Homilía del Padre Gheórghios 10-2-2002
1) Hablando uno sobre el Helenismo y la Ortodoxia u Ortodoxia y Helenismo, se aborda un misterio, literalmente un milagro que fue realizado en la Historia. Porque la unión histórica de estas dos dimensiones ecuménicas produjo una cosmogonía. Se creó un mundo nuevo, una verdadera “nueva era” (new age). Hablando teológicamente, recreó y reconvirtió por completo el mundo entero. Y la unión de estas dos magnitudes como fuente inagotable de vida camina continuamente hacia la comunión, unión universal. Pero, en nuestra época se declara de forma hostil y decisiva la continuación de este lazo que tanto ha beneficiado al mundo.
Voy a intentar a describir estas dos dimensiones, definiendo históricamente el momento del encuentro y la unión de la forma de interconexión de estas, subrayando a la vez las principales amenazas para la continuidad de esta unión en estos tiempos difíciles.
Qué es el Helenismo Τι είναι ό Ελληνισμός;
El Helenismo es lo más elevado y sagrado que ha producido el mundo en su trayectoria histórica y los límites o fines de su búsqueda para la redención, resurrección y elevación de sus principios ontológicos (existenciales). Es la creación más grande en el mundo, es realmente la luz de la Icumeni (de toda la tierra habitada). No es racismo ni nacionalismo hablar así para el Helenismo, porque lo que antes he dicho son conclusiones del congreso internacional sobre la Ciencia, conclusiones de la ciencia de la Historia.
Cuál es la esencia del Helenismo, la Helenística: a) La primera cualidad o propiedad esencial de la Helenística es la Diocentridad (centro el Dios). En nuestra historia helénica no ha existido nunca el ateísmo. El ateísmo en su forma actual es una creación de los europeos de los últimos siglos, sobre todo los occidentales. Para definir el valor o la desvalorización del hombre Heleno de la antigüedad, se hace una referencia en su relación con lo Divino, tal y como esto se concibe, con el Dios. Eνθεος (enzeos) endiosado o en dios, es el verdadero hombre en la tradición helénica. Ενθουσιασμός (enzusiasmós) entusiasmo es la presencia de lo Divino – Dios en el interior del hombre y esto continúa hasta en nuestros tiempos.
Θέωση zéosis o deificación ortodoxa es arrendamiento de Dios en el interior del hombre, el Santo. Y hoy para calificar a uno negativamente se le dice ateófobo (no teme a Dios), el que “no tiene a Dios en su interior”. (Eres ateófobo o no tienes a Dios en tu interior, es una frase muy característica en el hablar diario, que se refiere a una persona insaciable, iracunda y conflictiva). Cuando el Apóstol Pablo calificaba a los Helenos atenienses de su época “muy piadosos, respetuosos con lo divino”, decía la verdad.
b) Otra cualidad o propiedad constitutiva de la conciencia helénica es el Humanismo. Es decir, el reconocimiento del hombre y los derechos éticos humanos. El humanismo helénico empieza por el conocido “hombre bueno y bondadoso”, para llegar al logos de Meandro (4º siglo adC): “Qué bello es el hombre o ser humano cuando realmente es hombre o humano”. La catáfasis (confirmación positiva) del hombre y su reconocimiento en las fronteras o límites del Helenismo o identidad helénica, cotejada con la unidad de las cosas humanas sin ningún corte en las áreas de la vida y la acción del hombre. Un ejemplo clásico de esta confirmación positiva e unificación es el lugar sagrado de Delfos. El monumento de todos los siglos está estructurado en tres niveles. ¡El primer nivel está compuesto por el altar divino o las cosas sagradas, “empezar de Dios”! El segundo nivel es el teatro, que es la escuela de la psique (alma, naturaleza espiritual), la Universidad láica de la Antigüedad helénica. Y el tercer nivel es el gimnasio, el lugar para cultivar el cuerpo. Todo hombre es recibido como psique y cuerpo, exactamente igual que en la Ortodoxia, porque todo hombre está creado “como o a imagen de Dios”, con base a su arquetipo Θεάνθρωπος (zeánzropos) Dios y hombre – Cristo y todo hombre tiene como destino el “como o a semejanza”, es decir, la unión con lo Divino, la Zéosis (glorificación o deificación).
Justo en estos temas Dios – hombre se observa con la mayor convergencia del Helenismo – Ortodoxia. El Cristo es aquel que dijo: “El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado”. Este logos debe ser el frontispicio de todas las entidades humanísticas y sociales del mundo. Porque significa que todas las instituciones son servidoras del hombre, sirven al hombre. Cada hombre. Porque cada hombre como criatura de Dios es superior a todo el mundo. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su psique-alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su psique-alma? (Mt 16,26). El humanismo helénico se reconoce y se culmina en el Evangelio de Cristo Dios.
c) Otro elemento de la Helenicidad o identidad helénica es la agapi (amor incondicional y desinteresada) a la verdad, creada por el ateniense Clemente de Alejandría (b 215), como “búsqueda de la verdad”. Es la filosofía helénica. Los helenos no hablamos sobre sabiduría-sofía sino de filosofía, es decir, amor, amistad a la sabiduría-sofía, que es un movimiento dinámico hacia la Sabiduría-Sofía que finalmente es el Dios. Sofía-Sabiduría de Dios era para nuestros antepasados la “diosa” Atenea. Para los helenos Ortodoxos sabiduría-sofía de Dios es el Cristo. Este movimiento del Helenismo hacia la Sabiduría-Sofía real, existencial, es reconocido en un logos del Apóstol Pablo hacia los Corintios: “Porque los judíos piden señales, y los helenos-griegos buscan sabiduría” (1Cor 1,22). El Judío exige, solicita, y espera pasivamente lo esperado, igual que los Testigos de Jehová esperan el Armagedón, la gran Guerra de Dios, para que ellos también tomen las armas (sólo entonces…) para someter a todas las naciones de la tierra y así vivan una vida majestuosa, de príncipes por mil años en el paraíso milenario. Los Helenos buscamos para encontrar. Y “el que busca, encuentra”, tal y como dice el Cristo (Mt 7,8).
Clemente el Alejandrino con decir que la Filosofía Helénica “es búsqueda de la verdad”, da a entender también cuál es esta verdad. Y esto lo ha interpretado y definido San Cipriano de Caledonia (+258). La verdad, dice, es Aquel, es decir, Persona, que sólo él en la Historia se ha atrevido a decir: “¡YoSoY la Verdad!” (Jn 14,2). ¡A éste finalmente buscaban los antiguos Helenos en sus exaltaciones o elevaciones espirituales en todas las áreas: la ciencia, el arte y el derecho, como verdad, belleza y justicia! Los diversos aspectos de una indivisible y verdad entera en el Helenismo se centran en una Persona, y no en formas ideológicas abstractas. Era el “Dios desconocido y anónimo” que buscaban los Atenienses. Por eso yo acostumbro a decir, que el Apóstol Pablo en el Areópago Ateniense no destruyó, ni distorsionó, ni alteró la búsqueda helénica. Simplemente la giró y la dirigió hacia el Cristo: “Varones atenienses, en todo observo que sois muy religiosos; porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS DESCONOCIDO, ANÓNIMO. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio” (Hec 17,23). Es decir, al que buscáis dentro de vuestra ignorancia, a este os predico y revelo; o sea, el buscado por el Helenismo, el Jesús Cristo.
- d) Virtud Helénica es también el reconocimiento de los límites o fronteras del logos (razón o lógica). Nunca el Helenismo ha conocido un racionalismo de tipo occidental, tal y como es descrito por Agustín con el famoso “credo intelligam”, creo para concebir o entender. Así la diania (mente, cerebro, intelecto) es finalmente el último receptor también del misterio. Y este juicio extendido llega hasta Descartes que decía: «cogito ergo sum» “pienso, luego existo”. La exploración intelectual es el cimiento de la existencia. En el Helenismo, tanto el antiguo como el cristiano-ortodoxo, es desconocido el absolutismo del “logos racional” (racionañismo occidental). El absolutismo racional es algo que tomó cuerpo y vida en la Revolución Francesa, en Robespierre, cuando la “diosa lógica” fue adorada al rostro de una Prostituta desnuda en el interior de un templo de la “Virgen Parisina” (Notre Dame). La transgresión de los límites del logos (la razón, racionalismo) para los Helenos se considera una “hibris”. (Hibris: Para los antiguos Griegos era, injuria contra la voluntad divina y el orden natural.)
- e) En el Helenismo es importante también la verdad social. “Estar o tener la verdad es estar en comunión”. Ya Heráclito en un fragmento dice que cuando compartimos (comulgamos) de algo entonces estamos o tenemos la verdad, pero cuando usurpamos entonces vivimos la mentira. Κοινωνία (kinonía, comunión, conexión, unión o sociedad) significa compartimiento de los bienes y no su usurpación. Por eso la Divina Eucaristía se llama también Θεία Κοινωνία (zía kinonía) Divina Comunión. El Cristo “se divide indivisiblemente en partes”, es decir, se comparte sin dividirse en nosotros que somos personas separadas. La comunión, la relación fraternal, son la verdad. Para nosotros los Helenos la verdad es una experiencia y no una cuestión y proceso intelectual. Por eso el Simposio (banquete) es diacrónicamente el epicentro de la existencia helénica. Pero el simposio fraternal –comida, cena- presupone “corazón bueno”, por eso siempre bendecimos levantando los vasos. Es el “corazón puro” de nuestra Fe, (“en corazón puro te glorificamos Señor”, cantamos en la Pascua).
- g) El Heleno cuando es auténtico y puro, respeta y reconoce la otredad. Acepta al otro y lo otro. La célebre frase tan dicha por algunos “todo el que no es Heleno es bárbaro”, no tiene una connotación racista. Significa la diferencia de civilizaciones. Sabéis que desde los tiempos de Tucídides también a los helenos de las regiones occidentales los llamaban “bárbaros”, porque estaban en niveles de cultura más bajos y hablaban de manera difícil de comprender. Por eso Sócrates en “Fedra” observa que, para ocuparnos de importantes problemas existenciales, debemos examinar qué dicen los sabios Helenos y también “los sabios de los barbaros”. Ellos también tienen sabios.
La catáfasis (afirmación positiva) de la otredad se ve de la antigüedad de nuestras colonias. Nunca tomaban forma de guetos, sino que iluminaban a todos los pueblos vecinos y los instruían en nuestra cultura. Las colonias de Europa occidental que condujeron a los países en repúblicas bananeras desde el siglo X y después, son desconocidas en el oriente heleno-ortodoxo.
¿Cuál y qué es la Ortodoxia?
2) Todo esto creo que es suficiente para definir indicativamente la Helenicidad o identidad helénica. ¿Pero qué y cuál es la Ortodoxia? Es la otra Identidad nuestra multidimensional. Diciendo Ortodoxia damos a entender el Cristianismo en su expresión auténtica, en las personas y la experiencia de nuestros Santos. Una dimensión teantrópina (divino-humana) como la Ortodoxia es difícil de explicar, es decir, no se encierra en una definición. Sólo convencionalmente me atrevería a decir que la Ortodoxia es la conciencia de la presencia del Dios Increado en la Historia y la capacidad del hombre creado para convertirse y hacerse dios “por la jaris, gracia, energía increada”. “El Dios se ha manifestado en carne y hueso” (1Tim 3,16), históricamente se hizo Θεάνθρωπος (zeánzropos), Dios y hombre, para deificar al hombre y divinizar, santificar el mundo. Esta es nuestra Fe.
Ό Θεός Λόγος (zeós logos) el Dios Logos, Jesús Cristo estaba en el mundo antes de Su encarnación, desde el principio de la creación. El Cristo como segunda persona de la Santa Trinidad crea el mundo. El Dios-Padre no se manifiesta nunca al mundo. El Yahvé Jehová del Antiguo Testamento es el Cristo “no encarnado”, que opera sin Su naturaleza humana en el A. Testamento y “encarnado” en el Nuevo Testamento. La Ortodoxia es el Cristo, Su logos increado, Su energía increada y Su vida increada. Sin Cristo no hay teognosía o conocimiento de Dios. Por eso la Ortodoxia no se identifica con ninguna religión, es decir, con una intención de acercar posiciones entre la distancia con Dios. Antes que nosotros amemos a Dios, Él nos ama; “Él nos amó primero” (Jn 4,10). Qué vamos a ofrecer nosotros a Dios, ¡puesto qué él es “el que ofrece, el ofrecido y el transmitido”! (Divina Liturgia).
La Epístola a los Hebreos, el primer libro litúrgico de la Iglesia, manifiesta que con nuestra Fe los sacrificios helénicos y judaicos fueron superados y abolidos. El Dios crea y mantiene el mundo y lo sana y salva por agapi (amor, energía increada). “16 Porque tanto amó Dios al mundo, que le dio su unigénito Hijo, para que todo aquel que en él cree no perezca, sino que tenga vida eterna.
- Porque de tal manera Dios amó a los hombres del mundo hundido al pecado, hasta el punto de entregar, por muerte en la cruz, a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree tenga vida eterna y no sea autocondenado a la perdición eterna” (Jn 3,16).
A Dios-Padre le conocemos “en Cristo”, en la persona de Jesús Cristo. No hay otra posibilidad de teognosía que la gnosis empírica de Dios en Cristo. Para acordarnos de Heráclito, de la participación al Θεάνθρωπο (zeánzropo) Χριστός (jristós) Dios y hombre Cristo. Con la Divina Comunión o Eucaristía participamos a Cristo, de Su Cuerpo y Sangre. Así participamos de la energía increada común de la Santa Trinidad y si hay pureza e ilustración en el corazón llegamos a la iluminación y la Zéosis (glorificación o deificación). Por eso sólo en Cristo hay sanación y salvación: “porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos estar sanos y salvos” (Hec 4,12). No existe ningún otro que pueda sanarnos y salvarnos sino sólo Jesús Cristo. El Cristo es la única posibilidad de salvación, es decir, de Zéosis (o glorificación, deificación). Por eso el Cristianismo no es una religión simple (creada por los hombres), sino apocalíptica, revelación de Dios. Sin Cristo no hay Cristianismo, no hay sanación ni salvación. Si perdemos o suspendemos a Cristo y nos quedamos con una forma de religión abstracta, entonces practicamos a una religión pero no somos cristianos Ortodoxos. Ortodoxia significa capacidad y posibilidad de Zéosis (deificación)-salvación. En este punto encontramos el criterio para todos los diálogos inter-religiosos de nuestra época.
Para no cansaros más con teorías, cuando uno quiere vivir de cerca la Ortodoxia, que visite en los eptánisos (siete islas del mar jónico), a nuestros Santos Esperidón, Gerásimo y Dionisio que están sus reliquias enteras e incorruptibles que hacen milagros y allí entenderá Qué es la Ortodoxia. El Cristo se ha encarnado para con Su Jaris (gracia energía increada) convertirnos y hacernos “dioses por la jaris (gracia, energía increada)”; es decir, lo que Él es por Su naturaleza. Y esto uno lo adquiere en la Iglesia dentro, en el Cuerpo de Cristo y de la comunión en Cristo. Cuando el hombre entero vive en la Iglesia. Por eso psalmodiamos: “A nosotros mismos y nuestros prójimos y toda nuestra vida entreguémonos a Dios”. Entreguemos toda nuestra vida a nuestro Cristo Dios.
3) Y a continuación surge la relación especial Helenismo y Ortodoxia, y también la superación del Helenismo dentro de la Ortodoxia. La mayor institución de la helenicidad o identidad helénica, tanto en Atenas como en Esparta, era la Iglesia, es decir, la congregación Municipal o Ayuntamiento y el Laós-Pueblo. La asamblea del Laós (pueblo) era el poder supremo, no los gobernantes, ni sus axiomas. Los gobernantes y funcionarios eran siervos-diáconos de todo el cuerpo del laós-pueblo. Por eso políticamente hablamos de ministros, es decir, siervos, y eclesiásticamente hablamos de diáconos, también siervos. Si quieren saber, la palabra hebrea cajal (Yahvé) proviene del griego y significa sinagoga, congregación.
Y de la Iglesia del Municipio (o Ayuntamiento) pasamos a la Iglesia de Cristo. El término fue absolutamente aceptado, porque la Iglesia de Cristo nació y se organizó en el ambiente helenístico. En el mismo espíritu se mueven las dos dimensiones. De la Iglesia de Municipio o Ayuntamiento, que la razón principal era el quórum legal en la toma de decisiones, hemos pasado de forma natural y pausadamente a la Iglesia (congregación) del Cuerpo de Cristo, y que tiene validez sólo con la presencia espiritual de Cristo, es decir, espiritualmente y no jurídicamente. Donde y Cuando está el Cristo, allí también está la Iglesia (Mt 18, 20). La Divina Efjaristía es la culminación de la presencia de Cristo en Su Iglesia, por eso la Divina Liturgia es el centro absoluto de la vida de la Iglesia.
4. El encuentro Helenismo-Cristianismo empieza en Palestina el I siglo después de Cristo. Palestina se había helenizado plenamente, principalmente la parte norte, la Galilea de las Etnias era claramente helénica con muchas ciudades helénicas. El año 33 dC, después del Penetecostés, es sensible la presencia del elemento helénico en la vida de la Iglesia. Los nombres de los “Siete” que después fueron llamados diáconos (Hechos 18), son helénicos (Stefanos, Timón, Parmenás, Nicolaos, etc.), porque eran helenistas judíos (o de matrimonios mixtos helenos con hebreas y viceversa). El Apóstol Pablo era el mayor helenista del I siglo. Además, el Cristo como también Sus discípulos hablaba también helénico. Y esto se ve en el capítulo XII del Evangelio de San Juan, en el encuentro de Cristo con los Helenos, que quisieron verle. Entonces el Cristo dijo aquel famoso y asombroso: “¡Ha llegado la hora que el Hijo del Hombre sea glorificado y deificado!” (Jn 12,23). Es decir, llegó el momento para que sea apocaliptado (revelado) el Θεάνθρωπος (zeánzropos) Dios y hombre, (hijo del hombre, es decir, el Mesías que es calificado por el profeta Daniel como hombre).
Porque esta manifestación-apocálipsis (revelación) de la Deidad de Cristo, no es la Resurrección (un acontecimiento natural para el Dios y hombre), sino la Cruz, el padecimiento o pasión y muerte. ¿Pero cómo muere cuando es Dios? ¿Cómo se mortifica la autovida y la fuente de la vida? “¿Cómo muere la vida y habita en la tumba?”. Estos «cómo» contienen el Misterio del Θεάνθρωπος (seánzropos) Dios y hombre.
Los “Siete” de los Hechos encarnan también otra coincidencia entre Helenismo-Cristianismo. El concepto de la diaconía, sobre “liturgias” funciones en la vida pública hablaban también los antiguos Atenienses, como forma superior de ministerio y diaconía hacia el conjunto social. En la lengua eclesiástica cada obra que se refiere al conjunto del pueblo se llama diaconía. Primer diácono de nuestra Fe es nuestro Señor Jesús Cristo. Pero también en nuestra vida política aquel que diaconiza o sirve al laós-pueblo se llama υπουργός (ipurgós) ministro (υπό-έργον ipo-ergon bajo de o sub-obra), es decir, sirviente del pueblo. Nosotros los Helenos Ortodoxos no tenemos soberanos o notables y señores feudales. Una vez decía a una persona notable de nuestra política que me dio el honor de llamarme para una conversación pública: por ejemplo, el Domingo antes de la Divina Liturgia, el Presidente de la Nación y el Obispo deben embellecer la Santa Metrópolis y limpiarla para que sea liturgizado el Clero y el Laós-pueblo. En su suma expresión este logos muestra la esencia de la cosa.
Pero hablando en el lenguaje de Makrigianis (héroe heleno), nosotros muchas veces escogemos diáconos-sirvientes para que se conviertan en nuestros príncipes y tiranos. Pero es característico que en la celebración de bendición o santificación de la toma de posición de las funciones de los alcaldes o ministros, en la oración decimos para ellos: “Han venido para servir y no servirse…” Esta es la Heleno-Ortodoxia. Todo lo demás que vivimos y se hace son cosas de los papistas y los francos…
Pero literalmente, después del año 70, en la Iglesia de Cristo domina el elemento helénico; después de la destrucción de Jerusalén por el imperador Tito de Roma y la propagación de la población de Jerusalén. El Helenismo prevalece y domina ininterrumpidamente con la lengua, la educación y su celo. La unión Divino-humana de la Iglesia se reconoce como un cuerpo histórico. El elemento divino es el Cristo, la Ortodoxia encarnada y personal. El elemento humano es la identidad helénica liberada de los elementos míseros y temporales. Todos los elementos diacrónicos del Helenismo, como hemos visto, están incorporados en la Iglesia a través de sus santos Padres. El Helenismo fue conducido al “nuevo” hombre y la “nueva creación”, la en Cristo κοινωνία (kinonía) comunión, conexión, unión y sociedad. Ningún individualismo, ninguna oligarquía y ningún absolutismo de cualquier tipo, puede llamarse heleno-ortodoxia nunca. De la democracia de los helenos nos hemos conducido a la igualdad y mismo valor de todos al cuerpo de Cristo.
Las congregaciones del laós-pueblo de la Iglesia (fiestas, ferias) dan testimonio de esta verdad, y principalmente la auténtica ortodoxia de nuestro monaquismo cenobio (vida común), que salvaguarda “la en Cristo democracia”, que en la praxis se convierte en Cristocracia. Porque a donde reina el Cristo, allí co-reinan también los renacidos en Cristo hombres, constituyéndose dentro en este mundo ciudadanos de Su realeza increada celeste.
5) La unidad de los fieles del Cuerpo de Cristo tiene una cosa paradójica. Es internacional e interracial, pero sin destruir y suspender la agapi (amor) hacia la patria. Las Potencias de este mundo que nos conducen continuamente desde el nacionalismo al no nacionalismo y viceversa. El acoplamiento de la nacionalidad y la internacionalidad es el misterio de la Ortodoxia. Cuando liturgizamos o celebramos alrededor del Santo Altar ortodoxos de distintas nacionalidades, vivimos nuestra unión internacional en Cristo. Cada uno de nosotros salva su nacionalidad o patria, pero todos vivimos la en Cristo patria celeste.
El Ortodoxo jerarquiza la nacionalidad a la internacionalidad y la patria terrenal a la celeste, la patria eterna.
El gran Sócrates en su diálogo con Kritón dice: “Lo más honorífico, lo más sagrado y gustado para los dioses es la patria, para los hombres sensatos, incluso más que el padre, la madre y los antecesores”. San Gregorio el Teólogo, nuestro Padre más helenista y el nuevo Sócrates de la sabiduría, dirá en el siglo IV en su epístola 37: “Es sagrado que uno honre a su madre. Cada uno tiene su propia madre. Pero la madre común de todos es la patria”. Por lo tanto, el amor a la patria está reconocido helénica y cristianamente. Además, para nosotros los Heleno-ortodoxos es un concepto religioso-teológico. Porque el Dios ha puesto las fronteras o límites de las naciones, dentro de los cuales podemos realizarnos todos los hombres, cada uno en su nación y su patria (Hec 17, 26).
San Cosme de Etolia, este nuevo Pablo del Helenismo, codifica toda la enseñanza en relación y resulta: “Mi patria es terrenal, falsa y vana, es decir, como provisional de la tierra de Arta, del pueblo Apócuton de Euritania… Mi patria eterna está en los cielos”. Esto no es un logos antinacionalista y apátrida, sino que se jerarquiza la patria terrenal y provisional, puesto que “esperanzamos la resurrección de los muertos y la vida del siglo venidero” en la patria celeste y eterna. Así que en la patria terrenal aprendemos a vivir una continua elevación y movimiento hacia lo alto: “Hacia lo alto mantengamos nuestros corazones, ¡hacia la patria eterna!”
6) Todo esto lo vivimos con la continuación de la παιδεία (pedía) educación helénica dentro en nuestra Iglesia. Παιδεία (pedía) educación para el Helenismo, antiguo y cristiano, es educación, instrucción, estructuración, configuración y formación del hombre completo en verdadero hombre, es decir, en hombre divinizado, el Santo. No es simplemente una educación y reproducción de conocimientos, sino la cultivación interior del hombre, para poder incorporarse en la κοινωνία (kinonía) comunión, conexión y unión en Cristo, viviendo fraternalmente con todos sus otros semejantes. Y esto se hace con la victoria de la sociabilidad sobre la individualidad. Ahora no vivimos al YO sino al NOSOTROS, acostumbraba decir Makriyanis. «Ηis problem», aprende a decir el Americano. Pero el Heleno Ortodoxo aprende a decir: “El problema del otro es también mi problema”. Este es el resultado de la educación verdadera heleno-ortodoxa, que no es sólo asunto del colegio, sino también de la familia y de la sociedad. Heleno-ortodoxo es aquel que no puede comer cuando su prójimo de al lado pasa hambre. Este es el verdadero heleno o griego ortodoxo.
La educación del Heleno-ortodoxo, tal y como dice san Basilio el magno en su obra clásica “Hacia los jóvenes”, conduce a la preparación de otra vida, la vida en Cristo. Todos los demás aspectos de nuestra vida (matrimonio, carrera, etc.) se someten y cooperan a este propósito. La eternidad empieza desde este mundo y esta conduce la educación de nuestros jóvenes, cuando está de acuerdo y conforme con nuestra tradición heleno-ortodoxa. Nuestros santos son orgullosos por su origen heleno y la educación helénica. San Basilio el magno se jactaba ante los “arqueólatras, adoradores de la antigüedad” de que su madre Emelia descendía de Heráclides, de los Dorios. ¿Quién de nosotros puede presumir de algo así? Nuestros grandes Padres son sucesores de los antiguos grandes filósofos helenos. San Gregorio el Teólogo, san Gregorio de Nisis, los más helenistas de nuestros Padres también en la educación. San Focio el Magno, el gran Patriarca. San Eustacio de Tesalónica el gran Confesor. San Gregorio Palamás el Megadidáskalos, y tantos más. Puede que algunos por razones de suma ascética que desprecien la educación helénica, pero son reprendidos y controlados por los demás Padres. San Gregorio el Teólogo (IV siglo) controlando estas tendencias extremistas, observa: No despreciaremos la educación, porque así lo creen algunos: Los Ortodoxos fanáticos que dejen de ser Ortodoxos cuando son extremistas y fanáticos.
Así fue reconocida la educación helénica –las letras helénicas- en nuestra tradición santa y patrística. Cuando el imperador Juliano (361-363) prohibió a los cristianos que estudiaran en colegios helénicos, los jerarcas como san Gregorio el Teólogo, Nonos de Panopolis… empezaron a escribir poemas en el antiguo heleno para que estudiaran los hijos de los Helenos cristianos. Así daban la oportunidad de aprender la lengua de sus antepasados. El mismo san Gregorio el Teólogo cuando fue llamado por un tal Staguerita, quien era arqueólatra (adorador antiguo culto pagano), que presumía de su educación clásica, le respondió: “Si tú tienes la educación de Ática nosotros también la tenemos; nosotros también tenemos la educación helénica”.
La educación helénica libremente se convierte en kerigma en nuestros templos. Nuestro culto todo está escrito en esta lengua. Por eso no se debe cambiar el lenguaje de nuestro culto, (las traducciones sólo para nuestra ayuda). Los que insisten en el cambio de la lengua de nuestro culto actúan anti-nacionalmente, porque conducen a que sea perdida la lengua. La única posibilidad permanente y estable de que sea salvada nuestra lengua, la lengua diacrónica de nuestra Etnia. Nuestro culto es el arca permanente de nuestra lengua. Esto se ve especialmente hoy en día. Y esto se realizó en una decisión histórica que se tomó en el siglo 16º por nuestro Etnarca Patriarca Ecuménico. Entonces las propagandas occidentales religiosas utilizaban el lenguaje vulgar, y la cúpula de la Nación decidió: que la lengua del culto sea intocable, pero el kerigma se hiciera en el lenguaje del pueblo. Así se salvaguardó la lengua helénica en todas sus formas diacrónicas.
La Helenicidad o identidad helénica cocamina con la Ortodoxia y es salvada dentro en la Ortodoxia. Esto se confiesa por los Grandes hombres de nuestra Etnia. “Cuando tomamos las armas, dijimos primero por la fe y después por la patria”, decía el gran héroe Kolokotronis. “Patria y Fe”, decía Makriyanis. Y el filósofo Francés Lecarieur en una entrevista el año 1998 decía: “El Heleno siente la Ortodoxia como su casa”.
7) Pero nuestro mundo actual crea dos grandes peligros y amenazas para la continuación de la unidad del Helenismo y de la Ortodoxia. La primera amenaza viene del pasado. Es el nuevo paganismo o nueva idolatría. Tal como comprobamos, y esto lo digo como investigador especialista, la mayoría de los movimientos-grupos de este tipo se mueven por centros que están en el extranjero. Los grupos nuevo-paganos intentan de cualquier manera a volver y hacer como religión oficial en nuestro país a los doce dioses del Olimpo; pero regados del apocrifismo occidental y que no provienen de un movimiento nostálgico de los Nuevos-helenos a la religión antigua de nuestros antepasados, sino de intentos organizados de Suecia, Francia, Italia… para la descomposición y la disolución de la unidad de nuestra Etnia (nacionalidad).
En nuestra tierra se mueven paralelamente más o menos 450 organizaciones parareligiosas o mejor dicho, cultos catastróficos, como se llaman en Europa. Son sectas hinduistas y budistas, pero en realidad son grupos apócrifos que provienen de Estados Unidos de América que descontroladamente hacen y deshacen a su antojo en Europa y en Grecia. Así desgraciadamente nuestro país se ha convertido en un campo sin vallas. Se mueven totalmente sin control alguno, puesto que los servicios secretos hace unos años casi están disueltos y nadie controla estos grupos desastrosos, para que sean percibidas y conocidas sus actividades anti-helénicas.
Los movimientos neo-paganos quieren volvernos al año 146 antes de Cristo, como si no hubiésemos continuado nuestra presencia histórica. A pesar de esto el año 1821 demostramos que todos estos siglos hemos sido grandes con el imperio Heleno-Bizantino (Románia, con capital Konstantinopla, la Nueva Roma) y lo Metabizantino en los brazos de la Iglesia gobernada por el enthnarca Patriarca. (Etnharca se llama el Patriarca que solamente dirige la nación o etnia cuando está esclavizada o dominada por un enemigo exterior, puesto que no se pueden ejercer los poderes políticos). Lo más precioso que tenía el Helenismo ha sido salvado en la Iglesia. El vivificante logos helénico, incluso hasta hoy en día, se encuentra en la lengua de nuestro culto, en los himnos de la Iglesia donde se salvaguarda diacrónicamente el logos helénico desde Omero hasta hoy en día. Mientras exista la Ortodoxia, será salvaguardado nuestro tesoro, nuestra cultura y civilización. Fuera de la Ortodoxia estas dimensiones o magnitudes se pierden.
El segundo peligro conecta con el futuro. La Nueva era (New Age) que apareció militar y políticamente como Nueva Era, con la caída de llamado socialismo existencial y la Guerra del Golfo Pérsico, o la “Guerra de los Golfos y del gran truco, engaño”, como yo la califico. La Nueva Era impone la globalización. No se trata de una internacionalidad, sino de una globalización, es decir, para la imposición de un plan y forma de gobernar en el planeta, que no se mueve solamente en la economía, sino también en la cultura, porque todo esto va junto. Los Heleno-Ortodoxos nos hemos acostumbrado a vivir en combinaciones de sociedades multiculturales (distintas religiones, distintas lenguas y distintas culturas). Pero todo esto no es un flujo natural de la historia sin forzarla y del camino de la sociedad; en cambio ahora nos incorporamos a unos marcos que se construyen y se imponen por un centro internacional, “la metrópolis católica o universal”, que diría el memorable historiador Kostantino Moskof. No se trata de una Ecumenidad y una universalidad de Alejandro Magno o del Apóstol Pablo, sino de una invención y creación de los arquitectos (masones) históricos de la Nueva Era. El Cristo declaró: “Y será un rebaño y un pastor” (Jn 10,16), dando a entender la Iglesia como Cuerpo suyo. Pero la pregunta es: ¿Un rebaño, pero bajo quién Pastor?
La globalización cultural y la sociedad multicultural en esencia es como hacer un puré, pisoteando las naciones y las culturas, para la disolución de todos nosotros por el insaciable omnívoro embudo de la Superpotencia Mundial, que todos sabemos por quienes está dirigida. Esto se hace con el holismo y la holística de la Nueva Era. Holismo y holística* significan: anulación de toda particularidad (nacional, religiosa…) y aplastamiento de todo, para el desarrollo y dirección de todos en unos principios y autoridades claramente de la Nueva Era, que crean hombres y una conciencia planetaria, que voluntariamente serán sometidos en la dominación despreciativa y degradada del Gran Hermano. La propagación de programas televisivos Big Brother (gran hermano) y ΒAR en muchos países a este objetivo sirve. Como tampoco se puede considerar como inocente el movimiento de imposición legal de la lengua Inglesa como nuestra lengua oficial. Para que al final quede solamente nuestro consentimiento. Una cosa es que uno conozca muchos idiomas y otra cosa es que uno subestime una lengua que es la raíz de la cultura europea y el cimiento de la cultura y la civilización universal. *Holismo y holística: Doctrina que propugna la concepción de cada realidad como un todo distinto de la suma de las partes que lo componen.
Cuando estuve en América esto decía a científicos helenos y al pueblo: Por qué tenemos que subestimar y sacrificar nuestra cultura y civilización que miles de años ilumina al mundo y es aceptada como salvación por los no Helenos. Con nuestra cultura y civilización –antigua y heleno-ortodoxa- nos convertimos en benefactores de la humanidad. Y esto es nuestro rol histórico. Porque es la cultura y la civilización que sana y salva los valores de la persona, la personalidad y la sociedad, con la incorporación armoniosa del hombre a la sociedad. Es el problema de “Parmenides” de Platón: la relación de uno con los muchos, que encontró su solución histórica al Cuerpo de Cristo, la Iglesia.
El profesor de Harvard y consejero del presidente de los Estados Unidos A. Erzioni escribió hace unos años que, para superar los distintos sistemas sociopolíticos arruinados, necesitamos la forma social de existencia, el municipio. Y me pregunto: ¡nuestros presidentes y ministros cuando visitan al presidente americano, han pensado alguna vez decirle que lo que buscan sus consejeros es la experiencia helénica de miles de años! O no se ocupan de cosas de este tipo, sino que se sienten parientes pobres ante el planetarca de cada tiempo. Decía san Basilio el magno, el organizador de la vida monástica cenovia (vida común), que lo “común” de los Helenos continúa en la Ortodoxia; nuestras comunidades, que se están basando al monaquismo ortodoxo, son el eterno modelo heleno-ortodoxo social; al que se apoyó nuestro imperio Bizantino y al cual debemos seguir su continuación histórica.
La Nueva Era es calificada por sus pensadores como la época o era del Acuario. Esto significa que el Acuario, es decir, el Diablo expulsa al Ιχθύs (ijzís) que es el Cristo. Vemos, pues, qué profundidad toma la cosa. La era cristiana debe entregar las armas al Acuario, al Anticristo que reclama el liderazgo y poder de todo el mundo.
8) Me preguntaréis: ¿Cuál es nuestra defensa y armadura? Os contestaré no como sacerdote sino como un investigador historiador de cuarenta años. El arca estable de nuestra cultura y civilización con todos sus componentes es nuestro cuerpo eclesiástico. Esto lo comprobamos en el espacio del Helenismo ecuménico (EUA, Australia, etc.), donde los ritmos de alteración son más rápidos. Allí el Helenismo se salva literalmente dentro en la Iglesia. Allí se salvaguarda nuestra conciencia nacional y nuestra lengua. Por eso combaten y guerrean tanto contra la Iglesia Ortodoxa. Aquí se intenta fomentar la anulación de la asignatura de nuestra religión ortodoxa y ya han conseguido quitar la ortodoxia del carnet de identidad. Esto se intenta hacer para que se desconecte totalmente el Helenismo de la Ortodoxia en todos los estamentos de nuestra vida nacional. Esta es la razón por la que lucharemos y resistiremos hasta la muerte. La “Escuela Secreta” fue un cuidado informal de la Iglesia en enseñar la lengua y nuestra historia a los hijos de los helenos esclavizados por los turcos durante el imperio otomano. Así nos hemos salvado con toda nuestra existencia histórica. Durante nuestra renombrada esclavitud si no tuviéramos el arca de Iglesia acabaríamos todos esclavos de los turcos o de los francos.
La Iglesia ha salvado nuestra forma de existencia, nuestra cultura y civilización y nuestra moral y ética. La Divina Liturgia es la fuente de nuestra cultura y civilización; “mantengamos bien firmes nuestros corazones hacia lo alto” y “amémonos los unos a los otros”. Esta “cruz” es nuestra civilización y cultura. Sin el “corazón limpio e ilustrado” no podemos acercarnos a Dios. Estas cosas vivimos en nuestra Divina Liturgia, esta conducta moral y ética, este tipo de carácter produce nuestra Iglesia en nuestras vidas. Dentro en esta arca salvaguardemos a nuestra identidad Heleno-Ortodoxa. Por eso la cuestión del carnet de identidad eliminando la religión ortodoxa no sólo es que se elimine la ortodoxia, sino pronto eliminarán también la nacionalidad, pero el PORQUE se elimina esto ahora lo sabemos.
Protopresbítero Gheorghios Metalinós, catedrático de la Universidad de Atenas.
¡El helenismo se cristianizó y no se helenizó el cristianismo como quieren decirnos algunos occidentales!
Traducción de xX.jJ