se ha hecho por la repetición del hidrógeno, a groso modo, aunque no es una expresión buena. ¿Y el hidrógeno de dónde? De la luz. ¿Y la luz? “Dijo Dios: hágase la luz y se hizo la luz” (Gen 1,3). He aquí cómo se ha hecho la creación; he aquí lo “los cielos y la tierra se han hecho por el agua”. He aquí está, “por el agua”, porque el agua contiene el hidrógeno que no podía el Evangelio escribir hidrógeno, lo repito, porque el hidrógeno entonces no era conocido.
Pero, dice una cosa más, no dice sólo “de el agua” dice también “por el agua”. ¿Qué quiere decir “por el agua”? Lo “de el agua” quiere decir que empieza del hidrógeno y “por el agua” quiere decir que multiplico el hidrógeno y hago los elementos que existen; que son nuestros conocidos 92 noventa y dos elementos que componen nuestro conocido mundo material.
No os impresiona esto, amados míos, volveré a poneros la frase del apóstol Pedro: “…ὅτι οὐρανοὶ ἦσαν ἔκπαλαι καὶ γῆ ἐξ ὕδατος καὶ δι᾿ ὕδατος συνεστῶσα τῷ τοῦ Θεοῦ λόγῳ… que los cielos estaban desde el tiempo antiguo y la tierra que provino, salió del (de el) agua y por el agua subsiste y está asentada y fueron hechos por el logos de Dios.” (2ªPed 3,5). Aquí dice,…ἐξ ὕδατος καὶ δι᾿ ὕδατος… de el agua y por el agua… ¿qué significado tiene esta expresión?
Pero aquí pone también un tercer factor: “…συνεστῶσα τῷ τοῦ Θεοῦ λόγῳ… fueron hechos o consistentes por el logos de Dios”. Sí, porque estas cosas no se hacen al azar. ¡Se han hecho por el logos de Dios! ¡Nus genio sabio ha hecho todas estas cosas y este Nus es el Dios! Porque dentro de esta sabiduría sin duda no podemos hablar de suerte. Ahora amados míos, escuchad y elogiad:
“οἱ δὲ νῦν οὐρανοὶ καὶ ἡ γῆ τῷ αὐτοῦ λόγῳ τεθησαυρισμένοι εἰσὶ πυρὶ τηρούμενοι εἰς ἡμέραν κρίσεως καὶ ἀπωλείας τῶν ἀσεβῶν ἀνθρώπων. Pero los cielos y la tierra que existen ahora llevan atesorado dentro de ellos fuego que ha sido dado, atesorado por el logos y está guardado para el día del juicio y la perdición de los hombres impíos” (2Ped 3,7). Cuando dice cielos, no son cielos espirituales, no es el espacio en el que está Dios o los ángeles. Aquí cielos para el Apóstol Pedro son los cuerpos materiales celestes, son las estrellas, las galaxias, son las incontables estrellas del cielo, por eso pone en plural los cielos y significa el universo. Así que los cielos también tienen materia. Claro, esto hoy ya lo sabemos.
Cuando fuimos a la luna, hemos tomado un poco de tierra de ella y la hemos traído aquí en la tierra. Ya lo sabemos esto, que todo el universo es material. Dice, pues, que los cielos y la tierra por el logos de Dios han sido atesorados, es decir, han ahorrado o atesorado en sí mismos “fuego”. Es decir, que la materia esconde en su interior fuego.
Cierto que esto no es difícil que lo veáis. En principio, ¿no sacamos el fuego de la materia? Todas las plantas ¿no contienen en su interior el sol? Sí, contienen el sol. ¿Por qué las maderas se queman? Porque cuando la planta crecía, tomaba energía. Hacía fotosíntesis. Tomaba la energía, el rayo solar, la luz y la hacía materia. ¡Terrible y admirable! ¡La planta esto es lo que hacía; tomaba la radiación solar, la luz, la energía y la utilizaba para crear materia orgánica, la madera! Y nosotros después tomaremos la madera, ¡sabiduría-sofía de Dios!, y la pondremos en nuestra chimenea para sacar aquello que ha tomado del sol. ¡Es decir, que ha tomado fuego, luz, energía! Tomad un hierro y golpearlo con otro, sacará chispa. Pero no es esta la chispa, cuidado. El que la materia del universo contiene fuego, hoy lo sabemos. No es simplemente este fuego sino que es la energía nuclear. La cual, es cierto, que no se libera fácilmente, es difícil que nosotros podamos hacer esto. Esto es obra de Dios. Pero sobretodo lo que tiene importancia es que el mundo material, es decir, la materia tiene en su interior la llamada energía nuclear.
Este pasaje, escuchad como lo interpreta Trempelas: “Los cielos y la tierra traen, llevan tesoros de fuego, se ha almacenado fuego en los cielos y la tierra”. Veis que insisto, no utilizo interpretaciones mías, sino de los santos Padres, porque uno puede decir que interpreto equivocadamente.
¡Por tanto, el Apóstol Pedro, ni más ni menos, nos quiere decir que el universo se inflamará entero por la energía nuclear! ¿Lo captáis, lo entendéis esto?
Sobre esto vamos a ver lo que escribe Isaías 34,4:
“Se fundirán todas las dinamis (fuerzas, potencias) de los cielos y el cielo se enrollará y se doblará como libro, y caerán todas las estrellas, como caen las hojas de la parra, y como caen las hojas de la higuera”. San Nicodemo el Aghiorita tiene el siguiente ejemplo: “Igual que cuando tomas una hoja de papel y la quemas, entonces se reduce y hace ruido (lo veremos sobre el ruido) y también cambia de niveles, esto es lo que sufrirá el cielo y dice que se doblará como libro y todas las estrellas caerán como en otoño las hojas de los árboles”.
Pero cuidado, este fuego, entonces, es creado no increado. Es el que está contenido dentro en la materia, por lo tanto, fuego creado, luz creada, energía creada. Ahora bien, este fuego que está dentro en las estrellas, en la tierra, esto lo sabemos ahora por la ciencia; y san Nicodemo el Aghiorita lo dice 250 años atrás de la siguiente manera:
“La naturaleza del fuego y la energía la que se encuentra atesorada, almacenada en el cielo o en el éter del cielo y la que se encuentra en los senos de la tierra, tendrá que reunificarse, concentrarse toda en un lugar por la pantocratórica, todopoderosa y omnipotente voluntad de Dios. De esta recolección se ha de hacer aquel río legendario del cual dijo Daniel: “Y río de fuego había delante del trono del Juez-Cristo.” ¡Todo este cosmos-mundo material y todo el mega-enorme volumen y masa del todo difícil de imaginar, se ha de hacer como un horno candente… y un horno candente miríadas y millares de veces quemando…., dentro del cual han de estar quemándose, cielos, elementos, plantas, animales a-logos o irracionales y hombres pecadores, todos quemándose!”.
Es decir, ¡es esto que tenemos miedo de un enfrentamiento nuclear que se puede hacer sobre la tierra, si chocan “sus altezas”, las llamadas “Grandes Potencias mundiales”! Pues, sí, esto pasará alguna vez. Pero se hará no haciendo guerra los hombres entre ellos, sino que se hará dentro en la creación cuando Cristo vuelva.
Provoca admiración y sorpresa, amados míos, la opinión de san Gregorio Palamás. Naturalmente san Nicodemo el Aghiorita escribiendo estas cosas, no sé si tenía plena conciencia e información, tanta como la que podemos tener nosotros hoy en día con los datos de la ciencia. Por eso me sorprendió mucho la opinión de san Gregorio Palamás a la que se refiere san Nicodemo (porque se refiere a los cuatro elementos de la creación, que un poquito más abajo os diré), que nuestro fuego conocido, este fuego que tenemos será consumido por aquel fuego fino, que no es más que la energía nuclear del universo, tal como la llamamos hoy en día.
Y comenta el siguiente ejemplo: “¡Tal como este fuego come, consume las maderas, y este fuego conocido nuestro el que quemamos, es muy fino en relación con las maderas; así también el fuego aquel que saldrá de dentro de la materia, consumirá, comerá también este fuego que utilizamos!. Y es tan gordo este fuego en relación con el fuego que está en la materia, como si fueran maderas gordas.
¡Esto es asombroso, maravilloso! Porque uno ve que la energía nuclear realmente es incomparablemente superior al fuego que nosotros produciremos poniendo maderas a quemar, carbón y etcétera, para cocinar nuestra comida. ¡Es asombroso! Yo esto lo considero muy importante de la manera que lo formula san Gregorio Palamás.
Aún más, el Apóstol Pedro dice que: “…los cielos pasarán con gran estruendo, ruido…” (2Ped 3,10)”. Pues, pasarán de la corrupción a la incorrupción por y con un estruendo fuerte.
¿Qué será este ruido? ¡Es difícil para uno observar y captar estas cosas! Sabemos y decimos que las explosiones del sol son terribles, se hacen y se seguirán haciendo mientras existe el sol. Pero estas explosiones no llegan aquí en la tierra, porque no hay un medio que transporte y transmita el sonido, porque no existe atmósfera. La atmosfera está sólo a unos cuantos kilómetros por encima de nosotros, más o menos 500 km por encima de nosotros, pero después se va afinando y afinando, quedando muy fina y naturalmente no se puede hacer portadora del sonido. Por eso no oímos al sol cuando tiene sus explosiones. ¡Pero aquí dice que los cielos producirán este cambio suyo con y por estruendo, con terrible ruido!
Aquí otra vez nos vemos obligados a recordar la explosión nuclear. ¿Cuándo cae una bomba nuclear, qué explosión y ruido hace?
Y continúa el Apóstol Pedro: “…y los elementos ardiendo serán desechos, disueltos y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas” (2Ped 3,10). ¿Cuáles son estos elementos que serán quemados?
Según san Nicodemo el Aghiorita son los cuatro elementos conocidos los que componen el cosmos-mundo. El agua, el fuego, el aire y la tierra. Pero según otra opinión más posible, son los cuerpos celestes, es decir, el sol, la luna y las estrellas. Esta apreciación está sostenida y seguida inmediatamente por el texto que dice “…elementos y tierra…”. Por consiguiente, la tierra no es “los elementos” sino “elementos y tierra”.
Y realmente, escribe Isaías: “y se disolverán todas las dinamis potencias de los cielos”. Y Cristo qué dice: “…se removerán todas las dinamis de los cielos”.
Las dinamis/potencias no son los ángeles, sino los cuerpos celestes. Es decir, significa que no son los cuatro elementos que os he dicho, sino que es el universo que realmente se inflamará, se encenderá. O sea que todas las estrellas se encenderán, todo se encenderá.
Es digno de destacar que se utilizó el verbo «λυθήσονται lizísonte disolverán, desatarán». Todos los elementos se quemarán, se disolverán y se desatarán.
Homilía 85. Pero esto lo «λυθήσονται lizísonte disolverán, desatarán» concierne a los cuerpos celestes o estos elementos que existen aquí encima de la tierra, nuestros conocidos noventa y dos elementos, no aquellos elementos efímeros y fugaces los de laboratorio. Parece ser que serán abrasados, es decir, cambiarán de composición y se harán otra cosa. Y qué más es esto, no lo conocemos. El apóstol Pablo dice que las cosas que el Dios ha preparado “cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1Cor 2,9), es decir, estos no fueron objetos de deseo, porque exactamente no han podido permanecer y pasar dentro en la percepción del hombre, ya que son secretos increados inexplicables, inefables e indecibles y como tales no es posible que sean captados y comprendidos “Oí logos, dichos secretos indecibles e inexplicables”, dice el apóstol Pablo. Pero todas estas “son las cosas que el Dios ha preparado para aquellos que le aman” (1Cor 2,9).
Pero la frase que todas aquellas cosas que están sobre la tierra se quemarán, se podría decir que son las obras de la fisis-natura, de la ciencia, del arte, de la tecnología y generalmente de la civilización y de la cultura. Todas estas serán quemadas.
¿De verdad, hemos pensado alguna vez, que lo que existe sobre la faz de la tierra pasará, se irá, se quemará y no quedará nada?
Sin duda que es admirable el esfuerzo del hombre que busque con su ciencia a encontrar muchas cosas encima de la tierra. Por ejemplo, tomad el tema de la arqueología o la paleontología. Dentro en las profundidades de la tierra encontramos el pasado, sea como natura, plantas y animales que han vivido alguna vez, o sea como civilización. Excavamos y las encontramos. La ciencia paleontológica y el azadón arqueológico traen estas cosas a la luz pública. No sé si alguna vez habéis ido en algún museo para ver los hallazgos de la paleontología, o ver aún las cosas admirables de la riqueza mineral de la tierra o incluso las obras de la civilización, de aquellas primeras obras que alguna vez el hombre se sentó hacer, hasta las cuevas de España y de Francia, que allí encontramos pinturas que hicieron en las paredes los primeros hombres, los antiguos primitivos.
Todas estas cosas son admirables y dignas no son vanas, puesto que por la ciencia podemos conocer nuestra Historia y pre-historia y podríamos conducirnos más cerca a Dios. Si la investigación que hacemos realmente nos podría ayudar para que nos hagamos personas más espirituales con el sentido fino, sutil de la palabra no el significado amplio, es decir, con el sentido y significado fino, sutil para hacernos tener el Espíritu Santo, entonces no es vana la ciencia, ni el arte, tampoco la cultura. Pero si estas cosas alejan al hombre de Dios, entonces se pueden convertir en un argumento o tentativa de pisotear y apedrear a Dios.
Por ejemplo, cuando en cada momento se susurra en nuestras escuelas contemporáneas la teoría del desarrollo, evolución, de cualquier manera y hacen que los alumnos se estén alejando de la enseñanza del Evangelio que dice que el hombre es creación de Dios y aceptan que el hombre es obra del azar y del desarrollo o evolución, o del mono que el mono demonio ha metido en la mente de algunos; ¿no creéis que esto impide y aleja al hombre mucho en ayudar a encontrar a Dios?
De todos modos, sea lo que sea, todas estas cosas un día se quemarán, un día se disolverán, no habrá nada. Todas estas cosas constituyen una forma, esquema o plano de este mundo. Puede ser que alabemos a un artista o a un científico porque ha estudiado y ha llegado en ciertas alturas de conocimiento, porque ha ofrecido sus servicios; pero esto también es una forma o un esquema. Sólo se quedará su fe y su agapi-amor incondicional. Sólo esto quedará.
¡Si yo o uno, digamos, como investigador microbiólogo ha conseguido encontrar un microbio y ser combatida una enfermedad y esto lo hace para la doxa-gloria de Dios y la agapi-amor de sus prójimos, esto quedará! Es exactamente aquello que dice el Señor: “Os aseguro que un vaso de agua dado en mi nombre, no está perdida, tendréis vuestro salario, o recompensa” (Mrc 9,41). Es decir, si la ciencia, el arte y la cultura se atan con Cristo, entonces se dignifican. Si no se atan con Cristo, entonces se des-dignifican, no son dignas. Repito, como son formas o esquemas del siglo presente, no suframos, ni nos aflijamos, amados míos, si no hemos conseguido algo.
Permitidme deciros, por agapi. No presionéis exageradamente a vuestros hijos, si alguna vez no han conseguido estudiar en una escuela superior. No se acaba el mundo si no lo hacen. No pasarán hambre; ni tampoco viven sólo aquellos que terminan universidades superiores. Hemos convertido en ídolos la ciencia y el arte, en general las buenas artes; y creemos que sólo así nuestros hijos progresarán, sólo así se proyectarán, valdrán y vivirán si conseguimos que lleguen allí en estas cimas. Esto es arrogancia. Os lo ruego mucho que tengan cuidado a esto. ¿Sabéis cuál es el resultado al presionar los hijos a conseguir como sea aquello que no ha conseguido, con perdón, es por vuestra arrogancia y que queréis por la fuerza que lo consigan? Puede ser que vuestro hijo se enferme, se rompa y se derrumba su sistema nervioso y, ¿entonces qué hacemos?
Pues, que seamos simples, sencillos. Este es el valor de los temas que hacemos; el colocarnos y orientarnos espiritualmente, saber quiénes somos, cómo y dónde vivimos, qué nos haremos, qué se harán todas estas cosas que nos rodean, y entonces percibiremos que cualquier cosa que pasemos en esta vida, esta tiene un valor relativo. Valor absoluto sólo tiene el hombre que permanecerá en la Eternidad; mientras que todo cambiará de forma o esquema, sólo el hombre no cambiará de esquema, permanecerá y será el mismo.
Escribe san Nicodemo el Aghiorita que san Teofílactos (santo de Bulgaria) dice que: “no sólo los cristianos creen que se ha de hacer la corrupción, corrosión del Todo por el fuego sino también los mismos filósofos helenos”.
Cierto que sabemos que la ciencia contemporánea cree en la llamada muerte térmica (sobre-calentamiento) del universo, a pesar de que no se trata de catástrofe por fuego, sino sobre la caída de cada energía superior en energía térmica, como conocéis, y sobre el mismo nivel. Por lo tanto, tendremos una “inmovilidad” del universo, o sea, una muerte del universo, la llamada muerte térmica del universo. Por supuesto que no se trata de una agitación o perturbación del universo en el sentido que este fuego saldrá, como energía, de dentro de la materia y cambiará el universo; no es lo mismo esto, sino que podemos decir que también nuestra ciencia nos habla sobre un cambio de las cosas. Ella nos habla sobre una muerte del universo con este sentido no con el significado de regeneración o renovación.
Pero quizás, esto que decían los antiguos helenos que fuese el fuego de los filósofos estoicos, que tenían la percepción sobre catástrofe periódica y renacimiento del universo. Es decir, en una eternidad cíclica, diríamos. Decían que el universo en algún momento arde, se renueva y empieza otra vez la vida y las obras de los hombres y etcétera… pero, otra vez después de algún tiempo se requema y entonces tenemos un envejecimiento y una renovación. Quizás, esto quería decir san Nicodemo cuando se refiere a Teofílacto que decía que los helenos, además de la Santa Escritura, se referían a una renovación del universo por fuego.
¿En qué tiempo se hará esta combustión del universo y cuál es la duración que tendrá esto? ¿Cuánto tiempo durará? Sobre el tiempo de la combustión, contestaríamos que el Señor conoce, nosotros no sabemos nada. Pero aquello que conocemos es que la Santa Escritura nos informa que esta catástrofe y recreación o renovación del universo coincide con la Segunda Parusía-Presencia de Cristo, la cual será de repente, “como el ladrón de noche” (1Tes 5,2). Esto en particular y repetidamente se recalca dentro en la Santa Escritura. Es decir, en otras palabras, ¡la recreación del universo, la destrucción del universo por el fuego y la renovación, no coincide con las previsiones científicas!
Para que tengáis una icona-imagen, muy sencilla, os digo lo siguiente: El sol según las mediciones puede vivir hasta algunos billones de años. El sol nuestro, este que alimenta su sistema planetario, entre los cuales planetas estamos también nosotros, la tierra. Después ya empezará a perder energía, en grado que no podrá detener y contener los planetas que giran a su alrededor. Pero la edad de nuestro sol se calcula casi que es de cinco mil millones de años, y por lo tanto, tiene que vivir otros tantos años más o menos. Esto como previsión científica. No quiere decir que esta destrucción y renovación del universo va a pasar, digamos, en nuestro barrio, por nuestro sol, después de cinco mil millones de años. Quiero que entendáis que las cosas que estamos diciendo no tienen ninguna relación con las previsiones y los pensamientos científicos. Todas estas cosas se harán con la Segunda Parusía-Presencia de Cristo, la que no se delimita por previsiones científicas.
¿Pero qué valor tiene una previsión?
La previsión tiene el siguiente valor; el universo, igual que nuestro sistema solar, es posible que pueda morir potencialmente, y no podemos hablar sobre una eternidad de la materia y de la energía en la forma que las conocemos. Y así el materialismo, (aunque no es sólo en este punto, son muchísimas cosas que se podía decir), el materialismo en su base está superado, es obsoleto. El materialismo que en el siglo pasado (1982 es la homilía) estaba el cenit ahora sólo quedan algunos reflejos. El materialismo hoy en día está en bancarrota. ¡La verdadera ciencia no se apoya sobre el materialismo! Otra cosa es si la ciencia verdadera sirve a propósitos, finalidades e intenciones políticas. Si sirve en intencionalidades es otra cosa, pero la verdadera ciencia no puede permanecer al materialismo, lo vuelvo a decir una vez más, porque el materialismo está ya caducado.
El Apóstol Pablo en la epístola a los Corintios nos dice: “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos (moriremos); pero todos seremos transformados, en un tiempo átomo (indivisible), en un abrir y cerrar o ráfaga de los ojos, cuando sonará la ésjata (última) trompeta; Porque se tocará la trompeta y los muertos serán resucitados y nosotros los vivos seremos transformados” 2Cor 15, 51-52). Nos informa que la resurrección de los muertos, el cambio de vivos y muertos de la corrupción a la incorrupción y la ascensión de los Justos y a continuación la combustión del universo será instantánea, en tiempo átomo (indivisible), en tiempo cero. Para darnos una imagen que estas cosas se harán en tiempo cero, toma una formulación teórica y una icona-imagen visible o práctica, y nos dice que estas cosas se harán «ἐν ἀτόμῳ en atomo», es decir, en átomo quiere decir en un trocito de tiempo indivisible. Lo mismo que podríamos hablar de un trocito pequeñísimo de la materia indivisible, así lo mismo podríamos hablar de un espacio indivisible del tiempo y dice el apóstol Pablo «ἐν ἀτόμῳ en atomo», que es indivisible. Es decir, que la metábole-alteración se hará en tiempo que no se puede cortar más; en este caso diríamos que un segundo es un tiempo grande, sino milésimas de milésimas de segundo. O sea que, el tiempo será muy pequeño. Debería dar una imagen o expresión, porque no podía ser captada y comprendida su expresión «ἐν ἀτόμῳ en atomo», tanto si hablase sobre el tiempo como si hablase sobre la materia, dijo inmediatamente después del «ἐν ἀτόμῳ en atomo», “en un abrir y cerrar de los ojos.
Sobre la materia habló el filósofo Demócrito. La palabra átomo en lo que respecta a la fisis, materia o natura pertenece a Demócrito. Diríamos que ni el mismo Demócrito podría captar qué es el átomo, cuánto pequeño es este que hoy en día sabemos. Ni siquiera Demócrito. ¿Cómo pues, se podría representar eso con una imagen visible para que Pablo fuera entendido? Simplemente después de la palabra átomo pone en una ráfaga o abrir y cerrar del ojo.
Naturalmente que la ráfaga del ojo es el abrir y cerrar de los ojos. Naturalmente el tiempo del abrir y cerrar de los ojos es muy… grande. Sabéis que es algo así como la decimosexta parte del segundo. En relación el tiempo es muy grande, pero no tenía otra icona-imagen y así dijo “ráfaga del ojo”. Es decir, tal como se abren y se cierran los ojos y finalmente no perdemos la imagen que vemos. Yo tanto rato os estoy hablando, sin duda que cierro y abro mis ojos, igual que vosotros los abrís y los cerráis; ni yo pierdo vuestra imagen ni vosotros perdéis mi imagen; es decir, el abrir y cerrar de los ojos es rapidísimo. Sin embargo no es tan rápido, sino que es sólo la impresión que tenemos. ¡Conclusión, amados míos, en tiempo cero se harán todas estas cosas! ¡Es asombroso, maravilloso!
Hay una opinión que es científica, no sé si la habéis leído alguna vez, de todas formas es científica, de que el universo se hizo en tiempo cero; que vino del cero a ser y estar, de la inexistencia a la existencia en tiempo cero, pero su desarrollo y transformación se ha hecho en largo tiempo. Si esto que lo dice la ciencia es verdad, entonces también su cambio se hará en tiempo cero.
Pero este cambio está depositado en la Santa Escritura, no como teoría científica, sino como verdad apocaliptada-revelada por el mismo Cristo. Lo dijo el Apóstol Pablo: «en logos del Señor» (1Tes 4,15). “Tengo que apocaliptarles-revelarles algo… pero es un misterio; en logos del Señor”, es decir, que esto lo dijo Cristo, es logos del Señor.
Pero a continuación el Evangelista Juan, en su visión de la ida del cielo y de la tierra y la presencia del nuevo cielo y nueva tierra, es decir, el mismo universo que pasa de la corrupción a la incorrupción, señala y nos dice:
«…y el mar ya no existía más» (Apoc 21,1).
O sea, que el sagrado Evangelista no ve mar en la tierra nueva.
Ya nos hemos referido, qué escribe san Nicodemo el Aghiorita, comentando a Mitrofanes, a Teofilacto y a Ecumenio, que el mar ya no existirá porque no le hará falta al hombre, ni tampoco las exigencias de la nueva creación.
Pero el mar es un símbolo. Primero apunta el estado caótico y desorden de la creación, el desorden caótico del universo y después, como símbolo, el mar significa las naciones de las cuales sale y resurge la Bestia, el Anticristo, creo que os recordáis cuando hablamos sobre esto que “la bestia resurgió, salió del mar” (Apoc 13,1), es decir, de las naciones. El mar, pues, es el símbolo de dos cosas. Uno es el desorden del universo, porque dice que el universo estaba desordenado, no formado. Y el segundo es, que tenemos un modo de resurgimiento del mal, de la proyección del mal.
Ahora, como símbolo, pero siempre como símbolo, lo repito, que con la desaparición del mar por la nueva creación, se simboliza también la desaparición del mal, del pecado, de la diablura y del desorden. Todas estas cosas ya no existirán. Es lo que escribe el Apóstol Pedro en el mismo pasaje que os he leído: “Pero nosotros esperamos, según nos lo tiene prometido el Dios, otros cielos y otra tierra nueva, en los que habita la justicia” (2Ped 3,13). Ya no hay miedo de resurgimiento del Anticristo, ni desorden ni caos al nuevo cielo y a la nueva tierra. ¡Ya está el reinado de la Realeza increada de Dios!
Muchos, por la lentitud en que se realizarán estas cosas, queridos míos, piensan y creen que no se harán. Tanto por la magnitud de las cosas que en nuestro cerebro no llega a caber, como también tardan, algunos piensan y creen que no se harán. Creo que el fenómeno o caso no es nuevo, es antiguo. Como es antiguo, por eso el Apóstol Pedro en su segunda epístola escribe a aquellos que dudan, diciéndoles que Dios va muy lento. Le llaman “tardón”. Por esta razón contesta con aquellas cosas que les escribe y añade: primero, “no se retrasa el Señor en el cumplimiento de su promesa, como algunos creen; porque usa la paciencia, la tolerancia y la magnanimidad para con vosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos por la metania se conviertan “(2Ped 3,13). Segundo: porque quiere que se cumpla el número de Santos o Cristianos que vendrán y se encontrarán en el reinado de la realeza increada de Dios.
Como sabéis, en la Divina Liturgia, cuando acaba la santificación de los divinos Regalos, decimos: “en cumplimiento de tu realeza Señor celebramos el Misterio”. Es decir, cuando se complete el reinado de la realeza increada de Dios de Santos (Cristianos), que el número sólo es conocido por Dios, entonces vendrá el Cristo y se hará Su Segunda Parusía-Presencia.
Cerrando, amados míos, el capítulo de la regeneración recreación, renovación del universo, cerramos con aquellos logos admirables del apóstol Pedro. Os los leo sin analizarlos:
“Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas y fundidas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando sin miedo y apresurándoos con esperanza y alegría para la venida/presencia del día de Dios… Así que vosotros, oh amados míos, sabiéndolo de antemano, vivid en nipsis alerta y vigilancia, no sea que enseñados y arrastrados de falsos profetas y maestros caigáis de vuestra fe de la verdad cristiana. Antes bien, creced en gracia (increada) y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesús Cristo. A Él sea la gloria ahora y hasta el día de la eternidad” (2 Ped 3, 11-18).
Es decir, como veis y entenderéis, nuestro comportamiento tiene que cambiar para que no seamos engañados de que no existe nada más allá y no caigamos de nuestro sostén que es el Cristo y debemos estar esperando todas estas cosas que el Señor nos ha anunciado. Amín
Unidad 66 Apocalipsis 21,2-3 La nueva Jerusalén-novia Relaciones maternidad y eros (amor ardiente)
Homilía 86 a partir de la página 9. Y continúa el divino Evangelista:
Y después de la renovación del cielos y la tierra, «vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, [la Iglesia gloriosa] que descendía del cielo, de Dios, preparada y dispuesta como una novia adornada para su marido [el Cristo]» (Ap 21, 2-3).
Sin duda que cuando la casa se ha preparado, entonces vienen a habitar también los residentes de la casa. Así también aquí, una vez preparado el alojamiento eterno, incorrupto y glorioso, ahora viene el baile de los Santos a habitar.
Y los Santos o la Iglesia, aquí se llaman “nueva Jerusalén” y “novia”. Son dos iconas-imágenes maravillosas que se adaptan en dos nuevas realidades: como nueva Jerusalén, nueva ciudad, y novia.
La icona de la ciudad, es decir, de la nueva Jerusalén, recuerda la antigua Jerusalén, que allí, como dice san Arezas: “Allí en la antigua Jerusalén estaba el antiguo templo, estaban el altar de los altares y todos los Misterios de la parusía-presencia de Dios”. La Nueva Jerusalén, la Realeza increada de Dios, tiene en su interior todos los tesoros de los misterios de la teognosía-gnosis, conocimientos de Dios.
Los Santos en la Realeza increada de Dios tienen una continua Teognosía creciente, es decir, conocen continuamente a Dios y los misterios de Su Realeza increada. Desde la vida presente el Cristo dijo a Sus Discípulos: “A vosotros os es dado conocer los misterios de la Realeza increada de los Cielos” (Mt 13,11 Mrc 4,11 Lc 8,10).
Pero dentro en esta Realeza increada Dios, en la ciudad nueva, todos los misterios de la Historia se desenrollan como pasado en los ojos de los Santos y ven ya con claridad todas las energías y operaciones de Dios dentro en la Historia.
Hoy decimos: “El Dios operó, energizó así, o así”. Unos dicen que actuó justamente, otros injustamente, otros dicen sabiamente, y otros dicen insensatamente. ¡Cuando se encontrarán en la nueva ciudad, en la Realeza increada de Dios, sus habitantes, los Santos, allí estarán viendo el pasado, es decir, las operaciones y energías de Dios dentro en la Historia que sean desenrolladas delante de ellos; Sus sabias operaciones, Sus operaciones plenas de agapi y plenas de justicia! ¿Y qué harán? ¡Estarán alabando y glorificando a Dios para siempre!
Incluso, como dice san Andrés de Kesarea, la nueva Jerusalén se llama polis-ciudad, es decir, “la nueva Jerusalén, la Realeza increada de Dios se llama “polis-ciudad”, ¡porque allí habita el Santo Dios Trinitario! Se aloja en ella y camina, tal y como lo dijo el Mismo… “habitaré entre vosotros” (Lev 26, 11-12 y 2Cor 6,16). Y, como añade completando san Arezas, “porque será alojamiento de todos los ángeles y los hombres”. Por eso se llama polis-ciudad, por eso se llama nueva Jerusalén.
El apóstol Pablo escribe a los Gálatas: “la Jerusalén de arriba…es la madre de todos nosotros” (Gal 4,26), es decir, de todos los Cristianos, de todas las naciones y de todos los siglos dentro en la Historia. Es la madre de los que creyeron en el santo Dios Trinitario, en la humanización, encarnación de Su Hijo, anhelaron y esperaron con anhelo la Realeza increada de Dios y se han gobernado y vivido de acuerdo con las leyes del gobierno de Dios.
O como escribe también a los Filipenses: “Nuestra ciudadanía y forma de gobierno está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesús Cristo” (Fil 3,20). ¡No tenemos aquí un régimen o forma de gobierno! Las formas o regímenes de gobierno son terrenales y no tiene ninguna relación con la forma del gobierno del cielo. Si soy verdadero Cristiano, seré gobernado también como ciudadano bueno terrenal de la política del estado en el que me encuentro, pero el Cristianismo no se puede hacer un sistema de gobierno político y nacional. Nuestra forma o régimen de gobierno está en el cielo dice el apóstol Pablo, de donde esperamos también al Salvador, al Señor Jesús Cristo.
Es esta ciudad la nueva Jerusalén que ahora la ve en visión san Juan el Evangelista; es la santa ciudad que aspiraba Abraham, Isaac y Jacobo y los trajo Dios aunque eran, como dice la Santa Escritura, muy ricos tanto Abraham como Isaac y Jacobo (Gen 13,2).
Pero oíd lo qué dice sobre esto el apóstol Pablo a los Hebreos: “Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, que le prometió Dios” (Heb 11, 9-10). Se marchó de la tierra de Mesopotamia, de Ur, aquella ciudad famosa, y vino en la tierra Canaán para quedar allí. Así le dijo Dios: “Toma tus pertenencias, deja tus parientes, deja tu patria y ven a indicarte a dónde quedarás” (Gen 12,1). Abraham lo hizo, sin saber el porqué.
Cuando Abraham llegó, cada vez esperaba de Dios que le indicase a dónde quedará exactamente. Y Dios le dice: “Tus descendientes heredarán esta tierra” (Gen 12,7). ¡Quiénes descendientes…! Hijo no venía… Sara era estéril, amados míos, esto se hacía para que la fe de Abraham se hiciera gigantesca, porque podía decir: “¡Señor, cuál tierra…! ¡Cuál tierra…!”
Una vez, pues, el Dios le subió a un alto y de allí podía ver el mar Mediterráneo y el mar Negro, ver tanto hacia al norte como hacia al sur y le dijo: “¡Hasta donde llega la vista de tus ojos, esta tierra te la daré!” (Gen 13,14).
Y sin embargo, amados míos, Abraham, no construyó una casa, quedó en una tienda de cabaña. Y todos sus obedientes, diríamos su estado de gobierno, todos quedaron bajo de tiendas de cabaña. Tal y como nos dice en otra parte el protomártir Stéfanos (Esteban), ¡no adquirió ni un pie de tierra… ni siquiera treinta centímetros!…(Hec 7,5). Y cuando murió Sara y quería enterrarla, allí cerca de él había una cueva que por supuesto no era propiedad suya (Gen 23, 3-20). ¡No tenía nada. De acuerdo con la promesa de Dios esta tierra era propiedad suya. ¿A dónde enterrar a Sara? ¿Dónde enterrarla? Se cita en la Santa Escritura, y no es al azar esto y tiene mucho valor interpretativo, histórico y arqueológico, sólo que no es el momento de decirlo, de que pagó cuatrocientos monedas de plata de dos dracmas para comprar esta cueva para enterrar a su mujer Sara. Así que la compró. ¿Y la promesa de Dios? Cuando dice promesa, significa que le dará la tierra sin comprarla. Para que lo entendáis: ¡es como cuando decimos que vuestro hijo comprará de vuestra fortuna un terreno! ¡A comprarlo y daros el dinero e incluso pagarlo muy caro! Abraham, pues, veía hacia otra cosa. Cuando vino a la tierra prometida la veía como otra tierra, como extranjera.
Y el apóstol Pablo apunta: Aspiraban, tanto Abraham, como Isaac y Jacobo más allá de la tierra prometido, a otra tierra, en aquella polis-ciudad que tendría tal tipo de cimientos que el creador y constructor sería el Dios (Heb 11,10). ¡Esta polis-ciudad es la nueva Jerusalén, el reinado de la Realeza increada de Dios.
Veis que el rico también se puede salvar, si no apega su corazón a la riqueza. ¿Quién es el rico salvado?, dice Clemente de Alejandría. He aquí quién es el rico que se salva. ¡Y no penséis y creáis que no, el testigo es el mismo Cristo que, en la parábola del Rico y de Lázaro, dijo que Abraham estaba en el Paraíso y allí estaba también el pobre Lázaro! Ni la pobreza llevó a Lázaro al Paraíso ni la riqueza de Abraham le sacó del Paraíso, sino otra cosa.
¿Pensáis y creéis que los pobres irán al Infierno o todos los ricos irán al Infierno? ¡Error! La posición y actitud que tomaremos delante de Dios y frente a los bienes materiales, esto nos llevará al Paraíso. Abraham no apegó su corazón sobre los bienes materiales y por esto tenía la forma de ver más allá de la tierra prometida. El único terreno que compró era la tumba de Sara; nada más compró Abraham. Esto indica que creía en otra polis-ciudad, a la nueva polis del reinado de la Realeza increada de Dios.
Hacia esta ciudad, la nueva Jerusalén, aspiran todos los Justos del Nuevo Testamento, más los Santos y los Mártires del Nuevo Testamento. Para todos estos escribe el apóstol Pablo a los Hebreos: “Sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles que festejan, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos” (Heb 12, 22-23). ¡Vosotros los Cristianos, dice, habéis venido en el monte Sión el nuevo, en la polis-ciudad del Dios vivo, en la Jerusalén celeste!
En esta nos acercamos, la tocamos y en esta vamos, amados míos, a esta aspiramos todos. Cada fiel hacia esta ciudad se torna y aspira, porque en la oración sacerdotal que nos enseñó el Señor decimos continuamente: “Padre nuestro…venga tu realeza en nosotros”. ¡No decimos “venga tu realeza para comer y beber! En la Realeza increada de Dios no hay comida ni bebida (Rom 14,7). ¡Lo diré una vez más, no pedimos la Realeza increada de Dios para comer y beber! Estas son percepciones milenaristas y de los Testigos de Jehová, errores gordos y graves. Pedimos la Realeza increada de Dios tal y como la ha visto el Evangelista Juan bajar desde el cielo, donde los resucitados, nuevos, no tendremos estas necesidades, como dice el apóstol Pablo en su sexto capítulo a su 1ª epístola a los Corintios:”porque el Dios el vientre o estómago y las comidas para el cuerpo las anulará y las destruirá, no hacen falta” (1Cor 6,13).
También el que divino Evangelista ve la nueva Jerusalén bajado del cielo y por el cielo manifiesta la cesación de este carácter universal de la Realeza increada de Dios, porque aquí en la tierra existen los pecadores y los impíos, que entonces no habrán. Es decir, ¡debo deciros que en este momento consideramos la Realeza increada de Dios sobrenatural, más allá de este mundo!
Pero esto no es exacto. La Iglesia histórica no es sólo realidad sobrenatural, sino que es también realidad terrenal, es la Iglesia militante. Por tanto, lo que baja desde el cielo a la tierra quiere decir que las realidades y las cosas mundanas renovadas, terrenales y las sobrenaturales se unirán. Esto quiere decir baja desde el cielo.
En otras palabras, cuando dice “desde el cielo”, no olvidéis que no son cielos materiales estos que serán renovados y que pasarán el fuego de la renovación, sino que es el cielo espiritual “de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesús Cristo” (Tim 3,20), como dice el apóstol Pablo. Por tanto cuando dice que bajará del cielo, es el cielo espiritual que expresa la procedencia de la Realeza increada de Dios. Y cuando dice “de Dios”, expresa el origen de la Realeza increada del Dios. Una cosa es el origen o descendencia y otra la procedencia; desde el cielo viene, y por Dios viene, porque no se entiende Realeza de Dios sin Dios. Donde está Dios allí también está Su Realeza. Pero queda aún una imagen-icona; es la icona de la novia.
San Andrés de Kesarea escribe: “Y novia, porque se unió con el Soberano en extrema e inquebrantable unidad; adornada por dentro, como dice el Salmista, de la doxa-gloria y de la belleza, a la variedad de sus virtudes”. ¿Y quién es el novio? Es el Jesús Cristo, es el Cordero, que armonizó a Sí Mismo con la Iglesia de los hombres o mejor diríamos, sobresaltó la nueva creación de los hombres, el renacimiento de ellos, por la pleura que se abrió en la cruz.
En un antiguo tipikón de la celebración del Matrimonio, en concreto de Siria, está escrito lo siguiente: “Nuestro Señor Jesús Cristo, Quién se casó con la Iglesia y el Cual por Su sangre compuso un dote y forjó un anillo con los clavos de Su Crucifixión…”
El significado de la novia-Iglesia o del laós-pueblo de Dios y del novio-Cristo está expandido en el Antiguo y en el Nuevo Testamento.
Y os recuerdo aquel libro admirable “Cantar de los Cantares”, en el Antiguo Testamento y las parábolas de la boda del hijo del rey, la parábola de las diez vírgenes y otras, en el Nuevo Testamento, sobre todo aquellos logos admirables que dice san Juan el Bautista:
“El que tiene la novia es el novio; pero el amigo del novio –es decir Juan– el que está a su lado durante la boda y le oye, se alegra y goza mucho por las palabras de alegría del novio. Así pues, esta es mi alegría y el gozo completo en mí”, (Jn 3,29) Cristo es el Novio y la Iglesia es la Novia. Por tanto, mi alegría se habrá completado, cuando veo al novio junto con la novia-Iglesia, a Cristo junto con la Iglesia.
La concepción de la boda entre Hijo de Dios el humanizado, hecho hombre y los hombres es tan intensa y tan soberana de modo que incluso la misma boda natural de dos cónyuges sea el tipo o modelo de aquella boda.
Por eso escribe el apóstol Pablo a los Efesios: “Este misterio, el de la unión de Cristo y la Iglesia, es grande, más yo digo esto respecto de Cristo y de la Iglesia” (Ef 5, 32). Y también: “Maridos, amad a vuestras esposas, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por el logos, a fin de presentársela a sí mismo, una Iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha” (Ef 5, 25-27).
Por tanto, tipo o modelo para la agapi del varón hacia la mujer es la agapi de Cristo hacia la Iglesia. ¿Pero qué quiere indicar la icona-imagen del matrimonio o boda?
Como os dije anteriormente, san Andrés de Kesarea dice que quiere indicar la “extrema e inquebrantable cohesión” de Cristo y la Iglesia (J.P.Migne, P.G., tomo 106, logos 22, cap 64 pag. 425Β).
Y de modo admirable, amados míos, san Simeón el Nuevo Teólogo, en aquellos poemas eróticos (de amor ardiente) suyos hacia Cristo, como novia hacia al novio (es el 7º logos de sus Poemas), escribe las siguientes cosas:
“Camino y me quemo buscando por aquí y por allá,
y en ninguna parte encuentro al amante de mi psique.
Y observo continuamente a mi alrededor para encontrar mi Deseado,
y él como invisible, no se ve a ninguna parte.
Y cuando empiezo a llorar desesperado,
siempre está delante contemplándome, Él que todo lo ve.
Me abraza entero y me besa siempre a dónde quiera que esté.
Se entrega entero a mí el nimio,
y de Su agapi me colmo y de Su belleza me deslumbro,
y me sacio de placer y de dulzura divina,
participo y comulgo de Su luz y de Su doxa-gloria.
Y resplandece mi cara y la de mi Deseado,
y todos mis miembros se hacen luminosos.
Y he aquí que yo sea más bello que los bellos».
Esta imagen-icona, amados míos, de novio-Cristo y novia-Iglesia, muchas veces será repetida hasta el final del libro del Apocalipsis. Y exactamente con esta tesis o posición cerrará el libro del Apocalipsis, cuando la novia-Iglesia con el Espíritu Santo que permanece en la Iglesia dirá a Cristo. “Ven”.
“Si vengo pronto”, dirá Él.
“Amín”, dirá la Iglesia, “si ven, Señor Jesús” (Ap 22, 17-20)
Homilía 87 En la imagen-icona de la Iglesia como novia que baja por el nuevo cielo a la tierra nueva, se señala que está “preparada” y “adornada”. ¿Qué significa “preparada”?
Primero es la preparación crónica de la Iglesia. Es decir, se debe complementar el número de estos que se habrán salvado y que es conocido sólo a Dios. Es decir, el Cristo vendrá al mundo cuando se complemente el número de los Santos, pero cuál es este número de los Santos sólo es conocido a Dios.
Así cuando, por ejemplo, se disminuye la población por los abortos que hacen los seres humanos, o de cualquier otra manera que se mueven, se disminuyen también los Santos, que por supuesto que no es toda la población de la tierra desgraciadamente, pero entre este mundo obviamente habrán Santos también. Y por consiguiente, el tiempo de la segunda Parusía-Presencia de Dios tarda, porque nosotros precisamente alargamos este tiempo al no dar Santos a la Realeza increada de Dios.
La Divina Liturgia, diríamos que es una forma de complementación de este número, porque después de la santificación de los divinos Regalos decimos: “De modo que, para los que comulgan sea para la nipsis de sus psiques, la remisión de sus pecados, la comunión con el Espíritu Santo y el relleno de la Realeza increada de los Cielos y con la presencia de ellos”. Pero si no comparecemos a la vida espiritual, ¿cómo se va a llenar el reinado de la Realeza increada de los Cielos? Por esta razón os dije que se espera crónicamente la preparación de la novia. Por tanto, esto que dice aquí el evangelista Juan, “preparada” y “adornada”, lo “preparada” se refiere al tiempo de la preparación de la Iglesia, porque como hemos dicho otra vez, la novia es la Iglesia.
Pero es también la calidad de la preparación de la Iglesia, que son “los derechos de los santos”, es decir, tal como dice allí en el Apocalipsis (19,8), son las virtudes de los Santos. Así que no es solo que se rellene el reinado de la Realeza increada de Dios, sino también cualitativamente y se hace mejor y mejor.
Cada fiel en el mundo presente tiene la posición o tesis de novia, que se prepara tanto en el tiempo crónicamente como cualitativamente para el encuentro del Novio-Cristo.
Os recuerdo la parábola de las diez vírgenes, donde uno ve allí que las cinco sensatas prepararon sus candiles para que tengan aceite, pero las cinco insensatas, tontas, no se preocuparon de tener aceite. Por supuesto que el número cinco y cinco el Señor lo dijo para quitar toda sospecha del porcentaje de salvación de los hombres. Es decir, si fueran ocho y dos, diríamos que no se salvarán los ocho, se salvarán los dos; o sea que el veinte por ciento se salvará y el ochenta por ciento no se salvará. Por tanto, el Señor pone cinco y cinco, para quitar toda sospecha. Porque una vez que fue preguntado si son muchos los que se salvarán, el Señor no dijo si son muchos o pocos, sino que dijo, “luchad para que seáis salvos y entrar por la puerta estrecha” (Lc 13,24). Por consiguiente la parábola de las diez vírgenes da la medida de esta preparación.
Las cinco vírgenes estaban preparadas y entraron a la habitación nupcial con el Novio, las otras cinco quedaron fuera. Aquello lo que debería hacerlas preparar era el tiempo y la calidad. Tenían tiempo, podían comprar aceite, prepararse y tener bastante aceite. Atención, tenían, pero no llegaba. Por consiguiente, se requiere de cada fiel tanto el tiempo como la cualidad.
Sobre lo “adornada”, que es correspondiente con la preparación cualitativa de la novia-Iglesia, tanto en el libro Cantar de los Cantares, como en el Salmo 44, nos dan unas iconas –imágenes muy bellas.
Permitidme leeros una selección improvisada y rápida del libro de Cantar de los Cantares. Lo hago porque me gustaría daros una oportunidad de iniciación mística en este libro. Es un libro que se utiliza por los Padres nípticos y a la vez permanece desconocido en la mayoría de la gente. Pero no nos atrevemos analizarlo desde el atril o en círculos particulares, porque se trata de un poema erótico (amor incondicional ardiente). Pero este poema erótico, es un idilio, un romance del Novio y de la novia, no es realmente erótico en el sentido carnal, y veréis en concreto cómo acaba este libro y os leeré el último pasaje, sino que es una imagen-icona de la novia-Iglesia y del Novio-Dios, Novio-Cristo (novia-Sinagoga en el Antiguo Testamento, novia-Iglesia en el Nuevo Testamento). Por consiguiente, todos los Padres de nuestra Iglesia percibieron que aquí no es más que un eterno diálogo de este novio-Cristo con la novia-Iglesia en las conexiones eternas del reinado de la Realeza increada de Dios.
Os leo, pues, algunos pasajes:
1:15 He aquí que tú eres hermosa, amiga mía;
He aquí eres bella; tus ojos son como palomas.
No os lo analizaré, sino que os leeré un tipo desarrollo tal como lo hace el memorable Panagiotis Trémpelas: “He aquí, eres bella, bien amada compañera mía. He aquí, eres muy bella. Tus ojos son atractivos y limpísimas como palomas”.
Esto dice el Novio a la novia. La novia responde:
1:16 He aquí que tú eres hermoso, amado mío, y dulce; Nuestro lecho es de flores. Es decir persona hermana, amada. “No yo sino tú tienes la belleza de la perfección ética natural y no adquirida. Te encuentras ahora sobre la cama puesta de hierba verde y flores bajo de árboles con sombra densa. Tan grande te has humillado y comparecido para liberar Tu Novia de su fealdad”.
Viniste desde el cielo a la tierra, entre los hombres para liberarlos de su fealdad ética. Estas cosas que ahora os voy leyendo son trozos y no son en orden continuo.
Dice el Novio: 2:2 Como el lirio entre los espinos,
Así es mi amiga entre las doncellas.
Como lirio que salta en los pinchos, los cuales no han podido ahogarlo, así aparece también mi bella compañera dentro en las otras jóvenes del mundo. Como flor roja por la sangre de los Mártires; lirio blanquísimo por la pureza de sus vírgenes –la Iglesia desde siempre, la Iglesia siempre es la novia amada- fragante por la santidad de sus hijos.
2:16 Mi amado es mío, y yo suya; El apacienta entre lirios.
Es para mí el amado hermano mío, de todo mío y yo soy y estoy enteramente para él; dedicada y entregada a él que apacienta mis ovejas, no en campos de pinchos e hierbas comunes, sino en los campos fragantes de lirios de vida pura y santa.
¡Es tan bello este versículo! Os lo volveré a leer: 2,16 ¡Mi amado es mío, y yo suya; Él apacienta entre lirios! Él que es el pastor y apacienta Sus ovejas entre los lirios. ¡Qué bella es esta expresión!
3:1 Por las noches busqué en mi lecho al que ama mi alma;
Lo busqué, y no lo hallé; Lo llamé, y no me ha oído
El Novio parece que no oye las llamadas de la Novia, para que se convierta en más deseado y anhelado por ella y ejercitarla en mayor humildad y fe.
Es aquello que decían los Mártires de los tres primeros siglos, pero también hoy lo repetimos y siempre en los siglos será repetido esto, cuando la Iglesia lo está pasando mal: “¡Señor a dónde estás, Señor dónde estás!”. Y el Señor parece que está durmiendo. Pero parece; es el que está estirado, acostado (Gen 49,9). Es el que se ha acostado pero con los ojos abiertos, como muy bien Le iconografiamos. El “acostado o estirado”, parece que duerme, pero está en vela encima de Su Iglesia, para hacerla sentir aún mucho más y a buscarLe con más anhelo y deseo.
4:12 Huerto cerrado eres, hermana mía, esposa mía;
Fuente cerrada, fuente sellada. Dice el amado, el Novio. Huerto cerrado y vallado por la valla de los divinos mandamientos, sólo abierto al Novio y a los dedicados en él; paraíso inmaculado y ondoso eres hermana mía Novia; huerto cerrado a cal y canto al mundo del pecado no arrepentido y sin metania -no puede entrar un pecador en la Iglesia- fuente inagotable y vivificante, sellada por sello real que sólo el Novio tiene derecho abrir.
Sobre esto que dije, que sólo los fieles están en la Iglesia, quizás me diréis que, “tantos pecadores hay dentro en la Iglesia…”, ¡Sí, sí! El Dios los conoce quiénes son aquellos que no están unidos junto con Él. No son los que están escritos en los registros de la Iglesia, sino que son aquellos que tienen conexión, relación orgánica con el Cristo. Os recuerdo la parábola de la vid: «Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador o viñador. Todo sarmiento que en mí no lleva fruto, el Padre lo corta; y todo el que da fruto lo cuida, lo limpia y lo poda, para que dé más fruto. (Cada hombre que dice que cree en mí y no tiene la virtud como fruto de la fe, el Padre lo separa de mí. Al contrario, el que tiene obras de virtud, le ilumina y le refuerza para que pueda hacer obras más virtuosas.) 3 Y vosotros gracias al logos que os he anunciado y enseñado, estáis lúcidos y limpios, como sarmientos espirituales estáis purificados y preparados para fructificar; 4 Permaneced unidos en mí y yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis unidos en mí, no podréis hacer obras virtuosas. 5 YoSoY la vid y vosotros los sarmientos. El que permanece unido en mí y yo en él, ése trae mucho fruto. Porque sin mí nada podéis hacer. Separados de mí, sin mi jaris o gracia que es mi energía increada, vivificadora, sanadora y salvadora que emana de mí, nada bueno podéis hacer.6 El que no permanece unido en mí, será echado fuera como el sarmiento inútil, y se seca, y los hombres los recogen y los echan al fuego para que ardan. 6. Aquel que no permanece unido en mí espiritualmente, será echado fuera como el infructuoso sarmiento; y se secarán porque no tienen vida espiritual y no les queda ni huella de energía increada jaris, gracia. Éstos espiritualmente son como los sarmientos secos, y serán echados por los ángeles al fuego eterno del infierno» (Jn 15, 1-6)
Es decir, ¿no tienes conexión, relación orgánica con Cristo? Te secarás, y cuando serás secado, estarás hecho sólo para el Infierno. Por tanto, no creáis ni penséis que los que están registrados como Cristianos constituyen también Iglesia. No lo pensemos esto, ni lo creamos. ¡Cuando la Iglesia, por ejemplo, aparece inmaculada e inmancable por el Nuevo y el Antiguo Testamento, cómo que es irreprochable, sin acusación, cómo que es inmaculada, sin mancha ni signos, cuando existen tantos hombres pecadores! Sí, la verdadera Iglesia realmente es irreprochable y sin manchas.
4:12 ·16 Huerto cerrado eres, hermana mía, esposa mía;
Venga mi amado a su huerto, y coma de su dulce fruta, dice la Novia. Pues, que baje mi hermano amado en su huerto, a su propia Iglesia, por eso dice “en su huerto”, y que coma de los frutos de los árboles. A él se debe el florecimiento y la fructificación. Y todo lo que tengo es de él. Mi existencia y toda la cosecha del huerto es creación suya.
5:1 Yo vine a mi huerto, oh hermana, esposa mía; He recogido mi mirra y mis aromas; He comido mi panal y mi miel, mi vino y mi leche he bebido. Comed, amigos; bebed en abundancia, oh amados.
Entré en el huerto, que es mío, ya que tú, hermana Novia, reconoces que yo te he sembrado y por mi te has engrandecido; yo solo recogía mi fragante mirra junto con mis otros aromas, que todos simbolizan tus virtudes, oh Iglesia, y tus sacrificios para mí; he comido mi pan, he bebido también el vino y la leche. Comed, amigos también los de al lado mío, y bebed hermanos lo que queráis y lo que más podáis. Por mi vino no se emborrachará nadie nunca. Acordaos: “Tomad y comed, este es mi cuerpo… tomad y bebed todos, esta es mi sangre” (Mt 26, 26-28 Mrc 14, 22-24 Hec 11, 24-25).
¡Oíd qué bello es este versículo! 5:2 Yo me quedo parado, pero mi corazón vela. Es la voz de mi amado que llama: Ábreme, hermana mía, amiga mía, paloma mía, perfecta mía, porque mi cabeza está llena de rocío, mis cabellos de gotas de la noche.
En concreto la mitad de la primera frase, “yo me quedo parado, pero mi corazón vela”, en los Padres nípticos tiene el siguiente concepto: “Yo duermo normal, pero mi corazón repite la oración durante el sueño”. ¡Que no os extrañe esto, es una realidad! El hombre duerme normal, su sueño natural, pero el corazón está en vela… “Κύριε Ἰησοῦ Χριστέ, ἐλέησόν με…Kirie Jesús Cristo eleisón me, compadécete de mí… Kirie Jesús Cristo eleisón me, compadécete de mí…” ¿Cómo está en vela o vigilancia? ¡Es un misterio pero realmente está en vela! Y el hombre tiene plena conciencia de esta vigilancia, alerta del corazón. Me diréis que: ¡es imposible! Os diré que es: ¡Muy posible, realísimo y verdadero!
Y la versión desarrollada: “Yo me duermo y mi corazón está despierto, pleno de atención y agapi para él. La voz de mi amado hermano se oye en la puerta. Ábreme hermana, compañera más cercana, pura paloma mía, perfecta belleza mía, porque mi cabeza está llena de frescura y mis cabellos se han quedado húmedos por la lluvia fina de la noche. En cada psique negligente y no en vela por la oración, así toca a la puerta del corazón el Novio proyectando Su desprecio, que por nuestra indiferencia que mostramos nosotros Sus corderos no mostramos nuestro celo.
5:16 “Su paladar, dulcísimo, y todo él codiciable, tal es mi amado, tal es mi amigo, oh doncellas de Jerusalén”. Ella Le pierde…
Son ocho versículos de todo el libro Cantar de los Cantares; son maravillosos sus diálogos. Por eso os ruego, expresamente lo hago esto, para crearos el deseo y anhelo para que vayáis a leer el libro Cantar de los Cantares. Allí veréis en estos diálogos, que Él toca la puerta; “he aquí estoy en pie en la puerta”. Esto por supuesto es del Apocalipsis 3,20, pero ahora lo digo como frase. Y mira, la puerta tenía un agujero y entra la mano desde allí para abrir el pomo interior.
“Ábreme dice, porque el frío de la noche ha caído en mis pelos”. “Oh, pobrecito mío, ahora, dice ella, me he lavado los pies y estoy acostada en la cama; no me vuelvo a levantar!…”
Retiró la mano y se largó Aquel.
“¿Por qué le tuve que decir que estoy en la cama, y qué quiere decir que me ensuciaré mis pies?, piensa luego ella. Es la molestia en la que entrará el fiel, cuando abra la puerta de su psique-alma a Cristo. ¿Y sabéis cuál es esta molestia? Es la peripecia cruciforme dentro en la Historia. Por tanto, por un momento duda y se acobarda, (¡es la peripecia cruciforme dentro en la Historia!) se acobarda y quiere pasarlo bien en esta vida. ¡Cómo va a ensuciar ella sus pies!… ¿Ahora qué va hacer? Aquel se va. ¡Ella se arrepiente; se levanta, abre la puerta, mira hacia la calle, no está en ninguna parte! Y ahora descalza corre hacia el camino. Encuentra las hijas de Jerusalén:
“¿Quizás habéis visto mi amado?”
¿Cuál es este amado que buscas?
Y comienza la descripción: “Tiene así Sus ojos, así Sus cabellos, así Su voz… Su garganta llena de dulzura y de todo deseo; es este hermano mío, es mi Amado, y Éste es mi Compañero, oh hijas de Jerusalén” “(Cantar de los Cantares 5, 10-16)
6:3 Yo soy de mi amado, y mi amado es mío; El apacienta entre los lirios. Yo la Iglesia, la triunfante y militante, pertenezco enteramente a mi amado Hermano y mi queridísimo hermano pertenece a mí. Es Él que apacienta Sus ovejas con lirios blanquísimos y fragantes, símbolos de Su enseñanza y de los vinos dulces (energías) de Su Jaris (energía increada).
6:10 ¿Quién es ésta que se muestra como el alba, hermosa como la luna, esclarecida como el sol, imponente como ejércitos en orden?
¿Cuál es esta que se ve como la aurora, dice el Novio, bella como la luna, selecta y brillante como el sol, maravillosa como las legiones angelicales? Estos son símbolos de las manifestaciones de la Iglesia durante varias épocas y situaciones del ambiente.
8:7 Las muchas aguas no podrán apagar la agapi-amor, ni la ahogarán los ríos. La cantidad del agua no podrá borrar la agapi y tampoco todos los ríos juntos la ahogarán.
Acordaos de aquella mujer en el Apocalipsis 12, 1-17, que tiene el sol en su cabeza y la luna en sus pies, es decir, la Iglesia, la Zeotokos-Iglesia. Cuando surge la Bestia del Apocalipsis, es decir, el Dragón, viendo que nació el Hijo, el Jesús Cristo, y ascendió al cielo, mientras que él esperaba para devorarLe, ya que no tenía ya nada que pelear contra el Hijo de esta Mujer, de la Zeotokos-Iglesia, entonces se mete contra la Mujer, contra la Iglesia. Saca agua y la hace ser perseguida por el agua, es decir, manda el agua detrás de ella para ahogarla. Son las distintas corrientes, corrientes ideológicas, estas corrientes demoníacas que existen en la Historia, para catapultar y ahogar la Iglesia. Pero ella se salva. ¿Cómo se salva? ¡Por la agapi!
Oíd otra vez el versículo: “La cantidad del agua no podrá apagar la agapi”, por muchas cosas que caigan encima de la Iglesia, la agapi de aquellos que aman a Cristo no se puede borrar, y “los ríos de agua no podrán ahogarla”.
Y termina con el último versículo absoluto. Llama el Novio a los amigos y mientras que se ha enterado que la novia psalmodia muy bien, la dice: “Ven a psalmodiarnos para oírte”. Y ella le dice: “8:14 Apresúrate y márchate, amado mío, y sé semejante al corzo, o al cervatillo, sobre las montañas de los aromas” (Can Can 8,14).
Oíd por favor… escuchad a este versículo! Si fuera un poema erótico y no tuviese carácter simbólico, el romance acabaría en un final feliz. Pero aquí no tenemos este final feliz de acuerdo con los datos eróticos y las dimensiones eróticas. Sino que ella responde: ¡márchate, amado mío, y sé semejante al corzo, o al cervatillo, sobre las montañas de los aromas!
No se peleó con Él, no se separaron por enfadarse, sino que esto demuestra el carácter simbólico del libro. Es decir, que “no ha llegado la hora para que te quedes en el mundo; márchate, vete a las montañas de fragancia, de allí de donde has venido. Es decir, que te has encarnado, pero vete en Tu Realeza increada. Yo aún tengo trabajo aquí en la tierra; yo, la novia aún tengo trabajo, tengo que cansarme y pasarlo mal. ¡Pero cuando venga la hora, por supuesto que entonces vendrás a llevarme!
Este es, amados míos, el carácter espiritual del libro Cantar de los Cantares. Y uno contempla la novia-Iglesia cómo se mueve delante de su Novio Cristo. Pero es también cada novia psique-alma, cada uno de nosotros con su psique es una novia que tiene al Novio-Cristo y se mueve siempre de la misma manera y el proceso que os he leído.
Y en el Salmo 44º también allí está toda la imagen-icona del Novio y de la novia. Os leeré dos o tres selecciones que he escogido del este Salmo. Ya que es alabado el Novio, como Rey muy bello, fuerte, vencedor y pleno de divina jaris (gracia increada), y del Cual el trono es eterno, viene el elogio de la novia-Iglesia, y dice:
Salmo 44, 10-14: Princesas, hijas de reyes constituyen tu compañía. A tu diestra está la reina vestida y adornada con prendas doradas y varios colores. Oye, hija, y mira, e inclina tu oído y olvida tu pueblo que provienes, y la casa de tus padres de todos los pariente aquellos que ya no constituyen Iglesia; y deseará el rey tu hermosura; e inclínate a él, porque él es tu Señor, y a Él venerarás… Toda la gloria de la hija del rey sale de su interior y está vestida con prendas de brocado, es decir, ¡con virtudes! Amín.
Unidad 67 Apocalipsis 21, 3-6 La verdadera donación de la comunión de Dios y los hombres. La pureza del corazón y la sed.
Homilía 87 a partir de la página 11 Continuamos en el Apocalipsis: «Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí la tienda de cabaña de Dios con los hombres, y él acampará con ellos; y ellos serán su pueblo, y el Dios mismo estará con ellos» (Ap 21,3).
De lo que dijo anteriormente el divino Evangelista con estas bellísimas imágenes-iconas de la Iglesia o del reinado de la Realeza increada de Dios como nueva ciudad y como novia, ahora viene a darnos una mejor aclaración.
La voz que oye el Evangelista: “Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tienda de cabaña de Dios…”, esta voz por supuesto que no es de Cristo, sino que es la voz del Ángel, que anuncia (ya que a la vez indica) esta nueva Jerusalén y la novia de Cristo, como tienda de cabaña de Dios, es decir, indica la residencia de Dios, que ya es común con los hombres, o sea, el espacio donde estará habitando el Dios junto con los hombres.
Aquel incomprensible pasaje que escribe el profeta Baruc, de que “el Dios se alternó, se relacionó con los hombres” (Bar 3,38), esto lo incomprensible que deberían interpretarlo… ¿Si acaso cómo lo iban a interpretar? O aquello, “veneraremos en lugar en el que él puso sus pies” (Sal 131(2),7) o lo “y en el día aquel pondrá sus pies sobre el monte de los olivos” (Zac 14,4), en el monte de los olivos, es decir, en la colina que está cerca de Jerusalén, pararán Sus pies, ¿cómo lo interpretaría la Sinagoga, los Rabinos? En el sentido y significado de que el Dios protege; con el sentido de que Dios ve de lo alto y ama los hombres. Así dirían. Nunca la mente de ellos pensaba de que estos pies de Dios -¿cuáles pies?, ¿Dios tiene pies? Claro que tiene pies, ya que se hizo hombre, que estaría con Sus pies en el monte de los olivos y de allí ascendió también al cielo (cf Hec 1, 1-12).
¡Está claro, “se relacionó con los hombres” que dice Baruc, que literalmente estaría en pie! No hay ningún margen de interpretación alegórica; ¡esto se hizo literalmente! Estrictamente lo que dice el texto: “¡se relacionó con los hombres!”
¿Cómo podríamos decir aquí ahora que el Dios pondrá Su tienda de cabaña junto con los hombres? Vuelvo a leerlo: ¡“he aquí la tienda de cabaña de Dios junto con los hombres”! Ahora tenemos lo anterior. Realmente el Dios estará habitando junto con los hombres. ¡Es inconcebible y maravilloso! ¡Sin embargo así es, para que uno vea la agapi de Dios!
Debemos decir que esta tienda de cabaña, tal como aparece en la visión, es el prototipo, modelo original; es aquella que el Dios mostró a Moisés, el tipo el cual debería ser la tienda del martirio, cuando se constituiría en el desierto, que contenía también el arca del testamento. Dice Dios a Moisés: “Mira, haz todas las cosas exactamente conforme al modelo que se te ha diseñado y mostrado en el monte” (Heb 8,5). Por tanto, Moisés vio la tienda celeste, esta que ahora ve Juan.
Con esta manera quería dejar expresado que esta tienda del martirio era tipo o modelo de aquella tienda. Y aún, que la tienda del martirio era siempre el centro base del cuartel; cuando se marchaban para otro lugar, precedía la tienda del martirio, que era transportada por los levitas y los sacerdotes. Cuando el cuartel acampaba, entonces la colocación del cuartel era por cada tres tribus a los cuatro puntos cardinales del horizonte, es decir, hacia oriente tres tribus, hacia el sur tres tribus, hacia oeste tres tribus y hacia el norte tres tribus. En el centro estaba la tienda del martirio, expresando de esta manera que el Dios acampa en el centro de Su laós-pueblo.
Allí entonces en el Antiguo Testamento era el tipo o modelo; esto que ahora ve Juan es el prototipo u original.
Pero el Apóstol Pablo en su epístola a los Hebreos 8,2 dice que el cuartel prototipo es la Iglesia y la tienda de Dios significa que Éste mismo Dios habita dentro en la Iglesia, entre los Santos, los fieles. Ahora esta tienda que no es ya el tipo sino el prototipo, no se construye por los hombres; la puso el Dios, el Señor y no el hombre, “…de aquella verdadera tienda que la levantó el Señor, y no el hombre” (Heb 8,2), dice el Apóstol Pablo. En consecuencia esta tienda de cabaña, el reinado de la realeza increada de Dios, no es hecha a mano, porque es increada.
Uno aquí ve que existe una gran nostalgia del hombre, después de la pérdida del antiguo Paraíso, porque dentro en el paraíso el hombre tenía kinonía conexión, comunión con el Dios. ¡Sí, Adán tenía comunión, conexión con el Dios! Cuando Adán dijo que “oí tu voz y me asusté, por eso me escondí; y Dios le preguntó: ¿y por qué te has asustado?, ¿quizás hayas transgredido mi mandamiento?” (Gen 3, 10-11).
Este diálogo indica que había κοινωνία kinonía conexión, comunión de Dios y Adán. Había kinonía conexión, comunión y unión, pero que se removió por el pecado, la desobediencia, y esta kinonía permanecerá dentro en el género humano, en la psique del género humano, como profundísima nostalgia.
No hay nada más nostálgico al hombre que el que vuelva a conocer a Dios y tener kinonía conexión, comunión y unión junto con Él. Y el ateo que diría “no quiero conocer a Dios, no existe Dios para mí, no creo nada”, éste en el fondo también tiene esta nostalgia, sólo que está perturbada.
¿Queréis que os lo diga cómo es? Uno se refleja en una superficie de agua que está estancada y serena. En esta misma agua si lanzamos una piedrecita, empieza hacer olas y ya no podemos ver nuestra cara. Pero esto no significa que nuestra cara no se refleja dentro como en el espejo, sino que no se puede producir el reflejo porque se ha removido la superficie del agua. Así también aquí, el que dice que “soy ateo” es un desgraciado, se ha ennegrecido su psique y se ha pervertido esta nostalgia, ha sufrido alteración. Este es un deseo anhelo universal de toda la humanidad, el crear otra vez el hombre la kinonía comunión, conexión y unión con el Dios. Todo lo demás es inferior, esto es la punta culminante, la cúspide.
Así lo vemos que sea expresado de forma clara por la Santa Escritura, que refleja imperturbablemente la realidad de la superficie de las cosas. “Mi psique siente una sed grande de Dios eterno; del Dios viviente; ¿cuándo me haré digno de ir y ver el rostro de Dios” (Sal 41,3). Este es el anhelo mundial, universal de todo ser humano.
Porque ahora, como dice el apóstol Pablo en su 1ª epístola a los Corintios: “Porque ahora vemos confusamente como en un espejo de manera que quedan muchos enigmas e interrogantes que no podemos explicar. Entonces veremos y será claramente cara a cara”.
Tenemos el espejo aquí delante y vemos los objetos o el prósopon-rostro, cara de Dios, que está detrás nuestro dentro en este espejo. No veo Su rostro, pero lo veo dentro en el espejo; es decir, veo Su ídolo, es decir, enigmáticamente conozco a Dios. Entonces… Entonces cuando me encuentre en Su Realeza increada Le veo “cara a cara, persona a persona”.
San Juan el evangelista escribe muy claramente aquel famoso pasaje en su 1ª epístola 3,2: «Queridos, ahora somos hijos de Dios, aunque aún no se ha manifestado lo que hemos de ser. Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, porque lo veremos, contemplaremos tal y como Él es. 2. Queridos míos, ahora somos hijos de Dios, pero aún no se ha manifestado qué seremos al futuro. Pero conocemos que cuando Cristo se manifieste con toda su doxa-gloria y jaris-gracia, nosotros también nos convertiremos y seremos semejantes a él en doxa y jaris. Entonces lo veremos y contemplaremos tal y como es con su doxa y jaris (energía y luz increada) que también será nuestra doxa y jaris.»
Porque lo “tal y como es”, no cabe ninguna alusión de alegoría. “¡Tal y como es!” ¿Cómo? Tal y como Le vieron los Discípulos cuando estaba y Le tenían entre ellos, cuando había resucitado y Le veían. Sólo que ahora Su doxa-gloria increada (existía entonces, pero se escondía a los ojos de los Discípulos), ahora es transmitida y se ve toda entera. ¡Tal y como entonces veían a Dios, así Le verán también ahora en Su Realeza increada todos los fieles!
Y lo que el Dios habitará junto con los hombres, esto muchas veces lo ha confirmado el mismo Dios. Dice por ejemplo en el Levítico: “Y pondré mi tienda de cabaña o acamparé en medio de vosotros… y andaré entre vosotros, y yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo” (Lev 26, 11-12), dice el Dios.
Un pequeño inciso y es válido también sobre el Salmo anterior; algunos versículos que os pongo incluyo el análisis de los Padres; y si vais al original podréis decir que no explica literalmente lo que allí dice; pero debéis tener en cuenta que no sólo históricamente (literalmente) se leen los versículos del Antiguo Testamento sino que los Padres de nuestra Iglesia empiezan por la dimensión histórica del Antiguo Testamento, y la llave de la interpretación está dentro en el Nuevo Testamento por el mismo Cristo y los inspirados de Dios Apóstoles sobre el cómo ellos hacen uso del Antiguo Testamento.
Esto es también duda de los literalistas racionalistas profesores de Universidad, quizás también de maestros del Bachillerato. ¡Lo oí una vez por la boca de un profesor racionalista de universidad, de que los Padres de nuestra Iglesia no interpretan correctamente estos pasajes del Antiguo Testamento!… He aquí, uno diría que en este punto, pondremos la tienda del martirio y Dios estará con nosotros como presencia. ¡Y punto material de Su presencia será la tienda; nos estará protegiendo!….
¡Esto manifiesta ignorancia de la Santa Escritura! ¡Ignorancia total de la Santa Escritura! Correctamente los Padres de nuestra Iglesia empiezan por la dimensión histórica del Antiguo Testamento, pero no se quedan allí. Empiezan, aceptan literalmente y es la base de la dimensión histórica, pero no quedan allí, no porque así lo quieren los Padres a interpretar, sino porque así es. La llave de la interpretación está dentro en el Nuevo Testamento por el mismo Cristo y los inspirados de Dios Apóstoles sobre el cómo ellos hacen uso del Antiguo Testamento. Esto indica que todo el campo histórico del Antiguo Testamento es esjatológico, es decir, su referencia es y está en los ésjatos últimos tiempos y acontecimientos y más allá de los ésjatos. Está en la Realeza increada de Dios.
Lo digo para aquellos que atacan el Antiguo Testamento y dicen que es la historia de un pueblo, y en concreto de un pueblo insignificante, una historia que no es gloriosa como es la de los Helenos y de algunos otros y no nos hace falta estudiar el Antiguo Testamento. Os lo he vuelto a decir: Existe mala intencionada voluntad o hay ignorancia, tanto lo uno como lo otro, el resultado es el mismo, y os lo aviso para que lo sepáis: El Antiguo Testamento tiene dimensión histórica, pero perspectiva esjatológica. Esto no lo olvidéis nunca. Y lo diré otra vez. No es que por presunción nos gusta interpretar así la Santa Escritura, sino porque la llave de la interpretación está en el Nuevo Testamento, por el mismo Cristo y de Sus Discípulos.
Por consiguiente, cuando el Dios aquí dice, “pondré mi tienda de cabaña en vosotros”, no se refiere sólo al antiguo Israel, con su dimensión histórica de entonces. Se refiere a la Iglesia, y más allá de la Iglesia histórica, a la Iglesia triunfante, a la realeza increada de Dios.
Y Ezequiel, amados míos, señala: “Estará en medio de ellos mi tienda de cabaña, dice Dios, y seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo” (Ez 37,27).
Y Zacarías 8,8 y Jeremías 30,31·38,33 señalan la misma cosa, por no dedicarme a decir muchas cosas.
La condición básica de la contemplación de la cara de Dios cuando acampe entre los fieles es la pureza del corazón. Ahora, por favor, oídlo por las cosas que dijimos, qué dimensiones hermenéuticas toma: “Bienaventurados los han hecho la catarsis, purgación y son puros de corazón, porque ellos contemplarán a Dios” (Mt 5,8). No es una expresión, exactamente esta es una realidad, es un realismo por el que estamos hablando hace tanto rato.
«Y enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque todas estas primeras cosas pasaron» (Ap 21,4), porque el primer mundo con sus cosas ha sido eliminado ya no está.
Los bienes de la Realeza increada de Dios, es decir, de la nueva Jerusalén, se expresan positivamente y negativamente. Y por un lado positivamente con la Presencia de Dios, todo lo que hasta ahora decíamos; y por otro lado, negativamente por la ausencia de todas aquellas consecuencias del pecado ancestral, es decir, de las lágrimas, de la muerte, del llanto, del clamor y del dolor.
Y por supuesto que no estos, muerte, dolor, luto, lágrimas y llanto, en el sentido que tenemos cuando el hombre se enferma, gime y muere, pero también con todas aquellas aventuras de guerra que los hombres tienen entre sí y que crean desgracias, degollamientos, matanzas, saqueos y situaciones ahogantes, y que allí se oye el llanto, el clamor y el dolor y existe la muerte. Es decir, todos los males se expresan con las lágrimas, con el dolor, con el llanto y con la muerte, estas cosas ya no existen, ¡Ya no están!
Apunta y confirma Isaías: “El Señor Dios ha eliminado toda lágrima de toda cara o persona humana” (Is 25,8).
Y continúa: “Se olvidarán de su primera tribulación, angustia (la que han sufrido en la tierra) y ya no subirá en sus corazones” (Is 65,14); es decir, no habrá ya nada de todo esto.
Más Isaías en los capítulos 51,11 y 35,10 señala: “Les inundará deleite, alegría y placer; ya se ha eliminado la tribulación, gemido, llanto, angustia, sufrimiento y dolor”. Estas cosas las decimos en los entierros y en las memorias de los difuntos.
De todas formas, lo que debemos entender es que los males que devastan la humanidad, como son la enfermedad, el dolor, el llanto, el gemido, la muerte, amados míos, estos no pueden ser vencidos por la ciencia o por la solución del problema social. Estas cosas no pueden ser resueltas, y no pueden porque sencillamente el dolor y la muerte, tienen dimensión metafísica, y sólo serán resueltas, superadas y vencidas estas cosas por la Recapitulación del todo por el Señor Jesús Cristo, porque dijo aquel logos majestuoso y trascendental: “He aquí yo lo hago todo nuevo” (Ap 21,5). Así que la humanidad se engaña mucho creer que se eliminarán todos estos males fuera de la energía increada y acción de Dios.
Sin duda alguna la ciencia puede un poco ayudar. ¿Sabéis a qué se parece la ciencia? Parece a una pequeña ayuda que puede recibir el hombre, como un consuelo, en este valle de lágrimas; nada más. Cuántas veces vemos, y lo estaremos viendo, que el médico levanta las manos diciendo: “Lo que yo tenía que hacer ya lo hecho; ya no puedo hacer nada más”. Levantan las manos aquellos que gobiernan a las naciones y dicen: “Lo que hemos podido hacer lo hemos hecho para que no haya una guerra. ¡Y se hizo, qué le vamos hacer!” Porque sencillamente estas cosas no se pueden sanar mientras vivimos aquí en este mundo.
¡El siglo pasado había un optimismo exagerado, porque el materialismo estaba en su cúspide, de que la ciencia resolvería todos los problemas y las necesidades del ser humano! Creían que la ciencia resolvería también hoy todos estos problemas del hombre, hasta el punto (¡qué estupidez!) que aquellos que tienen dinero, se entiende en América, cuando mueran, ponen al congelador sus cuerpos, no vaya ser que dentro de quince, veinte o cincuenta años, -no lo sé- la ciencia encuentre el modo de volverlos a la vida. ¡Porque, ya que no creen en la psique (el materialismo no cree en la psique), ahora si hacemos unos masajes, lo voy a decir así a groso modo, al cuerpo ya congelado, pero no el descompuesto, y si lo ayudamos, esto empezará a resucitar, y este cuerpo otra vez resucitará y así se vencerá la muerte…!
Estas cosas, amados míos, son esperanzas vanas. Que lo entendamos bien esto. Por mucho que alarguemos la vida, ¿cuánto hemos conseguido vivir más? ¿Cinco-diez años? ¿Quince, veinte? ¿Hasta dónde llegamos? No es posible que el problema sea resuelto con esta manera, porque sólo hacemos aplazamiento, nada más.
¿Por tanto, qué es la ciencia? Es buena y correcta, es bella pero tenemos que conocer sus limitaciones. ¡El recapitulador, lo digo una vez más, el recapitulador es el Jesús Cristo! Éste que dijo: ¡he aquí lo hago todo nuevo! Y todas estas cosas el Cristo las eliminará, porque como dice característicamente “todas estas primeras cosas pasaron” (Ap 21,4) porque el primer mundo ha sido eliminado ya.
¿Cuáles pasaron? ¿Cuáles son estas “primeras cosas”?
San Andrés de Kesarea escribe: “Y lo «primeras cosas» significa que el mal sufrido de los fieles, pero también la arrogancia de los impíos se ha acabado, todas esto ha pasado. Todas estas cosas han pasado ya no existen, se acabaron”.
Y Arezas escribe: “Las primeras, todas aquellas cosas que finalmente se sometieron a la corrupción por la transgresión de Adán, han pasado”
Todas estas cosas pasan; como dice el evangelista Juan, “el mundo pasa y su deseo pasa” (1Jn 2,17). “Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (2Pe 3,13).
Homilía 88 Por tanto, ya que los universos se han renovado, entonces delante de esta realidad viene el Cristo a consolidar y confirmar tanto los logos del libro del Apocalipsis, como también esta regeneración, renovación del todo, por aquellos logos majestuosos: ¡ He aquí, yo hago nuevas todas las cosas! (Ap 21,5)
Este “he aquí” viene a llamar la atención del lector o del oyente, delante de esta verdad supralógica y majestuosa: ¡He aquí, yo hago nuevas todas las cosas!
El Cristo lo hace todo nuevo, ya nada queda viejo.
El peso de la frase «he aquí, yo hago nuevas todas las cosas » cae en el “hago” constituyo, formo, porque quiere expresar que uno no puede renovar nada, sino sólo el Cristo. ¿Quién alguna vez dentro en la Historia, teniendo una dimensión humana podría hacerse renovador del universo y del mundo? Nadie. ¡Es inconcebible; naturalmente, y muy normal que está más allá de las capacidades y habilidades humanas!
La misma posición, amigos míos, la encontramos también en Isaías que dice: «No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas, he aquí, yo hago nuevas todas las cosas» (Is 43,18).
Esta regeneración, renovación, que empieza por los hombres con la resurrección de ellos, es renovación tanto ética, como ontológica, (por supuesto que la ética es condición de la ontológica), y sobre esto el apóstol Pablo nos dice: “El que está en Cristo es nueva creación, nuevo ser humano, nuevo hombre”. Con la preposición “en” que quiere decir dentro, con lo “en Cristo” dentro en el Cristo, sólo con una preposición el apóstol Pablo expresa todo su misticismo, es decir, indica y expresa la vida del creyente dentro en la vida de Cristo y la vida de Cristo dentro en el creyente; esto se expresa con esta frasecita. Por tanto, aquel que está dentro en el Cristo, es decir, vive místicamente a Cristo, es nueva criatura, nueva creación y nuevo ser humano. Pero esta renovación/regeneración es ética.
Y continúa: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2Cor 5,17), todo lo antiguo ha pasado, todo se ha hecho nuevo y todo de Dios proviene. Esto indica que cuando nosotros seremos regenerados, es decir, estamos dentro en el Cristo, hacemos nuestra vida dentro en el Cristo, entonces esta ética, diríamos nuestra vida espiritual (porque ética no es expresión correcta; espiritual quiere decir, que tengo el Espíritu de Dios), cuando tenemos el Espíritu de Dios y estamos dentro en el Cristo, entonces esto nos creará las condiciones a regenerarnos también ontológicamente. Es decir, cuando se hará la resurrección de los muertos, que estemos preparados, regenerados para entrar a la nueva polis-ciudad de Dios, la Jerusalén de arriba.
Y el apóstol Pablo dice también en los Gálatas: “Porque en Cristo Jesús nueva creación… ni la circuncisión vale nada, ni la in-circuncisión” (Gal 5,15). ¡Si lo supiéramos esto…!!!
El apóstol Pablo dice aún: “Me quedo sorprendido que con tanta facilidad dejasteis la verdad y la libertad en Cristo…Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad?” (Gal 5,7) Y también: “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo os regaló y nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud“ (Gal 5,1). Y en otra parte dice “no estéis sujetos por los elementos del mundo” (Gal 4,3).
¿Sabéis qué significa que tenemos regeneración en Cristo, hoy espiritual y mañana ontológica? ¿Sabéis qué significa tener este capítulo, esta riqueza y dejar a Jesús Cristo e irnos a los elementos de este mundo? ¡Esto realmente es tremendamente trágico para el hombre! ¡Terrible! Así que uno diga que el nus del hombre de verdad está oscurecido, ennegrecido en las tinieblas. ¡Que uno deje a Cristo! O como dice en el Antiguo Testamento el Dios, “me dejáis a mí que soy el agua viva, y vais y bebéis agua en pozos podridos, sucios y pestilentes” (Jer 2,13 Sal 23, 26-27). ¡Aquel que va en filosofías, el que se dirige hacia las ciencias, es decir, cree que allí encontrará la regeneración o renovación, allí encontrará el sentido y significado de la vida, éste hombre es desgraciado y pobre! ¡Abandona a Jesús Cristo para encontrar vida en otra parte! ¡Este es hombre desgraciado y miserable!
Continuamos: «Y me dijo (el que estaba sentado en el trono): Escribe; porque estos logos son fieles y verdaderos» (Ap 21,5).
Esto el “escribe” nos recuerda el principio del libro del Apocalipsis, donde el Cristo exhorta a Juan que mantenga estos logos que le va a decir, en todo el espacio del tiempo que le estará apocaliptando-revelando con iconas-imágenes el contenido del Apocalipsis, para que permanezcan por la escritura.Principio del formularioFinal del formulario
Este “escribe” del Señor, lo expresa muy bellamente san Arezas de la siguiente manera: “No pienses y creas, dice, oh Juan, que a causa de la magnitud de la alteración de estas cosas que hará nuevas se considerarán como inventos fantasiosos e imaginarios y por consiguiente acabarán siendo falsos y mentirosos tus logos. Son tan verdaderas todas estas cosas y realidades, de modo que te garantizo que te las depositaré por escrito, para que no sean olvidadas de que realmente se harán. Porque son reales y verídicos los logos, porque se dicen por la misma Verdad Encarnada, que es el Cristo”.
Realmente, amigos míos, lo que el Cristo dice es verdad, porque lo ratifica por los hechos. Os lo he dicho muchas veces esto. Todo el Evangelio del nuestro Señor no es más que una amalgama de logos y de acontecimientos, de lo qué dijo el Señor y cómo ha actuado.
Acordaos de Su Metamorfosis, no digo Sus milagros. Y los milagros, pero aquellos que crean las acciones ejecutoras de nuestra salvación, como dice Kabásilas, son las que conciernen a la persona de Cristo: El Nacimiento, la Crucifixión, la Metamorfosis y la Ascensión de Cristo; estos acontecimientos que dentro en la Divina Liturgia son los pilares de ella. En ninguna parte dentro en la Divina Liturgia se hace mención de los milagros de Cristo, sino que se mencionan estas cosas, porque son las acciones ejecutoras de nuestra sotiría sanación, redención y salvación.
Por tanto, lo que dijo el Cristo, esto lo mostró con acontecimientos. Por consiguiente el Evangelio no es más que una amalgama de logos y acontecimientos de Jesús Cristo.
Por ejemplo, habla de la resurrección de los muertos, y a la vez resucita muertos y él se resucita de los muertos.
Habla de metamorfosis ontológica de los hombres, (no la espiritual, sino la ontológica) que “los justos resplandecerán como el sol en la Realeza increada del padre de ellos, de Dios” (Mt 13,43), no espiritualmente, no éticamente, sino ontológicamente, realmente, y el mismo se metamorfosea en el Monte Tabor.
Habla sobre el Espíritu Santo y Lo manda el día del Pentecostés y Sus discípulos y también los primeros fieles se colman de Espíritu. Así que no tenemos más que creer sin reserva alguna a los logos del Señor como absolutamente verdaderos. Él lo mostró y demostró por todos estos acontecimientos, y el mismo dijo: “He aquí, yo hago nuevas todas las cosas”, y todo se hará nuevo. Dijo al agua que se convierta en vino y se hizo vino (Jn 2, 1-11), Dijo al mar “serénate, cállate” (4,39), ponte un tapón en la boca, una máscara, y paró y se serenó la tempestad del mar.
Él mismo es el regenerador/renovador de todo.
«Y me dijo: se ha hecho. YoSoY el Alfa y el Omega, el principio y el fin» (Ap 21,6).
Al principio del libro del Apocalipsis, os acordaréis, otra vez se había dicho que el Dios es el Alfa A y el Ω Omega (Ap 1,8) (Ap 1,8). Y el A Alfa significa que el Dios es el principio de cada cosa creada, y en consecuencia el Dios existe antes que el A alfa, es decir, antes que el principio, y el Ω omega expresa el fin, ya que es la última letra del alfabeto. Es un esquema muy bello. Toma estas dos letras del alfabeto, del alfabeto helénico. El Ω omega es la finalidad, el fin de cada cosa creada, si por supuesto que el Dios quisiera que esta cosa tenga fin, que volviese de nuevo al cero o a la nada. Porque el Dios sólo tiene relación con el cero, y desde el cero o la nada trae todo al ser, a la existencia y puede todo hacerlo devolver a la nada, a la inexistencia, al cero o mantenerlas a la eternidad, cuando Él quiera y cuando Él lo juzga y crea.
Por consiguiente el Dios es y está antes que el A alfa, el Cristo es y está antes que el A alfa, porque el A alfa de la creación no preexiste de Cristo, el Cristo preexiste del A alfa de la creación: “Ἐν ἀρχῇ ἦν ὁ Λόγος… (en arjí in o logos) En el principio el Logos era, es y será eterna e infinitamente” (Jn 1,1). Cuando tenemos el principio, el A alfa, el A alfa es el Logos…. ἦν ὁ Λόγος, entonces existía el Logos. Y si se supone que el mundo acaba o puede acabar, según el logos del Señor “los cielos pasarán, pero mis logos no pasarán” (Mat 24,35 Mrc 13,31 Lc 21,31), los cielos pasarán y con la forma que están pasarán pero mis logos no pasarán. Por consiguiente lo que existe puede acabar, pero entonces el Dios que es Él que contiene el en sí Mismo todo. El A alfa y el Ω omega se encuentran dentro en el Jesús Cristo, porque el A alfa empieza de Cristo y el Ω omega termina en el Cristo. Así el Dios es realmente el A alfa y el Ω omega.
Y cuando decimos que el Cristo contiene el sí Mismo el A alfa y el Ω omega, es decir, toda la creación, la espiritual y la sensible, por supuesto que no lo entendemos de forma panteísta, tal como podrían sostener los panteístas, sino que en Su logos creativo existe el ser y el no ser, es decir, la existencia y la no existencia, la inexistencia. O sea que, cuando Él diga “quiero que exista o no quiero que exista”, allí está el todo, esto no es que el Dios Logos se identifica con la creación, tal y como os dije, de forma panteísta.
De todas formas con esta expresión, «YoSoY el A alfa y el Ω omega», se manifiesta el Dios o el Cristo, como Señor-Kirios tanto del espacio como del tiempo y de la creación, pero también de la regeneración/renovación del mundo. Él hizo al mundo, el mismo regenerará, renovará al mundo.
Aún con esta expresión, «YoSoY el A alfa y el Ω omega», se cierra y se sella todo el libro del Apocalipsis. Con esto ha comenzado el Cristo en Juan y con esto termina, es decir, que estas cosas son todas verdaderas y todas se realizarán, porque Él dijo estas cosas y realidades, y Él también las realizará, porque Él es «el A alfa y el Ω omega», la Verdad (Jn 14, 16, etc).
San Andrés de Kesarea dice sobre esto: “Principio y fin es el Cristo, como primero, por la deidad (está fuera de toda creación) y como el ésjatos-último, por Su naturaleza humana y porque desde la primera creación de los ángeles incorpóreos hasta el último de los hombres, extiende Su propia providencia”.
Esta es otra tesis muy bella de san Andrés. Antes de interpretarla, permitidme deciros que, algunas cosas son un poco difíciles, pero si alguna vez las entendamos, es decir, que sepamos y conozcamos quién es el Jesús Cristo, no estaremos diciendo “el Cristito o el Jesusito… no estaremos diciendo “el Cristito, Jesusito en el iconito”… sino que estaremos diciendo: “¡Ay, ay…quién es el Cristo!…” ¡Horror, temor sobrecoge a las creaturas! ¡Temor! ¡El Creador de todo!… Este es el valor de las cosas que os digo, si alguna vez las podamos entender bien estas cosas.
Y ahora vengo al análisis de esto que dice san Andrés de Kesarea: “Principio y fin es el Cristo, como primero, por la deidad (está fuera de toda creación) y como el ésjatos-último, por Su naturaleza humana y porque desde la primera creación de los ángeles incorpóreos hasta el último de los hombres, extiende Su propia providencia”.
Es conocido que la última criatura que se hizo encima de la tierra es el hombre y por consiguiente, ya que es el Hijo de Dios, el Creador del todo, (el Hijo de Dios es el Creador de todo, el Padre crea por el Hijo en Espíritu Santo, el Hijo es el Creador del todo), se hizo hombre, es la última criatura de la creación, de la invisible y de la visible. Por consiguiente es el ésjatos-último para la humanidad, sobre Su naturaleza humana.
Pero también para las potencias incorpóreas, es decir, los ángeles que se hicieron primero y hasta los últimos hombres, es decir, por la creación material hasta los hombres, Él Mismo es el Provisor. ¡Qué cosas majestuosas! ¡Qué Señor-Kirios tenemos!!!…
Y otra vez os diré que los acontecimientos, los ha indicado como verdaderos el Mismo Cristo.
Antes de la calificación de A alfa y Ω omega de Dios o de Cristo, existe Su certificación “se ha hecho”.
Es un Pretérito imperfecto profético, es decir, tiempo pasado, pero es profético, o sea que se ha hecho.
Esto significa que todas estas cosas que se han dicho es tan seguro que se harán, que es como si se hubieran hecho. Este el Pretérito Imperfecto profético. Todos los Profetas escriben en tiempo pasado cuando escriben sus profecías. “He visto” dice el Profeta, “he visto…esto o aquello”, en tiempo pasado. Pero estas cosas no son en tiempo pasado; son en tiempo futuro. Quizás esto es también por razones técnicas, pero es algo más que esto, es decir, que es tan seguro que se harán estas cosas, de modo que hablan en tiempo pasado como si se hubieran hecho. Por tanto, aquí el Cristo dice: estas cosas que dije como si no se hubieran hecho, es porque se harán, sin duda alguna es seguro que se harán.
Esto lo «γέγονεν yégonen se ha hecho» recuerda a las tres etapas del Dios Logos en la historia de la creación.
La primera etapa es cuando el Dios dijo “hágase la luz, y se hizo la luz” (Gen 1,3).
La segunda etapa es cuando el Cristo, el Hijo de Dios, el que dijo “hágase la luz”, se hace hombre y viene aquí en la tierra y los hombres -¡los desgraciados!- Le crucificaron. Y encima de la Cruz dijo «τετέλεσται tetéleste, se ha acabado», que es sinónimo con lo “«γέγονεν yégonen se ha hecho», es decir, se ha acabado la obra de la regeneración o renovación del hombre, con todos los acontecimientos de la humanización, encarnación del Dios Logos. Y la tercera etapa es el fin de la creación, cuando todo se habrá hecho nuevo y entonces dirá «γέγονεν yégonen se ha hecho». Todo ya se habrá hecho nuevo.
Nosotros, amados míos, nos encontramos entre las dos etapas que se hicieron, y la tercera que no se ha hecho. Teniendo la certeza de las dos primeras, esperamos la tercera.
«Y me dijo: se ha hecho. YoSoY el Alfa y el Omega, el principio y el fin. Yo al que tenga sed (de justicia y paz), yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida eterna» (Ap 21,6).
“¡YO!”. Esta repetición del “¡YO!”, en concreto dos veces aquí, no sólo porque el tono cae en el “¡YO!”, sino porque tenemos repetición del pronombre “¡YO!”, indica que el Cristo es el que puede realizar y ofrecer estas obras tan grandes, tal y como es la regeneración/renovación del universo y la sotiría sanación, redención y salvación de los seres humanos.
Después de la proclamación de Cristo de que es el A alfa y el Ω omega, en resumen totalmente se refiere a una promesa Suya oficial hacia Sus fieles, de que Él dará a ellos agua de la vida eterna y a los viciosos corruptos la condena eterna. “Yo al que tenga sed (de justicia, paz y vida eterna), yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida eterna… Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y los φαρμακοί farmakí envenenadores (los fabricantes de fármacos, venenos, drogas y cócteles) y los hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos, tendrán su parte en el lago que arde incesantemente con fuego y azufre, que es la muerte segunda. ” (Ap 21, 6-8). En resumen indica lo que recibirán los unos y los otros.
Así que, vamos a ver estas dos posiciones, a la que el Señor se refiere tan resumidamente. Primero, en Su declaración hacia los fieles: “Yo al que tenga sed (de justicia, paz y vida eterna), yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida eterna”. Aquí el piadoso es presentado como sediento. Se escoge esta icona-imagen del sediento para que sea manifestada la calidad de la piedad de este que va a heredar la vida eterna. La sed y el hombre, como sabréis, son necesidades del hombre absolutamente físicas, normales, pero la sed es más necesaria y más tormentosa. Sabéis que un hombre puede vivir incluso más de cuarenta días sin comer nada, pero no llega a vivir más que los 15 días sin beber agua, morirá. Y es más tormentosa la sed que el hambre, porque el hombre sufre deshidratación.
¡El Cristo toma la imagen-icona del sediento (por favor, prestad atención a este punto) y esto significa que si la piedad del fiel no llega a la situación del sediento, no puede ver el prósopon-rostro, cara, persona de Dios!
La desgracia es que muchísimos Cristianos nuestros no están sedientos para el Cristo; no tiene sed de Cristo; se mueven sacramentalmente, sin sensación, ni sentimiento, sin hambre, sin sed, sin eros (amor ardiente) espiritual y sin agapi (amor incondicional) para Cristo. Consideran la piedad un deber seco, que con el cumplimiento de cualquier deber tranquilizan sus conciencias y dicen. “¡Estoy bien; soy buen Cristiano! ¡Qué pena… qué pena!
Oíd, amados míos, cómo habla el verdadero hombre creyente que tiene sed de Cristo. Está sediento de Dios. Dice el Salmista: “Como el ciervo tiene sed, desea y brama para encontrarse en las corrientes de las aguas para beber allí agua limpia, –no va más abajo, sino a las fuentes que sale agua clara- así también mi psique, oh Dios mío, está sedienta para Ti” (Sal 41, 1-2)
“¡Dios, Señor mío, oro en Ti desde la madrugada, porque mi psique tiene sed de Ti; pero cuántas veces mi carne o cuerpo y toda mi existencia tuvo sed en Ti y te ha anhelado, en tierra sedienta, seca y árida donde no hay aguas!” (Sal 62, 1-2).
¡Si uno pudiera hablar sobre lo “cuántas veces mi cuerpo o carne”, cuántas cosas tendría que decir! ¡Uno ve que estas cosas sucedan en toda la existencia del hombre, y no sólo en su espíritu, sino en su existencia entera! ¡Dentro en una tierra desierta, en una tierra árida, fría y dura, en una tierra inaccesible y sin agua, es decir, que Su presencia no es sensible, porque el pecado ha expulsado lejos la Jaris-Gracia energía increada propiedad de Él! “Así pues, dentro en esta tierra desierta, inaccesible y sin agua, mi psique tuvo sed de Ti, oh Dios, y no pocas veces también toda mi existencia entera”, dice el Salmista.
Tal como muy correctamente apunta un intérprete, exegeta (Brasiotis): uno que tiene sed no es incrédulo ni mártir-testigo que anhela el martirio, sino que es aquel que le pertenece la bienaventuranza “bienaventurados, felices los que están sedientos y hambrientos de justicia porque estos serán saciados”. Acordaos de esta bienaventuranza (Mt 5,5).
Justicia aquí es santidad, no es la justicia con el sentido y significado estrecho de la palabra que la decimos cuando uno es justo. En la Santa Escritura la justicia tiene también el sentido y concepto amplio; tiene la concepción de la justicia, pero también tiene la concepción de la santidad y muchas veces con esta concepción se expresa esta palabra, término (teológico).
Es decir, es aquello que dijo el Cristo: “Buscad y pedid primero la realeza increada de Dios y Su justicia y todo los demás os será añadido” (Mt 6,33).
Pero ya que aún existe la imagen-icona del fiel sediento, está claro que existe también la imagen-icona de la fuente que se quita la sed. Realmente no es posible que sean creados hombres que tengan sed y no exista fuente. ¿Cuál es la fuente? “Yo al que tenga sed (de justicia, paz y vida eterna), yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida eterna” (Ap 21,6). Yo el Cristo soy la fuente que te daré agua gratis de la fuente de la vida para que te quites la sed.
Como dice san Andrés de Kesarea sobre esto, “de la fuente del agua de la vida se proclama el cese de la sed, y la fuente nos es otra sino el mismo Cristo”.
Lo diré una vez más, lo que os dije al principio. Son desgraciados aquellos hombres que intentan quitarse la sed con cualquier cosa contemporánea que existe, por la filosofía, por la sociología, por la tecnología y por las ciencias, intentan quitarse esta sed, -voy a usar esta frase, que sin duda no es hagiográfica- la sed metafísica de ellos. ¡Vanamente! Siempre quedarán los hombres sedientos; no habrá ninguna frescura en sus interiores.
Amados míos, lo que sabemos es que somos icona-imagen de Dios; de esto sabemos que somos creaciones de Cristo, por el que nuestra psique busca a Cristo y no se sacia sino sólo cuando se acerca a Él. De esto un hombre que puede tener alguna experiencia interior, puede entenderlo y tomar una certificación interior.
El mismo Señor una vez clamó: «El que tenga sed, venga a mí y beba» (Jn 7,37), si alguno tiene sed espiritual de bienes eternos, paz y alegría que venga conmigo y beba de la verdad y la fe que yo ofrezco, así serán satisfechos sus más profundos y nobles anhelos y su psique encontrará alivio y descanso.
Y en Su diálogo con la mujer samaritana una vez el Señor dijo: «si conocieras el regalo de Dios, y quién es el que te dice: “Dame de beber”, tú le pedirías y él te daría a ti agua viva» (Jn 4,10), es decir, le daría la energía increada Jaris-gracia del Espíritu Santo que es el agua de fuente increada e inagotable, que como agua espiritual hace la catarsis, (“psicoterapia”) consuela, refresca y vivifica las psiques, haciéndolas brotar y fructificar las virtudes y las obras buenas, más los frutos espirituales del Espíritu Santo.
Por tanto amados míos, el Cristo es la fuente y el agua de la vida. Otra cosa es la fuente y por supuesto que otra cosa es el agua. Pero el Cristo es tanto la Fuente como también el agua. Y el que bebe de esta agua se quita la sed pero sigue sediento queriendo más y más (la jaris-gracia divina increada).
En Sabiduría Sirac 24,19, habla la Sofía-Sabiduría enhipostasiada-personificada. Enhipóstatos quiere decir la Sabiduría como persona, la personal, no la abstracta concepción de la sabiduría, como creían los antiguos Helenos-Griegos que la sabiduría es un concepto. En la Santa Escritura la sabiduría no es un concepto, es persona y es la segunda persona de la Santa Trinidad, por eso se llama enhipóstatos, es decir, personal, es persona tiene hipóstasis base o fundamento substancial/subsistencial.
La enhipóstatos Sabiduría dice a los hombres este famoso pasaje:
“Venid hacia mí los que me deseáis y saciaos de mis frutos; porque el recuerdo hacia mí es más dulce que la miel y mi herencia más dulce que el panal de la miel. Los que me comen no tendrán más hambre y los que me beben no tendrán más sed”. ¡Esto quiere decir que tendrán sed insaciable! ¡Estarán bebiendo que querrán más, no se sacian!
Son muchos aquellos que fueron y probaron cualquier invento humano y se saciaron, y saciándose se decepcionaron, es decir, sintieron hartazgo, saciedad y de dijeron “qué más da…. Esto también lo he probado”. Todas las cosas de este mundo provocan hartazgo, saciedad, pesadez, así de sencillo. Aquí dice el Cristo, la Sabiduría enhipóstatos-personificada: “El que bebe vuelve a beber; siempre… me bebe sin hartarse, sin que nunca diga “me he hartado y saciado”.
¡Y esta oferta del agua de la vida, -aquí ahora está lo importante- es gratis!
Isaías escribe sobre esto: “Los que estáis sedientos iros a beber agua, y los que no tenéis dinero iros… sin dinero” (Is 55,1). No hace falta pagar, es gratis. Esto en concreto lo decimos como profecía en la gran Santificación de las Aguas en la fiesta de la Epifanía.
Este gratis significa que la vida eterna es ofrecida gratis. Pero, me diréis, ya que la vida eterna se ofrece con mucho esfuerzo, yo debo trabajar para conseguirla, ¿cómo dice usted que la vida eterna se ofrece gratis?
Es esto que dice san Andrés de Kesarea. Oídlo, os lo explicaré. ¡Qué es lo que se sobreentiende aquí con el “gratis”, sino para que uno compare estas cosas provisionales con las eternas! Para estas el apóstol Pablo dice: “no tienen valor ni son comparables estos padecimientos y aflicciones de este tiempo presente, delante de la doxa-gloria futura que se nos va a apocaliptar-revelar” (Rom 8,18).
Si se debe comparar nuestros esfuerzos y sacrificios (porque nosotros algo debemos que hacer también) con lo que recibimos de Dios, desaparece nuestra oferta, pero el Dios la quiere, porque sin ella no hay sotiría sanación, redención y salvación. ¡Pero nuestra oferta, comparada con aquella que nos ofrece el Dios, es como nada; las luchas nuestras son provisionales, no son nada comparadas con aquellas cosas y realidades que son eternas,! ¡Es decir, estas cosas que nos da el Dios son gratis, y cuando el Cristo dice que nos dará gratis todas estas cosas, significa que nos dará la vida eterna!
Esto que dice el Apóstol Pablo, y aquí lo recuerda san Andrés de Kesarea, es que cualquier cosa que nos pase por el Evangelio, incluso aún el martirio, no tiene valor, no se compara delante de la futura doxa-gloria increada que se nos va a apocaliptar-revelar.
¿Habéis visto allí qué dijo el Señor a la mujer Samaritana? Hablo de donación, de regalo: “Si conocieses la donación de Dios…” (Jn 4,10). ¡Esta concepción de donación, amados míos, está dispersa dentro en la Santa Escritura, expandida en abundancia! ¡Amín!
Unidad 68 Apocalipsis 21, 7-12 Herederos de la realeza increada y del infierno. Los luchadores y los apacibles frente a los cobardes y resto de los embusteros y falsos.
Homilía 88 a partir de la página 14 Pero cerca de esta imagen-icona del sediento Señor dice “yo al que tiene sed le daré agua”, entra otra imagen-icona que es la del vencedor, y el Cristo dice a continuación: “El vencedor [en la lucha por la fe] heredará estas cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo” (21,7).
Esta expresión nos recuerda el epodo-estribillo de alunas epístolas del Apocalipsis hacia el ángel-obispo de Tiatira y de Laodicea que dice “el vencedor ὁ νικῶν nikón…» (Ap 2,11·26 y 3,5). ¡Y en concreto es también asintáctica, porque debería decirlo en declinación dativa «al vencedor τῷ νικῶντι»! Pero os explique entonces que estas frases asintácticas o sólikas dentro en el libro del Apocalipsis son para dar un énfasis a las concepciones que quiere.
De todas formas esto “el vencedor, heredará…” y etcétera, significa que los bienes que heredará el fiel, es decir, esta herencia, no tiene carácter pasivo, porque dice “el vencedor heredará”. No dice simplemente heredará sin poner el vencedor, porque aquel que vence significa que se esfuerza, lucha. Es decir, no es como si lucharé o no lucharé, si estudiaré o no estudiaré, si tengo trabajo o estoy parado, de una forma u otra, pase lo que pase mi padre dejará toda su herencia a mí. No son así las cosas. Aquí dice que “heredarás, si vencerás”, para que no se considere aquel “gratis” de que el hombre no tiene participación con su intento y esfuerzo. Por eso, a lado de la icona imagen del sediento recibirá gratis el agua de la vida eterna, pone también la icona-imagen del luchador, del combatiente para que no nos exaltemos engañándonos y diciéndonos: ¡Ah qué bien, no tenemos nada que hacer, sino que el Dios nos lo dará todo gratis”. Atención, tener cuidado a este punto, amados míos.
Aprovecho la ocasión en concreto para deciros lo siguiente: Esta tesis, posición es protestante, es decir, que uno diga “no tengo nada que ofrecer. La fe salva, las obras no salvan”, dicen los Protestantes. Pero, ni las obras sin la fe, sino que la fe junto con las obras sanan, redimen y salvan.
Y esto “el vencedor, heredará”, nos recuerda aquella tercera bienaventuranza, “bienaventurados los apacibles, porque ellos heredarán la tierra” (Mt 5,5). ¡Qué curioso esto! No sé… Os rogaría en concreto que con esta alusión que os hago aquí de dos tipos de bienaventuranzas, si volvéis abrir la Santa Escritura y volvéis a leer las bienaventuranzas, no sé cómo las veréis. Cuando leemos algo más profundo, algo más teológico, y volvemos en aquello que hemos leído antiguamente, lo vemos desde otro prisma, lo vemos más profundo.
Pero cuando dice que “los apacibles heredarán la tierra”, ¿cuál tierra quiere decir? Si uno no está atento, no es inteligente, ni muy despierto y no tiene los ojos abiertos, el otro le devora… ¡Y aquí Señor dices que: ¡los hombres apacibles, los que no tienen ira, es decir, los que son mansos y magnánimos, los que no se enfadan, no se pelean y no corren en los juzgados, estos hombres heredarán la tierra! ¡Y los bienes y las cosas que tienen las perderán!
Pero es obvio que cuando el Señor dice “tierra” no da a entender nada más que esto que dice: o sea, “tierra”.
¿Entonces qué quiere decir? Simplemente que se trata de la nueva tierra. Estos heredarán la nueva tierra. Cuando el Evangelista Juan dice: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no estaba más” (Ap 21,1), significa que la vieja tierra con sus conflictos para que uno la conquiste, los terrenos, los campos, las casas, los edificios, las peleas, los juzgados, “lo mío… lo tuyo…” todo esto ha desaparecido. Y el hombre apacible que en este mundo le arrebatan también su fortuna, exactamente porque es hombre apacible, para él ahora ha llegado su turno para ganar aquella “tierra”.
Sé que ahora alguien puede decir en su interior: “Buenas cosas son estas que nos dices, pero muy filológicas y si queréis también un poco poéticas. ¿El realismo cuál es, qué sucede aquí?”
¡Pero el realismo, amados míos, es la Resurrección de Cristo! Si el Cristo no se hubiera resucitado, es verdad que todas estas cosas que os digo sería una filología, bella y halagos a los oídos que dice el apóstol Pablo (2Tim 4,3), toda esta filología haría cosquillas en la garganta, así para que pase nuestro tiempo y tener así esquemas y figuras bellas; no sería realidad. ¡Pero el Cristo ha resucitado! La realidad de estas cosas es exactamente esto: ¡el Cristo ha resucitado! ¡Y ya que Cristo ha resucitado, Él es el Cierto, el Seguro, el Verdadero, el Sí, el Amín, y todo lo que dijo, esto es, y sólo esto!
¿Qué heredará? ¿Cuáles son estas cosas? Se entiende las “aguas” de la anterior icona-imagen, que significan los bienes de la vida eterna.
En concreto, veremos hacia el final del libro del Apocalipsis, en el último capítulo, que un río cristalino emana desde el trono de Dios (Ap 22,2). Es el símbolo de los bienes del reinado de la Realeza increada de Dios.
Y el fiel heredando la vida eterna, conseguirá la divina adopción: “El vencedor [en la lucha por la fe] heredará estas cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo” (Ap 21,7).
Os dije también que la concepción de la adopción está dispersa en el Antiguo Testamento, como también en el Nuevo Testamento. Característicamente en el Salmo 88º en el versículo 27 leemos:
“Él (el fiel) me clamará: Mi padre eres tú, mi Dios, y la roca de mi salvación. Yo también le pondré por primogénito”.
Si aquí me decís otra vez…si me decís: “¿Es difícil para uno decir a Dios padre? ¿Es difícil? ¿Es decir, es cosa tan grande e importante que uno diga a Dios padre?
Sólo si uno fuera ignorante e ingenuo podría creer que es muy fácil. ¡Salid en la calle a decir a un infiel que diga, no que existe Dios, sino que el Dios es su padre y que lo crea esto! Es obvio, amados míos, que esto no lo crea y no lo acepte.
Os diré también algo; no lo digo yo, la Santa Escritura lo dice: si me preguntáis, “¿de dónde podemos saber que tenemos el Espíritu Santo?”, os responderé, “¡por lo si podemos decir a Dios Padre nuestro!”
Por supuesto que existe un gran escalonamiento de la presencia del Espíritu Santo a la vida de un fiel, ¡un campo grande! De todas formas, la primera línea del campo, pero el primer escalón que podríamos saber que tenemos el Espíritu de Dios, de que no somos desafortunados del Espíritu Santo, es si proclamamos a Jesús Cristo Señor y a Dios Padre. No podemos decir a Jesús Cristo Señor, Dios, si no tenemos el Espíritu de Dios.
Lo dice claramente esto el apóstol Pablo: “Nadie puede llamar a Jesús Señor, sino es en Espíritu Santo” (1Cor 12,3). Y si decimos a Jesús Señor, es decir, Dios, el mismo Jesús nos dice que somos Sus hermanos.
Y dice el Cristo que “YoSoY el heredero de mi Padre (pero como hombre heredero) y vosotros sois mis co-herederos”. Por tanto no podemos decir a Dios Padre, si no tenemos el Espíritu de Dios. Debemos tener el Espíritu de Dios para decir a Dios Padre. Debemos tener el Espíritu de Dios para decir a Jesús Cristo Dios, a decirLe Señor. Este es el criterio. Así que podéis entender que en nuestra época quiénes tienen el Espíritu de Dios y quiénes no lo tienen, pero sólo con la diferencia que este es el primer escalón, es el inicio. Esto es fundamental pero es el inicio. Hay mucho trabajo más abajo; ¡Muchísimo trabajo!
Hago alguna elección del Nuevo Testamento porque son muchos los pasajes; así que en la epístola a los Gálatas leemos:
“Y por cuanto sois hijos de Dios, por eso el Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de Su Hijo, por el cual podéis implorarle y clamarle: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo” (Gal 4,6).
¿De dónde y cómo lo sabéis que sois hijos de Dios? Os lo diré, dice el apóstol Pablo: “Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo…”, es decir el Espíritu Santo, el Cual el Padre también envía pero procede solamente del Padre no del Hijo. Una cosa es mandar, enviar y otra cosa es proceder; son dos cosas distintas. El Espíritu Santo procede sólo de el Padre, pero es enviado por el Padre y también por el Hijo. Y el Espíritu Santo clama fuertemente dentro en nuestros corazones ¡Habbá, el Padre! Son dos palabras con el mismo significado; una es hebrea y la otra helena; Habbá quiere decir padre; lo dice en hebreo y también lo dice en helénico. Pero simultáneamente ya no somos esclavos-dulos-siervos, sino coherederos junto con el Cristo.
¡Veis cuántos bienes! Toda la tierra y todo el universo son del fiel. ¡Pero del maligno astuto y del Satanás, como dice san Cirilo de Jerusalén, no le es dado ni una dracma, ni un céntimo de la moneda! No me digáis que debo ser el propietario del despacho de la notaria, para que sea considerado que soy el propietario de toda la creación. Propietario de toda la creación es el hombre fiel, porque tiene a Dios Padre y siente que todo es suyo; trasciende, supera los despachos de los notarios y las praxis o contratos notariales, si queréis entenderme.
Toda esta promesa, amados míos, que el Cristo constituirá a los fieles herederos de Su Realeza increada y los ofrecerá esta agua viva de la vida eterna, está sostenida en Su boca indiscutible e irrefutable, tanto en el libro del Apocalipsis que estamos analizando, como también en los Evangelios. Y lo diré otra vez, que lo dije ya otra y otra vez: está sostenida en los grandes acontecimientos de Su propia vida. Allí está la certeza. De lo que dijo y de lo que ha hecho el Señor es el “Sí” y el “Amín” (2Cor 1,20), la verdad y la certeza.
Homilía 89 Existe una expresión de los fieles, como decíamos la vez pasada, que analizamos el capítulo 21º del Apocalipsis, versículo 7º, que allí el Cristo dará agua al sediento y al luchador la vida eterna. Pero existe también la otra expresión la que indica que los pecadores serán castigados.
«Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y los homicidas, los fornicarios/lujuriosos y los φαρμακοί farmakí (los fabricantes de venenos fármacos, drogas, cócteles y hechiceros), los idólatras y todos los mentirosos, tendrán su parte en el lago que arde incesantemente con fuego y azufre, que es la muerte segunda» (Ap 21,8). O sea que para ellos determina resumidamente aquí el Señor de que la posición de ellos será el Infierno eterno.
Vale la pena que analicemos los datos y elementos característicos de estos pecadores, y esto para conocer más profundamente el mal y evitarlo. De todas formas, os lo vuelvo a decir, el resultado común de todos estos es el Infierno eterno, la segunda muerte. Cualquier cosa que analizamos, siempre sabremos que esta categoría es para el Infierno eterno.
Y primero son los cobardes. “Pero los cobardes, los incrédulos y los abominables”.
¿Os llama la atención, amados míos, que precede la cobardía que todos los demás pecados? ¿Y lo imaginabais alguna vez que la cobardía podría ser un pecado grave y en concreto el primero de la serie? ¿Podrías imaginarlo esto? Si ahora lo analizamos creo que me daréis la razón del porqué la cobardía es un pecado grave.
Primero debemos decir que de la cobardía padecen muchos de nuestros fieles. Os ruego que este punto os lo recordéis, y que me lo recuerde yo también para mí mismo. No sé mañana que puede venir, no sé dónde me estaré encontrando y no sé qué cobardía podré mostrar; no lo sé. Uno no concluye anticipadamente nunca sobre el futuro sobre este tipo de temas. ¡Jamás! Aquel que anticipa el futuro y cree que será valiente, no sabe nada.
En concreto, se refiere característicamente en el martilogio de san Policarpo, obispo de Esmirna, una historia, un acontecimiento, sobre un Kointo, quien había venido desde el interior de Asia Menor a Esmirna, con unos doce Cristianos decididos a martirizarse… Es aquello que uno dice: ¡Me voy hacer mártir”… ¡Estate quieto, no digas tonterías… te vas hacer mártir…!
Es cierto que el escritor que escribe el martirologio de san Policarpo, escribe también la historia de Kointo, y la misma época, el mismo momento se busca a san Policarpo para ser detenido y está escondiéndose. San Policarpo se esconde de casa en casa y en concreto en casas de campesinos. Después llegó un momento que fue traicionado y san Policarpo fue detenido. Pero se escondía porque seguía el mandamiento del Señor, que dijo que cuando “os estarán persiguiendo os iréis marchando y escondiendo”. Este mandamiento de nuestro Señor siguió también san Policarpo, y cuando vino la hora para ser capturado, no negó a Cristo. El otro el Kointo que llegó a Esmirna, con estos doce más o menos, diciendo con jactancia y orgullo que irán al martirio por Cristo, fueron y dijeron: “¡Sabéis, nosotros somos Cristianos!” Por supuesto que los detuvieron, los condujeron a la cárcel y se determinó que fueran echados a las bestias, a los leones. ¡Cuando los condujeron al estadio para ser tirados a las bestias, se acobardaron, amados míos, y hicieron culto y sacrificio a los ídolos!
Este incidente lo refiere y escribe el biógrafo, para indicar qué cosa más insensata e imprudente es que uno se jacte de que no es cobarde, presentar heroicidades diciendo que “¡yo, yo! ¡Yo no soy cobarde!” Que no digamos grandes palabras, amados míos; no sé qué hacer, no sabéis qué haréis y cómo os comportaréis. Aquellos que los calificamos como cobardes, en un momento se pueden convertir en leones, y aquellos que puede que aparezcan como leones se manifiesten como muy cobardes a la hora de la verdad, derrumbarse y retroceder.
De todas formas debo deciros que razonando así en general sobre nuestros Cristianos, a todos nos sobrecoge una cobardía, unos poca, otros mucha; esto debe de decíroslo. Esto que viene como una nube y nos cubre a todos los fieles es la cobardía. Y esto se ve en nuestra propia vida, como lo veréis, tal como analizaremos el tema.
El hombre cobarde es lo contrario que el luchador, el combatiente y vencedor. ¿Antes qué dijo? Dijo que aquel que tiene sed y aquel que combate, lucha y vence, que venga para darle el agua de la vida. El hombre cobarde es aquel que no se hace cargo de su lucha espiritual, porque lo encuentra duro, difícil de conseguir, pero sobre todo tiene miedo a las fuerzas antíteas, antidivinas de este mundo, las enemigas de Dios. Sobre todo más que otra cosa esto. Es decir, para que entendáis, viene en antítesis, contrariedad por aquello que cree, tiene miedo a afrontarlo, y a causa de su cobardía finalmente traiciona aquello que cree.
Aún tenemos también la cobardía de la fe en tiempo de persecución. La persecución sin duda toma un gran recrudecimiento e incremento. No olvidemos que el Evangelio, y hasta sus épocas más doradas, tuvo persecuciones, porque está dentro de su naturaleza que sea perseguido. El Evangelio que no es perseguido no es auténtico. Lo diré una vez más: El Evangelio es por su naturaleza que sea perseguido, de otra manera debería desmentirse el mismo logos de Dios. Dice el apóstol Pablo: “Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución”, (2Tim 3,12). Desde el momento que uno toma la decisión de vivir la vida piadosa, será sometido a persecución. ¿Habéis visto lo qué dice? “Todos…los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución”
Y el Señor dedica su última bienaventuranza en aquellos que serán perseguidos. Dice: “bienaventurados sois, cuando os persigan, cuando empiecen a calumniaros con logos malignos y astutos” (Mt 5,11 Lc 6,22). ¡Logos y dichos astutos malignos! Dirán que este es… tal de tal manera, así de esta forma etc! “No os asustéis, las mismas cosas hicieron también a los Profetas” (Lc 6,23). Los Profetas en el Antiguo Testamento unos vivieron en unas épocas buenas, algunos otros vivieron en épocas muy difíciles. ¿Decidme, quién Profeta no ha sido perseguido, quién?
¡Si os digo que incluso el mismo Moisés peligró de ser linchado por los Hebreos que quisieron retornar atrás en Egipto! Y apenas le dio tiempo a Moisés (¡Moisés era el Guía conductor y Profeta!), apenas se libró de ser linchado junto con su hermano Aarón, y fueron en el arca del sacrificio a esconderse de aquella multitud maniática. Y allí bajó inmediatamente la divina doxa y alejó a los perseguidores: Y dijo el Dios “¡ha llegado la hora para machacarlos y mutilarlos a todos estos!”
No hay nadie que quiso vivir la vida de Dios, vida de piedad y que no haya sido perseguido. Que lo sepáis bien esto. ¡Evangelio que no es perseguido no es auténtico!
Entonces… entonces diríamos que siempre existe persecución del Evangelio por la ironía, por el desprecio, por la burla, por las oposiciones de nuestros familiares etc… La Santa Escritura no se desmiente cuando dice “y los enemigos del hombre son sus familiares” (Mt 10,36). ¡El Señor perifrásticamente, sobre esto, cuántos logos dijo! “El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y los harán morir. Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mt 10,21 Mrc 13,12). Persecución, hasta…hasta el martirio de la sangre. Todo este recrudecimiento es un martirio.
Eh, pues, la cobardía, en cualquier punto de este escalonamiento se encuentra también tu época, si muestras cobardía, entonces perteneces a la categoría que dice “Pero los cobardes …tendrán su parte en el lago que arde incesantemente con fuego y azufre, que es la muerte segunda”, que es la peor. ¡Por tanto percibís y entendéis que el tema de la cobardía es una cuestión y asunto muy grande!
Veis a un niño que va al colegio y se burlan sus compañeros porque se santigua, porque va a la Iglesia, porque va a la catequesis, y entonces quizá vuelva en su casa y diga “no vuelvo a ir a la Iglesia, no me santiguo más, porque los niños se burlan de mí”. Esto es cobardía. ¿Lo habéis oído? Que Dios nos guarde y nos proteja.
Aún, en los momentos difíciles, la cobardía es esto que sentimos delante de los tribunales humanos y las torturas humanas. ¿Creéis que tantos de los Cristianos que fueron conducidos delante de reyes y soberanos, (lo dijo el Señor: “vosotros daréis cuentas, os pedirán apología-alegatos, defensas”), todos estos ha dado la buena apología? ¿Así pensáis y creéis? No, no es así, amados míos; ha habido también aquellos que abandonaron la lucha a causa de la cobardía y sacrificaron a los ídolos. Son las figuras grises de nuestros Cristianos.
Por eso también el apóstol Pablo escribe a Timoteo sobre esto: “Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor Jesús Cristo, ni de mí, que estoy preso por Él, sino co-participa o co-padezca, sufra mal trato de las aflicciones junto conmigo para la jaris-gracia el Evangelio con la dinami potencia y energía de Dios” (2Tim 1,3).
Y san Cirilo dice sobre esto: “¿Tienes vergüenza a santiguarte? Por qué tienes que avergonzarte. ¿Porque se consideraba el instrumento en el cual mataban a los criminales, a los asesinos? Por tanto, si Cristo no se hubiera resucitado, entonces que me avergüence a santiguarme. Pero ya que el Cristo resucitó, me santiguaré, porque si el Cristo ha sido crucificado y resucitó, no tengo vergüenza en santiguarme”. Esto es una cosa grandiosa. Porque ahora sabéis definitivamente que la cruz se ha consagrado. Pero hubo una época que la cruz o santiguarse se consideraba objeto de burla y desprecio. Por eso dice que nadie tenga miedo, ni avergonzarse a dar su testimonio para el Señor Jesús Cristo, pero también que se santigüe haciendo Su santiguación. Y el martirio que el Cristo llamará a cada uno que sufra, que no se avergüence, porque se burlaban del que se sometía a martirio.
Os recuerdo, no tiempos lejanos, apenas ciento cincuenta años atrás, amados míos, el martirio de san Gedeón que martirizó aquí a lado en Tírnavo (un pueblo), más o menos diecinueve siglos después de Cristo y que su martirio lo festejamos el 30 de Diciembre. ¡Su martirio fue terrible y horroroso! ¡Le quitaron la piel, le pusieron los entresijos de una oveja con sus estomago encima de su cabeza, le pusieron al revés como un burro y le paseaban desnudo en las calles de Tírnavo para ridículo y humillación! Porque aquel que será sometido a martirio le humillan y le ridiculizan por las calles.
Por eso dice aquí el apóstol, “¡no te avergüences de dar testimonio, ni de mí, que estoy preso en Roma por cuenta de nuestro Señor Jesús Cristo; ni te avergüences de mí, sino que co-participa, co-padezca, sufra el maltrato de las aflicciones por el Evangelio”! Mirad que verbo utiliza: “co-padecer”; pone la preposición “co” para indicar que el Evangelio ya sufre, padece, es maltratado. Es esto que os dije, que el Evangelio es martírico.
Por tanto, ya que el Evangelio trasmitido padece y es maltratado, se debe, tú que estás predicando y transmitiendo el Evangelio ocuparte de co-padecer y ser maltratado con el Evangelio. ¡Es muy bello esto, vale! ¡Co-padecer, ser maltratado con el Evangelio, pero “según la dinami potencia y energía de Dios”!
“Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de dinami, de amor, de autodominio y corrección propia” (2Tim 1,7).
Finalmente, diríamos que tenemos también la cobardía delante del cruciforme Evangelio y también nuestra tendencia hacia la vida mundana, la pecaminosa.
El Evangelio es cruciforme, ¿Estáis de acuerdo o no? Abridlo y lo veremos; dice tantas cosas que muestran su imagen-icona cruciforme, que indican su mal trato. ¿Temes a aplicarlo, hermano mío? Temes porque quieres los placeres del mundo. ¿Qué eres pues? Eres cobarde. Es una cobardía delante de la vida espiritual; temes la vida espiritual. De este tipo de Cristianos tenemos muchos, amados míos; debo decíroslo, pero lo digo con tristeza.
Sobre esto escribe san Arezas. “¡Cobardes llama aquellos que voluntariamente presentan una voluntad débil, y así se vuelven de forma hedonista y placentera hacia las cosas de este siglo!”
¿Por qué no permaneces continente, hermano mío? ¿Por qué corres detrás de los vicios y de las inmoralidades y no permaneces continente? ¿Temes? ¿Por qué temes?
Os lo dirá el cobarde: “Para no enfermar, para que no me vuelva loco”, eso dice. Escuchad: “¡Para que me vuelva loco! ¡Y los padres empujan a sus hijos a la inmoralidad, para que no se vuelvan locos por permanecer continentes! Los empujan a la vida mundana, no vaya ser que se conviertan en hipocondríacos, melancólicos o quizás se conviertan en psicópatas, si no salen a divertirse en fiestas y a distraerse. Esto, amados míos, es cobardía.
Después son los incrédulos, los infieles. “Pero los cobardes e incrédulos…”. Tal y como vemos aquí, el tema de la fe o incredulidad tiene dos caras. Una cara son los incrédulos al divino llamamiento; aquellos que fueron llamados por Cristo según lo “andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados” (Ef 4,1), que dice a los Efesios el apóstol Pablo, y que caigan, amados míos, de esta llamada por distintas razones, y finalmente aparecen y se ven como poco fiables e indignos de esta llamada.
Nuestro Bautismo, como sabéis, es una llamada divina, y cuando no correspondemos a los requerimientos del santo Bautismo, es infidelidad. Decimos: no tengo fe en esta persona, no me fío; es decir, no es digno de confiar. Por la parte comercial lo decimos muchas veces esto. Veis que la infidelidad, desconfianza es una cosa importante.
Aún infidelidad o desconfianza es cuando tomamos responsabilidades de divinas economías como es el sacerdocio u otros servicios dentro en la Iglesia. El apóstol Pablo dice allí: “Somos diáconos, servidores de los misterios de Dios; somos economos, administradores de los misterios de Dios” (1Cor 4,1). Por tanto, si uno se ha hecho cargo de ser sacerdote, orador del logos de Dios, liturgo (instrumento) u oficiante de Dios, catequista, incluso laico, o cualquier otro diaconema-servicio que se ha hecho cargo, y no se hace responsable y consecuente frente a la diaconía-servicio, este es infiel, es decir, es de desconfianza e indigno.
Oíd cómo lo dice el Señor en una parábola en el evangelio según Luca 12, 42 y en Mateo 24,45: “¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo?”, (Mt 24,45), que es la Iglesia. La Iglesia, ella es la “la psicoterapia, terapia y sanación”. La Iglesia determina al otro que sea el responsable en una sección dentro en la Iglesia. ¿Y si aparece como no digno de confianza? ¿Qué cuentas daremos nosotros los sacerdotes? ¿Qué cuentas daremos, amados míos, delante de Dios? Según cómo y cuánto hemos pastoreado divino-filológicamente o no a Su rebaño… si hemos sido dignos de confianza… si hemos sido Sus ecónomos prudentes, Sus buenos administradores o no.
¡Muchas veces lo pienso esto y digo que Dios tenga misericordia de nosotros! ¡Que Dios nos tenga misericordia! ¡Omisiones, infracciones! ¡En cantidad! ¡Multitud! El Señor que nos ayude, y nos tenga misericordia, por lo menos que entendamos, aunque sea elementalmente, poder ser ecónomos fieles, a la medida que nos sea posible. Y vosotros también, por favor os pido que oréis por nosotros. Que oréis, porque lo dice en alguna parte el apóstol Pablo. Por qué, qué más quisierais que fuéramos fieles ecónomos, administradores de los misterios de Dios (1Cor 4,2). Porque lo pide por el laós-pueblo que se encuentren (por supuesto los Apóstoles), fieles ecónomos, administradores de los misterios de Dios.
Pero en el tema de la incredulidad también está la otra cara o faz. Son los incrédulos comunes que no creen a la persona zeanzrópina-divino-humana de Jesús Cristo. Veis que me quedo continuamente en Jesús Cristo, porque a Dios muchos no Le niegan. ¡Otra cosa es que construyen un Dios a sus medidas, tal y como lo juzgan y razonan ellos; en concreto un Dios que es como si no sintiesen ninguna responsabilidad frente a Él; dicen no nos ve Dios, y viven un deísmo –Deismus– es decir, un Dios dual, un Dios el Cual no tiene ninguna relación con Su creación ni se ocupa de los hombres! El Dios se sienta en Su bienaventuranza y no tiene ninguna relación con Su creación. Los hombres pueden pensar en Él y nada más. No tienen ninguna responsabilidad frente a un Dios de este tipo deístico. Por tanto, frente a Dios existe una tendencia y una fe. No es esto. El criterio de la fe es la persona zeantrópina-divino-humana de Jesús Cristo. ¿Lo habéis escuchado? Este es el criterio de la verdadera fe.
Por tanto, estos son incrédulos. Y el fenómeno amplio de esta incredulidad empieza por el incumplimiento de algunos puntos de la enseñanza de Cristo hasta el pleno ateísmo.
Cuando uno te diga que esto de la Santa Escritura no lo acepta, porque lo cree exagerado, de que no está escrito para él, sino que es para los monjes, por ejemplo, para los clérigos, cuando tiene estas objeciones, esto significa que éste no cree. De este punto de la objeción y duda sobre algunos puntos del logos de Dios hasta el pleno ateísmo, en todo este círculo o fenómeno, en cualquier punto que se encuentre este ser humano es incrédulo, y por consiguiente será juzgado.
Tercero: “Pero los cobardes y lo incrédulos y los abominables…” (Ap 21,8). ¿Quiénes son estos abominables? Literalmente los asquerosos. Os ruego en este punto, es decir, esta categoría de gente que la tengamos mucho cuidado. Abominable es el que tiene encima de él la abominación, la asquerosidad que produce asco; es esto que decimos a veces: ¡qué asco me da esta persona; me da asco este tipo! O sea que lo traduciremos los asquerosos.
¿Y cuáles son estos asquerosos?
La característica la da Dios. Yo no puedo decir para el otro que es asqueroso; esta característica la da Dios. ¡Y el asqueroso es aquel que tienes sus ropas sucias, el que no está lavado ni él ni sus prendas? ¿Quién es este asqueroso?
Oíd, amados míos; existen algunas concepciones que son atribuidas al hombre abominable, al asqueroso.
La primera concepción sería cuando el hombre fiel, el bautizado, deprecia a Dios y viene en contacto con la idolatría o las costumbres idólatras. Él es un hombre muy asqueroso, porque la idolatría es abominación, es asquerosidad. El Dios detesta, y le da asco la idolatría, por consiguiente, el que vive idolátricamente es abominable, es asqueroso.
Es decir, si uno se ha bautizado Cristiano Ortodoxo, y se hace Masón, ya que la Masonería es otra religión, y en concreto idolátrica, entones éste es asqueroso, porque participa en misterios asquerosos, tal y como son los Misterios de Eleusís, los órficos, los misterios de Isis y cualquier otro tipo de misterios. Estos mismos hombres lo dicen que se han prestado e incorporado elementos de todos estos misterios, que los utilizan y los revelan progresivamente al iniciado mientras va ascendiendo de grado en grado. Y todos los grados de la iniciación (masónica), lo sabéis que son treinta y tres. Puede ser quizás que el del primer grado no entienda muchas cosas, pero mientras se va avanzando en la iniciación, tanto más se hace más comprensible ya dentro de los misterios idololátricos. Así que, si un Cristiano Ortodoxo se hace Masón, es abominable, es asqueroso. ¡La broma es que los Masones consideran a los no Masones sucios, no limpios y abominables! ¡Esta es la broma… si es que es broma!… ¡Si es que es broma!
Después cuando uno toma parte en fiestas populares ilícitas, como por ejemplo el carnaval, amados míos, es igual de abominable. ¿Habéis ido alguna vez a una fiesta de carnaval, amados míos? Si fuisteis en fiesta de carnaval, que es residuo de la idolatría, sois abominables, y no digáis que “yo no soy Masón”; este tema concierne a otros. Habéis visto qué costumbres locales existen…
Por tanto, si alguna vez habéis ido en fiesta de carnaval o fiestas de carnavales, amados míos, si habéis ido, pues, que lo sepáis: el hombre que va es abominable.
Aún son los ἀναστενάρηδες anastenarides (saltitos que se realizan sobre las brasas por gente en éxtasis, más bien borrachos, una fiesta en una parte del norte de una pequeña región local de Grecia), porque allí tenemos un residuo de los antiguos misterios Órficos. ¡Y en general, habéis visto cuánta propaganda se hace cuando hacemos, como sí, reavivamiento de las costumbres antiguas idólatras, como pretexto para la tradición! Si participamos en estas costumbres idólatras, sin duda alguna somos abominables. No hace falta mucha filosofía para que lo entendamos.
Acordaos de los Hebreos, que cuando retornaron en la tierra prometida se engañaron, y fueron y comieron al laós-pueblo de al lado, en los Madianitas, y arrastrados por ellos, comieron de los sacrificios que se ofrecían a Baal, Belfegor y cayeron en la fornicación, es decir, cayeron en celebraciones y liturgias idólatras y el Dios los castigó duramente, (Núm 25,1-9)
Algo análogo dice el Dios por el profeta Osías: “…Ellos acudieron a Baal-felgor, se apartaron para vergüenza, y ellos que antes eran tan amados por mí, tan abominables se hicieron como aquello que amaron” (Os 9,10), se acercaron en cosas que son dignas de vergüenza. Em pues, está claro, porque…cuando, qué queréis que os diga… Me da vergüenza que ponga en vuestros oídos tales cosas, me avergüenzan… ¡Estas cosas que se hacen en algunas fiestas, para enseñar sus órganos genitales, de la naturaleza y las sacan en procesión, para mostrar la fecundidad…! ¡Horroroso, asqueroso, abominable!… Por eso dice el Dios; “acudieron a Beelfegor Baal-peor”, que es el dios de la fecundidad, “y se alejaron de Mi y cayeron en cosas vergonzosas, tan abominables se hicieron estos que antes eran para mi tan amados”. ¿Lo veis?
Segundo. Abominables son los que cometen praxis contranatura, principalmente, y de esta manera maltratan, atacan ofenden la misma naturaleza. ¡No maltratan y atacan la Ley de Dios, sino que atacan y maltratan la misma naturaleza!
Hoy en día las praxis antinatura han llegado a tal dimensión y extensión, a tal descaro y vergüenza que podemos decir que todas estas cosas constituyen una señal de los ésjatos últimos tiempos y acontecimientos. Esto lo dice san Jerónimo, y se apoya exactamente sobre el logos del Señor. El mismo Señor dijo: “y tal como se hizo en los días de Lot… (entonces en Sodoma y en Gomorra), así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste” (Lc 17, 27-30). Cuando venga el Cristo, las mismas cosas se estarán haciendo.
Por supuesto que allí tiene un carácter más amplio; tiene aquella despreocupación de los Sodomitas. Sembraban, edificaban, comerciaban… pero vivían también sus pecados, es decir, en otras palabras aspiraban al efdemonismo, bienestar material, hedonismo y culto al cuerpo-sarkolatría de tal grado de perversión como esto que existe hoy en día también en nuestra época! (1980). ¡Tremendamente terrible!
San Jerónimo dice que cuando el pecado de la homosexualidad encima de la tierra se hará mucho y extenso, entonces vendrá el Cristo en el mundo. ¡Y este pecado se añade continuamente y se extiende en masas más amplias! (Y hoy abril 2020 ya superando Sodoma y Gomorra con creces, con el mariconeo universal)
¡Atención, amados míos! ¡Qué Dios nos guarde y nos proteja! Sin duda los que escuchan el logos de Dios están liberados de estos pecados, creo. ¡Qué Dios nos guarde!… ¡Que Dios guarde y proteja también a vuestros hijos!
No obstante todos estos son considerados abominables.
Abominables, incluso, son también los que se encuentran al servicio de la Bestia o del Anticristo o del Pseudoprofeta, tal y como es la coexistencia de la cualidad cristiana y de la marxista. ¡El que quisiera ser Marxista por conciencia y a la vez Cristiano concienciado, no puede, esta cosa es inconcebible! Uno es materialismo y ateísmo y lo otro es el Cristianismo. Estas dos realidades el que quiera aliarlas, conciliarlas en su interior y vivirlas, éste entra en la orden y servicio del Anticristo, de la Bestia o del Pseudoprofeta, y en consecuencia, éste también es abominable, asqueroso.
Cuarto. Se refieren también a homicidas, los criminales, los asesinos: “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y los homicidas” (Ap 21,8). Homicidas son los de todo tipo de asesinos y criminales. Primero son los asesinos comunes; son estos que matan una persona, son los criminales comunes.
Después son los que destruyen la paz y crean situaciones bélicas de guerras.
Después son aquellos que se matan a sí mismo, son estos que se suicidan.
También son los que destruyen la salud de la gente y los hacen morir rápidamente, sea directamente, sea indirectamente, para ganar dinero. Es decir, tienen en sus mentes sólo el beneficio, el dinero y no les importa la salud de las demás gentes.
Es decir, se reduce la vida de los otros seres humanos, única y exclusivamente para que ellos llenen de dinero sus bolsillos y sus cuentas corrientes.
Y finalmente son todos aquellos que matan a los embriones, que hacen abortos. Es cierto que todas estas cosas que ahora os he dicho, ahora… me diréis: ¿Y los asesinos comunes? ¿Y los que hoy en día ensalzamos como dragones y decimos “viva el dragón tal… por qué no? Todos estos tienen sus razones, sus posiciones y sus justificaciones; especialmente en el último caso que dicen “¿y por qué es un asesinato un aborto? Es asesinato un aborto, porque sencillamente una vez hecha la concepción tenemos ser humano. ¡Desde la concepción simultáneamente también es ser humano! ¿Cómo quieres ver al hombre? ¡Verle preparado, entero y que te diga buenos días mamá y buenos días papa!, ¿y entonces será ser humano? Cuando ya el futuro ser humano se va haciendo, formando dentro en las entrañas de su madre, ¿éste no es ser humano? Pues, es ser humano entero. ¡Es hombre entero… pleno! ¡Su plenitud aún no se ve, pero es hombre pleno! ¡Sólo tomará alimento para que se vaya desenrollando, sobre lo demás es pleno-pleno-en plenitud ser humano! Por eso decimos: Una vez la hecha la concepción simultáneamente es ser humano; ¡desde el momento que un ser humano es concebido en las entrañas de la mujer, desde aquel momento es un ser humano! Así podemos decir, amados míos, que los abortos también son asesinato, homicidio.
Quinta categoría de los pecadores: “Pero los cobardes y los incrédulos, los abominables y los homicidas y los fornicarios/lujuriosos” (Ap 21,8). Estos son los inmorales, indecentes y depravados. Son los que cometen todo tipo de indecencia…
…Y lo primero es la fornicación, lujuria, la indecencia, la que es antes del matrimonio. Argumentos sobre esta se presentan en abundancia, os los dije también antes: Que no me vuelva loco, que no sufra alguna psicosis, yo o mi hijo o todo lo demás.
No amados míos: ¡hace falta autodominio y continencia hasta el momento del matrimonio! Esto dice el logos de Dios. Cada praxis fuera del matrimonio y antes del matrimonio se considera fornicación/lujuria, prostitución.
Es también el adulterio que se hace con una tercera persona, mientras existe el matrimonio. Uno naturalmente es más gordo que el otro. ¡Se ve que en nuestra época el adulterio ha tomado dimensiones tremendas; así por variedad y por gusto! Y por las dos partes, tanto por parte del hombre, que históricamente precede, y por la parte de la mujer, porque también en esta sección por motivos y movimientos feministas, la mujer quiere igualarse con el hombre.
Y la homosexualidad, más también cada forma natural de perversión de la procreación es indecencia, inmoralidad.
Todo esto está subordinado en la categoría que se refiere “tendrán su parte en el lago que arde incesantemente con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Ap 21,8).
Sexto caso de los pecadores son los φαρμακοί farmakí ((los fabricantes de venenos fármacos, drogas, cócteles y hechiceros).
Literalmente son los que envenenan y metafóricamente son los magos, los hechiceros e hipnotizadores (y los fabricantes de Drogas). En el Nuevo Testamento se dice la palabra γόης góis encantador, amigo. Por eso se dice también γοητεύω (goitevo) encantar, y poco a poco la palabra ha recaído, y decimos te encantaré, te haré magia o hechizo.
De todas formas es el catálogo de estos que se ocupan con la magia y el círculo de la magia es largo; son de muchas facetas y muchos tipos. Desde las drogas y el sencillo quitar el mal de ojo, con agua y aceite o con carbón, o con sal, hasta el espiritismo, los médium y hasta las supuestas disoluciones de las magias y de la magia negra, es decir, allí donde iremos hacer magia para arruinar a un ser humano. Todas estas cosas son una categoría que no es aceptada por Dios, es culto y arte del Diablo y son condenados por el Dios. Por san Cirilo de Jerusalén todo este círculo se llama kakoteknía– arte mala.
“De las kakoteknías-malas artes alejaos”, dice. Kakoteknía es todo aquello que tiene relación con la magia.
Todas estas cosas, amados míos, las señala la Santa Escritura de la siguiente manera, tomaré dos del Antiguo y uno del Nuevo Testamento:
Deuteronomio 18, 10-12: “No sea hallado entre vosotros mi pueblo quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos”, dice el Dios, y el laós-pueblo de Dios es la Iglesia. Es decir, no puedes ser Cristiano y ocuparte de la magia o de la adivinanza.
¿Y sabéis lo que es la adivinanza o superstición? ¡Adivinanza o superstición por ejemplo es creer de algo que nos irá bien por subir o bajar un escalón con el pie derecho o el izquierdo! ¡Allí adivinamos! Si subimos una escalera, y ha llegado nuestro pie izquierdo a subir primero entonces decimos: ¡ah, no me va a ir bien! O si nuestro derecho pie se fue al primer escalón, decimos: ¡Me irá bien! ¡Estas cosas son… las que vivimos diariamente, las que vivimos… continuamente, hasta correr por ahí buscando revelaciones dentro de mesitas espirituales y a los médiums! Y el que pregunta a los muertos, es el espiritista, porque supuestamente llama a los espíritus de los muertos. Por tanto, todas estas cosas son “abominables, asquerosas” a Dios!
Y el libro del Éxodo 22,18, apunta: “A los φαρμακοί farmakí (los fabricantes de venenos fármacos, drogas, cócteles y hechiceros), no dejarás que vivan”. Es decir, a los magos no los dejaréis que vivan; los eliminaréis. Y en el Nuevo Testamento el apóstol Pablo en Timoteo 3,13 apunta: “mas los astutos malos hombres y los magos, encantadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados también los mismos”.
El profesor Brasiotis, ya bienaventurado, en su libro notas sobre el Apocalipsis, apunta: “¿Si acaso por qué no pueden ser considerados como magos también aquellos que utilizar la oratoria, el arte, la literatura y la belleza corpórea, física y etcétera?”.
Sí, amados míos, debo deciros esto también. Los oradores encantadores son varios demagogos, varios guías, instructores que arrastran psiques a la perversión y al vicio. Son magos del logos.
La magia del arte es el cine, la televisión, el teatro, el baile, la pintura cuando estas cosas. arrastran a los hombres al pecado. Y esto es encantamiento, magia. Del arte de escribir la magia es la literatura, la filosofía y la pornografía. ¡Cuántas literaturas de este tipo se escriben y se venden como obras literarias, libros etc…, que arrastran a los hombres y los alejan de la sencillez en Cristo! Y estos también son magos de escrituras, están también en la misma categoría, allí donde están los φαρμακοί farmakí (los fabricantes de venenos fármacos, drogas, cócteles y hechiceros),
Y a lo referente a la gracia corporal, lo sabéis, que es la moda; son todas estas cosas de moda que lanzan y promocionan la moda a la gente. La gente quiere vivir de acuerdo con la moda, y así se seducen sus psiques-almas y sus cuerpos y caen al pecado. ¡Qué son estas cosas de belleza! Son magia. ¿Qué es el desnudismo, por favor? Son todas estas magias que conducen a los hombres lejos de Dios.
Y la última categoría de los pecadores, amados míos, son los idólatras, “los idólatras… tendrán su parte en el lago que arde incesantemente con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Ap 21,8), es decir, todos aquellos, que escribe el apóstol Pablo en el capítulo 1º a los Romanos, los que “ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador” (Rom 1,25). Son aquellos que respetaron la creación en vez de Dios Creador, y cambiaron la verdad de Dios por la mentira. El fenómeno, fasma abanico de la idolatría es muy amplio, tanto en su consideración teorética, como en la consideración práctica. La consideración teorética es la negación de Dios, es la deificación de los bienes materiales, de las ideas, del matrimonio, del propósito de la vida etc… Y estos a continuación constituyen, diríamos, también la consideración práctica de la idolatría.
Me gustaría constataros sólo un punto, porque puede que os extrañe, es decir, el matrimonio… Sí, sí, el matrimonio. Cuando uno convierte en propósito o fin el matrimonio, y todo lo demás lo convierte en medios que servirán a este propósito y fin. Os diré un pequeño ejemplo, que os caeréis por las nubes. En concreto este ejemplo no es mío; es de un ortodoxo extranjero. Dice uno:
“Robo para mantener mi familia. Cuando me detengan y me digan, ¿por qué has robado?, yo sencillamente con la convicción de mi argumento digo: porque quería alimentar, mantener y vivir mi familia”. Este hombre que roba para que viva su familia ha hecho su familia un falso ídolo, porque ha hecho propósito y fin de su vida su familia.
Cuando una mujer viuda no tiene dinero para vivir y mantener a sus hijos y se prostituye, si la preguntáis, ¿por qué has hecho esto? ¡Es terrible esto!, responde; ¿Qué iba hacer páter mío; cómo iba a mantener y dar de comer a mis hijo? ¡Veis! Ella ha hecho ídolo a sus hijos.
Que nos os impresione y asombre esto; estas posiciones están muy expandidas por todas partes. ¡Os las revelo, para que salgamos de una situación insospechada, de que supuestamente no somos idólatras! Si salimos y empezamos a decir qué quiere decir “soy cumplidor de la ley de Dios, y no soy idólatra”.
Os dije que es digno de destacar el “cambiaron la verdad de Dios por la mentira”, porque esto significa que la percepción falsa sobre Dios es desde la negación hasta la tergiversación de la gnosis de Dios. Esto quiere decir, cambio, altero. Si añadimos elementos extranjeros a las cualidades de Dios, o si quitamos y decimos “no es así el Dios, es así”, también esto es un, cambio una alteración de la verdad de Dios. Volveré a decir la frase: ¡cambiaron, alteraron la verdad de Dios por la mentira!
Y los hombres también que aceptan la suerte, son idólatras. Es decir, estos que compran y aceptan la suerte, son idólatras. Es decir, estos que compran loterías, juegan las quinielas y etcétera, son idólatras.
Sí, sí, sí. Los antiguos Helenos-Griegos decían “los hombres han creado el ídolo de la suerte, gracias a su propia pereza” (Dimócrito. “Ética” B 119 /1). No tiene mucha importancia con esto, pero tiene una palabra que es útil, o sea que decían: el ídolo de la suerte. Así que, los antiguos crearon el ídolo de la suerte. Sí, la suerte es ídolo, porque si creemos en la suerte no creemos en Dios. ¿Podemos creer en Dios y también en la suerte? O uno creerá en Dios y en Su providencia, el que ve y se cuida de todo, o creerá en la suerte. La suerte es una región del universo donde allí no domina ni la gnosis ni la presencia de Dios; esto quiere decir suerte. ¿Lo aceptas esto? Esto significa que reduces y alteras la verdad de Dios, entonces significa alteras y cambias la verdad de Dios y la fabricas y la haces mentira.
Y también el que uno sostenga que la génesis (generación) es automática es idolatría. Es decir, que uno diga que el mundo se ha hecho sólo, los hombres y los animales se han hecho por sí mismos, que la génesis de ellos es automática.
Y la afirmación y perseverancia sobre la eternidad de la materia, que dice el Materialismo, de que existía, existe y existirá un fuego eterno, esto también es idolatría, pecado, como también la convicción sobre la omnipotencia del ser humano, la grandeza de las obras del hombre.
Todas estas cosas constituyen idolatría; son alteración de la verdad de Dios por la mentira y por consiguiente el culto del ídolo de Dios, que es la creación.
Habéis oído lo que dije: el ídolo de Dios es la creación. Lo dice el apóstol Pablo, “su eterna dinami y deidad”, Su eternidad, Su sabiduría, todo esto está reflejado dentro en su naturaleza (Rom 1,20). Uno debe ver estas cosas y elevar sus ojos hacia Dios. Cuando diga que la sabiduría de Dios no es el Dios sino la naturaleza es la sabiduría, entonces adora o hace culto al ídolo de Dios, que es la creación, exactamente esta que indica la sabiduría y la dinami (potencia y energía increada) de Dios.
No es al azar, amados míos, que también san Juan el Evangelista termina su muy teológica primera epístola con esta frase: “¡Hijitos míos, guardaos, vigilaos a sí mismos de los ídolos!” (1Jn 5,21).
“Y todos los falsos y embusteros” (Ap 21,8). Esta, amados míos, es la característica general sobre los siete pecados anteriores, las siete grandes categorías de los pecadores. Estas siete categorías allí se sujetan. “Y todos los falsos y embusteros” (Ap 21,8). ¿Qué quiere decir esto? Falsos y embusteros se llaman porque han vivido, cometieron y experimentaron el “no ser”, “lo no existente”, aquello que no es verdadero, en el sentido amplio de la concepción. El pecado en general se caracteriza por la mentira, el embuste, porque es lo contrario a la verdad, que es la virtud, la bondad, el bien y el Cristo.
Es digno de destacar que, tanto la mentira como también la verdad, no se escriben por el evangelista Juan con el sentido racionalista, (como los Helenos-Griegos que dicen, digo mentiras) sino en el sentido y concepción vivencial empírica, es decir, hago, realizo mentiras o hago, realizo verdad. En el Apocalipsis san Juan dice: “y todo aquel que ama y hace la mentira” (Ap 22,15). Y en su evangelio 3,21 dice: “El que hace, realiza la verdad viene hacia la luz”, el que hace obras de acuerdo con la verdad viene hacia la luz (increada).
La posición de todos los pecadores, amados míos, es “el lago que arde incesantemente con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Ap 21,8). Es una icona-imagen del Infierno y se identifica con aquello que dijo el Señor sobre la gehena del fuego (Mt 5,22·18,9 Mrc 9,47).
Lago por sinécdoque o antonomasia significa acumulación de todo líquido, y por consiguiente, es el espacio aquel limitado dentro en el cual se mueve el azufre fundido. Es una icona-imagen del lago ardiendo con el azufre, que dice Isaías: “la ira de Dios es como un lago que está ardiendo con azufre” (Is 30,33).
Pero también el castigo de Sodoma y Gomorra, donde el Señor llovió azufre y fuego desde el cielo sobre Sodoma y Gomorra (Gen 19,24), tenemos el tipo histórico del Infierno. Lo importante es que el Infierno es la segunda muerte, es decir, la separación del hombre de Dios.
El Infierno, amados míos, es una realidad, y si queremos no ir allí, seguiremos a esto que dice san Siluán el Athonita: “Mantén tu nus, (mente y espíritu) al Hades y no te desesperes”. Amín.
Unidad 69 Apocalipsis 21, 9-14 Los misterios de la nueva ciudad, 1ª parte. Acercamiento a los logos-verbos inefables e increados con iconas, colores, simbolismos y números.
Homilía 90 «Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete bombonas llenas de las siete últimas plagas, y habló conmigo, diciendo: Ven, yo te mostraré la novia, la esposa del Cordero [la Iglesia triunfante]. Y me llevó en espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo [el reinado de la realeza increada] de Dios, teniendo la doxa (gloria Luz increada) de Dios» (Ap 21,9-10).
Ya que el divino Evangelista, amados míos, nos ha preparado con la icona-imagen de la Iglesia, que bajaba desde el cielo y de Dios, como nueva Jerusalén y como novia, ahora viene a guiarnos, digamos, a los misterios de esta polis-ciudad y de esta novia. Naturalmente el mismo es guiado por un Ángel, como habéis visto, que es el mismo Ángel que le indicó “la gran prostituta, ramera” que se sentaba encima en la bestia roja.
San Andrés de Kesarea escribe: “Éste que indicó el castigo que merecían a aquellos, es decir, la prostituta-Babilonia, la bestia, el Diablo, el Anticristo y etcétera, el mismo Ángel indica ahora a san Juan la bienaventuranza, felicidad de la Iglesia. El mismo Ángel indica también estos dos misterios.
Y para novia-Iglesia, oíd esta exposición muy bella que escribe de nuevo san Andrés de Kesarea: “Correctamente dice aquí que el Cordero tiene la Novia. Y le dice Cordero porque el Cristo fue degollado encima de la cruz como Cordero, y con Su propia Sangre se casó con la Iglesia. Es decir, tal como Adán fue sometido en éxtasis e hipnosis, para que se le fuera quitada la costilla, que se haría la materia de la creación de la Eva, de manera similar también el Cristo se hipnotizó/durmió, murió encima de la cruz y de Su costilla fue quitada/salió, sobresaltó la Iglesia”. ¿Cómo? Esto se hizo cuando sobresaltó por Su costilla sangre y agua, que son los dos Misterios, el Bautismo y la divina Efjaristía, y que estos dos Misterios consisten la Iglesia”. De similar manera, pues, tal y como sucedió entonces en Adán con la Eva, esto sucedió también con el Cristo y la Iglesia.
Por supuesto que el Cristo y la Iglesia son el prototipo, y la creación Adán y Eva son la icona-imagen. No tiene importancia que históricamente precede la creación de Adán y Eva, la importancia es que constituye icona-imagen de este gran Misterio Cristo e Iglesia, según el apóstol Pablo (Ef 5,32).
Sin duda alguna que se trata de la apocálipsis-revelación de dos misterios, cuando el ángel indicó la mujer prostituta, la Babilonia, que se sienta encima de la bestia, las fuerzas antíteas, opuestas a Dios, que cabalgan encima del Anticristo, y ahora indica el misterio de la Iglesia, “la novia del cordero”.
Y allí en la presentación de la prostituta-Babilonia como mujer (Ap 17,1), indica el misterio de la iniquidad y las profundidades del Satanás. Es el misterio de la iniquidad, porque cómo es que el hombre o mejor dicho, cómo es que seres lógicos que podrían estar agradables y felices cerca de Dios, que vivan su alejamiento, igual que es el Diablo. Y el Diablo expresa exactamente este misterio de la iniquidad y arrastra todos aquellos que siguen esta reacción, la revolución y la revuelta contra Dios.
¿Os habéis preguntado alguna vez por qué el hombre se revela y se alza contra Dios? ¿Si Dios es la fuente de la felicidad, es la Autovida y la Autoluz, por qué el hombre se va de allí y en general los seres lógicos? ¿Por qué se van? ¿Lo habéis examinado alguna vez esto? Me diréis que se mueven libremente. Por supuesto que así es y que Dios esto lo deja, ¿pero por qué uno utiliza su libertad siguiendo el mal? ¿Por qué?
No existe respuesta fácil, amigos míos. Realmente es un misterio. Así de misterio es el mal, y en concreto, dentro en el mismo libro del Apocalipsis este misterio se llama “las profundidades del Satanás” (Ap 2,24).
Y misterio aún, amados míos, es por la otra parte también la manifestación de la novia-mujer, el misterio de la Realeza increada de Dios, y uno allí ve el misterio de la agapi de Dios, el misterio de Su sabiduría y el misterio de Su dinami (potencia y energía increada); ve también todas estas cosas sobre Sus creaciones, y sobre todo del ser humano, el hombre.
«Y me llevó en espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo [el reinado de la realeza increada] de Dios, teniendo la doxa (gloria luz increada) de Dios» (Ap 21,10)
La vista/expectación de la Jerusalén de arriba, como polis-ciudad espiritual y celeste, requería también una posición análoga del sagrado Evangelista; es decir, su transportación en espíritu en “montaña alta”; este es el éxtasis, su transportación en espíritu.
¿Pero qué significa la transportación en espíritu o éxtasis? San Andrés de Kesarea dice que “es de una manera un éxtasis, extensión del hombre para poder salirse, marcharse de las situaciones terrenales del hombre levantándose y elevándose a una altura para poder oír los “logos inefables e increados y a expresarlos”; tal y como los expresa siempre con iconas en el libro que ahora analizamos, el libro del Apocalipsis. Por tanto, es esta resurrección del hombre, salirse de las realidades acostumbradas y de las cosas comunes.
Además también la introducción de cada fiel a estos “logos inefables e increados” es una cuestión de vivencia, experiencia personal del misterio de su salvación. No lo olvidemos esto, amados míos.
No quiero decir que esto será fuera de Iglesia, porque nada se puede hacer fuera de la Iglesia. Cuando aquí hablo de vivencia personal, no quiero decir que será algo fuera de la Iglesia. Os lo vuelvo a decir una vez más, que fuera de la Iglesia no es posible que exista nada de todo esto; todas estas cosas sólo dentro en la Iglesia existen. Pero, mientras nos encontramos dentro en la Iglesia, estamos llamados a vivir esta κοινωνία kinonía (comunión, conexión y unión), contacto consciente, diríamos, con los “logos inefables e increados”.
¿Qué son estos “logos inefables e increados”?
El apóstol Pablo dice que conoce a un hombre (y es el mismo), que fue transportado, arrebatado al Paraíso y allí escuchó “logos inefables e increados”, que no es posible, ni es permitido, sobre todo no es posible, que sean dichos por lengua humana, porque los logos inefables son increados. Por tanto, ¿cómo pues uno podrá trasmitir las realidades increadas con la lengua creada, con palabras creadas? Es imposible. Por esta razón se utilizan las iconas-imágenes. La icona es una especie de traducción, digámoslo así de una manera a groso modo, de los “logos inefables e increados en logos creados”, es decir, de aquellas realidades y cosas que son increadas a convertirlas en realidades creadas para que sean comprendidas.
Los logos del Evangelio son creados, porque el Dios también tomó naturaleza humana, es decir, creada, pero detrás de los logos creados de Cristo tenemos también los logos increados; detrás de la naturaleza increada de Cristo, la humana, tenemos la naturaleza increada, la deidad. Y esto lo vive cada fiel dentro en la Iglesia.
Es aquello que podría cada fiel… ¡Porque, no creáis o penséis que Pablo fue arrebatado hasta el tercer cielo, fue transportado al Paraíso, sino que penséis y creáis que esto es sólo una singularidad del Pablo, esto es la experiencia de los Santos! No pueden transmitir aquello que viven, sin duda que ellos no pueden, no se transmite, no se puede expresar, pero ellos lo viven.
Y así que esto que sucedió a Juan, elevarse para comprender las realidades y cosas celestiales, tal y como dice san Andrés, esto debe suceder también a cada fiel.
Cuando, amados míos, tomamos la Santa Escritura para estudiarla, debemos pasar de lo creado a lo increado. No debemos quedarnos a la letra; debemos entrar al sentido y significado, al espíritu, ir detrás de la letra. Las letras son los pañales, las mantillas de Jesús. Y si queréis más aún, son la carne sarx cuerpo de Jesús Cristo. Y si queréis más aún; son el velo que separa lo santo del altar de los altares. Esto es la letra. Es útil, es muy importante pero no es suficiente.
Todas estas cosas que aquí decimos, en la serie de nuestros temas, todas estas son iconas-imágenes, pero cada fiel puede ascender muy alto para comprender estas cosas. Muy a lo alto, es decir, quizás aún más allá de lo que yo he comprendido. Porque yo entendiendo algo, intento a decirlo a vosotros. Un oyente puede elevarse y subir mucho más alto que el orador. Depende de muchos elementos. Sólo tened cuidado aquí de un engaño: No vayamos a creer por algún momento que comenzamos a entender, y no comprendemos, sino que estamos en engaño. ¡Hace falta mucho cuidado y mucha pero mucha humildad!
Lo único de lo que quería y me gustaría quedar es en el porqué se ofrecen estas iconas-imágenes, porque no se expresan de otra manera, y esto es importante. Así, veis que hablamos sobre la Jerusalén de arriba como novia, como ciudad-polis, oiréis sobre cuál es su muralla, de qué está hecha, oiréis sobre su plaza, sus torres, sus columnas… Esto no es la Realeza increada de Dios. Estas son iconas-imágenes que expresan realidades inexpresables.
Continuamos: Y allí vio la ciudad santa que bajaba desde el cielo, de Dios y tenía la doxa (gloria, luz increada) de Dios, nos dice el divino Evagelista. ¡Tenía la doxa (gloria, luz increada) de Dios!
Aquí haré una pregunta curiosa: Esto nos dice el divino Evangelista (en concreto esto prestadlo atención), nos lo dice porque tenía la doxa (gloria, luz increada) de Dios; ¿nosotros cómo y de dónde lo sabemos?
Curiosa pregunta esta. Es aquello que alguna vez decimos algo a un interlocutor nuestro, y nos dice: ¿Y cómo voy a saber yo esto, yo no sé nada? ¡Cuando el otro hace esta pregunta, expresa muchas cosas, es decir, expresa su racionalismo, su incredulidad… y muchas otras cosas más! Amados míos, ¡por eso os dije pregunta curiosa! Pero prestad atención, tengo mi razón. Existe el tipo histórico de la ciudad glorificada de Dios, de la Iglesia, que ahora en visión ve el Evangelista Juan. Existe el tipo o modelo histórico y este modelo es “la tienda del martirio”, es decir, la tienda que llevaba dentro el arca del testamento y se llamaba “escena-tienda del martirio”.
Oíd lo que dice en el libro del Éxodo: “Entonces una nube cubrió la tienda del martirio, y la doxa-gloria del Señor llenó la tienda; y no podía Moisés entrar en la tienda del martirio, porque la nube la cubría y la tienda se había llenado de δόξα doxa (gloria, luz increada) del Señor”, (Éx 48, 28-38).
Y esta doxa-gloria (luz increada) no era sólo luz ni luz cegadora. Esta luz es la doxa-gloria increada que operaba de varias formas; perseguía, iluminaba, fulminaba con rayos, mataba y etcétera; esto lo vemos por los libros del Pentateuco, principalmente en Levítico, Números, Deuteronomio, sobre todo en Números, Deuteronomio y Éxodos; ¡vemos esta historia, cuantos fueron matados y castigados por el Dios por esta divina doxa increada! Y esta tienda-escena gloriosa (tipo de la verdadera y no hecha a mano, que ahora ve Juan) la veía entonces el laós-pueblo en el desierto. La protótipa-original la ve Juan, pero el pueblo veía el antitipo o copia; la veía en el desierto todo el laós-pueblo, dos millones de hombres, amados míos, veían la doxa divina encima de la escena-tienda del martirio.
Me diréis, ¿qué relación tiene uno con lo otro?
Tiene relación en lo siguiente que el apóstol Pablo escribe: “Los sacerdotes veneraban a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir la tienda, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo o diseño que se te ha mostrado en el monte” (Heb 8,5). Porque lo que hizo Moisés era modelo, diseño, muestra de las realidades celestiales; estas realidades, lo vuelvo a decir, que son lo que Juan ve ahora.
Y a continuación el Apóstol dice a los Hebreos: “Porque no entró el Cristo en el santuario hecho de mano, (como era el templo de Salomón) que era figura o copia del verdadero, sino en el cielo mismo” (Heb 9,24). Por tanto, amados míos, si los antitipos o copias reciben tanta doxa-gloria increada, los prototipos u originales ¿cuánta?
¿Y de dónde sabemos que la Jerusalén de arriba, la Realeza increada de Dios, tendrá tanta doxa-gloria increada?
La doxa-gloria increada la vio el pueblo, no un día, dos o tres días, sino cuarenta años en el desierto. Y aún algo más; en toda la duración de su historia, incluso también entonces que construyó el templo de Salomón, porque también entonces en la inauguración del templo, cuando Salomón oraba descendió la divina doxa y ensombreció al templo (Cro 5,13). De allí lo sabemos.
Os he dicho, y os lo vuelvo a decir, que todas estas cosas son verdaderas, están consolidadas, son posibles, no son invenciones humanas, sino terribles realidades.
Isaías profetiza sobre esta nueva Jerusalén, la Iglesia: “Levántate, resplandece Jerusalén; porque ha venido ya tu luz, la gloria del Señor… mas sobre ti aparecerá el Señor, y sobre ti será manifestada y vista Su doxa-gloria increada” (Is 60, 1-2).
Por tanto, tenemos también los prototipos, los originales. Aquí Isaías habla sobre el prototipo u original, es decir, ve la misma Realeza increada de Dios, esta misma Iglesia, esta que ahora ve en icona-imagen san Juan.
De todas formas cuando el evangelista Juan dice que vio la polis-ciudad tener la doxa de Dios, significa lo mismo, es decir, tal y como en el tipo de la tienda-escena del martirio, vio la presencia del Mismo Dios.
«Y su lumbrera era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como diamante de cristal» (Ap 21,11).
Lumbrera, se llama el objeto que da luz. Una lámpara, digamos, se llama lumbrera. Cualquier objeto que emite luz se llama lumbrera. El sol es lumbrera; la luna es lumbrera. Pero un poco más abajo el divino Evangelista nos escribe que en esta nueva polis-ciudad no vio ni el sol no la luna; ya no existían estas lumbreras conocidas, tal y como las creó Dios durante la creación. La gran lumbrera y la pequeña lumbrera (Gen 1,16), el sol y la luna, estas lumbreras ya no las vio. Por consiguiente, cuando aquí habla sobre lumbrera, no da a entender al sol que ilumina esta ciudad.
¿Qué es esta “lumbrera” que no es el sol?
San Andrés de Kesarea escribe: “El Cristo es la lumbrera de la Iglesia”. Y añade: “y por la piedra de jaspe, diáfana como diamante de cristal, como hoja perenne, perpetua, vivificante y pura”, es decir, el Cristo que ilumina la nueva polis-ciudad, Su Realeza increada, concede a los ciudadanos de esta polis la eternidad, la vida y la santidad.
Y con esta piedra de jaspe que resplandece como diamante de cristal, manifiesta el esplendor sobrenatural de Dios, la luz increada híper-cósmica, el fulgor de esta divina doxa-gloria increada que recibe la polis-ciudad.
Y cuando el Señor dice que “los justos resplandecerán como el sol en el reinado de la Realeza increada de Dios” (Mt 13,43), es el esplendor que ellos recibirán por la divina doxa-gloria luz increada. Así también la polis-ciudad, la Iglesia, la Realeza increada de Dios, tomará de la divina doxa increada.
Y continúa la descripción, con guía de la ciudad: “Tenía una muralla grande y alto” (Ap 21,12).
La muralla expresa la seguridad de la polis-ciudad. Y realmente: “El Cristo es la muralla grande de la Iglesia, la muralla alto de la Iglesia y la custodia que guarda la Iglesia es el Cristo”, dice san Andrés de Kesarea.
Un poquito más abajo, amados míos, se hará la descripción de la de la polis-ciudad, como también el significado de la muralla que se expresa al capítulo 22, versículo 15, por lo “los perros estarán fuera, y los φαρμακοί farmakí (los fabricantes de venenos fármacos, drogas, cócteles y hechiceros), los fornicarios/lujuriosos, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira”. Lo “fuera” aquí no significa iros fuera, sino simplemente que fuera estarán todos estos, y este “fuera” se expresará por la presencia de una muralla, es decir, que están fuera de la muralla, lo que está fuera de la muralla de la ciudad. Esto significa que dentro en la polis-ciudad no puede entrar nada sucio, nada pecador.
Sabéis que un pecador, si no se arrepiente, ni vuelve a la metania, su pecabilidad se congelará, como supongo que esto lo conoceréis. Cuando decimos que en el Hades no hay metania, no es que el Dios no aceptaría la metania de un pecador, sino que no existe la posibilidad de metania. Desde el momento que hemos cerrado nuestros ojos y hemos marchado de este mundo, la psique-alma se estabiliza en este estado, en esta situación que se encuentra. Es decir, que la psique pecadora, la que está sin metania no podría, encontrarse en el reinado de la Realeza increada de Dios; sería inadecuada; ni podrá arrepentirse y volver a la metania, como os he explicado. Por consiguiente la muralla expresa que dentro en la polis-ciudad no puede entrar nada sucio.
Aún la icona-imagen de la muralla expresa la separación de los fieles y de los infieles. Igual que una ciudad protege a sus habitantes y no tiene ninguna relación con los que están fuera de la muralla, así también aquí se expresa la separación de los fieles y de los infieles, y aún la Realeza de Dios y el Infierno.
Acordaos de la parábola del Rico y del Lázaro, cuando Abraham dijo al rico: “Hijo mío, nos dices que vengamos allí para ayudarte y refrescarte. No podemos, hay una gran muralla entre nosotros y vosotros” (Lc 17,26). Esto es con lo decir hoy en día en nuestro lenguaje, que existe la muralla sinítica, es decir, una muralla muy alta, igual que las murallas siníticas allá en China, en Manzuria. Esto es lo que quiere decir aquí; que existe separación entre Infierno y Realeza increada de Dios; o sea que, no es posible que exista ninguna relación.
Y continúa el divino Evangelista:
La polis-ciudad, la Jerusalén de arriba, “tenía doce portales; y en los portales, doce ángeles, y nombres inscritos, que son los nombres de las doce tribus de los hijos de Israel; al oriente tres portales; al norte tres portales; al sur tres portales; al occidente tres portales. Y la muralla de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles y del Cordero” (Ap 21, 12-14).
La polis-ciudad tenía doce portales con sus doce marcos. La nueva polis-ciudad, pues tenía portales con sus marcos. ¿En qué podrían ser útiles estos portales?
Sobre esto os recuerdo otra vez que son iconas-imágenes. Prestad atención a esto que os voy a decir, porque sucede a muchos. Como no podemos utilizar ejemplo como dato demostrativo, porque el ejemplo simplemente explica una verdad sin que la demuestre, de modo similar aquí también la icona-imagen explica no demuestra. Puede que tengamos en cada momento un cambio de icona-imagen, una segunda, una tercera, una décima icona sobre la misma cosa. En cada momento la icona explica. Así que aquí, cuando tenemos portales, indica que tenemos una comunión y sociedad hacia fuera. No es contradictorio con las cosas anteriores que os dije, porque en el horizonte óptico del divino Evangelista existe tanto la nueva tierra con la Jerusalén de arriba, como también la antigua tierra con la Iglesia militante. Por tanto, esto que dijo al capítulo anterior, al principio del capítulo, de que “vio muevo cielo y nueva tierra”, no viene en contradicción, sino que quiere dar iconas-imágenes complementarias de una realidad.
Para daros a entenderlo; el Señor una vez quiso hablar sobre la Iglesia militante y dijo: “¿A qué compararé el reinado de la realeza increada de Dios?” (Lc 13,20), ¿a la levadura; a las diez vírgenes; con el campo; con aquello, con….con…con qué? A qué la compararé y asimilaré, esto de una manera indica una dificultad para uno expresar aquello que no se expresa y toma iconas-imágenes. Y cada icona-imagen expresa una faceta de este misterio. Y se trata de la Iglesia militante, no de la celestial.
Así que aquí, en el horizonte óptico del sagrado Evangelista existe también la Iglesia militante. Y aquí significa que de esta polis-ciudad, la Iglesia, sale el Evangelio hacia las naciones, y portadores del Evangelio son los doce Apóstoles. Porque los doce portales son los doce Apóstoles. Es decir, el Evangelio de Cristo, el mensaje del Evangélico sale de la Iglesia para ser extendido a todas las naciones.
Y también viceversa. ¿Aquellos que creerán en el Evangelio por los portadores del Evangelio, los Apóstoles, permanecerán allí fuera? No. Entrarán dentro en la polis-ciudad por los portales, es decir, a través de los Apóstoles, por el Evangelio. Tiene mucha importancia esto que os digo.
Arezas escribe: “Y el número (de los portales grandes con marco), manifiesta a los Apóstoles, y la necesidad de la presencia de los portales representa los mismos apóstoles que entraron en la caja de la vida, y que de estos entraron las naciones en la caja de Cristo”, en la polis-ciudad de Dios, en la Iglesia”.
Y san Andrés apunta: “o sea que, dentro en la muralla están los doce portales, los santos Apóstoles, por los cuales hemos entrado en la Iglesia, por el kerigma de los Apóstoles”.
Un ejemplo: El Apóstol Pablo vino en Grecia, y Grecia entró en la Iglesia, entró en la Realeza increada de Dios. Entró dentro por el portal que se llama apóstol Pablo. Y el Evangelio salió del portal, es decir, lo trajo el apóstol Pablo a Grecia.
Ahora sólo un pequeño paréntesis: ¡Estas cosas estaban hasta ahora, pero de aquí en adelante no sé por cuánto nuestra Helade-Grecia será cristiana! Esto os lo digo en paréntesis.
El Evangelista Juan en su descripción se refiere también a los doce ángeles. Los ángeles son los guardianes de los portales, los guardianes de la ciudad y de la Iglesia triunfante y de la militante.
Mas Isaías escribe: “Sobre tus murallas, oh Jerusalén, he puesto guardas; todo el día y toda la noche no callarán jamás. Los que os acordáis del Señor, no reposéis” (Is 62,6). Obviamente Isaías habla de la nueva polis-ciudad. Y en sus murallas he puesto guardianes que la vigilan día y noche, eternamente, que hasta el fin no pararán de acordarse de Dios y alabarle continuamente.
Y san Andrés sobre esto escribe: “Y estos, es decir, los doce Apóstoles, tienen como colaboradores doce ángeles de los más importantes”, es decir, de los superiores los que más se acercan a Dios por el parentesco que tienen los Ángeles con los Apóstoles en la santidad.
O sea que, aquí existe la siguiente situación: ¡Si el Señor nos dijo que cada fiel tiene su Ángel guardián, mucho más tiene Ángeles guardianes la Iglesia! Esto tiene muchísima importancia, y esto nos consuela mucho, porque hay épocas de sacudidas de la Iglesia y creemos que nos perdemos.
Nos parecemos a los Discípulos antes del Pentecostés, que el Señor está durmiendo dentro en un barquito y la tempestad arrecia con furia, y entonces ellos gritan: “¡Señor sálvanos, que nos estamos perdiendo!” (Mt 8,25, Mrc 4,38 Lc 8,24). ¡Así parecen unas épocas que creemos que el Señor se duerme, el Señor no está en ninguna parte, el Cristo no se escucha, ni se oye! El pecado se hace mucho encima de la tierra, el mal triunfa y los fieles gritan: “¿Señor, estás durmiendo? ¡Señor dónde estás? ¿No ves lo qué sucede en Tu Iglesia?”.
Amados míos, hacemos bien gritar e implorar al Señor, pero como entonces Él dijo a Sus Discípulos: “Hombres faltos de fe, ¿por qué os habéis acobardado e inquietado?”( (Mt 8,25, Mrc 4,38 Lc 8,24) y dijo que acabase la tempestad. Atención, así nos movemos nosotros, pero la Iglesia no se pierde. ¡Muchas veces creemos que debemos hacer leyes (qué cosas más extrañas…, el que me entiende, comprende lo qué digo), hacer leyes para sostener la Iglesia!
Esquemas de la Iglesia podemos sostener, la Iglesia no tiene necesidad de leyes ni de apoyos de hombres ni nada de todo esto. La Iglesia no tiene necesidad de bastones de andar. ¡Curioso! Parecerá que depende la Iglesia de un ministro, o de un primer ministro…! ¡Cosas curiosas! La Iglesia depende de Cristo. La Iglesia no se pierde. Quizás estamos viviendo el misterio de la iniquidad, acercándonos a los ésjatos últimos tiempos y acontecimientos. Quizás, sí. Y como el Señor nos dijo que así sucederán estas cosas, el mal abunda, está de sobra, se derrama y en Su Iglesia estarán quedando sólo pocos, posiblemente esto que lo estemos viviendo. De todas formas no podemos decir que la Iglesia se perderá o se está perdiendo por acciones humanas. Esto no podemos decirlo; ¡La Iglesia es del Señor, del Cristo; en Aquel pertenece y no podemos decir que vamos a salvar la Iglesia!
Otra cosa curiosa que dicen algunas gentes incrédulas, que no tienen ninguna relación con la Iglesia: “¡Por supuesto, está claro, tenéis que hacer algunas concesiones para salvar la Iglesia!”
¿Qué concesiones tenemos que hacer? ¡Escuchad! ¡Hacer concesiones para salvar la Iglesia! ¿Pero la concesión ya hunde la Iglesia, cómo vamos hacer concesiones para salvar la Iglesia? ¡Cosas curiosas, muy curiosas y raras! Todas estas cosas indican que no tenemos conocimiento ni idea de lo qué es la Iglesia.
Por tanto “los nombres inscritos” son los nombres de los fieles del Israel espiritual. Sí, porque el laós-pueblo de Israel es la Iglesia, son los fieles, el nuevo Israel.
Sobre esto escribe san Andrés de Kesarea: “Y los nombres del Israel espiritual están escritos sobre las entradas apostólica; porque también se escribían en la estola del antiguo sumo sacerdote tenía en sus galones los doce nombres del Israel; y porque la Escritura ahora por esto nombres la ocupación y cuidado de los apóstoles hacia los fieles”. En el Antiguo Testamento, el antiguo sumo sacerdote tenía en sus galones los doce nombres del Israel; por tanto, así también aquí, san Andrés dice que los nombres de Israel están inscritos en los portales de esta ciudad.
Y ahora, atención:
«Al oriente tres portales; al norte tres portales; al sur tres portales; al occidente tres portales» (Ap 21,13)
Esta distribución de los portales, por supuesto que corresponde a los cuatro puntos cardinales del horizonte, como claramente lo habéis visto, y la polis-ciudad se considera cuadrada. Lo veremos un poquito más abajo esto, es decir, el que la polis es cuadrada.
¿Y qué importancia tiene al ser cuadrada?
Esto, amados míos, tiene muchos significados, el que la ciudad sea cuadrada y en cada lado de la muralla de ella tenga tres portales.
Os diré una historia antigua. Cuando los Israelitas se encontraron en el desierto, recibieron el mandamiento por Dios, cuando acampen, mantener la colocación, tal como la encontramos escrita en el 2º capítulo del libro de Números: en el centro del campamento estaba la tienda de cabaña del martirio, símbolo de la presencia central de Dios. Por la parte oriental están las tres tribus de Juda, de Isaacar y de Zabulón, con emblema el león, es decir, tenían una bandera que encima tenía un león. En la parte del Sur están las otras tres tribus, de Rubim, de Simeón y de Gad, con emblema el hombre. Por la parte oeste están las tres tribus, de Efrén, de Manasés y de Benjamín, con el emblema el toro o el buey; y por la parte Norte están también la tres tribus, de Asir, de Dan y de Neftalí, con el emblema el águila. Estos emblemas se mantuvieron en la tradición hebraica, porque el texto de los Setenta nos dice: “acamparán cada uno junto a su bandera, bajo las enseñas de las casas de sus padres” (Núm 2,2); así estaban separados, de forma que exista una bandera para cada tres tribus.
¿Habéis visto la palabra “bandera”? El texto hebraico nos dice: “Según las banderas y los emblemas de las casas paternales”. Estos emblemas se salvaguardaron en la tradición hebraica. Esta conservación se nos aparece ya en el libro del Apocalipsis, cuando Juan el Evangelista apunta que ha visto alrededor del trono de Dios cuatro emblemas con forma de animal. ¿Os acordáis? Tenían forma de águila, de león, de hombre y de toro o buey. Estos los atribuimos también a los cuatro Evangelistas, es del libro de los Números, según la tradición hebraica, como os dije.
Por consiguiente aquí tenemos… que…estos animales están alrededor del trono de Dios en el Apocalipsis, por tanto, las cuatro banderas alrededor de la tienda-escena del martirio son un tipo o figura, un símbolo, que en el centro estaba el trono de Dios. El elemento material de este trono de Dios era la tienda-escena del martirio o como en otra parte se dice, el pedestal de Sus pies, como dice en alguna parte un Salmo: “Venerad el pedestal de los pies de él” (Sal 98,5 y 109,19). Una cosa es el pedestal y otra los pies. El pedestal no tiene relación con los pies).
¡Y el pedestal de los pies, amados míos, es la santa Cruz! ¡Allí fue colocado Cristo… Sus pies, Su cuerpo! La Cruz es el pedestal de Sus pies. Y el versículo sálmico dice que veneremos, reverenciemos el pedestal de Sus pies. ¡Así que podemos venerar y reverenciar la santa Cruz! ¡Dónde están los blasfemos Milenaristas, los Testigos de Jehová y cualquier otro herético, que dicen que no podemos venerar la santa Cruz y las santas iconas! ¿Lo veis?
Pero prestad atención aquí. Los cuatro lados que tenemos para cada tres portales, son como en el antiguo campamento de los Hebreos que era presencia-parusía viva de Dios, así también aquí, con los tres portales, es decir, los cuatro puntos cardinales, tenemos la presencia de Dios en la nueva polis-ciudad, la Iglesia.
Un segundo; los cuatro lados con los cuatro emblemas o portales o tribus, expresan los cuatro evangelios. Por eso también en los divinos Evangelistas tenemos emblema de águila y etcétera, como os dije anteriormente, que, como otra muralla, circundan la ciudad-Iglesia y determinan su contenido. Ni más ni menos; esto que determinan los Evangelios, esto es el contenido de la Fe, esto es el contenido de la Iglesia y nada más. Por eso la herejía que altera el contenido, no expresa la Raleza increada de Dios.
Y una tercera cosa es que esta colocación cuatro-partita que expresa la señal de la Cruz, aún por el Antiguo Testamento. Es la energía increada de la santa Cruz, que dice san Gregorio Palamás en una de sus homilías, y se refiere en todos aquellos puntos del Antiguo Testamento, es decir, cómo operaba, energizaba la energía increada de la santa Cruz antes de la Cruz histórica.
La cuarta, es que los lados de la polis-ciudad, que siempre se considera cuadrada, ven hacia los cuatro puntos cardinales del horizonte, hacia los cuales también se dirigen con el kerigma de la Cruz, como también del misterio de la divina Economía y del dogma de la Santa Trinidad. Sí, también del dogma de la Santa Trinidad, porque el dogma de la Santa Trinidad es representado por los tres portales de cada lado; es de forma cruciforme y en cada lado existen tres portales. El dogma de la encarnación o humanización y el dogma de la Santa Trinidad son los cimientos de nuestra Fe.
El kerigma incluso como kerigma de la Ortodoxia es uniforme, porque cada lado tenemos tres portales, que indica que donde es enviado el kerigma Ortodoxo del Evangelio, es el mismo en todas partes.
Todas estas cosas que os dije amados míos, las escribe san Andrés de Kesarea. Las cosas que os he dicho, todas estas las escribe en cinco líneas san Andrés.
Y una cosa más: en esta colocación cuatro-partita de la polis-ciudad, los intérpretes distinguen las cuatro cualidades de la Iglesia, es decir, la Iglesia es Una, Santa, Católica y Apostólica. Con estos cuatro lados.
Así que, amados míos, uno ve realmente algo asombroso y maravilloso dentro en estas iconas-imágenes del Apocalipsis. ¡Ve qué y cuánta riqueza de expresión de divinas realidades existe! Si pudiéramos así ver, contemplar el logos de Dios, ver la sabiduría de Dios, como con estas sencillas iconas-imágenes tenemos estas expresiones de la verdad, entonces no podemos fácilmente ser arrastrados por todas aquellas corrientes que existen y atacan la Iglesia de Dios.
Nosotros vivimos dentro en la Iglesia militante y tocamos, palpamos la triunfante, pero dentro de esta Iglesia militante existe la jaris (gracia, energía increada) de Dios, pero también existen igualmente las amenazas y las posiciones del mal. Por eso debemos fundamentarnos diariamente; fundamentarnos a tal grado que podamos, amados míos, a estar derechos en pie, firmes, miembros vivos de la Iglesia de Cristo.
Homilía 91 página 1-4 Dentro de estas iconas-imágenes el divino Evangelista intenta darnos aunque sea a través de iconas, un sabor de la Realeza increada de Dios. Naturalmente, como son iconas, dentro de estas iconas con colores y con los simbolismos, con los números y con los materiales de edificación de esta polis-ciudad, intenta darnos una gnosis más profunda de la gloriosa y eterna ciudad, de la Iglesia triunfante, a la medida que esto sea posible, dentro en este mundo de desgaste y corrupción.
Continúa el divino Evangelista: «Y la muralla de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero» (Ap 21,14).
Un edificio, como conocéis, siempre tiene un cimiento, y el cimiento está en todo lo largo. Aquí la muralla tiene doce cimientos. Ahora, os rogaré que no pidáis descripción exacta de estas cosas, porque se trata de iconas y de metáforas; y en concreto un poco más abajo, veremos lo largo y lo alto de esta muralla que realmente nos sorprenderá. Por eso dentro en esto lo no real, la muralla no realista, quiere dar exactamente aquello que no puede de otra manera a expresarlo en este mundo creado. Ahora bien, cómo se hace esta muralla que tenga sólo doce cimientos, no lo vamos hablar mucho, sino sólo decimos que tiene doce cimientos.
Y los cimientos de esta muralla de esta nueva ciudad, la nueva Jerusalén, son los doce Apóstoles, como claramente nos dice el texto sagrado.
El cimiento, como sabréis, es siempre el sostén, es la crepidoma/plataforma de un edificio, y durante el transporte es la enseñanza de los doce Apóstoles, es el testimonio de ellos sobre la resurrección del Maestro, sus mismas vidas y sus martirios personales.
Además, el Señor despidiéndose de ellos, está escrito en el primer capítulo de los Hechos, les dijo: “Y me seréis testigos en Jerusalén y en toda Judea y en Samaria y hasta el último confín de la tierra (Hec 1,8).
¿Pero cómo se harán testigos de Su vida y sobre todo de Su Resurrección, y también predicadores de la enseñanza del Señor? Por consiguiente, diríamos que todas las cosas que testificarían al mundo, estas se constituirán también en cimientos de la Iglesia. Por esta razón dice que la polis-ciudad tiene doce cimientos. Lo diríamos de otra manera esto que decimos en el Símbolo de la fe, es decir, “Creo… en una, santa, católica y apostólica Iglesia” la Ortodoxa, con estas cuatro cualidades suyas que ya hemos referido, que la polis-ciudad-Iglesia es cuadrada. Por decir apostólica, indica que todas estas realidades y cosas que entregaron los Apóstoles de lo que el Cristo ha entregado, las enseñanzas de los Apóstoles son los cimientos de la Iglesia, porque la Iglesia está sostenida en aquellas realidades y cosas que enseñaron los Apóstoles. Por esta razón la muralla de la ciudad tiene doce cimientos.
El apóstol Pablo en su epístola a los Hebreos escribe: “porque esperaba (Abraham) la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” (Heb 11,10). No era una ciudad del mundo, sino que obviamente era la ciudad celestial, la Realeza increada de Dios.
Y en su epístola a los Efesios, apunta: Vosotros los Cristianos, “edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesús Cristo mismo” (Ef 2,20). La piedra angular del edificio es el Jesús Cristo y los cimientos los Apóstoles.
Así que uno ve que aquí se entiende la enseñanza apostólica, el testimonio apostólico sobre Jesús Cristo. Porque realmente, ¿decidme, qué sabemos fuera de los Apóstoles sobre Jesús Cristo? Nada. Lo que sabemos sobre Jesús Cristo lo sabemos por los Apóstoles.
Pero, tanto el último versículo, que se refiere al cimiento de los Profetas, pero también de los Apóstoles, como también el que encima de los portales de la ciudad están escritos los nombres de los doce Apóstoles, tal como dijimos la vez anterior, en el 12º versículo del capítulo 21, observamos que aquí hay una unidad muy inmediata del Antiguo y del Nuevo Testamento.
La primera una vez nos dijo que los portales son los nombres de las doce tribus de Israel, después nos dice que aquí son los portales y a continuación, los cimientos de los doce Apóstoles. Esto significa que tenemos aquí una identidad del Antiguo y del Nuevo Testamento.
Y aún una cosa: Aquí está el Jesús del Apocalipsis, es decir, el Cordero es el Jesús de los evangelios. Quiero que veáis efectivamente ahora la unidad de los libros de la Santa Escritura, del Nuevo Testamento ahora. El Cordero del Apocalipsis es el Jesús Cristo de los evangelios. Oíd el versículo: “y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero” (Ap 21,14). En ningún caso en los evangelios se refiere a Jesús Cristo como Cordero. Sólo en el caso que san Juan el Bautista dice “he aquí el cordero de Dios quien levanta el pecado del mundo” (Jn 1,29). Esto proféticamente, pero como nombramiento que se llame Jesús Cristo Cordero no existe en ninguna parte en los evangelios. El nombre Cordero se dice repetidamente dentro en el libro del Apocalipsis. El que el Cordero tiene los doce Apóstoles indica así que el Cordero es el Jesús Cristo. Indica unidad entre los evangelios y el libro del Apocalipsis.
Estas cosas que os digo no son cosas insignificantes, tiene importancia muy grande. Si supierais qué cosas encuentran los objetores para negar, basta que vosotros las imprimáis bien en vuestros cerebros y corazones. Yo no os digo ni añado más sobre estas cosas, es decir, de las que dicen los objetores; yo os deposito el material. Cuando las tengáis bien concienciadas y las recordáis, entonces cuando os encontraréis en algún sitio y veis que se objeta sobre la verdad del Evangelio, podréis inmediatamente afrontar a los objetores de la verdad del Evangelio con aquellas realidades y cosas que tenéis conocimiento y las recordáis.
El libro de Ezequiel se refiere a una descripción sobrenatural o espiritual de la ciudad-Jerusalén, es decir, de la nueva Jerusalén. Y ya que allí dice que la ciudad es cuadrada y que cada lado de la muralla de esta ciudad tiene tres portales en el nombre de las doce tribus del Israel, vemos claramente que es el mismo material también en el profeta Ezequiel y en el libro del Apocalipsis. Y termina de la siguiente manera:
“Y el nombre de la ciudad se dará aquel día que esta ciudad será reconstruida” (Ez 48,35).
¿Cuál es este día que será reconstruida esta polis-ciudad y en cierto se refiere a Jerusalén? Me diréis: He aquí, es conocido el nombre de Jerusalén. Y si queréis, la Jerusalén histórica mantiene su antiguo nombre hasta hoy en día; nunca ha cambiado su nombre y hasta hoy en día se llama Jerusalén. ¿Qué quiere decir aquí el profeta cuando dice que “y el nombre de la ciudad se dará aquel día que esta ciudad será reconstruida”? Amados míos, su nombre será Iglesia. ¡Este es el nombre de la nueva Jerusalén, la Iglesia! ¡Es la Realeza increada de Dios! Amín.
Unidad 70 Apocalipsis 21, 15-21 Los misterios de la nueva polis-ciudad, 2ª parte La divina Providencia y la diversidad en la polis-ciudad de los perfectos
Homilía 91 a partir de la página 4 Y continúa el Evangelista Juan:
«El que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para medir la ciudad, sus portales y su muralla. La ciudad es cuadrada, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la ciudad con la caña de oro, son doce mil estadios; la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales. Y midió su muralla, tiene ciento cuarenta y cuatro codos, de acuerdo con la medida humana, la cual usa el ángel» (Ap 21, 15-17).
Esta polis-ciudad tiene iguales todas las dimensiones
Es decir, después, de la descripción de la nueva Jerusalén, diríamos, que viene una medición más cercana y detallada de la polis-ciudad, que está llena de concepciones profundas.
El que hablaba no es otro que el ángel que se ha referido en el principio del capítulo, el ángel que guía a san Juan y tenía un metro, una caña de medir, pero de oro.
Es la segunda vez en el libro del Apocalipsis que se refiere a la medición con caña. La primera vez, está en el 11º capítulo, en los primeros versículos 1 y 2, cuando Juan fue llamado por el ángel a medir el templo y el altar-sacrificadero de la Jerusalén terrenal.
Y Juan recibe la orden explícita, (en concreto este pasaje a mí también me ha causado una gran impresión, porque veo que se verifique en nuestros días), recibí pues la orden explícita de medir sólo el templo y el altar-sacrificadero, que estaba fuera del templo; el resto de la ciudad no debería medirla.
Todos los Padres están de acuerdo (como decíamos también entonces en la interpretación), que la ciudad es la Iglesia, la Iglesia militante, esa que está encima de la tierra, porque tiene que medir aquí la Jerusalén terrenal, en visión se entiende.
Cuando el ángel le dice “no medirás la ciudad, porque la ciudad ha sido entregada para ser pisoteada por las naciones” (Ap 11,2), significa que se protegerá (la medición es protección), pero sólo una parte de la Iglesia y no toda la Iglesia que existe encima de la tierra. No os sorprenda esto, porque estarán algunos soberanos y gobernados, clérigos y laicos, que no habrán traicionado la Iglesia, y por supuesto que no será posible que estén debajo de la protección de Dios; por eso dice que “no medirás el resto de la ciudad”.
Aquello que dice el Señor, es un caso especial de que se trata sobre otra plantación; es decir, el Cristo dijo: “Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada” (Mt 15,13).
Sin embargo, amados míos, podemos decir que muchas veces hablamos sobre la Iglesia de Cristo, sin que esta Iglesia de Cristo que la proteja el mismo Dios, porque no constituye Su Iglesia. ¡No es más que una parodia! ¡Es terrible!
Con solo pensad y mirad las herejías que existen… ¡Todos estos se mueven en el nombre de Cristo! ¿Qué diríamos ahora, que el Cristo sirve a estas Iglesias, y las protege? ¿Podríamos decirlo esto? Cuando vemos hoy en día, principalmente en el mundo occidental, las llamadas iglesias cristianas, diríamos que tienen o tendrán la protección de Cristo, ya que se han secularizado en un grado superlativo? Tienen tal tipo de secularización, munadanación, de modo que uno quede perplejo y se tire de los pelos y de las narices!… Además que todas estas Confesiones no son iglesias, es decir, la Iglesia es una: La Iglesia Ortodoxa de Cristo. No son muchas las Iglesias, ¡La Iglesia es una!
¡Últimamente leía que en Inglaterra, la iglesia anglicana, que se ha descarrillado en grado superlativo, (en realidad es protestante, sólo que mantiene los grados de sacerdocio; es lo único característico que tiene en relación con las otras confesiones protestantes), ha creado una asociación, una asociación cristiana de homosexuales (maricones y lesbianas)! ¡Oíd, escuchad cosas contrapuestas y barbaries…! ¡Asociación cristiana de homosexuales-maricones!… Es decir que los homosexuales-maricones y lesbianas, imploran la agapi cristiana… ¿Eh, pues, qué queréis más abajo? (Esto en el año 1980, hoy…) Os pregunto: ¿Es posible que el Cristo proteja estas creaciones bestiales? ¡Es posible que el Cristo reconozca como Su Iglesia este tipo de cosas?
Y, hace un tiempo atrás, en un congreso de las llamadas iglesias protestantes (siempre lo estaré diciendo esto), decían: “No nombréis ni os refiráis al nombre de Jesús Cristo, porque hay unas confesiones que no aceptan a Dios trinitario! ¿Entonces qué tipo de Iglesias cristianas son estas?
Por eso dice que, “¡será pisoteada la ciudad! Atención, sólo medirás el templo y el altar-sacrificadero”, dice el ángel a Juan.
¡Pero también la Iglesia Ortodoxa (en regiones que es perseguida ella por sí misma), en sus formas oficiales sirve a propósitos y fines sucios y terrenales! Sólo el laós-pueblo es el que mantiene firme la Fe ortodoxa. Y se salvarán sólo aquellos que constituyen la “plantación” del Padre, sólo la levadura, el remanente, que dice el apóstol Pablo (Rom 9,27 · 11,5). Y el apóstol Pablo se refiere al antiguo Israel, y decía que en la época del profeta Elías todos “habían doblado las rodilla en Baal” (3Re 19,10 Rom 11,3), es decir, habían caído en la idolatría, tanto que el Profeta creía que no había quedado ya ningún fiel sino sólo él mismo, pero entonces el Dios le apocaliptó-reveló que “no es sólo él que no ha doblado sus rodillas a Baal, sino que hay también siete mil hombres” (3RE 19,18 Rom 11,4). Es decir, el laós-pueblo se esconde, pero el Dios conoce Su laós-pueblo. Sin duda que siempre existen seres humanos fieles, pero son pocos, son el remanente, la levadura. Igual que en la época de Elías que no veneró a los ídolos, así también hoy en día, dice el apóstol Pablo, sobre su época, existe el remanente de Dios, el laós-pueblo de Dios; ¿pero el resto…? A pesar de esto todos los Israelitas quisieran para sí mismos llamarse el laós-pueblo de Dios, pero no estaban bajo la protección de Dios.
La primera vez, pues se dio la caña para ser medida la Jerusalén terrenal, es decir, la Iglesia militante; ahora la segunda vez, esta que hoy estamos analizando, amados míos, san Juan está llamado a medir la nueva polis-ciudad, pero está en pie al lado del ángel que mediría la nueva ciudad. Es también esto característico, que Juan simplemente sabría el resultado de estas mediciones, que tiene su importancia para las conclusiones y la descripción de esta nueva polis-ciudad.
¿Qué importancia tiene ahora esta medición?
Ántimo de Jerusalén, que ha hecho una acotación sobre el libro del Apocalipsis, dice que esta medición, es cierto que por costumbre, está basada en su mayor parte a la exégesis/explicación de san Andrés de Kesarea y a Areza. Estas exégesis, explicaciones serían, diríamos, auténticas exegesis o interpretaciones del Apocalipsis (otra vez os lo he dicho) que acepta nuestra Iglesia.
Por tanto dice que “la medición es la prognosis de Dios, por la cual conoce antes de la creación del mundo, quiénes serán aquellos que se salvarán, en número y en cantidad de santidad”. Esto quiere decir lo “que se medirá la polis-ciudad”, es decir, que el Dios conoce quiénes se salvarán, esto es todo.
Pero es cierto que tenemos también otros pasajes, como en Mateo 25,34, cuando el Cristo dirá: “Venid los benditos de mi Padre, heredad el reinado de la Realeza increada, preparada para vosotros desde la fundación del mundo”. ¿Cómo conocía el Dios quiénes se salvarán? ¡Dios es omnisciente! Por tanto, la medición de la ciudad significa la prognosis de Dios sobre quiénes se salvarán.
Y en los Efesios el apóstol Pablo apunta: “Según nos escogió Dios en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él” (Ef 1,4).
Surgirá una duda, y muy justificada: Es decir, esto que se llama en la teología “destino absoluto”, ¿el Dios ha predestinado aquellos que van a llenar la Jerusalén de arriba, Su Realeza increada?
No, amados míos; el Dios simplemente conoce lo que va a suceder dentro en el tiempo, porque el Dios está fuera del tiempo. No determina lo que hará cada uno, pero simplemente sabe lo qué determinará cada uno para sí mismo.
He aquí cómo lo dice a los Romanos el apóstol Pablo esto: “a los que antes conoció, también los predestinó” (Rom 8,29). Esto es muy básico. ¿A quiénes destina como habitantes de esta ciudad, es decir, para Su Raleza increada? “A los que antes conoció”, es decir, aquellos que conoce por antelación que trabajarían para su salvación. Es decir, que no diga alguno que “está escrito”. No diga alguno que existe el destino absoluto, como dicen los Protestantes y los Romanocatólicos, es decir, haz lo que quieras, cuanto quieras trabaja, cuanto quieras lucha, si Dios no te predestina para que te salves, no te salvarás. ¡Qué Dios nos guarde! Estas cosas nuestra Iglesia no las conoce. El Dios simplemente conoce por antelación (lo digo por segunda y tercera vez), los que trabajarán en la sección de su propia salvación. Esto es muy grande.
Y aquí dice “¡conoce el Señor a los Suyos! ¡Los conoce, sabe quiénes son los Suyos!
Por tanto, esto significa que la polis-ciudad se ha medido. ¿Y qué significa la caña de oro que tiene como medida?
San Andrés de Kesarea apunta: “La caña de oro indica el valor del ángel y el valor de la polis-ciudad. Si se supone que empezamos a medir con una caña de oro, significa que el que mide y aquello que mide es precioso. Y la muralla, que el ángel iba a medir con la caña, es el Cristo”. ¿Veis? Son iconas-imágenes.
La muralla por supuesto que es el protector de cada ciudad, como sabemos, y aquí la muralla de la nueva Jerusalén se considera el Cristo como muralla que protege a Su Iglesia.
San Andrés de Kesarea dice que: “Creemos que aquí la muralla se entiende la divina protección, amparo y el velo bajo el cual el Cristo protege los santos”. El Cristo guarda y protege a los Suyos, los protege y esto está iconizado-representado por una muralla.
Me diréis: ¿De qué los protege?
Aquí hay una tentación. Os ruego que prestéis atención; quizás os lo habré dicho otra vez. Cuando entregáis vuestro papelito con los nombres para hacer memoria de los nombres, así por una costumbre ponemos “para la salud” y creemos que el altísimo bien es la salud. Sin duda que la salud es el altísimo bien, pero de los bienes naturales, pero tenemos también los bienes espirituales. ¿Cuál es el altísimo bien de los espirituales? Me diréis que es la fe, me diréis que es la agapi, me diréis que es la esperanza… ¡Sí, pero la cúspide de todos estos bienes es el martirio!
Si se supone que un pariente vuestro iría al martirio, y que se haría mártir a favor de la Fe, ¿esto lo considerarías una desgracia? ¡Si hemos aprendido a escribir “para la salud” en el papelito que el sacerdote va hacer memoria, sin duda… sin duda alguna lo consideraríamos desgracia!
Y para que no vaya vuestra mente sólo al martirio de la sangre tal como lo sabemos, tenemos también otras formas de martirio. El que te quedes cinco, diez, quince y veinte años estirado en una cama por un parálisis, y que permaneces allí sin lamentarte ni gemir por los dolores, ¿es o no es un martirio? Y cuando esta persona se va de este mundo, o enferma y no se sana, le vemos que finalmente muere sin ponerse bien, ¿qué diríamos? ¿Diríamos que nosotros entregamos el papelito pasa ser memorado, pero el Dios no nos oye, porque el hombre está encamado veinte años? ¿Y quién os ha dicho que Dios no nos oye? El que hacemos memoria de este nombre, y el Dios concede Su jaris (energía increada) para que el hombre tenga paciencia, y no se lamenta ni solloce en la cama del dolor, y se convierta el mártir-testigo de la paciencia… ¿Qué más tenía Job? ¿Qué más tenía la santa Singlitikí, que tenía un cáncer doloroso, por la descripción que se hace podría ser un tipo de cáncer. ¡Era una enfermedad terrible! ¡Olía muy mal… terriblemente muy mal olía! ¡Se había fundido todo en su cara, pero tenía gran paciencia! Hablamos sobre la santa Singlitikí. Es Mártir, diríamos, a los ojos de Dios.
Y sin embargo, nosotros creeríamos o pensaríamos que el Dios no la concedió Su jaris, porque delante nuestro vemos sólo el bien físico de la salud. Es un error esto. ¡Amados míos, es un error! Lo digo porque, desgraciadamente creemos que la protección de Dios es que nos proteja de nuestra salud (física), de nuestra fortuna y de nuestra vida. Si estas cosas han sido protegidas, entonces decimos: ¡Nos ha guardado Dios, doxa-gloria y gracias a Dios!..
Estamos lejos del espíritu del Evangelio; debo decíroslo esto. Y debemos ir acostumbrándonos en algunas cosas, salirnos de aquellas cosas que ya se han hecho como un régimen (fascista) dentro en la Iglesia, un régimen que estanca, paraliza a los fieles. Debemos salirnos de esto. Y debemos empezar también nosotros a mirar cómo han vivido los Santos y comenzar nosotros también a vivir lo mismo. Espero que no os asustéis, ni acobardéis, decimos la verdad. Así protege Cristo a los Suyos.
La polis-ciudad es cuadrada, apunta. ¿Y qué quiere decir esto?
Dice de nuevo san Andrés de Kesarea: “Y la ciudad es cuadrada porque está firme y estable; porque el esquema que es tanto en altura, como en lo largo como también en lo ancho es equilátero, se ha llamado por algunos cuadrado; se dice que manifiesta la estabilidad, la firmeza, de que tiene base”.
El plano cuadrado es firme y fijo, es decir, tiene base que no puede derrumbarse fácilmente, es estable. Por tanto, esta ciudad está fija, estable no se puede derrumbar, es decir, la Realeza increada de Dios está fundamentada, firme y fija; no existe nadie que pueda derrumbarla. Es esto que dice el Señor: “y fuerzas tenebrosas del Hades no podrán derrumbarla ni prevalecerán sobre ella” (Mt 16,18), es decir, no derrumbarán ni prevalecerán sobre la Iglesia. Esto quiere decir el esquema cuadrado.
Pero ya que dice que la polis-ciudad era equilátera, tenía igual anchura y altura, por consiguiente no tenemos simplemente un cuadrado, sino un cubo cuadrado. Por tanto, el cubo cuadrado ahora es el esquema o plano que inmediatamente da la imagen de fijo y firme.
Aún en la antigüedad, tanto el cuadrado como el cubo también, simbolizaban la perfección. En nuestras expresiones laicas decimos que cuadramos el círculo. Esto que naturalmente no se puede hacer… porque deja un resto. Y el círculo no se cuadra; siempre deja un resto en relación con el rayo y la circunferencia es la relación 3,14. Este 3,14 no cesa, tiene un número periódico que tira, tira y continúa… siempre queda un resto. Por tanto, el círculo no es esquema perfecto; el cubo o el cuadrado es esquema, plano perfecto.
Lo decimos también en nuestra lengua esto, lo decimos también con frases laicas, populares y muchas veces estas expresiones populares nos ayudan a entender muchas cosas también en la Santa Escritura. Decimos por ejemplo: Ésta persona tiene el cerebro cuadrado. Decimos aún que esta idea es cuadrada. Tenemos también la expresión que dice: que este hombre es tetrapératos (cuatro confines) muy inteligente, es decir, es cuadrado, es un genio, o sea que es perfecto.
Por consiguiente aquí vemos que tenemos una polis-ciudad perfecta, ideal: ¡La Realeza increada de Dios! No en la tierra, sino en el cielo. Es decir, esta nueva polis, el nuevo cielo y la nueva tierra, es la Realeza increada de Dios.
Y llama la atención que lo largo, lo ancho y lo alto son iguales, en concreto lo largo de cada lado del cubo es de doce mil estadios. Número terrible; lo veremos un poquito más abajo. ¡Altura no natural! ¡Ninguna polis-ciudad tiene tanta altura como es su largura y su anchura! ¿Doce mil estadios de altura?
Pero aquí con este número simbático-relativo, esquemático, quiere expresar la perfección de la ciudad.
La ciudad no tiene muralla, amados míos, como las acostumbradas; es la Realeza increada de Dios, que no sabemos cómo será.
“Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído humano oyó, ni han subido en nus (espíritu y corazón) de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1Cor 2,9), dice el Apóstol Pablo.
Y Arezas escribe sobre esto: “La polis-ciudad es equidistante sobre todas las dimensiones y también la virtudes según la vida en Dios, están en simetría”.
Aquí esto de que la ciudad es de forma cúbica o cuadrada, manifiesta la simetría.
¿Qué quiere decir aquí simetría? Es decir, aquí existe la simetría de los habitantes, la simetría de los Santos. ¿Cuál es esta simetría? Aquí os rogaría que prestaseis un poco de atención:
Tenemos muchas simetrías; y os relataré sólo tres, las principales. La primera simetría es el desarrollo espiritual que da la medida de la perfección, y esta es la simetría de la comprensión, del sentimiento o emoción y de la voluntad; estas tres se encuentran en simetría. Para que lo entendamos, como son tres, tomaremos un triángulo que es equilátero. El esquema del cuadrado nos ha dado la simetría general de las virtudes de los Santos o la estructura de los Santos. Y ahora analizamos y decimos, he aquí una simetría en tres cosas: en la comprensión, en el sentimiento-emoción y en la voluntad.
¿Qué quiere decir esto?
Sabéis que muchas veces dentro en nuestras vidas sufrimos porque de las tres partes o fuerzas de la psique tenemos desarrollado solamente un lado de nuestra psique, mientras que los otros cojean. Un ejemplo: puede que tengamos un hombre muy comprensivo con facultades intelectuales, inteligente, pero que su emoción o sentimiento sea pequeño, débil; que no tenga sentimiento, sea insensible, no tenga corazón. O que tenga también nus y corazón, pero que no tenga voluntad. Tener buenas ideas, bellos sentimientos, pero que no tenga fuerza de voluntad para ponerlos en marcha y aplicar aquellas cosas y realidades que siente y piensa. O puede ser que tengamos un corazón bueno, pero que el cerebro, la mente no sea ágil y equivocarnos. Por tanto, debe la comprensión-noesis, la emoción-sentimiento y la voluntad encontrarse en una simetría.
En Jesús Cristo sin duda alguna estas cosas estaban en simetría, porque es perfecto hombre. Es perfecto Dios y perfecto hombre. Tenemos muchísimos puntos que encontramos la perfección de Jesús Cristo y también en estos tres.
Acordaos entonces cuando al Señor Le salieron las lágrimas por los llantos de los hermanos de Lázaro y de la multitud, mientras iban al cementerio para resucitar a Lázaro. Y “Jesús lloró” apunta el evangelista Juan, y la multitud lo observó y dijo: “Mirad cómo le amaba” (Jn 11, 35-36). Jesús lloró, pero “regañó a su psique/espíritu” para que no lagrimee, porque en poco se haría la resurrección de Lázaro.
Y aquí indica el lado de la naturaleza humana, pero que el Señor mantiene el equilibro de ella. Es una cosa muy grande, amados míos, es una cosa muy difícil esto, pero por lo menos es necesario que nos acerquemos a esta simetría.
Os voy a relatar una segunda simetría: la fe, la esperanza y la agapi. Tenemos hombres que no tienen mucha fe, tenemos hombres que tienen mucha agapi (amor incondicional, desinteresado), pero no tienen mucha fe; o tienen fe y agapi, pero no tienen esperanza para las cosas que Dios ha preparado para ellos.
Decimos por ejemplo a un ser humano de la fe: ¿Sabes lo qué ha preparado el Dios para nosotros?, y nos responde: ¡Cómo y de dónde lo voy a saber! ¿Cómo lo sabemos ¡Este hombre no tiene en su interior la esperanza… no tiene esperanza!…
Lo que conecta y enlaza estas tres fuerzas es el discernimiento espiritual. Y cuando decimos discernimiento, exactamente esto entendemos, esta simetría. Sabéis que la reina de las virtudes no es la agapi; la reina de las virtudes es el discernimiento, la distinción o discernimiento espiritual.
Por supuesto que al ser humano natural hay también el discernimiento o distinción natural, es decir, saber distinguir como debe moverse, pero el discernimiento espiritual es donación, regalo del Espíritu Santo.
Por tanto, este discernimiento espiritual determina cada momento la cantidad/cuantía de estas tres virtudes. Puede que el discernimiento nos diga: a este hombre que hoy os ha picado en vuestra puerta no debéis dejarlo entrar en vuestra casa, pero podéis darle dinero para que se vaya a una pensión. ¿Porque no debemos meterlo en nuestra casa? Esto nos lo dirá el discernimiento. ¿Habéis oído lo que dije? Nos lo dirá el discernimiento. Por tanto, el discernimiento regula el equilibrio, la simetría de estas virtudes.
No son palabras mías estas. Leed la Filocalía para verlo esto, en concreto en un logos admirable de san Kasiano, donde san Antonio el Grande dice que cuando falta el discernimiento la agapi se mete y se ensucia en el fango. Puede que digamos que amo a esta persona y meterla en nuestra casa, y aquella noche caernos en fornicación con esta persona, y decir en nombre de la agapi yo la he metido en mi casa a esta persona. Sí, en el nombre de la agapi, pero no teníamos discernimiento y no distinguimos a quién deberíamos meter en nuestra casa. Esto es muy importantes e interesantísimo, amigos míos.
Y la tercera simetría es el tríptico de las relaciones hacia Dios, hacia al prójimo y hacia nosotros mismos. Es esto que escribe el apóstol Pablo a Tito, el que en el mundo presente debemos vivir con prudencia, sano juicio, justicia y piedad o fe. “Enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente hacia Dios” (Tito 2,12).
Lo “piadosamente” es nuestra relación con Dios; lo “justamente o con justicia” es nuestra relación con el prójimo y lo “prudentemente o sobriamente” es la relación con nosotros mismos. No podemos estar diciendo que tenemos piedad y no ser justos hacia nuestro prójimo, o ser justos hacia nuestro prójimo tener piedad y no ser prudentes. No podemos hacerlo esto, no se hace. Para que nuestra virtud sea demostrada, debe haber equilibrio entre prudencia, piedad y justicia.
Así se interpreta, amados míos, la polis-ciudad cuadrada. Es el equilibrio, la simetría en las virtudes de los Santos.
Pero vayamos a ver los lados que salieron medidos doce mil estadios. El estadio, como sabréis, tiene ciento ochenta y cinco metros, aunque algunos han sostenido que tienen ciento veinticinco metros.
Por tanto, el estadio es de ciento ochenta y cinco metros. Digamos que son sesenta estadios, de Jerusalén hasta Emaús, es decir, más o menos once kilómetros. ¡Por tanto, ya que es de ciento ochenta metros por estadio, los doce mil estadios son dos mil doscientos veinte kilómetros! Esto, amados míos es más o menos… no sé cuánto. ¿Quizás sea desde Atenas hasta el polo norte? No lo sé, más o menos por ahí va la cosa. ¿Existe este tipo de ciudad? ¿Y es posible alguna vez que esta ciudad tenga una muralla con tanta altura? Pero dijimos que estos números son simbáticos/convencionales, esquemáticos, que aquí quieren indicar la perfección de la ciudad. Debéis tener en cuenta que la mayor ciudad en la antigüedad era la Babilonia, que apenas era de cuatrocientos ochenta estadios. Si la calculamos redonda, su perímetro sería seis kilómetros, por tanto el diámetro sería de dos kilómetros. ¡Tan pequeña era! Y era la mayor ciudad del mundo en aquella época.
Aquí los números esquemáticos, como os he explicado, quieren expresar una ciudad supra-cósmica, por eso hay esta hipérbole, exageración.
Pero san Andrés dice lo siguiente: “Quizás los doce mil estadios, son la promesa de Dios a David y a Abraham, que dijo: “y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar” (Gen 22,17).
Pero no es el pueblo de Israel, amados míos, aquel que se ha multiplicado en Egipto, porque este fue diezmado en el desierto; llegó en la tierra prometida diezmado. Ninguno entró en la tierra prometida de aquellos que nacieron y tenían más de veinte años. Y los hebreos son diezmados continuamente en la tierra prometida, por muchos cautiverios, por guerras etc… Por supuesto que queda un pueblo, que sin embargo no es como la arena que está en la orilla del mar ni como las estrellas del cielo. ¿A dónde está pues la promesa?
Amados míos, la promesa está en la Iglesia, porque Abraham es el genarca de la fe. Pero en el Antiguo Testamento no se proyectaba la fe sino la ley. La fe es elemento del Nuevo Testamento. “Abraham creyó en Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios” (Snt 2,23 Rom 4,3 Gal 3,6), señala el Nuevo Testamento. Y los descendientes “como la arena que está en la orilla del mar y como las estrellas del cielo”, son los Cristianos que se salvarán; son los Santos, los Mártires, los Justos, todos aquellos que constituyen multitud… mucha gente y habitarán en esta Realeza increada de Dios.
¿O sea qué? Os diré algo y esto es una respuesta: En cada época conmovida y trastornada el Dios tiene Su laós-pueblo. El Dios, amados míos, trabaja; y trabaja sin ruido para que sea habitada Su polis-ciudad, Su realeza increada, a pesar de los pregones y del ateísmo, de las guerras, de las persecuciones y de las calumnias contra la Iglesia. A pesar de esto la polis-ciudad de Dios se llena de habitantes, se llena de Santos; esto es lo que quiere decir.
Y quisiera deciros que no nos decepcionemos. Sólo una cosa, se pierden muchos seres humanos por los ateísmos, la falta de fe y las incredulidades, pero la polis-ciudad de Dios se va llenando continuamente. ¡Ojalá que seamos nosotros también los habitantes de ella!
Pero también la anchura de la muralla se midió y es de ciento cuarenta y cuatro codos. Ciento cuarenta y cuatro codos son más o menos setenta metros. En relación con esta altura, el grueso no se puede considerar que será muy grande.
A pesar de esto, dice de nuevo san Andrés de Kesarea: “La medida de la profundidad (el fondo es la anchura de la muralla, no la anchura de la ciudad) ciento cuarenta y cuatro codos; el doce por doce son los doce Apóstoles, es la enseñanza de los doce Apóstoles”. Es decir, uno en todo ve un número esquemático que se mueve siempre a la enseñanza de los doce Apóstoles.
Pero este fondo, que aquí dice san Andrés, el fondo de la muralla, es el fondo de la teología, que está contenida sólo en las realidades que han enseñado los doce Apóstoles en la icumeni-toda tierra habitada. ¡Sólo! Allí está el fondo, la profundidad de la teología, en lo que han enseñado los Apóstoles.
Y el metro “de acuerdo con la medida humana, la cual usa y mide el ángel”, es una frase difícil, una oración difícil. Posiblemente signifique que la medición se hace por el ángel con medida humana. Y la medida humana, diríamos, era esta caña, digamos de un metro o un codo hebraico que es más o menos de medio metro. Por tanto parece que sea esto.
Pero también una cosas más. Cuando el ángel mide con la medida humana o la ciudad es medida por el metro humano, esto significa que la Realeza increada de Dios se mide por el metro humano, es decir, que el Evangelio que se ofreció, por favor prestad atención, que se ofreció de modo que corresponda a las habilidades y facultades humanas para que pueda ser aplicado; ¡la Realeza increada de Dios se llenará de seres humanos que disponen de facultades humanas! Que nadie diga: “¡Cómo voy a alcanzar yo el Evangelio!… No olvides hermano que la polis-ciudad ha sido medida por metro humano. El ángel midió, pero con medida humana. Lo diré una vez más: El Evangelio ha sido escrito a las medidas humanas y no a las medidas angelicales. Que nadie diga que: “¡Es que uno debe ser ángel para aplicar el Evangelio!” ¡NO! El Hijo de Dios no se hizo ángel, se hizo hombre y Su Evangelio está en las facultades y capacidades humanas. Sólo una cosa: que cada uno comience, amados míos. Estas capacidades y habilidades, sabéis que aumentan. Tal y como exactamente también en el colegio que vemos a un hijo que empieza por el alfabeto y alguna vez llega a hacerse un descubridor grande, que su cerebro percibe, capta y funciona muy inteligentemente. Comenzó por el alfabeto, llegó a la mayoría de edad, se desarrolló y rindió. Y nuestra vida espiritual así comienza. Empezaremos por el primer escalón, por el alfabeto de la vida espiritual. Nos desarrollaremos. Vendrá la jaris (gracia, energía increada) de Dios, nos ayudará y entonces llegaremos en algunas medidas, que nosotros mismos no podríamos creerlo. Y los hombres las estarán viendo y dirán lo que dirán. Son las medidas aquellas, amigos míos, que las vemos en los Santos. Eran seres humanos, igual que nosotros con los mismos padecimientos y pasiones. San Santiago o Jacobo en su epístola dice esta frase, ¿Qué era Elías? “Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses” (Snt 5,17).
Esto significa que el Evangelio se puede aplicar, solamente basta una cosa: que lo queramos. Y cuando lo queremos, podemos.
Homilía 92. Continuamos, amados míos, la descripción de la ciudad, de la nueva Jerusalén, que es la icona de la Iglesia, de la Realeza increada de Dios.
La vez anterior dijimos por supuesto que el esquema o plano de esta polis-ciudad era cuadrado, para expresar su perfección, y que tenía muralla, que su largo, ancho y alto tienen las mismas dimensiones. Ahora vamos a la descripción de esta muralla.
Y la construcción de la muralla era de Jaspe…
Aquí antes de avanzar a una atribución libre del texto, os haré una aclaración, que los nombres de estas piedras preciosas, tal y como los habéis oído, no sabemos exactamente a qué piedras preciosas corresponden hoy en día, porque hay una confusión, tanto en la denominación que aquí se refiere, como también de los escritores de afuera mundanos; es decir, hay una deniminación diferenciada que hablan de piedras preciosas. Pero posiblemente aquí jaspe se entiende el diamante. Posiblemente. Por supuesto que tenemos la palabra diamante y con el nombre de ántrax y al fondo, claro está, el diamante es el antrax, es conocido. Por tanto, en la Santa Escritura muchas veces se refiere al diamante como antrax. Por supuesto que sin atribuir nada, simplemente decimos ahora los nombres sin hacer más otras explicaciones.
21:18 El material de su muralla era de jaspe; pero la ciudad era de oro puro, que resplandecía como vidrio limpio;
21:19 y los cimientos de la muralla de la ciudad estaban adornados con toda piedra preciosa. La primera piedra de cimiento era de jaspe; la segunda, de zafiro; la tercera, de ágata; la cuarta, de esmeralda;
21:20 la quinta, de ónice; la sexta, de cornalina; la séptima, de crisólito; la octava, de berilo; la novena, de topacio; la décima, de crisoprasa; la undécima, de jacinto; la duodécima, de amatista.
21:21 Y las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era una perla y la plaza de la ciudad era de oro puro, resplandeciente y transparente como vidrio.
La perla como sabréis, no es una piedra que sale de la tierra, sino de las ostras. Y cada perla está colocada encima de cada uno de los doce portales. Y la plaza de la ciudad de oro puro que resplandece como de cristal.
O sea que, amigos míos, aquí vemos una descripción súper lujosa.
Esto lo “el material de su muralla era” indica que tenemos algo distinto, algo que no existe en construcciones de ciudad encima de la tierra. ¡Ninguna ciudad existe en el mundo, incluso la más rica que haya habido jamás en la tierra, la Babilonia, no era así!
¡El oro que se había acumulado era otra cosa! Cuando Nabucodonosor conquistó al entonces conocido mundo de Oriente Medio, diríamos que había reunido en su reino, en Babilonia, oro en abundancia. Pensad que construyó aquella estatua de oro, en honor a Dios Mardoc, de oro puro (Dan 3,1). Los antiguos escritores helenos-griegos se refieren a esta estatua de oro. ¡Riqueza y riqueza, mucha riqueza! Sin embargo Babilonia naturalmente no estaba construida de piedras preciosas ni de oro.
Entendéis y percibís que son iconas-imágenes que quieren dar una medida sobrenatural, dar una icona-imagen de que no se trata de algo acostumbrado, de que es una cosa distinta, es una cosa celestial y pertenece al mundo del universo renovado.
San Arezas escribe: “El material de su muralla, la construcción, quiere decir el kerigma de siempre con exactitud de los apóstoles”.
Aquello que nos impresiona son los cimientos de la muralla que son doce.
Es conocido que cuando se construye una muralla, naturalmente existe un cimiento. Excavamos la tierra, tiene la forma de zanja y allí construimos para subir a la superficie. ¿Qué sentido y significado tendría ahora que la ciudad tiene doce cimientos? Es como si nos dijese que en doce puntos los cimientos están más profundos de lo que serían aquellos que contienen o estructuran la muralla. No busquen exactitud en dimensiones naturales y en estructuras naturales, diríamos, porque hemos explicado que la muralla tiene doce cimientos y estos doce cimientos claramente corresponden a los doce Apóstoles.
Una analogía, diríamos era el logíon del sumo sacerdote que era una vestidura sacerdotal, digamos que era una tela que llevaba encima suya piedrecitas preciosas y se llamaba logíon; diríamos que era una especie de pitrajilion-mitra, tela tipo bufanda larga. Igual que patrajilio en los sacerdotes, así era el logion del sumo sacerdote. Con el logíon el sumo sacerdote profetizaba, sin el logíon no profetizaba. Igual que el sacerdote de la Iglesia cristiana no celebra ningún Misterio sin el patrajilion. Por tanto, este logíon tenía estas doce piedras preciosas, por eso muchas veces también las vestimentas son lujosas, preciosas. Por supuesto que también hacemos sencillas, por eso no os creáis, amados míos, que siempre es cuestión de vanagloria. Algunas veces también desgraciadamente resulta también a una vanagloria, cuando las vestimentas son lujosas. Pero debo deciros que el logíon del sumo sacerdote se había hecho por orden de Dios (Ex 28, 15-22). Estaba fabricado de acuerdo con el mandamiento de Dios.
Apuntad que algunas de estas piedras se parecen a estas que relata el evangelista Juan, pero no todas. Esto lo ha hecho intencionadamente, porque cada piedra preciosa era el símbolo de cada una de las tribus del pueblo del Israel. Por consiguiente aquí, si las doce tribus, las doce piedras, eran todo el pueblo de Israel, entonces los doce Apóstoles son los doce cimientos de la una Iglesia. Por eso tenemos esta analogía.
Pero lo que me gustaría apuntar es que las piedras preciosas no coinciden en sus denominaciones, porque obviamente no permanecemos ya en el antiguo Testamento. Si me acuerdo bien, sólo cinco piedras preciosas coinciden en la denominación en el libro del Apocalipsis. Esto indica que la base es el Antiguo Testamento, pero no quedamos en el Antiguo Testamento. Lo mismo también la denominación de las tribus (en un capítulo anterior que analizamos en el libro del Apocalipsis), no están todos los nombres de las doce tribus (Ap 7, 4-8), porque quiere dar a entender al lector la imagen de que nos vamos del antiguo pueblo de Dios y estamos en el Nuevo Testamento.
Pero lo que tiene mucha importancia es que cuando se refiere a la diferencia de las piedras preciosas, que cada piedra preciosa corresponde a cada uno de los Apóstoles, esto se hace porque cada Apóstol tiene diferente estructura de personalidad. Y es muy natural que cada Discípulo del Señor (son seres humanos) que tenga su propia estructura de personalidad. Una personalidad era Juan, otra personalidad era Pedro, otra personalidad Tomás; cada uno tenía su idiosincrasia, tenía su tipo, su forma y su personalidad.
Pero es digno de destacar que el Cristo cuando escogió a Sus Discípulos sabía qué escogía. No eligió las idiosincrasias que se identifican. Y en concreto en el caso de Judas dijo: “Yo no os he escogido; uno de vosotros me traicionará” (Jn 6,70). No se Le fue indicado a quién iba a elegir, ni algunas personas fueron buscando para hacerse Sus Discípulos. Es muy digno de destacar esto; y os rogaría que lo prestarais atención. Esto significa que cada uno tiene su particularidad, tiene su propio carácter. Y no sólo esto, sino que el mismo Señor ejerce, diríamos, una pastoral particular para cada Discípulo Suyo; de una manera habla a Juan, de otra manera habla a Pedro, y de distinta manera habla a Tomás, y de otra a Felipe.
La conclusión es preciosa, porque vemos que cada ser humano puede tener su propia estructura personal, su propia idiosincrasia, sin que esto le impida a ser fiel, a ser virtuoso, sanarse, redimirse y salvarse. Por eso os dije que es precioso esto. Prestadlo atención. Diríamos que es la fructificación del Cristianismo dentro de la variedad de las personas humanas.
La gran testación para el pastor, (para el guía, espiritual, el didáskalos-mastro), es su intento hacer a los que pastorea semejantes o similares a sí mismo, y no por el lado o parte de la virtud, como diría el apóstol Pablo “imitadores míos haceros, igual que yo a Cristo” (1Cor 11,1 · 4,16), sino que cada maestro, cada pastor, cada guía espiritual de los hombres, de una manera es como si ambicionase a que parezcan a su carácter aquellos que pastorea, enseña y guía espiritualmente. Estos es egoistica y utópico, esto está fuera de la realidad. El Dios es el que estructura y edifica la variedad de las idiosincrasias y tipos, y a todos los llama para salvarlos.
Es decir, si yo encuentro un hombre que su carácter no se parece al mío, no es imprescindible hacerlo que se asimile y convenga a mí, basta que sea un hombre virtuoso, basta que se cuide de su vida espiritual. ¿Es imprescindible que se convenga y se asimile a mí? ¿Por qué? Yo soy extrovertido, el otro es introvertido, en aquel gusta esto, a mi me gusta otra cosa; cosas legales; cada uno que sea como ha sido formada su personalidad. ¿Por qué razón sea como sea debe aparecerse a mí? ¿Por qué? Doxa-gloria y gracias a Dios, el Dios ha puesto muchos guías espirituales dentro en Su Iglesia y muchos pastores y maestros; cada uno va y encuentra el guía espiritual, y no simplemente el guía espiritual correcto, pero sobre todo al guía espiritual que conviene a su idiosincrasia.
¡Si yo voy a confesarme o tener un guía espiritual que es introvertido, mientras que yo soy extrovertido, no puedo, reventaré! ¡Si yo me caso con una persona que es introvertida, no puedo, reventaré y explotaré! Estaré diciendo al otro: “hombre, diga algo, habla quiero oírte”. ¡Habla, di alguna palabra!, no dice nada. ¡No dice nada, nada de nada! ¿Es decir, esta persona no se salvará? ¿No es buena persona? No, no es así, éste tiene su idiosincrasia. Soy yo que no convengo con él, pero convengo con otra persona. ¿Lo habéis entendido?
Por tanto, os rogaría que tengamos cuidado en este punto, porque sabéis que tiene importancia también en nuestra vida diaria y no sólo en la vida espiritual. Porque cuando cada uno colabora con otros seres humanos, con su vecino, con su pariente, con el más allá, con su compañero de clase, con lo que sea, cuando el otro es de carácter diferente, que respetemos lo que es, su estructura, su personalidad, su carácter, y nada más. Por fin podemos decir, ¡qué no me voy a casar con esta persona! Le digo buenos días, colaboro con él, pero tampoco estoy horas y horas junto a él. ¡Si no me gusta…no me gusta, ya está! Él es de otro tipo y carácter, yo soy de otro tipo y carácter. Es decir, ¿debo no hablarle o que esté peleándome con él o cualquier otra cosa? No, nada. ¡Veis cuánto valioso es esto!
Así que los doce cimientos cada uno es de una piedra preciosa; es decir, ¡piedras preciosas hay muchas, hay mucha variedad, pero todas son valiosas! Todas son virtudes. Porque, por ejemplo, para Juan decimos: “¡Juan el de altos vuelos, nus-espíritu teológico!”. Esto quiere decir que no hay algún otro Discípulo a lado de él para que sea comparado.
Por supuesto que si comparamos por las epístolas a Juan con las del Pedro, que tenemos también textos de los dos en el Nuevo Testamento, no se comparan, uno es diferente, distinto que el otro.
Judas el hermano de Dios, digamos, es más práctico, igual que san Jacobo o Santiago el hermano de Dios. El apóstol Pablo es más contemplativo. En concreto el apóstol Pedro, en una de sus epístolas dice que en las epístolas de san Pablo, del “amado hermano Pablo”, hay algunas cosas difíciles de entender, que los hombres sin sostenimiento espiritual, los descuidados, las malinterpretan con el resultado de su propia perdición (2Ped 3, 15-16). Y el apóstol Pablo tiene pasajes difíciles de comprender, puntos muy difíciles. Esto indica que cada uno tiene su propio carácter, su tipo, pero entre ellos los Apóstoles tienen agapi y todos sirven a la obra de la Iglesia. Todos tienen virtud y todos se salvarán, igual también que todos los fieles, imitando exactamente a los Apóstoles.
Sobre estas cosas escribe san Arezas: “Los apóstoles pues, están adornados con todas las virtudes, que se manifiestan por las piedras preciosas”. El apóstol Pedro era muy atrevido, era espontáneo, pero Tomás era más indeciso. Puede un Santo tener más virtud de misericordia, el otro tener más virtud de paciencia, uno que tenga un grado más grande en alguna virtud que el otro y etcétera. Esto sucede porque esta es su estructura, este es su carácter y personalidad.
Pero atención en algo. Aquí hay un peligro. Cuando leemos a los Padres de nuestra Iglesia, y en concreto a los Padres ascéticos, en libros como el Gerontikón, con ejemplitos cortitos sobre sus vidas ascéticas, encontramos una variedad de casos y alguna vez puede que digamos: ¿Por fin, qué es lo que debemos hacer, a quién de estos seguir? ¿Aquel o el otro? Pero todos son de una variedad de caracteres, no podemos decir, seguiré aquel o el otro: Muchos se lían y confunden mucho en esto, llegando a abandonar a los Padres de nuestra Iglesia y dicen que hay contrariedades. No existen contrariedades, sencillamente son distintas facetas de la misma vida evangélica. Cada uno tiene una faceta, una forma que se expresa, que vive, que se mueve. Y allí en esto los hombres se lían y se confunden.
Cuando cada uno lee a los Padres de nuestra Iglesia o los ascetas, tomará de todos ellos aquellos elementos que le convienen y se hará, edificará su propio sí mismo, de modo que todo sea auténtico, todo sea virtud. Uno realiza su propio sí mismo, su propio yo con aquellas realidades que le convengan y se acoplan a sí mismo.
Y continuamos con la plaza de la polis-ciudad, que era de oro puro y su pureza parecía como un cristal que brilla.
Esto es la pureza y πολυ–τέλεια poli telia– muy-perfecto, (y πολυτέλεια politélia lujo) el lujo de la perfección de los que habitan en la polis-ciudad. Por tanto, los Santos tienen lujo y el lujo es que son perfectos, muy importantes. Por tanto, cuando aquí se presenta que la plaza de la ciudad es de oro puro que brilla, quiere indicar exactamente este lujo, la perfección de los Santos.
Y nos impresiona el que no se refieren habitantes dentro en esta polis-ciudad. Y poquito más abajo veremos que se hace alguna referencia, pero a pesar de esto, se hace descripción de la ciudad, pero sin ver para nada habitantes.
¡Amados míos, estas cosas de la ciudad que se describen son los habitantes! ¿Lo entendéis? Tal como decimos que los cimientos son los Apóstoles, así también el oro son los Santos que estarán habitando dentro en el reinado de la Realeza increada de Dios.
Los doce portales tienen cada uno una perla. Esto significa que a cada Apóstol corresponde una perla preciosa y esta es la perla preciosa de la parábola. Acordaos lo qué había dicho el Señor con esta parábola:
“También el reinado de la realeza increada de los cielos es semejante a un mercader que busca y hace compra venta de buenas perlas: Tenía muchas perlas de varios tamaños, pero habiendo hallado una perla preciosa de gran tamaño, fue y vendió todas las demás perlas que tenía y compró esta perla una, única y grande” (Mt 13, 45-46).
¿Quién es esta perla? ¡Es el Cristo! ¿Y cuáles son las otras perlas? Son las variedades de los valores de la vida. Es buena la ciencia, es bueno el arte y la familia, es buena la riqueza y los terrenos… todo es interesante, son valores. Pero atentos lo que digo: son valores. El hombre que ha encontrado la una e única perla preciosa, lo vende todo para comprar esta una y única perla preciosa.
Es exactamente diríamos, ahora históricamente, aquellos que han dejado las redes en las barcas, padre, trabajos, esposa e hijos y siguen al Señor. En concreto el apóstol Pedro dice: “He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos? Y Jesús les dijo: recibirá cien veces más en la vida presente, y la futura vida heredará eternidad, tendréis vida eterna” (Mt 19, 27-29 Mrc 10, 28-30 Lc 18, 28-30).
¡Por tanto, cuando uno lo vende todo para esta una y única perla, el Cristo, lo tiene todo! Por eso dice aquí que “¡en cada portal había una perla!” Esta perla encontraron los Apóstoles.
La descripción aún de esta polis-ciudad la hacen en el Antiguo Testamento el profeta Isaías y los demás Profetas, pero me quedo en Isaías y en Tobit que de verdad os impresionará.
Isaías escribe sobre esta ciudad celestial que describe el evangelista Juan, está en el capítulo 54º en los versículos 11 hasta 14 de Isaías:
“Hasta ahora eras caótica, sacudida por la tempestad y sin consuelo; he aquí que yo ahora preparo para ti tu casa con diamantes y sus cimientos con zafiros y en tus ventanas pondré jaspe y encima de los portales de piedras preciosas cristalinas y tu patio lo pavimentaré con piedras preciosas; y todos tus habitantes los haré alumnos, discípulos de Dios y tus hijos vivirán en mucha paz; y serás edificada con santidad” (Is 54, 11-14).
Es decir, esta ciudad es la Iglesia triunfante, que en el mundo presente como militante, estaba desordenada y humillada, despreciada y no tenía a dónde parar por las persecuciones. Pero ahora, que se vaya preparando para esta casa no hecha a mano al cielo, y es esta que se describe. La Iglesia allí estará en eterna paz y santidad.
Paro también el Tobit, amados míos, antes de morir, profetiza las siguientes cosas:
«Psique alma mía, alaba al Señor, el gran Rey. Jerusalén será reconstruida con zafiros y esmeraldas, y con piedras preciosas todas sus murallas; las torres de Jerusalén y sus baluartes se construirán con oro puro; sus plazas serán pavimentadas con rubíes y finísimas piedras. Sus puertas entonarán cantos de júbilo» (Tobit 13, 15-18).
Señalar que Tobit está cautivado por el reino norte de Israel en Nineví, aún antes que el reino del sur fuera cautivado por los Babilonios, más o menos cien años antes; es decir, que el reino del sur aún está libre. Y Jerusalén está libre, el templo funciona y etcétera. Tobit prevé y profetiza la destrucción del templo, pero también la reconstrucción de nuevo. Y históricamente, porque siempre se enlaza lo histórico con lo eterno, que los Hebreos retornarán otra vez en Jerusalén y volverán a construir el templo, como realmente se ha hecho. Pero el ojo de Tobit sobrepasa y trasciende al horizonte óptico de la Jerusalén histórica y del templo histórico y va más allá a la eternidad y dice:
Mi psique-alma que vaya alabando a Dios, al Rey grande, porque Jerusalén será reconstruida con zafiros, con esmeraldas y sus murallas con toda piedra preciosa se levantarán y sus torres y sus baluartes con oro puro; las plazas de la ciudad serán pavimentadas con rubíes y diamantes, y sus teselas serán hechas de con mármol, piedra de la región de Sufir. Esto indica que una ciudad de este tipo históricamente de ninguna manera podría existir.
¡Por tanto, habla de la ciudad eterna, la polis-ciudad de Dios, la Realeza increada de Dios! ¡E imaginaos que nos encontramos por ahí en el siglo 6º antes de Cristo!
Y continua en el capítulo 13,18: «Sus caminos entonarán cantos de júbilo, y todas sus casas dirán: “¡Aleluya, alabado sea el Dios de Israel!” En ti darán gloria a su santo nombre eternamente». Este es su famoso último versículo.
Aquí personifica los caminitos de la ciudad, por supuesto que no son caminitos, son seres humanos que están en los caminitos de la ciudad. Y dice: y entonces todos los caminos de la ciudad dirán “aleluya”, es decir, alabad a Dios, y todos alabarán a Dios y dirán: “Bendito sea el Dios, el Cual ha elevado la Jerusalén, la nueva Jerusalén, en y por los siglos”.
Por todas estas cosas y realidades que se han escrito, amados míos, como iconas-imágenes de la doxa-gloria increada de la nueva Jerusalén, de la Iglesia, escribe san Andrés de Kesarea: “No es posible para uno representar con un ejemplo aquella realidad de la ciudad celestial, la que “ojo no ha visto, oído no ha escuchado, y en corazón de hombre no ha entrado y subido” (1Cor 2,9), tal como dice el Apóstol Pablo. Todas estas realidades y cosas san Juan las había visto con iconas-imágenes, a lo que podía; pero el entendimiento exacto de la polis-ciudad celestial transciende todo oído, visión y cerebro o mente” (J.P.Migne, P.G., tomo 106, logos 23, cap 67, pag 437D).
Por tanto las iconas-imágenes son matices, son muchos ejemplos para que de una manera se pueda dar un sabor. Pero el sabor definitivo se dará sólo a los dignos.
Todas estas cosas por supuesto deben llenarnos a nosotros también de esperanza alegre “gozosos en la esperanza” (Rom 12,12) dice el apóstol Pablo, porque nos dará “las cosas que Dios ha preparado para los que Le aman” (1Cor 2,9). Y el Dios no miente, el Dios no dice mentiras. Si en el corazón de alguno venga el pensamiento que quizá estas cosas no son verdaderas, el Dios las testifica, el Dios las dice. Por eso hago este esfuerzo (si se puede decir esfuerzo) en presentaros de toda la Santa Escritura, unas veces los Profetas, otras veces los Evangelios, otras veces los Apóstoles con sus epístolas, que consolidan y certifican aquellas cosas y realidades que nos dice el libro del Apocalipsis. Amín.
Yérontas Atanasio Mitilineos
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Traducción Χρῆστος Χρυσούλας (Jristos Jrisulas) 8/7/2020 www.logosortodoxo.com