El Triunfo de la Ortodoxia
Como sabemos, cada domingo de la Gran Cuaresma se abren ante nosotros dos cuestiones sobre las que se invita al creyente a disfrutar instruyéndose y sacando los suministros espiritualmente ricos. Así que el primer domingo de Cuaresma, la Iglesia celebra el triunfo de la Ortodoxia.
Este día nos acordamos de la victoria contra los iconoclastas, una herejía muy peligrosa en engaños y falacias, las cuales consisten en la duda de la Humanización de nuestro Señor. Esto significa que el hombre no podría sanarse, salvarse e incorporar los mensajes eternos de la verdad eterna de nuestro Señor.
La controversia iconoclasta que se desarrolló de la manera más terrible para los más de cien años, causó gran conmoción y dejó muchas «heridas» en su camino. Muchas personas santas fueron perseguidas, torturadas y sacrificaron sus vidas defendiendo la fe ortodoxa. Entre estas personas santas figuran también san Juan el Damasceno, san Teóforo el Studita y otras. Finalmente el 843 dC, después de muchas batallas y sacrificios de santas figuras que adornan el edificio de la Iglesia y lo iluminan con sus presencias, se hizo el restablecimiento de los santos iconos, acontecimiento que lo festejamos como triunfo de la Ortodoxia.
El Triunfo de la Iglesia
La victoria de nuestra Iglesia Ortodoxa es señalada con el definitivo restablecimiento y veneración de las Santas Iconas con el Sínodo que se hizo en Constantinópolis el 483 dC. Informativamente se señala que la relación de esta fiesta con la Gran Cuaresma es de un punto histórico. El primer triunfo de la ortodoxia se hizo especialmente este domingo. El resplandecimiento de la verdad. Nuestros santos Padres con la Sabiduría Divina que les distinguía, colocaron este domingo la victoria de la Ortodoxia para poder los creyentes absorber de ella las provisiones y cualidades espirituales necesarias, las cuales los acompañarán en su largo camino hacia el encuentro con el Cristo resucitado.
Ortodoxía significa exactamente Fe correcta. Es un requisito muy básico en la lucha del creyente que realiza este período para poder ascender a los picos espirituales más altos, con fondo las virtudes que puede adquirir a través de su estadio de lucha. Sólo cuando buscamos con verdad y conocemos en realidad a Cristo se dignifica nuestra vida. Sólo el encuentro y la relación personal con el Señor, puede aliviar y hacer reposar nuestra existencia… Esto nos lo afirman las nubes de Mártires, de Santos, de Padres y de Maestros que combatieron hasta la muerte para la Fe ortodoxa y recordar sus logros.
La iglesia Cuerpo de Cristo
Cuando hablamos de la Ortodoxia, es hablar de lo más precioso de la fe y la esperanza. ¿Sin embargo, es posible definir o describir lo que participa uno en el misterio de Dios, en la vida divina, en esta vida infinita de Dios que llena nuestra existencia humana, dentro del pecado nuestro y de nuestra caída? Es casi imposible dar una definición exacta del término Iglesia porque, realmente ninguna definición existe que pueda considerarse como recocida autenticidad dogmática. Más bien la Iglesia es una realidad que vivimos, en vez de un objeto que “analizamos y estudiamos”, apunta característicamente el Padre Georgios Florosky.
Queridos hermanos, el Evangelio nos ha invitado, “ven y los verás”. Y esta venida nuestra es un camino humilde y limpio que pasa por la vida mistiríaca y culto en nuestra parroquia, nuestra Iglesia, entonces seremos conducidos en nuestra unión con la Iglesia, en el crecimiento en Cristo y nuestro renacimiento, de modo que cada uno de nosotros pueda decir éste logos, como el de Natanael en el Evangelio de hoy: “Rabí, de verdad eres el hijo de Dios”. En esta perspectiva podemos hablar sobre restablecimiento, rectificación de nuestra icona (imagen), con toda su grandeza y nobleza que el Dios le dió.
La celebración de hoy de nuestra Iglesia y de nuestra Ortodoxia, nos recuerda también el deber que tenemos como Cristianos ortodoxos en servir con todas nuestras fuerzas la verdad de nuestro Señor. Depositar a nosotros mismos toda la confianza en la perspectiva que abre el camino para nuestra sanación y salvación. La Ortodoxia no se agota ni se limita sólo en formulaciones verbales, sino que se extiende en el sentido dinámico de la ortopraxía (acción correcta), que implica la transustanciación en praxis en nuestra vida cotidiana de la verdad de nuestra Iglesia.
Para lograr esto, sin embargo, requiere que toda nuestra vida esté cambiando en un testimonio diario que se transmite en las frecuencias de buen ejemplo, tal como esto emana a través de la realidad de nuestra Iglesia.
El triunfo de esta verdad nos carga de grandes responsabilidades para poder nosotros también corresponder al deber divino de transmisión de ella en todo el mundo. El Triunfo de la Ortodoxia finalmente funciona como un reto para irradiar su presencia a través de nuestras propias existencias y transmitir mensajes eternos en todo el mundo.
Jristakis Efstacíu Teólogo –Iglesia de Chipre
Fuente: ΑΚΤΙΝΕΣ Traductor: xX.jJ