Filocalía de los Santos Nípticos
San Hesiquio de Bazos o el Presbítero: 203 logos sobre nipsis, hisijía y oración de corazón o de Jesús. Verdadera psicoterapia Ortodoxa
1. La nipsis es un método y ciencia, que con la ayuda de Dios, libera totalmente al hombre de los malignos logos y pensamientos, de las acciones y obras malvadas y viles, si el hombre continúa la aplicación de este método espiritual durante mucho tiempo con buena gana, disposición y ánimo. La nipsis regala también la gnosis (conocimiento increado) segura del Dios ininteligible, a medida de lo posible, y la revelación de los divinos y ocultos misterios. Con la nipsis, el hombre consigue cumplir todos los mandamientos del Antiguo y Nuevo Testamento; ella también proporciona todos los bienes de la vida del futuro siglo. La nipsis es, principalmente, sanación, limpieza, claridad e ilustración del corazón, es la pureza que por su excelencia y belleza, o mejor dicho, la que a causa de nuestra negligencia se ha hecho tan rara entre los hombres y los monjes de hoy. La nipsis, el Cristo la bendice con estas palabras: “Bienaventurados y felices los sanos, limpios y puros del corazón, o los que han hecho la catarsis, la sanación y limpieza de su corazón de cada mancha del pecado, porque ellos contemplarán y verán a Dios (Mt 5,8). Al ser así, ella tiene un gran valor para adquirirla. La nipsis cuando permanece mucho tiempo al hombre, se convierte en conductor, guía en una vida correcta, justa y gustada por el Dios; esto es también el sello de la zeoría (contemplación). Ella también nos enseña dirigir correctamente las tres partes de la psique, es decir, lo logístico, lo irascible y lo anhelante, y a guardar con seguridad nuestros sentidos, incrementando día a día las cuatro virtudes generales al que las posee (Prudencia, Justicia, Templanza, Fortaleza).
2. El gran legislador Moisés, o mejor dicho, el Espíritu Santo, queriendo manifestar cuanto intachable, pura, general y elevadora es la virtud de la nipsis, y queriendo enseñar cómo comenzarla, aplicarla y perfeccionarla, dice: “Que te cuides y vigiles a ti mismo, no vaya ser que un logos oculto en tu corazón violando la ley se convierta en ilegal” (Deut 15,9). Logos escondido llama el recuerdo monólogo o la representación de una cosa mala astuta, que el Dios lo odia. Esto los Padres lo llamaron también “asalto” que se hace por el diablo al corazón. El asalto apenas aparezca en nuestro νούς nus (espíritu o energía del corazón de la psique, el ojo de la psique), lo siguen los λογισμοί loyismí (pensamientos simples o compuestos con fantasías, meditaciones, ideas, conceptos), quienes entablan una conversación apasionada con este.
3. La nipsis es el camino para cada virtud y mandamiento de Dios. Ella se llama también ἠσυχία hisijía1 (reposo, paz y serenidad) del corazón. Y cuando llega a la perfección, sin fantasías demoníacas, se llama también vigilante o guardián o custodio del nus.
4. Aquel que ha nacido ciego, no ve la luz del sol. Y aquel que no vive con la nipsis, no ve los ricos resplandecimientos de la jaris (gracia, energía increada) que viene del cielo. Tampoco se librará alguna vez de las malignas obras, logos y pensamientos que son odiosos de Dios. Y durante su salida de la vida no pasará libremente de los soberanos del oscuro tártaro (infierno).
5. La atención es una permanente hisijía1 del corazón de cada malo astuto loyismós; sólo respira e invoca sin interrupción a Jesús Cristo, el Hijo de Dios y Dios; apela a Su ayuda y junto con Él combate valientemente los malos astutos demonios. Y en Él se confiesa, porque sólo el Jesús Cristo tiene poder de perdonar los pecados y sanar las enfermedades (espirituales, psíquicas y físicas). La psique con la invocación abraza continuamente a Cristo, Quien es el único que conoce qué esconden los corazones de los hombres; e intenta de cualquier manera huir de la atención de los hombres y sus deleites siguiendo su lucha interior, no vaya ser que el mal astuto clandestinamente engañe la psique y abra el camino hacia la maldad y destruya la belleza del trabajo hecho de ella.
6. La nipsis es una permanente fijación y estancia del loyismós ante el portal del corazón; ve y escucha a los ladrones loyismí que se presentan, es decir, qué hacen y qué dicen los asesinos de los hombres demonios. Y con qué intención y forma procuran los demonios junto con la fantasía confundir y engañar a nuestro nus. Estas cosas, pues, si las tratamos con esfuerzo, valentía y diligencia, si lo queremos, nos muestran y dan con gran plenitud la experiencia de la guerra invisible (o combate espiritual).
7. La nipsis nace del doble temor: de los abandonos de Dios y de las tentaciones que vienen para instrucción. Y es esta una presencia constante de la atención en la fuerza hegemónica de la psique, es decir, al nus del hombre, que trata de obstruir la fuente de los malos loyismí y de las obras malas. Por eso vienen los abandonos y las tentaciones inesperadas por parte de Dios para corregir y enderezar nuestra vida. Sobre todo en aquellos que han saboreado el descanso y alivio (interior) que concede el bien de la nipsis y después recaen en la negligencia. La continuidad de la nipsis genera la costumbre; y la costumbre genera una natural frecuencia de la nipsis. Y ésta, la contemplación serena de la guerra invisible (o combate espiritual) con sus características; esta contemplación la sucede la invocación de Jesús Cristo y después una dulce serenidad y reposo del nus sin fantasías y un estado de unión con Jesús Cristo.
8. El nus del hombre que permanece firme e invoca a Cristo contra los malos astutos demonios, y recurre en Él, parece a una bestia que ha sido rodeada de muchos perros y después se arrinconó en un rincón como refugio y se opone a ellos. Este ve espiritualmente de lejos las intenciones de las legiones espirituales de los enemigos y por suplicar continuamente al pacificador Cristo, lucha contra los enemigos y permanece inviolable sin ser lesionado de ellos.
9. Si conoces y le ha sido dada la χάρις jaris (gracia, energía increada), por las mañanas siéntate ante Dios para que seas examinado y examínate a ti mismo, entonces entenderás lo que digo sobre la nipsis. Si no, ten nipsis y recibirás la χάρις jaris (energía increada).
10. Los sistemas de los mares están constituidos de mucha agua. Sistema y fuerza de la nipsis, sobriedad y profunda hisijía1, abismo de extraordinarias y confidenciales contemplaciones, humildad de la metania y sinceridad, rectitud y agapi, son la suma de la perfecta nipsis y la oración de Jesús Cristo sin loyismí. Y esto sobre todo se produce con continuidad y paciencia sin desalentarse.
11. “No entrará en la Realeza (increada) de Dios, cada uno que dice Señor, Señor, sino aquel que hace la voluntad de mi Padre” (Mt 7,21). Voluntad del Padre es: “Los que amáis a Dios detestad y odiad al maligno” (Sal 96,10). Por lo tanto, junto con la oración de Jesús Cristo, odiemos y detestemos también los malignos astutos loyismí; es así como hacemos y cumplimos la voluntad del Dios.
12. El ejemplo perfecto para imitar y el modelo para el género humano y la revocación del pecado original, es nuestro Señor y Dios que tomó cuerpo y carne y puso ante nosotros como un retrato Su vida virtuosa. Junto con todos los bienes, que nos enseñó a modo de ejemplo, después de Su Bautismo, mientras subió al desierto, nos indicó también esto: que comenzó con el ayuno la guerra espiritual contra el diablo, que fue hacia Él como si se tratara de un simple ser humano (Mt 4,3). Y la manera que el Señor consiguió la victoria y cómo luchar contra los espíritus malignos y astutos, nos la ha enseñado también a nosotros, seres infames e inútiles, es decir, con humildad, ayuno, oración y nipsis. Él que no tenía necesidad de estas cosas, porque es Dios y Dios de los dioses.
13. Ahora bien, cuántos métodos y maneras de nipsis existen, según a mí, que pueden hacer la catarsis y limpiar el nus de los apasionados y malos loyismí, no dudaré ni me cansaré de mostrártelos con un lenguaje sencillo y sin adornos. Porque no me parece bien, en tiempos de guerra espiritual, esconder y disfrazar dentro de este logos la utilidad mediante palabras elegantes; sobre todo cuando es dirigido a personas sencillas. Dice Pablo: “Y tú hijo mío Timoteo, presta atención lo que estudias y lees” (Tim 4,13).
14. Un método de nipsis es examinar frecuente y atentamente la fantasía del malo y astuto loyismós; es decir, el “asalto”, porque el satanás sin la fantasía no puede crear loyismí y presentarlos al nus para engañarlo.
15. Otro método es mantener el corazón siempre en profundo silencio e hisijía1, alejado de todo loyismós, y orar.
16. Otro método es rogar, suplicar continuamente al Señor Jesús Cristo con humildad para que venga en ayuda.
17. Otro método es tener ininterrumpido el recuerdo de la muerte.
18. Todas estas prácticas, querido mío, son como porteros terribles que impiden los pensamientos malignos y viles. Sobre el importante método que consiste en mirar sólo al cielo considerando la tierra como nada, es también una práctica tan eficaz como otras, hablaré al respecto más en extenso en otro momento, si ello place a Dios y me inspira logos.
19. Si cortamos por poco las causas de los pazos y nos ocupamos con pensamientos espirituales, pero sin tratar de dedicarnos a ellos como una actividad nuestra, entonces fácilmente retrocedemos de nuevo en los pazos de la carne, sin ganar nada más, de este corto trabajo espiritual, que la oscuridad total de nuestro nus y la desviación hacia las cosas materiales.
20. El luchador del combate interior (o la guerra invisible), debe tener en cada momento estas cuatro cosas: humildad, suma atención, rechazo contra los malignos y viles loyismí y oración. Humildad, porque el combate es contra los soberbios demonios, y debe tener a punto la ayuda de Cristo; porque nuestro Señor odia a los soberbios u orgullosos. Atención, para que no tenga ningún loyismós en su corazón, aunque le parezca bueno. Rechazo, de modo que apenas perciba que ha venido el demonio, contradiga de inmediato con la ira o desprecio al maligno. Y contestaré —nos dice— a aquellos que de mí se mofan con malicia, ¿será posible que mi psique no se someta a Dios? (Sal 61, 1). Oración, para llamar fuertemente a “Cristo con gemido inenarrable” (Rom 8,26), inmediatamente después del rechazo. Y entonces el hombre luchador, verá al enemigo paralizado, expulsado y alejado por el santo y adorable nombre de Jesús Cristo, como polvo por el viento, o perdido como el humo que se disuelve, junto con su maligno loyismós.
21. Aquel que no tiene la oración liberada de los malignos y viles loyismí, este es como si fuera a la guerra sin arma. Quiero decir la oración aquella que se hace incesablemente en las profundidades de la psique, de modo que, con la invocación de Cristo, el satanás, que combate a escondidas, sea azotado y quemado.
22. Con el nus que es el ojo de la psique, bebes mirar con mirada aguda, penetrante y severa continuamente, así ves lo que percibes y reconoces quién entra; y apenas veas que está entrando el maligno loyismós, enseguida por medio del rechazo, aplastas la cabeza de la serpiente, (Gen 3,15). Y a la vez con gemido invoca a Cristo, así probarás y tendrás experiencia del socorro divino e invisible. Entonces verás brillantemente la sencillez, la indulgencia y la bondad del corazón.
23. Aquel que tiene un espejo en su mano y se encuentra entre muchas personas, ve en el espejo su propia cara y las caras de los demás que entran en ese espejo. Así lo mismo, aquel que mira atentamente hacia el interior de su corazón, ve su propio estado, y las caras negras de los etíopes espirituales, es decir, los demonios.
24. El nus por sí mismo no puede vencer la fantasía o imaginación demoníaca que le proviene de los demonios. Que no se confíe en eso nunca. Porque son astutos, fingen que están derrotados y al mismo tiempo derrocan al luchador a través de la vanagloria. Pero si invoca a Jesús Cristo, entonces ni siquiera por un momento pueden estar allí en pie para entramparlo y engañarlo.
25. Ten cuidado, trata de no enorgullecerte tú también como antiguamente el Israel, y seas entregado a los enemigos inteligibles. Porque el antiguo Israel liberado de los egipcios por el Dios de todas las cosas, inventó como ayuda para sí mismo un ídolo de metal fundido (Ex 27,7).
26. Ídolo de metal fundido, debes entender nuestro nus enfermo, el cual, si invoca a Jesús Cristo contra los espíritus malignos, los echa fácilmente y con la habilidad del método arrasa y pone en fuga las fuerzas invisibles y adversas del enemigo. Pero cuando el nus, tontamente, confía plenamente en sí mismo, entonces es arrojado a los buitres. Dice la Escritura: “Mi corazón tuvo esperanza a Dios, pedí socorro a Él y mi cuerpo o carne rebrotó” (Sal 27,7). ¿”Quién si no el Señor me hará resucitar y renacer y se unirá a mí contra mis malos e innumerables loyismí que tiran hacia el mal”? (Sal 93,16). Aquel que tiene confianza en sí mismo y no a Dios, tendrá una caída grande y tremenda.
27. Querido mío, si quieres luchar para obtener la hisijía1 del corazón, toma como ejemplo la araña. Si no es así, no estás aún preparado como es debido para la hisijía del nus. La araña caza pequeñas moscas; y tú, si practicas con esfuerzo la hisijía en tu psique, aunque estés fatigado, no cesarás de matar siempre los infantes de Babilón; con este asesinato eres bienaventurado y bendecido por el Espíritu Santo, por medio de David (Sal 136,9).
28. Así como es imposible que sea visto el firmamento del mar rojo entre las estrellas, e imposible que el hombre que vive sobre la tierra no respire este aire, así es imposible sanar y limpiar nuestro corazón de los pensamientos malignos y pasionales y expulsar los enemigos espirituales (inteligibles e invisibles) de él sin la invocación asidua de Jesús Cristo.
29. Si con conducta humilde, auto-juicio y auto-examen, rechazo y resistencia contra los malignos loyismí, la memoria de la muerte y la invocación de Jesús Cristo permaneces en tu corazón y si al estrecho pero alegre y feliz camino de la diania (mente, cerebro) con las armas anteriores, caminas diariamente teniendo nipsis, accederás a las divinas contemplaciones de los Santos. Mas serás iluminado de Cristo y recibirás la luz (increada) de los profundos misterios de Él, “en Quien están escondidos los tesoros de la gnosis (conocimiento increado) y la sabiduría” (Col 2,3), y, “en Cual habita corporalmente toda la plenitud de la deidad” (Col 2,9). Es decir, sentirás que junto con Jesús, el Espíritu Santo ha invadido impetuosamente tu psique; de Él recibe el nus la luz increada y es iluminado el hombre para poder ver a cara descubierta (2Cor 3,18). Dice la Escritura: “Nadie puede decir “Señor Jesús”, si no es en el Espíritu Santo (1 Cor 12, 3); es decir, el Espíritu Santo garantiza místicamente que está en tu interior el buscado Señor.
30. Aquellos que quieren aprender sobre las cosas divinas, deben conocer también esto: que los envidiosos demonios muchas veces se retiran, se esconden y empequeñecen nuestra guerra invisible; porque estos salvajes envidian el beneficio que proviene del combate espiritual, de la gnosis y de la elevación hacia Dios que surge de esta lucha. Quieren hacernos que no nos ocupemos (de la nipsis) y entonces repentinamente sugestionar, raptar nuestro nus y desviar o hacernos olvidar la atención de nuestra diania (mente, cerebro). Porque el propósito incesante y la lucha de los demonios es no dejarnos para nada vivir con atención en nuestro corazón, porque conocen la riqueza que recogemos de esto para nuestra psique. Sin embargo y sobre todo nosotros entonces deberemos tender a las contemplaciones espirituales con la memoria de nuestro Señor Jesús Cristo y el ardor por la lucha se encenderá nuevamente en nuestro nus. Hagámoslo todo sólo con el conocimiento del Señor -por decirlo de una manera- y con mucha humildad.
31. Es necesario que los que vivimos en el monasterio que eliminemos toda voluntad nuestra ante nuestro superior, mediante una predisposición, elección deliberada y con corazón bien dispuesto; y con la ayuda de Dios, nos hacemos dóciles, obedientes y sin voluntad propia sino divina. Pero esto se debe hacer con arte y libertad, para no dejarse perturbar por la ira y mover la parte irascible de la psique de modo insensato, paradójico y contra natura, encontrándonos inseguros frente a la guerra invisible. Porque cuando no cortamos voluntariamente nuestra voluntad, por regla general, nos enfadamos contra aquellos que intentan cortárnosla involuntariamente. Y de esto nuestra ira se enciende y ladra salvajemente, destruyendo la gnosis, conocimiento de la guerra invisible que con mucha dificultad habíamos logrado adquirir, porque la ira por su naturaleza es destructiva. Si se mueve contra los demoníacos loyismí, los destruye y acaba con ellos. Si por otro lado, se mueve contra los hombres, también destruye los buenos loyismí que están en nosotros. Veo, pues, que la ira es destructiva y nociva respecto de los loyismí de todo tipo, ya sean malos como eventualmente buenos. En realidad la ira es como un arma y un arco preparado de Dios para nosotros, si es utilizada correctamente por parte nuestra. Pero si opera incorrectamente es muy destructiva. Porque yo sé que un perro enfurecido puede matar a las ovejas de la misma manera que el lobo.
32. Debemos odiar la palabrería, la charlatanería o impertinencia como el veneno de la víbora y evitar las muchas conversaciones como a las serpientes y a la raza de víboras (Mt 3,7); porque ellas muchas veces fácilmente pueden hacer al luchador olvidarse de su guerra interior y derrumbar el corazón de la alegría excelsa que proviene de la pureza del corazón. El maldito olvido se opone a la atención del corazón, tanto, como el agua al fuego, y de momento en momento se convierte en su rival más y más fuerte; del olvido llegamos a la negligencia y de ella al deprecio de las cosas divinas y a la ραθυμία (racimía, desgana, pereza espiritual y física) y a los deseos absurdos y hedónicos. Y así retrocedemos otra vez, como el perro a su vómito (2Ped 2,22). Evitemos, pues, la vulgar palabrería e impertinencia como un veneno mortal. Los malos resultados por el olvido se arreglan con una atención y vigilancia más exhausta y escrupulosa del nus y la continua invocación de nuestro Señor Jesús Cristo. Sin Él nada podemos hacer (Jn 15,5).
33. No es posible ser amigo de una serpiente y tenerla en tu propio seno; ni es posible adular, cuidar y amar tu cuerpo de cualquier manera, al no ser que sea necesario, y a la vez ocuparse por las virtudes celestiales. Porque por naturaleza, la serpiente muerde e hiere a aquel que lo abriga, en cambio el cuerpo mancha por el placer o hedonismo a aquel que lo cuida. En lo que el cuerpo tiene culpa, castígalo sin piedad; para que esto que es barro corruptible, oscuridad y esclavo de la psique, no ignore que su señora psique es incorruptible. Hasta el día de tu muerte no confíes en tu cuerpo y carne. Dice la Escritura: “Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz… Aquellos que hacen vida carnal no pueden ser gustados de Dios. Pero nosotros no somos carnales sino espirituales” (Rom 8,6. Gal 5,17).
34. Obra de la prudencia es mover siempre la parte irascible de la psique hacia el encuentro del combate interior, contra los pazos y los asaltos demoníacos, mas la autocrítica, enjuiciar y condenar a nosotros mismos. Obra de la sabiduría es mover la parte logística de la psique en exacta y completa nipsis y en contemplación espiritual. Obra de la justicia es dirigir la parte anhelante de la psique hacia la virtud y hacía Dios; en cambio obra de la fortaleza es gobernar y contener los cinco sentidos, para que no sea contaminado por ellos, tanto nuestro hombre interior, es decir, el corazón, como el exterior, o sea, el cuerpo.
35. “Encima del Israel brilla Su grandiosidad”; es decir, encima del nus que ve la belleza de la doxa (gloria, luz increada) de Dios, en la medida que le es posible; y “Su potencia se manifiesta entre las nubes” (Sal 67,35); es decir, en las psiques totalmente iluminadas que miran fijamente hacia la mañana a Aquel que está sentado a la diestra de Su Padre (Hch 7, 55), que irradia resplandor sobre ellas, como el sol que proyecta sus rayos sobre las nubes blancas, y estas psiques las hace y las muestra encantadoras.
36. Dice la Divina Escritura que aquel que peca, destruye mucho bien, (Ecl. 9,18). Y el nus que peca, perderá las comidas y bebidas incorruptibles e inmortales que se refieren al mismo capítulo. (Ecl 9,7).
37. Nosotros no somos más fuertes que Sansón, ni más sabios que Salomón, tampoco tenemos más conocimiento que David, ni amamos a Dios más que el ilustre Pedro. Por tanto, no confiemos en nosotros mismos, porque dice la Santa Escritura: “Aquel que tiene confianza en sí mismo, tendrá una caída terrible” (Job 18,12).
38. Que aprendamos de Cristo la conducta modesta y humilde, de David la humildad y de Pedro a llorar por las cosas que nos ocurren; pero que no nos desesperemos como Sansón, Judas, y Salomón que era muy sabio.
39. El diablo, como león rugiente, camina con sus fuerzas buscando a quién devorar (1Ped 5,8). La atención cordial, la nipsis, el rechazo y la oración hacia Jesús Cristo, nuestro Dios, que no cese nunca. Porque en toda tu vida no encontrarás mejor y mayor ayuda que la de Jesús Cristo. Sólo Él conoce, como Dios que es, las astucias, las trampas, las insidias y los métodos del diablo.
40. La psique pues, que tenga confianza en Cristo, que lo invoque y no se acobarde de nada, porque no combate sola, sino junto con el terrible rey Jesús Cristo, que es el Creador de todos los seres (entes, existencias), corpóreos e incorpóreos, es decir, visibles e invisibles.
41. Así como cuanta más lluvia cae sobre la tierra, más la ablanda; así también el santo nombre de Cristo, cuanto más lo llamamos y más frecuente lo invocamos, más ablanda la tierra de nuestro corazón, y lo llena de alegría y gozo.
42. Es bueno, pues, que los inexpertos sepan también esto, que los enemigos incorpóreos e invisibles que desean nuestro mal y son sabios al perjudicarnos, muy activos y veloces, ligeros y expertos en la guerra, desde los tiempos de Adán hasta el presente; no podrán ser vencidos de ninguna manera por nosotros, los seres corpóreos, pesados y empujados hacia la tierra por el cuerpo, el pensamiento y la razón, si no es por medio de la perpetua nipsis del nus y de la invocación a Jesús Cristo, el Dios y Creador nuestro. Y para aquellos que aún son inexpertos, que sea lo anterior, es decir, la oración de Jesús, el estímulo para probar y conocer el bien. Pero para los expertos el modo perfecto y mejor maestro es la praxis, la prueba, el alivio y el descanso (espiritual) que da el bien.
43. El niño como es sin mala astucia, por lo tanto inocente, cuando ve un charlatán que hace figuras, se deja seducir y lo sigue sin malicia; así también nuestra psique que es simple y buena, de tal modo creada por su bondadoso Soberano, goza de los asaltos del diablo que presenta fantasías engañosas. Así es engañada y corre detrás del mal, creyendo que es bueno… Y así la psique mezcla sus propios loyismí con la fantasía del asalto demoníaco; por ejemplo, el rostro de una bella mujer o de cualquiera otra cosa absolutamente prohibida por los mandamientos de Cristo. Quiere hacer realidad lo que le pareció bello con su fantasía; y entonces, al consentir, realiza también con el cuerpo aquel pecado que vio con su nus, con consecuencia su propia condenación.
44. Éste es el arte y el proceso del astuto maligno, y con estas flechas envenena la psique. Por esto no es seguro dejar entrar los loyismí en nuestro corazón, antes que el nus adquiera gran experiencia de la guerra, sobre todo al principio, nuestra psique goza todavía de los asaltos y efectos demoníacos, porque encuentra placer en ellos y los sigue. Sin embargo, es necesario sólo tomar conciencia, conocerlos y eliminarlos al instante, al surgir el asalto. Pero cuando el nus, habiendo estado largo tiempo en esta maravillosa obra, se haya ejercitado, haya entendido bien y se le ha hecho estable la costumbre del verdadero conocimiento de los loyismí, y como dice el profeta, para poder capturar fácilmente las pequeñas zorras (Cant 2, 15), entonces deberemos dejarlos que vengan, controlarlos y expulsarlos.
45. Así como es imposible que por un mismo tubo pasen el fuego y el agua, de la misma manera es imposible que el pecado entre en nuestro corazón, si antes no golpeó a la puerta del corazón mediante el asalto de una fantasía pecadora.
46. En principio se produce el asalto del pensamiento malo; en segundo lugar la combinación, cuando se mezclan nuestros loyismí y los demoníacos; en tercer lugar, el consentimiento, cuando nuestros loyismí se acoplan, co-meditan y asocian con los demoníacos para cometer el mal; en cuarto lugar, está la acción sensible, es decir, el pecado. Si el nus pone atención con la nipsis, y por medio del rechazo y de la invocación del Señor Jesús expulsa el asalto desde su aparición, entonces los siguientes (combinación, consentimiento y pecado) quedan tardíos, vanos y alejados. Pues el maligno astuto demonio, siendo un nus incorpóreo, no puede engañar a las psiques más que por medio de la fantasía, imaginación y de los loyismí. Y en lo que concierne al asalto, David dice: cada mañana yo mataba todos los pecadores de la tierra (Sal 100,8). Sobre el consentimiento y la alianza, el gran Moisés dice: no harás una alianza con ellos, no los consentirás para que no te hagan pecar. (Ex 23, 32).
47. El nus se entrelaza invisiblemente y combate, es decir, el nus demoníaco (el demonio) con el nuestro. Por ello, es necesario invocar en cada momento a Cristo, para que ahuyente al nus demoníaco y nos dé la victoria, ya que es filántropo, amigo de los hombres.
48. La hisijía1 o hesyquía del corazón es como la persona que tiene en sus manos un espejo y lo mira continuamente, esto tenlo como ejemplo. Entonces estarás viendo aquellas cosas buenas y malas que se están pintando inteligiblemente en tu corazón.
49. Mira y vela por que no exista en tu corazón ningún loyismós, ni irracional ni racional, para que reconozcas fácilmente a los filisteos, es decir, a los hijos primogénitos de los egipcios, (egipcios y filisteos, pueblos enemigos de Israel, son los tipos espirituales de los demonios, de sus asaltos y sugestiones).
50. Qué virtud buena y suave, luminosa y dulcísima, magnífica, espléndida y bella es la nipsis, cuando por Ti, Cristo Dios, el nus entra en el camino bueno y cuando el nus vigilante del hombre la ejercita con gran humildad. En efecto, distiende sus ramas hacia el mar y hacia el abismo de la contemplación, y sus brotes hasta los ríos de los suaves y divinos misterios, (Sal 79, 12); riega con agua y calma la sed del nus, sediento y quemado durante mucho tiempo por la sal de la impiedad de los astutos demoníacos loyismí, y por la actitud malévola de la carne, que es la muerte (Rom 8,6-8).
51. La nipsis se asemeja a la escalera de Jacob, en la que encima está el Dios y por la que trepan los ángeles (Gén 28, 12). Porque ella quita todo mal de nosotros, ya que elimina la charlatanería, la maledicencia, la calumnia y toda la serie de pecados sensibles, no soportando, siquiera por un instante, ser privada, por todas estas cosas, de su propia dulzura.
52. La nipsis, hermanos míos, ejercitémosla de buena gana. Y en sus alturas, con diania (mente, cerebro) clara, volando con la jaris (gracia, energía increada) de Cristo Dios, reflexionemos y consideremos nuestros pecados y nuestra vida pasada. Así, sintiendo contrición y humildad con el recuerdo de nuestros pecados, tendremos la ayuda incesante de Jesús Cristo nuestro Dios, en la guerra invisible. Pues, cuando seamos privados de la ayuda de Jesús a causa de la soberbia, de la vanagloria y de la egolatría, no alcanzaremos la catarsis, la pureza y la claridad del corazón, por la que Dios se da a conocer al hombre; porque la causa para que veamos a Dios es la catarsis, la pureza y la claridad del corazón, según la promesa: Bienaventurados los sanos, puros y claros del corazón, o los que han hecho la catarsis, la sanación y la limpieza de su corazón de cada mancha del pecado, porque ellos contemplarán y verán a Dios (Mt 5,8).
53. El nus que no descuida su escondido trabajo espiritual, conjuntamente con los beneficios de la ininterrumpida actividad de su vigilancia y protección, encontrará también que los cinco sentidos del cuerpo sean lentos e inoperantes en cuanto a males exteriores. Porque cuidando su virtud y su nipsis, queriendo tratar con los buenos pensamientos, no tolera ser robado de los cinco sentidos que le traen loyismí vanos y materiales; pero como conoce lo engañosos que son, muchas veces los restringe en su interior y desde allí los domina.
54. Permanece firme en tu diania (mente, intelecto) por la nipsis y no te desmoronarás ante las tentaciones. Pero si te alejas, deberás soportar con paciencia las tentaciones que te vienen.
55. Así como a los que han comido mal, ayuda el amargo ajenjo, lo mismo para los que tienen mal carácter es conveniente padecer sufrimientos y angustias.
56. Si no quieres padecer males, no quieras hacerlos, porque sin excepción, una cosa sigue a la otra; pues lo que cada uno siembra, también lo cosechará (Gal 6, 7). Entonces cuando sembramos voluntariamente males astutos y después los cosechamos involuntariamente, deberemos admirar la justicia de Dios.
57. El nus se enceguece por estos tres pazos: la avaricia, la vanagloria y el placer (o hedonismo).
58. La gnosis (conocimiento increado) y la fe, que son compañeras de nuestra naturaleza, de ninguna otra cosa no se han debilitado más que por las anteriores maldades.
59. El furor y la ira, las guerras y los homicidios, y toda la serie de los otros males, a causa de las anteriores tres maldades se han fortalecido y prevalecido terriblemente entre los hombres.
60. El que no conoce la verdad, tampoco puede creer verdaderamente. Porque, según el orden natural, la gnosis, conocimiento precede a la fe; y las cosas que dice la Escritura, no sólo las dice para que las aprendamos, sino también para que las llevemos a cabo en praxis.
61. Entonces, empecemos la obra. Así poco a poco progresando, encontraremos la esperanza en Dios y la fe segura, la gnosis interior y la liberación de las tentaciones, los divinos carismas, la confesión del corazón y las lágrimas continuas, llegan a los fieles por medio de la oración. Y no solamente estas cosas, sino también la paciencia a las tribulaciones y las angustias que puedan surgir, así como el sincero perdón al prójimo y la gnosis (increada) profunda de la ley espiritual, el descubrimiento de la justicia de Dios y la venida, infusión del Espíritu Santo, y la donación de los tesoros espirituales, y todas las cosas que Dios prometió dar a los hombres que creen, aquí en el presente y en el futuro siglo. En una palabra, es imposible que la psique se asemeje a la imagen de Dios, si no es por medio del carisma de Dios y por la fe del hombre, quien permanece en su diania (mente, intelecto) con mucha humildad y oración sin distracción.
62. Los que queremos sanar, purificar y limpiar nuestro corazón, es realmente un gran bien lo que hemos recibido, por la experiencia al invocar continuamente al Señor Jesús contra los enemigos inteligibles o espirituales. Y observarás que, el logos que he dicho concuerda con las Escrituras. Prepárate —nos dicen— Israel, a invocar el nombre del Señor tu Dios (Am 4, 12). Y el Apóstol nos dice: Rezad incesantemente (1 Ts 5, 17). Y el Señor dice: Sin mí no podéis hacer nada. El que permanezca en mí y yo en él, éste dará muchos frutos. Y agrega: El que no permanece en mí, es arrancado como los sarmientos de la vid (Jn 15, 5 y ss). La oración es un bien grandioso y excelente, el cual contiene todos los bienes, porque sana y purifica al corazón, que es donde Dios se manifiesta y se revela a los fieles.
63. La humildad, que por su naturaleza eleva al hombre y contiene la agapi (amor, energía increada) de Dios, destruye casi todos los males que están en nosotros y son odiosos a Dios, pues es difícil de obtener. Fácilmente se podrían encontrar en un solo hombre algunas operaciones parciales de muchas virtudes, pero si buscas en él aunque sea sólo olor de humildad, apenas con mucha dificultad la encontrarás. Por lo tanto, hace falta esmero, cuidado y buena disposición para alcanzar la santa humildad. La Escritura llama impuro al mismo diablo, ya que desde un principio rechazó la excelente riqueza de la humildad y amó la soberbia. Por esto en todas las Escrituras el diablo es también llamado espíritu sucio, impuro (Mt 10, 1; 12, 43 etc). Pues, ¿cuál impureza corporal puede cometer el incorpóreo e imponderable, para que lo llame impuro la Escritura? Entonces es claro que fue llamado impuro por su soberbia, y de puro y luminoso ángel se convirtió en impuro. Porque para el Señor todo soberbio es impuro (Prov 16, 5), y el primer pecado es la soberbia (Si 10, 13). Y también el soberbio Faraón decía: No conozco a tu Dios ni liberaré a Israel. (Ex. 5, 2).
64. Hay muchas obras y praxis del nus capaces de procurarnos el bondadoso regalo de la humildad, siempre y cuando no descuidemos nuestra sanación y salvación. Esto es, el recuerdo de nuestros pecados, los que cometimos en palabras, en obras y con nuestro nus, así como muchísimas otras cosas que contribuyen en lograr la humildad. La verdadera humildad provoca también recordar las buenas obras del prójimo y compararlas con las nuestras, para ver que somos inferiores a ellos. Y así, viendo el nus su propia nulidad y cuánto inferior es a la perfección de los hermanos, uno se considera a sí mismo tierra y ceniza, y que no es un hombre sino un perro, porque frente a todos los hombres lógicos que están sobre la tierra, está muy atrás y es inferior a todos.
65. La boca de Cristo, la columna de la Iglesia, nuestro gran padre Basilio nos dice: “Es un gran bien, examinar nuestra conciencia al final del día, es decir, en qué nos hemos equivocado y qué bien hemos hecho, para no caer en los mismos pecados al día siguiente. Esto lo hacía Job respecto de sí mismo y de sus propios hijos (Jb 1, 5); porque los interrogatorios de nuestras praxis, cuando se hacen cada día, nos iluminan qué debemos hacer en cada momento”.
66. Otro sabio de las cosas divinas dijo: El principio de la producción de los frutos es la flor, así como el principio de la práctica para la virtud es la continencia. Por tanto, seamos continentes —haciendo esto con medida y peso— como nos enseñan los Padres, y transcurramos todas las horas, todos los días con nipsis y vigilancia de nuestro nus. Si así lo hacemos, con la ayuda de Dios, podremos apagar y reducir con un cierto tipo de violencia y esfuerzo, el mal. Ya que con violencia y esfuerzo se consigue la vida virtuosa, por la que nos es regalada la Realeza (increada) de los Cielos (Mt 11, 12).
67. El camino para la divina gnosis (increada) es la impasibilidad y la humildad, sin ellas nadie verá al Señor.
68. Aquel que se ocupa sin interrupción de las cosas interiores, es sensato, moderado y auto-dominado. Y no solamente esto, también se ocupa de las contemplaciones espirituales, hace teología y ora. Esto es lo que dice el Apóstol: “Caminad en el Espíritu y no satisficiereis el deseo de la carne” (Gal 5, 16).
69. Aquel que no conoce como caminar en el sendero espiritual, no se ocupa para nada de los pensamientos malignos y apasionados. Toda su preocupación está en el cuerpo, en la carne y en la gula que le convierte en esclavo de su panza o sufre y se hace irascible y resentido, deprimido y entristecido y con todo esto entenebrece su nus. Por otro lado, si hace un ejercicio ascético exagerado, enturbia su diania.
70. Aquel que ha renunciado sólo a las cosas exteriores, por ejemplo, a la mujer, a las riquezas, etc., se ha convertido en monje exterior pero no interior. Aquel que ha renunciado a los pensamientos pasionales y malignos de su nus es verdadero monje. Al hombre exterior es fácil que uno lo convierta en monje, si así lo desea, pero para el hombre interior es necesaria una lucha grande.
71. ¿Quién es el que, en esta generación, habiéndose liberado enteramente de los pensamientos pasionales y malignos, se ha hecho digno de adquirir para siempre la oración pura y alejada de todo pensamiento material? Esto es la señal del monje interior.
72. Muchos pazos permanecen escondidos en nuestras psiques, y aparecen entonces, cuando se presentan sus causas.
73. No dediques todo tu tiempo a la carne, sino márcale una ascesis y disciplina acorde con tus fuerzas y luego gira todo tu nus a las cosas interiores. Porque el ejercicio del cuerpo es poco útil, en cambio la piedad es útil en todo (1 Tm 4, 8).
74. Cuando los pazos dejan de operar, ya sea porque se han cortado las causas o porque los demonios se retiran con engaño, junto con esto, sobreviene la soberbia.
75. La humildad y el esfuerzo duro del cuerpo o carne, liberan al hombre de todo pecado. La humildad corta los pazos de la psique y el esfuerzo duro los pazos del cuerpo. Por ello, el Señor dice: Bienaventurados los sanos, puros y claros del corazón, o los que han hecho la catarsis, la sanación y la limpieza de su corazón de cada mancha del pecado, porque ellos contemplarán y verán a Dios (Mt 5,8). Verán a Dios y Sus tesoros, cuando con la agapi y la continencia se hayan sanado y purificado a sí mismos; y más aún Le verán si intensifican la catarsis.
76. La vigilancia del nus es la torre por donde uno ve la razón y el objetivo de cada virtud, como el antiguo centinela de David preanunciaba la “circuncisión del corazón” (Sal 18, 24).
77. Igual que cuando miramos con nuestros ojos las cosas que perjudican, nos perjudicamos, así sucede también con nuestro nus cuando pensamos loyismí malos astutos.
78. Igual que cuando uno golpea la raíz de una planta, la seca entera, así le sucede al corazón del hombre cuando es golpeado de los malos astutos loyismí. Debemos tener cuidado cada momento, porque los demonios nunca están quietos.
79. Queriendo el Señor demostrarnos que todo mandamiento debemos realizarlo, en cambio la adopción que nos ofrece (en ser hijos de Dios) se realiza en los hombres con Su sangre, dice: “Cuando hayáis hecho lo que os estaba mandado, decid: Somos siervos inútiles, que hemos hecho lo que debíamos hacer” (Lc 17, 10). Por esto la Realeza increada de los Cielos no es una recompensa de obras, sino la jaris (gracia, energía increada) del Soberano, preparada para Sus siervos fieles. El esclavo no requiere la libertad como un salario, agradece como deudor y la espera como una donación o regalo.
80. El Cristo ha muerto por nuestros pecados, según las Escrituras (1 Cor 15, 3), y a los que Le sirven bien, los regala la libertad. Porque dice: “Bien, siervo bueno y fiel, has sido fiel en lo poco, yo te constituiré sobre mucho. Entra en la alegría de tu Señor” (Mt 25, 21). Pero no es un siervo fiel aún el que se apoya sobre la simple y fina gnosis (conocimiento creado), sino aquel que muestra su fe, mediante la obediencia, al dador de los mandamientos Cristo.
81. El que honra al Señor, hace lo que Él ordena. Cuando se equivoca o desobedece, soportará las malas consecuencias como justas. Si amas aprender, ama también el esfuerzo y la fatiga, pues la gnosis fina (creada) infla al hombre (1Cor 8,1).
82. Las tentaciones que nos surgen providencialmente sin esperarlas, por economía de Dios, nos enseñan a hacernos diligentes.
83. La estrella tiene la cualidad de iluminar y brillar. Así también el piadoso y temeroso de Dios, tiene como cualidad la austeridad y la humildad, porque la cualidad o signo de los discípulos de Cristo, no es otra cosa que la conducta humilde y la presencia austera. Esto lo gritan de todas las formas los cuatro Evangelios. El que no vive así humildemente, decae de la parte de Aquel que se humilló a sí mismo (Filp 2, 8) hasta la cruz y la muerte, Quien es también Legislador ejecutor de los divinos Evangelios.
84. Dice la Escritura: “Los que tenéis sed, id a por el agua” (Is 55, 1). Pero los que tenéis sed de Dios, caminad con la pureza de vuestro nus. Pero aquel que vuela alto con esta pureza y claridad, debe mirar también a la tierra su propia nulidad. Nadie se encuentra más alto que el humilde. Igual que cuando no hay luz todo es tétrico y tenebroso; así, cuando falta la conducta o actitud humilde, todas nuestras obras respecto de Dios, son vanas e inútiles.
85. Escucha ahora la conclusión de mi logos: teme a Dios y guarda Sus mandamientos (Ecl 12, 13), espiritualmente y también sensiblemente. Si te esfuerzas y te obligas a observarlos, aplicarlos y cumplirlos espiritualmente, pocas veces tendrás necesidad de hacer esfuerzos sensibles por ellos. Como dice David: desde el fondo de mi corazón he querido hacer Tu voluntad y Tu ley (Sal 39, 9).
86. Si el hombre no hace la voluntad y la ley del Señor desde el fondo de su corazón, tampoco exteriormente puede hacerlo fácilmente. Y el hombre que no tiene nipsis y es indiferente, dirá a Dios: “No quiero conocer tus caminos” (Jb 21, 14), por supuesto por falta total de la divina iluminación. Mientras que, el que participa de la divina iluminación no queda sin información interior, y respecto de las cosas divinas se convertirá en constante, capaz e inamovible.
87. Así como la sal hace sabroso el pan y todo alimento, y conserva incorruptas y duraderas algunas carnes, lo mismo piensa respecto de la dulzura espiritual y el maravilloso trabajo de la vigilancia del nus. Porque de modo divino da dulzura al hombre interior como exterior, y ahuyenta el mal olor de los malos astutos loyismí y pensamientos y nos mantiene estables en el bien.
88. Del asalto nacen muchos loyismí malignos, y de estos nace la mala praxis pecadora. Pero aquel que apenas aparezca el asalto, junto con Jesús, lo apaga de inmediato, este se ha escapado de las cosas posteriores, y se enriquecerá de dulce gnosis divina (conocimiento increado) por la que encontrará a Dios, que está en todas partes. Y girando hacia Él el espejo del nus, es iluminado incesantemente similar que el puro cristal por el sol. Y entonces el nus descansa y se alivia más que cualquier otra contemplación, porque ha llegado al último extremo de todas las cosas deseadas.
89. Como todo loyismós entra en el corazón por medio de la fantasía de ciertas cosas sensibles, entonces la bendita luz increada de la deidad irradia al nus, cuando éste se haya vaciado y despojado de todas las cosas sensibles y queda sin formas ni representaciones. Precisamente ese resplandor divino aparece y se ve al nus puro y claro, cuando este ha sido despojado de todos los conceptos y pensamientos.
90. Cuando con más perfección vigilas la diania (mente, cerebro), con más ganas orarás a Jesús. Por otro lado, cuando más abandonas tu diania, tanto más te alejarás de Jesús. Tal y como lo primero ilumina perfectamente el espacio de la diania, lo mismo el alejamiento de la nipsis y del dulce nombre del Jesús, lo oscurece absolutamente. La cosa es así por su naturaleza y no se puede hacer de otra manera. Y esto lo percibirás y entenderás con la experiencia, probándolo en la praxis (acción). Porque ninguna virtud y especialmente este agradable trabajo espiritual no se enseña de otra manera, sino sólo por la experiencia.
91. El invocar ininterrumpidamente a Jesús, con un deseo lleno de dulzura y alegría, es la causa por la que el aire (espacio) del corazón está lleno de alegría y de serenidad, a causa de la suma atención. Pero la causa de la perfecta catarsis y purificación del corazón es Jesús Cristo, Hijo de Dios y Dios, causante y artífice de todos los bienes; como dice: “YoSoY el Dios que trae la paz” (Is 45, 7).
92. La psique beneficiada que ha recibido la dulzura de Jesús, llena de exultación y de amor devuelve a su Benefactor lo recibido con alabanzas, agradece e invoca con gran dulzura y alegría a Él que le regala la paz; y esta psique Le ve espiritualmente en su interior disipar las fantasías de los espíritus malignos.
93. Dice David: “Mi ojo espiritual ha visto a mis enemigos espirituales, y mi oído escuchará los malvados que se rebelan astutamente en mi contra” (Sal 91, 12); “Y vi la recompensa de los pecadores de parte de Dios” (Sal 90, 8). Cuando no existen fantasías en el corazón, entonces el nus se encuentra en su estado natural y está preparado a moverse hacia toda contemplación suave, espiritual y amada de Dios.
94. Como he dicho pues, la nipsis y la oración a Jesús son por naturaleza ingredientes adecuados el uno para el otro. La atención máxima contribuye a oración continua, y la oración, a su vez, a la perfecta nipsis y atención del nus.
95. El recuerdo in-interrumpible de la muerte es un buen pedagogo del cuerpo y de la psique; el mirar siempre hacia ella, descuidando todo lo que está en el medio, imaginando incluso el mismo lecho donde yaceremos agonizantes, etc.
96. Hermanos, no debe adormecerse aquel que quiere permanecer de una vez para siempre sin ser lesionado. Una de las dos cosas es inevitable: o caer y perecer desnudo de toda virtud, o permanecer de pie con el nus siempre armado. Porque también el enemigo está siempre armado con toda su facción.
97. De la memoria y de la invocación continua a nuestro Señor Jesús Cristo, si no descuidamos la continua súplica a Él con el nus, la firme nipsis y el trabajo de la atención, entonces se crea en nuestro nus un estado divino. Por lo tanto, tratemos de tener siempre como trabajo real la invocación a Jesús Cristo nuestro Señor, con deseo ardiente del corazón de modo que nos hagamos partícipes del santo nombre de Jesús. La continuidad es madre de la costumbre para la virtud y para la maldad o vicio; y la costumbre es la segunda naturaleza. Y el nus, habiendo llegado a un estado tal, busca a los enemigos, como el perro de caza a la liebre entre los arbustos, pero el perro para comer, en cambio el nus luchador busca al enemigo para aniquilarlo.
98. Cuando sucede que se multipliquen en nuestro nus los malos loyismí, entonces pongamos entre ellos la invocación de nuestro Señor Jesús Cristo y los veremos de inmediato ser disipados como humo en el aire, tal y como la experiencia nos ha enseñado; y entonces el nus habiendo quedado solo, sin los malignos loyismí, empecemos de nuevo con la atención continua y la invocación. Y cada vez que padecemos por esta tentación, así debemos actuar.
99. Así como es imposible para uno entrar en la guerra con el cuerpo desnudo y sin arma o cruzar vestido a nado una gran mar, o vivir sin respirar; así es imposible, sin humildad y sin una continua súplica a Cristo, empezar una escondida guerra espiritual, y ahuyentar y golpear hábilmente al enemigo espiritual.
100. David grande en la práctica dice al Señor: “en ti protegeré mi estado” (Sal 58, 10). De modo que sea protegido y vigilado nuestro “estado” interior; es decir, la fuerza de la hisijía cordial y espiritual, de donde se generan todas las virtudes, mediante la ayuda que nos es dada por el Señor; Quien ha dado los mandamientos y expulsa de nosotros el repugnante olvido, cuando continuamente le llamamos para que nos ayude; y el cual olvido desgasta exageradamente la hisijía del corazón, como el agua al fuego. Por eso monje (y cualquier hombre), “no te duermas en la muerte por negligencia” (Sal 12, 4), sino que flagela a los enemigos con el nombre de Jesús y, como ha dicho un sabio: que el nombre de Jesús se adhiera a tu respiración y entonces aprenderás y conocerás la utilidad de la hisijía (Escalera 27,26).
101. Cuando nosotros, indignos, seamos hechos dignos de comulgar los terribles, divinos e inmaculados misterios de Cristo, Dios y Rey nuestro, sobre todo entonces mostremos más nuestra nipsis, el cuidado del nus y la exactitud, para que el fuego divino, es decir, el Cuerpo de nuestro Señor Jesús Cristo, consuma nuestros pecados y nuestras suciedades pequeñas y grandes. Porque cuando el Cuerpo de nuestro Señor Jesús Cristo entra en nosotros, de inmediato expulsa de nuestro corazón los espíritus malignos astutos y perdona los pecados pasados; entonces el nus queda sin molestias de los malos astutos loyismí. Y si luego, después de todo esto, vigilamos diligentemente nuestro nus y nos mantenemos firmes a la puerta de nuestro corazón, y cuando de nuevo seamos hechos dignos de comulgar, entonces el divino Cuerpo aún más iluminará a nuestro nus y lo hará resplandeciente como una estrella.
102. El olvido tiene la cualidad de disipar y apagar la protección y vigilancia del nus como el agua apaga el fuego. Pero la oración continua a Jesús, junto a una nipsis intensa, expulsa completamente el olvido del corazón. De hecho, la oración necesita de la nipsis como el candil para alumbrar necesita la mecha.
103. Debemos esforzarnos para guardar las cosas preciosas. Y las preciosas son realmente aquellas cosas que nos protegen de toda maldad sensible, imaginable e invisible; estas son la protección, vigilancia del nus y la invocación del Jesús Cristo, el ver siempre al fondo del corazón y serenar continuamente nuestra diania (mente, cerebro); también procurar estar vacíos de todo tipo de loyismí, os diría, incluso de aquellos loyismí que nos parecen buenos, así no entrarán desapercibidos los ladrones demonios. Aunque nos cansamos cuando permanecemos en este trabajo del corazón, pero tranquilos, porque está cerca el divino consuelo y alivio.
104. Es natural que el corazón genere por sí mismo loyismí luminosos, cuando está vigilado continuamente y no permite recibir y aceptar formas, imágenes y fantasías de los tenebrosos y malignos demonios. Tal y como el carbón genera la llama, así mucho más lo hará el Dios que habita en nuestro corazón, por el santo Bautismo, si encuentra el aire o espacio de nuestra diania limpio de vientos malignos y vigilado por la atención del nus, entonces enciende en nuestra diania las contemplaciones, tal y como hace la llama con la vela.
105. Debemos dirigir y poner siempre en el espacio de nuestro corazón el nombre de Jesús, como el relámpago lo hace en el firmamento cuando va a llover. Esto lo conocen con precisión todos aquellos que tienen experiencia del nus y de la guerra interior. Así conduciremos con orden la estrategia de esta guerra espiritual: primero, la atención; luego, cuando vemos que vino el enemigo loyismós en nuestro corazón, rechazarlo con ira y con maldiciones. Tercero, orar de inmediato contra el mismo, concentrando el corazón con la invocación a Jesús Cristo, para que rápidamente desvanezca la fantasiosa imagen demoníaca, de modo que el nus no siga tras la fantasía, como un niño seducido y enganchado por algún charlatán ο faquir.
106. Esforcémonos como David gritando: “Señor Jesús Cristo”, y que se haga nuestra garganta ronca y nuestros ojos espirituales no se cansen en tener esperanza al Señor, nuestro Dios.
107. Recordemos siempre la parábola del juez injusto que dijo el Señor, para enseñarnos que debemos rezar siempre sin desalentarnos y desesperarnos (Lc 18, 1). Allí encontraremos la ganancia y la protección de los malos astutos loyismí.
108. Así como es imposible que aquel que mira fijamente al Sol no sea su cara iluminada abundantemente, del mismo modo el que siempre se gira hacia al aire del espacio del corazón no puede dejar de ser iluminado. (Aquí se refiere del método psicosomático que es con las palabras de la oración, la atención acompañando al aire de la respiración hasta llegar al fondo del corazón psicosomático, allí donde nace la voz interior).
109. Así como es imposible vivir la vida presente sin comer ni beber, así, sin la vigilancia del nus y la catarsis, la claridad y la pureza del corazón, es decir, sin aquello que se llama también nipsis, es imposible que la psique acceda a algo espiritual y grato a Dios, o ser liberada del pecado de la diania (mente, intelecto) aunque uno, por temor a los castigos, se violente y se esfuerce a sí mismo en no pecar por temor a los infiernos.
110. Y también aquellos que, con una violencia determinada, se abstienen del pecado, son benditos ante el Dios, los ángeles y los hombres, porque son considerados “violentos, arrebatadores” de la Realeza (increada) de los Cielos (Mt. 11, 12).
111. La maravillosa utilidad que la hisijía da al nus, es que todos los pecados que antes golpeaban sólo la puerta del nus, mediante los loyismí, de modo que fueran acogidos por la diania (mente, intelecto) y convertirse en pecados sensibles y groseros, todos estos los corta la virtud intelectiva y níptica; porque los impide entrar a nuestro hombre interior y se conviertan en obras malas astutas; y esto mediante la fuerza y ayuda de nuestro Señor Jesús Cristo.
112. El Antiguo Testamento es la imagen de la ascesis externa y sensible del cuerpo; el Santo Evangelio, el Nuevo Testamento, es la imagen de la atención, o mejor dicho, de la pureza y de la claridad del corazón. El Antiguo Testamento no perfeccionaba ni completaba al hombre interior en su piedad hacia Dios, como dice el Apóstol: “la ley no ha perfeccionado nunca a nadie” (Heb 7, 19), solamente impedía los pecados muy groseros; aunque uno corte del corazón los loyismí y recuerdos malignos –que es un precepto del Evangelio- es superior y contribuye más para la catarsis, limpieza y pureza de la psique que prohibir a uno el arrancar el ojo o el diente del prójimo. En lo relativo a la virtud y la ascesis del cuerpo, me refiero al ayuno, la temperancia, el dormir en el suelo, el estar de pie sin moverse, el velar… todas estas cosas que conciernen al cuerpo y aplacan el pecado en obra y tranquilizan la parte pasional del cuerpo, -como lo he dicho para el Antiguo Testamento-, son todas cosas buenas. Ya que todas estas cosas son la pedagogía del hombre exterior y la vigilancia de los pecados que se efectúan con el cuerpo, pero también nos resguardan y nos impiden de los pecados de la diania (mente, intelecto), como por ejemplo, pueden liberarnos, con la ayuda de Dios, de la envidia, de la ira, etc.
113. La pureza del corazón, es decir, la vigilancia y la protección del nus, cuyo tipo es el Nuevo Testamento, si es protegido por nosotros como es debido, erradica del corazón todos nuestros males, pazos y vicios, y en su lugar introduce la alegría, la buena esperanza, la compunción, el luto, las lágrimas, el conocimiento preciso de nosotros mismos y de nuestros pecados, el recuerdo de la muerte, la verdadera humildad y la agapi infinita (amor desinteresado, energía increada) para el Dios y para los hombres, y el eros divino dentro del corazón.
114. Así como es imposible caminar sin cortar el aire, así es imposible que el corazón del hombre no sea incesantemente combatido y atacado por los demonios o ser ocultamente influenciado de ellos, por más ascesis del cuerpo que ejercite.
115. Si no quieres ser considerado un monje en apariencia virtuoso, clemente y siempre unido a Dios, sino un monje verdadero, deberás ejercer con todas tus fuerzas la virtud de la atención del nus, que es la vigilancia y protección del nus y la perfecta y dulce hisijía cordial, un bendito estado de la psique sin fantasía, que esto es algo que no se encuentra en muchos.
116. Esto es lo que se llama filosofía espiritual. Camina por ella con mucha nipsis y fervor, de buena gana y voluntad junto con la oración de Jesús, con humildad y súplica incesante, con el silencio de los labios sensibles y espirituales, con continencias en los alimentos y en las bebidas y en toda cosa que nos pueda inducir al pecado. Camina con ella encima de la vía de la diania (mente, intelecto) con conciencia, sabiduría y prudencia: ella te enseñará, con la ayuda de Dios, las cosas que antes no conocías y te instruirá, te iluminará y te hará entender cosas que antes te era imposible percibir y poner en tu nus, ya que caminabas por la oscuridad de los pazos y las obras tenebrosas, cubierto por el olvido y el abismo de la confusión.
117. Así como los valles producen abundante trigo (Sal 64, 14), lo mismo este trabajo espiritual hace que en nuestro corazón sea colmado de todo bien; o, más bien, es nuestro Señor Jesús Cristo el que te dará estas cosas, ya que sin Su ayuda no podemos hacer nada (Jn 15, 5). Primero en este trabajo espiritual encontrarás que es como una escalera; luego, como un libro que se puede leer. Después progresando en este trabajo, encontrarás que es como la ciudad Jerusalén celeste, y al rey Cristo de las fuerzas de Israel lo verás claramente con tu nus junto con Su Padre Consustancial y el adorable Espíritu Santo.
118. Los demonios nos inducen siempre a pecar mediante alguna falsa fantasía. Pues con una fantasía relacionada con la avaricia y la ganancia indujeron al infeliz Judas a entregar al Señor y Dios de todas las cosas; y con el engaño de un vil alivio y de honor, de ganancia y de gloria, le condujeron a la orca y le provocaron la muerte eterna, dándosela, los miserables, como compensación de su fantasía falsa, me refiero al asalto de los malignos loyismí.
119. Mira cómo los enemigos de nuestra sanación y salvación nos matan con la fantasía, la imaginación, la falsedad, la mentira y las promesas vacías. También el mismo satanás se precipitó de la misma manera desde las alturas, como un rayo (Lc. 10, 18), porque puso en su fantasía ser igual a Dios. Y también el satanás separó a Adán de Dios, presentándole la fantasía de que sería igual que el Dios (Gen 3,5). Así, el mentiroso y miserable enemigo acostumbra engañar a todos que pecan.
120. Recibimos amargura en el corazón mediante el veneno de los malos astutos loyismí, cuando somos arrastrados por el olvido y nuestra negligencia y nos alejamos de la atención y la oración de Jesús. Pero de nuevo recibimos un sentimiento de dulzura y una cierta suavidad de bendita exultación, cuando cumplimos con fuerza y buena voluntad lo antedicho, en el laboratorio de nuestra diania (mente, intelecto), con diligencia y con divino eros. Entonces estamos con buena disposición y ganas en caminar por el camino de la hisijía cordial, gracias al dulce placer y felicidad que sentimos de ella en nuestra psique.
121. Ciencia de las ciencias y arte de las artes es el afrontamiento de los malditos y astutos loyismí. El mejor modo, arte y habilidad de actuar contra ellos es ver la fantasía por la que se hace el asalto, ayudados de la Jaris (gracia, energía increada) del Señor, y proteger nuestro nus como protegemos nuestro ojo y con esto vigilamos atentamente a lo que por casualidad podría llegar a golpearnos, y con toda nuestra fuerza impedimos que entre en él la más pequeñita pajita.
122. La nieve no puede engendrar la llama o el agua fuego o el espino higos; así lo mismo no puede liberarse el corazón del hombre de los demoníacos loyismí, logos y obras, si no hace la catarsis ni purifica su interior y no mantiene la nipsis unida con la oración de Jesús, sin haber obtenido la humildad y la hisijía psíquica, si no camina así con buena disposición, ardor y gran ánimo. Y la psique desatenta se convertirá en infecunda de todo bien y pensamiento perfecto, como una mula estéril, sin prudencia ni actitud espiritual. Pero la verdadera paz de la psique es la dulce cosa y nombre Jesús y el vaciamiento de enfermizos pensamientos pasionales.
123. Cuando la psique se pone de acuerdo con los deseos del cuerpo, entonces ambos edifican la ciudad de la vanagloria y la torre de la soberbia, y ponen como habitantes los loyismí indignos. Pero el Señor, con el temor a la gehena confunde y divide este acuerdo (Gen 11 1-9), obligando la psique que tiene dominio, a hablar y a pensar cosas distintas y contrarias al cuerpo. Del temor a la gehena surge esta división, porque la conducta de la carne es enemiga de Dios y no se somete a la ley de Dios (Rm 8, 6).
124. Debemos sopesar nuestras obras diarias en cada momento y prestarles atención y, en lo posible, aligerarlas de noche mediante la metania, el autoexamen y el arrepentimiento, si realmente deseamos, con la ayuda de Cristo, tener una victoria sobre la malicia. Es necesario que examinemos cuidosamente si cumplimos con todas nuestras obras sensibles y manifiestas según la voluntad de Dios, delante de Dios y solamente por Dios, para que no seamos irracionalmente engañados y arrastrados por nuestros sentidos.
125. Si con la ayuda de Dios cada día ganamos de nuestra nipsis, no deberemos comportarnos con indiferencia y perjudicarnos con muchas conversaciones peligrosas y perjudiciales, sino que deberemos despreciar las vanidades a cambio de la bien amada y dulce ganancia de esta virtud y su belleza.
126. Deberemos mover las tres partes de la psique con justicia y con naturalidad, tal y como fueron creadas por Dios; es decir, lο irascible contra nuestro mismo hombre exterior y contra el Satanás; porque nos dice: “Enojaos con el pecado (Sal 4, 5), es decir, contra vosotros mismos, y contra el Diablo, para que no caigáis en el pecado contra Dios. La parte anhelante de la psique deberemos moverla hacia Dios y hacia la virtud. Y la parte logística hay que ubicarla en cabeza respecto a las otras dos partes dirigiéndolas con sabiduría y destreza, dándoles órdenes, corrigiéndolas, castigándolas y mandándolas, como un rey manda a sus súbditos. Entonces las otras dos partes de la psique serán gobernadas por la lógica (la razón) según la voluntad de Dios, aunque los pazos se levanten en contra la lógica. Y que pongamos la lógica como inspector de los pazos para dominarlos. Dice el hermano del Señor, Santiago: “Si la lógica de uno no se equivoca, éste es el hombre perfecto y tiene la fuerza de domar también a todo su cuerpo…” (Snt 3, 2). Porque de verdad, toda iniquidad y todo pecado se realizan por medio de estas tres partes de la psique, así como toda virtud y justicia también se hacen por estas tres.
127. El nus se oscurece y permanece estéril sin frutos, cuando formula logos mundanos, o al acogerlos con su diania (mente, intelecto) conversa con ellos, o cuando se entretiene vanamente con cosas sensibles con el cuerpo y con el nus, o cuando se ha entregado a sí mismo a las vanidades. Entonces de inmediato ante estas cosas, se destruye el fervor, la compunción y la franqueza en Dios y la divina gnosis (conocimiento increado). Porque a medida que prestamos atención al nus, somos iluminados, y cuando no prestamos atención, nos oscurecemos.
128. El que busca y pretende cada día la paz y la hisijía del nus, éste fácilmente despreciará toda cosa sensible, para no cansarse en vano; pero aquel que engaña su propia conciencia, dormirá amargamente la muerte del olvido, que el divino David implora para que no le suceda (Sal 12, 4). Y también el Apóstol dice: “El que sabe hacer el bien y no lo hace, esto es pecado para él” (Snt 4,17).
129. El nus retorna a su orden y a la nipsis, de donde se había alejado por la negligencia, si le tratamos con cuidado y si con ganas, ánimo y ardor le restablecemos en la práctica de la nipsis.
130. El asno que hace girar al molino, no puede avanzar en su recorrido circular, al cual ha sido atado. Tampoco el nus progresará en la virtud que lleva a la perfección, si no arregla y endereza su interior. Será siempre ciego en sus ojos interiores, no pudiendo ver la virtud y a Jesús que irradia resplandores de luz increada.
131. Un caballo valeroso y vivaz goza al cabalgar cuando ha sido montado por su caballero. Y el nus receptivo goza intensamente cuando recibe la luz increada del Señor, y será introducido en esta luz increada si se ha liberado de los pensamientos. Y caminará con la potencia de la filosofía práctica, negándose y olvidándose del sí mismo, hasta alcanzar la potencia y energía (increada) indecible que contempla las virtudes y las realidades indecibles. Y mientras haya recibido la profundidad de los conceptos divinos y sublimes del infinito, se le aparecerá, en la medida que sea accesible al corazón, el Dios de los dioses (Sal 83, 8). El nus, atraído sorprendentemente, alaba amorosamente a Dios que es visto y ve, salvando a aquel que fija tan intensamente su mirada en Él.
132. La hisijía del corazón, cuando es realizada, verá con gnosis mística (conocimiento increado) la profundidad sublime; y con el oído (espiritual) del nus que está en hisijía, escuchará cosas extraordinarias de parte de Dios.
133. El viajero que trata de empezar un largo viaje, impracticable y duro, sospechando que puede perder el camino de retorno, pone señales para que sea bien conducido y tener un camino fácil de retorno; y el hombre que camina y progresa con nipsis y oración, pone como estelas logos, porque tiene miedo él también a ser engañado y perderse al camino.
134. Al viajero, el retornar de donde partió, le proporciona alegría. Pero para el hombre luchador, el retornar a lo que deja atrás significa la ruina de su psique y una señal de alejamiento de las obras, de los logos y de los pensamientos que son gratos a Dios; y durante el tiempo del sueño mortífero de su psique, tendrá los loyismí que lo pincharán y lo despertarán, recordándole su profundo sueño y la pereza espiritual y física que le vinieron ocasionadas por su negligencia.
135. Cuando caemos en tristeza, sufrimiento, agobio y desesperación, entonces deberemos hacer lo que hizo David, es decir, derramar nuestra súplica ante Dios, y contarle al Señor nuestra tribulación (Sal 141, 3). Debemos confesarnos a Dios porque puede con sabiduría regular nuestros asuntos y salvarnos de la catastrófica y desastrosa lipi (tristeza, angustia, sufrimiento y depresión).
136. La ira que se dirige contra natura contra los hombres, la lipi (tristeza, sufrimiento y depresión) la que no es por voluntad de Dios y la acedia (pereza espiritual), son igualmente destructoras de los buenos loyismí y de los loyismí de la gnosis mística (conocimiento increado), los cuales reparte el Señor después de la confesión de nuestros sufrimientos y tribulaciones y nos inspira alegría.
137. Los loyismí que contra nuestra voluntad se han afianzado en nuestro corazón y permanecen allí, tiene la cualidad de borrarlos la oración de Jesús, cuando la decimos con nipsis desde las profundidades de nuestro corazón.
138. Cuando nos atacan, torturan y angustian muchos y paradójicos loyismí, encontraremos alivio y alegría cuando nos reprochamos con verdad y sin pasión, o bien cuando lo contamos todo al Señor, como lo diríamos a un hombre. Y seguro que con estas dos maneras encontraremos completo reposo en cada caso.
139. Los Padres consideran al legislador Moisés como la imagen del nus. Porque él ve a Dios en la zarza (Ex 3,6). Su rostro se vuelve resplandeciente (Ex 34, 30) y es convertido como dios Faraón por el Dios de dioses (Ex 6, 1). Azota a Egipto (Ex 7, 10) y libera a Israel (Ex 12) y entrega la ley (Ex 20). Estas cosas si las tomamos metafóricamente, alegóricamente y espiritualmente, son energías, operaciones y ventajas del nus.
140. La imagen del hombre exterior es Aarón, el hermano del legislador. Y así también nosotros cuando reprochamos al hombre exterior, como Moisés a Aarón cuando se había equivocado, decimos: ¿Qué injusticia ha cometido en tu contra Israel y te has apresurado en alejarlos del Dios vivo y del Señor Pantocrátor (omnipotente)? (Ex 32, 21).
141. El Señor, cuando estaba por resucitar a Lázaro de entre los muertos (Jn 11, 33), junto a todos los otros bienes, nos ha mostrado también esto: rechazar con imposición la falta de valentía y la fragilidad de la psique y tener una severa actitud ética con autocrítica y auto-reproche; esto libera la psique de la filaftía (egolatría, excesivo amor de sí mismo y del cuerpo), de la vanagloria y de la soberbia.
142. Así como no es posible cruzar un océano, si no tenemos una gran nave, del mismo modo es imposible expulsar el asalto de un pensamiento o loyismós maligno sin la invocación a Jesús Cristo.
143. El rechazo acalla, en cambio la invocación de Jesús Cristo habitualmente echa de nuestro corazón los malos astutos loyismí. Cuando el asalto del mal astuto loyismós forma la imagen o fantasía de una cosa sensible en la psique, por ejemplo, con la persona que nos ha entristecido o la fantasía de una belleza femenina o del oro o del dinero… cuando cada uno de estas cosas aparece a la diania (mente, intelecto) se reconocen en seguida como loyismí de resentimiento, de fornicación o de avaricia que han provocado esto. Y si nuestro nus es experimentado e instruido, si se ha acostumbrado en la vigilancia de sí mismo y a mirar con claridad las fantasías seductoras y los engaños de los espíritus malignos, podrá con facilidad apenas aparezcan, mediante el rechazo y la oración de Jesús, apagar inmediatamente los dardos encendidos del diablo (Ef 6, 16). No permite a la apasionada fantasía introducirse al corazón, ni a nuestros loyismí de adecuarse apasionadamente con esa maligna fantasía, ni conversar o pensar con ella amistosamente y dar el consentimiento; cosas éstas que inevitablemente son seguidas de las malas obras por alguna necesidad, como las noches siguen a los días.
144. Pero si nuestro nus es inexperto y no tiene la destreza de la nipsis, de inmediato se mezcla con la fantasía o imagen pasional, cualquiera que sea ella, y conversa con ella recibiendo informaciones indebidas, y dando contestaciones; entonces nuestros loyismí se mezclan con la fantasía o imagen demoníaca, y la misma se transforma y se multiplica para parecer amable y atractiva, hermosa y agradable al nus que la recibe, siendo el mismo saqueado y prisionero. El nus pues, sufrirá de la misma manera que si apareciera un perro en una llanura donde pacen corderos inocentes, y éstos corren hacia él como si fuera su propia madre, sin obtener ninguna ventaja con su cercanía, antes bien, recibiendo sólo su impureza y su mal olor. Del mismo modo también nuestros loyismí como ignorantes corren indisciplinadamente hacia todas las fantasías demoníacas, y cuando están mezclados entre ellos, quieren abatir la ciudad de Troya, igual que Agamenón y Menelao. Así lo mismo piensan también éstos, qué se debe hacer para realizar por medio del cuerpo, lo que pareció bello y dulce, engañados por el asalto demoníaco. Y es así como interiormente se producen las caídas de la psique, y entonces inevitablemente se exteriorizará y se revelará también lo íntimo e interior del corazón.
145. El nus es una cosa ingenua y dócil, que sigue fácilmente los demoníacos loyismí, y difícilmente se puede frenar cuando se enfrenta a las fantasías ilícitas de los demonios, si no tiene el loyismós soberano y señor absoluto de los pazos para que lo frene y domeñe de continuo.
146. La contemplación y la gnosis espiritual (conocimiento increado) son las guías naturales de una vida con exactitud, porque la diania (mente, intelecto) se eleva tanto, de modo que desprecie los placeres (hedonismo) y las otras realidades sensibles y agradables de la vida como cosas insignificantes y nulas.
147. La vida atenta, que se logra por la jaris (gracia, energía increada) de Cristo Jesús, se convierte padre de la contemplación y de la gnosis (increada); además es genitora de progreso divino, de ascensión y de reflexiones sapientísimas, cuando toma como esposa la humildad, como dice el profeta Isaías: “Aquellos que con paciencia esperan y atienden al Señor recibirán a cambio nueva fuerza (energía increada); les saldrán alas y volarán con la ayuda del Señor” (Is 40, 31).
148. Resulta duro y difícil para los hombres tener en la psique la hisijía de todo loyismós. Y de verdad es laborioso y fatigoso. De hecho, no cansa solamente a los que no están iniciados a la guerra espiritual, en delimitar y encerrar al incorpóreo nus en la casa corporal, sino también a aquellos que ya tienen experiencia en la lucha inmaterial interior. Pero el que abrazó al Señor Jesús por medio de la oración continua, no se cansará de seguirlo, tal y como dice el profeta. Y un hombre de este tipo no deseará vivir como viven los hombres comunes, a causa de la belleza, de la suavidad y de la dulzura de Jesús. Mas no se avergonzará ni se confundirá de los enemigos demonios que lo rodean (Sal 126,5), cuando se enfrenta con ellos detenido en el portal de su corazón y los persigue por medio de Jesús Cristo.
149. La psique que volará alto al aire por medio de la muerte, en las puertas del Cielo, teniendo consigo como defensa a Jesús Cristo, ni allí tampoco se avergonzará de sus enemigos, sino que, entonces como ahora, hablará con ellos con libertad, valentía y ánimo. Sólo que no pierda su paciencia hasta el día de la muerte invocando el nombre del Señor Jesús Cristo, Hijo de Dios, de día y de noche; y Él de inmediato se vengará de los enemigos demonios de la psique, y según Su promesa divina y verdadera que dijo respecto del juez injusto (Lc 18, 1-8). Sí, os lo digo, castigará los enemigos de la psique tanto en la vida presente como después de la salida de ella del cuerpo.
150. Navegando por el mar espiritual, confía en Jesús. Porque Él grita místicamente en lo íntimo de tu corazón: No temas, hijo mío Jacob, pequeño Israel; no temas gusanillo de Israel, yo soy tu auxilio, yo te defiendo” (Is 41, 13). Si Dios está con nosotros, ¿quién será el maligno que estará en contra de nosotros? (Rm 8, 31). Es aquel que ha bendecido a los puros de corazón (Mt 5, 8), y ha establecido como ley el dulce, único y puro Jesús, que quiere pisar divinamente en los corazones puros, queriendo también habitar en ellos. Por tanto, no cesemos, según el divino Pablo, en ejercitar nuestro nus con propósito la piedad (1 Tm 4, 7). Pues, bien se ha dicho que la piedad verdadera es la que arranca de raíz las semillas del astuto maligno. Ésta piedad es el camino de la lógica o, el camino del loyismós. Según el dialecto helénico del Ática, la vía o camino se le denomina imos o kélefzos, es decir, loyismós.
151. Se deleitará de los bienes con mucha paz (Sal 36, 11), según David, aquel que no es afectado por el rostro de una persona, cuando juzga la injustica en su corazón; es decir, no es afectado de las formas de los astutos malignos espíritus, de modo que mediante estos piense al pecado, y juzgando y condenando malamente en su propio corazón, dando razón y derecho al pecado. Porque los Padres, grandes y con el don del discernimiento (la virtud de las virtudes), en algunos de sus escritos denominaron hombres también a los demonios, a causa del raciocinio, (o porque tienen lógica para razonar). Tal y como figura en el Evangelio, donde dice el Señor: “Un hombre maligno ha hecho esto, y ha mezclado la cizaña con el trigo” (Mt 13, 28). No hay presteza en rechazar los loyismí para aquellos que hacen el mal. Por esto, que somos devorados por los loyismí.
152. Si cuando hayamos empezado a vivir con la atención del nus, y hemos adaptado en la nipsis la humildad y también hemos unido el rechazo en la oración, entonces estaremos caminando correctamente el camino de la metania (introspección, conversión, arrepentimiento y confesión); como si estuviésemos barriendo, limpiando y adornando la casa del corazón de la mala astucia, bajo la luz increada del adorable y santo nombre de Jesús Cristo. Pero si tenemos confianza sólo en nuestra nipsis o en nuestra atención, entonces pronto nos empujarán, retrocederemos, caeremos y seremos vencidos por nuestros fraudulentos y astutísimos enemigos. Y así quedaremos, aún más atrapados por sus redes, es decir, los malos astutos recuerdos ο también nos degollarán fácilmente, cuando no tenemos con nosotros la fuerte espada, es decir, el nombre de Jesús Cristo. Porque sólo con esta venerable espada, cuando gira y se dirige con demasiada frecuencia en el corazón que sólo conoce una forma de vida, es decir, nipsis y oración, sólo esto con mucha firmeza sabe hilar y hacer pedazos los malos astutos demonios, quemarlos y hacerlos desaparecer, tal y como hace el fuego con la paja.
153. La culminación de la nipsis incesante, es decir, la utilidad y el gran beneficio de la psique, es que uno vea de inmediato, apenas se forman en el nus las fantasías de los loyismí. En cambio la culminación del rechazo es el controlar y develar el loyismós que trata de entrar en nuestro nus, por medio de la fantasía de una cosa sensible. Pero lo que inmediatamente apaga y disuelve todo pensamiento, todo logos, toda fantasía, todo ídolo, toda astucia mala y toda estela maligna es la invocación del Señor. Y nosotros mismos vemos en nuestro nus la total y poderosa derrota de éstos, que se hace por el Jesús Cristo nuestro gran Dios, y la venganza hecha por Jesús para nosotros, humildes, mezquinos e inútiles.
154. La mayoría ignoramos que todos los loyismí no son otra cosa que fantasías de las cosas sensibles y mundanas. Si mantenemos por mucho tiempo la oración con nipsis, entonces la oración (de Jesús) despoja y libera la diania (mente, intelecto) de toda fantasía material de los malignos loyismí y revela en ella las formas que actúan los enemigos demonios, y también haciéndola conocer la gran ventaja y beneficio de la oración y de la nipsis. “Con tus propios ojos observarás la retribución y el castigo de los pecadores ininteligibles, los demonios” (Sal 90, 8), dice el divino cantor David,.
155. Si es posible, recordemos ininterrumpidamente la muerte; así por medio de este recuerdo se genera en nuestro interior la remoción de las preocupaciones, de toda vanidad y la repulsión del pecado, la protección del nus y la súplica continua, la apacia (impasibilidad, sin pazos) del cuerpo, y, podríamos decir, casi todas las virtudes surgen y brotan de este recuerdo. Por tanto, utilicémosla, si es posible, como si fuera nuestra respiración.
156. El corazón que está completamente vacío de las fantasías, engendrará pensamientos y conceptos divinos y místicos, exultantes en él, tal y como saltan los peces y danzan los delfines en el mar sereno. El mar se airea y se riza por un viento ligero, en cambio el abismo del corazón por el Espíritu Santo. Tal y como dice el Apóstol: “Pues, porque sois hijos, por eso envió el Dios a vuestros corazones el Espíritu de Su Hijo, que clama: ¡Abba, Padre!” (Gal 4, 6).
157. Se encontrará en la dificultad, en la incertidumbre y en la división de su nus todo monje o creyente que quiera ocuparse de la actividad espiritual antes de su nipsis. Y esto, porque no conoce la belleza de la nipsis, o la conoce pero por negligencia no puede poseerla y mantenerla. Pero será liberado de esa dificultad sin duda, cuando empiece aplicar la vigilancia y protección del nus, que es y se llama filosofía intelectual o filosofía práctica del nus, porque encontrará el “camino” por el cual el Señor ha dicho: Yo soy el Camino, la Resurrección y la Vida (Jn 11, 25 y 14, 6).
158. También se encontrará la psique en dificultad y duda viendo el abismo y la multitud de los infantes babilonios (nº 19). Pero incluso esta dificultad y duda la disuelve el Cristo, si de veras sostenemos sobre Él, continuamente, el fundamento de nuestra diania (mente, intelecto) y si los infantes de Babilonia los golpeamos y destruimos sobre esta piedra (el Cristo) (Sal 136, 9), cumpliendo con nuestro deseo contra ellos. Porque dice la Escritura: “El que guarda el mandamiento no conocerá un logos malo” (Ecl 8,5), y, “sin mí, no podéis hacer nada” (Jn 15, 5).
159. Éste es en realidad el verdadero monje, el que alcanza la nipsis; y el verdadero níptico es aquel que es un monje (solo con Cristo) en su corazón.
160. La vida del hombre se desarrolla y se extiende con los años que pasan por meses, semanas, días, noches, horas y momentos, convirtiéndose con el tiempo. Del mismo modo también nosotros deberemos desarrollar y extender las obras virtuosas, es decir, la nipsis, la oración y la dulzura del corazón, con una cuidadosa hisijía hasta nuestra muerte.
161. También llegará la hora de nuestra muerte, vendrá y no nos será posible rehuirle. Que el príncipe del mundo y del aire (Jn 14, 30 y Ef 2, 2), viniendo a nosotros, ojalá encuentre que nuestros pecados son pocos e insignificantes para que no nos examine y acuse de verdad, ya que entonces lloraremos inútilmente. Porque dice el santo Evangelio: “El siervo que ha conocido la voluntad del Señor y no ha cumplido con lo debido, recibirá muchos golpes” (Lc 14, 47).
162. Dice: “Pobres de aquellos que han perdido su corazón. ¿Qué harán cuando el Señor venga a visitarlos?” (Si 2, 14). Por tanto, hermanos, deberemos ser solícitos y con ganas.
163. Detrás de los loyismí simples y supuestamente sin pazos, siguen los malos con pazos, tal y como lo hemos comprobado con la experiencia y observación de un largo tiempo. Y los primeros loyismí abren la puerta de los segundos, o sea, los que carecen de pazos siguen a los que contienen pazos.
164. En efecto, el hombre debe con determinación separar su voluntad o predisposición en dos partes; y deberá ser dividido por un designio y estratagema sapientísimo, ya que es conveniente que él sea un irreconciliable enemigo de sí mismo. Deberá tener en todo la misma disposición que se tiene respecto de un hombre, el cual, con mucha crueldad y con frecuencia, le ha causado angustias e injusticias; y mucho más, si verdaderamente queremos que se cumpla el primero y más grande mandamiento, es decir, la misma conducta de Cristo con la bendita humildad y el encarnado modo de vida de Dios. Por eso el Apóstol dice: “¿Quién me liberará de este cuerpo que está dominado por la muerte?” (Rom 7, 24), “porque no se somete a la ley de Dios” (Rm 8, 7). Queriendo el Apóstol mostrarnos que el someter nuestro cuerpo a la voluntad de Dios depende de nosotros, agrega: “Si, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados y condenados; mas siendo juzgados, somos instruidos por el Señor” (1Cor 11,31).
165. El principio de la producción de los frutos es la flor, y el principio de la vigilancia y protección del nus es la continencia en los alimentos y en las bebidas, el rechazo y la negación a todo tipo de loyismós maligno y la hisijía del corazón.
166. Cuando estamos fortalecidos con la fuerza de Jesús Cristo, empezamos con sobriedad a correr por lugares seguros, primeramente se nos aparece en nuestro nus como una vela, que la tomamos con la mano del nus y nos conduce por el camino de la diania (mente, intelecto); luego se nos aparece como una luna resplandeciente que hace su trayectoria en el firmamento del corazón; y finalmente se nos aparece como el sol, Jesús, que irradia justicia, es decir, se revela a Sí Mismo en nosotros y nos revela también Sus divinos, sagrados y resplandecientes conceptos.
167. Estas cosas son reveladas místicamente en aquel nus que persiste en el mandamiento, que dice: “Circuncidad vuestra dureza de corazón” (Dt 10, 16). Y como se ha dicho, la nipsis solícita enseña al hombre conceptos maravillosos; “porque el Dios no hace excepción de personas” (Rm 2, 11). Por lo que el Señor dice: “Escuchadme y entenderéis Mis palabras; porque a todo el que tiene, se le dará; y a todo el que no tiene, aun lo que piensa tener se le quitará. (Lc 8, 18). “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para el bien” (Rm 8, 28). Y mucho más, pues, cooperarán las virtudes y ayudarán.
168. Un barco no puede viajar sin agua; y la vigilancia y protección del nus no progresará sin nipsis, humildad y oración de Jesús.
169. Los cimientos de una casa son las piedras. Cimiento y techo de la virtud de la nipsis es el adorable y santo nombre de nuestro Señor Jesús Cristo. Pero naufragará un piloto insensato descuidado en tiempo de tempestad si, luego de haber echado a los marineros y tirado remos y velas al mar, él mismo se echa a dormir; y más fácilmente será atropellada por los demonios la psique que ha descuidado la nipsis si no invoca, cuando aparezca el asalto demoníaco, el nombre de Jesús Cristo.
170. Lo que sabemos lo decimos por escrito, y lo que hemos visto lo atestiguamos a todos aquellos que así lo quieren, si por supuesto, quisierais aceptar nuestros logos. El mismo Señor ha dicho: “el que no permanece en mí, es arrojado fuera como los sarmientos, y se seca; después los recogen y los echan al fuego, y se queman; pero si permanece en mí, yo también permaneceré en él” (Jn 15, 6). Así como no es posible que el sol ilumine sin luz, así es imposible que un corazón sea sanado, limpiado y purificado de la suciedad de los loyismí de la perdición, sin la oración del nombre de Jesús. Porque el nombre de Jesús es la luz (increada), en cambio los malignos astutos loyismí son la oscuridad, las tinieblas. Pero esto, tal y como lo veo es cierto, usémoslo pues como a nuestra respiración. Y también Jesús es Dios y Señor de todos, en cambio los malignos astutos loyismí son siervos, esclavos de los demonios.
171. A la vigilancia del nus de los malos astutos loyismí se la denomina en el modo conveniente y justo de “generadora de la luz (increada)” y “generadora del relámpago”, “resplandeciente portadora del fuego”, estos nombres definen su contenido. Porque, en honor de la verdad, ella es superior de infinitos ejercicios físicos y de muchas otras virtudes. Por eso, debemos denominar esta virtud con nombres honoríficos, por la belleza de las luces (increadas) generadas por ella; los que se enamoran de esta virtud, pueden convertirse con la ayuda de Jesús Cristo, de pecadores e inútiles, de impuros y sin gnosis espiritual (increada), de frívolos e imprudentes, en justos, puros, prudentes, santos y útiles ante Dios; y no sólo esto, sino que pueden también contemplar los misterios y abordar la teología; y una vez que accedieron a la contemplación, nadan en esta luz increada, purísima e infinita, tocándola con indecibles contactos, viviendo y habitando con ella, ya que han gustado cuan bueno es el Señor (Sal 33, 9), de modo que se cumpla claramente lo dicho por el divino David: “Los justos alabarán tu nombre, y los rectos habitarán ante tu persona” (Sal 139,14). Porque esta es la realidad verdadera, sólo éstos son los que con exactitud y rectitud invocan y alaban a Dios, y desean el estar junto a Él, siempre, por agapi a Él.
172. Pobre de ti si no tienes cuidado con tu vida interior por causa de las cosas externas. Pues el hombre interior recibirá mucha tristeza de los sentidos exteriores y, entristecido, usará golpes de látigo en contra de ellos. Aquel que ha sufrido estas cosas, entiende lo que estoy diciendo ya que las ha conocido.
173. Si nuestro hombre interior está en nipsis, según los Padres, es capaz de vigilar y proteger también al hombre exterior. Porque nosotros y los demonios maléficos, cometemos los pecados conjuntamente. Los demonios sólo en los loyismí, es decir, con figuras de las fantasías, pintan el pecado al nus como ellos quieren; pero nosotros con nuestros loyismí internos y con obras exteriormente. Los demonios no teniendo cuerpo, carne, porque son espíritus, sólo con loyismí, fraude y engaño, provocan para sí y para nosotros el infierno. Porque los malditos, si no fueran privados de cuerpo o carne, cometerían continuamente pecados en praxis, porque la predisposición y la voluntad de ellos está siempre preparada para actos perversos e impíos.
174. La monóloga oración (o de Jesús) mata y reduce a cenizas los engaños de los demonios. Porque cuando se invoca constante e infatigablemente a Jesús Cristo Hijo de Dios, que es el Dios, de ningún manera permite el comienzo de la invasión de ellos que se llama también asalto, tampoco deja al nus mediante su espejo que es la diania (mente, intelecto), que muestren alguna forma, imagen, reflexión o logos, que hablen al corazón. Si no se introduce en el corazón ninguna forma demoníaca, tal y como hemos dicho, el corazón se queda vacío de malignos loyismí; porque los demonios así acostumbran, acercarse con loyismí y enseñar furtivamente la malicia. (Monóloga oración o de Jesús o bendición se llama por los Padres; es contacto consciente con el Logos de Dios Cristo con atención al fondo del corazón, donde empieza la voz, de las palabras Kirie Jesús Cristo Dios eléisón, me o compadécete de mí que soy pecador)
175. Mediante la continua oración el aire o espacio de la diania (mente, intelecto) queda limpio de las nubes oscuras y de las energías de los perversos y malignos espíritus. Y cuando el aire cordial está limpio, puro, es imposible que no brille dentro del hombre la divina luz increada, al no ser que por exaltación, vanagloria y exhibición, hinchamos el nus y queremos alcanzar las cosas inefables e inalcanzables; entonces Jesús no nos ayuda. Porque el Cristo nos aconsejó, nos indicó y nos enseño la humildad y odia tales cosas.
176. Sigamos, pues, unidos a la oración y a la humildad, dos cosas estas que, junto con la nipsis, combaten a los demonios como una espada de fuego. Pues, si vivimos así, cada día y cada hora, podemos celebrar en nuestro corazón una fiesta de gozo y deleite místico.
177. En los ocho generales loyismí de la malicia está contenido cada loyismós y de estos nacen todos nuestros loyismí; tal y como de Hera y Zeus ha nacido todo execrable dios de los Griegos, según sus mitos. Todos estos ocho loyismí se ponen a la puerta del corazón del hombre y, cuando encuentran al nus desprotegido, sin vigilancia, todos entran en orden uno a uno en el momento debido. Cualquier que de entre los ocho loyismí arrastra consigo también una flota de repugnantes y turbios loyismí. Así, una vez oscurecido el nus, excita al cuerpo, empujándolo a cometer actos repugnantes e indebidos.
178. Aquel que quebranta la cabeza de la serpiente (Gén. 3,5) y con rechazo lleno de ira machaca la serpiente con palabras mordaces, éste ha rechazado la guerra. Porque fundiendo la cabeza de la serpiente, evita muchos perversos loyismí y obras malignas. Entonces la diania (mente, intelecto) permanecerá en hisijía serena e imperturbable, y el Dios acoge la alerta o el velar de ella respecto a los loyismí. El regalo que hace Dios gracias a este esfuerzo es la gnosis increada, o sea, el conocimiento (increado espiritual) del cómo vencer a los demonios y catartizar (sanar, limpiar, purificar) rápidamente el corazón de los pensamientos, reflexiones y fantasías que contaminan al hombre interior, tal y como dice el Señor Jesús: “Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; porque del corazón salen los malos loyismí, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, los insultos, las blasfemias. Estas cosas son las que contaminan e infectan al hombre” (Mt 15,19).
179. Y así la psique, con la jaris (gracia, energía increada) del Señor, puede mantenerse con su propia belleza, su elegancia y su rectitud, como desde un principio fue creada por Dios. “Excelentemente bella y recta”, como dice el gran siervo de Dios, Antonio: “la psique cuando se encuentra en su natural estado espiritual, tal y como fue creada por el Dios, entonces existe y está la virtud”. Y dijo aún más: “El que la psique sea sincera, franca y desprendida, esto es el natural estado espiritual de ella, tal y como fue creada”. Y más abajo dice: “Seamos limpios, puros y claros en la diania (mente, intelecto). Yo creo que, cuando ella está purificada en cada una de sus partes y es estable al según naturaleza, puede hacerse perspicaz, clarividente y capaz de ver más y de más lejos los demonios, ya que tiene al Señor que la abre los ojos (espirituales).” Esto es lo que dice el glorioso Antonio el Grande, como escribe el gran Atanasio en la “Vida de Antonio el Grande”.
180. Cada loyismós presenta al nus la imagen o fantasía de una cosa sensible. Pues el satanás, siendo un nus, no tiene la fuerza de engañarnos, si no es mediante las cosas sensibles, nuestras sensaciones y nuestras costumbres.
181. Así como no es posible para nosotros que persigamos en el cielo pájaros o que volemos como ellos, puesto que ello no es propio de nuestra naturaleza, tampoco es posible vencer los loyismí incorpóreos y demoníacos, sin la oración níptica y prolongada; o sin mantener, el ojo (espiritual) de nuestra psique, fijo con suma atención en Dios. Si esto no lo haces, estás cazando en la tierra, o lo que es terrestre.
182. Por lo tanto, si quieres verdaderamente avergonzar a los loyismí, vivir en hisijía y estar en nipsis en tu corazón con facilidad, que la oración de Jesús se una a tu respiración, y en pocos días verás cómo esto se hace realidad.
183. Es imposible escribir en el aire, y es necesario que las letras se marquen sobre algún cuerpo para que se conserven por mucho tiempo; así también en la fatigosa nipsis, unamos la oración de Jesús Cristo, para que esta bellísima virtud de la sobriedad permanezca perdurablemente con Jesús Cristo, y mediante Él sea mantenida en nosotros e irreducible en el siglo.
184. Encomienda y sostenga tus obras al Señor y encontrarás la jaris (gracia, energía increada) (Pr 3, 3). Entonces no se dirá también para nosotros, por parte del profeta: Señor, tú estás cerca de sus bocas, pero lejano de sus riñones (sede de la parte irascible de la psique) (Jr 12, 2). Ningún otro más que Jesús podrá pacificar tu corazón de los pazos, nadie más que Jesús Cristo mismo, quien ha reunido las cosas lejanas (Ef 2, 14).
185. Lo mismo oscurecen la psique, tanto las conversaciones de los loyismí en la diania (mente, intelecto), como las relaciones exteriores y las palabras ociosas. Para evitar el daño en nuestro nus, es necesario entristecerlos los dos, es decir, tanto los loyismí como los hombres que quieren hablar ocioso, y esto por una causa sumamente bendita según Dios, para que no se oscurezca el nus y no debilite la nipsis. Porque cuando somos oscurecidos por el olvido, perdemos la atención del nus.
186. El que conserva con solicitud la pureza del corazón, tendrá como maestro de este trabajo sagrado a Cristo el legislador, quien místicamente le estará dictando su voluntad. “Escucharé lo que dirá en mí interior el Señor” (Sal 84, 9), dice David, indicándonos esto. Y respecto al combate espiritual, queriendo indicar cómo el nus retorna a sí mismo, mas la protección y la defensa que se nos brinda de Dios, decía: “Y el hombre dirá: ¿Existe quizás un premio para el justo?” (Sal 57, 12). Y después de la conversación entre ambos, se ratificó la decisión, y decía: “Entonces existe Dios el que los juzga” (Sal 57, 12), es decir, a los demonios malignos en el espacio de nuestro corazón. Y en otra parte dice: “Vendrá el hombre con el corazón profundo, y Dios será ensalzado” (Sal 63, 7). Y las heridas de los demonios las consideraremos como dardos de infantes (Sal 63, 8).
187. Con el corazón instruido por la sabiduría (Sal 89, 12), tratemos de vivir siempre, según el David, respirando continuamente la misma fuerza de Dios Padre y la sabiduría de Dios, el Jesús Cristo (1 Cor 1, 24). Pero si, debilitados por cualquier circunstancia adversa, descuidamos esta actividad espiritual, a la mañana siguiente de nuevo afirmemos fuertemente el nus y recomencemos esta lucha espiritual con fuerza; porque no existe posibilidad de defensa para nosotros que hemos conocido el bien, si no lo hacemos.
188. Los alimentos que traen enfermedad, apenas ponerlos al estomago dañan y perjudican; y el que los ha comido, inmediatamente se da cuenta del daño, pero si rápidamente toma alguna medicina y vomita, permanece ileso; así también el nus, cuando recibe loyismí malignos y los acepta, de inmediato siente su amargura, entonces se cura fácilmente mediante la oración de Jesús invocada desde lo más profundo de su corazón, rechazándolos completamente; porque el aprendizaje con la ayuda de Dios y con la experiencia que nos viene de este aprendizaje, permiten a los que tienen nipsis conocer y comprender sobre este tema.
189. Con tu respiración une la nipsis y el nombre de Jesús; mas el estudio incesable de la muerte y la humildad. Porque ambas cosas benefician mucho.
190. El Señor dijo: “Aprended de mí que soy apacible y humilde en el corazón, y encontraréis reposo para vuestras psiques” (Mt 11, 29).
191. El Señor ha dicho: “Quien se hiciere pequeño como este niño (Mt 18, 4), será elevado; quien se elevare, será humillado” (Mt 23, 12). Dice: “Aprended de mí”ves que aprendizaje es la humildad. “Porque Su mandamiento es vida eterna” (Jn 12, 50). Y ésta es la humildad. Entonces, el que no es humilde, ha rehuido a la vida y será encontrado en el lugar opuesto de la vida.
192. Cada virtud se construye en la psique y en el cuerpo. Y las creaciones de Dios son psique y cuerpo o carne. Entonces ¿cómo somos tan locos de vanagloriarnos de tener ornamentos para nuestra psique y para el cuerpo que no son nuestros, apoyándonos con vanagloria y con soberbia en un bastón de caña, y a Dios que nos supera en grandeza sin confines le suscitamos en contra nuestra, cosa que es horrible, a causa de nuestra excesiva estupidez e ilegalidad? Pues, “el Señor resiste a los soberbios” (Snt 4, 6). Y en lugar de imitar al Señor en su humildad, nos hacemos amigos del soberbio demonio, adverso al Señor, siguiendo una conducta y actitud soberbia y vanagloriosa. Por esto el Apóstol decía: ¿Qué es lo que posees, que no lo hayas recibido?¿Te has creado por ti sólo? ¿Y si el cuerpo y la psique de los cuales, en los cuales y por los cuales consiste toda virtud, los has recibido de Dios, porqué te vanaglorias como si no los hubieras recibido?(1Cor 4, 7). Pues es el Señor el que te regala estas cosas.
193. La purificación perfecta del corazón por la que descienden sobre nosotros desde lo alto (St 1, 17) la humildad y todo bien, no es otra cosa que el no permitir en modo alguno que los loyismí que afloran en la cabeza, entren en el corazón de la psique.
194. Pues la vigilancia y protección del nus, con la ayuda de Dios y sólo por Dios, puestas por largo tiempo en la psique en las luchas que son según Dios, proporcionan la prudencia en la parte lógica. Y otorga una gran capacidad a quien tiene esta prudencia en gobernar las obras y los logos con sano juicio y pensamiento bien recibidos por Dios.
195. Los ornamentos del sumo sacerdote en el Antiguo Testamento significaban prototipos del corazón puro y claro, para que también nosotros pongamos atención al ornamento que recubre nuestro corazón (Ex 28) no vaya ser que se ennegrezca por el pecado y purificarlo con lágrimas de metania, arrepentimiento y con oración. Porque el nus es ligero, ágil y difícil de frenar de los recuerdos inicuos, y sigue con la misma facilidad también las buenas y las malas fantasías intelectuales.
196. Bienaventurado y feliz aquel que realmente ha unido la oración de Jesús en su diania y Lo invoca sin parar en su corazón, tal y como está unido el aire a nuestros cuerpos o como la llama a la vela o igual que cuando pasa el sol por encima de la tierra trayendo la luz del día. El santo y divino nombre del Señor, al brillar dentro de nuestro nus, iluminará y generará en la diania innumerables conceptos brillantes como el sol.
197. Cuando las nubes se dispersan, el cielo se muestra puro; pero las fantasías de los pazos, dispersas por el sol de justicia que es Jesús Cristo generan naturalmente por doquier, en el corazón, conceptos espléndidos y similares a las estrellas, porque el espacio o aire del corazón está iluminado por Jesús. Dice el Eclesiastés: “Aquellos que confían en el Señor comprenderán la verdad, y los fieles permanecerán en Él con amor” (Sb 3, 9).
198. Ha dicho uno de los santos: “Si quieres tener resentimiento o rencor, tenlo contra los demonios, y si quieres tener enemigo, sé siempre enemigo de tu cuerpo. Pues la carne es una enemiga fraudulenta y, bien tratada, hace aún más la guerra”. Y de nuevo: “Adquiera enemistad contra tu cuerpo y guerra contra tu panza o vientre”.
199. En los discursos antes mencionados, contenidos en la primera y en la segunda centuria, hemos descrito todas las fatigas de la santa hisijía del nus, no como un producto de nuestra diania solamente, sino de lo que nos enseñan los logos de los teoforos (portadores de la luz increada) Padres respecto a la pureza, la ilustración y la claridad. Pero ahora, después de haber dicho algunas pocas cosas, para mostrar cuál es la ganancia de la vigilancia y protección del nus, cesaremos de hablar.
200. Ven y sígueme en el trabajo continuo de la bendita vigilancia del nus, quienquiera tú seas, si deseas ver días buenos, y con la jaris (energía increada) del Señor, te enseñaré el trabajo obvio y el estilo de vida de las potencias espirituales. Pues los ángeles no se cansarán de cantar himnos al Creador, ni tampoco el nus limpio y puro que lucha para alcanzarlos. Y como los seres inmateriales no se preocupan de su comida, tampoco los seres materiales se preocupan de la comida al volverse inmateriales, si por supuesto han entrado en el cielo de la hisijía del nus.
201. Y como las potencias angelicales no se preocupan de riquezas y posesiones, tampoco aquellos que purifican la vista de la psique y se han acostumbrado a la virtud, se preocuparán por la fatiga de los espíritus malignos. Y así como en las potencias angelicales es manifiesta la riqueza del progreso a Dios, así también en los que practican la nipsis es manifiesto el eros hacia el Dios y la compenetración y la mirada fija a la ascensión hacia Él. Y en plenitud de divino eros avanzan continuamente en ascensiones sin saciarse, porque han degustado el divino y extático anhelo; éstos no se detendrán hasta no haber alcanzado a los serafines, ni cesarán en la nipsis del nus y la exaltación amorosa, hasta que se conviertan en ángeles, con la jaris la energía increada de Jesús Cristo nuestro Señor.
202. No hay veneno peor que el veneno de la serpiente aspida y del basilisco, y no hay malicia mayor que la filaftía (excesivo amor a uno mismo y al cuerpo, egolatría). E hijos de la filaftía que se mueven impetuosamente son: las auto-alabanzas en el corazón, el gustar de sí mismos, la gula, la lujuria, la vanagloria, la envidia y la jefa puntal de todo esto la soberbia, la cual conoce arrastrar por tierra no solamente a los hombres, sino también derrumbar a los ángeles de los Cielos, y vestirlos de oscuridad en vez de luz.
203. Y todas estas cosas te las escribo a ti, Teódulo, yo que tengo el nombre tomado de la hisijía, aunque esto se desmiente en la praxis. Aunque quizás todo lo que he escrito no es mío, sino lo que ha dado el Dios, que es alabado y glorificado como Padre, Hijo y Espíritu Santo de toda la creación lógica de los Ángeles y los hombres, y de toda la creación la que ha creado la inefable Trinidad, el Dios uno. Ojalá que podamos también nosotros convertirnos en partícipes de Su luminosa Realeza increada, mediante las bendiciones de la purísima Zeotocos y nuestros Santos Padres.
A este Dios inaccesible por Su esencia y accesible por Su luz y energía increadas, gloria eterna. Amén.
203. Αυτά σου γράφω, Θεόδουλε, εγώ που έχω όνομα που δηλώνει ησυχία, αν και διαψεύδεται αυτό από την πράξη. Ίσως όμως δεν είναι δικά μου τα γραφόμενα, αλλά ό,τι έδωσε ο Θεός, που Τον υμνεί και Τον δοξάζει ως Πατέρα και Υιό και Άγιο Πνεύμα όλη η λογική φύση των Αγγέλων και των ανθρώπων και όλη η κτίση, την οποία δημιούργησε η άρρητη Τριάδα, ο ένας Θεός. Είθε κι εμείς να γίνομε μέτοχοι της λαμπρής βασιλείας Του, με τις ευχές της υπέραγνης Θεοτόκου και των οσίων Πατέρων μας.
Στον ακατάληπτο Θεό, δόξα αιώνια. ΑΜΗΝ.
1 Ἡσυχία Hisijía o hesyquía: en general es tranquilidad, serenidad, calma, silencio interior y exterior. Ἡσυχία (hisijía), en la tradición ortodoxa como término ascético-teológico, principalmente es la paz del corazón, el estado del nus en serenidad sin perturbaciones ni molestias, permanencia en Dios, la liberación del corazón de los loyismí pensamientos, logos, ideas y fantasías y la liberación de los pazos influenciados por el ambiente, de manera que permanezca en Dios. Es vivencia, experiencia interior y no se relaciona necesariamente con las condiciones exteriores. La hisijía es el único camino por el que el hombre llega a la zéosis o al semejanza. La hisijía del cuerpo es el ayudante para llegar el hombre a la noerá hisijía (espiritual del nus y del corazón).
San Simeón el Nuevo Teólogo dice: «Hisijía es estado imperturbable del nus y del corazón, serenidad, libertad y gozo de la psique, base sin olas, contemplación de la luz, rapto del nus, homilía ilustre y clara hacia Dios, ojo vigilante sin dormir, oración noerá o del corazón, asimilación y unión con Dios y finalmente zéosis y descanso sin dolor de los grandes dolores de la ascesis».
Hablando sobre la nipsis ortodoxa, entendemos alerta, atención y prontitud del hombre en mantener y tener su nus limpio y liberado de distintos loyismí e imágenes que mortifican su libertad interior y su limpieza separándole de su comunión y conexión con Dios, que consiste en la gnosis (increada) de Dios. Esta nipsis se califica de los Padres de la Iglesia como “santa hisijía”.
Así, pues, hisijía o hesyquía entendemos el método aquel que utiliza todo hombre para unirse con Dios y superar la muerte, que es uno de los mayores problemas del hombre.