Breve biografía
El santo Padre Diadojo fue obispo de Fótica en Epiro que está en la parte del mar jónico de Grecia occidental. Según los escritos de san Máximo el Confesor fue antes del siglo 7º. Fue un hombre sabio que brillaba por su praxis y zeoría (contemplación). Esto lo puede ver cada uno por este logos de cien capítulos gnósticos, que lo ha escrito de modo filosófico después de una experiencia de muchos años, habiendo vivido muchas elevaciones divinas dentro de su corazón. Lo dividió en cien versículos y nos reveló con toda exactitud sus profundas liturgias (funcionamientos) místicas de la oración. Y mientras lo llenó de densas palabras de la Santa Escritura y con contemplaciones de gnosis espiritual exacta, como muestra de enseñanza del trabajo para la divina nipsis. Elaborado de todas las virtudes, lo dejó para todos los futuros padres y creyentes nípticos. Por eso muchos santos Padres a menudo se refieren en estos versículos como testimonios exactos, algunos de ellos como, san Fotios, san Gregorio Palamás, san Simeón de Tesalónica, san Gregorio el Sinaita, san Cálisto, etc. El versículo cien que parecía con alguna duda, lo interpretó san Máximo ortodoxamente y le libera de cualquier duda.
Los cien capítulos gnósticos aunque se presentan como textos íntegros e independientes, contienen una unidad interior. Las obras de san Diádojo se ha observado que están escritas en la gracia del lenguaje de ática y de modo exacto de formulación. Pero por muy exacta que sea la formulación escrita de las experiencias del Espíritu Santo, sólo con un parentesco interior podríamos sentirlas. Deberíamos estar en el estado espiritual del Santo para poder entender su estado espiritual, de quien su psique entera estaba ardiendo de la agapi de Cristo y su nus estaba dentro de la iluminación de la luz increada; la humildad mantenía al deificado santo en el autoconocimiento; su cuerpo junto con su psique saboreaban, gustaban la energía increada; sus contemplaciones espirituales sucedían una detrás de otra; la “oración de Jesús o del corazón” dentro de su corazón, se había hecho una naturaleza y su unión mística con el Dios era continua. Y exactamente de este estado iluminadísimo de la psique de san Diádoco salieron estos dulcísimos “Capítulos Gnósticos” como esencia y forma que se dirigen a los monjes y generalmente para utilización de toda la Iglesia, porque se refieren a problemas de la psique cristiana que está llamada por Cristo a subir los escalones de la perfección. Aunque uno aún no se ha hecho perfecto relativamente, sin embargo le queda el beneficio que lleva a la auto-humildad. Y esto es un beneficio positivo.
En los “Capítulos Gnósticos hay muchas soluciones infalibles e inequívocas e interpretaciones de los problemas interiores de los monjes y de los laicos, salida de la psique de los problemas sin salida, argumentación de distintos fenómenos psicopatológicos, indicaciones de medios para la terapia; se expone una escalera de la vida en Cristo; se revelan los banquetes de la teología mística, se desarrolla la enseñanza de la “oración noerá, del corazón o de Jesús”, y finalmente marca el camino de la alegría, el gozo, la agapi, la apacia (sin pazos), en Espíritu Santo y de la zéosis del hombre en la divina luz increada.
Lo referente a las diez condiciones, constituyen una expresión extrema de la vida en Cristo.
San Diádojo es sin duda uno de los más grandes Padres nípticos, que influyó positivamente a la tradición espiritual ortodoxa y enriqueció la literatura hisijasta y teológica de la Iglesia.
(Por el traductor, he preferido poner los títulos del sabio monje Zeóclitos del Monasterio san Dionisios de Athos. Al cual tuve el honor de conocerle en su celda frente del monasterio el año 2005 a sus noventa y cinco años. La verdad he conocido un hombre santo y sabio me quedé anonadado. Se sugiere leer (Léxico) antes de empezar a estudiar los capítulos.)
Αίσθηση (éscisi), sentido, sensación, sentimiento, intuición, sensibilidad, instinto o perdcepción interior del corazón, según contexto. Este es el tema básico de los cien capítulos, por eso hecho una traducción pequeña del término, se sugiere leer (Léxico) antes de empezar a estudiar los capítulos.
Νοερά αίσθηση (noerá észisi) constituye un término níptico consagrado. Sinónimas formulaciones son: “espiritual, del corazón, ο divino sentido, sentido, sentimiento, sensación, instinto, sensibilidad”. Está y no está en nuestro interior. Se entiende que no está cuando el nus no ha hecho la catarsis, purificación del oscurecimiento de los pazos y no se ha convertido en vehículo de la increada energía Jaris (Gracia). Con ésta noerá αίσθηση (éscisi) se reciben y hacen perceptibles y sensibles en el corazón las divinas apocalipsis (revelaciones). De los antiguos Padres habla mucho sobre esto san Diádojo de Fótica. Más detalladamente habla el magno contemplativo de los hisijastas san Gregorio Palamás. (Ver: Sobre los Santos Hisijastas).
San Juan el de la Escalera nos dice: El nus el noerós (espiritual) por supuesto dispone de noerá αίσθηση (éscisi). Esta αίσθηση (éscisi) que está y no está pues que la busquemos y pidamos continuamente. Porque cuando ella se manifiesta, los sentidos exteriores cesarán por sí solos actuar de las suyas. Esto exactamente teniéndolo en cuenta un sabio dijo: “Y encontrarás αίσθηση (éscisi) sentido, sensación, sentimiento, intuición divina”. (Logos, 26º, Sobre el discernimiento, v.17A)
San Gregorio el Sinaita, Filocalía v.3: “Considera que la gnosis o el conocimiento de la verdad es principalmente el αίσθηση sentimiento de la Χάρις (jaris, gracia energía increada).
Logos ascético separado en 100 versículos prácticos de gnosis espiritual y discernimiento
Cap. 1-5 Infraestructura espiritual de la vida en Cristo.
1-Hermanos, en cada contemplación (zeoría) debe encabezar la fe, la esperanza y la agapi; pero la que más: la agapi. La fe y la esperanza enseñan al hombre a despreciar los bienes materiales. En cambio la agapi une la psique con las virtudes de Dios, buscando y siguiendo con νοερά αίσθηση, (sentido, sentimiento espiritual) al Invisible.
2-Sólo el Dios es bondadoso por naturaleza. El hombre se convierte y se hace bondadoso con el cuidado de su conducta mediante el bien real, es decir, por Dios; Y se transforma y se hace lo que no es, es decir, bondadoso, cuando la psique cuidándose al bien, se acerca tanto a Dios cuanto la fuerza de la psique se energetiviza o se hace operativa en el bien. Porque dice el Señor: “Transformaos y haceos misericordiosos y caritativos, como vuestro Padre en el cielo” (Lc 6,36).
3- El mal no tiene existencia natural, ni nadie es malo por naturaleza. Porque el Dios no creó nada malo. Pero cuando uno empieza a desear el mal, entonces lo inexistente empieza hacerse existente, y tal como quiere aquel que lo comete. Se debe, pues, con el ejercicio en la memoria de Dios, olvidar y abandonar la costumbre y disposición al mal. Porque la naturaleza del bien es más fuerte que el hábito del mal. Esto porque el bien existe, en cambio el mal no, salvo cuando lo cometemos.
4-Todos los hombres estamos formados “como imagen de Dios”. Pero el ser “como semejanza”, sólo lo tienen aquellos que con su gran agapi esclavizaron su libertad a Dios. Porque cuando no pertenecemos a nosotros mismos, entonces somos semejantes a Aquel que nos ha reconciliado con el Sí Mismo mediante la agapi (increada). Esto uno no lo puede conseguir, si no convence a su psique a no deleitarse y seducirse de la gloria fácil y la alabanza del mundo.
5. Independencia es la voluntad de la psique lógica movida prestamente hacia lo que quiere. Persuadámosla para que esté siempre preparada en girar y dirigirse sólo hacia el bien, de modo que siempre con los conceptos bondadosos desaparezca el recuerdo del mal.
Cap. 6-9 Voluntad independiente- luz de la gnosis-logos-medianidad.
6- Luz de la gnosis verdadera es poder discernir infaliblemente el bien del mal. Entonces el camino de la virtud, conduciendo al nus a Dios, el Sol de la justicia le introduce a la luz infinita (increada) de la gnosis (increada), de manera que busque claramente con valor y ánimo la agapi (increada). Debemos, pues, con valor y ánimo sin ira, arrebatar lo justo de aquellos que se atreven a insultarlo y pisotearlo. Porque el afán o celo para la piedad, lucha y vence no con odio, sino con persuasión y control.
7- El logos espiritual informa la νοερά αίσθηση, el sentido espiritual, porque proviene de Dios mediante la energía (increada) de la agapi. Por eso no se fatiga nuestro nus durante sus contemplaciones (zeorías) teológicas; porque entonces no tiene la pobreza que conduce a la búsqueda de conceptos o pensamientos, puesto que se extiende en contemplaciones (zeorías) tanto, en cuanto quiere la energía (increada) de la agapi. Es bueno, pues, que siempre esperemos la iluminación del logos con fe que la mueve la agapi. Porque no hay nada más pobre en el mundo que uno filosofe sobre Dios sin tener la iluminación de Dios.
8-Cuando uno no está iluminado no debe emprender en temas espirituales; pero tampoco aquel que está abundantemente iluminado de la bondad del Espíritu Santo, debe empezar hablar sobre estos. La pobreza espiritual trae la ignorancia y la riqueza espiritual no permite la homilía (hablar). Porque, entonces, la psique, ebria de la agapi (amor energía increada) de Dios, desea dentro de su silencio disfrutar, gozar la doxa (gloria, gracia, energía y luz increadas) del Señor. Por ello debemos observarnos cuando nos encontramos en un estado medio, entonces hablar sobre el Dios. Este estado da a la psique un tipo de logos llenos de doxa-gloria, en cambio la luminosidad de la divina iluminación alimenta la fe de aquel que dice estos logos en fe, para que goce o saboree primero él de los frutos de la divina gnosis (increada) mediante la agapi. Porque el agricultor que se esfuerza en el campo, debe ser el primero en saborear de los frutos (2ª Tim 2,6).
9- La sabiduría y la gnosis son carismas del un único Espíritu Santo. Pero cada carisma energiza y opera de distinta manera. “En uno da sabiduría, en otro gnosis, del mismo Espíritu” (1ªCor 12,8), tal como testimonia también el Apóstol Pablo. Y la gnosis con la experiencia une al hombre con el Dios, pero no mueve la psique hablar logos sobre los seres o existencias. Por ello algunos que se ejercitan a la vida monástica, se iluminan de la gnosis con νοερά αίσθηση, (sentido, sentimiento espiritual), pero sus psiques no se mueven hablar sobre divinos logos. Pero la sabiduría, cuando con temor, se da a uno junto con la gnosis, (y esto no es frecuente), revela las propias energías de la divina gnosis; porque la gnosis acostumbra a iluminar al nus con la experiencia, en cambio la sabiduría le ilumina con el logos espiritual. La gnosis viene por la oración, por una gran hisijía (serenidad interior y exterior)) y por una despreocupación completa; en cambio la sabiduría viene del continuo estudio de los logos de Dios, que se hace sin vanagloria y, ante todo, por la jaris (increada) de Dios que la concede.
Cap. 10-14 La parte emocional o irascible de la psique- dos logos- agapi de Dios-éxtasis.
10- Cuando la parte irascible o emocional de la psique se mueve contra los pazos, debemos conocer que es tiempo del silencio, porque es la hora de la lucha. Pero cuando uno con la oración o con la caridad o con la simpatía, viera que aquella perturbación se ha convertido en serenidad, entonces que mueva su psique hacia el eros (amor) de los logos de Dios; pero asegurando las alas del nus con el lazo de la tapinofrosini (conducta interior humilde, sana y serena). Porque si uno no se rebaja a sí mismo y no se hace excesivamente humilde con despreocupación perfecta, no puede hablar para la grandeza de Dios.
11- El logos espiritual vigila siempre la psique de la vanagloria, porque la ilumina en todas sus partes y hace que no tenga necesidad del elogio o del honor humano. Por ello también vigila y guarda la diania (mente, intelecto, cerebro) de la fantasía, transformándola y dirigiéndola entera en la agapi de Dios. Al contrario, el logos de la sabiduría del mundo siempre mueve al hombre a la vanagloria; porque no satisface la psique con νοερά αίσθηση, (noerá éscisi, sentido, sentimiento espiritual, y produce a sus seguidores amor a las alabanzas, puesto que es producto de los hombres vanagloriosos. Reconoceremos, pues, la energía del logos divino y espiritual sin engañarnos, si las horas que no hablamos las pasamos en silencio sin preocupaciones y en la ferviente memoria de Dios.
12- Aquel que se ama a sí mismo, no puede amar a Dios. Aquel que no se ama a sí mismo a causa de su sobreabundante riqueza de la agapi de Dios, ése ama a Dios. Éste hombre no busca jamás su propia gloria, sino la de Dios. Porque aquel que se ama a sí mismo ama su propia gloria; pero aquel que ama a Dios ama la gloria de su Creador. La característica de la psique que tiene νοερά αίσθηση, (sentido, sentimiento espiritual) y ama a Dios, es que busca y pide siempre la doxa-gloria de Dios en todos los mandamientos que realiza y está contento en su propia humildad. Porque a Dios pertenece la doxa-gloria por Su grandeza, en cambio, al hombre conviene la humildad con la cual nos hacemos familiares íntimos de Dios. Cualquier cosa que hagamos, que digamos siempre nosotros también con alegría: “por la doxa-gloria de Dios”, a ejemplo aquello que dice san Juan el Bautista: “Aquel debe glorificarse, en cambio, nosotros que disminuyamos” 30 Es preciso que él crezca y yo mengue. (30. De acuerdo con el plan de Dios, por el que yo he sido enviado, aquel debe aumentar en influencia y doxa-gloria y yo menguando de modo que no sigan a mí, sino a él, (Jn 3,30).
13- Conozco a uno que ama tanto a Dios – y a pesar de eso, está en luto o afligido, porque no le ama tanto como le gustaría- de modo que su psique se encuentra incesantemente en un deseo ferviente de que el Dios sea glorificado de él, en cambio, él mismo es como si nada fuera. Este hombre no conoce que tiene tanto agapi a Dios, aun cuando le elogian. Y esto ocurre porque por el gran deseo de humildad, no entiende su propio valor, sino que sirve a Dios, tal como es la ley para los sacerdotes; y de esta gran agapi a Dios olvida su propio valor y en la profundidad de la agapi a Dios esconde su jactancia por tener esta agapi, mediante el espíritu de humildad. Así se ve siempre como sirviente indigno, inferior de su valor, por el deseo de humildad. Esto debemos hacerlo también nosotros, evitar toda gloria y honor por la gracia de la riqueza desbordante de la agapi al Señor que tanto nos ama.
14- El que ama a Dios con αίσθηση sentido y sentimiento del corazón, ése es conocido por Él (1ªCor 8,3). Porque cuando más recibe en la psique αίσθηση el sentido y sentimiento de la agapi de Dios, tanto más aumenta su agapi a Dios. Este hombre no cesa nunca desear con un fuerte eros (amor humano) a conocer más a Dios, hasta que sienta este αίσθηση sentido y sentimiento de sus huesos. Este hombre está en este mundo pero no se encuentra en este. Aunque se encuentra en este mundo con su cuerpo, vive la agapi fuera del mundo, puesto que su psique se mueve incesantemente hacia Dios. Como su corazón está ardiendo continuamente del fuego de la agapi, un anhelo le empuja a estar pegado a Dios, ya que salió fuera de la agapi-amor de sí mismo a causa de su agapi a Dios. Dice el Apóstol Pablo: “Porque si hemos salido fuera de nosotros mismos lo hemos hecho para Dios, si hablamos con sano juicio y humildad, lo hacemos para vosotros” (2ªCor 5,13).
Cap. 15-18 Agapi fraternal-temor de Dios-condiciones de la agapi.
15-Cuando uno empieza a sentir en abundancia la agapi de Dios, entonces empieza amar también a su prójimo con αίσθηση sentido y sentimiento espiritual. Esta es la agapi por la cual hablan todas las Escrituras. Cuando aparece alguna causa insignificante, la amistad carnal se disuelve fácilmente, porque no está conectada, ni unida con αίσθηση el sentido espiritual. Pero en el hombre que energiza, opera el Dios, aunque pase alguna irritación, no se rompe el lazo de la agapi. Porque con el calor de la agapi de Dios la psique vuelve a calentarse a sí misma al bien y rápidamente regresa en su interior la agapi hacia el prójimo con mucha alegría y goce, aunque haya sido insultada o perjudicada exageradamente de este; y con la dulzura de Dios aniquila la amargura del conflicto o la disputa.
16-Nadie puede amar a Dios con αίσθηση el sentido y sentimiento del corazón, si antes no le ha temido con todo su corazón. Porque la psique llega a esta agapi, si antes se ha sanado, expiado y ablandado, de una manera, por la energía del temor. Pero uno no puede llegar al temor a Dios de la manera que hemos dicho, si no abandona toda preocupación de esta vida. Porque cuando el nus se encuentra con mucha hisijía (serenidad) y despreocupación, entonces es molestado por el temor de Dios, y le limpia y le sana de cada terrenal, para traerle en la gran agapi para la bondad de Dios. Así que el temor pertenece en aquellos que se encuentran en el estadio de la catarsis (sanación, terapia) del pecado y tienen una agapi mediana, normal. Pero la agapi perfecta pertenece en aquellos que ya se han sanado o han consumado la catarsis, los cuales no tienen temor; porque la perfecta agapi expulsa al temor (1ªJn 4,18). Pero los dos – el temor y la agapi- pertenecen sólo a los justos, los cuales con la energía (increada) del Espíritu Santo cultivan las virtudes. Por eso la Escritura dice: “Temed al Señor todos sus santos” (Sal 33,10). Y en otra parte dice: “Amad a Dios todos Su santos” (Sal 30,24); para que aprendamos bien que en los justos que aún están en la catarsis, pertenece el temor a Dios con una agapi mediana, tal como dijimos, en cambio la perfecta agapi y el apego, unión de la psique a Dios pertenece a los que han hecho la catarsis, sanación. En ellos no hay ni una sombra de temor, sino incesante amor fulgurante y apego de la psique a Dios por la energía (increada) del Espíritu Santo, tal como dice también el profeta David: “Mi psique se pegó en Ti y te sigue; me detuvo Tu mano derecha.” *(Justo en la teología de los Padres ortodoxos es también aquel que ha llegado a tener la mayor de las virtudes que es el discernimiento, distinguir entre creado e increado y discernimiento de espíritus.)
17- Las heridas del cuerpo cuando se dejan sin cuidar, se endurecen, no sienten los fármacos de los médicos; en cambio, si se limpian, por la influencia de la energía del fármaco, se curan a veces rápidamente. Así también en la psique, mientras uno no la cuida, está totalmente cubierta de la lepra de la filidonía (hedonismo o la voluptuosidad), no puede sentir el temor a Dios, aunque uno le hable continuamente sobre el juicio de Dios. Pero cuando la psique con gran atención y cuidado empieza limpiarse y sanarse, entonces siente el fármaco vivificante del temor a Dios que la quema con las inspecciones de la conciencia en el fuego de la apacia (sin pazos, impasibilidad). Hasta llegar, limpiándose y sanándose poco a poco, a la catarsis total. Y cuanto disminuye el temor, tanto crece la agapi de la psique hasta llegar a la perfecta agapi, que tal como hemos dicho, no hay miedo, temor, sino apacia total que es conseguida por la doxa-gloria (increada) de Dios. Que sea, pues, por nosotros siempre admiración, alabanza suprema, primero el temor a Dios y después la agapi que es la plenitud, consumación del perfeccionamiento que legisla el Cristo.
18-Aquella psique que no se ha liberado de las preocupaciones cósmicas, mundanas, no puede amar auténticamente a Dios, ni puede odiar al diablo como se merece, porque lleva encima suyo la preocupación de la vida que con su peso cubre la psique como un velo pesado. Por eso el nus no puede, con su propio juicio a enseñar las cosas que conducen a Dios o al odio al diablo, de modo que pueda decidir sin ser engañado o equivocado. Por todo esto, seguro que para cada uno es útil retirarse del mundo.
Cap. 19-22 Pruebas de la catarsis-fe-obras-fe-agapi.
19- La característica particular de la psique sanada, la que ha hecho la catarsis, es el logos sin envidia, ni codicia y el eros-amor incesante de la doxa-gloria (luz y energía increada) de Dios. Entonces también el nus permanece dentro de su diania (mente, intelecto, cerebro) que se ha hecho como un medio de juicio sano y claro y dirige con exactitud sus balanzas personales.
20- Fe sin obras y obras sin fe, serán por igual denegadas de Dios. El creyente debe ofrecer fe al Señor que se muestra por obras y actos. Nuestro padre Abraham no sería imputado justo por su fe, (San 2,21), si no hubiera ofrecido a su hijo Isaac como fruto de ella, (Gén 22,1.19).
21- Aquel que ama a Dios, cree verdaderamente y realiza las obras de la fe con piedad. Pero aquel que sólo cree, sin tener agapi, tampoco tiene la fe que parece tener. Su fe es ligera porque no tiene el peso y la doxa-gloria de la agapi. Por lo tanto, recapitulación de todas las virtudes es la fe que se hace praxis con la agapi, (Gal 5,6).
22- El fondo de la fe, cuando uno lo investiga con curiosidad se remueve; en cambio cuando lo observa con sinceridad y sin mala astucia, permanece sereno. Y esto porque el fondo de la fe parece como el agua del olvido, donde todos los males se olvidan, y no permite que uno lo investigue con curiosidad. Que naveguemos, pues, al mar de la fe con sencillez en nuestra diania (mente, intelecto), para que podamos así llegar al puerto de la voluntad de Dios.
Cap. 23-25 Conciencia-dualidad-simplicidad de la tendencia.
23- Nadie puede amar o creer verdaderamente, si no se tiene como fiscal acusador su propia conciencia. Pero cuando nuestra conciencia está perturbada por sus inspecciones, remordimientos y reproches, entonces al nus no le es permitido sentir el perfume de los bienes celestiales o sobrenaturales, sino que cae a la duda y se divide: por un lado tiene un fuerte deseo sobre estos, a causa de su anterior experiencia sobre la fe, pero por otra parte no puede llegar a estas con agapi y αίσθηση sentido, sentimiento del corazón a causa de las inspecciones, remordimientos y reproches de la conciencia. En cambio, si nos hemos limpiado, sanado a nosotros mismos con la atención más ferviente y con la ayuda de Dios alcanzaremos lo anhelado con mayor experiencia.
24- Tal como los sentidos del cuerpo nos incitan de manera violenta hacia las cosas que nos parecen buenas, lo mismo también el sentido del nus, cuando ha saboreado la divina agapi, acostumbra conducirnos a los bienes invisibles. Cada cosa aspira aquello que le es parentesco. La psique como incorpórea desea los bienes celestes, en cambio el cuerpo como tierra que es, desea el deleite terrenal. El sentido inmaterial lo probaremos y sentiremos sin engaño, cuando podamos afinar la materia (el cuerpo) con los esfuerzos de la ascesis.
25- La energía (increada) de la divina gnosis nos enseña que hay un sólo sentido αίσθηση en la psique, pero a causa de la desobediencia de Adán es dividido en dos energías; y que un único sentido αίσθηση simple se da a la psique por el Espíritu Santo. Este sentido espiritual nadie lo puede conocer, sino sólo aquellos que se liberan o desprenden con alegría de los bienes de la vida por la esperanza de los bienes futuros y con la engratia (continencia, autodominio, abstinencia y ayuno) marchitan todo apetito de los sentidos corporales; sólo en ellos, a causa de su despreocupación, el nus se mueve con vigor y puede sentir de manera inexpresable, la divina bondad; y entonces según su progreso, el nus transmite su alegría también al cuerpo y siente infinito deleite, mientras alaba y glorifica con agapi a Dios. Dice: “En Él mi corazón puso su esperanza y encontré ayuda que rebrotó mi sarx (carne, cuerpo); y Le glorificaré y alabaré con toda mi voluntad”. La alegría y gozo que vienen entonces a la psique y al cuerpo es un recuerdo inequívoco, infalible de la vida incorruptible e inmortal.
Cap. 26-28 Condiciones de la nipsis-necesidad del Espíritu Santo.
26- Los luchadores deben mantener sus dianias-mentes siempre imperturbables, para que el nus pueda discernir los loyismí (pensamientos, reflexiones) que le atraviesan; y los buenos que el Dios envía, colocarlos en los depósitos de la memoria; en cambio los malos y demoníacos rechazarlos. En efecto, cuando el mar está sereno, los pescadores ven qué se mueve hasta las profundidades y casi no se les escapa nada de los movimientos de los peces. Pero cuando es agitado por los vientos, esconde en la oscuridad de la agitación las cosas que se dejan ver cuando está sereno y entonces el arte de los pescadores vemos que es impotente e ineficaz. Lo mismo ocurre también con el nus que se ocupa de contemplaciones (zeorías) divinas, sobre todo cuando el fondo de su psique está perturbado de la injusta ira, cólera o enojo.
27- Son muy pocos aquellos que conocen y disciernen con exactitud sus errores y autoengaños; y de los que el nus nunca se aleja de la memoria de Dios. Nuestros ojos cuando tienen su salud pueden ver todo, hasta los pequeños mosquitos que dan vueltas al aire; pero si pierden su salud y su lucidez y empiezan a ver borrosamente, entonces si hay algo grande delante de ellos lo ven confusamente, y las pequeñas cosas ni las ven. Así también la psique, si de su invalidez que ha sufrido a causa de su filocosmía (o amor del mundo pecaminoso) hace con gran atención y esmero la terapia o psicoterapia (ortodoxa), entonces hasta los mínimos fallos o ligeras caídas los considera muy grandes, y derrama lágrimas continuamente con mucho agradecimiento. Porque dice la Escritura: “Los justos* glorificarán Su nombre” (Sal 139,14). Pero si la psique continúa teniendo conducta cósmica-mundana (del mundo pecaminoso), entonces aunque cometa un homicidio o algún pecado merecedor de gran castigo, apenas lo siente; en cambio los pequeños pecados ni siquiera los percibe y muchas veces los percibe y los cree como hazañas y no se avergüenza en presumir cuando habla de ellos.
28- Sólo el Espíritu Santo puede hacer la catarsis, (sanación, terapia) del nus. Porque si no entra dentro de la casa el más fuerte que el ladrón para reducir las cosas robadas y atar al ladrón (Lc 11,21-22), el botín no será liberado. Se debe, pues, por todos los medios y especialmente con la paz de la psique, que el Espíritu Santo repose, para mantener el candil de la gnosis espiritual siempre encendido dentro de nosotros. Cuando esto resplandece incesantemente dentro de los fondos de la psique, entonces dentro del nus no sólo llegan a ser evidentes y claros aquellos ataques y accesos de los demonios, sino también que se debilitan bastante y al ser inspeccionados, salen a la luz por aquella luz divina y gloriosa. Por eso el Apóstol dice: “No apaguéis el Espíritu”, es decir: no entristecer la bondad del Espíritu Santo, con malas obras o malos loyismí, para que no seáis privados de Su luz (increada) victoriosa e invencible. Porque el Eterno y Vivificante Espíritu no se apaga, sino que Su tristeza, es decir, Su alejamiento, deja al nus del hombre triste y sin la divina gnosis (increada).
Cap. 29-30 Disgregación-unificación del sentido psíquico.
29- El sentido natural de la psique, tal como dije, es uno y único, en cambio los sentidos del cuerpo son cinco, según nuestras naturales necesidades corporales, tal como nos enseña el filántropo y santísimo Espíritu de Dios. Pero también este αίσθηση sentido psíquico se divide analógicamente por los movimientos de la psique, a causa del resbalo del nus por la desobediencia de los primeros en ser creados. Por eso, por una parte la psique sigue la parte pasional del sentido, y de ahí sentimos el placer de los bienes materiales de la vida. Pero cuando estamos sensatos, serenos y prudentes, la psique muchas veces es atraída y complacida del movimiento lógico y espiritual (noeró) del sentido; entonces nuestro nus desea correr hacia los bienes y las bellezas celestes. Si nos acostumbramos a despreciar los bienes del mundo, podremos unir el apetito o ansia terrestre de la psique con la disposición lógica y espiritual de ella, con la ayuda que da la presencia del Espíritu Santo dentro de nosotros. Porque si Su deidad con sus energías (increadas) no ilumina eficazmente los interiores de nuestras psiques, no podremos saborear el bien con el sentido entero e indiviso, es decir, con la disposición psíquica entera.
30- Αίσθηση (sentido) del nus es su capacidad de discernir con exactitud todo que investiga y examina. Cuando el sentido del cuerpo sabor lo tenemos sano, discernimos sin error las buenas comidas de las sin sabor y saboreamos las buenas. Así también nuestro nus, cuando empieza a moverse sanamente y sin ninguna preocupación, entonces puede sentir abundantemente el consuelo divino y no arrastrarse nunca de los consuelos demoníacos. El cuerpo, cuando saborea los apetitosos alimentos terrenales, mantiene la experiencia del sabor infalible. Así también el nus, cuando haya vencido la conducta carnal, puede saborear sin peligro de engaño el consuelo, alivio del Espíritu Santo, tal como dice la Escritura: “Saboread y veréis que el Señor es bondadoso” (Sal 33,9); y con la energía de la agapi, el nus pueda tener inolvidable el recuerdo de este sabor y discernir sin error lo que prueba, de acuerdo con las palabras del Apóstol: “Y pido en mi oración para que vuestro amor crezca cada día más con reconocimiento y en todo sentido, para que discernáis correctamente las cosas útiles …” (Fil 1,9-10).
Cap. 31-33 Las dos súplicas-Espíritu Santo-satanás.
31- Cuando nuestro nus empieza a sentir el consuelo del Espíritu Santo, entonces también el satanás viene en el reposo de la noche, cuando uno se encuentra en un sueño ligero, y con un αίσθηση (sentido, sentimiento o sensación) que parece dulce consuela la psique. El nus, pues, si se encuentra sosteniendo calurosamente la memoria del nombre del Señor Jesús Cristo y usa como arma este santísimo y glorioso nombre, entonces el pervertidor abandona su complot o maquinación, pero lanza una guerra abierta contra la psique. De esto el nus aprende con exactitud el engaño del astuto maligno y progresa más en la experiencia del discernimiento.
32- El consuelo que da el Espíritu Santo, viene cuando el cuerpo está despierto o cuando trata de entregarse a un sueño ligero, y cuando uno con la ferviente memoria a Dios está como pegado, unido a Su agapi. Pero el consuelo satánico del engaño viene cuando –como dije- el luchador se encuentra en sueño ligero, teniendo floja o mediocre la memoria de Dios. Lo primero, en efecto, como proviene de Dios, quiere consolar claramente los luchadores de la piedad con mucha alegría en la psique, aumentando la agapi. Lo contrario acostumbra a empujar la psique hacia el engaño e intenta con el sueño del cuerpo alejar el sentido o la energía del nus sanado, saludable por la memoria de Dios. Si, pues, -como dije- el nus se encuentra en un estado de continua memoria del Señor Jesús Cristo, disipa aquella brisa del enemigo aparentemente dulce y con alegría se lanza a la guerra contra él, teniendo como arma junto con la jaris (energía increada) también la experiencia adquirida.
33. Si la psique está sin ninguna fantasía o duda, se inflama de la agapi de Dios, arrastrando de una manera también el cuerpo a la profundidad de aquella inenarrable agapi divina (increada), sea velando, sea entrando en sueño, según el modo que he descrito, viene y energiza, activa la divina jaris (increada) y no piensa nada más que el objetivo de la agapi (increada), es decir, a Dios; entonces, que sepa o reconozca que este tipo de agapi es energía (increada) del Espíritu Santo. (La energía increada de la jaris, es activada por la persona-hipóstasis Espíritu Santo). Mientras la psique entera deleita de aquella inexpresable dulzura, entonces no puede pensar en nada más, porque goza de alegría incesante. Pero si, cuando está bajo de esta influencia de la energía (increada), el nus concibe o siente hasta la más mínima duda o pensamiento sucio, aunque haya utilizado el divino Nombre para defenderse o rechazar el mal y no sólo por la agapi de Dios, entonces debe entender que aquel consuelo proviene del seductor diablo estafador bajo la apariencia de una alegría y un gozo superficiales. Esta alegría o gozo es sin sabor, caótico, desordenado y está provocado por el enemigo que quiere adulterar la psique. Porque cuando ve que el nus se fía plenamente de la experiencia de su sentido y presume, entonces, como he dicho, provoca a la psique aparentes consuelos bondadosos. Así la psique arrastrada de esta floja y falsa dulzura, no percibe esta unión íntima de ella con el mal astuto espíritu. Por esto, pues, discernimos el espíritu de la verdad del espíritu del engaño. Pero es imposible que uno saboree con αíσθηση sentido y sentimiento de la psique la divina bondad o recibir experiencia sentida y sensible de la maldad de los demonios, si no conoce con certeza que la jaris (increada) ha habitado al fondo de su nus; en cambio los malos astutos espíritus se encuentran alrededor de los miembros del corazón. Esto los demonios no quieren de ningún modo que sea creído por los hombres, para que el nus no se arme contra ellos con la memoria de Dios.
Cap. 34-36 Agapi fraternal-temor a Dios-condiciones de la agapi, (Dos agapis-temor y agapi-la Luz increada).
34- Una es la agapi natural que tiene la psique y otra la que le viene de la energía (increada) del Espíritu Santo. La primera se mueve cuando nosotros queremos, según nuestra voluntad; y por eso fácilmente es saqueada, arrebatada de los espíritus malos astutos, cuando no nos sujetamos con fuerza a nuestra predisposición agapítica. Pero la otra que se hace por el Espíritu Santo, excita tanto la psique hacia la agapi a Dios, de manera que todas las partes de la psique se apeguen de modo inexpresable a la bondad del divino anhelo, con una inmensa disposición sencilla. Porque el nus entonces lleno de la energía (increada) espiritual, como si estuviese de parto, se convierte en una fuente de agapi que brota, mana, gozo y alegría.
35- Tal como se serena el mar agitado, si le echamos aceite, y se vence la tempestad por el grueso y la grasitud del aceite, así también la psique cuando está ungida de la bondad del Espíritu Santo, siente una dulce serenidad y paz, recibiendo con alegría su derrota por aquella bondad impasible e inexplicable del Espíritu Santo, que la cubre diciendo según el profeta David: “Psique mía sométete a Dios” (Sal 61,6). Entonces cualquiera que sea el número de tentaciones que se provocan por los malos astutos demonios contra la psique, ella permanece en paz sin ira y está llena de todo gozo y alegría. Uno viene y permanece en este estado, si apacigua su propia psique incesantemente por el temor a Dios. A los luchadores para la salvación y sanación el temor del Señor Jesús trae una cierta forma de pureza o expiación. Porque dice la Escritura: “El temor del Señor, es puro y permanece por los siglos” (sal 18,10).
36- Cuando escuchéis sobre el sentido del nus, nadie crea que la doxa-gloria de Dios se le aparecerá de forma visible. En efecto, decimos que cuando la psique está sana o limpia, siente el divino consuelo y lo saborea de manera inenarrable; pero no se ve en ella nada de las invisibles, porque como dice el Apóstol Pablo: “En la vida presente progresamos con la fe y no en la visión,” (2ªCor 5,6-7). Si pues, en alguno de los luchadores se le aparece una luz o una figura luminosa, para nada acepte esta visión. Es un engaño claro del mal astuto; muchos por ignorancia lo creyeron y se extraviaron del camino de la verdad. Pero nosotros conocemos que mientras estamos en este cuerpo nuestro corruptible, estamos lejos de Dios, es decir, no es posible ver con nuestros ojos ni a Él, ni a ninguno de Sus maravillas celestes.
Cap. 37-39 Los sueños de la naturaleza-los del satanás-los de Dios.
37- Los sueños que se manifiestan a la psique a causa de su agapi a Dios, son de una manera indicios seguros e inequívocos de una psique sana. Por eso no cambian de una figura a otra, ni de repente se ríen o aterrorizan, sino que se aproximan a la psique llenos de indulgencia y bondad llenándola de alegría espiritual. Por eso cuando el cuerpo se despierta, la psique con gran anhelo busca la alegría del sueño. En cambio, las fantasías de los demonios son totalmente opuestas; no permanecen en la misma figura, ni muestran por largo tiempo su forma sin turbación. Porque la serenidad no la tienen a causa de su intención y voluntad, sino que la imitan sólo con la disposición de engañar a la psique; la serenidad no puede permanecer en ellos por mucho rato; pero hablan grandes palabras, hacen muchas amenazas, a menudo se transforman en soldados y también algunas veces con chillidos psalmodean la psique. Cuando el nus está sano, limpio de estas cosas, reconoce la presencia de los demonios de las fantasías y el cuerpo se despierta; alguna vez también se alegra porque pudo entender la mala astucia de ellos. Por eso dentro del sueño muchas veces los inspecciona y por eso les provoca una gran ira. Pero hay casos que los sueños buenos no producen alegría a la psique, sino que traen una tristeza agradable y lágrimas sin dolor. Esto sucede en aquellos que han progresado mucho en la conducta interior humilde, sana y serena.
38- Nosotros hemos hablado relativamente sobre el discernimiento de sueños buenos y malos, tal como hemos escuchado de aquellos que tienen experiencia. Pues, para que nos sea útil para la virtud, lo mejor es que no demos ningún crédito a ninguna figura o fantasía. Porque los sueños no son otra cosa que copias de loyismí (pensamientos) incontrolables o errantes y como dije, burlas de los demonios. Por lo tanto, si alguna vez por la bondad de Dios nos fuera enviado algún ensueño y no lo aceptáramos, el amado y deseado Señor Jesús no se enfadará contra nosotros; porque conoce que esto lo hacemos a causa del miedo de la mala astucia de los demonios. El referido discernimiento entre sueños buenos y malos es rigurosamente exacto. Pero sucede que la psique se manche por un motivo imperceptible –algo que creo que nadie está exento- y pierde la exactitud rigurosa del diagnóstico y entonces cree los malos sueños como buenos.
39- En este caso tomemos como ejemplo a un esclavo a quien su señor después de larga ausencia le llamó durante la noche desde el patio de la casa,; el esclavo negó categóricamente abrir la puerta a su señor, por temor a ser engañado por la semejanza de la voz y convertirse en traidor de su señor, abriendo a otra persona. Cuando se hizo de día, no sólo su señor no se enfadó con el esclavo sino que le alabó mucho, porque hasta la voz de su señor la creyó como engañosa, al no querer que se perdiera ninguno de sus bienes.
Cap. 40-44 Las dos luces-obediencia-engratia-desviaciones.
40- Uno no debe dudar que, cuando el nus comienza a recibir continuamente la energía (increada) de la luz divina, se hace todo transparente, de modo que él mismo vea abundantemente la riqueza de su propia luz. Esto sucede cuando la potencia de la energía de la psique ha vencido los pazos y domina sobre ellos. Pero cada figura que se manifiesta al nus, sea como luz, sea como fuego, proviene de la mala astucia del enemigo; tal como claramente nos enseña san Pablo: “…que el diablo se metamorfosea, transforma en ángel de luz”, (2ªCor 11,14). Uno no debe emprender la vida ascética con una esperanza de este tipo de ensueños, no vaya ser que el satanás encuentre la psique lista para arrastrarla. Nuestra pretensión sólo debe ser amar a Dios con todo sentido, sentimiento, del corazón y con la psique entera (la parte logística, la irascible o emocional y la anhelante-voluntad) y con cada información interior, es decir, “…con todo el corazón, con toda nuestra diania y con la psique entera, (Mat 22,37)”. Porque aquel que por la jaris (energía increada) de Dios energiza y opera a este grado, aun cuando vive en este mundo, se encuentra alejado del mundo.
41- Está reconocido que la obediencia es la primera entre las virtudes introductorias. Porque anula, suprime la presunción o engreimiento, es decir, la gran idea que tiene uno de sí mismo, y genera la tapinofrosini (humildad o conducta interior de humildad y serenidad). Por eso en aquellos que la guardan o soportan con agrado se convierte en la puerta que conduce a la agapi de Dios. Por eso Adán al haber rechazado la obediencia resbaló al Hades o al abismo del infierno. Esta virtud amó el Señor y se hizo hombre economizando nuestra sanación y salvación. Obedeció a Su Padre hasta la cruz y la muerte, (Fil 2,6-8), y esto no siendo inferior de la grandeza de Aquel, para anular y destruir con Su obediencia el crimen de la desobediencia humana y devolver a la vida bienaventurada y eterna aquellos que vivirán con obediencia. En primer lugar, aquellos que quieren combatir la presunción o la arrogancia del diablo, deben ocuparse de la obediencia. Y ella con el tiempo nos mostrará sin error todos los caminos de las virtudes.
42- La engratia (autodominio, dominio de sí o contención) es un nombre general de todas las virtudes. Aquel que está en engratia, es decir, el que cultiva las virtudes, es necesario que se contenga en todo. Tal como se amputa cualquier miembro del hombre, aunque sea el más pequeño, entonces se deforma o desfigura el hombre entero. Así también el que descuida una sola virtud, destruye toda la belleza de la engratia. Debemos pues, cultivar no sólo las virtudes corporales, sino también aquellas que pueden limpiar y sanar nuestro interior. ¿Cuál será el beneficio para quien mantuvo su cuerpo virgen, si se mancha del demonio de la desobediencia? O ¿cómo se coronará aquel que se distancia de la gula y de cada deseo corporal, si no se ocupa de vencer el orgullo, la presunción y la vanagloria y no tolera, ni soporta la mínima aflicción y pena? Porque en el juicio futuro, en la balanza de la luz de la justicia se dará como contrapeso o contrapartida en aquellos que cometieron obras de justicia con espíritu de humildad.
43- Aquellos que luchan para su sanación y salvación, deben ocuparse en odiar tanto los deseos insensatos, de manera que adquieran el hábito de este odio. Pero la engratia, contención de las comidas deben ejercerla con cuidado de manera que no lleguen a odiar ningún alimento; porque una cosa así es maldita y totalmente demoníaca. No nos abstenemos de las comidas como si fueran malas -que así no sea- sino para que, al apartarnos de las comidas voluptuosas y de la cantidad, domeñemos los miembros del cuerpo (carne o los instintos animales) que se encuentran en exaltación. También para repartir lo que sobra a los pobres, lo cual es un signo de verdadera agapi.
44.- Comer y beber y agradecer a Dios de todo que nos ofrecen, para nada es contrario de la gnosis espiritual; porque todas las creaciones son muy buenas (Gén 1,31). Pero en abstenernos voluntaria y agradecidamente de muchas y buenas comidas, esto es una señal de gran discernimiento y de una gran gnosis espiritual. Pero no despreciaremos con alegría los bienes de este mundo, si no saboreamos la dulzura de Dios con todo nuestro αίσθηση sentido espiritual y con información del corazón.
Cap. 45-49 Regla de engratia-la finalidad del ayuno-el vino.
45- Cuando el cuerpo está pesado por muchas comidas, convierte al nus débil, lento, perezoso, miedoso y cobarde; en cambio cuando flaquea por la gran engratia, inspira a la parte contemplativa de la psique tristeza y evita hablar. Debemos regular las comidas según el estado del cuerpo, de manera que cuando está saludable sea domado convenientemente y cuando está enfermo sea atendido con mesura. Porque el luchador no debe debilitar el cuerpo, sino que tenga la necesaria resistencia para la lucha, de manera que los esfuerzos corporales contribuyan convenientemente a la catarsis de la psique.
46- Cuando la vanagloria nos inflama mucho para presumir, teniendo como pretexto para su propia presunción la visita de algunos hermanos o huéspedes cualesquiera, es bueno durante este espacio de tiempo que dejemos nuestra dieta. Así expulsaremos el demonio y le dejaremos inactivo sin poder realizar nada, lamentándose más por su ataque fallido, y cumpliremos perfectamente la ley de la agapi, y por nuestro consentimiento mantendremos el secreto de la engratia.
47- El ayuno, en efecto, es motivo para la jactancia, pero no ante a Dios. Es un instrumento que puede ayudar a los que quieren adquirir tapinifrosini (conducta interior humilde, sana y moderada). Los luchadores de la piedad no debemos tener gran idea sobre ella, sino sólo esperar en la fe de Dios el cumplimiento de nuestro objetivo. Los técnicos o artistas jamás se jactan de sus herramientas para el arte, sino que cada uno de ellos espera el resultado de su esfuerzo para mostrar así con exactitud su arte.
48- Cuando la tierra se riega lo justo y necesario, da semilla multiplicada, en cambio cuando recibe la lluvia excesivamente, sólo produce espinos y cardos. Así también la tierra del corazón, si usamos con moderación el vino, produce semillas naturales, y las que se siembran en él por el Espíritu Santo las presenta muy fructuosas y robustas. Pero si se empapa por la mucha bebida, entonces todos los loyismí (pensamientos, reflexiones) que produce se convierten en cardos y espinos.
49- Cuando nuestro nus nada en las olas de la bebida, no sólo ve apasionadamente las imágenes que le presentan los demonios en el sueño, sino que incluso en sí mismo forma figuras bellas y con la fantasía las utiliza con ardor como si fueran sus amadas o estuviera muy enamorado de ellas. Porque cuando los órganos sexuales se calientan por el vino, el nus por necesidad crea dentro suyo representaciones hedónicas del pazos. Debemos, pues, utilizar con moderación las cosas para poder evitar el perjuicio, daño de la ambición de los excesos. Porque cuando el nus no tiene hidoni (placer, voluptuosidad) para que lo arrastre a la representación del pecado, entonces permanece totalmente sin fantasía, y lo mejor, sin deseo carnal.
Cap. 50-53 Bebidas-el vinagre del Señor-médicos.
50- Todas las bebidas preparadas, que los fabricantes de ellas llaman aperitivos, porque parece ser que conducen la panza en cantidad de comidas, no deben beberlas aquellos que quieren domar las partes del cuerpo porque se calientan y se sublevan. Porque estas bebidas no sólo son perjudiciales a los cuerpos, sino que esta composición insensata de ellos influencia y sacude mucho también la conciencia en la cual energiza y opera el Dios.
51- Nuestro Señor Jesús Cristo, el Didáscalos o Maestro de la sagrada vida ascética, en Su pazos (pasión) los servidores de órdenes diabólicas le dieron beber vinagre, para dejarnos -creo yo- ejemplo claro para las sagradas luchas ascéticas. Dice, pues, que aquellos que luchamos contra el pecado, no debemos utilizar las buenas y agradables bebidas y comidas, sino más bien soportar con perseverancia la amargura de la batalla. Al hisopo se agrega la esponja de la injuria (Jn 19,29), para entender y adaptar perfectamente al ejemplo, la forma y el marco de nuestra catarsis (sanación, terapia). Porque la crudeza que tiene el vinagre determina las luchas espirituales, en cambio la cualidad catártica (sanadora,) del hisopo (Sal 50,9) determina el perfeccionamiento.
52- El que vayamos al baño no se puede calificar de paradójico o pecaminoso. Pero el que uno se abstenga a causa de la engratia lo considero de mucha valentía y de mucha humildad, sanación y moderación. Porque aquel baño hedónico no relaja nuestro cuerpo, ni nos hace recordar aquella desnudez deshonrosa de Adán, para que nos preocupemos por segunda vez en cubrir con hojas nuestra desnudez. Esto es lo más significativo para nosotros que recientemente hemos rechazado la maldad de la vida: debemos con la pureza de nuestro cuerpo unirnos con la belleza de la virtud sofrosini (mente y nus-espíritu sanos y serenos).
53- Nada nos impide llamar a los médicos cuando enfermamos. En efecto, como alguna vez, por la experiencia de los hombres, sería creada la medicina, por eso los fármacos preexistían. Sin embargo no debemos tener la esperanza en ellos sino al verdadero sanador, médico y salvador nuestro Jesús Cristo. Esto lo digo para aquellos que viven en los monasterios kinovios (de vida en comunidad) o se ejercitan en las ciudades; porque a causa de las circunstancias que se les presentan, no tienen la energía de la fe incesante mediante la agapi; pero también para que no caigan en la vanagloria y en la tentación del diablo; porque algunos de ellos sostienen que no tienen necesidad de los médicos. Pero si uno lleva una vida anacoreta en lugares más desiertos junto con dos o tres hermanos de su misma mentalidad, él con fe se ofrece a sí mismo al Señor que es quien sana toda enfermedad e indisposición (Mt 4,23), y cualquier enfermedad que padezca. Porque después del Señor tiene al desierto como consuelo suficiente de las enfermedades. Por eso a tal hombre nunca le falta la energía de la fe, porque no tiene a donde ostentar la virtud de la paciencia, utilizando al desierto como un bello velo y no la vanagloria. Por eso el Señor a los aislados y a los desprotegidos, los protege y los aloja en casa con mucha felicidad (Sal 67,7).
Cap. 54-56 Criterios de la espiritualidad-los sentidos.
54- Cuando nos irritamos mucho por las enfermedades corporales que nos acontecen, debemos saber que nuestra psique aún está esclavizada por los deseos del cuerpo. Por eso, uno deseando el bienestar material, no quiere apartarse de los bienes de la vida, si no que se entristece mucho creyendo que cuando enfermará no podrá disfrutar los encantos de las cosas materiales de la vida. Pero si recibe agradecidamente las tristezas, aflicciones, de las enfermedades, entonces reconoce que no está lejos de las fronteras de la apacia (sin pazos, impasibilidad). Por eso hasta la muerte también la espera con alegría como causa de la vida verdadera.
55- La psique no puede desear separarse del cuerpo si su disposición no se hace independiente de este. Todos los sentidos del cuerpo son contrarios a la fe, porque ellos se refieren a cosas presentes, en cambio la fe promete la grandeza y la majestuosidad de los bienes futuros. Aquel que lucha para su sanación y su salvación no debe añorar nunca árboles frondosos y con sombra bella, o fuentes con aguas corrientes o campos con flores, o casas bellas, o relaciones familiares, ni acordarse de exhibiciones festivas si estuvo en este tipo de reuniones; Sino que utilice las cosas necesarias de la vida con agradecimiento y que considere la vida como un camino insólito que no dispone de ningún deseo y deleite carnal. Sólo así delimitaremos nuestra diania-mente entera y la dirigiremos al camino que conduce a las cosas eternas.
56- La vista y el sabor disipan la memoria del corazón cuando los utilizamos exageradamente. Ejemplo claro Eva. Ella hasta que no miró con placer el árbol prohibido del mandamiento, recordaba cuidosamente la orden divina. Por eso está tapada aún con las alas del divino eros-amor y no conocía por esto su desnudez. Pero cuando vio con placer el árbol y lo tocó con un intenso deseo, comió el fruto con un gran placer y enseguida se deslizó hacia la unión corporal y se unió con el pazos, puesto que estaba desnuda. Dio todo su deseo a las cosas presentes y con el fruto visiblemente bello arrastró también a Adán en su propio error. Por eso desde entonces difícilmente el hombre puede recordar a Dios o a Sus mandamientos. Nosotros, pues, fijemos siempre el nus al fondo de nuestro corazón, teniendo incesante la memoria a Dios, y vivamos como ciegos en esta vida falsa y engañosa. Porque lo propio de la filosofía espiritual es conservar siempre sin alas el eros-amor a las visibles. Eso lo enseñaba también el muy sufridor Job: “Conoce el Dios que mi corazón no siguió mis ojos” (Job 31,7). Realmente esto es un signo de una altísima engratia-continencia, autodominio.
Cap. 57-59 Las bellezas interiores-la acedia (o desánimo, pereza espiritual)-“la oración de Jesús”.
57- Aquel que trata e investiga siempre dentro de su corazón, se aleja de las cosas que se llaman cosas bellas de la vida. Porque, mientras vive espiritualmente, no puede conocer los deseos de la carne. (Gal 5,16). Este hombre circula dentro de la fortaleza del castillo de las virtudes, teniendo como guardianes las mismas virtudes que vigilan la ciudad de la pureza. Por eso permanecen ineficaces las maquinaciones de los demonios contra él, aunque las flechas del eros carnal lleguen hasta las puertas de la naturaleza, es decir, los sentidos físicos.
58. Cuando la psique empieza a no desear las bellezas de la tierra, entonces la invade un espíritu de acedia (desgana o pereza espiritual), no dejándola servir con gratitud al logos, ni tener deseo fuerte de los bienes futuros. Además, esta vida temporal la presenta como totalmente inútil, en cuanto no tiene obras dignas de virtud. Aún, esta gnosis espiritual la desprecia bajo el pretexto que ha sido dada a muchos otros o que no nos promete nada perfecto. Este pazos, que convierte la psique débil, floja y parsimoniosa, lo evitaremos si delimitamos nuestra diania-mente, intelecto, dentro en términos estrechos, de manera que sólo se fije a la memoria de Dios. Sólo así el nus volverá al calor anterior y podrá apartarse de esta alteración paradójica.
59- De todos modos el nus requiere de nosotros que con la memoria de Dios le vallemos todas las salidas y darle hacer un trabajo que satisfaga su energetidad o actividad. Hay que darle sólo el nombre de “Señor Jesús” como única ocupación para el cumplimiento total de nuestro fin. Porque nadie puede decir “Señor Jesús” sin la iluminación del Espíritu Santo (1ªCor 12,3). Pero debe el nus estar estudiando incesantemente estas palabras en el fondo de su corazón, de manera que no se escape y esparza en distintas fantasías o imaginaciones. Aquellos que estudian sin cesar este santo y glorioso Nombre en la profundidad de su corazón, ellos algunas veces pueden ver también la luz de su propio nus. Y esto porque, cuando la diania-mente se detiene con mucha persistencia en este santo Nombre, quema y consume toda suciedad que cubre la psique; esto nuestra psique lo siente intensamente porque nuestro Dios es fuego que devora todo (Dt 4,24). Y con esto el Señor invita la psique a la gran agapi de Su propia doxa-gloria (increada). Porque cuando este glorioso y muy anhelado Nombre con la memoria del nus permaneciendo mucho tiempo al calor, fervor del corazón, seguro que nos provoca la costumbre de amar a Su bondad sin ningún impedimento. Ésta es la perla preciosa (Mt 13,46), que uno puede adquirirla habiendo vendido toda su fortuna y sus bien, y cuyo descubrimiento produce una inenarrable alegría y un gozo inefable.
Cap. 60-62 Características de la alegría-memoria de Jesús- la ira o lo emocional.
60- Una cosa es la alegría inicial y otra la perfecta. La primera no está exenta de la fantasía, en cambio la segunda tiene la fuerza de la tapinofrosini-humildad (conducta interior sana, serena y humilde). Entre ellas existe una tristeza mezclada con la agapi de Dios y lágrima sin dolor. Porque donde hay abundancia de sabiduría, allí también existe abundancia de gnosis; y aquel que recibe más gnosis, añade sentimiento de dolor (Ecl 1,18). Por eso con la alegría inicial la psique debe ser llamada a las luchas ascéticas y espirituales y luego sea examinada y juzgada por la verdad del Espíritu Santo acerca de los males realizados o de las fantasmadas o vanidades que aún realiza. Porque dice la Escritura: “Señor, con inspecciones sobre su ilegalidad, has corregido al hombre, y fundiste como una araña su psique” (Sal 38,12). Y cuando la psique sea puesta en prueba por la divina inspección, como si hubiera entrado a un horno, entonces recibirá la divina energía de la alegría sin fantasías, dentro de la calurosa memoria de Dios.
61- Cuando la psique es perturbada de la ira, o turbada por la ebriedad o oprimida y desanimada por la terrible aflicción, depresión, pena o tristeza, el nus no puede detener la memoria del Señor Jesús, aunque uno se lo fuerce. Porque, como está entenebrecido de la dureza de los pazos, pierde su sentido espiritual. Por eso el deseo de la oración de Jesús o del corazón, no tiene donde marcar su sello, de manera que el nus mantenga sin olvido las palabras de la oración de Jesús, porque la memoria de la diania-mente es endurecida por la crueldad y dureza de los pazos. Pero si la psique está libre de estos pazos, aunque por un instante se olvide el nombre deseado, pronto el nus utiliza su energetidad, actividad y retoma ardientemente aquella presa muy deseada, sanadora y salvadora. Entonces la psique tiene la misma divina jaris (increada) que estudia y clama junto con ella “Señor Jesús”, tal como una madre enseña a su niño el nombre del “padre” y lo repite con él hasta que se acostumbre a llamar padre, aún hasta cuando duerme, en vez de decir cualquier otra cosa de las que se acostumbran a decir los niños. Por eso dice el Apóstol: “Así también el Espíritu nos ayuda y nos apoya en nuestra enfermedad, porque no conocemos como debemos orar y qué pedir, pero el mismo Espíritu media a favor de nosotros y nos inspira gemidos que no se expresan con palabras” (Rom 8,26). Como nosotros somos niños respecto a la virtud de la oración, siempre tenemos necesidad de la ayuda del Espíritu Santo, el cual con Su inenarrable dulzura reúne y deleita todos nuestros loyismí (pensamientos, reflexiones) y nos dirige de manera que nos movamos con toda nuestra disposición a la memoria y a la agapi (increada) de Dios. Por eso, otra vez el Apóstol Pablo dice: con la inducción y movimiento del Espíritu Santo, este nos enseña clamar incesantemente a Dios Padre, diciendo: “Abba, Padre” (Rom 9,15).
62- La ira, más que todos los demás pazos, perturba y confunde la psique; pero alguna vez también beneficia mucho. Porque cuando la utilizamos sin conflicto o perturbación contra los indecentes y los impíos para que se sanen y salven o para que se avergüencen, entonces añadimos apacibilidad, mansedumbre, a nuestras psiques, porque co-caminamos con la finalidad de la justicia y la bondad de Dios. Pero también cuando nos hayamos enfadado fuertemente contra el pecado, el comportamiento afeminado de la psique muchas veces lo convertimos en virilizado. Tampoco debemos dudar que, cuando nos encontramos con mucha desgana, si nos enfurecemos espiritualmente contra el demonio de la corrupción, nos elevamos por el encima de la jactancia de la muerte. El Señor para enseñarnos esto, dos veces se enfureció contra la muerte y se perturbó a Sí Mismo, aunque si quería podía permanecer sin perturbarse y así resucitó a Lázaro (Jn 11,33-38). Por eso, creo que la ira moderada fue dada por el Dios a la naturaleza humana. Si Eva lo hubiese usado esto como arma contra la serpiente, no sería vencida de aquel placer corporal apasionado. Por eso aquel que a causa del esmero hacia la piedad utiliza con modestia la ira, creo que se encontrará mejor en balanza de las recompensas de aquel que a causa de la inercia del nus en moverse hacia la ira no se enfada nunca. Este segundo parece que tiene sin entrenamiento al conductor o cochero de los frenos (mente y nus, espíritu) humanos; mientras que el primero llevado siempre a la lucha sentado en los caballos de la virtud pasando en medio de las legiones demoníacas, adiestrando con el temor a Dios el carro de la engratia (continencia, autodominio). Este arma la Escritura lo llama “carro de Israel” (4º Rey 2,11) y lo encontramos en la asunción del divino Elías; porque parece que a los hebreos el Dios habló de varias maneras sobre las cuatro virtudes (prudencia, sofrosini o modestia y humildad, justicia y valor). Por ello este alumno tan grande de la Sofía-sabiduría fue ascendido sobre un caro de fuego; y yo creo, que utilizó prudentemente como caballos del carro las virtudes, cuando fue arrebatado por el Espíritu en un soplo de brisa o de fuego candente.
Cap. 63-65 El “gnóstico” -los tribunales- la insolvencia o pobreza.
63- Aquel que se ha hecho participe de la santa gnosis (increada) y ha saboreado la dulzura de Dios, no debe juzgar nunca, ni suscitar algún juicio contra cualquiera, aunque le quitara la ropa que está vestido. Porque la justicia de este mundo es muy inferior de la justicia de Dios, es más, es nada, en comparación con la justicia de Dios. Por otra parte, ¿qué diferencia habría entre los hijos de Dios y los hijos del mundo, si la justicia del mundo no fuera incompleta en comparación con la justicia divina? Por eso lo uno se llama justicia humana y lo otro justicia divina. Así también el Señor Jesús cuando Le calumniaban no contestaba con insultos y cuando sufría no amenazaba (1ªPed 2,23), incluso aguantó en silencio la reducción de Su vestidura (Mt 27,28), y sufrió dolores y aflicciones a favor de nuestra salvación (Is 53,4). Y lo más grande es que rogaba al Padre a favor de aquellos que Le maltrataban (Lc 23,34). Pero los hombres de este mundo no dejan los procesos judiciales hasta que no recuperen las cosas de sus litigantes, y a veces con más de lo debido, de modo que el derecho de ellos sea convertido el principio de una gran injusticia.
64- He escuchado algunos hombres piadosos decir que no debemos permitir a cualquiera que venga nos arrebate de lo que tenemos para nosotros mismos o para alivio de los pobres, para que por nuestra indulgencia no lleguemos a ser causa de pecado para los que nos perjudican, sobre todo si son cristianos. Pero esto no es otra cosa, que preferir los bienes propios para a sí mismo bajo un pretexto paradójico o insensato. Porque si abandono la oración y la vigilancia del mi corazón y empiezo a reñir y a litigar con aquellos que me perjudican, en poco tiempo empezaré a frecuentar en los patios de los juzgados, y así se hace claro que aquellas cosas que persigo, las considero superiores de mi salvación, por no decir también superiores a este mandamiento salvífico del Señor. Porque, ¿cómo seguiría el mandamiento evangélico, que manda: “A quien toma lo tuyo, no le reclames” (Lc 6,30), si antes no aguanto con alegría el arrebato de mis existencias? según el Apóstol (Heb 10.34). Pero, aunque uno retoma con juicio las cosas que le arrebataron, esto al codicioso no le libera del pecado, porque los juicios de los tribunales corruptibles no pueden limitar el juicio incorruptible de Dios. Porque el causante de algún mal debe satisfacer aquellas leyes de las cuales está juzgado y confiesa. De modo que es bueno que aguantemos la violencia de aquellos que nos quieren perjudicar y orar por ellos, de manera que con la metania y no por la recompensa de lo que nos han arrebatado, liberarse de la acusación de la codicia. Porque esto quiere la justicia de Dios, que liberemos al codicioso del pecado por la metania y no lo que ha arrebatado.
65. Es muy conveniente y útil que habiendo entendido profundamente el camino de la piedad, vendamos inmediatamente nuestras pertenencias, y repartiendo este dinero a los pobres de acuerdo con el mandamiento del Señor (Mt 19,21); y no con el pretexto que queremos continuamente realizar los mandamientos, abandonemos este mandamiento salvífico. Porque de esto nos vendrá la buena despreocupación y la pobreza que nadie la codicia y es superior de cada injusticia y litigio, puesto que ya no tendremos bienes materiales que encienden las ganas de los codiciosos. Entonces más que todas las virtudes nos cubrirá la tapinofrosini-humildad (conducta interior de la mente y el nus o corazón sana, serena y humilde); y ella en su seno nos liberará dando alivio y descanso (espiritual), tal como la madre toma a su niño pequeño en sus brazos dándole calor, cuando por la inocencia infantil se desviste y arroja su vestidura, y está más feliz de su desnudez que de una vestidura de varios modelos y colores. Porque dice la Escritura. “El Señor guarda a los niños; y yo me hice humilde y él me salvó” (Sal 114,6).
Cap. 66-67 La superioridad de la pobreza- Teología fuente de la agapi.
66- De acuerdo con lo que tenemos, sin duda, el Señor nos pedirá cuentas sobre la caridad, no por lo que no tenemos (2ªCor 8,12). ¿Si, pues, por temor de Dios en poco tiempo distribuyo lo que podía dar a largo de muchos años, ¿de qué cosa seré castigado, puesto que no tendría nada? Pero alguno preguntará: ¿cómo serán misericordiados en adelante aquellos pobres que se han acostumbrado a ser misericordiados o recibir limosna de nosotros? Pues, que tal hombre aprenda a no injuriar a Dios con motivo de su amor al dinero, la avaricia. Porque el Dios no dejará de proveer para su criatura como lo hace desde el origen; porque antes que éste o aquél se moviera a dar limosna para los pobres, ellos no están privados de ropa, comida y mantas para dormir. Es bueno, pues, que apenas recibamos con profundo conocimiento la divina voluntad, rechazar con buena gestión esta conducta tonta de jactancia o arrogancia por la riqueza, odiando sus deseos, porque esto significa el “…odiar la propia psique” (Lc 14,26). Así no estaremos gozando por repartir nuestro dinero, y estaremos haciendo más humilde nuestra psique, por no hacer ningún bien material. Porque cuando tenemos dinero nos alegramos exageradamente (si nos promueve buena disposición) cuando lo repartimos creyendo que servimos con alegría la voluntad divina. Pero cuando agotamos el dinero, entonces nos viene gran tristeza y una humillación, como si no realizáramos ninguna praxis de virtud. De esto pues, la psique vuelve a sí misma con mucha humildad, y aquello que por la caridad no lo puede conseguir día a día, lo adquiere con la oración esforzada, la paciencia y la humildad o la conducta humilde del nus y la mente. Porque dice la Escritura: “Señor, el pobre y el indigente alabarán Tu nombre” (Sal 73,21). Tampoco el carisma de la teología se da por Dios para nadie que no se desprende de todas sus bienes a favor de la doxa-gloria del Evangelio de Dios, para proclamar con una pobreza amada de Dios la riqueza de la realeza (increada) de Dios. A esto exactamente se refiere David diciendo: “Dios mío, con tu bondad has preparado bienes para el pobre” y añade: “El Señor dará logos a aquellos que anuncian el Evangelio o evangelizan con mucha fuerza” (Sal 67,11-12).
67- Todos los carismas de Dios son excelentes y capaces de proporcionar toda bondad; pero ninguno inflama al corazón a la agapi de Su bondad tanto como la “teología”. Porque, siendo el brote temprano de la jaris de Dios, concede a la psique los primeros grandes regalos. Primero nos convence a despreciar con alegría la amistad del cosmos-mundo, porque tenemos en vez de los deseos corruptibles, la riqueza inenarrable de los logos Dios. Después ilumina nuestro nus con el fuego de la divina alteración y así le hace estar en comunión con los espíritus litúrgicos, los ángeles. Los que hemos preparado para eso nuestras psiques, que anhelemos francamente la bella virtud de la teología que lo contempla todo, que provoca toda despreocupación y que nutre al nus con los logos de Dios dentro del resplandor de la luz (increada) inenarrable; y que ha unido la psique lógica con el Logos de Dios en una unión inseparable, tal como habían explicado los santos profetas. Y así la teología que conduce las psiques como novias a Dios, armoniza también a los hombres -¡oh qué milagro!- en himnos a Dios y psalmodean con fuerza Sus obras admirables.
Cap. 68-70 Oración-Teología-la Jaris de los nuevos-el silencio.
68- Frecuentemente nuestro nus en la oración se fatiga, se enoja y se contraria, porque la virtud de la oración le impone a concentrarse y delimitarse mucho; en cambio en la teología se da con alegría, porque son amplios e ilimitados los objetivos de las divinas zeorías-contemplaciones. Pues, para no dejar suelto su deseo de hablar mucho y vuele más de la cuenta con alegría, dediquémonos principalmente sobre la oración, la psalmodía y la lectura de las divinas Escrituras. También no ignoremos las enseñanzas de hombres sabios espiritualmente, cuya fe se manifiesta por sus logos. De esta manera impediremos al nus a mezclar con sus propias palabras las palabras de la jaris, o caer en la vanagloria arrastrado por el exceso de la alegría, los discursos y la charlatanería. Pero también al tiempo de la zeoría-contemplación le protegeremos de cada fantasía y le haremos que sean acompañados de lágrimas casi todos sus pensamientos. Porque durante el tiempo de la hisijía (tranquilidad, serenidad) reposa y siente dulzura, y sobre todo penetrado del adulzamiento de la bendición, (oración del corazón o oración de Jesús), no sólo se escapa de los peligros que nos hemos referido, sino que se renueva más en moverse con fuerza y sin fatiga para las consideraciones y contemplaciones divinas; además que estará progresando con gran humildad en la contemplación de la virtud del discernimiento. Incluso, debemos de conocer que hay también una oración que supera toda amplitud; pero ella pertenece sólo en aquellos que con todo sentido, sentimiento espiritual e información interior están llenos, colmados de la divina jaris (energía increada).
69- La jaris al principio acostumbra a resplandecer con su luz (increada) en la psique con mucho sentido o sentimiento; pero progresando en las luchas, principalmente obra, energiza y opera a la psique que teologiza de manera desconocida sus misterios. En el primer caso energiza y opera así, para hacernos y ponernos alegres sobre el camino de las divinas contemplaciones (zeorías), ya que estamos llamados de la ignorancia a la gnosis (increada). Pero en medio de las luchas quiere proteger y dejar nuestra gnosis espiritual alejada de la vanagloria. Debemos pues, por una parte entristecernos o afligirnos moderadamente, como abandonados, para que nos hagamos más humildes y seamos sometidos más a la doxa-gloria (increada) del Señor; por otra parte, también regocijarnos como es debido tomando alas de la bondadosa esperanza. Tal como el exceso de tristeza sumerge la psique en la desesperación y en la falta de fe, lo mismo también, el exceso de alegría y gozo lleva la psique al presumido engreimiento o arrogancia; hablo sobre aquellos que en cuestiones espirituales son niños; porque el término medio entre la iluminación y el abandono de la jaris es la experiencia, y entre la alegría y la tristeza, la esperanza. Dice la Escritura: “Con mucha paciencia esperé al Señor y Él puso Su cuidado y me atendió” (Sal 40,1), y “Cuando me embargan muchas tristezas dentro de mi corazón, tantos son Tus consuelos que colman con deleite mi psique” (Sal 93,19).
70- Cuando las puertas del baño se abren continuamente, el calor rápidamente sale fuera. Así también la psique cuando quiere hablar mucho, aunque sea para bien, disipa con su voz la memoria de Dios. Por eso el nus es privado de los pensamientos perfectos y útiles y hablando a cualquiera sobre sus tontos loyismí (pensamientos, reflexiones) se hace molesto, puesto que ya no tiene el Espíritu Santo que mantiene la psique sin fantasías. Y eso, porque el Bondadoso Espíritu evita hablar mucho, porque está ajeno de cualquier perturbación y fantasía. Es bueno, pues, el silencio que se hace a tiempo adecuado, porque es la madre de muchos pensamientos y conceptos sabios.
Cap. 71-72 El teólogo medio -los pazos-el teólogo y sus espacios.
71- El mismo logos de la gnosis espiritual nos enseña que muchos pazos molestan la psique al comienzo de teologizar. Más que nadie, el odio y la ira. Y esto nos sucede no tanto de los demonios que provocan estos pazos, sino del propio progreso. Mientras la psique está arrastrada por la conducta del cosmos-mundo, aunque vea justo que sea pisoteada por algunos, permanece in-conmocionada e imperturbable. Porque al ocuparse de sus propios deseos, no se preocupa por la justicia de Dios. Pero cuando empieza a dominar sobre sus pazos, tanto con el desprecio de las cosas presentes, como con la agapi a Dios, no sufre, ni en los sueños al ver que se transgrede la justicia, sino que se enoja y enfada contra los injustos hasta que les ve regresando y reconocen sus injusticias. Por eso los injustos los odia, en cambio los justos los ama. Porque, es cierto que el ojo de la psique cesa ya de ser arrastrado, cuando su cuerpo con su engratia (autodominio, contención y ayuno), llega a una gran finura. Sin embargo, en vez de odiar mucho a los injustos es mejor llorar por la insensibilidad y la dureza de ellos. Aunque los injustos son dignos de odio, sin embargo, la piedad quiere que la psique que ama a Dios no sea molestada por el odio. Porque mientras haya odio en la psique no energiza ni opera la gnosis espiritual.
72- El teólogo cuya psique se deleita y está penetrada por los logos, palabras de Dios, con el tiempo llega en grandes grados de apacia (impasibilidad, sin pazos). Porque dice la Escritura: “Los logos del Señor son puros como la plata pura refinada al horno” Sal 11,7). En cambio el gnóstico, es decir, aquel que tiene gnosis (increada) espiritual, se apoya a la experiencia práctica o activa y domina los pazos. No obstante también el teólogo saborea de la gnosis empírica, si para sí mismo se dispone con más humildad; pero también el gnóstico saborea un poco de la virtud contemplativa, si mantiene limpia la parte discerniente de su psique, el discernimiento. Porque los dos carismas no concurren nunca íntegramente en una persona para que admirándose el uno al otro por aquello que uno está falto, los dos se hagan humildes junto con el celo para la virtud. Por eso el Apóstol dice: “Así que, el mismo Espíritu a uno le concede logos de sabiduría y a otro logos de gnosis” (2ªCor 12,8).
Cap. 73-75 El Espíritu Santo-sus energías graduales.
73- Cuando la psique se encuentra en abundancia de sus frutos naturales, entonces psalmodía con voz más alta y quiere orar vocalmente. Pero cuando recibe le energía (increada) del Espíritu Santo, entonces ora sólo dentro del corazón. En el primer caso sigue una alegría fantasiosa; y en el segundo sigue el camino espiritual con lágrimas y después está con una tranquila, serena y alegre disposición psíquica. Porque con la regulación de la voz, la memoria de Dios permanece fervorosa y provoca pensamientos y conceptos apacibles y piadosos. Allí realmente vemos las semillas de la oración sembradas con lágrimas en la tierra del corazón, a causa de la esperanza del gozo de la cosecha (Sal 125,6). Mientras tanto, si nos contiene pesada pereza espiritual y somos oprimidos, debemos de psalmodear un poco más fuerte, haciendo que los sonidos y notas de la psique concuerden con la alegría de la esperanza, hasta que esta nube pesada sea disuelta por los soplos de la melodía.
74- Cuando la psique ha llegado a conocerse bien a sí misma, entonces emana un calor de agapi a Dios. Porque, como ya no se confunde por las preocupaciones de la vida, produce en su interior un divino eros-amor para la paz y busca a Dios de la paz. Pero esta disposición se disuelve rápido, bien porque la memoria a Dios es arrastrada de los sentidos, o porque la naturaleza agota rápidamente su propio bien a causa de su pobreza espiritual. Por eso los filósofos helenos no poseían debidamente lo que creían obtener por la engratia-continencia, porque el nus de ellos no recibía la energía (increada) de la sabiduría eterna y verdadera de Dios. Pero el fervor que se produce al corazón por el Espíritu Santo es pacífico y continuo, e incita todas las partes de la psique al anhelo, deseo de Dios. Tampoco se airea fuera del corazón, sino que mediante el corazón deleita al hombre entero con inmensa agapi y alegría. Hay que reconocer y entender el calor, fervor natural de nuestra psique para llegar a este calor, fervor del Espíritu Santo. Porque la agapi natural es un signo que la naturaleza es saludable a causa de la engratia-continencia, autodominio; pero ella no puede conducir al nus en la apacia (sin pazos) como la agapi espiritual.
75- Así como el aire que nos rodea permanece puro cuando el viento del Norte sopla en la naturaleza, porque este aire tiene una naturaleza fina que provoca una claridad y limpieza; en cambio, cuando sopla el viento del Sur, todo se espesa, porque la naturaleza nublosa de este aire produce nubes y cubre toda la tierra. Así también la psique cuando recibe la energía (increada) del soplo del Verdadero y Santo Espíritu, se encuentra fuera de la niebla demoníaca; en cambio, cuando recibe fuertemente el soplo del espíritu del engaño, se cubre toda por las nubes del pecado. Debemos pues, con toda nuestra fuerza dirigir siempre nuestra intención hacia la limpiadora y sanadora brisa del Espíritu Santo, es decir, aquel que Ezequiel había visto que venía del Norte con la luz de la gnosis (Ez 1,4). Así la parte contemplativa de la psique estará permaneciendo siempre limpia y sana, de modo que nos ocupemos sin peligro de engaño sobre las contemplaciones (zeorías) divinas, viendo dentro de una atmósfera diáfana de luz los esplendores relativos de la divina luz (increada). Esta es la luz de la verdadera gnosis (increada).
Cap. 76-78 Pecado-ejercicios de la Jaris-voluntad.
76- Algunos creyeron que la jaris y el pecado, es decir, el Espíritu de la verdad y el espíritu del engaño, juntos se esconden al nus de los bautizados. Por eso dicen que uno sugiere al nus las cosas buenas y el otro inmediatamente las opuestas. Pero yo, a partir de la Sagradas Escrituras y de mi sentido del nus o espiritual, he comprendido que antes del santo bautismo, la jaris promueve la psique hacia el bien desde fuera, en cambio el Satanás se anida en las entrañas de la psique intentando tapar y obstruir todas las salidas hacia el bien. Desde el momento del bautismo el diablo está echado fuera y la jaris (increada) se introduce dentro de la psique. Por eso, tal como antes del bautismo había dominado el engaño en la psique, así, después del bautismo domina la verdad. Sin embargo, también después del bautismo el satanás opera contra la psique como anteriormente, e incluso peor, y con más frecuencia. Pero no es verdad que coexiste con la jaris -así no es- sino que nubla al nus con la dulzura de los placeres o el hedonismo, a causa de la flojera o sopor del cuerpo. Esto sucede por la concesión de Dios, con el propósito que pasando de la tempestad y el fuego de la prueba, entonces el hombre si quiere, llega al gozo del bien. Tal como dice la Escritura: “Hemos pasado por agua y fuego, y nos condujiste en lugar de recreo y placer” (Sal 65,12).
77- La jaris (increada) tal como dije, desde el momento que estamos bautizados se esconde en el fondo del nus, pero oculta su presencia a su sentido interior. Pero cuando uno ha empezado con toda su disposición a amar ardientemente a Dios, entonces de una manera inexpresable la jaris mediante el sentido interior del nus transmite a la psique una parte de sus bienes. De ahí que el que quiere guardar con seguridad lo que ha encontrado, es decir, la jaris (increada), entonces, llega al deseo de abandonar con gran alegría todos los bienes materiales presentes, para adquirir realmente el terreno en el cual encontró el escondido tesoro de la vida (Mt 13,64). Cuando uno renuncia todos los bienes materiales de esta vida, entonces encuentra el lugar donde ha sido escondida la jaris (increada) de Dios; en efecto, según el progreso de la psique, también el regalo o don divino manifiesta su bondad al nus. Entonces el Señor concede que la psique sea tentada más por los demonios, para enseñarla adecuadamente el discernimiento del bien y del mal y hacerla más humilde, a causa del gran asco que provocan los loyismí demoníacos en la psique, cuando ella está en el estadio de la catarsis (sanación, terapia).
78- Estamos formados “a imagen de Dios” en lo referente al movimiento noeró (espiritual humano) de la psique, en cambio el cuerpo es como una casa de la psique. Con la transgresión de Adán, no sólo se han manchado las líneas de la icona-imagen que tenía la psique, sino que el mismo cuerpo cayó a la corrupción. Por eso el Logos santo de Dios se encarnó y se hizo hombre y como Dios, nos regaló el agua del santo Bautismo para renacernos. Este renacimiento se hace con el agua y con la energía (increada) del Santo y Vivificante Espíritu; así somos inmediatamente limpiados, sanados en la psique y el cuerpo, si ciertamente acudimos a Dios con toda nuestra disposición. Entonces el Espíritu Santo habita dentro de nosotros, en cambio el pecado es expulsado por Él. Como la psique es una y sencilla sobre su carácter, no es posible que se encuentren dos personas o personajes dentro de ella, como pensaron algunos. Cuando la divina jaris con inmensa agapi se adapta a sí misma en las líneas del “a imagen”, como anticipo de la semejanza a Dios, ¿entonces cómo puede caber el rostro del satanás, puesto que no existe ninguna comunión entre la luz y la oscuridad? (2ªCor 6,14). Nosotros, pues, los atletas de las sagradas luchas de la virtud, creemos que con el Bautismo la incorrupción se destierra de las profundidades del nus la multiforme serpiente, el satanás. No nos sorprendamos porque después del Bautismo junto con las cosas buenas pensamos otra vez las cosas malas. Esto ocurre porque el Bautismo de la santidad reduce la suciedad del pecado, pero la dualidad de nuestra voluntad no cambia desde ahora, ni impide a los demonios que nos combatan o susurren palabras de engaño. De modo que, aquellas que no hemos guardado cuando éramos psíquicos, es decir, sin el Espíritu de Dios, ahora aplicarlas y cumplirlas con la fuerza de Dios y con las armas de la justicia que hemos recibido al Bautismo (2ªCor 6,7).
Cap. 79-81 El satanás-el Bautismo-dos tipos de demonios.
79- El satanás, como dije, es expulsado de la psique con el santo Bautismo. Pero le es permitido tentar la psique mediante el cuerpo, por razones que os he explicado. La jaris (increada) de Dios que habita en la profundidad de la psique, es decir, en el nus, tal como dice la Escritura: “Toda la doxa-gloria de la hija del rey está en el interior” (Sal 44,14”), pero no manifiesta a los demonios; por ello, dentro de esta profundidad del corazón sentimos que emana el divino anhelo, cuando guardamos la memoria de Dios fervorosamente. Por otro lado, los malos astutos espíritus asaltan y anidan fuera, en los sentidos del cuerpo y operan, mediante la debilidad de la carne, a los que psíquicamente están en la edad espiritual de niño. Así pues, según el Apóstol, nuestro nus siempre se complace mucho con la ley del Espíritu (Rom 7,22), en cambio los sentidos y las sensibilidades carnales quieren arrastrarse por los placeres terrenales. Por eso la jaris (increada) en aquellos que progresan en la gnosis (increada) espiritual, deleita el cuerpo de ellos mediante el sentido del nus con inenarrable placer y gozo. Pero los asesinos demonios por los sentidos del cuerpo apresan violentamente la psique a causa de nuestra negligencia, principalmente si nos encuentran corriendo en el camino de la piedad y la arrastran a lo que ella no quiere.
80- Aquellos que sostienen que los dos personajes, el de la jaris-gracia increada y el del pecado, se encuentran juntos en los corazones de los fieles, quieren sostener este concepto en el logos de san Juan el Evangelista: ” 5. Y la luz ilumina en la oscuridad y las tinieblas no la abrazaron ni la dominaron, tampoco la sofocaron. 5. Y la luz con su resplandor luce entre las mentes oscuras, tenebrosas por sus egoísmos, pecados, faltas, autoengaños, malos hábitos, etc, es decir, los pazos; pero los humanos con el corazón embotado y la mente retenida, oscurecida no la percibieron y no la introdujeron en sus corazones, tampoco pudieron aniquilarla ni vencerla, (Jn 1,5). Dicen pues, que el esplendor divino de ninguna manera es manchado por la convivencia con el mal astuto, por mucho que dentro de la psique la divina luz (increada) se acerque a la oscuridad del demonio. Pero de este mismo versículo evangélico, son convencidos de que están fuera del concepto de las Escrituras. Porque el Logos de Dios, la verdadera luz, complació venir al mundo como hombre y de inmensa filantropía (amor al hombre) encendió en nuestro interior la luz de la santa gnosis (increada); pero la conducta del mundo no entendió la voluntad de Dios –porque la tendencia de la conducta carnal es enemistad hacia Dios (Rom 8,7). Por eso exactamente san Juan el Teólogo empleó tal expresión. Y después añadió: “9 Era y es la Luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. 9. Como Hijo y Logos de Dios, segunda hipóstasis de la Santa Trinidad era y es siempre el Cristo, la luz perfecta y verdadera, la única fuente de luz que ilumina a cada hombre que viene en este mundo. 10 Estaba en la creación, que fue hecha por Él, y los hombres no lo conocieron y no lo reconocieron como Dios. 10. Existía y está desde el principio siempre en la creación, gobernando a todas sus creaturas visibles e invisibles de los que se compone el mundo terrenal y celeste que se hizo por él. Aún así, cuando la luz tomó cuerpo y se hizo hombre, el mundo de los hombres, corrompido, pervertido y apegado a las cosas terrenales, lleno de pazos, no lo reconoce ni acepta como su creador. 11 Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron ni aceptaron. 12 Más los que le aceptaron y creyeron, como Sanador y Salvador, les dio potestad, valor y fortaleza para renacer y estar convirtiéndose en hijos de Dios continuamente” (Jn 1,9-12). Y el muy sabio Pablo, interpretando la frase “no la abrasó, ni dominó”, dice: “No digo que lo que haya alcanzado ya o que yo he conseguido la perfección, sino que persigo este objetivo para alcanzarlo, habiendo sido yo mismo alcanzado por Jesús Cristo” (Fil 3,12). Así que el Evangelista no se refiere al satanás cuando dice: “no apresó la luz verdadera”, porque desde el principio esta luz era ajena del satanás, porque no ilumina en él. Sino que da a entender a los hombres aquellos que escuchando las grandezas, las fuerzas y los milagros del Hijo de Dios, no quieren aproximarse a la luz de Su gnosis (increada) a causa de sus corazones oscurecidos; a ellos les hace avergonzar como se merecen mediante Su logos o palabra.
81- El logos de la gnosis espiritual nos enseña que existen dos especies de espíritus malignos. Unos son más finos y sutiles y los otros más espesos y materiales. Los más finos combaten la psique, los otros acostumbran cautivar la carne con incitaciones hedónicas. Por eso los demonios que luchan contra la psique y los que luchan contra el cuerpo se oponen entre sí, aunque tienen la misma intención, perjudicar a los hombres. Pero cuando la jaris no habita al hombre, entonces ellos anidan y se deslizan como serpientes a las profundidades no permitiendo de modo alguno que la psique del hombre desee el bien. Pero cuando la jaris se ha ocultado dentro del nus, entonces en las partes del corazón los demonios circulan como nubes sombrías y toman formas de pazos y de fantasías variadas, para alejar, disipar del nus la memoria a Dios y separarlo de su unión con la jaris (increada). Cuando, pues, los demonios combaten a nuestra psique excitan los pazos psíquicos y sobre todo el engreimiento o la presunción, la cual es la madre de todos los males, entonces que recordemos nuestra muerte y así avergonzaremos y desinflaremos la hinchazón de la vanagloria. Hagamos lo mismo también cuando los demonios que combaten el cuerpo y excitan el corazón en deseos indecentes. Porque sólo la memoria de la muerte puede suprimir todos los efectos y ataques de los demonios, porque nos devuelve a la memoria de Dios. Si por otra parte, los demonios psíquicos, a causa de la memoria de la muerte, nos presentan loyismí de agotamiento de la naturaleza humana y que no tiene ningún valor porque está conectada con el cuerpo, – esto acostumbran hacerlo cuando uno los castiga con la memoria de la muerte- entonces que pensemos el honor y la doxa-gloria de la Realeza celeste, pero sin olvidarnos de la amargura y de la oscuridad del juicio; así de esta manera, por un lado, consolaremos nuestra desgana, desánimo y por otro lado, contendremos y suprimiremos la superficialidad o ligereza de nuestros corazones.
Cap. 82 La ley enfrentada-“concienciarse”.
82- El Señor en los evangelios nos enseña que cuando el satanás regresa y encuentra su casa barrida y vacía, es decir, el corazón estéril, sin fruta, entonces va y toma otros siente espíritus más malignos y se oculta dentro del corazón, convirtiendo el estado del hombre peor que antes, (Mt 12, 44-45). De esto debemos entender que mientras el Espíritu Santo está en nuestro interior, el satanás no puede entrar en la profundidad de la psique. Pero el divino Pablo considerando este tema desde la perspectiva de la gnosis de la lucha espiritual, nos enseña claramente el significado de estos logos diciendo: “En mi interior me agrada mucho la ley de Dios, pero veo en mi cuerpo o carne una ley que lucha contra la ley de mi nus (espíritu humano) y me esclaviza a la ley del pecado que hay en los miembros de mi cuerpo” (Rom 7, 22-23). Desde el punto de vista de la perfección dice: “no hay condenación ya alguna para los que están unidos con Jesús Cristo. Porque la ley del Espíritu que da la vida en Jesús Cristo me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte” (Rom, 8,1-2). Y en otra parte para enseñar que el satanás mediante el cuerpo combate contra la psique que tiene el Espíritu Santo: “Manteneos firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, revestidos con la coraza de la justicia y el discernimiento, teniendo calzados los pies estad preparados en anunciar sobre el evangelio de la paz. Sobre todo, por encima de estas cosas guardad el escudo de la fe, con el cual podréis apagar los dardos encendidos del astuto maligno, y recibid también el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es el logos de Dios, (Ef 6, 14-17). Una cosa es la cautividad y otra la lucha. La primera significa rapto violento, en cambio la otra, lucha con fuerzas iguales. Por eso dice el Apóstol que “el diablo contra las psiques cristóforas (portadoras de Cristo) ataca con flechas candentes”. Porque aquel que no tiene en sus manos el dominio del enemigo, utiliza las flechas para darle de lejos y poder capturarle. Así también el satanás, como no puede anidar y ocultarse como antes al nus de los luchadores, donde se encuentra la jaris, utiliza la fluidez liquida del cuerpo dentro del cual anida, para seducir la psique por la relajación del cuerpo. Por eso debemos incomodar moderadamente el cuerpo, para que el nus no se deslice a causa de las hedonés (placeres carnales, hedonismo) del cuerpo. De este versículo apostólico que me he referido antes, debemos convencernos que el nus de los luchadores recibe la energía (increada) de la divina luz (increada) y por eso se somete en la ley divina y se complace encontrando placer en ella; en cambio la carne con la relajación o flojera recibe complacientemente los mal astutos espíritus y por eso es arrastrada en trabajar la mala astucia de ellos. De esto se ve muy bien que el nus no es el domicilio común de Dios y del diablo. Porque, ¿cómo es posible que con el nus trabaje la ley de Dios y con la carne le ley del pecado (Rom 7,25), si mi nus no está totalmente libre para la guerra contra los demonios sirviendo con placer a la bondad de la jaris (increada), y mientras mi cuerpo reciba con agrado el olor o perfume de los paradójicos placeres? Porque, como dije, al cuerpo de los luchadores se concede que se oculten y deslicen los mal astutos espíritus. “Conozco que no habita en mi interior, es decir, en mi cuerpo, el bien o la bondad” (Rom 7,18). Esto el Apóstol lo dice para los que se encuentran a la mitad del camino de sus luchas contra el pecado y no para sí mismo. Los demonios combaten contra el nus e intentan relajar el cuerpo con las comidas placenteras y arrastrar la carne al hedonismo. Tienen la concesión, por el juicio justo de Dios, encontrarse a las profundidades del cuerpo, hasta en aquellos que luchan con fuerza contra el pecado, porque la independencia o libre arbitrio de la conducta humana está siempre a prueba. Pero si uno puede, aún vivo, mortificarse con los esfuerzos ascéticos, éste se hace entero morada del Espíritu Santo; porque tal hombre ha resucitado antes de morir, tal como era el Apóstol Pablo y todos cuanto luchan y lucharon hasta el final contra el pecado.
Cap. 83-86 Capítulos antimasalianos-consideración correcta, ortodoxa.
83- El corazón produce también por sí mismo loyismí buenos y malos; pero no produce por la naturaleza los no buenos, sino que tiene como hábito la memoria del mal, a causa del engaño de los primeros en ser creados. Pero la mayoría de los malos loyismí se crean al corazón por la maldad de los demonios. En todo caso nosotros los sentimos como si provinieran del corazón. Y es por eso que algunos creyeron que dentro del nus junto con la jaris coexiste también el pecado. Es por eso dicen que el Señor dijo: “Lo que sale de la boca, sale del corazón y esto es lo que mancha al hombre; porque del corazón salen mal astutas ideas, adulterios, etc.” (Mt, 18-19). Y ellos no conocen que el nus, como tiene la energía de una percepción muy fina, se apropia mediante la carne de los loyismí (pensamientos e ideas) que le sugieren o presentan los espíritus malignos. Porque la relajación del cuerpo crea loyismí en la psique a causa de su conexión con el cuerpo de una manera que no conocemos; porque la carne le gusta ser halagada desmedidamente por el engaño de los demonios. Por eso también los malos loyismí que se siembran en la psique por los demonios, parece que salgan del corazón. Pero estos loyismí realmente los hacemos nuestros cuando sentimos agrado para ellos, y esto es lo que el Señor acusa con las anteriores palabras divinas. Porque aquel que se agrada con los loyismí que dicta la mala astucia del satanás y escribe de una manera sus recuerdos al corazón, es evidente que en adelante los fructifica de su propio pensamiento.
84- Dice el Señor en sus evangelios que el fuerte no puede ser expulsado de su casa si mientras le despojas de sus bienes no le encadenas y le expulsas fuera. ¿Cómo, pues, puede aquel que con tanta vergüenza fue expulsado, regresar a entrar y cohabitar con el dueño que está reposando en su casa? En efecto, ningún rey, habiendo apresado algún tirano que va contra él, pensará alguna vez estar junto con él dentro de su palacio; sino más bien, le degollará, o le entregará a su ejército para que sea castigado brutalmente y sea ejecutado penosamente.
85- El que cree que el Espíritu Santo y el diablo cohabitan juntos dentro del nus porque tenemos buenos y malos loyismí, que sepa que esto se hace porque nunca hemos saboreado y visto qué bondadoso es el Señor (Sal 33,9). Al principio, tal como dije antes, la jaris (increada) esconde su presencia en los bautizados, esperando el propósito y la intención de la psique. Cuando el hombre entero vuelve hacia el Señor, entonces con un αίσθηση sentido, sentimiento inenarrable revela su presencia en el corazón del hombre. Pero nuevamente espera ver hacia donde girará la psique y concede flechas demoníacas que llegan hasta las profundidades de la psique, pera que busque a Dios con voluntad más ardiente y disposición humilde. Si el hombre aplicando y cumpliendo los mandamientos empieza a progresar, e invoca sin cesar el nombre del Señor Jesús, entonces el fuego de la divina jaris (increada) se expande también en los sentidos exteriores del corazón, quemando totalmente la cizaña de la tierra humana con información del corazón. Así que los pensamientos demoníacos llegan de lejos en este lugar y afectan débilmente la parte pasional de la psique. Pero cuando el hombre luchador se ha revestido de todas las virtudes y sobre todo la perfecta insolvencia (pobreza), entonces la jaris (increada) con un sentido más profundo sobreilumina toda su existencia calentándola en la gran agapi (energía increada) de Dios. Desde entonces las flechas demoníacas se apagan lejos del cuerpo, porque la brisa del Espíritu Santo mueve al corazón los vientos de la paz y apaga el fuego de las flechas del demonio incendiario, cuando aún están en el aire. Pero, a pesar de eso, incluso al que ha llegado en un estado espiritual de esta medida, el Dios alguna vez le abandona a la malicia de los demonios y no ilumina su nus, para que nuestra independencia o libertad no sea totalmente encadenada por los lazos de la jaris, con el propósito no sólo que sea vencido el pecado por la lucha, sino también porque el hombre debe progresar en la experiencia espiritual. Porque la perfección que cree que tiene el hombre luchador, todavía es imperfecta respecto la magnificencia de Dios que nos instruye con la agapi, aunque uno con progreso en los esfuerzos ascéticos pueda ascender entera la escalera de Job (Gén 28,12).
86- El mismo Señor, dice que el satanás ha caído del cielo como un rayo (Lc 10,18), para que este ser deformado no vea los domicilios de los santos Ángeles. ¿Cómo, pues, éste que no es considerado digno de comunión con los servidores buenos, puede tener con Dios común domicilio el nus humano? Pero, aunque proyecten que esto se hace por concesión con esto no dicen nada. Porque la concesión pedagógica de Dios no priva la psique de la divina luz (increada). Tal como ya he dicho, sólo la jaris esconde frecuentemente su presencia al nus, para exponer de una manera la psique a la maldad de los demonios, de modo que ella pida con temor y mucha humildad la ayuda de Dios, mientras estará conociendo poco a poco la malicia del enemigo. Es lo mismo cuando la madre rechaza de sus brazos por algún tiempo a su niño que no es dócil a las normas de la lactancia para que, asustado por hombres rudos o por ciertas bestias que lo rodean, vuelva con un gran temor y lágrimas al seno materno. En cambio la concesión que se hace por la repulsión a Dios, entrega la psique que no quiere a Dios, prisionera a los demonios. Pero nosotros no somos hijos que el Dios ha repulsado, -y así que no sea- sino que creemos ser auténticos hijos de la jaris (increada) de Dios, que nos ha amamantado con pequeñas concesiones y frecuentes consolaciones, de manera que por la bondad de la jaris lleguemos hacernos hombres perfectos, con plenitud de madurez espiritual.
Cap. 87-88 Dos “concesiones” la dualidad del sentido.
87- La concesión pedagógica trae gran aflicción y humillación, y después una moderada desesperanza en la psique, para que la parte débil, vanagloriosa y ambiciosa de ella venga a la humildad. Pero inmediatamente trae temor a Dios y al corazón lágrimas de confesión y un gran deseo para perfecto silencio. En cambio la concesión, por repulsión a Dios, deja la psique que sea llenada de desesperanza, duda, increencia, ira, orgullo o soberbia. Debemos pues, con nuestra experiencia discernir el tipo de concesión y analógicamente comparecernos a Dios. En el primer caso, debemos ofrecerle agradecimiento y confesión, porque pedagogiza, instruye nuestra opinión ignorante, retirando Su jaris (increada), para enseñarnos como Padre bondadoso la diferencia entre virtud y malicia. En el segundo caso, debemos ofrecerle una incesante confesión de nuestros pecados, con lágrimas sin tregua y más separación de los hombres, para que podamos, con el suplemento de nuestros esfuerzos, expiar a Dios de manera que mire y cuide como antes nuestros corazones. Pero, debemos conocer que el combate se hace con verdadero enfrentamiento entre la psique y el satanás, me refiero al caso de la concesión pedagógica, entonces como dije, la jaris (increada) se aparta, pero ayuda la psique sin que ella lo conozca, para mostrar a los enemigos de la psique que la victoria es solamente de ella.
88- En el invierno, cuando uno se detiene al exterior y por la mañana ve hacia oriente, la parte delantera del cuerpo se calienta un poco por el sol, pero no la parte trasera, porque el sol no está verticalmente sobre él. Así también aquellos que empiezan a recibir la energía (increada) del Espíritu, se calientan un poco al corazón por la divina jaris (increada) y es por eso que sus nus empiezan a fructificar conceptos y pensamientos espirituales. Pero las partes visibles de sus corazones aún piensan y permanecen con la conducta carnal, porque aún no son sobreiluminados con αίσθηση el sentido, sentimiento profundo de la divina jaris (increada) todos los miembros del corazón. Algunos no pudieron entender esto y creyeron que en el nus existen dos hipostasis (bases o principios substanciales) que combaten entre sí. Así pues, sucede también que la misma psique el mismo instante piensa bien y mal, del mismo modo, como el ejemplo que hemos referido, el hombre tiene frío y calor. Puesto que el nus ha caído al estado de doble gnosis, es decir, del bien y del mal, por necesidad y sin quererlo, al mismo momento produce pensamientos buenos y malos, sobre todo en aquellos que llegan a la finura del discernimiento. Es decir, en la medida en que se empeña a pensar el bien, pronto recuerda también el mal, porque por la desobediencia del Adán, la memoria del hombre se partió en dos. Si pues, empezamos con celo ardiente a ejecutar los mandamientos de Dios, entonces la jaris (increada) ilumina con αίσθηση sentido, sentimiento muy profundo todos nuestros sentidos, y quema nuestros recuerdos; y deleitando al corazón con una paz de irresistible agapi, nos hace de tal manera que pensemos ya sólo espiritualmente y no carnalmente, teniendo pensamientos carnales. Esto ocurre demasiado en aquellos que se acercan a la perfección, los cuales incesantemente tienen en su corazón la memoria del Señor Jesús.
Cap. 89 Lo “a imagen” hacia el “como semejanza”.
89- Dos bienes nos suministra la divina jaris (increada) con el Bautismo, de los cuales uno es infinitamente superior al otro. Uno lo concede inmediatamente, pues, nos renueva con el agua del Bautismo y da esplendor en todas las líneas de nuestra psique, es decir, el “como imagen” de Dios en nuestro interior, y nos limpia de toda mancha del pecado. El otro bien, el “como semejanza”, la jaris espera a realizarlo junto con nosotros. Cuando, pues, el nus empieza con mucho αίσθηση sentido, sentimiento a saborear la bondad del Espíritu Santo, entonces debemos de saber que la jaris ha empezado a pintar encima del “como imagen”, el “como semejanza”. Los pintores al principio trazan con un solo color la figura del hombre, y poco a poco añadiendo varios colores llegan a plasmar hasta el aspecto de los cabellos del modelo que pintan. Del mismo modo, la divina jaris (increada), primero con el Bautismo regula el “como imagen”, devolviendo al hombre en lo que era cuando fue creado. Y cuando la divina jaris ve que con toda nuestra disposición deseamos la belleza del “como semejanza” y nos paramos en su taller quedándonos desnudos, sin miedo, ni presunción, entonces pinta virtud sobre virtud y añade en la forma de la psique doxa-gloria sobre doxa-gloria y la agracia otorgando el carácter de la semejanza. Así pues, nuestro αίσθηση sentido (interior espiritual) nos revela que nos estamos formando al “como semejanza”, pero la perfección de la semejanza la conoceremos por la iluminación. El nus cuando progresa en el perfeccionamiento adquiere con αίσθηση el sentido (o percepción interior) todas las virtudes con una medida y un orden inexpresables; pero la agapi espiritual uno no puede adquirirla si con toda información interior no es iluminado por el Espíritu Santo. Porque si el nus no recibe totalmente el “como semejanza” mediante la divina luz (increada), puede tener todas las demás virtudes, pero aún no es participe de la agapi perfecta. Cuando se haya asemejado a la virtud de Dios, -me refiero en la medida en que puede el hombre a ser hecho semejante a Dios-, entonces lleva encima suyo también la semejanza de la divina agapi. En una figura con rostro cuando se añade el tono de cada color, el rostro reflejado conserva hasta la sonrisa irónica del modelo. Así también en aquellos que la jaris les pinta para convertirlos en “como semejanza”, cuando se añade la iluminación de la agapi, entonces revela que el “como imagen” se encuentra totalmente en la belleza del “como semejanza”. Ninguna otra virtud puede procurar apacia (sin pazos, impasibilidad) a la psique, sino sólo la agapi. Porque la agapi es la plenitud de la ley entera (Rom 13,10). Así pues, día a día, se renueva nuestro hombre interior (2ª Cor 4,16) con el sabor de la agapi, y se completa cuando llega en su perfección.
Cap. 90-91 Espíritu Santo y la libertad-la divina agapi.
90- Al principio del período espiritual, si amamos con ardor la virtud de Dios, el Espíritu Santo da en la psique saborear la dulzura de Dios con mucho αίσθηση sentido, sentimiento y con cada información interior el nus puede con conocimiento exacto entender el premio perfecto de sus esfuerzos que realiza para Dios. Pero en adelante esconde este regalo precioso y vivificante, de modo que aunque trabajemos todas las demás virtudes, consideremos que no somos nada, por la razón de que no tenemos aún el hábito de la divina agapi. Entonces, principalmente el demonio del odio molesta las psiques de los luchadores, de tal manera que despierten odio contra aquellos que los aman, la energía destructora del odio trae hasta traición. Por eso la psique sufre más, por una parte, por el recuerdo de la agapi espiritual, y por otra, sin poder adquirirla con αίσθηση sentido, sentimiento, por estar privada de los esfuerzos ascéticos más perfectos. Es necesario, pues, que esforzándonos a nosotros mismos, trabajemos la perfecta agapi para que lleguemos a saborear con cada αίσθηση sentido, sentimiento e información interior. Porque la perfección de la agapi nadie puede conseguirla mientras se encuentra dentro del cuerpo, excepto sólo los santos que llegaron hasta el martirio y la perfecta confesión de la fe. Porque aquel que ha llegado hasta el martirio, es transformado completamente y no tiene el apetito de comida con facilidad; porque, aquel que es alimentado de la divina agapi (energía increada amor), ¿qué más deseará de este mundo? Por eso el sabio Pablo, lleno de gnosis espiritual, de su propia experiencia nos anuncia el disfrute futuro de los justos: “La realeza de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz, gozo y alegría que da el Espíritu Santo” (Rom 14,17); siendo todo esto fruto de la perfecta agapi. Así que aquellos que progresan en la perfección pueden saborear desde aquí abajo continuamente la perfecta agapi. Totalmente perfecta nadie la puede adquirir, excepto cuando lo mortal sea absorbido por la vida (2ªCor 5,4).
91- Me relató alguien de aquellos que aman insaciablemente a Dios, que una vez deseó conocer claramente la agapi de Dios y el Bondadoso se la dio con mucho αίσθηση sentido, sentimiento e información interior. “Experimenté y sentí tanto la energía de la agapi (increada), dijo, de modo que la psique con una inexpresable alegría y agapi tenga prisa en salir del cuerpo para irse al Señor, como ignorando de una manera esta vida actual”. Aquel que ha recibido la experiencia de este tipo de agapi, aunque sea calumniado por otro no se enfada contra él, sino que permanece como si fuera apegado con la agapi a la psique para aquel que le calumnió o le fue injusto; porque sucede que este también tenga alguien que le moleste; sólo se enfada contra aquellos que atacan a los pobres y, como dice la Escritura: “dirigen palabras injustas hacia Dios”, (Sal 74,6), o viven de cualquier otro modo malvado. Porque aquel que ama a Dios más que a sí mismo, o más bien, ya no se ama a sí mismo sino sólo a Dios, ya no reivindica más su propio honor, sino que quiere sólo que sea honrada la justicia de aquel que le honró con el honor eterno. Esto no lo quiere con el corazón partido, sino que esta disposición la ha hecho un hábito a causa de su gran experiencia de la agapi de Dios. Además de esto, debemos saber que aquel que es movido de la energía de la jaris llega a tal grado de agapi que supera hasta la fe en el tiempo de tal moción, porque por la gran agapi y con αίσθηση sentido del corazón contiene Aquel que honra con la fe. Esto lo manifiesta con claridad san Pablo, diciendo: “…ahora permanecen estas tres: fe, esperanza y agapi. Pero la más grande de las tres es la agapi” (1ªCor13). Porque aquel que contiene a Dios con la riqueza de la agapi –como dije- es mucho más grande que su propia fe, puesto que se encuentra totalmente dentro del divino anhelo.
Cap. 92-93 Agapi y Teología-la dualidad del “camino”.
92- En el estado medio de energía de la divina gnosis (increada), cuando por alguna irritación insultamos a alguien haciéndolo enemigo nuestro, nos hace entristecer mucho. Por eso no deja de picar nuestra conciencia hasta que con una gran apología o disculpa hacia al insultado le reconducimos a la disposición anterior. Pero, la perfecta energía de la divina gnosis, aunque injustamente algún hombre con espíritu mundano se enfada contra nosotros, hace que meditemos y nos ocupemos mucho sobre esto, porque seguro que somos impedimento o escándalo para alguien que está agarrado a las cosas presentes. De ahí que nuestro nus deja de tener contemplaciones (zeorías) espirituales; porque el logos de la gnosis, que está pleno de agapi, no permite la diania (mente, intelecto, cerebro) a extenderse y captar conceptos divinos objetivos de la contemplación, si antes no devolvemos en la agapi también aquel que se irritó injustamente contra nosotros. Pero si aquel no quiere que esto se haga o si se ha alejado de los lugares donde vivimos, entonces la santa gnosis nos empuja a tener su rostro en la psique con agapi sin límite, cumpliendo así la ley de la agapi en el fondo del corazón. Porque se ha dicho que los que queremos tener la gnosis (increada) de Dios debemos, también las personas que se enfadan sin razón contra nosotros, verlas con nuestra diania-mente, intelecto sin ira. Y si hacemos esto, entonces no sólo nuestro nus se moverá en la teología infaliblemente, sino que también con gran confianza subirá en la agapi de Dios impulsado sin obstáculo del segundo escalón al primero.
93- El camino de la virtud en aquellos que empiezan a tener amor por la piedad, se ve muy escabroso y penoso, no porque realmente es así, sino porque la naturaleza humana inmediatamente después de nacer vive y se relaciona dentro de la amplitud y comodidad de los placeres y al hedonismo. Pero en aquellos que pudieron llegar a la mitad del camino, se ve agradable y fácil, porque la maldad se ha sometido al hábito de la virtud y se pierde junto con el recuerdo de los placeres paradójicos. Por eso en adelante la psique camina con alegría y placer el camino de las virtudes. Para esto el Señor, cuando nos insta al camino de la sanación y salvación, al principio dice: “¡Cuánto estrecho y difícil es el camino que conduce a la realeza! ¡Y no son pocos que le encuentran! (Mt 7,14). Por otra parte, en aquellos que con disposición firme y ardiente deciden la aplicación y el cumplimiento de Sus santos mandamientos, dice: “Mi yuyo es suave y la carga ligera” (Mt 11,39). Debemos pues, al principio de la lucha espiritual trabajar con algo de violencia los santos mandamientos de Dios, de manera que, el bondadoso Señor, viendo nuestra intención y esfuerzo, nos envíe una voluntad preparada para servir con mucho agradecimiento Sus gloriosas voluntades. Porque es el Señor que hace la voluntad con diligencia y disposición (Prov 8,35), de modo que trabajemos incesantemente el bien con mucha alegría y gozo. Entonces realmente sentiremos que es el Dios que energiza y opera en nuestro interior el querer y el actuar conforme Su voluntad, (Fil 2,13).
Cap. 94-96 Santidad y tentaciones-la tapinofrosini-(humildad y modestia).
94- Tal como la cera si no es calentada o ablandada mucho, no puede recibir la marca del sello que le ponemos encima, lo mismo el hombre si no se prueba con esfuerzos y enfermedades no puede recibir y contener el sello de la virtud de Dios. Por eso el Señor dice al divino Pablo: “Te basta mi jaris; porque mi fuerza se perfecciona en la enfermedad”, y el mismo Apóstol presume con las siguientes palabras: “Con mucho agradecimiento presumiré más por mis enfermedades, para que habite en mi interior la fuerza de Cristo” (2ªCor 12,9). Pero también el libro de los Proverbios escribe: “Aquel que el Señor ama le instruye y le reprende, como un padre a su hijo” (Pr 3,12). El Apóstol diciendo “enfermedades” da a entender los ataques del enemigo de la cruz, que lo asaltaban constantemente a él y a todos los demás santos de entonces, para que no se exaltasen, como dice él, a causa de la eminencia de las apocalipsis (revelaciones), (2ª Cor 12,7); sino más bien, para que permanezcan humildes al estado de perfeccionamiento, y por las muchas humillaciones mantengan santamente el regalo de Dios. Pero nosotros ahora cuando decimos “enfermedades”, damos a entender los malos astutos loyismí y las enfermedades del cuerpo. En aquellos tiempos, como los cuerpos de los santos que luchaban contra el pecado eran entregados a golpes mortales y varias aflicciones, padecimientos, ellos estaban muy por encima de los pazos que a causa del pecado entraron en la naturaleza humana. Pero ahora, como la paz se multiplica en las Iglesias gracias a la jaris (increada) del Señor, es necesario que el cuerpo de los luchadores de la piedad sea probado con continuas enfermedades y la psique de ellos con malos astutos loyismí; y sobre todo en aquellos que la gnosis espiritual energiza, opera con cada sentido e información interior, para que eviten toda vanagloria y cada pensamiento orgulloso, soberbio y puedan así –como dije- recibir dentro de sus corazones con gran humildad el sello de la divina belleza, de acuerdo con aquello que dice David: “Señor, la luz de tu rostro se imprimió en nosotros” (Sal 4,7). Debemos, pues, con agradecimiento esperar y soportar la voluntad del Señor; Entonces, tanto las continuas enfermedades, como también la lucha contra los loyismí demoníacos nos serán considerados como un martirio segundo. Porque el diablo entonces, mediante aquellos brutales soberanos, decía a los santos mártires: renegad a Cristo, desead la doxa-gloria de esta vida”; aún hoy también por sí mismo combate a los servidores de Dios susurrándoles incesantemente las mismas cosas. Aquel que entonces hacía sufrir los cuerpos de los santos hombres y castigaba exageradamente los maestros honrados del Evangelio, mediante de los que servían aquellas conductas demoníacas, él mismo procura, aún hoy, a los confesores de la fe, diversos sufrimientos con muchos insultos y humillaciones, sobre todo cuando ayudan con mucha fuerza a los pobres que sufren a causa de la doxa-gloria del Señor. Y por eso, es necesario con certeza y paciencia trabajar el martirio o dar testimonio de nuestra conciencia delante de Dios, tal como dice David: “Esperaba con mucha paciencia al Señor y me atendió” (Sal 39,2).
95- La tapinofrosini (conducta humilde, sana y serena) es una cosa difícil de adquirir, porque cuán grande es, con tan grandes y muchas luchas se consigue. Pero en aquellos que participan de la divina gnosis (increada) viene de dos maneras. Es decir, cuando el luchador de la piedad se encuentra en un estadio medio de la experiencia espiritual, entonces llega a ser algo más de conducta y sentimiento humilde, sea por causa de enfermedad del cuerpo, o a causa de aquellos que sin causa se enemistan contra aquellos que luchan para la justicia, o a cusa de los mal astutos loyismí. Pero cuando el nus con mucho αίσθηση sentido, sentimiento e información es sobreiluminado de la divina jaris (increada), entonces la psique tiene la tapinofrosini-humildad y modestia como natural; porque, como se alimenta abundantemente de la divina bondad, ya no puede inflarse de la vanagloria, aunque trabaje incesantemente los mandamientos de Dios, más bien se considera a sí mismo inferior a todos, porque participa en kinonía (unión, conexión y comunión) con la divina indulgencia. Aquella primera tapinofrosini-humildad y modestia por costumbre comporta tristeza y aflicción, en cambio la segunda trae alegría y gozo lleno de sabiduría. Por eso, tal como dije, la primera viene principalmente en aquellos que se encuentran a la mitad del camino de las luchas, en cambio la otra se envía a los que se aproximan a la perfección. Por eso la primera muchas veces es alterada por los éxitos biológicos, en cambio la otra, aunque la ofrezcan todas las realezas del mundo, no es afectada ni siente para nada las terribles flechas del pecado. Porque, siendo entera espiritual, ignora las doxas-glorias y vanidades del cuerpo. Pero es necesario de cualquier modo que el luchador pase de la primera para llegar a la segunda; porque, si la jaris (energía increada) antes con la primera humildad no ablanda nuestra voluntad independiente, para probarnos mediante sufrimientos pedagógicos y correctivos, no se nos regalará la majestuosidad de la segunda tapinofrosini-humildad y modestia.
96- Aquellos que aman las hidonés (placeres) llegan al pecado por los loyismí. Puesto que los conduce en una opinión sin discernimiento, deseando hacer todos los pensamientos malignos y apasionados en palabras ilegales y obras impías. Al contrario los que intentan adquirir la vida ascética, es por los errores y las faltas que llegan a tener loyismí mal astutos o palabras malignas y perjudiciales. Porque cuando los demonios ven que estos hombres escuchan con agradecimiento acusaciones para los demás, o dicen palabras indecentes y dañinas, o se ríen inadecuadamente, o se enfadan exageradamente, o desean la gloria vana y fútil, entonces todos juntos se arman contra ellos. Y utilizan principalmente la vanagloria como pretexto de su maldad y mediante ella, como a través de una ventanilla oscura saltan, saquean y arrebatan las psiques. Deben, pues, aquellos que quieren vivir y enriquecerse con todas las virtudes, no desear y no aspirar a la gloria, no se encuentren con muchas personas, ni salgan fuera continuamente, o acusen a los demás, aunque los acusados sean merecidos de acusación, ni hablen mucho aunque pudieran decir siempre mucho y bien. Porque la habladuría esparce, disipa exageradamente el nus, y no sólo le hace ineficaz e inactivo sobre el trabajo espiritual, sino que le entrega al demonio de la acedia (pereza espiritual); por otra parte, éste demonio, mientras le debilita desmesuradamente, le entrega a los demonios de la tristeza, y luego a los demonios de la ira o cólera. Debemos siempre ocupar al nus a la aplicación y el cumplimiento de los santos mandamientos y al profundo recuerdo del glorioso Señor. Porque dice la Escritura: “Aquel que aplica y cumple el mandamiento, no conocerá logos maligno” (Ecl 8,5), es decir, no se desviará en loyismí o logos mal astutos.
Cap. 97-100 Oración noerá o del corazón-apacia-la guerra final-krisis o juicio.
97- Cuando el corazón recibe flechas de los demonios con un dolor ardiente, de manera que el hombre crea que son flechas verdaderas, entonces la psique odia con dolor los pazos, porque se encuentra al principio de la catarsis (terapia, sanación); porque si no sufriera mucho por el descaro del pecado, no podría alegrarse abundantemente de la bondad de la virtud. Aquel, pues, que quiere hacer la catarsis o sanar su corazón, que lo ilumine continuamente con la memoria del Jesús Cristo, teniendo incesantemente esto como único estudio y trabajo. Aquellos que quieren expulsar su putrefacción o podredumbre, no deben unas veces estar orando y a veces no, sino que se ocupen siempre con la oración y la vigilancia o guardia del nus, aún cuando se encuentran fuera de las Iglesias. Aquel que quiere purificar el oro, si por un instante detiene el fuego, el metal que está purificando vuelve a endurecer. Así también aquel que unas veces se recuerda de Dios y a veces no, aquello que cree que consigue con la oración lo pierde por la apraxia. La característica del hombre que ama la virtud es que siempre haga desaparecer lo terrenal que hay en el corazón por la memoria de Dios, de manera que poco a poco el mal sea consumido totalmente del fuego del recuerdo del bien, y la psique vuelva a tener más gloria y esplendor que su brillo natural.
98- La apacia (sin pazos, impasibilidad) no es que no seamos atacados de los demonios, porque entonces deberíamos salir de este mundo, según el Apóstol (1ªCor 5,10), sino en permanecer invictos mientras nos atacan. Los combatientes con chalecos antibalas cuando están atacados por sus enemigos escuchan y ven las flechas o balas que tiran contra ellos los enemigos, pero no se lesionan a causa de la dureza de sus chalecos antibalas o de sus armaduras. Pero ellos permanecen invictos porque están rodeados de prendas de hierro. Pero nosotros, revistiéndonos la armadura de la luz divina (increada) y el casco de la salvación y armados con todas las obras buenas, destruyamos así las legiones de los demonios. Porque la limpieza, lucidez y sanación no la trae solamente el no hacer más el mal, sino la destrucción total de los males por medio de la diligencia de los bienes.
99- Cuando el hombre de Dios ha vencido casi todos los pazos, dos demonios quedan que combaten contra él. De ellos uno molesta la psique y de la gran agapi a Dios la conduce en un celo inoportuno, de manera que no quiera que nadie más complazca tanto a Dios como ella. El otro, combate al cuerpo impulsándolo a un ardiente deseo sexual. Esto ocurre al cuerpo, en primer lugar, porque el placer carnal está dentro de su naturaleza para la procreación y así fácilmente vence y en segundo lugar, por concesión de Dios. Cuando el Señor ve que un luchador prospera con multitud de virtudes, alguna vez concede que sea manchado por este demonio, para tener una razón en considerarse como el peor de todos los hombres. Sin embargo, la molestia de este pazos acompaña las hazañas, u otras veces precede antes y después opera el pazos y la psique se ve como inútil por muy grande que sean sus hazañas. El primero de estos demonios lo combatiremos con mucha tapinofrosisni-humildad, modestia (conducta interior humilde sana y serena) y agapi. El segundo demonio lo combatiremos con engratia (autodominio, continencia y ayuno), ausencia de ira y profundo estudio de la muerte, para que así, teniendo continuo el sentimiento del Espíritu Santo, vencer estos pazos con la jaris (energía increada) del Señor.
100- Los que nos hemos hecho partícipes de la santa gnosis (increada), seguro que daremos también cuenta sobre nuestros involuntarios meteorismos (disipaciones), tal como dice el divino Job: “Has constatado también cada error involuntario posible” (Job 14,17). Y esto es lo justo; porque si uno no deja la continua memoria a Dios y no descuida Sus santos mandamientos, no caerá en falta moral o error voluntario ni involuntario. Debemos pues, inmediatamente por los errores voluntarios ofrecer confesión ardiente al Señor, incluso por las infracciones involuntarias, (porque no es posible que el hombre no cometa y caiga en errores y faltas), hasta que la conciencia nuestra sea informada dentro de las lágrimas de la agapi que sus faltas o pecados le han sido perdonados. Porque dice la Escritura: “Si tenemos autoconocimiento y conciencia de nuestra culpabilidad confesamos nuestros pecados y culpas, Dios que es fiel y justo nos perdona nuestros pecados y nos limpia de toda iniquidad e injusticia” (1ªJn 1,9). Debemos, pues, tener cuidado constantemente del tipo de confesión, no vaya ser que nuestra conciencia se engañe a sí misma, creyendo que nos hemos confesado suficientemente a Dios. Porque el juicio de Dios es muy superior de nuestra conciencia, aunque uno con información interior no siente nada de que le acuse su conciencia, tal como el sabio Pablo nos aconseja: “…ni yo mismo me juzgo. No me siento culpable de nada; pero no por esto quedo justificado, porque quien me juzga es el Señor” (1ªCor 4,3-4). Porque si estas cosas no las confesamos convenientemente como es debido, en la hora de la muerte probaremos una cobardía desconocida y un temor tenebroso. Nosotros los que amamos al Señor deberíamos orar para en aquel momento nos encontremos exentos de todo temor. Porque aquel que esté hallado y sintiendo algún temor no pasará entonces libre de los soberanos del tártaro, porque ellos tienen como aliado el temor que experimenta la psique por su propia malicia. Pero la psique que siente y deleita en la agapi de Dios durante la hora de la muerte, irá por encima de todas las legiones oscuras junto con los ángeles, volando con las alas de la agapi espiritual, puesto que la agapi es la plenitud de la ley, no tiene ningún vacío, (Rom 13,10). Por eso durante la parusía (presencia) del Señor, serán arrebatados con todos los santos aquellos que habrán terminando su vida con esta franqueza; en cambio aquellos que se acobardan un poco en la hora de la muerte, serán dejados junto con la multitud de otros hombres, como una prisión preventiva, para que sean probados por el fuego del juicio, y así reciban la herencia debida según sus obras de parte de nuestro bondadoso Dios y Rey Jesús Cristo. Porque él es el Dios de la justicia y Suya es la riqueza de la bondad de Su realeza que da a nosotros que le amamos, por todos los siglos. Amín.
Traducción de san Máximo en la frase del versículo 100: “Para que sean probados por el fuego del juicio”
Aquellos que han adquirido la perfección de la agapi hacia Dios y con sus virtudes han elevado sus psiques, serán arrebatados dentro de nubes, según el Apóstol (1ªTes 4,17), y no sufrirán el juicio. Pero aquellos que no adquirieron la perfección entera, sino que tienen pecados junto con las hazañas, ellos vienen al juzgado para juicio. Allí con el examen de las praxis buenas y malas, estarán como ardiéndose, y si el peso de las praxis buenas pesa más, se purgan, purifican del infierno.
SAN DIÁDOCO OBISPO DE FÓTICA
Traducción de: xX.jJ
2 comentarios
guillermo
9 junio, 2017, a las 2:38 pm (UTC 0) Enlace a este comentario
estoy muy contento por haber encontrado este sitio.me ha llamado muchisimo la atencion las obras de san
DIADOCO OBISPO DE FOTICA.
Ma. Cristina Romero Ibañez
16 febrero, 2021, a las 10:22 pm (UTC 0) Enlace a este comentario
Buenas tardes, realmente es una riqueza espiritual el haber encontrado traducido este libro, tendran más obras truducidas del mismo Obispo Diadoco de Fotica?. Me interesan.