Índice de Contenido
- 1 Unidad 11 Apocalipsis 2, 24-29. 4ª epístola del Señor: Hacia la Iglesia de Tiatira 2ª parte Sobre Masonería y el tesoro de la Ortodoxia
- 2 Unidad 12 Apocalipsis 3, 1-6. 5ª epístola del Señor: Hacia la Iglesia de Sardis. Sobre pietismo y alteración del espíritu Ortodoxo.
- 3 Unidad 13 Apocalipsis 3, 7-13. 6º epístola del Señor: Hacia la Iglesia de Filadelfia. Sobre la “misión santa”, pruebas y parte.
- 4 Unidad 14 Apocalipsis 3, 14-22. 7ª epístola del Señor: Hacia la Iglesia de Laodicea. Sobre fe tibia
- 5 Unidad 15. Apocalipsis capítulo 4 Introducción tomo 2 Condiciones para un acercamiento fructuoso al Apocalipsis y la resistencia a la secularización.
- 6 Unidad 16 Apocalipsis 4,1-4 La puerta abierta en el cielo y la visión del trono de Dios Padre. La filosofía mundana y la comunión de Dios con la creación.
- 7 Unidad 17 Apocalipsis 4, 5-11 El Espíritu Santo y las Potencia Angelicales La Liturgia celeste como tipo y modelo de la Divina Liturgia terrenal
- 8 Unidad 18 Apocalipsis 5,1-6 El hijo como Cordero degollado y el libro sellado La voluntad divina
- 9 Unidad 19 Apocalipsis 5,7-14 El Cordero degollado recibe el libro sellado y la deidad de Jesús.
- 10 Unidad 20 Apocalipsis 6, 1-4 La apertura de los dos primeros Sellos. Las dos victorias: La transmisión del Evangelio y el martirio
Unidad 11 Apocalipsis 2, 24-29. 4ª epístola del Señor: Hacia la Iglesia de Tiatira 2ª parte Sobre Masonería y el tesoro de la Ortodoxia
Con la ayuda de Dios, continuamos la cuarta epístola del libro del Apocalipsis, que dirige el Señor hacia el obispo de Tiatira.
En cuanto a vosotros los demás fieles que están en Tiatira, a cuantos no han aceptado ni tienen esa enseñanza, y no han conocido lo que ellos llaman y presentan como las profundidades de la verdad y que son profundidades de Satanás, yo os digo: que no os impondré otra carga; (Ap 2, 24). Es decir, me dirijo a vosotros el resto de los fieles, los que no habéis aceptado esa enseñanza de esa mujer-Jezabel y no conocéis aquellas cosas que ellos sostienen que conocen, las llamadas “profundidades de la sabiduría”, pero que “Yo os las apocalipto-revelo que no son más que las profundidades del Satanás”.
Bajo el nombre de Jezabel, amigos míos, aún debe ser contenida también una otra categoría “de fieles” –entre comillas- excepto los Iluminados que nos hemos referido la otra vez, ya que estos también están dentro en la Iglesia, participan en ella, de la Divina Liturgia, comulgan etc., pero por parte o aspecto de la fe actúan de manera distinta de la fe de la Iglesia.
No olvidemos que la mujer-Jezabel, de la epístola al obispo de Tiatira, es de corte, matiz gnóstica. No lo olvidemos esto, porque el Señor en esta epístola dice que “enseña y seduce a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos” (Ap 2,20). Por tanto, es de matiz gnóstica, tal como vimos también para los Nicolaítas, que también eran de corte o matiz gnóstico.
Aquello que tiene importancia es que esta la llamada “gnosis pseudónima (falso conocimiento) –gnóstico-“, tal y como la laman los antiguos Padres de nuestra Iglesia y san Irineo también, esta gnosis creada es calificada y llamada por el mismo Señor como satánica.
Y el Señor se vuelve hacia los que se encuentran alrededor del obispo y han permanecido a la enseñanza saludable y no se instruyeron a las supuestas muy profundas gnosis-(conocimientos creados) y sabidurías (creadas), tal y como sostenían los heréticos, pero que en realidad eran sofías-sabidurías y gnosis demoníacas, satánicas.
Los heréticos realmente hablaban sobre las “profundidades de sus sabidurías”, como inefable sabiduría secreta y secreta gnosis inefable, que es inabordable por los sacrílegos, impíos y no iniciados.
Y como dice el apóstol Pablo: “ya está en acción o ya es operativo el misterio de la iniquidad” (2 Tes 2,7) y está operativo continuamente, por eso también hoy en día como herejía gnóstica de este tipo tenemos la Masonería. Además, la misma Masonería a todos nosotros nos llama impíos. Ellos tienen “la iluminación y la iniciación de la profunda gnosis, de la profunda sabiduría y filosofía”, la cual nosotros ignoramos, según la afirmación de ellos. Así pues, la Masonería no es más que el descendiente natural del antiguo Gnosticismo, o si quieren, un Neognosticismo.
Quizás me he referido muchas veces a la Masonería, y puede ser que me digan que he sufrido una psicosis con esta. Pero amigos míos, el tema no está allí; la Masonería es una realidad contemporánea, la cual influye a todos y a todo en nuestra época. Es una táctica mala de subestimar el valor del enemigo. Para que podamos combatir al enemigo, nunca debemos subestimar su potencial y fuerza. Y la Masonería tiene potencial, fuerza, es fuerza dinámica del Satanás. Por eso siempre combatimos, y seguiremos guerreando mientras vivamos, y siempre debemos luchar contra la Masonería. No miréis que no tiene vida pública; no miréis que nunca sale en público, en juicios, etcétera; no miréis que nunca se dan conferencias a su nombre, ninguna publicación que lleve su nombre. ¡No lo miréis todos esto, la Masonería actúa y opera vilmente, insidiosamente y subterráneamente!
La Masonería es el Gnosticismo, y en efecto, esto lo demostraremos hoy. Con la ayuda de Dios, demostraremos que la Masonería es de dimensión gnóstica. Y cuando vemos que la masonería es de dimensión gnóstica -y lo veremos esto por los documentos oficiales del mismo Masonismo- entonces su caso queda supeditado a la epístola del Señor hacia el obispo de Tiatira que estamos analizando, donde condena la mujer-Jezabel, que con esta otra, ajena enseñanza viene a arrastrar y pervertir a los siervos-dulos de Cristo. Y ya que Cristo la condena, significa, preciso y claramente que condena también la Masonería. Esto lo demostraremos.
Os rogaría, amigos míos, que presten mucha atención en esto. Veremos cómo la Masonería por medio de sus documentos oficiales se califica a sí misma. Si se demuestra, repito, no de forma indirecta -además que es clarísimo- sino de forma directa e inmediata, que la Masonería es el Gnosticismo, la cosa se ha terminado, la Masonería se condena por la Iglesia totalmente. Porque también la misma Santa Escritura ha hablado contra el Gnosticismo, y el apóstol Pablo en su carta a Timoteo, y el apóstol Pedro en sus epístolas universales escribe contra el Gnosticismo, pero también los santos Padres combatieron furiosamente el Gnosticismo, porque él combatió furiosamente la Iglesia. Pero como el Gnosticismo en muchos no es conocido –sin deciros detalles- en dos palabras os diría lo siguiente:
En realidad el Gnosticismo es una filosofía religiosa. Acepta un dios, un mundo, un hombre, y le acepta con unas relaciones entre dios, el mundo y el hombre. Al mundo lo ve con doble ojo; lo ve bueno y malo. Dentro en el mundo ve lo bueno y lo malo, y dice: “La parte del bien lo hizo un dios bueno, y la parte del mal lo hizo un dios malo. Por tanto son dos dioses; o si es un dios, éste es de dos hipostasis (bases substanciales), es decir, que tiene dos caras o personas; o dos dioses o uno con dos caras.
Apuntad que en la filología gnóstica existe gran variedad, muchísima, y encontramos también diferencias. Es el gnosticismo de Markíon, el gnosticismo de Basiliadis… y muchos más, siempre con algunos matices.
La base fundamental en todos estos sistemas del Gnosticismo es la dualidad; es decir, de que existen dos dioses, el dios malo y el dios bueno, el dios que crea el mal y el dios que crea el bien. Pero estos dos se pelean y luchan continuamente y la victima siempre es el hombre, el cual alguna vez desea liberarse del dios malo.
Finalmente el hombre tiene siempre esperanza de una liberación de este tipo; vive en la naturaleza, acepta de una manera un dios trascendental, aunque le considera invisible. Pero en realidad el dios en el Gnosticismo no es un dios trascendental. ¡Y como el Gnosticismo quiere tomar muchos elementos de afuera –el mismo está desnudo, no tiene nada- toma lo que tiene que ofrecer la filosofía mundana, el pensamiento humano, lo que tienen las religiones mistiríacas, como el Orfismo, los misterios Eleusinos, el trismegisto Ermes, el Hermetismo, los misterios orientales, la Kiveli, los misterios de Osiris y de Isis. También ha tomado del Judaísmo como también del Cristianismo… ¡Y todas estas cosas las ha hecho una ensalada y las presenta!
El peligro del Gnosticismo es que oficialmente no niega al Cristianismo. Aquí está el peligro. Cuando el otro me dirá que niega el Cristianismo, sé de antemano que está enfrente mío, es mi enemigo, ¿pero cuando se esconde?… Es decir, no indica que niega, sino que se mueve, circula, respira y anda dentro en la Iglesia, comulga, participa en la Divina Liturgia de la Iglesia, pero es otro, ajeno y extranjero, ¡he aquí el peligro! Tal como vemos también en los Masones que comulgan, van en la Iglesia… O si quieren, esto ellos lo tienen como argumento también. “¡Te dicen: pero si yo voy a la Iglesia, si yo soy cristiano bueno, si yo comulgo!…” ¡Esta es la desgracia, no el argumento sino la desgracia! (Des-gracia sin la divina gracia-jaris increada energía)
Habéis visto qué hacía esa Jezabel. Actuaba en el interior de la Iglesia de Tiatira. ¡Habéis visto cómo se movía! Lo hemos analizado la vez anterior. Por tanto es tipo o prefiguración de los contemporáneos Gnósticos, de los Masones, como también era tipo de las antiguos Gnósticos.
Pero como os dije acudiremos a sus documentos escritos, en los cuales vemos las siguientes cosas:
En posición destacada en sus Logias tienen la letra Γ (gama) o G, que está colocada dentro en una estrella reluciente, una estrella con rayos, y en el centro está la letra Γ gama, que es para nosotros los Griegos que tenemos nuestro propio alfabeto, en cambio para las lenguas latinófonas es la letra G. En nosotros es la tercera letra del alfabeto, en cambio en ellos la séptima letra. Esta letra, algunas veces, no está dentro en la estrella reluciente, sino en un simplegma-complejo de una escuadra – este órgano que marca los ángulos verticales o las líneas verticales- y en un compás. Por encima está el compás, y por debajo la escuadra, y en el simplegma escuadra y compás está la letra Γ (gama) o G, sin que esté la estrella reluciente.
Pero como la escuadra con el compás es el símbolo principal de los Masones, en pocas palabras os diría las siguientes cosas:
Este simplegma-complejo tiene un simbolismo rico y multilateral; pero os diré el principal tal como yo creo. La escuadra, que está por abajo, es el símbolo de la materia, y por encima la perfecta materia, porque tenemos un ángulo vertical. Por encima tenemos el compás que está abierto a cuarenta y cinco grados –estas cosas que os digo siempre son de los textos de los Masones- y es el símbolo del espíritu. Todo el simbolismo es: el espíritu sobre la materia. Dualismo. El espíritu sobre la materia, es decir, cómo se impondrá el espíritu sobre la materia.
Apuntad, amigos míos, que en el Cristianismo no existe dualismo, no existen dos dioses; el Dios “creó el cielo y la tierra, y el mar y todos lo que existe en estos” (Hec 14,15; Cro 2,12). No existe nada que no se haya hecho por el Dios uno –“sin Él, el Dios Logos, no se hizo nada de todo lo creado” (Jn 1,3)- ¿cómo es posible que exista contradicción a las obras de Dios? ¿Cómo es posible alguna vez que existan el bien y el mal y que vengan en contradicción por sí mismos los objetos, las creaciones haciéndolas así el Dios?
Amigos míos, no existe el mal en el mundo, no se debe a una dualidad, se debe a la intervención, después de la libre voluntad o albedrío de seres lógicos: del Diablo primero, y después de los hombres. ¡Es la intervención del mal después de la libre voluntad o albedrío de los seres lógicos! Así entró el mal y hubo el altercado del orden de la naturaleza. Así se explica por nuestra Fe el mal, no que es creado por algún otro dios, o del uno en una situación contradictoria suya. Por tanto, no hay contradicción entre espíritu y materia, porque el infinito y eterno Espíritu de Dios crea el mundo material. ¿Sería posible alguna vez este mundo que sea contradictorio en la existencia de Dios? ¡Sería posible!… Imposible. “Los cielos nos narran e indican la doxa-gloria luz, energía increada) de Dios” (Sal 18,2), ¡cómo es posible que los cielos se vuelvan contra Dios!… Jamás. El mismo Dios ha creado la psique y el cuerpo humano. Y el cuerpo será resucitado y se salvará, es decir, ¿entrará en el reinado de la Realeza increada de Dios! ¡Sí, la materia! Esto para los Gnósticos es impensable. Y es impensable, porque la materia para ellos es una cosa mala.
Por consiguiente, el compás se impone a la escuadra, sobre la materia; es imposición del espíritu sobre la materia. Pero la escuadra, la materia, está en noventa grados, a su perfecta expresión, y el compás está en cuarenta y cinco grados –no noventa- porque aún el espíritu humano no se ha impuesto sobre la materia, sino que lucha para imponerse.
Y dentro de este simplegma-complejo existe la letra Γ (gama) o G, como os dije. Desde luego, los Masones se entristecen porque no tienen una letra que podría corresponder a todas las lenguas y razas de la tierra, para que los Masones de todo el mundo lo puedan entender.
¿Pero qué significa esta letra?
Seguiremos la letra latina G. Además que muchas letras de las lenguas latinófonas tienen su origen de la lengua griega; esto lo veréis a continuación. Con la letra G tenemos el nombre de God, que quiere decir Dios. Así que la letra G significa Dios. Subrayarlo esto, esto significa según el masonismo liberal de la Masonería.
Aún el poeta masón inglés Burns escribe lo siguiente: “El jeroglífico lampedón, el cual ningún otro excepto los hermanos ve…” La letra G la llama lampedona, una luz que sólo los hermanos pueden saber el significado de esta letra G.
Según Plantagenet, esta letra G es de origen hermenéutico; proviene de la llamada “filosofía hermenéutica”, que en su interior contiene Magia.
Dalco –estos son Masones- en una homilía suya había dicho lo siguiente: “La letra G, la cual adorna la Logia, no expresa sólo el nombre de M.A.T.S (Mega Arquitecto del Universo), es decir, del Dios- sino que significa a la vez también la ciencia de la Geometría”. Por tanto, nuestra letra Γ (gama) o G latino, quiere decir Geometría. God pues Dios, pero también Geometría.
Según los Lenhof y Posner, el significado de la letra G es “God-Dios-Geometria-Génesis-Gnosis”. La palabra Γνῶσις Gnosis no se escribe traducida en inglés que es “Knowledge”, sino que permanece la misma tal y como es en helénico: ΓνῶσιςGnosis. Es palabra helénica, de los Gnósticos, y es traducida con letra latina en todas las lenguas del mundo con el nombre Γνῶσις Gnosis. Por tanto, adelante está la G. Por eso quiero que nos quedemos en el tema de Γνῶσις Gnosis y Γνωστικός Gnóstico.
El Léxico ο Diccionario Masónico escribe: “En muchas Fuerzas masónicas aparece la G, no sólo en la estrella reluciente, sino también entre las patas del complejo o simplegma del compás y de la escuadra –como os he explicado- tal como se acostumbra también en nosotros” es decir, en nosotros los helenos. (B. Lampropulos: “Léxico negro de la Masonería helénica”),
Por tanto, ya que hemos visto la letra inicial Γ (gama) o G, o sea, el que se refiere a la Gnosis, ahora vamos al grado 12º de la iniciación en la Masonería para ver qué contiene esta Γ (gama) o G. Os leeré, amigos míos, sólo textos que son de ellos, de los grados de iniciación que ellos tienen. Traduciré directamente, sólo pararé para comentar. ((Lo que está entre «» es de los libros de la masonería)
Escriben: «El maestro de ceremonias, quita la tela que encubre al candidato y extienden sobre el suelo una imagen, en la que está pintada la gran estrella con cinco rayos, teniendo en el medio la letra Γ (gama) o G, de la que os he hablado.»
»El Mega-Didáskalos-Gran Maestro gira hacia el candidato.»
– Vuelve hacia el candidato que trata de ser iniciado al 12º grado. Y al candidato le han dado un nombre simbólico, y le llaman Moabón. No es que mantenga este nombre, simplemente es simbólico. Este nombre, diríamos, que es el Canon o Regla de la iniciación.
«¿Moabón, para demostrarnos que has entendido bien las enseñanzas, dígame qué quiere decir esta letra misteriosa?», es decir, esta letra Γ (gama) o G.
»El candidato: Geomentría, Γονιμότης Gonimotis(Fertilidad que en griego empieza con G)
»El gran Maestro: Muy correcto. Como complemento debes saber que significa también Gnosis.
(Aquí hay una explicación larga y plena de elogios de la enseñanza de los Gnósticos.) »Aquí el Maestro explica y dice al iniciado qué es esta Gnosis. (Ver lo qué significa real y heleno-ortodoxamente el término Γνώσις gnosis y el discernimiento entre gnosis increada y creada… https://www.logosortodoxo.com/γνωσισ-gnosis-conocimiento/)
– Tomo algunos recortes de los que dice el Maestro al candidato. Os las leo: «El Gnosticismo…» ¿Habéis visto? ¡Se mantiene el mismo nombre!
«El gnosticismo, Hermano grande y amado, dice el maestro, es un conjunto de enseñanzas, las cuales poseen una posición importante en la historia espiritual y ética de la humanidad. La palabra Gnosis, palabra helénica, debe ser entendida como lo contrario de la Fe». – ¡Atención a esto aquí!
»Durante los primeros siglos de la ignorancia humana, aparecieron los Gnósticos, dignos pioneros de la investigación, del espíritu y del progreso. La fe tenía como objeto el dogma por revelación, como también algunos acontecimientos considerados supuestamente históricos. En una palabra, literalmente constituía unas gnosis equivocadas de la masa o la plebe de los Cristianos. La Gnosis, por el contrario, era para un pequeño número de escogidos. Su objetivo era la investigación y el examen de las ideas predominantes, hasta su primer principio de ellas, y la composición de la nueva filosofía.»
– Aquí en este punto, amigos míos, quería hacer un comentario. Dice: «La gnosis viene a dirigirse contra la llamada fe por revelación-apocálipsis de supuestos acontecimientos históricos». ¿Sabéis cuáles son estos “supuestos acontecimientos históricos”? Es la Encarnación o Humanización, La Crucifixión, la Resurrección de Cristo… ¡las dice “supuestamente históricas”! Y que con la Santa Escritura –primero por el Antiguo Testamento, donde tenemos revelación de Dios en el Sinaí y en los Profetas, y después por el Nuevo Testamento- tenemos supuestamente la revelación-apocálipsis de algunas cosas, que se hacen conocidas sólo por la fe. Dice, pues, aquí el Gnosticismo:
«Esto nosotros lo combatimos y lo rechazamos; nosotros no queremos el factor Fe, nosotros queremos el factor Gnosis».
– ¡Los que entendéis, antes de avanzar, captáis qué demonismo tenemos aquí! Es aquello que había dicho la serpiente antigua, el Diablo, el tres veces maldito Diablo a los Primeros en Ser Creados: “Se abrirán vuestros ojos y conoceréis o tendréis gnosis!”. Hasta entonces los Primeros en Ser Creados, se apoyaban en la fe, es decir, en esto que les dijo el Dios: “No comeréis de este fruto; se acabó” (Gen 3,3). Creyeron y el tema se acabó. Viene el Diablo a ofender, a atacar y a rechazar la fe, diciendo lo difamatorio: “Esto os lo dijo Dios porque os tiene envidia y no quiere que os hagáis dioses. Y cuando probéis del fruto entonces no tendréis necesidad de la fe; entonces tendréis gnosis y se abrirán vuestros ojos”. El texto sagrado allí dice que “se abrirán vuestros ojos y conoceréis o tendréis gnosis del bien y del mal” (Gen 3, 4-5). ¡Veis quién es el que rechaza la fe e introduce esta gnosis (creada)! ¡Es evidente, está clarísimo es el Diablo!
– Esto en los siguientes siglos, si queréis desde la Edad Media y aquí –aunque siempre existía-, pero estoy hablando de nuestra época se llama: Ὀρθολογισμός (orzoloyismós) Racionalismus. Es decir, no acepto algo, si mi cerebro no lo ha entendido. Esto es Racionalismo. La fe no la necesito, solo la gnosis necesito. Acepto sólo esto que comprobaré con mi propio cerebro. ¡Pero cómo es posible aceptar toda cosa que existe única y exclusivamente porque lo entenderé!… Existen tantos fenómenos que no entendemos, amigos míos, y mucho más, cosas metafísicas y espirituales que nunca es posible entender el pequeño cerebro del hombre.
– Y continuamos con la lectura de la iniciación al 12º grado de la Masonería:
«El propósito de esta –Gnosis- era la investigación y el examen de las ideas predominantes, hasta el primer principio de ellas, y la composición de nueva filosofía».
– El gnosticismo, como conocerán, preexistía del Cristianismo; sobre todo había comenzado tres siglos antes de Cristo. En su mayor exaltación llegó tres siglos después de Cristo; sus últimas reliquias permanecen hasta el siglo 6º. Pero en realidad el Gnosticismo vive: he aquí la Masonería. ¡Vive!
– ¡Los Gnósticos, pues, sostenían y decían que tienen la nueva filosofía! Esta filosofía que decían y la proyectaban, la toma el apóstol Pablo y les da la respuesta. Quizá ahora que oiréis el texto entenderéis el significado y sentido del pasaje. Dice pues el apóstol Pablo: “Mirad y vigilad que nadie os engañe y perdáis la fe por medio de la filosofía y el engaño vano (huecas sutilezas), según las falsas tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos y percepciones sobre los elementos del mundo, y no según la enseñanza en Cristo” (Col 2,8).
– ¿Habéis visto lo qué dice el Apóstol? Tened cuidado que no haya y venga alguno que os arrastre y engañe por la filosofía. ¿Cuál es esta filosofía? ¡Es el Gnosticismo! ¿Cómo la llama esta filosofía? ¡Engaño vano, huecas sutilezas! ¡Y realmente, amigos míos, también la Masonería es una megalomanía hueca…hasta la médula hueca, vacía totalmente!…
– “Según las tradiciones de los hombres”. Si leéis un poco –de las iniciaciones, etcétera- la teoría del Masonismo, amigos míos, veréis que todas estas cosas son invenciones humanas. ¡Es decir, con sus cerebros pensaron e imaginaron todas estas cosas, las compusieron e hicieron este producto humano maquinado, pero muy estúpido!
– Cuando el apóstol Pablo dice “según los elementos del mundo”, lo dice porque los Gnósticos hablaban sobre “elementos”, utiliza la palabra de ellos. “Y no según la enseñanza en Cristo” y que “en Cristo habita corporalmente toda la plenitud de la deidad”. Debo deciros que la palabra πλήρωμα plíroma plenitud es un término gnóstico, que lo usaban los Gnósticos de aquella época, y daban a entender lo que llena la parte o espacio entre el dios bueno y del dios malo y de la materia. Ponían treinta deidades entre el primero gran dios bueno, que es el creador de los espíritus y del último dios, el creador de la materia. Esto lo llamaban “πλήρωμα pliroma plenitud”. Y el apóstol Pablo toma las mismas palabras que ellos y las da sentido y significado cristiano.
-En CristoDios “habita corporalmente todo “πλήρωμα plenitud” de la Deidad corporalmente, y vosotros estáis completos en Él, el Cual es la cabeza de todo principado y potestad”. Es decir, no existen deidades entre un dios bueno y un dios malo; Cristo lo es todo, Él es el “πλήρωμα plenitud”, dice el apóstol Pablo, Él se hizo hombre, y vosotros habéis entrado en la vida de Cristo, el Cual es la cabeza de toda potestad y principado. Apuntad que las palabras “potestad y principado” son del léxico gnóstico.
-Todas estas cosas indican, amados míos, el cómo responde el apóstol Pablo. ¡Lo habéis visto! Si acaso le tuviéramos hoy al apóstol Pablo aquí, ¿cómo respondería?… Con las mismas palabras respondería también al fenómeno actual de la Masonería, y se entristecería porque son arrastrados los Cristianos por la Masonería.
-Continúa la regla o canon masónico:
«La lucha entre sencillos Cristianos y los Gnósticos, comenzó desde el principio», «los Gnósticos eran muy fuertes y muy superiores espiritualmente», dice el Maestro al iniciado.
-Habéis visto: ¡la lucha!… Tenían siempre el sentido y sentimiento de superioridad. ¡Como sabréis, los masones a nosotros nos consideran como impíos, necios y débiles! Pero cuando hablan sobre una superioridad espiritual, son las llamadas profundidades de ellos. Por supuesto que son sus profundidades, las que el Señor revela como satánicas.
Y sigue la iniciación: «¡Pero seguro que deberían caer víctimas bajo la religión sectaria e intolerante» –y se refiere al Cristianismo- «enemigo de la libre investigación».
-Así que el Cristianismo según los masones es una religión odiosa, sectaria e intolerante que es enemiga de la libre investigación…en cambio ellos son hombres de la gnosis! Después no olviden que sus Logias se llaman talleres, en los que se hacen investigaciones, sobre todo filosóficas. ¡No penséis que allí en estos “talleres” tienen destornilladores, tornillos, alicates, etc.!
-Aquí prestad atención lo que dice a continuación la iniciación del Maestro: «El carácter sobresaliente del Gnosticismo es la dualidad de la deidad. » -Es decir, ¿quién es el carácter, el punto más cúspide diríamos del Gnosticismo? Es que la deidad tiene dos personas, dos hipostasis-bases substanciales, es dual.
»La Gnosis tiene dos principios, el bien y el mal; espíritu y materia por el que se manifiestan los dos principios.»
-Por tanto, según ellos, la deidad tiene dos caras. Pintaríamos un cuerpo con dos caras, por un lado el bien y por el otro el mal o dos dioses.
-Por tanto, dice el Maestro masón:
«Según los Gnósticos, dios es ser sobrenatural e invisible, y se manifiesta bajo dos atributos o cualidades totalmente opuestos. Una de estas cualidades es la del Creador, o sea, el Arquitecto del Universo, ha creado la tierra y también al hombre. Desgraciadamente, en la creación del mundo ha contribuido también la otra deidad, esta es enemiga de este principio del bien.»
»¿Por qué?
»El Gnosticismo no nos da ninguna explicación sobre esto. Se limita sólo a afirmar que este acontecimiento es indudable, por tanto, el bien y el mal coexisten en la fisis-naturaleza y por consiguiente la segunda participa a la creación del mundo.»
-Realmente, amados míos, el Gnosticismo no consiguió resolver el problema de la fuente del mal y del bien. Esto es verdad; no consiguió resolverlo. ¿Habéis visto? «No respondemos, no sabemos», dicen. Realmente para esto han fabricado estos mitos, porque han intentado dar una explicación.
-Continúa el maestro masónico de iniciación:
»Pero los Gnósticos esperaban y junto con ellos los Masones Libres o liberales también esperan».
-¡Así que los Masones Libres i Liberales son los descendientes naturales de los antiguos Gnósticos! Uno lo ve muy claro esto, creo que no hay ninguna duda.
»Los Masones Libres-Liberales …también tienen esperanza y creen que un espíritu superior, un día querrá o quiere liberar la humanidad entera del yugo de la materia.»
-Por lo tanto no creen que el Cristo sea el liberador.
-¡Pero el Cristo, amigos míos, no vino a liberarnos de la materia, ya que –el peso pesado- el mismo Dios, el Espíritu eterno se hizo materia!…se hizo hombre!… ¡Tomó el cuerpo humano, y vino a redimir la materia; no vino a librarnos de la materia! ¡Entendéis, amados míos, estas terribles posiciones heréticas!
Ayer en un programa religioso de la radio tres o cuatro allí hablaban sobre las psiques-almas, sobre los entierros, sobre el oficio del Entierro, etcétera. Y por un momento dicen: ¡las psiques-almas van al lugar donde antes estaban!… ¿Qué es eso de donde antes estaban… a qué lugar estaban antes? Esto es un engaño helénico-griego, es engaño platónico. Las psiques no preexistían. ¡Pero qué va a decir uno!… ¡qué puede decir dentro en este mundo del engaño, del terrible engaño!
»¿Esta esperanza es una simple esperanza o algún presentimiento del progreso? El futuro responderá sobre esta pregunta.»
-Es decir, ¡que tenemos esperanza de que algo sucederá en el futuro –si es que el futuro responderá!
«Pero el progreso o la influencia lenta del espíritu, que salvará la humanidad, debe ser ayudado por los esfuerzos del hombre», y en este caso por los Constructores, por los Masones.
»Digan lo que digan los papas de Roma; la Gnosis nunca fue herejía, sino la filosofía de este mismo Cristianismo».
-Esto es terrible. Es decir, que diga lo que quiera cada papa de Roma-porque los masones siempre tienen en cuenta a Roma; y todas estas cosas se escriben en Occidente. Habéis visto la falacia que dicen:
«¡la filosofía de este mismo Cristianismo es herejía! »
»Si la Gnosis no sobrevivió, por lo menos fue útil para la destrucción de las religiones, que en las ruinas de ellas el Cristianismo ha cimentado su dominio.»
-Y ahora estos que son Neognósticos, es cierto que tienen esperanza a la destrucción de las religiones, sobre todo del Cristianismo, y excepcional y particularmente de la Ortodoxia.
-Sigue la iniciación del maestro masón:
»Vino la Gnosis en la época del derrumbe universal de las convicciones y de la ideas.»
-Esto es verdad.
«Fue capaz de decir a los politeístas, a los idólatras que, ya no tenéis ni religión ni filosofía, no os queda nada más que la mitología y el escepticismo…»
»Hacia los Judíos la Gnosis dijo: Vuestra revelación, –aquí prestad atención especial– es imperfecta, ya que emana de la una única hipostasis de lo divino, siendo obra de un único principio. Por tanto, no sabéis interpretar el Ser Supremo y no sabéis interpretar Su ley. La demostración de esto es que esperáis un Mesías, que vendrá en el futuro para liberaros del yugo de vuestra caída civilización.»
-En otras palabras: ya que habláis para un Dios, el Dios bueno, vuestra revelación es imperfecta, porque Dios es también Dios malo. La demostración de que existe también el Dios malo, es que esperáis un redentor que os libere del mal, y ¿de cuál mal?, pues, de la fisis-naturaleza. ¡Habéis visto cómo se posicionan!
»Hacia los Cristianos aún decía la Gnosis: vuestro jefe era la manifestación sublime de gran genio» –esto es verdad- «pero sus apóstoles no entendieron su enseñanza, en cambio sus discípulos alteraron lοs textos que ellos dejaron.»
– ¡Por tanto es inútil el Cristianismo, porque no es aquello que dijo el Cristo! ¡El Cristo según ellos era un Gnóstico importante, y sobre todo Masón!
»Por eso vino el Masonismo Libre» –escuchad semejante barbaridad– «la única religión verdadera» -por tanto religión- «y asumió la obra del Gnosticismo…»
– ¡La Masonería tomó la obra del Gnosticismo, lo dicen claramente! Por tanto, señores Masones os combatiremos, ya que sois Gnósticos. Lo entendéis. ¡Sois el nombre Jezabel, y os combatiremos!
«…conseguirá destruir las religiones falsas, empezando por la herejía romana que ha durado mucho» (Leo Taxil:: Los Misterios de los Masones pag. 179);
-Es decir, la Iglesia de Roma la que entonces veían, ya que la Ortodoxia, como os dije, nunca la tenían en cuenta, pero ahora sí que la temen y tienen en cuenta, ha durado mucho, dos mil años. Eh ahora, pues, ha llegado la hora de ella para destruirla, destruir totalmente el Cristianismo!
Estas cosas escriben, amigos míos. Por tanto, lo veis claro de que se trata de procedencia gnóstica. La Masonería es Gnosticismo. Os lo he dicho muchísima veces esto; os lo recalco más también ahora, especialmente por el motivo del análisis del texto que hacemos del libro del Apocalipsis.
Aún en el texto de Leo Taxil se apuntan las siguientes cosas:
«Así, los Gnósticos rendían culto a Caín», realmente son Cainitas, también Canaán que es aquel que recibió la maldición de su padre Noé; también a Isaf que es el que recibió la bendición de Isaac, también a Core que es el que contradijo a Moisés; también a Dazán y el Abirón que son los que contradijeron a Moisés y se abrió la tierra y los tragó, si os acordáis en el Antiguo Testamento (Nun 16, 31-33). ¡A todos estos honran!
De los apóstoles honraban (y honran) a Judas, del cual, según ellos «la tradición de él, fue praxis de virtud filosófica». ¿Sabéis por qué? Simplemente porque los hombres del Antiguo Testamento eran hombres del Jahvé, del Señor; eran seguidores de un dios malo, porque creó la materia, hizo el mundo y por tanto es el dios malo. En cambio aquellos que resistieron contra los hombres de dios – que como os dije son Caín, Canaán, Isaf, Core, Dazán y Abirón, y cualquier otro- estos son importantes, porque vinieron a afrontar a los hombres que rendían culto al dios malo, al dios de la materia que hizo el mundo.
Pero fijaos en algo. Acordaos de Caín en el Antiguo Testamento. Caín es el introductor de la cultura. Esto lo tienen como orgullo los Gnósticos y los Masones, y dicen:
«Nosotros amamos a Caín, porque es el hombre que abrió la investigación y la gnosis, la cultura; en cambio Abel y Sith son “marionetas”… no los queremos. Son hombres de fe, no los queremos!»
Supongo que ahora lo habréis entendido qué quiere decir: ¡la gnosis se vuelve contra la fe! Pero también Judas, como Cristo introdujo la fe, Judas por su traición quiso hacer desaparecer el fenómeno de la fe, para promover y avanzar la gnosis, la que tenían los Gnósticos. Por eso honran a Judas.
En la iniciación del grado 18º, que se llaman Rosacruces, allí el símbolo de la iniciación, amigos míos, es una cruz co-tejida con rosas. Uno que verá una cruz así dirá: ¡qué cruz más bonita…desde luego una obra de arte! En el epígrafe que está por encima de la cruz hay unas letras latinas, elementos latinos: la I de Ἰησοῦς Iisús, Jesús, la N de Nazareno, la R de Rey y la I de Ἰουδαίων (Iudeon) Judios. Uno diría; “Muy bien…Jesús Nazareno Rey de los Judíos. ¡Pero no significa esto! El no iniciado creería esto, ¿pero al iniciado qué creería? Escucha, dice el Maestro al iniciado del grado 18º: «¿Lee si sabes lo qué significa este INRI? Significa esto, óyelo: Ιgne, Natura, Renovatur, Integra.»
¿Qué significan estas palabras? Igne es el fuego, Natura es la naturaleza, Renovo significa Renovación e Integre dirá toda íntegra. La versión de la frase entera es: Por el fuego la naturaleza se renueva íntegra, toda entera. ¡La Fisis-Naturaleza! No tiene ninguna relación con Jesús- Ἰησοῦς Iisús, Nazareno, Rey de los Judíos-Ἰουδαίων. No. La Fisis-Natura por el fuego se renueva integra, entera!… esto lo enseñaba la Filosofía Estoica, los Estoicos. Esto lo enseña el materialismo también. Abrid el pequeño léxico filosófico del comunismo y veréis esta definición. ¿Cómo se renueva la creación? “¡La creación, dice que, siempre existía y existirá… es un fuego eterno!” Así escribe allí el Pequeño Léxico Filosófico. Es la filosofía estoica, y está tomada de los Estoicos. Así que esto es lo que es la rosacruz masónica…
Esta cruz, además del epígrafe que hemos visto, aún significa también una otra cosa. Os lo leo literalmente: «La cruz hecha como objeto de culto no era para los iniciados o una sencilla imagen de los ecuadores, donde el sol durante su recorrido anual cubre respectivamente estos dos puntos» (Leo Taxil, pag 237). Así que esta cruz es el símbolo de los ecuadores… ¡Ay, ay…qué barbaridad!
Leo más aún: «La rosa es el excelente emblema de la mujer, y como cruz iconiza, representa la virilidad o el sol…». Así que la rosa simboliza la mujer y la cruz es el símbolo de la virilidad, masculinidad o el sol…” ¡Efectivamente así es!
Esta croussa ansata es la cruz egipcíaca, es una línea vertical con un guión por encima, es decir una T y por encima de la T tiene un círculo; que son los órganos genitales del hombre, macho -¡perdonad la expresión! La cruz es el símbolo del sexo masculino…o del sol, que fertiliza la tierra. Osiris e Isis. Osiris es el sol e Isis la tierra. La tierra es fertilizada por el sol, y pare a Oron, el hombre! Es decir, ¡idolatría pura! ¡Esto es la cruz!
Y aún más: «Representa la virilidad, masculinidad o el sol en todo su potencial, el conjunto de estos dos emblemas –cruz y rosa- presenta un significado más que expresa la unión de los dos sexos, es decir, el símbolo del renacimiento universal.»
¿Os acordáis allí cuando dijimos sobre la Γ (gama) o G, que significa Génesis, y Γονιμότης Gonimotis-fertilidad, fecundidad? ¡Eh, pues, ahora la unión de la cruz con la rosa, hombre-mujer, sol-tierra, es la eterna renovación y fertilidad!
Más aún: «La cruz con sus cuatro antenas, es el símbolo de los cuatro puntos cardinales y el emblema de la inmortalidad-atanasía humana» (Leo Taxil: Los misterios de los Masones pag 238).
Por tanto, ¿todas estas cosas tienen alguna relación con la cruz de Cristo? ¡Ninguna! ¡Nada de nada! Ya que la Masonería, amigos míos, está claro que es Gnosticismo – y lo hemos visto muy claro esto- entonces para nada es raro y curioso que, tal como los antiguos Gnósticos adoraban o rendían culto al Caín, adoraban la serpiente antigua, también los contemporáneos Gnósticos, los Masones, rinden culto o adoran al Satanás. Nada de raro esto. ¡Por eso también el Cristo las profundidades de los gnósticos las llama profundidades del Satanás! ¡Qué vengan los Masones a desmentirlo; rinden culto, adoran al Satanás! Nos lo revela-apocalipta Cristo esto.
Dice leo Taxil, «los gnósticos, igual que hoy en día los Masones Libres, reconocían, por un lado, como principio del bien a Eosforo-Lúcifer, el Diablo, y por otro lado, como principio del mal a Sabaoth» (Leo Taxil: Los misterios de los Masones pag 377).
Así pues, para ellos el Dios del Antiguo Testamento es el dios malo, el Eosforo, Lúcifer, porque ha creado la materia, en cambio el Diablo, el Eosforo es el espíritu bueno, el dios bueno!… ¡Frikiástico, horrorífico! He aquí también así es la oración al Diablo:
“Ven oh Eosforo-Lúcifer
“Tú a quién los sacerdotes han calumniado y despreciado.
“Tú a quien los reyes han condenado! ¡Ven! ¡Ven para que te abracemos y apretemos en nuestros brazos!… Que desde mucho tiempo te conocemos y que tú también nos conoces desde hace mucho tiempo… ¡Delante de los ojos entenebrecidos de la masa vulgar, tus obras no se ven siempre bonitas; tus obras no se ve siempre bien, oh bendito de nuestro corazón!…
»Pero ellas y sólo ellas pueden dar la explicación del universo. Sin tus obras oh Satán, [dirá el Contrario, Oponente, Satanás], el universo sería paradójico. Sólo tú vivificas, fecundas el trabajo, tú ennobleces la vulgar riqueza. Tú sellas la virtud. Tú eres el principio y el trono.
»A ti, en efecto, oh Adonay, dios arrebatador, dios injusto, te negamos… -Adonay es el Dios del Antiguo Testamento, ahora va contra Él- dios injusto, dios arrebatador, te negamos!…
»Odias la ciencia, pero nosotros la hemos adquirido a pesar de tu terquedad. Odias la felicidad, pero nosotros por la ciencia la lograremos a pesar de tu testarudez. Cada uno de nuestros progresos es un triunfo por el cual se destruye tu deidad.
»Tu espíritu es falso y engañoso, tu reino se ha acabado. Busca víctimas entre los animales. Ya fuiste destronado y destruido.
»Tu nombre que hasta ahora era la última letra del sabio, el prestigio del juez –con los juramentos- el poder del soberano, la esperanza del pobre, el refugio del arrepentido culpable, ¡ay! este nombre tuyo inenarrable, a partir de ahora también estará llevando el desprecio y el anatema del hombre; será borrado gradualmente y olvidado; y quedará como sinónimo de la hipocresía, de la falsedad, de la tiranía, de la superstición, de la penumbra…»
-¡Así de esta manera, sólo el Diablo puede hablar!
»Mientras que la humanidad siga doblando las rodillas ante tus instituciones bestiales, oh Adonai, la humanidad será esclava de los reyes y de los sacerdotes, y así estará sufriendo la humanidad y también diluyéndose…»
-Por eso, el tríptico de la revolución Francesa: Libertad-Igualdad-Fraternidad, se dice que es de los Masones
»Ya que el hombre estará jurando a tu miserable nombre, este juramento será el cimiento de la sociedad.
-Es decir, si los hombres niegan a Dios, pisoteando los juramentos que han jurado a Su nombre, esto será el cimiento de una nueva sociedad. Y vuelve el maestro Masón hacia Dios, y Le dice: «¡Piérdete, oh tirano de nuestra razón y velo de nuestra conciencia!»
Y añade Leo Taxil que los Masones del grado 32º se arrodillan delante de Bathonet, una estatua del Satanás que se encuentra encima del altar y no es otro que el Gran Arquitecto del Universo!… ((Leo Taxil: Los misterios de los Masones pag 374-375).
Así pues, ¿quién es el M.A.T.S.? Es el Gran Arquitecto del Universo es el Bathonet, es el Diablo!… ¡A este rinden culto y adoran los Masones!
Además, el iniciado que poco a poco asciende y llega ante las puertas del 33º grado, el último grado, aprenderá el llamado “secreto de la Masonería”, el último secreto. ¿Y sabéis cuál este secreto famoso de la Masonería? ¡Que el M.A.T.S. es el Diablo! ¡Y aprenderá que a él debe adorar y rendir culto, no a Dios de los Cristianos, al cual debe destruirlo como sea!
Esto es, amigos míos, el secreto de la Masonería: ¡el culto y adoración al Diablo y el desprecio y persecución del Verdadero, Santo Dios Trinitario!
Y ahora preguntemos: ¿Es o no es verdadero esto que revela el Señor en Su epístola al obispo de Tiatira, de que esta enseñanza es de las profundidades del Satanás? ¿Decidme, es o no es verdadero? He aquí, por qué nos hemos referido al Gnosticismo y a la Masonería. Éste es (el Satanás). Y también hemos hablado para estas cosas, porque los Masones circulan dentro en nuestra Iglesia… ¡sí, circulan en la Iglesia!
¡En América se hacen efimerios-responsables de los templos y también clérigos, y… no voy a decir más!
Hoy fiesta de nuestra santa Ortodoxía, debemos entender que tenemos que hacer con un enemigo terrible, la Masonería! ¡Enemigo terrible, informaos!
Los antiguos Padres de nuestra Iglesia se volvieron contra el Gnosticismo. Y nosotros hoy en día debemos volver y combatir contra la Masonería, que es este nuevo Gnosticismo. En esto nos ayuda el texto sagrado de libro del Apocalipsis y el carácter apocalíptico del Señor, de que se trata sobre las profundidades de las profundidades del Satanás.
¡Amigos míos, horror, friki debe contenernos delante de este tipo de realidades!
Os diría aún que si entre nuestro pueblo-laós existen hombres engañados, estamos llamados a informarlos, tanto a ellos como aquellos que como candidatos podrían ser engañados en el futuro por la enseñanza del Masonismo. Estos deben tener cuidado y marcharse rápidamente de la Logia. ¡Debemos de cualquier manera ayudarlos!
Pero que tengan cuidado también los creyentes. Los fieles que no se decepcionen ni se intimiden cuando ven estos que intentan de cualquier manera a influenciar personas y cosas. El Señor, como remitente de la epístola anterior hacia el obispo de Pérgamo, recalca: “Esto dice el que tiene la espada de doble fio, la aguda” (Ap 2,12). Y escoge como enemigos Suyos a los satanistas: ”pues, si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca” (Ap 2, 16).
Son las mismas palabras que escribe el apóstol Pablo sobre el “ilegal”, el venidero Anticristo –porque el Masonismo es un precursor del Anticristo- en la 2ª epístola a los Tesalonicenses: “a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y aniquilará con manifestación de su venida” (2 Tes 2,8)
Amigos míos, el Satanás es una realidad. Y trabaja; no os podéis imaginar con qué furor y odio trabaja contra la Iglesia de Cristo y especialmente contra la Iglesia Ortodoxa. No olvidemos que el Satanás tiene su trono y su residencia sobre la tierra (Ap 2,13). No olvidemos que el Satanás tiene su sinagoga (Ap 2,9 y 3,9). No olvidemos que el Satanás tiene las profundidades de su malicia, astucia y vileza (Ap 2,24). ¡Por eso estemos firmes! ¡Estemos siempre en alerta, vigilia y nipsis!
Ya hemos analizado cuáles son las profundidades del Satanás y cuáles son los hombres que son arrastrados a las profundidades del Satanás. Son cada herejía de tipo gnóstico, sea asociación o comunidad o cualquier otra cosa que quieran pensar, y que una de estas cosas es también la Masonería. En concreto, habíamos demostrado analíticamente con sus propias demostraciones de que la Masonería proviene del Gnosticismo, el cual el Señor condena. Lo mismo también condena la Teosofía; además que la Teosofía existe dentro en la Masonería. Todas estas cosas el Señor las califica como profundidades del Satanás.
Desgraciadamente los que son arrastrados y engañados son también cristianos bautizados, que finalmente con sus apostasías profanan el Crisma o Unción del Espíritu Santo que recibieron, pero poco a poco mientras avanzan a las iniciaciones, tanto más enemigos se hacen contra la Iglesia. Atacan contra la Iglesia que los ha hecho renacer y los ha vivificado espiritualmente, y ahora tergiversan y falsean todo contra la Iglesia. Son conocidos los sentimientos que tienen los Masones sobre la Iglesia… ¡Si fuera posible por sus ojos no ver ni un Cristiano!
Me acuerdo, amados míos, que una vez, -os lo he dicho esto hace mucho tiempo; era muy joven y aún me acuerdo; y me quedará inolvidable- que cayó en mis manos un libro masónico, que era de un conocido nuestro que había muerto joven, y su madre repartía las cosas de su hijo fallecido. Había dado también a mi madre un libro, diciéndola: “Toma esto para tu hijo, ya que está estudiando”. Su madre era una mujer analfabeta pero una buena mujer. Su hijo era Masón. Nosotros no lo sabíamos, ni lo habíamos sospechado alguna vez, era muy conocido nuestro, muy familiar.
Yo comencé a leer este libro. Por primera vez había leído sobre el tema de la Masonería al libro del profesor Panagiotis Trémpelas con el título “Sobre Masonería”, en edad de dieciséis años, y tenía alguna información. Me acuerdo, pues, que una vez haberlo investigado bastante, al principio de un capítulo –y me acuerdo en concreto que estaba en la posición izquierda- tenía un Ὁ omicron con una tilde, y decía: “¡Si los Cristianos conociesen qué significa este símbolo, nos quemarían vivos!” Lo leí por mis propios ojos, amigos míos, os digo la verdad. Y me acuerdo que tomé el libro –me había rebotado un poco- y me fui a un amigo del fallecido y le digo: ¡Mirad, mirad! ¡Yo jamás me hubiese imaginado que el amigo fallecido era Masón! ¡Apenas que vio el libro en mis manos me lo arrebató y lo hizo desaparecer! Ya no lo tengo en mis manos este libro.
¡Os he mencionado esa historia para demostraros cómo piensan los Masones! Pero lo hemos visto también por hechos de ellos cuánto y con qué manía se vuelven contra la Iglesia de Cristo, exactamente porque la Masonería es religión, ¡y sobre todo religión demoníaca! Por supuesto que toda religión fuera del Cristianismo es religión demoníaca, es una creación del Diablo, pero completamente en especial es la Masonería, la cual según la calificación del Señor, la masonería o los masones son las profundidades del Satanás. ¡Por tanto, percibís y entendéis cómo deben sentirse estos seres humanos sobre el Cristianismo y sobre los Cristianos, ya que la religión de ellos combate y compite al Cristianismo!
Pero hacia aquellos que no han sido arrastrados y se encontraban alrededor del obispo, el Señor en la epístola dice las siguientes cosas:
«En cuanto a vosotros los demás fieles que están en Tiatira, a cuantos no han aceptado ni tienen esa enseñanza, y no han conocido lo que ellos llaman y presentan como las profundidades de la verdad y que son profundidades de Satanás, yo os digo: que no os impondré otra carga» (Ap 2,24). Es decir, me dirijo ahora a vosotros, el resto de los fieles que habitáis en Tiatira, los que no habéis sido arrastrados por esta enseñanza, que no habéis aprendido esas supuestas gnosis, filosofías y enseñanzas, tal como las llaman los seguidores del engaño, pero que son engaños profundos del Satanás.
Ya que primero se dirigió hacia los que habían sido arrastrados por la mujer-Jezabel, el símbolo de la apostasía y del demonismo, ahora se vuelve hacia el resto de los fieles, y les dice: “Me dirijo y hablo ahora hacia el resto, los pocos, a vosotros que no habéis sido arrastrados; a vosotros que os habéis quedado firmes en pie”.
Una cosa es cierta, que siempre una porción del pueblo-laós permanecerá fiel al Señor, es la Iglesia Ortodoxa. A pesar de todos los sufrimientos y padecimientos, a pesar de todas las peripecias del barco dentro en el océano de la Historia, la Iglesia Ortodoxa permanecerá siempre fiel a Cristo. Por supuesto que la constituirán el resto, es decir, los Cristianos correctos, estables y firmes, estos que no se arrastran por las distintas corrientes y los tecnasmas-artificios de las insidias y artimañas de hombres malignos de cada época (Ef 4,14). Por tanto, permanecerá el remanente, el resto, los que no doblan las rodillas en las distintas formas y variaciones de la pseudo-deidad de Baal.
He aquí lo que dice sobre esto la Santa Escritura, el apóstol Pablo: “Pero ¿qué le dice la divina respuesta? Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal. Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por jaris-gracia” (Rom 11, 4-5). El Apóstol escribiendo su epístola a los Romanos, se acuerda de aquel antiguo acontecimiento, que se refiere en los libros de los Reyes, con las peripecias del profeta Elías en el reino del norte.
El rey del reino del norte Ahaab con su esposa Jezabel, aquella terrible mujer-símbolo -pero que ella también víctima de su idolatría, porque en realidad detrás también de ella estaba el Diablo- había arrastrado al pueblo a la latría-culto o adoración de Baal. Y el profeta Elías, lleno de queja y rabia, gira hacia Dios y le dice: “Señor sólo yo he quedado “¡Señor, sólo yo he quedado…únicamente yo, no ha quedado nadie que te rinda culto y te adore, todos rinden culto a Baal! Aunque era Profeta, no se lo había revelado Dios, pero ahora se lo revela. “No, le dice, no estás sólo, no te creas que eres el único”. Esta es la queja que alguna vez la decimos nosotros también: ¿Pero Señor, quiénes se salvarán, si ya no existen Cristianos? ¿Existen? Pues, sí, existen. Y Dios le revela al profeta Elías y le dice: “Siete mil hombres se han quedado fieles a mí, ellos no han doblado las rodillas a Baal” (4 Re 18,19; Rom 11,4). Y aunque son siete mil hombres, añadir también sus familiares de casa y veréis cuántos son… Posiblemente lo mínimo cincuenta mil hombres serían al reino del norte que permanecieron fieles a Dios. Se escondían, no se atrevían a salir en público, porque les esperaba la guillotina, serían degollados –otro tema esto-pero habían permanecido fieles a Dios (3 Re 19, 14-18).
Así el apóstol Pablo, escribiendo a los Romanos dice: “Por tanto, así también ahora igual que entonces, según la elección que ha hecho Dios según Su Jaris (gracia increada); ahora también lo mismo sucede. En aquella Roma pecadora en la que se revivirá la antigua Babilonia y que permanecerá como símbolo en la Historia, en esta ciudad idolátrica, que entonces reinaba Nerón, es mandada la epístola a los Romanos. Acordaos de esto; cuando avancemos, si Dios quiere, veremos cómo es descrita Babilonia, la gran ramera, prostituta o puta grande, “la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación” (Ap 14,8 y 12, 2-3). Y esta es Roma –pero como símbolo- la idólatra ciudad de Roma de entonces. Y el apóstol Pablo escribe: “Amados míos, Cristianos Romanos, igual que entonces en la época del profeta Elías, lo mismo ahora existe el remanente, la levadura, que sois vosotros, por elección de la jaris. ¡Sois vosotros!”
Hermanos míos, ahora debo decir algo yo también por mi cuenta. ¿Tenemos la información de que pertenecemos y somos “remanente, levadura” de la Iglesia, tenemos la información de que seguimos permaneciendo? ¿O quizás por algún momento cuando nuestros intereses comiencen a ser picados, doblaremos? ¿Conocemos que pocos serán los fieles que habrán quedado cuando el Señor vuelva otra vez en la tierra? ¡Sólo “el remanente, la levadura” se salvará, ¡que lo sepamos esto! Esto de que sólo “el remanente, la levadura” se salvará, no debe para nada atormentarnos esto, y así decir “¿sólo el remanente, la levadura se salvará?”… Este remanente se salvará y debe encubrirnos y fortalecernos. Una cosa debemos pedir y buscar: que pertenezcamos a este “remanente, levadura”, debemos adquirir conciencia de que pertenecemos a este remanente, resto o levadura.
Os diré de modo más sencillo y práctico. Veis a nuestro alrededor que están bautizados, ¿pero todos se salvarán? No. ¿Si acaso también los Israelitas no eran el pueblo de Dios? Sin embargo, dentro del pueblo de Dios había “el remanente, la levadura”. Y en los tiempos de Cristo, cuando nació Cristo, había “remanente, levadura”. Siempre existe este “remanente, levadura”.
Prestad atención ahora y veréis. ¿Cuál era el remanente o la levadura? Eran aquellos que aceptaban las profecías y las interpretaban correctamente: San Simeón el Teodojos (receptor de Dios), Anna la profetisa, Zacarías y Elisabeth, los padres de la Zeotokos, las casas con los familiares de los Apóstoles. Todos estos eran “el remanente, la levadura” que quedaba y esperaban correctamente al Mesías, por eso también Le aceptaron.
Es muy característico aquello que escribe el Evangelio según Luca sobre la profetisa Anna, que “hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén” (Lc 2,38). Es decir, a los que entraban al templo para reverenciar –no a todos, sino sólo a los que tenían la esperanza correcta al Mesías- y Anna los decía: “El Mesías vino!”. Sólo a los que tenían la percepción correcta sobre el Mesías, a ellos les decía la profetisa Anna: “¡El Mesías ha venido! ¡Ha nacido! ¡Vino aquí, ha llegado…!” ¡Muy importante! ¡La Anna, la profetisa, era precursora antes que el Precursor, aquella viuda con sus ochenta y cuatro años y las cosas restantes que nos informa el evangelista Luca!
Por tanto, que lo sepamos: sólo “el remanente, la levadura” se salvará. Pero esto no debe atormentarnos. No miremos lo que hacen los de afuera; no digamos: “¿Pero no ves lo que hace tal o cual?” Aunque seamos todos cristianos en el carnet de identidad, ¡se salvarán pocos! Diría que este “remanente, levadura” existe quizás también en el mismo clero! Existe en todas partes. ¿Si acaso en la antigua época en Israel, el clero no se había engañado y arrastrado por las caídas e influencias que había recibido? Los Levitas se habían arrastrado y pervertido a un grado terriblemente grande. Pero no todos. Los que no quisieron arrastrarse y pervertirse, se marcharon del reino del norte al reino del sur, donde se mantenía el culto al verdadero Dios.
Así que, os diría, si tenemos esta información interior de que constituimos, somos “el remanente, la levadura del tiempo actual”, entonces escuchemos qué más tiene que decirnos Señor en Su epístola.
«No os impondré otra carga; pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo vuelva» (Ap 2, 24-25).
[Pero, lo que os ha sido entregado por los Apóstoles, es decir, la verdad del Evangelio, retenedlo firmemente hasta que yo vaya, hasta Mi Segunda Parusía-Presencia o Juicio Final]
¡Relevante y trascendental, amigos míos, este logos del Señor, muy importante! ¡Prestémoslo mucha atención! ¿Qué es lo que tenemos y que se nos ha sido dado como mandamiento del Señor para mantenerlo y guardarlo? Es Su Evangelio. «Aquello que tienes. Otro peso no te cargaré, no te escribirá más Evangelios; sólo este evangelio. Esto es lo que te pongo en tus manos y te lo denomino como “peso”, no hay más». Es la fe de Cristo, pero la fe toda entera en Cristo, pura no adulterada, tal y como nos la han entregado los Apóstoles y los Padres de nuestra Iglesia.
Pero hemos pensado, amigos míos, ¿qué es exactamente este tesoro que nos entregó el Señor? ¿Hemos pensado qué riqueza incalculable es? Y nosotros los Ortodoxos tenemos esta riqueza, que si debiéramos describirla, quedaríamos atónitos delante del tamaño de su valor. ¡Si tuviera precio, y si alguna vez podríamos describir lo qué exactamente tenemos como tesoro, quedaríamos sorprendidos y maravillados!
Sólo una referencia, según secciones, haremos sobre este tesoro, para poder de alguna manera valorar las cosas.
Y ante todo primero es la Santa Escritura. ¡Este enorme tesoro la Santa Escritura, ¡oh si aprendiésemos alguna vez qué es la Santa Escritura… especialmente el Nuevo Testamento!… ¡Y más especial aún para nosotros los helenos –puesto que en este momento hablo en audiencia helena, griega – ya que la lengua helénica constituye un honor sublime!
Después es la Dvina Liturgia. ¡Ωoh, la Divina Liturgia… con ella tenemos el Misterio de la Divina Efjaristía, es decir, el Cuerpo y la Sangre de Cristo, este Cuerpo Soberano con el cual nos hacemos del mismo cuerpo que nuestro Señor!
También son los siete Sínodos Ecuménicos y los Locales, que con los santos cánones regulan la vida ética y consolidan los dogmas de nuestra Fe, que son las vallas aquellas que nos protegen para no caer al engaño y perdamos nuestra sotiría redención, sanación y salvación.
Aún más, son las sabias obras de los santos Padres de nuestra Iglesia, y sobre todo la los Padres Helenos-Griegos de nuestra Iglesia.
Es también el Monaquismo, que con sus infinitas flores, amigos míos, ha dado ocho de cada diez de los Santos de la Iglesia. Conoceréis que la mayoría de los Santos, por mayoría apabullante, provienen de la vida monástica – ¡del monaquismo y de la vida monástica que tanto se persigue y se ataca!- pero es atacado simplemente porque tiene mucho valor (el Satanás no soporta al monaquismo es el que más ataca directamente a través de sus instrumentos).
¡Incluso tenemos incomparables Oficios sagrados! Cuando los extranjeros vienen a observar, o si se celebra algún oficio en Europa o en cualquier otra parte, quedan sorprendidos y maravillados. Los mismos negros de África, amigos míos, son atraídos por nuestra Divina Liturgia única y exclusivamente por ella.
Si queréis os digo una historia también: En Rusia la Iglesia Ortodoxa cristiana se constituyó en el siglo X. Y Roma tuvo su presencia, y sobre todo la influenciaba de una manera terriblemente fuerte y tensa, como cultura occidental. Pero Rusia se hizo Ortodoxa y dependió del Patriarcado de Constantinopla. ¡El motivo fue la grandeza de la Divina Liturgia y la música de culto de ella! ¡Los Rusos quedaron maravilladlos, sorprendidos y encantados! Y dijeron: “¡Aquí baja el Cielo!”. Vieron esta grandeza divina. ¡Oh, si supiéramos qué son todos estos Oficios!… No es otra cosa más que una incesante Liturgia y Doxología de veinticuatro horas, si las viéramos en orden.
¡Aún más, nos referiremos a la iconografía dogmática! ¡Y Occidente no hace aghiografía o iconografía; sino que hace pinturas! Nuestra aghiografía dogmática es algo irrepetible e incomparable.
También tenemos nuestra himnografía abundante y no editada. ¿Quién podría alguna vez a ocuparse, incluso por centenares de años, para sacar de los museos y de la bibliotecas, no sólo en el espacio helénico, sino de todo el mundo, de los museos de Europa y de América, todo este volumen, el volumen no editado de los santos Padres de la himnografía?… ¿Quién podría hacerlo?… ¡Obras no editadas, majestuosas, multitud, volumen maravilloso y sorprendente!…por supuesto de lo que se ha salvado de los continuos desgastes y catástrofes que sufrieron estas reliquias!
Otra sección del tesoro de nuestra Iglesia es también la música. Diría la “música bizantina”, pero para extenderme a todo el mundo ortodoxo, diría “la música sacra o divina”. Quizás en alguna otra parte no hay música bizantina, por eso lo digo esto.
¿Y cuál es esta “la música sacra o de forma divina”?
No es música teatral, no son las coronas de Occidente. Puede ser que la de los occidentales sea bonita como arte, pero no es de forma divina o sacra. Nunca el hombre sube con toda su psique-alma al Cielo por la música de Occidente, porque simplemente no le satisface sólo una emoción artística. Pero aquí no tenemos simplemente una música que simplemente agradará, sino una música que provocará recogimiento, dilatación del corazón y temor sagrado, y la doxología a Dios de un modo verdaderamente con ética y carácter ortodoxo.
¡Tenemos también los Mártires, los Santos/as y por supuesto que tenemos sus reliquias como tesoro inestimable!
Todas estas cosas que os dije en resumen y en secciones, consisten esto que llamamos Santa Iglesia Ortodoxa Católica y Apostólica.
Y ahora surgen las siguientes preguntas:
Primero. ¿Es posible que sea desestimado este tesoro?
Segundo: ¿Es posible este tesoro que nos hemos referido, considerarse como muy pesado, aburrido y por tanto, debe ser recortado y reducido?
Tercero: ¿Es posible que este tesoro se considere como anticuado, y por tanto, que tenga necesidad de reconsideración, renovación y reestructuración?
Sí, amigos míos, a pesar de esto, estas tres preguntas, desgraciadamente se han formulado en nuestra época.
Sobre lo primero que dijimos, si es posible que se ponga en duda este tesoro, respondemos: ¡Efectivamente, sí! ¿Y quiénes son los que dudan de este tesoro? Pues, son los materialistas, los ateos y los enemigos de la Iglesia, en conciencia e inconscientemente. Estos dudan de este tesoro. Son todos aquellos que no quieren ver ni escuchar ni de Cristo ni de los Cristianos. Son aquellos que están preparados – al acecho como los buitres, basta que se les venga la oportunidad- de ejercer persecución contra la Iglesia de Cristo. Y es algo que se hacía desde siempre. Se hace y se seguirá haciendo hasta que acabe este mundo. ¿El por qué? Sencillamente, porque detrás de estos perseguidores del Cristianismo, se encuentra el malvado Diablo, el que odia la Iglesia y busca destruirla desde sus cimientos.
Sobre la segunda pregunta, si es posible este tesoro que nos hemos referido sea considerado muy pesado, y por tanto, ser recortado, preguntamos: ¿Quiénes son los que sostienen de que este tesoro se puede considerar como muy pesado, y quieren recortarlo? ¿Sabéis lo qué dicen? “Recortar la Divina Liturgia porque es larga, grande. Recortar de la ética del Evangelio, porque se ha quedado anticuado. ¡Recortar los mandamientos-logos, porque son anacrónicos! Sobre todo lo que les es incomprensible es aquello “no cometerás adulterio”, entendido en el sentido y significado amplio, porque no sólo el significado estrecho se contiene el adulterio, sino a todo pecado carnal, o para decirlo con términos contemporáneos: las relaciones sexuales fuera del matrimonio, las relaciones homosexuales y todas estas fabricaciones de nuestra época. Todas estas cosas y realidades que contiene el mandamiento “no cometerás adulterio”, dicen que debemos hacer una reconsideración. Y desgraciadamente, se hace esta reconsideración si esto se considera bueno o malo. Gracias a Dios no por y en la Iglesia Ortodoxa, por lo menos oficialmente, -¡que Dios ponga su mano!- pero de las ramificaciones del Cristianismo, principalmente de los Protestantes. Ellos hace tiempo han comenzado a reconsiderar y decir que esto no debe ser así, sino que debe ser de otra forma, etcétera… Todas estas cosas que os dije son realidad.
¿Para ellos qué diríamos?
Simplemente que son aquellos que desean recortar la riqueza de la Ortodoxía, porque han caído al pesadísimo y mortal pecado de la acedia o pereza física y espiritual, y sobre todo repetidamente. ¿Cuál es este pecado? Es el dormir pesado o el sueño profundo de la actitud y conducta mundana que los ha enganchado, de modo que se les parezca terriblemente pesado, molesto el Cristo y Sus requerimientos, y así quieren hacer recortes.
¡Lo entendéis, amigos míos, que hoy en día los Cristianos padecemos de la acedia repetidamente! ¿Todos nosotros lo padecemos, todos!… ¡Y yo también que os hablo!… Cuando no tenemos ganas y el interés por vivir la vida espiritual, cuando no tenemos disposición de subir los escalones, sino que caminamos como los cangrejos, entonces, ¿decidme?, ¿estamos o no estamos atrapados por el pecado de la acedia, de esta pereza espiritual, la ραθυμία racimía?… (ver https://www.logosortodoxo.com/filocalia/san-marcos-el-asceta-los-tres-enemigos-gigantes/ a) Ἂγνοια (agnia) desconocimiento, ignorancia y oscuridad b) Λήθη (lizi) el olvido c) Ραθυμία (razimía), pereza física y espiritual)
Es aquello que decía hoy el apóstol Pablo en su epístola a los Hebreos: “Porque si el logos dicho por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, -en el Antiguo Testamento- ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una σωτηρίa redención, sanación y salvación tan grande?…” (Heb 2, 2-3). ¿Cómo nosotros escaparemos del castigo de Dios, sólo porque hemos descuidado nuestra σωτηρία sotiría? Atención a esto: ¡sólo porque hemos descuidado nuestra sotiría!, ¡no porque hemos sido enemigos frente a la Fe, sino porque simplemente nos hemos descuidado y convertido en negligentes!
Veis que la negligencia es un pecado grave y lo padecemos mucho hoy en día. La acedia después lleva y llega a la inconsciencia o anestesia espiritual.
Por tanto, cuando ya los hombres se vuelven pesados, rígidos y negligentes, los veis que quieren recortar. Los oís decir: “¿Por qué la Divina Liturgia es tan larga? ¿Por qué dura tanto?” Y he oído muchas veces el siguiente argumento: “Hoy en día el mundo está cansado. ¡Pues, no puede estar tanto rato en la Iglesia!”
¡Está cansado!… Y no está cansado de correr por aquí y por allá el fin de semana, correr a los partidos de fútbol, gritando para su equipo como loco, quedándose sin voz o por cualquier otra cosa saliendo agotado sin voz y enfadado de los campos de fútbol. ¡Allí no se cansa! Cuando otros corren en excursiones, miles de kilómetros, no sé dónde y para qué, corren, corren y corren, ¿allí no se cansan? Cuando bailan en party o fiestas toda la noche y jalean, ¿allí no se cansan? ¿Y en la Iglesia se cansarán si están una hora y media o dos!…. esto quiere decir acedia de forma pesada, aguda, la acedia repetidamente.
Y sobre la tercera pregunta, sobre si es posible este tesoro ser considerado como anticuado, envejecido y por lo tanto hace falta y es necesario reconsiderarlo y reestructurarlo, preguntaríamos: ¿Quiénes son aquellos que dicen que se han envejecido muchas cosas y necesitan ser reconstruidas? No recortarlos sino reconstruirlos y volver aplicarlos de otra manera.
Y estos, amigos míos, que consideran anticuado el tesoro y la riqueza de la Iglesia y supuestamente piden la renovación y el progreso etcétera, ellos también igual son dominados por la acedia, de la conducta mundana, pero lo esconden; cierto que no dicen recortar, sino que intentan supuestamente a renovar el ofrecimiento de la Iglesia, porque supuestamente la Iglesia está pasada, envejecida, anticuada y por consiguiente de difícil acceso y uso.
Pero vamos a permanecer en las últimas dos preguntas, los últimos dos argumentos, sobre el tesoro que nos ha confiado el Señor, diciendo: “pero lo que tienes, retenlo hasta que yo venga”. Sobre lo primero no vale la pena hablar. Estos hombres son ateos, materialistas; no tenemos nada que responderlos; la respuesta está clara para ellos. Permaneceremos a los últimos argumentos, a los que piden recortar o renovar los temas de nuestra Fe y el resto, porque se supone que el Cristianismo ha envejecido.
Amados míos, tened mucho cuidado: Atención el Cristianismo todo entero es una parádosi-tradición. Cuando decimos Παράδοση Parádosi, entendemos cada cosa que se nos ha sido entregado por Cristo, los Apóstoles y los santos Padres. Esta es la Παράδοση Parádosi, tal y como lo dice el Señor: “Retén lo que tienes hasta que yo venga; Yo te lo he dado todo; retenlo y lo retendrás hasta mi Segunda Presencia-Parusía” (Ap 2,25). (Ver https://www.logosortodoxo.com/teologia-ortodoxa/santa-tradicion-de-la-una-santa-iglesia-catolica-apostolica-ortodoxa/)
La Iglesia es el tesoro, y a la vez la caja fuerte que guarda el tesoro. Por lo tanto, lo que existe en la Iglesia y fue entregado por la Iglesia es la Παράδοση Parádosi.
¿Pero qué es la Iglesia? Es el mismo Cuerpo de Cristo, es el mismo Cristo. Por lo tanto, ¿qué es la Παράδοση Parádosi? ¡Es el mismo Cristo. Esto es Παράδοση Parádosi, es el mismo Cristo! ¿Pero el Cristo envejece? ¿El Cristo tiene “entre paréntesis”- partes, porciones, las cuales se pueden expulsar y tirar según la voluntad de cada uno, según cada uno piensa y le viene en gana?
Nos dice el apóstol Pablo en epístola a los Hebreos: “Jesús Cristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Heb 13,8). Siempre eternamente uno es el Cristo entero, completo, indivisible y no adulterado. El Cristo contiene y domina, en otras palabras, el pasado, el presente y el futuro. Preguntamos, pues: ¿Cuál renovación es posible hacer a Cristo?
La Santa Escritura presenta plena y completamente a Cristo; así cada alteración de la Santa Escritura, es también la alteración de Cristo. Pero preguntamos: ¿Hacia dónde se dirige esta manía de renovación o recorte? ¿A los santos Cánones que molestan tanto? ¿A la iconografía que ella también molesta tanto? ¿A la Divina Liturgia, que ella también molesta? ¿A la iconografía que hoy no la entendemos? ¿Hacia y a dónde, por fin, se dirige y se encuentra esta manía de renovación?
Por tanto, amados míos, oídme y acordaos de esto. ¡Todo esto que antes nos hemos referido, todas estas cosas y realidades, son una expresión e interpretación exacta de toda la Santa Escritura, del Cristo todo completo y no alterado! ¡Así que no podemos recortar nada, absolutamente nada!
Lo diré con palabras más sencillas, para que os vaya quedando imprimido. ¿En la Aghiografía? ¿Qué vas a quitar o añadir? Expresa a Cristo puro, completo. ¿En los santos Cánones? Lo mismo. ¿En la Divina Liturgia? Qué vas a quitar… Todas estas cosas y realidades expresan a Cristo uno, puro, completo y no alterado. Tal y como Le presenta la Santa Escritura. ¿Por qué? Porque todas estas cosas que os he mencionado antes son expresión e interpretación de la Santa Escritura, del uno y único Cristo.
Pero cuando insisten, estos que persisten en renovarse la Iglesia, renovarse el Cristo, el Evangelio y la santa Parádosi-Tradición, que se renueve todo esto, diciendo que el Cristianismo ha envejecido, tenemos que decirlos: ni el Cristianismo, ni el Cristo ha envejecido; se marchitaron los cristianos, los fieles se marchitaron. Ahora bien, porque se han marchitado, esto es otra historia. ¡Se marchitaron terriblemente nuestros Cristianos! Y cuando uno se marchita, entonces cree que la culpa está fuera de él, pero la culpa es de algo que está en su interior.
Nosotros somos los culpables, amados míos, no tiene la culpa el Cristianismo. El Cristianismo ortodoxo no necesita renacimiento, nosotros sí que necesitamos. Por consiguiente, cuando decimos que deseamos una renovación, esta debe ser dirigida hacia nosotros y no a la Parádosi-Tradición. Y este renacimiento lo conseguiremos cuando aceptemos la Parádosi de nuestra Iglesia entera, completa, sin recortes y no alterada, y, sin amputaciones, ni modernizaciones.
Para este propósito y fin lucha la Iglesia. La Iglesia no permaneció obtusa dentro de los siglos. Los Padres no eran cerrados de mente y tercos cuando luchaban para mantener intacta, entera y no alterada la Parádosi-Tradición de la Iglesia, porque sabían muy bien que de esta Parádosi completa provendrá también la verdadera sotiría redención, sanación y salvación
Sobre todo, así en paréntesis, os digo que las veces que en nuestra época se hizo el intento de renovación algunas cosas, no resultó ser más que una ridiculez. ¡Y aquí en Grecia experimentalmente se hicieron unas tentativas de renovación –pero en Europa mucho más- y leemos en los periódicos las tonterías que dicen y nos tiramos de los pelos!
Por ejemplo dicen: “La Divina Liturgia tal como se ofrece es incomprensible y difícil, hoy no habla en los corazones de los jóvenes. ¿Qué es lo que habla en los corazones de los jóvenes? La música pop. ¡Por tanto pondremos música pop! Y los occidentales sobre todo pusieron música pop en la Iglesia, órganos musicales, quitaras, etc. Tal y como vemos allí encima de la escena los cantantes con sus quitaras eléctricas, y no sé qué más. ¡Cierto que los jóvenes se amontonan pisando uno encima del otro! Pero como todas estas cosas las encuentran fuera y sobre todo con tanta abundancia, después no vuelven a pisar en la Iglesia.
Aunque el criterio es el siguiente: Bien, has traído gente a la Iglesia. ¿Pero sabes lo qué es la Iglesia que lo has traído? ¿Qué es, cuatro paredes? La Iglesia es el Cuerpo de Cristo, no son las cuatro paredes. ¿Has ensomatizado, incorporado esta gente dentro en el Cuerpo de Cristo. Ensomatizo, incorporo esta gente dentro en el Cuerpo de Cristo quiere decir que llevo a la Iglesia la gente, la multitud, es decir, la redimo y la salvo. ¿Le has salvado? ¡Con esta música los has redimido y salvado!
¡Y qué decir sobre el kerigma!… ¡Incluso en la radio quizás habréis oído que se digan cosas terribles y agridulces! ¿Mejor dejarlo del kerigma…mejor dejarlo…!
¿Y para qué todos estos experimentos? ¿Todo esto supuestamente para atraer a la gente!… ¡El resultado, amigos míos, es una ridiculez! ¡Al final se ridiculiza la Fe! Se ridiculiza y no lo entendemos. Este es el resultado de esta manía de modernización de las cosas que no se pueden modernizar. Existen cosas elementales, los cuales, sí, es verdad, pueden tomar la forma de su época, pero no podemos avanzar más. Esto es muy importante.
Si alguna vez el templo se construyese así, y ahora le construimos de otro material, y ahora ponemos corriente eléctrica, estas modernizaciones no tienen nada de particular que moleste. Pero ahora bien, si ponemos música pop dentro del templo y otras cosas…muchas cosas, desgraciadamente acabaremos como algunas Iglesias en el extranjero que han sufrido una corrupción muy grande. Pocos clérigos en el extranjero se mantienen, y desde luego mantienen muy bien la santa Tradición. ¡Allí pues, que por encima está el templo y por abajo está la sala de fiesta, en las oscuras, suben muchachos y muchachas en el templo, que por supuesto está vacío el templo a la hora de la fiesta y diversión, y allí se dedican hacer lo mismo que hacen en los centros de diversión, party, fiestas, bailes, discotecas etc…!
¡Es posible hacer estas cosas para atraer a nuestros jóvenes para hacerse ortodoxos Cristianos?…Impensable! Lo que cuenta, amigos míos, lo que vale y tiene peso es si nuestros hombres se salvan o no.
Constantino Paparigópulos, este historiador nuestro, decía lo siguiente: “¡Mientras que todas las naciones tienen necesidad de mirar hacia delante para progresar, en cambio la nación Helena-Griega debe mirar hacia atrás!” ¿Qué daba a entender cuando decía que “la nación Helena debe estar volviendo y girando hacia atrás”? Quería decir que la nación helena debe estar girando hacía atrás, hacia sus raíces, hacia su Historia, -limito un poco mi logos a nuestro espacio aquí en nuestro barrio.
¡Veis cuánto esfuerzo se hace en nuestra época para destruir nuestras raíces! ¡Veis cuánta lucha se hace para destruir nuestra Historia! Sin embargo, si nos cortamos de nuestras raíces no prosperaremos. No me consideréis como un conservador incurable, fanático y enfermo, esta es la realidad. Yo que os estoy hablando, no soy conservador ni progresista ni nada de todo esto; sencillamente veo la realidad y nada más. Cuando uno ve las repercusiones y consecuencias no es difícil sacar conclusiones. Creo que así de sencillo es.
Por tanto, así la misma cosa sucede también con la Iglesia. Para renovarse bebe estar volviendo y girando hacia sus tesoros, hacia las cosas entregadas, hacia sus fuentes y a sus santos Padres. Allí debe estar girando y dirigiéndose la Iglesia, y allí tomará aquello lo auténtico, puro y correcto para renovarse.
Por tanto, diríamos que la renovación no es la anulación o alteración de cada cosa anterior y el desarrollo de nuevas teorías teológicas, etc… o la búsqueda de nuevas formas y esquemas –que muchas veces en concreto en nuestros kerigmas y en nuestra pastoral queremos encontrar estas formulas, esquemas e ideas nuevas. Renovación es la búsqueda y la teologización, la valorización, el desarrollo y el provecho del material existente. Esto que existe y está depositado, a éste tesoro u oro descubrirlo y profundizar en este y ofrecerlo siempre inalterable y puro. Esto quiere decir renovación.
Se ha hecho un experimento por los Ortodoxos Rusos de la diáspora. Estos formados con estudios e intelectuales, cuando se marcharon de Rusia han creado escuelas, institutos etc., y escribieron libros. Pero no hicieron una cosa distinta sino que tomaron de los Padres de nuestra Iglesia y los presentaron. Esto se consideró como algo maravilloso. Vladimir Loski escribió “Teología Mística de la Iglesia Oriental Ortodoxa” un libro excepcional y admirable. Está traducido también en griego (y en español). Os sugiero a los que podéis encontrarlo que lo leáis, ¡es un libro magnífico! Veréis que en su bibliografía está incluido también san Isaac el Sirio el asceta, y sobre todo san Máximo el Confesor. Cuando Vladimir Loski presentó el libro en Francia, en Paris donde lo editó en Francés, los Europeos se han quedado impresionados y sorprendidos de sus belleza y dijeron: “¡Esta es la Ortodoxía… este es el Cristianismo auténtico, la Ortodoxia!…”
¡Sí, esta es la Ortodoxía! El material que estaba depositado, lo hemos sacado del olvido y de la sombra. Lo hemos trabajado y lo hemos ofrecido. Esto es el material depositado: las decisiones de los Sínodos, los logos de los Padres y la Santa Escritura hermeneuticada-interpretada y vivida por los Padres de nuestra Iglesia, ¡Esto!, ¡esto es lo que brilla, sorprende!… basta que sea ofrecido puro, completo, limpio, íntegro y sin manipulaciones.
¡Debo deciros aún que esta renovación, tal como la entienden los de conducta y moral mundana, tiene consecuencias terribles! Antes os he mencionado un caso, pero me gustaría deciros lo siguiente: ¡Cuando empezamos hacer renovaciones, sea recortes, sea reconsideraciones, entonces empezamos a perder también los criterios de la verdad, y entonces tenemos una rápida caída a la mundanización o secularización!
También hay una nueva teoría la llamada “ética de método reflexivo”. Esto es una especie de dialéctica que se aplica al espacio de la Fe. Es decir: Alguien tiene una perspectiva, y otro tiene su propio punto de vista; eh, pues, hablan y sacan una nueva perspectiva. Esta nueva perspectiva otra vez se hace tesis o punto de vista y progresa a un levantamiento o reducción, tenemos una nueva composición y así continua. Sabéis que en el método de la dialéctica nos movemos de una manera o forma así. Este proceso de la dialéctica lo siguen por regla general para la renovación y el refrescamiento supuestamente de la Iglesia y la Fe. Pero os dije que tenemos una caída vertiginosa vertical y pérdida de las medidas y de los criterios.
Un ejemplo os mencionaré, que os lo he dicho muchas veces y resulta ser ya clásico. Se ve que el mal con el tiempo va de peor en peor, viene también en Grecia, casi está llegando a las fronteras de Idomeni (pueblo fronterizo con Yugoslavia)… ¡está llegando! Hace unos años oímos que el obispo de Canterbury había tomado parte a favor de la homofilofilía-homosexualidad, dijimos –y yo lo dije personalmente antes del 1960: Pero bien, este hombre –puede ser que haya acabado estudios en Universidades, ser sabio, habrá estudiado sociología y contra sociologías, historia de religiones cualquier cosa y está formado en Universidades- ¿éste hombre no ha abierto nunca la Santa Escritura para ver de forma simple y sencilla lo que dice la Escritura sobre este pecado, de que no es enfermedad, sino pecado?… ¿Pero por qué no lo veía como pecado? ¿No abrió nunca la Santa Escritura?… ¡Esta es mi duda, si es que me pueden solucionarla! Pero creo que también será vuestra duda.
Simplemente cuando empieza la dialéctica en el espacio de la Fe, comienza la pérdida del criterio de la verdad. Eso es todo, esta es la respuesta. ¡Se pierde el criterio de la verdad! Esta es la tremenda consecuencia cuando comenzamos a modernizar supuestamente la Fe. ¿Me entendéis?
Aquí debemos añadir y decir que Parádosi-Tradición por supuesto que no significa quedarse fosilizado, petrificado, sino vida y continuación de la vida.
No debería olvidarme de deciros algo nuevo que también está de moda. Es una nueva teoría, que se llama “repetición de la antigüedad”. Os la voy a decir también:
Aquí en la ciudad de Larisa existe una Iglesia Ortodoxa. Pero aparecen los Pentecostales con el sobrenombre de X.O.E (Organización Cristiana de la Paz) que es de los hermanos Jasioti. Muchas veces hemos hablado sobre este tema; creo que todos estamos informados, y no me imagino que alguno puede engañarse y vaya hasta aquella puerta. Si los preguntáis: “¿Qué es este algo más que vosotros queréis hacer y os habéis marchado de la Iglesia? ¡No os satisface la Iglesia con lo que os da?, y os responderán y junto con ellos todas estas ramificaciones, sean T.J. Milenaristas sean Protestantes de todos los colores, os responderán con el único argumento de todos ellos: “Volvemos atrás a las fuentes. Porque con el paso del tiempo las cosas han llegado a un punto desgastado, y volvemos atrás a la antigüedad. Leyendo, por ejemplo, en los Hechos de los Apóstoles, vemos cómo vivían los Cristianos de aquella época, e intentamos nosotros también vivir así de esta manera”. Este argumento de ellos es súper-conocidísimo.
Pero cuando vuelven atrás, niegan por necesidad toda la Parádosi-Tradición, la que dicen en concreto que habéis apagado y desvanecido. Incluso niegan también los Padres de nuestra Iglesia –y es conocido que los Protestantes niegan los Padres de la Iglesia. Pero cuando dicen que volveremos atrás tenemos la teoría “de la repetición de la antigüedad”. Oíd lo que dice esta teoría: “La Iglesia avanzó y avanzó, se olvidó y llegó al camino sin salida. Por tanto, ahora con un salto, con un salto histórico de dos mil años, -¿si es que es posible esto?-, podemos y debemos volver atrás”. ¿Pero es posible realizarse esto!…
¿Finalmente cuál es lo correcto? Amigos mío, como muy correctamente se ha sostenido, no es lo “testes anticuatis”, sino lo “testes veritatis”; es decir, lo correcto no se encuentra en el testimonio de la antigüedad sino al testimonio de la verdad. No puedes decir, “volveré atrás a la época antigua, porque allí encontraré la Verdad”. La verdad está dentro en la Parádosi-Tradición de la Iglesia. Y la Parádosi es un organismo vivo, que respira, se mueve, camina y se desarrolla. Esto es la Parádosi.
¡Cuando dices que “volveré atrás” es como si dijeras “tengo ochenta años, me han abandonado mis fuerzas, niego mi historial anterior, algo hago no sé qué, y vuelvo otra vez a ser un niño de un año! ¿Se puede hacer esto alguna vez?… No. Es anormal. Y de que este deseo de volver atrás a los primeros años de la Iglesia es anormal –repetición de la antigüedad- se juzga por el resultado, que es la fragmentación y la desintegración de la fe. “Venid fieles, dicen, volved aquí. Venid, vamos a retornar a la antigua Iglesia. ¡Venid y lo veréis! Y veis sobre todo alguna vez que aquellos que van de vez en cuanto, que sean tan felices y que te digan: “¡He aquí, hemos encontrado la verdad!”. Sin embargo estos hombres nunca se han acercado a la Iglesia para encontrar allí la verdadera felicidad. ¡Y ahora que fueron allí, encontraron los sucedáneos, y creen que esto es la felicidad!
Por tanto, la demostración es la súper fragmentación y tergiversación de la fe en estas ramificaciones de confesiones de fe. Por tanto, es lógico y natural, ya que falta la Parádosi-Tradición en ellas. ¡La súper fragmentación! Por eso tenemos miles de confesiones que no se parece la una a la otra. En una cosa sola se parecen: en el supuesto retorno a la antigüedad.
Pero no es suficiente el testimonio de la antigüedad. Si lo queréis, “el testimonio de la antigüedad” es una herejía. También el Arrianismo es testimonio de la antigüedad. No es suficiente el “testimonio de la antigüedad”, sólo “el testimonio de la verdad”. Este “testimonio de la verdad”, se salvaguarda mediante los Santos/as y los Padres, que mantienen la Parádosi-Tradición y tienen experiencias personales, por las que pueden informarnos y hablarnos. El Señor dijo “retén lo que tienes” (Ap 3,11). ¡Y ellos retienen la Santa Parádosi-Tradición!
Por tanto, esto “lo que tienes”, que dice el Señor, significa la fe transmitida y entregada tal y como es y tal como ha sido entregada por Cristo.
Esto el “retenerlo”, que de nuevo dijo el Señor, es un verbo muy potente y expresa estabilidad y firmeza; retengo algo bien en mis manos, y no sólo lo mantengo en mi memoria o en mis archivos. Por lo tanto expresa algo verdaderamente vivo.
Aquello que dice “hasta que yo venga o vuelva”, demuestra claramente esto que nos ha sido transmitido y entregado exactamente como es, debemos retenerlo hasta la Segunda Presencia-Parusía de Cristo, por lo tanto, retengámoslo y mantengámoslo sin cambios, sin recortes ni renovaciones por las medidas mundanas.
Cuando yo fui ordenado sacerdote, amigos míos, hace unos cuantos años, el obispo, después de la santificación de los divinos Regalos, tomó el santo Pan del Discarion, y una vez puesta mi mano derecha encima de la mano izquierda en forma de cruz y encima de esto una esponjita (se llama musa), puso el Cordero, el Cuerpo de Cristo. Y tal como estaba delante de él, una vez que el mismo ha puesto en mis palmas el Cuerpo de Cristo, me dijo las siguientes palabras, que constituyen parte de la ordenación del Sacerdote: “Toma esta herencia, y guárdala hasta la Segunda Presencia-Parusía del Señor nuestro Jesús Cristo, por la que te pedirá cuentas sobre esta herencia que has recibido en tus manos”.
“Toma la herencia”. ¿Cuál es esta herencia? El Cuerpo de Cristo, porque esto he tomado en mis manos. Pero el Cuerpo de Cristo es la Iglesia. Es decir: “Toma la Iglesia, retenla bien hasta que vuelva otra vez Cristo, hasta Su Segunda Presencia-Parusía, el Cual te pedirá cuentas sobre esta herencia que has tomado en tus manos!
Amigos míos, es digno de observar que durante la Ordenación, una vez hecha la santificación de los honrados Regalos y el sacerdote tome en sus manos el Pan santificado, así como os dije, va detrás del santo Altar, hasta que lleguemos al final de la Divina Liturgia, y tomen la divina Comunión los fieles. Es bastante el rato por el que debe tener allí en sus manos el Pan santificado. Posiblemente a veces llega a estar templando. ¡Tiempla! Quizás peligra que se le caiga el pan, ya que no tiene ningún sostén sino solamente las palmas.
¡Esto es el símbolo que debes, oh sacerdote, retener la herencia, la Iglesia, hasta el final de tu vida! ¡Retenerla correctamente! ¡Ten cuidado! No rechaces la herencia, no la pisotees y no la niegues, debes retenerla allí firmemente!
Esto amigos míos es muy conmocionante. Y mientras puedo mantener una conciencia pura y buena, me gustaría estar diciéndoos un kerigma correcto, diciéndoos la verdad, y siempre la verdad, porque el Señor ha confiado en mí esta herencia, es decir, la Iglesia. ¡Y esta herencia está confiada a cada clérigo! ¡Y debemos entregarla a Sus manos entera, inmancable y no alterada! ¡Percibís y entendéis nuestra responsabilidad! ¡El sacerdocio nos es un título honorífico, es una responsabilidad muy seria y terrible! Os lo vuelvo a decir: ¡una responsabilidad horrorífica y terrible!…
Pero es también digno de observar esto que dice el Señor: que “no os cargaré con más peso”. Por supuesto que Su Evangelio es un peso, un esfuerzo y cansancio, pero lo asegura Él mismo en Su Evangelio: “porque mi yugo es bondadoso y mi carga ligera” (Mt 11,30).
¿Pero cuándo el yugo del Señor es bondadoso y útil y cuándo la carga es ligera? ¡Cuando realmente queremos salvarnos! Y cuando el kerigma ortodoxo está basado en la Santa Parádosi-Tradición de la Iglesia que el Señor nos dijo que la retengamos bien, es el kerigma de la sotiría redención, sanación y salvación.
Después de las amenazas del Señor, amigos míos, hacia los desobedientes, en la epístola al obispo de Tiatira, ahora viene a anunciar la recompensa y el elogio para los que vencerán.
Y al que venciere y al que conservare mis obras hasta el fin de su vida, yo le daré autoridad sobre las naciones (las idólatras y enemigas que persiguen a mis fieles), y las regirá con vara de hierro, y serán quebrantadas como vaso de alfarero; [y él recibirá y tendrá tal tipo de poder] como yo también lo he recibido de mi Padre; y le daré la estrella de la mañana. [Es decir, le daré la luz increada de modo que él también se convierta en luz y disfrutará de la iluminación y de la alegría de la vida eterna]. El que tiene oído [espiritual], oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias» (Ap 2,26-29)
¿Quién es el vencedor? Es aquel que permanecerá en pie, estable y firme respecto al engaño de las profundidades del Satanás y habrá aplicado los mandamientos-logos evangélicos, y estos hasta el final de su vida.
¿Y cuál es la corona? Es la autoridad sobre las naciones y la estrella de la mañana.
Lo primero sobre la autoridad sobre las naciones es el triunfo espiritual definitivo de Cristo sobre las naciones, y junto con Cristo todos los fieles. Y lo segundo sobre la estrella de la mañana es la co-glorificación del vencedor y la participación en la doxa-gloria luz increada de Cristo, el Cual al final de este libro se llama a Sí Mismo estrella brillante y matinal (Ap 22,16). Por lo tanto, cuando el Señor dice que dará al vencedor la estrella brillante y matinal, y puesto que el mismo Cristo es la estrella matinal, esto significa que le dará el Sí Mismo, es decir, Su doxa-gloria luz increada y la contemplación de Su rostro, cara o persona en Su eterna Realeza increada.
Aquí amigos míos finaliza esta interesantísima epístola hacia el obispo de Tiatira, con su conocido remate final: «El que tiene oído (espiritual), oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias», es decir, recuerda continuamente la necesidad de esta atención espiritual de los oídos espirituales para audiencia y percepción de la divina voluntad. El tener oídos espirituales para oír y escuchar el logos de Dios es una necesidad urgentemente importante, porque de esta necesidad depende finalmente nuestra sotiría redención, sanación y salvación. Amín.
Unidad 12 Apocalipsis 3, 1-6. 5ª epístola del Señor: Hacia la Iglesia de Sardis. Sobre pietismo y alteración del espíritu Ortodoxo.
Y venimos, con la ayuda de Dios a la quinta epístola del Señor, hacia el obispo de la ciudad Sardis.
«1 Y al ángel de la iglesia en Sardis escribe: El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto.
2 Sé vigilante (o estate en alerta continua, despierto), y apoya las otras personas que estuvieron a punto morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios (y Dios mío según lo humano).
3 Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído (del kerigma del Evangelio); y guárdalo y aplícalo, y arrepiéntete, vuelve a la metania. Pues si no despiertas, no eres cuidadoso y no velas, vendré de repente como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré a ti (para por la muerte recogerte).
4 Pero tienes unos pocos hombres en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y ellos andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignos.
5 El que venciere (cualquiera durante los siglos) será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.
6 El que tiene oído (espiritual), oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias» (Ap 3, 1-6)
“Y al ángel de la iglesia en Sardis escribe”.
La ciudad de Sardis, amigos míos, era la antigua capital del reino de Lidia y se encontraba al sur de Tiatira. Durante los años que se escribió el libro del Apocalipsis Sardis estaba en decadencia, y la vida de esta ciudad más bien era de apariencia. Algo así era también la vida del obispo de esta ciudad, es decir, de apariencia. El obispo mal vivía, estaba en marasmo, pero en realidad era muerto, espiritualmente muerto.
Y ahora dice el Señor: “El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto”.
Tenemos la introducción de la epístola, la cual está tomada de la introducción de todo el libro, y es un epígrafe muy importante en su contenido. En el primer capítulo pasaje 4, allí donde es mandado el saludo por el Juan hacia las siete Iglesias de parte de Dios, escribe: “de Dios a vosotros, del que es y el que era y el que siempre viene y ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono y de Jesús Cristo”. Aquí claramente tenemos el Santo Dios Trinitario. Es decir, tenéis la bendición del Dios Padre, de Dios Hijo que se hizo hombre, y del Espíritu Santo.
Vemos claramente aquí que el Espíritu Santo se llama “los siete espíritus”. Este nombre, siete espíritus, quiere declarar el Espíritu Santo dentro de una plenitud, del Cual remitente es el mismo Jesús Cristo, tal y como se escribe también al Evangelio según Juan. Allí el mismo Señor dice: «Pero cuando venga el Paráclitos, Espíritu Santo, al que yo os enviaré de parte del Padre, el Espíritu Santo de la verdad que la transmite a los hombres, el cual procede del Padre, como un río emana de su fuente, él os dará testimonio de mí» (Jn 15,26).
Así que cuando escribe en el epígrafe de la epístola “dice las siguientes cosas el que tiene los siete espíritus”, es como dijera que el mismo Jesús envía el Espíritu Santo en y con Su plenitud, es decir, con todos los tipos de carismas y donaciones. Si el Señor, el Jesús, manda el Espíritu Santo, entonces se enviará; si dice que no lo envía, no será enviado. Y así vemos que el Jesús es el que envía el Espíritu Santo.
Incluso se refiere, el que envía la epístola, que el Jesús Cristo es el que tiene en sus manos las “siete estrellas”. Pero ya se ha declarado en el principio del libro, en la introducción, que el Jesús Cristo es el que retiene en Sus manos las siete Iglesias de Asia Menor (Ap 1,16). El número siete declara exactamente toda la Iglesia entera.
Así, amados míos, Jesús Cristo retiene también el Espíritu Santo y las Iglesias. El significado de todo este pasaje es esto, es decir, que Jesús Cristo manda Su Espíritu Santo a las siete Iglesias de Asia Menor, o sea, a toda la Iglesia.
Pero aquí hay algo, que viene a crearnos una impresión: ¿Por qué el Señor se refiere a este atributo o cualidad Suya, es decir, de que retiene las siete Iglesias y que tiene el Espíritu Santo, el Cual también lo envía?
Se refiere a esta cualidad Suya, porque quiere yuxtaponerla con la necrosis del obispo, al cual más abajo le ha calificado de muerto espiritualmente. Es como si le dijese: “Yo soy el que concede el Espíritu Santo. ¿Por tanto, por qué permaneces espiritualmente muerto? ¿Por qué no te aprovechas de la Presencia del Espíritu Santo a ejercer, practicar tú y tu Iglesia la vida espiritual? Esto quiere manifestar con el epígrafe de la epístola.
Es decir, en otras palabras, aquí desde el principio de la epístola tenemos un control. El control es real, según se entiende, pero se hará más claro dentro del contenido, al cuerpo principal de la epístola.
“Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto”. Conozco tus obras, sólo de nombre vives espiritualmente, pero en realidad estás muerto.
Amigos míos, ¡este logos es terrible! ¡Terrible!… ¡En este pasaje cada uno de nosotros debe asustarse, templar y tiene que encontrarse, volverse en sí mismo! Muchas veces muchos de nosotros nos caracteriza una piedad aparente, un pietismo. Atención, porque aquellos que mueven la cabeza cuando escuchan estas cosas, los contiene más piedad de apariencia. Esto no me canso de repetirlo y lo he observado muchas veces. Es como si quisieran decir: “No, no soy este, sino el que está a lado mío”. Por supuesto que, ¡ay de nosotros si hemos llegado a decir: “yo no soy”!
Me dirán: “¿Y si uno tiene algo de autognosis-autoconocimiento, y se refiere a sí mismo?
¡Me parece, amigos míos, que cuando alguna vez dicen a alguien algo que no tiene, no mueve su cabeza, ni habla, queda sorprendido! ¡Si de repente te digo delante de los demás o ante todos de que eres un ladrón!, ¿estarás moviendo la cabeza? Si no lo eres, protestarás; ¡y si lo eres, se quedarán abiertos tus ojos de sorpresa, por el cómo yo puedo saber de que tú eres un ladrón y te llamo así delante de tanta gente!, no estarás moviendo tu cabeza.
Así pues, nos contiene muchos de nosotros una aparente piedad. Sobre todo cuando no cometemos ni señalamos pecados graves –atención a esto- y tenemos una forma o figura de piedad, una relativa devoción y respetuosidad, damos la impresión a nuestro ambiente de que hacemos vida espiritual.
Esta situación, según el Apóstol Pablo, es una señal de los postreros-ésjatos tiempos. Escribe a Timoteo: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita” (2 Tim 3, 1-5). Es decir, ¡en los últimos días tendrán una forma de piedad exteriormente, llevarán indumentaria decente, estarán yendo a la Iglesia, se santiguarán piadosamente, pero la fuerza de la piedad la habrán negado!
Lo subrayo y lo repito que el Apóstol esta situación la dice como una señal de los postreros-ésjatos tiempos. Es decir, los hombres piadosos serán de apariencia piadosos; tendrán una forma de piedad, pero no tendrán la dinámica, la fuerza de la piedad. Han de tener en cuenta que en el Evangelio la palabra piedad significa todo el contenido de la Fe. El “misterio de la piedad” es el Cristianismo (1Tim, 3,6). ¡Pero un hombre que vive la piedad, éste tiene el espíritu de Dios y tiene fuerza y energía espiritual, tiene mucha potencia espiritual! Pero cuando el hombre no vive verdaderamente, sino artificial, falso y aparentemente, como os dije, exteriormente y en realidad ha negado la fuerza y energía increada del Espíritu Santo, éste hombre interiormente está muerto. ¡No os impresione esto, está hecho un muerto!
Hoy en día muchos fieles, muchos teólogos, pero también muchos teologizantes han cambiado la teología a una conversación y discusión entre amigos. Esta verdadera gnosis (increada) y fructuosa de Dios debe estar empapándonos hasta el último punto y momento de nuestra existencia, de la misma manera que la comida dentro de la sangre llega hasta la última célula de nuestro organismo y lo alimenta. Además que esto es el propósito y objetivo de la teología: empaparnos, divinizarnos y hacernos de forma crística. ¡Pero en vez de esto, hemos acabado de convertir la teología una discusión, charla entre amigos tomando café! Como dice el apóstol Pablo, desgraciadamente nos hemos convertido “¡conferenciantes, charlatanes y disputadores de este siglo! (1 Cor 1,20). La teología, pues, se ha hecho charla, discusión, y no fe y vida.
Aún vemos que se construyen templos brillantes y se hacen grandes esfuerzos para adornarlos, pero se descuidan los Templos vivos de Dios que son los Cristianos (1 Cor 3,17; 6,19).
Los párrocos ya, -no de Larisa, sino al mundo ortodoxo en general- muestran mucho esmero y cuidado para los templos. Veis el párroco que se cuide construir el templo, poner templo y altar de madera tallada, buenos asientos, bellas iconas del arte bizantino, todo muy bonito y brillante; pero bien, no hay ninguna acusación y reproche sobre esto. Atención: ¡Ninguna acusación! ¡Pero cuando el peso y el cuidado lo delimitamos a este punto, y se abandonan los Templos vivos de Dios, los fieles, de modo que ellos se llenen de telarañas y así se van destruyéndose, es decir, cuando no ejercemos obra pastoral para que nuestros cristianos se conviertan y se hagan “Templos vivos de Dios”, entonces podemos hablar de necrosis!
Aún, cuando vemos candeleros de cristal que iluminan nuestros templos, y sobre todo escogemos los candeleros para que alguna vez, digamos, den una luz bonita y un ambiente mistagógico. ¡Pero se apagó, amigos míos, la luz de los Cristianos! Dice el Señor: “Vosotros sois la luz del mundo” (Mt 5,14). ¡Si acaso los Cristianos hoy en día dentro en el mundo son ya la luz? Dice san Juan Crisóstomo que sólo un Cristiano, ardiendo de celo, puede arreglar todo el municipio (49,34.8-15 MPG pag 49). ¿Si acaso existe esto hoy en día? ¡Desgraciadamente tenemos necrosis!
¡Bien se ha dicho una vez que hubo una época que los santos Cálices eran de madera y los Cristianos eran de oro; pero hoy en día los santos Cálices son de oro y los Cristianos son de madera!
Aún, observamos que en días solemnes de gratitud hacia Dios, que se celebran las doxologías en cada templo o catedral metropolitana de nuestra patria –como anteayer, que se hizo doxología a la catedral de la Metrópolis en memoria de la liberación- todas las celebridades, personalidades relevantes rodeando y llenando el espacio del templo para la doxología a Dios, no es más que una –sólo diré una palabra, y me limitaré a ella- ¡una vacuidad, y nada más!
Justamente, pues, el Señor repetiría, en cada época, a todos nosotros de que vivimos sólo en apariencia, pero interiormente estamos muertos. Exteriormente uno ve la pintura y el brillo de nuestra piedad, interiormente la ve muerta.
¡Sobre todo existe aún otra cosa que muestra una piedad de apariencia, en concreto una piedad progresista pero que interiormente esconde necrosis y sobre todo huele a cadáver! Esto se ha publicado por el periódico diario “Kazimeriní” el 8 de Marzo de este año (1981) –yo lo he tomado de la revista cristiana “El Sotir”- y el escritor del artículo es el obispo de Silibría, Emiliano, obispo ortodoxo nuestro del obispado de Konstantinópolis. El título del artículo –atención por favor- es el siguiente: “La nueva teología cristiana se transforma en sociología”. Este es título del artículo. Y el escritor informa en relación, el obispo Emiliano –textos suyos- las siguientes cosas:
“Muchos movimientos cristianos los últimos años en América Latina y en Europa se fundamentan sobre el principio “La realeza o (mal dicho o maltraducido “reino” en español) de Dios se realiza dentro en la Historia aquí abajo”. Cristo vino para liberar los encadenados de la intolerancia, la penuria, la pobreza y la distinción filética-racial o del filetismo-racismo. De esta manera urge la liberación terrenal, no tanto del “pecado” personal como del miasma, estigma de la corrupción social de sistemas que fueron impuestos por el “pecado social”, el global. Y por tanto, “la posición del Cristiano se encuentra en la parte del Socialismo” (El Sotir, 18-3-81 Nº 953).
¡Los que entendéis…comprendéis! Me alegré que la crítica que se hizo por la revista “El Sotir”, sobre este artículo, sea una crítica bonita. Rotundamente lo califica este artículo como herético, herejía. ¡Rotundamente! Y yo lo comentaré un poquito más.
Amados míos, atención. Cuando llegamos al punto de hacer la teología cristiana sociología y rebautizarla como nueva teología, y que estemos diciendo que esta nueva teología no es otra cosa que “la realización de la Realeza (mal dicho o maltraducido “reino” en español ) de Dios dentro en la Historia aquí en la tierra”, como claramente lo dice aquí, ¡esto es terrible! Y cuando decimos que el Cristianismo no es otra cosa más que la liberación del hombre, no de el pecado, sino de la pobreza, de la esclavitud, de las distinciones filéticas-raciales, y en general de aquellos sistemas sociales que existen y gobiernan a los hombres que los hacen desgraciados y pobres, ¡esto es herejía! !Esto dicen que es el Cristianismo! ¡Esta es la nueva teología, actual y moderna! (Adaptada al hombre y no el hombre adaptado a la teología de Dios Logos. (Ver https://www.logosortodoxo.com/12-lexis-apocalipticas/ 2. ΒΑΣΙΛΕΙΑ-VASILIA, REALEZA)
¡Pero es terrible! Porque llegamos hacer un Cristianismo que sanará las heridas sociales –de la pobreza, de las distinciones filéticas-raciales etc.- y no nos interesa el tema del pecado, diciendo que la Realeza increada de Dios (mal dicho reino en español) está aquí en la tierra, e ignoramos el Cielo, esto es un secularismo pleno, mundanización, es decir, que el Cristianismo es del siglo presente. Pero entonces decidme: ¿qué es la verdad, si se sostiene que esto es la verdad y el Cristianismo?
¡La verdad, amigos míos, es la Μετάνοια Metania! Y la metania es el retorno desde el pecado a Dios. No es obra de la Iglesia correr a sanar heridas sociales. ¡Mucha atención a esto! Esto es una obra segundaria. La obra principal de la Iglesia es psicoterapiar, sanar el pecado y preparar a los hombres para el reinado de la Realeza increada de Dios. “Porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir” (Heb 13,14), no tenemos aquí la patria, la ciudad para siempre, además que la muerte esto indica. El Cristianismo vino a hacernos incorruptibles e inmortales. Estas dos –incorruptibilidad e inmortalidad- no existen aquí en la tierra; aquí en esta tierra simplemente existen las condiciones para conseguirlas. Amados míos, nos marcharemos de aquí. No está aquí nuestra patria, no nos instalaremos aquí.
Sobre todo cuando hablamos –antiguamente os dije- sobre los paraísos verdes y rojos, esto es una herejía de dimensión social. ¡Es herejía! Porque la Realeza increada no está aquí encima de la tierra. El Cristo lo dijo claramente: “El reinado de la Realeza increada de Dios está en nuestro interior” (Lc 17,21). Y “está en nuestro interior” quiere decir que no viene por “observación” (Lc 17,20). (No es el mal dicho reino en español que más bien expresa un reino creado).
No es un régimen la Realeza increada de Dios. ¡La Realeza increada de Dios es el renacimiento del hombre en Cristo Jesús! Esto es la Realeza (energía increada) de Dios, no reinos creados imaginarios de la fantasía del hombre. Y esto no viene “por observación”, por tamborileos, por anuncios y por publicaciones. Cada uno encuentra su camino, encuentra su Damasco (Hec 9, 1-31), se le abren sus ojos desde la oscuridad a la luz, encuentra a Cristo, y se redime, se sana y se salva. Este es el Cristianismo.
Ahora bien, si los Cristianos que veían a su alrededor la injusticia, quisieran de cualquier manera ayudar a sus semejantes, para que domine la justicia sobre la tierra, etcétera, son efectos de la obra de la sotiría redención, sanación y salvación; pero no es la obra principal del Cristianismo. El Cristo, amados míos, no ha venido en la tierra a imponer justicia sobre la tierra en el sentido que quieren los fracasados sistemas sociales.
Una vez un joven fue y dijo al Señor: “Didáskalos-Maestro quiero que seas el interventor entre mí y mi hermano sobre la fortuna paterna”, y el Señor le dijo: “Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor?” (Lc 12,14). Y en vez de decir algo, hablar de justicia social, hacer algo aunque en pequeñísima escala, aunque sea ejemplar, modélico, para verlo nosotros los hombres futuros y así ejerzamos esta justicia sobre la tierra según los marcos o moldes de los sistemas sociales, el Señor se giró hacia los que estaban a Su alrededor y los dice: “¡Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee!” (Lc 12,15).
¿Cuál es el sistema aquel que podría delimitar a los hombres, a los ciudadanos aunque sea sugerirlos y aconsejarlos que no sean ambiciosos y avariciosos? ¡Cuál y quién? Os pregunto: ¿Cuál? Sólo el Cristianismo pide la pobreza, la libre pobreza voluntaria. ¿Qué sistema social proyectaría la pobreza?… Y cuántos de los ciudadanos seguirían alguna vez un sistema social que hablaría sobre pobreza?… ¡Aquel que hablaría sobre ella, le expulsarían y le tirarían fuera y lejos!… Que salga uno al balcón, por favor, aquel que quiere hacer una campaña electoral y diga: “Amigos míos, votadme, y yo os haré pobres!”… ¡Es posible que éste diputado salga presidente de la República Democrática, etcétera! ¿Podría salir alguna vez? Nunca, jamás. Sin embargo el Cristo esto dijo: “¡Bienaventurados los pobres de espíritu –es decir, pobres por su propia voluntad- porque de ellos es y será la Realeza increada de los Cielos!” (Mt 5,3). Bienaventurados los pobres del bolsillo, no los pobres de mente o cerebro!…
Por tanto, no digamos este tipo de cosas, es desviación. El Cristianismo es sotiría redención, sanación y salvación de la psique-alma y del cuerpo, (es la verdadera psicoterapia, psique, logos y terapia palabras helénicas que abundan al Nuevo Testamento). Y cuando decimos Σωτηρία sotiría, ¿qué entendemos? Σωτηρία sotiría viendo e interpretando el logos de Dios ortodoxamente, es la redención, la sanación y la salvación del hombre entero, es decir, que sea vencido el pecado (enfermedad) y la muerte; el pecado en la psique, la muerte en el cuerpo por la resurrección de los muertos. Esto quiere decir, σωτηρία sotiría. Con este significado el Cristo se llama Σωτήρ Sotir Salvador. Porque ha resucitado de los muertos, para resucitar a nosotros también. Lo vuelvo a repetir una vez más: Esto quiere decir Σωτηρία sotiría y nada más. Todas las demás cosas son desviaciones, son herejía; sin vacilaciones, ni contemplaciones, son herejía!
Por tanto apunto –por eso os he mencionado esta publicación porque me ha impresionado- que cuando hablamos sobre el Cristianismo dando este tipo de dimensiones sociológicas, entonces también nuestros Cristianos por supuesto que tienen la forma de pietismo, pero su dinámica, fuerza y energía la han negado. El Espíritu de Dios no viene en este tipo de situaciones, tenemos necrosis interior. ¡Sí!
Sé y hazte vigilante o estate alerta continua (Ap 3,2)
¡Despierta, vigila!, ¡conozco tus obras, parece que estás vivo, pero estás muerto (espiritualmente), sé y estate en nipsis, vigilancia continua!
Hace falta despertar. Hace falta autocrítica, y sobre todo autocrítica fructuosa. Me parece que en nuestra época se requiere como nunca en otras épocas, se requiere sin duda una reconsideración de nuestro camino con base a las cosas que os dije anteriormente. No una reconsideración de este tipo para caer en modernas teorías, sino una reconsideración para retornar a las huellas correctas del Evangelio.
Debemos decir, amigos míos, que hoy en día el título de Ortodoxo Cristiano no es un dato, un hecho, sino que es el fin, el desiderátum. No puedo estar diciendo que “soy Cristiano Ortodoxo”, sino preguntar: “¿Soy Cristiano Ortodoxo?”, es el fin, el objetivo. Debemos aún preguntar: “¿Realmente Grecia está habitada de Griegos Ortodoxos? ¡Si realmente así es, entonces, Santo Dios! ¡Sólo entonces pararemos de ser muertos, cuando la viva presencia del Espíritu Santo revivifica nuestros corazones y nuestra patria! Pero no sé si el Espíritu Santo habita sobre nuestra patria… Cuánto me temo lo dicho, “Dios hace sabios a los ciegos, y a los soberbios les convierte tontos” (Theodórito de Chipre). Cuánto me temo que hoy en día padecemos de un atontamiento. ¡Todos nosotros! ¡Todos sin excepción… y hasta el último padre, todos, clérigos y laicos, y hasta los últimos ciudadanos padecemos de un atontamiento! El clima de nuestra época, la forma de vida que hacemos y pensamos- ¡oh, desgraciadamente!- nos han cambiado, y no sé si ya el Espíritu de Dios habita en nuestra patria y en el interior de nuestros corazones…
¡Amigos míos, sabéis que el griego medio, el que entiende el periódico que lee, ha cambiado de mentalidad en el tema de la fe! ¡Se ha hecho un lavado de cerebro… desde hace decenas de años!… Desde tiempo que Turquía vino como ocupación 400 años aquí en Grecia, -por no decir incluso mucho antes, desde los tiempos bizantinos- las propagandas extranjeras del protestantismo y del papismo ejercían su proselitismo, también en esta parte meridional de Grecia, en Asia Menor, en las Islas, en Tierra Santa, en Bulgaria, en Serbia etc… en todas partes, en todos los espacios ejercían proselitismo.
¡Leed un poco la historia y lo veréis esto! Eh pues, poco a poco –son planes programados a largo plazo y recorrido- todas estas operaciones han llevado las cosas a un nivel. Y el nivel es esto, de que el griego medio ha cambiado de mentalidad; el actual griego medio de hoy en día ya no tiene mentalidad Ortodoxa. Debo deciros que esto es terrible y horroroso, pero pienso y creo que por algunos muchos años posiblemente irreparable también.
¡Así que no esperemos a decir de que vendrán de afuera a afectar nuestra Fe, ya se ha afectado y manchado! Nada más que sólo por un momento se haga un movimiento contra la fe ortodoxa, veréis que el pueblo-laós no protestará. Esta es la desgracia. Habían épocas que el laós se levantaba, pero hoy el laós-pueblo no quiere protestar tanto (sobre temas de fe), porque su mentalidad ha cambiado y también porque permanece indiferente.
Hubo tiempos que estas cosas de la Fe, eran la vida del hombre, del fiel. Hoy en día no es su vida. Su vida son los negocios, biznes, es su bien estar material, son los “asuntos”… -la pongo entre comillas la palabra. ¡Esto es todo! ¡Hoy en día el hombre no se interesa para su Fe, por tanto tenemos necrosis! Pero, hay de nosotros. Rápidamente seremos esclavizados espiritualmente, perderemos este tesoro precioso de nuestra Ortodoxia; ¡lo perderemos! No sé cuáles lo retendrán y guardarán. Pero ya se ha perdido mucho, para qué digo que se perderá!… ¡Ya se ha perdido! Pero no lloremos y lamentemos. Si aquí algunas personas oís las cosas que os digo, os ruego y suplico, que tengamos cuidado para que se quede la mentalidad ortodoxa y cristiana ortodoxa. Que seamos personas espirituales, no simplemente tener forma de piedad, sino tener verdadera vida espiritual.
«… y apoya las otras personas que estuvieron a punto morir;» (Ap 3,2), dice el Señor al obispo.
Es decir, que ayude y apoye al resto de los miembros de la Iglesia, aquellas que aún han quedado sanos, porque si no te cuidas de ellos morirán.
Este versículo manifiesta que en la Iglesia de Sardis había también la porción saludable de los fieles, que no había recibido influencias de la necrosis de la psique-alma.
Pero, atención. ¿Cuáles son las influencias de la necrosis de la psique? ¿Qué son aquellas cosas que mortifican o traen la necrosis de la piedad dentro en la psique del Cristiano?
Son muchas, demasiadas y os diré las más importantes. Las conocéis, no os son desconocidas. Un impreso sucio es el cine, que ha sobrepasado todo límite de vergüenza; es el teatro que sigue descaradamente al cine; es la televisión que compite los dos primeros, es decir, al cine y al teatro; es la corriente de la moda; es la moral y vida mundana y muchas más cosas.
Estas cosas las conocéis todos, así de groso modo. Yo os diría también una cosa que puede congelar o secar mucho la psique es un kerigma no ortodoxo. Repetidamente se hacen kerigmas, también desde el altar o el púlpito, los cuales no tienen aire de la Ortodoxía, sino que tienen una dimensión pietista y estos vienen simplemente “a ayudar, como dicen, a dar reposo al cansado hombre contemporáneo”… Ahora bien, si debemos preguntar qué dan a entender como hombre cansado y qué dan a entender estos kerigmas con esto de dar reposo al hombre cansado, allí nos encontraremos, amigos míos, delante de un caos, en un abismo. Sólo esto os digo: el responsable es el Altar (el kerigma desde el púlpito)… ¡Responsable… seriamente responsable! Un kerigma ortodoxo siempre contiene, retiene, siempre ilumina y siempre da elementos de salud…
Os mencionaré un ejemplo histórico, para que veáis qué significa presencia ortodoxa, aunque no sea oída desde el púlpito, sino que es una sencilla presencia.
Como sabréis las islas Eptánisos, (7 islas del mar jónico) no fueron conquistadas por los turcos, pero tenían influencia inmediata de Italia, y por consiguiente del espíritu occidental, de la mentalidad occidental y papista, romanocatólica. ¿Cómo consiguieron las eptánisos permanecer ortodoxas? He aquí una buena pregunta.
Se había puesto una barrera, amigos míos, quizás invisible, pero viva y fuerte, desde la isla Kérkira-Corfú hasta la isla Zakinzos, una barrera, red de una presencia ortodoxa viva; ¡eran san Esperidón, san Gerásimos y san Dionisio de Zakinzo! ¿Os lo habéis imaginado aluna vez esto? Esta red-plegma retuvo y mantuvo a las eptánisos, pero también el resto de Grecia continental, era como un rompeolas de las olas maniáticas de la Europa muerta… ¡Sí señores, de la muerta Europa herética y arriana! ¡En efecto, verdaderamente así es!
¡Por tanto, amigos míos, entendéis lo qué es la presencia de un santo aunque sea fallecido! Es Santo vivo, Santo ortodoxo. ¡En cambio hoy en día tenemos hombres vivos que son muertos! Por eso os dije que una presencia viva de un kerigma ortodoxo pero también de Cristianos vivos (despiertos espiritualmente) podrían constituirse en una barrera real para que no sea alterado nuestro laós-pueblo por el desgaste y la corrupción de Occidente.
De todas formas la petición del Señor es que el obispo tiene que apoyar a los que no fueron arrastrados. Pero seguro que ellos también se mortificarían espiritualmente, si no se tomara la providencia de protección de ellos.
Aquí en este punto, amigos míos, quiero que pongan atención. Os ruego, suplico y lo repito: tened cuidado. Veo que estáis muy atentos, pero lo subrayo. Es un mega-gran problema la protección de los fieles de el mundo de la terrible corrupción y abolición de todo. El problema es vital, el cómo protegeremos los miembros sanos de la Iglesia para que no sean infectados y así podrán permanecer firmes en sus posiciones.
Es digno de observar que la instrucción de previsión es muy importante, incluso más que la terapéutica. Cuando el Señor dice al obispo “apoya y protege al resto de los miembros de tu Iglesia”, quiere decir: “A los que no han caído apóyalos. Porque si caen, si se mortifican (espiritualmente) después es difícil reanimarlos, re-vivificarlos y re-despertarlos.
Es como si dijéramos que la lacra o miasma del T.J. Milenarismo, digamos que debe permanecer aquí en nuestra ciudad. Por eso no debemos ejercer la instrucción terapéutica tanto como la instrucción previsora. Deberemos ayudar a nuestros fieles a entender lo qué es la Ortodoxia, y entonces estarán en situación por sí mismos a no aceptar nunca la lacra o misma de la herejía, y no ir a terapiar, sanar a uno que ha sido infectado por la herejía. Esto es mucho más difícil, y los resultados son mucho más pobres. En cambio con una instrucción previsora tendremos resultados ricos; lo subrayo esto.
Y ahora viene la pregunta: ¿Cómo serán apoyados y protegidos los miembros sanos de nuestra Iglesia hoy en día? ¿No pensáis que el tema es muy importante?
Existes tres maneras o modos: la coexistencia, la existencia y el aislamiento. Y primero de todo, cuando decimos coexistencia, por supuesto en su lado negativo, entendemos que el fiel coexiste dentro en el mundo con gente de todo tipo del mundo, exactamente lo mismo que se hace hoy en día. Es decir, la coexistencia aquí significaría que el fiel viva exactamente cómo vive el mundo. Es esta apertura de la Iglesia que observamos hoy en día; es decir, quiere aceptar todo tipo de invasión mundana y secularizarse. Abrimos de par en par las puertas de la Iglesia, y decimos: “Pasad señores. Qué exigencias tenéis; qué os hace falta. ¿Queréis Culto con guitarra? He aquí os pondremos Culto Divino con guitarra. ¿Qué más queréis? Coro; os pondremos coro también. ¿Qué más queréis? ¿Recortar el Culto Divino o la Divina Liturgia? Pues, ¡la recortaremos… basta que vosotros vengáis!
¡Abrimos las puertas de par en par y recibimos los hombres tal como están, preparados hacer cualquier concesión, pero cualquier concesión, incluso hasta indultar la fornicación, o prostitución (física, psíquica y espiritual, sexo-manía)! Sí, -lo vuelvo a señalar- a indultar la fornicación y la lujuria e indultar muchísimas más cosas, basta que presentemos a nuestros semejantes de que supuestamente… “comprendemos” el mundo, la gente… -la palabra “comprendemos” la pongo entre comillas- y que debemos ayudar de cualquier manera a la gente, haciendo oídos sordos y la vista gorda como si no viéramos las cosas que tiene. ¡Así aceptaremos silenciosamente también el adulterio, el aborto… y demás cosas! ¡Y muchísimas cosas más!…
¡No creáis ni penséis, amigos míos, que estas cosas que os digo son utopías; estas cosas se están haciendo hoy en día, se realizan! ¡Ωoh, si supierais cómo pensamos…! ¿Ωoh, si supierais cómo piensan los cerebros de nuestros clérigos hoy en día…! Y no hablo de los pastores europeos, del mundo protestante y romanocatólico papista (1981 y aún no habían salido a luz los pederastas del vaticano y sus escándalos)– ¡oh, allí hay tanto… el sol tiempla, se horroriza! –sino que hablo de nosotros…para nosotros!… ¡Si supierais como pensamos hoy en día…! Así podríamos quitar y tirar algunos tambú, como decimos, si supierais qué revelaciones y descubrimientos tendríamos… si supierais qué diríamos al mundo a la gente…! ¡Ωoh, si supierais…!
Por tanto, ¡esto llama coexistencia; esto llama apertura de la Iglesia, para supuestamente ayudar y entender al hombre contemporáneo cansado y problemático! ¿Y el argumento cuál es? ¡Para que no se vea la Iglesia como retrasada y antisocial!… Por eso debemos estar siguiendo al hombre contemporáneo por detrás, exactamente tal y como la mamá, por un lado, deja el niño ir al colegio, pero sigue detrás vigilándolo; ¡así pues ahora la Iglesia también vigilará y seguirá tras del hombre contemporáneo! O si alguien fuera listo, astuto y vil –el Diablo lo hace esto- haría lo siguiente:
Una vez, como sabréis, uno tenía cerdos y quería llevarlos al matadero. Los cerdos son animales muy difíciles, por eso maquinó e hizo lo siguiente: Tomó un saco con bellotas y las echaba una a una al suelo. Los cerdos corrían a comer las bellotas. Él avanzaba tirando las bellotas y los cerdos por detrás le seguían. ¡De esta manera llegaron al matadero!
Esto hace también el Diablo. El mundo contemporáneo corre como loco por aquí y por allá y la Iglesia detrás corre asustada para salvar el mundo. Pero a la vez –¡qué vil y astuto es el Diablo!- aleja la Iglesia de su fin, de su objetivo principal y de su finalidad que es sanar y salvar realmente a los hombres, porque sencillamente en esta carrera de correr detrás del hombre contemporáneo hace miles y cualquier tipo de concesiones… miles variopintas concesiones!… que finalmente estas concesiones no sanan ni salvan al hombre. Esto hace el Diablo.
Pero oíd cómo lo dice esto el apóstol Pablo, para consolidarlo: «No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?» (2 Cor 6, 14-15). Es decir, con los infieles no entréis al mismo yugo; no se puede levantar, no se hace. Porque, ¿qué asociación puede haber entre la justicia y la ilegalidad, entre la virtud y el pecado? ¿Qué comunión puede haber entre la luz y la tiniebla? ¿Y qué acuerdo se puede hacer entre el Cristo y el Satanás, se parecen y se combinan en algún punto?, o ¿cuál es la porción del fiel con el infiel?
Por tanto, escuchad. Esto de “en yugo desigual”, lo analiza con cuatro elementos y datos: primero la participación, segundo la comunión, tercero el acuerdo y cuarto la porción. Estas cuatro en una palabra las diríamos: coexistencia. Lo repito: participación, comunión, acuerdo y porción. Qué coexistencia puede haber con el infiel, con el corrupto y con el Diablo. No existe ninguna coexistencia posible. Por tanto, este método es rechazado.
He dicho antes –si estuvierais atentos me rectificaríais- que tres modos o maneras existen hoy para mantener los miembros sanos. Me rectificaríais, porque esta manera, la coexistencia, no es para el mantenimiento de los miembros sanos de la Iglesia. Amigos míos, me he referido a esta manera porque se considera como una manera para mantenerse uno fiel. ¡Es utopía! Nunca jamás es posible. ¡Que lo sepan y lo conciencien muy bien, esto no es posible jamás!
Ahora venimos a la segunda manera o modo, que es la existencia simple del fiel en el mundo –coexistencia en sentido positivo- sin que el mismo participe a la moral y carácter del mundo. Al contrario se ocupa a medida que puede y si puede a influir a su ambiente en aceptar el Evangelio.
Escribe el apóstol Pablo: «Os he escrito por carta, que no os mezcléis y os conjuntéis con los fornicarios; pero no absolutamente con los fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los idólatras; pues en tal caso os sería necesario salir del mundo» (1Cor 5, 9-10). Oíd el verbo en infinitivo: «συναναμίγνυσθαι sinamignisze mezclarse y conjuntarse», literalmente que no mezcléis ni os metéis en líos con los fornicadores, y no me refiero a los fornicadores del mundo, o sea que los hombres que están fuera de la Iglesia, o los ambiciosos, los codiciosos, los ladrones y los idólatras, sino que si se dice de algún hermano que es fornicario, con éste “¡ni siquiera tenéis que comer juntos!” Pero podemos decir que todos los hoy son cristianos y por tanto, ¿qué hacemos?
Eh pues, el significado y sentido del pasaje es así. Tú el cristiano puedes estar en el mundo. Pero si el jefe o dueño del supermercado es una mala persona, el carnicero un idólatra, el abogado es Masón, el cuarto no sé qué, el quinto sea lo que sea, de todas formas han expulsado alejado y traicionado su cualidad cristiana, ¿tú ahora qué debes hacer? La sociedad está mu corrompida, ¿qué hacemos?
Escuchad bien amados míos. Entraré al supermercado para comprar y al carnicero también…. Es decir, esto que hacían los antiguos Cristianos; esto quiere decir el apóstol Pablo, este es el sentido y significado del pasaje. Entraré a comprar, haré mis trabajos, es decir, colaboraré en la sociedad con estos factores sociales, pero no tendré ninguna relación con ellos con la moral mundana, porque tengo mi propia ética o moral cristiana ortodoxa. Saludaré todo el mundo: “Buenos días, cómo está”. Sobre todo, dice el apóstol Pablo, para que alguien sea ordenado, se deben preguntar también los de afuera -da a entender a los idólatras, a las malas personas, etcétera. Si este es realmente un hombre interesante y digno para ser presbítero u obispo (1 Tim 3,7). ¿Cómo va a decir el otro que soy un hombre correcto? Seré social amigable, pero no tendré ninguna relación estrecha con los idólatras, etcétera. Ni visitas, ni excursiones junto con ellos, ni fiestas, ni banquetes, nada en ninguna parte…nada de nada!
Para esta coexistencia sencillamente diríamos que uno existe en el mundo, pero no tiene la moral del mundo. Por eso debemos adquirir la conciencia de la cosa para vigilarnos y protegernos. Vosotros los mayores ayudar también a vuestros hijos analógicamente para que se protejan. Decid a vuestros hijos: “Hijo mío, irás al colegio… pero serás cuidadoso con tus relaciones con tus compañeros del cole, con tus amigos… incluso con tus maestros… que no te influyan…” ¡No puede ser que un hijo no vaya al colegio! Hoy en día nuestros colegios en realidad son negativos. Me diréis: “¿No recibirá influencia el niño? Lucharemos para que no reciba y no acepte las influencias; ayudaremos al hijo a la medida que esto sea posible.
Y el tercer caso de protección de los miembros de la Iglesia es el aislamiento, ¡que en muchos casos en nuestra época es muy necesario! Debemos apuntar que el aislamiento lo sugiere el mismo Dios. Este caso se refiere en el libro de Isaías y en el de Jeremías (Is 52,11 y Jer 16,11) y también está en la 2ª Epístola a los Corintios. Escuchadlo:
«Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os aceptaré y recibiré» (“Cor 6,17), con el amor y el cariño paternal.
Esto significa que existen casos que estaremos en aislamiento, nos aislaremos y aislaremos también a nuestros hijos y a nosotros mismos. Sí, es verdad hay muchos casos y situaciones. Por ejemplo, no iremos al cine, no veremos televisión, se acabó. Os aislaréis en este punto, si os queréis salvar y si queréis que vuestros hijos sean buenos hijos. ¡Esto es así, se acabó! Escuchadme, esto que os digo, lo saco como una conclusión práctica de la realidad.
Está claro que con estas dos maneras en combinación con la existencia y el aislamiento –no la coexistencia- se deben proteger los miembros sanos de la Iglesia para que no se anestesien, mortifiquen espiritualmente.
¡Quizás nos acusen de provocadores de aislamiento, de retrasados, de enemigos del progreso o que nos ponemos caretos, máscaras o de oscurantismo, como de costumbre dicen! Amigos míos, no nos importa… “¡el justo por la fe vivirá!” (Rom 1,17).
Y continuamos la epístola que manda el Señor hacia el obispo de la ciudad Sardis, donde dice:
«…porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios y Dios mío según lo humano» (Ap 3,2).
Una vez que ya se ha referido que sólo vive en apariencia, pero en realidad está muerto, le explica que esto lo dice porque sus obras no son completas, es decir, perfectas, plenas, delante de Dios.
Esta es una realidad que debemos tenerla cuidado. Quizá nuestras obras –si se supone que tenemos algunas condiciones o presuposiciones de piedad- que se vean delante de los ojos de los hombres que son bastantes y ricas; pero esta plenitud se juzga sólo de Dios.
Es característico que el Señor pide plenitud. Como dice san Andrés de Kesarea, “porque no es el principio de las buenas obras que corona al labrador del bien, sino la terminación, el perfeccionamiento, la plenitud πλήρωμα de las obras. ¿Dónde están aquellos que creen que se pueden sanar y salvar sin esta plenitud de las buenas obras, por quedarse con uno o dos mandamientos, y con estar despreciando el resto de los logos-mandamientos?
¿Pero cuáles son aquellas obras por las que el Señor pide plenitud y perfeccionamiento. Es todo el modo o tipo de comportamiento en la vida, la forma de vivir y de gobernarse. No podemos decir que cumplimos selectivamente sólo algunos mandamientos-logos. No olvidemos que la aplicación y el cumplimiento de todos los mandamientos crea una mentalidad, una forma de pensar y una plenitud de personalidad. Un hombre que cumple y aplica los mandamientos-logos de Dios está completado, perfeccionado. Dice el apóstol Pablo: “a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Tim 3,17). Y en otra parte el apóstol Santiago dice: “Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna” (Snt 1,4). O sea, que no seamos defectuosos en algo, no digamos este tiene esto bueno, pero tiene también este defecto. Esto no se debe.
Muchas veces quedamos, y sobre todo de una forma paradójica y curiosa, satisfechos con tener un defecto, por el que los hombres puede ser que nos halaguen y elogien, ¡y nosotros sentirnos bien por este defecto nuestro! ¡Es buen hombre… pero bebe un poco el vino, dicen, lo bebe! ¡Y éste que bebe el vino –mientras que la pasión-pazos del vino es alcoholismo, es un pazos terrible, horroroso- se jacta, no le molesta! ¡Y existen otras muchas cosas, las cuales desgraciadamente, repito, las consideran que son de halago y orgullo para ellos!
Pero os dije que la resultante de todos los mandamientos, cuando estos se aplican, crean una forma o modo de pensar y una forma de auto-gobernarse. Cómo vivo, cómo me gobierno, cómo camino, cómo me muevo, cómo hablo y cómo pienso, todo esto indica si tengo una plenitud de obras o no.
Aún debo deciros que esta plenitud no es sólo a los ancho sino también a lo hondo. No es sólo cumplir los mandamientos de Dios a lo ancho, a una extensión, sino que debo cumplirlos también a lo hondo, en profundidad. Cada mandamiento tiene un fondo abismal, y no podemos decir que ya hemos agotado un mandamiento, y que lo hemos aplicado. Nunca podemos decir que hemos aplicado tal o cual mandamiento. Jamás. No digas, por ejemplo, que has agotado el mandamiento del séptimo día como día festivo, por no trabajar; ¡este mandamiento tiene profundidad! No es sólo lo que haces y dejas de hacer, e incluso el cómo es tu culto hacia Dios, en qué grado ha llegado. No basta con tener una vida mística; ¿alcanzas a tener la zeoría-contemplación espiritual a Dios? Si lo alcanzas, entonces tú hermano mío deberías decirme que aún estás en la superficie y no en la profundidad del mandamiento. Pero por costumbre, hablan de profundidad sólo aquellos que no conocen ni sospechan la profundidad, hablan sólo aquellos que permanecen a la superficie.
Por lo tanto, la plenitud de las obras en su profundidad y en lo ancho equivale con el renacimiento. Es decir, el sentido y significado del pasaje, «no he hallado tus obras perfectas delante de Dios» (Ap 3,2) es el siguiente: Aún no has renacido. Es una observación melancólica.
« Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído (del kerigma del Evangelio)» (Ap 3,3)
«¡Acuérdate!» Es despertador. Viene a sacudir y a despertar. El recuerdo del pasado es siempre un control exhaustivo y severo para nosotros, pero tan necesario que exista en nuestras vidas.
Vemos a Abraham en la parábola de Rico y del Lázaro, donde el Señor, tal como edifica la parábola, dirige al rico este despertador “acuérdate”. Pero allí, ay, no es para rectificar y reparar, porque ya es muy tarde, sino para ser más castigado por recordar. Y le dice: “Acuérdate que tú en tu vida has disfrutado tus bienes” (Lc 16,25), ¡esto es terrible, tremendo! ¡“Acuérdate…”!
La memoria provoca la rectificación, reparación o el infierno. Si debemos recordar, y no es tarde, entonces esto nos retorna y nos repara; pero si debemos recordar, y con esto no podemos reparar o rectificar, esto es infierno. Y no olviden de que en el reinado de la Realeza increada de Dios existe la memoria, pero también en el Infierno existe la memoria, y sobre todo una memoria que no torna no se borra ni tampoco olvida.
En la vida presente recordamos y olvidamos; mientras va pasando nuestra edad, tanto más olvidamos. Pero también aunque seamos jóvenes, todos nuestros actos y hechos, cada día, cada hora, cada minuto, no están delante nuestro; nuestra memoria es limitada. Pero allí… allí no hay limitación a la memoria, allí existirá la memoria toda viva, estará delante de nosotros ¡y estará delante nuestro castigándonos! Porque, como entenderán, queridos míos, no se entiende el infierno sin memoria. Si faltase la memoria, podría decir el castigado, ¿por qué soy castigado? Pero uno cuando tenga delante de él la terrible memoria de sus hechos, entonces se explica el porqué es castigado.
El Señor muchas veces decía en Sus evangelios la palabra «μνημονεύετε mnimonévete acordaos, tened memoria» (Mt 16,9; Mrc 3,18: Lc 17,32 y Jn 15,20). Y sobre todo puso esto en el Misterio de la Divina Efjaristía como memoria de Su persona y Sus Pazos-Pasiones, cuando dijo: “Esto hagan –en el Misterio de la Divina Efjaristía- en memoria mía” (Lc 22,19), para que se acuerden de mí.
Por supuesto no que este Misterio es simplemente un suvenir. ¡Atención aquí! No es un suvenir, un recuerdo, memoria de una cosa, tal como tomamos un objeto de un amigo, y decimos “lo tengo como suvenir, lo tengo como recuerdo”. Este Misterio no es un recuerdo de suvenir, porque está presente el mismo Señor, el Pan y el Vino, Su cuerpo y Su Sangre, presencia real, y por consiguiente es una memoria de Su persona.
Es decir, uno en la memoria ve una fuerza enorme. La memoria conecta incesantemente el presente con el pasado. Por eso el obispo de la ciudad de Sardis está llamado aquí a recordar “cómo ha recibido y cómo ha oído” el Evangelio; es decir, a acordarse cómo recibió cómo ha sido catequizado, cómo se ha hecho Cristiano y cómo ha entrado en su vida el Evangelio, que desgraciadamente lo ha dejado desenar con el resultado mortificarse su vida.
«…y aplícalo, cúmplelo, y arrepiéntete, vuelve a la metania. (Ap 3,3).
En cada epístola Suya el Señor, cuando tiene que hacer alguna observación, como único camino de terapia y levantamiento propone siempre la μετάνοια metania arrepentimiento, confesión, introversión y conversión. (ver https://www.logosortodoxo.com/μετανοια-metania/)
Este «μετανόησον metenóison vuelve a la metania, arrepiéntete» es un estereotipo en todas las epístolas. Lo subrayo, porque más abajo os diré algo, y tendréis que acordarlo. ¡Estereotípicamente el Señor dice «μετανόησον metenóison vuelve a la metania», en todas las epístolas!
Podemos decir que toda la vida cristiana es una continua μετάνοια metania, un continuo retorno a Dios. Todas nuestras obras hacia nosotros mismos y hacia los demás hombres, en última instancia, debe discernirlas la μετάνοια metania; de otra manera son inaceptables por parte de Dios. ¿Lo habéis escuchado bien esto? Si en nuestras relaciones con nosotros mismos, con los demás seres humanos y con el Dios, no existe el sello de metania, de la incesante y continua metania nuestra, las obras nuestras son inaceptables de Dios. La metania es un estado o situación continua en la vida del fiel, dentro en la Iglesia hasta que salga nuestro último suspiro. Hasta que la psique se separe y se vaya del cuerpo debe haber μετάνοια metania.
Está observado que la actividad pastoral de nuestra Iglesia desgraciadamente no resulta siempre a la μετάνοια metania. Bebo deciros esto, porque los últimos años hemos recibido influencias de Occidente también de los Protestantes –los Protestantes no son Iglesia- de las ramificaciones y comunidades protestantes, más o menos cincuenta, que actúan en Grecia. De allí hemos recibido algunas influencias.
Después, con nuestros viajes al extranjero, de la forma que vemos que vienen los extranjeros en Grecia etcétera, vemos lo qué hacen fuera los Europeos y los Americanos, Occidente en general, todas estas cosas nos han impresionado de alguna manera. Y vemos que allí entienden como Cristianismo el crear instituciones, internados, centros espirituales, salas, aquello o lo otro, filantropías, partidos políticos cristianos, socialismo, centros de diversiones y distracciones… Son todas estas cosas que antes os decía.
Sobre todo en toda esta historia, donde siempre, cualquier acontecimiento que se haga, siempre dicen: ¿Dónde está la Iglesia que manifieste su presencia? “La Iglesia está ausente”, de todas estas cosas, amigos míos, son según la opinión del mundo; pero tanto si Iglesia está presente como ausente, en todas estas cosas no está el sello de la μετάνοια metania! ¿Lo sabíais?
Tomad, por favor, como ejemplo, un internado que puede haber en una ciudad. Allí tenemos los jóvenes internados que van al colegio, los cuidamos, etcétera. ¿Pero cultivamos la μετάνοια metania a los internados?
Mirad los centros de diversión que tienen las parroquias, los llamados centros espirituales, y que allí van los niños a jugar y etcétera.
Quizás creamos –si es que creamos!…- algunas manifestaciones e influencias culturales a nuestro pueblo, como por ejemplo, no llevar al hijo a lugares vulgares de diversión de ruidos bruscos, no vaya a campos del fútbol o a salas de juego, etcétera. ¡Se molestaron los jugadores de fútbol que en un librito de ayuda a la Confesión escribía sobre el fútbol un lugar de forma salvaje, bestial y animal de ruidos! ¡Se molestaron!… Pero deberían de venir los acontecimientos con los muertos en campo de fútbol Karaiskaki de Pireo para ser demostrado el canibalismo que existe en estos campos!…
Ahora quizás crear estas manifestaciones culturales e influencias a nuestros jóvenes para que no corran en las cafeterías, en los cines con películas perversas, en los campos de fútbol… realmente es muy bonito. Pero atención a lo que digo: ¡todas estas cosas son muy bonitas! Pero pregunto: ¿Con estas cosas se cultiva la μετάνοια metania? Creamos fiestas, recitamos poemas, hacemos coros… ¡Muy bien! Repito la pregunta: ¿todas estas cosas cultivan la μετάνοια metania? Desde el momento que con estas manifestaciones no se crea un clima de μετάνοια metania, está muy claro y más lúcido que el sol que la Iglesia no está en el camino correcto, se ha desviado y ha sufrido influencias. Son estas influencias de Occidente que incitan e influencian también a nuestra Iglesia. Desgraciadamente no lo entendemos.
Os digo la verdad: Una Iglesia que mantiene el espíritu de la μετάνοια metania no decaído y lo cultiva, con esta manera se ganan las psiques para el reinado de la Realeza increada de Dios, sólo esta Iglesia tiene el camino correcto. Creo que vuestro instinto, vuestra intuición debe percibir lo que es correcto.
Amigos míos, ¿qué beneficio obtengo si en mí he sufrido influencia cultural y soy un hombre afinado y cultural, pero no tengo μετάνοια metania? Simplemente vivo una vida bonita, amable y cultural. ¿Pero entro en el reinado de la Realeza increada de Dios? No, no entro. Por tanto, ya que no entro, he fracasado estrepitosamente. He aquí porque os dije que una Iglesia que no cultiva la metania, no enseña ni indica continuamente la μετάνοια metania, no ayuda a los hombres a salvarse.
Me diréis: “¿Pero sólo de la μετάνοια metania estaremos hablando?”. En efecto, eso es: caes, debes levantarte por la μετάνοια metania. Siempre te estaré hablando de la μετάνοια metania, hermano mío, tal como hablo también a mí mismo. ¿Por qué? Porque caemos… Si me aseguraras de que no caes, hermano mío, entonces por supuesto que ya no te hablaría de la μετάνοια metania, ¡pero como caemos…! ¿Quién puede jactarse y sostener que no cae? Por tanto, ya que caemos, tenemos necesidad de la μετάνοια metania diaria para salvarnos.
Pero si no hay μετάνοια metania, entonces el Señor viene con una amenaza. Dice al obispo de Sardis:
« Pues si no despiertas, no eres cuidadoso y no velas, vendré de repente como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré a ti (por la muerte para recogerte)» ((Ap 3,3).
¡“Vendré como ladrón”! Aquí el Señor, como veréis, se llama a Sí Mismo ladrón; es uno de los nombres de Cristo! ¡Cristo tiene los nombres: luz (Jn 1,9·3,19·8,12·9,5·12,36), camino (Jn 14,6), vida (Jn 14,6), puerta (Mt 7,13-14 Lc 13,24), cordero (Is 43,7 Jn 1,29·36)… tiene multitud de nombres! ¡Si buscáis en el Antiguo y en el Nuevo Testamento, encontraréis multitud de nombres! Tiene decenas de nombres, por no decir centenares. Si debiéramos ver con los ojos que veían los santos Padres, encontraríamos centenares de nombres. Por tanto, uno de los nombres de Cristo es este de Ladrón; dice que “vengo como ladrón”.
En los evangelios de forma similar, el Señor dice que es el ladrón: “Velad, pues, estaos en alerta continua, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Pero sabed esto, que si el dueño de la casa supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, estaría en alerta y vigilaría, no dejaría minar su casa. Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis, no lo esperáis” (Mt 24, 42-44).
Y el apóstol Pablo en su 1ª epístola a los Tesalonicenses, apunta: “Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche; que cuando los hombres dicen que tienen paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción, catástrofe repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán. Mas vosotros, hermanos, estáis en la luz, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón” (1 Tes 5, 2-4).
Por tanto, claramente el Señor aquí aparece, como os dije, como “ladrón de la noche”; pero atención: para aquellos que no Le creen, ni Le esperan o incluso aunque Le esperan, Le esperan al futuro más lejano, según lo “Mi señor tarda en venir” (Mt 24,48 y Lc 12,45), que el mismo Señor dice sobre este punto. Por tanto, para ellos el Señor vendrá como ladrón, pero para aquellos que Le esperan con agonía y ansiedad, más bien el Señor tarda. ¡Atención: tarda! ¿Por qué? Porque Le esperan con anhelo, deseo: ¡Señor cuándo vendrás! Y cada día que pasa… ¡Señor cuándo vendrás, se está pasando el tiempo, Señor cuándo vendrás! Obviamente para estos no es ladrón, como “el ladrón por la noche”, para ellos es el tardón. Algunos acusan al Señor por la lentitud, está en la epístola del apóstol Pedro (2 Pe 2,9). “¡Ah, dicen, qué pasa, las cosas suceden y se hacen como siempre se hacían! ¡Quién Señor vendrá… qué Segunda Presencia-Parusía de Cristo… no pasa nada…!” ¡Para ellos este día vendrá de golpe, de repente! En cambio para los que Le esperan, como os dije, el Señor tarda.
¡La amenaza que se anuncia al obispo de la ciudad de Sardis es declaratoria de que el obispo no estaba en alerta, ni en vela y no permanecía despierto, no esperaba con formalidad y seriedad la venida de Cristo, y así descuidaba su obra pastoral! Atención: ¡descuidaba su obra pastoral! Esto, amigos míos, concierne a vosotros también, y no sólo a los pastores, los sacerdotes y los obispos. Esta amenaza del Señor es una amenaza que siempre se considera que es para los pastores, especialmente en nuestra época, que se sienten algo así, es decir, “que no pasa nada… no vendrá el Señor…”
Me dirán: “Puede que existan pastores que no esperan a Cristo… ni siquiera Le creen…”
¡Así parece!… ¡El porqué, no lo sé, de otra manera no se pueden explicar algunas cosas! Cuando existe un comportamiento de tipo A o B, tan terrible, esto no se explica de otra manera que éste hombre, el pastor, únicamente no cree en la venida Cristo. ¿Y qué digo? ¡Ni siquiera a la persona de Cristo cree! ¡Terrible!
¡Sí terrible, tremendo, pero verdadero! Además esto lo ha recalcado el Señor a los pastores, pero también lo leen los pastoreados. Porque, amados míos, si tenéis pastores que no se interesan por vosotros –os lo dije la vez anterior- deberéis hacer lo imposible y ocuparse vosotros mismos de vosotros. Igual que cuando no tenemos buenos profesores, nos ocupamos por nuestra cuenta a estudiar y a aprender letras. Lo mismo hacen también los padres para enseñar letras y estudios a sus hijos, si se supone que no tienen buenos maestros o no tienen maestros. No hay otra forma de actuar. Los padres deben encontrar una forma y preocuparse por esta falta de maestros. Lo mismo también aquí.
Os había dicho también otra vez, pero vuelvo a decirlo una vez más. No esperéis con las manos cruzadas, si veis que nosotros los pastores no pastoreamos bien. ¡Preocupaos de pastorear vosotros a vuestro sí mismo, cuánto podáis! Ocupaos de vuestro sí mismo, para vuestra sotiría redención, sanación y salvación! No digáis: Si no tenemos pastores”, ¡se os pedirán cuentas! No es excusa seria siempre el logos: “no teníamos pastores.
Oíd pues lo que dice el Señor en el evangelio según Mateo: “¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para cuidar de la terapia de sus siervos y que les dé el alimento a tiempo?” (Mt 24,45).
¿Habéis visto? No sólo el prudente sino también el fiel o creyente y no sólo el fiel sino también el prudente. Puede ser que tenga un pastor fiel; pero, ¿es prudente?, ¿tiene virtud, prudencia? La prudencia consiste en que el pastor dé al pueblo la porción espiritual, el alimento espiritual, lo que se debe, cuánto se debe y cuando se debe.
¿Por ejemplo, si os preparamos la mesa de comer y os obligamos comer cinco platos, después vomitaréis, amigos míos! Por otro lado, si os dejamos hambrientos y no os damos comidas a las horas convenidas, tendréis hambre. ¿Qué se debe hacer? Debemos hacer tal y como dice el Señor, “darles la comida a su tiempo adecuado; cada uno a su debido tiempo”.
»Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así» (Lc 12,43), es decir, el pastor que se cuida y preocupa para su rebaño y le da la comida adecuada.
»Pero si el siervo malo dice en su interior que mi señor tarda en venir…” Y para que el Señor hable de siervo malo, significa que veía dentro en la Historia de que habría siempre los malos siervos. No se dirige a Sus doce discípulos; Sus doce discípulos eran buenos pastores, se dirige a los pastores malos dentro en la Historia. ¿Y qué dice a sí mismo el siervo malo? “¡Eh, ahora no pasa nada, qué me importa… quién sabe cuando vendrá el señor!…»
»…y comenzar a golpear a los criados y a las criadas, y comer y beber y embriagarse» (Lc 12,45), es decir, que comience a explotarlos y a comportarse salvajemente, de forma inapropiada, brusca y dura, que no conviene a un pastor, y empiece los banquetes comidas, bebidas, fiestas junto con los que se emborrachan y derrochan… en otras palabras dedicarse a la buena vida, la dolche vita, a los placeres y al hedonismo, diciendo “qué importa, no pasa nada… comemos y bebemos, mañana moriremos!…
»Vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe» (Lc 12, 46). ¡Ωoh qué terrible!… ¡He aquí “el ladrón de la noche”!
En cambio el siervo fiel, el ecónomo, el pastor fiel, cuando está en pie delante del Sacrificadero-Altar, dice “¿Quizás me muera hoy? ¿Quizá mañana no vivo; quizás celebraré la Divina Liturgia este Domingo, esta Pascua o quizás la próxima Pascua no?, ¡el Señor está cerca! Y se ocupa de su vida para que sea de acuerdo y conforme con esta espera del Señor.
»…y le partirá en dos, y le pondrá a la parte con los hipócritas; allí será el llanto y el crujir de dientes” (Mt 24, 45-51). Es decir, al siervo malo, al pastor malo lo partirá en dos, y definirá su posición junto con los hipócritas donde será el lloro y el rechinar de los dientes. ¿Qué quiere decir que “lo partirá en dos?, es decir, que lo traerá la muerte, en una parte estará su psique y en otra su cuerpo, es decir, que lo matará. ¿Y por qué pondrá su psique junto con los hipócritas? ¡Porque demostraba que no era un buen pastor sino un lobo!… ¡Lo pondrá junto con los hipócritas!… ¡Allí estará la no arrepentida metania o cambio sin metania la no convertida, el terrible Infierno!
Por tanto, amigos míos, por eso el Señor se dirige hacia el obispo de la cuidad de Sardis, el cual permanecía inactivo sobre su obra pastoral, no hacía ningún trabajo espiritual, y le llama muerto. ¡A cuántos de estos presbíteros y obispos debería dirigirse el Señor hoy en día y decirlos los mismos logos! ¡A cuántos…! Todas estas cosas son “signos, señales de los tiempos”. Amados míos, aguantad y vigilaos a vosotros mismos! ¡Aguantad…!
«Pero tienes unos pocos hombres en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y ellos andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignos. » (Ap 3,4)
He aquí pues, dentro de esta Iglesia aparentemente muerta de la ciudad de Sardis, una señal consoladora: estos pocos nombres, que son unos cuantos seres humanos, personas –esto significa, algunos hombres.
Observad que dijo: unos cuantos, pocos. ¡Ωoh estos pocos nombres, pocas personas… de los cuales su vida es de acuerdo con la voluntad de Dios, a pesar de la necrosis del obispo! Podía ser que dentro de su Iglesia tener pocos nombres, pocas personas que viven la vida prudente y viva.
Pero con la expresión “no han manchado sus vestiduras”, se manifiesta particularmente esto que el mismo libro del Apocalipsis nos da en una icona-imagen simpática. Atentos. Es del capítulo 14º. Haré un análisis de este párrafo, porque tiene relación inmediata, directa con la epístola al obispo de Sardis. Por supuesto que nos falta mucho tiempo para llegar al capítulo 14ª, por eso no importa si tomamos algunos puntos que están más abajo y las analizamos un poco; además os dije que aquí hay una relación directa. Escuchad por favor.
Dice el evangelista Juan: «Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente… Estos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va…» (Ap 14, 1·14).
Aquí lo “no se contaminaron”, quizás a primera vista da la impresión de que se trata de la evitación de la fornicación. Pero no es la evitación de la fornicación, sino la transcendencia del matrimonio, el celibato.
Ahora bien, ¿por qué se dice lo “se contaminaron” en el caso del matrimonio…qué os voy a decir? Os preguntaré: ¿por qué la mujer cuando ha dado a luz va y toma la bendición de la expiación o limpieza? Y sobre todo pregunta san Nicodemo el Aghiorita: “¿Qué es lo sucio? ¿Quizás la sangre?… ¡Pero la sangre es la base de la vida! ¿Quizás el niño que ha nacido está sucio?… ¡Pero si es una nueva persona de Dios! ¿Eh, entonces por qué va y recibe la bendición? ¿Qué y dónde está lo sucio?…
Amigos míos, os diré una cosa: Dentro del plan de Dios se introdujo y anidó el deseo vil y maligno. ¿Quién podría alguna vez jactarse que tendría un matrimonio santo… tan santo, de modo que no hubiese ningún deseo vil y maligno ni siquiera lo mínimo? ¡Desde el momento que Eva vio el fruto al Paraíso y lo deseó, entonces entró el deseo vil y maligno, este gusano que entra en todas las cosas! En el significado y sentido amplio de la palabra deseo. Por ejemplo, cuando veo el traje del otro y lo envidio, cuando veo su dinero, su tierra, su jardín, sus macetas con las flores, y entra el deseo y digo: “¡Mira!…” Es decir, esto que viene a reparar el décimo mandamiento: “No desearás o no codiciarás las cosas de tu prójimo” (Deu 5,20). ¡No desearás! Este deseo vil y maligno ha entrado también en el matrimonio.
¿Quién puede jactarse para un matrimonio de que no ha entrado este deseo vil? Y para ver cómo es este deseo y calificarlo, debe tener ojos (espirituales) de Santo.
Eh, pues, el matrimonio no se mancha solo por sí; el que se ha introducido y anidado en el matrimonio es este deseo lo que mancha. Y por consiguiente el divino Evangelista pone el verbo “mancharon” porque se refiere a lo que hay en el matrimonio, sin subestimarlo.
De que se trata de esto, os digo que inmediatamente más abajo no habla de la fornicación o lujuria; dice “son célibes o vírgenes”, es decir, que no se han casado.
Pero os he dicho que el deseo es amplísimo. No es sólo en el caso del matrimonio, no es sólo en el tema de relaciones carnales, es en todo y todas partes.
Y continúa: ”Estos son los que siguen al Cordero –a Jesús Cristo- por dondequiera que va. Estos fueron rescatados de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero; y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios” (Ap 14, 4-5). Es decir, estos ciento cuarenta y cuatro mil, son aquellos que siguen a Jesús Cristo donde quiera que vaya. ¿Se fue Cristo allí? Allí están ellos. ¿Vino Cristo aquí? Aquí están ellos. Ellos fueron cobrados o rescatados como primer sacrificio a Dios y al Cordero, no se ha encontrado mentira en sus bocas; es decir, son puros, sin manchas. Aquí la palabra mentira en significado y sentido general, amplio.
Por el número esquemático “ciento cuarenta y cuatro mil 144.000”, se manifiesta una multitud de escogidos, los cuales aparecen con tres cualidades características, que nos referiremos más abajo. Este número es, doce por doce mil, o doce mil de cada una de las doce tribus de Israel, que es el símbolo de los hombres en la tierra, cualquier color que tengan, cualquier lengua que hablen o cualquier raza o tribu que pertenezcan. Por supuesto que hoy en día en Israel las tribus o razas no existen.
Como en el libro del Apocalipsis dos veces se menciona el número ciento cuarenta y cuatro mil y no tiene relación un caso con el otro, explico que aquí tenemos el caso especial de las, los vírgenes o célibes, de los no casados. El número ciento cuarenta y cuatro mil no es un número cerrado, sino que es un número esquemático. Es decir, no significa que estos hombres son tantos exactamente, ni uno más o uno menos. Es esquemático e indica la multitud. Sólo el número de doce tribus indica la totalidad de los hombres. Ellos están escogidos de toda la humanidad, de todos los siglos y de todas las épocas, según lo dicho “fueron rescatados de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero”. “Primicia”, son las primicias, es decir, el primer fruto que ofrecían a Dios, por consiguiente la soltería, sin matrimonio es una especie de sacrificio a Dios.
Vamos a ver ahora estas tres características de los escogidos.
Y en principio es el celibato o virginidad. “Estos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes…” (Ap 14,4).
La cualidad de virgen es muy antigua y de la misma edad que el género humano, ya que tanto Adán como Eva en el Paraíso eran vírgenes. Después de la caída –lo subrayo: después de la caída– y después de la salida del Paraíso, Adán “conoció a Eva como su mujer, y ella concibió dando a luz a Caín” (Gen 4,1), entonces conoció a Eva como cónyuge, se acostó con ella y parió a Caín. Después de la caída. Así que en el Paraíso vivían en virginidad.
La virginidad en el Antiguo Testamento por lo general es estimada pero no se busca, y esto es porque el objetivo era de mantenerse el pueblo de Dios y sea multiplicado dentro de sus distintas peripecias históricas, para venir el Mesías. Debería haber el marco “laós-pueblo”, para que venga el Mesías. No buscaban la virginidad, pero la apreciaban. El profeta Elías era virgen; el profeta Eliseo también; san Juan el Batista era virgen; pero la virginidad como la virtud por excelencia es guardada en el Nuevo Testamento. No se aprecia simplemente, sino que es considerada como virtud. Atención: ¡como virtud!
En principio debemos decir que la virginidad es una situación o estado no contranatural ni por natura, sino que es una situación sobrenatural, por encima de la natura, una superación de la naturaleza. Nos atreveríamos aún decir junto con san Juan el Crisóstomo, que menciona en su “Logos sobre la Virginidad”, este gran logos, de que la virginidad es realmente situación según o por naturaleza. No es el matrimonio realmente el por naturaleza, sino que la virginidad es realmente la situación o estado por naturaleza. El santo Padre dice que tenemos el matrimonio, la procreación, porque el mismo Dios preveía la caída humana.
Además en esta virginidad, sin matrimonio, retornaremos todos en el reinado de la Realeza increada de Dios. En la Realeza increada no existe matrimonio ni procreación. El Señor lo declaró claramente: “En el reinado de la Realeza increada ni se casan, ni se dan en casamiento, sino que serán como los ángeles del cielo” (Mt 22,30 Lc 20,35), por tanto no hay procreación. No hay nada de todas estas cosas en el reinado de la Realeza increada de Dios. ¿Veis?, retornamos al estado inicial.
Así que tenemos una situación condescendiente, porque el Señor previó la caída, y por la caída la muerte, y con la muerte la necesidad de ser mantenido el género humano por la procreación, así tenemos el formato masculino-femenino.
Es cierto que el matrimonio, hemos visto que es un fenómeno post caída, y por concesión. Pero la virginidad no es para todos. El Señor dice: “aquellos a quienes es dada”, es decir, sólo en aquellos que les es dada la virginidad, en ellos puede existir la virginidad.
Sin embargo, la virginidad no es simplemente un carisma, tal y como es la inteligencia o como es la altura o la belleza, sino una virtud que se adquiere con mucho esfuerzo. Allí donde el Señor dijo “aquellos a quienes es dado”, es decir, dado el celibato, sin matrimonio, añadió y dijo: “El que sea capaz de recibir esto, que lo reciba” (Mt 19,12), es decir, aquel que puede entrar, avanzar y aplicar y vivir esto, éste adelante.
Así pues cuando dice “el que puede”, es decir, aquel que realmente lucharía, significa que realmente es una virtud. La inteligencia no es virtud, es un regalo que lo recibe el hombre de Dios sin cansarse nada por esto. Por casualidad soy inteligente, ¿esto es una virtud? ¿Sólo los inteligentes entrarán al reinado de la Realeza increada de Dios, los bellos, los fuertes de manos o pies, los saludables? Pero estos son regalos de Dios. Pero la virtud de la virginidad es realmente virtud porque tiene los elementos del esfuerzo y del cansancio.
La virginidad es un misterio, y este misterio puede ser acercado sólo de aquellos que correctamente ejercen la virginidad o celibato. ¡Correctamente!
San Ignacio escribe que el que se encuentra en la virginidad es en honor al Cuerpo de Cristo, basta que no se jacte por esto, porque si se jacta está perdido”. ¡Está perdido! Por tanto, se refiere como una dedicación. (San Ignacio el Teoforo: Carta a Policarpo 5.2.1 Cerf París 1969).
Es esto que os he leído en el libro del Apocalipsis en el pasaje anterior, de que “fueron rescatados de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero”. Os dije que “primicia” es lo primero de la cosecha. Es decir, el primer cordero que nace del rebaño será sacrificado a Dios; el primer trigo que segaremos será hecho pan bendito para ser ofrecido a Dios. Así se hacía en el Antiguo Testamento. El que este que está en virginidad pertenece al Cuerpo de Cristo, y que es en honor del Cuerpo de Cristo, basta con no jactarse, está conforme a la frase de Juan “ellos son los siguen el Cordero a donde vaya”, y significa que son de una manera accesorio del Cuerpo de Cristo, por consiguiente en honor del Cuerpo de Cristo.
Cuando tenemos una icona-representación, imagen que está acompañada también de las ofrendas, las ofrendas encima de ella, y queremos sacarla en procesión, las ofrendas no las quitamos; estas también acompañan la icona-representación que sacamos en procesión. Así también aquí, cuando el Señor va por aquí y por allá, está acompañado siempre por los que están en virginidad, que significa que ellos lo son en honor de Su Cuerpo.
Atención, lo recalcaré por una vez más: Por la presencia de la virginidad no se acusa el matrimonio. No se malentiende, ni se pervierte ni se subestima el matrimonio; simplemente os dije que anida dentro del matrimonio. ¡Ojalá que tuviésemos matrimonios en el Señor, tal y como se celebran divinamente y se bendicen por la Iglesia! Solo que en la praxis no se cumplen dentro de los marcos que se celebra el Misterio del Matrimonio.
Si comprarais, amigos míos, el librito con el oficio del Matrimonio (existe íntegro e independiente, es esto que tienen los sacerdotes y celebran el oficio cuando casa a los hombres en la Iglesia) y leíais de vez en cuando el oficio del Matrimonio y profundizarais en cada palabra o frase, allí veíais qué y cómo es el matrimonio. Lo aconsejo esto especialmente a los hermanos/as casados/as.
Escribe aún el apóstol Pablo: “En cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno le sería al hombre no tocar mujer” (1Cor 7,1), es decir, para este hombre, oh Corintios que me habéis escrito mejor para este hombre que no se case. ¿Por qué? Porque “El soltero tiene cuidado de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor; y la soltera tiene cuidado de las cosas del Señor, para ser santa así en cuerpo como en espíritu” (1 Cor 7, 32·34). Esto no significa que los casados no están totalmente, enteramente con su cuerpo y con su espíritu santos.
¡Por la caída, el matrimonio, en muchos casos, en vez de que se haga y sea de ayuda mutua para la zéosis (divinización, glorificación y unión con Dios por la jaris), se hace ayuda mutua para el Infierno! Se ve que los hombres no se casan para ayudarse unos a otros para el reinado de la Realeza increada de Dios, sino para que vayan mano a mano al Infierno, cuando el marido es arrastrado por la esposa y la esposa arrastrada por el marido.
Escuchad cómo lo dice la Escritura esto en la parábola de la Gran Cena: “Acabo de casarme, tengo mujer, y por tanto no puedo ir” (Lc 14,20). Es decir, que no puedo venir a la cena de Realeza increada, ya que acabo de casarme y me quedo con mi mujer.
El Señor dijo: “Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día” (Lc 21,34). ¿Quiénes son los afanes o preocupaciones de la vida? Son las preocupaciones del matrimonio también.
Dice el apóstol Pablo que “el casado se preocupa de las cosas del mundo cómo gustar a la mujer; y la mujer se ocupa de las cosas del mundo de cualquier manera cómo gustar al hombre; en cambio, el soltero, el no casado se preocupa de las cosas del Señor, cómo gustar al Señor” (Cor 7, 33-34).
Por tanto, el objetivo y propósito de la virginidad o del celibato es la dedicación a Dios, a las cosas y obras a Dios, y nada, absolutamente nada más. Cualquier otro motivo y móvil que conduciría al no casamiento no es puro ni auténtico.
Hoy en día, debo deciros que, la virginidad o celibato no se aprecia sino que se desprecia, porque no se entiende. Como la virginidad se desprecia y se burla por los hombres contemporáneos, pues, constituye una confesión continua al nombre de Jesús Cristo, gracias por el Cual existe también la virginidad o celibato.
El que está en virginidad o celibato es confesor, testigo y mártir. Mártir es a causa de las tentaciones contemporáneas que encontramos en nuestra época, muchas veces hace falta martirio para ser salvaguardada la virginidad. ¡Hoy en día se salvaguarda la virginidad martíricamente! Pero el que está o ejerce la virginidad es también confesor, porque la virginidad es continuamente burlada, y ya que existen continuamente los contemporáneos negadores y despreciadores de la virginidad, debe también el que la ejerce estar continuamente confesando o abogando en apología y defensa a favor de ella.
La segunda cualidad de los que siguen al Señor es la dedicación. ¡Son aquellos que Le siguen, “a dónde vaya”! Son los que están dedicados a la agapi y a la obra de Cristo.
Y la tercera cualidad es la verdad, la santidad. “No se ha encontrado ninguna mentira en la boca de ellos, son puros y sin mancha”, no se encontró nada. Aquí la mentira se sobreentiende no en el sentido estrecho de la palabra que simplemente digo mentiras, sino en general y amplio, como estado de verdadera vida, o sea, que se trata de la santidad.
Estoy seguro que entre vosotros existen este tipo de hombres escogidos. Quizás pocos, pero seguro que existen este tipo de hombres y mujeres, debo decirlo. Deseo y bendigo, sólo, ojalá así sea, que el Señor que los multiplique y haga muchos! ¡Amigos míos, no existe anhelo, deseo más digno de amar que el anhelo a este estado de virginidad, pureza, este estado de la dedicación y de la santidad! Uno siente que su vida transcurre verdaderamente y correctamente. Como imán de atracción se pone por el Señor este logos, esta promesa:
«…y ellos andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignos» (Ap 3,4)
Y ahora vienen las promesas del Señor para los vencedores de la necrosis espiritual, pero también de la prudencia en el sentido y significado estrecho (sana conducta, humilde), es decir, de la virginidad, celibato.
Dice el Señor en Su epístola a la ciudad de Sardis:
« El que venciere (cualquiera durante los siglos) será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles. El que tiene oído (espiritual), oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias» (Ap 3, 5-6). O sea que, el vencedor será encubierto con vestiduras blancas, es decir, de la divina doxa (gloria), la divina luz increada, tal y como está encubierto el mismo Dios, “El que se cubre de luz como de vestidura” (Sal 103,2).
Su nombre será escrito y no se borrará del libro de la vida, es decir, de la eterna Realeza increada de Dios. Es digno de apuntar que el poder y la autoridad de la inscripción de los nombres al libro de la vida lo tiene sólo el Cristo.
Aun aquello de que “no borraré su nombre del libro de la vida” manifiesta la capacidad de borrar, si el luchador ha comenzado bien y termina mal, ¡tal y como el caso de las cinco vírgenes de la parábola (Mt 25, 1-13) que no entraron al reinado de la Realeza increada de Dios!
Aún más, la capacidad de borrar el nombre manifiesta que uno puede recaer y perder la sotiría salvación y que no existe el destino absoluto, tal como sostienen algunos protestantes67. (El destino absoluto es un dogma teológico que se desarrolló en el espacio del Cristianismo occidental, en principio por el divino Agustino de Ipona. Según este dogma, todos los hobre por su naturaleza son pecadores y noreceptivos de progresión¸ pero el Dios, de acuerdo con Su preeterna voluntad, algunos de ellos los escoge, los cuales finalmente como escogidos de Dios se salvan, no por su propio valor y voluntad, sino por la inexcrutable voluntad de Dios”.
Finalmente, durante el día del Juicio confesará al vencedor, tal y como se refiere también en los evangelios (Mt 10,32 Mrc 3,38 Lc 9,26), delante de Su Padre y delante de los santos ángeles.
Amados míos, cosas muy grandes, enormes ha prometido y preparado el Dios para los vencedores de Su Evangelio. No pospongamos ni aplacemos más, el tiempo y el final viene. ¡«El que tiene oído espiritual, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias»!
Unidad 13 Apocalipsis 3, 7-13. 6º epístola del Señor: Hacia la Iglesia de Filadelfia. Sobre la “misión santa”, pruebas y parte.
7 Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre.
8 Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi logos, y no has negado mi nombre (durante la persecución).
9 He aquí, yo entrego a ti de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado (como digno obispo de mi Iglesia).
10 Por cuanto has aplicado, guardado y cumplido el logos que habla sobre la paciencia (en las tribulaciones y persecuciones), yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que habitan sobre la tierra.
11 He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes (el tesoro de la verdad y de la fe), para que ninguno tome tu corona (de tu victoria).
12 Al que venciere (las tentaciones del pecado y las tribulaciones de las persecuciones), yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.
13 El que tiene oído espiritual, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.»
«Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia»
Es la sexta epístola, amigos míos, la que se dirige hacia el obispo, el ángel de la Iglesia de la ciudad de Filadelfia, que se encontraba al sudeste de la ciudad de Sardis.
La ciudad de Filadelfia fue construida por Atalo II, el Filádelfo, que era rey de Pérgamo. En la época de Tiberio la ciudad se llamaba Nueva Kesaria y en la época de Uspesiano tomó además el sobrenombre de Flabia, es decir, Flabia Nueva Kesaria.
Esta epístola tiene dos similitudes con la epístola al obispo de la ciudad de Esmirna. La primera similitud es que falta totalmente todo tipo acusación, amonestación y reproche; es una epístola llena únicamente de elogios. La segunda similitud es que en ella son juzgados y condenados los Judíos, igual que en la epístola de Esmirna, como sinagoga del Satanás, a causa del odio que tienen hacia los Cristianos.
«Esto dice el Santo, el Verdadero ἀληθινός alizinós, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre».
Esto es el preámbulo de la epístola.
Amigos míos, el preámbulo de la epístola es análogo con las condiciones descritas de la vida de la Iglesia de Filadelfia, que se refieren al contenido de la epístola. Pero vamos a ver un análisis breve de este preámbulo.
«Esto dice el Santo, el Verdadero ἀληθινός alizinós ».
“Santo y Verdadero ἀληθινός alizinós”, son sobrenombres divinos que se atribuyen ahora sólo a Cristo.
“Santo” es calificado en el Antiguo Testamento sólo Dios (Sal 70,22· 98,5 y 1Re 2,2·10 Abac 1,12 Is 6,3·12,6·14,27·30,15 Job 6,10, y muchos más). ¡Por consiguiente, Jesús Cristo, el Cual es llamado “santo” en el Nuevo Testamento, es el Yahvé, es el Señor, es el Dios del Antiguo Testamento!
¡Ωoh, si alguna vez hubiéramos percibido y entendido esto… o por lo menos si lo hubiesen percibido y entendido los T.J. Milenaristas!… ¡Ωoh, si hubiesen percibido y comprendido que el Yahvé del Antiguo Testamento es el Jesús Cristo, “el santo y verdadero”, al Cual blasfeman y llaman creación de Dios!
Igual el sobrenombre “verdadero ἀληθινός alizinós” se refiere a Dios (Ex34, 6, Nu 14, 8. y 1Esd 8, 86. Sal 85, 15. Is 65, 16 y muchos más). ¡Pero aquí la palabra “verdadero” no quiere decir sólo al que dice la verdad, sino que da a entender al auténtico, al verdadero Dios, es decir, a Dios pragmático, real; por consiguiente Jesús Cristo, ya que toma el sobre nombre de “verdadero”, es realmente Dios, el verdadero Dios!
Es cierto que de nuevo los T.J. Milenaristas nos dirán: “¡Dónde veis vosotros escrito que Jesús es Dios!”. ¡Dentro en toda la Santa Escritura! ¡En la Escritura entera!… ¡Pero cómo interpretan los heréticos la Santa Escritura realmente no los entendemos!
Dice el Profeta Isaías: “El que se bendijere en la tierra, en el Dios de verdad se bendecirá; y el que jurare en la tierra, por el Dios de verdad jurará” (Is 65,16).
Como percibís, os ayudo a tomar datos y elementos apologéticos, para que sepáis no sólo consolidar, conformar a vosotros mismos, sino también a los de vuestro alrededor, de modo que podáis afrontar las posiciones heréticas.
Por lo tanto, el Dios verdadero, el Jesús Cristo, se dice “santo y verdadero ἀληθινός alizinós”. El Jesús Cristo no es otra cosa más que el Yahvé del Antiguo Testamento y el Señor del Antiguo Testamento.
Un antiguo comentador (parece ser Orígenes) escribe sobre Jesús Cristo, sobre este punto del Apocalipsis, lo siguiente: “Santo y verdadero es el Jesús Cristo por esencia, y no por participación”. Exactamente diríamos también como es un imán natural que tiene sus cualidades magnéticas por esencia y no las tiene el hierro que adquiere estas cualidades por participación, es decir, por el acercamiento de un imán encontrándose dentro del campo magnético o en la honda magnética. Por tanto Jesús Cristo no es por participación “santo y verdadero ἀληθινός alizinós”, sino en la esencia es Santo y Verdadero; es decir, ¡Jesús Cristo es este, el Dios Logos!
Aún una expresión más sobre el sentido y significado del ἀληθινός alizinós verdadero, podríamos decir que es también el fiel, digno de creer, el fiel Dios a Sus promesas. Tal y como resulta también de los siguientes versículos.
Por tanto, el Jesús Cristo como Dios es “santo y verdadero ἀληθινός alizinós”, en cambio como hombre es el que “tiene la llave de David”.
Observad pues, que dentro de esta frase: “esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David”, está contenida la naturaleza θεανθρώπινη zeanzrópini divino-humana de Cristo. Las dos primeras características “el santo, el verdadero” se refieren a la naturaleza divina; la tercera y última a su θεανθρώπινη zeanzópini divino-humana. Porque realmente, cuando dice que Jesús Cristo retiene la llave de David, esto no se puede referir a la naturaleza divina, si no a la humana.
Y no olviden amados míos –lo recalqué, lo recalco y mientras viva, que me ayude Dios seguir recalcándolo- que Jesús Cristo es “Θεάνθρωπος Zeánzropos Dios-Hombre”! No sólo Dios, ni sólo hombre, sino “Θεάνθρωπος Zeánzropos Dios-Hombre”! Si uno acepta la naturaleza divina y niega la humana –la que por supuesto ha tomado cuando vino en la tierra- entonces niega su σωτηρία sotiría redención, sanación y salvación. Nuestra σωτηρία sotiría proviene sólo si aceptamos que Jesús Cristo es el humanizado o hecho hombre Dios, el “Θεάνθρωπος Zeánzropos Dios-Hombre”! ¡Es perfecto Dios y perfecto hombre!
Pero ¿qué significa que Jesús retiene la “llave de David? ¿Cuál es esta llave de David? Como sabréis, la llave es siempre el símbolo del poder, y por consiguiente “la llave de David” es el poder mesiánico.
El profeta Isaías sobre todo nos dice lo siguiente: “Y le daré la δόξα doxa (gloria, luz increada) de David, y gobernará y no habrá quien le contradiga; y le daré la llave de la casa de David sobre su hombro; y abrirá, y nadie cerrará; cerrará, y nadie abrirá” (Is 22,22). Es decir, que le daré la δόξα doxa gloria de David, y será el jefe, nadie podrá contradecirle, y con la llave de la casa de David que lo llevará en sus hombros, es el poder de la casa real, la mesianidad según su naturaleza humana; acordaos, por favor, ¿qué dijo el arcángel Gabriel a la Hiperaghía Zeotokos: “Este que vas a dar a luz será el descendiente de David”, y ya que tendrá la llave de David, estará abriendo y no habrá nadie que pueda cerrarla, y nadie que pueda abrirla”.
Esto tiene una importancia y valor grande; veréis que se refiere al contenido de la epístola. Por eso el preámbulo no es otra cosa más que un reflejo del contenido de la epístola. Es decir, el significado de todo el versículo, del preámbulo es el siguiente: YoSoY el Santo y Verdadero ἀληθινός alizinós Dios, que como humanizado o encarnado tengo todo el poder sobre la Historia. Esto significa todo el pasaje: “Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David”.
Si habéis observado, en los seis preámbulos de las epístolas que hemos visto hasta ahora, si tuviéramos que juntarlos y analizarlos, tendríamos una admirable y muy teologizante icona, representación de la naturaleza θεανθρώπινη zeanzrópini divino-humana de nuestro Señor Jesús Cristo.
Y ahora entramos al tema principal.
«Conozco tus obras»
Es una frase que se repite continuamente en cada epístola, y revela al Señor como omnisciente, omnipresente, pantocrátor, supra-visionario y supra-controlador de todo; el Cristo lo sabe todo; las cosas que se hacen a la vista y vienen a la luz pública, y también las que maquinan y realizan los hombres en los lugares lúgubres y oscuros. ¡El Cristo lo sabe todo!
¡Ωoh, si lo supiéramos esto, si lo hiciéramos conciencia, de que el Cristo lo sabe todo…! Aunque muchas veces parezca que las cosas no van nada bien, y sobre todo las crónicas, pues, que no nos decepcionemos y desilusionemos; ¡el Cristo lo sabe todo!
Y otra vez os lo he dicho, y volveré a decirlo: Es la icona-imagen del Señor dormido dentro en el barquito que viaja en el lago de Genisaret. ¡El Señor duerme, se levanta el viento y provoca enormes olas en la superficie del lago… los discípulos tiemplan… el Señor duerme! Le llaman gritando: “¡Señor nos perdemos!… ¿Dónde estaba el Señor? ¿No conocía que hay tempestad? El Señor duerme… parece que no contesta, realmente parece que está ausente; ¡sin embargo está presente y lo conoce todo!
«…he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar»
Ahora como entra en el tema principal, que tiene relación con una puerta que abre, por eso dijo “YoSoY el que tiene la llave de David que cuando yo la abro nadie la cierra, y cuando yo la cierro nadie la abre”. Como si dijera: “Recorre al Antiguo Testamento, a los Profetas para ver y no tengas miedo. He aquí delante de ti tengo puerta abierta que nadie puede cerrarla”. Apuntad que puerta abierta significa continuamente abierta, esta puerta que siempre está abierta.
¿Cuál es, pues, esta puerta que presenta al obispo de la Iglesia de Filadelfia y la que nadie puede cerrar, ya que el Señor la mantiene abierta? Esta “puerta abierta” es la “misión apostólica”.* Es característico que la acción de misión apostólica aquí se representa como la “puerta abierta”. No es casualidad la icona-imagen de la “puerta abierta” que iconiza, representa y expresa la misión cristiana.*
(* De nuestro diccionario ALFAωMEGA GRAN LÉXICO ORTODOXO HELÉNICO-ESPAÑOL: *Ἱεραποστολή ierapostolí misión sagrada, santa, sacra o misión apostólica; palabra compuesta de ἱερά/ός ierá/ós santo, sagrado, sacro y αποστολή apostolí envío, expedición// misión, encargo, encomienda, cometido// delegación, representación, embajada. Ἱεραποστολή ierapostolí este término se usa más por el laós-pueblo fiel ortodoxo helénico, en cambia a nivel mundano se usa la palabra αποστολή apostolí. Aquí utilizaré en español “misión santa” ἱεραποστολή ierapostolí, utilizando la raíz de la traducción literal; “Yendo y enseñando los logos de mi enseñanza en todas la naciones, pueblos, en toda la οικουμένη icumeni tierra habitada y a toda la gente” (Mt 28,19).
Un poco más abajo, cuando acaben los tres capítulos de las siete epístolas que manda el Señor, comienza el capítulo 4º con una icona-imagen análoga. “He aquí, he visto como puerta abierta al Cielo”, dirá el evangelista Juan, con la diferencia que sólo aquella “puerta abierta del Cielo” tiene otro sentido y significado. Allí se sobreentiende que ahora uno puede ver los divinos misterios, los Misterios del Reinado de la Realeza increada de Dios, en cambio antes no podía, mientras que aquí significa otra cosa.
La icona-imagen de la puerta abierta se utiliza tres veces en las epístolas del apóstol Pablo y una en los Hechos de los Apóstoles (Hec 14,27). Os mencionaré sólo una, cuando el Apóstol escribe en su I epístola a los Corintios, las siguientes cosas: “Pero estaré en Éfeso hasta Pentecostés; porque se me ha abierto puerta grande y eficaz, y muchos son los adversarios” (1 Cor 16, 8-9). Es decir, permanecerá en Éfeso hasta el Pentecostés, porque se me ha presentado la ocasión de predicar, y se me ha abierto puerta grande, para obra abundante y rica, y los contrarios son muchos. ¡Y finalmente había quedado tres años más o menos en Éfeso! En otras palabras: “¡Tengo mucho trabajo! ¡Aquellos que contradicen y atacan el Evangelio son muchos y me queda mucho trabajo por hacer!”; por eso se quedó allí tres años.
La puerta que abre, pues, manifiesta y expresa la fe en Cristo como si fuera una cuestión delimitada a un lugar, y se encuentra en un ambiente totalmente extranjero a ella, y era como si estuviera vallada y acorralada. De repente abre una puerta. Esta puerta que abre tiene como objetivo y propósito en hacer conocer la Fe a cualquiera que está fuera de la puerta; es decir, el espacio exterior, la gente de afuera que sepan que en la Iglesia existe la Fe. Por consiguiente, cuando esto sea hecho, entonces el espacio de afuera se convertirá y se hará también Iglesia, y así el contorno de la Fe crecería.
Quitaremos los palos de las vallas –por utilizar esta expresión- e iremos más allá, porque ahora la valla ha crecido, ya que abriendo la puerta y saliendo fuera, los que están dentro han hablado sobre la Fe, han atraído gente que estaban fuera y los han incorporado; por lo tanto, se ha ampliado la Iglesia, el contorno de ella ha crecido y se ha hecho grande.
Pero esta ampliación no significa que han dejado de existir vallas, impedimentos. Otra vez hay valla pero más amplia, y otra vez hay puerta. Ni la valla falta ni la puerta falta; y sobre todo no debe faltar, porque la introducción de aquellos que están afuera de la puerta se hará bajo condiciones. Estas condiciones son que no existe equivalencia del interior con el exterior, porque, si existe esto, significa que la Iglesia se ha congelado.
Muy acertadamente un intérprete más reciente dijo el siguiente ejemplo: La Iglesia es la caldera donde en su interior se hierve el agua; es el calor de los fieles de la Iglesia. Si de repente cae una gran cantidad de agua fría, cesa el hervor, y después no es posible que suba la temperatura y crea otra vez hervor.
Esto sucedió cuando la Iglesia dejó de ser perseguida y comenzó a no haber una entrada severa de afuera por la catequesis. Porque la Iglesia se ha hecho libre, entraban dentro también muchos con cierta relajación, laxitud y parsimonia. De repente cayó el hervor, la cocción, es decir, aquel celo de los Cristianos, porque entraron en la Iglesia muchos que no tenían celo; entraron sin la catequesis; ignorantes, sin tener gnosis-conocimiento, profanos. El resultado fue que se creara una equivalencia, nivelación entre exterior e interior, entre fieles e infieles, es decir, la Iglesia se congeló.
No vayáis lejos. En este momento son bautizados ortodoxos todos los Helenos-Griegos. ¿Pero son todos fieles? ¡No lo son todos, porque simplemente se ha hecho una grandiosa ampliación, entraron los de afuera con el resultado de caer la temperatura de la fe y del celo de los fieles. ¡Esto es terrible!
La icona-imagen de la “puerta” que permanece “abierta” describe muy representativamente la santa misión cristiana y apostólica de la Iglesia. Muy correctamente se ha dicho que la Iglesia sin “misión santa” ἱεραποστολή es Iglesia sin misión alguna.
El propósito y el objetivo de la “misión santa” ἱεραποστολή cristiana es la renovación del número de fieles de la Iglesia, con el objetivo del eclesiastización o participación en la Iglesia de mundo universalmente, pero también la continua edificación y formación de miembros de la Iglesia.
¡Sí, es continua! Porque, si se supone que vosotros que seguís alguna vez la catequesis, como niño a la escuela de catequesis o en general al colegio, esta catequesis no es suficiente. No podéis decir que los habéis aprendido todo en la escuela catequética y ya no necesitáis la catequesis.
Esta formación, la espiritual, es obra continua de la Iglesia. Y se debe, todos los fieles, hasta su muerte, continuamente se estén cultivando y preparando para el Reinado de la Realeza increada de Dios; ¡Continuamente, incesantemente!
Así pues, tenemos dos obras, dos direcciones: el cómo atraeremos a la Fe algunos que están afuera, es decir, cómo por la puerta los traeremos dentro, pero también el cómo cultivaremos aquellos que ya están dentro en la Iglesia. Por tanto, aquí tenemos dos “misiones apostólicas”, las cuales en concreto son conocidas con las nominaciones de ““misión santa” ἱεραποστολή interior y exterior.
Por supuesto que esta expresión no es muy acertada; hay una más correcta. Llamamos “misión santa” ἱεραποστολή sobre algo que concierne a los de afuera, y pastoral a lo que concierne a los de dentro. En este momento, digamos que, yo no hago a vosotros “misión apostólica”, sino que hago pastoral. Mientras que, lo contrario, si iríamos a no bautizados hombres, en países extranjeros, a hombres que tienen gnosis de Dios, allí haremos “misión apostólica”. A pesar de esto, sea que digamos pastoral, sea “misión apostólica”, estos términos en esencia coinciden; simplemente los llamamos distintamente para hacer una distinción.
Dice el apóstol Pablo en los Hechos: “Después de algunos días, Pablo dijo a Bernabé: Volvamos a visitar a los hermanos en todas las ciudades en que hemos anunciado el logos del Señor, para ver cómo están” (Hec15, 36). Es decir, vamos a ver en qué estado se encuentran las Iglesias allí donde hemos hecho nuestra “misión apostólica”. “¿Estarán bien, interpretan correctamente, están unidos, progresan?” Cuando fueron por segunda vez, esto debería calificarse como obra pastoral; sin embargo, en nuestra fraseología decimos la segunda gira apostólica del apóstol Pablo. Por tanto, sea que digamos pastoral sea “misión santa o apostólica”, en realidad estas coinciden, sólo con una ligera distinción.
Pero tanto los miembros de la Iglesia militante que por la muerte son traspasados a la Iglesia triunfante –mueren los hombres, se van de la vida presente; se forman, se preparan y se marchan- como también para la necesidad del evangelización de nuevas psiques, la “misión santa” ἱεραποστολή es una cuestión muy necesaria de nuestra Iglesia.
Diríamos que la misión santa es mandamiento del mismo Señor nuestro, y sobre todo Su último mandamiento. Escribe en el evangelio según Mateo: “id enseñando mis logos y la metania en todas las naciones bautizándolos al nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a aplicar y cumplir todo lo que yo os he pedido y enseñado” (Mt 28, 19-20).
Y en los Hechos el Señor dice: “y os convertiréis y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta el último confín de la tierra” (Hec 1,8). Esto significa la “misión santa o apostólica”. Pero significa también otra cosa, de que la “misión santa” ἱεραποστολή es un mandamiento. Lo diré otra vez: es mandamiento la “misión santa o apostólica” ἱεραποστολή.
Hermanos míos, tal como tomamos los mandamientos “honra a tu padre y a tu madre”, “no robarás”, “no cometerás adulterio”, “no matarás” (Ex 20 13.15). Así tomamos también el mandamiento de “harás misión apostólica, santa”. Tal y como confesarás que has robado, matado o has hecho praxis indecentes, así confesarás “no hago misión santa, apostólica”, soy como sordomudo y no digo nada.
Atentos a esto: los mandamientos no son diez, sino muchísimos. Si abrís el Nuevo Testamento, desde la primera página hasta la última, encontraréis continuamente mandamientos.
Cuando el apóstol Pablo dice: “Χαίρετε jérete, alegraos o tened alegría en el Señor siempre, y otra vez os digo, alegraos” (Fil 4,4. 2 Cor 13, 11. Fil 3, 1. Tes 5, 16. I Ped 4, 13), tened alegría, diríais que esto es opcional, es decir, si quiero tengo alegría y si no quiero no tengo alegría. ¡No; es un mandamiento! Me dirán que: ¿es un mandamiento tener alegría? ¡Pues, sí, el Cristiano debe tener alegría! Si no tiene, esto muestra que no ha conocido qué significa ser Cristiano, no ha conocido qué significa hombre redimido, sanado y salvado, no ha conocido qué significa que el Dios me ha dado el privilegio de adoptarme y hacerme por la jaris (gracia, energía increada) Su hijo y darme Su bienaventuranza (felicidad y alegría). Por tanto, si el Cristiano tiene todas estas cosas, si tiene también la gran esperanza del reinado de la Realeza increada de Dios, ¿puede ser un hombre triste?
Acordaos de esto que dice el apóstol Pablo: “en la esperanza somos alegres” (Rom 12,12). ¡Y sólo porque tendréis la esperanza de la Realeza increada de Dios, debéis estar volando de alegría! No dice “en la fe alegres”, si no “en la esperanza alegres”. Porque si me dicen que me darán un objeto, y creo que me lo darán, esto simplemente es fe. Pero cuando me alegro por el objeto que tomaré, entonces esto no es fe si no esperanza. Y la esperanza se ata con la alegría. La esperanza es virtud. La alegría virtud, es fruto del Espíritu Santo.
¡Lo imagináis, pues, alguna vez el que yo tenga alegría es un mandamiento! Mucho más, amados míos, es mandamiento y “misión santa, apostólica”. Y muchas más cosas pueden haber que no las percibimos que pueden ser también mandamientos.
Por eso tenemos este… secado de nuestros Cristianos; porque por costumbre ven sólo estos diez mandamientos. Y ojalá que así sea que los vieran correctamente… porque no estarían en esta situación.
Aprovecho la oportunidad de deciros que mañana lunes, si Dios quiere, en el circulo de hombres en el templo san Stilianós analizaremos sobre el mandamiento “no cometerás adulterio”. Dos palabras son, ¡pero sabéis qué riqueza y extensión existe sobre este tema!…
Así pues, amigos míos, si viéramos correctamente los mandamientos, entonces no habría ninguna objeción, porque realmente podríamos profundizar. ¡Pero desgraciadamente no profundizamos en los mandamientos, los vemos sólo superficialmente! Decimos: “no cometerás adulterio; bien, yo no he cometido adulterio”, ¡y se acabó la historia! Pero si realmente has vivido en la fornicación, la lujuria porque crees que es otra palabra y no es adulterio, si te has sumergido en cosas de perversión, indecentes y no sé yo lo qué más, si tus ojos fueron engañados no sé dónde y cómo y en qué campos han pastoreado tus deseos y tu corazón, ¿entonces puedes decir que no has cometido adulterio? ¡Ah, amados míos, si pudiéramos saber estrujar y saber qué fondo y qué ancho contienen los mandamientos…! Por esta razón se hacen las homilías, para que despertemos (espiritualmente). Por tanto, vuelvo al tema.
¿Y a quiénes se dio el mandamiento de la “misión santa” ἱεραποστολή cuando dijo “id a enseñar todas las naciones”? Lo repito: es mandamiento a pesar que no dice “os mando”, sino simplemente “id”. ¿A quiénes fue dado el mandamiento, sólo a los once? ¿Y después de la salida de esta vida de los once o doce Discípulos, este mandamiento desentonaría? ¿Quizás el mandamiento de misión santa es un mandamiento temporal?, es decir, ¿de carácter ocasional? Por supuesto que no, amados míos. Este mandamiento es dado para todos nosotros los fieles sin exclusión alguna.
Tal como la agapi-amor en su primer estadio es dada como mandamiento –esto quiero que prestéis atención- así también la “misión santa o apostólica”. Cuando dice que: “amarás al Señor tu Dios”, esto es mandamiento. Cuando dice que: “amarás a tu prójimo”, esto también es un mandamiento. Pensad por un momento ahora que diga el marido a su esposa: “¡Te doy el mandamiento a que me ames!” ¿Qué dices?, responderá ella; “¿el que yo te ame es cuestión de mandamiento o es algo espontaneo, natural? ¿Es mandato que te ame?… ¡Créame las condiciones para que te ame!”
¡Por tanto, parece raro, amigos míos, que Dios nos dé el mandamiento… mandamiento de amar! Cosa extraña, rara. Eh, pues, este es el primer estadio. Pero desde el momento que recibirás el mandamiento debes amar no quedarás allí; avanzarás al segundo estadio; te será una necesidad amar. Así es también la “misión santa o apostólica”. Desde el momento que tomarás el mandamiento y empiezas a amar a Cristo, después no tienes necesidad que Cristo te dé este mandamiento; se te hará necesidad hacer “misión santa” ἱεραποστολή (1 Cor 9,16).
Oíd cómo lo dice esto el apóstol Pablo: “Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas; porque habéis llegado a sernos muy queridos” (1 Tes 2,8). ¡Porque hemos recibido mandamiento de Cristo de evangelizaros y amaros con todos nuestros corazones y os habéis convertido muy amados en nosotros!
¿Sabéis lo qué significa esto? Significa que la transmisión del Evangelio de mandamiento ya se ha hecho conciencia. Se hace conciencia, cuando uno ofrece el logos de Dios sumergido en su corazón, dentro en la agapi (amor incondicional).
Por lo tanto, atentos: “¡una vez fiel, creyente cristiano, a la vez apóstol!” Esto quiero que lo guardéis y cumplirlo. Es decir, desde el momento que te has convertido en fiel, al mismo momento te haces también apóstol. ¡El mismo momento! Si no eres apóstol no eres fiel, He aquí el criterio: si eres apóstol eres fiel. Esto significa que la Fe te quema. La Fe no es para ti sólo, no es una cuestión personal, sino que es algo que te hace hablar para ella también al otro; de otra manera te sientes mal.
Entro, amigos míos, muchas veces a un taxi para ir al cuartel general del ejército, cada lunes por la mañana, para que me dé tiempo a dar las clases, etcétera. Y siempre llevo en mi bolso algún folleto para darlo al conductor, así con este pretexto conversar con él:
“Hola, qué tal, cómo están tus hijos, ¿tiene hijos? ¿Los tenéis al camino de Dios a vuestros hijos; ¿vais a la Iglesia?”
-Ah, páter, me responde, no voy a la Iglesia.
Pues, óigame; irá en la Iglesia cada Domingo por la mañana. Prueba y lo verás. Después de las diez de la mañana que termina la Divina Liturgia, irás a tu taxi. Y verás cuánto trabajo te dará Dios, y el dinero encontrará buen lugar en tu casa; pruébalo y verás!
Lo tengo y lo siento como una necesidad de decirlo esto.
Pero hay veces que no sé el porqué, no quiero ni abrir mi boca, sea porque el conductor tiene la radio, sea porque el conductor no tiene disposición a oírme –tomadlo como queráis. Entonces siento en mi interior algo que me pica, me carcome. Me siento que entré a un coche y estos diez minutos que es el recorrido no los he usado bien. Siento remordimientos de conciencia y me pregunto, por qué no he dicho alguna palabra a esta persona, a este conductor.
Así debemos sentirnos, os lo digo de verdad. Tomad como ejemplo a los heréticos. ¿No los veis qué hacen? ¡Apenas estén a lado tuyo, abren sus bocas y empiezan a hablar y hablar! ¿No es una vergüenza que nosotros que tenemos la verdad no decir nada a nuestros hermanos, no ayudarlos?
Por tanto, veis que “id a enseñar a las naciones, pueblos” no es sólo para los once Discípulos, sino para todos los fieles, de todos los siglos y de todas las épocas. Y os lo dije y lo repito: si soy fiel a la vez soy apóstol
Pero la “misión santa” ἱεραποστολή no significa sólo que voy a otra parte o a hombres desconocidos a predicar a Cristo. Amigos míos, nuestro semejante de al lado –¡oíd, el hombre de al lado!- espera al misionero-fiel a conducirlo a Cristo, aunque sea que el de al lado es hombre bautizado.
Le veis entristecido, le veis que está en luto o en una situación depresiva no sé cuál, abrid vuestra boca, decidle dos palabras. Cierto que me diréis que debemos tener buena disposición, gana y un arte. Os diré. Una moraleja dice: “la necesidad inventa artes”. Y yo os diría con una variación: ¡la agapi (amor incondicional) inventa artes!
Dice el divino Agustino: “Ama y haz lo que quieras”. Si amas, amas realmente, si amas a Dios y no quieres perjudicar Su doxa (gloria increada) ni la de tu prójimo, entonces dentro de tu agapi-amor desinteresado e incondicional te harás sabio en el método o en los métodos. No hace falta que tengas estudios, encontrarás el modo de hablar adecuadamente. ¿Quién te dictaría hablar adecuadamente? La agapi (amor incondicional). Si amas y no quieres perjudicar, hablarás adecuadamente.
Así pues, amigos míos, si creemos en Cristo, seremos nosotros también apóstoles-enviados de Cristo. Enviados-apóstoles en cada momento. Repito: ¡Enviados-apóstoles en cada momento, en cada lugar y en todo tiempo! No puedes decir que: ¡yo ya lo dije y ya hice mi deber, he terminado! ¡Cuántas veces hemos dicho esto de “yo ya he terminado”!
Desgraciadamente yo también lo digo esto alguna vez. A los chicos del cuartel –que antes he mencionado- muchas veces me revientan… son los chicos de nuestra época- digo, y quizás me dan la razón: “Hijos míos, una cosa que entiendan: aquí me trae mi deber”. Pero así a veces me vienen ganas de no volver a pisar allí. Decir, por ejemplo: “Ya que no me hacen caso, no escuchan, yo no vuelvo a ir por allí”. Pero no puedo. ¡No puedo! No puedo decir que se acabó, ya hice mi deber, y se termina la cosa. ¡No puedo! Me temo que me pasará igual que le ha pasado al profeta Jeremías.
¿Sabéis lo que le sucedió? Leed su libro, en el primer capítulo de su profecía. Le dijo Dios haz “misión santa o apostólica”, salir a profetizar, y aquel dijo: “Señor, no puedo, soy pequeño… no estoy maduro, no puedo”. Y cayó fuego en los huesos de Jeremías. ¡Fuego! Comenzaron a crujir sus huesos, se sentía muy mal, no podía calmarse. Entonces comenzó hablar, y cesaron de crujir sus huesos y estar quemándose (Jer 1,6·20,9).
Esto es. Así pues, no podemos decir que ya hemos hecho nuestro deber, y ya hemos acabado.
Una pregunta: “¿La agapi se acaba?”. Si la agapi no se acaba, entonces ni la “misión santa” se acaba. Y no podemos estar hablando de deber. El móvil de la “misión santa” no es un deber, sino la agapi. Dice el apóstol Pablo que: “… no debemos tener deudas”. ¡Lo habéis oído! Ninguna cuenta en deuda, ni económica ni de otro tipo. Debemos saldar rápidamente, amigos míos, toda cuenta en deuda -¡qué cosa más importante! No tengáis, a medida que podáis no tengáis deudas. Extender vuestras manos y vuestros pies a lo que podáis. ¡No tengamos esta costumbre de tener deudas! Y si alguna vez debemos, corremos rápidamente y pagamos, saldamos. No abusar de esto. No digamos al otro: “dame dinero”, y después no lo devolvemos. ¡Atención, es pecado esto, es una cosa terrible!
Dice pues el apóstol Pablo: “No debes tener ninguna cuenta pendiente, sólo una, la cuenta de la agapi, a esta cuenta la tendrás en deuda siempre. Dice: “No estéis en deuda con nadie, sino el amaros unos a otros” (Rom 13,8). ¡Habéis oído?, no debáis nada a nadie, sólo una deuda debéis tener, amaros los unos a los otros. Por consiguiente la “misión santa” queda sin saldarse nunca, no acaba. Debe el fiel concienciar que continuamente tiene la cuenta sin saldar, el deber o deuda de la “misión santa” ἱεραποστολή.
No hace falta tener cualidades especiales. Si queréis sólo tres hacen falta: la fe, la agapi y la gnosis de Dios. No hace falta elocuencia ni muchos estudios y gnosis académicas, como se dice, ni la filosofía ni títulos especiales ni otros requisitos o cualidades especiales. ¿Tienes la llama en tu corazón?¿Crees en Dios¿ ¿Le amas? ¿Conoces a Dios? ¿Tienes experiencia de Dios? Entonces comienza a hablar. Esto que vas a decir entra en los corazones, porque es fruto de la fe, de la agapi y de la gnosis increada de Dios.
Aún -¡cosa extraña!- ni hacen falta cosas materiales. ¡Hoy en día, sabéis que cuando hablamos sobre “misión santa” ἱεραποστολή, siempre hablamos de dinero! Amados míos, las cosas materiales no hacen falta para el éxito de la “misión santa”. Me diréis que quizá soy utopista, de que estoy fuera de la realidad, pero…
¡Una mujer en los primeros tiempos cristianos, cristianizó una gran parte del interior de Asia Menor con una cruz de una rama de vid! (Es la ierapóstol Dina). Nada más tenía. Pero también los Apóstoles conquistaron el mundo a través de sus pobrezas y sus anonimatos. ¿Qué tenían los Apóstoles? ¿Tenían medios materiales? ¿Tenían salas de reuniones? ¿Tenían dinero para viajes, créditos y subvenciones? ¿Qué tenían los Apóstoles? En el fondo ni cosas materiales hacen falta.
Escribe el apóstol Pablo: “en el logos de verdad, en poder de Dios, con armas de justicia a diestra y a siniestra; por honra y por deshonra, por mala fama y por buena fama; como engañadores, pero veraces; como desconocidos, pero bien conocidos; como moribundos, mas he aquí vivimos; como castigados, mas no muertos; como entristecidos, mas siempre gozosos; como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, mas poseyéndolo todo” (2 Cor 6, 7-10). Así vivían los Apóstoles la “misión santa”.
Es característico aún, que, el Señor dirigiéndose hacia el obispo de Filadelfia le recuerda y le dice porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi logos, y no has negado mi nombre (durante la persecución). ¿Cuál es esta “poca fuerza”?
Es posible que se refiera al pequeño número de fieles de la Iglesia de Filadelfia, porque era una Iglesia insignificante, desconocida, por parte de muchas personas, de la dinámica humana. Quizás se refiera a la mediocridad de los medios económicos de la Iglesia de Filadelfia; o incluso de las cualidades y talentos exteriores del obispo, como es la resistencia corporal, como es la elocuencia. Pero lo más posible es que se refiera a todas estas cosas juntas.
¿Habéis visto?, ¡Porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi logos, y no has negado mi nombre (durante la persecución)! ¿Cuál logos? Porque has ejercitado y hecho “misión santa” y no has negado mi nombre, sino que lo enseñas y lo confiesas.
Muchas veces el Señor da una pequeña fuerza según el mundo –como son las gnosis, la retórica, etcétera- de modo que los éxitos del kerigma de Cristo no sean éxitos según el mundo, pero son éxitos y aciertos según Cristo.
El apóstol Pablo se califica a sí mismo como simplón, tosco, es decir, sin retórica, diciendo: “aunque sea torpe en el logos, de palabra…” (2 Cor 11,6). Y se pregunta san Juan el Crisóstomo: “¡Pablo torpe, simplón!…” (Interpretación a la epístola a los Romanos MPG 60.394.39-44).
El mismo Pablo escribe a los Corintios: “Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de logos, palabras o de sabiduría. Pues, me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesús Cristo, y a éste crucificado. Y estuve entre vosotros con enfermedad, debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi logos ni mi predicación fue con logos-palabras persuasivas de sabiduría humana, sino con demostración del Espíritu y de poder y fuerza, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder y fuerza de Dios” (1 Cor 2, 1-5). ¡He aquí pues!
Aún se debe apuntar que las ocasiones las da sólo el Dios. He aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, yo te la he dado abierta no la has abierto tú, dice el Señor. Nosotros no tenemos más que hacer sino estar descubriendo ocasiones y aprovecharlas.
Cuando se presentan dificultades en nuestra obra de “misión santa” –que seguro que se presentarán, y esto es el elemento auténtico de la obra de “misión santa”- no debemos olvidar que “nadie puede cerrarla”. Lo dijo el Señor, “nadie puede cerrar la puerta”. Las dificultades, son dificultades, pero nadie puede cerrar la puerta, porque el Cristo es “el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre”.
Incluso, si el fiel siente en su pecho la presión por el grueso del mal, de la increencia y de la negación, tal como sucede en nuestra época, no tiene que hacer más que estudiar lo qué le sucedió al apóstol Pablo cuando visitó Corinto y se asustó por su corrupción, entonces a mitad del siglo I, el año 51 dC. Se horrorizó por la corrupción de Corinto, que era una ciudad totalmente fornicaria, y dijo: ¡Po, po! ¡Me voy de aquí, me voy!….” Y aparece el Señor y le dice a Pablo: “No temas, sino habla, y no calles; porque yo estoy contigo, y ninguno pondrá sobre ti la mano para hacerte mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad” (Hec 18, 9-10). Y Pablo permaneció dieciocho meses predicando a Cristo en Corinto.
¡También, amados míos, el profeta Elías se quejaba de que quedó sólo, el único, pero se le reveló que una multitud del pueblo, siete mil hombres no habían doblado sus rodillas a Baal y ellos permanecieron al verdadero Dios! (Re 19, 14-18).
Por tanto, nunca debe dominar nuestra psique-alma la decepción.
Tendría muchas historias personales que contaros, pero me basta con esto que dice san Juan el Crisóstomo: “Quizás me digas que aquel que ayer oía tu kerigma, ahora por la noche está enfrente a la taberna emborrachándose bebiendo vino. ¿Qué has conseguido? Te responderé. Sí, está en la taberna bebiendo vino; pero no lo bebe como lo bebería si no escuchara mi kerigma. Esto significa que bebe vino, pero le come también mi logos. Estas cosas que le dije le torturan, y estas pueden ser la causa de que vuelva” (San Juan Crisóstomo: “Para los alcohólicos y los taberneros… MPG. 3148.964-965.30)
Sin embargo, amigos míos, en tiempo inesperado podemos ver el resultado de nuestro esfuerzo. Os dije que tengo muchas historias que contaros, pero no me da tiempo. Pero no olvidemos que no hemos sido enviados a segar, sino a sembrar. El misionero cristiano siembra y siega el Dios. Nosotros sembraremos, nosotros hablaremos; el Dios hace lo siguiente lo de más abajo. Segará Dios el día del juicio. ¡Esto es cuestión, tema Suyo, no es nuestro!
Las adversidades, finito, debemos escuchar la afirmación del Señor hacia el apóstol Pablo, cuando se encontraba en Corinto y afrontaba muchas dificultades: “No tengas miedo…porque yo estoy contigo” (Hec 18, 9-10).
Así que, amigos míos, si amamos al Señor y creemos profundamente en Él, nosotros primeros comenzaremos hacer “misión santa”, antes que el Señor nos diga: “Ves allí y di esto”, porque tendremos el amor propio, la buena disposición y ánimo por nuestra agapi hacia Cristo. El que ama es también hombre con amor propio, buena disposición y ánimo.
Así pues, iremos con buena disposición y amor a hablar sobre Cristo, predicarLe en todas partes, en nuestra casa, en la calle, en el autobús, en el campo, en todas partes; ocasionalmente e íntegramente, a tiempo y fuera de tiempo (2 Tim 4,2). Nuestra “misión santa” ἱεραποστολή será la mejor expresión de nuestra agapi hacia Él y Su Iglesia.
« He aquí, yo entrego a ti de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado (como digno obispo de mi Iglesia)» (Ap 3,9).
El obispo de Filadelfia, amados míos, había ejercitado la “misión santa” ἱεραποστολή a los de afuera, es decir, a los nacionales, a los idólatras, y a los Judíos que eran infieles.
¿Pero esta “misión santa” que había ejercitado el obispo de Filadelfia tuvo frutos? ¡Tenéis que saber que lo que se hace en nombre de Cristo es imposible que no tenga frutos, porque el mismo Señor protege Su propia obra!
He aquí lo fructuoso. La Sinagoga, permaneciendo y siendo infiel y en su contradicción y agresividad contra la Iglesia, y calificada por el Señor como “sinagoga del Satanás” (Ap 2,9), ya dobla. Algunos judíos, que no eran pocos, retornan en Cristo y reconocen la Iglesia de Cristo y al obispo de Filadelfia.
Es digno de observar que esta porción de judíos que creyeron lo qué entrega y da en la Iglesia el mismo Cristo; por eso dice: “yo entrego a ti de la sinagoga…” pero no la Sinagoga sino “de la Sinagoga”; no todos los judíos –porque no todos creyeron- sino algunos judíos de la Sinagoga.
“He aquí, yo entrego”; Yo, el Jesús te doy a ti”
Así que el propósito y objetivo de la “misión santa” ἱεραποστολή pertenece al obispo de Filadelfia, pero el fruto queda siempre regalo de Jesús Cristo. ¡Cuán verdadero es este logos!
Dice el Salmo 126,1: “Si no edifica el Señor la casa, vanamente se han esforzado y cansado los que la construyen”.
Pero también el apóstol Pablo escribe en la primera epístola a los Corintios: “…y eso según lo que a cada uno concedió el Señor. Yo planté, Apolós regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento” (1Cor 3, 6-7).
Realmente, amigos míos, toda obra de “misión santa” ἱεραποστολή, que lo sepamos, si queremos que sea fructuosa, es nuestro esfuerzo y cansancio y la bendición de Cristo. Ni sola la bendición de Cristo, si no se esfuerzan ni trabajan Sus obreros, ni sólo el esfuerzo de los obreros, si no lo bendijo Cristo. Por eso nuestros éxitos a la obra de Cristo no es simplemente un fruto del esfuerzo de nuestra inteligencia, sino que es también de la χάρις jaris (gracia energía increada) de Cristo.
He aquí ahora la victoria del obispo de Filadelfia. ¡Esta porción de Judíos que creyó y que antes era contraria, insultaba y no aceptaba la Iglesia, ahora no simplemente cree, sino que viene literalmente a postrarse a los pies del obispo y a reverenciarlo!
Nos llama la atención esto que dice el Señor, «he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado», es decir, que entiendan que el Dios ahora no ama la Sinagoga, sino la Iglesia. La sinagoga ya se ha quedado desierta.
El Señor lo había dicho, viendo desde el monte de los Olivos a Jerusalén, y entonces lloró por ella y dijo. “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! He aquí vuestra casa os es dejada desierta” (Mt 23, 37-38 Lc13, 34-35). Es decir, vuestra casa, vuestra ciudad y vuestra patria se queda desierta.
Alguna vez el Dios tuvo Su providencia alrededor de las fronteras de ellos, alrededor de las murallas de Jerusalén… que tanto son alabadas estas murallas en los Salmos, pero también en todo el Antiguo Testamento. ¡Por supuesto parece extraño que sean alabadas las murallas! Pero no se alaban las murallas sino el Dios que protege la ciudad.
¿Pero ahora? ¡“He aquí vuestra casa se queda desierta”! El velo del templo se rasgó en dos, por la Crucifixión de Cristo!” (Mt 27,51 Mrc 15,38 Lc 23,45) y esto significa que lo “santo o el altar” será profanado, porque Dios se ha marchado, se marchó Su jaris increada. El templo de Salomón ya no es más que una casa común, no existe ya allí la jaris increada de Dios.
Así que “aquellos de los Judíos que vendrán, se postrarán en tus pies, y conocerán que yo te he amado, oh Iglesia”. Atención: ¡“No yo te he amado a ti obispo, si no a ti Iglesia!
Aquí hay una admirable tesis apologética, de que ya el Señor, el Yahvé que es el Dios Logos, el Jesús Cristo, ya no ama la Sinagoga, ama la Iglesia.
El triunfo para Cristo, pero también la alegría del obispo del Filadelfia ya que tanto ha trabajado y cansado!
Esto es una lectura muy interesante para nosotros, amigos míos, es decir, que debemos esperar y persistir a la obra de Dios, por muy dura que sea, por muchas tentaciones que nos interponga el Diablo. Los frutos tarde o temprano aparecerán.
Además no es tema o cuestión nuestra, no es trabajo nuestro, nuestro trabajo es sembrar en cualquier sección que nos llame el Cristo; a la siembra del campo de Dios, al riego, a la cultivación, y al crecimiento de las plantas… El caso es que la fructificación entera y el recogimiento de los frutos del campo sea para los almacenes del reinado de la Realeza increada de Dios, es decir, la movilización de los ciudadanos para el Reinado de la Realeza increada de Dios, es obra clara y limpia de Cristo.
Los que han trabajado al campo de Dios de cualquier manera, sea de improvisto, es decir, si ayudan a alguien que encuentran en el camino de sus vidas, sea de forma programada, haciendo y enseñando en una escuela o clase catequética, un círculo de estudio de la Santa Escritura, un kerigma o cualquier otra cosa, puede que hayan probado, y seguro que habrán probado, unos sentimientos de alegría. Pero alguna vez también puede ser que hayan tenido sentimientos también de decepción, y sobre todo de profunda desesperación y decepción. ¡Pero a pesar de todo esto sobrepasa la profunda alegría, una alegría –que muchas veces está detrás de la decepción- por el hecho de que hacemos correctamente el trabajo de Dios, y que el Dios nos llama y nos moviliza a ser Sus colaboradores! Esto es muy importante. Esa alegría por el esfuerzo y cansancio de la “misión santa” es la primera recompensa para el obispo de Filadelfia, pero también para cada uno que se esfuerza y se cansa en la obra de la “misión santa” ἱεραποστολή.
Seguirán otras dos recompensas: La segunda: «Por cuanto has aplicado, guardado y cumplido el logos que habla sobre la paciencia (en las tribulaciones y persecuciones), yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que habitan sobre la tierra» (Ap 3,10). Es decir, como has aplicado y guardado con tu paciencia lo dicho de mi mandamiento, que es la “misión santa” ἱεραποστολή, yo ahora también te guardaré de aquel momento terrible que vendrá en todos los hombres de la tierra, la hora de la terrible tentación que probará y tentará a todos los hombres.
¿Cuál es esta hora de la tentación?
Aluna vez se nos anuncia un mal futuro, por supuesto debemos esperarlo. El propósito por el que se anuncia el mal no es más que la posibilidad de preparación, según lo “me he preparado, no me he asustado o atormentado” como dice el Salmo 118,60. Que lo sepan esto; debemos estar preparados. ¡Una de las armas del Diablo es la sorpresa, el ataque por sorpresa, siempre intenta sorprendernos! Pero nosotros debemos estar preparados para toda tentación, cualquier tentación, y cuando venga, decir: “Lo esperábamos, lo sabíamos”.
Si queréis -lo traspaso en el arte de la guerra- ¿sabéis cuál es una de las armas del enemigo? El ataque sorpresa. Por tanto, cuando hay preparación y espera de ataque, cuando estamos diríamos con el dedo al gatillo, entonces tenemos gran posibilidad de vencer, porque estaremos preparados, estaremos esperando el ataque de un momento a otro. Pero cuando estamos durmiendo a nuestras tiendas de campaña, y nuestra arma la hemos puesto al lado, sin ni siguiera tenerlo cargado de fusiles, y viene y sobresalta el enemigo sobre nuestra tienda de campaña, entonces… esto es la sorpresa, el ataque sorpresa. Traerlo ahora al campo espiritual, para que veáis cómo ataca el Diablo sobre nosotros, cuando no estamos preparados y no le esperamos.
Por tanto, ¿cuál es esta “hora de la tentación que tratará de venir en toda la tierra (icumeni)”, y no concernirá sólo a los fieles sino a todos los hombres?
En principio como “hora de la tentación”, se entiende todo el período de las tribulaciones, el cuál período comenzó con la Primera Parusía-Presencia de Cristo y será culminada en vísperas de Su Segunda Parusía. Será la tentación que encubrirá a todos, especialmente a los Cristianos. Serán la tribulaciones que traerá el Anticristo, pero también los otros anticristos, porque, según el Evangelista Juan, “muchos anticristos se han hecho y existen en el mundo” (1 Jn 2,18). Entonces estas tribulaciones se habrán culminado para todos los hombres, especialmente para los Cristianos. Incluso habrá repercusiones de esta presencia del Anticristo, como castigo divino, por la ilegalidad del Anticristo y de los que le siguen. Entonces será, como dice el Señor, la gran tribulación, “porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá” (Mt 24 21). ¡Debe ser terrible, amigos míos!
Imagen-icona de la gran tribulación de los postreros-ésjatos tiempos es la tribulación del asedio de Jerusalén por Tito, que madres por el hambre comieron a sus hijos (Flavio Jósipo: Historia de la guerra judía y romana). Y si la icona-imagen es tan horrorosa, cuán horrorosa y terrible debe ser aquella tribulación de los ésjatos-postreros días!…
También es la tentación de la fe y la tentación de la vida ética. Atención, no piensen y digan que estas cosas están lejos. El mal irá madurando como injusticia, como crimen, como guerras –esto que dijo el Señor, “Y oiréis de guerras y rumores de guerras” (Mt 24,6)- como hambre, como enfermedades –“y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares…” (Mt 24,7)- y como desórdenes, desastres, estas palabras se utilizan por mismo Señor (Lc 21,9). Y lo más importante: el Señor no será aparecido ni visto en ninguna parte!…
Entonces muchos serán escandalizados sobre Cristo (Mt 24,5·10·24 Mrc 23, 26, etc), tal y como entonces los Discípulos durante Su Pazos-Pasión, que el Señor se los había dicho, (Mt 26,31 Mrc 14,27).
Ya en nuestra época se escandalizan los hombres y dicen “¿Dónde está el Cristo, dónde está? ¿Si existe Dios, no ve los desastres que hay sobre la tierra? ¿Si el Cristo es Dios, porqué no pone un orden a Su Iglesia? ¿Por qué no pone un orden al mundo, a dónde está el Cristo? Esta es la tentación. ¿Vosotros qué pensáis y decís?, ¿hoy no existe esta tentación?, ¿se dicen o no estas palabras? ¡Pues, se dicen continuamente, y sobre todo hasta la saciedad!
Amigos míos, y en este mismo momento dentro en la Iglesia de Cristo existen terribles situaciones. Y cuando decimos Iglesia de Cristo somos nosotros. Atención a esto: nosotros somos la Iglesia de Cristo, no son los otros. ¡Existen terribles caos, abismos del mal! ¡Hay un gran mal inimaginable en la sociedad de nuestros Cristianos, del laós y del clero! Porque el sacerdote también es Cristiano y el laico también; por eso dije que en la κοινωνία kinonía sociedad y comunidad de los Cristianos, laós-pueblo y clero. ¡Existe un abismo de mal!…
Por tanto, ¿sabéis que damos la imagen a los demás que Cristo no es Dios?, porque parece que está ausente de el bastidor o de la escena de Su Iglesia. “¿Dónde está el Cristo, qué sucede, no ve las hambrunas, las guerras, el mal, la injusticia…? ¿No lo ve… aún dentro en Su Iglesia actúa desenfrenadamente el mal…? ¿Y si lo ve, por qué no lo castiga? Esta es la primera tentación.
El Cristo lo dijo de la siguiente manera: “Se congelará, enfriará la agapi de muchos” (Mt 24,12). ¿Cuáles muchos? ¡No de los nacionales, es decir, de los idólatras, sino de los Cristianos! Entonces los hombres estarán escandalizándose y dirán: “¿No ves qué hace este, el egoísta, ególatra, el come-todo (por usar una expresión vulgar o popular) este que explota, aprovecha y que intenta enriquecerse de cualquier manera o forma? ¡Este no tiene encima suyo ni pizca o rastro de agapi y calor de corazón, no tiene nada, es un usurpador, explotador duro! ¡Y por encima va a la Iglesia también!…”
Así se estarán escandalizando los hombres y se estarán metiendo contra Cristo. Por tanto, uno es esto: Los hombres estarán diciendo: “Cristo ha fracasado, le ponemos de lado”.
¿Por qué razón pensáis y creéis que tenemos florecimiento y aumento del ateísmo? ¿Qué es lo que da alimento, abono al ateísmo a un nivel universal, especialmente al mundo Cristiano? ¿Qué pensáis y decís que es? Es esto exactamente; es la crisis que pasan los Cristianos, la agapi que ha recaído, el pez grande come el pequeño, sea hombre, sea nación; el grande explota al pequeño y juega distintos juegos de intereses comerciales en perjuicio del pequeño. ¿Y todo esto por qué? ¡Porque no existe la agapi amor incondicional! Estamos descosidos como Cristianos, pasamos por crisis, y así otros dicen: “No aceptamos a Cristo, Le reprobamos; el Cristo no es Dios”. ¡Por tanto, ateísmo!
¿Pero quién quedará en pie a la fe de Cristo?
Veis que muchas veces en nuestra época nos dicen que debemos de cualquier manera ocuparnos a arreglar las cosas. Y si me dicen que tenemos que arreglar los textos malos dentro en la Iglesia, esto es necesario para que no se pierdan psiques. Pero si tenemos que levantar la Iglesia con bastones, tal como es la política, como la cultura u otras cosas, es decir, levantarla con manifestaciones culturales, hemos fracasado estrepitosamente. Este es el error.
El Cristo dijo: “¿Cuándo vuelva en la tierra encontraré la fe?” y lo pone de forma de pregunta: “Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” (Lc 18,8), es decir, ¿encontrará Cristianos en pie firmes en la fe?
Amigos míos, ¿cómo se sienten? Decidme: ¿os gustaría quedarnos de pie firmes en la fe? Estoy seguro que todos nosotros en este momento -¡todos nosotros!- diríamos de corazón: “¡Por supuesto que sí, queremos permanecer en pie, firmes en la fe!” Pero atención. No es bastante decir que queremos permanecer en pie, firmes en la fe; debemos crear también las condiciones; debemos profundizar mucho al logos de Dios; debemos adquirir conocimiento muy profundo de la persona de Cristo, de modo que cuando venga la tentación, el edificio de la fe no caer. ¡Porque la tentación vendrá como lluvia sobre el edificio, en el edificio de nuestra fe… y vendrá del lado como el viento… vendrá también de los cimientos como río! Por tanto, para que quedemos en pie, firmes en la fe, debe el edificio de nuestra fe estar apoyado sobre la piedra que se llama Cristo (Mt 16,18; Dan 2,34; Hec 4,11; 1Cor 10,4; 1Ped 2,7). Pero esto significa que tenemos conocimiento y relación personal con Cristo, Le conocemos, Le vivimos, sabemos quién es el Cristo, y no simplemente Le vemos en la icona-representación o hemos leído en algunos libros algo de Cristo. De otra manera, amigos míos, apenas venga la primera lluvia floja o llovizna… -¡qué corrientes y qué ríos decimos!- ¡la primera llovizna, el primer soplo del viento, nos llevará como paja, nos derrumbará y nos arrugará!…
¡Por tanto, en pie, derechos y firmes! Pero lo vuelvo a decir, ¡firmes en pie, cimentados en la piedra, en nuestra relación y conocimiento personal con la persona de Cristo, que presupone mucho trabajo; mucho trabajo! El tema de la fe nos es una cuestión o hipótesis casual ni académica. No es igual que cuando voy a la cafetería a pasar mi rato, y si no voy allí iré en otra parte. Ni la audiencia de un kerigma es así o ir a la Iglesia, eh, bueno voy a oír el logos de Dios. ¡Es trabajo, esfuerzo continuo!
Cuando vamos al colegio tomamos nuestra cartera, nuestros libros, nuestros lápices, nos sentamos en la silla, ponen faltas, nos ponen notas, nos levantamos y nos examinamos, escribimos exámenes, y tenemos el aprobado o no aprobado. ¿Allí por qué actuamos así? Porque es una cuestión seria. ¿Aquí no es seria? Amigos míos, tenemos trabajo y debemos tomarlo en serio.
Muchos, si les dices que el Cristo ha resucitado, que resucitarán también los muertos, y que debemos hacer vida espiritual, te responden: ¡”Ah, bien, son buenas todas estas cosas”! No te hemos preguntado hermano mío para que nos digas que estas cosas son buenas o no, sino a estas cosas que reconoces como buenas ponlas en práctica, comienza, aplícalas, pon principio, y el principio es la Metania (https://www.logosortodoxo.com/μετανοια-metania/). Por tanto, ¡tenemos trabajo, mucho trabajo! Esto quiere decir “permanecemos en pie, derechos, firmes”.
Pero aún como resultado de la increencia será la vida corrupta sin fondo, que su provocación será catalítica, por supuesto lo mismo sucede también hoy en día. Es la segunda pata o parte de la tentación. El primer tema es el de la fe, y el segundo es la tentación de la vida espiritual y ética. ¡Sobre esto quién quedará en pie, firme, cuando hoy en día existen tantas sirenas! ¡En cualquier esquina de la calle que giréis, las sirenas llaman al pecado!
Abrid, por favor, el libro de Sabiduría Salomón y leed, y allí veréis cómo de una manera muy realista el sabio Salomón describe estas sirenas. Haré un intento de descripción, pero allí el texto es muy pragmático, realista. Dice: “Hijo mío, hijo mío escúchame, ¿ves, esta mujer casada, la ves? Te espera en la plaza. Cuando te vea te dirá: “A ti esperaba y se abrió mi corazón cuando te he visto. ¿Sabes?, mi marido está lejos de viaje largo. ¡Mi casa la he preparado muy bonita, tiene dentro alfombras de Oriente y aromas! ¡Ven esta noche será toda nuestra, nos emborracharemos de placeres, ven, ven!” Dice Salomón: ”¡Hijo mío, ten cuidado; estas cajas son cajas de muerte!” (Prov 7, 1-27)
Y como escribe simbólicamente en un poema un poeta de nuestros días, ya fallecido: “Marcharnos del palacio de la Limbilamalaj -nombre simbólico. ¡Es esta que hace perder la cabeza, la personificación del hedonismo, de las sirenas! Y estas por supuesto son muchas; es decir, ¡la pequeña taberna con el vinito, las cafeterías, las discotecas y los partis-fiestas, hasta los juegos de cartas, las borracheras, las drogas y la variedad de prodigueces y derroches!… Todas estas cosas hoy en día son las muchas y grandes sirenas.
Y oís la gente diciendo: ¡Si toda la gente esto hacen, yo voy a tener y a ser algo distinto!
¿Pero si cuando todos caen, tú no querías estar en pie? ¿Cuando todos sufren una gripe en una epidemia, tú no querías que se te pegara la gripe? ¿Cuándo todos tus amigos que están en la ciudad sufren una suspensión de pagos comercial, a ti no te gustaría tener este dinero asegurado? ¿Cuándo hay un terremoto y se caen todas las casas, tú no querrás que tu casa permanezca derecha y entera? ¿En todas esta cosas por qué no envidias la caída de los demás, y envidias al tema de las diversiones, placeres y del hedonismo?
Hermanos míos, ¡en pie, firmes! ¡Hermanos míos, debemos permanecer derechos, en pie, firmes! Y quedará firme en pie, el que tiene “la paciencia de Cristo” (2 Tes 3,5). ¿Y cuál es la “paciencia de Cristo”? Es la paciencia que nos da el Cristo, la que el mismo tenía también; es decir, ¡la paciencia a la ironías, la paciencia a las amargas calificaciones que nos atribuyen los hombres de mundo presente, pero sobre todo la paciencia a los distintos ataques del maligno, que son los placeres, hedonismo que os dije, los intereses económicos y muchas más cosas!
¡Lo sabéis que la Masonería es exactamente una tentación de este tipo y ahora son muchos los que se adhieren y se apegan a ella para obtener y tener un beneficio social, una proyección profesional, el triunfo y los axiomas o cargos! ¿Lo conocíais esto? Por tanto, la Masonería es una tentación. El decir, ese no a la Masonería, que te llama a incorporarte a sus órdenes, es un heroísmo y muestra tu conocimiento y relación personal con Cristo. Que no te moleste si no subes profesionalmente, que no te moleste si te boicotean y te aíslan económicamente y te crean problemas; una cosa tiene importancia, no te atormentes y digas: ¿Y cómo obtendré cargos, y cómo obtendré posiciones, relaciones y proyección profesional y promoción pública, mundana o cósmica? ¡Todas estas cosas, amigos míos, son basura! Si realmente conozco a Cristo, diré: “¡A vosotros y a vuestras proposiciones y premisas por mí como si se hicieran cenizas o que se hagan cenizas, que se hagan basura, porque sois así de este tipo de basura! Yo no niego a mi Señor, me quedo firme, en pie; prefiero mil veces morir en el sillón”
Trasmito exactamente una frase que una vez dijeron los Masones a una persona de la Iglesia, en san Panteleimón de Arguirócastro del Epíro Norte: “Morirás al sillón”. Y él respondió: ¡“Prefiero morir al sillón”! Y efectivamente, murió al sillón…
¡Lo que el mundo ofrece, amigos míos, es basura! El apóstol Pablo las entendió estas cosas, las vio, porque conoció la persona de Cristo. Y cuando conoció a Cristo, dijo: “Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo” (Fil 3,8).
«He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes (el tesoro de la verdad y de la fe), para que ninguno tome tu corona (de tu victoria)» (Ap 3,11).
Ahora viene el Señor a dar la tercera promesa –recompensa al obispo de Filadelfia, que ha mostrado tanta acción en “misión santa” ἱεραποστολή y paciencia. Es una corona de vida, y ella es todo el beneficio y sueldo en la vida futura.
Dice el libro del Apocalipsis: “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón o sueldo conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra” (Ap 22,12)
Y en el evangelio según Juan, el Señor dijo: “Ya el que siega este campo recibe salario, se alegra y goza porque recoge fruto para la vida eterna, de modo que el sembrador se alegra y goza igual que el segador. [36. Y el que siega en este campo espiritual, recibe su salario por el Señor y se alegra viendo su cosecha espiritual no sólo ahora aquí sino también en la vida futura, la eterna. Porque está llamando y reuniendo hombres para la vida eterna. Así también por la siembra espiritual que se hace ahora, yo el sembrador me alegro junto con vosotros que segaréis.] (Jn 4,36).
El Señor viene pronto, rápidamente. El final del cansancio y del calor bochornoso del día de la vida está tan cerca para cada uno de nosotros, pero también el final de la Historia parece que no tarda.
“Retén lo que tienes”, guárdalo bien esto que tienes. ¿Qué tenía el obispo de Filadelfia? Tenía fe, la buena confesión y la obra de “misión santa o apostólica” ἱεραποστολή.
“Retén lo que tienes”. Con este verbo potente, “retener”, quiere recordar al obispo que era posible que perdiera aquello que había trabajado. “¡Retenlo bien, no lo pierdas!” ¿Y sabéis cuál es lo que nos hace perder lo que hemos trabajado? Es la falta de cuidado, falta de atención o nipsis y la negligencia.
Por eso apunta el Evangelista Juan en su segunda epístola versículo 8: “Estaos en alerta y mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, para que recibáis la recompensa o sueldo completo.
¡Veis cómo nos avisa el Espíritu Santo por los escritos del evangelista Juan! ¡Que tengamos cuidado a no perder estas cosas que hemos trabajado!
Y ahora nos dice, “para que ninguno tome tu corona”. Esto que dice ahora recuerda el estadio de los atletas, que, como es sabido, es coronado sólo el primero, no los demás. Pero aquí en el reinado de la Realeza increada de Dios las cosas no son así. En el reinado de la Realeza increada de Dios se corona el primero, el segundo y el enésimo hasta el último; todos son coronados. Es decir, también Pablo es coronado, y un simple Santo y un simple luchador. Atención: ¡todos son coronados, el primero y el último!
Además esto manifiesta también la parábola de los “trabajadores asalariados”, os acordaréis de ella en el Evangelio.
Un señor, el jefe, salió a contratar trabajadores. Salió por las plazas y los dijo” “¿Tenéis trabajo?” “No”. ·Por tanto id a mi vid a trabajar, y ¿cuánto queréis cobrar?” “Un denario”
A las nueve de la mañana el señor salió otra vez a la plaza y encontró otros obreros y le dijo: “¿Tenéis trabajo, quizá os ha contratado alguien?” “No”. “Pues, iros a mi vid y lo que es justo os lo daré”. Al mediodía, a las doce y a las tres de la tarde hizo lo mismo.
Por la tarde a las cinco, una hora antes de la puesta del sol, es decir, una hora antes que acabara la jornada laboral, otra vez encontró obreros en el ágora y les dijo también a estos: “Id vosotros también a mi terreno, y lo que es justos lo recibiréis”.
Después cuando fue a pagarlos, pagó a todos el mismo salario. Sobre todo comenzó a pagar por los últimos, dándoles el mismo dinero que había quedado de acuerdo con los primeros.
Los primeros cuando vieron que daba el mismo salario que ellos también a los últimos, dijeron en su interior: “Eh, ahora nosotros nos dará más”; sin embargo cobraron lo mismo que los otros.
Aquellos protestaron, y dijeron: “Nosotros hemos sufrido tanto cansancio y el calor bochornoso de todo el día, ¿y nos pagas lo mismo?…”
Sobre el “calor bochornoso” hemos hablado otra vez; es el cansancio, el esfuerzo de la vida espiritual en nuestra vida.
Y les dijo el señor de la vid: “Amigos míos, lo que he quedado de acuerdo con vosotros eso os doy, si yo quiero dar el mismo jornal también a los últimos, ¿a vosotros qué os importa? Si vuestros ojos son viles y mal astutos, YoSoY bondadoso; Yo pago lo que pienso y quiero. El dinero es mío, ¿o es que no tengo el derecho de manejar mis cosas como yo quiero? (Mt 20,16).
¿Sabéis lo que significa esta parábola? Aunque sea apóstol Pablo, y yo sea uno que apenas soy justo salvado, entro en el reinado de la Realeza increada de Dios. Pablo y yo que apenas me he salvado tomamos el mismo jornal o salario, que se llama Realeza increada de Dios. El salario es el mismo para todos.
¿Pero por qué aquí dice “ten cuidado que no se te lleve la corona otro”? ¿Qué significa esto? ¿Quizás existía realmente el peligro para el obispo de Filadelfia perder su corona?
En principio debemos decir lo siguiente: El obispo aquí en la tierra peligra de algo, igual que todo Cristiano: peligra de cansarse en la vida espiritual, caer y apartarse, al contrario que otro que con las mismas tentaciones podía resistir firmemente.
Por tanto, vemos realmente que existe el peligro de cansarnos. ¡De verdad, cuántos son realmente aquellos que se cansaron, y deben ser reforzados por los otros, porque peligran quedar en la calle!
Pero también es otra cosa, que debemos tener cuidado. Tal como sabréis, los que entrarán en el reinado de la Realeza increada de Dios serán muy felices. Sólo una razón habrá que los hará estar entristeciendo. ¿Sabéis cuál? ¡El porqué no trabajaron más en la vida presente, para tener más doxa-gloria (luz increada) en la Realeza increada de Dios!
Nos lo dice el mismo logos de Dios: “la luz de una estrella es diferente de la otra estrella” (1 Cor 15,41). Y si por un lado la parábola de los asalariados obreros contratados todos tendrán el mismo salario, es decir, habrán entrado al reinado de la Realeza increada de Dios, pero dentro de la Realeza increada de Dios las cosas se gradúan, se escalonan.
¿Y esto por qué? ¿Es posible que alguna vez que yo me salve y entre en la Realeza increada de Dios último y estar al lado del apóstol Pablo con la misma doxa (luz increada)? ¿Es posible esto….? También es cuestión de justicia. Lo inverso decimos también para el infierno: ¿es posible que yo, que simplemente decía mentiras en mi vida, bebía alguna copa de vino y de vez en cuanto me emborrachaba, no molestaba ninguna persona, y pueda entrar al Infierno y ser infernado igual que un Anás y Caifás o un Nerón? ¿Es posible esto?… ¿Aquí no es también cuestión de justicia?
En efecto así, amigos míos, en la Realeza increada de Dios habrá un escalonamiento, graduación, porque “una estrella difiere la otra en doxa-gloria, luz”.
¿Pero por qué existe esta diferencia? Quizá diga alguno: “¿Así que… hay clases también en la Realeza increada de Dios? Explico: Todos sentamos en la grada de un teatro antiguo. La escena está delante de nosotros. Los actores actúan. Tal y como está el plano en los antiguos teatros, de la forma de cono, todos ven bien por igual. Ven bien y oyen bien, en cualquier punto que estén, sea que estén abajo, al medio o arriba, ven y oyen muy bien, porque el sonido se transmite a todas partes el mismo, porque el plano del teatro está hecho así de esta manera. Pero los espectadores se diferencian en algo; en la formación que tienen para entender la obra que se está realizando; uno si es de enseñanza básica, otro superior de bachillerato y otro de universidad.
Ahora decidme; ¿no entenderán la obra de distinta manera cada uno según su formación y estudios? Obviamente que sí. Eh, pues, esto sucede, amigos míos, también en el reinado de la Realeza increada de Dios.
Sabéis que cuando decimos que hay diferenciación o diferencia de doxa, damos a entender que habrá más y más profunda θεωρία zeoría contemplación espiritual y gnosis increada de la persona de Cristo. El apóstol Pablo estará profundizando más a la persona de Cristo cuando le estará viendo, y estará tomando mayor felicidad, bienaventuranza y más gnosis increada que yo que profundizo menos en la persona de Cristo cuando le veo, y estaré tomando y recibiendo menos doxa, es decir, menos bienaventuranza. Eso es.
Por tanto decidme, si realmente amáis la doxa (luz increada) de Dios, ¿no tendríais envidia? Es la única pena, tristeza que tendrán los Santos en el reinado de la Realeza increada de Dios. “¡Ay, por qué no habría trabajado mucho más en la vida presente!…”
Y ahora amigos míos, vamos al epílogo de la epístola.
« Al que venciere (las tentaciones del pecado y la tribulaciones de las persecuciones), yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo» (Ap 3,12).
La frase “al que venciere…” es un estribillo o epodo en cada epístola en su epílogo. ¡Este que vence. El vencedor!
El Cristo quiere vencedores de la vida, igual de vencedor era también el mismo. Y el vencedor es hombre dinámico, y no hombre pasivo y estático, como por costumbre acusan a los verdaderos Cristianos los de afuera.
Napoleón Lapaziotis, un poeta nuestro, en una de sus colecciones de poemas describe en un poema: “Los vencidos de la vida”. Os leo la fracción de su poema:
“Y nosotros por la mañana comenzamos a movernos
apenas el campo se había puesto rojo
con ojos que los alumbraba la alegría
y todos fuertes, bien plantados y decididos
-pero por la media noche habíamos vuelto
con las alas llenas de sangre…”
¡Al final este pobre Napoleón Lapaziotis, una vez que se ha marchado del Vencedor de la vida, el Jesús Cristo, se suicidó!
De este tipo vencidos de la vida, amados míos, tenemos falanges y ejércitos enteros en nuestras vidas, exactamente porque han negado a Cristo. Los jóvenes por las drogas, los vagos holgazanes jóvenes, los jóvenes abandonados sin protección alguna, ¿no son los vencidos de la vida? Los jóvenes que siguen los derroches, los placeres, las prodigueces y el hedonismo, ¿no son los vencidos de la vida?
“Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí”, no le alejaré jamás de esta posición.
Aquí tenemos una icona-imagen muy característica, que muestra que el fiel y vencedor se hará columna del templo de Dios.
En principio la imagen de “columna” tiene relación con el epígrafe de la epístola, donde el Señor habla sobre “la llave y la puerta”, diciendo que él es “el que tiene la llave de David” (Ap 3,7) y después “he puesto delante de ti una puerta abierta” (Ap 3,8). Pero las llaves y la puerta indican edificio; por lo tanto, ya que habla de edificio, entonces habla también de columna.
La Filadelfia, como sabrán, estaba construida encima de una tierra volcánica, y había sufrido muchos terremotos. ¡En uno de ellos que sufrió el año 17 dC y era terrible, se había derrumbado toda la ciudad! Por consiguiente la imagen de la “columna”, que se contiene en una epístola enviada a una región volcánica, es muy expresiva, y muestra que, aunque el terremoto de la increencia y de la variedad del pecado aniquila todo, el vencedor Cristo es la verdadera columna y no cae por las tentaciones.
Pero, como incluso aquí se refiere que la columna está en el templo de Dios, debemos entender el templo de Salomón, que tenía dos columnas de cobre introducidas al pronaós, es decir, a la entrada del templo, que eran también las únicas columnas en el templo. Eran de cobre condesado, la altura de estas era de 9 metros más o menos y el perímetro de siete metros o si quieren el diámetro de estos era de 2,33 metros. Estos datos los encontramos en el libro tercero de Reyes versículos 3 hasta 9.
Esta imagen de las columnas del templo daba la absoluta seguridad sobre el sostenimiento fuerte del templo de Salomón. Así también aquí, la columna es el símbolo de la imperturbable estabilidad, pero también del sitio sobresaliente de los auténticos fieles, y manifiesta lo intransigente y la firmeza de la fe y de la virtud de ellos para siempre. ¡Ellos no caen nunca, son columnas!
Dice aún que esta columna no saldrá fuera nunca. Realmente, puesto que es imposible ser quitada la columna de un edificio sin que ella sufra daños, y ya que aquí el edificio es el templo de Dios, que se entiende que nunca se derrumba, entonces concluimos que esta columna permanece en su sitio siempre inalterada. Esto significa que el Cristiano fiel permanece in-cambiable, inalterable e imperturbable en una posición sobresaliente.
Pero debo de deciros que el templo de Dios no se debe tomar literalmente. Si tenemos en cuenta el capítulo 21º del libro del Apocalipsis, versículo 22, donde el Evangelista habla sobre nueva Jerusalén que baja del cielo, allí en la nueva Jerusalén no hay templo. Debemos, pues, entender aquí que es icónico o simbólico, es una icona-imagen, una escena que indica que, ¡el Dios habita en Su Iglesia, es decir, el fiel se hace residente de Dios!
Sigue la anunciación del triple registro de los nombres de los fieles. Este registro se hará a la columna, o de otra manera, a la frente del fiel. Dice: «y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo» (Ap 3,12).
En la antigüedad había la costumbre los señores marcar el nombre de sus esclavos, unas veces con un hierro quemado, a la frente o a la espalda, de modo que no pudieran escaparse, y si esto sucedía, para que su señor los podía encontrar.
Incluso el padre natural da su nombre a sus hijos. Yo me llamo Atanasio Mitilineos, este es mi apellido, es decir, he tomado el nombre de mi padre. Por tanto, mi padre natural ha puesto sobre mí su nombre, de modo que pueda decir: “éste es mi hijo”. El cónyuge también da su apellido a su esposa. Cuando la chica se casa, cambia su apellido y toma el apellido de su marido. Pero también el dueño pone su nombre sobre sus animales, en los objetos incluso en los sitios, en los terrenos, etc.
Por consiguiente, el registro del nombre señala al dueño y su posesión. ¿Así que cuando Cristo pone nombres sobre el fiel, esto significa que el fiel pertenece a Dios!
Por tanto, Cristo poniendo aquí un triple nombre al fiel, quiere expresar las siguientes cosas:
Primero, cuando dice que “Y escribiré el nombre de mi Dios”, quiere expresar que el fiel pertenece a su dueño, a Dios, de que es hombre de Dios.
Segundo, cuando dice que “Y escribiré sobre él… el nombre de la ciudad de mi Dios, de la nueva Jerusalén, o baja desde el cielo de mi Dios”, quiere decir que el fiel es ciudadano de la ciudad la que nombra. Es decir, el fiel toma el nombre de la cuidad de la que es ciudadano, y así es hombre de la nueva Jerusalén, el hombre del reinado de la Realeza increada de Dios.
Y tercero, cuando dice que “Y escribiré sobre él… mi nombre nuevo”, quiere expresar que el fiel recibirá el nuevo nombre de Cristo. Primero dice “de Dios”, después “de la Realeza de Dios”, en cambio ahora “mi nuevo nombre”.
Pero cuál es este “nuevo nombre” de Cristo?
Quizás se trata del nombre Λόγος Logos. Porque en el mismo libro del Apocalipsis dice sobre Jesús que tiene “un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: el Logos de Dios” (Ap 19, 12-13), es Dios humanizado o hecho hombre, es el “Logos de Dios”.
Pero diréis que nosotros sabemos qué es el nombre Logos de Dios.
Amigos míos, puede ser que digamos Logos de Dios, pero no entendemos muchas cosas. Por supuesto que desde la perspectiva teológica se han escrito tomos enteros dentro en la Historia para explicar el Logos de Dios. Decimos: Padre, Logos, Espíritu. ¿Pero por qué la segunda persona-hipóstasis de la Santa Trinidad se llama Logos? ¡En un nombre misterioso, que quizás en la Realeza increada de Dios se apocaliptará-revelará a los fieles lo qué es y qué significa exactamente: Logos de Dios! Sólo Dios Logos conoce este nombre.
De todos modos esta triple nominación expresa al hombre de Dios, el hombre del reinado de la Realeza increada de Dios, del humanizado o hecho hombre Dios Logos. ¡Qué doxa-gloria, qué honor, que bienaventuranza!…
Amados míos, por una vez más el Señor exhorta, incita a cada uno de nosotros: «El que tiene oído espiritual, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.» Tengamos pues, mucho cuidado y atención a estos carismas grandiosos, que son estos nombres, los nombres supra-celestes. Desapeguémonos ya de la tierra. Tengamos celo a las cosas verdaderas, las fijas, las inmortales y eternas. Hagámonos recipientes excepcionales de Dios, que Su nombre sea escrito encima en nuestras frentes. Y entonces, junto con el apóstol Pablo, diremos: “Tanto si vivimos, como si morimos, pertenecemos al Señor” (Rom 14.8).
Unidad 14 Apocalipsis 3, 14-22. 7ª epístola del Señor: Hacia la Iglesia de Laodicea. Sobre fe tibia
14 Y al ángel de la iglesia en Laodicea, escribe: He aquí, esto dice el Amén, el testigo el fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, (el increado sin principio, y causa y principio de la creación visible e invisible de Dios)
15 Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente!
16 Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te voy a vomitar de mi boca (te reprobaré y te cortaré de mi Iglesia).
17 Porque tú dices (a pesar de tu pobreza espiritual): Yo soy rico (en virtudes), y me he enriquecido (con tesoros espirituales) y de nada tengo necesidad; y no sabes que en realidad tú eres el desgraciado, el miserable, el pobre, el ciego (en el reconocimiento de la verdad) y el desnudo (en obras de virtud).
18 Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego (el espiritual), para enriquecerte (en virtud), y vestiduras blancas para vestirte (en tu psique-alma), y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez (espiritual); y unge tus ojos (de tu psique) con colirio (mi luz increada), para que veas (tu propio estado y el camino que seguirás).
19 Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete y vuelve a la Metania.
20 He aquí, yo estoy de pie a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, y entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo (y nos alegraremos los dos por su retorno y su salvación).
21 Al que venciere, le haré sentarse conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.
22 El que tiene oído espiritual, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Y al ángel de la iglesia de Laodicea, escribe.
Amigos míos, hemos llegado a la séptima epístola del libro del Apocalipsis, la que manda el Señor al obispo de Laodicea. La ciudad de Laodicea se encontraba sudeste de Filadelfia, al este de Éfeso y frente de la ciudad Ierápolis. Esta ciudad se había construido también por Antíoco II, y durante los años del Apocalipsis florecía el comercio y la artesanía. Era famosa aún como el centro médico, y sobre todo en oftalmología. La Iglesia de Laodicea se había constituido por el apóstol Pablo, y posiblemente por el Epafrás, tal y como nos informa en relación la epístola a los Colosenses, pero también en los Hechos (Col 4,13 y 2,1 y Hec 19,10).
Primer obispo de esta ciudad aparece el Arjipos, tal y como leemos en el séptimo libro de los “Mandamientos Apostólicos Z, MC, 143”, pero no sabemos si cuando se mandó la epístola era obispo Arjipos o algún otro, segundo o tercero.
De todas formas la situación espiritual de la ciudad, como también su situación material, parece que tenía impacto y repercusión a la vida de la Iglesia y a su bispo. Es decir, era una ciudad enérgica y movida, vivía una vida materialista, una vida de autosuficiencia, y parece que todas estas cosas tenían sus sellos e influencias en la vida de la Iglesia y del obispo.
Esta epístola es muy bella y rica, pero la epístola más adversa que todo el resto de las epístolas. Sin embargo, combina con admirable severidad y dureza con la ternura.
«He aquí, esto dice el Amén, el testigo el fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, (el increado sin principio, y causa y principio de la creación visible e invisible de Dios)»
Es el preámbulo de la epístola. Contiene cuatro calificaciones y características del mismo Cristo sobre Sí Mismo, que corresponden al contenido de la epístola. Sin embargo, las imágenes-iconas que utiliza el Señor son tomadas de la forma de vida de la ciudad y las ocupaciones de sus ciudadanos. Es decir, como Laodicea era el centro del comercio, por eso el Señor se refiere a su riqueza; porque era centro médico, y sobre todo de oftalmología, se refiere del colirio, y etcétera. De todas formas las tres de estas cuatro calificaciones son relativas con el logos de Cristo, en cambio la cuarta con Su obra.
¡Con la primera calificación o característica que da sobre Sí Mismo el Señor, “el amín”, se califica el mismo Dios! En el libro del Isaías 65,16, tenemos la expresión: “Dios verdadero”, según los Setenta, y “Dios amín” según la traducción de Simako. ¡Pero cuando aquí Jesús dice de Sí Mismo que es el “amín”, esto significa que tiene el título aquello que tiene el Señor, el Yahvé, en el Antiguo Testamento; por consiguiente el Jesús Cristo es el Yahvé!
Habéis visto que os he recalcado muchas veces este punto, que lo encontramos a la Santa Escritura, para que entendáis que es utilizado muy a menudo allí. Es decir, los títulos que se refieren a Yahvé, al Señor del Antiguo Testamento, son atribuidos también a Jesús Cristo.
Lo hago para ayudaros a percibir y entender que los Testigos de Jehová, Milenaristas caen en herejía terrible que dice que el Hijo es creación y no es al Yahvé. ¡Por tanto, Jesús Cristo es el Yahvé!
El apóstol Pablo escribe en relación en su 2ª epístola capítulo 1, 19-20 a los Corintios: “Porque el Hijo de Dios, Jesús Cristo, que entre vosotros ha sido predicado por nosotros, no fue sí y no, en Él sólo hubo el sí; porque todas las promesas de Dios tienen su sí en Él y en Él el amín”.
Por tanto, vemos claramente, amigos míos, que realmente Jesús Cristo es el “Amín, el cierto, el verdadero”, el Yahvé, el Señor, el Dios.
Estas dos auto-calificaciones del Señor que siguen, “el mártir el fiel y verdadero”, no son otra cosa más que una explicación de la primera calificación “el amín”, y manifiesta y revela que el Jesús Cristo es el “Cierto”, es el “Fiel”, es el “Verdadero”, exactamente porque es Dios, y cada cosa que dice es correcta, cierta y verdadera, es el “Sí”. No es el “Sí” y el “No”, sino el “Sí”, y siempre es el “Sí” el “Amín”.
Esto es correspondiente con aquello que apunta el apóstol Pablo: “Fiel el Logos y digno de ser recibido por todos”, es fiel el logos de Dios, pero también fiel el Logos, en mayúscula y digno de ser recibido y aceptado plenamente.
Este fiel Dios Logos humanizado o hecho hombre, es el “principio de la creación de Dios”. Esta es la cuarta auto-calificación, que se refiere a la obra de Jesús Cristo y no a Su logos. Os rogaré que tengamos atención a esta auto-calificación del Señor, según la cual el mismo constituye el increado “principio de la creación”, como dice.
Cuando el Señor dice “YoSoY el principio de la creación de Dios”, esta auto-calificación manifiesta Su obra, como dijimos, la cual no se limita sólo a la constitución de la Iglesia, sino que se extiende también a la formación de toda la creación, sea visible sea invisible creada.
Por supuesto que, algunos aquí que conocen Eclesiología me rectificarían diciendo que todo lo que se ha creado, sea visible sea invisible, se hará Iglesia. Pero yo os lo dije así para que lo entendáis mejor.
El evangelio según Juan se refiere sobre el Señor, el Jesús Cristo, lo siguiente: “Todo se hizo por Él, nada se hizo sin Él de todo lo creado” (Jn 1,3). Es decir, todo, incluso hasta la última piedra, la última célula, el último electrono, todo se hizo por Dios Logos, y sin el Logos nada se hizo de todo lo que se ha creado. ¡Por lo tanto es el Demiurgo de todo!
La palabra ἀρχή arjí –“YoSoY el principio de la creación”- no significa, según la interpretación arriana, el comienzo de la creación, es decir, esto con el que comenzó la creación, sino que significa “el soberano increado y causa iniciadora por el que se ha creado todo” como muy bien interpreta san Andrés de Kesarea. Es decir, el Cristo es por el que se ha creado, construido y formado todo, toda la creación; es el Principio Creador. No es el objeto, sino el sujeto –por decíroslo también así sintácticamente. No es aquella creación que fue creada primera de Dios, tal como lo interpretan los arrianos, el Arrio.
{ALFAωMEGA GRAN LÉXICO ORTODOXO HELÉNICO-ESPAÑOL
- Αρχή arjí, principio, comienzo, inicio//fuente, origen//ética: principio, máxima, norma//ciencia: postulado, principio// poder o gobierno: autoridad, por ejemplo, desacato a la autoridad
Génesis: Ἐν ἀρχῇ-en arjí-en o dentro de el o junto con el principio creó Dios el cielo y la tierra. Ἐν ἀρχῇ ἐποίησεν ὁ Θεὸς τὸν οὐρανὸν καὶ τὴν γῆν.
Y más abajo: “Hágase” que es el Logos increado
Evangelio san Juan: «1 Ἐν ἀρχῇ ἦν ὁ Λόγος… (en arjí in o logos)… “Ἐν ἀρχῇ-en arjí-en, dentro del o junto con el principio (Espíritu Santo) 1 En o junto con el principio el Logos era, es y será eterna e infinitamente; https://www.logosortodoxo.com/
IJuan 1,1 El que siempre es y será eterna e infinitamente (Logos) desde el principio… Α Ιω. 1,1 Ὅ ἧν ἀπ᾿ ἀρχῆς…
Ἐν ἀρχῇ-en arjí- ES SÓLIKO, es decir asintáctico y agramatical, y a expensas lo ponen los divinos escritores no son errores gramaticales o asintacticos como dicen los occidentales…
Y este: Ἐν ἀρχῇ-en arjí-… se refiere al Espíritu Santo, según los Santos Padres helénicos
(ver termino sóliko aquí“Gran léxico AlfaΩmegA”, hecho por nosotros, está en declinación dativa que en español no hay declinaciones, en sintaxis correcta debería ser: “Εις τήν άρχήν… Ver también aquí: Υποστατική Αρχή, hipostatikí arjí Principio Hipostático}
¡Y no olvidemos, amigos míos, que Arrio no ha muerto! Y no murió Arrio porque no murió el Diablo. ¡Y el Diablo quiere tergiversar, ofender y atacar la deidad de Jesús Cristo, porque con Su naturaleza humana, el Jesús fue y quedó como el terrible adversario y la condena terrible del diablo por los siglos de los siglos! Y así el Diablo intenta de cualquier manera a atacar, tergiversar y ofender la deidad de Jesús.
Por consiguiente, amigos míos, Jesús Cristo no es principio, -o sea, como objeto- la primera cosa que ha construido, creado Dios- porque el verbo κτίζω ktisllso construyo, edifico, quiere decir que creo algo que es de mi esencia. Por tanto, no es el Jesús Cristo el “objeto principio de la creación” con este sentido, sino que es el sujeto, es el que edifica, crea, es el Principio increado (causa increada) de todas las cosas que se han hecho. ¿Lo han percibido y entendido?
Y si lo quieren, este punto es la “piedra angular” por la que se juzga la enseñanza arriana. Este es el punto básico por el que proyectó su enseñanza Arrio, es decir, el Diablo. Y los Padres machacaron a Arrio, es decir, al Diablo.
¡Y como os dije, el Arrianismo existe siempre, y no morirá, porque el Diablo no ha muerto!
Hoy en día, amigos míos, Europa es Arriana. ¿Lo conocíais esto? Muy bien lo escribe y lo demuestra esto el padre Justino Pópovits (ahora Santo), en su libro Ἄνθρωπος anzropos hombre y καί Θεάνθρωπος Zeánzropos DIOS-HOMBRE (Pag 133-144). Tiene un capítulo un estudio especial que se refiere a la Europa arrianizante. Y ahora que hemos entrado al Mercado Común CEE, y no sé qué más, entendéis que todo ya será común. Es decir, nos vendrá aquí en Grecia la increencia de Europa, también el Arrianismo de Europa, y poco a poco comenzaremos también nosotros a pensar así; estaremos viendo a Cristo como un reformador importante, pero no como Θεάνθρωπος Zeánzropos DIOS-HOMBRE. ¡Esto es horrible, tremendo! (Homilia de 1981, hoy en día 2019, esta profecía como muchas más del padre y profeta Atanasio se va realizando con creces, a extremos inimaginables).
Por tanto el Cristo es “el principio (increado) de la creación de Dios” es el Principio (increado) que lo crea todo, en Él está el principio de todo, es decir, todo remonta su principio en Jesús Cristo, es decir, es el Principio increado Creador.
El apóstol Pablo en su epístola a los Colosenses muy acertadamente dice: “Porque en él (Jesús Cristo) fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten” (Col 1, 16-17). ¡Dios lo que hace lo hace el mismo y para Sí Mismo; y cuando dice todo, se entiende todas las cosas y creaciones sin excepción! ¿Cómo pues, algunos dicen que es creación?… Si fuera creado, estaría contenido e incluido en estas.
¡Éste es el Jesús Cristo! ¡Y cuando hacemos nuestra oración al humanizado o encarnado Dios Logos, debe sobrecogernos temor! ¡El Señor de las estrellas!… ¡el Señor de los ángeles!… ¡El Señor de todos!….. ¡Ωoh!… una cosa grandiosa, enorme! ¡Sería feliz, si alguna vez se hace conciencia vuestra lo qué y quién es Jesús Cristo!
Por tanto, con estas cuatro calificaciones o características, cierra en preámbulo de la epístola y revela que aquel que hablará más abajo en la epístola es el omnipotente Dios, y lo que dice es cierto y verdadero, ya que Él es el Demiurgo-Creador y Señor de todo.
Y ahora venimos al tema principal de la epístola; el Señor se dirige hacia el obispo de Laodicea y le dice:
«Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te voy a vomitar de mi boca (te reprobaré y te cortaré de mi Iglesia). » (Ap 3, 15-16).
Un escritor extranjero dice que en estos versículos tenemos “grandes logos de trama clásica y de verdad emocional psíquica” (Wilhelm Bousset). Realmente, amados míos, como veremos a continuación, estos logos son de gran y profundo suspiro.
¿Quién es el frío? Es aquel en el que se ha enfriado la fe y la agapi. Es el que “está privado de la energía increada del Espíritu Santo”, el hombre congelado, como dice san Arezas de Kesaria. (En el Apocalipsis del amado evangelista J.P.Migne, P.G., Tom 106, cap. 9, pag 561C.)
¿Y quién es el caliente? Tal como dice el apóstol Pablo en su epístola a los Romanos, ¡el caliente es “el ferviente en el Espíritu” (Rom 12,11), el que tiene espíritu ardiente, abrasador! ¡Hierve su espíritu!… hierve!. Pero el obispo de Laodicea no era ni frío ni ferviente, sino tibio.
¿Si acaso, es posible que sea degradada la espiritualidad del fiel, y de caliente volverse tibia? ¿Es posible que uno saborear a Cristo y después comportarse como si no le ha saboreado nunca, y darle las espaldas y preferir estar amando las cosas del mundo y al mundo, amoríos con el mundo?
Parece ser, amigos míos, que es posible. La mayoría de los Cristianos, por lo menos de los contemporáneos Cristianos, son de esta clase y están en esta situación. ¡Es trágico! ¡La mayoría de los Cristianos no son ni fríos, ni caliente, sino tibios!
Se trata, pues, sobre una clase de Cristianos, desgraciadamente muy grande, que, como dice el profeta Elías, “están cojos por los dos pies” (III Re 18,21). Viven la psicología de Israel que con la facilidad que venían a adorar a Dios, con la misma facilidad se dirigían también a los falsos dioses para adorarlos también aquellos de la misma manera.
En esta clase de fieles, los fieles tibios, Dios y el mundo, Cristo y Belial, tal como dice el apóstol Pablo (2 Cor 6,15), verdad y mentira, pueden coexistir y conciliarse. Y lo peor: ¡estos hombres que pueden vivir en estos dos mundos, de Dios y de Satanás, de la verdad y de la mentira, a la vez pueden tener también una gran idea sobre sí mismos, sobre su religiosidad! ¡Creen que son muy importantes y muy bien posicionados y hasta dan clases!
Recalcamos anteriormente, amigos míos, que son muchos estos Cristianos, desgraciadamente. El esfuerzo pastoral de nuestra Iglesia sobre estos, os aseguro, es dificilísimo. ¡Si les decís que estudien la Santa Escritura, te dicen que la saben! ¡Si les dices si van a la Iglesia, te dicen que son mejores de muchos que van a la Iglesia! Si les dices de vida espiritual, te responderán que ya están en este estado y situación y no tienen que cambiar nada de lo que tienen. ¡Qué hombres más desgraciados! Su egoísmo, amigos míos, se levanta ante ellos como una muralla sínica que no permite ninguna alteración por la divina jaris (gracia, energía increada) en el interior de sus corazones. ¡Nada de nada! Impiden a Dios a influir y surtir efecto en sus corazones, alterarlos, convertirlos y hacerse hombres con reconocimiento y con autognosis-autoconocimiento. ¡Los tipos tibios, incapaces de hacer subir un grado el termómetro de sus vidas espirituales, además creen que son los mejores de todos los hombres y los mejores Cristianos!
Pero viene hacia ellos la expresión paradójica del Señor, para decirlos: “No eres frío ni caliente, sino que eres tibio. ¡Ojalá fueses frío o caliente!“ Realmente manifestación extraña, rara del Señor: ¡“Ojalá fueses frío o caliente””
Es paradójica esta expresión del Señor hacia el obispo de Laodicea, porque el frío o helado está más alejado del ardiente, en cambio el tibio está más cerca del ardiente; ¡Por qué, pues, el Señor prefiere al helado y no al tibio?
El saber y la experiencia sobre esto, amigos míos, demuestra que el hombre religiosamente frío puede arrepentirse, volver a la metania, puede alterarse su corazón y hacerse un hombre calurosísimo. En algún momento, en alguna parte de su vida, un acontecimiento, le hace recibir una pequeña alteración por la jaris de Dios, de la “derecha del Altísimo” (Sal 76,11), y cambia, se hace hombre caliente. Y uno le ve, este que ayer era inmoral, hoy está puro, auténtico; ayer que se reía de la Fe, hoy tiene gran devoción; ayer que vivía como cerdo, hoy está limpio y bañado. ¿Qué ha sucedido? ¡Volvió a la metania, se arrepintió!
¡Cuántos casos así de este tipo tenemos, amigos míos! Acordaos del ladrón en la Crucifixión, de helado se hizo ardiente. Al principio aquel se burlaba del Señor. Y los dos ladrones se burlaban, como sabéis. No es un error, cuando aquí el evangelista Juan dice que dos ladrones co-crucificados con Cristo “se burlaban de Él”, en cambio el evangelista Luca nos dice que uno decía “acuérdate de mí Señor” (L 23,42), etcétera. No es un error, porque inicialmente los dos se burlaban del Señor. Pero en algún momento se hizo una revolución en el interior de la psique de uno de los ladrones; pero no de los dos. Cuando vio que el Señor perdona Sus verdugos que lo crucifican, cuando vio que el Señor no insulta y cuando vio Su clemencia sobre la cruz, se alteró, cambió bruscamente, y de frío, helado tomó un hervor su psique, y dijo al otro ladrón: “¿A quién insultas? ¿Al Santo… al Justo?… ¿si acaso somos lo mismo? Nosotros somos dignos de muerte, no Él”. Y giró suplicando hacia al Señor y Le dijo: “¡Señor, acuérdate de mí en el reinado de Tu realeza increada!”
¡Desde frío, helado, de repente se hizo sol candente, y entró primero en el Paraíso! Esto, amigos míos, lo demuestra hasta la psicología también. Al contrario, el tibio permanece siempre tibio, se queda siempre como aquel que no se mueve de su sitio, porque tiene esta gran idea de sí mismo, tal como decíamos anteriormente.
¿Y a qué se debe esto? Lo resume muy bien san Andrés de Kesarea y dice: «El hombre que no ha saboreado la Fe, por un momento algo se hace, algo sucede, saborea un poquito, saborea un poco de la Fe e inmediatamente dice: “¡Esto es lo que buscaba!”, y se calienta. Pero este que alguna vez que se ha calentado por el Bautismo, en algún momento se ha enfriado, y por pereza espiritual se descuidó de sí mismo –¡de esta que padecemos todos!- y una vez que ha observado algo feo dentro en la fe existente, o sea, algo de las cosas que suceden en la Iglesia, escándalos, etc., entonces ha abandonado la esperanza de sanarse y salvarse. Y dijo aburrido: ¡eh, qué más da, no pasa nada… estaba junto con los sacerdotes, y los he visto y conocido! ¡He aquí este cura no cree nada, aquel hace esto, el otro así, qué más da… no hay nada!». O sea que así mantiene una forma de religiosidad, de tibieza y nada más. (En el Apocalipsis del Apóstol y Evangelista Juan Teólogo, J.P. Migne, P.G. tomo 106 Logos C, cap 9. Pag 249).
Después de esta situación, como el tibio no tiene ganas volver a empezar en su vida para recalentarse, comienza a observar expresamente posibles cosas feas, queda sometido por lo que sucede, corta sus esperanzas y así se seca. Este se ha cortado a sí mismo, no tiene esperanza de sanarse y salvarse. Es terrible. Por tanto, tengamos mucho cuidado, porque la primera causa de la tibieza es la acedia pereza espiritual, la desgana y la mortificación espiritual, la pereza.
Ahora viene el Señor a revelar una falsa sensación, un sentimiento falso y un autoengaño al obispo de Laodicea. ¡Ah, si tuviéramos al Señor cerca nuestro –por supuesto que Le tenemos, si leemos la Escritura, si oímos Su logos- para sacarnos de los autoengaños y las falsas ilusiones, sensaciones! ¡Pensamos, creemos que…! Pero no somos lo que pensamos, no somos esto que debemos ser.
Viene, pues, el Señor a sacar del mundo de los autoengaños y de las falsas ilusiones y sensaciones al obispo de Laodicea, y le dice: «Porque tú dices de ti (a pesar de tu pobreza espiritual): Yo soy rico (en virtudes), y me he enriquecido (con tesoros espirituales) o, y de nada tengo necesidad» (Ap 3,17).
Por supuesto que esto lo dice con sentido espiritual; pero siempre bajo la influencia de las características de la ciudad, que era rica, porque tenían talleres de artesanía y movimiento comercial, e infligió su sello a la vida del obispo y a la vida de sus Cristianos. Además, esto se hace también hoy en día, que desgraciadamente no estamos fuera de la influencia de la situación actual que existe. ¿Veis? El índice de precios sube y baja, baja y sube la lira, el dólar, el oro etcétera. ¡Regulamos nuestra vida… y nuestra fe según!
Y continua el Señor: «y no sabes que en realidad tú eres un desgraciado, un miserable, un pobre, un ciego (en el reconocimiento de la verdad) y desnudo (en obras de virtud)» (Ap 3,17). ¡Terrible, tremenda apocálipsis-revelación!
Pensad por un momento, amigos míos, que aquí ahora que estoy sentado en la mesa, que uno sea profeta, y me diga: “¿Qué haces sentado y hablas, páter mío, aquí ahora?… Yo te diré quién eres: ¡eres pobre, miserable, desnudo y ciego!” Y así será creído éste cuando revele también más cosas mías. ¡Entonces cómo me quedaré delante de vosotros! Pero mejor pensemos todos nosotros cómo quedaremos delante del Señor. Esto es lo que nos debe importar, amados míos.
De todos modos, mientras creemos que somos algo, viene el Dios a revelar quién es el pragmático, el real sí mismo nuestro. Por eso tengamos prisa en describir nuestro sí mismo antes de que nos lo revele el Señor, y sobre todo delante de los hombres el día del Jucio-Krisis.
Sobre todo es característico este logos que dice el obispo de sí mismo que “yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad”. Amigos míos, no sólo a nivel espiritual uno no debe decir esto, sino ni siquiera a nivel material. Cuántos ricos lo dicen esto… “¡Me he enriquecido y no tengo necesidad de nadie!”. Es la psicología del necio, presumido y vanidoso, del hombre que esencialmente sin comunión, insociable, que siente que no tiene la necesidad de sus semejantes, de su prójimo.
Desgraciado… sólo con un dolor de barriga que te suceda, saldrás de la ventana gritando: “¡Hombres, venid a salvarme!”… ¡Y después dices que no tienes necesidad de nadie, pobre y desgraciado hombre!… Eres un hombre insociable, sin comunión no tienes en tu interior el sentido y sentimiento de comunión, de sociabilidad, eres un incurable egoísta y ególatra, si dices me he enriquecido y no tengo necesidad de nadie”.
¿Y qué se debe hacer? Lo recalcamos otras veces también que se requiere mucha autocrítica:
¿Estoy ferviente, caliente; Estoy con “el espíritu ferviente”? (Rom 12,11), “¿Siento los miembros de mi existencia levantados, despiertos?“ (Heb 12,12). ¿Tengo impulsos espirituales y vocaciones? ¿Me conmocionan vivencias, experiencias de la presencia de Dios? ¿Lloro y me lamento por las cosas que están mal dentro en la Iglesia? ¿Me arde el fuego de la “misión santa ἱεραποστολή”?, ¡tal como le quemaba al obispo de Filadelfia, y recibió el elogio por el Señor! ¿Soy hombre de fe, de franqueza y no “hijo del retroceso para la perdición” (Heb 10,39), como dice el apóstol Pablo en su epístola? ¿Amo desde las profundidades de mí ser al Señor, de modo que considere que todo es basura ante Su propia agapi (amor incondicional, energía increada)?
Al contrario: ¿Quizás sea frío? ¿Quizás, como dice san Areza, estoy “privado de la energía increada del Espíritu Santo”? (Id: J.P. Migne, P.G. tomo 106, cap. 9, pag. 561C). ¿Quizá sea una nevera deambulando, vagante de la fe y de la agapi? ¿Quizás he llegado a ser como dice el apóstol Pablo: “estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; indiferente, sin compasión, insociable, individualista, duro, no cariñoso, sin lágrimas y duro como piedra? (Rom 1, 29-31). Y lo peor: quizá he tomado el tema de las situaciones frías y de las calientes -lo que se refiere a la frialdad y al calor- las he mezclado, y lo frio se hizo caliente y lo caliente frío, y finalmente no soy ni frio ni caliente sino tibio?, es decir, no soy nada.
En este versículo de la epístola cinco adjetivos o epítetos acumulados se atribuyen a esta situación de tibieza: “y que no sabes que eres el desgraciado, el miserable, el pobre, el ciego y el desnudo”.
Esta expresión con los adjetivos con artículo – el desgraciado, el miserable, el pobre, el ciego y el desnudo, etc.- confiere, diríamos, una singularidad de desgracia, ceguera, desnudez ,etcétera. “Tú estás ciego, no simplemente ciego; desnudo, no simplemente desnudo”.
Amados míos, nominemos nuestro sí mismo nosotros mismos con nuestra conciencia “desgraciado, para que seamos felices (des-gracia- sin la gracia divina energía increada). Veamos nosotros mismos solos muestra miseria y pobreza, para que diga el Señor aquello “amigo asciende a lo superior” que dice en la admirable parábola de la Gran Cena.
“Si te invita a una cena, dice, vete y siéntate a la última posición”. E irás a la última posición, porque sientes que eres insignificante, de que no eres nada, no padeciendo de sentimientos de inferioridad, porque esto es egoísmo, sino teniendo sentido, sensación y sentimiento real, de que eres nimio, insignificante, miserable y desgraciado. “Y entonces cuando venga el amigo que te ha convidado, te dirá: “Amigo sube más arriba. No es este tu sitio. Ven aquí, este es tu sitio”. Al contrario, dice el Señor en esta parábola de primera llamada como se dice de otra manera, cuando vas y te entronas a la primera posición, te dirá el dueño: “este sitio es para otro”. Y mientras todos estarán sentados tú te levantarás buscando sitio. ¡Pero todos los sitios estarán ocupados e irás a sentarte a la última posición!” (Lc 14, 7-14). Eso es.
Por eso amados míos, veamos por nosotros mismos nuestra miseria y pobreza. Reconozcamos también la ceguera de nuestra psique, y comencemos a ver aquellas cosas que no ven aquellos que dicen que ven. Reconozcamos, aún, nuestra desnudez en santidad, y no digamos que somos santos, y entonces el Cristo nos encubrirá de virtudes que nos dará Su χάρις (jaris, gracia, energía increada). De lo contrario viene la amenaza: “¡te voy vomitar de mi boca!” (Ap 3,16)
Sabéis que si queremos vomitar, bebemos agua tibia, templada, calientita. Por eso, esta epístola es muy bella y acertadísima. Cuando tomamos té templada, tibia o caliente o fría, como la hemos hervido no vomitamos. Lo mismo sucede cuando bebemos agua fría o muy caliente. Pero cuando bebemos agua tibia, entonces nos vendrán nauseas y sentiremos mareo.
Por tanto, el caliente se encuentra en la agapi de Dios; el frío tiene muchas posibilidades de hacerse caliente; pero el que antes era caliente y se ha rebajado su temperatura, éste no tiene ninguna posibilidad, porque vive una psicología de autosuficiencia, de egolatría, arrogancia y presunción. El resultado es la reprobación y el reproche de Cristo
Sin embargo, quedan algunos márgenes de filantropía de Dios. Mirad lo que dice: “te voy a vomitar”. No dice “te vomito”, sino que te voy a vomitar, te vomitaré futuramente, o trataré de vomitarte. Con esta forma de expresión, es como si le dijera: “aún te doy tiempo de restablecer las cosas (apocatástasis)”.
Pero dice también algo más: «Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego (el espiritual), para enriquecerte (en virtud), y vestiduras blancas para vestirte (en tu psique-alma), y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez (espiritual); y unge tus ojos (de tu psique) con colirio (mi luz increada), para que veas (tu propio estado y el camino que seguirás)» (Ap 3, 18).
Realmente todas estas cosas por las que está diciendo el Señor “te aconsejo que las compres de mí”, se encuentran en Cristo. Porque el Cristo es el oro y el tesoro precioso que uno lo encuentra, y vende todo para ir a comprar el terreno al que está escondido este tesoro.
Y el Cristo es la perla preciosa, que uno vende todas las perlas y diamantes anteriores que había comprado, para comprar esta la una y única perla (Mt 13, 44-46 · 22,12)
El Cristo es también la vestidura blanca y la prenda de la boda. Dice en la parábola de las bodas reales: “Eh amigo, ¿cómo entraste aquí, sin estar vestido de boda?…” (Mt 22,12). “Salvador mío veo tu sala de novios adornada, y yo no tengo prenda para entrar en ella” (Exapostelarion del Lunes Santo). Es decir, veo el reinado de Tu realeza increada, -esta es la sala de novios de Cristo- pero no tengo vestimenta, no me he vestido a Ti; porque los que os habéis sido bautizados en Cristo, dice el apóstol Pablo, a Cristo estáis revestidos” (Himno que se salmodia en la fiestas soberanas, en vez del trisagio, y Gálatas 3,17 -Romanos 6,3.
“Ven, pues, a comprar las vestimentas de Mí, para que no circules desnudo y vean tus vergüenzas y se rían y se burlen de ti los hombres”.
¿Pero cuando no tienes a Cristo, te emborrachas y deambulas por las calles y hasta te quitas estas prendas normales, y los hombres se ríen de ti! ¡Cuando no tienes a Cristo y no tienes el criterio de la modestia, vistes los caprichos de la moda y te conviertes en un Payaso y los hombres se ríen de ti! ¡Cuando eres un hombre mayor, y no tienes sentido y sensación que eres de avanzada edad, te pintas, te tiñas el pelo -¡hombres y mujeres se pintan- y te haces un clon, falso, etcétera! Pero cuando tienes la medida de la moderación y de la decencia, cuando tienes a Cristo, entonces no caminas avergonzándote!
El Cristo aún, amigos míos, es Luz increada del mundo; y el que tiene esta Luz, como dice el evangelista Juan, no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida (Jn 8,2), es decir, que tendrá los ojos de su psique-alma sanos y abiertos. Realmente el Cristo es el colirio (fármaco) de los ojos.
¡Pon, hermano mío, el colirio que se llama Cristo, y se te sanarán y abrirán los ojos y estarás viendo! Y cuando tomas en tus manos la Escritura, entonces estarás diciendo: “¡Qué veo!…”. Sí, porque están cayendo las gotas del colirio, es decir, el Cristo viene y te sana y te abre los ojos.
Después de este lenguaje duro y severo del Señor hacia el obispo de Laodicea, viene la explicación sobre el motivo o móvil de la severidad, y dice: «Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, arrepiéntete y vuelve a la Metania». Es decir, yo a los que amo los controlo, pedagogizo (educo e instruyo), por tanto, logra el celo y la metania, o sea que, debes hacerte ardiente, encender tu interior, arrepentirte y vuelvas a la metania.
Por tanto el Señor dice todas estas cosas “a los que ama”; sí, amigos míos. Dice san Andrés de Kesarea: ¡Ωoh, cuánta filantropía, con cuanta bondad está mezclada la inspección, el control!
¡Así que la agapi es el móvil, el resorte que hace al Señor hablar duramente, es la agapi increada de Dios!
¡ Ὤoh, esta agapi increada de Dios!… La agapi de Dios, amigos míos, no es una agapi como la que tenéis a vuestros hijos, que no veis los defectos de ellos para rectificárselos, sino que los acariciáis y servís a sus pazos y justificáis sus ilegalidades y sus pasos torcidos y falsos. Esta es una agapi que te manda al Infierno. El Cristo ama, pero tiene una agapi muy pedagógica, una agapi que edifica para el reinado de la Realeza increada de Dios.
La inspección y la pedagogía son dos instrumentos de levantamiento y de agapi de Dios para el hombre. Por eso el logos de Dios, en la epístola a los Hebreos del apóstol Pablo, da orden y encarga: “y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él; Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad” (Heb 12, 5.10).
El Señor dice pedagogía, que quiere decir, educación, enseñanza e instrucción, y no castigo que muchos creen. ¡Dios no hace sufrir, no castiga, no atormenta sino que pedagogiza, educa e instruye! Y una cosa más: ¿Habéis pegado el hijo del vecino? A vuestro propio hijo pegáis, porque es vuestro hijo. Y si dios no da latigazos, lo hace porque nos acepta como hijos Suyos. Por eso el Señor exhorta al obispo de Laodicea que se arrepienta, vuelva a la metania y muestre el celo por su retorno y rectificación, y le dice: ¡“Ten celo, arrepiéntete y vuelve a la metania”!
Después de la inspección y la justificación del control o examen, se abre una icona-imagen de ternura, de las pocas que tenemos en la Santa Escritura. Se retira el Juez y aparece el Amigo ya con la forma cariñosa y tierna.
«He aquí, yo estoy de pie a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, y entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo (y nos alegraremos los dos por su retorno y su salvación)» (Ap 3,20).
¡Qué belleza!
Estos logos recuerdan, amigos míos, el Cantar de los Cantares en el capítulo 5º, que dice: “Yo dormía, pero mi corazón velaba. Es la voz de mi amado que llama” (Cant 5,2). Mi amado, mi hermano “toca la puerta”. ¡Qué belleza!
“¡He aquí, yo estoy de pie, en la puerta!” ¡En efecto, es que Dios queda de pie delante de la existencia humana y se ocupa de ella!… Dónde están aquellos que afirman cabezudamente y dicen que no es propio a la divina grandeza de Dios a ocuparse con el hombre. ¡Exactamente aquí está la grandeza divina, el que Dios llega hasta el hombre!
“En la puerta y llamo”. La libertad humana de la psique se parece como “puerta”, que permanece cerrada incluso también al mismo Dios, su Creador que es el absoluto dueño de los corazones. ¡Incluso el mismo Dios queda fuera del corazón! ¡Es admirable esto! ¡Uno aquí ve el cómo Dios respeta la libertad humana!… Sólo Cristo toca, llama a la “puerta” de la psique humana; no la transgrede, ni usa la violencia contra la libertad humana.
Sobre todo este “toco, llamo” en tiempo presente, expresa la persistencia de la divina agapi increada.
Dice san Andrés de Kesaria: “Dice el Cristo: mi presencia, es sin violencia, llamo la puerta del corazón de la psique, y aquellos que me abren se encuentran conmigo y yo deleito con ellos” (J.P.Migne, P.G. Tomo 106, Λόγος C, cap.8, σελ. 252 Α.)
“Si uno oye mi voz y abre la puerta…” Aquí se ve que Dios espera la correspondencia humana.
La voz de Cristo, amados míos, la oyen sólo los que son de Cristo, sólo los que tienen intención y voluntad bondadosa; sólo ellos abren con alegría la “puerta” de sus corazones a Jesús Cristo.
“Y entraré a donde está él, y comeré con él y él conmigo”. ¡Qué icona-imagen más bella de familiarización de Dios hacia el hombre!
A pesar de la tibieza del obispo de Laodicea, amigos míos, el Señor habla con esta bella ternura, agapi, cariño y cercanía familiar!
Es la “Cena de la Realeza increada”, que aquí en el mundo presente es el Misterio de la Divina Efjaristía. Y es el mismo logos que dijo el Señor: “el que come mi carne y bebe mi sangre en mí queda y yo en él” (Jn 6,56), es decir, cenaré con él y él conmigo.
Es aún la “Cena de la Realeza” en el fututo siglo, que es la eterna θεωρία zeoría contemplación, visión espiritual de la persona de Cristo.
Y finalmente el epílogo, que cierra no sólo a esta epístola, tan bella, tan fuerte en inspección y ternura, pero también las otras epístolas, es el epílogo general:
«Al que venciere o al vencedor, le haré sentarse conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. El que tiene oído espiritual, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias» (Ap 3, 21-22).
¿Quién es este “vencedor”? Es el que ha vencido al mundo, ha vencido el sí mismo y también ha vencido al Diablo.
Grandioso llamamiento nos hace el Señor, amados míos. El que vence las tres tentaciones, está llamado a sentarse junto con Cristo al trono eterno de Su δόξα doxa (gloria, luz increada) y de Su bienaventuranza según ya el triunfo definitivo de Cristo pero también el triunfo definitivo de los fieles.
Aquí acaba la primera parte del libro del Apocalipsis, con los tres primeros capítulos, donde se describe la visión de Jesús Cristo, del ya glorificado Jesús Cristo, el Cual supervisa toda Su Iglesia, y manda el elogio o censura, crítica sobre lo que se está realizando y existe dentro en la Iglesia, aquellas cosas “las que son” que dice en el prólogo de todo el libro, “aquellas que existen y están”.
Y ahora, desde el 4º capítulo, comienza la segunda parte del libro del Apocalipsis con una apertura hacia el cielo. “He aquí, vi una puerta abierta en el cielo” (Ap 4,1), donde se describen aquellas cosas que se harán, “las que se deben hacer después de estas”, es decir, el futuro de la Historia, pero también el de la Eternidad.
Hermanos míos, a los que sus corazones se entusiasman con el logos de Dios y abren la puerta de sus psiques que las llama el Cristo, están preparados a cenar junto con Él y Él cenará junto con ellos. Son las grandes y magníficas horas de la psique-alma que encuentra a su Señor, y comienza el festejo grande y eterno junto con Él!!! Amín, así sea!!!
Unidad 15. Apocalipsis capítulo 4 Introducción tomo 2 Condiciones para un acercamiento fructuoso al Apocalipsis y la resistencia a la secularización.
Amados míos, la agapi, la filantropía y la tolerancia de nuestro Señor ha permitido que sea oído Su divino logos de nuevo, y no vino el aislamiento y el “hambre de oír logos del Señor” (c.f Am 8,11) para los que no le aceptan, es decir, el cierre del Cielo, de modo que no se oiga Su logos (increado), a causa de nuestra terrible indiferencia y de nuestros pecados no confesados “sin metania”. Por tanto, doxa gracias y gloria al Santo Dios Trinitario, que de nuevo con Su agapi (increada) quiere alimentarnos con Su maná celeste de Su divino logos.
El libro del Apocalipsis muestra la unidad de toda la creación visible e invisible, que el pecado vino a romperla. Pero el Hijo de Dios que se ha humanizado o hecho hombre, vino a restablecer (apocatástasis) esta unidad con la eclesiatización (participación a la Iglesia) de todos, con su reinado de la Realeza increada de Dios, dentro de la cual todas las creaciones estarán disfrutando la bienaventuranza, felicidad de Dios. No nos queda más que “tanto si vivimos, como si estamos moribundos”, estar alabando, agradeciendo y glorificando el santísimo nombre de la Santa Trishipóstata (tres bases substanciales) Deidad, por los siglos de los siglos, amín.
Antes de avanzar al análisis del texto sagrado, sería bueno que nos recordásemos algunas condiciones y requisitos fundamentales para una audiencia (aquí lectura) fructuosa, que producirá frutos espirituales, de modo que no perdamos el tiempo aquí, ni tampoco tener que dar cuentas cuando el Señor nos dirá: ¡Has escuchado mi logos!, ¿por qué no lo has aplicado y cumplido? Por tanto, vamos a referirnos a estas condiciones y requisitos.
Primer requisito: Se debe recalcar que nos hace falta adquirir espíritu de aprendizaje. Es algo que muchas veces lo hemos recalcado, es decir, no creernos que ofrecidas estas homilías tienen el propósito de agradar sólo a los oídos. El propósito de estas homilías es enseñar y revelar-apocaliptar la verdad –la voluntad del Señor- despertar conciencias, inspeccionar, consolar, reforzar y reconsiderar posiciones equivocadas e indicar el camino de la sotiría redención, sanación y salvación y de la Metania. (ver https://www.logosortodoxo.com/μετανοια-metania/).
Segundo requisito: es que lo que vamos a recibir como lección, clase no debe simplemente emocionarnos y entretenernos o quedar al nivel de una gnosis seca, sino que se vaya convirtiendo en vivencia, experiencia, en un cambio y un renacimiento (espiritual). Debe desarrollarse la inquietud esjatológica vivencial, es decir, debemos vivirla en nuestro interior e inquietarnos para el fin de nuestra vida y el fin de la Historia. En el interior de nuestra psique-alma debe instalarse esto, sin que signifique que se marchará el optimismo de la vida o se irá la alegría, porque la alegría es fruto del Espíritu Santo (Gal 5,22). Es decir, no quiero dar a entender que empezaremos a llorar… sino que deberá comenzar instalándose en nuestra psique esta inquietud esjatológica vivencial y vital. No digamos que el Señor “tarda en venir”, que dice la Escritura (Mt 24,48 Lc 12,45) para indicar al obrero malo y los fieles tontos, que dicen que el Señor tarda en venir, o incluso esto que menciona el Apóstol Pedro cuando estarán diciendo los impíos: “¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación” (2 Ped 3,4), es decir, “¡Qué más da…así son los seres humanos; esta es la Historia; una generación viene y otra generación se va; esta es la Historia nada más, ni tuvo principio alguna vez, ni tendrá fin”. No, queridos míos, la Historia tuvo un principio y tendrá un fin. Y el fin está cerca, porque “el Señor está cerca” (Fil 4,5). Así el fiel cuando pone como su objetivo o finalidad el fin de la Historia, es decir, cuando ha puesto en su interior la inquietud esjatológica, entonces no reposa en su vida, entonces no apunta a otros blancos, fines o propósitos, sino que su centro es la Segunda Parusía-Presencia de Cristo.
Tercer requisito: Debemos combatir la curiosidad enfermiza de la gnosis (conocimiento) del futuro por el análisis de las profecías. Como el libro del Apocalipsis es profético, muchas veces puede ser que vengamos aquí para satisfacer esta enfermiza curiosidad nuestra, para saber qué pasará en el futuro.
Ayer me llamó uno de Tesalónica para saber si habrá guerra, porque había oído de un asceta de la Santa Montaña Athos decir algunos males que van a venir, y esta persona es joven. ¡Pues, se inquietó mucho, le poseyó una angustia y tormento, no tenía ganas de trabajar y me llamó por teléfono para preguntarme qué sucederá! Le respondo: “nada, tú trabaja, haz lo que tienes que hacer y nada más”. ¡Muchos hombres, amigos míos, los sobrecoge esta curiosidad o inquietud, realmente enfermiza y miedosa para lo qué sucederá mañana, cuál será el futuro, y buscan, por si acaso, poder descubrir la realidad de mañana por alguna ranura de las profecías!
La profecía, que lo sepamos bien, viene a avisar lo qué sucede siempre dentro en la Historia- ¡siempre!- con el propósito de evitar el engaño. La profecía viene aún a recordar los ésjatos, -no es poca cosa, como antes os decía- para que no perdamos de nuestro horizonte óptico el propósito de la Historia y de nuestra existencia, pero también de nuestra lucha. También viene a consolar los fieles en tiempos difíciles sobre lo que sucederá o lo que sucede, para que no sean sorprendidos por aquellas cosas que sucederán, por las peripecias o aventuras futuras, y así no intimidarse, ni atormentarse y para no caer. Por eso el libro del Apocalipsis por excelencia es un libro consolador y alentador, y en concreto para los días difíciles.
Durante plena guerra y Ocupación alemana, amados míos, salió el Dosier del Apocalipsis –el único que tenemos en la lengua nuevo-helena- que lo escribió y desarrolló un poco el profesor y académico Brasiotis.
Durante la Ocupación alemana, como escribe en su prólogo, un pequeño círculo de hombres estudiaba el libro del Apocalipsis para ser consolados y alentados en aquellos días negros y oscuros, que el futuro era desconocido y no sabíamos qué parirá y qué producirá el día siguiente.
Finalmente, la profecía, amados míos, muestra la victoria, el camino hacia ella que está lleno de luchas y tentaciones terribles. Así que os rogaría que cuando venimos aquí a oír el logos de Dios, escuchar las profecías que se están analizando, no debemos ser áridos y estériles perseguidores de ellas única y exclusivamente para aprender por curiosidad sobre el futuro, sino que percibamos y entendamos cómo debemos manejarnos y posicionarnos frente a lo que existe y a lo que viene, para no caernos y no ser engañados. Además que estas extremidades no han faltado nunca. A menudo los periódicos escriben este tipo de extremidades.
Estamos en 1881; si nos adelantamos al 2000, ¿sabéis cuántos pseudoprofetas vendrán a decirnos que va a suceder esto o aquello? Lo mismo había sucedido, amados míos, cuando llegó la Historia al año 1000 dC. El año 2000 se desmadrará la fantasía de los hombres, porque simplemente es un número redondo. Nos os parezca extraño y raro esto que os voy a decir: No estamos seguros si estamos en la fecha de 1981, porque la fecha que ha nacido el Cristo puede ser que sea desde el 5 a 7 dC, es decir, precedemos sobre 5 a 7 años. Quizás expresamente lo hizo esto la providencia de Dios. El Dios quería oscurecerlo esto, confundirlo y liarlo, única y exclusivamente para que no hagamos cuentas y mediciones, sobre todo ahora que tenemos los ordenadores… ¡En América los Protestantes utilizan ordenadores para sacar conclusiones!…
¡El periódico Libertad en 12 Noviembre del 1980 escribió que doce familias Holandesas que vivían junto con sus hijos, se juntaron en una casa y no salían de allí, esperando el final del mundo! ¡Los rogaban que saliesen… pero nada! ¡Se habían atrincherado en una casa porque esperaban el fin del mundo!
¡En América, esto también lo escribieron los periódicos, con fecha 14 Abril del 1980 -y los menciono estos dos casos, para daros una muestra de extremidades- se oyó que la Bestia con los diez cuernos, que está descrita en el capítulo 17º del libro del Apocalipsis, son los diez estados de la Unión Europea CEE, y esperaban cuándo se incorporaría Grecia como décimo miembro, para decir que es el décimo cuerno de la Bestia, y por consiguiente viene el Anticristo, el cual en concreto ahora tiene veintisiete años…! Es decir, esto el año pasado, entonces este año actual (1981) debe tener veintiocho años…! (y ahora 2019 pues tendrá 66 años). ¡Y el que decía estas cosas era un pastor Protestante, que dispone de trescientas cadenas de radio y televisión, -particulares- en América, y veis que se transmiten estas idioteces! ¡Por tanto, atención, mucho cuidado!
Por esta razón nuestra Iglesia tuvo miedo y respeto sobre el libro del Apocalipsis desde el principio y no lo ha puesto en el Culto como lectura, única y exclusivamente porque el Satanás los ha utilizado salvajemente y fueron engañados hombres que tenían curiosidad enfermiza.
Cuarto requisito: Hago una súplica a algunos hermanos, por supuesto que no a todos. No falten. No digan que he ido este Domingo, el otro no iré no pasa nada, el siguiente sí iré otra vez. Os pido por favor, no falten. Todos estos temas constituyen una continuación inseparable, y si faltáis en alguna lección, después os será difícil de entender los próximos capítulos y análisis.
El Apóstol Pablo en su epístola a los Hebreos escribe: “No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día del Señor se acerca” (Heb 10,25).
Quinto requisito: No nos quedemos aquí sólo como oyentes. En nuestras casas debemos abrir y estudiar también la Santa Escritura. Leer el texto siguiente que analizaremos el siguiente Domingo para que lo sepáis, de modo que cuando aquí se haga su análisis, lo entendáis mejor, por no decir que debemos tener aquí en nuestras manos también la Santa Escrituras. Muchas veces os he rogado sobre esto, pero desgraciadamente muchos no me hacéis caso. Os rogaría que en nuestras casas estudiemos especialmente la Santa Escritura –pero otros libros también- con atención, con oración y con lápiz apuntando. Con lápiz quiero decir marcando algo que nos impresiona. No me tomen mal algunos que aman la limpieza de los libros; yo también la amo. Si les da pena pensando que van a ensuciar el libro escribiendo, pues, que escriban en un papel una observación, su opinión, un pensamiento, un añadido de lo que han leído y lo pongan en aquella parte del libro que corresponde. Si alguna vez vuelven a este punto o página del libro, los mismos o algún otro, encontrarán una bonita información y un pensamiento precioso.
Sexto requisito: Es verdadera expresión de agapi, cuando en una época que se va perdiendo todo, podemos traer algunos hermanos aquí para escuchar el logos de Dios; será la mejor caridad y misericordia por parte nuestra. Hoy en día, más o menos, todos los hombres tienen para comer: Muchos de vosotros que me decís: “Padre indícame un pobre, para ayudarlo”. Por supuesto que hay pobres y habrá pobres siempre, pero no son muchos, como era hace unos años. Hoy en día, más o menos, los hombres tienen para comer, pero existe gran pobreza, hambre y sed en los hombres por escuchar la verdad. Estamos en hambruna, inanición espiritual. Por tanto, traed aquí también otros hombres. Y no os preocupéis si no cabemos en el templo, saldremos a la calle, sacaremos los megáfonos fuera. Traed hombres aquí para escuchar el logos de Dios, para salvarse.
Sexto requisito: La llave del entendimiento de las santas Escrituras es el Espíritu Santo. Si no tenemos el Espíritu Santo, no podemos entender absolutamente nada. Pero la condición para tener el Espíritu Santo es una combatividad, una lucha continua, es la aplicación y cumplimiento de los logos-mandamientos, es la catarsis del corazón y la continua zeoría contemplación espiritual. Zeoría contemplación espiritual es devolviendo continuamente en mi nus, en mi interior, aquellas cosas que he leído, pensarlas continuamente, y cuando esto lo hago, entonces me convierto en hombre zeoritikós contemplativo. No tiene el sentido corriente esta palabra, es decir, esto que decimos hoy en día que este hombre es teórico. En la filología patrística zeoritikós es el hombre que piensa continuamente los misterios de Dios. Debemos vivir esta zeoría contemplación interior.
Octavo requisito: Debemos revivir, amados míos, el espíritu de la Antigua Iglesia, que era la continua santificación, pero también el anhelo esjatológico. Tal como os dije también al principio, os lo digo también ahora terminando estos requisitos, que debemos vivir la santificación, santificándonos y haciéndonos mejores y estar viviendo este anhelo de los ésjatos. En la antigua Iglesia había lo “el Señor está cerca, no os preocupéis por nada” (Fil 4, 5-6). ¡Así escribe el apóstol Pablo de que “el Señor está cerca”, y lo “no os preocupéis por nada”, no tiene el significado de no comer y no beber, ni construir vuestra casa, ni trabajar, sino tiene el sentido y significado de que no os olvidéis de vuestro propósito y vais a creer que aquí seréis habitantes fijos, y empecéis hacer cualquier cosa como si hubierais a vivir mil años aquí en la tierra! Esto quiere decir, vivir “el anhelo esjatológico”. ¡“El Señor está cerca”! Estar pidiendo: “¿Señor cuándo vendrás? ¡Ven Señor, sí ven! Y la respuesta: “Sí, vengo pronto”. Además así cierra también el libro del Apocalipsis: “Vengo rápido, pronto” “Sí Señor Jesús ven” …sí ven, ven Señor Jesús! (Ap 22,20).
Así que, con estos requisitos y condiciones, como una pequeña introducción, amados míos, vamos a comenzar, con la ayuda de Dios, a analizar el texto sagrado.
Haciendo un breve retroceso, nos acordaremos que el Evangelista Juan, estaba exiliado en la isla de Patmos (mar egeo) “por el testimonio de Jesús Cristo” (Ap 1,9), y allí recibió el Dios Logos que se hizo hombre, el glorificado Jesús, tal y como Le vio también el Apóstol Pablo yendo hacia Damasco. El divino Evangelista Juan se asustó y se atormentó cuando un Domingo vio al Señor, y esto nos lo dice el mismo, durante la entrega en la cueva del Apocalipsis en Patmos. Y entonces el Señor le dijo: “YoSoY el Alfa y el Omega, yo retengo, sujeto la Iglesia en mis manos; por tanto, escribe hacia las siete Iglesias de Asia Menor”… y le dictó las siete epístolas. ¡Estas siete epístolas que son hacia Iglesias históricas concretas de Asia Menor, las cuales desgraciadamente durante el año 1922-1923, los candeleros se apagaron! ¡Ya no existen estas Iglesias históricas… la Iglesia Esmirna, de Pérgamo, de Éfeso, de Filadelfia! “Arrepiéntete, vuelve a la metania, si no moveré tu candelero de su lugar!” Se han movido, trasladado los candeleros, se marcharon las Iglesias de allí, ya ni Cristianos existen allí. ¡Terrible cumplimiento de la amenaza!
Cada epístola no concierne sólo al obispo de cada Iglesia personalmente. El número siete es un número esquemático, que se refiere a todo la Iglesia. Por tanto, las siete epístolas hacia las Iglesias históricas no son más que el aviso de Cristo para Su Iglesia, para todos los siglos, en todas las facetas hasta los ésjatos (postreros tiempos y acontecimientos). Los motivos que toma para enviar estas epístolas que estaban presentes entonces, eran de aquel tiempo, y tenían como propósito rectificar, reparar a cada obispo sobre unas cosas mal hechas, reñirle, reprenderle o elogiarle y en general para ayudarle. Todas estas cosas y realidades son elementos y datos que, por un lado, sí que empiezan por un motivo concreto, pero siempre ocupan y preocupan la Iglesia de Cristo. Así que las siete epístolas se dirigen a toda la Iglesia, hasta los ésjatos (últimos, postreros tiempos) de la Historia.
Por tanto, con el análisis de los tres primeros capítulos del libro del Apocalipsis cierra la primera parte del libro entero, en el cual se ha examinado el presente de la Iglesia, tal como estaba durante los años del divino Evangelista, por el envío de las siete epístolas hacia las siete Iglesias de Asia Menor.
Era la apocálipsis-revelación del presente, de “las que son” (Ap 1,19), aquellas que ahora existen, tal como avisó el Señor, pero sin que esto excluya la revelación-apocálipsis de la vida interior de la Iglesias, como facetas de la Iglesia en todo su camino dentro en la Historia.
Pero mientras va avanzando el camino de la Iglesia dentro en los siglos y está acercando hacia su fin que coincide con el final de la Historia, tanto más serán condensadas las tentaciones y las dificultades de la Iglesia, con el punto culminante la presencia del Anticristo.
Así la Iglesia entró dinámicamente en luchas que son descritas entre los capítulos 4 hasta 19 y de los pasajes 1 al 10 correspondientemente. Dentro de este espacio, desde el capítulo 4 hasta el 10, está la apocálipsis-revelación del futuro “para indicar a sus siervos, ἃ δεῖ* γενέσθαι ἐν τάχει, aquellas cosas que deben o que es necesario suceder pronto“.
(* El verbo δεῖ dí, existen en griego verbos impersonales que se usan en tercera persona del singular y cuyo sujeto es una oración subordinada completiva de infinitivo en español. Uno de estos es el«δεῖ» que se utiliza indistintamente y quiere decir “debe que” o “es necesario que”. Los verbos impersonales no toman un sustantivo, es decir, persona, animal o cosa, sino una frase segundaria)
Pero el propósito de la exposición de estas luchas futuras de la Iglesia es para preparar los fieles a luchar, a combatir y también para consolarlos, reforzarlos y ayudarlos para no escandalizarse y se mundanicen o secularicen. Porque observamos que los hombres se escandalizan muy fácilmente cuando ven las cosas de sí mismos que no van bien, es decir, en la Iglesia. (Ver https://www.logosortodoxo.com/?s=secularización)
No olvidéis que nosotros distamos de aquellas cosas “las que son” de la época de san Juan; desde entonces hasta hoy han pasado dos mil años. No olvidemos aún, que no simplemente nos encontramos en aquel “ἃ δεῖ* γενέσθαι ἐν τάχει, aquellas cosas que deben o que es necesario suceder“, sino en las puertas quizás – y posiblemente también al final- de este camino.
“ἃ δεῖ* γενέσθαι ἐν τάχει, aquellas cosas que deben o que es necesario suceder” contiene tres setenas (de siete cada una). La primera setena son los siete sellos, la segunda son las siete trompetas y la tercera las siete bombonas. Por tanto, tenemos que hacer con veintiuna aperturas. Son las siete de los sellos, siete de las trompetas y que se harán por los siete correspondientes ángeles, y las siete bombonas que revelarán-apocaliptarán los misterios de Dios.
Pero, amigos míos, surge la pregunta en el cómo entenderemos y explicaremos esta exposición de las apocalipsis-revelaciones por los siete sellos, las siete trompetas y las siete bombonas, y cómo se entenderán en el tiempo, crónicamente. En otras palabras, una setena de visiones cubre una serie de acontecimientos, que con el fin de estos comienza una nueva serie de visiones-acontecimientos. Pero realmente es una nueva serie de visiones-acontecimientos, y cuál es la relación crónica de estas tres setenas. Es decir, ¿terminará una y comenzará la otra, terminará la otra y comenzará otra? Por favor, prestad atención aquí, porque esto nos será muy útil para que podamos entender el Apocalipsis, pero también cuando vosotros estudiéis, tener esta llave de la interpretación o exégesis.
Se han descrito y formulado dos teorías. La primera teoría acepta la repetición de círculos paralelos de las mismas cosas, de las mismas ideas o de los mismos acontecimientos en estas setenas iconas-imágenes, que son visiones sucesivas. Y esta teoría se llama teoría de la repetición o de la recapitulación o circular. Os lo voy a explicar.
Viene el primer sello e indica lo qué pasará. ¿Pero esto se ha terminado? ¿Sucedió en un tiempo de toda la Historia humana, y se terminó y no retornaremos? Viene el segundo sello y revela otro acontecimiento. ¿Esto se ha terminado y ya no tenemos más abajo nada y no retornaremos?
Pues, esta es la circular teoría-interpretación- que siguen los intérpretes o exegetas Ortodoxos, pero sin dejar también la segunda que nos vamos a referir más abajo. Es decir, cuando terminan los siete sellos–se han soltado, demostrado y realizado en la Historia- se realizan otra vez desde el principio, y de nuevo desde el principio, y continuamente desde el principio, hasta llegar a una condensación de acontecimientos al final de la Historia.
Os diré un ejemplo de la segunda epístola a Timoteo, capítulo 3º versículos 1-5. El apóstol Pablo dice a Timoteo las siguientes cosas: “También debes saber esto: que en los ésjatos-postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita”. Es decir, durante la Segunda Parusía-Presencia de Cristo, habrá todo este largo catálogo, que nos dice el Apóstol Pablo. Todo esto es bonito en su formulación sintáctica, de que: “en los ésjatos-postreros días….” . Se utiliza en tiempo verbal Futuro, pero inmediatamente más abajo dice: “a estos evita”, estos déjalos de lado, es decir, aquí tenemos tiempo verbal Presente. ¿Pero san apóstol Pablo, dijiste que en los días postreros sucederían estas cosas? ¿Tú discípulo Timoteo, obispo de Éfeso, cuándo tiempo vivirá aún? No vivirá hasta la Segunda Parusía de Cristo. ¿Cómo, pues, le dices que a estos que los evite, es decir, que los ponga de lado y no los tenga en cuenta para nada? ¿Cómo se explica esto amigos míos?
Esto simplemente es lo siguiente: La situación de los ésjatos-postreros tiempos comienza desde el momento que escribe el apóstol Pablo su epístola. Escuchad lo que dije: ésjato-postrero último día, se dice cada día. Pero con sentido y significado especial, ésjato-último día es el último día, este que vendrá Cristo de nuevo al mundo. Por tanto, ésjatos-últimos-postreros días son todos los días del año, según la costumbre de la Escritura, porque vamos progresivamente hacia los ésjatos-últimos días.
Pero atención. Ya que cada día es el ésjato-último día, el que se alejen de la fe los hombres… es diario. Sucede en todas las épocas, en todos los años. ¡Porque cuando escribe que los hombres serán ególatras, avariciosos, orgullosos… no se refiere a los idólatras, sino que se refiere a los Cristianos! ¡Terrible! Los Cristianos ególatras, avariciosos, orgullosos…! ¡Por supuesto que sí! ¿En la época de Timoteo no había este tipo de Cristianos? ¡Leed las dos últimas epístolas de san Juan el Evangelista, leed también la de Judas, para que veáis que existe este tipo de Cristianos, los cuales el hermano de Dios Judas los llama “nubes sin agua! (Jud 12 y cf Ped 2,17). Los adorna con epítetos o adjetivos que para nada los adornan. ¡Por tanto, había este tipo de cristianos!
Por tanto, estas situaciones comienzan desde el momento que empieza la profecía, por eso dice “a estos evita”. Es decir, “esto que te digo sucederá al final, pero comenzará desde tu época, y por tanto será repetido”. Este es el movimiento circular, es decir, es algo que será repetido continuamente.
Así escucharemos más abajo que se abre un sello y sale un caballo blanco. Esto que significa este caballo blanco, estará continuamente, en cada época; y entonces en la época de los Apóstoles, y después de esta y más tarde y hoy en día y mañana, hasta que Cristo retorne otra vez. Así que el primer sello se abre, se desata continuamente, es decir, se repite dentro en la Historia, por tanto tenemos interpretación circular- ¿Lo han entendido?
Otro ejemplo lo tomamos de la primera epístola del Evangelista Juan que dice: “Hijos míos, ésjato-última hora y decisiva es la época actual. Y por la enseñanza de los apóstoles habéis escuchado que el anticristo viene, y ahora han surgido muchos anticristos, órganos engañados y heréticos del anticristo. Por eso conocemos que es la ésjato-última hora” (1Jn 2,18). ¿Pero uno es el Anticristo o muchos?
Ahora esto es lo importante. Uno será el Anticristo, pero sus precursores serán muchos, y comenzaron desde la época que el Cristo vino al mundo, o mejor, desde el momento que Cristo ascendió al cielo. El Anticristo opera y actúa dentro en la Historia, pero muchos anticristos serán precursores del principal Anticristo, es decir, tenemos repetición del fenómeno, por lo tanto tenemos interpretación circular. Y entonces había anticristos, y hoy en día también hay anticristos, y mañana habrá anticristos… hasta que venga el uno definitivo Anticristo.
Esta interpretación o exégesis se llama circular y con la lleve de este método veremos muchas cosas. Por lo tanto, no preguntaréis: “¿Esto cuándo sucederá o quizá ha sucedido?”. Sucedió y seguirá sucediendo y sucederá. Oíd, escuchad lo que dije: Y sucedió, -como lo ve san Andrés de Kesarea- y sucede y sucederá, con especial condensación en los ésjatos-últimos tiempos, allí un poco antes de la Segunda Parusía-Presencia. Por favor, perdonarme que os canse un poco, pero esta parte introductoria que hacemos es muy importante e interesante y ayudará mucho a la comprensión de nuestros temas.
A continuación tenemos otro método, la llamada rectilínea o cronológica o periódica, que nos es más que una interpretación de los acontecimientos en una parataxis (coordinación, formación o grupo), por eso se llama teoría cronológica. Esto significa que cuando termina por primera vez el sello y se ha realizado como acontecimiento, entonces esta vez se ha terminado finalmente. Comienza por segunda vez el sello, y después comienza la tercera…. Por tanto, ¿esta teoría es correcta? No es correcta pero nos es útil en algunos puntos. Conclusión: Utilizaremos el método circular y también el cronológico. ¿En qué caso utilizaremos la cronológica? Oíd un ejemplo:
Dijo el Señor: “el sol se oscurecerá, y la luna también” (Mt 24,29 Mrc 13,24). Esto no se puede hacer cada día, ni en una época, esto se hará una vez. Por lo tanto, la interpretación de este punto no se puede hacer con el método circular, porque se hará una vez, irrepetiblemente.
Por consiguiente, en cada caso, estaremos viendo el cómo se puede hacer la interpretación de cada versículo, siguiendo la interpretación correcta de los Padres de nuestra Iglesia, los cuales han interpretado correctamente, ortodoxamente, tal como san Andrés de Kesarea, el Ecumenio, san Areza y los más nuevos, que muestran una sobriedad y serenidad y no tienen entusiasmos, sentimentalismos. No intentemos, amigos míos, a interpretar algo si no estamos sobrios. El Apocalipsis no queda en un acontecimiento concreto, y sobre todo local o helénico. El libro es universal y no solucionará los temas helénicos y nuestros problemas heleno-turcos o heleno-serbios o heleno-egipcios etc…no. Es un libro universal.
Esto quiere decir que la interpretación o exégesis se hace con sobriedad, serenidad y nipsis. Intentamos ver cómo se revela-apocalipta la voluntad de Dios. Es decir, para que entendáis, este método mixto que utilizaremos, se representa por una línea helicoidal o espiral. Tenemos una montaña que su base es redonda, y empieza un círculo desde un punto. Este círculo rodea alrededor, pero tal como rodea alrededor, para subir a la punta, vamos rodeando y subiendo alrededor de la montaña. No vamos bruscamente, sino que vamos rodeando. Y cuando hemos llegado al mismo punto hemos subido una distancia. Por tanto, si hacemos estos círculos, es como si tuviésemos un muelle, una línea helicoidal o espiral. Si miramos de la punta, vemos hacia abajo los círculos. Son los círculos de los siete sellos, de las siete trompetas, de las siete bombonas, etc. Pero mientras son círculos, a la vez ya también suben hacia arriba.
Por consiguiente tenemos círculos paralelos, que la punta, los ésjatos-últimos, son y están a la Segunda Parusía-Presencia de Cristo. Esto significa repetición continua de acontecimientos, subida progresiva hacia el final, hacia la punta, hacia los ésjatos-últimos. Por consiguiente tenemos una línea y un círculo. Esto es el método mixto, de la teoría circular y la crónica o lineal.
No sé si me habéis entendido, si soy tan difícil explicando, pero he intentado con ejemplos también daros a entender esta cuestión.
También hay que decir un punto más. ¿Cuándo comienzan a realizarse las cosas que escribe el libro del Apocalipsis?
Debo deciros que el cumplimiento de las cosas que se escriben el libro del Apocalipsis, naturalmente no se delimita a la época del divino Escritor, ni en los ésjatos-últimos, postreros tiempos y acontecimientos de la Historia, sino que comienza desde el momento que comienza el divino Evangelista Juan a escribir el libro del Apocalipsis y continúa hasta los ésjatos-últimos tiempos. No se refiere sólo a una época, sino a todas las épocas. Cada cosa que se realiza no es más que un preludio de acontecimientos que vienen, con un desenlace final hacia la Segunda Parusía-presencia de Cristo.
Todavía un punto más para nuestra introducción: Ortodoxos exegetas o intérpretes, como san Andrés de Kesaria y otros, buscan en el libro del Apocalipsis –y en los otros libros de la Santa Escritura- tres elementos, datos y tres niveles: La dimensión histórica, la dimensión ética y la dimensión mística espiritual. Las tres dimensiones deben referirse a la explicación, exégesis o interpretación.
La dimensión histórica es aquello que ya sucede o sucederá en el futuro, tal y como son las siete Iglesias históricas de Asia Menor, tal y como son los ésjatos-últimos, postreros, el Anticristo, la Segunda Parusía-Presencia de Cristo. Estos son elementos, datos históricos. Por tanto, no debemos desaparecer el elemento histórico, tal y como desgraciadamente lo hacen muchos intérpretes, pero igual de peligroso es permanecernos sólo al elemento o dato histórico.
En relación con la dimensión ética, debemos a entender que el libro del Apocalipsis no viene a decirnos sólo unas cosas históricas, sino que viene a enseñar, rectificar, mantener, inspeccionar, reprender, castigar y consolar. Este es el elemento ético.
Y finalmente la dimensión mística, que ella la estaremos viendo continuamente, y que no es otra cosa más que el descubrimiento y encuentro del sentido y significado más profundo; es el descubrimiento del mensaje de Dios hacia el hombre e incluso el desarrollo de una relación personal del hombre con el Dios. Cuando, por ejemplo, dice, y así termina el libro del Apocalipsis, que: «Y el Espíritu y la novia dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven», es decir, el que oye la lectura del libro, que diga: ¡“Ven”, ven Señor, ven!, y confirma el Cristo: “sí vengo pronto o rápidamente”, el fiel bendice y responde “amín, sí Señor Jesús, ven”; Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente» (Ap 22,17·20). Es decir, aquí el libro del Apocalipsis se marchó del nivel histórico y del nivel ético, y entró al nivel místico espiritual, entró en la teología ortodoxa, entró allí dónde la psique-alma encontrará su unión con el Cristo. Estos tres elementos, el histórico, el ético y el místico o el teológico, los encontraremos continuamente en el libro del Apocalipsis.
Una vez, cuando era joven, oía sobre el Anticristo, oía sobre el fin del mundo y de la Segunda Parusía-Presencia. En concreto, oía de gente sencilla que el Anticristo sellará los hombres suyos, etcétera, y que los que tendrán el sello del Anticristo no entrarán en el reinado de la Realeza increada de Dios. Todas estas cosas la oía y me torturaba una duda: “¡Pero bien, –lo diré así de simple como entonces lo entendía- tan tontos serán los cristianos para entregarse al Anticristo!” Pero amigos míos, cuando me hice mayor, entendí que no es una cosa tan sencilla. En el fondo es simple, pero nosotros los hombres no hemos hecho muy complicado y complejo. Es decir, desde el momento que dentro de nuestra vida no tenemos colocación cristiana correcta y nuestras experiencias, vivencias no son cristianas, no tendremos la agapi y la fe hasta a muerte a Jesús Cristo, entonces es esperado, en la vida tibia y relajada que vivimos, mientras vayamos avanzando, tropezar si algo sucede en nuestro camino. Tropiezo en otras palabras, quiere decir que me escandalizo, y me escandalizo quiere decir que paro, freno. Es decir, tropiezo en algo, en un escándalo, en un impedimento y caigo. No me levanto, me quedo allí caído. Así que ahora lo he entendido muy bien.
Me quedo sentado a veces y observo a los hombres de hoy en día y digo: “¿Hombre, tú tal o cual, hermano, tú que te has bautizado, sabes que allí donde vas es una situación precursora del Anticristo? ¿Sabes que la forma por la que te mueves ya preparas el camino del Anticristo?”. Pero los hombres no te creen, no lo entienden. Yo ahora lo he comprendido esto; los hombres son infieles.
Pero la Iglesia para protegernos de la “secularización o mundanización”38* nos ofrece el libro del Apocalipsis, porque la mundanización es el mejor modo o manera de llegar al escándalo. Es decir, cuando vemos muchos caer, cuando veremos a los hombres que sean neveras ambulantes sobre la fe y la agapi, entonces… quizás abandonaremos la Iglesia, y no tener ya nuestra esperanza en ella. Os dije que el punto de partida es nuestra “secularización o mundanización”38*, por eso tengamos mucho cuidado. No olvidemos que en este momento que, mucho o poco, tanto si lo entendemos cómo no, todos estamos secularizados, mundanizados. No lo olvidemos esto. Tenemos en nuestro interior bastante trozo, bastante parte del mundo en nuestra existencia y en nuestra vida.
Amados míos, no esperéis que baje algún Anticristo, –él también vendrá- porque el Anticristo existe siempre en el mundo y en la Historia. Este son las fuerzas antiteas, contrarias a Dios, a las cuales debemos poner bastante atención. Diré las más gordas: Que no sea engañado y arrastrado uno para hacerse masón, porque el masón reverencia a otro Dios. Que no sea uno engañado, arrastrado y arrebatado por los heréticos protestantes, Testigos de Jehová u otras comunidades de nombre cristiano, porque el Cristo dijo: “Os dirán, mirad, aquí está el Cristo; o, mirad, allí está, no le creáis” (Mt 24,23 Mrc 13,21). Pero el Anticristo está también en nuestra vida diaria, de la forma que nos incita y arrastra a vivir, es decir, con la conducta y moral mundana secularizada. Cuando vamos de vacaciones a la playa o cuando nos encontramos en la ciudad, ¿cómo pensamos, cómo nos movemos, espiritualmente o mundanamente?
Pero esto es un tema muy grande amigos míos. No digamos que las cosas que hemos oído, con la jaris de Dios, en las homilías de este año están separadas por una línea divisoria de las cosas que hacemos cada día, no. Estas cosas y realidades que hemos oído en las homilías deben regarnos en nuestra vida, nuestra vida debe arreglarse, no decir que estas cosas no tienen relación con nuestra vida, porque estas son las que la regulan.
El Anticristo está delante nuestro diariamente, y continuamente intenta tirarnos abajo, de modo que hoy decimos estas cosas y mañana otras. Por eso, muchas veces os lo dije, que debemos permanecer firmes, de pie y derechos en una época que caen muchos.
38* ALFAωMEGA GRAN LÉXICO ORTODOXO HELÉNICO-ESPAÑOL
38.Ἐκκοσμίκευση (ekosmíkefsi) secularización, mundanización. Ἐκκοσμίκευση ekosmíkefsi el término viene del kosmos-mundo, en el sentido del cosmos-mundo de los pazos y εκ, (ek) de, desde, por, como de origen o causa. La herejía secularización no se manifiesta como negación directa de Dios, y eso es lo que la hace ser muy difícil de distinguir. La secularización es la raíz de cada herejía y pseudo-doctrina. La caída del género humano es la secularización. Así que cada secularización es caída. El mundo absorbe a la Iglesia y no se metamorfosea, ni se transforma a través de la Iglesia. La secularización actúa dentro de la Iglesia, que quiere tener la razón y la palabra sobre ella; “marea y confunde” la autoconciencia ortodoxa de la Iglesia y la desplaza del centro que es el Cristo al hombre.
El término secularización fue utilizado por primera vez el año 1850 por G. L. Holyoke y “la define como un sistema que está basado sobre los principios tomados de este mundo que vivimos y con este sistema busca a interpretar la vida del hombre y su sociedad, no menos también del mundo y de todos los hombres.” Principios que no conectan ni tienen nada que ver con la fe en Dios o cualquier dios y la vida futura”.
El espíritu de la secularización actúa mediante varios fenómenos, como la teología escolástica (de escuelas mundanas), el pietismo, el puritanismo y el fundamentalismo.
En la secularización se encuentra la Iglesia, cuando deja de ser “la sal de la tierra” y se hace terrenal; se pisotea por los hombres y se absorbe por el cosmos-mundo; quiere que la Iglesia abrace y siga, lo más fácil, simple, mediano y provisional que aman los hombres y no lo que quiere el Dios.
Clérigos y laicos sin sabor de la espiritualidad ortodoxa, convertimos la Iglesia en un organismo humano, una caja o casa de asistencia social, despacho político activo que da continuamente entrevistas, manifestándose siempre sobre cualquier cosa creada o ciencia creada, sonriendo hacia todos, dando conferencias de manera que todos nos feliciten y ovacionen. Espíritu totalmente antievangélico.
La secularización es la pérdida del espíritu de la verdadera μετανοία (metania, cambio de mentalidad, arrepentimiento y confesión, en Cristo), por lo tanto el hombre permanece en el aquí y no progresa hacia el allí, al cambio de vida. Se pierde el espíritu hisijasta del esfuerzo ascético, del luto, de las lágrimas y de la lucha por la catarsis (sanación, terapia, limpieza, purificación) y la psicoterapia.
La secularización no va, ni ataca cara a cara. No niega los dogmas, ni a Dios, pero niega la manera ortodoxa de vida. Ideologiza los dogmas y no los considera como propuestas de vida. Separa la vida de la verdad de la fe y vive como quiere, como piensa y como cree. En la secularización el hombre no arde del deseo de ver a Dios. No busca algo más alto y más profundo, está contento con lo menor y lo inferior.
La herejía de la secularización valora la Iglesia como un organismo para satisfacción de necesidades especiales, como colegios de enseñanza u otros sistemas sociales, como correccionales o reformatorios estatales. Tergiversa la conducta ética Ortodoxa y falsifica los criterios eclesiásticos. Resulta una corrección farisaica exterior, de modelos moralistas, introducción al club de buenos chicos y al factor de normalidad, es decir, hipocresía. El logos de Cristo “los publicanos y las prostitutas nos ascienden a la realeza increada de los Cielos”, les parece incomprensible. Los cristianos secularizados son aquellos que a pesar de estar dentro a la Iglesia, el Cristo dijo para ellos: “no os conozco”. Ellos son los que combatían al Apóstol Pablo y querían imponer la circuncisión a todos los cristianos y continúan actuando y castigando la vida de la Iglesia. Han resultado ser los abogados de Dios y el que no está de acuerdo con ellos es un traidor. (De hecho el papismo y protestantismo el Espíritu Santo o Paráclitos lo traducen y lo llaman Abogado y el Papa lo ha sustituido por él mismo).
La secularización el enemigo de la piedad.
Así es. La secularización no tiene nada que ver con la piedad, con la fe y con la vida eclesiástica. Es más bien impiedad, hipocresía y burla. Ella se sirve de su egolatría y las maquinaciones que utiliza el hombre cósmico-mundano para que le toque la jaris (energía increada) de Dios.
La secularización es rechazo de la Teofanía (visión luz increada divina) y de la encarnación de Dios. Acomodamiento en la fe física o natural y no en la apocálipsis (revelación) de Dios en Jesús Cristo. El cosmos-mundo no confía su sanación y salvación a Cristo, sino a sí mismo, dentro de la gnosis y sus logros. Humanismo=ateísmo.
Subestimación del monaquismo, negación de la zéosis y de la lucha contra los pazos.
Negación del martirio (testimonio), negación del martirio personal de la vida de los cristianos.
Negación de la agapi al pecador. Absolutismo de la moral.
Negación del sistema sinódico y creación de espíritu papista en el seno de la Iglesia, niega el respeto a la Jerarquía y la crítica sin piedad al clero y los jerarcas. Crea súper-sínodos para controlar los sínodos. La mentalidad de que nosotros salvaremos la Iglesia, y que la Iglesia tiene necesidad de nosotros y no nosotros de la Iglesia.
Dentro de esta perspectiva una Iglesia que no “psicoterapia” o no sana al hombre, sino que se ocupa de otras obras es secularizada. La Iglesia se seculariza cuando se considera como una organización religiosa que satisface las emociones religiosas e intenta expiar a Dios. Una Iglesia que tiene bellos cultos o celebraciones, sin mantener el carácter terapéutico hisijasta, es una organización religiosa. Todavía más, la Iglesia se seculariza cuando se considera como un espacio ideológico y no como espacio de vida, donde se vence la muerte, con todas sus consecuencias que son las enfermedades, los pazos, la inseguridad y la duda. Porque el fenómeno de la muerte no es un acontecimiento momentáneo, sino un proceso tremendo que conecta con la vida entera del hombre y tiene relación con la corruptibilidad y la mortalidad. Y aún, la Iglesia se seculariza cuando se considera como una organización social u ONG, que es imprescindible para la utilidad de la sociedad, porque la necesitan para adornar varias celebraciones y realizar varias obras sociales. Una iglesia de este tipo no es rechazada ni por los llamados ateos. Así que, una Iglesia que crucifica en vez de crucificarse, que busca la gloria mundana en vez la gloria de la Cruz, es una Iglesia secularizada.
Finalmente, todas estas cosas significan que la secularización en la pastoral se define como el intento de crear condiciones o impresiones de perfección en el espacio donde todo se perfecciona por la Jaris (gracia, energía increada) y ayuda de arriba. AMIN
Unidad 16 Apocalipsis 4,1-4 La puerta abierta en el cielo y la visión del trono de Dios Padre. La filosofía mundana y la comunión de Dios con la creación.
El capítulo 4, que es la parte principal de todo el libro, comienza con los siguientes logos:
“Después de estas cosas vi, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, me dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas” (Ap 4,1).
Después de oír todas estas cosas por el Θεάνθρωπος Zeánzropos Dios-Hombre Señor dijo sobre los obispos de las siete iglesias, tuve una otra visión, y he aquí, vi una puerta abierta en el cielo y la voz que antes había oído como de trompeta conversando conmigo, me dijo: “sube aquí y te enseñaré aquellas cosas que deben o es necesario que sucedan después de estas, de acuerdo con la voluntad de Dios.
Pero cuáles son las “estas”. Eran las cosas que se hicieron después de la primera visión que contempló el Evangelista Juan, es decir, cuando el glorificado Jesús le dictaba la descripción de las siete epístolas hacia las siete correspondientes Iglesias de Asia Menor.
Pero debemos decir que en la frase “después de estas” no tenemos una interrupción y después algo nuevo, pero existe una continuación orgánica, a pesar de que el escenario cambia. El cambio del escenario, tal como veremos, es un elemento o dato que lo encontramos muy a menudo en el libro del Apocalipsis. Presenta una icona-imagen, unos acontecimientos de esta icona, cierra este icona o representación y abre otro. Pero el modo que cierran y abren las iconas, desde el aspecto filológico, es una obra magistral y magnífica. Cuando, por ejemplo, dice que “el ángel abre un sello y se hace aquello y aquello, después abre un segundo sello…” y así continúa, hay cambios de escenarios. Tenemos muchos cambios de este tipo, muy acostumbrados, que nos ayudan a entender, amados míos, cómo exactamente veremos los acontecimientos dentro en la Historia.
Pero quiero que entendáis que cuando tenemos este cambio de los escenarios, no significa que tenemos una interrupción, sino que hay una unidad orgánica, exactamente tal como en una representación o función teatral, que tenemos el cierre de la función teatral, apeertura de una nueva escena, sin que signifique que tenemos otra obra teatral. Tenemos la misma obra, pero simplemente tenemos otra escena.
Cuando uno estudia el texto sagrado en el capítulo 4º, tiene la sensación de un espacio abierto. Pero en los tres primeros capítulos donde Juan escucha el dictado de las epístolas, el espacio allí es delimitado y el escenario cerrado. Juan está en la cueva del Apocalipsis de la isla de Patmos, está sentado de una manera así de boca arriba, tal y como muy bien es iconografiado, y detrás de él está el Señor. Acordaos que oyó una voz y giró hacia atrás para ver quién habla. Aquí, tal como leemos a partir del 4º capítulo y en adelante, tenemos la sensación de que nos encontramos en un espacio abierto, y en concreto sentimos que a veces estamos en la tierra y otras en el cielo y otras entre el cielo y la tierra. Todas estas cosas se realizan sucesivamente de una manera admirable y majestuosa.
“Después de estas cosas vi, y he aquí…” (Ap 4,1). Con el “he aquí”, el divino evangelista san Juan, se coloca dentro en este nuevo escenario.
“…y he aquí una puerta abierta en el cielo” (Ap 4,1). ¡Es Majestuosa y magnífica esta icona-imagen, amados míos,… de verdad una icona majestuosa!
¡Una apertura al cielo! ¿Qué significa esta apertura al cielo? Tal como dice san Andrés de Kesarea, “la apertura o reducción de la puerta significa la manifestación de los misterios ocultos del Espíritu Santo; es decir, que Juan ahora se le revelan aquellas cosas que no veía hasta entonces. Esto quiere decir “se abre una puerta en el cielo”. Es apocálipsis-revelación de los misterios de Dios.
El cielo es un lugar convencional del trono de Dios… Dios está en todas partes, pero decimos que Dios está en el cielo, convencionalmente. Tal y como decimos que el Hades está dentro en la tierra; así creían antiguamente, en el Antiguo Testamento, por eso existe también la expresión que “el Cristo bajó en el corazón de la tierra” (Mt 12,40). Esto es convencional. Dios está en todas partes, no sabemos nada. Estamos como perdidos, amigos míos, dentro en este universo. ¡Estamos como perdidos, creedme! Si en el cielo no se abriesen este tipo de puertas para revelarnos-apocaliptarnos algunos misterios, no sé qué podríamos saber. ¡Nada, nada de nada… pero absolutamente nada podríamos saber! Vanamente peleamos y luchamos para aprender y saber algo. Estamos perdidos dentro en el universo. Así que, desde entonces que este cielo, este lugar convencional del trono de Dios, cerró… el hombre ya perdió su conexión, comunicación y contacto con el cielo… cerró la puerta. Cerró entonces por los primeros en ser creados, porque pecaron ante Dios, mientras que antes se comunicaban, contactaban junto con Él. Pero ahora el cielo ha cerrado y en relación a esto hay una icona-imagen bella allí en el libro del Génesis (Gen 3,24). Los primeros en ser creados fueron expulsados del Paraíso y se cerró la puerta y se pusieron los Querubines a guardar la entrada con “la espada en llamas girando”. Esto significa exactamente esto que os dije.
Así el cielo que cerró por causa de los primeros en ser creados, quedó misterioso. El verdadero Dios se ha olvidado. Los hombres viendo al cielo y abajo (la tierra) comenzaron a adorar y alabar ya sólo lo que veían, es decir, la creación. La existencia humana y su destino se ha ignorado, y permaneció un misterio: ¿Qué es el hombre? Acordaos los filósofos helenos-griegos –son los más importantes, digamos, en temas de filología y filosofía- para ver cómo ellos veían al hombre. ¿Qué es el hombre? Es una existencia misteriosa. Uno dice esto, el otro dice aquello, exactamente porque el cielo se ha cerrado para revelarnos lo qué es el Dios, qué es el hombre, qué son las relaciones entre hombre y Dios y etcétera.
Así el hombre, amados míos, deseó ardientemente ver con claridad dentro en este cielo cerradísimo. Este algo, que pudo ver como una chispa, como una rendija, algo así… de alguna manera algo… Percibir, esto que llamamos resplandor, lucidez, de la diania (mente, intelecto, cerebro) humana. Ante este resplandor nosotros los hombres nos quedamos con la boca abierta. Así admiramos a Platón, a Aristóteles y algunos otros grandes filósofos, Helenos o no, porque hemos creído que tenían una chispita, un resplandor de modo que pudieron penetrar dentro de la súper cerrada mampara o cortina gorda del cielo y así ver algo. Pero esto lo veían como se ve a través de la lente cóncava, es decir, lo veían no como nosotros veríamos directamente a un objeto, sino transformado. Echad una ojeada a un espejo cóncavo para ver cuánto transformará vuestra cara. Por supuesto que veréis un rostro o cara pero esta cara no será realmente la vuestra. Así los hombres hablaron sobre psique-alma, pero no sabían qué cosa es. No sabían, no podían saber muchas más cosas, es decir, vieron una cara humana, pero transformada. Así hablaron de metempsicosis, hablaron de muerte de la psique, hablaron de la psique lógica y espiritual, haciendo una separación, es decir, ψυχή psijí psique animal y espiritual, y otras muchas cosas más, es decir, engaños, mentiras! (Ver https://www.logosortodoxo.com/ψυχη-psiji-psique-alma/)
Pero ahora esta puerta que se había cerrado para los primeros en ser creados abre. Veis que el cielo debería abrirlo otra vez el Dios, para poder revelar-apocaliptar Sus secretos al hombre y conocerlos ya directamente.
He aquí cómo lo dice esto la Santa Escritura: «13 Nadie ha subido al cielo sino el que descendió del cielo, el hijo del hombre, el Ὤν (on, existente, el ser, el que es, era y siempre es) que está en el cielo.
- Nadie de los hombres ha subido al cielo para aprender las cosas celestes y enseñaros estas verdades, sino sólo el que descendió del cielo y se encarnó haciéndose hijo del hombre, el cual mientras esté viviendo aquí en la tierra permanece siendo el Ὤν (on, existente, el ser, el que es, era y siempre es) en el cielo y en la tierra como Dios» (Jn 3,13).
Este párrafo del Evangelista Juan es exactamente lo que os estoy diciendo tanto rato sobre el cielo súper-cerrado. Ya que no subió nadie, ¿cómo puede conocer uno qué es el cielo? Es esto que en expresión popular, laica dicen los hombres: “¿Quién ha ido al Hades, quién ha ido al Infierno; quién ha ido al Paraíso? A estos que lo dicen, pero con gran dosis de falta de fe, podríamos responder: “Sí, yo no he subido al cielo, pero fue el Cristo. Yo no subí al cielo, pero bajó el Cristo del cielo. ¿No le crees, hermano mío, a Cristo? Entonces el cielo quedará cerradísimo para ti, simplemente porque esta puerta que se abrió en el cielo es el este mismo Hijo de Dios que se hizo hombre.
El mismo Señor dijo: “YoSoY la puerta” (10, 7·9) ¿Cuál puerta? He aquí, esta puerta que ahora ve al cielo Juan el Evangelista, esta es la puerta. Y esta puerta, os lo vuelvo a decir, es el Cristo. Sin la puerta-Cristo es imposible que aprendamos lo qué es el Dios, qué es el hombre y cuál es la relación entre el hombre y Dios; estaremos en muy profunda oscuridad muy entenebrecidos. Los grandes problemas que ocuparon a los hombres los estarán ocupando siempre, sin solución, sin terminación, sin fin.
¡Me quedo algunas veces y veo las ediciones de los filósofos, una detrás de otra, cantidades innumerables. Filósofos Europeos y Americanos, pero también de Oriente, pero principalmente de Europa y de América, escriben libros nuevos, nuevas teorías e historias, intentan, intentan…! Pobres, desgraciados filósofos… la puerta se abrió, pero como no aceptáis a Jesús Cristo quien es la Puerta, por esta razón veis súper-cerrado el cielo y no sabéis nada. ¡Vivís y existís dentro en los engaños, las falsedades y las mentiras!
¡Lo digo, por si aquí hay hombres intelectuales, jóvenes, que les gustaría quitarse de la sed leyendo a estos filósofos, los aconsejo que no los lean para nada! ¡Se irán convirtiendo y haciendo tontos! ¡Son paradójicos, necios y tontos! ¡La filosofía post-Cristo o meta- después de Cristo es inútil, el que quiera que me acuse, me da igual! ¿Para qué la quiero? La filosofía de antes de Cristo, vale de acuerdo, porque, como os dije, era un intento de los hombres a conocer algo de esta pesada y gorda muralla del cielo impenetrable. Después de Cristo, ya que se ha abierto el cielo, ¿iremos, como dice el Apóstol Pablo, “a los elementos de este mundo” (Gal 4,3 Col 2,9), para aprender de ellos allí el qué y el cómo? ¡Pero es tonto! El teologizar o filosofar sobre el material ya expuesto y dado, es decir, la Santa Escritura en concreto, estoy de acuerdo. ¿Pero tener que correr sobre “fuentes destruidas” (Jer 2,13 Prov 23,27), en pozos arruinados y sucios a beber agua? ¿Por qué? ¿Por qué razón?
Por tanto, el Cristo es la Puerta. Y es característico que durante el Bautismo de Jesús, san Juan el Bautista –como nos dice el evangelista Marcos utilizando un verbo fuerte- “ha visto rompiéndose los cielos” (Mrc 1,10)-. Y Mateo dice que “se abrieron ante él los cielos” (Mt 3,16). El verbo romper es muy representativo. Por ejemplo, el abrir, quiere decir que tengo una carta y hago un intento de desapegarla, abrirla con cuidado; rompo quiere decir que no tengo paciencia y krak tiro, rompo por un lado y saco del sobre la carta. Por tanto cuando el evangelista Marco dice que Juan el Bautista “ha visto rompiéndose los cielos·, indica una acción violenta sobre el cielo. Por tanto “ha visto rompiéndose los cielos y Espíritu Santo como paloma descendiendo sobre Él”.
¿Qué significa toda esta tesis o posición? ¡Significa que se abrió el cielo! Por lo tanto a través de los cielos rompiéndose, puedo ver los misterios del cielo, pero también los misterios de la tierra, porque si alguien no me habla sobre los misterios de la tierra, no puedo saber.
Pero atención, los cielos se abrieron sólo a Jesús y por Jesús. Ningún otro bautizado fue capaz de abrírsele los cielos por cuenta de él. Por tanto, a Jesús abrieron, pero fueron abiertos por el Jesús. ¿Porqué el “por”? Porque el Dios Logos se hizo hombre. El Espíritu no vendría si el Logos no se hubiera hecho hombre.
Oíd lo que dice el mismo Señor: “Yo he bajado en la tierra. Pero ahora debo abrir el camino para que vosotros subáis conmigo al cielo. Si no me marcho, el Paráclitos no descenderá. Por tanto, yo con mi naturaleza caída que he tomado de vosotros y yo la he divinizado, glorificado, debo marcharme; esta naturaleza que se divinizó o glorificó, ahora debe ascender al cielo, es decir, debo abrir el camino, y de este camino descender el Espíritu Santo, el Pentecostés” (Jn 16,17). Por eso dijo el Señor “que conviene que yo me vaya”, esto significa que “se abrió el cielo.
Y lo importante aún es que desde el momento que el Dios Logos se hizo hombre, el cielo ya permanece abierto para quien lo quiera. Por eso nos impresiona y llama la atención que aquí el Evangelista dice: “He aquí vi la puerta abierta”. No dice simplemente que se abrió por un momento y cerró, sino que permanece abierta. “Abierta” quiere decir que se ha abierto la puerta y está siempre abierta.
Así que lo aprendamos y lo sepamos por una vez más, que no puede el hombre entrar al cielo, sino sólo por la puerta-Cristo. Sólo si pasamos por la puerta-Cristo, entonces entramos en el reinado de la Realeza increada de Dios. Es decir, con el Cristo entramos en la Realeza increada de Dios; por el Cristo, con el Cristo y con Su ayuda, y allí el final también de nuevo es el Cristo ¿Lo habéis entendido? Con el Cristo, por el Cristo y hacia Cristo. Todos estos y los tres, son una persona: Jesús Cristo,
Aún acordaos que: la mampara del templo era el símbolo de separación del cielo y de la tierra… -la mampara entre parte exterior del templo y el altar – pero en el altar estaban solamente los sacerdotes y el sumo sacerdote, el cual en concreto entraba a los interiores –en el altar de los altares- sólo una vez al año “no sin sangre”. Dentro estaba el símbolo del cielo, y fuera, el templo principal, el símbolo de la tierra, (Ex 30,10 Lev 36,34). Se separaba el cielo de la tierra, es decir, con una mampara o cortina gorda de peso, se separaba el altar de los altares del templo santo. Por tanto, cuando Cristo se crucificó y expiró encima de la cruz, en el momento de Su última expiración se rompió la mampara del templo, y esto quiere decir que se abrió el cielo. ¿Maravilloso, asombroso! Se rompió la cortina, quedó abierta, y se unió –en los símbolos- el cielo y la tierra. En realidad estas cosas que estaban divididas, separadas, es decir, el cielo y la tierra, el Cristo las unió, y las unió en Su naturaleza humana.
Y continúa el Evangelista: “y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, me dijo” (Ap 4.1)
¿Cuál es esta primera voz? Es la voz del Hijo de hombre, del Jesús Cristo, del glorificado, del supra-histórico ya Jesús Cristo, quien le dictó durante la primera llamada las siete epístolas hacia las siete Iglesias de Asia Menor.
Y tanto la primera vez como la segunda, la voz que se oyó era “como voz de trompeta”. ¿Por qué? Dice san Andrés de Kesarea: “porque era muy fuerte y muy potente esta voz”
Y esta voz del Señor que le pidió: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas” (Ap 4,1).
¿Pero a dónde subiría Juan? Juan estaba en la tierra, estaba en la isla de Patmos, en la cueva del Apocalipsis y es día Domingo. ¿Dónde iba a subir?
Tal como dice san Andrés de Kesarea, “despojarse y encontrarse totalmente alejado de las cosas terrenales y el nus de éste que escucha quedarse a las cosas celestes”. Sobre esta forma de ascensión se refiere inmediatamente más abajo, como veremos. De todas formas ahora ya el Juan vería aquellas cosas que se harían al futuro y que la misteriosa expectación de ellas comienza desde el capítulo 6º del Apocalipsis. Y estos dos capítulos que tenemos, el 4º y el 5º, también estos constituyen una parte de la introducción de todo el libro en la parte de las apocalipsis-revelaciones.
“Y al instante yo convertido en el Espíritu” (Ap 4,2), dice san Juan; He aquí la manera, forma o modo. Es la ascensión, es el éxtasis (extensión interior espiritual), es el arrebatamiento del nus (espíritu de la psique) humano. Esto quiere decir: “Sube acá”.
“Y he aquí, un trono establecido en el cielo”. Veis que estos “he aquí” que entran al principio, son como esto que sucede cuando alguna vez vamos juntos con un niño a un lugar de cosas extrañas, curiosas y admirables y el niño grita: “¡Mama mira!” “¡Mama mira aquí”! “¡Mama mira allí!” ¡Mira, mira! Esto quiere decir el “he aquí”. Es una sorpresa continua de Juan por lo que está viendo, y dice a continuación ¡“he aquí…he aquí” he visto esto! ¡Y he aquí, un trono estaba establecido en el cielo”!
¿Qué significa trono? Es un símbolo. ¿De verdad se sienta Dios encima de algún trono? Prestad atención. Tenemos que intentar tener una ascensión y estar viendo la realidad detrás de los símbolos. El trono es el símbolo de la doxa (gloria, luz increada), pero también del reposo. Vamos a ver primero el símbolo de la doxa (gloria, luz increada).
El profeta Miceas dice lo siguiente: “Yo vi a Dios Israel sentado en su trono, y todo el ejército de los cielos estaba junto a él, a la derecha y a la izquierda del Señor” (Mic 22,19).
Y el profeta Isaías, en aquella famosa visión suya, que está escrita en el capítulo 6 de su libro, escribe: “vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y todo el templo se llenó de la su doxa-gloria energía increada” (Is 6,1), es decir, se llenó el templo de humo de su incienso.
El profeta Isaías ve la visión dentro en el templo de Salomón, y cuando los Querubín psalmodían después el “santo, santo, santo…”, ¡es tan potente la voz de ellos, de modo que la cúpula se movía! ¡Es decir, imaginaos una icona-imagen que el techo sube y baja, tambaleando, por las voces de los ángeles! Todo esto es la doxa (gloria luz increada) de Dios. Por tanto el trono es el símbolo de la doxa increada de Dios.
Pero os dije también que es el símbolo del reposo, descanso. ¿Qué es un trono? Es un sillón. Por supuesto este sillón es impresionante, adornado, grande, alto igual que el trono del obispo. Pero en realidad es una silla, un sillón donde se sienta un hombre. Pero sentarse quiere decir que reposo, descanso. Por tanto, esto significa que el Dios se sienta, reposa. ¿Pero dónde reposa?
Escuchad aquí lo que dice el profeta Isaías capítulo 57, 15. “El Señor el altísimo en los santos reposando”. Amados míos, el Dios no tiene pies, ni cuerpo para ir a sentarse a un taburete… ni se cansa el Dios, estas expresiones son antropomorfas, formas humanas. ¡El Dios reposa sobre los Santos!
Como dice aún san Andrés de Kesarea, “por este trono se manifiesta el reposo de Dios sobre los santos, porque encima de ellos está entronizado Dios. Y en una súplica litúrgica, en la Divina Liturgia decimos “Tú que eres el que reposa encima de los santos”. Es el mismo logos que dijo el Cristo al fiel: “vendremos y haremos una morada común”, nosotros vendremos las tres personas de la Santa Trinidad y habitaremos en el interior del hombre creyente.
Así que, amigos míos, ¡el trono de Dios son los hombres fieles! ¡Si yo soy fiel, me convierto en trono de Dios! ¡Si vosotros sois fieles, os hacéis tronos de Dios! ¿Lo percibís esto? Y para no ir lejos, amigos míos, Θεοτόκος Zeotokos (madre de Dios, la que parió a Dios) se hizo trono del Hijo de Dios, ya que tuvo en su interior al mismo Hijo de Dios. Pero nosotros amigos míos, también somos Zeotokos (por la jaris increada). ¡Y nosotros generamos, parimos el Dios Logos y en nuestro corazón se hace Su encarnación. ¡Cuando tomamos por nuestra boca el Cuerpo y la Sangre de Cristo, entronizamos a Cristo en nuestro interior, nos hacemos Su trono!
Muy bien lo dice esto san Cirilo de Jerusalén: “Pondrás tú la palma de tu mano derecha encima de la izquierda, de manera que… y estarán de forma de cruz y también de forma que tus dos palmas se constituirán en trono, que encima aquí estará el cordero”. ¡Tomamos el Cordero, el Cuerpo de Cristo, Le ponemos encima de nuestra mano derecha, ponemos más abajo la mano izquierda, y nuestras dos manos se convierten en trono; después tomamos a Cristo y Le comemos! “El que come mi sarx cuerpo (carne)….” (Jn 6, 54”56). Y comiendo a Cristo, me convierto entero trono de Cristo.
¡Las sospecháis e imagináis todas estas cosas, queridos míos! ¡Entendéis qué quiere decir soy cristiano y qué quiere decir vida Mistiríaca! Y si tenéis en cuenta que el Dios Logos que se hizo hombre, es el Señor del cielo… el Señor de los Ángeles…el Señor del todo!… ¡Dios mío!… ¿Cómo lo va a captar la mente humana? ¡Y yo el pobre, la célula de la creación, me convierto en trono de Dios! ¡Condescendencia de la agapi increada de Dios!
“Y el aspecto del que estaba sentado era semejante a la piedra de jaspe y a la sardónice; y como arco iris había alrededor del trono, semejante a la esmeralda” (Ap 4,3). Es decir, encima del trono había uno sentado, y era parecido como si vieras jaspes y sardónices que son piedras preciosas – y el arco iris celeste estaba alrededor del trono, que tenía el color de esmeralda.
¿Quién se sentaba encima del trono? Se sentaba el Padre. Pero no Le denomina, san Juan no dice nada, sólo dice el “Sentado”. Y como apunta san Andrés de Kesarea, el intérprete del Apocalipsis: Anteriormente Juan el evangelista describió al Hijo que le habló, pero aquí se ausenta la descripción, porque se sienta el Padre. ¿Qué va a describir sobre el Padre? El Hijo se ha hecho hombre y Le describe, pero al Padre, ¿cómo Le va a describir? En vez de descripción, pone piedras preciosas, y dice que parecía como esta piedra preciosa… etcétera, para indicar algunas cualidades del Sentado encima del trono con el color de estas piedras preciosas”. Así que, muy correctamente el Evangelista Juan evita a representar a Dios, tal como evitaban a representarle también los Profetas del Antiguo Testamento, porque es el Dios el invisible y el inefable.
Incluso, lo característico es que evita también a referirse al nombre. No dice “el Dios”, no dice “el Señor”, sino que dice “el Sentado”, nada más. Prefiere a describirle simbólicamente, como os dije, con similitudes por los objetos más brillantes que había entonces, como son las piedras preciosas.
Con el color de estas piedras preciosas obviamente se entienden los caracteres de Dios, del Sentado. Debo deciros que el nombre de las piedras preciosas no coincide con los nombres actuales de las piedras preciosas. Posiblemente el de jaspe sea el de diamante, y en concreto no el de color sino el sin color, es decir, el blanco que es el más precioso, y así con el jaspe o diamante se entiende la santidad y la pureza de Dios. Con el color sardion, que salía de la región de Sardis y tenía color rojo, se entiende la justicia castigadora de Dios. ¡El Dios es Santo pero también Justo! Y con el arco iris se entiende la benevolencia de Dios hacia los hombres por cuanto que hayan pecado mucho.
¡Veis cuantas prestaciones de símbolos toma el Evangelista Juan para ayudarnos a entender el Sentado sobre el trono, el Dios! Cuando se hizo el cataclismo, dijo el Dios: “Pondré mi arco encima de cada lluvia” (Gen 9,13·16), es decir, el arco iris. Cuando vemos el arco iris es señal que la lluvia ya parará. Cuando llueve después sale el arco iris, que no es más que la refracción de la luz. Tal como cae la luz por condiciones especiales –en ángulo etc.- se crea el arco iris y es un acontecimiento muy acostumbrado que lo vemos muchas veces.
Allí en el Stomio en el Monasterio (frente a Olimpo) apenas llueva, vemos el arco iris. Dios pues, dice que cuando pondrá Su promesa encima del arco celeste, no volverá a destruir el mundo por cataclismo, por mucho que pequen los hombres. Por tanto, el arco celeste alrededor del trono es el símbolo de la benevolencia de Dios. El Dios es benevolente ante los hombres, cualquier cosa que los hombres hagan está preparado para perdonarlos, basta que se lo pidan.
Aún es digno de mencionar que el Sentado es calificado semejante a las piedras preciosas. Correctamente, porque cómo y de qué manera puede describir el Evangelista aquello que está viendo. Apuntar que los Profetas –Ezequiel y los demás Profetas- hablan de semejanza de la doxa (gloria, luz increada) de Dios, no de semejanza de Dios
Para que lo entendáis os digo lo siguiente: tengo el sol; sus rayos llegan hasta mi casa. Pero no tengo el sol dentro de mi casa, pero tengo sus rayos, tengo su energía, y estos rayos no son realmente estos, sino que esto que veo es una icona. Los Profetas pues, ven la icona de las energías de Dios. No las mismas energías de Dios. No estas mismas energías sino la icona de la doxa (increada) de Dios.
Correctamente pues, Juan pone estas iconas y dice en su descripción “semejante a esto” “semejante a aquello”. No dijo que eran así, sino que se parecían algo así, para indicar la debilidad de la descripción de Dios. Amigos míos, Dios no se describe, ni siquiera las energía increadas de Dios se describen.
“Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y vi sentados en los tronos los veinticuatro ancianos o presbíteros, vestidos de ropas blancas, con coronas de oro en sus cabezas” (Ap 4,4). Naturalmente los veinticuatro tronos no brillantes como el trono central. ¡Qué expectación majestuosa, realmente exquisito espectáculo!
Pero inmediatamente, en relación con esta icona que ve el Evangelista Juan y la describe también a nosotros, diríamos: “¿Así pues, el Dios no se queda incomunicado de Su creación; no permanece Dios encerrado en sí Mismo, teniendo sólo comunión, comunicación de las tres personas?
No, amigos míos, el Dios se comunica, conecta, comulga con Sus creaciones. Cuando está encima del trono existen veinticuatro presbíteros o ancianos, ¡estos son los hombres y esto significa que Dios comulga, se comunica con Sus creaciones! Sólo y únicamente con esto sería capaz de conferir una doxa (gloria luz increada) infinita a Dios. ¡El Dios que está fuera de la creación se comunica, comulga con Su creación porque la ama!
¿Y quiénes son estos veinticuatro ancianos? Son la Iglesia triunfante de los Justos y de los Santos, sobre los cuales Dios reposa. Incluso el número de ellos, veinticuatro presbíteros, ancianos, se expresa con artículo. Dice: “he visto sentados los veinticuatro presbíteros”, no dice “vi veinticuatro presbíteros sentados”. ¿Por qué pone los presbíteros con artículo?
Esto con artículo, amigos míos, tiene importancia grande. Primero significa que estos los veinticuatro presbíteros son conocidos de Dios. El Dios conoce siempre a los Suyos. ¡Siempre! A dónde quiera que los hombres te escondan y te pongan en almacenes estrechos y en algunas esquinas de sombra, de postergación, sin fama y anónimo, el Dios te ve, te conoce, te distingue, eres Suyo; ¡no temas, ni tengas miedo a nada! ¡Soy de Él, me conoce!
Después son conocidos a Juan. ¿Cómo se hace esto? Atención: los Santos entre sí son conocidos. Sólo me referiré a la Metamorfosis del Señor, cuando Juan, Pedro y Jacobo o Santiago vieron a Moisés y a Elías, el apóstol Pedro dijo: “Señor, ¡qué bien se está aquí! Está bien que nos quedemos aquí; preparamos tres tiendas de cabaña, una para Ti, otra para Elías y otra para Moisés”. ¿Cómo los conocía? ¿Dónde los había visto? Moisés fue mil quinientos años antes que Pedro, y Elías antes de novecientos años, amigos míos, ¿A dónde los había visto Pedro?
Los santos se conocen entre ellos, por eso san Juan el evangelista no dijo “vi presbíteros” sino que “vi los Santos, la Iglesia triunfante, el baile de los Santos”, desde Abel hasta los Mártires de entonces que son representados por los veinticuatro presbíteros o ancianos.
Pero cuando dice que eran hombres –atención a este punto- esto no excluye la presencia de las mujeres al Cielo, a la Realeza increada de Dios, sino porque exactamente la presencia de los veinticuatro presbíteros sirve a todo el plan, a toda la representación, por eso pone hombres. Lo vuelvo a decir, no son excluidas las mujeres del reinado de la Realeza increada de Dios.
Son presbíteros, -presbítero quiere decir de avanzada edad, anciano- para manifestar la madurez espiritual. Los santos tienen madurez espiritual.
Son veinticuatro para ser declarado dos veces el doce. El número veinticuatro es un número esquemático, que significa dos veces el doce y aquí indica gran multitud de Santos. Como veremos más abajo, el doce veces por doce mil, que son ciento cuarenta y cuatro mil, son números esquemáticos estos también. En los Pitagorios el número veinticuatro siempre significaba el pleno del cielo, todas las estrellas del cielo. ¡Por tanto, el número veinticuatro para los presbíteros o ancianos significa todos los Santos/as del cielo!
Las vestiduras blancas son el símbolo de la pureza y de la sanidad. Las coronas doradas son el símbolo de la victoria contra el mal, pero también el que los Santos son “sacerdocio real” (1Ped 2,9). Visten diademas. Diadema es la corona que se pone el rey, por consiguiente, es declaratorio de que los Santos constituyen el “sacerdocio real”.
En el mismo libro, al primer capítulo, versículo 6 el Evangelista dice “y nos ha dado a conocer su propia realeza (increada) espiritual y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre”. En el Antiguo Testamento, pero también en el Nuevo, se refiere al “sacerdocio real” (Ex 19,6 23,22; II Mac 2,17; 1Ped 2,9).
Además el Señor lo prometió a Sus Discípulos de que sentarán encima de doce tronos de doxa-gloria luz increada, (Mt 19,28), pero esto es válido también para cada fiel. ¿Qué dijo en la epístola anterior, hacia el Obispo de Laodicea? “Al vencedor le daré”… “Al vencedor”, a cualquier “vencedor”, no sólo a Sus doce Discípulos. “Al que venciere, le haré sentarse conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono” (Ap 3,21).
Poned atención en algo. Los veinticuatro presbíteros estaban sentados. No estaban de pie, sino sentados. Algún momento se levantarán, lo veremos esto en el camino del análisis del texto. Esto manifiesta el descanso que tienen los Santos en el reinado de la Realeza increada de Dios.
En el mismo libro del Apocalipsis capítulo 14, versículo 13, escribe: «Dichosos, bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, fatigas porque sus obras los acompañarán.» Sí dice el Espíritu descansarán de sus esfuerzos, cansancios, tentaciones y dificultades y sus obras buenas los siguen como tesoro irreducible en la otra vida. Así que el que los presbíteros están sentados en los tronos manifiesta que reposan en el reinado de la Realeza increada de Dios.
Las tesis o posiciones de los presbíteros que están sentados en los tronos, están rodeando en círculo alrededor del trono, como dice el Evangelista. En círculo quiere decir alrededor del trono, pero este alrededor, como Juan tiene delante de él la icona-imagen, no puede ser un círculo, sino un semicírculo. Izquierda y derecha, alrededor del trono, pero teniendo delante de él el campo de vista abierto, el Evangelista Juan ve el trono central del Señor. Por lo tanto, posiblemente que sea un semicírculo.
Hay una icona bellísima y muy característica del Culto Divino, mejor decir de la Divina Liturgia. Recuerda el co-trono que tenían las antiguas Iglesias, en el centro en el cual se sentaba el obispo. Estaba detrás de la Santa Mesa. En la isla de Paros en el pueblo Ecantontapiliani esto lo podéis ver. El co-trono estaba detrás de la santa mesa o altar. Habían escalones, tal como es una grada de una gimnasia, y al centro estaba el obispo y alrededor los presbíteros. Pero el obispo es en tipo de Cristo y los presbíteros en tipo del laós-pueblo. Es muy característico.
Una cosa más, ¿Qué es la Iglesia? Son los fieles alrededor de la santa mesa o altar, que es el símbolo del trono del Cordero degollado.
Así pues los fieles –los veinticuatro presbíteros, los Santos- están alrededor del trono del Señor. ¡Y nosotros cuando estamos alrededor de la santa mesa, rodeamos la santa mesa, ya que estamos convidados del abundante Ternero cebado (Luc 15, 23·27·3º y san Crisóstomo: “Logos catequético”), que está encima de la santa mesa, que es el Cuerpo y la Sangre de Cristo! Hoy en día, desgraciadamente no lo tenemos ya en el centro, sino al margen, y no están ya alrededor los fieles, sino sólo típicamente, icónicamente. Pero esencialmente estamos alrededor de la santa mesa.
La icona-imagen completa, amados míos, del “Sentado en el trono y de los veinticuatro presbíteros o ancianos”, muestra lo profundísimo que es el misterio de la agapi increada de Dios y de Su comunión con la creación. AMIN
Unidad 17 Apocalipsis 4, 5-11 El Espíritu Santo y las Potencia Angelicales La Liturgia celeste como tipo y modelo de la Divina Liturgia terrenal
“Y del trono salían relámpagos y truenos y voces” (Ap 4,5).
Hasta la descripción anterior, amados míos, que nos hizo el divino Evangelista Juan, del “Sentado sobre el trono y de los veinticuatro presbíteros, los sentados en los tronos en el círculo del trono de Dios”, nos habíamos sentido una quietud, una inmovilidad, pero con la cumplimentación de la icona-imagen, representación del 4º capítulo que tendremos a continuación, pero sobre todo y principalmente con la cumplimentación del 5º capítulo, sentimos una dinámica terrible. Sentimos que el trono de Dios y la incendiada punta del Sinaí se identifican. La descripción entera pronuncia este inabordable esplendor del Pantocrátor-Todopoderoso Dios.
“Y delante del trono siete velas ardiendo, las cuales son los siete espíritus de Dios” (Ap 4,5).
Ya el divino Evangelista Juan mencionó la icona-imagen de las “siete velas ardiendo ante el trono”, en las siete epístolas hacia las siete Iglesias con el saludo de Jesús Cristo, del ya glorificado, ya supra-crónico y súper-histórico Jesús, que allí escribe: “4 Juan, a las siete Iglesias que están en Asia: Χάρις Jaris (Gracia, energía increada) y paz de Dios a vosotros, del que es y el que era y el que siempre viene, y de los siete espíritus que están delante de su trono;
[1,4 Juan, a las siete Iglesias en Asia Menor: Jaris (Gracia, energía increada) y paz de Dios Padre a vosotros, del que es y existe perfectamente por sí mismo siempre, y el que era y existía antes de todos los siglos sin principio y el que siempre viene ahora y en el futuro, y del Espíritu Santo que con su plenitud y perfección de sus infinitos carismas, que está delante del trono de Dios para la iluminación y asistencia de los hombres.]
Los siete espíritus que allí se mencionan, ahora son iconizados aquí por las siete velas ardiendo. Se trata del uno, santo, unificado, Espíritu Santo de Dios, la tercera persona-hipóstasis de la Santa Trinidad. Por eso y todo saludo que hace el Evangelista, no es otra cosa que un saludo por el Santo Dios Trinitario. Primero se refiere al Padre y al Espíritu Santo, dejando por último el Hijo para la distinción y promoción de Su persona, porque todas las cosas más abajo se refieren a Él.
El Espíritu Santo aparece aquí con la icona-imagen y con la forma de las sietes velas ardiendo, que está claro que se refiere a las distintas energías, operaciones y manifestaciones del Espíritu Santo. El número siete simboliza la totalidad, pero también las múltiples energías increadas y operaciones del Espíritu Santo. El Espíritu Santo es uno no se divide, no se fracciona. Lo que se divide son los carismas. Y para la expresión de la fragmentación de los carismas –o de las energías increadas, (las jaris), es lo mismo- se refiere por y con la icona de las siete lámparas ardiendo.
Pero por la icona de estas velas ardiendo se manifiesta aún la dinámica y habilidad de Dios en penetrar a todo y en todas partes. El Dios lo ve todo.
“Y delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal” (Ap 4,6), pero no era mar. Muy a menudo en sus descripciones el Evangelista Juan nos dice aquellas palabras como “semejante”, “como o parecido a” etcétera, que muestra que todas estas no son más que un intento y esfuerzo para dar una icona-imagen de una realidad, aunque sea detrás de estas similitudes.
Este “mar de vidrio” que se parece a cristal, ya que se encuentra delante del trono, diríamos que está en el suelo de todo el escenario. Encima de este suelo está la icona del “Sentado y los tronos de los veinticuatro presbíteros”, que están alrededor del trono del Sentado. Pero si esta construcción “como mar y como cristal”, construcción es el suelo, simultáneamente se puede considerar que es el techo, la cubierta de la tierra. Porque todas estas cosas toman parte en el cielo, entonces obviamente tienen una separación, un suelo –y esto es lo que ahora ve san Juan- y entonces para la tierra, para nosotros aquí, el suelo del cielo es la cubierta.
Atención. Os ruego mucho, no sólo sobre el tema de hoy, sino también para cada tema que haremos en este libro del Apocalipsis, estas cosas no las toméis al pie de la letra, literalmente. Por favor, mucho os lo ruego. Son iconas-representaciones, imágenes. Son iconas porque es imposible para uno representar la realidad. Si se debería representar una realidad, entonces el Apóstol Pablo no diría aquello: “logos y palabras inefables que no le es dado al hombre expresar” (2Cor 12,4); no es posible al hombre hablar sobre estas realidades. Estas cosas y realidades son inexpresables e inabordables, son impenetrables e inefables. No podemos ni siquiera pensar lo que son exactamente en realidad todas estas cosas y son aparecidas sólo como iconas. Por eso os ruego que nadie las acepte y reciba estas realidades con una simpleza, de que son cubiertas o techos, suelos, tronos…. Hace falta mucho cuidado, porque, si no, todo el tema será malinterpretado y malentendido.
Este intermedio, este suelo-cubierta es clarísimo y muestra que desde allí el “Sentado sobre el trono”, puede controlar, observar y ver lo que hay por debajo de esto. Es decir, es una icona muy expresiva sobre que el Dios controla, inspecciona y conoce todas las cosas que se hacen en la tierra. No hay nada que el Dios no lo conozca. Conoce todas las cosas absolutamente, y por supuesto aquellas que los hombres no conocen. Y aquellas cosas que nosotros no conocemos de nosotros mismos, el Dios las conoce. Pensad bien esto. Y no sólo no conocemos el nuestro sí mismo, que se encuentra en el presente, pero mucho más no conocemos lo qué pensamos y lo qué haremos al futuro. Esto sólo lo conoce Dios. Para Dios todas las cosas son “desnudas y abiertas” (Heb 4, 13). No hay ni una cosa intermedia invisible. Todas las cosas delante de Él están abiertas y claras.
“Y ante el del trono…” Poco a poco se va completando esta icona y empieza a tomar una dinámica y salirse de su quietud e inmovilidad. «Y ante el trono se extendía como un mar de vidrio semejante al cristal; y junto al trono, y alrededor del trono, cuatro seres o animales espirituales llenos de ojos delante y detrás. El primer ser o animal espiritual era semejante a un león; el segundo era semejante a un becerro; el tercero tenía rostro como de hombre; y el cuarto era semejante a un águila voladora. Y los cuatro seres o animales espirituales tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos» (Ap 4, 6-8).
¡Esta icona es muy curiosa y muy misteriosa! Dice “ante el trono y alrededor del trono…” Esto de “ante el”, se debe entender que está delante. Por lo tanto, alrededor del trono están los cuatro entes o animales espirituales, muy misteriosos estos entes o seres, que delante y detrás estaban llenos de ojos, es decir, entes o animales espirituales multi-ojos. El primer ente o animal espiritual describe el divino Evangelista, que es semejante a león; el segundo semejante a ternera; el tercero tenía cara de ser humano, y el cuarto era semejante a águila. Cada uno de estos cuatro animales espirituales tenía seis alas, y por alrededor y por dentro estaban llenos de ojos. ¡En todas partes ojos!
Una icona análoga nos presenta el profeta Isaías en su 6º capítulo y el profeta Ezequiel en el capítulo 1º y en el 10º.
¿Pero qué son estos cuatro misteriosos entes o animales espirituales? Obviamente y muy claro que no son animales insensatos, irracionales, ya que como veremos un poquito más abajo en concreto dicen y psalmodian himno al “Sentado sobre el trono”. ¿Por tanto, qué son?
Se trata de seres angelicales, es decir, son ángeles. Y aceptamos todo el tema en combinación con las visiones de Isaías y de Ezequiel, junto con la visión del Profeta presente, de san Juan, entonces veremos que se trata de los Serafines y de los Querubines. Estos animales tienen carácter simbólico y por eso aparecen de esta forma. Os dije que no son animales insensatos, irracionales.
Lo de “mutli-ojos”, el que estos animales espirituales tengan muchos ojos, manifiesta la omnisciencia de Dios, porque a estos los utiliza como instrumentos Suyos litúrgicos, que los envía para la realización de Sus voluntades. El Dios, por tanto, lo ve todo y esto se expresa por lo que aparecen estos animales espirituales llenos de ojos.
Lo multi-alas, de muchas alas, indica la agilidad que tienen para una rápida realización de las voluntades de Dios.
¿Pero qué simbolizan estos animales espirituales? Durante los tiempos se han dado muchas interpretaciones sobre lo qué simbolizan. Y en concreto, si os habéis fijado, estos cuatro animales se pintan encima de los triángulos esféricos en las cuatro esquinas que soportan la cúpula de una Iglesia, allí donde se pintan los cuatro Evangelistas, y con esto se consideran que son símbolos de los cuatro Evangelistas. Por eso también a lado de cada Evangelista existe también el animal correspondiente. En Luca, por ejemplo, está el buey, en Marco está el león, en Mateo está el que es como hombre y en Juan el águila. Como os he dicho, existen muchas interpretaciones, pero nos referiremos más bien a la más posible.
Podríamos decir que el león indica la grandeza real del “Sentado sobre el trono”, pero la icona no se ha completado aún. Esto se hará en el próximo capítulo, el 5º, que es el que completa la icona, es el “Cordero degollado” (Ap 5,6·12 y 13,8).
Desde el 6º capítulo ya empieza el despliegue de los acontecimientos que van a suceder. En consecuencia, estas cualidades o atributos de los “cuatro animales (espirituales)” no se refieren sólo al “Sentado sobre el trono”, sino que se refieren también a las siete velas ardiendo, que son y es el Espíritu Santo, se refieren también al Cordero degollado, que es el Hijo y Logos de Dios, el Cual se hizo hombre. Así para que tengamos una icona, porque las tres personas-hipostasis de la Santa Trinidad tienen una usía-esencia, es el uno Dios, debemos considerar todas estas cualidades (o atributos) de la omnisciencia, con los multi-ojos, con el mar de vidrio, con esta planta, esto de donde Dios lo ve todo, son válidas para las tres personas de la santa Trinidad; ven y conocen todo porque uno es el Dios.
El segundo animal el buey, indica la fortaleza, la fuerza, potencia. Se atribuye a Luca, porque quiere indicar que Luca se refiere a los sacrificios, a la santidad de Cristo, etcétera, porque el buey era un animal que se sacrificaba.
Después el rostro humano indica la inteligencia humana, es decir, que tiene genio. Que no considere alguno que son animales irracionales o insensatos. Por supuesto que todas estas cosas existen al Mismo Dios, como os dije, son cualidades o atributos del Mismo Dios.
Y el cuarto animal es el águila. Este que vuela muy alto y ve muy bien, y su simbolismo, nosotros lo atribuimos al Evangelista Juan, para indicar que su teología es muy alta y perspicaz. Llega hasta el cielo y habla para el Dios Logos.
«Y no se daban reposo día y noche diciendo [alabando a Dios]: Santo, santo, santo es el Señor el Dios el Todopoderoso-Pantocrátor, el que era, el que es, y el que siempre viene» (Ap 4,8).
Vemos que los cuatro animales espirituales emiten cantando incesantemente un himno al “Sentado sobre el trono”. La expresión de que “no reposan día y noche” es muy conmovedora, muy regocijante, y muestra la doxología, alabanza incesante del mundo angelical hacia Dios. ¡No cesa nunca!
Pero en el cielo, amados míos, no hay día y noche. Sería tonto si uno diría esto, y sobre todo si quisiera sostener posiblemente tesis o posiciones demostrativas a favor del eortologio (calendario de fiestas). El día y la noche son resultados, son fenómenos del rodeo de nuestra tierra alrededor del sol. Entra la sombra, y tenemos noche; la tierra indica su rostro hacia el sol y tenemos día. Pero en el cielo no existe sol ni tierra y por consiguiente no tenemos día ni noche. Estas iconas son tomadas de la tierra, para indicarnos que día-noche, es decir, estos animales o entes espirituales alaban a Dios incesantemente. Pero vamos a ver cómo Le alaban, cómo emiten doxologías, himnos.
Hemos mencionado que existe un himno. Este himno es estereotipo. Os volveré a leerlo: “Santo, santo, santo es el Señor el Dios el pantocrátor-todopoderoso, el que era, el que es, y el que siempre viene”. Es un himno estereotipo, porque no hay alguna otra cosa que psalmodiar. Psalmodían esto, y cuando termina de nuevo empiezan por el principio. Pero puesto que este himno continuo es incesante, entonces quizás pensaríamos que sería pesado, aburrido. Pero no es sólo esto.
Cuando termina el himno de los cuatro animales, los veinticuatro presbíteros, que llevan puestas coronas de oro –y esto indica que somos “sacerdotes y reyes”, como dice el mismo libro del Apocalipsis- vienen a depositarlas delante del “trono del Sentado”. Cuando vuelve a comenzar el himno, como si volviesen a tomar sus coronas, y una vez terminado el himno, haciendo el mismo movimiento, las vuelven a depositar otra vez delante del trono. Así vemos que existe un himno estereotipo y un movimiento estereotipo. El himno estereotipo se dice por los ángeles, los cuatro animales espirituales, los Querubines y los Serafines, y el movimiento estereotipo se hace por los veinticuatro presbíteros. Veremos más abajo que el momento que los veinticuatro presbíteros depositan sus coronas, dicen una alocución, pero también esta es estereotipa; es una oración corta, podíamos decir, que se repite continuamente. ¡Uno pensaría que el cielo es algo muy aburrido, tedioso, ya que tenemos repetición continua de las mismas cosas. Ininterrumpidamente sin terminación, por los interminables siglos, tenemos el mismo movimiento!…
No sabemos qué otros movimientos puede que existan, amigos míos, al Cielo. Aquí sólo tenemos una icona, pero en esta icona, con este estereotipo, vendría a deciros lo siguiente: no hay ningún aburrimiento, porque cuando se acaba el himno de los ángeles –de los cuatro animales espirituales- entonces delante de los ojos de los ángeles, de los Querubines y de los Serafines, aparece una nueva doxa (gloria, luz increada) del “Sentado sobre el trono. Al mismo momento que se revela una Doxa Divina increada más, o por lo menos esta revelación-apocálipsis no es más que una apertura más de los ojos de los seres angelicales, porque el Dios siempre tiene la Divina Doxa increada e inalterable. Es aquello que decimos al apolitikio de la Metamorfosis, o sea de que los Discípulos veían “como podían”, a la medida que podían resistir, veían la Doxa increada de Cristo. Y un poquito antes el Cristo estaba así, y continuamente se movía como metamorfoseado, pero los ojos (espirituales) de los hombres estaban cerrados, es decir, no veían. Allí por un momento se abrieron (por la jaris energía increada del Espíritu Santo) se abrieron los ojos (espirituales) de los tres Discípulos, y así apareció la Divina Doxa increada de Cristo. En la doxa de Cristo había algo estereotipo, pero los ojos de los discípulos se abrieron hasta cierto punto, tal como de los ángeles.
Cuando acaba el himno de los ángeles, se abren sus ojos y ven la Divina Doxa (Luz increada) más que antes que estaban psalmodiando el himno Trisagio. Y cuando acaba este himno de nuevo ven mucho más la doxa. Pero esta doxa increada a la vez ofrece también gnosis increada más profunda de Dios. Pero de esta gnosis increada más profunda de Dios estallan en repetición del mismo himno, y no podría ser algo diferente, distinto, cuando ven siempre la misma cosa… (ver https://www.logosortodoxo.com/γνωσισ-gnosis-conocimiento/)
Es exactamente tal como sucede a nosotros, cuando vamos a una exposición y vemos las piezas expuestas que nos deslumbran por su belleza y clamamos con sorpresa “aah!…”, y después se va esta escena y vemos otra y de nuevo “aah!…”. Para uno que nos oye sin ver las piezas expuestas, amados míos, esto puede ser raro y aburrido, pero para nosotros que vemos continuamente las iconas es distinto. Es decir, ¡los Ángeles tienen nueva y nueva revelación-apocálipsis de Divina Doxa increada, nueva y más profunda y tanto más profunda también apocálipsis-revelación de Gnosis increada Divina!
Os lo diré con otro ejemplo. Estamos cavando un pozo en la tierra de cuatro metros cuadrados, igual que un pozo grande. Para uno que está en la superficie de la tierra se ha agota el interés hasta allí donde hemos cavado. Pero aquel que está cavando y encuentra continuamente cosas nuevas, conforme va progresando al fondo se encuentra de sorpresa en sorpresa. Para el que está en la superficie de la tierra, que no ve lo que encuentra el que está cavando y bajando en la tierra, está aburrido y el tema se ha agotado. Pero para el que está bajando, el tema no se ha agotado. Por tanto, amigos míos, así es también para el mundo angelical, que lo que ven en Dios no se agota. El Dios es inagotable. Veis que no sabemos qué lengua o idioma debemos hablar para entender aquellas cosas que realmente no podemos entender. Nosotros sufrimos un tedio, desgana, nos cansamos, queremos un cambio de iconas-imágenes, tenemos sueño, dormimos. Todas estas cosas producen una saturación, pero esta saturación obviamente no existe al mundo celeste.
Aún desde este punto observamos que la gnosis de los ángeles aumenta continuamente. Es decir, en este momento los ángeles o mejor dicho, hasta de antes de hacerse hombre el Hijo de Dios, los ángeles tenían una cierta gnosis, pero después por Su encarnación, la gnosis de los ángeles pero también de los Santos, se súper-enriqueció, y continuamente se súper-enriquece más. Tal como veremos más abajo, los veinticuatro Presbíteros son la Iglesia triunfante. Son todos los fieles que están en la Iglesia del Cielo. Allí, la Iglesia triunfante –a los presbíteros- la gnosis aumenta continuamente. Aquí en la tierra aprendemos algunas cosas, pero allí al Cielo el aumento de la gnosis (conocimiento) increada de Dios será ininterrumpido. No hay posibilidad de terminación, finalización nunca de la gnosis increada de Dios, es decir que digamos “ya lo sabemos todo y hemos terminado”. Esto no existe en el Cielo.
Aún el himno “santo, santo, santo”, como veis, tiene una pronunciación triple. Por un lado acrecienta el concepto de la santidad del “Sentado sobre el trono”, y por otro lado, se refiere a las tres personas de la Santa Trinidad. Es como si dijeran los ángeles el primer “santo” a la primera persona, el segundo “santo” a la segunda persona y el tercer “santo” a la tercera persona. Por consiguiente lo “santo, santo, santo” no es sólo un acrecimiento del concepto de la santidad del Santo Dios, sino también una manifestación, develación del Dios Trinitario; es decir, tenemos tres personas de la Santa Trinidad y hacia cada persona se dirige también un “santo”.
Es digno de atención también que el himno que psalmodían los Serafines y lo describe majestuosamente el profeta Isaías al 6º capítulo –os remito al Antiguo Testamento a leerlo- es psalmodiado por los Querubines tal como aparecen en la visión de Ezequiel en el 1º y en el 10º capitulo. Y aquí en el himno se añade este acontecimiento esjatológico del libro presente, “el que era, el que es, y el que siempre viene”. Así que aquí vemos el modo o manera que puede ser que psalmodian los Querubines y los Serafines.
¿Qué son los Serafines y los Querubines?
Nuestra Iglesia esto lo salvaguarda de una manera admirable, en la oración-bendición del “himno Trisagio” que decimos lo siguiente: “El Dios santo reposado en los santos, el que es alabado de la voz trishagia de los Serafines y gloriado por los Querubines y reverenciado de todas las potencias celestes…” (Divina Liturgia de san Crisóstomo); aquí los verbos alabar y gloriar son lo mismo, cambia los verbos el divino escritor para indicar que dicen el mismo himno tanto los Serafines como los Querubines.
No son sólo los cuatro animales, son todos los ángeles. Lo veremos un poquito más abajo, amigos míos, de que no son los veinticuatro presbíteros sino “la multitud que no puedes enumerarla”. Los ángeles son tantos, que no puedes enumerarlos. Lentamente, poco a poco la icona-imagen se engrandece, se enriquece, aumenta y acrecienta de una manera tremenda e induce y prepara al oyente o al lector del libro del Apocalipsis, le predispone poco a poco, para no ver de repente la icona y no saber a dónde mirar. Y añade magistralmente el divino Evangelista a su descripción, una por una… una por una las iconas, analiza y añade, analiza y añade continuamente y nos da una plena icona-imagen o representación del Cielo, del reinado de la Realeza increada de Dios.
Aún está claro que este himno querubínico de la Divina Liturgia, que le psalmodiamos cuando nos preparamos para la Gran Entrada: “Nosotros que místicamente representamos a los Querubines, y que cantamos el Himno Trisagio a la Trinidad vivificadora: apartémonos de todo interés mundano, para que recibamos al Rey de todos…” etcétera; es el himno que se psalmodía, y nosotros todos estamos alrededor de la Santa Mesa o Altar… ¡la cual es el trono de Dios! Es el trono del “Cordero degollado”, de Jesús Cristo. El Mismo Cristo se encuentra encima de la Santa Mesa o Altar expuesto, como dice san Juan el Crisóstomo (“A las estatuas, homilía 15, MPG 49.160.32-34).
Por tanto, ¡la Santa Mesa o Altar es la misma con el trono que ha contemplado en su visión el divino Evangelista, es el mismo trono! Y allí alrededor de la Santa Mesa están también los Querubines y los Serafines en honor del “expuesto”, del Jesús Cristo. Nosotros… nosotros somos, diríamos, los veinticuatro presbíteros, pero aquí en la tierra, no en el Cielo todavía. Es el mismo sacrificadero, es el mismo trono, porque es el mismo Dios. El “expuesto, el sentado, el reposado es el mismo Dios y nosotros estamos alrededor de la Santa Mesa.
En la antigua Iglesia, la Santa Mesa estaba en el centro del templo, pero después por razones técnicas se puso al extremo. Esto es una sensibilización de lo qué sucede exactamente. En realidad, en cualquier sitio que la llevemos la Santa Mesa, el laós-pueblo fiel está alrededor de ella, porque ya que comulgamos significa que somos convidados. Pero “estoy convidado a una mesa” significa que me siento en la mesa, y no tiene importancia a dónde está esta mesa.
Yo estoy sentado, se sienta también el de mi lado y el de más allá. Por tanto, todos estamos sentados alrededor de la mesa, esta mesa común. Común para nosotros, es decir, común con el sentido respecto a nosotros, pero la mesa de Dios es el trono de Dios.
Así, amigos míos, sin que lo percibamos, nos convertimos en Querubín y Serafín, por eso dice este himno “Nosotros que místicamente representamos a los Querubines…”. ¡Nosotros los fieles iconizamos de modo místico los Querubines y los Serafines! Apuntad que este himno querubínico no lo psalmodian solamente los sacerdotes dentro en el altar, sino que ya lo psalmodia el laós-pueblo fiel desde fuera. Es el himno querubínico y nos preparamos para la Gran Entrada. Por consiguiente no están sólo los sacerdotes alrededor de la Mesa, lo subrayo, sino que está el clero y todo el laós alrededor del trono de Dios. Por tanto, tal como estamos alrededor, iconizamos, representamos a los Querubines y los Serafines y estamos de pie delante de la Trinidad vivificante, cantando, todos juntos, el himno Trisagio. Por eso, como si dijera uno al otro, decimos más abajo: “Deponer, despojar toda preocupación de la vida, ahora que estamos aquí no pensar nada”.
¿Porque de verdad, amados míos, vuestros seres queridos que se fueron para el Cielo y se justificaron, es decir, ahora que están en la Iglesia triunfante, pensáis y creéis que piensan los terrenos o campos que tenían aquí en la tierra, piensan en los parientes, la mujer, sus hijos! Amigos míos, ¡es tanta la ocupación allí al Cielo que no les quedan márgenes para pensar otra cosa, nada de otra cosa! No hay márgenes. ¡Y además las cosas terrenales son tan pobres… tan pobres…! ¿Qué va acordarse tu marido que se ha marchado? ¿A ti? ¿Y tu hijo, que se ha ido de la vida presente, a ti recuerda, a ti su madre, que lloras y te lamentas? Tu hijo, tu marido, tu padre, tu madre, tu abuelo y los que se han ido de esta vida, y por supuesto que si están en la Iglesia triunfante, allí no tienen tiempo para nada más, disfrutan continuamente de la Divina Doxa (gloria luz increada).
Y nosotros ahora alrededor de la Santa Mesa no debemos tener preocupaciones de vida; “Deponer, despojar toda preocupación de la vida, ahora que estamos aquí no pensar nada”, exactamente para recibir al Salvador Cristo, Quien viene a sentar encima de Su trono. Ahora se hará la Gran Entrada, se colocará y después se santificará el Pan y el Vino y tendremos expuesto el Cordero degollado, el Hijo de Dios, que se hizo hombre y de Quien nos haremos y seremos convidados.
En muchos Santos encontramos esto que os voy a decir indicativamente; puede ser que os sea conocido. San Esperidón cuando celebraba la Divina Liturgia veía ángeles. Leed su apolitikio, 12 de Diciembre (está en libro Horologion), donde dice: “ángeles tenías como co-oficiantes o co-celebrantes contigo”. ¡Ángeles! ¡Los ángeles están presentes y en la Iglesia más pobre que celebraremos la Divina Liturgia y con el sacerdote más pecador! Los ángeles no honran al sacerdote, sino que honran al expuesto Cristo. Por tanto, yo como sacerdote tanto si soy santo como si soy pecador, los ángeles existen y están alrededor de la Santa Mesa, en honor a Cristo. Y cuando san Esperidón ve los ángeles, no significa que han venido para ser vistos por los ojos de él, sino que están para el Cristo, y el santo los ve ya que tiene su corazón purgado, sanado y purificado. San Juan el Crisóstomo afirma: “Conozco alguien y os lo confirmo que cuando celebraba la Divina Liturgia veía ángeles alrededor de la Santa Mesa”. Este alguien posiblemente fuera él mismo, pero por razones de prudencia y humildad no nos revela su nombre que es él mismo.
¡Qué grandiosa, importante y majestuosa es la ortodoxa Divina Liturgia! ¡Cómo debemos participar y estar en la Divina Liturgia!
Hablamos para renacimiento por la Divina Liturgia, renacimiento de los fieles litúrgicamente. ¡Este renacimiento, amigos míos, adquirir gnosis, reconocimiento a saber lo qué es exactamente la Divina Liturgia y cuánto sagrado o santo es el lugar allí, la Santa Mesa! Por eso no debemos tocar, tampoco ni el sacerdote debe tocar la Santa Mesa sin razón. No debemos permanecer delante de la Santa Mesa sin temor, indiferencia como si no pasara nada. Siempre tenemos que sentir que es el trono de Dios.
Si os habéis fijado, cuando queremos ir de un lado al otro del altar, vamos alrededor de la Santa Mesa. Esto lo hacemos porque se supone que delante está la persona de Dios. Uno no debe pasar por delante, sino que se vaya por atrás. Por supuesto que el Dios está presente en todas partes y en todo está Su persona. Es una expresión litúrgica, para tener respeto, tener cuidado uno e ir por atrás. No quedará ni pasará por delante, y sobre todo de modo sin temor a Dios como si no pasara nada, aquello que decimos “ateófobo-sin temor a dios”, naturalmente esto lo digo para nosotros los curas- sino con temor, devoción y respeto. Uno debe sentir en cada momento lo qué es la Santa Mesa. (Ateófobo una expresión helénica que hasta hoy en día también es de muy uso común y se refiere a una persona irrespetuosa que hace cosas sin pensar, hace maldades).
Continuamos: «Y siempre que aquellos seres o animales espirituales dan gloria y honra y agradecimiento al que está sentado sobre el trono, al que vive por los siglos de los siglos, [sin principio ni fin], los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y reverencian al que vive por los siglos de los siglos» (Ap 4, 9-10).
Es característico que el himno Trisagio contiene alabanza, honor y agradecimiento. Oíd lo que dice: “y cuando los animales espirituales darán o harán alabanza, honor y agradecimiento….” ¡Por tanto el himno Trisagio –“Santo, santo, santo…”- analizado atribuye alabanza, honor y agradecimiento!
Es algo similar –atención a este punto- con lo que contiene la monóloga oración «Κύριε, Ἰησοῦ Χριστέ, ἐλέησόν με Kirie Iisú Jristé eleisón me Kirie Jesús Cristo compadécete de mí o ten misericordia de mí, ayúdame, sáname, ilumíname…». El ἐλέησόν με eleisón me es una locución muy condesada hacia Dios. ¿Quieres agradecer? Diga: ἐλέησόν με eleisón me. Por eso, no cambia la oración o bendición. Y esta oración es lo mismo también un estereotipo, pero para uno que la oye por primera vez que se va repitiendo – Kirie Iisú Jristé eleisón me Kirie Jesús Cristo compadécete de mí… Kirie Jesús Cristo compadécete de mí”- quizá sea pesado o aburrido y entonces puede decir lo que se dice como una broma: “¡Mucho Kirie eléison le aburre hasta el cura!”, ¡ay, pues! Para aquel que dice la monóloga oración y tiene conciencia, sentido y sentimiento, no existe ninguna, absolutamente ninguna monotonía. Es exactamente la misma historia que existe en el Cielo. Es decir, ¡tal como allí los ángeles no sienten la monotonía diciendo el mismo himno, así también no siente monotonía el que dice continuamente “Kirie Iisú Jristé eleisón me Kirie Jesús Cristo compadécete de mí”! No cambia, es lo mismo. De esto pueden dar testimonio los que tienen la relativa experiencia, (yo también el traductor por mi experiencia desde niño y después desde 1998 por la Filocalía concienzudamente en contacto consciente continuo con CristoDios a través de esta monóloga la oración del corazón o de Jesús, contenida místicamente en los Evangelios, entregada por los Apóstoles y practicada por los Cristianos Ortodoxos de todos los siglos hasta hoy en día y así lo testifico, así es).
Todavía más, la Divina Liturgia toda entera, desde “Bendita sea la Realeza increada de Dios…” hasta “por las bendiciones de los santos…”, son a la vez alabanza, honor, agradecimiento, súplica, doxología… lo son todo junto. Atención. Decimos un himno pequeño, que contiene todas estas cosas: “Te alabamos, Te bendecimos, Te agradecemos Señor y Te suplicamos a Ti nuestro Dios” (Divina Liturgia de san Crisóstomo). Si debemos rogar a Dios por un tema nuestro hacemos una Divina Liturgia. Si debemos a agradecerle por nuestra petición realizada, otra vez hacemos Divina Liturgia. Si debemos alabar y gloriar a Dios por cualquier cosa que sentimos en nuestro interior, de nuevo hacemos una Divina Liturgia. Si debemos honrar a Dios de cualquier manera, otra vez hacemos una Divina Liturgia. Así que la Divina Liturgia contiene todas estas cosas y nos lo revela-apocalipta aquí que dice que el “santo, santo, santo” es la atribución de honor, gloria, alabanza y agradecimiento hacia el Dios.
Cuando termina el “himno Trisagio de los animales espirituales”, entonces, como os dije también anteriormente, ¡los veinticuatro presbíteros caen o se arrodillan delante “en el trono del Sentado” –del Dios vivo! Le reverencian, y allí, delante del trono, colocan sus coronas de oro. Todos estos movimientos están llenos de humildad, manifiestan que existe profundo sentido y sentimiento de la distancia entre Dios y las creaciones.
«y depositan sus coronas delante del trono» (Ap 4,10)
Esta ofrenda de las coronas no es sólo un punto de subordinación, sino también un punto de reconocimiento, de que estas coronas se deben a Dios.
Tomaré una icona del mundo antiguo. Una vez Sócrates encontró en el camino a Efzídimo, tenía puesta una corona e iba a orar. La oración del Efzídimo –a la estatua de Zeus, de la Atenea, no sé a quién oraba, pero de todos modos a dioses falsos- tenía movimiento. Tenía oración, peticiones y a la vez, el que oraba, tenía corona puesta en su cabeza, la sacaba y la colocaba en la base del pedestal de la estatua. La misma cosa sucedía, amigos míos, también cuando el vencedor de los juegos olímpicos retornaba a su patria, llevaba una rama de olivo. Iba y colocaba al pedestal, a los pies de la estatua del dios que se adoraba a la ciudad que se encontraba. Esto lo hacían los antiguos Helenos-Griegos y con esto querían mostrar la gloria, el honor, la victoria y el agradecimiento pertenece a dios Los antiguos a pesar de la amarga idolatría de ellos, percibían así las cosas, -¡y por supuesto correctamente!- ¿cuánto más debemos de percibirlas nosotros los cristianos así estas cosas, amigos míos!
Por tanto, esta ofrenda de las coronas de oro es como si dijesen los veinticuatro presbíteros, es decir, la Iglesia triunfante: ¡Santo Dios Trinitario, no pertenece a nosotros la gloria y el honor, sino a Ti! Nosotros somos creaciones pobres. Y si tenemos coronas de oro, es porque nos las ha ofrecido Tu bondad, Señor”.
Y san Andrés de Kesarea dice: “Porque a Ti Soberano se deben las coronas de la victoria, y Tu eres el donador de estas coronas nuestras de oro, y a Ti, todos nosotros, las creaciones, debemos agradecimiento.
Y realmente esta alocución, diríamos la oración, que dirigen los veinticuatro presbíteros, contiene esta tesis o posición, oídla:
Mientras colocan las coronas delante de los pies del Sentado en el trono, dicen:
«Señor, áxios-digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas» (Ap 4,11).
Repiten aquello que se analizó en relación con el himno de los ángeles, con la única variedad que allí se añade la palabra dínamis (potencia y energía, fuerza). Todas estas cosas muestran la riqueza, es decir, todas estas cosas existen en Dios inagotablemente. Amplia pero preciosísima oración: “¡Áxios-digno eres Tú!”
Verdaderamente, sólo el Dios, amados míos, es áxios-digno realmente de todo, tanto en dinami (potencia y energía) como en bondad. Las creaciones nunca tiene la dignidad o mérito, por mucha santificación que tengan; la dignidad o mérito la tiene sólo el Dios. En la Divina Liturgia cuando psalmodiamos el himno Querubínico, el sacerdote se dirige hacia Dios y dice: ““Nadie es axios-digno de los que están conectados con los deseos carnales y los placeres (o hedonismo) a venir a Ti, acercarse o oficiarte oh Rey de la doxa-gloria; porque el servicio o diaconía a Ti grande y terrible es de la potencias celestes; ¡porque el servirTe uno es grandioso y terrible, incluso para las mismas potencias celestes!
Y en la oración de la Anáfora (oblación) decimos: “Es digno y justo que uno Te alabe, Te agradezca, Te cante y Te reverencie en cualquier lugar de Tu soberanía” (Divina Liturgia de san Crisóstomo”. A donde quiera que te encuentres, cada parte es un lugar de Tu soberanía, eres el Señor de cada lugar.
Observamos que en general esta Liturgia celeste es el tipo y modelo de la ortodoxa Divina Liturgia terrenal. Si uno lee el libro del Apocalipsis y cada vez profundiza más en todo el libro del Apocalipsis, rápidamente percibirá que el tipo, es decir, el modelo, y lo subrayo, de la ortodoxa Divina Liturgia es esto que se celebra en el Cielo. Desde allí, desde el Cielo hemos recibido y tenemos la Divina Liturgia. El Apóstol Pablo dice en la epístola a los Hebreos, que el Dios dijo a Moisés: “Presta atención, harás exactamente todas las cosas con los diseños tal y como te dije en relación a las construcciones y formaciones” (Ex 25,9·40. 26,30).
Y continua el apóstol Pablo: “…los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas y realidades celestiales… (Heb 8, 1-5). Son modelos, tipos. Tal y como son los prototipos en el Cielo. Aquí celebramos la Divina Liturgia, pero su prototipo está en el Cielo.
Aún el Dios el único digno, como dijimos, de recibir doxa, honor y dinami, porque es el Demiurgo del todo, y si los veinticuatro presbíteros tienen puestas coronas de oro y se encuentran junto con el Dios en Su trono, co-entronizados con Dios, esto es el resultado de la agapi y de la bondad de Dios.
Aún es relevante de observar lo siguiente: “Todas las cosas fueron creadas y formadas porque lo querías Tú, el Dios”. Esto de “eran y estaban” y se formaron o construyeron –es antes que después- significa: nada se ha hecho sin que el Dios lo quiera.
La presencia del mal en el mundo, amigos míos, no tiene dimensión ontológica, sino ética. Por consiguiente cada cosa que existe es buena, ya que lo que existe es bueno, si existe el mal es por nuestra voluntad, predisposición y preferencia. El mal está en la preferencia, voluntad, no es ontológico. Por tanto la voluntad de Dios en cada cosa que existe es por complacencia de Dios. Pero la voluntad en cada mal que existe en las predisposiciones y preferencias de los seres lógicos, esto es por concesión de Dios.
¡Así vemos que lo “eran y estaban” en vez de lo “son y están”, manifiesta que todas las cosas continúan existiendo porque Dios lo quiere! De otra manera, lo que Dios no lo quiere retorna al cero, de donde comenzó, y así, lo que existe es porque lo quiere el Dios, a Quien pertenece la doxa, alabanza, el honor, la reverencia y εὐχαριστία efjaristía agradecimiento o acción de gracias. Amín.
Unidad 18 Apocalipsis 5,1-6 El hijo como Cordero degollado y el libro sellado La voluntad divina
Amados míos, con la ayuda de Dios, ahora vamos a analizar el capítulo 5º del libro Apocalipsis, que viene a completar la icona-imagen, representación simbólica que ya existe como visión, y empezó a describir de forma majestuosa y dramática el divino Evangelista en el capítulo anterior.
Esta icona se cumplimenta con el misterioso libro sellado y con el redentor Cristo como Cordero degollado. Son dos puntos principales que cumplimentan la icona, tal como se analiza en el 5º capítulo.
«5:1 Y vi en la derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos» (Ap 5,1)
El Sentado sobre el trono, tal como nos dice aquí el pasaje, tenía en su mano derecha un libro que lo daba a alguien. Este libro era de pergamino o de papiro, de todas formas era una tira o franja, pero no como están hoy en día la forma que tienen los libros que tienen hojas, y que están pegadas por una de sus puntas. No era con la forma conocida del libro, sino con una forma de tira o franja. Es decir, eran dos cilindros, que en uno estaba enrollado el papiro o el pergamino en forma de tira o franja, y cuando desenrollaba un cilindro para leerlo, enrollabas al otro cilindro. Así era la forma antigua de los libros. Así de este tipo era el libro que tenía en sus manos el Sentado sobre el trono y el cual, según el divino Evangelista, estaba escrito interior y exteriormente. Ahora percibís y entendéis qué significa “interiormente y exteriormente”.
Es decir, ya que es una tira, franja de material gráfico, uno escribe en el interior abriendo estas maderas, cortas y desenrollando el libro –no ojeando- se puede escribir también a la parte de afuera. Por tanto, el libro estaba escrito por dentro, interiormente y por fuera, exteriormente.
¿Qué significaba que estaba escrito por dentro y por afuera?
San Andrés de Kesarea dice: “El libro este, en franja o tira significa la omnisciente memoria de Dios, en el cual, según el divino David, está escrito todo y de todos, también significa los terrible abismos divinos. Y de estos, por un lado, los interiores son más difíciles de entender sin el Espíritu, por otro lado, los exteriores por la letra son más fáciles. Es esto que muchas veces dice el laós-pueblo y nosotros también popularmente que: Todo está escrito; lo qué te sucederá está escrito, – pero aunque allí tiene otra dimensión, tiene dimensión de destino o suerte y es terrible, pero se acerca un poco con esto. ¡Pero escrito no hay nada; mucha atención aquí, no hay nada escrito! Simplemente se encuentran en la memoria de Dios, en la gnosis increada de Dios, aquellas cosas que se van a realizar libremente y como símbolo de estos tienen el libro, es decir, el escribir. Por tanto, decimos que algo está escrito, es símbolo de la expresión de la gnosis increada o de la memoria de Dios, y no lo escrito, lo por suerte o por el azar, el kismet que dicen los turcos
Pero tened cuidado, aquel cristiano que sostiene que es su suerte o estaba escrito padecer o sufrir algo, ¡PECA, cae en pecado! Lo subrayo esto.
Y en el libro –siempre símbolo- allí están escritos los planes de Dios, el abismo de las divinas penas, etcétera, es decir, cómo piensa Dios.
Aún, tal y como está el libro por dentro y por fuera, simboliza que lo de dentro expresa el espíritu de las cosas, el espíritu de las letras o palabras, en cambio lo de afuera expresa las letras. Es decir, la letra o palabra, como sabréis, la entendemos, la vemos, igual que en la Santa Escritura o el libro del Apocalipsis. Está puesto dentro en el Nuevo Testamento, leemos la palabra, pero el espíritu está por dentro, o sea, escondido. Esto quiere decir con lo “el libro que tenía en Su mano derecha el Sentado sobre el trono”, estaba escrito por dentro y por fuera.
Pero dice una cosa más san Andrés de Kesarea: “Libro se entiende también la profecía, la que el mismo Cristo en el Evangelio ha dicho que se ha cumplido; y en lo siguiente se cumplimentarán en los ésjatos tiempos”; así que Libro se entiende también como profecía… Es decir, el Señor dijo “no penséis que he venido para abolir la ley o los profetas, sino para cumplimentar” (Mt 5,17). Aquel “cumplimentar” significa que el Cristo es el libro de la profecía. El Mismo es la profecía. El Mismo viene a interpretar la profecía, tal como interpretaría un Profeta, pero también para cumplimentar la profecía, realizar la profecía.
Todas estas cosas revelan lo qué es el Libro que tiene en Sus manos el Sentado sobre el trono, el cual va a entregar a alguien, es decir, como si se buscara a alguien para que le sea dado el Libro, que sin embargo estaba súper-sellado o sobre-sellado con siete sellos. Esta preposición “κατά katá súper o sobre”, en la palabra súper-sellado o sobre-sellado aumenta el sentido del sellamiento. Es decir, los siete sellos se deben entender como si fuera imposible leerse el libro. Influenciados sobre todo de este pasaje, decimos en nuestro lenguaje popular diario que esta cuestión está sellada con siete sellos, que significa que es muy difícil, incluso imposible también a entenderlo. Por tanto, el libro era incomprensible, impenetrable y misterioso.
San Andrés de Kesarea escribe otra vez sobre de esto: “Estos siete sellos, creo que revelan o que existe pleno sellamiento, de tal tipo o forma que uno no pueda conocer qué está escrito en el libro o simplemente que allí existen las profundidades de la divina Economía, es decir, lo qué piensa el Dios hacer en la Historia, y cuál será el final de ella.
¿De verdad, cuál será el final de la Historia” ¿Lo sabemos? Excepto, por supuesto, de los charlatanes, los astrólogos, los mentirosos y endemoniados hombres, que intentan dar una respuesta sobre lo qué va a suceder dentro en el tiempo o al final del mudo, tenemos también aquellos que con su propio cerebro humano intentan a entender algunas cosas sobre el futuro de la Historia. Naturalmente esto no puede ir más allá de los veinte, treinta, cincuenta lo máximo cien años, no puede más ir su mente. Y estas cosas con suposiciones. ¿Quién conoce el futuro y sobre todo el futuro de la Historia? ¡Esto que decimos es inconcebible, incomprensible en la mente humana, y por tanto rechazado! A cualquier intelectual que habléis sobre el final de la Historia, él lo rechazará inmediatamente. ¡No podemos con nada captar, percibir esto que aquí dice el logos de Dios “final de la Historia”!
Por tanto, estas cosas están “selladas con los siete sellos”, es decir, impenetrables, misteriosas, inconcebibles e incomprensibles. Pero también lo importante, y os rogaré que tengamos especial atención, es que existe un principio determinado aquí -por lo menos en este capítulo- que el libro absolutamente no puede abrirlo ninguna naturaleza creada.
Por tanto, tal como percibimos y entendemos, el contenido del libro que se antepone para entregar, contiene todo el libro del Apocalipsis –este que tenemos en nuestras manos- desde el capítulo 6º hasta el capítulo 22º, y en este está contenido todo el plan salvífico de Dios para el futuro, aquello de “ἃ δεῖ* γενέσθαι ἐν τάχει, aquellas cosas que deben o que es necesario suceder pronto“. Este futuro misterioso es inefable e inabordable por cada creación creada, tal como os dije, pero es accesible, abordable y conocido sólo al “Cordero degollado”, como veremos a continuación. Por consiguiente, cuando el “Cordero degollado” abriría el libro, entonces podríamos conocer, aunque sea la letra o palabra y no el espíritu, sobre lo qué escribe este libro.
Y realmente el libro se abrió y se revelaron de una forma majestuosa aquellas cosas que tenía escritas. Es como cuando tenemos a alguien que nos narra una historia, y vemos como en una película de cine, es decir, vemos en iconas-imágenes las cosas que nos está narrando. O sea que tiene un libro abierto y lee, y en un momento perdemos al lector, pero no su voz y continuamos leyendo la narración. El cine proyecta simultáneamente las escenas de forma de visión, forma expectativa, es decir, proyecta como iconas aquellas cosas que describe el hombre leyendo en el libro. Es decir, si la narración era para Asia Menor, por los acontecimientos de su catástrofe, destrucción, etcétera, el momento que vemos al lector leyendo, le perdemos de la pantalla, pero oímos su voz, continúa narrando, y simultáneamente ahora vemos a Esmirna, y vemos las otras ciudades de Asia Menor, vemos el fuego que prenden los turcos, vemos aquel retroceso desordenado de nuestros hombres y familias que se marcharon de Oriente y etcétera. El narrador continúa la narración y las icona-imágenes cambian continuamente.
Esta cosa se va haciendo, amigos míos. Veremos más abajo que cuando el “Cordero degollado” comenzará a abrir los sellos uno por uno, inmediatamente se desenrolla también una icona-imagen. Pero el ejemplo que os dije sobre los acontecimientos de Asia Menor pertenecen al pasado, en cambio aquí, los acontecimientos de los sellos pertenecen al futuro. Por eso tenemos icona-imagen no tenemos definiciones, no tenemos formulación verbal o escrita. Como sabéis la icona-imagen es múltiple, abundante, pletórica y hermosa, pero a la vez imprecisa, o sea, tiene muchas interpretaciones.
Así se desenrolla la letra, que está escrita por el Evangelista Juan en el libro del Apocalipsis, pero el espíritu también de la letra o palabra será entendido en cada punto de la Historia que se irá manifestando, apareciendo. Se irá manifestando y realizando en cada momento esto que tiene la “letra o palabra”, según la bellísima y profundísima interpretación de san Andrés de Kesarea.
Os ruego, por favor, que esta cosa que os he dicho que lo retengan, porque constituye una llave para que podamos entender la Santa Escritura. Veréis que existe una mezcla de variedades múltiples, que nos liamos y decimos: ¿Pero, cómo voy a encontrar la punta, el hilo? Algo así de este modo podemos encontrar la punta, el hilo y llegar a fondo.
Pero el que el “Cordero degollado” –y como veremos es el Jesús Cristo- es Él que puede abrir el libro, esto lo vemos incluso en los Evangelios. El Cordero degollado, sólo Él conoce el futuro y sus cosas y absolutamente ninguna creación creada.
El Evangelista Mateo escribe un logos del mismo Señor: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis logos no pasarán” (Mt 24,35 Mrc 13,31 Lc 21,33).
Amados míos, ¿quién se atreve a decir este logos, estas palabras dentro en la Historia? Quién se atreve a decir “los cielos pasarán, pero mis logos jamás…! ¿Quién ser humano se atreve a decir esto, qué creación creada o criatura, quién ángel u hombre? Sólo el Dios se atreve a decirlo. Y como el Cristo es Dios, por eso lo dice.
“Pero del día y la hora nadie sabe, –es el libro sellado- ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre. (Cf Mt 24, 36 Mrc 13, 32). Pero si el Padre conoce, también conoce el Hijo, como omoúsios-consubstancial. Pero no habla sobre Sí Mismo, porque cuando fue preguntado por Sus discípulos dijo “ni el Hijo” -pero como hombre, no como Dios- para que cesen de preguntarLe. Porque –una intervención aquí- tenemos dos gnosis de Dios. Tenemos una persona y dos voluntades, y tenemos también dos gnosis en Jesús Cristo, la Divina increada y la humana creada. La humana está limitada, la Divina es ilimitada e increada. Conoce como Dios. Lo que conoce el Padre, lo conoce también el Hijo, ya que dice “Yo y el Padre uno somos” (Jn 10,30). Como hombre –cuando estaba aquí en la tierra- tiene la gnosis creada limitada, pero ahora la naturaleza humana conoce lo que la Divina también, a causa de la unión hipostática (substancial)..
No obstante continúa y dice: “Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace” (Jn 5,20).
Dijo pues, entonces a Sus discípulos, después de Su Resurrección: “No os toca a vosotros saber los años o los tiempos definidos, que el Padre quedó en su poder y omnisciencia” (Hec 1,7). Realmente el futuro está sellado con los siete sellos. Pero lo que Dios va a apocaliptar-revelar podremos saberlo, pero lo que no quedará sellado.
Y dice el divino Evangelista:
«Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?, [¿entender el contenido y realizar los planes misteriosos de Dios que están escritas en esto?]» (Ap 5,2)
La presencia del ángel, amados míos, con potente voz, recuerda aquel logos del libro de Proverbios, está en el capítulo 9º, donde la «Σοφία Sofía Sabiduría», la enhipostasiada Sofía, “degοlló sus propias víctimas”, sus sacrificios, y los llamó convidantes –mirad que frase más bella- “A lo más alto hizo, proclama o pregona su kerigma”, 9,1 La sabiduría edificó su casa, labró sus siete columnas. 9:2 Mató sus víctimas, mezcló su vino, y puso su mesa. 9:3 Envió sus criadas; sobre lo más alto de la ciudad clamó. (Pro 9, 1-3). ¡Este “kerigma a lo alto”, del libro de los Proverbios, y con el Ángel potente del libro del Apocalipsis, que proclama con voz potente, no muestra nada más que era imprescindible que se oyese lo que debería ser oído a los confines de la tierra, a los confines de la creación creada, visible e invisible!
Porque este “alto kerigma” esta “gran potente voz” -especialmente sobre el kerigma alto- indica no sólo voz potente, que la oirá también hasta la última esquinita de la creación creada, visible e invisible (los ángeles), sino que también indica la altura del contenido y la calidad del libro. Y aún para que se vea, ya que nadie puede abrir el libro, que lo abrirá el “Cordero degollado”. En consecuencia, el “Cordero degollado”” tiene que jugar un papel muy importante en el rol del desellado del libro, es decir, la apocálipsis-revelación de los futuros acontecimientos de la Historia.
«Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo» (Ap 5,3). ¡Un apunte muy melancólico este!
Pero recurriré otra vez a san Andrés de Kesarea. Os había dicho al principio de nuestras homilías que utilizaremos a san André de Kesarea y todo intérprete oficial y reconocido de nuestra Iglesia, paso a paso, exactamente para así poder decir unas cosas que son fantasiosas. Os ruego, por favor que esto lo tengáis siempre en cuenta en vuestra mente. Porque, como sabréis, nuestra fantasía muchas veces es enfermiza y pide y busca cosas para satisfacer su propensión enfermiza, aunque sabe que estas cosas son falsas. Pero esto no se puede ofrecer por la Iglesia. Por la Iglesia se ofrecerá lo sano, saludable, no lo enfermizo, para saber sólo que Dios revela-apocalipta y no para que sea satisfecha nuestra fantasía de propensión enfermiza.
Por tanto dice san Andrés de Kesarea: “Por lo que nadie podía abrir al libro, se declara que ni por los ángeles ni por los hombres encarnados, ni tampoco por los santos que se marcharon de esta vida, es decir, por las psiques-almas de los hombres que se encuentran al Hades, podrían tener gnosis-conocimientos de los divinos mandamientos excepto del “Cordero de Dios…” (San Andrés de Kesaria, “En el Apocalipsis del Apóstol y Evagelista Juan el Teólogo J.P Migne, P.G Tom 106, Locos 4 pag 260C)
Aquí vemos que hay una subdivisión tripartita de toda la creación en general: de los celestes, de los terrenales y de las subterráneas o infernales. Es una subdivisión tripartita que la encontramos muchas veces en la Santa Escritura. Por supuesto que es inútil deciros que esta subdivisión es convencional y esto lo juzgaremos sólo por un punto, por los subterráneos o infernales. Subterráneos o infernales son los que se encuentran en las profundidades de la tierra; esto quiere decir. Pero en las profundidades de la tierra, amados míos, no están las psiques; esto es una expresión. Por consiguiente esta subdivisión tripartita es convencional y quiere indicar estos tres niveles de la creación: Los ángeles, los hombres y las psiques-almas de los hombres difuntos o dormidos. De todas formas aquí quiere decir algo, es decir, decir aquello que antes os dije, de que ninguna creación creada puede abrir el libro. ¡Ninguna, ni ángel, ni hombre, ni Santo! Como os dije, el libro lo abrirá sólo el “Cordero degollado”. Por tanto, es obvio que a partir de aquí -y esto es muy importante apuntarlo- ya que en la subdivisión tripartita de la creación no se encuentra nadie, entonces el “Cordero degollado” no es creación. ¡Atención, no es creación! Por tanto, ¿dónde están los T.J. milenaristas y otros que dicen que el Hijo es creación?, y ¡así blasfeman a la persona de Jesús Cristo!
El que uno no podía ver, y mucho más abrir el libro, indica, como os dije antes, esto lo misterioso del futuro, las santas voluntades de Dios y lo impenetrable de la gnosis increada. Por parte de prognosis humana no podemos pronosticar nada, ni prever nada.
Aún debemos saber que la profecía pertenece al espacio de Dios. El hombre no puede hacer ninguna profecía. Aquello que antes os dije es hipotético, mucho más el prever alguno lo qué se puede hacer por la ciencia en veinte años. ¡Esto es una conjetura, y nunca podemos decir detalles! La profecía, lo repito, está en el espacio de Dios, y por consiguiente, ya que nuestra Iglesia nos ofrece la profecía, es la única fe verdadera. Ni la meditación oriental tiene profecía, es decir, el Budismo, ni otras invenciones de estas épocas que vienen de oriente y se instalan al mundo Occidental, y desde luego también en esta pobre y castigada patria nuestra.
Sólo la fe de Cristo es verdadera, porque sólo ella contiene la gnosis del futuro, que es la profecía, y que pertenece por supuesto al espacio de Dios.
Y dice el Evangelista Juan: «Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno capaz de abrir el libro, ni mirarlo [ni leerlo, ni entender el contenido del libro]» (Ap 5,4).
Este tiempo verbal Imperfecto “lloraba”, indica que se hacía un intenso intento de encontrar una solución lógica por la creación creada, que podría revelar por casualidad este desenlace del camino de la Iglesia que sufría terribles persecuciones, pero no se encontraba ninguna existencia o ser. Esta es la Historia. Y como el Evangelista quien amaba la Iglesia, veía que no hay nadie que pueda revelar-apocaliptar cuál será el futuro de ella, lloraba y quizás diría: “¡Ωoh, Señor, nos estarán persiguiendo continuamente! ¡Estaremos corriendo en los agujeros de la tierra como los ratones para adorarte! ¡Nos perseguirán y nos esparcirán Tus enemigos como los hijos de la liebre! ¡Estaremos corriendo por aquí y por allá! ¡Mira, Señor, yo estoy privado de tu rebaño, de Tus ovejas lógicas, yo estoy exiliado en Patmos, no veo los Tuyos, estoy yo y Tú, y Tú y yo! ¡Dónde está Tú rebaño, esparcido! ¿Señor cuándo durará esto? ¿Será siempre así; en toda la Historia, hasta que vuelvas, Señor? Señor, dinos, háblanos. ¿Por tanto, no existe nadie que pueda revelar-apocaliptar qué sucederá en el futuro? ¡Te lo ruego Señor, dinos por favor!” Y el Evangelista llora y llora continuamente y sobre todo esto de “lloraba mucho”, significa que estaba llorando prolongadamente y mucho.
Dijo uno: “¡Sin lágrimas no se escribió el Apocalipsis, ni se puede comprender sin lágrimas! Amados míos, esto diría yo que es válido para toda la Santa Escritura. Atentos y cuidado con esto. Si tomamos este libro, la Santa Escritura en nuestra manos, y la leemos académicamente, como leeríamos los libros del bolsillo que circulan con variedad de historietas, entonces nunca conoceremos el espíritu del libro, sino solamente la letra. ¡Para que entendamos el espíritu del libro, creedme, debemos derramar muchas lágrimas sobre este libro; muchas y distintas lágrimas; lágrimas de duda y de búsqueda de las profundidades! “¿Señor, qué significa esto que estoy leyendo aquí? Revélamelo-apocalíptamelo, devélamelo”. ¡Unas veces son lágrimas de alegría y satisfacción por el logos de Dios, o lágrimas que vienen por la concienciación y sentimiento de la gran agapi increada de Dios, la majestuosa y sublime agapi increada de Dios, pero de todas formas con lágrimas! Este libro no se abre sin lágrimas; escuchadlo bien para que lo sepáis. Y os ruego mucho que esto lo entendamos y lo concienciemos.
De todas formas, por la escena que vemos, el Padre es el que tiene el libro y a la vez fue anunciado por el ángel, pero sin que nadie lo vea. Por eso no se da clara descripción de que lo tiene a la mano derecha y se prepara para entregarlo a alguien.
¿A quién, dónde y cómo?
Es el ángel que clama y Juan que está llorando.
Es digno de atención esto que dice más abajo: «Y uno de los ancianos me dice: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David [según lo humano, Jesús Cristo], ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos» (Ap 5,5).
¡Qué icona-imagen más bella, de verdad emocionante, cuando muchas veces decimos a alguien que llora desconsoladamente, “no llores”! Pero cuando estamos preparados a decir a alguien que no llore, debemos tener también la razón para hacerle que no llore. Le diremos que pare, pero le daremos una explicación también para que deje ya de llorar.
Cuando el Señor dijo a la viuda de Naín “No llores” (7,13), no se lo dijo filológicamente, como cuando nosotros muchas veces decimos a alguien que está en luto “no llores”. Hagamos una pregunta al que está en luto, “¿no crees en la resurrección de los muertos?”, entonces tenemos derecho a decirle. “No llores”. Y el Señor cuando dijo a la viuda “No llores”, tenía delante de Él la resurrección de su hijo. ¡Esto es muy importante!
Por tanto, uno de los Presbíteros dijo “no llores”. El Presbítero pertenecía al género humano, y así comparte la tristeza, tribulación de Juan, pero ahora este Presbítero pertenece al arco celeste, ve y observa con claridad a Cristo como vencedor y capaz de abrir el libro, por eso dice también a Juan “no llores”. Es el consuelo de los Santos que dan a los fieles que están aquí en la tierra!
Conocéis también que la punta culminante de los Santos es la hiperaghía-santísima Θεοτόκος Zeotokos, por eso decimos ὑπέρ–Ἁγία iper Aghía súper o la más Santa y no santa. La hiperhaghía Θεοτόκος Zeotokos consuela los hombres, pero también los Santos/as nos consuelan. ¡Sobre todo a los que viven en la tribulación pena y tristeza de este mundo a causa de Cristo, viven esta tribulación, la según Dios tribulación, pena y tristeza, entonces a menudo Dios permite a la hiperaghía-santísima Θεοτόκος Zeotokos, y Sus Santos dar consuelo a los fieles de distintas maneras. No os digo con qué tropos (formas, manera o modos), porque son muchísimos! ¡Dan consuelo a los fieles, pero muy grande consuelo!
Este presbítero habla a Juan y no dice el nombre Jesús Cristo, sino que utiliza los otros dos nombres conocidísimos, como pasajes cristológicos del Antiguo Testamento.
Lo primero: ¡Cuando dice “No llores! He aquí venció el león, de la tribu de Judas”, como habréis percibido amigos míos, esto se refiere en el libro del Génesis. Está en el punto que Jacobo entrega las profecías a sus doce hijos, y dice a Judas que de él empezará el Mesías a venir en el mundo. Y le dice allí: “Cachorro de león, Judá; De la presa subiste, hijo mío. Se encorvó, se echó como león. Así como leoncito caerá, ¿quién se atreve a despertarlo? (Gen 49,9).
Es decir, caerá como león y como un león pequeñito, y quién se atreve a despertarlo. ¿Quién se atreverá a levantarlo, ya que es un león? ¡Quién se va a un león y le dice: levántate, me molestas, márchate de aquí! O sea que, en otras palabras, es el Mesías, y Le revela aquí como león. Por tanto utiliza esta tesis cristológica del Antiguo Testamento conocidísima a los Hebreos, para manifestar que el Jesús Cristo es el Mesías. ¡Desgraciados y pobres hebreos, que aún Le estáis esperando, y en vez de Él vendrá para vosotros el Anticristo!…
El otro pasaje es del profeta Isaías en el capítulo 11, 1-10 y dice allí que el Mesías desciende de la raíz de Iesé, y Le atribuye las características mesiánicas, que no son atribuidas a David, porque el rey David es hombre. La raíz de Iesé, -Iesé es el padre de David- no las tiene estas características.
Posiblemente uno de los cuatro animales, que habíamos analizado la vez anterior y que se parecía como león, resuene la cualidad del Mesías, tal como el simbolismo también del resto de los tres animales, que estas cualidades de estos se refieren al “Sentado sobre el trono”, como también del “Cordero degollado”, el Jesús Cristo. Así que el Mesías, el Jesús, el histórico Jesús, venció, dominó la Historia por Su obra redentora para abrir este sobresellado libro.
«Y vi que en medio del trono y de los cuatro animales espirituales, y en medio de los presbíteros o ancianos, estaba en pie un Cordero como degollado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra» (Ap 5,6).
La icona de la visión del divino Evangelista se cumplimenta más con un elemento muy interesante y el cual a partir de ahora en adelante debéis recordarlo, porque domina en todo el Apocalipsis. Basta que os diga que esta forma de “Cordero degollado” se encuentra veintinueve veces dentro del libro del Apocalipsis.
¿Cuál es el “Cordero degollado? Es el Jesús Cristo. Este es el “Cordero degollado”.
Y ahora os rogaría que presten atención. Le teología de resto del libro del Apocalipsis sustituye la teología de la Cruz.
En los primeros capítulos hemos visto los siguientes puntos: El Cristo aparece como el “protótokos-primogénito de los muertos” (Ap 1,5). Claramente es el “protótokos-primogénito de los muertos”. También allí se refiere “y nos lavó y nos sanó de nuestros pecados con su sangre por su sacrificio cruciforme”. También dice “y los que le crucificaron y traspasaron”, Le verán aquellos que Le traspasaron con la espada. En consecuencia tenemos la teología de la Cruz. Es el Cristo encima de la Cruz. Ahora se va de la teología de la Cruz y viene a la teología del Cordero. Ya no habla sobre la teología de la Cruz, sino para la teología del Cordero. Pero esta teología del Cordero es el sacrificio cruciforme de Cristo, por tanto, ya que tenemos el “Cordero degollado”, es la misma cosa. Sea que hablemos de teología del Cordero, sea que hablemos de teología de la Cruz es exactamente la misma cosa, sólo cambia la expresión.
“Y vi que en medio del trono y de los cuatro animales espirituales, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como degollado” (Ap 5,6).
El Cordero, pues, el Jesús Cristo, toma su posición en todo el escenario. No veremos en ninguna parte la Cruz, sino el Cordero. La icona-imagen tanto más se va cumplimentando, pero hemos llegado a una cumplimentación suficiente. Digo suficiente porque tenemos también otros elementos y datos complementarios, pero la principal icona-imagen se ha cumplimentado. Es el “Sentado sobre el trono”, es decir, el Padre, es el Espíritu Santo, como siete lámparas o velas encendidas, es también el Hijo, como Cordero degollado. Es decir, en toda la icona-imagen, en todo el escenario tenemos la Santa Trinidad. ¿De qué otra forma aparecerá y se revelará la Santa Trinidad? ¿Es posible, amigos míos, aparecer y verse el Dios? Sí, ver a Dios, ¿pero cómo, cómo?
Moisés pidió una vez al Señor que aparezca y muy amigablemente le dijo: “Señor me hablas y me dices tantas y tantas cosas, me has llamado amigo Tuyo, pero nunca he visto Tu rostro. Ven y preséntate delante de mí”. Y entonces Dios le respondió: “Nadie puede ver mi rostro y vivir; pero a pesar de esto te haré el favor. Irás en aquella peña, en aquella cueva de la montaña, y yo pasaré por ahí y verás mis espaldas, pero no mi rostro” (Ex 33, 18.23). Esto está registrado en la Santa Escritura, pero a pesar de esto no hay ninguna descripción sobre las espaldas de Dios, sino que sólo se refiere que Moisés ha visto las espaldas de Dios. Ha visto aquellas cosas que se refieren a la persona, el rostro de Dios, es decir, algunos símbolos.
Por tanto, aquí ahora tenemos el rostro o la persona de Dios, pero con símbolos, porque nadie jamás ha visto al Santo Dios Triuno. ¡Ni Juan el Visionario, ni ningún Santo, pero tampoco ni los ángeles, ni los Serafines y los Querubines, ni las que están debajo del trono de Dios! Nadie jamás ha visto el rostro, persona de Dios tal y como es. Sólo el Hijo ve el rostro, persona del Padre y el Padre el rostro, persona del Hijo. ¡Sólo el Espíritu Santo ve e investiga las profundidades de Dios y nadie más! ¡Sólo el Dios ve el sí Mismo, nadie más!
Pero tenemos una icona, la icona del Santo Dios Trinitario en una majestuosidad que se refiere y está sintonizada de tal manera y arreglada, sobre el misterio de la divina economía, es decir, sobre el misterio de la sotiría redención, sanación y salvación del mundo, como veremos más abajo. Porque aquí tenemos el Espíritu Santo, el Cual aparece con un fuego de siete lenguas –siete velas encendidas- que se envía al mundo durante el día del Pentecostés, ofrece Sus carismas (sus jaris) y sella la adopción de los hombres. Y el Hijo –como Cordero en la icona- que indica que se hizo hombre y se sacrificó para la sotiría del mundo. Por consiguiente, la icona que ve san Juan es la icona-imagen de la Santa Trinidad sobre el misterio de la divina economía, sobre la sotiría del mundo. Es por tanto también icona e icona relativa. No es poliédrica, para dar todas las facetas de la gnosis-conocimiento del rostro, persona de Dios. Da sólo una parte, la sotiría redención, sanación y salvación del mundo.
Pero observemos también una otra cosa. Tal y como está edificada la icona, delante del Sentado sobre el trono están las siete velas encendidas y el Cordero degollado. Esto significa que el Padre envía también el Hijo y el Espíritu Santo en el mundo. El Hijo enviado al mundo, como Θεάνθρωπος zeánzropos Dios-Hombre, está entre el Dios y los hombres. Bella icona, que dice: “Vi que en medio del trono y de los cuatro animales espirituales, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como degollado”. Aquí el trono está en medio, y alrededor veinticuatro presbíteros y el Cordero estando en pie entre Dios y los presbíteros. Es el Mediador Cristo, entre Dios y los hombres.
Pero oíd cómo lo apunta majestuosamente el apóstol Pablo en su 1ª epístola a Timoteo: “El Dios quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesús Cristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo” (1Tim 2, 4-6).
Así pues, cuando el Cristo está entre Dios y los presbíteros, entre Santos y Dios, tiene el rol o papel de Mesías, y es el papel de redentor. El Hijo que se hizo hombre, es con Sus dos faces o aspectos, Sus dos naturalezas, la divina y la humana, es una persona. Con la divina naturaleza, el Hijo ve a Dios, al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo y con Su naturaleza humana ve a los hombres. En consecuencia Dios ve los hombres, no viendo a los hombres, sino viendo la divina Naturaleza increada del Hijo, la cual está unida con la humana, y en consecuencia por el Hijo ve los hombres. Esta icona la tenemos delante de nosotros. Él es el Mediador Cristo. Sólo tened cuidado que, las palabras Mesías y Mediador no tienen ninguna relación. Mesías en hebreo quiere decir el cristo, el ungido, pero mediador (μεσίτης mesitis) es palabra helénica. Se parecen fonéticamente pero no son las mismas palabras con el mismo significado.
Aquí vemos que aparezca el Hijo como Cordero. Pero existe una antítesis muy grande con la icona-imagen anterior del león. Uno de los presbíteros, se declinó y dijo a Juan “No llores, el león de la tribu de Judas, éste puede abrir el libro”, pero aquí vemos un Cordero. Hay una antítesis entre león y cordero. Sabido es que el león come al cordero. El cordero es sin maldad, es muy bueno; es un animal sencillo y cándido. Por tanto, dice Victorino, “había el Cristo león para vencer la muerte, y había el cordero para padecer por los hombres”.
También es conocido que la icona del cordero era muy familiar a la vida de culto de los hebreos. Es el cordero pascual, como tipo del Mesías, y esto lo pre-avisó Moisés. Incluso Isaías esto lo pre-tipiza o prefigura y llama al Mesías “cordero” (Is 63.7). San Juan el Bautista indica al Mesías, y le nombra diciendo: “He aquí el cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo” (Jn 1,29).
También la primera Iglesia cristiana utiliza la icona-imagen del Cordero Cristo, por eso aquí ya no hace falta absolutamente ninguna exégesis o interpretación más en el libro del Apocalipsis, porque los lectores o los oyentes conocen muy bien que el “cordero” es Jesús Cristo. Y como el cordero era el animal principal durante los sacrificios, por esta razón, cuantas veces se va a manifestar el sacrificio expiatorio de Cristo aparece el símbolo del cordero. Tal como vemos, amigos míos, tanto si hablamos sobre la Cruz como si hablamos sobre el Cordero, es la misma cosa.
“Cordero estando de pie como degollado” (Ap 5,6). ¡Cosa curiosa! Aparentemente tenemos un plano oxímoron (tonto). Atención; “degollado” y “estando en pie”. Si está degollado, ¿cómo está en pie, ya que está degollado? Sin embargo, como escribe san Andrés de Kesarea, “como degollado, indica su vida después de ser degollado; en la que se indican los símbolos de la pasión-pazos, como degollado de verdad después de su levantamiento de los muertos” (J.P. Ming Tom 106, Logo 4, cap. 12 pag 261ª). Es decir, indica la doble naturaleza de Cristo, doble sobre el Pazos-Pasión y la Resurrección. ¡Padeció encima de la cruz, fue crucificado, murió, pero he aquí, vive porque resucita!
Se podría magníficamente expresar el “degollado” pero “estando de pie”, de la siguiente manera: el Domingo de la Resurrección, cuando apareció el Señor a Sus discípulos, tenía Sus manos agujereadas. He aquí, pues, el Cordero degollado. Las manos agujereadas y la costilla traspasada por la espada. ¡Sin embargo se queda en pie”. ¿Por qué? Porque resucitó de los muertos.
¡Qué bella icona-imagen! Posiblemente esta icona-imagen del Cordero degollado, la encontraréis en monumentos paleocristianos. ¿Qué bella icona! Realmente admirable y muy expresiva.
Pero mientras aparece, amigos míos, el Mesías como cordero –el indefenso cordero no tiene armas, es débil- pero a la vez lleva siete cuernos y siete ojos. Es decir, veis escenas e iconas intercambiadas de primera vista antifáticas (contradictorias) pero complementan los aspectos de la persona de Cristo. Por tanto, lleva siete cuernos y siete ojos. Los cuernos, según el Antiguo Testamento, son símbolos de la potencia, y en concreto real (de rey). Muchas veces es utilizado el cuerno como símbolo de la potencia. Por ejemplo, en la oda de la santa Ana, la madre de Samuel, allí se refiere el cuerno (III Re 2,1·10). Y en general muchas veces, pero muchas veces es utilizado el cuerno como dinami-fuerza, potencia.
Sin embargo, el número siete, en relación con los cuernos, indica la plenitud del poder y la fuerza de la realeza del Cordero en toda la creación creada, en los ángeles, en los hombres y en los demonios. Reinará el Cristo, y delante de Él “para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra” (Fil 2,10). ¡Esto, por el símbolo de los siete cuernos, y en efecto y a pesar de esto el “cordero”, qué cosa más agraciada que es!
Sobre los siete ojos, escribe el profeta Zacarías: “Los siete ojos del Señor son los que están observando y vigilando toda la tierra” (Zac 4,10). ¡Si según el profeta Zacarías el Dios tiene siete ojos, entonces en este pasaje del libro del Apocalipsis, el Cristo que tiene siete ojos –es característico por la cristología del Apocalipsis- significa que el Jesús es Dios! ¡En cada paso nuestro estaremos viendo que el Jesús, el histórico Jesús, que ha vivido antes de mil novecientos y tantos años, es el eterno Dios que se hizo hombre!
Es característico aún que las siete velas, los siete espíritus de Dios, se encuentran delante del trono del Sentado y son enviados al mundo, tal y como los siete ojos del Cordero, son los siete espíritus que son enviados al mundo. Siete velas, siete ojos; las siete velas delante del trono del Padre, los siete ojos al Cordero. Son dos símbolos distintos, pero el mismo objeto. Es el Espíritu Santo en Su plenitud.
Pero atención aquí. Esto significa también que el Padre y el Cordero envían el Espíritu Santo en el mundo. Ahora vamos a oír cómo lo dice esto el Evangelio como lo dice Cristo: “Y yo rogaré al Padre y os dará otro Paráclito, Consolador y guía para que esté con vosotros siempre, el Espíritu de la verdad, que el mundo pecador alejado de Dios no puede recibir, porque no lo contempla ni lo conoce; vosotros lo conocéis porque está y vive con vosotros, y estará en vosotros. [17. Os dará el Espíritu de la verdad que revelará y enseñará la verdad en las psiques de buena voluntad. Pero el mundo pecador alejado de Dios no lo puede recibir, porque sus ojos psíquicos o espirituales están embotados por sus pecados. Sin embargo, vosotros habéis seguido mi enseñanza, habéis visto mis milagros y lo conocéis. Porque ahora el Espíritu Santo queda cerca de vosotros y habita completamente en mí que estoy cerca de vosotros. Después del Pentecostés habitará también entre vosotros, dentro de vuestras psiques.] (Jn 14, 16-17).
¿Quién mandará el Espíritu Santo? El Padre que Le rogará el Hijo. Más abajo escribe: “pero el Paráclitos, es decir, el Espíritu Santo, el que el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las verdades salvíficas y os recordará todo lo que yo os he dicho. Revelará a los fieles mi misión, mi obra y lo relativo con mi nombre y mi persona y extenderá mi obra por toda la οικουμενη (icumeni) la tierra o mundo” (Jn 15,26).
Así que el Padre manda el Espíritu Santo, y el Hijo manda el Espíritu Santo, pero sólo por el Padre es procedido. Una cosa es proceder y otra cosa es enviar; son dos realidades distintas. El “proceder” indica la vida del Espíritu Santo en relación con el Padre. El “enviar” al mundo es otra cosa; son dos cosas o realidades distintas.
Por tanto, atención. El Padre envía el Espíritu Santo y el Hijo envía el Espíritu Santo. ¡He aquí está: las siete velas encendidas delante al Padre, los siete ojos al Cordero, el Espíritu Santo. ¡De modo que también el Dios Padre y el Hijo Dios, pero también el Espíritu Santo Dios! ¡Cuánta Cristología! Todo el Evangelio dentro en el Apocalipsis. Y a la vez se desenrolla, amados míos, delante de nosotros el futuro de la Iglesia dentro en la Historia. Amín.
Unidad 19 Apocalipsis 5,7-14 El Cordero degollado recibe el libro sellado y la deidad de Jesús.
«Y vino, y tomó el libro de la diestra del que estaba sentado en el trono» (Ap 5,7).
Os acordaréis que, mientras el evangelista Juan llora mucho por el libro de las voluntades secretas de Dios, en relación con el futuro de la Iglesia, que queda sellado, uno de los veinticuatro presbíteros le acerca y le dice que no llore, porque el Cordero degollado es capaz de abrir el misterioso libro.
Y realmente, tal como apunta el divino Evangelistas, “y vino, y tomó el libro de la diestra del que estaba sentado en el trono”, e inmediatamente ve que el Cordero se movió y tomó el libro de la diestra del Sentado.
El nombre del Sentado se evita a ser referido expresamente –que por supuesto que es el Dios- porque en la filología nunca se refiere el nombre de Dios. Además los distintos nombres, como Altísimo, Elohim, Omnipotente, etcétera, son adjetivos que se utilizan en vez del nombre principal de Dios, el cual era Yahvé, Señor-Kirios. Esto era una muestra del respeto muy grande hacia el nombre de Dios. Apuntad aún que lo que querían decir con la expresión “blasfemar”, no decían nunca esta palabra, sino que utilizaban el verbo εὐλογῶ evlogó bendecir pero con significado negativo.
Por tanto, si en alguna parte veis la expresión “a este le apedrearon porque bendijo el nombre de Dios” (cf 3 Re 20,10), aquí tenéis que considerarla en el sentido negativo, malo, como por ejemplo cuando decimos vinagre agridulce o endulzante, mientras que el vinagre es vinagre no es dulce. ¡Tanto era el respeto al nombre de Dios y con razón! ¡Qué vamos a decir, amados míos, cuando los Cristianos llegamos a blasfemarlo! ¡Es… realmente es incomprensible!
El sagrado Evangelista ve pues, que el Cordero se movió hacia al Sentado. Este movimiento del Cordero indica, por un lado, el sacrificio expiatorio de Cristo, y por otro lado, Su traspaso al cielo y Su entronización a la diestra del Dios Padre. Pero vayamos a verlo.
Es esto exactamente lo que había visto Daniel, que apunta en su libro profético en el 7º capítulo: “Yo contemplaba en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre,–El Cordero está allí “como hijo del hombre”- (el ἦν in, Jn 1,1·Ap 1,4 y 1Jn1,1; erjómenos Ap 1,4)* y llegó hasta al Anciano de los días, y fue conducido (en doxa gloria por los ángeles) delante de él” (Dan 7,13).
* {“el ἦν in, Jn 1,1·Ap 1,4 y 1Jn1,1; erjómenos Ap 1,4”, esto lo he añadido yo el traductor, para ver que hay que ir con mucho cuidado en las traducciones, en griego vemos que las palabras o verbos son los mismos en Antiguo como en el Nuevo Testamento, y así al ser los mismos una palabra del Antiguo te lleva al Nuevo y viceversa y se ve la consonancia del Logos no encarnado del Antiguo con el Logos encarnado del Nuevo Testamento; en cambio por desgracia, las traducciones en el español los traductores cada uno las mismas palabras las traduce como quiere no hay una coincidencia y consonancia por los traductores al español, y eso por desgracia no ayuda sino que lo lía más; hay que tener en cuenta los sólicos o solicismos que esto los occidentales lo ignoran totalmente, y como dicen los santos Padres cada palabra en la Santa Escritura esconde gran misterio. *ver Σόλικο Sólico el término en nuestro “Gran Léxico AlfaΩmegA}
Es muy característico Daniel cuando dice “ἐρχόμενος ἦν estaba viniendo (el ἦν in, Jn 1,1·Ap 1,4 y 1Jn 1,1; erjómenos Ap 1,4) como hijo del hombre”. Era el que viene no del cielo, sino de la tierra hacia el cielo. “Y llegó hasta al Anciano de los días”, y llegó hasta el trono del “Anciano de los días”. Con la expresión “Anciano de los días” da a entender al que tiene edad grande, es decir, a Dios sin principio. Estas cosas son simples expresiones.
En el texto de Daniel vemos que es lo que ahora dice en el Apocalipsis Juan el Evangelista, es decir, que el Cordero se movió hacia al Sentado sobre el trono, pera recibir el libro. Estas cosas y realidades son históricas, os lo dije muchas veces, no son simplemente teorías, no son una interpretación de problemas humanos, como desearían todas las religiones o filosofías que utilizan el llamado mito filosófico. ¡No amigos míos, aquí tenemos historia!
Esta visión de Daniel se llama históricamente “Ascensión de Cristo”. Leemos: “… y viéndolo los discípulos y los más de quinientos fieles, fue alzado, y una nube le recibió” y fue conducido al cielo en este trono del Sentado. Y el protomártir Stéfano más tarde, mientras es juzgado y está en apología y los jueces rechinan sus dientes, dice dentro en el juzgado: “He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios” (Hec 7,56). Pero posiblemente uno diría: “¡Sí, pero tal como dijo estas cosas Stéfano, podría haberlas dicho también tal como diríamos nosotros “veo el cielo que me abraza; cualquier cosa que me hagan, señores jueces, yo veo el cielo que me abraza!” Por tanto, podríamos decir que esto fue una expresión, pero en el mismo momento, todos y sus enemigos y también los jueces de Stéfanos, se volvieron y miraron su cara dentro en el juzgado y “le vieron resplandecer su rostro como el rostro de un ángel” (Hec 6,15). ¡Por eso os dije que estas cosas y realidades no son teorías, no son cosas subjetivas, sino que son… terrible realidad! ¡Resplandeció su rostro y todos quedaron anonadados, sorprendidos con los ojos abiertos!
Concluimos que esto se hizo para que sea visto y demostrado que los logos que decía Stéfanos eran verdaderos, reales. Porque uno podría decir: “Nosotros no vemos nada, cómo es que tú ves; sí, no veis nada, pero veis mi rostro que recibe aquello que estoy viendo”. Lo mismo sucedió también con Moisés que vio a Dios en el monte Sinaí. Los hebreos no Le vieron y así no podían saber que Moisés había visto a Dios. Pero cuando bajó y su rostro brillaba, resplandecía, se asustaron acercarse a él (Ex 34, 29-35). ¡Estas cosas son históricas, no son teorías, ni fantasías o imaginaciones!
Así pues, todas estas cosas que ahora os he comentado, históricamente expresan esto que tanto rato nos dice el divino Evangelista, es decir, que el Cordero se movió hacia al trono. Y se movió también como sacrificio expiatorio porque se sacrificó y el Cristo ya resucitado sube hacia el Padre y este traslado Suyo al cielo es para sentarse a la derecha de Dios, es decir, que suba la naturaleza humana a la vida, bienaventuranza y felicidad de Dios.
El Evangelista Luca dice también: El Señor “alzando sus manos, los bendijo. Y aconteció que bendiciéndolos, se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo” (Lc 24, 50-51). Los bendice, allí cuando los está bendiciendo, comienza a subir. En la posición aquella de bendición, permaneció y permanece el Jesús a la derecha del Padre, bendiciendo continuamente Su Iglesia. ¡Continuamente! Tal y como lo veían ascendiendo y bendiciendo, así también en este momento bendice también siempre en los siglos bendice la Iglesia.
Escuchad cómo lo ve esto el Evangelistas Juan en el libro del Apocalipsis, en el 7º capítulo versículo 17. Vio que el Cordero, el que está en medio del trono, les pastorea. Pastorea la Iglesia, los Santos. Y esta pastoral del Cordero no es más que una bendición continua del Cordero, del Jesús Cristo, hacia Su Iglesia.
Y cuando tomó el libro, los cuatro seres o animales espirituales y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero [percibiendo ya que Él era capaz de abrir el libro]; todos tenían arpas [para cantar himnos], y copas o bombonas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos [o de los cristianos] (Ap 5,8).
Esta praxis, de recepción del libro por del Cordero, se considera como un acontecimiento cosmo-histórico (hito histórico), por eso provoca también la reverencia del mundo angelical y de los Santos. La escena entera caracteriza la Liturgia en el Cielo, en toda su majestuosidad celeste.
Así pues el mundo angelical reverencia al Cordero. ¡Todo el mundo de los ángeles! “¡Se postraron los cuatro animales espirituales y reverenciaron al Cordero!
Pero surgen dos preguntas: ¿Cómo los Ángeles iban a reverenciar a un hombre, a Jesús Cristo, si no fuera sólo hombre sino Θεάνθρωπος zeánzropos Dios-Hombre? Y de nuevo, ¿cómo los hombres reverenciarían a Cristo, si fuera un ángel encarnado –como dicen en concreto los T.J. Milenaristas, de que era la encarnación del arcángel Miguel- o aunque fuera una creación primer creada? ¿Cómo lo alabarían o reverenciarían esto alguna vez? ¿Sería posible?
Eh, pues, pensad que el sagrado Evangelista –como veremos a continuación en el capítulo 19- se postra a reverenciar al ángel que le conduce y le interpreta las distintas visiones de las iconas-imágenes, el ángel le dice: “yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora, reverencia a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía” (19,10). El cómo los ángeles reverenciarían, todos los ángeles, miríadas de miríadas y miles de miles de ángeles, lo veremos más abajo, ahora vemos sólo esta icona que continuamente se va cumplimentando. ¡Cuanto más progresa el desenrollo de los acontecimientos, con el fondo siempre esta icona de la Liturgia celeste, continuamente es enriquecido esto que vemos; continuamente!
Así vemos, amigos míos, que dentro de esta riqueza aparecen miríadas de las miríadas de los ángeles para reverenciar a Jesús Cristo, el Cordero, el Cordero degollado. Y ahora vemos sólo los cuatro entes o animales espirituales, es decir, los Querubines y los Serafines. ¿Cómo y porqué reverencian?
Es conocido por el apóstol Pablo, en su epístola a los Hebreos capítulo 1, 4-8 –es muy característico esto que lo recordemos- dice las siguientes cosas: “Vino y se ha hecho tanto superior a los ángeles, por cuanto heredó más excelente nombre que ellos. Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, yo te he engendrado hoy, y otra vez: Yo seré a él Padre y él me será a mí hijo?
Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, y dice: Adórenle, reveréncienle todos los ángeles de Dios.
Ciertamente de los ángeles dice: El que hace a sus ángeles espíritus, y a sus ministros llama de fuego.
Pero para el Hijo dice: Tu trono, oh Dios, permanece imperturbable por el siglo del siglo;
Dijo protótokos-primogénito, no protoktistos-primer creado y es el Hijo de Dios, la segunda persona-hipóstasis de la Santa Trinidad. ¿Si hablara sobre el arcángel Gabriel, le estarían reverenciando los demás ángeles? No, porque el Dios ha hecho sus ángeles espíritus. Todos los ángeles son creaciones. Y más abajo dice “tu trono, el Dios”, dirigiéndose a Dios. Pero este “el Dios” no es declinación Nominativa sino Vocativa, es decir, tú trono, ωoh Dios, por los siglos de los siglos! ¡Por tanto, llama al Hijo Dios!… ¡Así que el Hijo es Dios! ¡El Cordero degollado es el Jesús histórico, es el Hijo de Dios que se hizo hombre, es este el mismo Dios!
Lo diré una vez más: ¿Dónde están los T.J. Milenaristas e incluso los arrianizantes de nuestra época, que rebajan a Jesús Cristo al nivel de creación? No vanamente, amigos míos, nuestra Iglesia festeja la memoria de los trescientos dieciocho Padres teoforos (portadores de la luz increada de Dios) del I Sínodo Ecuménico en Nicea. Exactamente la fiesta de los Padres de este Sínodo es para indicar que la Iglesia en cada época se enfrenta y combate contra el Arrianismo, y esto significa que en cada época es posible que haya Arrianistas, especialmente en nuestra época.
El Arrianismo niega la Naturaleza Divina de Cristo. ¡Cuando alguno dice que el Cristo es un hombre bueno, un sociólogo, un filósofo, un hombre importante, incluso en el mejor de los casos, de que es un ángel que se hizo hombre, cuando dice estas cosas arrianiza, o sea, sigue doctrina de Arriano y sobre todo de una manera muy grosera! En la época de Arrio había también semi-arrianistas, pero aquí hay un Arrianismo de forma grosera, extrema. El Arrianismo siempre existía, porque es el dogma del Anticristo, que dice que el Cristo no es Dios, es creación o criatura. La posición o tesis del Anticristo es esta. Por eso el Evangelista Juan dice que “aquel que niega que el Hijo es Dios y se hizo hombre, este es Anticristo” (1 Jn 2,22)
¡Como vemos por la icona-imagen del Apocalipsis, reverencian al Cordero, no sólo los ángeles, los cuatros animales espirituales, es decir, los Querubines y los Serafines, sino también los veinticuatro presbíteros, es decir, toda la Iglesia en general! Esto lo veremos analíticamente en los capítulos más abajo. Durante la hora de la reverencia, sólo cada uno de los veinticuatro presbíteros tenía guitarra e incensario de oro lleno de incienso que salía. ¡Incensario de oro es la bombona de oro! Bombona no significa que siempre es una botella, es un recipiente, envase.
La guitarra que tienen es un instrumento musical que acompaña los salmos. En concreto en el Antiguo Testamento leemos en el salmo 32ª “confesaos en el Señor en guitarra”, alabad, glorificad a Dios con guitarra. Sin excluir la atribución vocal con la voz, la guitarra acompañaría la voz, y en este caso concreto, la guitarra acompañaría la oda que psalmodiarían los presbíteros delante del Sentado en el trono y delante del Cordero.
La guitarra, amigos míos, es el símbolo de la doxología, alabanza de la creación irracional, porque la guitarra es sin ánima, irracional, es instrumento. Es constituida de madera, de cuerdas metálicas o hilos de los nervios de animales, etcétera. La guitarra es un objeto inanimado, y es el símbolo de la doxología de la creación irracional, que acompaña la creación racional, es decir, de los veinticuatro presbíteros. Nosotros somos la creación lógica, racional. Por tanto, cuando nosotros alabamos y cantamos himnos a Dios y nuestra alabanza está acompañada por instrumentos musicales, significa que la creación racional y la irracional alaban, cantan a Dios.
El 18º Salmo, versículo 5 dice: “Por toda la tierra salió la voz de estos y sus logos hasta los confines del mundo”. Este pasaje lo utiliza el apóstol Pablo en la epístola a los Romanos 11,18, para hablar sobre los Apóstoles, pero el Salmo 18º no se refiere a los Apóstolos, sino a las creaciones, es decir, a las piedras, a las hierbas, a las flores, a los cuerpos celestes, en todo. Quiere decir que todas las creaciones hablan y alaban a Dios, Las creaciones alaban y cantan a Dios con su propia presencia, con la sacudiría que están hechas. Todas las cosas expresan la alabanza, doxología a Dios.
Una vez Lineo –el padre de la Botánica- caminaba en el campo… llevaba también su bastón… Era hombre muy fiel y gran científico; sentía que todo, en general todo ofrece su sacrificio, su agapi y su doxología a Dios, y tal como estaba caminando, tocaba ligeramente con su bastón las hierbecitas y las florecitas, las margaritas y la camomila y decía: “¡Callaos, callaos me habéis dejado sordo con vuestras voces!”. ¡Esto es! “Por toda la tierra salió la voz de estos hasta los confines del mundo”. ¡Veis, pues, que la creación irracional con la racional alaban y glorifican a Dios en una co-armonía!
Pero que no me diga alguno: “¿entonces por qué no ponemos instrumentos musicales en nuestro Culto? ¿Es decir, por qué no tenemos instrumentos en nuestro culto, tal como exactamente se utilizaba en el Antiguo Testamento y lo mismo hacen también los romanocatólicos?”. Es un tema que últimamente se habla mucho, por eso en algunos templos en Atenas y en otras partes lo intentaron introducir instrumentos, pero fracasaron. ¡Lo Intentaron!
Me gustaría deciros, amados míos que la Iglesia Ortodoxa nunca tuvo instrumentos en el Culto, a pesar de que existen en el Antiguo Testamento y a pesar de que tenemos la icona del Apocalipsis. La razón es la siguiente.
La música instrumental desliza hacia el teatrismo. O sea hacia teatro, en consecuencia, cuando decimos música instrumental fluye hacia teatrismo, entendemos que va hacia el teatro, y en consecuencia, se tergiversa la forma del Culto Divino. Esto se demuestra por lo que la música de Occidente es algo tan mundano que, cuando uno empieza a vivir el Culto Divino dentro de los marcos de la forma Ortodoxa, de verdad uno llega al aborrecimiento del culto por instrumento. Incluso aunque la oímos por la radio, como llamada música clásica, la que han escrito varios grandes compositores, en todo muy valioso y respetuoso por la parte artística, incluso entonces uno se siente insuficiente. ¡No sólo siente vacío, sino que llega al aborrecimiento!
No os escondo, amados míos, una experiencia personal. Amaba mucho la música clásica, demasiado la amaba. Hoy en día ya la encuentro muy insuficiente; ya no busco para escucharla. No quiero decir que alguna vez me gustaría escuchar algo, sino que ya no la busco para oírla. ¡También la llamada música religiosa de Bah o de Palestrina o de Médelson y no sé de quiénes más que han escrito Liturgias, los que han escrito, son bellas obras maestras, oratorias admirables… pero son teatrales! ¡Son teatro! ¡Con las voces sopranos, los tenores y barítonos, etcétera, son teatro, puro teatro! Y la psique-alma del hombre que comienza por supuesto a entender y a regocijarse por el misterio de la agapi increada de Dios y el Culto, esta cosa la repulsa, no la quiere. Quizás algunos de vosotros me entendéis por las cosas que os digo, quizás otros no.
¡Todavía en la música, y en esta música fonética, debo deciros que existe este peligro de deslizamiento, es decir, también la música fonética, esta que llamamos música bizantina, posiblemente se convierta y se haga propósito, fin, y no sea el medio para que los fieles sean elevados, porque muchas veces vamos y escuchamos solo música, vamos por ella, por escuchar el salmista o cantante!
Una vez un primer salmista –naturalmente no digo su nombre. Psalmodiaba en un templo de Atenas, hace muchos años. Por supuesto que fue llamado a psalmodiar porque tenía una voz muy bella, psalmodiaba muy bien y con mucho arte. Una vez, pues, psalmodiando al templo se oyó una voz desde parte de los fieles diciendo: “Amán mi pachá…! (es una expresión muy sentimental griega, de origen turco, que quiere decir: algo así “ay madre mía, o ay por Dios). ¡Amigos míos, si llegamos a exclamar dentro en el Culto emociones así de este tipo, significa que esta persona no ha sentido compunción, dilatación del corazón… sino que se apasionó, se entusiasmó por la voz del salmista! Por tanto, si uno quiere apasionarse dentro en el culto, entonces… entonces ya no tenemos Culto ni devoción. Creo que soy claro.
En la cúpula de Sexto Sínodo, con el canon 75º, dice lo siguiente: “Los que psalmodían deben hacerlo con mucho cuidado, devoción y compunción, que no utilicen ruidos inadecuados y desordenados”. Insisto en todo esto, para tener una información, porque todas estas cosas están listas para entrar en nuestro Culto.
San Nicodemo el Aghiorita en el Pedalion hace una interpretación y en un párrafo dice las siguientes cosas: “¿Cuáles son las cosas inadecuadas en la Iglesia? Responde el intérprete Zonarás que son los miembros afeminados y los susurros, es decir, las cosas lamentables de muchas melodías exageradas y en variedad, que algunas declinan hacia cantares eróticos. Cuando decimos cantares eróticos entendemos los cantares de los teatros. El presente canon indica que todas estas cosas que sean eliminadas de la Iglesia y los salmistas que ofrezcan a Dios las psalmodías e himnos con mucho cuidado quien ve las profundidades del corazón, es decir, más bien la psalmodía espiritual que se hace en el corazón y la oración” (Pidalion). Estas cosas dice, amados míos, san Nicodemo el Aghiorita sobre la salmodia.
Los presbíteros, junto con la guitarras, tenían también “bombonas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos, [o de los cristianos]” (Ap 5,8)
Los Protestantes y los Milenaristas T.J. nos acusan de que utilizamos incienso en nuestro Culto, como también velas, como algo idolátrico. Si alguna vez habéis tenido alguna conversación con algún milenarista T.J. os dirá esta cosa. El incienso que se utiliza en el antiguo Culto de acuerdo con el mandamiento de Dios, y sobre todo en el grado que la receta la da el Mismo Dios, del cómo fabricaremos el incienso, en compuesto de cuatro elementos aromáticos en proporción 25%, 25, 25, 25 y dice: “Ten cuidado a esto; cuando lo tengas hecho el incienso lo utilizarás en mi propio Culto, no lo fabricarás para oler bien tu casa” (Ex 30, 34), y sobre todo avisa con pena de muerte. Por tanto, excepto de que el incienso es utilizado también en el Antiguo Testamento, (aunque incienso indistintamente también utilizaban los idólatras, esto no tiene importancia, y no significa que esto es idolátrico, porque lo utilizaban los idólatras), se utiliza también en el Nuevo Testamento, tal y como se ve de modo admirable aquí en este punto del libro del Apocalipsis, que dice que tenía en sus manos incensarios llenos de incienso.
Los incensarios son de oro. Aquí se ve la necesidad de algún lujo, para recalcar lo alto del culto a Dios. No tienen una teja, ni un recipiente de lata de conserva para incensar. ¡Lo hacen, lo digo una vez más, para recalcar lo alto del culto de Dios!
Todavía el incienso quemado, con los humos que se elevan, es el símbolo de la oración que sube hacia el trono de Dios. Dice el Salmo 140, en el versículo 2: “Que sea dirigida, Señor, mi oración como incienso delante de Ti”.
Aquí en esta icona del Apocalipsis, los inciensos que apunta el sagrado Evangelista, son las oraciones de los Santos.
Primero ante todo, debemos señalar que la interpretación que hace el mismo sagrado Evangelista, por decirnos en el libro del Apocalipsis, que los inciensos son las oraciones de los Santos. ¡Atención, lo interpreta el mismo divino Evangelista Juan! Esto significa que nos libera del peligro de dar variedades de interpretaciones, ya que él mismo nos da la interpretación de la icona-imagen. Podríamos decir que el humo de los inciensos es aquello o lo otro, son virtudes o cualquier otra cosa… No; dice que “son la oraciones de los Santos”. Así nos impide avanzar en distintas interpretaciones. Lo importante es que esta cosa la hace muy a menudo dentro en el libro del Apocalipsis y nos da a la vez la llave de su interpretación, es decir, que aquí interpretaremos así, allí interpretaremos asá…. y …atención, no te desvíes en interpretaciones que pueden ser subjetivas! Es muy importante esto que acabo de deciros; esto lo estaremos encontrando muy a menudo dentro en el libro del Apocalipsis. Es decir, es una llave interpretativa, exegética.
¿Pero qué son las oraciones de los santos que ofrecen aquí los veinticuatros presbíteros, y quiénes son los santos?
Ante todo primero, los santos son los fieles de toda la Iglesia, de la triunfante y de la militante, y aquí indica que los Santos pueden orar para algunos otros. Por ejemplo, los veinticuatro presbíteros, es decir, los Santos de la Iglesia triunfante, pueden orar por cuenta nuestra y por cuenta de la Iglesia militante, pero pueden también orar para sí mismos, como es el caso de los “machacados y degollados por dar el testimonio de Cristo”, es decir, los Mártires, que están debajo del trono del Sentado, o sea, las psiques-almas de los “machacados y degollados”, también, los justos que están en el Paraíso, y dicen: “¿Señor cuándo te vengarás de nuestra sangre que se derramó abajo en la tierra”, que significa “Señor, cuando resucitaremos?” Y se les fue dada la respuesta: “Esperaos un poco; se añadirán también otros hermanos vuestros”. ¡Y de nosotros, amados míos, se añadirán en aquellos, de nosotros! Y hoy, y mañana y el año que viene, y hasta que se acabe el mundo y la Historia, se irá engrandeciendo la serie de Mártires de nosotros!
“Y se les ha dado túnica blanca”. Esto es la oración, pero oración por cuenta propia de ellos. Así pues, cuando decimos “oraciones de los Santos”, son las oraciones de los Santos tanto de la Iglesia militante como de la triunfante, es decir, de todos los fieles.
Pero es relevante aquí ver una icona muy bonita de intercesión de los Santos a favor de la Iglesia combatiente y esto es la intercesión de la hiper-aghía Zeotokos y de todos los Santos, que es la fe de nuestra Iglesia.
¿Dónde están aquellos que dicen que es sobrante e innecesaria la intercesión de los Santos? Principalmente esto lo dicen los Protestantes, los Testigos de Jehová, Milenaristas y otros. Uno aquí lo ve muy claro que la intercesión de los Santos para nosotros para nada es sobrante o innecesaria.
El Jesús Cristo intercede al Santo Dios Trinitario. No os sorprenda esto que digo hacia el “Santo Dios Trinitario”. También está el mismo allí, a la Santa Trinidad, pero intercede como hombre al Santo Dios Trinitario. Los Santos interceden hacia el Cristo, porque sus intercesiones y sus oraciones, las ofrecen al Cordero degollado. Esto está claro en el libro del Apocalipsis.
Aún, el Dios corresponde a la petición de los Santos, a lo que Le piden a favor de los pecadores, porque el Dios ama a los Santos y quiere honrarlos. Por eso, los milagros que hacen los Santos, amigos míos, no los hacen los Santos. No hace el milagro la hiperaghía Zeotokos ni san Jorge, ni san Aquiles. El Dios hace los milagros, por las manos de aquellos que ama, de la hiperaghía Zeotokos, de Sus Santos, de san Dimitrio, de san Jorge y todos los demás santos/as. Dios hace los milagros porque ama Sus Santos, Dios ve a Su delante no a los pecadores, sino a los Santos y quiere honrarlos. Lo dijo el mismo Señor: “Aquellos que me honran los honraré, y aquellos que me glorifican los glorificaré” (Mt 10,32 cf I Re 2,30 Ap 3,5). Nosotros decimos, por ejemplo: “Glorifico a san Aquiles porque me hizo este milagro”. Lo hago porque el Dios permite a glorificarlo porque Él quiere primero a glorificar a san Aquiles, y así el Santo hace el milagro.
Por tanto, amados míos, uno ve claramente la intercesión de los Santos consolidada teológicamente, empíricamente y aghiográficamente, pero una cosa más. Nos llama la atención que las bombonas o botellas estaban llenas de inciensos, por lo tanto cada bombona tendría en interior bastante, demasiado, mucho incienso, y salía mucho humo.
¿Por qué tenía mucho incienso? ¡Esto indica que toda la ocupación de los Santos, todo el tiempo de ellos son oración hacia el Dios! ¡Todo el tiempo de ellos es oración! Diríais, amigos míos: ¿“Qué más pueden hacer los Santos”? ¡No hacen nada más que oración que es obra sublime, altísima! En el Cielo no tienen otra obra, sólo tienen esta. En la tierra los Santos tienen también otras obras, pero el principal trabajo de ellos es la oración.
Dónde están aquellos que dicen: ¡hacemos muchas oraciones! ¡Tenemos también más cosas que hacer! Puede ser, amigos míos, que tengamos muchas cosas que hacer, pero la oración es primera y principal obra. ¡Habéis oído? ¡Obra! ¡No es un trabajo vulgar la oración, es lujo, es obra! Es la obra primera e imprescindible para nuestra vida.
“Y psalmodían, cantan oda nueva diciendo”. Los presbíteros o ancianos, mientras reverencian, cada uno de ellos toca las cuerdas de sus guitarras y ofrecen al Cordero el incienso de su incensario, y simultáneamente psalmodían una “nueva oda”.
A Dios, amados míos, gusta mucho que sea psalmodiado con odas, es decir, el Dios ama la odas, por esto están expuestas las odas en el Antiguo y en el Nuevo Testamento. La primera cosa que hicieron los hebreos cuando traspasaron el Mar Rojo, después de aquel maravilloso milagro, fue el psalmodiar, alabar a Dios. Aquella famosa oda de Moisés se psalmodió antifónicamente de forma de réplica, con dos coros, mujeres y hombres. A los hombres el jefe del coro era Moisés, y a la mujeres su hermana Mariam. Por esta razón, como el Dios ama ser psalmodiado, ha creado y dado la habilidad a la voz humana a psalmodiarLe con la música. Debo deciros que una de las obras del monje es también la alabanza a Dios, sea individualmente, sea en equipo.
La oda de los presbíteros es calificada como nueva. En el Salmo 32º encontramos lo siguiente: “Cantad al Señor asma nuevo; bien psalmodeen al Señor en alarido” (Sal 96 1-2; 97,1; 149,1; 32,3). “Nueva oda” es calificada también cuando se psalmodia en grandes, importantes o cosmo-salvíficos acontecimientos, como en esta caso concreto es la apertura del Libro, los Sellos, donde se desenrollarán los acontecimientos, la vida y el futuro de la Iglesia proféticamente, dentro del camino histórico. Por tanto, cuando se trata de algo así, entonces los Santos psalmodían su nueva oda. La expresión “nueva oda” la encontramos muy a menudo en Isaías y en otras partes.
¿Y cuál es esta oda? Dicen los presbíteros: “Axios-digno eres de recibir el libro”.
¿Hacia dónde se dirigen? Hacia el Cordero. ¡Por tanto, a Él psalmodian el “axios-digno eres!” ¡Apuntad que los cuatro animales espirituales psalmodian a Dios en tercera persona, pero los presbíteros psalmodian y alaban a Dios en segunda persona, y esto es la característica de los hombres, el tête-à-tête, directamente! «A Ti Señor psalmodio, a Ti». No según lo “sea psalmodiado el Dios” “megas o grande es el Dios, no, sino que “psalmodio a Ti, el Dios”. No en tercera persona, sino a segunda persona.
«Y cuando tomó el libro, los cuatro seres o animales espirituales y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero [percibiendo ya que Él era capaz de abrir el libro]; todos tenían arpas [para cantar himnos], y botellas o bombonas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos, [o de los cristianos]; y cantaban un nuevo cántico, diciendo [al Cordero] Digno-axios eres de tomar el libro y de abrir sus sellos [entenderlos y explicarlos]; porque tú fuiste degollado, y nos has rescatado para Dios con tu sangre, a los hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
[9 y cantaban los presbíteros un nuevo cántico, doxología, diciendo hacia el Cordero: Digno-axios eres de tomar el libro y de abrir sus sellos, entenderlos y explicarlos; porque tú fuiste sacrificado sobre la cruz, y con tu sangre nos has rescatado y librado de la esclavitud del pecado y del maligno para entregarnos a Dios, como hijos redimidos, todos los que han creído en Ti, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;]» (Ap 5, 8-9)
¡Bella oda!
Con el “axios-digno” abre la oda que devela que el único axios-digno, capaz de abrir el libro es el Cordero. Es esta expresión que encontramos en el himno Querubínico en la Divina Liturgia: “Ninguno de los que se hallan atados por los deseos y placeres carnales es digno de llegar o de acercarse a Ti, ni de servirte, oh Rey de la gloria” (Divina Liturgia, Entrada Mayor). Se entiende que ya que ninguno de nosotros es digno, el único digno-axios es el Dios. Por eso en la siguiente oración, la de la santa anáfora (oblación), se recalca “Axios-digno y justo para alabarte, adorarte, agradecerte y reverenciarte en cualquier lugar de Tu soberanía”.
¿Y por qué razón el Cordero es digno de encargarse a abrir los sellos del libro, es decir, revelar-apocaliptar el futuro de la Iglesia? La razón es porque ha sido degollado, y con Su sacrificio cruciforme nos ha rescatado a cuenta de Dios. Esto es muy importante, y este rescate es universal por dos razones.
Primero porque el Cristo derramó para todos en general los hombres –para todos- y después, porque el Señor envió Sus discípulos “hasta los confines de la tierra” y el mensaje de la sotiría redención, sanación y salvación es universal. Les dijo “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo” (Mrc 16, 15-16)
Así pues, tanto por la fuerza expiatoria de la Sangre de Cristo, como también para extender el Evangelio, atribuimos esta dignidad y mérito al Cordero para tomar el libro y abrirlo, es decir, para revelarnos el futuro.
Por la expresión “a los hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación”, se manifiestan aquí las divisiones filéticas-raciales, lingüísticas, políticas y nacionales de los pueblos, en consecuencia también una catolicidad o universalidad de la humanidad, no sólo desde el aspecto local sino también crónico, porque se refiere a todas la generaciones de seres humanos.
Todavía es digno de atención –atención a esto- que no dice “ha recatado toda raza y lengua”, sino que dice “de toda raza…”, es decir, no dice has rescatado toda raza, toda lengua, o sea, de cada categoría de hombres, los chinos, los japoneses, los africanos, sino de los chinos, de los japoneses, de los africanos, «de ἐκ»: …«de ἐκ»: …«de ἐκ»…
San Areza el intérprete explica este «de ἐκ»: No todos sino sólo los que se esforzarán, se cansarán y creerán al mensaje del Evangelio.
Este pasaje expresa la libertad de elección de la salvación de los pueblos, de una manera admirable. Es aquello que dice el Apóstol Pablo en su segunda epístola a los Tesalonicenses 3,2: “porque no es para y de todos la fe”. Decimos: “se harán todos los pueblos cristianos”. ¿Quién os lo ha dicho esto? Simplemente, mirad-mirad: Hay un billón 1.000.000.000 Cristianos, y son cuatro coma cuatro billones 4.400.000.000 toda la población de la tierra. Tres coma cuatro billones 3,400.000.000 no son Cristianos. Atención, el kerigma del Evangelio se ha oído, porque la Santa Escritura se ha traducido en mil seiscientos, mil setecientos, mili ochocientas idiomas (1980, y ahora con internet en toda la tierra y en todos los idiomas). Hay una profecía que dice que el fin vendrá cuando será escuchado el kerigma en todo el mundo. No que todos se convertirán en Cristianos, sino cuando el kerigma será oído, escuchado. El Apóstol Pablo dice “porque no es para y de todos la fe”, pero el mismo Señor nos dice claramente “pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra? (Lc 18,8). Es decir, vendré, sin embargo con mi Segunda Presencia-Parusía cuando yo venga aquí en la tierra, ¿encontraré la fe en la tierra? Pregunta melancólica, la cual nadie responde. Pero ya la respuesta está dada; es decir, que la fe no será aquella que el Dios quería.
Y no se bastó al rescate el Señor, el Señor Jesús, el Cordero degollado, sino que los que ha rescatado los hizo –según la oda de los veinticuatro obispos- “reyes y sacerdotes a Dios”, es decir, sacerdocio real.
Es digno de atención que los fieles “reinarán sobre la tierra”. Por supuesto que no según la interpretación milenarista T.J. Es la promesa del Señor: “bienaventurados los apacibles, porque ellos heredarán la tierra”. «¿Pero Señor cómo? Si soy hombre apacible, no llevo a mi adversario al juzgado, el que se come mi terreno, por tanto, cómo es posible el hombre apacible heredar la tierra? El ambicioso, codicioso arrebata la tierra, y no el apacible que retrocede y pierde continuamente su terreno, su casa, etcétera”». Sí, esto que dijo el Señor es verdadero: “bienaventurados los apacibles, porque ellos heredarán la tierra”. ¿Cuál tierra? La “Nueva Tierra”, cuando el Señor lo constituirá todo nuevo, y la tierra se hará nueva y el cielo nuevo. El Evangelista Juan, hacia el final del libro del Apocalipsis, dice: “y he visto cielo nuevo y tierra nueva” (Ap 21,1), y el apóstol Pedro también dice: “Esperamos tierra nueva…donde habita la virtud, la justicia” (“ Ped 3,13), esta tierra donde reina la virtud y la justicia heredarán los apacibles.
En concreto aquí también está lo sorprendente, de que los apacibles no perderán ni un pelo (Lc 21,18). ¡No perderemos ni un pelo de nuestra cabeza; lo recibiremos también en nosotros junto con la resurrección de los muertos!
« Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y la voz de los seres o animales espirituales, y de los ancianos, y su número era innumerable miríadas de miríadas, miles de miles; que decían a gran voz: el Cordero que fue degollado es digno-axio de tomar el poder, la potencia y energía, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la doxa-gloria, la alabanza y la bendición» (Ap 5, 11-12).
La icona de la Liturgia celeste, como entenderéis, amigos míos, continuamente se va cumplimentando. Alrededor de los presbíteros había miríadas de miríadas y miles de miles de ángeles. Esto lo vemos claramente en el 7º capítulo, en el versículo 11, que dice “y todos los ángeles”. ¡Todos! ¡Todos los ángeles! Y cuántos son los ángeles. San Juan el Damasceno “cuanto es el número”. Poner una mónada y escribid ceros detrás. ¡Escribir continuamente ceros. ¡Tanto es el número de los ángeles! ¡Tremendo! ¡Es terrible, asombroso! Este espectáculo ve el sagrado Evangelista: “Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro animales espirituales; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y reverenciaron a Dios, (Ap 7,11).
Aquí claramente se distinguen los ángeles de los presbíteros, es decir, de los hombres. Es una escena majestuosa, que recuerda al profeta Daniel en aquella visión suya nocturna, o la segunda Presencia-Parusía del Señor, que dice que estarán junto con Él todos los santos del cielo. (Dan 7,10)
Y vemos aquí que el mundo angelical reverencia al Cordero degollado y psalomodia oda, que es repercusión de la oda de los presbíteros. En esta están por acumulación siete adjetivos, que en el Antiguo Testamento se atribuyen a Yahvé, al Señor. Por ejemplo, mencionaremos la oración que hace David en relación con la recolección del material para la construcción del templo, está en I Crónicas 29, 10-12:
“Tuya es, oh Señor, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor, porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas; ante Tu persona se tiempla y se atormenta todo rey, reino y nación. Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú Señor dominas sobre todo y en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos”.
Estos adjetivos que allí son atribuidos a Yahvé, ahora se atribuyen al Cordero, a Jesús Cristo. Pero esto indica que el Cordero, el Jesús Cristo tiene cualidades o atributos divinos, es Dios. ¡El Jesús Cristo es el verdadero Dios!!!
Pero en la doxología de los veinticuatro presbíteros y de los innumerables ángeles viene a añadirse también la oda de cada creación, en todo el mundo visible e invisible. Es decir, tenemos un nuevo completamiento de la icona-representación, imagen. ¡A continuación se carga, se llena la icona! ¡Diríamos que es exactamente como el Aleluya de Hendel –los que lo habréis oído- que allí son trescientos violines, y quinientos seres humanos en el coro, y tal como psalomodian y sube la voz, se mueve todo el escenario, el teatro entero, se tambalea todo! Así se añaden las voces, los seres ángeles, presbíteros y creaciones en esta Liturgia celeste, que nos describe el Evangelista Juan.
Y dice: «Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono [Dios], y al Cordero [el Logos de Dios hecho hombre], sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos» (Ap 5, 13). ¡Liturgia universal, mundial! Cada creación ofrece su doxología. Es aquello que escribe el apóstol Pablo sobre Jesús Cristo en su epístola a los Filipenses: “En el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesús Cristo es el Señor, para doxa-gloria de Dios Padre” (Fil 2,10-11).
Es especialmente relevante, que el himno, con la atribución de divinas características, se atribuye “al Sentado sobre el trono y al Cordero”. ¡Es decir, el versículo indica la equivalencia del Padre y del Hijo! El Jesús Cristo es Dios. En cada momento os lo iré diciendo esto.
«Y los cuatro seres o animales espirituales decían: Amén» (Ap 5,14). El litúrgico Amén es una admirable co-armonía y co-doxología. Es esto que por derecho pertenece al laós-pueblo fiel, cuando oye por el sacerdote las bendiciones de la Divina Liturgia, e inmediatamente dice “amén”, es decir, lo acepto, así sea. Y el apóstol Pablo en su I Epístola a los Corintios, capítulo 14º, versículo 16, apunta el amín. “Y los presbíteros –con el amén de los cuatro animales espirituales- se postraron y reverenciaron”. Por tanto los Santos reverencian al Padre y al Hijo.
La victoria del primer Sínodo Ecuménico de los Santos Padres, que hoy festejamos, es el eco, la resonancia de esta reverencia del Hijo, porque es Dios.
Amados míos, escribe san Andrés de Kesaria: “Por los cuatro seres o animales espirituales y de los presbíteros, se indica un rebaño y se hace una Iglesia de los ángeles y de los hombres, por Cristo Dios, que ha venido y ha reunido las divididas y ha disuelto y derrumbado la pared que había entre medio, y así unió el cielo y la tierra. Este es el cuerpo (sarx, carne) de Cristo. Esta es la contracción, unificación y unión del cielo y de la tierra, ángeles y hombres, creaciones y Dios. Amín
Unidad 20 Apocalipsis 6, 1-4 La apertura de los dos primeros Sellos. Las dos victorias: La transmisión del Evangelio y el martirio
En los capítulos 4 y 5, que hemos descrito en nuestros dos últimos temas se ha dado una icona-imagen, representación. Ahora el Cordero toma el libro y abre los sellos uno por uno. Los sellos eran exactamente tal como hoy encontramos en los documentos escritos los sellos imperiales de Bizancio. Eran de lacre –era un material muy barato- o de plomo y el rey ponía su anillo, o el sello del estado, encima de este material fundido. El lacre lo poníamos alguna vez también en el correo cuando mandábamos un paquete. Era plomo, también barato, y también eran de oro o de plata. Cuando el sello era de oro puro, de veinticuatro kilates, entonces los documentos se llamaban χρυσόβουλα jrisóvula bula de oro. Así debemos entender los sellos.
Por tanto, viene ahora el Cordero, toma el libro, abre uno por uno los Sellos, e inmediatamente aparece un caballo blanco que “y salió venciendo, y para seguir venciendo [hasta el fin de los siglos]. Abre el segundo Sello, y aparece un caballo oscuro, y entonces se oyó una voz de uno de los “cuatro entes o animales espirituales”: “No toques el trigo y la cebada porque hay mucha hambre. Después abre el tercer Sello y se presenta un caballo pálido amarrillo-verdoso, mortal, que arrastra detrás de él al Hades, la muerte. Y así sucesivamente…
La icona de la Divina Liturgia existe en el Cielo, y a la vez se interponen los desarrollos y las evoluciones de la Historia, es decir, tal como los vivimos nosotros y los viviremos hasta que venga el fin del mundo. Porque exactamente esto es la Apocálipsis-Revelación, el desenrollo del camino de la Iglesia dentro de la Historia. Os había dicho un ejemplo que otra vez os lo voy a recordar.
Estamos siguiendo y viendo una película en el cine. Allí uno se va a la cama a dormir y ve un sueño. Mientras los espectadores lo ven durmiendo en la cama, al mismo momento, como en un fondo, a la profundidad, vemos aquellas cosas que ve en su sueño el que está durmiendo. Vemos al que está durmiendo y a la vez vemos también su sueño. La misma cosa es también en el Apocalipsis, el mismo modo. Es decir, vemos la Liturgia universal, y a la vez la apertura de los sellos, vemos que están pasando como película de cine estas cosas que está viendo y las escribe el divino Evangelista y nos dice: “Este es el futuro de la Iglesia”.
Por tanto, cuando se cierran las siete epístolas, entonces el Evangelista dice: “Miré hacia el cielo y he aquí vi una puerta abierta en el cielo” (Ap 4,1). Esta puerta abierta no es más que el cielo que abre para dar las apocalipsis-revelaciones a la humanidad. Portador de estas apocalipsis-revelaciones es el Evangelista Juan, que ve continuamente nuevos elementos y datos y los describe, sobre todo progresivamente, como un trono sobre el que estaba sentado el Dios.
Después empieza a enmarcar el trono. Alrededor del trono están los cuatro entes o animales espirituales, es decir, cuatro existencias angelicales, que son los querubines con seis alas, tal como contempló también en su visión el profeta Isaías, al 6º capítulo. Después los veinticuatro presbíteros, con las coronas de oro, con las lámparas doradas, con los inciensos, están también alrededor del trono. Delante del trono –se cumplimenta continuamente la icona- ve un libro cerrado, sellado con siete Sellos, es decir, el símbolo de las voluntades de Dios sobre el futuro de la Historia y de la Iglesia. Y entonces se oyó una voz: “¿Quién abrirá este libro que está sobre-sellado con siete sellos; quién se enterará lo qué sucederá en el futuro?”. Y dice el Evangelista Juan: “lloraba yo mucho y decía: ¿quién será, quién se encontrará? Y viene uno de los presbíteros y me dice: No llores, porque se ha encontrado aquel que va abrir el libro, es el Jesús Cristo, el que es “como Cordero degollado y estando en pie”, este que se ha sido degollado pero aún está en pie, o sea, vivo” (Ap 2,5). Esto indica tres cosas: que el Hijo de Dios se hizo hombre –ya que es cordero- es decir, se humanizó. Después, de lo que padeció, fue degollado, crucificado, y por último, resucitado, porque está “degollado y en pie”, es decir, está derecho. Es el Señor de la Historia, el Jesús Cristo, Él que empezará abrir los Sellos.
Así conectamos, amados míos, lo anterior con el capitulo 6º, que con la ayuda de Dios, comenzamos.
«Y vi cuando el Cordero abrió uno el primero de los siete sellos, y oí a uno de los cuatro seres o animales espirituales que decía con voz de trueno: ¡Ven! Y miré, y he aquí vi un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco, y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para seguir venciendo [hasta el fin de los siglos]» (Ap 6, 1-2).
El tema principal, como entenderéis, es el desellar el sobresellado libro con los siete Sellos. Este que desella y abre el sello es el Cordero degollado, el Jesús Cristo, el Señor de la Historia, como os dije, y en consecuencia el único que puede abrir el libro y dar a conocer el futuro, porque sólo Él lo conoce, como Omnisciente y Omnivisionario (o el que todo lo ve).
Pero observamos que el tema principal del libro del Apocalipsis cubre casi una serie de apocalipsis-revelaciones de tres setenas de visiones, excepto aquellas cosas que intervienen como diapsalmos, es decir, cantos intermedios. Estos diapsalmos intervienen en una serie de temas, que no tienen relación con la serie anterior, para dar un recreo, un tono distinto, y dar descanso al lector de la conmoción, del temor y del respeto que siente cuando ve que sean revelados-apocaliptados uno detrás del otro los Sellos con las terribles heridas o plagas. Después de estas intervenciones benéficas, retornamos a nuestra serie, a la apertura del resto de los sellos.
Y ahora amigos míos con la ayuda de Dios, vamos a entrar al texto sagrado.
Como os dije, la escena permanece la misma, tal como se ha referido en los capítulos 4 y 5, donde el Cielo permanece abierto, el trono de Dios está rodeado por los cuatro seres o animales espirituales, los veinticuatro presbíteros, etc., y el Cordero degollado está delante del libro y abre los sellos.
«Y vi cuando el Cordero abrió uno el primero de los siete sellos, y oí a uno de los cuatro seres o animales espirituales que decía con voz de trueno: ¡Ven!» (Ap 6,1).
Observamos que los animales espirituales, como espíritus litúrgicos de Dios, co-participan en este drama desarrollado de la ejecución del plan de Dios. El primer animal espiritual era como león. Lo vimos un poquito más arriba al capítulo 4º, que dice: “el primer animal espiritual era semejante a león”, por eso también se oyó su voz como “trueno”. ¿Habéis oído a un león rugir? El rugido del león es como un trueno.
Pero debo deciros que no se abrió un sello al azar cuando dice que “se abrió uno de los siete sellos”, pero el primero. Cuando dice uno, con el sentido de los números tácticos en la Gramática significa primero. Para que lo entendáis, os recuerdo esto que dice otra vez la Escritura “uno de los Sábados” (Mt 24,11; Jn 20,1·19 Hec 20,7). Es el primero de los Sábados, el primer día de la semana. Es decir, no está en el sentido aritmético, sino en el táctico, en consecuencia es el primero de los Sellos. Tiene importancia porque se abrió el primer Sello, se oyó la voz del animal (espiritual) que era parecido a un león, que es el ángel de seis alas o querubín y dijo: “Ven”.
¿A quién se dirige este “ven”. Se dirige hacia al jinete que está viniendo y está sentado encima de un caballo blanco. Ahora viene como una nueva visión que se añade dentro en la ya existente visión del Cielo que ve el Evangelista, el trono, los veinticuatro presbíteros… etcétera. Es decir, se proyecta una nueva icona: Un jinete montado encima de un caballo blanco.
«Y miré, y he aquí vi un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco, y le fue dado una corona» (Ap 6,2)
El caballo blanco simboliza el triunfo. La corona, como hemos visto también al ángel-obispo de Esmirna, que dice “Por eso, sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida” (2,10), simboliza el reinado de la Realeza increada de Dios.
Escribe el Ecumenio: “Por un lado, el caballo blanco es el símbolo del evangelismo, como beneficencia por las praxis de los hombres, y por otro lado la corona es el poder y la victoria”. Es decir, el sentado al caballo blanco, amigos míos, es el Evangelio, Este es el jinete del caballo blanco. O sea que, es el Cristianismo que es anunciado y predicado en todas las naciones. Cuando el ángel de seis alas o querubín, el que es como león, dice: “Ven”; el Evangelio sale en el mundo por la boca de los Apóstoles. En consecuencia el jinete es el Evangelio, que es transmitido por la boca de los Apóstoles.
Escribe san Andrés de Kesarea: “Se debe entender que es la generación de los Apóstoles que pregonan el kerigma evangélico exactamente como un arco contra los demonios, de las potencias contrarias con sus energías demoníacas.
Aquí tenemos una esperanzadora anunciación, del mensaje evangélico, esta que llama a toda la humanidad regresar a Dios, sanarse, redimirse y salvarse. Es el amanecer del Evangelio que es acompañado de la divina jaris (gracia, energía increada) de Dios y la potencia de la Resurrección de Cristo, por eso también fructifica.
Leemos en el Evangelio según san Marco: 16:19 Y el Señor, después que les habló, ascendió arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios. Y ellos, -los Discípulos, los Apóstoles- saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando el logos con las señales que los seguían” (Mrc 16, 19-20); Salieron y se fueron a todas partes. Es el jinete. Es el amanecer del Evangelio, el amanecer del Cristianismo a las naciones. Esto fue la primera victoria.
“Salió venciendo” (AP 6,2). Y realmente, amados míos, la expansión del Cristianismo en el mundo conocido de entonces fue una victoria colosal y exitosa.
San Irineo que vive a la mitad del 2º siglo dC, escribe: “La Iglesia… se ha expandido hasta los confines de la tierra, en todas partes está esparcida… en Alemanias… en Siberias… en Celtas… en Oriente… en Occidente… en Egipto… en Libia… según los medios y en medio del mundo.
Aquí vale la pena de referirnos al método circular de interpretación. ¿El Evangelio entonces se predicó, hoy no se predica? ¿Cuando tenemos mil setecientas lenguas y dialectos traducida la Santa Escritura, hoy no se predica el Evangelio? Claro que sí.
Por eso os dije, entonces es proclamado, predicado, se abre el Sello, pero tenemos la interpretación repetida, volvemos y volvemos y volvemos. Creo que habréis entendido la interpretación del método cíclico o circular, es decir, cómo otra y otra vez gira, vuelve.
Además aquí dice que “salió venciendo y para seguir venciendo siempre”, hasta el fin del mundo, que revela interpretación circular. “Salió venciendo y sigue venciendo siembre”, es decir, deja espacios para el futuro.
El evangelista Juan pregunta sobre esto: “¡Quién es el que ha vencido el mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios! [5. Pues ¡quién puede realmente en su guerra vencer los pecados engañosos, los placeres carnales y las atracciones mundanas sino solamente aquel que cree sin vacilar que Jesús Cristo, es el Hijo y Logos de Dios y se hizo hombre para la sanación y salvación del hombre!”] (1Jn 5,5). Si crees que Él que vence al mundo, el Jesús, es el Hijo de Dios, entonces tú has vencido al mundo. Por tanto, tú también ahora eres el vencedor, en consecuencia tú también eres un jinete montado encima del caballo blanco y sales vencedor. ¿Lo veis? Así pues, no simplemente no es algo abstracto, un acontecimiento, sino que son todos aquellos que creen en el nombre de Jesús Cristo.
Existe también la expresión “y salió venciendo, y para seguir venciendo [hasta el fin de los siglos]” que tiene un significado más profundo. Atención. Se trata de dos victorias. La primera es la transmisión del Evangelio y el retorno del mundo hacia Dios, y la segunda victoria es el martirio que reciben continuamente los fieles por los que han negado y niegan continuamente el Evangelio. Es decir. Es la victoria por la praxis de ser mantenida la fe de las anunciaciones del Evangelio, de los Apóstoles. “O sea, ¡cuando el infiel presiona al fiel “negar el Evangelio”!, y él dice que “¡no lo niego!”, y el fiel acepta el martirio. Esta es la segunda victoria; el martirio.
Sobre esto escribe muy bien san Andrés de Kesarea: “Porque la primera victoria es el regreso de la naciones a Dios; y la segunda victoria es la dolorosa e infernal salida de la psique del cuerpo por el martirio voluntario” (J.P Migne tomo 106. Logos 5, cap 13)
Por tanto, la primera victoria es la transmisión y expansión del Evangelio y la segunda es el martirio, pero esto del martirio lo veremos, primero si Dios quiere, con la apertura del segundo Sello. Allí analizaremos este segundo Sello, que es presentado como Caballo Rojo que sale, y su jinete que tiene espada para quitar la paz de la tierra y los hombres degollarse unos con los otros.
Nos encontramos, amados míos, en el capítulo 6º, pasaje 3 hasta 4 del libro Apocalipsis, y analizaremos la apertura del segundo Sello. Os lo leo y os lo traduzco también con palabras muy sencillas, aunque es muy fácil.
«3 Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser o animal espiritual, que decía: ¡Ven!
4 Y salió otro caballo rojo, color de fuego,; y al que lo montaba le fue concedido [por Dios] desterrar la paz de la tierra, y que se degollasen los hombres unos a otros; y le fue dada una gran espada» (Ap 6,3-4).
Realmente cuando se abrió el segundo Sello, como nos dice el Evangelista, entonces “salió otro caballo rojo color de fuego”, salió como fuego un caballo rojo, bermejo y entonces el segundo animal espiritual, que es el buey, dijo al jinete “Ven”, ven aquí delante. Este color rojizo del segundo caballo, como también la gran espada que se le fue dada por Dios a su jinete, es el fuego y la sangre, es decir, las guerras interiores y las exteriores.
¡Esta frase en el texto sagrado es espeluznante, te pone los pelos de punta “se degollaran unos a otros”! El verbo degollar es muy fuerte, agudo y tenso, muy estruendoso y sonoro, no es como el verbo matar. Y en nuestra lengua (y en la española) incluso este verbo lo sentimos muy espeluznante y sobrecogedor, que indica que no es simplemente una guerra asesina, sino una guerra muy salvaje.
Y se trata de guerra civil o de guerras civiles, incluso también de guerras normales, es decir, guerras exteriores entre dos pueblos. Pero se ve que se trata más de guerras civiles, porque esto “se degollarán los unos con los otros” se asimila más hacia la guerra civil. ¡Y os digo de verdad, lo que más miedo y temor me ha producido en la vida es la guerra civil! No hay cosa más terrible y horrorosa que esta.
¡Amados míos, no os lo podéis imaginar lo qué es esto!… Aquí ahora tenemos unos cuantos centenares de oyentes. Tenemos entre nosotros sentimientos amistosos, nos sentimos muy amigos. Yo me siento con seguridad en mi silla, os hablo del logos de Dios, y vosotros le oís. Si se supone, ojalá que no sea, que alguna vez podría se armase una guerra civil, ¿cómo se vería el uno al otro? Los de vosotros que en años anteriores han vivido en la guerra civil helénica pueden conocer de este tipo de sentimientos, pueden medirlos, y percibir y entender que es múltiples veces más terrible la guerra civil que una guerra regular, es decir, una guerra con otras naciones. No obstante lo malo es que el espacio donde estarán sucediendo estas situaciones, sea guerras exteriores, sea guerras civiles, serán en toda la tierra, sobre todo y principalmente en los pueblos cristianos. ¿Pero de qué cosa se trata y por qué se harán estas guerras? ¿Por qué razón o causa?
Es conocido que el Evangelio hasta hoy en día se proclama y predica continuamente en el mundo, en tal punto que hasta el extremo Oriente lo tenga en sus varias lenguas y dialectos. Pero el kerigma, o el mensaje, amigos míos, no ha sido aceptado. En consecuencia con la transmisión del Evangelio comenzó también la persecución. La persecución realmente es la segunda fase, después del kerigma del Evangelio.
El Señor dijo: “Y este evangelio del reinado de la Realeza increada será proclamado en toda la tierra habitada, para testimonio a las naciones, y entonces vendrá el fin” (Mt 24,14). Es decir, habrá un testimonio de que el Evangelio se ha proclamado, pero no se ha creído. El Señor dice que esto será como una señal del fin de la Historia, es decir, cuando se haya proclamado el Evangelio en todos los pueblos. ¡Esto lo recalca el apóstol Pablo y nos dice que el Evangelio aún no se ha proclamado en todo el mundo, pero amados míos, han pasado dos mil años desde entonces!
El Evangelio por supuesto que se ha proclamado en todo el mundo. Si me decís que no se ha proclamado en todo el mundo, porque sólo la tercera, quizás la cuarta parte de la población de la tierra no son Cristianos, sino de otras religiones, os respondería que: puesto que el Evangelio se tradujo en mil ochocientos idiomas y dialectos, se ha oído, pero simplemente no lo han aceptado. Abrid un muestrario de lenguas y veréis que el Evangelio se ha proclamado, pero no ha sido aceptado. Por casualidad tuve alrededor de veinte-veinticinco muestras en la lengua China, -es una edición por la sociedad Bíblica.
Es sabido que la lengua china tiene muchos dialectos y muchas escrituras y que cada una es distinta de la otra, por eso decimos a veces esta broma “esto me parece chino”, o sea que no entiendo nada. Pero veréis que, aunque el Evangelio se tradujo en la lengua china en todas sus escrituras y dialectos, China no se ha hecho Cristiana. En Japón también por tres siglos se hacían intentos de cristianización del país por misioneros cristianos Rusos. Apenas alrededor de la mitad del siglo pasado, por fin hubo un éxito, y unos cuantos miles de japoneses hoy en día son Cristianos, y en concreto Ortodoxos, pero en Japón en su totalidad son idólatras.
Por tanto, el Evangelio se ha proclamado, amados míos, pero no ha sido aceptado, y esto significa que cuando el Señor dijo, “este evangelio se proclamará en toda la οἰκουμένῃ icumeni tierra habitada en testimonio de todas las naciones”, entonces los pueblos no podrán decir alguna vez que no han oído el Evangelio, y puesto que lo han oído, el Señor los juzgará a base de Su Evangelio. Esto pues es un testimonio, especialmente del Apóstol Pablo, que nos dice que la transmisión del Evangelio en toda la tierra será una señal del fin del mundo”.
Son muchas las señales que nos pone la Santa Escritura por los cuales podemos razonar sobre el fin del mundo, el final de la Historia. El mismo Señor nos mencionó el ejemplo de la higuera: “Así que, de la higuera aprended que cuando su rama ya se pone tierna y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis que sucedan todas estas cosas, conoced que el fin está cerca” (Mt 24, 32-32; Mrc 13,28-29; Lc 21, 29-31). Son palabras del mismo Señor. El Señor esconde de los hombres el día y la hora del fin, no sabemos cuándo será, pero las señales de la venida del fin nos las ha dado. Y no sólo nos las ha dado, sino que también nos reprochará si no las estudiamos.
En la Historia tenemos básicamente dos ésjatos-postreros o últimos tiempos y acontecimientos: Los primeros ésjatos son sobre el Antiguo Testamento, y es la primera venida de Cristo. Los segundos ésjatos son sobre el Nuevo Testamento, y es la segunda venida de Cristo. Por tanto, el Señor dijo a sus contemporáneos: “Hipócritas, la cara del cielo la conocéis, la leéis y decís: Por la mañana el cielo está rojo ardiente, el amanecer o el Éste está rojo, tendremos buen tiempo”. Por la tarde, al ocaso está rojo y entonces decís, “tendremos mal tiempo”. Por la cara del cielo, es decir, por la meteorología, las prognosis meteorológicas sabéis pronosticar sobre el tiempo y decís que mañana lloverá o no lloverá, el tiempo será bueno o nevará. ¿Pero la cara de la Historia, por qué no la estudiéis? ¿Por qué no estudiéis la Santa Escritura para poder saber cuándo será el fin del mundo? Y el Señor llamó hipócritas aquellos que no querían aprender sobre el fin del mundo. ¡Se ocupaban de otras previsiones, prognosis, sobre las prognosis de las políticas, sobre las prognosis del fútbol, sobre las prognosis del tiempo en relación con la cosecha, pero los pronósticos sobre el fin de la Historia les son indiferentes! Por eso el Señor habló así.
Pero, una cosa más si queréis. El Señor se preguntó a sí mismo si cuando Él vuelva en la tierra, ¿encontrará la fe? (Lc 18,8). Pregunta melancólica, sin respuesta. Pero la respuesta es evidente por sí misma. Es decir, no encontrará fe encima de la tierra, por eso pone también el tema.
No encontrará sino sólo algunos pocos fieles, el remanente o la levadura, como dice el apóstol Pablo. Por tanto, el Evangelio se proclamará no sólo “en testimonio”, tanto si se acepta como si no se acepta, pero los hombres estarán injustificados.
Aún continúa el Señor y dice “en el futuro vais a oír guerras”. Con un paréntesis: Sobre las guerras hablaremos en el cuarto Sello, por eso ahora nos os voy a decir muchas cosas sobre esto. En el cuarto Sello os diré muchas cosas más sobre las guerras.
Por tanto, ya que los hombres no habrán aceptado el Evangelio de la paz, es de esperar y normal, incluso también las naciones cristianas, que proclamen guerras entre ellas. Amados míos, Bulgaria es una nación Ortodoxa, un pueblo ortodoxo y sin embargo siempre tenemos enemistades con ellos. ¿Por qué? ¿Cuál es la razón y la causa? No deberíamos tener hostilidades, sin embargo tenemos, porque no hemos aceptado correctamente el Evangelio.
Continúa el Señor y dice: “Y vais a oír guerras y alarma de guerras. Mirad, no os alarméis, porque así debe acontecer; pero aún no es el fin. Porque será levantada nación contra nación y reino contra reino, y habrá hambres y terremotos en diferentes lugares. Y todas estas cosas serán el principio de los dolores de parto. Entonces os entregarán a tribulación y os matarán, y seréis odiados por todas las naciones a causa de mi nombre. Y muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se odiarán y se aborrecerán” (Mt 24, 6-10).
¿A quiénes entregarán? A vosotros los fieles, mis discípulos; pero no los doce discípulos, sino todos los fieles en toda la Historia. Y os degollarán, os matarán, y seréis odiados por todas las naciones porque estaréis creyendo en Mí. Entonces muchos se escandalizarán, se entiende de los cristianos, porque no podrán aguantar este odio de los enemigos, y caerán. Eso quiere decir “se escandalizarán”. Negarán su cualidad cristiana, no serán ya Cristianos, negarán su bautismo. Y así uno estará entregando al otro a las autoridades y odiará el uno al otro a causa de mi nombre dice el Señor.
Pero aún el Señor es más categórico cuando dice: “Entregará el hermano a su hermano a matarlo. ¡Y esto, “hermano al hermano” sucederá no sólo entre dos de la misma fe, porque esto sería impensable, o entre uno que se escandaliza y el otro que permanece en pie, derecho –esto es comprensible- sino también entre hermanos carnales, los que han nacido del mismo padre y la misma madre, un hermano entregando al otro hermano a la muerte!
“El hermano entregará a muerte al hermano, y el padre al hijo, y los hijos se rebelarán contra los padres, y los matarán” (Mt 10, 21).
Todas estas cosas que apunta el Señor, se expresan con una sencilla icona-imagen, que es el caballo rojo como fuego, que salió con su jinete para desterrar la paz de la tierra e imponer el degollamiento, sujetando la espada.
No obstante debemos apuntar que todas estas cosas que decimos o diremos –por favor prestad atención a este punto- no son para acontecimientos concretos que debemos rebuscarlas, sino que es una situación general. Es decir, no pensemos y digamos: “¡He aquí esto sucede en nuestros días!, o sucedió entonces o lo esperamos suceder”. NO, porque esto siempre sucede. No rebusquemos acontecimientos concretos, sino simplemente situaciones, acontecimientos. O sea que, debemos entender lo siguiente: Tal como el caballo blanco estará saliendo continuamente, que es según la apertura del primer Sello, el kerigma continuo en toda la tierra –el Evangelio continuamente es proclamado en el mundo- así debemos interpretar también que el caballo rojo como fuego, continuamente sale, y esto es la persecución del Evangelio; porque a donde va el Evangelio, allí encontramos persecución. En consecuencia allí donde sale el caballo blanco, allí detrás de este sale también el caballo rojo como fuego.
Así, como los hombres es cierto que no aceptan el Evangelio. Por consiguiente es quitada también la paz, de esta manera tenemos aquello que os decía la vez anterior en la introducción, es decir, el método de la interpretación circular o cíclica. O sea que, el primer caballo siempre sale, y también el segundo siempre estará saliendo. No salió sólo una vez. El Evangelio no fue limitado sólo a la región de los Apóstoles. Y en este momento predicamos, y en este momento podemos sufrir persecución. Así que el caballo blanco siempre sale, siempre; y como veremos a continuación también el caballo negro siempre estará saliendo, detrás del caballo blanco, lo mismo también el caballo amarillo pálido, la cuarta plaga. Estaré retrocediendo continuamente para ayudaros con ejemplos para que entendáis el método de interpretación cíclico o circular, de modo que cuando leéis la Santa Escritura, no penséis y digáis que “estas cosas que describe este libro ya se han realizado” ni tampoco “que se harán”, sino que “se van haciendo continuamente”, pero con la diferencia que progresando hacia los ésjatos (postreros o últimos tiempos y acontecimientos) tendremos condensación de acontecimientos tanto en cantidad como en calidad. Esto que lo sepan y lo conciencian bien.
San Andrés de Kesarea escribe: “Cuando más se expansiona el kerigma, más se va disolviendo y destruyendo la paz del mundo”. ¡Oíd lo oxímoron o tonto: Cuando más se expansiona, extiende el Evangelio, tanto más se disuelve y se pierde la paz en el mundo!
“Y por sí misma dividida la naturaleza, según lo dicho por el Cristo: no vine a poner paz en la tierra sino espada”. ¡Oxímoron! Naturalmente, amigos míos, el Señor no vino a “imponer la espada”. Y cuando aquí en la visión del segundo sello dice que al jinete se le fue entregada una espada, significa que la espada, es decir, la guerra, la hacen los hombres contra el Cristo, que significa que el Dios permite que se haga esto. ¡La expresión evangélica “el Dios permite se haga el degollamiento”, la matanza, es que el Cristo vino al mudo a poner espada y no la paz! (Mt 10,34) ¡Es decir, Su presencia-parusía se llevó, desterró y quitó la paz de la tierra, porque los hombres no aceptaron la paz!
Esta espada fue dada porque la humanidad no aceptó el Evangelio. San Andrés de Kesaria de nuevo interpreta y dice en relación con esto de “se le entregó, o dio”, indica la providencia omnisciente de Dios de permitir a ser probados los fieles en el horno de las tentaciones, igual que el Cristo.
De todos modos, de cualquier manera que sea, el tema de la persecución está vinculado con la transmisión del Evangelio. El tema de la persecución, está vinculado con la vida espiritual.
¿Queréis, amigos míos, vivir la vida espiritual? Recibiréis por antelación persecuciones. Esto que lo sepáis. Dice el apóstol Pablo: “¡Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución!” (2Tim 3,12). ¡Por supuesto que todos que quieren vivir piadosamente con devoción serán perseguidos, no lo dudéis! Si un hombre es piadoso, pero no está perseguido, debéis comenzar a dudar sobre su piedad, excepto si está aislado en algún desierto, pero allí será perseguido por los demonios. Y la guerra con los demonios, es una guerra igual que los anacoretas, ascetas, es violentísima mucho más que por parte de los ataques por los hombres. Porque de los hombres nos podemos esconder, pero de los demonios no. A donde quiera que nos metamos a cualquier agujero de la tierra, amigos míos, los demonios nos encontrarán.
Así, podemos entender otra vez aquello que había dicho el apóstol Pablo, “debemos pasar muchas tribulaciones para entrar al reinado de la Realeza increada de Dios” (Hec 14, 22). Este «δεῖ di debe, es necesario», no es ninguna necesidad que proviene de Dios, es decir, que el Dios transforma nuestra sotiría salvación, por pasar de las tribulaciones. Este «δεῖ di debe, o es necesario», lo utilizan y lo maquinan los enemigos del Evangelio.
Aún el Señor dice “tropiezos y escándalos; mas ¡ay de aquel hombre por quien vienen los escándalos! Decidme, si los escándalos provinieran de Dios, cómo diría ¡ay de aquel hombre por quien vienen los escándalos! ¿No sería una contradicción terrible de Dios?
Por tanto, esto de “imposible que no vengan” se refiere a los hombres que recibirán el Evangelio. Y estos que no aceptan el Evangelio, pues, que nos demos cuenta y tenerlo claro que siempre habrán, con continua condensación hacia los ésjatos-postreros tiempos. Cuanto más nos acercamos hacia los ésjatos, tanto más los hombres estarán negando el Evangelio. Quizás esto que lo presentís y lo veis dentro de este pequeño y muy corto camino de nuestra vida, a pesar de que es un periodo de duración muy corta. ¿Qué es la vida humana, cincuenta, setenta años? Es un d del tiempo (por decirlo así matemáticamente), es un espacio del tiempo pequeñísimo. Y a pesar de esto, amigos míos, podemos distinguir todas estas cosas, todas estas señales. Uno que es un hombre de cincuenta años, de setenta, ya ha visto cómo vivían y cómo pensaban los hombres al principio, y cómo piensan ahora y cómo pensarán mañana.
De todas formas el Señor dijo algo y que no lo olvidemos: “Los enemigos del hombre son sus familiares, los de su casa”. Uno que realmente quiere vivir la vida espiritual, si sus familiares no entienden nada, rápidamente su casa será enemiga, hostil. ¡Es trágico, es terrible, pero esta es la realidad! Amín.
Yérontas Atanasio Mitilineos
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Traducción Χρῆστος Χρυσούλας (Jristos Jrisulas) 27/9/2019 www.logosortodoxo.com
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