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Ago 06 2013

La Metamorfosis de Cristo

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San Gregorio Palamás, homilía 34: En la venerable Metamorfosis de nuestro Señor y Dios y Salvador Jesús Cristo. (Lc 9:28-36. Mt 17:1-9 y Mc 9:2-8).

1    Nosotros también, mientras contemplamos y admiramos esta grandiosa obra de Dios, es decir, la creación visible, la admiran y elogian también, mientras la investigan, los sabios de los Helenos. Pero nosotros lo hacemos para alabar al creador, pero ellos contra la gloria del creador, porque de forma miserable han adorado la creación en vez del creador. Así nosotros clarificamos y refinamos los logos de los profetas, de los apóstoles y de los santos padres, para beneficio de los lectores y alabanza del Espíritu que habló a través ellos. Los jefes de la mala astuta y maligna herejía de cada tiempo también emprenden a interpretarlos, pero para perjuicio de sus seguidores, violando la verdad contra la piedad y el respeto, utilizando logos del Espíritu contra el Espíritu. Y al mismo logos de la jaris del evangelio que es alto y adecuado para oídos y dianias (mentes o cerebros) maduros, los Padres teoforos (portadores de la divina luz increada), lo hacen adecuado para los imperfectos. Así de esta manera ablandecen y refinan con sus bocas los logos, exactamente como las madres afectuosas mastican la comida dura y la hacen blanda y bien masticable también para los niños lactantes. Porque el líquido que está en los cuerpos de las madres se hace comida para los niños, también los conceptos que están en los corazones de los padres teoforos se hacen comida adecuada para las psiques de los oyentes convencidos; Las bocas de los mal-astutos y kakodoxos están llenas de veneno mortal, que si se mezcla con los logos de la vida se convierten también estos en mortales para los oyentes que escuchan con imprudencia y sin atención.

2   Pues, alejémonos de los que no aceptan las explicaciones e interpretaciones patrísticas y emprenden solos a introducir sus contrariedades; y por un lado con palabras del texto fingen que las utilizan y por otro niegan y rechazan el concepto piadoso y respetuoso; sobre todo alejémonos como cuando uno se larga de la serpiente. Porque cuando la serpiente muerde mata el cuerpo antes del tiempo separándole de la psique inmortal; pero aquellos, tomando con sus dientes la misma psique, la separan de Dios, que es la eterna muerte de la psique inmortal. Larguémonos pues y evitemos como sea de este tipo de hombres e introduzcámonos en los que enseñan las cosas respetuosas, piadosas, sanadoras y salvadoras, porque están de acuerdo con las tradiciones patrísticas.

3   He dicho ahora estas palabras e hice esta introducción para vuestra agapi (amor desinteresado), porque hoy festejamos la venerable metamorfosis de Cristo y nuestro logos sea para la luz increada que se observó en ella, de la que se hace mucha guerra en contra, aún hoy, por los enemigos de la luz increada. Proponemos, pues, por lo anterior el texto evangélico que se ha leído para el desarrollo del misterio y la demostración de la verdad: “Seis días después tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, su hermano, y los llevó aparte a una monte alto a solas; y se metamorfoseó ante ellos y su rostro resplandeció y brilló como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz” (Mt 17.1-2). Este evangelio, pues, debemos de examinar primero; es decir, ¿después de qué día enumera los seis días el apóstol de Cristo y evangelista, después de los cuales llegó el día de la metamorfosis del Señor? ¿Qué día pues? Después de aquel, durante el que el Señor enseñando a sus alumnos, decía que se trataba de que vendría el Hijo del hombre dentro de la doxa-gloria de su Padre, y añadió: “…que hay algunos de los están aquí, los cuales no saborearán la muerte hasta que vean al Hijo del Hombre viniendo en su realeza” (Mt 16,28). Doxa del Padre y Su realeza, llama aquí la luz increada de su metamorfosis. Esto lo muestra y expone claramente también el evangelista Lucas cuando dice: “Aconteció como ocho días después de estos logos y tomando a Pedro, Juan y Santiago y subió al monte a orar; y mientras él oraba, el tipo y el aspecto de su rostro cambió en otro y sus vestidos se volvieron de una blancura resplandeciente. (Lc 9,28).

 4   ¿Pero cómo concuerdan entre sí ellos, puesto que uno dijo claramente ocho los días entre la promesa y la epifanía y el otro después de seis días? Escuchad y percibid. Encima de la montaña había ocho y se veían seis. Primero estos tres Pedro, Santiago y Juan que habían subido con Jesús: ellos allí vieron que se encontraban y hablaban junto con él también Moisés y Elías, de forma que estos son seis. Pero, junto al Señor coexistían invisiblemente también el Padre y el Espíritu Santo (el Paráclitos); el primero testificando con su voz que este es Su hijo bienamado, el segundo co-resplandeciendo con la nube iluminante y mostrando lo innato e unificado de la luz increada del Hijo, tanto hacia este como hacia el Padre; porque la riqueza es innata y la exaltación del esplendor uniforme. Así pues los seis son ocho. Tal y como el número seis para ellos no tiene ningún desacuerdo con el ocho, tampoco los evangelistas están en desacuerdo, cuando uno dice “después de seis días”, y Lucas por otro lado dice “han pasado más o menos ocho días después de estos logos; pero también con estos logos nos ha dado una especie de tipo místico de los reunidos en la montaña y a la vez apocalíptica (revelativa) y clara.

5   De todos modos uno podría ver, examinando bien al pie de la letra, que la confesión de los evangelistas es la misma. Como Lucas dijo ocho días, no está en desacuerdo con aquel que dijo después de seis días, sino que comprende también el día por el cual se han dicho estos logos y también el día que se ha metamorfoseado el Señor. Estas cosas exactamente permite a comprender también Mateo para los que examinan con sensatez; por eso, con la preposición “después” que expresa el siguiente, él la utilizó y el otro la omitió; porque no dice después de ocho días como aquel que dijo después de seis días, sino que han pasado más o menos ocho días. Así en el concepto histórico de los evangelistas no hay ninguna diferencia.

6   Pero por el aparente desacuerdo entre ellos, nos indica también otro secreto grande. Por eso los que sois refinados y perspicaces en la diania (cerebro, mente, inteligencia) prestar atención en las cosas que se van a decir. ¿Por qué de verdad uno dijo después de seis días y el otro pasó también el séptimo y dijo el octavo? Porque el gran espectáculo de la luz increada de la metamorfosis del Señor es misterio del octavo día, es decir, del futuro siglo, que se refiere después de la cesación del mundo que se hizo en seis días y la superación, trascendencia de nuestro sentido que funciona exádicamente (o seisavamente); Porque tenemos cinco sentidos y añadiéndose en ellos el logos oral como sentido constituye la sextava energía de nuestro instinto, (sentido). La anunciada realeza increada de Dios no sólo es suprasentido, sino también logos supremo; por eso después de la buena inenergización, inoperancia de estos cometidos el valor lo fructifica el séptimo día y el octavo con la fuerza o potencia de la energía increada superior reaparece la realeza increada de Dios. Y esta potencia del divino Espíritu, por la que se ve por los dignos la realeza increada de Dios, mostrando el Señor, a sus alumnos predijo, según san Lucas: “…que hay algunos de los que están aquí, los cuales no saborearán la muerte hasta que vean al Hijo del Hombre viniendo en su realeza” (Lc 9,27); Es decir, dando a los visionarios la fuerza de ver las invisibles, pre-sanándoles de la corrupción mortal y la siniestralidad de la psique que es el pecado; Pero el sabor del pecado es el principio del mal loyismós (pensamiento), el cual pecado aquellos que antes han hecho la catarsis (sanación) no saborean la muerte psíquica, vigilando y manteniendo también la diania (mente, intelecto) sin mancha, como yo creo, con la dínami (potencia, fuerza) de la futura epifanía.

7   “Que hay algunos de los están aquí, los cuales no saborearán la muerte hasta que vean al Hijo del Hombre viniendo en su realeza” “Existen algunos de los que están aquí”. En todas partes es el rey del todo y en todo está su realeza increada, de modo que con lo de “venga su realeza” no declara que llega de otra parte y para otras partes, sino que se apocalipta=revela con la dinami (fuerza, potencia y energía) increada del divino Espíritu; Por eso decía haber venido en dinami (fuerza y energía o potencia). Esta dinami no se es nacida simplemente a casuales, sino a los que se encuentran junto con el Señor, es decir, a los que están apoyados en su fe y que estos también están llevados por el logos encima en montaña alta, como el ejemplo de Pedro, Jacobo y Juan; Es decir, se elevan por encima de nuestra humilde naturaleza; Porque según el divino sabio, por eso el Dios se lo imagina encima en alta montaña y por un lado bajando del lugar de su guardia y por otro ascendiendo a nosotros de abajo, de nuestra humildad, para que esté cabido el no cabido, moderadamente natural y a la medida que en la naturaleza nacida es segura. Este tipo de fantasía o imaginación no es peor que la del nus, sino muy superior y altísima y está hecha de la (increada) dinami del divino Espíritu.

8   Entonces la luz de la metamorfosis del Señor no se hace y deshace, tampoco se describe, ni recae en dinami (fuerza y energía) sensible creada, , aunque se ha visto por poco tiempo en la pequeña cima de montaña; Pero con el intercambio de los sentidos que energizó, operó en ellos el Espíritu, los mistes (instruidos místicamente) del Señor, entonces se transformaron de sarx (cuerpo y carne) a espíritu, según el divino esritor; y así vieron aquella luz inefable, increada que les regaló la dinami del Espíritu divino. Esta luz increada, como no la percibieron los que ahora blasfeman contra ella, ellos creyeron que los notables de los Apóstoles vieron la luz de la metamorfosis del Señor con dinami (fuerza y energía) sensible y creada. Por eso, ellos se emprenden en rebajarla en creada, no solamente aquella luz, es decir, la doxa-gloria y realeza de Dios, sino también la dinami del divino Espíritu, por la que se revelan las cosas divinas a los dignos. Realmente no han escuchado o no han creído a Pablo que decía, “… Lo que ojo no ha visto, lo que oído no ha escuchado y lo que espíritu del corazón humano no ha subido, sentido e imaginado, son las cosas que Dios ha preparado para los que le aman” (1ºCor. 2,9).

9   Pero cuando ha llegado el octavo día, tal y como se ha dicho, el Señor tomando a Pedro, a Santiago y a Juan subió al monte para orar; Porque siempre se alejaba de todos para orar hasta de los Apóstoles, tal y como cuando alimentó con cinco panes y dos pescados los cinco mil hombres junto con sus mujeres y sus hijos; inmediatamente soltó a todos y obligó a sus alumnos subir al barco, y él subió al monte para orar, (Mt 14,22); O tomando consigo pocos, aquellos que sobresalían de los otros, realmente cuando se acercó su pasión salvadora, a los otros alumnos les dijo que se sentaran aquí hasta que termine de orar; Toma consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan (Mt 26,36); ellos, pues, mientras que los había tomado solos, “les subió a la montaña alta y se ha metamorfoseado delante de ellos”, es decir, mientras ellos le estaban viendo.

10   ¿Qué significa se ha metamorfoseado? San Crisóstomo el teólogo dice: Como consintió, abrió un poco de la deidad y mostró a los mistes (instruidos) al inquilino Dios. Porque “mientras oraba”,  como dice Lucas, ”su tipo se hizo distinto”, “resplandeció como sol”, como escribe Mateo; dijo “como el sol”, no para que uno piense que aquella luz increada es como la visible del sentido, -lejos de esta ceguera mental de aquellos que no pueden entender nada más allá que las cosas vistas por el sentido físico-, sino para que conozcamos que aquello que ven por el sentido los que viven sensiblemente, es el sol; y para los que viven en espíritu y viendo mediante el Espíritu ven que es el Cristo como Dios, y no hay necesidad de otra luz para los deificados durante la visión divina; porque para los eternos, él es luz y no otra cosa; ¿Para qué se necesita segunda luz en aquellos que tienen la máxima luz? Cuando oraba así resplandeció aquella luz inefable y reveló inefablemente a los alumnos notables; mientras estaban presentes los profetas puntales, para demostrar que la oración es la autora de aquella expectación bienaventurada; Y aprendamos que por el acercamiento hacia Dios por la virtud y por la unión del nus (o el espíritu del corazón) hacia Éste, se provoca y reaparece aquel esplendor, dado y visto incesantemente a todos los ascendidos por el trabajo exacto a la bondad y la oración verdadera. Porque dice, belleza verdadera y amabilísima, que se contempla sólo por el nus (o el espíritu y corazón) sanado es la relativa con la divina y bienaventurada naturaleza con sus jaris y esplendores, de la que el que la encuentra y la contempla, toma algo de ella, como si se repintara a su rostro con un esplendor encantador lleno de jaris. Por eso Moisés cuando conversaba con Dios su rostro se glorificó.

11   Veis que Moisés también se metamorfoseó, mientras había subido a la montaña, así vio la gloria del Señor. Pero sufrió la metamorfosis no la energizó, operó él, según dice: que en esto me trae el mediocre alumbramiento de la verdad, para ver y padecer el esplendor de Dios. (Ver: escritos de San Gregorio Palamás; Hacia Gravás, pág.346). Pero nuestro Señor Jesús Cristo tenía sólo por sí mismo aquel esplendor; por eso él no necesitaba ni oración que abrillanta al cuerpo con luz divina, sino que mostraba de donde se rehará y abordará a los santos el esplendor de Dios y como será vista de ellos; porque “lucirán también los justos como el sol en la realeza de Dios” (Mt 13,43); y así convertidos enteros en increada luz divina y como nacidos de la luz divina, verán místicamente, secretamente el divino Cristo supra-luciente, del cual la deidad proviniendo naturalmente la doxa-gloria (esplendor), se apocaliptó/reveló encima del Tabor comúnmente también en sus cuerpos, a causa de la uniformidad de la hipostasis (base substancial). Por eso mediante esta luz resplandeció su rostro como el sol.

12   Aquellos que en nuestra época proyectan la enseñanza helénica y la filosofía de este mundo y han preferido no obedecer para nada a los hombres pnevmáticos (guías espirituales) sobre temas del Espíritu, sino que son contradictorios escuchando sobre la luz de la metamorfosis del Señor encima de la montaña y para la luz que se contempló de los ojos apostólicos, ellos descienden enseguida a la luz creada; bajan en esto, aquello que es inmaterial, eterno y sin ocaso, que no sólo está por encima del sentido sino también por encima del nus o espíritu humano; porque ellos se encuentran abajo y no pueden entender nada de lo que está por encima de las cosas terrenales. Pero este que resplandeció por esta luz, demostró de antes que esta luz es increada, puesto que la llamó realeza de Dios; Porque la realeza de Dios no es esclava y creada, sino esta misma por sí sola es insumisa e invencible y más allá de cada tiempo y siglo; y dice que no es correcto de que ha empezado o se llega a la realeza de Dios por los años y los siglos. Ella creemos que es la herencia de los salvados.

13   Como el Señor, cuando se metamorfoseó, resplandeció y mostró la doxa-gloria, el esplendor y la luz aquella, vendrá otra vez tal y como se ha visto por los alumnos en la montaña; ¿entonces tomó y tendrá en los siglos alguna luz que antes no tenía? Lejos de esta blasfemia; porque el que dice esto, aceptará tres naturalezas de Cristo, la divina, la humana y la de aquella luz; entonces no reveló otro esplendor, sino aquel que tenía invisiblemente. Tenía pues escondida de bajo del cuerpo el esplendor de la divina naturaleza. Entonces aquella luz es de la deidad y es increada; porque, según los teólogos, (San Juan Damasceno: En la metamorfosis 12, PG 96, 564c), Cristo se metamorfoseó, no tomando lo que no era, ni cambiado en algo que no era, sino revelando a sus alumnos lo que era, puesto que les abrió los ojos y de ciegos les constituyó y convirtió para que estén viendo. Ves que los ojos que ven por naturaleza están ciegos hacia aquella luz. Entonces ni aquella luz es sensible, ni los que veían simplemente veían con los ojos físicos, sino con los ojos que se habían reconstruido por la dínami (potencia, fuerza y energía increada) del Espíritu divino.

14   Se interalteraron pues, y así vieron la ínteralteración, la que no había tomado recientemente nuestro pienso (cuerpo), sino desde el momento de la toma, en cuando se deificó mediante la unión con el Logos de Dios. Por eso, Aquella que concibió siendo virgen y dio a luz paradójicamente, el nacido de ella como Dios con cuerpo y carne; tal y como san Simeón lo recibió en sus manos y la anciana Ana lo tocó, porque la divina dínami se distinguía por los que tenían los ojos del corazón sanos y limpios, como si luciese entre membranas de vidrio.

15   ¿Por qué no toma de los otros los puntales para subirlos y sobre todo sólo toma a estos? De cualquier modo lo hace para demostrar algo grande y místico (secreto). ¿Cómo pues sería grande y secreta la expectación de la luz sensible, la cual tenían los mismos escogidos, antes de subir, junto con los que quedaron abajo? ¿Y qué necesidad tendrían ellos de la dínami del Espíritu y el refuerzo de ella o la alteración de los ojos para la expectación de aquella luz, si esta luz fuera sensible y creada? ¿Cómo puede ser doxa-gloria y realeza del Padre y del Espíritu la luz sensible? ¿Cómo en este tipo de doxa y realeza vendrá Cristo durante el siglo futuro, en cuando no habrá necesidad de aire, ni de luz, tampoco de lugar, ni de otros elementos, para que Dios sea todo en todos, según el apóstol? (1ª Cor 15,28). Si no será para todos, en todo caso también será para la luz; De estas cosas se demuestra otra vez que aquella luz es de la deidad, porque Juan, el más teólogo de los evangelistas, mediante el libro Apocalipsis manifiesta que la futura y permanente ciudad viviente “no tiene necesidad de sol, ni de luna que la iluminen y brillen en ella; Porque la ilumina la doxa-gloria de Dios y su Cordero es su lámpara. (Apoc 21,23). Por consiguiente, ¿no nos indicó en este punto a Jesús que ahora se ha metamorfoseado divinamente en el Tabor, el cual tiene como lámpara el cuerpo y como luz la doxa-gloria de la deidad que se reveló encima de la montaña a los acompañantes que subieron junto a él? Pero para los que están habitando en aquella ciudad, el mismo dice “no tendrán necesidad de la luz de la lámpara ni de la luz del sol, porque el Señor Dios los alumbrará y no habrá ya noche, y reinarán por los siglos de los siglos” (Apoc 22,5). ¿Qué es pues esta luz, en la que no hay variación ni sombra de cambio? (Sant 1,17). ¿No es de la luz incambiable y sin ocaso esta luz? ¿No es de la deidad?

16   ¿Pero también Moisés y Elías que eran psiques (almas) incorpóreas, cómo aparecieron y se glorificaron mediante luz sensible? Porque ellos también que aparecieron entonces en gloria, decían qué final tendría Jerusalén. ¿Cómo pues, los Apóstoles también reconocieron aquellos que antes no habían visto, sino mediante la dínami, potencia y energía apocalíptica de aquella luz increada?

17   Pero, para no castigar por mucho rato vuestra mente, el resto lo guardaremos para el tiempo de la divina liturgia. Creyendo tal y como hemos sido enseñados de los iluminados por Cristo y sólo ellos conocen exactamente, “porque mis misterios, son para mí y para los míos” (Dan 2,2), dice el Dios mediante el profeta; Buenamente pues creyendo tal y como hemos sido enseñados y comprendiendo el misterio de la metamorfosis del Señor, vayamos caminando hacia el lucimiento de aquella luz; Y mientras amamos la belleza de la inalterable doxa-gloria, estar limpiando y sanando el ojo de la mente de las contaminaciones terrenales, despreciando cada agradable y bonito que no es fijo ni seguro, el cual, aunque aún está dulce, provoca la eterna aflicción o angustia, y aunque traiga belleza al cuerpo, viste la psique con aquella túnica sucia y maloliente del pecado, por causa de la que mientras fue atado de pies y manos aquel que no tenía la prenda de la incorrupta conexión es mandado en aquel fuego y oscuridad exterior.

18   De esto Dios quiera que seamos librados todos con el alumbramiento y reconocimiento de la luz inmaterial y sin ocaso de la metamorfosis del Señor, en gloria de Él y del sin principio ni fin Padre y el vivificante Espíritu, de los cuales uno y el mismo es el esplendor, la deidad, la doxa, la realeza, la potencia y energía increadas ahora y siempre y en los siglos de los siglos: ¡Así sea!

San Gregorio Palamás, homilía 35. En la misma Metamorfosis del Señor, donde se demuestra sobre la luz divina es increada, pero no es la esencia de Dios.

1 El profeta Isaías predijo sobre el Evangelio que: “El Señor dará sobre la tierra logos abreviado” (Is 10,25). Logos abreviado es aquel que en pocas palabras contiene mucha sabiduría e inteligencia. Entonces reconsideremos los pensamientos que antes hemos expuesto e intentemos añadir las que faltan, para que con el resto nos saciemos del significado y sentido incorruptible y seamos apresados enteramente de divino entusiasmo.

2 “Aquel tiempo Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, su hermano, y los llevó aparte a un monte alto a solas; y se metamorfoseó ante ellos y su rostro resplandeció y brilló como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz.”(Mat 17,1). He aquí ahora es tiempo bienvenido, he aquí hermanos día de sanación y salvación, día divino, nuevo, perpetuo y eterno que no se mide por dimensiones, ni aumenta ni se reduce, tampoco se interrumpe por la noche. Porque es día del sol de la justicia, al cual no existe alteración o sombra de conversión (Sant. 1,17). Este sol puesto con la complacencia, la buena voluntad del Padre y la sinergia del Espíritu Santo, resplandeció filantrópicamente encima de nosotros y con su admirable luz increada nos ha extraído de la oscuridad y continúa alumbrando encima de las cabezas para siempre como sol sin ocaso.

3. Como sol de la justicia y de la verdad no consiente alumbrar y ser reconocido exactamente de aquellos que practican la falsedad, la mentira y la injusticia y las demuestran con palabras y obras. Pero se apocalipta=revela a los obreros de la justicia, a los amantes de la verdad y es creído por ellos que con Sus resplandores los deleita. Y esto es aquello que dice la Escritura, “Luz (increada) salió al justo y deleite a su cónyuge” (Sal 96,12). Por eso el profeta salmista psalmodea hacia Dios, “el Thavor y el Ermón deleitan en tu nombre”, pre-describiendo el deleite que más tarde nació a los que le han visto en la montaña por aquel resplandecimiento.

3 a. E Isaías dice “…abrir las prisiones injustas, para destruir las cadenas de la injusticia y los lazos de los yugos duros, para dejar libres los deprimidos y deshacer todo acuerdo injusto” (Is 58,6). ¿Después que dice? “Entonces surgirá y se derramará tu luz como aurora y resplandecerán rápidamente tus vestiduras, y precederá tu justicia andando ante ti y tras de ti la doxa-gloria (increada) de Dios será tu defensa, si apartares el yugo de en medio de ti, el gesto amenazante y el logos vano y maligno; y si das al hambriento tu pan y sacias la psique del humillado y deprimido, entonces en tu oscuridad resplandecerá tu luz y la oscuridad se convertirá como luz del mediodía” (Is 58. 8,9). Porque también a ellos les convierte en otros soles, en los cuales sobreiluminará brillantemente este sol. “Realmente iluminarán también los justos, como el sol, en la realeza increada del Padre de ellos” (Mt 13,43).

4 Expulsemos, pues, hermanos, las obras de la oscuridad y ejecutemos las de la luz, de manera que no sólo andemos decentemente en un día como este, sino que nos convirtamos en hijos del día. Adelante, subamos a la montaña donde Cristo lució para ver las cosas de allí. Más bien, puesto que estamos así y nos hemos hecho dignos de este tipo de día, nos ascenderá al tiempo adecuado el mismo Logos de Dios. Pero ahora extender y elevar el ojo de vuestra diania (mente, cerebro, inteligencia) por favor hacia la luz del kerigma evangélico, de modo que por fin seáis metamorfoseados con la renovación de vuestro nus (espíritu, o energía del corazón humano o el ojo de la psique) y así adquiriendo del esplendor de arriba, os hagáis de la misma forma que la semejanza de la doxa-gloria increada del Señor (Fil 3,21), del cual el rostro lució y brilló hoy como el sol encima del monte.

5  ¿Qué significa, como el sol? En otro tiempo esta luz no se encontraba en este disco como utensilio. Porque el no encarnado Logos increado de Dios que lo ha creado todo (Gén 1 y Jn 1,3), la luz la ha creado el primer día y el disco lo produjo al cuarto día; por lo tanto, puso y encendió la luz en este disco la luz haciéndola estrella que trae el día y a la vez se ve durante el día. Así pues alguna vez también la luz de la deidad no se encontraba en el cuerpo de Cristo como en un utensilio. Porque aquella luz, pues, es preanarja perpetua, antes de todo principio y sin principio y lo añadido (el cuerpo) que tomó de nosotros el Hijo de Dios se produjo ahora para nuestro favor, en cuando tomó en su interior la plenitud de la deidad y se presentó como deificante, iluminador y a la vez dios-iluminante. Así resplandeció el rostro de Cristo como el sol y sus vestimentas se convirtieron blancas como la nieve. Por otro lado Marcos dice que: “Sus vestimentas se hicieron pulidas y resplandecientes y muy blancas, como la nieve, tanto que ningún lavador de la tierra puede hacer tan blancos. (Mar 9,3).

6   Con la misma luz se abrillantaron también las prendas en aquel venerable cuerpo de Cristo pero no por igual: Porque por un lado su rostro se iluminó como el sol, por otro, sus vestimentas como tangentes de aquel cuerpo se han hecho luminosas, y con esto ha mostrado cuales son los uniformes de la doxa-gloria increada que vestirán durante el siglo venidero los que se acercan a Dios; y también cuáles son las prendas de la impecabilidad las que expulsó Adán a causa de su desobediencia y se veía desnudo sintiéndose vergüenza. El divino Lucas pues dice que, “la especie o tipo se convirtió distinta y su vestimenta blanca y reluciente”, viendo todas aquellas cosas realizándose sin precedentes y que no hay nada con que se puedan comparar. Marcos por su parte, iconiza (representa) las vestiduras que estaban pulidas de lucidez y blancas como la nieve, mostrándonos también con iconas (figuras, imágenes) y ejemplos que son inferiores ante la visión, expectación de aquellas vestiduras. Realmente la nieve blanca pero no pulida; Porque tiene su superficie siempre irregular, anómala, puesto que todo se compone de finas burbujas a causa de su mezcla con el aire que existe en sus interiores. Es decir, cuando la nube no se ha compuesto totalmente y no puede expulsar el aire que existe esta cuaja o coagula a causa de la fortaleza del frío, y desciende aireada, blanca e irregular, más o menos como la espuma.

7   Entonces pues, como no bastaba la blancura de la nieve para representar aquella expectación, fue incluido también lo “pulido brillante”, el evangelista mostraba lo sobrenatural de aquella luz, por la que aquellas vestimentas se han hecho blancas y brillantes; porque realmente la cualidad de la luz no es hacer  blancas y pulidas las cosas alumbradas, sino que muestra cual es su color, en cambio aquello que se ve es que las ha cubierto o mejor las ha alterado, cosa que no es cualidad de la luz natural. Lo más paradójico es que cuando las alteró después las conservó inalteradas otra vez, como se mostró después de poco rato. ¿Cómo puede operar estas obras la luz conocida por nosotros? Por eso el evangelista queriendo mostrar sobre-genialmente no sólo aquel esplendor y belleza del rostro del Señor, sino también la belleza de sus vestimentas, apartó con cuidado las belleza física uniendo la brillante pulidez con el blanco de la nieve; Pero como el arte junto con la naturaleza combinan algo bello, poniendo aquella belleza sobre ornamento artificiales, dice: “de tal manera que ningún lavador de la tierra los puede hacer tan blancos”.

8   Pero el Logos increado, infinito y perene que se encarnó para nosotros y la enhipostasiada (instituida o personificada en base substancial o subsistencial) sabiduría del Padre, en todo caso lleva a su interior también el logos del kerigma evangélico; del cual la letra es la vestimenta, porque es blanca y clara y a la vez con brillantez pulida y espléndida, como si estuviese hecha de perlas; más bien son para aquellos que ven espiritualmente las cosas del Espíritu e interpretan como se debe, tal y como el Dios manda (o de forma, manera divina) las palabras de los textos de los logos del kerigma evangélico y son de tal manera y forma que no las puede explicar e interpretar encima de la tierra el lavador, es decir, el sabio de este siglo. ¿Y qué digo explicarlas o interpretarlas? No puede entenderlas ni cuando las explica otro; “Porque hombre psíquico no acepta ni recibe las del espíritu, tampoco puede conocerlas”, tal y como dice el Apóstol, (1ª Cor 2,14). Por eso también los alumbramientos sensibles que percibe, los distingue errónea y equivocadamente de los alumbramientos espirituales y divinos que están por encima del nus (espíritu y corazón humano), “entremetiéndose vanamente en lo que no ha visto, hinchando su mente y espíritu carnal” (Col 2,18).

9   Pero Pedro, que su nus fue iluminado de aquella visión bienaventurada, se elevó hacia el divino eros y con mayor anhelo, no queriendo separarse ya de aquella luz decía al Señor: “es bueno para nosotros quedar aquí, si quieres construimos aquí tres tiendas de cabaña, una para ti, una para Moisés y otra para Elías”, sin conocer lo que decía; porque aún no había llegado el tiempo de la apocatástasis (restablecimiento). Porque cuando venga el tiempo no necesitaremos tiendas hechas a mano. Además tampoco se debía de igualar al Soberano con los esclavos mediante la similitud de las tiendas. Porque el Cristo como auténtico Hijo está el seno del Padre, en cambio los profetas como hijos auténticos de Abraham habitarán convenientemente a su seno. Tal y como Pedro, pues, decía esto por ignorancia, “he aquí una nube alumbrante les ensombreció” interrumpiendo las palabras de Pedro y mostrando cual es la propia tienda que corresponde a Cristo. ¿Pero cuál es la nube y cómo los ensombreció, puesto que era luminosa? ¿Quizás sea la luz inefable a la que habita Dios, la luz que se viste como vestimenta? Porque dice “él que constituye las nubes como carro suyo” (Sal 103,4) y “constituyó la oscuridad su envoltura como tienda cíclica” (Sal 17,13). Y como dice el Apóstol, “es el único que tiene la inmortalidad que habita en la luz inefable” (1ª Tim 6,16). De modo que aquí es la misma cosa luz y oscuridad (gnofos) que como esplendor muy superior, ensombrece.

10   Pero lo que anteriormente es visto por los ojos de los Apóstoles, es calificado por los divinos teólogos como inefable o invisible. Porque dice: “hoy es el abismo de la luz inefable; hoy se ve claramente de los Apóstoles el derramamiento en abundancia del divino esplendor del Thavor” (S. Juan el Damasceno, “En la Metamorfosis” 2, PG 96, 545 B). Y el gran Dionisio el Areopagita mientras dijo que la luz inefable es gnofos (luz que supera toda luz), donde se dice que habita el Dios, escribe que: “en este llega aquel que se hace digno de conocer y ver a Dios” (Epístola 5, PG 3, 1073 A). Por lo tanto, la misma luz era la que antiguamente veían los Apóstoles resplandecer en el rostro del Señor y la nube luminosa que ensombreció después. Pero entonces como alumbraba débilmente permitía la visión; pero después cuando resplandeció con mucha más intensidad era para ellos invisible a causa de su incomparable brillantez. Y así ensombreció la fuente de la luz divina y perpetua, el sol de la justicia Cristo. Además, en el sol sensible la misma luz también proporciona la vista mediante el rayo y la reduce de la visión otra vez cuando uno mira cara a cara al mismo, porque su luminosidad es superior a la capacidad, potencialidad y energía de nuestros ojos.

11   Pero el sol se ve tal y como es por su naturaleza y no como quiere, ni a los que quiere. En cambio el sol de la verdad y la justicia, el Cristo, teniendo no solamente naturaleza, esplendor natural y doxa-gloria sino también voluntad propia, sobreilumina sanando y salvando sólo a los que quiere y cuanto quiere. Por eso, así quiso y apareció como sol ante  los ojos de los Apóstoles, cierto que no a distancia lejana. Después resplandeció con más intensidad según Su voluntad con resplandecimiento incomparable, se convirtió en invisible de los ojos de los Apóstoles, como si se hubiese introducido en una nube luminosa. Pero también se escuchó la voz de la nube: “Este es mi hijo amado que le he entregado mi voluntad, a Él escuchad”. Cuando el Señor se bautizó al Jordán se abrieron los cielos y la misma voz se escuchó de aquella doxa-gloria, la que atentamente también ha visto posteriormente Esteban, cuando se abrieron los cielos y fue emprendido, poseído del Santo Espíritu; pero ahora se escuchó de la nube que ensombreció a Jesús. Por lo tanto, esta es la misma que la suprema doxa-gloria celeste de Dios. ¿Cómo pues la luz sensible y creada es la suprema luz celeste (increada)?

12 Por lo tanto la voz del Padre que salía de la nube enseñó que: todo aquello que fue antes de la venida de nuestro Señor, Dios y Salvador Jesús Cristo, es decir, legislaciones y adopciones etc, eran cosas incompletas y no se hicieron ni realizaron según la anterior voluntad de Dios, sino que se concedieron para la futura parusía (presencia) y epifanía del Señor. Este pues, es aquel al que el Padre se complace y reposa totalmente, como en Hijo amado. Por eso también nos pide que a Él escuchemos y nos disciplinemos. Y si dice: “entrar por la puerta estrecha, porque el camino que conduce a la perdición es amplio y el que conduce a la vida es el estrecho y angustioso”, a Él tenéis que escuchar; y si dice que esta luz (increada) es la realeza (increada) de Dios, a Él tenéis que escuchar y creer y de este tipo de luz (increada) os iréis haciendo dignos de tener.

13   Pero cuando se presentó la nube luminosa y la voz paternal resonó de la nube, dice que los discípulos han caído en la tierra con la cara; pero no a causa de la voz, porque también otras muchas veces se había escuchado la voz, no sólo al Jordán sino a Jerusalén también cuando se acercaba su salvífico padecimiento. Realmente, cuando fueron los Helenos a verle es cuando el Señor dijo: “Padre glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Lo he glorificado y lo glorificaré otra vez” y lo escuchó toda la multitud, pero nadie cayó al suelo. Aquí no se escuchó sólo voz, sino apareció y se vio también la luz ilimitada (increada) junto con la voz. Los Padres teoforos (portadores de la luz) reconocieron que por esta razón cayeron los discípulos con la cara, no por la voz, sino por lo raro, extraño y supra-natural de esta luz (increada). Porque antes de escucharse la voz estaban asustados, tal y como dice Marcos, por supuesto por aquella epifanía.

14 ¿Pero cuando con todo esto se demuestra que aquella luz es divina, supra-natural e increada, ¿qué les pasa entonces a los que se dedican exageradamente en la enseñanza exterior, carnal y mundana y no pueden conocer las cosas del Espíritu? Caen en otro precipicio. No la llaman divina doxa-gloria (increada), ni realeza increada de Dios, tampoco belleza, ni jaris (energía increada), ni resplandor tal y como hemos sido enseñados de Dios y los teólogos, sino insisten en que esto que anteriormente decían que es sensible y creado es la esencia (sustancia) de Dios. Y el Señor dice en los evangelios que esta doxa=gloria (increada) no es común sólo en Él y al Padre, sino también en los santos ángeles, tal y como escribe el divino Lucas: ”Porque el que se avergonzare de mí y de mis logos, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria (increada), y en la del Padre, y de los santos ángeles (Lc 9,26). Los que persisten siendo firmes de que esta doxa-gloria es la esencia (usía), dirán también que es la misma esencia la de Dios y los ángeles, cosa que define la extrema impiedad, blasfemia y profanación.

15 Participan pues, de esta doxa y realeza (increada) no sólo los ángeles, sino también entre los hombres los sanados (espiritualmente) y los santos. Por lo tanto el Padre y el Hijo junto con el Espíritu Santo tienen esta doxa y realeza increada naturalmente; en cambio los ángeles y los hombres la adquieren por la Jaris, de allí reciben la luminosidad. Además Moisés y Elías que aparecieron junto con Él en esta doxa=gloria, exactamente esto nos representaron. Pero Moisés se vio que es participe de la divina doxa no sólo ahora encima del monte Thavor, sino también entonces que se glorificó su rostro, de modo que no podían mirarle fijamente cara a cara los hijos de Israel. Esto es lo que expresa también aquel que dice que: Moisés recibió en su cara, rostro la doxa inmortal del Padre. (San Simeón el intérprete: “Sobre la libertad del nus 21, PG 34, 956 ABC.). Y también aquel que contradijo y refutó a Evnomio quien sostenía que la doxa del pantocrator (todopoderoso) es intransmisible al Hijo, diciéndole que: tampoco aceptaría este tipo de logos aunque se refiriese a Moisés.

16 Es pues, común y una esta increada doxa, realeza y esplendor de nuestro Dios y Sus santos; por eso también “el esplendor de nuestro Dios estará encima nuestro”, canta el profeta psalmista (Sal 89,19). Que es común y una la esencia de Dios y los santos nadie hasta ahora se atrevió a decir. Por supuesto que encima de la montaña el divino esplendor, la deidad del Logos y de la sarx (cuerpo y carne) apareció como común al final. Pero el que se diga que es común la esencia de la deidad y de la sarx lo dirían Eutiques y Dióscuros y no aquellos que respetan y quieren ser piadosos. Además, esta doxa-gloria y esplendor, tal como la han visto los acompañantes de Jesús, la verán cara a cara todos, cuando el Señor aparecerá iluminando de Oriente hasta Occidente. Pero ninguno tuvo acceso en la hipóstasis y esencia de Dios, y ninguno ha visto o ha descrito la fisis (naturaleza) de Dios (Jer 23,18). Y esta luz divina se da a medida que lo admite y recibe cada uno en más o menos, por separado inseparablemente o sin dividirse, según la dignidad de los receptores. Y la demostración de esto está cerca y fácil, porque el rostro del Señor resplandeció y las vestimentas se convirtieron luminosas y blancas como la nieve. También Moisés y Elías se vieron en la misma doxa-gloria, pero nadie de ellos entonces resplandeció como el sol. Y los discípulos parte de esta luz la vieron y parte no la pudieron tocarla y ver fijamente cara a cara.

17 Así pues, aquella luz se mide y se reparte indivisiblemente, y es recibida de lo más a menos o crece y decrece; y parte de esta se conoce ahora y parte después. Por eso también el divino Pablo dice: “Ahora conocemos y profetizamos (teologizamos) parcialmente” (1ª Cor 13,9). Pero es totalmente indivisible e incomprensible la esencia de Dios y ninguna esencia crece y decrece (u oscila). Sobre lo demás, son indicios de los malditos Masalianos, quienes creen que la esencia de Dios se ve según ellos por los dignos. Pero nosotros derrumbando los kakodoxos heréticos antiguos y contemporáneos y creyendo que los santos ven la increada realeza, doxa, esplendor, luz inefable, divina jaris y comunión con ella, tal y como nos hemos educado e instruido, pero no ven la esencia de Dios, caminemos pues hacia el lucimiento de la luz de la jaris, para conocer y contemplar la tri-iluminante Deidad, que resplandece de una inefable e uniforme fisis (naturaleza) con tres hipostasis-personas. Y los ojos de nuestro nus elevémonos hacia el Logos increado, que ahora está instalado con Su cuerpo encima de los arcos celestes. Este de forma divina sentado en la parte derecha de la grandeza, manda hacia nosotros como de un lugar muy lejano, este mensaje: «Aquel que quiere estar y participar de esta doxa=gloria increada, a la medida de lo posible que imite y ande el camino y gobierno que yo he indicado con mi vida en la tierra».

18 Observemos pues, con los ojos interiores este tema tan grande, que nuestra naturaleza conviva eternamente con el fuego inmaterial de la deidad. Y mientras expulsemos las prendas de piel que hemos vestido a causa de la desobediencia, las conductas y hábitos mundanos, terrenales y carnales, es decir, que estemos parados en tierra santa, divina, demostrando cada uno su tierra santa, mediante la virtud y la elevación hacia Dios, de modo que estemos en presencia cuando Dios se adviene en luz increada en nuestro interior, y recurriendo a iluminarnos e iluminados, convivir eternamente junto con Él por la doxa de los tres soles, del uno y soberano esplendor, ahora y siempre y en los siglos de los siglos. ¡Así sea, Amín!

San Gregorio Palamás

Traductor: xX.jJ

2 comentarios

  1. reparaciones del hogar

    Impresionate, formato de tu blog! ¿Cuanto tiempo llevas bloggeando? haces que leer en tu blog sea entretenido. El diseño total de tu web es currado, al igual que el material contenido!
    Saludos

    1. ADJL

      Hola, te contesto después de un mes!! mas vale tarde que nunca!!
      Pues bloggeando llevo relativamente muy poquito, menos de un año que lo hemos descubierto.

      Sobre el diseño, pues ha ido saliendo poco a poco, me gustaba la temática antigua de pergamino y al final a salido esto!!

      Con agapi desinteresada y con ayuda de nuestra todasanta Panayía y con las bendiciones de nuestros yérontas, van saliendo las cosas ortodoxamente!!

      Saludos en Cristo!!

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