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Jul 17 2021

HECHOS DE LOS APÓSTOLES

EL NUEVO TESTAMENTO ORTODOXO

Traducido por Χρῆστος Χρυσούλας (Jristos Jrisulas) www.logosortodoxo.com, heleno-griego nativo, me he instruido en la lengua del Nuevo Testamento y la Santa Parádosi-Tradición (katharévousa), la que actualmente se habla en el pueblo fiel heleno-ortodoxo.

 

HECHOS DE LOS APÓSTOLES ΠΡΑΞΕΙΣ ΤΩΝ ΑΠΟΣΤΟΛΩΝ

 

Índice de Contenido

Hechos 1 – Πράξεις – praxis 1 Capítulo 1: Introducción, la promesa del Espíritu Santo, 1-5. La Ascensión, 6-14. La elección de Matías, 15-26. 

 

Introducción, la promesa del Espíritu Santo, 1:1-5.

1:1. Querido Teófilo: En mi primer libro, es decir, al Evangelio, traté de todo lo que Jesús hizo y enseñó desde el principio

  1. hasta el día en que ascendió al cielo después de haber dado mandamientos e instrucciones por medio del Espíritu Santo a los apóstoles que él mismo había elegido.
  2. Después de su pazos-pasión se presentó a ellos, dándoles muchas pruebas evidentes de que realmente estaba vivo: se apareció durante cuarenta días y les hablaba y les enseñaba verdades sobre realeza increada de Dios.
  3. Y mientras que estaba comiendo y relacionándose con ellos les mandó: «no salir y alejarse de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, que muchas veces de mí oísteis hablar, es decir, el envío del Espíritu Santo.
  4. porque Juan bautizó sólo con agua, sin poder transmitir el renacimiento y vida espiritual, pero vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo dentro de pocos días».

La Ascensión, 1:6-14.

  1. Los que estaban con él le preguntaron: “Señor, ¿vas a restablecer ya de nuevo el reinado de la realeza gloriosa de Israel?”.
  2. Les respondió: «No os toca a vosotros conocer los tiempos y las circunstancias que el Padre ha fijado con su propia autoridad y omnisciencia;
  3. pero recibiréis la dinamis potencia y energía increada del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros, entonces os convertiréis en mis testigos y seréis los que enseñaréis en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines de la tierra».
  4. Y habiendo dicho esto, mientras ellos le veían, se elevó hacia arriba y una nube luminosa lo llevó hasta que lo ocultó de sus ojos.
  5. Ellos se quedaron mirando fijamente al cielo mientras él se iba, cuando se les aparecieron dos hombres vestidos de blanco, que eran ángeles del cielo,
  6. que les dijeron: “Hombres Galileos, ¿qué hacéis ahí mirando al cielo? Este Jesús que ha sido arrebatado entre vosotros al cielo, volverá tal como lo habéis visto irse al cielo encima en una nube gloriosa”.
  7. Entonces regresaron a Jerusalén desde el monte de los Olivos, que está cerca de Jerusalén, es decir, un kilómetro, lo que se permitía a los israelitas andar en sábado.
  8. Y así que entraron y subieron a la estancia de arriba, donde se alojaban habitualmente los discípulos. Eran Pedro y Juan, Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago el de Alfeo, Simón el Zelotes y Judas el hijo de Santiago.
  9. Todos ellos hacían constantemente oración en común con otras mujeres piadosas que le habían seguido, con María, la madre de Jesús, y con sus supuestos hermanos.

La elección de Matías, 1:15-26. 

  1. Un día de aquellos, en que se habían reunido unas ciento veinte personas, Pedro se puso en pie en medio de los discípulos y dijo:
  2. «Hombres hermanos, precisamente tenía que cumplirse la profecía, lo que anunció el Espíritu Santo por boca de David acerca de Judas, el cual se hizo guía de los que prendieron a Jesús.
  3. Y la profecía dice: “Porque era uno de nosotros y tuvo parte en este servicio apostólico”.
  4. Con lo que le dieron por la traición se compró un terreno, en el que se tiró de cabeza desde lo alto, se reventó por medio su cuerpo y se desparramaron todas sus entrañas.
  5. Esto fue notorio a todos los habitantes de Jerusalén, de modo que el campo se llamó en su lengua “Hakeldamá”, es decir, “campo de sangre”, el que se ha comprado a precio de sangre, es decir, de la sangre de Cristo.
  6. Porque está escrito en el libro de los Salmos: Que su casa en el campo se convierta en un desierto y no haya quien habite en ella; y, que ocupe otro su cargo apostólico.
  7. Conviene, por tanto, que uno de los que nos han acompañado todo el tiempo que Jesús, el Señor, estuvo con nosotros;
  8. a partir del bautismo de Juan hasta el día en que ascendió al cielo, y el que debe tomar el cargo apostólico sea constituido testigo y predicador de la resurrección del Señor junto con nosotros».
  9. Y presentaron a dos: a José, llamado Barsabá, por sobrenombre Justo, y a Matías.
  10. Y oraron así: “Tú, Señor, que conoces el corazón de todos los hombres, muéstranos a cuál de estos dos has elegido
  11. para ocupar en este cargo apostólico el puesto que abandonó Judas para irse a su lugar de condena”.
  12. Lo echaron a suertes, y cayó la suerte sobre Matías, que fue agregado a los once apóstoles.

 

Capítulo 2: La venida e infusión del Espíritu Santo, 1-13. El kerigma de Pedro, 14-36. Conversión de tres mil, 37-43. La vida de los primeros Cristianos, 44-47.

 

La venida e infusión del Espíritu Santo, 2:1-13.

2:1. Al llegar el día de pentecostés, estaban todos juntos una piña o unidos en una psique-alma en el mismo lugar.

  1. Y de repente un ruido del cielo, como de viento impetuoso, llenó toda la casa donde estaban sentados los discípulos.
  2. Y se les aparecieron como lenguas de fuego, que se repartían y se posaban sobre cada uno de ellos.
  3. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar y predicar en lenguas extranjeras verdades altísimas, según les iluminaba el Espíritu Santo y les otorgaba la fuerza para expresarse.
  4. Había durante aquel día en Jerusalén judíos piadosos de todas las naciones que hay bajo el cielo.
  5. Al oír el ruido viniendo del cielo, la multitud se reunió allí y se quedó estupefacta, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua y dialecto.
  6. Fuera de sí todos y admirados por aquella maravilla, decían: “¿No son galileos todos los que hablan?
  7. Pues, ¿cómo nosotros los oímos cada uno en nuestra lengua materna?
  8. Partos, medos y elamitas, habitantes de Mesopotamia, Judea y Capadocia, de Ponto y de Asia,
  9. Frigia y Panfilia, Egipto y las regiones de Libia y de Cirene, forasteros romanos,
  10. judíos y prosélitos, de la isla de Creta y Árabes, los oímos hablar y predicar en nuestras lenguas las grandezas de Dios”.
  11. Todos fuera de sí y desconcertados, se decían unos a otros: “¿Qué significa este acontecimiento extraordinario?”.
  12. Pero otros, burlándose, decían: “han bebido vino fuerte, están borrachos y no saben lo qué dicen”.

El kerigma de Pedro, 2:14-36.

  1. Entonces Pedro, en pie con los once, tal y como le iluminaba el Espíritu Santo, les dirigió en voz alta estos logos: «Hombres Judíos y todos los que habitáis en Jerusalén, percataos bien de esto y prestad atención a mis logos.
  2. No es correcto lo que habéis dicho; porque estos hombres no están borrachos, como vosotros suponéis, porque son las nueve de la mañana; que según las enseñanzas de los rabinos aún no beben vino los hombres.
  3. lo que pasa es que se está cumpliendo lo que dijo el profeta Joel:
  4. En los ésjatos-últimos días, que seguirán después de la venida del Mesías, dice Dios: derramaré de mi espíritu sobre todos los hombres, vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros jóvenes tendrán visiones, y vuestros ancianos recibirán sueños divinos y apocalípticos, es decir, donaré de los regalos y carismas de mi Espíritu.
  5. y hasta en los esclavos y esclavas derramaré los carismas de mi espíritu aquellos días y profetizarán.
  6. Y haré aparecer señales espantosas en el cielo y en la tierra: sangre, fuego y columnas de humo, dando testimonio de mi potencia y energía increada.
  7. El sol se cambiará en tinieblas y la luna en sangre antes que llegue el día grande y glorioso del Señor.
  8. Pero entonces el que invoque con fe el nombre del Señor se salvará.
  9. Israelitas, escuchadme con atención a estos logos: Dios acreditó ante vosotros a Jesús el Nazareno con los milagros, prodigios y señales sobrenaturales que hizo por medio de él cuando estaba con vosotros, como bien conocéis,
  10. conforme al plan proyectado y previsto por Dios, os lo entregaron por el traidor, y vosotros lo matasteis crucificándolo por manos de los soldados romanos, los cuales como son paganos, no conocen la ley de Dios;
  11. pero Dios lo ha resucitado, rompiendo las terribles tribulaciones y ligaduras de la muerte, porque era imposible que la muerte dominara sobre él.
  12. Porque David dice de él: «Yo el Mesías veía siempre al Señor en mi presencia, lo tengo a mi derecha, preparado para protegerme para que nunca me tambalee por el terrible martirio y la dura muerte.
  13. Por eso se regocijó mi corazón, mi lengua manifestó mi gozo, y todo mi ser reposa bien seguro en la esperanza de que en brevísimo resucitará,
  14. porque tú, Padre celestial no me abandonarás al hades, ni dejarás que tu fiel amigo, el santo Mesías, vea en la tumba la corrupción de su cuerpo.
  15. Me has enseñado caminos espirituales de la vida que conducen a la vida espiritual, y me llenarás de gozo, cuando me hagas digno también como hombre disfrutar de tu doxa-gloria (luz increada) en presencia de tu persona».
  16. Hombres hermanos, hablemos con franqueza. El patriarca David murió y fue sepultado, y su sepulcro subsiste entre nosotros hasta el día de hoy, por tanto la profecía anterior no se refiere a él.
  17. Por tanto, siendo profeta y sabiendo que Dios le había jurado solemnemente que “un fruto de sus entrañas o un descendiente suyo se sentaría sobre su trono; es decir, por la Virgen María según lo humano, iba a resucitar a Cristo, y sentarse al trono como rey eterno;
  18. previó y anunció la resurrección del mesías cuando dijo que no sería abandonado en el abismo del hades ni su cuerpo vería la corrupción y descomposición por la muerte.
  19. Dios ha resucitado a éste, que es Jesús y de este gran acontecimiento todos nosotros somos testigos.
  20. Elevado, pues, por la diestra de Dios, y habiendo recibido de el Padre el Espíritu Santo, que había prometido también a nosotros, lo ha enviado y derramado su energía increada y sus ricas donaciones a nosotros. Esto es lo que estáis viendo y oyendo vosotros hoy.
  21. Porque David no subió al cielo, sino que él profetizó sobre la Ascensión del Mesías, y dice:
  22.  «Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derechahasta que ponga estrado de tus pies a tus enemigos vencidos».
  23. Tenga, pues, todo Israel la certeza de que Dios ha constituido Señor y Cristo/Mesías a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado».

Conversión de tres mil, 2:37-43.

  1. Al oírle, se conmovieron profundamente y dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: “¿Qué debemos hacer, hombres hermanos?”.
  2. Y Pedro les dijo: “Volved a la metania, arrepentíos y convertíos, y que cada uno de vosotros se bautice en el nombre de Jesús Cristo para el perdón de vuestros pecados; entonces recibiréis vosotros también el don y la donación del Espíritu Santo.
  3. Porque la promesa, la que se había dado a Joel, sobre las donaciones del Espíritu Santo, es para vosotros y para vuestros hijos, y también para todos los extranjeros que llame el Señor y Dios nuestro en la nueva fe”.
  4. Y con otros muchos más logos, los atestiguaba la verdad sobre Cristo y los exhortaba a arrepentirse y a creer, diciendo: “Salvaos de esta generación perversa, que camina hacia el castigo terrible y la perdición”.
  5. Y los que acogieron con alegría sus logos se bautizaron; y aquel día se agregaron unas tres mil almas-psiques más o menos.
  6. Eran constantes en escuchar la enseñanza de los Apóstoles, en la comunión y unión fraterna, en las oraciones y en comulgar el misterio de la Divina Efjaristía y oraban.
  7. Todos estaban impresionados ante los prodigios y señales sobrenaturales que se hacían a través de los Apóstoles.

La vida de los primeros Cristianos, 2:44-47.

  1. Todos los creyentes vivían unidos en continua comunión y lo tenían todo en común;
  2. vendían las posesiones y haciendas, y las distribuían entre todos y a los hermanos pobres, según la necesidad de cada uno.
  3. Todos los días acudían con celo juntos al templo, partían el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón,
  4. alabando a Dios y gozando del favor y respeto de todo el pueblo. El Señor añadía a la Iglesia cada día también a otros fieles que entraban por el camino de la salvación.

 

Capítulo 3: Curación de un cojo, 1-11. Nuevo kerigma de Pedro, 12-18. Llamada a la metania, 19-26. 

 

Curación de un cojo, 3:1-11.

  1. Pedro y Juan iban un día al templo a la hora novena de la oración, es decir, a las tres de la tarde.
  2. Y había un hombre cojo que todos los días llevaban y lo ponían a la puerta del templo llamada Bella para pedir misericordia y limosna a los que entraban al templo.
  3. Al ver a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les pidió que tengan misericordia y le dieran limosna.
  4. Pedro y Juan clavaron sus ojos en él; y Pedro le dijo: “Míranos”.
  5. Él los miraba con atención, esperando que le dieran algo.
  6. Pedro dijo, no tengo plata ni monedas de oro; pero lo que tengo, eso te doy: “En nombre de Jesús Cristo, el Nazareno, ponte en pie y anda”.
  7. Y agarrándolo de la mano derecha, lo levantó y al instante sus pies y sus tobillos se fortalecieron;
  8. y de un salto se puso en pie y echó a andar sin ninguna dificultad; y entró con ellos en el templo andando, saltando y alabando a Dios por su terapia.
  9. Todo el pueblo lo vio andar totalmente sano y alabando a Dios.
  10. Y reconocían que era el que solía sentarse junto a la puerta Bella a pedir limosna; y se quedaron admirados, desconcertados y sorprendidos por este acontecimiento grandioso.
  11. El cojo sanado no se apartaba de Pedro y de Juan; y todo el pueblo, asombrado, fue corriendo a juntarse con ellos en el pórtico de Salomón.

Nuevo kerigma de Pedro, 3:12-18.

  1. Pedro, al ver esto, tomó la palabra y dijo al pueblo: «Hombres Israelitas, ¿por qué os asombráis de este acontecimiento y por qué nos miráis como si por nuestra dinamis potencia y energía o por nuestra piedad hubiéramos hecho andar a éste?
  2. El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, glorificó a su Hijo Jesús, el cual por su encarnación y humanización se hizo obediente en todo al Padre para la sotiría redención, sanación y salvación de los hombres. Y al que vosotros entregasteis a muerte por la cruz y rechazasteis ante Pilatos cuando él decidió ponerlo en libertad;
  3. pero vosotros al contrario, ante Pilatos rechazasteis al santo y justo, al Jesús, y pedisteis la libertad de un asesino;
  4. Y al que es el jefe y donador de la vida lo matasteis, a quien Dios resucitó de entre los muertos y de este acontecimiento nosotros, Sus Apóstoles, somos testigos presenciales.
  5. Y esta fe nuestra en el nombre de Jesús Cristo fortaleció los pies y lo veis sano totalmente al que conocíais bien que antes estaba cojo. Y la fe, la que proviene de él y se refiere a él, es la que ha dado al cojo anterior plena y total terapia ante los ojos de todos.
  6. Y ahora hermanos, prestad atención a lo que os voy a decir: sé que obrasteis por ignorancia, igual que vuestros soberanos.
  7. Pero Dios por el sacrificio cruciforme de su Hijo, realizó y cumplió así lo que anunció de antemano por boca de todos los profetas: que su Cristo/Μesías tenía que padecer.

Llamada a la metania, 3:19-26. 

  1. Por tanto, volved en la metania, arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros pecados;
  2. A fin de que lleguen los tiempos de consuelo y refrigerio de parte del Señor y os envié a Jesús Cristo, el Mesías, el cual antes de los siglos había predestinado también como Mesías vuestro,
  3. al que, según las profecías, el cielo debe retener allí entre el mundo espiritual hasta los tiempos de la restauración y renovación universal, de los cuales tiempos habló Dios por boca de sus santos profetas a través de los siglos.
  4. En efecto, Moisés dijo a vuestros santos padres antepasados: El Señor Dios vuestro os suscitará de entre vuestros hermanos un profeta como yo: escuchadlo y obedecedlo en todo lo que os enseñe y os diga.
  5. Pero toda psique-alma que no escuche ni obedece a este profeta será exterminado del pueblo.
  6. Y todos los profetas que hablaron, a partir de Samuel, anunciaron estos días que ahora vivimos.
  7. Vosotros sois los hijos de los profetas y herederos de la alianza o testamento que hizo Dios con vuestros padres cuando dijo a Abrahán: Por el Mesías que como cuerpo humano y sangre será descendiente tuyo serán bendecidas todas las razas de la tierra.
  8. Por vosotros, en primer lugar, Dios, después de haber resucitado a su Hijo Jesús, lo envió a bendeciros, para que cuando volváis en metania, os arrepintáis por vuestros pecados y os convirtáis y cada uno se aleje de sus maldades y astucias malignas».

 

Capítulo 4: Pedro y Juan ante el concilio, 1-23. La oración de la Iglesia, 24-31. Unidad y filantropía de los fieles, 32-37.

 

Pedro y Juan ante el concilio, 4:1-23.

4:1. Mientras hablaban al pueblo, se les presentaron los sacerdotes, el oficial jefe de la vigilancia del templo y los saduceos,

  1. molestos de que enseñasen al pueblo y anunciasen que la resurrección de entre los muertos se había realizado ya en la persona de Jesús;
  2. los detuvieron y los metieron en la cárcel para juzgarlos el día siguiente, pues era ya tarde y no se podía juzgar durante la noche.
  3. Pero muchos de los que oyeron el discurso de Pedro creyeron; y el número de los hombres llegó a unos cinco mil, sin contar las mujeres y los niños.
  4. Al día siguiente se reunieron en Jerusalén los jefes del pueblo, los ancianos y los gramatísgramaticales, escribas, maestros de la ley.
  5. Estaban Anás, el sumo sacerdote; Caifás, Juan, Alejandro y todos los familiares de los sumos sacerdotes.
  6. Los pusieron en medio y les preguntaron: “¿Con qué dinamis potencia y energía o en nombre de quién habéis hecho esto?, es decir, la terapia del cojo”.
  7. Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: «Soberanos jefes del pueblo y ancianos de Israel,
  8. ya que somos hoy interrogados por el bien que hemos hecho a un hombre enfermo y se nos pregunta de qué modo ha sido salvado y curado de su enfermedad,
  9. sabed todos vosotros y todo el pueblo de Israel que por la invocación en el nombre de Jesús Cristo, el Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y Dios resucitó de entre los muertos, por Él se presenta éste curado delante de vosotros.
  10. Él es la piedra que vosotros, los constructores, los que protagonizáis para la edificación espiritual de Israel, habéis despreciado y desechado, y que ha venido y se ha convertido la piedra angular para la nueva edificación espiritual de Israel y de los pueblos idólatras.
  11. Y no hay salvación en ninguna otra persona y de ningún otro modo, porque no se nos ha dado por Dios a los hombres ningún otro nombre debajo del cielo para salvarnos todos, según ha determinado la voluntad de Dios».
  12. Viendo ellos, por una parte, la valentía de Pedro y Juan, y comprendiendo, por otra, que eran hombres analfabetos y sin cultura, estaban sorprendidos por la sabiduría y la fuerza de sus logos, y a la vez reconocían que ellos habían estado con Jesús;
  13. pero al ver con ellos en pie al hombre que había sido curado, no podían replicarles nada.
  14. Y mandándolos salir fuera de la sala del tribunal o del Sanedrín, se pusieron a deliberar entre ellos,
  15. preguntándose: “¿Qué haremos con estos hombres? Porque ciertamente han hecho un milagro notorio y manifiesto a todos los habitantes de Jerusalén, y no podemos negarlo.
  16. Pero para que no se divulgue más este milagro entre el pueblo, vamos a amenazarlos para que no vuelvan a hablar a nadie en este nombre, es decir, en Cristo”.
  17. Los llamaron, y les ordenaron que no volvieran a hablar ni a enseñar nada sobre la fe en nombre de la persona de Jesús.
  18. Pedro y Juan les replicaron: «¿Os parece justo ante Dios que os obedezcamos a vosotros antes que a él?
  19. Nosotros no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído».
  20. Pero ellos los despidieron amenazándoles de nuevo, sin encontrar nada para castigarlos a causa del pueblo, porque todos alababan a Dios por el acontecimiento admirable de la curación del cojo,
  21. pues el hombre milagrosamente curado era de más de cuarenta años.
  22. Puestos en libertad, fueron a reunirse con los fieles que estaban como una familia espiritual y les contaron lo que les habían dicho los sumos sacerdotes y los ancianos.

La oración de la Iglesia, 4:24-31.

  1. Después de escucharlos, todos juntos a una psique-alma, en voz alta, hicieron esta oración a Dios: “Señor Soberano, tú eres el Dios que has hecho el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en ellos;
  2. el que por boca de nuestro padre David, tu siervo, dijiste: ¿Por qué se amotinan las naciones y los pueblos hacen proyectos vanos y astutos malos?
  3. Se levantan los reyes de la tierra y los príncipes conspiran a una contra el Señor y contra su Cristo/Μesías, al que Dios ha ungido/crismado como rey, profeta y sacerdote.
  4. Porque en verdad en esta ciudad se aliaron Herodes y Poncio Pilato con los paganos ο los gentiles de las naciones y los pueblos de Israel contra tu santo hijo Jesús, al que has ungido y enviado como Salvador,
  5. para hacer lo que tu mano, tu sabiduría y tu voluntad habían determinado que se hiciera.
  6. Ahora, Señor, mira sus amenazas y concede a tus siervos fortaleza y valor para proclamar con franqueza y valentía tu logos y tu voluntad,
  7. extendiendo tu mano para curar y obrar señales, signos y prodigios sobrenaturales en el nombre de tu santo siervo Jesús”.
  8. Acabada su oración, tembló el lugar en que estaban reunidos, y quedaron todos llenos del Espíritu Santo, y anunciaban con absoluta libertad y franqueza el logos de Dios.

Unidad y filantropía de los fieles, 4:34:2-37.

  1. Todos los creyentes tenían un solo corazón y una sola psique-alma, de modo que constituían una sociedad y comunión espiritual, y nadie llamaba propia cosa alguna de cuantas poseían, sino que tenían en común todas las cosas para uso de todos.
  2. Los Apóstoles daban testimonio con deber sagrado y con toda firmeza de la resurrección de Jesús, el Señor, todos los fieles gozaban en abundancia de la χάρις jaris (gracia, energía increada divina).
  3. No había entre ellos indigentes, porque todos los que poseían haciendas o casas las vendían, y llevaban el precio de lo vendido y lo ponían a los pies de los Apóstoles,
  4. y se repartía a cada uno según sus necesidades.
  5. José, llamado por los apóstoles Bernabé -que significa hijo de la consolación-, levita, chipriota de nación,
  6. tenía un campo, lo vendió, trajo el dinero y lo puso a los pies de los apóstoles.

 

 Capítulo 5: La mentira y castigo de Ananías y Safira, 1-11. Milagros de los Apóstoles, 12-16. Encarcelamiento de Pedro y Juan y la liberación milagrosa, 17-28. Apología ante el Sanedrín y los azotes, 29-42.

 

La mentira y castigo de Ananías y Safira, 5:1-11.

5:1. Un tal Ananías, de acuerdo con Safira, su mujer, vendió una propiedad

  1. y se quedó con parte del precio, sabiéndolo su mujer, llevó el resto en desconocimiento de los Apóstoles y lo puso a los pies de ellos.
  2. Pedro le dijo: «Ananías, ¿por qué has dejado que entre dentro de ti Satanás para mentir y engañar al Espíritu Santo y quedarte con parte del precio del campo?
  3. ¿Es que antes de venderlo no era tuyo, y aun después de vendido no continuaba en tu poder? ¿Por qué resolviste hacer esto para engañar a la Iglesia? No has mentido a los hombres, sino al Espíritu Santo, a Dios».
  4. Ananías, al oír estas palabras, cayó muerto. Y cuantos lo supieron se llenaron de miedo.
  5. Unos jóvenes se levantaron, amortajaron el cuerpo de Ananías y lo llevaron a enterrar.
  6. Unas tres horas más tarde llegó su mujer sin saber lo ocurrido.
  7. Pedro le preguntó: “Dime si vendisteis el campo en tanto”. Y ella contestó: “Sí, en tanto”.
  8. Pedro replicó: “¿Por qué os pusisteis de acuerdo para tentar al Espíritu del Señor? Ahí tienes a la puerta los pies de los que acaban de enterrar a tu marido; ellos te llevarán a ti también”.
  9. Cayó fulminantemente ella también a los pies de él y expiró. Los jóvenes entraron, la encontraron muerta y la llevaron a enterrar junto a su marido.
  10. Toda la Iglesia y todos los que oyeron esto se quedaron sobrecogidos de terror por esos acontecimientos.

Milagros de los Apóstoles, 5:12-16. 

  1. Los Apóstoles hacían muchos milagros y prodigios sobrecogedores en el pueblo; y todos se reunían a una psique-alma, a un corazón y a una opinión en el pórtico de Salomón.
  2. Los demás que habían creído no se atrevían a unirse a ellos; pero el pueblo los tenía en gran estima y los alababa.
  3. Y el número de hombres y mujeres fieles que creían en el Señor aumentaba cada vez más;
  4. y hasta sacaban los enfermos a las plazas y los ponían en camillas y lechos para que, al pasar Pedro, al menos su sombra tocase alguno de ellos para sanarlo.
  5. De las aldeas próximas a Jerusalén acudía también mucha gente llevando enfermos y poseídos por espíritus inmundos, y todos eran curados.

Encarcelamiento de Pedro y Juan y la liberación milagrosa, 5:17-28.

  1. Entonces se levantaron en contra de los Apóstoles el sumo sacerdote y todos los suyos, de la secta de los saduceos, llenos de envidia y furor,
  2. detuvieron a los Apóstoles y los metieron en la cárcel pública.
  3. Pero un ángel del Señor abrió por la noche las puertas de la cárcel, los sacó y dijo:
  4. «Id al templo y anunciad con valentía al pueblo todo lo referente a esta nueva vida que os ha dado Jesús».
  5. Y los Apóstoles al escuchar estas cosas, obedecieron y entraron de madrugada en el templo y se pusieron a enseñar. Entretanto, el sumo sacerdote y sus partidarios convocaron al tribunal supremo y a todos los dirigentes de Israel, y mandaron a la cárcel a buscar a los Apóstoles.
  6. Los alguaciles fueron, pero no los encontraron en la cárcel; volvieron y lo comunicaron diciendo:
  7. “Hemos encontrado la cárcel bien cerrada y los guardias junto a las puertas; pero al abrir no hemos encontrado a nadie dentro”.
  8. Al oír esto, tanto el prefecto del templo como los sumos sacerdotes quedaron desconcertados, pensando cómo podría suceder esto y qué habría sido de ellos.
  9. Llegó uno diciendo: “Los hombres que metisteis en la cárcel están en el templo enseñando al pueblo”.
  10. Entonces el prefecto fue con los alguaciles y los trajo, pero sin emplear la violencia, porque temían que el pueblo los apedrease.
  11. Los trajeron y los presentaron al tribunal supremo. El sumo sacerdote les preguntó:
  12. “¿No os ordenamos severamente no enseñar en este nombre? Y, sin embargo, habéis llenado Jerusalén de vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de este hombre”; (sin embargo la responsabilidad la tomaron ellos ante Pilatos diciendo: la sangre de él que caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos).

Apología ante el Sanedrín y los azotes, 5:29-42.

  1. Pedro y los apóstoles respondieron: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres, quien también esta noche nos ha ordenado por su ángel a proclamar la verdad, y no obedecer a vosotros que nos dieron la orden de callar.
  2. El Dios de nuestros padres ha resucitado a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándolo de un madero.
  3. Dios con su omnipotente diestra lo ha elevado como jefe y Salvador para dar a Israel metania, arrepentimiento y perdón de los pecados.
  4. Nosotros somos testigos de sus logos y de estos acontecimientos, como lo es también el Espíritu Santo que Dios ha dado a los que lo obedecen, que da testimonio de nuestros logos por sus milagros y carismas”.
  5. Pero ellos, enfurecidos con estas palabras, murmuraban entre sí y querían condenarlos a muerte.
  6. Un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la ley, respetado por todo el pueblo, se levantó en el tribunal, mandó que sacaran de la sala por unos momentos a los Apóstoles,
  7. y dijo a ellos: “Hombres Israelitas, mirad bien lo que vais a hacer contra estos hombres.
  8. Porque no hace mucho se alzó Tevdas diciendo que él era alguien grande, y le siguieron unos cuatrocientos hombres; pero fue asesinado y todos sus seguidores se dispersaron y de aquello ya no queda nada.
  9. Después de éste surgió Judas, el galileo, en los días del empadronamiento, que arrastró al pueblo tras de sí; también él cayó y se perdió, y todos sus seguidores se dispersaron.
  10. Por el caso presente ahora os digo que no os metáis con estos hombres y que los dejéis en paz; porque si su empresa es cosa de hombres, se desvanecerá por sí misma;
  11. pero si es de Dios, no podréis deshacerla. No os expongáis a luchar contra Dios no vaya ser que os hagáis teómacos combatientes contra Dios”.
  12. En efecto, aceptaron su consejo, y llamaron a los Apóstoles, los azotaron, les prohibieron terminantemente hablar y predicar más sobre el nombre de Jesús y después los soltaron.
  13. Los Apóstoles salieron del tribunal muy contentos y alegres por haber sido dignos de ser ultrajados por el nombre de Cristo.
  14. No dejaban un día de enseñar, en el templo y en las casas, y de anunciar la buena y alegre noticia de que Jesús es el Cristo el enviado de Dios.

 

Capítulo 6: Elección de siete diáconos, 1-7. La acción y arresto de Esteban, 8-15.

 

Elección de siete diáconos, 6:1-7.

6:1. Durante aquellos días, mientras el número de los discípulos aumentaba, los helenistas (que descendían de otras regiones y hablaban helénico-griego) se quejaron contra los hebreos cristianos de Judea porque descuidaban a sus viudas en el reparto del cotidiano de alimentos y ayudas.

  1. Los doce Apóstoles convocaron a todos los fieles, y dijeron: “No está bien y agradable a Dios que nosotros abandonemos el divino logos y servir a las mesas.
  2. Por eso, elegid cuidadosamente entre vosotros, hermanos, siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, y nosotros les encomendaremos este servicio;
  3. nosotros perseveraremos más en la oración y en el servicio del kerigma y de la proclamación del logos divino”.
  4. Agradó la proposición a toda la gente fiel, y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y del Espíritu Santo, y a Felipe y a Prócoro, a Nicanor y a Timón, a Parmenas y a Nicolás, prosélito antioqueno;
  5. los presentaron a los Apóstoles, los cuales, después de orar, les impusieron las manos, para que les sea transmitida la jaris-gracia divina especial para esta obra.
  6. Y el kerigma del logos de Dios crecía, el número de los fieles aumentaba considerablemente en Jerusalén, y multitud de Judíos abrazaban la nueva fe y se sometían a ella.

La acción y arresto de Esteban, 6:8-15.

  1. Y Esteban/Stéfanos, por su parte, lleno de fe y dinamis (fuerza y energía increada divina), realizaba grandes prodigios y milagros y obras sobrenaturales en el pueblo, que daban testimonio de la verdad de la fe.
  2. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los Libertos, es decir, de los dulos-esclavos que habían liberado los Romanos y de la sinagoga de Cirene y de Alejandría, como también de los Judíos de Cilicia y de Asia, se pusieron a discutir fanáticamente con Stéfanos/Esteban;
  3. pero no podían resistir la sabiduría y el espíritu con que hablaba Esteban.
  4. Entonces sobornaron a unos hombres para que dijeran: “Nosotros hemos oído a éste decir blasfemias contra Moisés y contra Dios”.
  5. Con esto alborotaron al pueblo, a los ancianos y a los escribas-gramatís, los cuales se echaron sobre Esteban, lo prendieron y lo llevaron al tribunal supremo o Sanedrín.
  6. Después presentaron testigos falsos, que dijeron: “Este hombre no cesa de decir palabras contra este lugar santo, es decir, contra el templo y contra la ley;
  7. le hemos oído decir que ese Jesús, el Nazareno, destruirá este lugar y cambiará las costumbres que nos transmitió Moisés por su ley”.
  8. Entonces todos los que estaban sentados en el tribunal clavaron sus ojos en Esteban y vieron su rostro resplandeciendo como el rostro de un ángel.

 

Capítulo 7: Apología de Esteban ante el Sanedrín, 1-53. Apedreamiento y muerte de Esteban, 54-60.

 

Apología de Esteban ante el Sanedrín, 7:1-53.

7:1. El sumo sacerdote preguntó: “¿Es verdad todo esto que denuncian los testigos?”.

  1. Y Stéfanos/Esteban dijo: «Hombres hermanos y padres, escuchad: El Dios de la doxa-gloria (luz increada) se apareció a nuestro padre Abrahán cuando estaba en Mesopotamia, antes de habitar y vivir en Jarán,
  2. y le dijo: Sal de tu tierra, deja tus parientes y ven a la tierra que yo te mostraré.
  3. Salió entonces de la tierra de los caldeos y vivió en Jarán. Y allí, después de la muerte de su padre, Dios lo trasladó a esta tierra en que vosotros habitáis ahora;
  4. y no le dio propiedad en esta región, ni siquiera un pie de tierra; pero Dios le había prometido que se le daría como propiedad a él mismo y a su descendencia después de él, aunque cuando Dios le prometía estas cosas no tenía hijos.
  5. Dios le declaró que su descendencia sería emigrante en tierra extranjera, y la esclavizarían los hombres de aquella tierra y la maltratarían durante cuatrocientos años;
  6. pero añadió: Yo juzgaré a la nación que los esclavice; y después de esto saldrán y me adorarán y me darán culto en este lugar.
  7. Y le dio la alianza de la circuncisión; por eso circuncidó a su hijo Isaac a los ocho días de nacer; e Isaac a Jacob, y Jacob a los doce patriarcas.
  8. Y los patriarcas, envidiosos de José, lo vendieron a Egipto.
  9. Pero Dios estaba con él y lo libró de todas sus tribulaciones; le dio una jaris-gracia (energía divina increada) especial y gran sabiduría, con lo que se ganó el favor del Faraón, rey de Egipto, que lo hizo gobernador de Egipto y de toda la casa real.
  10. Sobrevino entonces en todo Egipto y en Canaán tal hambre y escasez que nuestros padres no encontraban qué comer para sí mismos y para sus ganados.
  11. Jacob oyó que en Egipto había trigo y envió allí por primera vez a nuestros padres antepasados.
  12. La segunda vez José se dio a conocer a sus hermanos, y el Faraón conoció a la familia de José.
  13. Entonces José mandó llamar a su padre Jacob y a toda la familia, compuesta de setenta y cinco personas.
  14. Jacob fue también a Egipto, donde él y nuestros doce padres antepasados murieron.
  15. Sus cuerpos fueron trasladados a Siquén y puestos en el sepulcro que Abrahán había comprado con dinero a los hijos de Jamot.
  16. A medida que se acercaba el tiempo en que se debía cumplir la promesa que Dios había hecho a Abrahán, el pueblo aumentaba y se multiplicaba en Egipto,
  17. hasta que surgió otro rey que no conocía a José ni los servicios que él había ofrecido por Egipto.
  18. Éste se portó cruelmente con nuestros padres y les obligó a abandonar a sus hijos recién nacidos, para que se extinguiese la raza.
  19. En este momento nació Moisés, que fue amado y grato a Dios. Criado secretamente durante tres meses en casa de su padre,
  20. fue abandonado al río, y la hija del Faraón lo recogió del río y lo crió como hijo propio.
  21. Moisés fue instruido en todo con la sabiduría de los egipcios, y era poderoso en logos y obras que hacía.
  22. Cuando cumplió cuarenta años, vino en su corazón el deseo de visitar a sus hermanos, los hijo de Israel.
  23. Vio maltratar a uno de ellos, salió en su defensa y se vengó de él matando al egipcio.
  24. Creía que sus hermanos comprendieran que Dios les daba por medio de él la libertad y la salvación; pero ellos no lo entendieron.
  25. Al día siguiente mientras dos de ellos estaban riñendo, trató de reconciliarlos, diciendo: Hombres, sois hermanos; ¿por qué os maltratáis unos a otros?
  26. El que maltrataba a su prójimo empujó a Moisés y le dijo: ¿Quién te ha puesto de jefe y juez sobre nosotros?
  27. ¿Es que quieres matarme, como mataste ayer al egipcio?
  28. Al oír esto, Moisés huyó y se fue a vivir como extranjero a la tierra de Madián, donde tuvo dos hijos.
  29. Cuarenta años después, se le apareció en el desierto del monte Sinaí el ángel de la Gran Voluntad (el Hijo y Logos increado de Dios) en la llama de una zarza ardiente.
  30. Moisés se sorprendió de lo que veía; al acercarse para verlo mejor, se oyó la voz del Señor que decía:
  31. YoSoY el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob. Moisés, tembloroso, no se atrevía a investigar más la visión.
  32. Y el Señor le dijo: Descálzate, porque el lugar en que estás es tierra santa.
  33. He visto bien la esclavitud y la opresión de mi pueblo en Egipto; he oído sus gemidos y he bajado a librarlos. Y ahora ven, que te voy a enviar a Egipto.
  34. A este Moisés a quien habían rechazado diciendo: ¿Quién te ha puesto por jefe y juez?, a ése Dios lo envió como jefe y libertador por mediación del ángel de la gran voluntad del Señor que se le había aparecido en la zarza.
  35. Él fue quien los sacó, obrando prodigios y milagros en Egipto, en el mar Rojo y en el desierto durante cuarenta años.
  36. Él es el Moisés, el que dijo a los hijos de Israel: Dios os suscitará de entre vuestros hermanos un profeta como yo, legislador y libertador. A él tendréis que obedecer.
  37. Él es el que, reunidos en la iglesia/asamblea, en el desierto, estuvo con el ángel que les hablaba en el monte Sinaí, y con nuestros padres; el que recibió y escribió logos de Dios que dan vida, para transmitirlos y entregarlos a nosotros;
  38. al que no quisieron obedecer nuestros padres, sino que lo rechazaron, y, con el corazón puesto en Egipto quisieron volver allí,
  39. y dijeron a Aarón: Haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque ese Moisés que nos sacó de Egipto se ha perdido no sabemos qué ha sido de él.
  40. Hicieron en aquellos días un becerro, ofrecieron sacrificios al ídolo y se regocijaron en la obra de sus manos.
  41. Dios, entonces, les volvió las espaldas y los entregó al culto de los astros, como está escrito en el libro de los profetas: ¿Descendientes de Israel, quizás me ofrecisteis sacrificios y ofrendas en el desierto durante cuarenta años?
  42. Pero llevasteis en vuestros hombros la tienda de Moloc y la estrella del dios Refán, ídolos que hicisteis para adorarlos. También yo os desterraré más allá de Babilonia.
  43. Nuestros padres tenían en el desierto la santa tienda del testimonio, como ordenó aquel que hablaba a Moisés que lo hiciera según el modelo que había visto en la montaña.
  44. Nuestros antepasados que sucedieron a Moisés se fueron pasando la tienda de padres a hijos y la introdujeron, guiados por Josué, en la tierra conquistada a los nacionales paganos, a los que expulsó Dios delante de ellos, y esta santa tienda quedó hasta los días de David,
  45. el cual gozaba del favor de Dios, y le pidió que le permitiera construir una casa al Dios de Jacob.
  46. Sin embargo, fue Salomón el que la construyó.
  47. Pero el altísimo no habita en templos hechos por manos de hombres, como dice el profeta:
  48. El cielo es mi trono, y la tierra, el estrado de mis pies; dice el Señor, ¿qué casa podríais construirme y qué lugar para reposo mío?
  49. ¿No las hizo mi mano omnipotente todas estas cosas?
  50. Hombres de cabeza dura e incircuncisos de corazón y de oídos, vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como fueron vuestros padres, así sois también vosotros.
  51. ¿A qué profeta no persiguieron vuestros padres? Mataron a los que predijeron la venida del Justo, del cual vosotros ahora sois los traidores y asesinos;
  52. vosotros, que habéis recibido la ley con los mandamientos que Dios os dio por los ángeles, y no la habéis guardado».

Apedreamiento y muerte de Esteban, 7:54-60.

  1. Al oír esto estallaban de rabia sus corazones, y rechinaban los dientes contra Stéfanos/Esteban.
  2. Pero él, lleno del Espíritu Santo, con los ojos fijos en el cielo, vio la doxa-gloria increada de Dios y a Jesús de pie a la derecha de Dios,
  3. y dijo: “Veo los cielos abiertos y al hijo del hombre de pie a la derecha de Dios”.
  4. Ellos, lanzando grandes gritos, se taparon los oídos y se lanzaron todos a una sobre él;
  5. lo llevaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos habían dejado sus vestidos a los pies de un joven llamado Saulo.
  6. Mientras lo apedreaban, Stéfanos/Esteban oró así: “Señor Jesús, recibe mi espíritu”.
  7. Y puesto de rodillas, gritó con fuerte voz: “Señor, no les tengas en cuenta este pecado”. Y diciendo esta oración de perdón, expiró. Saulo aprobaba este asesinato a Esteban.

 

Capítulo 8: Persecución de la Iglesia en Jerusalén, 1-4. Evangelización en Samaria, 5-25. Bautismo del eunuco de Etiopía, 26-40.

 

Persecución de la Iglesia en Jerusalén, 8:1-4.

8:1. Aquel día se desencadenó una gran persecución contra la Iglesia de Jerusalén; y casi todos los Cristianos, excepto los apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaria.

  1. Unos hombres piadosos enterraron el cuerpo de Esteban e hicieron gran duelo por él.
  2. Saulo, en cambio, asolaba la Iglesia de Jerusalén; entraba en las casas, sacaba a rastras a hombres y mujeres y los entregaba en la cárcel.
  3. Los que tuvieron que salir huyendo fueron por todas partes anunciando el logos alegre del Evangelio.

Evangelización de Felipe en Samaria, 8:5-25.

  1. Felipe llegó a la ciudad de Samaria, y se puso a predicar a Cristo a los habitantes.
  2. La gente unánime escuchaba con atención a Felipe, pues había oído hablar de los milagros que hacía y ahora los estaban viendo;
  3. de muchos posesos salían los espíritus impuros dando grandes voces, y muchos paralíticos y cojos quedaban curados.
  4. Y la ciudad se llenó de mucha alegría.
  5. Un tal Simón hacía tiempo que venía practicando la magia en la ciudad y tenía asombrada a la gente de Samaría, diciendo que él era algo grande.
  6. Todos, desde el más chico al más grande, le seguían y decían: “Éste tiene la dinamis (potencia y energía) y el poder mismo de Dios”.
  7. Lo seguían porque durante bastante tiempo los había asombrado con magias.
  8. Pero cuando Felipe les habló del reinado de la realeza increada de Dios y de Jesús Cristo, hombres y mujeres creían en él y se bautizaban.
  9. El mismo Simón creyó y se bautizó; y ya no se apartaba de Felipe, viendo maravillado los prodigios y milagros insignes que hacía, porque él los mismos no podía hacerlos.
  10. Los apóstoles, que estaban en Jerusalén, al saber que Samaria había recibido y aceptado el logos de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan;
  11. llegaron y oraron por los samaritanos, para que recibieran los carismas del Espíritu Santo;
  12. pues aún no había bajado sobre ninguno de ellos, y sólo habían recibido el bautismo en el nombre de Jesús, el Señor.
  13. Entonces los Apóstoles les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo.
  14. Simón, al ver que mediante la imposición de las manos de los apóstoles se confería el Espíritu Santo, les ofreció dinero,
  15. diciendo: “Dadme también a mí ese poder, para que al que imponga las manos reciba el Espíritu Santo”.
  16. Pedro le dijo enfadado: «Sea ese tu dinero para perdición tuya, por haber creído que el don de Dios se compra con dinero.
  17. No tienes parte ni herencia en estas donaciones del Espíritu Santo, porque tu corazón no es honesto y recto delante de Dios.
  18. Por tanto arrepiéntete de tu maldad y pide al Señor que te perdone, si es posible, la mala invención e intención que has tenido en tu corazón;
  19. pero lo dudo, porque veo que no tienes buenas intenciones y estás atrapado en los lazos de la iniquidad».
  20. Simón respondió: “Pedid vosotros por mí al Señor para que no me suceda nada de los males que acabáis de decir”.
  21. Ellos, después de haber dado testimonio y haber predicado el logos del Señor, se volvieron a Jerusalén, evangelizando muchas aldeas de los samaritanos.

Bautismo del eunuco de Etiopía, 8:26-40.

  1. El ángel del Señor dijo a Felipe: “Ponte en marcha hacia el sur, por el camino que va de Jerusalén a Gaza a través del desierto”.
  2. Felipe se levantó y se puso en marcha, tal como le dijo el ángel. En esto un etíope eunuco, ministro de Candaces, de la corte de la reina de Etiopía, administrador de todos sus bienes, que había venido venerar a Jerusalén,
  3. regresaba a su patria y, sentado en su carro, leía en voz alta al profeta Isaías.
  4. El Espíritu dijo a Felipe: «Avanza y acércate a ese carro».
  5. Felipe corrió, oyó que leía al profeta Isaías y dijo: «¿Entiendes lo que estás leyendo?».
  6. Él respondió: “¿Cómo lo voy a entender si alguien no me lo explica?”. Y rogó a Felipe que subiera y se sentara con él.
  7. El pasaje de la Escritura que leía era éste: «Como cordero llevado al matadero, como ante sus esquiladores una oveja muda y sin abrir la boca, así también él no abre su boca.
  8. Por su profunda humildad, no le hicieron justicia; sin embargo tu obra para la salvación de los hombres ha triunfado; pero sobre la multitud de descendientes espirituales que ha hecho renacer para salvación de ellos, ¿quién puede describir y narrar? Porque su vida fue arrebatada de la tierra; pero fue glorificado después».
  9. El eunuco dijo a Felipe: “Por favor, ¿de quién dice esto el profeta? ¿De él o de otro?”.
  10. Felipe tomó la palabra y, comenzando por este pasaje de la Escritura, le anunció la buena nueva de Jesús y la salvación que él ofreció a los fieles.
  11. Continuaron su camino y llegaron a un lugar donde había agua; el eunuco dijo: “Mira, aquí hay agua; ¿qué impide que me bautice?”.
  12. Felipe dijo: «Si crees de todo tu corazón, bien puedes», y respondió: “Creo que Jesús Cristo es el Hijo de Dios”.
  13. Y mandó detener el carro. Bajaron los dos al agua, Felipe y el eunuco, y lo bautizó.
  14. Al salir del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe. El eunuco ya no lo vio más, y continuó muy contento su viaje lleno de alegría.
  15. Felipe sin darse cuenta se encontró con que estaba en Azoto, y fue evangelizando todas las ciudades hasta llegar a Kesarea.

 

Capítulo 9: Conversión de Pablo, 1-18. Primera acción y predica en Damasco de Pablo, 19-22. Pablo escapa de los judíos y primera visita a Jerusalén, 23-30. Milagros de Pedro en Lida y Jope, 31-43

 

Conversión de Pablo, 9:1-18.

9:1. Saulo, por su parte, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al sumo sacerdote

  1. y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, con el fin de que si encontraba algunos que siguieran el camino de Jesús, hombres o mujeres, pudiera llevarlos atados y encarcelarlos a Jerusalén.
  2. Cuando estaba de camino, cerca ya de Damasco, de repente le envolvió una luz del cielo;
  3. cayó a tierra y oyó una voz que le decía: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?».
  4. Él preguntó: “¿Quién eres, Señor?”. Y él: «YoSoY Jesús, a quien tú persigues;
  5. pero levántate y entra en la ciudad y allí se te dirá lo que debes hacer».
  6. Los hombres que lo acompañaban se quedaron atónitos, con la boca abierta, oyendo la voz, pero sin ver a nadie.
  7. Saulo se levantó del suelo, y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía nada; lo llevaron de la mano a Damasco,
  8. donde estuvo tres días sin ver y sin comer ni beber.
  9. Había en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor llamó en una visión: «¡Ananías!». Y él respondió: «Aquí estoy, Señor».
  10. El Señor le dijo: «Vete rápidamente a la casa de Judas, en la calle llamada Recta, y pregunta en la casa por un tal Saulo de Tarso, que está allí en oración pidiendo mi ayuda,
  11. y él ha tenido una visión: un hombre llamado Ananías entraba y le imponía las manos para devolverle la vista».
  12. Ananías respondió: “Señor, he oído a muchos hablar de ese hombre y decir todo el mal que ha hecho a tus fieles en Jerusalén
  13. y está aquí en Damasco con plenos poderes de los sumos sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre”.
  14. El Señor le dijo: «Anda, que éste es un instrumento que he elegido yo para llevar y predicar mi nombre a la naciones, a los gentiles idólatras, a los reyes y a los descendientes de Israel.
  15. Yo le mostraré cuánto debe padecer por mí nombre».
  16. Ananías partió inmediatamente y entró en la casa, le impuso las manos y le dijo: “Saulo, hermano mío, vengo de parte de Jesús, el Señor, el que se te apareció en el camino por el que venías, para que recobres la vista y quedes lleno del Espíritu Santo”.
  17. En el acto se le cayeron de los ojos como escamas, y recobró la vista, se levantó y fue bautizado inmediatamente; comió y recobró sus fuerzas naturales y espirituales.

Primera acción y predica en Damasco de Pablo, 9:19-22.

  1. Y se quedó unos días con los discípulos que había en Damasco.
  2. Y en seguida se puso a predicar en las sinagogas proclamando que Jesús es realmente el unigénito Hijo de Dios.
  3. Todos los que lo escuchaban se quedaban estupefactos y decían: “¿No es éste el que perseguía en Jerusalén a los que invocan ese nombre, y no ha venido aquí para llevarlos encadenados a los sumos sacerdotes?”.
  4. Saulo cobraba cada vez más ánimo y tenía confundidos a los judíos de Damasco, demostrando, por la realización de las profecías, que Jesús es el Cristo/Mesías.

Pablo escapa de los judíos y primera visita a Jerusalén, 9:23-30.

  1. Cuando pasaron bastantes días, los judíos acordaron en consejo matarlo;
  2. pero Saulo se enteró de este complot. Y los judíos custodiaban las puertas de la ciudad día y noche con intención de asesinarlo,
  3. pero los discípulos lo descolgaron de noche por una ventana de la muralla en un cesto.
  4. Cuando llegó a Jerusalén, trató de unirse a los demás discípulos; pero todos lo temían, no creyendo que fuera de verdad discípulo de Cristo.
  5. Entonces Bernabé lo tomó consigo, lo presentó a los apóstoles y les contó cómo en el camino Saulo había visto al Señor, que le había hablado, y cómo en Damasco había predicado públicamente sin miedo en el nombre de Jesús Cristo.
  6. Desde entonces conectó estrechamente con ellos y se movía libremente en Jerusalén, hablando con libertad en el nombre del Señor Jesús.
  7. Hablaba y discutía con los judíos helenistas; pero ellos buscaban la oportunidad para matarle.
  8. Los hermanos, al enterarse el propósito de ellos, lo llevaron escoltado a Kesarea y le hicieron partir hacia su patria Tarso.

Milagros de Pedro en Lida y Jope, 9:31-43

  1. Las Iglesias gozaban de paz en toda Judea, Galilea y Sanaría; se consolidaban y progresaban en la fidelidad al Señor, y la Iglesia se extendía alentada por el consuelo y la energía increada que daba el Espíritu Santo.
  2. Pedro, que lo recorría todo, fue también a visitar a los fieles de Lida.
  3. Allí encontró a un tal Eneas, paralítico, postrado en una camilla desde hacía ocho años.
  4. Pedro le dijo: «Eneas, Jesús Cristo te cura; levántate y haz tú mismo la cama». Y al instante se levantó sano.
  5. Lo vieron todos los habitantes de Lida y Sarón y se convirtieron al Señor, movidos por este milagro.
  6. En Jafa había una discípula llamada Tabita, que significa “dorca-gacela”, la cual se dedicaba a hacer buenas obras, muchas limosnas y caridades.
  7. Por aquellos días cayó enferma y se murió. La lavaron según las costumbres judaicas, la prepararon para enterrar y la pusieron en la estancia de arriba.
  8. Como Lida está cerca de Jafa, los discípulos al haber oído que Pedro estaba allí, enviaron dos hombres para pedirle que fuera rápidamente a Jafa.
  9. Pedro se levantó y se fue con ellos. Cuando llegó, lo subieron a la estancia de arriba. Allí le rodearon todas las viudas, llorando y mostrando las túnicas y mantos que les hacía Dorcás-Gacela cuando vivía con ellas.
  10. Pedro echó fuera a todos; luego se arrodilló y se puso a orar; se acercó después al cadáver y dijo: «Tabita, levántate». Ella abrió sus ojos y, al ver a Pedro, se levantó de su cama y se sentó.
  11. Pedro le dio la mano y la levantó. Llamó a los fieles cristianos y a las viudas y se la presentó viva.
  12. Esto fue notorio y conocido en toda Jafa, y muchos creyeron en el Señor.
  13. Y se quedó bastantes días en Jafa, en casa de un tal Simón, que era curtidor.

 

Capítulo 10: Pedro en casa de Cornelio, 1-33. Discurso de Pedro, 34-43. Efusión del Espíritu Santo sobre los paganos de las naciones, 44-48.

 

Pedro en casa de Cornelio, 10:1-33.

10:1. Había en Kesarea un hombre llamado Cornelio, centurión de la cohorte llamada Itálica.

  1. Piadoso y temeroso de Dios, con toda su casa, hacía muchas limosnas al pueblo y oraba continuamente a Dios.
  2. Hacia las tres de la tarde tuvo una visión, en la que vio claramente al ángel de Dios, que se le presentó y le dijo: “¡Cornelio!”.
  3. Y él, mirándolo fijamente y atemorizado, dijo: “¿Qué pasa, Señor?”. Y le dijo: «Tus oraciones y tus limosnas han subido a la presencia de Dios, que se ha acordado de ti.
  4. Manda a unos hombres a Jafa a llamar a Simón Pedro.
  5. Está en casa de un tal Simón, curtidor, junto al mar».
  6. Cuando se marchó el ángel que le hablaba, llamó a dos de sus criados y un soldado piadoso, de los que le asistían,
  7. les explicó todo y los mandó a Jafa.
  8. Al día siguiente, mientras ellos caminaban y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea a orar hacia el mediodía.
  9. Tuvo hambre y quiso comer algo; y mientras le preparaban de comer, tuvo un éxtasis de modo que tenía apocalipsis-revelaciones de Dios.
  10. vio el cielo abierto y un objeto a modo de un gran lienzo, que colgado de las cuatro puntas descendía hacia la tierra;
  11. en él había toda clase de cuadrúpedos, reptiles de la tierra y aves del cielo.
  12. Una voz le dijo: «Levántate, Pedro, mata y come».
  13. Pedro dijo: «De ningún modo, Señor, porque jamás he comido cosa profana o impura que la ley prohíbe».
  14. La voz le dijo de nuevo: «Lo que Dios ha purificado no lo consideres ni lo llames impuro».
  15. Esto se repitió por tres veces. Y luego el objeto fue arrebatado al cielo.
  16. Pedro estaba perplejo, pensando lo que podría significar la visión que acababa de tener, cuando los hombres enviados por Cornelio, que habían averiguado dónde estaba la casa de Simón, se presentaron en la puerta.
  17. Llamaron, y preguntaron si se alojaba allí Simón Pedro.
  18. Pedro seguía pensando en la visión; el Espíritu Santo le dijo: «Ahí te buscan tres hombres»;
  19. levántate, baja y no dudes en ir con ellos, porque los he enviado yo».
  20. Pedro bajó y les dijo: «Yo soy el que buscáis. ¿Por qué habéis venido aquí?».
  21. Ellos dijeron: “El centurión Cornelio, hombre justo y temeroso de Dios, que goza de la reputación de todos los judíos, ha recibido aviso de un santo ángel para que te mande llamar y vayas a su casa y oír de ti los logos de Dios”.
  22. Pedro los invitó y los hospedó. Al día siguiente se levantó y fue con ellos; y lo acompañaron algunos hermanos de Jafa.
  23. Al día siguiente llegaron a Cesarea. Cornelio estaba esperándolos, y había convocado a sus parientes y amigos íntimos.
  24. Tan pronto como entró Pedro, Cornelio le salió al encuentro, se postró a sus pies y le reverenció.
  25. Pedro lo levantó diciendo: «Levántate, que yo también soy hombre».
  26. Y conversando con él, entró y encontró a muchos reunidos;
  27. y les dijo: «Vosotros sabéis que a un judío, por la ley de Moisés, le está prohibido juntarse con extranjeros y entrar en su casa. Pero Dios me ha enseñado a no llamar contaminado o impuro a ningún hombre;
  28. por lo cual he venido sin vacilar al ser llamado. Yo os pregunto ahora por qué motivo me habéis llamado».
  29. Cornelio respondió: “Hace cuatro días, justamente a esta misma hora, las tres de la tarde, estaba yo orando en mi casa, cuando se presentó delante de mí un hombre con un vestido resplandeciente,
  30. y me dijo: Cornelio, Dios ha escuchado tu oración, conoce y tiene presente tus limosnas.
  31. Envía a Jafa a llamar a Simón Pedro, que se hospeda en casa de Simón, curtidor, junto al mar. Y cuando venga él te hablará sobre lo qué tienes que hacer para tu sotiría salvación.

Discurso de Pedro, 10:34-43.

  1. Pedro tomó la palabra y dijo: «Compruebo y entiendo ahora que Dios no hace distinción de personas,
  2. que acepta al que le es fiel y practica la justicia, sea de la nación que sea.
  3. Él ha enviado su logos a los israelitas anunciando el mensaje alegre de la paz por medio de Jesús Cristo, que es el Señor de todos.
  4. Vosotros conocéis lo que ha pasado en Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo de metania que predicó Juan;
  5. sabéis cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y llenó de dínamis potencia y energía increada a Jesús de Nazaret, el cual pasó haciendo mucho bien, curando a los oprimidos por el demonio y haciendo innumerables milagros grandes, porque Dios estaba con él.
  6. Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en el país de los judíos y en Jerusalén. Ellos lo mataron, colgándolo de una cruz de madera.
  7. Pero Dios lo resucitó al tercer día y le concedió que se manifestase,
  8. no a todo el pueblo como antes, sino a los testigos presentes elegidos de antemano por Dios, a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección de entre los muertos;
  9. y nos encargó predicar a todo pueblo y proclamar que a este Jesús, Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos.
  10. Todos los profetas testifican que el que crea en él recibirá, por la dínamis potencia y energía increada de su nombre, el perdón de los pecados».

Efusión del Espíritu Santo sobre los paganos de las naciones, 10:44-48.

  1. Mientras estaba hablando Pedro, de repente descendió el Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban la enseñanza de sus logos.
  2. Todos los fieles circuncisos que habían venido con Pedro se extrañaban de que el don del Espíritu Santo se hubiera derramado en abundancia también sobre los nacionales o gentiles de las naciones,
  3. pues los oían hablar lenguas extranjeras y glorificar a Dios.
  4. Pedro dijo entonces: «¿Acaso se puede negar el agua del bautismo a éstos, que han recibido el Espíritu Santo como nosotros?».
  5. Y ordenó que fuesen bautizados en el nombre de Jesús Cristo. Entonces le suplicaron que se quedara con ellos algunos días.

 

Capítulo 11: Informe de Pedro a la iglesia de Jerusalén sobre la conversión de Cornilio, 1-18. Fundación de la Iglesia en Antioquía por Bernabé y Pablo, 19-30

 

Informe de Pedro a la iglesia de Jerusalén sobre la conversión de Cornilio, 11:1-21.

11:1. Los apóstoles y los hermanos que estaban en Judea supieron que los gentiles de las naciones también habían recibido el logos de Dios y se bautizaron.

  1. Pero cuando Pedro llegó a Jerusalén, los cristianos partidarios de la circuncisión le reprocharon,
  2. diciendo: “¿Por qué has entrado en casa de hombres incircuncisos y has comido con ellos, sin tener en cuenta las prohibiciones de la ley de Moisés?”.
  3. Entonces Pedro comenzó a explicarles por orden los acontecimientos, diciendo:
  4. «Estaba yo en la ciudad de Jafa orando, cuando tuve en éxtasis una visión: un objeto descendía a modo de un gran lienzo, colgado por las cuatro puntas desde el cielo, y llegó hasta mí.
  5. Yo lo miré fijamente, lo examiné y vi cuadrúpedos, bestias, reptiles y aves.
  6. Oí también una voz que me decía: “Levántate, Pedro, mata y come”.
  7. Pero yo dije: De ninguna manera, Señor; porque nada profano o impuro ha entrado jamás en mi boca.
  8. Pero la voz del cielo dijo por segunda vez: Lo que Dios ha purificado, tú no lo consideres impuro.
  9. Esto se repitió por tres veces, y todo fue arrebatado de nuevo al cielo.
  10. Entonces mismo se presentaron en la casa donde yo estaba tres hombres que me habían enviado desde Cesarea.
  11. Y el Espíritu me dijo que fuera con ellos sin dudar. Estos seis hermanos vinieron también conmigo y entramos en la casa del hombre que nos había llamado,
  12. el cual nos contó que se le había aparecido un ángel y que le había dicho: Manda a Jafa hombres a llamar a Simón, al Pedro,
  13. él te hablará logos de Dios, por los que si crees y los aceptas, te traerá la salvación a ti y a tu familia.
  14. Y al comenzar yo a hablar, descendió el Espíritu Santo sobre ellos, como al principio sobre nosotros, durante el día del Pentecostés.
  15. Recordé estas palabras del Señor: «Juan bautizó en agua, pero vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo».
  16. Pues si Dios les ha dado a ellos el mismo don que a nosotros por haber creído en el Señor Jesús Cristo, ¿cómo podía yo oponerme a Dios e impedir el bautismo y la salvación a los nacionales o gentiles de las naciones?».
  17. Al oír esto callaron y glorificaron a Dios, diciendo: “Así que también a los nacionales o gentiles Dios ha concedido la metania arrepentimiento y conversión para alcanzar la vida y la sotiría redención, sanación y salvación”.

Fundación de la Iglesia en Antioquía por Bernabé y Pablo, 11:19-30

  1. Así pues, los cristianos que se habían dispersado a causa de la persecución ocurrida con ocasión de Esteban, llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, predicando sólo a los judíos, porque aún no habían comprendido que el Evangelio estaba destinado también para las naciones, los gentiles e idolatras.
  2. Pero había entre ellos algunos chipriotas y cirenenses, quienes, llegados a Antioquía, se dirigieron también a los helenistas, predicando el Evangelio de la salvación por Jesús, el Señor.
  3. Y la mano del Señor estaba con ellos, y un gran número de los helenistas creyó y se convirtió al Señor.
  4. Llegó la noticia a oídos de la Iglesia de Jerusalén, y enviaron a Bernabé a Antioquía.
  5. Al llegar y ver la jaris (gracia energía increada) de Dios, se llenó de alegría y exhortaba a todos a perseverar con un corazón firme, fieles al Señor,
  6. porque era un hombre bueno y lleno del Espíritu Santo y de fe. Y por la enseñanza y ejemplo de Bernabé una gran multitud se unió a la Iglesia del Señor.
  7. Bernabé se fue a Tarso en busca de Saulo; lo encontró y se lo llevó a Antioquía.
  8. Y estuvieron un año entero en aquella Iglesia instruyendo en la fe a muchas personas. Fue en Antioquía donde por primera vez los discípulos de Cristo recibieron el nombre de Cristianos.
  9. Por entonces unos profetas fueron de Jerusalén a Antioquía.
  10. Se levantó uno de ellos, llamado Agabo, y, movido por el Espíritu, anunció que iba a sobrevenir sobre toda la tierra una gran hambre. Fue la que vino en tiempo del César Claudio.
  11. Los discípulos, cada uno según sus posibilidades, decidieron enviar ayudas a los hermanos de Judea.
  12. Y realmente así lo hicieron, enviando las ayudas a los presbíteros por medio de Bernabé y Saulo.

 

Capítulo 12: Jacobo, muerto por martirio; Pedro, encarcelado y su liberación milagrosa, 1-19. Muerte de Herodes, 20-25.

 

Jacobo, muerto por martirio; Pedro, encarcelado y su liberación milagrosa, 12:1-19.

12.1. Por entonces el rey Herodes prendió a algunos fieles de la Iglesia para maltratarlos.

  1. Hizo morir a espada a Santiago, hermano de Juan el Evangelista.
  2. Y viendo que esto agradaba a los judíos, hizo prender también a Pedro. Eran los días de los ácimos, es decir, fiesta de la pascua judía.
  3. Lo prendió, lo encarceló y mandó que lo custodiasen cuatro piquetes de cuatro soldados, con intención de hacerlo comparecer a juicio ante el pueblo después de la pascua.
  4. Mientras Pedro estaba de este modo custodiado en la cárcel, toda la Iglesia oraba continuamente por él a Dios.
  5. La misma noche en que Herodes iba a hacerlo comparecer, Pedro estaba dormido entre dos soldados, atado con cadenas; además los centinelas montaban la guardia en la puerta de la cárcel.
  6. De repente se presentó un ángel del Señor, y la celda quedó toda iluminada. El ángel tocó a Pedro en el costado y lo despertó diciendo: «Levántate en seguida». Y se le cayeron las cadenas de las manos.
  7. El ángel le dijo: «Cíñete y ponte tus sandalias». Así lo hizo. Y añadió: «Échate el manto y sígueme».
  8. Pedro salió y lo siguió, sin saber si era realidad lo que el ángel hacía, pues se figuraba que era una visión.
  9. Pasaron la primera y segunda guardia, y llegaron a la puerta de hierro que da a la ciudad, la cual se les abrió por sí sola. Salieron y avanzaron por una calle; y de repente el ángel lo dejó.
  10. Entonces Pedro, dándose cuenta de lo que pasaba, dijo: «Ahora entiendo realmente que el Señor ha enviado su ángel y me ha arrancado de la mano de Herodes y me liberó de todo el mal que me esperaba por el pueblo judío».
  11. Y tras reflexionar, se fue a casa de María, la madre de Juan, llamado Marcos, donde había muchos reunidos y orando.
  12. Tocó a la puerta del portal, y salió a escuchar y a preguntar quién era una muchacha llamada Rode,
  13. la cual, al conocer bien la voz de Pedro, de alegría no abrió, sino que fue corriendo a decir que estaba Pedro afuera a la puerta.
  14. Ellos le dijeron: “Estás loca”. Pero ella insistía en que era así. Y ellos decían: “Es su ángel”.
  15. Pero Pedro continuaba golpeando. Cuando abrieron y vieron que era él, quedaron estupefactos.
  16. Pedro les hizo señas con la mano de que callasen y contó cómo el Señor lo había sacado de la cárcel. Y añadió: «Comunicar a Santiago y a los hermano de lo sucedido». Luego salió y se fue a otro sitio.
  17. Al venir el día hubo una gran confusión y tumulto entre los soldados por lo que habría sido de Pedro.
  18. Herodes lo buscó y, al no encontrarlo, interrogó a los guardias y los mandó ajusticiar. De Judea se fue a Cesarea, y allí se quedó.

Muerte de Herodes, 12:20-25.

  1. Sucedió que Herodes estaba irritado con los tirios y los sidonios, que de común acuerdo se presentaron ante él, y habiéndose llevado a su parte y ganado a Blasto, que era camarero del barco del rey, solicitaban la paz y amistad con Herodes, porque su país se abastecía de alimentos del país real.
  2. El día señalado, Herodes, vestido de las vestimentas reales y sentado en la tribuna, los arengaba.
  3. Y el pueblo gritaba: “¡Es la voz de Dios que habla, y no la de un hombre!”.
  4. Pero en aquel instante un ángel del Señor lo hirió de muerte, por cuando no había glorificado a Dios, y convertido en pasto de gusanos, murió terriblemente roído de gusanos.
  5. Mientras tanto el logos de Dios crecía y se multiplicaba.
  6. Bernabé y Saulo, después de haber cumplido su misión, volvieron de Jerusalén, llevando consigo a Juan Marcos.

 

 Capítulo 13: Bernabé y Saulo evangelizan a Chipre, 1-5. Elimas el Mago, 6-12. Pablo y Bernabé en Pergue de Pamfilia y en Antioquia de Pisidia, 13-43. La polémica de los Judíos, 44-52.

 

Bernabé y Saulo evangelizan a Chipre, 13:1-5.

13:1. En la Iglesia de Antioquía había profetas y doctores: Bernabé y Simón, apodado el Negro; Lucio de Cirene; Manahén, quien se había criado junto con el tetrarca Herodes, y Saulo.

  1. Mientras celebraban el culto del Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: «Separadme a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado».
  2. Entonces, después de haber ayunado y orado, les impusieron las manos y los mandaron a la obra especial que los había encomendado el Señor.
  3. Con esta misión del Espíritu Santo fueron a Seleucia, desde donde se embarcaron hacia Chipre.
  4. Al llegar a Salamina, se pusieron a anunciar el logos de Dios en las sinagogas de los judíos. Tenían también a Juan como auxiliar.

Elimas el Mago, 13:6-12.

  1. Atravesaron toda la isla de Pafos y encontraron a un mago pseudoprofeta judío, llamado Bar Jesús,
  2. que estaba con el procónsul Sergio Paulo, hombre prudente, el cual llamó a Bernabé y Saulo deseando escuchar el logos de Dios.
  3. Pero Elimas, el mago -tal es el significado de su nombre-, por sus sofismas se les oponía procurando apartar al procónsul de la fe.
  4. Entonces, Saulo, llamado también Pablo, lleno del Espíritu Santo, clavó en él sus ojos y le dijo:
  5. «Embustero, malvado hijo del diablo, enemigo de toda justicia, ¿cuándo vas a cesar de hacer tortuosos por tus malas astucias y sofismas los rectos caminos del Señor?
  6. Pues ahora la mano del Señor está sobre ti; te vas a quedar ciego sin ver el sol por cierto tiempo». Y en el mismo instante quedó sumergido en la oscuridad y en las tinieblas; y, dando vueltas, buscaba quien lo llevara de la mano.
  7. Entonces el procónsul, viendo lo que había sucedido, creyó, lleno de admiración por la enseñanza del Señor.

Pablo y Bernabé en Pergue de Pamfelia y en Antioquia de Pisidia, 13:13-43.

  1. Pablo y los suyos zarparon de Pafos y llegaron a Pergue de Panfilia. Juan los dejó y se volvió a Jerusalén.
  2. Ellos continuaron su viaje, y de Pergue pasaron a Antioquía de Pisidia y el sábado entraron en la sinagoga y se sentaron.
  3. Después de la lectura de la ley y de los profetas, los jefes de la sinagoga les mandaron a decir: “Hermanos, si tenéis que comunicar algún logos de enseñanza y consuelo al pueblo, decidlo”.
  4. Pablo se levantó y, haciendo con la mano señal de silencio, dijo: «Israelitas y los nacionales que sois fieles a Dios, escuchad.
  5. El Dios de este pueblo, Israel, eligió a nuestros padres y acrecentó al pueblo durante su exilio en Egipto, y con su brazo todopoderoso los sacó libres de allí;
  6. y durante unos cuarenta años los soportó de sus desdenes y comportamientos displicentes en el desierto,
  7. y después de haber destruido a siete naciones en tierra de Canaán, les dio la posesión de sus tierras,
  8. y después de esto, por unos cuatrocientos cincuenta años más o menos les dio jueces hasta los tiempos del profeta Samuel.
  9. Luego pidieron rey, y Dios les dio a Saúl, hijo de Kis, de la tribu de Benjamín, que reinó durante cuarenta años.
  10. Después lo destituyó y les dio como rey a David, hijo de Jesé, de quien dio este testimonio: He encontrado a David, hombre de mi agrado, quien cumplirá todas mis voluntades.
  11. Dios, según sus promesas, de la descendencia de éste ha suscitado para Israel un salvador, Jesús.
  12. Antes de su venida, Juan había predicado a todo el pueblo de Israel un bautismo de conversión.
  13. Cuando estaba para terminar su misión, Juan decía: “Yo no soy lo que vosotros creéis que soy, sino que viene en pos de mí aquel de quien no soy digno de desatar las sandalias de sus pies.
  14. Hermanos, hijos de la estirpe de Abrahán, y a vosotros nacionales que sois fieles a Dios: «a vosotros ha sido enviado este logos de la sotiría redención, sanación y salvación.
  15. Porque los habitantes de Jerusalén y sus jefes han cumplido los logos de los profetas que se leen cada sábado, y le condenaron a muerte, sin saberlo y así cumplieron las profecías;
  16. y sin haber encontrado ninguna causa de muerte, le condenaron y pidieron a Pilatos que lo matase.
  17. Y así que cumplieron lo que acerca de él estaba escrito, lo bajaron del leño y lo sepultaron.
  18. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos;
  19. él se apareció durante muchos días a los que habían ido con él de Galilea a Jerusalén, y que ahora son sus testigos de su resurrección ante el pueblo.
  20. Nosotros os anunciamos la buena nueva: la promesa hecha a nuestros padres, Dios la ha cumplido en nosotros, sus hijos, resucitando de entre los muertos a Jesús,
  21. según está escrito en el salmo segundo: “Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy”.
  22. Y que Dios lo ha resucitado de los muertos de forma que no vuelva más a la corrupción, así lo había afirmado: Os daré y cumpliré las promesas firmes y santas que había dado a David.
  23. Por lo cual dice también en otra parte: “No permitirás que tu santo vea la corrupción”.
  24. Pues bien, David, después de haber cumplido durante su vida la voluntad de Dios, murió, fue sepultado con sus padres y vio la corrupción.
  25. Pero el que Dios ha resucitado no ha visto la corrupción y descomposición de su cuerpo.
  26. Sabed, pues, hermanos, que hoy se os predica el perdón de los pecados por medio de Jesús Cristo;
  27. y quien cree en Jesús Cristo es justificado y perdonado de todas las cosas, pecados y transgresiones de las que no pudisteis ser justificados y perdonados por la ley de Moisés.
  28. Mirad, por tanto, que no os suceda lo dicho en los profetas:
  29. Mirad, engreídos vosotros que despreciáis a Dios y sus mandatos; y quedaos admirados y asombrados, porque voy a realizar en vuestros días una obra que os parecerá tan paradójica que no creeríais si alguno os la contara».
  30. Y al salir Pablo y Bernabé les rogaron que continuaran hablando y predicando de estos logos el próximo sábado.
  31. Cuando se disolvió la reunión de la sinagoga, muchos judíos y prosélitos practicantes seguían a Pablo y a Bernabé, los cuales hablaban con sencillez con ellos exhortándolos a ser fieles permaneciendo a la χάρις jaris (gracia energía increada) que les concedió Dios.

La polémica de los Judíos, 13:44-52.

  1. El sábado siguiente casi toda la ciudad acudió a escuchar el logos de Dios.
  2. Los judíos, al ver tanta gente, se enfurecieron y se opusieron con blasfemias e insultos contra Cristo y los Apóstoles a lo que Pablo decía.
  3. Entonces Pablo y Bernabé hablaron con toda libertad y franqueza diciendo: «A vosotros, según el plan divino, había que anunciar antes que a nadie el logos de Dios; pero ya que lo rechazáis y vosotros mismos os juzgáis indignos de la vida eterna, ahora nos vamos a las naciones.
  4. Así nos lo mandó el Señor. Por el profeta Isaías hablando sobre el Mesías, dijo: Te he puesto como luz de las naciones, tú eres la σωτηρία sotiría redención, sanación y salvación de todos los hombres hasta los confines de la tierra».
  5. Los nacionales o gentiles de las naciones, al oír estos logos, se llenaron de alegría y aplaudieron el logos del Señor; abrazaron la fe y creyeron los que tenían libre buena voluntad y disposición que estaban determinados para la vida eterna.
  6. Y el logos del Señor se difundía por todo el país.
  7. Pero los judíos soliviantaron a las mujeres religiosas y nobles y a los principales de la ciudad, y provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé y los echaron fuera de las fronteras de su territorio.
  8. Éstos en muestra de protesta sacudieron el polvo de sus pies contra ellos y se fueron a Iconio.
  9. Y los cristianos y discípulos que quedaron en Antioquía y su región estaban cada vez con más gozo, alegría y Espíritu Santo.

 

Capítulo 14: Pablo y Bernabé en Iconio, 1-7. El milagro en Listra y el apedreamiento del Pablo, 8-20. Retorno a Antioquía de Siria, 21-28.

 

Pablo y Bernabé en Iconio, 14:1-7.

14:1. Sucedió que en Iconio entraron también en la sinagoga de los judíos, y hablaron de tal modo que muchos judíos y helenos-griegos creyeron y abrazaron la fe.

  1. Pero los judíos incrédulos que no quisieron creer soliviantaron y exacerbaron los ánimos de los nacionales y los indispusieron contra los hermanos Cristianos.
  2. Sin embargo, allí se quedaron los Apóstoles bastante tiempo, hablando con valentía que les daba la fe en el Señor, el cual confirmaba la enseñanza de ellos sobre jaris-gracia increada, concediéndoles obrar por sus manos milagros y prodigios sobrenaturales.
  3. La población de la ciudad se dividió en dos frentes. Unos estaban con los judíos y otros con los Apóstoles.
  4. Como se produjo un tumulto entre los nacionales o gentiles y los judíos se confabularon a una con las autoridades para insultar y apedrear a los apóstoles.
  5. Pero ellos se dieron cuenta de sus malas intenciones y huyeron a las ciudades de Licaonia, Listra y Derbe y sus alrededores,
  6. y allí se dedicaron a predicar el Evangelio.

El milagro en Listra y el apedreamiento del Pablo, 14:8-20.

  1. En Listra había un hombre sentado imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, jamás había andado.
  2. Él escuchó con atención y fe a Pablo. Pablo mirándolo fijamente y viendo que tenía fe para ser curado,
  3. dijo en alta voz: «Levántate y ponte derecho sobre tus pies». Él inmediatamente dio un salto y echó a andar sano.
  4. La muchedumbre, al ver lo que había hecho Pablo, se puso a gritar en la lengua licaonia: “Los dioses, en forma humana, han descendido en nosotros”.
  5. Y llamaban a Bernabé Zeus y a Pablo Hermes/Mercurio, porque era el más elocuente.
  6. El sacerdote de Zeus, que estaba a la entrada de la ciudad, llevó toros adornados con guirnaldas ante las puertas de las murallas, y, en unión de la muchedumbre, quería ofrecerles un sacrificio en honor a los dos Apóstoles .
  7. Cuando se enteraron de ello los apóstoles Bernabé y Pablo, rasgaron sus vestidos y se lanzaron entre la gente gritando:
  8. «Amigos, ¿por qué hacéis esto? Nosotros somos hombres como vosotros, que hemos venido a anunciaros que dejéis los dioses falsos y os convirtáis al Dios verdadero y vivo, que ha hecho el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos.
  9. El cual ha permitido en las pasadas generaciones que todas las naciones siguiesen sus caminos;
  10. sin embargo, no ha cesado jamás de dar testimonio de sí mismo haciendo el bien, mandándoos desde el cielo lluvias y estaciones fructíferas y saciándoos de comida y llenando vuestros corazones de felicidad».
  11. Con estas palabras lograron a duras penas impedir que la gente les ofreciera aquellos sacrificios.
  12. Pero de Antioquía e Iconio llegaron unos judíos fanáticos que persuadieron y se ganaron a la muchedumbre y apedrearon a Pablo y lo arrastraron fuera de la ciudad, dándolo por muerto.
  13. Pero cuando los discípulos cristianos se juntaron en torno a él para enterrarlo, se levantó y entró en la ciudad. Al día siguiente marchó a Derbe en compañía de Bernabé.

Retorno a Antioquía de Siria, 14:21-28.

  1. Después de haber evangelizado aquella ciudad y haber hecho un buen número de discípulos, se volvieron a Listra, Iconio y Antioquía,
  2. animando a los discípulos y exhortándolos a permanecer en la fe, diciéndoles que tenemos que pasar por muchas tribulaciones para entrar en el reinado de la realeza increada de Dios.
  3. Instituyeron presbíteros en cada Iglesia, y, después de orar y ayunar, los encomendaron al Señor, en el que habían creído.
  4. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia;
  5. y predicaron en Pergue y bajaron a Atalía.
  6. Allí se embarcaron para Antioquía, de donde habían partido y donde los habían encomendado a la jaris-gracia increada de Dios por la obra de evangelización que acababan de cumplir.
  7. Cuando llegaron, reunieron a todos los fieles de la Iglesia y contaron todo lo que había hecho Dios por medio de ellos como colaboradores, y cómo había abierto a los nacionales la puerta de la fe y de la σωτηρία sotiría redención, sanación y salvación.
  8. Y allí permanecieron largo tiempo con los discípulos.

 

Capítulo 15: El sínodo en Jerusalén, 1-12. La decisión del Sínodo, 13-34. Silas con Pablo en lugar de Bernabé, 35-41.

 

El sínodo en Jerusalén, 15:1-12.

15:1. Algunos que vinieron de Judea enseñaban a los hermanos que, “si no os circuncidáis según el rito de Moisés, no podéis salvaros”.

  1. Después de una controversia y agitación no pequeña de Pablo y Bernabé contra ellos, se decidió que Pablo y Bernabé y algunos otros de entre ellos fueran a Jerusalén para tratar de resolver esta cuestión con los apóstoles y los presbíteros.
  2. Ellos, enviados por la Iglesia, atravesaron Fenicia y Samaría, narrando la conversión de los nacionales y causando un gran gozo y alegría a todos los hermanos.
  3. Al llegar a Jerusalén, fueron acogidos por los miembros de la Iglesia, los apóstoles y los presbíteros, y entonces contaron todo lo que Dios había hecho con ellos. Y que Dios abrió la puerta de la fe y salvación a los nacionales idólatras de las naciones.
  4. Algunos de la herejía de los fariseos que habían abrazado la fe se levantaron y dijeron que los nacionales o gentiles debían circuncidarse y guardar la ley de Moisés.
  5. Los apóstoles y los presbíteros se reunieron para estudiar el asunto.
  6. Tras una larga discusión, se levantó Pedro y les dijo: «Hermanos, vosotros sabéis que hace mucho tiempo Dios me eligió entre vosotros para que los nacionales o gentiles idólatras de las naciones oyesen de mis labios el logos del evangelio y abrazaran la fe. (Se refería a Cornilio y su gente).
  7. y no ha hecho diferencia alguna entre ellos y nosotros que estamos circuncidados, purificando y santificando sus corazones con la fe en Cristo.
  8. Ahora bien, ¿por qué tentáis a Dios imponiendo sobre el cuello de los cristianos nacionales o gentiles un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido soportar?
  9. Nosotros creemos que nos salvamos por la gracia de Jesús, el Señor, igual que ellos y no por lος mandatos típicos de la Ley».
  10. Toda la asamblea guardó silencio y escuchaba con atención a Bernabé y a Pablo, que explicaban todos los milagros y prodigios sobrenaturales que había hecho Dios entre los nacionales o gentiles de las naciones por medio de ellos.

La decisión del Sínodo, 15:13-34.

  1. Cuando ellos terminaron, intervino Santiago: «Hermanos, escuchadme con atención.
  2. Simón os ha explicado cómo Dios procuró desde el principio escoger de entre los nacionales o gentiles de las naciones, para hacer un pueblo consagrado y fiel a su nombre.
  3. Con este acontecimiento están de acuerdo los logos de los profetas, según está escrito, también por el profeta Amós:
  4. «Después de esto volveré y restauraré la tienda de David que estaba caída y destruida; repararé sus ruinas y la volveré a levantar su realeza por la realeza espiritual de Cristo,
  5. para que los demás hombres busquen al Señor y todas las naciones sobre las que fue invocado mi nombre, dice el Señor, que ejecuta estas cosas,
  6. y que las obras son conocidas a Dios desde la eternidad».
  7. Por eso yo creo que no hay que inquietar a los nacionales que se convierten con fe a Dios, cargándoles órdenes de la ley de Moisés;
  8. sino escribirles que se abstengan de las contaminaciones de los ídolos, de la lujuria o fornicación, de comer sangre o carne de animales ahogados.
  9. Pues en cada ciudad hay desde antiguo quienes leen pasajes de la ley de Moisés los sábados en la sinagoga».
  10. Entonces los apóstoles y los presbíteros, con toda la Iglesia, decidieron elegir a algunos de entre los Cristianos de Jerusalén y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas Barsabás y a Silas, hombres eminentes entre los hermanos.
  11. Por medio de ellos les mandaron esta carta: «Los apóstoles y los presbíteros, vuestros hermanos, a los hermanos procedentes de los gentiles de las naciones que habitan en Antioquía, Siria y Cilicia.
  12. Nos hemos enterado de que algunos de los nuestros, sin nuestro mandato, os han inquietado y alarmado con sus palabras agitando vuestras psique-almas y ánimos, diciéndoles que os debéis circuncidar y cumplir la ley de Moisés.
  13. Hemos decidido de común acuerdo elegir unos delegados y enviarlos a vosotros, con nuestros queridos Bernabé y Pablo,
  14. hombres que han entregado sus vidas por el nombre de nuestro Señor Jesús Cristo.
  15. Por tanto, os enviamos a Judas y a Silas, que os dirán lo mismo de palabra.
  16. Porque el Espíritu Santo y nosotros hemos decidido como correcto y verdadero no poneros ninguna carga más que estas imprescindibles:
  17. abstenerse de la lujuria o fornicación, de comer sangre y carne sacrificada a los ídolos o de animales ahogados. Haréis bien en guardaros de estas cosas para progresar en la vida pacífica en Cristo. Saludos, que os vaya bien todo”.
  18. Los delegados por las bendiciones de la Iglesia fueron a Antioquía, reunieron a la gente Cristiana y entregaron la carta.
  19. Los Cristianos al leer la carta, se llenaron de alegría por su contenido alentador.
  20. Judas y Silas, que eran también profetas, alentaron y confortaron a los hermanos a la fe ortodoxa en una larga conversación.
  21. Al cabo de cierto tiempo, los despidieron con saludos de paz para los hermanos que los habían enviado.
  22. Pero a Silas prefirió permanecer allí.

Silas con Pablo en lugar de Bernabé, 15:35-41.

  1. Pablo y Bernabé se quedaron en Antioquía, evangelizando y enseñando el logos del Señor en unión de otros muchos predicadores.
  2. Pasados unos días, Pablo dijo a Bernabé: «Volvamos a visitar a los hermanos por todas las ciudades en que anunciamos el logos del Señor, a ver cómo están».
  3. Bernabé quería llevar también a Juan Marcos.
  4. Pablo, en cambio, juzgaba que no debían llevar al que los había dejado en Panfilia y no los había acompañado en la obra de misión.
  5. Discutieron entre ellos, y terminaron por separarse el uno del otro. Bernabé tomó consigo a Marcos, y se embarcó hacia Chipre;
  6. Pablo escogió a Silas y partió, después de encomendarlo los hermanos a la gracia del Señor.
  7. Recorrió Siria y Cilicia, confirmando en la fe y vida a las Iglesias locales.

 

Capítulo 16: Pablo y Silas en Asi Menor y en los Filipos 1-18. Kerigma y persecuciones, 19-40.

 

Pablo y Silas en Asi Menor y en los Filipos, 16:11-18

16:1. Llegó a Derbe y luego a Listra, donde había un discípulo llamado Timoteo, hijo de una judía creyente y de padre griego, nacional.

  1. Los hermanos de Listra e Iconio hablaban muy bien de él por su virtud y fe.
  2. Pablo quiso llevárselo con él, y lo circuncidó, para que no se escandalizasen los judíos que había en aquellos lugares, porque todos sabían que su padre era griego.
  3. Según iban pasando por las ciudades, los Apóstoles enseñaban y comunicaban a los hermanos guardaran los decretos dados por los apóstoles y los presbíteros de Jerusalén.
  4. Las Iglesias locales gracias al kerigma de los Apóstoles, se afianzaban firmemente en la fe y aumentaban en número de fieles de día en día.
  5. Atravesaron Frigia y la región de Galacia, pues el Espíritu Santo les impidió anunciar el logos de Dios en Asia.
  6. Llegaron a Misia e intentaron avanzar hacia Bitinia, pero el Espíritu Santo no se lo permitió.
  7. Cruzaron, pues, Misia, y bajaron a Tróade.
  8. Durante la noche Pablo tuvo una visión: un macedonio, puesto en pie, le suplicaba: “Ven a Macedonia y ayúdanos”.
  9. Inmediatamente después de la visión intentamos pasar a Macedonia, persuadidos de que Dios nos había llamado para evangelizarlos.
  10. Zarpamos de Tróade y fuimos derechos a Samotracia; al día siguiente a Neápolis,
  11. y de allí a Filipos, ciudad importante de Macedonia, colonia romana, en la que permanecimos algunos días.
  12. El sábado salimos fuera de la ciudad y fuimos por la orilla del río, donde pensábamos que estaba el lugar de oración. Nos sentamos y nos pusimos a hablar con las mujeres que allí se habían reunido.
  13. Una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, fiel a Dios, nos estaba escuchando. El Señor abrió su corazón para que aceptase las cosas que Pablo decía.
  14. Después de haber sido bautizada con toda su familia, nos suplicó: “Si consideráis que soy fiel al Señor, venid y quedaos en mi casa como invitados”. Y nos obligó a quedarnos en su casa.
  15. Otra vez, cuando íbamos al lugar de la oración, nos salió al encuentro una muchacha que tenía un espíritu adivinador, la cual con sus adivinaciones procuraba a sus amos muchas ganancias.
  16. Iba detrás de Pablo y de nosotros gritando: “Estos hombres son siervos del Dios altísimo, y os anuncian el camino de la salvación”.
  17. Esto lo hizo muchos días, hasta que Pablo, ya cansado por el astuto malo espíritu, se volvió y dijo al espíritu: «En nombre de Jesús Cristo te mando salir de ella». Y en el mismo instante salió.

Kerigma y persecuciones, 16:19-40.

  1. Sus amos, al ver que había desaparecido la esperanza de su ganancia, prendieron a Pablo y a Silas y los llevaron a la plaza pública ante las autoridades.
  2. Los presentaron a los pretores y dijeron: “Estos hombres alborotan nuestra ciudad. Son judíos,
  3. y predican costumbres que nosotros, siendo romanos, no podemos aceptar ni practicar”.
  4. La gente se sublevó contra ellos, y los pretores mandaron que los desnudaran y les azotaran con varas.
  5. Después de haberles dado muchos palos, los metieron en la cárcel, encargando al carcelero que los guardase bien seguros con cuidado;
  6. él, al recibir tal orden, los metió en la celda más segura, y sujetó sus pies en el cepo de modo que fuera imposible marchar.
  7. Hacia la medianoche, Pablo y Silas estaban en oración cantando himnos a Dios, y los presos escuchaban con atención.
  8. De repente se produjo tan gran terremoto que se conmovieron los cimientos de la cárcel; se abrieron todas las puertas de la cárcel y se soltaron las cadenas de todos.
  9. El carcelero se despertó y, al ver abiertas las puertas de la cárcel, creyendo que los presos se habrían fugado, desenvainó la espada para matarse.
  10. Pablo le gritó a voz alta: “No te hagas daño, que todos estamos aquí”.
  11. Él comprendió inmediatamente el milagro, pidió una luz, entró y se echó temblando ante Pablo y Silas;
  12. los sacó fuera y dijo: “Señores, ¿qué debo hacer para salvarme?”.
  13. Ellos le dijeron: “Cree en Jesús Cristo, el Señor, y te salvarás tú y tu familia”.
  14. Y le anunciaron el logos del Señor a él y a todos los que había en su casa.
  15. A aquellas horas de la noche el carcelero les lavó las heridas, y seguidamente se bautizó él con todos los suyos.
  16. Los subió a su casa, puso la mesa y celebró con alegría toda su familia el haber creído en Dios.
  17. Al llegar el día, los magistrados mandaron a los alguaciles a decir al carcelero: “Pon en libertad a esos hombres”.
  18. El carcelero dijo a Pablo: “Los magistrados han ordenado que seáis libertados. Salid, pues, y marchad en paz”.
  19. Pablo les dijo: “Nos han apaleado públicamente y, sin juzgarnos, a pesar de ser ciudadanos romanos, nos han metido en la cárcel, y ¿ahora quieren sacarnos? Pues no; que vengan ellos a sacarnos y acompañarnos fuera de la cárcel”.
  20. Los alguaciles llevaron la respuesta a los magistrados, los cuales, al oír que eran romanos, tuvieron miedo, por el castigo injusto.
  21. Fueron y les pidieron excusas; los sacaron y les suplicaron que se fueran de la ciudad.
  22. Salieron de la cárcel y fueron a casa de Lidia; vieron a los hermanos, los animaron y después se fueron.

 

Capítulo 17: Pablo y Silas en Tesalónica y Beria, 1-13. Pablo en Atenas, 14-21. Kerigma de Pablo en Areópago,  22-34.

 

Pablo y Silas en Tesalónica y Beria, 17:1-13.

17:1. Pasaron por Anfípolis y Apolonia, donde los judíos tenían una sinagoga.

  1. Pablo, según su costumbre, se presentó allí, y durante tres sábados discutió con ellos sobre las Escrituras,
  2. explicando y probando por las sagradas escrituras que el mesías debía padecer y resucitar de entre los muertos, según el plan omnisciente de Dios; y “el mesías, el Cristo decía, es el Jesús que yo os anuncio”.
  3. Algunos de ellos se convencieron y se unieron a Pablo y Silas, así como muchos prosélitos helenos-griegos y buen número de mujeres nobles.
  4. Los judíos que quedaban con fanatismo a su incredulidad, llevados por la envidia, echaron mano de unos gamberros, que provocaron tumultos y alborotaron la ciudad contra los Apóstoles. Se presentaron ante la casa de Jasón pidiendo llevar a los Apóstoles ante el tribunal del pueblo para condenarlos;
  5. y al no encontrar los Apóstoles, arrastraron a Jasón y algunos Cristianos ante los magistrados, gritando: “Éstos, que han revolucionado el mundo entero, y se han presentado también aquí para hacer lo mismo,
  6. y Jasón los ha hospedado. Todos éstos actúan contra los decretos del César, diciendo que hay otro rey, el Jesús”.
  7. La plebe y los magistrados, al oír estas acusaciones graves, se alarmaron;
  8. pero los magistrados para ponerlos en libertad cuando recibieron la fianza de Jasón y de los restantes cristianos asegurando que Pablo y Silas se marcharon de Tesalónica, los soltaron.
  9. Al llegar la noche, los hermanos hicieron partir en seguida a Pablo y a Silas hacia Beria. Cuando llegaron allí, fueron a la sinagoga de los judíos.
  10. Los judíos de Beria eran más abiertos que los de Tesalónica, y recibieron el logos de Dios con buena disposición, investigando y estudiando diariamente las Escrituras para ver si todo era así como decía Pablo.
  11. Muchos judíos abrazaron la fe, así como gran número de helenos-griegos, mujeres helenas distinguidas y hombres.
  12. Cuando los judíos de Tesalónica supieron que Pablo anunciaba también en Beria el logos de Dios, fueron allá para agitar y alborotar a la plebe.

Pablo en Atenas, 17:14-21.

  1. Entonces los hermanos hicieron partir a Pablo hacia el mar, y Silas y Timoteo se quedaron allí.
  2. Los que acompañaban a Pablo lo llevaron hasta Atenas, y se volvieron en seguida con el encargo para Silas y Timoteo de que se unieran con él lo más pronto posible.
  3. Mientras Pablo los esperaba en Atenas, se llenaba de indignación al contemplar la ciudad llena de ídolos.
  4. Discutía en la sinagoga sobre el tema con los judíos y con los prosélitos que respetaban a Dios, y diariamente en el ágora con los que se encontraba.
  5. Algunos filósofos epicúreos y estoicos conversaban con él; unos decían: “¿Qué querrá decir ese charlatán?”. Y otros: “Parece ser un predicador de deidades desconocidas y extranjeras”, porque Pablo anunciaba a Jesús y la resurrección.
  6. Lo llevaron al Areópago, y le preguntaron: “¿Podemos saber qué doctrina nueva enseñas?
  7. Nos tienes cansados los oídos con cosas paradójicas y extrañas, y queremos saber de qué se trata”.
  8. Todos los atenienses y los extranjeros residentes sólo se entretenían en decir o en oír novedades.

Kerigma de Pablo en Areópago,  17:22-34.

  1. Pablo, puesto en pie en medio del Areópago, dijo: « Hombres Atenienses, por todo lo que veo, os considero muy religiosos.
  2. Al recorrer vuestra ciudad y contemplar vuestros monumentos sagrados, me he encontrado incluso un altar con esta inscripción: “Al Dios desconocido”. Pues bien, lo que vosotros respetáis y veneráis sin conocerlo, eso es lo que yo os vengo a anunciar.
  3. El Dios que ha hecho el mundo y todo lo que hay en él, siendo señor del cielo y de la tierra, no habita en templos construidos por la mano del hombre.
  4. Ni es servido por manos humanas, como si él necesitase algo, siendo Él mismo quien da a todos la vida, el aliento y todas las cosas necesarias para su mantenimiento;
  5. de una sola sangre ha hecho todo el género humano y las naciones, para que habite sobre toda la faz de la tierra, determinando los tiempos de la aparición de la vida y fijó con exactitud las estaciones y las fronteras de sus casas,
  6. para que buscasen a Dios, y a ver si buscando a tientas lo podían encontrar; aunque está muy cerca de cada uno de nosotros,
  7. ya que en él vivimos, nos movemos y existimos, como alguno de vuestros poetas ha dicho también: “Porque somos de su linaje”, creados a imagen y semejanza de Dios.
  8. Pues si nosotros somos linaje de Dios, no debemos pensar que la divinidad es semejante a oro o plata o piedra, escultura hecha por el arte y el ingenio del hombre.
  9. Dios, pasando por alto los tiempos de la ignorancia, hace saber ahora a los hombres que todos, en todas partes, se vuelvan a la metania, se arrepientan y se conviertan,
  10. puesto que ha establecido un día en el que ha de juzgar al universo con justicia por medio de un hombre, a quien ha designado y acreditado ante todos al resucitarlo de entre los muertos».
  11. Al oír hablar de la resurrección de los muertos, unos se burlaban y otros dijeron: “Te oiremos sobre esto otra vez”.
  12. y así Pablo una vez dicho esto, se salió de en medio de ellos.
  13. Algunos, sin embargo, se unieron a él, le siguieron con confianza y creyeron en su kerigma; entre ellos se encontraba Dionisio el Areopagita, una mujer llamada Dámaris y algunos otros.

 

Capítulo 18: Pablo en Corinto, 1-11. Ante Galíon, 12-17. Regreso a través de Éfeso y Jerusalén a Antioquía, 18-23. El Apoló de Corinto, 24-28.

 

Pablo en Corinto, 18:1-11.

18:1. Después de todo esto, Pablo salió de Atenas y fue a Corinto.

  1. Allí encontró a un judío llamado Akilas, oriundo del Ponto, que acababa de llegar de Italia con su mujer, Priscila, por haber decretado Claudio que salieran de Roma todos los judíos; así que Pablo vino y se relacionó con ellos.
  2. y como eran del mismo oficio, se quedó trabajando en su casa; se dedicaban a fabricar tiendas de campaña.
  3. Todos los sábados dialogaba y hablaba en la sinagoga con los hebreos, intentando por su enseñanza a convencer a judíos y a griegos.
  4. Cuando Silas y Timoteo llegaron de Macedonia, Pablo se entregó por completo enseñando el logos de Dios, pero estaba entristecido por la indisposición y desgana de los judíos a los cuales Pablo demostraba que Jesús era el Cristo/Mesías.
  5. Como ellos le llevaban la contraria e insultaban a él y a Cristo, se sacudió la ropa y les dijo: «Que vuestra sangre caiga sobre vuestras cabezas; yo soy inocente; desde ahora me iré a las naciones con los paganos».
  6. Partió de la sinagoga, y fue a casa de un prosélito llamado Justo, quien respetaba y veneraba a Dios, cuya casa estaba contigua a la sinagoga.
  7. Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su familia; y muchos de los corintios que habían oído el kerigma de Pablo creyeron y se bautizaron.
  8. Una noche el Señor dijo en visión a Pablo: «No tengas miedo, habla y no calles,
  9. porque yo estoy contigo, y nadie intentará hacerte mal; tú predica, porque en esta ciudad el pueblo mío es numeroso».
  10. Y realmente se detuvo allí un año y medio, enseñando entre ellos el logos de Dios.

Ante Galíon, 18:12-17.

  1. Siendo Galión procónsul de Acaya, los judíos se sublevaron a una contra Pablo y lo llevaron ante el tribunal,
  2. con esta acusación: “Éste incita a los hombres a que den culto a Dios en contra de la ley de Moisés”.
  3. Cuando Pablo iba a hablar y confesarse, Galión dijo a los judíos: “Si se tratase de un crimen o de un delito grave, yo os escucharía pacientemente, como es de justicia;
  4. pero si es cuestión de enseñanzas y nombres y cosas de vuestra ley, allá vosotros; yo no quiero ser juez de estos asuntos”.
  5. Y los echó del tribunal.
  6. Entonces los helenos-griegos se apoderaron de Sóstenes, el jefe de la sinagoga, y lo golpearon delante del tribunal, sin que nada de esto le importara a Galión.

Regreso a través de Efeso y Jerusalén a Antioquía, 18:18-23.

  1. Pablo permaneció aún cierto tiempo en Corinto; después se despidió de los hermanos y se embarcó hacia Siria. Lo acompañaban Priscila y Akilas. En Kenjreas se había rapado la cabeza porque había hecho un voto a Dios.
  2. Llegaron a Éfeso, donde se separó de ellos. Fue a la sinagoga y estuvo dialogando y hablando con los judíos.
  3. Ellos le pidieron que se quedase más tiempo; pero no accedió;
  4. y se despidió con estas palabras: “debo ir como sea en la próxima fiesta y celebrarla en Jerusalén; Volveré de nuevo, si Dios quiere”; y se marchó de Éfeso en barco;
  5. y desembarcó en Kesarea, fue a saludar a los fieles de la Iglesia en Jerusalén y bajó a Antioquía.
  6. Allí estuvo algún tiempo y recorrió nuevamente la región de Galacia y Frigia, alentando y sosteniendo a todos los discípulos a la fe y vida en Cristo.

El Apolo de Corinto, 18:24-28.

  1. Un judío llamado Apolo, originario de Alejandría, hombre con estudios, elocuente y muy versado en las Escrituras, llegó a Éfeso.
  2. Había sido instruido en el camino del Señor. Lleno de entusiasmo, hablaba y enseñaba con bastante exactitud lo referente al Señor, aunque sólo conocía el bautismo y el kerigma de Juan el Bautista.
  3. Él se puso a hablar con toda libertad en la sinagoga. Cuando lo oyeron Priscila y Akilas, lo llevaron aparte y le expusieron con mayor exactitud el camino de Dios.
  4. Como quería ir a Acaya, los hermanos lo animaron y escribieron a los discípulos para que le hicieran una buena acogida. Una vez allí en Corinto, con la jaris-gracia increada de Dios, ayudó mucho a los que habían creído al Señor.
  5. Con argumentos sólidos refutaba en público a los judíos, demostrando por las Escrituras que Jesús era el Cristo/Mesías.

 

Capítulo 19: Pablo en Efeso, 1-7. Fe e incredulidad de los Hebreos, 8-12. Exorcistas Hebreos, 13-22. El alboroto en Éfeso, 23-41.

 

Pablo en Efeso, 19:1-7.

  1. Mientras Apolo estaba en Corinto, Pablo, después de haber recorrido las regiones montañosas del norte, llegó a Éfeso, donde encontró algunos discípulos,
  2. y les preguntó: «¿Habéis recibido el Espíritu Santo al abrazar la fe?». Ellos contestaron: «Ni siquiera hemos oído decir que existe Espíritu Santo».
  3. Él les preguntó: «¿Pues qué bautismo habéis recibido?». Ellos contestaron: “El bautismo de Juan”.
  4. Pablo dijo: «Juan bautizó con bautismo de μετανοια metania arrepentimiento y conversión, diciendo al pueblo que creyese en el que había de venir después de él, es decir, en Jesús Cristo, el que iba a dar el perdón de los pecados y la salvación».
  5. Al oírlo, se bautizaron en el nombre de Jesús, el Señor.
  6. Cuando Pablo les impuso las manos, descendió sobre ellos el Espíritu Santo, recibieron carismas especiales y se pusieron a hablar en lenguas extranjeras y a profetizar.
  7. Eran en total unas doce personas.

Fe e incredulidad de los Hebreos, 19:8-12.

  1. Pablo entró después en la sinagoga, donde habló con absoluta libertad durante tres meses, discutiendo y esforzándose por convencerlos acerca del reinado de la realeza increada de Dios.
  2. Pero como algunos de los judíos se obstinaban en no creer y desacreditaban el camino de la fe y salvación del Señor ante la gente, se apartó de ellos, hizo un grupo aparte con los discípulos que habían creído y se puso a enseñar diariamente en la escuela de un tal Tirano.
  3. Esto duró dos años, de manera que todos los habitantes de Asia, tanto judíos como helenos-griegos, oyeron la enseñanza de los logos del Señor, Jesús.
  4. Dios hacía milagros extraordinarios por medio de las manos de Pablo,
  5. hasta el punto de que, con sólo aplicar a los enfermos los pañuelos que limpiaba su sudor o cualquier otra prenda de Pablo, se curaban y salían de ellos los espíritus malignos.

Exorcistas hebreos, 19:13-22.

  1. Algunos exorcistas judíos ambulantes intentaron también invocar el nombre de Jesús, el Señor, sobre los que estaban poseídos por espíritus malignos, diciendo: “Os conjuro por Jesús, a quien Pablo predica, que os vayáis de los hombres que poseéis y torturáis”.
  2. Hacían esto los siete hijos de Esceva, sumo sacerdote judío.
  3. Pero el espíritu maligno les respondió: “Conozco a Jesús y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois?”.
  4. El hombre poseído del espíritu maligno saltó sobre ellos, se apoderó de los dos, empezó a golpearlos y los maltrató, de modo que escaparon desnudos y heridos de aquella casa del endemoniado.
  5. Esto se divulgó entre todos los habitantes de Éfeso, judíos y griegos los que no habían creído en Cristo y un gran temor se apoderó de todos ellos, y se ensalzaba y se glorificaba el nombre de Jesús, el Señor.
  6. Muchos creyentes venían a confesar y a manifestar públicamente sus malas praxis de magia.
  7. Y bastantes de los que habían practicado artes mágicas llevaron sus libros y los quemaron en presencia de todos; su valor fue calculado en cincuenta mil monedas de plata.
  8. Así crecía poderosamente el logos del Señor y cada vez se consolidaba más.
  9. Después de esos sucesos, Pablo se propuso atravesar Macedonia y Acaya e ir a Jerusalén. Se decía: “Debo visitar también Roma, después de mi visita a Jerusalén”.
  10. Mandó a Macedonia a dos de sus colaboradores, Timoteo y Erasto, y él se detuvo algún tiempo más en Asia.

El alboroto en Éfeso, 19:23-41

  1. Por entonces se produjo un gran motín a propósito del nuevo camino de la salvación que había apocaliptado-revelado el Señor.
  2. Un platero llamado Demetrio, que hacía templos de plata de Artemisa-Diana, proporcionaba trabajo a los artífices con no pocas ganancias;
  3. reunió a todos los que tenían el mismo oficio y les dijo: “Amigos, sabéis que nuestro trabajo y bienestar depende de este negocio que viene nuestro rico salario;
  4. veis y oís que no sólo en Éfeso, sino en casi toda Asia, ese Pablo ha apartado y persuadido a mucha gente, diciendo que no son dioses los que han sido hechos con las manos de los hombres.
  5. No sólo hay peligro de que nuestro oficio se desacredite, sino también de que sea tenido en nada el templo de la gran diosa Artemisa-Diana y de que sea despojada de la majestad aquella a quien venera toda Asia y el mundo entero”.
  6. Al oír esto se llenaron de ira, y se pusieron a gritar: “Grande es la Artemisa-Diana de los efesios”.
  7. El desorden cundió por toda la ciudad y se lanzaron a una hacia el teatro, arrastrando consigo a Gayo y a Aristarco, macedonios, co-caminantes y compañeros de Pablo.
  8. Pablo quiso presentarse ante el pueblo, pero los discípulos no lo dejaban.
  9. Algunas autoridades de Asia, amigos suyos, le mandaron también recado, rogándole que no se presentase en el teatro y exponerse al peligro.
  10. Cada uno gritaba una cosa, de modo que la asamblea-iglesia del pueblo estaba alborotada y la mayor parte no sabía por qué se habían reunido allí.
  11. Algunos judíos empujaron a Alejandro para que hablara a la gente, y Alejandro hizo señal con la mano de que quería hablar al pueblo a favor de los judíos.
  12. Pero cuando se dieron cuenta de que era judío, todos a una gritaron por espacio de casi dos horas: “¡Grande es la Artemisa-Diana de los efesios!”.
  13. El letrado logró calmar a la multitud y dijo: “Efesios, ¿quién puede ignorar que la ciudad de los efesios es la guardiana de la gran Artemisa-Diana y de su estatua que nos ha enviado del cielo Zeus?
  14. Siendo todo esto incontestable no hay ninguna duda, conviene pues que os mantengáis serenos y no hagáis nada con precipitación.
  15. Porque habéis traído a estos hombres, Gayo y Arístarco, que no han robado ni son sacrílegos ni blasfemadores de vuestra diosa Artemisa-Diana.
  16. Si Demetrio y los artífices que están con él tienen algo contra alguno, para eso hay tribunales y procónsules, pues, que apelen las dos partes a los tribunales.
  17. Y si buscáis y solicitáis algo más, será resuelto en la asamblea legal que de acuerdo a la ley será en unos días.
  18. Porque corremos peligro de ser acusados de rebelión por todo lo que ha sucedido hoy, no habiendo ningún motivo que pueda justificar este alboroto”.
  19. Dicho esto, se disolvió la asamblea.

 

Capítulo 20: Viaje de Pablo a Macedonia y Grecia y de allí a Troada, 1-12. Pablo en Mileto, 13-17. Homilía hacia los presbíteros de Éfeso, 18-38.

 

Viaje de Pablo a Macedonia y Grecia y de allí a Troada, 20:1-12.

20:1. Después que cesó el alboroto, Pablo llamó a los discípulos, les dio ánimo, se despidió de ellos y partió para Macedonia.

  1. Recorrió aquellas regiones exhortando y reforzando a los discípulos con su enseñanza y con muchos otros logos del Evangelio, vino a Helade-Grecia,
  2. donde pasó tres meses. Cuando iba a embarcarse para Siria, se enteró de que los judíos habían preparado un atentado contra él, por lo que determinó volver por Macedonia.
  3. Le acompañaban Sópatros, hijo de Pirro, de Beria; Aristarco y Segundo, de Tesalónica; Gayo, de Derbe, y Timoteo; y los asiáticos Tíquico y Trófimo.
  4. Éstos se adelantaron y nos esperaron en Tróade.
  5. Nosotros nos embarcamos en Filipos después de la pascua hebrea de ázimos, y a los cinco días los alcanzamos en Tróade, donde nos detuvimos siete días.
  6. El primer día de la semana, es decir, el Domingo, nos reunimos para partir y comulgar el pan de la divina Efjaristía, Pablo, que iba a viajar al día siguiente, alargó la enseñanza hablando y dialogando con ellos hasta medianoche.
  7. En la sala de arriba, donde estábamos reunidos, había muchas lámparas encendidas.
  8. Un joven, llamado Eftico, estaba sentado en la ventana. Como Pablo se alargaba demasiado hablando de su enseñanza, le entró un sueño tan profundo que, vencido por él, se cayó desde el tercer piso abajo, y lo levantaron ya cadáver.
  9. Pablo bajó, se echó sobre él y, abrazándolo, dijo: «Tranquilos, su psique-alma ha retornado, está en su interior, está vivo».
  10. Subió de nuevo, partió el pan de la divina Efjaristía y comió, estuvo hablando hasta el alba y se marchó.
  11. Al muchacho lo trajeron vivo, con gran consuelo para todos.

Pablo en Mileto, 20:13-17.

  1. Nosotros zarpamos con tiempo suficiente rumbo a Asos, donde teníamos que recoger a Pablo, pues él había decidido hacer el viaje por tierra.
  2. Así que llegó a Asos, lo recogimos y fuimos a Mitilini.
  3. Seguimos navegando, y al día siguiente nos encontramos frente a la isla Jíos; al otro día atracamos en la isla Samos y pasamos la noche en Troguilion; al día siguiente llegamos a Mileto.
  4. Pablo había resuelto pasar de largo por Éfeso para no perder tiempo en Asia, pues tenía prisa por encontrarse en Jerusalén el día de Pentecostés, si fuera posible.
  5. Desde Mileto mandó a Éfeso a llamar a los presbíteros de la Iglesia.

Homilía a los presbíteros de Éfeso, 20:18-38.

  1. Cuando llegaron, les dijo: «Vosotros sabéis cómo me he portado con vosotros todo el tiempo desde el primer día que entré en Asia Menor,
  2. sirviendo al Señor con toda humildad y con lágrimas, en medio de las pruebas que me han sucedido por las asechanzas de los judíos.
  3. Jamás dejé de anunciaros y enseñaros en público y por las casas todo cuanto os pudiera ser útil espiritualmente,
  4. instando a judíos y helenos-griegos la necesidad de volver a la metania, a arrepentirse y a convertirse en Dios y en la fe en Jesús nuestro Señor.
  5. Y ahora voy a Jerusalén como encadenado y empujado por el Espíritu Santo, sin saber lo que allí me va a suceder;
  6. únicamente sé que el Espíritu Santo me informa que en todas las ciudades me esperan prisiones y tribulaciones.
  7. Pero a mí no me preocupa mi vida ni la considero estimable, con tal de acabar mi misión y cumplir la misión que he recibido de Jesús, el Señor, de anunciar sin miedo la buena nueva del Evangelio de la χάρις-gracia energía increada de Dios.
  8. Yo sé que todos vosotros, entre los que he pasado predicando la realeza increada de Dios, no me volveréis a ver.
  9. Por lo cual os declaro en el día de hoy que tengo la conciencia limpia ante Dios respecto a todos vosotros, si sucede que alguno de vosotros se desvía del camino;
  10. porque jamás dejé de anunciaros el plan y cada voluntad de Dios, en relación de la sotiría salvación del hombre.
  11. Cuidad de vosotros, cómo vivís y cómo enseñáis. Cuidad de todo el rebaño espiritual, del que el Espíritu Santo os ha constituido como guardianes para apacentar la Iglesia del Señor y Dios, que el mismo Señor ha adquirido con su propia sangre.
  12. Yo sé que después de mi partida se introducirán entre vosotros lobos crueles y heréticos, que nos les importará nada sobre las ovejas lógicas de Cristo, sino que intentarán a arrastrarlas en sus engaños y destruirlas psíquicamente y espiritualmente;
  13. y que de entre vosotros mismos surgirán hombres egópatas y ególatras que enseñarán doctrinas falsas y perversas alejando los discípulos del camino ortodoxo de sotiría salvación con el fin de arrastrarlo en pos de sí como seguidores suyos.
  14. Por lo cual, estad en alerta y vigilancia y recordad que durante tres años no he cesado noche y día de instruir y aconsejar con lágrimas en los ojos a cada uno de vosotros.
  15. Y ahora, hermanos míos, os encomiendo a Dios y a la enseñanza de su χάρις gracia increada energía, que sólo Dios tiene poder a edificaros en la vida según Cristo y daros la herencia a todos los que por la jaris increada de Cristo habéis avanzado a la santificación.
  16. De nadie he deseado plata, oro o vestidos.
  17. Vosotros mismos sabéis que estas manos han provisto a mis necesidades y a las de los que andan conmigo.
  18. En todo, en logos y praxis os he mostrado que se debe trabajar así espiritualmente y materialmente para ayudar y apoyar a los hermanos necesitados y débiles en la fe, recordando los logos de Jesús, el Señor que dijo: “Hay más felicidad en dar que en recibir”.
  19. Cuando terminó de hablar, se puso de rodillas y oró con todos ellos.
  20. Todos rompieron a llorar, se echaron al cuello de Pablo y lo abrazaron y besaron con mucho cariño,
  21. afligidos sobre todo porque les había dicho que no volverían a verlo. Y así emocionados le acompañaron hasta el barco.

 

Capítulo 21: Viaje de Pablo a Jerusalén, 1-16. Detención de Pablo e intento de asesinarlo en el templo, 17-30. Intervención del comandante de guarnición, 31-40.

 

Viaje de Pablo a Jerusalén, 21:1-16.

21:1. Así que nos separamos de ellos con dificultad, nos embarcamos y fuimos derechos a la isla Kos, y al día siguiente a la isla Rodas, y de allí a Pátara.

  1. Allí encontramos un barco que pasaría por Fenicia; subimos a él y partimos.
  2. Al dar vista a Chipre, que dejamos a babor, navegamos hacia Siria y desembarcamos en Tiro, porque el barco tenía que dejar allí la carga.
  3. Encontramos a los discípulos y estuvimos con ellos una semana. Ellos, como habían sido iluminados por el Espíritu, decían a Pablo para evitar las duras peripecias que no fuera a Jerusalén.
  4. Pero, al pasar la semana, partimos. Nos acompañaron todos, con sus mujeres y niños, hasta fuera de la ciudad. Nos pusimos de rodillas en la playa y oramos,
  5. nos despedimos mutuamente y subimos al barco; ellos se volvieron a sus casas.
  6. Nosotros, al terminar la navegación, fuimos de Tiro a Ptolemaida, donde saludamos a los hermanos y nos quedamos un día con ellos.
  7. Al día siguiente partimos y llegamos a Kesarea. Fuimos a ver a Felipe, el evangelista, uno de los siete diáconos, y nos quedamos con él en su casa.
  8. Éste tenía cuatro hijas solteras con el don de profecía/teología.
  9. Al cabo de varios días de estar allí, llegó de Judea un profeta llamado Agabo,
  10. el cual fue a nuestro encuentro, tomó el cinto de Pablo, se ató los pies y las manos, y dijo: “Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán en Jerusalén los judíos al hombre de quien es este cinto y lo entregarán en manos de los romanos paganos”.
  11. Cuando oímos esto, suplicamos a Pablo, tanto nosotros como los de aquel lugar llorando que no fuera a Jerusalén.
  12. Pablo respondió: ¿Qué hacéis llorando y partiéndome el corazón? Yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, sino también a morir en Jerusalén por el nombre de Jesús, el Señor».
  13. Y como no había manera de convencerlo, desistimos, diciendo: «Hágase la voluntad del Señor».
  14. Después de unos días, preparamos nuestro equipaje y nos fuimos a Jerusalén.
  15. Fueron también con nosotros algunos discípulos de Kesarea, y nos llevaron a casa de un tal Nasón, chipriota, antiguo discípulo, para hospedarnos.

Detención de Pablo e intento de asesinarlo en el templo, 21:17-30.

  1. Al día siguiente Pablo fue con nosotros a casa de Santiago, donde se reunieron todos los presbíteros.
  2. Después de saludarlos, contó una por una las cosas que había hecho Dios entre los nacionales o gentiles de las naciones por su diaconía apostólica.
  3. Ellos, al oír todo esto, alabaron a Dios, y dijeron a Pablo: “Ves, hermano, cuántos millares de judíos han creído, y todos siguen siendo fieles celadores de la ley de Moisés.
  4. Pero han oído decir de ti que induces a los judíos que viven entre paganos de las naciones a que dejen la ley de Moisés, que no circunciden a sus hijos y que no vivan según las tradiciones y costumbres hebreas.
  5. ¿Qué hacemos ahora? Seguro que se enterarán de que has llegado.
  6. Haz lo que te vamos a decir. Hay entre nosotros cuatro hombres que han hecho un voto;
  7. llévatelos contigo, purifícate con ellos y paga por ellos para que se afeiten la cabeza. Así sabrán todos que no es verdad nada de lo que han oído decir de ti, sino que tú también sigues guardando la ley de Moisés.
  8. Por lo que respecta a los paganos de las naciones que han abrazado la fe, les hemos mandado a decir que se debían abstener de la lujuria o fornicación, de comer sangre y carne sacrificada a los ídolos o de animales ahogados”.
  9. Al día siguiente Pablo tomó consigo a los hombres, se purificó con ellos y entró en el templo para fijar la fecha en la que terminaban los días de la purificación y en la que sería presentada la ofrenda por cada uno de ellos.
  10. Cuando iban ya a cumplirse los siete días, los judíos de Asia, al verlo en el templo, alborotaron a la gente y le echaron mano,
  11. gritando: “Israelitas, ayudadnos: éste es el hombre que va enseñando por todas partes y a todos contra el pueblo, contra la ley, contra este lugar; más aún, ha metido a los helenos-griegos en el templo, profanando este lugar santo”.
  12. Y es que habían visto antes a Trófimo de Éfeso con él en la ciudad, y pensaron que Pablo lo había metido en el templo.
  13. Toda la ciudad se alborotó y la gente acudió en masa. Prendieron a Pablo, lo arrastraron fuera del templo y cerraron rápidamente las puertas, no vaya ser que se contamine y se profane el templo por la sangre de Pablo, porque ya habían decidido matarlo inmediatamente allí.

Intervención del comandante de guarnición, 21:31-40.

  1. Mientras intentaban matarlo, se avisó al comandante de la guarnición romana de que toda Jerusalén estaba alborotada;
  2. sin perder un instante, fue corriendo con soldados y oficiales. Ellos, al ver al comandante y a los soldados, dejaron de sacudir a Pablo.
  3. El comandante llegó, agarró a Pablo y mandó sujetarlo con cadenas; luego preguntó quién era y qué había hecho.
  4. En aquella masa de gente cada uno gritaba una cosa; y no logrando saber nada cierto por aquel alboroto, mandó que lo llevasen al cuartel.
  5. Cuando llegaron a las escaleras, los soldados tuvieron que llevar en volandas a Pablo, debido a la violencia e ímpetu de la muchedumbre.
  6. Porque todo el pueblo venía detrás, gritando: “¡Matadlo, matadlo!”.
  7. Cuando estaban para meterlo en el cuartel, Pablo dijo al comandante: “¿Puedo decirte una cosa?”. Y él dijo: “¿Sabes griego?”
  8. ¿Es que no eres tú el egipcio que hace unos días amotinó a cuatro mil guerrilleros y se fue al desierto con ellos?’.
  9. Pablo dijo: «Yo soy judío, ciudadano de Tarso, una ciudad no desconocida de Cilicia. Te ruego que me permitas hablar al pueblo».
  10. El comandante se lo permitió. Pablo, puesto en pie sobre las escaleras, hizo ademán al pueblo con la mano, y se hizo un gran silencio. Entonces habló en lengua hebrea, diciendo:

 

Capítulo 22: Homilía a la muchedumbre, 1-22. Encarcelación de Pablo, 23-30.

 

Homilía a la muchedumbre, 22:1-22.

22:1. «Hombres hermanos y padres, escuchad ahora mi defensa ante vosotros».

  1. Cuando oyeron que les hablaba en lengua hebrea, el silencio se hizo más profundo.
  2. Él siguió: «Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero educado aquí, en esta ciudad, a los pies de Gamaliel, instruido en la fiel observancia de la ley de nuestros padres, partidario entusiasta de la causa de Dios, como todos vosotros los sois en este día;
  3. yo he perseguido a muerte esta fe nueva, este nuevo camino de la vida cristiana, encadenando y metiendo en la cárcel a hombres y a mujeres,
  4. como lo puede testificar el sumo sacerdote y el colegio de los ancianos; ellos me dieron cartas para los hermanos de Damasco y fui allá con el fin de traer presos a Jerusalén a los creyentes cristianos que encontrara para que fueran castigados.
  5. Pero sucedió que cerca ya de Damasco, hacia mediodía, de repente me envolvió una gran luz divina (increada) venida del cielo.
  6. Caí a tierra, y oí una voz que me decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
  7. Yo pregunté: ¿Quién eres, Señor? Y me dijo: Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues.
  8. Los que estaban conmigo vieron la luz, se asustaron, pero no oyeron la voz del que me hablaba.
  9. Yo dije: ¿Qué tengo que hacer, Señor? Y el Señor me dijo: Levántate y entra en Damasco; allí te dirán lo que Dios ha determinado lo que debes hacer.
  10. Como no veía nada a causa del gran resplandor de aquella luz, entré en Damasco conducido de la mano de mis compañeros de viaje.
  11. Un tal Ananías, fiel cumplidor de la ley, muy virtuoso y estimado por todos los judíos de la ciudad,
  12. se me presentó y me dijo: Hermano Saulo, recobra la vista. Y en el mismo instante la recobré y lo miré.
  13. Él dijo: El Dios de nuestros padres te ha destinado a conocer su voluntad, a ver al Justo Jesús y a oír de su boca su voz,
  14. porque serás su testigo y anunciarás ante todos los hombres de lo que has visto y oído.
  15. Y ahora, ¿qué esperas? Levántate, bautízate y lava tus pecados por el bautismo invocando el nombre del Señor Jesús Cristo.
  16. Sucedió que cuando volví a Jerusalén, estando yo orando en el templo, fui arrebatado en éxtasis y vi al Señor, que me decía:
  17. Date prisa y sal pronto de Jerusalén, porque los judíos no recibirán ni aceptarán tu testimonio y tu kerigma acerca de mí.
  18. Yo le dije: Señor, ellos saben muy bien que yo iba por las sinagogas para meter en la cárcel y torturar a los que creían en ti.
  19. Cuando se derramó la sangre de Esteban, tu testigo y mártir, yo mismo estaba allí, consintiendo y guardando las ropas de los que lo mataban.
  20. Y me dijo: Ponte en camino, que te voy a enviar a pueblos más lejanos».
  21. Hasta aquí lo estuvieron escuchando, pero entonces se pusieron a gritar: «Μátalo, quita del mundo a este hombre, porque no merece vivir».

Encarcelación de Pablo, 22:23-30.

  1. Como ellos continuaban gritando, agitaban los mantos y tiraban polvo al aire,
  2. el comandante mandó meterlo en la fortaleza, con orden de que lo azotaran a ver si confesaba y lograba saber por qué gritaban así los hebreos contra él.
  3. Pero cuando le iban a sujetar con correas, Pablo dijo al oficial allí presente: «¿Está permitido azotar a un ciudadano romano sin haberlo juzgado antes?».
  4. Al oír esto, el oficial salió a comunicárselo al comandante: «¿Ten cuidado de lo qué vas a hacer? Este hombre es ciudadano romano».
  5. El comandante fue y le dijo: “Dime, ¿eres romano?”. Pablo contestó: “Sí”.
  6. El comandante dijo: “Yo he conseguido este derecho de ciudadanía romana mediante una importante suma”. Pablo replicó: “Pues yo lo tengo de nacimiento”.
  7. Al instante los que iban a torturarlo para hacerlo hablar se fueron. Y el comandante tuvo miedo, al darse cuenta de que era romano y que lo había encadenado.
  8. Al día siguiente, queriendo saber con certeza de qué lo acusaban los judíos, lo desató y mandó que se reunieran los sumos sacerdotes y el tribunal supremo. Después bajó a Pablo y lo hizo comparecer ante ellos.

 

Capítulo 23: Pablo procesado ante el Sanedrín, 1-11. Conjura contra la vida de Pablo, 12-21. Enviado a Kesarea bajo compañía segura, 22-35.

 

Pablo procesado ante el Sanedrín, 23:1-11.

  1. Pablo, mirando fijamente al tribunal, dijo: «Hermanos, yo me he comportado con buena conciencia ante Dios hasta el día de hoy».
  2. El sumo sacerdote Ananías mandó a los sirvientes que estaban junto a él que le dieran un puñetazo en la boca.
  3. Pablo le dijo: «Dios te golpeará a ti, pared blanqueada. Tú estás sentado para juzgarme según la ley, ¿y tú violando la ley mandas golpearme?».
  4. Los presentes dijeron: “¡Tú insultas al sumo sacerdote de Dios!”.
  5. Pablo dijo: «No sabía, hermanos, que fuera el sumo sacerdote, pues está escrito: No insultarás al jefe de tu pueblo».
  6. Pablo, sabiendo que una parte del tribunal eran saduceos y otra fariseos, gritó así: «Hombres hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseos; soy juzgado porque creo y tengo esperanza en la resurrección de los muertos».
  7. Al decir esto, surgió una discusión entre los fariseos y los saduceos, y se dividió la asamblea.
  8. Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángeles, ni psique-almas con espíritu fuera del cuerpo; mientras que los fariseos admiten las dos, la resurrección de los muertos y la existencia de ángeles y psique-almas.
  9. Se produjo un gran alboroto. Algunos gramatís-escribas maestros de la ley de la parte de los fariseos se levantaron y afirmaron enérgicamente: “Nosotros no encontramos nada malo en este hombre. ¿Y si le ha hablado un espíritu o un ángel?, pues, no luchemos contra Dios”.
  10. Como la discordia crecía cada vez más, el comandante, temiendo que despedazaran a Pablo, ordenó que bajara la tropa, que lo sacaran de allí y que lo llevaran a la fortaleza.
  11. A la noche siguiente se le apareció el Señor y le dijo: «Ten ánimo Pablo, pues como has predicado y dado testimonio en Jerusalén acerca de mí con valentía y franqueza, así conviene también que lo des en Roma».

Complot contra Pablo, 23:12-21.

  1. Cuando se hizo de día, los judíos convocaron una reunión, en la que se comprometieron bajo juramento a no comer ni beber hasta que matasen a Pablo.
  2. Eran más de cuarenta los que hicieron tal conjuración.
  3. Se presentaron a los sumos sacerdotes y a los ancianos, y dijeron: “Nos hemos comprometido bajo juramento a no comer nada hasta matar a Pablo.
  4. Ahora vosotros y el tribunal supremo tenéis que pedir al comandante que lo haga comparecer en vuestra presencia con el pretexto de examinar más a fondo su causa; nosotros estamos preparados para matarlo antes que llegue”.
  5. Pero el hijo de la hermana de Pablo, que tuvo conocimiento de la conjuración, se presentó, entró en la fortaleza y avisó a Pablo.
  6. Pablo llamó a uno de los oficiales y le dijo: «Lleva a este joven ante el comandante, porque tiene algo que comunicarle».
  7. Él lo levó al comandante, al cual dijo: «El preso Pablo me ha llamado y me ha suplicado que te traiga a este joven, que tiene algo que decirte”.
  8. El comandante lo agarró de la mano, se lo llevó aparte y le preguntó: “¿Qué es lo que tienes que decirme?”.
  9. Contestó: “Que los judíos han acordado pedirte que hagas bajar mañana a Pablo al tribunal con el pretexto de examinar más a fondo su caso.
  10. Tú no lo creas, porque más de cuarenta hombres de entre ellos le van a tender una emboscada, y se han comprometido bajo juramento a no comer ni beber hasta que lo hayan matado; y ahora están preparados, esperando tan sólo tu respuesta a que conduzca a Pablo allí”.

Enviado a Kesarea bajo compañía segura, 23:22-35.

  1. El comandante despidió al muchacho y le ordenó que no dijera a nadie que le había dicho aquello.
  2. Después llamó a dos oficiales y les dijo: “A las nueve de la noche hay que salir para Kesarea. Preparad doscientos soldados de infantería, setenta de caballería y doscientos lanceros.
  3. Disponed también cabalgaduras para montar a Pablo y llevarlo sano y salvo al gobernador Félix”.
  4. Y escribió una carta en estos términos:
  5. “Claudio Lisias al excelentísimo gobernador Félix, saludos.
  6. Los judíos se han apoderado de este hombre, y ya estaban para matarlo, cuando intervine yo con los soldados y lo libré, al saber que era ciudadano romano.
  7. Queriendo conocer la causa por la que lo acusaban, lo conduje a su tribunal supremo;
  8. he encontrado que lo acusaban por cuestiones de su ley y que no había cometido delito que merezca la muerte o la prisión.
  9. Pero informado de que se armaba una conjuración contra este hombre, inmediatamente lo he enviado a ti, notificando a los acusadores que digan ante ti lo que tengan contra él. Salud”.
  10. Los soldados, según las órdenes recibidas, tomaron a Pablo y lo llevaron durante la noche a Antípatris;
  11. y al día siguiente se volvieron a la fortaleza de Jerusalén, dejando que fuesen con él los de caballería,
  12. los cuales, al llegar a Kesarea, entregaron la carta al procurador y le presentaron también a Pablo.
  13. Él leyó la carta, y preguntó a Pablo de qué provincia era; y cuando fue informado de que era de Cilicia,
  14. dijo: “Te oiré cuando se presenten tus acusadores”. Y mandó que lo custodiaran en el palacio de Herodes.

 

Capítulo 24: Proceso y defensa de Pablo ante Félix, 1-9. Su apología, 10-23. Conversación entre Pablo y Félix, 24-27.

 

Proceso y defensa de Pablo ante Félix, 24:1-9.

24:1. Cinco días más tarde, el sumo sacerdote Ananías llegó a Kesarea con algunos ancianos y el abogado llamado Tértulo, y presentaron acusación ante el gobernador contra Pablo.

  1. Cuando Pablo compareció, Tértulo comenzó a acusarle diciendo:
  2. “Gracias a ti, oh excelentísimo Félix, gozamos de una gran tranquilidad, y si esta nación ha obtenido saludables reformas, se debe a tu providencia; nosotros lo reconocemos siempre y en todas partes con la más profunda gratitud.
  3. Y para no entretenerte demasiado, te ruego que nos escuches un momento, con tu acostumbrada bondad.
  4. Hemos comprobado que este hombre es peor que la peste, promueve motines entre todos los judíos esparcidos en el mundo y es el jefe de la herejía de los nazarenos;
  5. hasta ha intentado profanar el templo. Lo hemos arrestado y hemos querido juzgarlo conforme a nuestra ley;
  6. pero llegó el comandante Lisias y nos lo arrebató de las manos,
  7. mandando que sus acusadores compareciesen ante ti. Tú mismo, si le interrogas, podrás comprobar todas las cosas de que lo acusamos”.
  8. Los judíos presentes corroboraron la acusación diciendo que era como se había dicho.

Su apología, 24:10-23.

  1. Pablo, después de darle el gobernador la señal de hablar, respondió: «Como sé que desde hace muchos años eres el juez de esta nación, voy a exponer con toda confianza mi defensa.
  2. Tú puedes averiguar que no hace más de doce días que fui a Jerusalén a rendir culto a Dios.
  3. No me han encontrado discutiendo con nadie en el templo ni amotinando a la gente en las sinagogas o en la ciudad;
  4. ni tampoco pueden probarte las cosas de que ahora me acusan.
  5. Pero te confieso que, conforme al nuevo camino y nueva fe, que ellos llaman secta, sirvo al Dios de nuestros padres, creyendo en todo lo que manda la ley y está lo que escrito en los profetas;
  6. teniendo en Dios la esperanza que estos mismos tienen de que habrá resurrección, tanto de justos como de injustos.
  7. Por tanto, yo me esfuerzo por tener una conciencia intachable para con Dios y para con los hombres.
  8. Después de muchos años he venido a Jerusalén a traer limosnas a mi nación y a presentar ofrendas.
  9. Me encontraron en el templo porque participé en el rito de purificación con unos judíos de Asia, pero sin promover motín o desorden alguno.
  10. Ellos eran los que deberían comparecer ante ti y acusarme, si es que tienen algo contra mí;
  11. o que digan estos mismos qué delito me encontraron cuando comparecí ante el tribunal,
  12. a no ser que me acusen por esta frase que pronuncié ante ellos: “Yo soy juzgado hoy ante vosotros por la resurrección de los muertos».
  13. Félix, que sabía detalladamente las cosas referentes al nuevo camino y fe, les dio largas diciendo: “Cuando venga el comandante Lisias de Kesarea me informaré y examinaré a fondo vuestra causa”.
  14. Y mandó al oficial que lo custodiase, y le permitiese tener alguna libertad y que no prohibiese a ninguno de los suyos que le asistiera.

Conversación entre Pablo y Félix, 24: 24-27.

  1. Unos días después vino Félix con Drusila, su mujer, que era judía, llamó a Pablo y le escuchó acerca de la fe en Cristo.
  2. Cuando él hablaba de la justicia, la continencia y el juicio futuro, Félix, aterrorizado, dijo: “Por ahora vete; cuando tenga ocasión te llamaré de nuevo”.
  3. Esperaba al mismo tiempo que Pablo le diese dinero para soltarlo. Por eso lo llamaba con frecuencia y conversaba con él.
  4. A los dos años sucedió a Félix Porcio Fisto; queriendo congraciarse con los judíos, Félix dejó a Pablo en la cárcel.

 

Capítulo 25: Pablo apela a César, 1-12. Fisto y Agripa sobre Pablo, 13-27.

 

Pablo apela a César, 25:1-12.

25:1. Fisto, a los tres días de su llegada a la provincia de Siria, subió desde Kesarea a Jerusalén.

  1. Los sumos sacerdotes y los jefes de los judíos se le presentaron para acusar a Pablo
  2. y le pidieron como favor que lo trasladara a Jerusalén, mientras preparaban una emboscada para matarlo por el camino.
  3. Fisto respondió que Pablo estaba custodiado en Kesarea y que él mismo tenía que irse de Jerusalén a Kesarea muy pronto;
  4. y añadió: “Por lo tanto, que vengan conmigo vuestras autoridades y que lo acusen, si es que ese hombre ha cometido algún delito”.
  5. Fisto se quedó con ellos unos ocho o diez días. Después bajó a Kesarea. Al día siguiente se sentó en el tribunal, y mandó que trajesen a Pablo.
  6. Cuando se presentó, lo rodearon los judíos que habían llegado de Jerusalén, aduciendo muchas y graves acusaciones contra Pablo, que no podían probar,
  7. mientras que Pablo se defendió diciendo: “Yo no he cometido ningún delito ni contra la ley de los judíos, ni contra el templo, ni contra el Cesar”.
  8. Pero Fisto, queriendo congraciarse con los judíos, preguntó a Pablo: “¿Quieres ir a Jerusalén y ser allí juzgado ante mí de estas cosas?”.
  9. Pablo dijo: «Estoy ante el tribunal del Cesar, donde debo ser juzgado. Yo no he cometido ningún delito contra los judíos, como tú sabes muy bien.
  10. Si he cometido algún delito que merezca la muerte, no me niego a morir; pero si no hay nada de verdad de lo que éstos me acusan, nadie tiene derecho a entregarme a ellos. Apelo al Cesar y pido ser juzgado ante él».
  11. Entonces Fisto, después de haber consultado con su consejo, respondió: “Has apelado al Cesar, al Cesar irás”.

Fisto y Agripa sobre Pablo, 25:13-27

  1. Unos días después, el rey Agripa y su hermana Berenice llegaron a Kesarea para saludar a Fisto.
  2. Como se detuvieron allí muchos días, Fisto expuso al rey el asunto de Pablo, diciendo: “Aquí tenemos un hombre que Félix ha dejado en la cárcel.
  3. Cuando estuve en Jerusalén, los sumos sacerdotes y los ancianos de los judíos me presentaron acusaciones contra él, pidiendo su condena.
  4. Yo les respondí que no es costumbre entre los romanos condenar a la muerte un hombre antes de que el acusado esté en presencia de los acusadores y tenga la ocasión de defenderse de la acusación sobre el crimen que está acusado.
  5. Ellos vinieron conmigo; y yo, sin ninguna dilación, al día siguiente me senté en el tribunal y mandé traer al hombre.
  6. Comparecieron los acusadores, pero no adujeron ninguno de los crímenes que yo sospechaba;
  7. sólo tenían contra él ciertas cuestiones acerca de su propia religión y de un tal Jesús, que ha muerto y que Pablo decía que estaba vivo.
  8. No sabiendo qué decisión tomar en tales cosas, le pregunté si quería ir a Jerusalén y ser allí juzgado de ellas.
  9. Pero Pablo ha apelado y quiere ser sometido al juicio de Augusto. He ordenado que lo custodien hasta que lo remita al César”.
  10. Agripa dijo a Fisto: “También yo desearía oír a este hombre”. Fisto le contestó: “Mañana le oirás”.
  11. Así pues, al día siguiente Agripa y Berenice llegaron con gran pompa y entraron en la audiencia con los jefes militares y las autoridades de la ciudad. Fisto mandó que trajeran a Pablo.
  12. Fisto dijo: “Rey Agripa y cuantos os encontráis aquí con nosotros: Aquí tenéis a este hombre; todos los judíos a una, tanto en Jerusalén como aquí, me han pedido a gritos su cabeza.
  13. Yo he constatado que él no había hecho nada que mereciera la muerte; pero como él mismo ha apelado a Augusto, he decidido enviarlo.
  14. Como no tengo nada concreto que escribir al emperador acerca de él, lo presento ante vosotros, especialmente ante ti, rey Agripa, para, después de este interrogatorio, tener algo que escribir.
  15. No me parece razonable enviar un preso y no indicar los cargos que hay contra él”.

 

Capítulo 26: Defensa de Pablo ante Agripa, 1-23. Conversación entre Agripa y Fisto, 24-32.

 

Defensa de Pablo ante Agripa, 26:1-23.

26:1. Agripa dijo a Pablo: “Tienes permiso para hablar en tu defensa”. Entonces Pablo, con la mano extendida, presentó su defensa:

  1. «Feliz me considero, oh rey Agripa, al poder defenderme ante ti hoy de todas las acusaciones de los judíos,
  2. sobre todo porque tú conoces bien las costumbres y las cuestiones de los judíos; te ruego, pues, que me escuches con paciencia.
  3. Todos los judíos conocen bien cuál ha sido mi vida a partir de mi juventud, pues desde el principio he vivido en medio de mi pueblo, todos los Judíos en Jerusalén lo saben.
  4. Ellos me conocen hace mucho tiempo y, si quieren, pueden testificar que he vivido conforme a la enseñanza y las tradiciones más rigurosas de nuestra religión, es decir, como fariseo,
  5. Ahora estoy sometido a juicio por la esperanza al Mesías, que está basada en la promesa hecha por Dios a nuestros padres,
  6. a la que aspiran nuestras doce tribus, sirviendo a Dios asiduamente día y noche. Por causa de esta esperanza, oh rey, soy acusado por los judíos.
  7. ¿Os parece increíble que Dios resucite a los muertos?
  8. Yo tampoco creí en la resurrección de Jesús ni a Jesús. También yo creí deber mío actuar enérgicamente contra el nombre de Jesús Nazareno;
  9. y lo hice, en efecto, en Jerusalén; con la autorización de los sumos sacerdotes, metí en la cárcel a muchos fieles cristianos y di mi voto para que los condenaran a muerte.
  10. Recorrí las sinagogas y, a fuerza de torturas, los obligaba a renegar. Me ensañé contra ellos de tal modo y manía que los perseguía hasta en las ciudades extranjeras.
  11. Estando en esta obra, me dirigía una vez hacia Damasco, con la autorización y el permiso de los sumos sacerdotes para perseguir a los Cristianos;
  12. al mediodía vi en el camino, oh rey, una luz venida del cielo, más brillante que la del sol, que me envolvió a mí y a los que iban conmigo.
  13. Todos caímos a tierra, y yo oí una voz que me decía en hebreo: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Duro es para ti dar coces contra los clavos».
  14. Yo dije: ¿Quién eres tú, Señor? Y el Señor dijo: «Yo soy Jesús, a quien tú persigues.
  15. Pero levántate y ponte en pie; que me he aparecido a ti para hacerte siervo y testigo de lo que has visto de mí y de lo que te voy a apocaliptar-revelar en el futuro.
  16. Yo te iré salvando y librando de tu pueblo y de los gentiles paganos de las naciones, que yo te enviaré
  17. a abrirles los ojos, para que pasen de las tinieblas a la luz y del poder de Satanás a Dios; para que, por la fe en mí, reciban el perdón de los pecados y la herencia junto con los consagrados y santificados.
  18. Yo no fui desobediente, oh rey Agripa, a la visión celeste,
  19. sino que, primero a los de Damasco, luego a los de Jerusalén y de todo el territorio de Judea y, por fin, a los paganos de las naciones les he predicado que vuelvan a la metania, se arrepientan y se conviertan a Dios y que hagan obras dignas de sincera metania.
  20. Por esto me prendieron los judíos en el templo e intentaron matarme.
  21. Pero con la ayuda y protección de Dios me mantengo hasta hoy sano y salvo dando testimonio del Evangelio a chicos y grandes, no afirmando nada fuera de lo que los profetas y Moisés dijeron que había de suceder en el futuro:
  22. que el Mesías tenía que padecer; que sería el primero en resucitar de entre los muertos, y así anunciaría la luz divina increada tanto al pueblo como a los paganos de las naciones».

Conversación entre Agripa y Fisto, 26:24-32.

  1. Mientras así se defendía, Fisto exclamó: “¡Estás loco, Pablo! Las muchas letras te hacen perder la cabeza”.
  2. Pablo dijo: «No estoy loco, excelentísimo Fisto, sino que pronuncio logos de verdad y de sensatez.
  3. El rey está bien enterado de estas cosas; pues no creo que se le oculte y se escape nada de su atención, ya que no han ocurrido en un rincón, sino en todos los judíos.
  4. ¿Crees, rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees”.
  5. Agripa dijo a Pablo: “Un poco más y me convences a hacerme cristiano”.
  6. Pablo respondió: “¡Quisiera Dios que, por poco o por mucho, no sólo tú, sino todos los que me escuchan hoy, fueran en todo como yo, menos en estas cadenas!”.
  7. Después de decir Pablo estas cosas, el rey, el gobernador, Berenice y todos los sentados se levantaron,
  8. y al retirarse iban diciendo: “Este hombre no ha hecho nada que merezca la muerte o la cárcel”.
  9. Agripa dijo a Fisto: “Se le podía haber dado la libertad si no hubiera apelado al César”.

 

Capítulo 27: Pablo es enviado a Roma, 1-13. La tempestad y naufragio en el mar durante el viaje, 14-26.  Naufragio y salvación en Malta, 27-44

 

Pablo es enviado a Roma, 27:1-13.

27:1. Cuando se decidió que embarcásemos para Italia, entregaron a Pablo y algunos otros presos a un oficial de la legión Augusta, llamado Julio.

  1. Subimos a un barco de Adrumeto, que tenía que dirigirse a las costas de Asia Menor. Estaba en compañía con nosotros también Aristarco, macedonio de Tesalónica.
  2. Al día siguiente llegamos a Sidón; y Julio, que trataba con benevolencia a Pablo, le permitió ir a casa de sus amigos para que le cuidasen.
  3. Partimos de allí y costeamos Chipre, porque los vientos eran contrarios;
  4. surcamos el mar de Cilicia y Panfilia y llegamos a Mira de Licia.
  5. Allí el oficial encontró un barco de Alejandría que se dirigía a Italia, y nos hizo transbordar a él.
  6. Navegamos despacio durante varios días, y a duras penas llegamos frente a Gnido. El viento no nos permitió aproximarnos, y fuimos costeando Creta por el cabo Salmón;
  7. después que lo doblamos, seguimos navegando con grandes dificultades hasta llegar a un lugar llamado “Puertos Buenos”, cerca de la ciudad de Lasea.
  8. Habíamos perdido mucho tiempo y la navegación era peligrosa, pues ya había entrado el otoño. Pablo les avisó:
  9. «Amigos, veo que la navegación no podrá hacerse sin peligro y sin graves daños no sólo del cargamento y del barco, sino también de nuestras vidas».
  10. El oficial, sin embargo, se fiaba del piloto y del patrón del barco más que de lo que decía Pablo.
  11. Y como el puerto no era adecuado para pasar el invierno, la mayoría decidió hacerse a la mar desde allí, por si podían alcanzar Fenice, puerto de Creta, orientado al suroeste y al noroeste y pasar allí el invierno.
  12. Se levantó el viento del sur y creyeron que podrían llevar a cabo su proyecto; levantaron anclas y costearon Creta más de cerca.

La tempestad y naufragio en el mar durante el viaje, 27:14-26. 

  1. Al poco tiempo se desencadenó del lado de la isla un viento huracanado, llamado evroklidon.
  2. El barco fue embestido y, no pudiendo resistir al viento, nos dejamos llevar a la deriva por donde el viento quería.
  3. Al pasar al abrigo de un islote llamado Cauda, a duras penas logramos hacernos con el bote salvavidas;
  4. una vez izado a bordo, reforzaron con cables el casco del barco y así nos dejamos llevar del viento con el áncora suelta, por temor a caer en Sirte de la costa Africana.
  5. Como la tempestad seguía arreciando contra nosotros, al día siguiente echaron al mar la carga,
  6. y al tercer día arrojamos con nuestras propias manos los aparejos del barco.
  7. Durante muchos días no aparecieron ni el sol ni las estrellas, y teníamos encima una tempestad tan fuerte, que perdimos toda esperanza de poder salvarnos.
  8. Como llevábamos sin comer mucho tiempo, Pablo, puesto en pie en medio de ellos, dijo: “Amigos míos, más valía que me hubierais hecho caso y no hubiéramos partido de Creta para evitar este desastre y estos daños.
  9. Pero ahora os recomiendo que tengáis ánimo, porque ninguno de vosotros perderéis la vida; sólo se perderá el barco.
  10. Esta noche un ángel del Dios al que pertenezco y a quien sirvo y doy culto se me ha aparecido y me ha dicho:
  11. «No temas, Pablo; tienes que comparecer ante el César; y he aquí que Dios te ha concedido la vida de todos los que navegan contigo».
  12. Por lo cual alegraos y tened ánimos, amigos; porque confío en Dios, y estoy seguro de que sucederá tal como se me ha dicho por el ángel.
  13. Tenemos que dar en alguna isla, según el plan de Dios».

Naufragio y salvación en Malta, 27:27-44

  1. A los catorce días de andar a la deriva por el Adriático, hacia la medianoche los marineros sospecharon la proximidad de tierra.
  2. Echaron la sonda, y encontraron que había veinte brazas; la echaron de nuevo un poco más adelante, y encontraron quince brazas.
  3. Por temor a chocar contra los escollos, echaron a popa cuatro anclas, esperando con ansiedad que se hiciera de día.
  4. Los marineros intentaron abandonar el barco y arriaron el bote salvavidas con el pretexto de que iban a dar cable a las anclas de proa.
  5. Pablo dijo al oficial y a los soldados: «Si éstos no se quedan a bordo, no podréis salvaros vosotros».
  6. Entonces los soldados cortaron los cables del bote y lo dejaron caer al mar.
  7. Mientras esperaban a que se hiciera de día, Pablo pleno de fe y esperanza en la protección del Señor, instaba a todos a que comiesen, diciéndoles: «Lleváis ya catorce días esperando, en ayunas, sin comer nada;
  8. os aconsejo que comáis algo, que os vendrá bien para vuestra salud; pues ni un cabello de vuestra cabeza se perderá».
  9. Dicho esto, y tomando pan, dio gracias a Dios en presencia de todos, lo partió y comenzó a comer.
  10. Todos se animaron y se pusieron también a comer.
  11. Estábamos a bordo un total de doscientas setenta y seis personas.
  12. Cuando quedaron satisfechos, aligeraron la nave echando el trigo al mar.
  13. Al llegar el día, los marineros no reconocieron aquella tierra; pero divisaron una ensenada que tenía playa y decidieron hacer todo lo posible para varar allí el barco.
  14. Soltaron las anclas y las dejaron caer al mar, aflojando a la vez las ataduras de los timones. Izaron al viento la vela de proa y se dirigieron hacia la playa.
  15. Pero fueron a dar a un lugar azotado por una doble corriente, y el barco encalló; la proa, hincada, quedó inmóvil, mientras que la popa se deshacía por la violencia de las olas.
  16. Los soldados decidieron matar a los presos para que no se escapase ninguno nadando.
  17. Pero el oficial, queriendo salvar a Pablo, se lo impidió, y ordenó que los que supieran nadar se echasen al agua los primeros y saliesen a tierra,
  18. y que los restantes saliesen unos sobre tablas y otros sobre restos del barco. Y así llegaron todos a tierra sanos y salvos.

 

Capítulo 28: Pablo tres meses en la isla de Malta, 1-10. De Malta a Roma, 11-16. Primera y segunda conversación con los judíos de Roma, 17-29. Dos años en casa alquilada 30-31.

 

Pablo tres meses en la isla de Malta, 28:1-10.

28:1. Una vez a salvo, supimos que la isla se llamaba Malta.

  1. Los indígenas nos trataron con una humanidad y filantropía poco común; como estaba lloviendo y hacía frío, encendieron una hoguera bajo un cobertizo y con bondad nos invitaron a calentarnos.
  2. Pablo recogió un montón de ramaje y, al echarlo al fuego, una víbora, que escapaba de las llamas, le mordió la mano.
  3. Cuando los indígenas vieron la víbora colgando de su mano, se decían unos a otros: “Este hombre es ciertamente un asesino; se ha librado del mar, pero la justicia divina no le permite vivir”.
  4. Pero Pablo se sacudió la víbora, la echó al fuego sin sufrir daño alguno por el mordisco de la víbora.
  5. Ellos estaban esperando que se le hinchara la mano y cayese muerto de repente; pero después de un largo rato sin que le pasara nada a Pablo, cambiaron de parecer y decían que era un dios.
  6. Cerca de allí tenía una finca el principal de la isla, llamado Publio, el cual nos acogió durante tres días con afectuosa hospitalidad.
  7. El padre de Publio estaba en cama, atacado de fiebre y disentería. Pablo lo visitó; rezó, le impuso las manos y lo curó.
  8. Ante este acontecimiento, los demás isleños enfermos acudieron también y fueron curados.
  9. Nos tributaron muchos honores y, al marchar, nos suministraron todo lo necesario.

De Malta a Roma, 28:11-16.

  1. Al cabo de tres meses nos hicimos a la mar en un barco de Alejandría que había invernado en la isla. Tenía como signo el “Cástor y Pólux” que según la mitología eran hijos mellizos de Zeus.
  2. Arribados a Siracusa nos detuvimos allí tres días;
  3. desde allí, costeando, fuimos a Regio. Al día siguiente se levantó el viento del sur, y dos días después llegamos a Pozzuoli,
  4. donde encontramos hermanos, que nos instaron a quedarnos con ellos una semana; desde allí nos dirigimos a Roma.
  5. Los hermanos de Roma, que tenían noticias de nuestra llegada, nos salieron al encuentro en el mercado llamado Foro Apio y hasta Tres Tabernas; Pablo, al verlos, dio gracias a Dios por este encuentro con los Cristianos de Roma y cobró ánimos por el apoyo y solidaridad de ellos.
  6. Cuando entramos en Roma, a Pablo le permitieron quedarse en una casa particular con un soldado que lo custodiase.

Pablo predica en Roma, primera y segunda conversación con los judíos de Roma, 28:17-29.

  1. A los tres días Pablo convocó a los judíos principales; y, cuando estaban reunidos, les dijo: «Hermanos, sin haber hecho nada contra el pueblo o las costumbres de nuestros padres, he sido encarcelado en Jerusalén y entregado en manos de los romanos;
  2. los cuales, después de haberme interrogado, querían ponerme en libertad por no haber encontrado en mí nada que mereciese la muerte;
  3. pero como se oponían los judíos, me vi obligado a apelar al César, aunque sin intención de acusar en nada a mi pueblo sino sólo para defenderme.
  4. Éste es el motivo de haberos llamado para veros y conversar con vosotros, pues por la esperanza de Israel, por la venida del Mesías redentor, estoy atado de estas cadenas».
  5. Ellos le dijeron: “Nosotros ni hemos recibido de Judea cartas referentes a ti, ni ninguno de los hermanos que han venido nos ha traído malos informes o ha hablado mal de ti.
  6. Pero deseamos que nos digas lo que tú piensas; pues sabemos que esta herejía encuentra oposición en todas partes”.
  7. Señalaron un día, y fueron a su alojamiento en mayor número. Desde la mañana hasta la tarde les anunció el reinado de la realeza increada de Dios, dando testimonio y esforzándose por convencerlos de quién era Jesús, sobre Su vida y obra, apoyándose en demostraciones de la ley de Moisés y de los profetas.
  8. Unos creyeron lo que decía Pablo, pero otros no quisieron creer.
  9. Al despedirse sin ponerse de acuerdo unos con otros, Pablo terminó con estas palabras: «Con razón dijo el Espíritu Santo a vuestros padres por medio del profeta Isaías:
  10. Ve a este pueblo y diles: Oiréis con los oídos, y no entenderéis; miraréis con vuestros ojos, y no veréis la verdad del Evangelio.
  11. Porque el corazón y nus-espíritu de este pueblo se ha endurecido y embotado, han tapado sus oídos de sus psiques-almas y han cerrado sus ojos para no ver con sus ojos espirituales (nus-espíritu), ni oír con los oídos, ni entender la verdad del Evangelio con la diania-mente, intelecto y volverse a la metania arrepentidos y convertidos para que los cure.
  12. Sabed, pues, que esta sotiría redención, sanación y salvación de Dios ha sido enviada a los paganos o gentiles de las naciones; ellos sí que la escucharán y la aceptarán con buena disposición y ánimo».
  13. Dicho esto, se fueron los judíos discutiendo vivamente entre sí.

Dos años en casa alquilada 28:30-31.

  1. Pablo estuvo dos años en una casa alquilada; allí recibía con alegría a todos los que iban a verlo,
  2. predicando el reinado de la realeza increada de Dios y enseñando las cosas referentes al Señor Jesús Cristo sin obstáculo alguno con toda libertad y franqueza. Amín.

EL NUEVO TESTAMENTO ORTODOXO

Traducido por Χρῆστος Χρυσούλας (Jristos Jrisulas) www.logosortodoxo.com, heleno-griego nativo, criado con la lengua del Nuevo Testamento y la Santa Parádosi-Tradición.

 

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