EL ESTADO DEL VATICANO

 

El Vaticano es un centro, un palacio con un mecanismo administrativo- sistema de la Romanocatólica-Papista Iglesia y del estado Papista. El Papa es el jefe de la Iglesia Romanocatólica y a la vez el jefe del estado del Vaticano, que dispone de ministros, de economía, antiguamente de ejercito y hoy de policía, diplomacia y cualquier otra cosa que constituye un estado.

Todos conocemos cuantas guerras sangrientas y de larga duración fueron hechas en el pasado por los Papas y sobre todo durante “la lucha o guerra de rodeo” que empezó por el Papa Gregorio VII en 1075 y duró 200 años. La finalidad de estas guerras era la seguridad y la extensión del estado del Vaticano. Hoy también, y a pesar de su empequeñecimiento, el estado del Vaticano se entromete enérgicamente y  activamente e impulsa soluciones a favor de sus intereses, con el resultado de graves heridas a otros pueblos y sobre todo Ortodoxos, tal como recientemente en la guerra de Croatas y Musulmanes contra los Ortodoxos Serbios.

El Papa en varios países es representado por el Nuncio, que es su ojo y su oído. En Atenas está el Arzobispo Latino, el Epíscopo Uniata y el Nuncio. Estos oficios papocesáricos se resumen característicamente en lo que dijo el Papa Inocencio III (1198-1216), el más grande de los Papas de la edad media, en su discurso de entronización: “El que tiene la novia es el novio. Pero esta novia (la Iglesia) no se casó con las manos vacías, sino que me ofreció un dote incomparable, es decir, la plenitud de los bienes espirituales y la magnitud de los mundanos, la grandeza y la abundancia de ambos… Como símbolo de los bienes mundanos me dio la Corona, la Mitra por el Sacerdocio, la Corona para el reino y me hizo representante de Aquél que en su prenda y su muslo fue escrito: “Rey de los reinados y Señor de los señores” (Migne, PL217, 665 AB. Y Archimandrita Bilalis, Ortodoxia y Papismo, pág. 155, Atenas). Según la tradición Occidental, el emperador tenía que sostener la brida del caballo papista en los encuentros oficiales, demostrando así su sumisión al Papa.

La coexistencia en la misma persona de la autoridad eclesiástica y política es según la didascalia de nuestro Señor y de los Santos Apóstoles inaceptable. Es conocida la frase del Señor: “Dad al César las que pertenecen al César y a Dios las que pertenecen a Dios” (Marc.12´17).

Esta coexistencia, San Nicodemo el Ayiorita la describe así: “mezcla, mixtura inmezclable y bestia alocada” (Pidalion, pág.109). Es señal de terrible mundanización de la Iglesia la confusión y mezcla de las dos autoridades, la espiritual y la mundana, de los dos reinos, el celeste y el terrenal. Así la Iglesia sucumbe a la segunda tentación de Cristo por el diablo, que le pidió que le reverenciara, para darle el poder y autoridad de todos los reinos del mundo. El Señor le contestó: “Al Señor tu Dios reverenciarás y a Él solo adorarás y alabarás” (Mat 4´10).  Recordemos al Gran Inquisidor de Dostoyefski. De esta mezcla inmezclable se influencia desfavorablemente y se mundaniza toda la institución de la Iglesia.

Esta diferencia nuestra con el Vaticano es de suma importancia y se tiene que discutir en el diálogo. ¿Como puede la Santa Iglesia Ortodoxa unirse con una Iglesia que es también Estado?

Es digno de mencionar aquí que una cosa es el  poder del estado y la otra, por economía, la toma provisional de misión de etnarca para consuelo y apoyo de miembros de la Iglesia que se encuentran en régimen de esclavitud. Nuestra Iglesia siempre en difíciles períodos históricos de esclavitud y represión ponía sobre el Patriarca y el Epíscopo los deberes y obligaciones de Etnarca. Pero el Etnarca tenía una misión distinta que el presidente de la democracia o primer ministro, los cuales se han el se han encargado del poder del estado. El Etnarca es el protector del perseguido y maltratado pueblo Ortodoxo. Es muy conocida la importancia de la misión que cumplieron los Patriarcas Ecuménicos como Etnarcas, no solo de los Elenos Ortodoxos, sino de todos los pueblos Ortodoxos durante el período de la esclavitud Turca, muchos de los cuales pagaron con su sangre su misión, porque fueron maltratados, atormentados y matados por los Turcos, como San Gregorio V´

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