Con la enseñanza del Filioque, sobre “la procedencia del Santo Espíritu también por el Hijo ”se introduce la dualidad (dos principios) en la Santa Trinidad, que constituye διθεΐα (dizeía, doble deidad, dos dioses) y se desprecia el Santo Espíritu (San Fotios). Este desprecio del Santo Espíritu creó un serio vacío en la Iglesia, que alguien debería reemplazar, rellenar. Esto quiso hacerlo un hombre y este hombre es el Papa. Así, lo de por el Santo Espíritu infalible de la Iglesia se traspasa a un hombre “infalible” y gobernante de toda la Iglesia (San Fotios).
Para que no seamos injustos con los romanocatólicos, exponemos a continuación un fragmento de la “Disposición Dogmática sobre la Iglesia”, uno de los libros que contienen las decisiones del IIº Sínodo Vaticano, de la XX sinodo ecuménico como la llaman los Papistas. *(Los Romanocatólicos, como es conocido, no se quedaron en el VIIº Sínod Ecuménicoo, sino que convocaron otros 13. Estos Sínodos son para ellos un gran obstáculo, porque aunque quisieran superar el espíritu escolástico y judicial, no pueden porque están comprometidos por las decisiones de estos pseudosínodos. A esta conclusión llega el estudiante de la “Catequesis de la Iglesia Católica”, que es la última catequesis oficial después del IIº sínodo vaticano, del que aún resuena su espíritu.)
“La Asociación o Cuerpo de los Obispos no tiene poder, si no se encuentra en comunión con el Obispo de Roma, el sucesor de Pedro y la Cabeza de la Asociación, porque permanece intacto y entero el poder de la Primacía sobre todos los pastores y creyentes. Realmente el Obispo de Roma con su axioma como representante de Cristo en la tierra y pastor de toda la Iglesia, tiene plena, superior y universal autoridad y poder dentro de la Iglesia, por lo cual puede siempre ejercer libremente… El Obispo de Roma, como sucesor de Pedro, es la continua y visible autoridad y cimiento de la unidad, tanto de los Obispos como de la multitud de los creyentes. (IIº Sínodo Vaticano, Lumen Gentium).
Citamos algunos fragmentos en relación esto, de la oficial catequesis “de la Iglesia Romanocatólica”: <<La única Iglesia de Cristo… es aquella en la que para su pastoreo, nuestro Salvador, después de su Resurrección, puso al Apóstolos Pedro (ver Juan 21,17) y le confió a él y a los demás Apóstoles la propagación y su gobernación… `Esta Iglesia que se ha compuesto y organizado como sociedad dentro del mundo, existe en la Iglesia Católica, que se gobierna por el sucesor del Apóstolos Pedro y de los obispos que se encuentran en comunión con él… La asociación de obispos ejerce el poder en toda la Iglesia, teniendo como forma oficial el Sínodo Ecuménico…´ `No puede existir Sínodo Ecuménico sino se legaliza o por lo menos no sea aceptado por el sucesor de Pedro´… `Ésto, la infabilidad, la tiene el obispo de Roma, cabeza de la asociación de obispos, gracias a su axioma, en cuanto como primer pastor y maestro de todos los creyentes, que apoya y sostiene la fe a sus hermanos, proclama con acto definitivo una enseñanza relativa a la fe y la moral… `…Para la ordenación regular de un obispo hoy se exige un especial permiso del obispo de Roma, a causa de su cualidad por ser el lazo supremo de comunión entre las Iglesias locales dentro de la una Iglesia y la garantía de sus libertades. (Catequesis de la Iglesia Romanocatólica, Vaticano. Ediciones Cactos, Atenas 1994, pág. 271, 293, 295, 488).
Además es digno de ver que el Papa en textos oficiales no firma como Obispo de Roma, sino como obispo de la Iglesia católica o simplemente con su nombre, por ejemplo Juan-Pablo II. Probablemente se considera a si mismo Super-obispo o como obispo de los obispos.
El dogma de “infalible” se reconoció y se recalcó más en el IIº sínodo Vaticano: “Esta sumisión religiosa de la voluntad y del nus se debe indicar de especial manera como auténtico poder didáctico del Pontífice Romano, aún cuando habla ex cátedra” (igual que antes pág.16)
Se manifiesta con lo anterior que lo infalible del Papa se extendió para cualquier decisión. Es decir, mientras con el Iº sínodo Vaticano sólo los de ex cátedra y con el uso del término definimus (definimos) las decisiones del Papa eran infalibles; En el IIº sínodo Vaticano aparece y expresa que el Papa es infalible, no solo cuando aparece oficialmente sino cuando no es oficial también.
Además se ve claramente de lo anterior, que el sínodo ecuménico se convierte en una pandilla (de carcas, trilleros) de consejeros de los Papas. Lo infalible o inequívoco en la Iglesia Romanocatólica no pertenece al sínodo ecuménico, sino al Papa. ¿Pero quien proclamó al Papa infalible? ¿El falible Sínodo?
De esta manera la primacía sinódica que fue entregada por los Santos Apóstoles, se sustituye por el poder y autoridad papocéntrica. El “infalible” Papa se constituye el centro y la fuente de la unidad de la Iglesia, que significa que la Iglesia tiene necesidad de un hombre para mantener la unidad. Así se aparta y se rebaja la tesis y lugar de Cristo y del Santo Espíritu. Además con el traspaso de lo infalible del Santo Espíritu a la persona del Papa se limita la perspectiva esjatológica de la historia de la Iglesia y se constituye en mundanocrática (gobernada por leyes mundanas, chico bueno, chico malo, eres bueno Dios te quiere, eres malo no te quiere y te castiga, eres malo y tienes dinero, pagas al banco del Vaticano y te salvas; en definitiva, un Dios cambiable cosido a la imagen y semejanza del papa, como las leyes mundanas de comercio, derecho, política y tribunal).
Los ortodoxos con profunda tristeza y como no, con indignación sagrada, leemos las anteriores decisiones. Lo consideramos blasfemia contra el Espíritu Santo. Así comprendemos el duro y filántropo logos del padre Justino Pópovich: “En la historia del género humano existen tres principales caídas: la de Adán, la de Judas y la del Papa”. (Arch. Justino Pópovits, Ortodoxa Iglesia y Ecumenismo, pág. 212)
Semejante lenguaje duro como éste del P. Justino Popovich usó la Ortodoxa Iglesia a través de los siglos. En las pretensiones papistas para la primacía del poder y lo infalible, los Ortodoxos resistieron siempre en la Eclesiología Ortodoxa.
Según Mitrofanis Kritópulos Patriarca de Alejandría: “Nunca se ha oido que un hombre mortal y culpable de miríadas de pecados que se llame cabeza de la Iglesia. Porque aquel también es persona que sufre la muerte. Entonces desde el dia e muere un papa hasta el día de la elección de uno nuevo es necesario que la Iglesia permanezca sin cabeza. Pero tal como exactamente un cuerpo sin cabeza no puede estar vivo y de pie ni un momento, así también la Iglesia sin la cabeza adecuada para ella es imposible que se quede viva ni por unos segundos. Pues la Iglesia necesita de cabeza inmortal, para poder ser siembre viva, energizada, activa y operativa, tal como la cabeza… Cierto es que así de este tipo es la cabeza de la Ortodoxa Iglesia Católica que es el Señor Jesús Cristo, el cual es la cabeza de todos, del cual se compone todo el cuerpo…”
Según Dosizeo de Jerusalén, en la conocida “Confesión” sobre el yugo Turco, la época de esclavitud Turca (1672): “En la Iglesia Católica Ortodoxa, como el hombre es mortal, es imposible que sea cabeza católica (universal, entera) sin principio y fin; ésta cabeza es nuestro Señor Jesús Cristo que gobierna y conduce a través de los santos padres. “
En 1895 el Sínodo del Patriarcado Ecuménico con el Patriarca Anzimos VII, editó una excelente e interesantísima circular hacia el santo clero y su fiel pueblo del trono Patriarcal de Costantinópolis, en contestación a la circular de Papa León 13º, quien dirigiéndose a los gobernantes y los pueblos de la ecumeni (de toda la tierra) y hacia la Iglesia Ortodoxa, los invitaban a acercarse a la Iglesia papista después de que reconocieran lo infalible del papa, la primacía del poder y el poder internacional del papa en toda la Iglesia. Ponemos un fragmento:
“La ortodoxa oriental y católica Iglesia de Cristo, solo al inefablemente humanizado (hecho hombre, encarnado) Hijo y Logos de Dios reconoce como infalible y a ningún otro que exista en la tierra lo reconoce como infalible; más éste mismo apóstol Pedro, del cual se jacta y se cree el papa que es su sucesor, tres veces negó al Señor y dos veces fue recriminado por el apóstol Pablo, ya que no actuaba ortodoxamente sobre la verdad del Evangelio… En cambio la Iglesia Ortodoxa mantiene la fe evangélica pura, no falseada, “la actual Iglesia Romana papista es la Iglesia de las innovaciones y falsificaciones de los textos de los Padres de la Iglesia y la tergiversación de la misma Divina Escritura y de la decisiones de los Santos Sínodos; por eso razonable y justamente se proscribe y se abdica, puesto que se queda en esta su posición engañosa´´ Dice San Gregorio el Nanciano: “Es elogiable la guerra más grande, sí te separan de la paz de Dios”.
En éste punto me gustaría contestar alguna posible protesta.
Últimamente el Papa de Roma y teólogos Romanocatólicos hablan de vez en cuando de manera halagüeña sobre nuestra Iglesia Ortodoxa y proceden en discursos y manifestaciones filoortodoxas (como amigos). ¿Ha cambiado algo que pueda hacer cambiar nuestra posición frente al Papismo?
Realmente hay personas aisladas Romanocatólicas que con certeza expresan sus posiciones filoortodoxas.
Mientras que la línea y política oficial del Vaticano es distinta. El Vaticano usa el doble lenguaje y doble cara. Cuando se dirige a nosotros usa expresiones de agapi-amor. En cambio cuando se dirige hacia los Romanocatólicos usa sus conocidas antiguas posiciones duras. No debemos olvidar que cada manifestación filoortodoxa no se refiere de ningún modo a la Iglesia Ortodoxa, sino generalmente a la Iglesia Oriental, que para muchos Romanocatólicos se identifica con las comunidades uniatas. (El traductor. Mi experiencia personal se identifica exactamente con lo referido anteriormente. Aquí en las Españas, en las que llevo 30 años, actúan así o peor, son lobos “carcas” que van con piel de cordero; como se les dé un poco de libertad son capaces de llevarte a la hoguera, el espíritu inquisidor lo llevan escondido por dentro, son como las zorras, como cuervos y si te descuidas te sacan los ojos.).
Nos remitimos al texto del bienaventurado profesor de Nuevo Testamento de la escuela teológica de la Universidad de Atenas, Ioanis Panagópulos, que podemos calificarle de todo menos antiecuménico, el cual comentando la circular con el tema de la unión de las Iglesias, que dirigió el 25 de Marzo 1995 el Papa Juan-Pablo II hacia los Romanocatólicos y todos los cristianos dice:
“… para la Iglesia Ortodoxa (la circular) dedica especialmente muchos párrafos (50-61). Mientras que para las otras comunidades cristianas acepta que mantienen algunos datos auténticos de la verdad cristiana y su santidad (10-13); al contrario la Ortodoxa Iglesia se reconoce como Iglesia hermana, el otro “pulmón” del cuerpo de Cristo (54), la cual a pesar de eso se encuentra separada de la Iglesia Romanocatólica o Papista. Se reconoce también directamente la sucesión apostólica y Sus Misterios y se estima sinceramente su riqueza espiritual y litúrgica. Mientras tanto a pesar de ésta cesión, se sobreentiende claramente que la Iglesia Ortodoxa tampoco no contiene plenamente la verdad cristiana, como también igual que las confesiones protestantes, al tiempo que no se introducen en comunión con la sede Romana. La Iglesia Romanocatólica desea y aparece otra vez como fuente y única autenticidad y juez de la eclesiología de todas las comunidades cristianas… La circular retorna con intransigencia e inflexibilidad a las proclamaciones del Decreto sobre Ecumenismo de 2º Sínodo Vaticaneo. Su base principal es: “la comunión de las Iglesias de otras partes con la Iglesia de Roma es condición necesaria para la unión.” La primacía del obispo de Roma está fundamentada en la voluntad de Dios y se entiende como vigilancia sobre la unión eclesiástica, en la transmisión de la fe, en la ceremonia litúrgica y sacramental, en misiones, en el orden canónico y la vida cristiana en general. Solo con la comunión con los sucesores de Pedro se garantiza la plenitud de la una y santa Iglesia católica y apostólica. Cada discusión o conversación para la unidad eclesiástica presupone la aceptación sin condiciones de la primacía del Papa, el cual Dios ha creado “como perpetuo y visible principio y cimiento de unidad´´. ..
Los creyentes Ortodoxos debemos confesar nuestro pleno desencanto sobre ésta nueva Circular del Papa. Porque ésta percepción tradicional Romanocatólica sobre la Iglesia y la unión, constituyó ya desde el siglo V, la piedra de toque de escándalo a pesar de las discusiones teológicas de 1500 años no llegamos a ningún resultado positivo y naturalmente no llegaremos a ninguno, mientras la Iglesia Romanocatólica insista y permanezca intransigente en la aceptación de la primacía papista. <…> En consecuencia, es pues imperdonable la ingenuidad y sensiblería el hecho que uno sostenga que la nueva circular papista deja abierto el tema de la primacía. La única novedad en este tema es su concesión a los otros y con exigencia y de manera diplomática, para que los demás indiquen todos “su auténtico heroísmo” y “sacrificio de unidad”. Es decir que seamos heroes (Panagópulos, Vaticano y la Unión de las Iglesias Cristianas).
Esta actitud del Vaticano y principalmente la antiortodoxa acción de la Unía obligó al Patriarcado Ecuménico a parar el diálogo con los Romanocatólicos. Es también digno de mencionar que el excelentísimo Patriarca declaró hace unos meses a periodistas austriacos, que las Iglesias Ortodoxas no aceptaron el acuerdo de Balamand, y menos el de la Iglesia de Rumania.
Además entre las dos Iglesias existen muchas otras diferencias, como por ejemplo la enseñanza sobre el purgatorio y la enseñanza sobre nuestra Panayía (Todasanta Virgen), la cual llaman Marioloyía (que es fantasmatología de carcas caídos “tiologos” que escriben lo que les dicta su escolástico orgullo intelectual y espiritual). Proclamando como dogma la concepción sin inseminación de la Panayía la separan del género humano, la hacen una especie de diosa bajada del cielo, cosa que tiene consecuencias gravísimas de la sanación y salvación para la humanidad: si la Virgen tenía otra naturaleza distinta a la humana, entonces el Señor tomando la naturaleza humana de Ella glorificó o hizo la zéosis a otra naturaleza y no a la común fisis (naturaleza) de todos los hombres.
Todas estas diferencias tienen el denominador común del humanocentrismo o antropocentrismo. Fruto del antropocentrismo es el judicial (nomenclatura) y de derecho espíritu de los Romanocatólicos, el cual se ve en el derecho canónico y en muchas instituciones de la Iglesia Occidental.
Un ejemplo claro que confirma lo anterior es la manera en se hace el misterio de la Confesión. El confesor y el confesado entran en dos locutorios, sin que se vea el uno con el otro, y allí se hace una clase de “juicio”, durante el cual el confesado enumera sus pecados y recibe las reprensiones que definen los cánones de la Iglesia Romanocatólica. Para la Iglesia Ortodoxa éste misterio se entiende de otra manera: existe una inmediata relación personal entre el pnevmaticós-guía espiritual, en la cual el pnevmaticos es el padre y el confesado su hijo espiritual, que va a abrir su corazón, contar su dolor, sus pecados, y que toma la adecuada terapia espiritual. (Por el traductor:El Misterio de la Metania Ortodoxa es la auténtica psicoterapia Ortodoxa, y su psicofármaco es la increada energía Jaris de Jristós, el sanador de nuestras psijes y cuerpos, como dice la Divina Litúrgia).
El humanocentrismo de la Iglesia Romanocatólica se ve también en sus continuas innovaciones. Al contrario, la Iglesia Ortodoxa no acepta innovaciones, no añadió nada a lo que nos enseño el Señor y los Santos Apóstoles. Es la verdadera Iglesia por excelencia evangélica y apostólica, esto se expresa también en la vida y en sus instituciones o costumbres las cuales son absolutamente evangélicas y apostólicas.
Todo lo ortodoxo es θεανθρωπωκεντρικό (zeanzropozentrikó, dioshumanocéntrico). Al contrario, todo lo Occidental, sea papista o protestante, ha recibido poco o mucho la influencia del humanocentrismo. Por eso el bienaventurado teólogo y filósofo Ruso Komiakof decía que el papismo y protestantismo son dos caras opuestas de la misma moneda.
Pero también San Nectario de Egina escribía característicamente, comparando la Iglesia Occidental con el Protestantismo: “La única diferencia que existe entre estos dos sistemas es la siguiente: por un lado, en la Iglesia Occidental el átomo o individuo, o sea el Papa, reúne sobre sí mismo muchas personas mudas y no libres (esclavos) que se conforman cada vez a los principios, conductas y actitudes del sobreasentado individuo; por otro lado, en el Protestantismo la Iglesia se asentó y se conjuntó sobre el individuo. El resultado es que la Iglesia Occidental es individuo y nada más. ¿Pero quién puede garantizarnos el mismo parecer, actitud y conducta de todos los Papas? ¿Si cada Papa juzga e interpreta lo correcto como a él le parece y traduce e interpreta la Santa Escritura como él quiere y sentencia como él considera qué es correcto, en qué se diferencia éste de todos los que dogmatizan en la Protestante Iglesia; cuál es la diferencia con los gobernantes? Quizás en los Protestantes cada individuo constituye una Iglesia, en cambio, en su totalidad la Iglesia Papista la constituye un individuo, no siempre el mismo individuo, sino que en cada tiempo uno diferente. (San Nectario, Sínodos Ecuménicos, pág 73.) La esencia es la misma, la atomocratía o individualismo. En el papismo la atomocratía, individualismo del Papa y en el Protestantismo la atomocratía de cada individuo Protestante, donde cada uno es criterio de la verdad.
En la Iglesia Ortodoxa la dioscentricidad-zeantropocentricidad es testificada por todo aquello en que consiste su vida y enseñanza. El arte eclesiástico, la agiografía-iconografía, la arquitectura, la música, etc… Si comparamos una Madona del renacimiento con un icono Bizantino de la Virgen, acreditaremos esta diferencia. La Madona es una mujer bella, en cambio, la Panayía bizantina es un ser humano glorificado. Si comparamos el Templo de San Pedro en Roma con el Templo de Santa Sofía en Constantinopla (Kostantinópolis), comprobaremos cuanto antropocentrismo expresa el Templo de San Pedro, el cual intenta imponerse con el peso de la materia. Al contrario, entrando en la Santa Sofía, uno se siente que sale, que se eleva al cielo. El templo de Santa Sofía no intenta impresionar con su riqueza ni con su materia. Lo mismo ocurre con la música Bizantina eclesiástica, que regocija y eleva al cielo, y no tiene ninguna relación con la polifónica música europea, que simplemente alimenta y agrada el sentimentalismo del hombre.
Por todas estas causas la unión no es cuestión de acuerdo solo en algunos dogmas, sino la aceptación del espíritu ortodoxo, zeantropocéntrico, cristocéntrico, triadocéntrico en los dogmas, en la piedad, en la eclesiología, en el canónico derecho, en la pastoral, en el arte, y en la áskisis (ascesis, ejercicio, entrenamiento).
Para que se haga la verdadera unión, tendríamos, por un lado, que nosotros dimitir de nuestro Ortodoxo zeantropocentrismo-dioshumanocentrismo o los Papistas de su propio humanocentrismo. (Escojan, el Papa o Jesús Cristo). Lo primero es imposible que ocurra por la Jaris (increada energía) de nuestro Señor, porque sería una traición al Evangelio de nuestro Cristo. Lo segundo es difícil que ocurra; pero “los imposibles de los hombres son posibles para Dios” (Lucas 18´27.)
Creemos que tampoco interesa a los no Ortodoxos que nosotros dimitamos de nuestra Ortodoxia. Mientras existe la Ortodoxia, se salva auténtica y no innovada y falsificada fe evangélica, la “que se entregó enteramente a los Santos” (Judas, 3.). Existe testificación de la real comunión de Dios con el hombre; la verdad de la Iglesia como comunión dioshumana-zeantrópina. Además, así los heterodoxos que la perdieron conocen que en alguna parte existe. Tienen esperanza. Quizás alguna vez la busquen aisladamente o colectivamente. La encontrarán y descansarán. Que guardemos esta santa fe no solo para nosotros sino para todos nuestros hermanos heterodoxos y para todo el mundo. La teoría sobre dos pulmones, por los que respira la Iglesia, es decir, del Papismo y la Ortodoxia, no puede ser aceptable por la parte Ortodoxa, porque un pulmón (el Papismo) no actúa ortodoxamente y el pulmón que tiene ahora padece de una enfermedad incurable.
Agradecemos a la Todasanta Trinidad, inicial vivificadora, por Su gran regalo, nuestra Fe Ortodoxa y los respetuosos ancestros, didáscalos, sacerdotes, obispos y padres espirituales que nos enseñaron y entregaron esta Santa Fe.
Confesamos, que no descansaríamos espiritualmente en una Iglesia que en todo sustituye al Zeántropos Cristo por el “infalible” hombre, “papa” o “protestante”.
Creemos que nuestra Iglesia es la Una, Santa, Católica y Apostólica Iglesia de Cristo, que tiene la plenitud de la Verdad y de la Jaris (increada energía). Nos entristecemos porque los heterodoxos cristianos no pueden disfrutar de esta plenitud, y sobre todo porque es cierto que intentan algunas veces arrastrar y proselitizan a los Ortodoxos Cristianos en sus comunidades, dónde solo una parcial, separada y tergiversada opinión tienen sobre la verdad. Estimamos el amor que tienen por Cristo y cuantas obras buenas hacen, pero no podemos aceptar que la interpretación que dan al Evangelio de Cristo está de acuerdo con la didascalia de Cristo, de los Santos Apóstoles, los santos Padres y los Santos Regionales y Ecuménicos Sínodos.
Oramos para que el primer Pastor, Cristo, el único infalible Jefe y Cabeza de la Iglesia, que a ellos les conduzca a la Santa Iglesia Ortodoxa, que es la casa paternal de ellos, de la cual una vez se desviaron, y oramos para que a nosotros los Ortodoxos nos ilumine (con su increada Jaris, ya que ellos no la aceptan así) de manera que permanezcamos hasta la muerte fieles a la santa e original (no innovada) Fe nuestra, nos ayude a consolidarnos y a profundizar lo más posible en ella, “hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, en personas perfectas, a la medida que corresponde a la plenitud de Cristo. (Ef. 4´13) Amén.
La Ortodoxia no es una religión, es fe en apocalipsis, revelación. La columna vertebral de la Ortodoxia es kázarsis, iluminación y zéosis, más el discernimiento entre esencia y energía increadas y creadas; es la auténtica psicoterapia y “fe energizada por la agapi-amor” (Gal.5,6), la increada energía amor de Jristós, energizada por la increada energía Jaris (gracia) del Dios Trina. En nuestra Iglesia se sana el hombre físicamente y psíjicamente como dice la divina liturgia, “Jristós el médico de nuestros cuerpos y psijes”, sanación del hombre (Adán) enfermo a causa del obscurecimiento de su nus por el movimiento de la energía maligna de su propia voluntad (Eva) egoísta y orgullosa y del Maligno. “Ven y lo verás”.
SAN GREGORIO PALAMÁS: La Iglesia de Occidente, como es enorme, le pasó lo mismo que al más enorme de los animales, es decir, el elefante, el cual cuando cae no puede levantarse. Pero si esta Iglesia pide ayuda, nosotros todos estamos bien dispuestos y prestos a extender la mano sanadora y salvadora de ayuda. (Logos demostrativos B´1)
Archimandrita Yeorgios
Yérondas del monasterio de San Gregorio Santo Monte Athos
Traducción de xX.jJ