Hoy en día los jóvenes buscan y piden experiencias. No tienen suficiente con una vida materialista en una sociedad llena de egoísmo y orgullo intelectual – racionalista, tal como se la entregamos los mayores. Nuestros hijos, que son imágenes de Dios «llamados a ser dioses», piden y buscan más que las formas lógicas y razonables de una filosofía materialista y una instrucción y educación ateas que les ofrecemos. Piden experiencias de la verdadera vida. Desde luego, no les es suficiente solo oír hablar de Dios. Desean Su experiencia, Su luz, Su (increada) energía Jaris. Lo cierto es que muchos de ellos no conocen que la Iglesia tiene la posibilidad de ofrecerles este descanso y tiene la experiencia de esto buscan y anhelan; en vano buscan y se refugian en otros substitutos de ínfimo valor, tratando de encontrar algo fuera de lo razonable y algo superior a toda lógica.
Unos se entregan en misticismos orientales, tipo yoga. Otros en apócrifos saberes ocultos, o caen en el gnosticismo y últimamente, por desgracia, abiertamente en el satanismo.
Lo cierto es que tampoco la ética y moral conocen barrera alguna, si esta ética está separada y privada de la esencia y finalidad de unirnos con el santo Dios, resultando totalmente sin ningún sentido.
Así sobran y abundan patéticos fenómenos como el anarquismo y el terrorismo, con los cuales muchos hombres jóvenes quieren satisfacer un dinamismo que llevan en su interior y no se cumple profundamente ni completamente su anhelo, porque no han tenido la suerte de ser educados en la zéosis y se entregan a cualquier clase de extremismos y violencias contra sus conciudadanos.
La mayoría de los jóvenes derrochan el precioso tiempo de su vida y sus fuerzas, que Dios les dio para conseguir con éxito su zéosis, y las malgastan en el estilo de vida consumista, culto al cuerpo y egolatría; muchas veces por desgracia, con la tolerancia del propio estado, se fabrican los ídolos actuales, los actuales falsos «dioses» provocando así un gran desastre en sus cuerpos y sus psijes.
Otros viviendo sin ningún ideal, se desgastan en diversas ocupaciones inútiles, perjudiciales y sin objetivo; otros se sienten muy a gusto corriendo a grandes velocidades, desesperados, por las carreteras – muchas veces con trágicos resultados de heridos y muertes -, otros buscando falsas aventuras, se entregan definitivamente sin condiciones, a la demoníaca dependencia de las drogas, alcohol, tabaco… la nueva cólera y látigo de nuestro siglo.
Y al final algunos, después de una vida relativamente corta, llena de fracasos y desengaños, consciente o inconscientemente, ponen fin a su martirio de vana búsqueda recurriendo por desgracia en una extrema desesperación al suicidio.
No son gamberros todos estos jóvenes que huyen y se refugian en esas cosas ilógicas, absurdas y trágicas. Son jóvenes, hijos de Dios e hijos nuestros, que desencantados del materialismo y de la sociedad egocéntrica, autoritaria que les entregamos, no encuentran aquello por lo cual han nacido y han sido creados, lo verdadero, lo eterno, no se lo hemos dado y por eso lo ignoran. Desconocen la gran finalidad de la vida del hombre, su zéosis. Por eso, no encontrando descanso en nada, huyen y se refugian en la desesperación, como hemos descrito anteriormente.
Hoy hay bastantes pastores de nuestra Santa Iglesia, obispos, sacerdotes, guías espirituales, y también hermanos laicos, que con amor desinteresado, se esfuerzan desgastándose diariamente en conducir y guiar a nuestros jóvenes hacia la finalidad de su zéosis. Les estamos agradecidos por el sacrificio, entrega y ofrecimiento divino y con gusto a esta obra, a través de la cual, por la Χάρις (Jaris) la increada energía de Dios, se sanan, se divinizan, se santifican y se salvan las psijes por las que murió Cristo.
El Santo Monte Azos humildemente ayuda y colabora en este gran dolor de la Iglesia. Nuestro Jardín de la Παναγία Todasanta, es un lugar especial de divinidad y paz de Dios que disfruta la bendición de la zéosis, vive la comunión con Dios, tiene clarividente y lúcida la experiencia de Su Jaris, de Su Luz. Por eso muchas personas, en su mayoría jóvenes, se benefician, se refuerzan, renacen en Cristo, en algún peregrinaje al Azos o manteniendo también sus lazos particulares con él. Y así disfrutan y se alegran de Dios en sus vidas y empiezan a comprender qué es la Ortodoxia, vida Cristiana, lucha espiritual y ¡qué alegría y enorme significado dan estas cosas a sus existencias! Saborean algo del gran regalo de Dios al hombre, la zéosis.
No olvidemos pues, todos los Pastores de la Iglesia, teólogos, catequistas, la educación de la zéosis, por la cual los jóvenes y todos nosotros los humildes, con la Χάρις (Jaris) la increada energía de Dios, en la lucha diaria, la lucha por la metania, confesión, aceptación y arrepentimiento, por el cumplimiento de Sus santos mandamientos, anhelamos conseguir la posibilidad de gozar esa bendición de Dios, la unión con Él, alegrarnos enormemente en esta vida, pero ganar también la eterna felicidad, la bienaventuranza.
Demos gracias continuamente al Santo Señor por el regalo de la zéosis, que es regalo de Su Amor. A Su Amor correspondamos con nuestro amor. El Señor quiere y anhela nuestra zéosis. Además, por esta razón se hizo hombre y murió en la cruz. Para que ilumine como Sol en medio de muchos soles, como Dios en medio de dioses. Así sea. Amén.