(Por el siempre memorable Yérontas Georgios Kapsanis, Athonita)
La época que vivió san Elías el Profeta (alrededor del 800 a. C), tiene muchos puntos en común con la época que vivimos nosotros hoy en día. Entonces, igual que ahora, era y es una época de gran apostasía (deserción) de la fe de los Padres.La apostasía se hace, por regla general, por razones de compromiso y conciliación, porque quieren que nos reconciliemos con la vida del pecado o quieren que nos conciliemos y amoldemos con los gobernantes, los políticos, los poderosos y la política de cada época.
También lo mismo ocurría entonces. El Israel, los reyes, los poderosos y soberanos querían tener compromiso y conciliación con los países idólatras, porque no creían que, con la fuerza de Dios, podían afrontar los pueblos idólatras. Por eso dejaban su fe en el Dios verdadero y aceptaban los ídolos y los falsos dioses, mas veneraban y transmitían también al pueblo esta idolatría.
Pero habían algunos pocos piadosos, fieles al verdadero Dios, quienes resistían y no adoraban a los ídolos. Por supuesto que estaban perseguidos, eran minoría, pero esto no les hacía temblar, doblar y cambiar. Porque, por regla general, la gente siente miedo, no descansan ni se alivian (psíquica y espiritualmente) cuando ven que son pocos, por eso quieren ir con los muchos, aunque los muchos vayan hacia el abismo y el desastre.
El que uno viva y camine con su propia fe y tenga pocos semejantes consigo, no alivia ni da descanso. Se quiere ir como van todos, tal y como va la moda y la multitud. Así también se hacía entonces la corrupción de la multitud y de muchos hombres. Querían ir tal y como iba la clase dominante, el rey, los soberanos y los importantes, también la mayoría del pueblo. Y así se arrastraban y desviaban los hombres unos con los otros, pero siempre permanecían algunos pocos fieles. Porque en cada época no todos traicionan, ni desertan, sino que permanecen firmes en la fe y piadosos. Permanecen los luchadores y combatientes. Permanecen estos que no cambian la fe al verdadero Dios con nada terrenal y mundano. Además, por eso tenemos los mártires.
Los Mártires (testigos) de cada época son una minoría. Pero esta minoría mantenía la fe al verdadero Dios y se sacrificaba para la agapi al Dios verdadero.
Entre estos pocos que mantenían la fe al verdadero Dios y no claudicó fue también el glorioso Santo y Profeta de Dios Elías. La vida del Profeta Elías es una vida llena de milagros, de fe y de gran confianza en Dios Santo. Si estudiamos atentamente la vida del Profeta, veremos su valentía y el gran celo que tenía para el Dios. Veremos que no tenía miedo a nada, cuando se trataba de luchar por los derechos de Dios. Veremos qué y cuántos milagros hizo el Dios a través del Profeta.
Le rogamos para que nos ayude también a nosotros hoy que vivimos en una época que todo vale, todos están de acuerdo con todo, donde los muchos siguen la moda del ateísmo, contrarios y enemigos de la fe; pues, que el Dios nos haga dignos de mantener la verdadera fe de nuestros santos Padres, la que hemos recibido de nuestros antepasados, madres, padres, guías espirituales y maestros de la Iglesia. Mantengamos esta fe hasta la muerte, para que nos hagamos dignos de entregar nuestra psique a Dios, pero con fe al Dios Trinitario y con lo que nos entrega nuestra Santa Iglesia Ortodoxa.
Deseo y bendigo con todo corazón que el Profeta Elías sea nuestro ayudante y cooperante en nuestro despertar espiritual, y también nos ayude a los graves problemas ecológicos que hoy en día pasamos, catástrofes, temporales, incendios, seguías y tantos más, porque el Profeta Elías hace muchos milagros de este tipo.
Ojalá que el celote Profeta Elías que con su oración candente cerró el cielo por tres años y medio sin llover y vino una gran seguía y aridez, a causa de la gran impiedad que dominaba, y después de esto volvió a traer la lluvia y la bendición, viendo la metania y con el re-despertar espiritual nuestro, traer la frescura espiritual del Cielo a nuestras psiques y con sus divinas intercesiones nos conduzca al camino de la sanación, salvación y divinización nuestra. Amín.
† Archimandrita, Georgios Kapsanis, Athonita
Traducción de xX.jJ