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May 14 2022

Filocalía tomo 4: Tres centurias psicoterapéuticas y de autoconocimiento, san Nikitas Stizatos

Filocalía tomo 4: Tres centurias psicoterapéuticas y de autoconocimiento, san Nikitas Stizatos

 

Introducción

Amigos en CristoDios-Hombre, se sugiere leer https://www.logosortodoxo.com/filocalia/minilexico-filocalico/  o también https://www.logosortodoxo.com/alfa%cf%89mega-gran-lexico-ortodoxo/

y aquí uno de los términos clave es “filosofía práctica”, que según los Padres Helénicos: “la catarsis del corazón de los pazos, la llama filosofía práctica”, que es el primer estadio del luchado o combatiente cristiano ortodoxo, unido con los dos siguientes iluminación y zéosis. Hace falta especial atención a este término patrístico teológico porque es fácil una mala interpretación, debido a qué el término filosofía tiene muchos significados. El término lo utilizan mucho los tres santos de mi devoción y protectores de esta página web, san Dionisio el Areopagita, san Máximo el Confesor y san Gregorio Palamás, con los que más me he instruido y me instruyo junto con la Filocalía y su autor san Nicodemo el Aghiorita, como también aquí de nuestro san Nikitas (Vencedor) Stizatos. Una de las frases que más me han impresionado y tengo en cuenta fue la que dicen los santos Padres: que los términos o dogmas teológicos y psicoterapéuticos hay que experimentarlos. El término “filosofía práctica”, como todos los términos, viene desde el principio, utilizado por san Dionisio el Areopagita, y entregados los términos por san Pablo a san Dionisio para que los desarrolle y son mantenidos con el mismo sentido y significado hasta hoy en día: «En realidad, san Pablo, enseñando auténticamente las realidades y cosas divinas, nos ha entregado unos términos cortos y concisos que cada uno contenía muchos conceptos3, pidiendo a nosotros y a otros como nosotros como maestros e instructores de psiques-almas aprendices, a la medida de lo posible desarrollarlos y analizarlos a medida de nuestro logos (y capacidad intelectual), aquellas formulaciones y terminologías sinópticas y uniformes de la grandeza del genio de aquel gran hombre (es decir, de Pablo)» (San Dionisio el Areopagita: “Sobre nombres divinos”, capítulo 3,2 pág. 87), ver aquí https://www.logosortodoxo.com/filocalia/sobre-los-nombres-divinos-san-dionisio-el-areopagita/ .

San Juan el Damasceno da seis definiciones sobre la filosofía:

1). La filosofía es gnosis de los seres, es decir, de los entes naturales. Sobre esta gnosis se ocupa la ciencia.

2). La filosofía es gnosis de las cosas divinas y humanas, es decir, de las visibles e invisibles. Con el término filosofía se llama también la ciencia y la teología que se ocupa de Dios.

3). Filosofía es el estudio de la muerte natural y la voluntaria. La muerte natural es la salida de la psique del cuerpo, en cambio la muerte voluntaria es la mortificación, conversión o metamorfosis de los pazos, que se consigue con la catarsis (sanación) del corazón. Por eso san Máximo el Confesor la catarsis del corazón de los pazos, la llama filosofía práctica.

4). Filosofía es la misma semejanza a Dios. Con este significado filosofía es el camino del hombre hacia la zéosis. Es característico que en los textos patrísticos se intercambian los términos filosofía y teología. Los filósofos se llaman teólogos porque se ocupan con Dios, y los teólogos se califican filósofos, porque tienen por excelencia la teología apocalíptica. Los teólogos en el sentido ortodoxo se llaman θεόπτες (zeoptes, dios-visionarios, o los que ha visto la luz increada).

5). Filosofía es arte de los artes y ciencia de las ciencias. Aquí se ve que la filosofía es una ciencia.

6). Filosofía es amor, amistad a la sofía-sabiduría. Y sabiduría verdadera es el Dios; La agapi a Dios, esta es la verdadera filosofía.

Después de estas definiciones sobre la filosofía, San Juan Damasceno dice que la filosofía se divide en teorética y práctica. La teorética se divide en teológica, natural y matemática; en cambio la teología práctica se divide en ética, económica y política. Se ve claramente que en ninguna parte habla de la metafísica, ya que como dijimos, los padres no la aceptan.

El filósofo ama conocer, el teólogo ortodoxo conoce amar. La agapi (amor desinteresado) es más difícil que la filosofía y a la vez la filosofía más difícil. La libertad ama y la agapi libera. (Esto telegráficamente, puesto que el tema es muy grande).

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Όσιος Νικήτας ο Στηθάτος –  Φιλοκαλία των Ιερών Νηπτικών, Τόμος Δ΄ (σελ. 53-79).

Nikitas (Vencedor), nuestro Santo del monasterio Studion, el llamado Stizatos, vivió alrededor del año 1030, y es el discípulo más carismático de san Simeón el Nuevo Teólogo. Fue iniciado por éste en la gnosis de muchos misterios de la filosofía práctica espiritual y, tanto ha imitado sus virtudes, que se hace realmente como otro sol a lado de su maestro, que resplandece en la psique-alma de todos, digámoslo así, los reflejos luminosos de los carismas y enseñanzas de éste. Pero con sus infatigables esfuerzos personales profundizó al estudio de las Santas Escrituras, recogiendo de ellas muchísimos y bellísimos conceptos. Todo esto no simplemente lo aprendió, sino que lo vivió, lo experimentó y lo padeció con pasión sagrada. Con todo esto hizo nacer o dio a luz de su diania (mente, intelecto) conceptos divinos y sobrenaturales, obras excelsas y muy sabias, como se puede observar y experimentar en estas tres centurias. Para estas si uno dijese que son la regla perfecta de la práctica y de la gnosis (conocimiento divino) infalible, guía y perfeccionamiento de una vida divina y, en resumen depósito riquísimo de la enseñanza ética y alegórica, diría toda la verdad. ¡Porque estas centurias son tan excelsas en conceptos, tan grandiosamente en elegancia de logos y estilo, que uno queda sorprendido y difícil de distinguir y decir a los lectores qué es lo que inunda tanta jaris (gracia, energía increada) en la psiques-almas de los lectores, si es la potencia de los conceptos y significados o bien la elegancia de los logos y expresiones!!!

El fruto de su relación con san Simeón el Nuevo Teólogo, fue que después de 30-40 años de la dormición del san Simeón, escribió su vida después de apocálipsis-revelación. También después de mucho requerimiento de modo apocalíptico asumió a recopilar, escribir y editar sus obras, así gracias al sapientísimo san Nikitas Stizatos tenemos la vida admirable y las obras iluminadoras, plenas de jaris-gracia y luz (increadas) de san Simeón el Nuevo Teólogo. En el año 1054 combate contra el hereje cardinal Uberto de los latinos, escribiendo obras “sobre la psique-alma”, ”sobre Paraíso inteligible y espiritual”, también interpretó a san Dionisio el Areopagita “Sobre Divinos Nombres y sobre Jerarquía Celeste y Eclesiástica” y paralelamente estas tres centurias de capítulos, Prácticos, Naturales y Gnósticos, que se han contenido en la Filocalía.

¡Sobre estas tres centurias que tratamos, ¡qué puede decir uno! Se ha dicho que son resultado del fulgor de la experiencia en Espíritu Santo de los Santos Padres, que comienzan por la pedagogía/instrucción práctica (o por la filosofía práctica o catarsis), según la divina tradición ascética, pasan por las virtudes, la humildad, las lágrimas del corazón, la katánixis (compunción o dilatación del corazón) y la oración y culminan a la unión con Dios, la zéosis, sea por teofanías sea por el habitar en la psique-alma la Santa Trinidad; por la que se irradian esplendores de la jaris del Espíritu, que develan los misterios del reinado de la Realeza increada de los cielos y apocaliptan-revelan los tesoros escondidos de Dios en su psique.

Y todas estas cosas, sin duda, constituyen propiedad y obra de la santidad de Nikitas (Vencedor) y podría ser que quedasen escondidas y no editadas. Pero el mismo confiesa que por miedo de la amenaza hacia al dulos-sirviente astuto malo y vil que escondió su talento, y también por agapi (amor divino incondicional y desinteresado) al prójimo escribió sus experiencias. Sobre todo algo que distingue la santidad del divino Stizatos es su deseo ardiente de transmitir los regalos de la gnosis (conocimiento divino) tanto para el beneficio del laós-pueblo de Dios, como para la doxa-gloria de Dios, como repetidas veces incita a los que han sido misericordiados y agraciados por Dios.

 

Primera centuria de capítulos prácticos

 

  1. Creo que en la perfecta tríada de las virtudes –fe, esperanza y agapi- son cuatro las causas que mueven a escribir las cosas útiles, a aquel que ya ha superado la mitad del camino inicial (espiritual) y ha alcanzado la tríada de la teología mística. Primera causa es la libertad, es decir, la misma apázia (sin pazos, impasibilidad) de la psique-alma, por la que con un trabajo laborioso ha progresado hasta la zeoría (contemplación espiritual) de la creación y desde allí se ha introducido al gnofos (nube de supraluz increada que deslumbra y trasciende toda luz) de la teología. La segunda es la pureza, lucidez y claridad del nus que proviene de las lágrimas y la oración, que por el nus (espíritu humano) nace el logos de la χάρις jaris (gracia energía increada) y emanan ríos de conceptos (divinos). La tercera es el habitar en nosotros la Santa Triada o Trinidad, de la cual provienen las irradiaciones del Espíritu, que se hacen para beneficio de cada uno que progresa en la catarsis, para manifestar y develar los misterios de la Realeza increada de los cielos y apocaliptar-revelar los tesoros de Dios que están escondidos en la psique-alma. La cuarta es la obligación de cada hombre que recibido el talento del logos de la gnosis/conocimiento (1Cor 12,8), de acuerdo con la amenaza de Dios que dice: “Siervo malo y negligente, debías, por tanto, llevar mi dinero a los banqueros, y al venir yo hubiera recibido lo mío con intereses” (Mt 25, 26-27). Esto lo temía también David y decía: “He aquí Señor mío, no impediré mis labios, Tú lo conoces; no escondí en mi corazón tu justicia, proclamé tu verdad y la salvación que concedes; no he escondido tu misericordia y tu verdad a la gran asamblea” (Sal 39, 10-11)
  2. El principio de la vida gustada según Dios es la huida, fuga del mundo. Esta es la negación de las voluntades de la psique y rechazo de la conducta terrenal, por lo cual recurrimos a la conducta divina y de carnales nos convertimos en espirituales. Así nos morimos para la carne y el mundo, mientras que nuestra psique-alma y nuestro nus-espíritu se vivifica y se despierta por la jaris (gracia, energía increada) de CristoDios
  3. La opinión ortodoxa, correcta de la psique-alma sobre Dios y la fe interior que es acompañada con el desprecio por las cosas visibles y la praxis y práctica de la virtud, la que está alejada de toda filaftía (excesivo amor propio, egolatría) constituyen la cuerda de tres hilos, según Salomón (Ecl 4,12), la cual no se rompe fácilmente por los astutos espíritus del mal.
  4. Con la fe tenemos esperanza que disfrutaremos las retribuciones de nuestros esfuerzos, por eso hemos soportado también fácilmente los esfuerzos por las virtudes. Y al estar totalmente seguros interiormente por el Espíritu Santo, tomamos alas de la agapi y volamos hacia Dios.
  5. Cuando estamos molestados por sucios loyismí (pensamientos y fantasías), no significa que ya hemos caído en la categoría de los que hacen cosas malas. Pero cuando la psique afloja su tensión y el nus por negligencia y dieta desproporcionada forma fantasías borrosas y oscuras y falten los esfuerzos por la virtud a causa de la pereza espiritual por el estudio y la oración, entonces sin hacer cosas malas nos catalogamos en la región de aquellos que se revuelcan voluntariamente en los placeres o hedonismo.
  6. Cuando se han soltado las bridas de los sentidos hegemónicos, inmediatamente también viene la revolución de los pazos y se mueve la energía de los sentidos inferiores y y rastreros. Porque por regla general, la irracionalidad de estos sentidos, liberada de los lazos de la autocontención y autodominio, los hace bailar encima de las causas de los pazos y pacen como en prados de hierba mortífera, y tanto más cuanto más la falta de lazos o frenos se alarga. Porque estos sentidos cuando sean sueltos de las bridas, no toleran ser privados de los placeres hacia los que se declinan por naturaleza.
  7. Entre los sentidos, la vista y el oído son lógicos, más contemplativos y hegemónicos; el gusto, el olfato y el tacto son irracionales y más animales y son servidores de los sentidos lógicos. Porque primero vemos y oímos y después nos movemos por la lógica y lo que hemos visto lo tocamos, lo olfateamos y lo saboreamos. Por eso los tres sentidos son más animales/irracionales que los dos primeros y son absolutamente sus siervos, y por estos sobre todo los animales y las fieras más voraces y lascivas se fuerzan y se fatigan buscando el coito día y noche; porque todo el día y noche comen insaciablemente o se lanzan con ímpetu al coito.
  8. Quien ha dirigido las energías de sus cinco sentidos hacia sus sentidos interiores, es decir, ha desplegado la vista hacia el nus (espíritu de la psique) que ve la luz de la vida, el oído hacia la prudencia de la psique, el gusto hacia el discernimiento de la lógica, el olfato hacia la fuerza intelectual del nus, y finalmente el tacto hacia la vigilancia y alerta del corazón, éste hombre pasa una vida angelical encima de la tierra. Ese hombre es visto entre los hombre como ser humano, pero relaciona con los ángeles y se entiende y se parece como ángel.
  9. Mediante el nus (espíritu de la psique) que ve la luz de la vida divina, adquirimos la gnosis (conocimiento) de los misterios escondidos de Dios. Con la prudencia de la psique-alma ponemos en nuestros corazones elevaciones de los loyismí (pensamientos) con conocimiento y separamos los buenos loyismí de los malos. Con el discernimiento de la lógica gustamos la especie de los conceptos y significados; y los que brotan de raíz amarga, los transformamos en dulces, digiriéndolos y fundiéndolos en la psique o los desechamos totalmente; por otro lado, los que brotan de planta o raíz buena, sana y vigorosa, los aceptamos y nos los apropiamos cautivando cada concepto de modo que obedezca a Cristo. Con la fuerza intelectual del nus olemos el perfume o mirra de la jaris (gracia, energía increada) del Espíritu Santo que colma al corazón de alegría y gozo. Con la vigilancia del corazón sentimos concienzudamente el Espíritu celeste que refresca el deseo de la llama hacia el bien o que calienta nuestras fuerzas psíquicas que están congeladas por el hielo de los pazos.
  10. Así como nuestro cuerpo tiene cinco sentidos –vista, oído, gusto, olfato y tacto- así también nuestra psique-alma tiene cinco sentidos: nus, lógica, sentido/percepción espiritual, gnosis/conocimiento y ciencia. Estos cinco sentidos de la psique se concentran en tres energías: la noerá del nus, la lógica y la percepción o sentimiento espiritual. Con el nus captamos los conceptos e intelecciones, con la lógica las interpretaciones y significados, y con la percepción espiritual las fantasías o imaginaciones de la divina gnosis y ciencia.
  11. Quien posee el nus (espíritu de la psique) que discierne correctamente los conceptos o intelecciones de los loyismí y acoge con claridad y pureza las concepciones divinas, y quien posee la lógica que interpreta los movimientos naturales de toda la creación visible, es decir, que explica con claridad los logos (causas, razones) de los seres, y cuya percepción espiritual acoge la ciencia de las celestiales sabiduría-sofía y gnosis, ése, al haber sobrepasado toda percepción sensible mediante la iluminación del Sol de la Justicia (Mt 3,20), ha superado y alcanzado lo que está por encima de la percepción y disfruta la dulzura de las cosas invisibles
  12. Cuatro son las fuerzas generales del nus (espíritu de la psique): la prudencia, la perspicacia, la percepción y la destreza. Por tanto, quien estas fuerzas las enlaza con las cuatro virtudes generales de la psique, es decir, la templanza de la psique con la prudencia del nus, une la sensatez/cordura con la perspicacia, la justicia con la percepción y la fortaleza con la destreza, ése, ha construido de dos tipos de material un carro de fuego que corre en el cielo en la lucha contra los enemigos generales que dirigen con sus principales fuerzas la formación de los pazos, es decir, φιλαργυρία filargiría avaricia o amor al dinero, φιληδονία filidonía hedonismo o amor al placer και φιλοδοξία filodoxía amor a la doxa-gloria o vanagloria.
  13. Quien ha vencido la φιλαργυρία filargiría avaricia o amor al dinero mediante la percepción unida con la justicia legal y divina, es decir, con la compasión misericordiosa hacia el semejante, y ha dominado la filidonía hedonismo o amor al placer mediante la prudente templanza, es decir, el autodominio o autocontención total, y ha vencido la filodoxía amor a la doxa-gloria como la más débil mediante la perspicacia y la sensatez/cordura, es decir, con el discernimiento claro de las cosas divinas y las humanas y la ha pisoteado victoriosamente como si fuera tierra sin ningún valor,” ¡cuán bellos son los pies de los que traen buenas noticias y el mensaje alegre de la paz de Dios hacia los hombres, estos que anuncian los bienes y las dádivas”, que nos ofrece el redentor por su sacrificio!” (Rom 10,15), éste ha vencido la conducta terrenal del cuerpo y la carne; en concreto al extremo de transformar en ley del espíritu de vida y liberarlo de la ley tiránica de la carne, y decir: Agradezco a Dios, “porque la ley del Espíritu, la jaris-gracia energía increada, la iluminación y la potencia del Espíritu Santo que cultiva, desarrolla y da la vida en Cristo, me ha librado de la ley, del dominio del pecado y de la muerte espiritual” (Rom 8,2).
  14. Aquel que busca la doxa-gloria de los hombres como si fuera algo, ya que es nada, y por la forma insaciable de su psique-alma abraza la filidonía hedonismo o amor al placer, y persiste en la avaricia o amor al dinero por la ambición, éste se convierte o en endemoniado por la presunción y la soberbia, o bestial por los placeres de la panza y la carne, o se asemeja a las fieras respecto al prójimo por la insaciable filargiría avaricia o amor al dinero, éste cae y pierde la fe en Dios, según la Escritura (Jn 5,44), porque es gloriado por los hombres. Incluso se aleja de la templanza y de la pureza a causa del ardor insaciable de los bajos instintos animales y se entrega a los impulsos animales o irracionales desordenados, y se aleja de la templanza y de la pureza y se aparta de la agapi y de la caridad porque sólo se cuida a sí mismo y no da nada a los prójimos que están en necesidad. Y así se manifiesta como una fiera polimorfa o de muchas formas, compuesto de muchas cualidades opuestas entre sí, ése hombre aparece como inconciliable con Dios, con los hombres y con los animales.
  15. Cuando las fuerzas de la ira (o emoción) y las del deseo (anhelo) y la parte logística o racional de la psique con el nus (espíritu de la psique) se encuentran moviéndose normal según la naturaleza, entonces hacen al hombre divino y semejante a Dios, es decir, cuando la psique-alma se mueve sanamente y sin haber salido para nada de su base y función natural. Pero si se desvían de lo natural al contra natural y se han movido de sus límites naturales, entonces, como dijimos, hacen al hombre polimorfo, de muchas formas y compuesto a causa de las muchas cualidades opuestas.
  16. La fuerza irascible o emocional está entre el deseo y lo logístico /lógico-racional de la psique y para cada uno de ellos en su movimiento es como un arma tanto según la naturaleza como contra ella. Es decir, cuando el deseo y lo logístico o lógico-racional se mueven según la naturaleza hacia las cosas divinas, entonces la fuerza de la ira o emoción es para cada uno un arma de justicia (Rom 6,13) contra la serpiente que sólo silba y que los propone a saborear los placeres y aspirar a gozar la doxa-gloria de los hombres. Pero cuando estas fuerzas y energías se desvían del movimiento según naturaleza y transforman su energía al contra naturaleza, entonces la ira o emoción es un arma de injusticia para la realización del pecado (Rom 6,13); porque entonces el deseo y lo logístico o lógico-racional con arma la ira combaten y atacan contra aquellos que interceden contra sus impulsos y sus apetitos. Así el hombre dentro en la Iglesia de los fieles o bien se convierte en práctico, contemplativo y muy teológico si se mueve según la naturaleza o en animal, bestial y endemoniado cuando se desvía al contra naturaleza.
  17. Y si uno ante todo no transforma las dinamis (potencias y energías) mediante la persistente metania y la intensa ascesis (ejercicio espiritual) y no las vuelve tal y como las dio Dios al principio a Adán, cuando le creó y le insufló aliento de vida (Gen 2,7), nunca podrá conocerse a sí mismo, ni adquirir el loyismós (pensamiento) dominador de los pazos, sin orgullo, sin arrogancia, sin envidia, sin celos, sin calumnia, sin maldad, sin curiosidad, sencillo y humilde, de tal manera que pueda cautivar y reducir todo concepto a la obediencia de Cristo (2Cor 10,5). Pero tampoco podrá encontrar a su propia psique-alma encendida e inflamada por la agapi de Dios, ni sobrepasará los límites de la continencia y se conforme a lo que tiene y desear el estado de reposo en el que llegan los Santos. Si de esta manera no ha adquirido estas cosas, jamás podrá adquirir al corazón agapi, apacibilidad, mansedumbre, paz, sin cólera o sin ira, cristotis-bondad, tranquilidad, caridad, compasión y misericordia, ya que la psique se estará sublevando contra sí misma y a causa de la perturbación de sus fuerzas estará quedando cerrada a los rayos del Espíritu.
  18. Aquel que de esta manera no recupera para sí en su interior el decoro de aquella antigua nobleza y no regenera continuamente encima suyo las característica de la icona/imagen de Dios, el Cual desde el principio le ha creado según Su propia semejanza (Gen 1,25), ¿cómo es posible alguna vez unirse con Aquel del cual se ha separado por desemejanza de las características, y al Cual abandonó y se ha hundido en las tinieblas, de Aquel que es luz (increada)? Y si no se ha unido con Aquel que es el principio de su hipóstasis (base substancial) y por el Cual vino a la existencia y por el Cual vino del “no ser” para tener dominio sobre los seres, entonces, ¿dónde será arrojado, una vez separado como desemejante de su Creador? Está claro donde, aunque yo me callo.
  19. Hasta que tengamos en nuestro interior las materias que alimentan los pazos y cultivamos con nuestra voluntad sus causas y no decidimos a expulsarlos, se potencia contra nosotros la fuerza de ellos, porque toman la fuerza de nosotros mismos. Pero cuando los hemos expulsado de encima de nosotros y hemos hecho la catarsis de nuestro corazón por las lágrimas de la metania y hemos odiado el engaño de las cosas visibles, entonces nos hacemos partícipes de la presencia del Paráclitos y vemos a Dios en Su luz eterna e increada y somos vistos por Él.
  20. Quienes han roto los lazos de la percepción o sentido universal (de todas las cosas sensibles del mundo) están libres de toda esclavitud de los sentidos, y viven sólo con la jaris (gracia, energía increada) del Espíritu Santo y con Él se relacionan, porque por Él son movidos, y se unen también por Él, al Padre y al Logos consubstanciales, y se convierten en ellos un solo espíritu, como dice Pablo (1Cor 1,17). Estos no sólo son invencibles de los demonios, sino que les infunden terror, porque han recibido el divino fuego y se convirtieron realmente en fuego también los mismos.
  21. El tacto no es un sentido parcial, es decir, que opera sólo en una parte del cuerpo como los otros sentidos, sino que es un sentido general de todo el cuerpo. Cuando, pues, sin necesidad toca algo, mientras que aún está atraído por el pazos hacia las cosas agradables a él, entonces perturba y agita al nus con loyismí (pensamientos) pasionales y patéticos. Pero cuando opera por imprescindible necesidad natural habiendo negado todas las cosas agradables y habiendo superado al sentido sensible, entonces no acostumbra a irritar los sentidos y sentimientos de la psique.
  22. Cuando el nus se introduce en las cosas sobrenaturales, entonces los sentido permaneciendo según naturaleza, funcionan con apázia (impasibilidad, sin pazos) ante las causas y solo investigan sus logos (razones) y sus naturalezas, separando sin engaño sus energías, sus operaciones y sus atributos o cualidades, y no se conectan entre sí con pasión, ni se mueven contra naturaleza en sus relaciones con ellas.
  23. Las luchas y fatigas espirituales provocan deleite a la psique, una vez, claro está, que se ha producido la paz de los pazos. Por tanto, lo que es difícil a los que son esclavos al sentido o percepción sensible, esto en la psique-alma que es luchadora y ha adquirido con los santos sudores el anhelo de Dios y se ha herido por el eros divino (amor ardiente) de la divina gnosis, es fácil y más bien dulcísimo. Para los primeros como se han entregado a las comodidades del cuerpo y a los deleites de los placeres o al hedonismo, sus esfuerzos y luchas para la virtud son difíciles y les parecen duros, dado que no se ocuparon a lavar la sal de los placeres con los ríos de las lágrimas. Pero, como dijimos, son deseadas y aceptadas por la psique-alma las fatigas y las luchas espirituales, ya que ha abominado y rechazado los placeres que provocan dolor (sufrimiento) y ha sacudido de sí los deleites y el bienestar material junto con el amor al cuerpo. Sólo una cosa la entristece y la apena, el aflojamiento de los esfuerzos y la parada de las luchas. De esta manera, pues, lo que para algunos provoca deleite y felicidad del cuerpo, esto, para la psique-alma que ha girado sus deseos a las realidades divinas es causa de tristeza y pena; y lo que para ésta es motivo de deleite y felicidad espiritual, para aquellos es causa de gemidos, sufrimiento y tristeza.
  24. Los esfuerzos y fatigas parece que al principio provocan dolor y sufrimiento a todos los principiantes a las luchas o combates espirituales. Pero cuando ellos luchando han progresado en la virtud y llegan a la mitad de su ascenso, entonces parece que les proporciona cierto placer y un reposo y un alivio inesperado. Después, cuando este sentir mortal de la carne es absorbido de la vida inmortal (2Cor 5,4), a la que provoca con Su venida el Espíritu en los que realmente perseveran mediante las luchas y los esfuerzos para llegar a los extremos de las virtudes, entonces estos son colmados de alegría indecible, felicidad y deleite, porque para ellos se ha abierto la fuente clara y pura de las lágrimas y desde lo alto ha llovido sobre ellos el dulce torrente de la katánixis (compunción o dilatación del corazón).
  25. Si quieres alcanzar los límites extremos de la virtud y encontrar el camino que te lleva a Dios sin ser engañado, no les des sueño a tus ojos, ni la quietud a los párpados, ni descanso a tus sienes, (Sal 131,6), hasta que, después de muchas fatigas y lágrimas espirituales, encuentres el lugar de la apázia (sin pazos, impasibilidad) para tu psique cansada y fatigada y puedas entrar al santo templo de la gnosis de Dios, y a través de Su sabiduría substancial te acerques y toques con prudencia los propósitos o fines extremos de las cosas humanas, y despreciadas las cosas inferiores, te lances corriendo hacia los montes excelsos de la zeoría contemplación espiritual, como los ciervos con su gran sed (Sal 103.18).
  26. El camino corto y rápido para la adquisición de la virtud para los principiantes es el silencio de la boca, el cierre de los ojos y de los oídos. Porque con el cierre de estos, el nus (espíritu de la psique) encuentra la ocasión, y habiendo excluido las entradas exteriores, comienza a observarse a sí mismo, a sus movimientos e investiga quiénes son los recuerdos que nadan en el mar de los loyismí (pensamientos y reflexiones), y cuáles son los conceptos que se vierten y pasan -como en un molino- por el crisol de la diania (mente, intelecto, cerebro) y qué tipo o especie son estos, si son puros, claros, no mezclados con semillas amargas , y provienen del Ángel de la luz, o son de paja y mezclados con cizaña que provienen de los enemigos de la luz. Así el nus como un soberano independiente queda entre los distintos conceptos, y juzga, razona y separa los buenos loyismí de los malos; a algunos de los que entran los acoge y los tritura utilizando su propia experiencia y movimiento continuo, y los coloca en almacenes espirituales, tostados por el fuego del Espíritu y embebidos por el agua divina; y alimentándose de esto, se fortalece y se colma de luz (increada). A otros, en cambio, los arroja al fondo del olvido, evitando así su amargura. Pero este trabajo puede hacerlo intelectualmente y espiritualmente sólo el que ha empezado a caminar al camino que conduce sin engaño ni error a los cielos y a Dios, y se ha despojado de la prenda de luto de los pazos oscuros y tenebrosos.
  27. La psique-alma que ha descargado una vez para siempre la mala astucia y la conducta loca de la malísima arrogancia y ha adquirido la riqueza del corazón simple y sin maldad por esta visita del Espíritu Santo, inmediatamente se acerca a Dios y vuelve a ser de Dios y de sí misma. Y lo que ve y oye lo cree sin duda digno de fe y verdadero, porque ha sobrepasado los abismos tremendos de la incredulidad y se mueve por encima del hades o infiernos de la envidia.
  28. De todas las virtudes la primera es la fe que está arraigada profundamente, es decir, cuando la psique-alma no duda para nada, sino que expulsa totalmente la filaftía excesivo amor a sí mismo o egolatría. Porque para el que apenas ha comenzado las luchas espirituales, la malísima filaftía egolatría o excesivo amor a sí mismo es la que más le impide al trabajo de los mandamientos. La filaftía egolatría o excesivo amor a sí mismo es la que impide el progreso de los luchadores; ella pone en el nus recuerdos de enfermedades, sufrimientos y pazos corporales difíciles de curar, y de esta manera enfría el calor de la psique-alma y los convence a abandonar rápidamente desde el principio el mal estar y sufrimiento, porque es enemigo de la vida fácil y hedonista. Filaftía es el amor animal y excesivo por el cuerpo, o egolatría, que convierte al cristiano o al monje en ególatra, es decir, excesivo amor de sí mismo, de cuerpo y alma-psique y le aleja de Dios y de Su realeza increada, según el logos divino: “El que ama su psique-alma la perderá” (Jn 12,25)
  29. Quien con esfuerzo, fatiga y persistencia comenzó la práctica de los mandamientos de Dios y con eros (amor ardiente) se puso encima suyo el yugo ligero de la ascesis (ejercicio espiritual) (Mt 11.30), no tiene en cuenta la salud del cuerpo, no se domina de vértigo y miedo ante la dureza para las obras de virtud, no se retrae ni duda ante los esfuerzos y fatigas, no mira al otro que muestra pereza espiritual y negligencia a las luchas ascéticas, espirituales; sino que con anhelo ardiente abre el surco de las virtudes con todo tipo sufrimiento, mirándose sólo a sí mismo y a los mandamientos de Dios; y cada día siembra las semillas entre lágrimas (Sal 125,5), al campo de los vivos (Sal 26,13; 141, 6) hasta que brote para él la hierba de la apázia (sin pazos, impasibilidad) y crece hasta el tallo del conocimiento/gnosis divino y produzca espiga con las semillas del logos, entonces vendrá cargado con las cosechas de su virtud.
  30. Creo que de ninguna otra parte se produce tan rápido y en breve el progreso de la psique-alma, como con la sola fe. Pero no quiero decir sólo la fe en Dios y en Su Hijo Unigénito, sino a esta fe que está arraigada profundamente en la psique-alma, por la que creemos que son verdaderas las promesas de Cristo, las que ha prometido y preparado para los que Le aman (1Co 2,9), como también son verdaderas las amenazas, los infiernos y castigos que están preparados para el diablo y sus trabajadores los ángeles/demonios (Mt 25,41). Esta fe en la psique-alma que lucha, brinda la certeza y la seguridad plena y le da la esperanza de que conseguirá el estado o condición de los Santos, la bienaventurada apázia (impasibilidad, sin pazos) y que se elevará a la altura de la santidad de ellos y junto con ellos se convertirá en coheredera del reinado de la Realeza increada de Dios. Así con esta plena certeza la psique-alma tiende diligentemente y con mucho ánimo a trabajar los mandamientos sin tener ninguna duda, imitando los esfuerzos y fatigas de los santos e intenta con similares luchas espirituales a alcanzar la perfección de aquellos.
  31. Es natural que la apariencia exterior de la cara o rostro cambie según el estado interior de la psique; en efecto, lo que el movimiento espiritual hace en la psique se manifiesta tal cual es en la faz de la cara por la expresión, a los que la observan. Es decir, la cara o rostro se transforma y cambia de disposición según la procedencia -divina o demoníaca- del correspondiente loyismós (pensamiento y fantasía), y así a veces se ve alegre e iluminada, mientras que el corazón se deleita de las ascensiones por los recuerdos bondadosos y por el estudio de Dios, mientras que otras veces se ve oscura y abatida, cuando está amargada por loyismí (pensamientos y fantasías) necios y utópicos. Así las operaciones y energías de uno no pueden pasar inadvertidas de aquellos que tienen ejercitados los sentidos interiores de la psique. Dado que, si se trata de la alteración que provocó la diestra del Altísimo (Sal 76,11), es manifiesta en ellos como una situación conocida y amada, porque los mismos por ella han sido renacidos y convertidos en luz y sal para los prójimos. Y si se trata de la presencia de dinamis (potencia y energías) enemigas y turbación de los loyismí (pensamientos), está clarísimo en ellos lo bien que han rechazado la presencia de las fuerzas enemigas, y ahora con los carismas divinos llevan la lucidez de las características de la forma o imagen del Hijo de Dios.
  32. El trabajo interior provoca en la psique laureles o infiernos y puniciones. Si se dedica con perseverancia sobre las cosas divinas y cuida atentamente el campo de la humildad, recibe desde lo alto la lluvia de las lágrimas y cultiva la agapi (amor incondicional) y la fe en Dios y la compasión al prójimo, por las que la psique recibe la belleza de la forma o imagen de Cristo, se convierte en luz para los hombres y atrae hacia sí sus miradas con los rayos de las virtudes y mueve a todos hacia la doxología o alabanza de Dios. Pero si se ocupa de las cosas inferiores, terrenales y humanas, desordena y agita los lugares del pecado que de sus bajos pasan ríos de cloacas, es regado por ellos con hedor y oscuridad, cultivando el odio y la huida del bien. Y así la psique-alma tomando la forma terrenal y la imagen deforme del antiguo hombre, se convierte en tiniebla, oscuridad para los que se le acercan. Y así de esta manera trabajando y practicando las praxis malas y viciosas, pervierte y corrompe las psiques simples y débiles y las mueve en blasfemia contra Dios. Y así, en la situación o estado que se encuentre la psique durante la muerte, tendrá también su recompensa correspondiente.
  33. El que cultiva loyismí pensamientos malos y viciosos, tiene también su rostro oscurecido y espantoso; tiene su lengua muda de himnos o cantos divinos y su encuentro con todos los demás es desagradable. Pero aquel que cultiva en su corazón plantas buenas e inmortales tiene su cara o rostro también alegre, resplandeciente y brillante; su lengua canta himnos, melodías y súplicas y en su relación con los demás es dulcísimo. Por ello es y hace manifiesto en quien ve bien que el que aún se encuentra bajo la esclavitud de los pazos indecentes, sucios y bajo el yugo de la conducta y actitud terrenal; en cambio, a aquel que la ley del Espíritu le ha liberado de esta esclavitud, como dice el sabio Salomón: “Cuando el corazón está gozando, el rostro o la cara florece y está alegre; en cambio cuando tienes dolores y sufrimientos, entonces la cara se deprime y se arruga” (Pr 15,13).
  34. Los pazos que se realizan mediantes praxis (hechos), por la praxis también se psicoterapian y se sanan. En efecto, igual que el derroche, la incontinencia, el placer o hedonismo, la gula y la vida negligente y disipada, conducen a que se acostumbre la psique en el hábito del vicio y de la pasión y en praxis desagradables, de igual manera la escasez, la continencia, los esfuerzos y las luchas espirituales producen en la psique la apázia (sin pazos, impasibilidad) y desde los pazos pasiones y vicios (estado pasional), la llevan en la apázia (estado impasible, sin pazos, de paz y serenidad interior).
  35. Cuando uno después de ascesis persistente e intenso, a causa de su humildad, se ha hecho digno de recibir de Dios grandes donaciones y luego recae y se entrega a los pazos y a los castigadores demonios, debe saber que eso es porque se ha enorgullecido, se ha enaltecido y formó una gran idea de sí mismo y se comportó frente los demás con arrogancia. Este hombre, pues, de ninguna otra manera encontrará terapia y liberación de los pazos y de los demonios que le rodean, sino sólo volviendo con metania al estado primitivo y se presenta ante Dios, utilizando como buen mediador la humildad y el reconocimiento de su estado o situación real. Con ella (la humildad) cada uno que está bien puesto encima de los cimientos de las virtudes, se considera a sí mismo como inferior de toda la criatura.
  36. Del mismo modo está mal ante Dios y ante los hombres que viven según Cristo, que uno sea pasional en las praxis o acciones debido a su indecente voluntad y preferencia, como también inflarse de orgullo en sus virtudes por el espíritu de presunción. Es decir, así como para el primero las praxis que se hacen ocultas (Ef 5,12) son una vergüenza incluso que uno las comente, así también la altanería del segundo es repugnante y abominable ante Dios (Pr 16,5). Y así como Dios le rehúye al primero y no descansa sobre él, porque es carnal, según la Escritura (Gen 6.3), de igual manera el otro está sucio ante el Señor, porque es orgulloso y altanero.
  37. Lo que es pazos no es también pecado en praxis. Una cosa es uno y otra cosa es la otra. Pazos es el movimiento que se mueve en la psique-alma; praxis pecadora es aquella que se mueve y se hace visible al cuerpo. Por ejemplo, la φιλαργυρία filargiría avaricia o amor al dinero, la φιληδονία filidonía hedonismo o amor al placer y la φιλοδοξία filodoxía amor a la doxa-gloria o vanagloria, son pazos terribles y graves de la psique. La fornicación o lujuria, la avaricia o codicia y la injusticia son praxis pecadoras de la carne o cuerpo. El deseo, la ira o la emoción y el orgullo o la soberbia son pazos que proceden del movimiento contra natural o anormal de sus fuerzas. Mientras que el adulterio, el homicidio, el robo, la embriaguez y cualquier otro pecado que se hace con el cuerpo, son praxis pecadoras y graves de la carne.
  38. Tres son los pazos capitales que encabezan a todos los demás, y tres son en orden las guerras en aquellos que combaten contra estos y los vencen: a) el principiante que vence el pazos de la φιλαργυρία filargiría avaricia o amor al dinero; b) el mediano que vence el pazos de la φιληδονία filidonía hedonismo o amor al placer y c) el perfecto que vence el pazos de la φιλοδοξία filodoxía amor a la doxa-gloria o vanagloria.
  39. No es uno solo, ni tampoco el mismo, para los tres que antes dijimos, el combate contra los tres poderes y las tres potencias del astuto espíritu dominador, sino que en cada caso es distinto. Porque el combate o la lucha se hacen de distinta manera para cada uno de aquellos que resisten al ataque de los tres poderes de los correspondientes contrarios que tienen como arma natural la ira justa.
  40. El que acaba de entrar a las luchas o combates de la piedad y es principiante a la guerra contra los pazos, toda su fuerza y energía guerrera la dirige contra el espíritu de la φιληδονία filidonía hedonismo o amor al placer y se enfrenta contra él con todas sus fuerzas, capaz de soportar todo tipo dureza y sufrimiento. Así debilita y funde la carne con los ayunos, durmiendo en el suelo, las vigilias y las oraciones nocturnas; la psique-alma la quebranta con el recuerdo del infierno y el estudio de la muerte; y del corazón purga y purifica (catarsis), con las lágrimas de la metania, las infecciones y contaminaciones por las combinaciones y consentimientos a los loyismí.
  41. Aquel que ha superado el camino inicial y ha avanzado hacia el medio de la virtud y ha limpiado con la esponja de la primera apázia (impasibilidad) los sudores de la lucha o combate contra el espíritu de la φιληδονία filidonía hedonismo o amor al placer y ha comenzado a ver y conocer la naturaleza de los seres, a continuación levanta las armas de la fe contra el espíritu de la incrédula φιλαργυρία filargiría avaricia o amor al dinero. Él eleva su nus y su intelecto al estudio de las cosas divinas. Lo lógico/racional lo afina con los logos de la creación y lo hace capaz de explicar y ver con claridad las naturalezas de los seres. La psique-alma la eleva desde las cosas visibles a las alturas de las invisibles y la convence que Dios que ha creado todo desde el cero o la nada es Él el que provee y cuida para todas Sus obras y en Él basa toda su esperanza para la vida divina.
  42. Quien con la zeoría contemplación y la apázia (impasibilidad, sin pazos) ha superado la mitad del camino y dejado atrás el engaño de la percepción universal, ya con el logos de la gnosis (conocimiento espiritual) y de la sofía-sabiduría sustancial (1Cor 12,8) de Dios se ha introducido al gnofos (nube de supraluz increada que deslumbra y trasciende toda luz) de la teología, con la potencia de la humildad levanta las armas contra el espíritu de la φιλοδοξία filodoxía amor a la doxa-gloria o vanagloria; produce en su psique katánixis (compunción o dilatación del corazón) con las apocalipsis-revelaciones y la hace derramar lágrimas sin dolor . Y la conducta y actitud de la psique la hace humilde por el recuerdo de la enfermedad humana y le eleva con los conceptos de la divina gnosis.
  43. Con los ayunos, las vigilias, las oraciones, durmiendo en el suelo y los esfuerzos del cuerpo y el corte de nuestras voluntades con la humildad en la psique, dejamos inactivo el espíritu de la φιληδονία filidonía hedonismo o amor al placer, y lo sometemos con las lágrimas de la metania y, una vez traído al crisol o fundidor de la continencia, lo hacemos inamovible e inactivo. Esto por supuesto, cuando estamos en las filas de los diligentes y combatientes.
  44. Con las armas de la fe y con el Espíritu, es decir, el logos de Dios (Ef 6,17), una vez que hayamos expulsado el espíritu de la φιλαργυρία filargiría avaricia o amor al dinero, lo degollamos y nos elevamos hacia la zeoría contemplación de los seres con el logos de la sofía-sabiduría, superando la debilidad de las cosas visibles por el logos de la gnosis y encontrando nuestro descanso en el reinado de la agapi (amor incondicional) junto con los riquísimos tesoros de la esperanza en Dios.
  45. Cuando con las alas de la apázia (impasibilidad, sin pazos) y de la humildad nadamos en el aire de la teología mística y nos introducimos al abismo superior de la gnosis (conocimiento increado) de los misterios de Dios por el divino Espíritu, entonces, con las llamas de los divinos dogmas y conceptos quemamos el espíritu de la φιληδονία filidonía hedonismo o amor al placer. Y observando el fin de las cosas humanas, con la lluvia de lágrimas y la katánixis (compunción o dilatación del corazón) destruimos los guerreros demonios que nos hacen la guerra con presunción, vanagloria y soberbia.
  46. Quien ha odiado y renunciado con toda su psique-alma el deseo indecente de la carne y el deseo que viene de los ojos y la arrogancia de la riqueza (1Jn 2,16), que constituyen el mundo de la injusticia e iniquidad (Sant 3,6) por cuya amistad nos convertimos en enemigos de Dios (Sant 4,4), el mundo es para él crucificado y el mismo es crucificado para el mundo (Gal 6, 14). Así destruye la enemistad entre Dios y la psique-alma y hace la paz entre los dos (Ef 2,5). Porque, quien ha muerto para estas cosas, expulsando la conducta carnal, éste se ha reconciliado con Dios (2,16), ya que ha matado la enemistad del mundo por la necrosis/mortificación de los placeres o del hedonismo, mediante su vida crucificada para el mundo, y ha aceptado la amistad con Jesús. Por consiguiente, éste hombre no es amigo del mundo, de modo que sea enemigo de Dios, sino que se convierte en amigo de Dios, porque está crucificado para el mundo y puede decir: “El mundo para mí es crucificado y yo un crucificado para el mundo” (6,14).
  47. Para los luchadores el abandono por parte de Dios se hace a causa de la vanagloria, por juicio y condena al prójimo y por la exaltación a causa de sus virtudes. Cualquiera de estos tres pazos que se acerque y domine a las psiques de los luchadores o combatientes, produce el abandono por parte de Dios; y no se escaparán del justo juicio y condena por estas caídas, hasta que expulsen la causa del abandono y se entreguen a la altura de la humildad.
  48. Suciedad e impureza del corazón y mancha de la psique no es sólo la presencia de conceptos indecentes y pasionales, sino también el enorgullecerse uno por la multitud de sus hazañas y se infle por sus virtudes y tenga una gran idea de sí mismo de que ha adquirido sabiduría-sofía y gnosis (conocimiento increado) de Dios, y el reprender a los hermanos que son espiritualmente perezosos, descuidados y negligentes. Y esto se ve claramente a través de la parábola del fariseo y del publicano (Mt 18,10 y otros)
  49. No creas que te liberarás de los pazos y escaparás de la contaminación de los conceptos indecentes y pasionales que nacen de estos, si tienes actitud y sentimiento inflados de orgullo y soberbia por tus virtudes. No vas a adquirir buenos loyismí (pensamientos) de modo que puedas ver el patio de la paz, ni tendrás cristotis (bondad), serenidad y paz en el corazón de modo que puedas entrar con alegría al templo de la agapi (amor incondicional y desinteresado), mientras confíes en ti mismo y en tus obras.
  50. Si tu psique es atraída y siente pasión indecente por las bellezas de los cuerpos y está tiranizada por los loyismí pasionales e indecentes que nacen de estos, no pienses y creas que estos (los cuerpos) son la causa de tu turbación y del movimiento interior tan pasional; sino que la causa está escondida en el interior de tu psique-alma, la cual a causa del mal hábito o adicción pasional e indecente, arrastra hacia sí, como un imán, la contaminación de los rostros, como si fuera hierro. Porque todas las creaciones y criaturas de Dios son por sí mismas muy buenas (Gen 1,31), y no hay en ellos ninguna razón de ser acusada la creación de Dios.
  51. Así como los que viajan en un barco en el mar sufren mareos, no los sufren por la naturaleza del mar, sino a causa del flujo o química enfermiza y alterada que tienen en su interior, del mismo modo la psique-alma también sufre el tumulto pasional interior y la perturbación de las pasiones indecentes, no a causa de las personas o rostros, sino a causa del mal hábito o adicción que aún se encuentra en su interior.
  52. Según el ánimo y la disposición interior de la psique, se altera y cambia también la naturaleza de las cosas. Es decir, cuando los sentidos espirituales de la psique funcionan según naturaleza y el nus camina sin engaños ni errores sobre los logos de los seres, con lo lógico poniendo en claro las naturalezas y sus movimientos, entonces también la psique ve las cosas, los rostros y cada creación material por su naturaleza, porque no ocultan ninguna causa que pueda mancharla, contaminarla y perjudicarla. Pero cuando las fuerzas de la psique-alma se mueven contra la naturaleza, sublevándose contra sí mismas, entonces todas esas cosas son vistas por la psique contra naturaleza; por eso ellas no le elevan con su belleza natural hacia el entendimiento y conocimiento del Creador, sino que a causa del mal hábito pasional la arrastran y la bajan al fondo de la perdición.
  53. Si por el abandono de Dios has caído en pecado de la carne, de la lengua y del loyismós (pensamiento), a pesar de llevar una vida penosa y dura, no te parezca extraño y absurdo, porque la caída es tuya y tuya es la causa. O sea que, si tú primero no pensases y no formases –como no es debido- una idea grande y absurda de ti mismo, si no te hubieses enorgullecido con una actitud arrogante contra otro y no hubieses juzgado, acusado, y condenado a uno por su debilidad humana, no te abandonaría la decisión justa de Dios, y así no aprenderías tu debilidad e incapacidad. Por tanto, la has aprendido, para que así aprendas a no juzgar y condenar (Mt 7,1), y no tener una actitud arrogante o de superioridad de la que debes tener (Rom 12,3) y no enorgullecerte contra los otros (1Cor 4, 6).
  54. Si recaes y caes en la profundidad de los pecados, no desesperes y no pienses para nada que has perdido la oportunidad del retorno o levantamiento nuevo, incluso si has llegado a la profundidad extrema del abismo del hades/infierno. Porque con la práctica en las virtudes que antes has hecho y puesto ya en tu interior el cimiento de la piedad o fe, entonces aunque se haya derrumbado el edificio que has construido con varias piedras de la virtud y ha caído al suelo de la tierra pasional de los vicios y de los males, Dios no se olvidará de tus antiguos esfuerzos, fatigas y sudores pasados. Esto por supuesto, si el corazón está quebrantado por sus pecados y recuerda los días pasados (Sal 142,5) y suplica con gemidos ante Dios para levantarse de la caída. Y entonces Dios rápidamente dirigirá la mirada hacia ti y se cuidará de ti que respetas y temes Sus logos (mandamientos) (Is 66,2) y tocará invisiblemente los ojos de tu corazón destrozado y dolorido, y ayudará al cimiento de la virtud que antes habías construido con esfuerzos y fatigas, y te dará fuerza mayor y más perfecta que la primera, con el calor del espíritu ardiente, de modo que puedas volver hacer con paciencia las obras de la virtud que fueron destruidas por la envidia del astuto maligno, y vuelvas a construir con espíritu de humildad la casa de tu psique-alma más espléndida y más lúcida que la anterior, para el descanso eterno de Dios, tal y como está escrito.
  55. Todas las cosas deshonrosas que nos suceden, sea de parte de los hombres, sea de parte de los demonios, suceden según el juicio justo de Dios por economía, para que se humille la actitud vanidosa de nuestras psiques-almas. Porque el fin y propósito de Dios, el gobernador de nuestras vidas, es que nosotros seamos siempre humildes y no nos sobreestimemos más de lo debido, sino que tengamos una sobria estima según la medida de la fe (Rom 13,3); ni presumamos teniendo una idea grande de nosotros mismos, sino que aspiremos a Él e imitemos, a la medida de lo posible, Su bienaventurada humildad. Porque era apacible, manso y humilde de corazón (Mt 11,29), y así quiere que nos hagamos también nosotros. Él que sufrió por nosotros la muerte injusta y deshonrada. No hay nada en toda verdadera virtud que Le sea tan querido e íntimo y que es capaz de levantar del estiércol de los pazos como la apacibilidad, la mansedumbre, la humildad y la agapi (amor incondicional) al prójimo. Si nos faltan están cosas cuando trabajamos en las virtudes, entonces todo nuestro trabajo es vano, y todo el esfuerzo de la ascesis es inútil e inadmisible de Dios.
  56. En los principiantes en la vida por la virtud, el temor por sus propios infiernos ayuda a la práctica de los mandamientos y el alejamiento de los males. Pero quienes han progresado en la virtud y ha alcanzado la zeoría contemplación de la doxa-gloria (luz increada) de Dios, adquieren un temor proporcionalmente distinto, que es un temor más fuerte, es decir, el temor sagrado puro (Sal 18,10). Este temor los ayuda a estar firmes e inamovibles a la agapi de Dios, mientras que piensen la posible terrible caída de ella. Si los primeros recaen y de nuevo se arrepienten, vuelve a venir el primer temor con buenas esperanzas. Pero los segundos, si por la envidia del enemigo pierden, a causa de la caída la sublimidad de la zeoría contemplación de Dios, no vuelven a encontrar inmediatamente el segundo, el temor sagrado puro, sino que les envuelve una tiniebla u oscuridad densa y palpable (Ex 10,21), llenos de desaliento y amargura, junto con el primer temor de los infiernos. Y si el Señor Sabaoz no abreviase aquellos días de insoportable sufrimiento, no se salvaría ninguno de los que han sufrido este tipo de caída (Mt 24,22).
  57. Cuando la psique-alma es aliviada por la molestia persistente de los loyismí (pensamientos) pasionales indecentes y la llama tiránica de la carne se ha extinguido, entonces debes saber que se trata de la venida del Espíritu Santo en nuestro interior anunciando el perdón de nuestros pecados anteriores y nos regala la apázia (sin pazos, impasibilidad). Pero, mientras que la psique siente con la continua molesta el olor de los pazos y la carne se inflame por los bajos instintos animales, debes saber que la psique está lejos aún de la fragancia del Espíritu y que toda está atada bajo las cadenas indisolubles de los pazos y de los sentidos.
  58. He visto en la tierra -dice el sabio- a un hombre que cree que es virtuoso (Prov 26,12). También lo he visto entre los hombres, tener mucha confianza en sus obras y gran idea presuntuosa sobre su sabiduría humana, la terrenal, carnal y demoníaca (St 3,15); y causa de ella no sólo burlarse contra los hombres sencillos, sino también contra los maestros de la fe cristiana (los maestros santos de Cristo) que han acabado sus vidas gustadas a Dios, ironizar y burlarse de ellos por sus palabras no acostumbradas y discurso singular, porque no quisieron imitar el vocabulario escogido y bien torneado de la sabiduría mundana, ni buscaron la enseñanza armoniosa de sus enseñanzas escritas. A éste, como ignora que Dios no prefiere ni ama las palabras torneadas y las frases bellas, sino el buen sentido y significado de los conceptos, le aplicaré al siguiente proverbio: “El perro vivo es mejor que el león muerto; y un joven pobre y sabio es mejor que rey viejo y necio que aún no sabe consultar y fijarse en los correctos consejos” (Sab Sal 4,13).
  59. El pazos de la blasfemia es terrible y difícil de combatir y vencer. Tiene su origen en la diania (mente, intelecto) del Satanás. Este pazos molesta a todos los que viven en virtud según Dios, pero más aquellos que progresan en la oración y en la zeoría contemplación de las cosas y realidades divinas. Por eso debemos con toda atención guardar y vigilar los sentidos y afrontar con piedad y devoción los terribles misterios de Dios, los santos símbolos y los logos, y estar atentos no vaya ser que ataque este espíritu. Porque él se oculta y está en acecho cuando oramos y psalmodiamos, y a veces, cuando no estamos atentos, eructa, con nuestros labios maldiciones contra nosotros y blasfemias horribles contra Dios altísimo, las cuales pasa ocultas en los versos de los salmos y en las palabras de la oración. Pero cuando trae en nuestros labios una cosa así o siembra escondidamente en nuestra diania (mente, intelecto) tal tipo de cosas, entonces debemos dirigir contra él el logos de Cristo y decirle: “Vete, sal detrás Satanás que estás lleno de suciedad, mal olor y condenado al infierno eterno. Mi blasfemia que caiga sobre tu cabeza” (Lc 4,8); e inmediatamente ocupémonos provisionalmente con nuestro nus (espíritu de la psique) sometiéndolo en otra cosa o pensamiento divino o humano y con lágrimas elevarlo hacia los cielos y a Dios. Y así, con la ayuda de Dios, seremos liberados del peso de la blasfemia.
  60. La λύπη lipi tristeza (sufrimiento, pena, aflicción) es un pazos destructivo para la psique-alma y el cuerpo, aún corrompe y afecta también la médula de los huesos. Me refiero a la lipi tristeza según el mundo, la que domina a los hombres por las cosas provisionales y muchas veces se hace para ellos causa de muerte (física y espiritual). Pero la λύπη lipi tristeza o sufrimiento según Dios es salvífica, sanadora y muy beneficiosa y produce paciencia en los esfuerzos, en las fatigas y en las tentaciones. Abre la fuente de la dilatación del corazón en aquel que lucha y está sediento para la justicia de Dios y alimenta con lágrimas a su corazón, de modo que se cumple en él el logos de David: “Nos alimentarás con lágrimas en vez de pan, y con las lágrimas de la metania nos estarás regando en abundancia el vino de la katánixis (compunción o dilatación del corazón)” (Sal 79,6).
  61. Las partes de la psique-alma que han caído en la práctica de los malos vicios, la λύπη lipi tristeza o sufrimiento (según Dios) las rescata y las fortifica retornándolas a su estado natural. Y con las lágrimas debilita mucho el invierno de los pazos y las nubes del pecado y los expulsa del aire inteligible y espiritual de la psique, de modo que se vuelva de nuevo el cielo limpio de los loyismí de nuestro nus, y domine la serenidad en el mar de nuestra diania (mente, intelecto), y el deleite en nuestros corazones, y se vaya alterando la faz de nuestro rostro, de modo que al verlo los que tienen discernimiento correcto, haciéndoles descansar sus miradas, su ánimo y su disposición interior, clamen junto con David, diciendo: “Esta alteración se debe a la diestra del Altísimo” (Sal 76,11).
  62. No aceptes los loyismí (Pensamientos) que siembra en tu interior el enemigo como sospecha contra tu hermano; son falsos, desastrosos y totalmente engañosos. Debes saber que de esta manera los demonios intentan empujar al fondo de la perdición las psiques-almas de los que progresan en las virtudes. Porque de otra manera los demonios no pueden arrojar ningún luchador o combatiente al fondo de la condena y en la práctica del pecado, sino sólo si le convencen a aceptar las sospechas malas astutas y malignas por los comportamientos y las predisposiciones exteriores del prójimo. De esta manera convierten al hombre a ser condenado y responsable del pecado, de modo que sea juzgado y condenado junto con el mundo, según el logos divino: “Si nos juzgásemos a nosotros mismos, no nos juzgaría el Señor. Pero cuando el Señor nos juzga, nos instruye de modo que no seamos condenados junto con el mundo pecaminoso”, (1Cor 1,11 y ss).
  63. Cuando por la negligencia o pereza espiritual dejamos los demonios susurrar en nuestros oídos sospechas contra nuestros hermanos, -debido a que no vigilamos los movimientos de nuestros ojos-, entonces somos conducidos e inducidos por ellos a veces a condenar incluso a los perfectos en la virtud. Si uno, pues, que tiene la mirada alegre y el rostro sonriente, y en su relación con todos es afable, te parece conforme a los pazos y a los placeres o hedonismo (y que es fácil a inducirle a ellos), entonces el que tiene la mirada oscura y torva para ti debe ser iracundo, lleno de odio y soberbia. Pero no debemos estar atentos a las características particulares de los seres humanos, porque el juicio sobre ellos es incierto. Y esto porque los hombres entre sí tienen muchas diferencias de naturaleza, de costumbres y de composición corporal, y estas cosas pueden considerarlas y tener sano juicio sin engaño sobre estas sólo aquellos que con gran katánixis (compunción o dilatación del corazón) han limpiado o hecho la catarsis de los ojos espirituales de la psique y habita en sus interiores la luz increada e infinita de la vida divina, a los cuales también se les ha sido concedida la jaris (gracia increada) de conocer los misterios de la Realeza increada de Dios (Mt 16,11).
  64. Cuando cometemos las obras malas de la carne, entonces servimos a los contra naturaleza deseos indecentes y a la irascibilidad o emoción de la psique, y contaminamos la carne del cuerpo con el flujo vicioso del pecado, mientras oscurecemos la psique con la amargura de la ira, nos alejamos de esta manera del Hijo de Dios. Por tanto, debemos limpiar el cuerpo de la suciedad del flujo del cuerpo, haciendo correr de nuestra esencia el flujo de las lágrimas, de modo que el cuerpo que ha sido contaminado por el placer con flujo natural, limpiarlo de nuevo del dolor de la tristeza o sufrimiento por flujo natural de las lágrimas. Y la oscuridad de la psique que produce la amargura de la irascibilidad o emoción, expulsarla por la luz de la katánixis (compunción o dilatación del corazón) y la dulzura de la agapi de Dios y unirnos de nuevo con Aquel del cual, por el deseo indecente y la irascibilidad o emoción, nos habíamos apartado anteriormente.
  65. Así como la suciedad de la carne proviene del placer que tiene su causa al eros satánico para satisfacer y completar el vicio y el mal, de igual manera la catarsis que proviene de la tristeza penosa es precedida por el ardor del corazón, para lograr y completar el luto (aflicción espiritual) y las lágrimas. Y esto se debe a la economía de la bondad de Dios hacia nosotros, de modo que expulsando y limpiando la fatiga del placer con la del dolor y el flujo vergonzoso de la carne con el flujo de las lágrimas, hagamos desaparecer de nuestro nus (espíritu del corazón) las huellas infames y las imágenes feas de nuestra psique-alma y la mostremos más esplendida por la belleza natural.
  66. Así como el fornicador por la energía del maligno espíritu se prostituye (su psique-alma) y recoge como recompensa el placer de la carne y el fin de sus vicios es la contaminación y la suciedad (de su psique), de igual manera en el que opera desde lo alto el Espíritu Santo, recibe como recompensa la alegría de la psique y sus obras buenas resultan a la catarsis con lágrimas, al renacimiento y a la unión y cohesión con Dios.
  67. En nosotros existen dos flujos que provienen de la misma sustancia: la semilla y las lágrimas. Con el primero se manchamos el manto, el aspecto de la psique-alma, mientras que con las lágrimas la limpiamos y la purificamos nuevamente. Por eso es necesario que la contaminación que proviene de nuestra sustancia lavarla con las lágrimas que provienen también de ella. Debido a que no hay otro método o manera que se pueda limpiar/catartizar la contaminación y la mancha de nuestra psique.
  68. Cada disposición de la psique que se equivoca y se mueve de forma viciosa y mala, termina su intento en un breve placer. Pero cada psique que se purga, se limpia y se purifica del mal hábito y disposición, prolonga sus esfuerzos en un placer largo lleno de gozo y felicidad. Y es admirable el milagro, cómo un placer que reprime al otro, convierte en dulce totalmente el dolor y el sufrimiento que nace de otro placer.
  69. A veces el flujo de las lágrimas provoca en la percepción o sentido espiritual del corazón amargura, pena y dolor, y otras veces gozo y felicidad. Por tanto, cuando nos purgamos, nos limpiamos y nos purificamos del veneno y de la suciedad del pecado mediante la metania como con fuego fuerte, teniendo las lágrimas ardientes que ella provoca por el fuego divino y nuestro loyismós (pensamiento) como si fuera golpeado con martillos fuertes y con gemidos que surgen de la profundidad del corazón, entonces sentimos amarguras, sufrimientos y dolores espirituales y sensibles. Pero cuando con este tipo de lágrimas hemos sido limpiados, sanados y purificados (psicoterapiados) suficientemente y hemos avanzado a la libertad de los pazos, entonces somos consolados por el Espíritu divino, porque hemos adquirido corazón sereno, puro y limpio (o psique psicoterapiada), y nos colmamos con el inexpresable placer y dulzura por las lágrimas de alegría de la katánixis (compunción o dilatación del corazón).
  70. Unas son las lágrimas de la metania y otras las que provienen de la katánixis (compunción o dilatación del corazón). Las primeras son como río desbordado que arrastra todas las fortalezas de los pecados, mientras que las otras lágrimas son para la psique como lluvia que cae en las hierbas salvajes y como nieve en la hierba verde del césped, y alimentan la espiga de la gnosis/conocimiento y la hacen abundante y rica de frutos (Dt 32,2).
  71. No toda lágrima es de la katánixis (compunción o dilatación del corazón), ya que se diferencian mucho entre sí. Las lágrimas provienen de la conversión de la conducta o actitud y del recuerdo de los antiguos pecados de la psique, como si saliesen de fuego de agua hirviente, y así purifican y limpian el corazón. La katánixis (dilatación del corazón o compunción) desciende desde el divino rocío del Espíritu para consuelo y alivio de la psique, la cual apenas haya entrado a la profundidad de la humildad y ha disfrutado de la zeoría contemplación de la luz inaccesible e increada, dice a Dios como David: “Atravesamos a través de fuego y agua, y nos sacaste teniendo aliento y alegría” (Sal 65,12).
  72. He oído algunos decir que nadie puede alcanzar el hábito de la virtud sin larga salida y huida al desierto, y me asombré, porque ellos creyeron que lo que no tiene límite se puede limitar en un lugar. Porque el hábito de la virtud es apocatástasis, restablecimiento de las dinamis (poderes, potencias y energías) de la psique a su nobleza inicial y la concentración al mismo punto de las virtudes generales, o sea, en la energía según naturaleza. Pero estas cosas no nos llegan desde el exterior como si fueran introducidas, sino que se nos han sido donadas por nuestra creación por el sentido espiritual y divino, y cuando por estas cosas y junto con estas nos movemos según naturaleza, entonces nos introducimos en la Realeza increada de los Cielos, la cual se encuentra en nuestro interior (Lc 17,21), según el logos del Señor. Por tanto, el desierto es inútil, ya que podemos entrar a la Realeza increada de los Cielos a través de la metania y la aplicación exacta y cumplimiento de los mandamientos-logos de Dios, de acuerdo con el divino David que dice: “Bendiga psique-alma mía al Señor en todos los lugares de Su dominio” (Sal 102,22).
  73. Quien estando en medio de la formación real, bajo las filas y las órdenes de los generales y los capitanes, y no ha podido mostrar ni valentía ni proeza alguna contra los enemigos y ni siquiera ha logrado vencer alguno de ellos, ¿cómo podrá combatir por sí solo en medio de muchos miles enemigos o demostrar una hazaña militar, ya que el mismo es inexperto en la guerra? Y si esto es imposible en las cosas humanas, lo será mucho más en las divinas. Porque, ¿quién por haber huido al desierto podrá reconocer los ataques de los demonios y los asaltos de los pazos, los invisibles y los manifiestos? ¿Cómo realizará los ataques contra ellos si antes no se ha ejercitado en cortar su voluntad entre el grupo de hermanos, bajo las órdenes de un guía (espiritual) experimentado de esta guerra invisible y espiritual? Si esto es imposible, entonces no será del todo posible que éste hombre pueda combatir a favor de otros y les enseñe la victoria contra los enemigos invisibles.
  74. Quítate la vergüenza de la reprensible negligencia y del ruin desprecio de los mandamientos/logos de Dios; arroja lejos la egolatría y lánzate sin miedo ni compasión contra la carne. Busca aprender cómo aplicar y guardar los mandamientos/logos del Señor (Sal 118,56) y los testimonios de Su ley. Desprecia la doxa-gloria y el deshonor. Odia los apetitos hedónicos del cuerpo. Evita saciar la panza por la que saltan los impulsos del cuerpo. Abraza la pobreza y la dureza en el cuerpo. Mantente valiente contra los pazos. Dirige tus sentidos hacia el interior de la psique. Doblega tu interior para hacer trabajo superior. Hazte sordo a las cosas mundanas. Pon toda tu fuerza y valor al trabajo de los mandamientos/logos de CristoDios. Llora, duerme en el suelo, ayuna, esfuérzate, serénate y por último, aprende no sobre las cosas exteriores sino sobre ti mismo. Súbete encima de la humildad de las cosas visibles. Extiende el ojo espiritual de tu psique-alma que es el nus (espíritu de la psique) a la zeoría contemplación de Dios y observa el encanto de Dios mediante la belleza de las creaciones (Sal 24, 6). Después baja de allí y cuéntales a tus hermanos las cosas relacionadas con la vida eterna y los misterios de la Realeza increada de Dios. Y esto es trabajo y obra de la huida o fuga de los hombres, con ascesis (ejercicio espiritual) extrema y el final de la permanencia en el desierto.
  75. Si quieres ver los bienes que ha preparado Dios para los que le aman (1Cor 2,9), debes llegar al desierto de la negación de tu voluntad y evitar al mundo (pecaminoso). ¿Quién es este mundo? El deseo de los ojos carnales (1Jn 2,16), la arrogancia de los loyismí y el engaño de las cosas visibles. Por tanto, si evitas este mundo (pecaminoso), muy temprano verás que amanecerá la luz de la vida divina (Is 58,8) y rápidamente aparecerán los fármacos de tu psique, me refiero a las lágrimas (del corazón). Y recibirás la buena alteración por la diestra del Altísimo (Sal 76,11), y a partir de entonces no se te acercará ninguna plaga y calamidad de los pazos (Sal 90,11). Y así, mientras vivas en el mundo y en la multitud, estarás como si vivieras en el desierto y como si no vieras hombre alguno. Pero si huyes de este mundo, como dije, no te beneficiarás de nada por la huida del mundo visible, no lograrás las virtudes y no te unirás con Dios.
  76. El que uno se haga monje o cristiano no significa huir y estar alejado de los hombres y del mundo, sino dejarse a sí mismo, alejarse de las voluntades de la carne, convertirse e irse a la situación o estado desierto de los pazos. Es verdad que se ha dicho al Arsenio el Grande: “huye, márchate de los hombres y serás salvo”, (los Padres del desierto p.97), pero se dijo en este sentido y espíritu. Porque él después de su huida también se encontraba entre los hombres y permanecía en regiones habitadas y vivía junto con sus discípulos. Pero con la huida sensible había realizado con esmero la huida espiritual, así no le molestaba para nada su relación y convivencia con los seres humanos. Lo mismo también decía otro de los grandes Padres santos cuando salía de la sinaxis-asamblea de la Iglesia: “Huyan hermanos”; y cuando le preguntaron de qué cosa tienen que huir, él les señaló la boca. (Se trata de san Macario de Egipto).
  77. Convivir con hermanos en comunidad es más seguro que el aislamiento o vida solitaria. La necesidad de convivir junto con otros testifica el divino logos de Jesús y Dios: “Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo entre ellos” (Mt 18,20). En cuando al riesgo y peligro de la soledad o aislamiento Salomón dice: “Ay del uno o del solo que cae, no habrá quien lo levante” (Sab Sal 4,10). Aquellos que viven con agapi y concordia y alaban con cantos, himnos a Dios, David los llama bienaventurados y felices, diciendo: “Bienaventurado el pueblo que ha aprendido a clamar con doxologías” (Sal 88,16). El mismo elogia también la convivencia: “¡oh, no hay más bello y más agradable que convivan juntos los hermanos!” (Sal 132,1). Pero también los discípulos del Señor, “todos los creyentes tenían un solo corazón y una sola psique-alma, de modo que constituían una sociedad y comunión espiritual…” (Hec 4,32). Incluso el descenso de Dios en nosotros no se hizo en el desierto, sino en lugares habitados y entre los hombres pecadores. Por tanto, es necesaria la concordia de la vida en comunidad, mientras que es equivocada y peligrosa la vida solitaria o el aislamiento.
  78. El Señor dijo: “Son inevitables los escándalos, pero ay de aquel que se hace causa del escándalo” (Mt 18,7). Por tanto, aquel que ha perdido la piedad y la devoción y se comporta entre la hermandad con desprecio y sin temor de Dios, escandaliza a muchos de los hermanos que son más simples y, por un lado, con un círculo vicioso en hechos, formas y maneras y, por otro lado, con palabras y discursos pervertidos, corrompe y pervierte así las psique que tienen carácter bueno, sencillo y hábitos bondadosos.
  79. Quien aplica y cumple los mandamientos-logos de Dios, como dice el Salmista, no se convierte en piedra de escándalo o causa de caída, tropiezo (Sal 132,1) para los hombres, dado que ni siquiera hay escándalo en él. En efecto, “mucha paz domina a los que aman Tu ley, y no hay escándalo en ellos” (Hec 4,32). Al contrario, se convierte para ellos luz, sal y vida, según el logos del Señor: “Vosotros sois la luz del mundo y la sal de la tierra” (Mt 18,7). Luz, porque tiene vida virtuosa, logos brillante y diania (mente, intelecto) sabia; sal, porque abunda en él la gnosis divina (conocimiento increado) y es fuerte en la sofía-sabiduría de Dios; y vida, porque con sus logos vivifica a los mortificados por sus pazos y los emerge resucitándoles del abismo del infierno de la desesperación. También, con la luz de sus obras de virtud resplandece delante de los hombres y los sobreilumina; y con la dulzura y la fuerza de sus logos, los quita de la relajación y los libera de la putrefacción de los pazos, y finalmente por la vida de sus logos, da vida a las psiques-almas que se han mortificado por el pecado.
  80. El pazos de la vanagloria es un arma o trampa con tres puntas o aguijones, -la vanagloria, la presunción (o jactancia) y la soberbia (u orgullo)- por el cual golpean ardientemente los demonios. Pero aquellos que como los pájaros anidan bajo la protección de Dios del cielo (Sal 90,1), perciben y reconocen fácilmente la trampa y destruyen sus aguijones o puntas, mientras vuelan por encima de estos con la humildad y reposan en el árbol de la vida.
  81. Cuando el sucio y muy astuto demonio de la vanagloria te ataca mientras vas progresando en la virtud y te predice con vanos loyismí (pensamientos simples o unidos con la fantasía, meditaciones) de tu ascenso en el trono de Obispo o Higúmeno (o Abad), trayéndolos en tu mente y elogiando tu trabajo, es decir, como si tu trabajo fuera superior a la de los demás, e incluso si te inspira y te sugiere de que eres capaz también de conducir (espiritualmente) psiques-almas, entonces detenga a este demonio con la mente o intelecto intelectualmente y no le dejes escapar, por supuesto que si tienes la fuerza de arriba para hacer esto; y una vez que lo lleves contigo, dirígete con tu diania (mente intelecto) en algo indigno que alguna vez has hecho, y dile: “¿Los que hacen este tipo de cosas son dignos de ascender a la altura del primer puesto y te parecen dignos y capaces de guiar psiques-almas y conducirlas salvadas hacia Cristo? Dímelo tú, porque yo me callo. Y él pues, sin saber qué responderte, por su vergüenza se marchará como humo y ya no te volverá a molestar más. Y si tú no te acuerdas y no encuentras algo indigno que has hecho en tu vida ultramundana, por lo menos compárate a ti mismo con los mandamientos, los sufrimientos y los padecimientos del Señor; entonces encontrarás que estás tan lejos de la perfección, tal como una piscina lo está del mar. Porque la justicia de los hombres está tan lejana de la justicia de Dios, como en tamaño lo está la tierra del cielo y un mosquito de un león.
  1. Aquel que ha sido herido profundamente por la agapi (amor incondicional) de Dios, no le basta la fuerza del cuerpo para corresponder a la magnitud de su intención. Porque su intención no se sacia por los esfuerzos y los sudores de su ascesis (ejercicio espiritual); es decir, sintiéndose como muchos sedientos, no encuentra nada con qué apagar la llama de su intención, sino que día y noche tiene sed de estar esforzándose y no le es suficiente la fuerza del cuerpo. Creo que los mártires de Cristo también fueron poseídos de esta pasión, intención sobrenatural y así no sentían los martirios, ni se saciaban, sino que se superaban a sí mismo con el eros (amor ardiente) de Dios y siempre se sentían y se veían inferiores en que no podían alcanzar su intención candente de sufrir castigos, torturas y tormentos para Cristo.
  2. Quien, de alguna manera, se compara con alguno de sus hermanos que están en ascesis juntos o que conviven con él, sin darse cuenta se engaña a sí mismo (Gal 6,3) y sigue el camino que no conduce a Dios. Este hombre o no se conoce a sí mismo o ha sido engañado y desviado del camino que conduce al cielo, al cual corren todos los combatientes o luchadores de buena intención y ánimo con actitud y conducta humilde, cosa que los hace sobrevolar por encima de las trampas del enemigo, llegando al aire espiritual con las alas de la apázia (sin pazos, impasibilidad) , volando en lugares luminosos, embellecidos y adornados por la templanza y la modestia.
  3. El que es arrogante y presuntuoso y se engaña por la gran idea e imagen de sí mismo, nunca conseguirá la jaris (gracia) de la humildad dentro de la luz de la katánixis (compunción o dilatación del corazón), por la cual se concede la luz de la sofía (sabiduría increada) de Dios en aquellos que tiene el corazón quebrantado, según el logos de la Escritura: “En Tu luz (increada) veremos la luz (increada)” (Sal 35,10); al contrario, será cubierto de la tiniebla u oscuridad de la noche de los pazos donde circulan todas las fieras de la selva (Sal 103,20) de la naturaleza humana, y los leoncillos de la presunción, es decir, los demonios de la vanagloria y de la fornicación o prostitución, que rugen y tratan de devorarlo (1Ped 5,8) y arrojarlo en el vientre de la desesperación.
  4. Para quien vive según gusta a los hombres y es movido por el espíritu de la presunción, el tiempo de su vida y la vida presente se convierte en un mar de males, la cual inunda el nus (espíritu de su psique) con el agua salada del hedonismo o de los placeres, y con las olas tempestuosas de los pazos golpea las tres partes de la psique (lógico, irascible o emocional y anhelante), mientras se va enfureciendo por los espíritus de la mala astucia. Él afronta una terrible incertidumbre y un gran desazón cuando el barco y el pedal de la psique son destruidos por los placeres de la carne y el gobernante nus se cubre bajo el abismo del pecado y la muerte espiritual, hasta que para él el mar de los males no calme sus olas y se haga abismo de humildad y serenidad, y la salinidad de los placeres no transforme las corrientes en fuentes de lágrimas y sean transformadas en placer de la luminosa katánixis (compunción o dilatación del corazón).
  5. Tú que has servido hasta la saciedad a los placeres y las praxis del cuerpo, dedícate hasta la saciedad también a los esfuerzos de la ascesis con los sudores de las fatigas del cuerpo, de modo que sea rechazada la saciedad por la saciedad, el placer por el dolor o sufrimiento y el reposo por los esfuerzos del cuerpo y así podrás tener alivio y reposo encontrando la saciedad del gozo, del deleite y de la felicidad. De esta manera disfrutarás el perfume y la pureza de la castidad y el inexpresable placer de los frutos inmortales del Espíritu. Porque también los detergentes los utilizamos en proporción con la suciedad que se ha introducido profundamente en las prendas que queremos lavar.
  6. Las enfermedades benefician a los principiantes en la vida virtuosa o espiritual, porque ayudan a marchitar y a humillar la carne que está excitada e hirviendo. Es decir, ellas debilitan la fuerza de la carne y afinan la conducta terrenal de la psique, además logran que el vigor o la energía sea más intensa y más potente, como dice el divino Apóstol: “Cuando enfermo, entonces soy fuerte” (2Cor 12,10). Pero cuanto más útiles son para los principiantes, tanto más dañinas son para los avanzados en los esfuerzos de las virtudes y ya que han superado el sentido o percepción sensible y se dirigen hacia las zeorías contemplaciones celestes. Y esto sucede porque les impiden la libertad por las cosas divinas y con los dolores (por la virtud) y las contrariedades entorpecen la parte logística (lógica) de la psique y la oscurecen con la nube de la desazón, pesadumbre y con la sequedad de los dolores secan la katánixis (compunción o dilatación del corazón). Esto lo conocía muy bien también Pablo y cuidándose correctamente de sí mismo con la ley del discernimiento, decía: “Fatigo mi cuerpo con las ascesis (ejercicios) persistentes, pero también lo cuido como esclavo, no vaya ser que por el miedo de que yo que predicado a otros, resulte yo mismo inadecuado y descalificado” (1Cor 9,27).
  7. Por la dieta desequilibrada y anómala, en muchos a menudo nacen enfermedades. Es decir, cuando se trata de un luchador que tiende a una extrema abstinencia de alimentos y en esfuerzos y fatigas para las virtudes sin medida, o bien cuando se trata de uno que se desvía a la voracidad y a la gula hasta la saciedad que es enemiga de la naturaleza. Por tanto, la continencia es necesaria también en los principiantes, pero también en aquellos que han superado la mitad del camino hacia la ascensión más alta de la zeoría contemplación espiritual. Porque la continencia es la madre y amiga de la castidad y la buena esposa de la humildad.
  8. Debes saber que la apázia (impasibilidad, sin pazos) es doble y de dos maneras se introduce en los combatientes. Primeramente por la terminación de la praxis ascética viene la primera apázia, la cual una vez aumentada de varias maneras con los esfuerzos del ejercicio legal según los reglamentos (2Tim 2,5), mortifica inmediatamente los pazos y hace inamovibles e ineficaces los impulsos de la carne, mientras que las fuerzas y energías de la psique-alma las hace moverse por naturaleza y reintegra el nus (espíritu) y la mente/intelecto con atención en el estudio cuidadoso de las cosas y realidades divinas. Y luego, a partir del comienzo de la zeoría contemplación natural, viene en ellos la segunda y más perfecta apázia (impasibilidad, sin pazos); esta, una vez que por la hisijía (serenidad espiritual interior) de los loyismí (pensamientos) se eleve al estado pacífico del nus (espíritu de la psique) y de la mente/intelecto, le hace clarividente, perspicaz y previsor. Excelentemente perspicaz en las cosas divinas, en visiones, expectaciones de cosas superiores y en apocalipsis-revelaciones de misterios de Dios. Y previsor en las cosas humanas que vienen de lejos y se harán en el futuro, y en las dos opera el único y mismo Espíritu (1Cor 12,11), el cual retiene y limita la primera apázia, mientras que en la segunda libera y dona la libertad de la vida eterna como dice Pablo (Rom 8,21).
  9. Quien se ha acercado a las fronteras de la apázia (impasibilidad, sin pazos), mientras ejerce correctamente la zeoría contemplación sobre Dios y la naturaleza de los seres, subiendo a proporción de su pureza, de la belleza de las criaturas al Creador, recibe las inundaciones de la luz increada del Espíritu. Teniendo aprecio para todos, siempre piensa bien para todos y los ve como santos, puros y tiene juicio sano, bueno y ortodoxo sobre las realidades y las cosas divinas y humanas. De esta manera no ama nada de las cosas materiales del mundo por las que se preocupan y buscan tanto muchos hombres; y despojado, en su nus-espíritu, de la percepción general mundana, se lanza hacia los cielos y a Dios, limpio de toda mancha y fango, liberado de toda esclavitud, es absorbido totalmente de los bienes espirituales de Dios en el solo Espíritu, ve la belleza divina y es introducido de modo divino en los lugares divinos de la bienaventurada doxa-gloria (luz increada) de Dios, en silencio y con alegría inexpresable. Así pues, cambiado o metamorfoseado en todos los sentidos, como ángel dentro en cuerpo material, se relaciona como inmaterial con los seres humanos.
  10. Cinco son los sentidos de la άσκησις áskisis ascesis (práctica, ejercicio espiritual): vigilia, estudio, oración, continencia o autodominio e hisijía (paz y serenidad interior). Quien ha conectado y ligado sus sentidos con esto, es decir, la vista a la vigilia, el oído al estudio, el olfato a la oración, el gusto a la continencia y el tacto a la hisijía, éste rápidamente limpia, sana y purifica (hace la catarsis) del nus-espíritu de su psique-alma y una vez que lo haya afinado (al nus), le hace perspicaz y apazís (sin pazos, impasible).
  11. Nus (espíritu de la psique) apazís (sin pazos, impasible) es aquel que ha dominado sus pazos y se encuentra por encima de la tristeza o sufrimiento y de la alegría. Él no se escurece por las tristezas de los asaltos demoníacos, no se afloja ni se dispersa por el buen humor y la alegría, sino que su psique está alegre en las tristezas y en las alegrías está contenida sin pasarse de la medida justa.
  12. Es muy grande la manía de los demonios contra aquellos que progresan en la zeoría contemplación (natural espiritual). Están en acecho poniendo trampas día y noche. Les crean terribles tentaciones a través de los que conviven con ellos, mientras que los mismos demonios provocan ruidos para asustarlos. Y cuando glorifican y alaban a Dios y están en su descanso, atacan contra ellos por envidia y de varias maneras los entristecen, aunque no pueden hacer mal en aquellos que están dedicados a Dios. Y si no les protegiera el Ángel del Señor Pantocrátor-Todopoderoso, no se escaparían de las trampas mortales de la insidia y de la conspiración demoníaca.
  13. Cuando luchas y combates por la filosofía de la virtud, presta mucha atención con exactitud las insidias de los desastrosos demonios. Porque cuando más progresas a las virtudes excelsas (Sal 83, 6), tanto más aumenta en tu interior la luz divina en las oraciones y recibes por el Espíritu apocalipsis-revelaciones y expectaciones, visiones inexpresables, tanto que los demonios viendo que subes hacia el cielo, rechinan los dientes y con diligencia extienden al aire espiritual sus múltiples redes de sus maldades. Y en efecto, no sólo se sublevarán contra ti sólo los demonios amantes de la carne, del deseo y de la ira, sino que te atacarán también los demonios de la blasfemia por la amargura de la envidia. Además también los demonios que vuelan al aire, los principados y las potestades, te atacarán visiblemente y escondidamente, por la vana fantasía en imágenes, tomando formas extrañas y horribles para hacerte el mal mayor que puedan. Pero si te ocupas con el trabajo espiritual contacto consciente en la oración con el nus en vela vigilando y estudias con los conceptos de la zeoría contemplación natural espiritual las obras de Dios, no te asustarás de las flechas que te arrojan cada día. Ni en tu casa tendrán la fuerza de acercarse (Sal 90,5), porque como son oscuridad son expulsados por la luz (y energía increada) que está en tu interior y se queman por el divino fuego.
  14. Los astutos espíritus malignos tienen muchísimo miedo la jaris (gracia, energía increada) del Espíritu divino, y en concreto aún más, cuando nos ha visitado con abundancia o mientras estamos haciendo la catarsis con el estudio y la oración pura. Por tanto, al no atreverse a acercarse en la casa (Sal 90,5) de los que están sobreiluminados por la jaris divina (energía increada), intentan a asustarlos y a turbarlos sólo con las fantasías, con los ruidos espantosos y con las voces confusas e ininteligibles, para distraerlos y alejarlos del trabajo de la vigilia y de la oración. Incluso, cuando ellos duermen al suelo intentan con varias invenciones y engaños a molestarlos en el sueño. Es decir, están en acecho, envidiando el reposo tan breve por las fatigas y cansancios de ellos, y con unos espasmos o arrebatos les roban el sueño a sus párpados, con el fin de hacer sus vidas más fatigosas y llenas de dolor y sufrimiento mediante estas maquinaciones.
  15. 9 Los espíritus de la oscuridad por lógica nos permite suponer por la experiencia, parece que tienen un cuerpo fino, sea porque aparecen y fingen así para engañar el sentido o la percepción, sea porque fueron condenados a esto desde que han caído del estado angelical. Sin embargo, vienen a pelear y atacan con ímpetu la psique-alma del luchador a la hora que el cuerpo cae en sueño. Esto creo que también es una prueba de la psique que se ha elevado y ya está por encima de la bajeza del cuerpo, para que sea manifestado el estado de su coraje y su valor contra los demonios, que amenazan con estas cosas horribles con gran ira y manía. Contra estos la psique-alma que está herida de eros (amor ardiente) de Dios y consolidada en las virtudes capitales, no sólo se defiende con la ira justa, sino que también los agrede, si ellos poseen alguna sensibilidad o sentido, ya que parece que se han hecho totalmente tierra o terrestres, debido a su caída de la primera y divina Luz (increada).
  16. Antes del enfrentamiento y la derrota de los demonios, muchas veces perturban la sensibilidad o el sentido de la psique y arrebatan el sueño de los parpados. Pero la psique-alma colmada de ánimo, coraje y valor por el Espíritu Santo, desprecia el ataque y la manía amarga de ellos, y sólo con el signo vivificante de la cruz y la imploración del Jesús y Dios, disuelve las fantasías de ellos y los hace huir.
  17. Si has salido de la filosofía práctica para recoger los botines de la victoria contra los espíritus enemigos, observa y presta mucha atención, armándote en todas las partes con las armas del Espíritu. ¿Conoces a qué tipo de enemigos te has atrevido arrebatar sus botines? Enemigos, sí, pero espirituales, incorpóreos y no carnales, mientras que tú aún sirves con tu cuerpo a Dios, el Rey de los espíritus. Debes saber que emprenderán ataque contra ti mucho más salvajemente que antes y tratarán con muchísimos artilugios y tecnicismos hasta herirte sin darte cuenta, mientras estarás tomando los botines, y te arrebatarán cautivo, colmando con gran amargura tu psique-alma o te someterán a duras, dolorosas y penosas tentaciones que serán espinas dolorosas para tu cuerpo y carne (2Cor 12,7).
  18. No es posible que una fuente buena pueda emanar aguas turbias y sucias que exhalan el mal olor mundano; ni tampoco el corazón que se encuentra fuera del reinado de la Realeza increada de los Cielos, puede emanar alguna vez fuentes de vida divina que esparcen perfume de ungüento espiritual. ¿Acaso -se dijo- que la fuente mana por el mismo caño agua dulce y amarga? (St 3,11), ¿puede la higuera producir aceitunas, y la vid higos? (St 3,12). Así tampoco una fuente del corazón puede generar a la vez un concepto bueno y uno malo. Pero el hombre bueno, del contenido bueno de su corazón produce y presenta sus bondades, en cambio el astuto malo y vil, del contenido astuto malo de su corazón produce sus malas astucias, de acuerdo con el logos del Señor (Lc 6,45).
  19. Tal y como es imposible que sin aceite y sin fuego encender una lámpara y alumbre la casa, lo mismo también para la psique-alma es imposible, sin el Espíritu Santo y el fuego divino (increado), hablar con fuerza sobre las cosas y realidades divinas e iluminar a los hombres. Porque, “toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces increadas y creadas, en el cual no hay cambio, ni sombra de variación” (St 1,17).

 

Segunda centuria, capítulos naturales sobre la catarsis del nus

 

  1. El principio de la agapi (amor incondicional, desinteresado) a Dios es el desprecio por las cosas visibles y humanas. El medio es la catarsis del corazón (psicosomático) y del nus (espíritu de la psique), por la cual se abren los ojos espirituales del nus y adquirimos la gnosis (conocimiento divino) de la Realeza increada de los Cielos que está escondida en nuestros corazones (Lc 17,21). Y el final, es el imparable eros (amor ardiente) de las donaciones sobrenaturales de Dios y el deseo natural de la unión con Dios y el descanso eterno en Él.
  2. Donde hay el eros (amor ardiente) por Dios y el trabajo de los principios espirituales y la participación de la luz increada, allí existe también la paz de las fuerzas de la psique-alma y la catarsis del nus y la morada de la Santa Trinidad. Porque el Señor dijo: “Aquel que me ama, aplicará y cumplirá mi logos, y mi Padre también le amará, y vendremos en él y habitaremos juntos con él” (Jn 14,25)
  3. Tres estados de vida hay durante la vida: el carnal, el psíquico y el espiritual. Cada uno de estos estados tiene la correspondiente disposición de vida que es distinta de la de los otros.
  4. El estado carnal de vida se inclina y se dedica completamente a los placeres, al hedonismo y a los deleites de esta vida, y no tiene nada en común con el estado psíquico o el espiritual, ni tampoco quiere adquirirlo. El estado psíquico se encuentra entre la maldad y la virtud, tiende y aspira sólo al cuidado y bien estar del cuerpo y el elogio o la alabanza de los hombres. De igual modo evita también los esfuerzos, las fatigas por la virtud y las praxis de la carne, y no se inclina ni hacia la virtud ni hacia la maldad, a causa de la antítesis de ellas; y no hacia la virtud porque el trabajo de sanación es duro y fatigoso, ni hacia la maldad para que no pierda las alabanzas y los elogios de los hombres. Pero el estado espiritual de la vida no quiere tener ni se dedica de estos dos males, sino que está totalmente libre tanto de un estado como del otro, y con las alas de plata de la agapi y de la apázia (sin pazos, impasibilidad) vuela por encima de los dos estados, es decir, que no comete algo que está prohibido y evita la pereza, la desidia y reposo de los bienes viciosos.
  5. Quienes viven carnalmente y están dominados por la conducta de la carne y son en todo y por todo carnales, no pueden agradar y gustar a Dios (Rom 8,8). Ellos son entenebrecidos en sus actitudes y completamente excluidos o no partícipes de los rayos de la divina luz (increada), porque están cubiertos por las nubes de los pazos, que como muros altos impiden los rayos del Espíritu, y de esta manera permanecen sin ser iluminados; como los sentidos de sus psiques están obtusos e incapacitados, no pueden elevarse hacia las bellezas espirituales de Dios y ver la verdadera luz de la vida real y elevarse por encima de la bajeza de las cosas visibles. Pero al estar de una manera como si se hubieran convertido en animales, manteniendo sólo la percepción del mundo o la sensibilidad mundana, aprisionan la dignidad de la parte lógica de la psique a las cosas sensibles y humanas; y dedican todas sus fuerzas para las cosas visibles y combaten entre sí para estas, de manera que algunas veces por éstas dan hasta su propia vida; están apegados al dinero, a la gloria y a los placeres de la carne, y cuando no lo consiguen, consideran como un gran fracaso y pérdida en no tener estas cosas. Hacia ellos se dirige ciertamente aquel logos profético de parte de Dios: “No permanecerá mi espíritu en estos hombres, porque ellos son carnes” (Gen 6,3).
  6. Aquellos que viven psíquicamente (sentimentalmente, emocionalmente), y por eso son llamados psíquicos, son seres humanos medio tontos y con los miembros como paralizados. Nunca tienen buena voluntad y predisposición para esforzarse por la virtud y por los mandamientos de Dios, y evitan las praxis, acciones reprobables y censurables con tal de tener buena imagen, buena opinión, honra y alabanza de los hombres. Dominados y aprisionados por la filaftía (egolatría, excesivo a amor a sí mismo y al cuerpo), la que alimenta los pazos, ponen todo su cuidado y esfuerzo en el bienestar y disfrute de la carne. Evitan toda tribulación, toda fatiga, todo esfuerzo y todo sufrimiento para la virtud, y cuidan más de lo debido al enemigo cuerpo. Viviendo de esta manera, el nus (espíritu de la psique) de ellos se convierte completamente tierra, mientras que se va engordando por los pazos y no pueden recibir las cosas espirituales y divinas por las que la psique es arrancada de la materia y circula en los cielos espirituales. Y esto lo padecen porque aún están poseídos por el espíritu de la materia, ya que aman a sí mismos y sus vidas y anteponen sus propias voluntades. Por tanto, como están vacíos de Espíritu Santo, no participan de Sus carismas están excluidos. Por eso no es posible ver en ellos fruto divino, es decir, la agapi (amor incondicional) a Dios y al prójimo, ni alegrías y gozo en las tribulaciones y en la pobreza, ni paz en la psique, ni fe profunda, ni autodominio o continencia general, ni siquiera katánixis (compunción o dilatación del corazón), humildad y compasión. Todo en ellos está lleno de orgullo y soberbia. Por eso, tampoco pueden penetrar a las profundidades del Espíritu, porque no tienen ninguna luz en su interior iluminando sus nus (espíritu de la psique) para entender las Escrituras (Lc 24,45), ni tampoco toleran a escuchar de otros. Con razón pues, el Apóstol dijo sobre ellos: “El hombre mundano carnal, es decir, el que no ha renacido y despertado espiritualmente y vive conforme sus instintos inferiores animales y sus pazos pasiones-emociones, no acepta las cosas que apocalipta-revela el Espíritu de Dios, porque le parecen que son locuras, necedades para él, no tiene la capacidad espiritual de conocerlas porque estas realidades se investigan, se razonan y se entienden de modo espiritual por la iluminación de la χάρις jaris gracia energía increada del Espíritu Santo” (1Cor 2,14).
  7. Aquellos que viven en armonía con el Espíritu y han elegido exclusivamente la vida espiritual, son agradables a Dios, están dedicados a Él como nacireos* consagrados a Él (Num 6,2 Jc 13,5 y ss) . (*Nacireos eran gente consagrada al Nacireno, institución religiosa de los antiguos hebreos). Porque siempre con sus esfuerzos y fatigas hacen la catarsis de sus psiques, aplican y cumplen los mandamientos/logos del Señor y derraman su propia sangre por amor a Él. Limpian sus carnes con ayunos y vigilias; con las lágrimas afinan el espesor de su corazón; mortifican sus miembros por las duras fatigas. Con oración y estudio llenan de luz a su nus (espíritu del corazón) y le hacen esplendoroso. Con la negación de sus voluntades, liberan sus psiques-almas de las declinaciones pasionales y viciosas (de los pazos) del cuerpo y se unen completamente al único Espíritu. No por ellos son bien reconocidos como espirituales, sino que así son llamados por todos. Ellos al llegar a la apázia (sin pazos, impasibilidad) y a la agapi (amor desinteresado) toman alas para la contemplación (espiritual natural) de la creación y de allí reciben la gnosis/conocimiento de los seres con sabiduría (1 Cor 2,7), la cual está escondida en Dios y se da sólo en aquellos que han ascendido por encima de la bajeza del cuerpo. Por tanto, una vez sobrepasada la percepción del mundo y con la diania (mente, intelecto) iluminada habiendo alcanzado a la supra percepción o sentido espiritual, adquieren la potencia del logos, y en la iglesia de Dios y a la multitud de los fieles (Sal 39,10 y ss) dirigen logos bondadosos desde su corazón catartizado, purgado, limpio y bondadoso (Sal 44,1). Y se convierten para los hombres sal y luz, tal como dice el Señor para ellos: “Vosotros sois la luz del mundo y la sal de la tierra” (Mt 5,4 y ss).
  8. Aquello que dice el divino logos: “Soltad y liberaos de las preocupaciones y sabed que yoSoy Dios” (Sal 45,11), esto lo conocen también en la praxis y de hecho los que quieren. Por tanto, es conveniente, en aquel que una vez por todas ha renunciado la perturbadora y terrible vanidad de la vida, que se examine y se gire hacia sí mismo con mucha atención e hisijía (paz y serenidad interior) y busque a conocer bien a Dios en su interior, ya que la Realeza increada de Dios está en nuestro interior (Lc 17,23). Y cuando uno actúa de esta manera, y apenas y con el paso de los años pueda exterminar de su psique-alma los signos de la maldad, y una vez haya vuelto a encontrar la antigua belleza, presentarla limpia, pura y lúcidaa Dios que se la ha dado.
  9. Porque el veneno del pecado que se ha acumulado en nuestro interior es mucho, es necesario que sea mucho el fuego catártico (purificador y sanador) de la metania con lágrimas y esfuerzos voluntarios de la ascesis. Porque nos purificamos, nos limpiamos y nos psicoterapiamos de las contaminaciones del pecado o por esfuerzos voluntarios o por sufrimientos involuntarios que permite Dios. Si preceden los voluntarios no vienen los involuntarios. Pero cuando los voluntarios no limpian el interior del vaso y del plato (Mt 23,25), entonces vienen los sufrimientos más fuertes y contribuyen al restablecimiento o apocatástasis a la antigua belleza, porque así ha economizado y dispuesto el Creador.
  10. Se burlan de la piedad y son objeto de burla de las cosas aquellos que no han renunciado al mundo con logos recto y ortodoxo, ni han querido desde el principio tener maestro ni guía (espiritual), sino que siguieron su propia razón y juicio y se consideraron a sí mismos como expertos y sabios en sus propios ojos (Is 5,23).
  11. Las causas y la terapia de las enfermedades del cuerpo uno no puede conocerlas exactamente sin tener mucha experiencia médica, ni los pazos psíquicos sin mucha ascesis sobre estos. Es decir, tal como en la ciencia médica, el diagnóstico de las enfermedades corporales se cree que es precario e inseguro si no hay experiencia, de igual manera son más precarios e inseguros y más difíciles de conocer los diagnósticos de las enfermedades de la psique-alma. Porque en la medida que la psique-alma es superior al cuerpo-soma, tanto más grandes y difíciles de conocer son los pazos y enfermedades de ella respecto a los del cuerpo que se ven sensiblemente a todos.
  12. Las cuatro virtudes generales y capitales fueron creadas y existen por naturaleza en el ser humano; de ellas como de cuatro fuentes, se llenan de aguas los ríos (Gen 2,10) de todas las demás virtudes y riegan la ciudad de Dios, (Sal 45,5) que es el corazón que se limpia, se purifica y se consuela por las lágrimas. El que ha guardado estas virtudes firmes e imperturbables por los espíritus malignos y astutos, o cuando han caído las volvió a levantar por las frecuentes fatigas y esfuerzos de la metania, éste ha construido para sí mismo un palacio real, en el cual viene a habitar el Rey del universo (Jn 14,23), compartiendo y dando en abundancia Sus donaciones en aquellos que de esta manera se han preparado.
  13. La duración de la vida es breve, los siglos futuros son inmensos, y el espacio de la vida presente es poco. Y el hombre este gran y pequeño animal viviente que se le ha sido dado este espacio breve, es débil e impotente. Por tanto, el tiempo de vida es muy limitado, el hombre es impotente y débil, pero la recompensa y el premio que es concedido como salario de las luchas y combates es grande, pero peligro si tuviera que estar en una vida muy larga, porque tiene muchísimas tentaciones, pruebas y espinas.
  14. Dios no quiere que el trabajo de los luchadores sea sin pruebas sino muy bien probada. Por eso deja el fuego de los las tentaciones y restringe por poco Su jaris (gracia, energía increada) que se los concede desde lo alto y permite que la serenidad de los loyismí (pensamientos y fantasías) sea perturbada provisionalmente por los espíritus malos y astutos, para ver la tendencia de la psique hacia quién se regala más, a su Creador y Benefactor, o a la percepción y sensibilidad del mundo y al engaño del placer o hedonismo. De esta manera dobla Su jaris en aquellos que progresan en Su agapi, o si se vuelcan hacia las cosas materiales los azota con tentaciones y tribulaciones, hasta que no le tomen odio el rodeo inestable de las cosas visibles y laven con sus lágrimas la amargura de los placeres que provienen de estas.
  15. Cuando la paz de los loyismí (pensamientos) ha sido perturbada por los espíritus malos y astutos, inmediatamente los demonios, cazadores y amantes de la carne, envían dardos candentes del deseo o de la concupiscencia (Ef 5,16) contra el nus (espíritu de la psique) que corre velozmente hacia las alturas. Por tanto, el nus una vez impedido en su movimiento hacia el movimiento hacia lo alto, se enreda en movimientos indebidos, mezclados y desordenados. Así empieza la carne a revolucionarse contra el nus, arrastrándole hacia abajo con cosquilleos y ardores, deseando meterle a la cloaca del hedonismo o placer. Y si el Señor Sabaoz (o de los ejércitos) no hubiera acortado esos días y no hubiera dado la fuerza de la paciencia a Sus siervos, no se salvaría nadie (Mt 24,22)
  16. El demonio de la fornicación muy experto, muy metódico y astuto, en unos se convierte en caída y estanque fangoso, en otros en flagelo y justo azote, en otros en tentación y prueba de la psique-alma. De estos, la caída y estanque fangoso se observa en los principiantes que arrastran el yugo con flojedad y negligencia; el flagelo y el azote justo en aquellos que se encuentran a la mitad de la virtud y avanzan con una lentitud; y la tentación y la prueba en aquellos que han extendido las alas del nus (espíritu de la psique) a la zeoría contemplación y alcanzaron bien a la más perfecta apázia (sin pazos, ni vicios, impasibilidad). Es decir, el beneficio de cada uno es economizado y administrado de Dios.
  17. Caída y estanque fangoso se convierte el demonio de la fornicación o lujuria en aquellos que pasan la vida solitaria con toda indiferencia. Los miembros del cuerpo de ellos los quema el fuego del deseo y los indica métodos de hacer la voluntad de la carne y sin contacto con otro cuerpo, por lo que es asqueroso hasta de hablar y pensar (Ef 5,12) uno sobre estos métodos y acciones. Ellos, como dice el Apóstol Pablo, contaminan sus carnes y comen los frutos del placer o hedonismo salado y sus rostros se convierten muy oscuros, muy tenebrosos y con justicia pierden también las cosas superiores y divinas. La psico-terapia para ellos, si quieren, será la metania ardiente y la katánixis (compunción o dilatación del corazón) con las lágrimas que provienen de ella, la cual produce también la evitación del mal y catartiza, limpia, purga, purifica y psicoterapia la psique-alma de las contaminaciones y la hace heredera de la misericordia de Dios. El sabio Salomón se refiere a la compunción diciendo: “La psico-terapia remedia grandes pecados” (Sab Sal 10,4).
  18. Azote y flagelo se convierte este espíritu en aquellos que progresan y se perfeccionan a la primera apázia (sin pazos o impasibilidad) mediante la filosofía práctica y avanzan hacia cosas más perfectas. Porque, cuando ellos se descuidan y aflojan el vigor de la ascesis por la pereza espiritual y se declinan un poco a la consideración del mundo sin protegerse, sin tener cuidado y desean las cosas mundanas, entonces Dios se deja contra ellos el demonio para azotarlos, y comienza a golpear al que así piensa, con loyismí (pensamientos y fantasías) del deseo carnal; esto se hace por la extrema bondad de Dios; dado que no podrán soportarlos, volverán atrás rápidamente al castillo del trabajo y de la atención y vigilancia, y se ocuparán con más ganas, con más disposición y con más esfuerzo al trabajo de las obras que los salvan. Porque el Dios, siendo realmente bondadoso, no quiere por nada que la psique-alma que ha alcanzado este punto o nivel se vuelva totalmente hacia la percepción o sensibilidad del mundo, sino que camine siempre hacia adelante emprendiendo con gran disposición y muchas ganas las obras más perfectas, para que el azote de la maldad no se acerque a la casa (Sal 90,10).
  19. Tentación, espina y prueba, por economía o concesión de Dios, se convierte este espíritu en aquellos que por la primera apázia (impasibilidad, sin pazos) han avanzado a la segunda, de modo que cuando son tentados, recuerden su debilidad e impotencia y así no se enorgullezcan y se exalten, como dice el Apóstol, por la grandeza de las apocalipsis/revelaciones que reciben durante la zeoría contemplación espiritual (2Cor 12,8); sino que viendo la ley del pecado que se va contra la ley de sus conciencias, expulsar de la memoria también hasta el recuerdo fino del pecado, por miedo a probar la contaminación que nace por este recuerdo y no bajar los ojos de su nus de la altura de la zeoría contemplación espiritual.
  20. Los únicos que pudieron conservar imperturbable su nus-espíritu incluso del recuerdo fino del pecado, son aquellos que se hicieron dignos por la jaris (gracia, energía increada) del Espíritu Santo a recibir desde el cielo la mortificación vivificante del Señor en sus miembros y en sus pensamientos y conceptos. Y llevan la carne muerta para el pecado, mientras que el espíritu-nus de ellos se ha enriquecido de la vida que da Jesús Cristo para la realización de la justicia (Rom 8,10). A los que les ha sido dado nus-espíritu de Cristo (1Cor 2, 16), con logos de sabiduría (1Cor 12,8), en estos siguió también la mortificación vivificante junto con la gnosis (conocimiento increado) de Dios.
  21. A las psiques-almas que progresan en la catarsis, por regla general, las ataca el espíritu de la ira y del deseo, para sacudir los frutos del Espíritu Santo, ya que están muy cargadas de frutos. La razón es que en estas psiques-almas se derrama la alegría de la libertad, mientras que la sabiduría-sofía de Dios que siempre economiza y concede para el interés propio de ellos, quiere atraer siempre el nus-espíritu hacia sí misma y las psiques permanezcan imperturbables en la humildad, para que no se enorgullezcan frente a los demás o por la abundancia de la libertad y la riqueza de los divinos carismas, piensen y presuman que con su propia fuerza e inteligencia adquirieron este gran palacio de la paz. Por eso permite a estos espíritus malignos y astutos a atacar contra las psiques-almas, mientras que simultáneamente retrocede la paz de ellas, de manera que por el miedo a la caída permanezcan inamovibles en la bienaventurada humildad, y aprendiendo que están atadas con la carne y la sangre, buscar a esta fortaleza o castillo familiar a sus naturalezas, en el cual pueden protegerse y quedar indemnes e inocuas por la potencia del Espíritu Santo.
  22. Dios permite que vengan tentaciones a nosotros según la enfermedad de los pazos y la putrefacción del pecado que está en nuestro interior y prepara Su fármaco amargo para nuestros pecados que sea más fuerte o más flojo según nuestro pecado. Si la materia del pecado que está en nuestro interior se afronta y se terapia o se cura fácilmente, es decir, si es constituida de loyismí (pensamientos) hedonistas, amantes del placer y de la vida materialista, entonces el cáliz de nuestras tentaciones se nos da por el Médico mezclado con simpatía y compasión, porque faltamos en conceptos humanos y aún estamos influenciados por las cosas humanas. Pero si esta materia es difícil de curar y ha progresado al fondo y produce putrefacción mortal, dado que se constituye de loyismí de arrogancia y de extrema soberbia, entonces al cáliz de las tentaciones se nos da sin ser diluido, con ira dura, de manera que, dentro en el fuego de las variopintas tentaciones, se fusione y retroceda la enfermedad por la humildad y así se marche de nuestras psiques. Y cuando con las lágrimas hayamos lavado a los loyismí salados y amargos, presentarnos limpios y puros dentro de la luz de la humildad al Médico o Psicoterapeuta de nuestras psiques.
  23. No hay otra manera que los luchadores puedan escapar de las sucesivas tentaciones sino entienden profundamente su impotencia y debilidad y creen verdaderamente que no tienen ninguna virtud y que son indignos de cualquier honor, consuelo y alivio. Porque el objetivo de Dios, el Médico/Psicoterapeuta de nuestras psiques-almas, es que seamos siempre humildes y modestos, ajenos a todo hombre e imitadores de Sus padecimientos, pasiones. Ya que el Mismo era apacible y humilde de corazón, quiere que nosotros también corramos el camino de Sus mandamientos con apacibilidad y humildad del corazón (Mt 11,28).
  24. La humildad no se consigue por doblar mucho la cabeza o por la cabellera sucia, o por ropa descuidada, vieja y sucia, cosas con las que creen que depende todo lo de la virtud, sino por el corazón quebrantado y el espíritu de humildad, de acuerdo con los logos de David: “Dios no rechazará al que tiene espíritu humilde y corazón quebrantado” (Sal 50,19).
  25. Una cosa es hablar con humildad, otra cosa es la humildad y otra cosa es la conducta o actitud humilde. El hablar con humildad y la humildad se logran por los luchadores con cada fatiga del cuerpo y los esfuerzos exteriores de la virtud, mientras ellos se ocupan solamente sobre el trabajo y la gimnasia del cuerpo. Por eso, como la psique-alma no se encuentra siempre en buen estado y ánimo, si por casualidad viene una tentación, éste hombre se perturba. Pero la conducta o actitud humilde es algo celeste y divino y nace solo en aquellos que han superado la mitad de la virtud por la venida del Espíritu Santo, es decir, en aquellos que anteriormente con toda humildad caminaron el sendero de la virtud.
  26. La humildad cuando se ha introducido en las profundidades de la psique-alma y ha caído encima de ella como una piedra pesada, la aplasta y la oprime con tanta potencia, que toda su fuerza se agota por el irrefrenable ímpetu de las lágrimas, y el nus-espíritu queda limpio, purgado y sanado de toda mancha de los loyismí (pensamientos, fantasías), y con esto llega, como dice Isaías, a la visión de Dios y de esta manera mientras se encuentra bajo la energía divina (increada), decir: “Ay de mí, estoy perdido y paralizado, porque yo que soy un hombre y tengo los labios sucios, he visto con mis ojos al Rey, al Señor Sabaoz o de los ejércitos (Is 6,5)
  27. Cuando en la profundidad de tu interior adquieras el hablar humildemente, entonces se alejará de ti la tendencia de hablar con soberbia y grandes palabras. Cuando se instala la humildad en lo profundo de tu corazón, entonces el hablar con humildad tanto superficial como profundo será expulsado fuera de ti. Pero cuando finalmente recibas de Dios la riqueza de la humildad, entonces esta humildad exterior y superficial y la palabrería humilde o el hablar humildemente con la lengua, serán eliminados completamente de ti, según Pablo, quien dice así: “Cuando venga lo perfecto, desaparecerá lo parcial” (1Cor, 13,16)
  28. La distancia que hay entre el oriente y el ocaso (Sal 102,12), de igual manera dista el verdadero modo de hablar del estado de la verdadera humildad; y cuanto más grande es el cielo en relación con la tierra y la psique-alma en relación con el cuerpo, de mismo modo tanto superior la humildad que se concede a los perfectos por el Espíritu Santo es más perfecta y superior que la humildad real.
  29. No creas fácilmente que es humilde de corazón aquel dice cosas humildes bajo la apariencia de humildad, ni creas que aquellos que hablan con palabras altisonantes y grandes, llenos arrogancia y soberbia, si antes no los pruebas. Y los conocerás por sus frutos (Mt 7,16), ya que por el fruto se conoce el árbol (Dan 3,39).
  30. Los frutos del Espíritu Santo son: agapi-amor, alegría, paz, cristotis- bondad, magnanimidad (generosidad, tolerancia), fe y continencia. Los frutos del espíritu maligno: odio, ansia mundana, desorden de la psique-alma, turbación del corazón, mala astucia, vileza, curiosidad, indiferencia, ira, incredulidad, envidia, glotonería, embriaguez, maledicencia o mal hablar, condena, soberbia, orgullo, arrogancia deseos de la carne, deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida (1Jn 2,16). Por tanto, con tales frutos reconocerás el árbol. Así reconocerás qué espíritu lleva cada uno que se te acerca. Incluso estos signos los tendrás más claros a través de los logos del Señor: “El hombre bueno, del tesoro bueno saca cosas buenas; y el hombre astuto maligno y vil, del tesoro maligno y blasfemo saca logos blasfemos y cosas malas” (Mt 12,35).
  31. En aquellos, pues, que se encuentren y se observan los frutos del Espíritu Santo, en ellos habita el Dios, y de ellos mana la fuente clara del logos con sofía-sabiduría y gnosis (conocimiento divino), tanto si los escuchas hablar logos humildes como elevados. En aquellos que no se observan los frutos y los carismas del Espíritu, sino los frutos y signos del espíritu maligno, en ellos hay la oscuridad de la ignorancia de Dios, multitud de pazos y un nido de espíritus malignos, tanto si se los ve hablar y vestir humildemente, como si se los ve decir grandes logos con vestiduras elegantes y apariencia exterior de grandiosidad.
  32. La verdad no se caracteriza ni se califica por las caras o rostros, por las figuras y los logos, ni el Dios descansa en estas cosas, sino en corazones contritos y quebrantados (Sal 50,19), en espíritus con humildad (Dan 3,39) y en psiques-almas iluminadas por la gnosis de Dios. Sucede que a veces vemos que alguien en su homilía (discurso) se rebaja exteriormente y hacia todos utiliza palabras humildes, buscando así los elogios y las alabanzas de los hombres, pero interiormente está lleno de orgullo, de soberbia, de presunción, de envidia, de rencor y de resentimiento hacia su prójimo. En cambio, otras veces vemos que alguien combate por la justicia exteriormente con logos grandes y sabios, erigiéndose contra la mentira y la transgresión de las leyes divinas, es decir, mirando y aspirando únicamente la verdad, mientras que por dentro es todo modestia, humildad y agapi (amor incondicional y desinteresado) hacia el prójimo; a veces también le vemos gloriarse en el nombre del Señor, tal como hizo Pablo, diciendo: “Me gloriaré y me jactaré por mis enfermedades y flaquezas” (2Cor 12,9).
  33. El Dios no observa superficialmente y la apariencia de aquellas cosas que decimos y hacemos, sino las disposiciones e intenciones de las psiques-almas y el propósito o el fin por el que hacemos algo de las cosas que se ven o por el cual decimos algo de las cosas que se entienden; como aquellos que superan en inteligencia a los demás, y se fijan más profundamente tanto en los motivos de los logos como en los resultados de las obras, y emiten por esto juicios sanos y conclusiones sin equivocarse. El hombre observa y ve el rostro o cara, pero el Dios mira y ve el corazón (1Re 16,7).
  34. El Dios consideró que de generación en generación nunca dejaría de presentar, mediante el Espíritu Santo, algunos de Sus profetas y amigos para la edificación de Su Iglesia. Es decir, si el antiguo dragón o serpiente no ha parado de vomitar veneno del pecado a los oídos de los hombres, por el cual se produce la perdición de la psique-alma, ¿cómo Aquel que ha plasmado los corazones de los hombres ( (Sal 32,15), no hará levantar del polvo de la humillación al desvalido, y del estiércol de los pazos al pobre y desgraciado (Sal 112,7), y no le dará la espada del Espíritu, el cual es el logos de Dios (Ef 6,17), mandándole como ayuda para Su herencia? Por tanto, es lógico que quienes renuncian a sí mismos, comienzan por la humildad y corren a las alturas de la gnosis (conocimiento espiritual); y en ellos se da de lo alto el logos de la sofía-sabiduría por la dinami (potencia de la energía increada) de Dios, para que lleven y anuncien la buena nueva de la salvación en Su Iglesia.
  35. “Conócete a ti mismo”, esto es realmente la verdadera humildad, que quebranta el corazón y enseña sentir la humildad, para esta debes trabajar y cuidar (Gen 2,15). Pero si aún no te conoces a ti mismo, tampoco conoces, ni conocerás lo que es la humildad, ni has comenzado el trabajo y la práctica espiritual verdadera y el verdadero cuidado.
  36. Quien por la catarsis purgación, limpieza y purificación ha alcanzado la pureza del corazón, ha llegado a la gnosis (conocimiento) de los seres, éste se ha conocido a sí mismo según lo dicho: «Conócete a ti mismo γνώθι σαυτόν». Pero aquel que no ha llegado aún a la gnosis de los logos (razones, causas) de la creación y de las cosas divinas y humanas, ha conocido por supuesto las cosas alrededor de él y las fueras de él, pero de ninguna manera se ha conocido a sí mismo.
  37. Una cosa soy yo y otra las cosas relacionadas conmigo; también otra cosa son la relacionadas conmigo y otra cosa son las que están alrededor de mí. Yo soy icona/imagen de Dios, que se ve en psique-alma espiritual, inmortal y lógica, porque tengo el nus-espíritu que es el padre del logos, indivisible e inseparable de la psique y consustancial con ella. Las cosas y realidades relacionadas a mi son las cualidades o atributos innatos, congénitos del hombre que es reinar y mandar en la creación, ser lógico e independiente o libre albedrío. Las cosas alrededor de mí son las que puedo escoger con mi voluntad: ser agricultor, comerciante, matemático, hombre de estudios o filósofo. Las cosas que están fuera de mí son las que se refieren a los honores sociales y a la nobleza mundana, tales como la riqueza, la doxa-gloria, el honor, la prosperidad, los grandes axiomas y títulos, o lo contrario, la pobreza, la ignominia, el deshonor, la desgracia.
  38. Quien se ha conocido a sí mismo, ha terminado todos los trabajos según Dios (Heb 4,10) y ha entrado en el lugar sagrado de Dios, es decir, al trabajo espiritual del Espíritu y al puerto de la divina apázia, (sin pazos, ni vicios, impasibilidad) y de la humildad. Pero aquel que no ha alcanzado a conocerse a sí mismo mediante la humildad y la gnosis (conocimiento espiritual), todavía camina en la fatiga y en el sudor de la vida. De esto habla también David cuando dice: “Trabajo arduo y copioso afronto yo para poder entrar al lugar sagrado de Dios” (Sal 72,16 y ss).
  39. Cuando uno se ha conocido a sí mismo –y por eso se requiere mucho cuidado exterior y alejamiento de las cosas mundanas y examen de la conciencia-, entonces de repente viene e invade de modo sobrenatural la humildad divina y produce quebrantamiento al corazón y lágrimas de dulce katánixis (compunción o dilatación del corazón), de modo que el que es movido y contenido por ésta se considera tierra y ceniza (Gen 18,27), gusano y no ser humano (21,7), y además ni siquiera se considera digno de esta vida animal; y esto a causa de la excesiva donación de Dios, en la que aquel que se hizo digno de hacerla perdurar se colma de otra embriaguez, la de la katánixis (compunción o dilatación del corazón), y desciende entrando en el abismo de la humildad y, saliendo fuera de sí mismo no le importa nada de las cosas exteriores, comidas, bebidas y vestimentas del cuerpo, excepto de las cosas necesarias, porque ha recibido la buena alteración y metamorfosis por la diestra del Altísimo (Sal 76,11).
  40. Entre las virtudes la mayor es la humildad. En aquellos que ella se ha sembrado y quedado permanente por la verdadera metania, llevando como compañeras de viaje la oración y la continencia o autodominio, los libera inmediatamente de la esclavitud de los pazos (emociones, pasiones, vicios, adicciones malas etc.), concede la serenidad y la paz en sus fuerzas psíquicas y hace la catarsis, purgación y purificación del corazón con las lágrimas, llenándolo de calma y serenidad por la visita del Espíritu. Así pues, una vez que se han transformado o metamorfoseado así, se fortalece por esto el logos de la gnosis (conocimiento) de Dios y llegan a la zeoría contemplación de los misterios de la Realeza increada de los Cielos (Mt 13,11) y los mismos logos (causas, razones) de la creación. Y cuanto más profundizan a las profundidades del Espíritu, tanto más profundizan al abismo de la humildad. De esto aumenta en ellos el reconocimiento de sus medidas (o límites), conocen la impotencia y la debilidad de la naturaleza humana y se multiplica la agapi (amor incondicional) a Dios y al prójimo, por lo que consideran que absorben y reciben santificación sólo con el simple saludo y acercamiento de aquellos con los que se relacionan.
  41. Ninguna otra cosa da alas y eleva la psique tanto en el eros (amor ardiente) por Dios y a la agapi (amor desinteresado) a los hombres, como la humildad, la katánixis (compunción o dilatación del corazón) y la oración pura. La primera quebranta el espíritu de la psique, hace que emanen ríos de lágrimas y enseña al hombre a conocer su medida y sus limitaciones, trayéndole ante sí la pequeñez y brevedad de la vida humana. La segunda hace la catarsis purga, purifica y psicoterapia al nus (espíritu de la psique) de la materia, ilumina los ojos del corazón y convierte la psique-alma toda resplandeciente. La tercera une al hombre entero con Dios, haciendo que su vida sea similar a la de los ángeles, le concede el sabor de la dulzura de los bienes eternos de Dios, le dona los tesoros de los grandes misterios, le incendia con la agapi (amor incondicional) y le convence a sacrificar su vida a favor de sus amados, porque ha sobrepasado los límites de la pequeñez del cuerpo.
  42. Guarda y vigila bien el buen depósito (1Tim 6,20) de la enriquecedora humildad, en la cual se han depositado los tesoros apócrifos o secretos de la agapi divina (Gal 2,9) y se guardan las perlas de la katánixis (compunción o dilatación del corazón). Allí también descansa el Rey Cristo el Dios como en un trono creado de oro, distribuyendo las donaciones del Espíritu Santo a los discípulos de la humildad, y les regala Sus grandes axiomas o atributos. Es decir, el logos de Su gnosis, Su inefable sabiduría, la clarividencia de las cosas divinas, la previsión de las cosas humanas, la mortificación vivificante, mediante la apázia (sin pazos, ni vicios, impasibilidad) y la unión con Él para co-reinar con Él en la realeza increada de Dios y Padre, como el Mismo rogó a Su Padre para nosotros, diciendo: “Padre, quiero que los que me has dado, estén allí donde estoy yo también” (17,24).
  43. Cuando el que se fatiga en la práctica activa de los mandamientos se encuentra repentinamente en una felicidad y alegría inexplicable e inefable, de modo que quede sumido en una alteración o metamorfosis extraordinaria, irrazonable y paradójica de manera que no sienta el peso del cuerpo y se olvide del alimento, el sueño y otras necesidades de la naturaleza, debe saber que para él esta es una visita de Dios, la que produce en los luchadores la mortificación vivificante y en estas personas les dona desde aquí ya el estado de los Incorpóreos. Esta vida bienaventurada la produce la humildad; nodriza y madre es la santa katánixis (compunción o dilatación del corazón); amiga y hermana es la zeoría contemplación de la divina luz increada; el trono es la apázia (sin pazos, ni vicios, impasibilidad); y finalmente, la Santa Trinidad.
  44. Quien ha conquistado como a una acrópolis (punto más alto de la ciudad) este estado, no puede estar bajo las cadenas de la percepción y sentimiento de las cosas sensibles. Ya no tiene en cuenta para nada de los placeres y agrado de la vida, no hace distinciones entre lo profano y lo sagrado; sino que, como Dios que hace llover y hace que salga el sol para justos y para los injustos (Mt 5,45), para los malvados y para los buenos, lo mismo él también hace surgir y expande sobre todos los rayos de la agapi (amor incondicional) y su corazón no está con reservas, cerrado y entristecido (2Cor 6,12), porque lleva en su seno la agapi incondicional hacia todos; sólo se entristece y se apena cuando no hace el bien ni beneficia como quisiera. De él sale, como del Edén (Gen 2,10), otra fuente, la fuente de la katánixis (compunción o dilatación del corazón) que se divide en cuatro corrientes –la humildad, la castidad, la apázia (sin pazos, ni vicios, impasibilidad) y la oración elevada y sin distracción- y riega la faz de toda la creación espiritual de Dios.
  45. Aquellos que no saborearon la dulzura de las lágrimas de la katánixis (compunción o dilatación del corazón) y no conocen cuál es la operación de la jaris-gracia con su energía (increada), creen que estas lágrimas no difieren en nada de las que se derraman sobre los muertos, y crean sobre sí mismos varias excusas infundadas y silogismos inciertos. Pero estas lágrimas para nosotros son naturales; cuando la soberbia de nuestro nus (espíritu de la psique) se doblega hacia la humildad y la psique-alma cierra la vista al engaño de las cosas visibles y los abre solamente para la zeoría contemplación de la primera Luz inmaterial e increada, luego de haber despojado toda percepción, sentimiento y sentido del mundo y recibiendo el consuelo celeste del Espíritu, inmediatamente las lágrimas corren como aguas del río y dulcifican los sentidos de la psique y colman el nus de toda alegría y de divina luz (increada). Además, quebrantan el corazón con la metania y hacen el nus humilde con la zeoría contemplación de las cosas divinas. Es imposible que estas cosas sucedan en aquellos que gimen y se lamentan por otros motivos y razones.
  46. Es imposible de otra manera abrir la fuente de las lágrimas sin la profundísima humildad, y tampoco puede ser humilde sin la katánixis (compunción o dilatación del corazón) que nace en nosotros después de la visita del Espíritu. Dado que la humildad genera la katánixis (compunción o dilatación del corazón) y ésta genera la humildad en nosotros en virtud el Espíritu Santo. Es decir, una se ata con la otra como en una cadena y constituyen una gracia o virtud manteniendo el vínculo con el Espíritu inquebrantable.
  47. La luz (increada) que concede el Espíritu Santo en la psique-alma, suele alejarse y perderse por las conversaciones y por las comidas a causa de la pereza espiritual, de la negligencia y de la indiferencia. Porque la indiferencia (por la espiritualidad) en las comidas, la dieta voluptuosa y hedónica, la incontinencia de la lengua y la falta de vigilancia de los ojos, expulsan la luz del Espíritu Santo y nos hacen tenebrosos. Y cuando estamos colmados de oscuridad, entonces todas las bestias del campo (Sal 103,11) de nuestro corazón, es decir, los loyismí (pensamientos y fantasías) rodean en el interior de la psique rugiendo y buscando alimentarse de pazos o pasión indecente y arrebatar el tesoro que ha puesto en nuestro interior el Espíritu. Pero la verdadera amiga continencia y la oración angelical no sólo no permiten que pase algo así cerca de la psique, sino que también la luz del Espíritu la mantienen inextinguible, no apagada en el nus (espíritu de la psique) y hacen el corazón sereno y calmado; incluso hacen nacer la pura divina katánixis (compunción o dilatación del corazón), ensanchan el corazón hacia la agapi de Dios y la unen toda a Cristo en la felicidad y en la castidad o virginidad.
  48. Nada es más familiar con lo lógico de la psique (creado por el Logos), como la pureza y la templanza de la psique-alma. Madre de ellas en todo es la amiga y amada continencia. Padre de la continencia es el temor. El temor, cuando se transforma en deseo y se une con el deseo de las cosas divinas, convierte la psique sin temor y plena de agapi de Dios y madre del logos divino.
  49. El temor cuando se une con la psique-alma, por la metania, genera en ella concebir el logos del Juicio-Krisis, entonces rápidamente la rodean los sufrimientos y las penas del hades/infierno y la tiranizan gemidos, dolores y apretones del corazón, mientras va pensando la recompensa de las praxis malas y de los pecados; luego, una vez que con muchas lágrimas y dolores haya captado y desarrollado en el seno de su diania (mente, intelecto) el espíritu de la salvación, lo da a luz sobre la tierra de su corazón. Después, la psique liberada de las penas y sufrimientos del hades/infierno y librada de los gemidos del juicio, la domina el anhelo y la alegría de los futuros bienes y va a su encuentro la amiga castidad junto con la templanza que por el divino eros (amor ardiente) la une con Dios. Cuando la psique se ha unido con Dios, siente un placer inexpresable, de modo que deja correr con placer y dulzura las lágrimas de la katánixis (compunción o dilatación del corazón), alejándose de la percepción universal, corre como extática detrás del Novio y grita con voces indescriptibles: “Correré detrás de ti siguiendo el aroma de tu perfume; dime tú que te amé con todas mis fuerzas, ¿dónde apacientas tus ovejas? ¿Dónde descansas al mediodía de una zeoría contemplación espiritual pura? Dímelo, para que me encuentre yo también al rebaño de los justos. Tú concedes los resplandecimientos de los grandes misterios” (Cant 1,7). Y el Novio, introduciéndola en la habitación de Sus misterios escondidos, la hace digna de contemplar y considerar con sabiduría los logos de la creación.
  50. No digas con tu nus o corazón ni pienses con tu mente que: “es imposible volver a recuperar la castidad de la virginidad, ya que después de haber caído varias veces bajo la corrupción, la manía y la locura del cuerpo”. Porque donde se han hecho esfuerzos duros de metania con fatiga y ardor de la psique, y corran ríos de lágrimas por la katánixis (compunción o dilatación del corazón), caen todas las fortalezas del pecado, se apaga el fuego de los pazos y se celebra el renacimiento celeste o espiritual por la venida del Paráclitos y de nuevo se hace la psique-alma palacio de la castidad y de la virginidad. Y una vez que baje en la psique el Dios sobrenatural con la luz (increada) y la alegría inexpresable, y sentado en el nus (espíritu de la psique) como en un trono glorioso y alto, donándola la paz de sus fuerzas con los siguientes logos: «Paz en vosotros (Jn 20,21) de los pazos que os combaten, “os doy mi paz” (Jn 14,27) para que actuéis según naturaleza, “os dejo mi paz” (Jn 14,27) para que os perfeccionéis en el estado sobrenatural». Por tanto, el Dios psicoterapiando y curando con esta triple donación divina las tres partes de la psique-alma, y elevándola a la perfección tríadica y uniéndola en Sí Mismo, la restablece ya íntegramente virgen, bella y hermosa, mezclándola con el suave perfume de la castidad y la dice: “Levántate, bella paloma mía, ven cerca de mí con la filosofía práctica, porque he aquí el invierno de los pazos ha pasado y la lluvia de los loyismí placenteros y hedónicos se ha perdido, y aparecieron las flores de las virtudes con el perfume de los divinos conceptos encima de la tierra de tu corazón. Levántate y ven cerca de mí con la gnosis de la zeoría contemplación natural; y de nuevo, ven paloma mía, sola cubierta del gnofos (nube de supraluz increada que deslumbra y trasciende toda luz) de la teología mística y de la fe inquebrantable y firme como roca en Mí, tu Dios” (Cant 2,10 y ss).
  51. Considero bienaventurado, por la buena y bella alteración o conversión (Sal 76,11) y por la buena ascensión, quien por la filosofía práctica ha escalado y saltado la muralla (Sal 17,30) del mal hábito pasional, y desde allí con las alas de la apázia (sin pazos, ni vicios, impasibilidad) , las plateadas (Sal 67,14) con la gnosis se ha elevado al aire espiritual de la zeoría contemplación de los seres y a continuación se ha introducido al gnofos (nube de supraluz increada que deslumbra y trasciende toda luz) de la teología, donde ha terminado todas estas obras y reposó en Dios (Heb 4,10) que es la vida bienaventurada. Porque así se hizo ya ángel terrenal y hombre celeste y glorificó a Dios durante su vida, por eso el Dios le glorificará (Jn 13,32 y ss).
  52. Los que aman la ley de Dios, tienen mucha paz y no hay para ellos motivo de tropezar y escandalizarse. Porque que no todo lo que gusta a los hombres también gusta a Dios, pero las cosas que parecen ser no tan buenas, son según sus naturalezas (Gen 1,31) muy buenas para el que conoce los logos (razones, causas) de los seres y de las creaciones.
  53. Es magnífico y bello para uno morir para el mundo y vivir para el Cristo. Porque uno, de otro modo no puede renacer (espiritualmente) según el logos del Señor: “«Amín, amín, de verdad en verdad te digo, el que no nazca de nuevo de arriba, del cielo, no podrá conocer, ver y disfrutar de la realeza increada de Dios» (Jn 3,3). Este renacimiento se hace por el sometimiento y obediencia a los padres espirituales. Porque si antes no recibimos en nuestro interior la semilla del logos por la enseñanza de los padres y mediante a ellos no concebimos que son de Dios, no podemos renacernos de lo alto (y convertirnos en hijos de Dios por la jaris a través de ellos). Así también los doce Apóstoles renacieron de uno solo, el Cristo, y los setenta Apóstoles nacieron de los doce y fueron adoptados por el Dios y Padre, tal como dijo el Señor: “Vosotros sois hijo de mi Padre celestial” (Mt 5,45). Por eso también Pablo nos dice: “Porque aunque tuvierais diez mil pedagogos que os hablen de Cristo, no tendríais muchos padres, pues por medio del evangelio yo con la iluminación y dinamis potencia y energía increada de Cristo os he engendrado e instruido espiritualmente por el evangelio a la nueva vida en Jesús Cristo” (1Cor 4,15 y ss).
  54. No estar uno sometido al padre espiritual, imitando a Cristo que se sometió a Su Padre hasta la muerte y muerte en la cruz (Fil 2,8), significa que no renacerá de lo alto (Jn 3,3). Ahora bien, el que no se ha convertido en hijo predilecto del padre bueno, y no ha renacido por el Logos y el Espíritu, ¿cómo podrá el mismo hacerse padre de hijos buenos y cómo generará hijos espirituales buenos, semejantes con la bondad del padre? En cualquier caso, si no es así, según el árbol será también su fruto (Mt 12,33).
  55. La incredulidad es una cosa mala, el peor brote o fruto de la mala astuta maligna avaricia (filargiría, amor al dinero y la plata) y de la envidia. Y si ella es un mal, ¿cuánto lo será la madre de ella? Dado que ella hace a los hombres que el amor al oro (o al dinero) sea más estimado que el amor-agapi a Cristo y al Creador del oro lo coloca por debajo de él, y aquellos que ofrecen culto a la creación y no al Creador y en el lugar de la verdad de Dios ponen la mentira (Rom 1,25), los convence que rindan culto al oro o al dinero más que a Dios. Por tanto si la enfermedad de la avaricia (filargiría, amor al dinero y la plata) es un mal tan grande, de manera que se ha llamado segunda idolatría (1Tim 6,10, Col 3,5), entonces ¿no supera todo grado de maldad la psique-alma que padece voluntariamente de ella?
  56. Si quieres ser amigo de Cristo, debes odiar el oro y su amor insaciable, porque dirige hacia sí la diania (mente, intelecto) y la aleja de la dulcísima agapi de Jesús, la cual no se manifiesta con palabras, sino por el trabajo de Sus mandamientos/logos (1Jn 3,18, Jn 14,15). Pero si anhelas el oro o dinero, ay de ti, lo ganarás provisionalmente escondiéndolo en la tierra, ya que consideras ganancia el amor a él y no una gran pérdida (Fil 3,18), prefiriéndolo y anteponiéndolo a Cristo; pero debes saber que serás perjudicado y privado de Cristo y junto con esta pérdida también perderás a Dios, que es tu capital y que sin Él no hay vida de salvación para los hombres.
  57. Si amas el oro o el dinero, no amas a Cristo. Por tanto, si no amas a Cristo y amas el oro o el dinero, observa con quién te hace semejante este tirano; te pareces a Judas, a este discípulo incrédulo, el amigo que demostró ser embustero y se comportó con mucha maldad y perfidia al Señor y miserablemente cayó de la fe y de la agapi por Él y se precipitó en el abismo de la desesperación. Tú también teniendo miedo el ejemplo de Judas –hazme caso y escúchame- y huye del oro o el dinero y evita el amor por él, para que puedas ganar a Cristo, amándote a ti mismo. De otro modo, si es no, conoces el lugar que ha resultado Judas, (Hec 1,25).
  58. Sin ser llamado de Dios, no pretendas nunca a obtener un axioma o puesto eminente eclesiástico con dinero, o con la ayuda de los hombres, o por tu propia exigencia, incluso si te ves a ti mismo capaz de beneficiar psiques-almas. Porque hay tres cosas posibles que te van a suceder, y seguramente te sucederá una de estas: a) vendrá sobre ti el enfado y la ira de Dios a través de distintas tentaciones, contrariedades y desgracias y te harán la guerra no sólo los hombres sino también casi toda la creación, y tu vida se llenará de angustias; b) serás cesado de tu sitio con gran vergüenza y desprecio por parte de los contrarios que prevalecen sobre ti; c) serás separado de la vida presente y morirás antes del tiempo (Hech 1,25).
  59. Si uno antes no se ha hecho digno de ver más allá del límite y del fin de las cosas, no le es posible despreciar la doxa-gloria o el deshonor y elevarse por encima del placer o hedonismo y el dolor o sufrimiento. Porque cuando ve los fines del placer o hedonismo y del dolor o sufrimiento, y toda riqueza, bienestar y deleite resultar a la nada, puesto que estas cosas son sucedidas y destruidas por la muerte, entonces reconociendo la manifiesta vanidad de las cosas humanas, dirige sus sentidos hacia los fines de las cosas divinas. Y se ocupa de aquellas que existen y que nunca podrán ser corrompidas y destruidas; y dado que busca estas cosas, supera el placer o hedonismo y el dolor (aflicción, sufrimiento), porque ha vencido la φιληδονία filidonía, (amigo del placer o hedonismo), la φιλοδοξία filodoxía (amigo de la doxa-gloria) y la φιλαργυρία filargiría (amigo del dinero o avaricia) de la psique; y supera el placer o hedonismo, porque se ha despojado de la percepción y sentimiento del mundo. Por eso, tanto si recibe honores como deshonores permanece el mismo; tanto si se encuentra en aflicción o dolor del cuerpo, como en bienestar, agradece en todo a Dios y no gira hacia abajo su loyismós (pensamiento) hacia las cosas inferiores.
  60. Es posible que el hombre luchador pueda sacar conclusiones a través de los sueños sobre los movimientos y disposiciones de la psique y cuidar su propio estado. Porque con la disposición y los cuidados del hombre interior están acorde también los movimientos del cuerpo y las fantasías de la mente. Por tanto, si uno tiene una psique-alma amante de la materia y del placer o hedonismo, se imagina con la adquisición de las cosas y la abundancia del dinero, con las figuras de mujeres y mezclas pasionales, por las que se queda sucia la túnica (Judas 23) y contaminada la carne (Judas 8). Si tiene psique-alma codiciosa, avariciosa y amante del dinero, todo lo ve como oro y lo está recogiendo y multiplicándolo con intereses, lo guarda en cajas fuertes y así es condenado por falta de compasión y caridad. Si tiene la psique-alma iracunda y envidiosa, es perseguido en sus sueños por fieras y serpientes venenosas, y es atormentado por miedos y cobardía. Si tiene la psique-alma inflada de vanagloria, se imagina con fama y aplausos del pueblo, con tronos, con poder y con autoridad, y para aquellas cosas que aún no ha obtenido, tiene la disposición, incluso si está despierto, pensando como si existiesen o que pronto las tendrá. Si la psique tiene soberbia y está colmada de arrogancia, éste hombre se ve a sí mismo sentado en grandes y espléndidas carrozas y algunas veces que tiene alas y vuela en el aire y ve a todos templando por la grandeza de su señorío. Lo mismo también el hombre filoteo (amigo de Dios), que tiene celo en el trabajo de la virtud y es justo en las luchas de la piedad y tiene su pisque limpia no influenciada por la materia, ve en su sueño el desenlace de las cosas futuras y las apocalipsis/revelaciones de tremendas visiones; y cuando despierta, siempre encuentra el sí mismo en estado de oración con katánixis (compunción o dilatación del corazón) y la psique y el cuerpo en estado de paz, teniendo lágrimas en su rostro y en sus labios la conversación con Dios.
  61. De las cosas que vemos en el sueño, unas son los sueños, otras visiones y otras apocalipsis/revelaciones. Los sueños son los que no permanecen invariables en la fantasía de la mente o intelecto, sino que aparecen confusos, consecutivos y repetidos cambiando de uno a otro. De estos ningún beneficio obtiene el que los imagina, y después de despertar se pierde también la misma fantasía, la cual los luchadores diligentes deben despreciarla inmediatamente. Las visiones son las que son invariables, inmutables y no se transforman de una cosa a otra, sino que permanecen impresas en la mente o intelecto e inolvidables por muchos años. También ellas indican el desenlace de las cosas futuras y provocan beneficio a la psique-alma por la katánixis (compunción o dilatación del corazón) y espectáculos terribles, que hacen al que los ve ser pensativo y tembloroso por la inmutable y terrible zeoría contemplación de lo que ve. Por eso los hombres luchadores deben tener  mucho en cuenta las visiones. Las apocalipsis/revelaciones son las zeorías contemplaciones de la psique que está muy purgada, purificada e iluminada que se producen fuera de todo sentido y forma de percepción y que contienen la potencia de algunas cosas y conceptos divinos y paradójicos, instrucción de los misterios escondidos de Dios, desenlaces de asuntos nuestros muy importantes y la común transformación o alteración de las cosas mundanas y de las humanas.
  62. Respecto a todo lo dicho anteriormente, los sueños son propios de los hombres materialistas y amantes de la carne, de los que son dios la panza o la carne (Fil 3,19), que se distinguen por la insolencia de la saciedad y por la oscuridad de su nus (espíritu de la psique), a causa de su vida negligente y descuidada, entregada en los pazos (vicios, pasiones), y de los cuales se burlan los demonios produciendo fantasías en sus sueños. Las visiones son de los luchadores que hacen la catarsis, purgan, limpian y purifican los sentidos de la psique-alma, y con el contenido de las visiones son ayudados mucho a entender las cosas divinas y progresar en la virtud. Las apocalipsis/revelaciones son de los perfectos, los cuales reciben la energía increada del Espíritu divino y unidos con Dios con su psique que teologiza.
  63. Todas las cosas que se ven en los sueños, no son verdaderas, ni se imprimen en el nus-espíritu y en la mente, intelecto de todos, sino sólo en aquellos que sus nus y mentes se han limpiado y purificado y tienen afinados los sentidos psíquicos y ha ascendido a la zeoría contemplación natural, y no tiene ninguna preocupación para las cosas de la vida, ni inquietud alguna por la vida presente. En estos, los largos ayunos les han llevado en la continencia general y autodominio, y sus sudores y fatigas según Dios los trajeron en el lugar sagrado de Dios (Sal 72,17), es decir, a la gnosis (conocimiento) de los seres junto con la sofía-sabiduría superior; su existencia es angelical y su vida escondida en Dios (Col 3,3), y su progreso, por la divina hisijía (paz y serenidad), los ha ascendido a la posición de los profetas de la Iglesia de Dios. Sobre ellos también habló Dios en Moisés: “Si se presenta entre vosotros un profeta, me apareceré en él en su sueño y le hablaré en visión” (Núm 12,6); y a Joel: “Después de todo esto sucederá que regalaré y derramaré en abundancia mi Espíritu en cada ser humano. Así vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán y vuestros yérontas (ancianos sabios) verán sueños divinos y vuestros jóvenes verán visiones” (Joel 3,1).
  64. La hisijía el estado del nus (espíritu de la psique) y del intelecto/mente liberado de toda molestia, es serenidad y calma de la psique liberada colmada de gozo, imperturbabilidad y tranquilidad del corazón en Dios, zeoría contemplación de la luz increada, gnosis (conocimiento) de los misterios de Dios, logos de sofía-sabiduría que proviene del intelecto limpio, lúcido y claro, abismo de conceptos divinos, arrebatamiento del nus (espíritu de la psique) en Dios, κοινωνία kinonía (conexión, comunión y unión) con Dios, ojos insomnes, oración espiritual, incesante reposo en grandes fatigas y finalmente la unión intima con Dios.
  65. Mientras la psique-alma se subleve contra sí misma y se muevan desordenadamente sus fuerzas y aún no se ha hecho receptora de los rayos divinos, ni se ha hecho digna de liberarse de la esclavitud de la conducta de la carne, ni ha disfrutado y gozado de la paz, por haber terminado la guerra de los pazos salvajes, tiene necesidad de mucho silencio de la boca, de modo que diga ella también junto con David: “Yo como si fuera sordo no oía, y como un mudo no abría la boca” (Sal 37,14). Además, la psique-alma siempre debe estar con su apariencia consternada y caminar seria en la senda de los mandamientos/logos de Cristo, mientras se estará entristeciendo por el diablo y espera la visita del Paráclitos (Espíritu Santo). Y el Paráclitos, mientras ella viene en katánixis (compunción o dilatación del corazón) y se lava por las lágrimas del corazón, la concederá la libertad verdadera y real.
  66. Cuando aquel que trabaja en la hisijía (paz y serenidad divina) la miel de las virtudes, después de superar la bajeza (de los bajos instintos animales) de la carne por las luchas ascéticas y las fuerzas de psique-alma vengan en el estado según naturaleza por la humildad y el mismo reciba los rayos del Espíritu por hacer la catarsis de su corazón por las lágrimas y se vista la incorruptibilidad de la mortificación vivificante de Cristo (2Cor 4,10), y mientras esté sentada en el altar de la hisijía, reciba como lengua candente al Paráclitos (Hech 2,3), entonces éste debe también narrar con franqueza las grandezas de Dios y en la sinaxis o asamblea multitudinaria evangelizar o anunciar Su justicia (Sal 39,10); y esto porque ha recibido en las profundidades de su psique-alma la ley (Sal 39,9) del Espíritu; todo esto para no ser arrojado a la tiniebla exterior (infierno) igual que aquel siervo maligno astuto escondió su talento (Mt 25,30). De igual manera también David, ya que por la metania lavó el pecado y volvió a tener el carisma profético, no pudiendo esconder la beneficencia, le decía a Dios: “He aquí Señor, no impediré a mis labios, Tú lo conoces; no escondí en mi corazón Tu justicia, proclamé Tu verdad y la salvación que concedes; no escondí Tu misericordia y Tu verdad en la sinaxis o asamblea multitudinaria (Sal 39, 10-11).
  67. El nus (espíritu de la psique) que ha hecho la catarsis y está psicoterapiado y limpiado de todo lodo, se convierte para la psique-alma un cielo lleno de estrellas de brillantes e luminosos conceptos, teniendo en su interior el Sol de la justicia resplandeciendo y mandando al mundo sus rayos luminosos de la teología. Lo lógico o racional de este nus, una vez hecha la catarsis en el abismo de la sofía-sabiduría, de allí le trae sin mezcla, sencillos y simples los aspectos de las cosas y claras apocalipsis-revelaciones de las cosas escondidas, para conocer cuál es la profundidad, la altura y la anchura de la gnosis (conocimiento increado) de Dios (Ef 3,18). Entonces el nus acogiéndolas en su seno como adecuadas con su naturaleza, explica con el logos las profundidades del Espíritu en todos los que tienen espíritu de Dios en sus interiores y destapa las astucias malas de los demonios y narra los misterios del reinado de la Realeza increada de los Cielos.
  68. Los apetitos del cuerpo y los sobresaltos de la carne los detiene la continencia, el ayuno y las luchas espirituales. Las inflamaciones ardientes de la psique las refresca la lectura de las Santas Escritura, y las hinchazones y los agobios del corazón los palia la oración continua. Todos estos como aceite los emblandece la katánixis (compunción o dilatación del corazón).
  69. No hay nada como la oración pura e inmaterial que hace al hombre amigo inseparable de Dios y le une con el Logos, cuando ora sin distracción con la jaris (gracia increada) del Espíritu, en concreto cuando la psique también está purgada, limpia y lavada por las lágrimas, endulzada por el sabor de la dulce katánixis (compunción o dilatación del corazón) y sobreiluminada por la luz (increada) del Espíritu.
  70. En las oraciones y en las psalmodias cuando se hacen con constancia y atención, es una cosa magnífica también la cantidad. Pero aquello que vivifica la psique-alma y produce el fruto es la calidad. La psalmodia y la oración tiene calidad cuando, junto con el espíritu, uno ora también con el intelecto o con la lógica (en contacto consciente con la oración) (1Cor 14,15). Y uno ora con el intelecto cuando, mientras está orando y psalmodiando, pone atención al significado que es contenido en los logos del Santa Escritura y de los significados divinos que allí encuentra, acoge los motivos de las elevaciones en conceptos divinos. De estos la psique es arrebatada espiritualmente al espacio de la luz (increada), se enriquece de luz, se limpia y se purifica más y se eleva entera hacia los cielos, donde observa las bellezas de los bienes que se han preparado para los Santos. Encendida de deseo por ellos, enseguida por los ojos brota el fruto de la oración, es decir, mana el torrente de las lágrimas por la energía increada iluminante del Espíritu. Y el gusto de las lágrimas es tan dulce que aquel que lo ha saboreado, algunas veces se olvida también de su alimento para el cuerpo. En efecto, este es el fruto de la oración que se crea por la calidad de la psalmodía en las psiques-almas de los que oran.
  71. Donde se observa el fruto del Espíritu, allí también existe la calidad de la oración. Y donde existe calidad, allí está también la perfecta cantidad de la psalmodia. Pero donde el fruto no aparece, allí también la calidad es árida. Y si la calidad es árida, entonces también la cantidad es sobrante e inútil, ya que ella puede producir gimnasia en el cuerpo, pero de cualquier manera para muchos es sin beneficio y no produce nada.
  72. Cuídate y observa el engaño y la trampa de los demonios mientras estás orando o salmodiando al Señor. Es decir, los demonios nos engañan robando escondidamente el sentido y la percepción de la psique-alma y nos inducen a decir una cosa por otra, transformando los versos de los salmos en blasfemias, de modo que salgan de nuestra boca palabras no permitidas; o bien, apenas comenzamos con los salmos nos hacer decir las palabras del final y aquellas que están entre medio las dispersan de nuestra mente y espíritu. O bien, nos hacen rodear y repetir en un verso, sin permitirnos, por el olvido, a acordarnos y continuar con el verso. O bien, cuando estamos en la mitad de un salmo, de repente borran repentinamente del nus el recuerdo de los versículos anteriores, de modo que no somos capaces de acordarnos ni siquiera lo qué recitábamos, tampoco poder encontrarlos y repetirlos. Estas cosas las hacen para que caigamos en la negligencia, el desánimo y la acedia y eliminar los frutos de la oración, impulsando en nuestra mente y espíritu de que la hora ya ha pasado. Pero tú debes resistir dinámicamente con fuerza y seguir el salmo a un ritmo más lento, para concienciar y recoger con la contemplación de los versículos el beneficio de la oración y recibir la rica iluminación del Espíritu Santo, el Cual viene en las psiques de quienes oran.
  73. Cuando te suceda algo parecido, mientras salmodias, profundizando en lo que dices, no te desanimes y caigas en la acedia., ni tengas en cuenta que el tiempo ha pasado y prefieras el descanso del cuerpo en vez del beneficio psíquico, sino donde sientas que tu mente y espíritu ha sido bloqueado y aprisionado por los conceptos, allí quédate. Si esto sucede cuando finalizas el salmo, tú retorna con ánimo y buena predisposición al principio. Y al retornar continua de nuevo con el salmo, de la misma manera, incluso si te encuentra muchas veces el cautiverio en la misma. Si procedes de esta manera, entonces los demonios, no soportando tu paciencia, tu perseverancia y el vigor de tu empeño, se avergonzarán y se marcharán de ti.
  74. Debes saber que la oración continua es aquella que no cesa de la psique-alma todo el día y toda la noche; la cual no es percibida por los otros por la extensión de las manos, ni por la posición del cuerpo, ni por el sonido de la lengua, sino que la perciben y entienden los que conocen por el estudio espiritual del trabajo del nus y del recuerdo de Dios mediante la perseverante dulce katánixis (compunción o dilatación del corazón).
  75. Uno puede dedicarse continuamente a la oración, cuando tiene concentrados sus loyismí (pensamientos) alrededor del nus hegemónico, intenta ahondar en las profundidades de Dios con paz y mucha devoción y buscan desde allí saborear la dulce corriente de la zeoría contemplación. Pero si no hay esta paz, esto es imposible. Si sucede en alguien, que sus fuerzas psíquicas tienen paz entre sí a través de la gnosis, éste ha logrado también la oración incesante.
  76. Mientras salmodias una oración a Dios y viene un hermano a tocar la puerta de tu celda, no debes preferir más la obra de la oración que la agapi (amor incondicional) y despreciar y descuidar a tu hermano, porque algo así no es gustado a Dios que prefiere la misericordia de la agapi que el sacrificio de la oración (Os 6, 6). Pero deja el regalo u ofrenda de la oración y conversa con agapi con el hermano y sírvele a lo que te pida. Y entonces retorna y ofrece tu regalo u ofrenda (Mt 5,24) al Padre de los espíritus con lágrimas y corazón quebrantado. Así se instalará en tu interior el Espíritu recto.
  77. El misterio de la oración no se celebra en cierto tiempo y lugar. Si delimitas la oración en ciertas horas, tiempos y lugares, entonces el resto de tu tiempo se gasta en obras de vanidad. Porque la perfección de la oración es el movimiento perpetuo del nus (espíritu de la psique) alrededor de Dios. Obra de la oración es que la psique-alma sea dedicada y girada sobre las cosas divinas. Y finalmente, la diania (mente, intelecto) debe unirse a Dios y convertirse junto con Él un espíritu (1Cor 6,17), según el logos y la regla que pone el Apóstol Pablo.
  78. Incluso si se han mortificado los miembros de tu cuerpo y el espíritu ha vivificado tu psique-alma y te has hecho digno de recibir carismas sobrenaturales de Dios, sin embargo, tú no aflojes la parte logística-racional de tu psique-alma. Acostúmbrala a moverse siempre alrededor de la memoria de tus viejos pecados y su castigo al hades-infierno y mira espiritualmente a ti mismo como condenado. Moviendo, pues, tu nus y mente hacia estas cosas mantendrás tu espíritu quebrantado y tendrás la fuente de la katánixis (compunción o dilatación del corazón) emanando el río de jaris divina (gracia, energía increada); incluso, el Dios tendrá puesta Su mirada encima de ti, dándote el espíritu para que tengas el corazón apoyado firmemente.
  79. El ayuno medido y razonable que ha tomado como compañeros de viaje la vigilia con el estudio y la oración, al que lo practica le hace pronto llegar a las fronteras de la apázia (sin pazos, ni vicios, impasibilidad), cuando también su psique-alma por la excesiva humildad es regada con las lágrimas y arde por la agapi de Dios. Y cuando llega a la apázia (sin pazos, impasibilidad), le conduce a la paz del espíritu, la cual supera a todo nus-espíritu libre (Fil 4,7), y mediante la agapi le une con Dios.
  80. Un rey no se alegra tanto al sentirse orgulloso por su gloria y por su realeza, ni se alegra no goza tanto de su fuerza, como lo hace un cristiano o un monje por la apázia (sin pazos, impasibilidad) de su psique-alma y las lágrimas de la katánixis (compunción o dilatación del corazón). Porque el orgullo del rey se marchita junto con su realeza, en cambio la bienaventurada apázia comienza aquí y acompaña al cristiano o al monje colmado de gozo a la vida eterna, y permanece este gozo en él en los inmensos siglos. Este cristiano o monje, durante la vida presente, se mueve entre los hombres girando como una rueda; es decir, toca poco la tierra y las cosas para las necesidades de su naturaleza, en cambio todo se mueve volando hacia el aire o atmosfera espiritual; aún se recicla en su interior el principio hacia al fin y los tipos de carismas están marcados en la corona de la rueda, que es la humildad. Para él, la mesa rica de alimento es la zeoría contemplación de los seres, su bebida es el cáliz de la sabiduría (Prov 9,2) y su descanso es Dios.
  81. Aquel que se ha dado a sí mismo voluntariamente a los esfuerzos y a las fatigas por las virtudes y camina con ardor la senda de la ascesis, se hace digno de recibir grandes donaciones de Dios. Progresando hacia la mitad de la perfección, viene en apocalipsis-revelaciones divinas y visiones y se hace en su totalidad luminoso y sabio, en la medida que siga creciendo en la ascesis. Pero cuando más asciende hacia la altura de la zeoría contemplación, tanto más se levantan contra él los funestos demonios con mucha envidia, porque sufren y no soportan ver a un ser humano transformarse en naturaleza angelical, por eso afinan escondidamente contra él el dardo agudo de la presunción. Por tanto, si se da cuenta y entiende la mala astucia y se refugia a la fortaleza de la humildad, acusándose a sí mismo, se escapa del desastre de la presunción y de la soberbia y se introduce en los puertos de la salvación. De otra manera, es abandonado de Dios y entregado a los espíritus que lo buscan, para ser instruido involuntariamente, ya que no prefirió la instrucción voluntaria. Estos espíritus son los que aman el placer y la carne, astutos y malvados, violentos e iracundos, y le humillan con sus feroces ataques, hasta que él reconozca su impotencia y su debilidad; y una vez haber llorado, y liberado por la instrucción, estará diciendo lo mismo que David: “Ha sido muy bueno para mí ser humillado, para aprender Tu voluntad y Tus preceptos” (Sal 118,71).
  82. El Dios no quiere que permanezcamos cobardes siempre ante los pazos, y cuando estos nos persiguen hacernos como las liebres, acudiendo a Él solo como piedra de nuestro refugio (Sal 103,18), porque entonces no diría que: “Yo dije que dioses sois y todos vosotros hijos del Altísimo” (Sal 81, 6). Pero nos quiere también como ciervos corriendo a las montañas altas (Sal 103,18) de Sus mandamientos y tener mucha sed para las corrientes vivificantes del Espíritu. Y mientras que los ciervos tienen la cualidad de comer serpiente y con el calor acumulado por correr mucho transforman paradójicamente el veneno de las serpientes en almizcle –como dicen- sin ser dañados en nada por esto, así también nosotros cuando recibimos cualquier loyismós (pensamiento) pasional indecente en el vientre de nuestra diania (mente, intelecto, cerebro), por la calurosa carrera en el camino de las virtudes de Dios y con la dinami(potencia y energía) del Espíritu transformarlo, -una vez cautivado- en perfumada y salvífica praxis de la virtud, para que nos veamos nosotros también que con la praxis cautivamos todo concepto a la obediencia de Cristo (2Cor 10,5). Porque el mundo de arriba necesita llenarse no de seres humanos terrenales e imperfectos sino de espirituales y perfectos que han alcanzado la plena madurez de la que la medida es el Cristo (Ef 4,13).
  83. Aquel que se mueve alrededor de las mismas cosas y no quiere moverse más allá de estas, parece a una mula que rodea continuamente alrededor de la muela, siempre al mismo punto. Es decir, aquel que hace la guerra continuamente con la carne y se ocupa sólo por el ejercicio del cuerpo con todo tipo de fatiga, no ha entendido que es perjudicado muchísimo, porque no ha conseguido el propósito de la voluntad divina. Porque según san Pablo, el ejercicio del cuerpo sólo por poco tiempo beneficia (1Tim 4,8), es decir, hasta que quede pisoteada la moral o conducta terrenal de la carne por las olas de la metania y sobrevenga la necrosis o mortificación vivificante por el espíritu y reine la ley (o la jaris) del Espíritu sobre nuestra carne mortal. En cambio la piedad de la psique que a través de la gnosis de los seres y las plantas inmortales que son los conceptos y significados divinos, es considerada como madera de la vida (Gen 2,9) en el trabajo espiritual del nus, es útil en todas partes y en todos, porque este trabajo produce pureza y lucidez del corazón y concede paz en las fuerzas de la psique, iluminación del nus, pureza del cuerpo, templanza, gnosis celeste, contención general, actitud humilde, katánixis (compunción o dilatación del corazón), agapi, santificación, gnosis celeste, sabiduría del logos y zeoría contemplación de Dios. Por lo tanto, aquel que por mucho ejercicio ha ascendido a esta perfección de la piedad, traspasando el mar rojo de los pazos, éste he entrado en la tierra prometida, de la que manan la leche y la miel (Ex 3,8) de la gnosis (conocimiento increado) de Dios, el inagotable disfrute, gozo y deleite de los santos.
  84. Aquel que no tiene la predisposición de levantarse de las cosas y realidades parciales y poco útiles y elevarse hacia las que son universales, este aún con el sudor de su frente come pan de salvado, según una antigua sentencia de Dios (Gen 3,19). Por eso su psique-alma no tiene apetito para el maná espiritual y la miel que brota para el pueblo de Israel desde la roca partida (Deu 32,13 y Sal 80,17). Pero quien ha oído la sugerencia, “Levantaos y vámonos de aquí” (Jn 14,31), y al oír esta voz del Maestro se levantó de su trabajo fatigoso, dejó de comer el pan del dolor y del sufrimiento, sacudió de sí el yugo de la percepción sensible y después bebió del cáliz de la sabiduría-sofía de Dios, éste conoció que el Señor es bondadoso (Sal 33,9); dado que ha cumplido con la ley de los mandamientos en la diaconía-servicio del logos, y subido a la estancia superior espera la venida del Paráclitos o Espíritu Santo (Hec 1,13).
  85. De acuerdo con los órdenes y los grados de la vida espiritual, es necesario sin más que avancemos hacia adelante y con celo subamos hacia las cosas y realidades superiores, como si estuviésemos moviendo siempre alrededor de Dios y sin detenerse nunca de hacer el bien. Por lo tanto, desde la ascética práctica debemos avanzar a la zeoría contemplación natural de la creación, y a partir de ella, elevarnos a la teología mística del logos y descansar en ella de todas las obras del ejercicio corporal (Heb 4,10), ya que habremos superado la bajeza del cuerpo y habremos recibido la clara gnosis-conocimiento del verdadero discernimiento. Pero si aún no hemos recibido esta gnosis del verdadero discernimiento, ni tampoco hemos aprendido avanzar hacia lo que tenemos adelante luchando hacia lo más perfecto, entonces somos peores que los hombres del mundo, los cuales no conocen límites en el progreso de su condición y posición social, ni pausa, hasta que no hayan subido al superior de los axiomas y frenen así su anhelo descansando por haber llegado.
  86. La psique-alma que se purga yse purifica, se limpia y se psicoterapia en las fatigas y esfuerzos de la ascesis con vigor y ardor, es iluminada por la divina luz (increada) y comienza poco a poco a ver en modo natural la belleza que le fue dada por Dios desde el principio y comienza a expandirse a la agapi (amor incondicional) de su Creador. Cuanto, a causa de su catarsis, más claros brillan en ella los rayos del Sol de la justicia y cuanto se apocalipta-revela en ella su belleza natural y puede reconocerla, tanto más aumenta sus esfuerzos de la ascesis para purgarse, purificarse y psicoterapiarse más; así de esta manera conocer claramente la doxa-gloria del regalo que ha sido digna de recibir y retome la antigua nobleza presentando la divina icona/imagen al Creador limpia sin mezcla de materia. Y para nada retrocede del aumento de las fatigas y esfuerzos, hasta hacer la catarsis total de sí mismo de toda suciedad y contaminación y hacerle digno de la zeoría contemplación de Dios y familiaridad con Él.
  87. Quien aún está cubierto por la bruma de la conducta mundana, clama a Dios: “Abre mis ojos para que contemple las maravillas de tu Ley” (Sal 118,18). Porque la ignorancia del nus-espíritu terrenal, por ser bruma y oscuridad profunda, cubre los ojos de la psique y la convierte tenebrosa y oscura en entender las realidades y cosas divinas y humanas, de modo que no pueda dirigir la mirada hacia los resplandores de la divina luz (increada) y tocarla o bien disfrutar de aquellos bienes que “ojos no han visto y oídos no han escuchado y ser humano no ha conceptuado” (1Cor 2,9). Pero todo esto, cuando por la metania se le corre el velo de los ojos, la psique-alma ve estas cosas con claridad, las escucha con gnosis y las entiende con prudencia. Y no es solamente esto, sino que genera en su corazón conceptos altos sobre estas realidades y cosas; y al haber gustado su dulzura, adquiere la gnosis (conocimiento) claro y certero, y con logos de sabiduría-sofía de Dios explica en todos los bienes maravillosos de Dios, “los que Dios ha preparado para los que Le aman” (1Cor 2,10) y exhorta a todos que se hagan partícipes de estos bienes, mediante muchas luchas y lágrimas.
  88. Siete son los carismas del Espíritu Santo, y comenzando el divino logos pone en la cabeza la sofía-sabiduría y desciende hasta el fin al temor divino. Dice: “espíritu de sofía-sabiduría, espíritu de prudencia, espíritu de voluntad, espíritu de fortaleza, espíritu de gnosis-conocimiento, espíritu de piedad y espíritu de temor a Dios” (Is 11, 2-3). Pero nosotros debemos empezar por el temor catártico purgador, purificador y psicoterapéutico, es decir, el temor de los infiernos, de modo que con él al haber realizado la abstinencia del mal y por la metania antes nos psicoterapiamos y nos limpiamos de los estigmas y manchas del pecado, podamos llegar a este temor puro del espíritu, avanzando progresivamente reposando en él de todo trabajo para la virtud.
  89. Quien ha comenzado por el temor al juicio-krisis y progresa en la pureza del corazón por las lágrimas de la metania, primero se colma de sofía-sabiduría, ya que principio de la sofía-sabiduría es el temor (sagrado), según la Escritura (Prov 1,7). Luego se colma de prudencia y a continuación de voluntad por la que se dedica al pensamiento de las cosas que le benefician. Habiendo progresado en esto por el trabajo de los mandamientos-logos, asciende a la gnosis-conocimiento de los seres y recibe más exacta la información para las realidades y cosas divinas y humanas. Habiéndose convertido por esto totalmente residencia de la piedad, asciende a la acrópolis (punto culminante) de la agapi y llega a la perfección. Entonces inmediatamente le sobre-domina el sagrado temor puro del espíritu para vigilar y guardar el tesoro de la realeza increada de los cielos que se ha puesto en su interior. Este temor sagrado que es muy psicoterapéutico, redentor y salvífico, a aquel que se ha elevado al punto culminante de la agapi (amor incondicional), le colma de temblor y temor sagrado, porque tiene miedo no vaya ser que caiga de la altura de la agapi de Dios y sea arrojado de nuevo al miedo terrible del infierno.
  90. La lectura de las Escrituras se hace de distinta manera y tiene distinto efecto en los que son principiantes en la vida piadosa, distinta en los que han progresado y llegan hasta la mitad y distinta a los que se acercan hacia la perfección. Pera los primero se hace pan de la mesa de Dios que sostiene y conforta sus corazones (Sal 103,15) y los fortifica en la lucha contra los espíritus que operan los pazos y los convierte en guerreros valientes y heroicos contra los demonios, de modo que digan: “Ha preparado ante mí una mesa frente a mis adversarios que me afligen” (Sal 22,5). Para los segundos se convierte en vino por el cáliz divino que deleita sus corazones y los lleva en éxtasis por la fuerza de los conceptos y significados y eleva sus nus-espíritus por la letra de la ley que conduce a la muerte (2Cor 3, 6), trasportándoles en las profundidades del Espíritu para investigar, y haciéndole capaz de generar y descubrir los conceptos divinos, de modo que ellos también digan apropiadamente: “Y Tu cáliz me embriaga como el vino más fuerte” (Sal 22,5). Y para los últimos, se convierte en óleo del divino espíritu que unge sus psiques-almas y las alivia y las vuelve humildes por el exceso de los divinos resplandores y las iluminaciones y las eleva totalmente por encima de la bajeza del cuerpo, de modo que s clamen también con exaltación: “Ha ungido con óleo mi cabeza” (Sal 22,5) y “Tu misericordia me perseguirá y me acompañará en todos los días de mi vida” (Sal, 22, 6).
  91. Hasta que, con las luchas ascéticas y con el sudor de nuestros rostros, nos dirigimos con esfuerzo hacia Dios dominando los pazos de la carne, el Señor come junto con nosotros, en la mesa de Sus carismas, el pan consubstancial que se elabora por el cultivo de las virtudes y sostiene los corazones de los seres humanos (Sal 103,15). Cuando con la apázia (sin pazos, impasibilidad) sea santificado Su nombre (Mt 6,9) por nosotros, y reine Él en todas las fuerza de nuestra psique, -luego de haber sometido el inferior pensamiento del cuerpo al pensamiento superior, y se haga Su voluntad en nosotros tal y como se hace en el cielo (Mt 6,10)- entonces el Señor bebe junto con nosotros en Su realeza increada (Mrc 14,25), que se convierte en nuestro interior nueva bebida supralógica de la sofía-sabiduría del logos, la cual se mezcla con la katánixis (compunción o dilatación del corazón) y la gnosis de los grandes misterios. Finalmente cuando nos hemos hecho participes del Espíritu Santo y hayamos sufrido la buena alteración o metamorfosis por la renovación de muestro nus (Rom 12,20), entonces el Señor, Dios realmente estará junto con nosotros como dioses, inmortalizando también nuestro cuerpo.
  92. Cuando la indomable agua de los loyismí pensamientos pasionales e indecentes del nus (espíritu de la psique) y de la mente sea retenida por la visita del Espíritu Santo y el abismo salado de los indecentes conceptos y recuerdos sea domado por la continencia, el autodominio y el estudio de la muerte, entonces naturalmente sopla el espíritu divino de la metania y bajan las aguas de la katánixis (compunción o dilatación del corazón), con las cuales Dios y Soberano, una vez puestas en el rebrillo de la metania, lava nuestros pies espirituales y los hace dignos de andar en el patio y en el palacio de Su realeza increada.
  93. El Logos de Dios se hizo cuerpo con carne y sangre (Jn 1,14) y una vez unido con nuestra naturaleza humana se ha hecho hombre perfecto, -sin pecado-, como perfecto Dios la recreó y la divinizó o glorificó. Siendo Logos del primer nus y Dios, se unió con su parte lógica o logística de la psique-alma y le dio alas para sentir las cosas divinas y pensar las altas. Pero también por ser fuego, por el divino fuego esencial la parte irascible o emocional de la psique la fortaleció haciéndola dura como acero y la afinó contra los adversarios los demonios y los pazos. Aún, por ser inclinación, tendencia y resultado del deseo o anhelo de cada naturaleza lógica, amplió la parte anhelante de la naturaleza humana para desear o anhelar los bienes aquellos de la vida eterna con agapi (amor incondicional) interior firme y fija. De este modo habiendo renovado en Sí Mismo al hombre entero, de viejo le hizo nuevo, de modo que en la nueva creación no exista ninguna razón de acusar al Logos Creador o Demiurgo.
  94. Una vez que el Logos celebró como sacerdote en Sí mismo la recreación de nuestra naturaleza, Él mismo se sacrificó a Sí Mismo mediante la muerte cruciforme, y ofrece siempre su cuerpo incontaminado para ser sacrificado y lo expone cada día para nosotros como convite o simposium para alimentar la psique-alma y cuando comemos y bebemos Su sangre mediante la participación en la divina comunión –con sentimiento de la psique- nos hacemos mejores de lo que éramos, ya que nos unimos con estos y nos transformamos de lo peor a lo mejor, doblemente unificados con el Logos de doble naturaleza, es decir, con el cuerpo y con la psique lógica, ya que Él es Dios encarnado y consubstancial con nosotros según la carne. De modo que ya no pertenecemos a nosotros mismos sino en Aquel que nos ha unido consigo mismo a través de la mesa inmortal y nos hizo que seamos, por adopción, aquello que Él es por naturaleza, (o sea, dioses por la jaris, gracia increada)
  95. Por lo tanto, si los probados en las fatigas de las virtudes y purgados, psicoterapiados y limpiados por las lágrimas, nos acercamos y comemos de este pan y bebemos de este cáliz, entonces el doble Logos con Sus dos fuerzas naturales –de Dios y del hombre- se mezcla en nosotros con la apacibilidad y mansedumbre transformándolos completamente en Sí, como encarnado y consubstancial con nosotros, y nos deifica o diviniza enteros por el logos de la gnosis-conocimiento y nos convierte en Sus familiares, ya que somos similares y hermanos de Él, que es Dios y consubstancial con el Padre. Pero si venimos mezclados con la materia de los pazos y manchados por la suciedad del pecado, entonces acerándonos a Su fuego natural, el cual destruye nuestra maldad y vicio, nos consume por completo y nos acorta la vida, no porque Su bondad lo quiere, sino que está obligado a hacerlo por nuestra insensibilidad despreciativa.
  96. A los que caminan en la senda de los mandamientos-logos de Cristo con la filosofía práctica, el Señor se acerca invisiblemente, porque aún tienen imperfecta la conducta y la psique-alma dudosa respecto a la virtud, y el Señor co-camina con ellos. Por tanto, bien se ha dicho que provisionalmente son impedidos los ojos de sus psiques (Lc 24,15-16), para que conozcan el progreso que tienen mientras que el Señor camina con ellos y co-energiza y coopera para que sean liberados de los pazos y los ayuda a lograr toda virtud. Pero cuando progresan en las luchas de la piedad y se acercan hacia la apázia (sin pazos, impasibilidad) mediante la humildad, el Logos no quiere que ellos se detengan en este punto, cansados por las fatigas de las virtudes, quiere que prosigan aún más y se eleven a la zeoría contemplación (espiritual). Por eso, después de alimentarlos mucho tiempo con bastante pan de las lágrimas (Sal 79,6), los bendice con la luz de la katánixis (compunción o dilatación del corazón) y abre sus nus-espíritu y sus dianias (mentes, intelectos) para comprender las profundidades de las divinas Escrituras y por esto ver claramente las naturalezas y los logos (razones, causas) de los seres. Entonces, inmediatamente se esconde de ellos, para que se levanten por sí mismo y busquen con celo a aprender cuál es la gnosis de los seres y cuál es la elevación que ella provoca. Y una vez que la busquen con celo, suben a la diaconía-servicio más alto del logos y proclaman en todos la resurrección del Logos que conocen por la praxis y por la zeoría contemplación espiritual.
  97. Justamente el Logos reprende la lentitud de aquellos que se demoran llevando mucho tiempo en las fatigas de la práctica de la ascesis y no quieren moverse de allí y subir al grado superior de la zeoría contemplación, y les dice: “oh insensatos y tardíos de corazón para creer” (24,25) en el logos de la zeoría contemplación natural, el cual tiene la potencia de apocaliptar-revelar las profundidades del Espíritu en aquellos que caminan según las indicaciones del Espíritu. El que uno no quiera desde las luchas de los principiantes progresar a las luchas más perfectas, desde la letra de la divina Escritura proceder al nus-espíritu y a la diania (mente, intelecto) del logos, esto indica que la psique es negligente y sin sabor del beneficio espiritual, es una psique que socava su progreso. A esta psique, como lleva su lámpara apagada no sólo se le va a decir: “vete a los vendedores a comprar el aceite que necesitas,”, sino también -después de haberle sido cerrada la sala de bodas- se le dirá: “Vete, no te conozco, no sé de dónde eres” (Mt 25, 9·12).
  98. Cuando el Logos de Dios viene hacia la psique-alma caída, como en la ciudad de Betania (Jn 11, 17-18), para resucitar el nus (espíritu de la psique) muerto y enterrado bajo la corrupción de los pazos, entonces la prudencia y la justicia, como mujeres hundidas a la aflicción y a la pena por la necrosis del nus, que se lamentan, van a Su búsqueda y le dicen: “Si hubieras estado aquí con nosotros para protegernos y custodiarnos, nuestro hermano nus no habría muerto” por el pecado (Jn 11,32). Entonces la justicia con gran premura y con el trabajo de las virtudes acude a alimentar al Logos y se encarga a poner una mesa rica y con multitud de sufrimientos o dolores. En cambio la prudencia, juzga mejor sin tener en cuenta otras preocupaciones y los penosos sufrimientos o dolores, decide sentarse y predisponerse para el trabajo espiritual, atenta a los movimientos del Logos y a la escucha de los conceptos de Su zeoría contemplación. Por ello el Logos acoge a la primera que verdaderamente lucha para alimentarlo generosamente con el alimento de la variada filosofía práctica y ascética; pero la reprende porque se preocupa por muchos aspectos del sufrimiento y dolor y está siempre ocupada en lo que es poco provechoso. Porque una sola cosa es la que debe ser buscada para la necesidad y el servicio del Logos, someter el pensamiento inferior (el cuerpo) al superior y convertir en espiritual la conducta terrenal de la psique con los sudores de la virtud. A la segunda la alaba y la toma de Su parte, porque ha elegido la parte buena (Lc 10, 41-42) de la gnosis (conocimiento) del Espíritu, por la cual vuela por encima de las cosas humanas, avanza hacia las divinas profundidades de Dios, y desde allí, negocia bien realizando la adquisición de la perla preciosa (Mt 13, 46) del Logos, contempla con admiración los tesoros escondidos del Espíritu (Mt 13,44) y recibe la inenarrable alegría que nadie se la puede quitar (Jn 11,39)
  99. El nus-espíritu muerto por los pazos y resucitado por la presencia del Logos de Dios, quitada la piedra de embotamiento, es liberado de las cadenas del pecado y de los loyismí (pensamientos y fantasías) que corrompen, por los siervos del Logos, es decir, del miedo por el infierno y de las fatigas de la virtudes. Y habiendo disfrutado de la luz de la vida futura, queda libre en la apázia (sin pazos, impasibilidad). Luego desde allí sentándose al trono de los sentidos (físicos y psíquicos) y como sacerdote, habiendo celebrado el misterio de la contemplación de los seres, cohabita con el Logos; y yéndose junto con Él de la tierra a los cielos, reina junto con Cristo en el reinado de la realeza increada de Dios y Padre, habiendo apaciguado todos sus deseos y anhelos.
  100. En todo luchador o combatiente que se ejercita según los cánones o reglas (2Tim 4,13) y avanza hacia la mitad y llega a la madurez y perfección que su medida es el Cristo (Ef 4,13), la apocatástasis (restablecimiento) en la vida futura después la deposición y disolución del cuerpo, deviene y se hace conocida y manifiesta por la información interior de la acción y energía (increada) del Espíritu. La alegría es eterna dentro en la luz (increada), es decir, en la bienaventuranza de la morada celeste. Y la alegría inagotable, sin fin, abraza a los corazones de aquellos que luchan y combaten aquí de acuerdo con los cánones y los besa dulcemente el deleite del Espíritu Santo, la cual alegría según el logos del Señor no será quitada nunca de ellos (Jn 16, 22). Por lo tanto, aquel que se hizo digno a partir de aquí y ahora, de ser visitado por el Paráclitos y disfrutar de Sus frutos por el cultivo de las virtudes y enriquecerse con Sus divinos carismas, lleno de alegría y agapi (amor incondicional), ya que todo miedo se ha marchado de él, es liberado con alegría de las cadenas del cuerpo, va caminando en su vida lleno de alegría, por haberse liberado antes de las cosas visibles y de la percepción sensible. Y descansa en la inexplicable alegría de la luz (increada), allí donde habitan los que tienen el gozo continuo (Sal 86, 7), aunque el cuerpo muchas veces sufre con dolor en la disolución y en su separación de la unión con la psique-alma, padecen dolores como las mujeres cuando tienen un parto con dificultad.

 

Tercera centuria: Cien capítulos gnósticos sobre la agapi y el perfeccionamiento durante la vida

 

  1. Dios es nus απαθής apazís (sin pazos, impasible), más allá y por encima de todo nus y toda apázia (impasibilidad). Es luz (increada) y fuente de la bondadosa luz, sofía-sabiduría, logos y gnosis, igual también es donador de la sofía, del logos y de la gnosis. Y en aquellos que estas cosas se les han sido dadas para su pureza y las vemos en ellos en abundancia, en ellos ha sido recuperado el “a imagen” y se mantiene, de modo que sean desde aquí hijos de Dios, que son guiados por el Espíritu, según lo que está dicho: “Los que son guiados por el Espíritu de Dios, ellos son hijos de Dios” (Rom 8,14).
  2. Los que con sus esfuerzos y fatigas en la ascesis se han convertido a sí mismos limpios y puros de toda contaminación carnal y espiritual (Cor 7,1), se han hecho recipientes de la naturaleza inmortal mediante los carismas del Espíritu. Estos que han alcanzado este estado (espiritual) están llenos de luz bondadosa (increada), y mientras esta luz inunda sus corazones de serenidad y paz, hablan de logos bondadosos y la sofía-sabiduría de Dios fluye de sus labios con gnosis-conocimiento de las cosas divinas y de las humanas. Y el logos de ellos es transparente y explica las profundidades del Espíritu. Para estos hombres no es válida la ley (Gal 5,23), ya que se han unido para siempre con Dios y recibieron la buena alteración o metamorfosis.
  3. Aquel que diligentemente se dirige a Dios con mucho celo, se hace impronta de Su imagen por medio de las virtudes de su psique y del cuerpo. Y él descansa en Dios y Dios en él, mediante la unión recíproca; de modo que él sea y se vea desde aquí icona/imagen de la divina bienaventuranza y dios adoptivo (por la jaris) por la riqueza de los carismas del Espíritu, y Dios como el celebrante o realizador de su perfección.
  4. El hombre no es imagen de Dios por la estructura orgánica del cuerpo, como diría alguno por ignorancia, sino por la naturaleza espiritual del nus, la cual no se delimita por el cuerpo pesado que se declina hacia abajo. Es decir, igual que la naturaleza divina como está fuera de toda creación y toda densidad o grosura, no se delimita por nada, sino que es indefinida, incorpórea y por encima de toda esencia y causa, sin cualidades, intangible, sin cantidad, invisible, inmortal, impalpable e incomprensible por nosotros, así también la naturaleza espiritual la que Él nos ha dado,- es decir, el nus con la psique-, es indescriptible y fuera de la grosura del cuerpo, incorpórea, invisible, impalpable, inconcebible e icona/imagen de Su doxa-gloria (luz increada) inmortal y eterna.
  5. Dios es el primer Nus, como Rey de todo, y tiene en sí consubstanciales y coeternos el Logos y el Espíritu. No se separa nunca del Logos y del Espíritu, porque la divina naturaleza es indivisible; no se mezcla, ni se confunde porque sus tres Hipostasis/Personas son indivisibles. Así mientras genera o hace nacer al Logos naturalmente de Su esencia-usía, no se separa de Él porque es indivisible de sí mismo. Y el coeterno Logos tiene connatural y también sin principio el Espíritu Santo que precede del Padres (Jn 15,26) antes de los siglos o pre-eternamente, no se separa de el Padre que lo ha generado. Porque la naturaleza de los dos es una e indivisible, aunque por la diferencia de las hipostasis se diversifica en tres personas y se venera tríadicamente el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, sin que se separen nunca de la coeterna esencia-usía y naturaleza, ya que constituyen una naturaleza y un Dios. Por tanto, debes considerar icona/imagen al creado hombre por esta naturaleza una, unificada y trishipóstata, por supuesto que desde el aspecto de su elemento espiritual y no según lo visible; según su inmortalidad y siempre inalterable y no según lo mortal y corruptible.
  6. Dios que es Nus e infinitamente más allá y por encima de Sus creaciones, las cuales ha creado con sofía-sabiduría y para conservación de sus creaciones, genera o hace nacer sin Su alteración el Logos y manda el Espíritu Santo para fortificarlas, tal como se ha escrito (Jn 14,26); pero el Mismo está también dentro y fuera del universo. Lo mismo también el hombre que es partícipe de Su fisis-naturaleza y es Su icona/imagen según su elemento espiritual (creado), es decir, la psique espiritual, incorpórea e inmortal, teniendo el nus que genera o hace nacer naturalmente al logos de su esencia-usía y de la que mantiene toda la dinami (la fuerza y energía) del cuerpo, está fuera y dentro de la materia y de las cosas visibles. Y tal y como su Creador es inseparable de Sus Hipostasis, es decir, del Logos y del Espíritu Santo, así también el hombre según su psique-alma está inseparable del nus y del logos, ya que constituye una fisis-naturaleza con una usía-esencia y energía que no es delimitada por el cuerpo.
  7. Tal y como la divinidad es venerada como Padre, Hijo y Espíritu Santo, así también la plasmada por Ella icona/imagen, el hombre, se distingue en tres partes, venerando con su psique, nus y logos a Dios, quien ha creado todo desde cero o desde la nada. Por lo tanto, tal y como las Hipostasis de Dios son por naturaleza coeternas y consubstanciales, así también estas tres partes de Su icona/imagen (el hombre), son connaturales y consubstanciales. De estas se ve y se hace claro en nosotros el “como a imagen”, y mediante estas yo soy icona/imagen de Dios, aunque estoy impregnado conjuntamente también con el lodo o tierra y con la icona/imagen.
  8. Una cosa es la icona/imagen de Dios y otra las cualidades o atributos de la imagen. Imagen de Dios es la psique espiritual, el nus y el logos, la una naturaleza e indivisible. Las cualidades o atributos son la soberanía o el gobernar, la realeza y la independencia o libre albedrío. También una cosa es la doxa-gloria del nus, otra cosa el ideal o el valor, y una cosa es el “como a imagen”, otra cosa es el “como a semejanza” (Gen 1,25). Doxa-gloria del nus es la tendencia y el movimiento continuo hacia arriba, la velocidad, la pureza, la prudencia, la sabiduría y la inmortalidad. El ideal o valor del nus es lo lógico, el gobernar o la soberanía, la realeza y la independencia o libre albedrío. El “como a imagen de Dios”, es lo auto-hipostasiado o autosubstanciado, lo consubstancial, lo indivisible y lo inseparable de la psique del nus y del logos, los cuales son también consubstanciales y coeternos, sin que se separen nunca el uno del otro, pero tampoco se pueden separar. “Como a semejanza” son la agapi, la justicia, la verdad, la misericordia, la compasión y la filantropía (amigo de los hombres). Por tanto, en aquellos que estas realidades operan y permanecen, en ellos se ve claramente el “como a icona/imagen y semejanza”; es decir, ellos operan y energizan según naturaleza, pero son superiores a otros según el valor o el ideal.
  9. La psique lógica se divide en tres partes, pero se puede observar también y distinguir dos partes, la que es lógica y la que es pasional o padeciente. La parte lógica siendo a icona/imagen de su Creador, es incontrolable, invisible e ilimitada por los sentidos, puesto que está fuera y dentro de ellos. La psique-alma con su parte lógica se comunica con las dinamis potencias y energías espirituales y divinas, y mediante la gnosis (conocimiento divino) de los seres se lanza naturalmente a Dios como su Prototipo o Modelo, y disfruta de Su naturaleza divina. La parte pasional o padeciente de la psique-alma se hace añicos en los sentidos y se somete en los pazos y en las comodidades. Con la parte pasional la psique-alma se comunica con la naturaleza sensitiva, nutritiva y creciente, siente el aire, el frío, el color y los alimentos para la conservación de la vida, el crecimiento y la salud. Por eso la parte pasional es alterada de estas cosas, unas veces se excita saliendo de su moviendo natural y concibe deseos animales o irracionales, en cambio otras veces se irrita y es arrastrada por la ira irracional; además produce hambre, sed, tristeza o aflicción, dolor y dispersión, mientras que en la comodidades disfruta, en cambio en las tristezas, aflicciones y sufrimientos se deprime. Por eso, con derecho es llamada también parte pasional o padeciente de la psique, porque sufre y padece por los pazos. Por tanto cuando este cuerpo mortal sea engullido por la vida del logos (2Cor 4,11), es decir, cuando la parte superior haya vencido y dominado, entonces también la vida de Jesús se manifiesta en nuestro cuerpo mortal (2Cor 4,11), operando y energizando en nuestro interior la vivificante mortificación, es decir, la apázia (sin pazos, impasibilidad) y concediéndonos la incorrupción de la inmortalidad, tal como desea el espíritu.
  10. Tal como el Creador del todo, antes de crear todo a partir de la nada o cero, tenía en Su interior como Rey de los siglos y previsor, la gnosis, las naturalezas y los logos de todos los seres, así también al hombre que le ha plasmado a Su icona/imagen para ser rey de la creación, le hizo tener en su interior todos los logos de los seres, las naturalezas y la gnosis (conocimiento). Así, la aridez y el frío del flujo vital los tiene de la tierra que fue plasmado; el calor y la humedad de la sangre por el aire y el fuego; la liquidez y el frío del flema por el agua; de las plantas tiene la capacidad del crecimiento; de los animales que se nutren de plantas la capacidad de nutrirse; de los animales irracionales tiene lo pasional; de los Ángeles tiene la dinami espiritual (nus) y la lógica; de Dios, finalmente tiene el soplo inmaterial, es decir, la psique-alma incorpórea e inmortal, la cual se distingue en nus y logos y recibe la fuerza y energía del Espíritu Santo para poder existir y vivir.
  11. Somos “como a semejanza” de Dios que nos ha formado “como a imagen y semejanza Suya” (Gen 1,26), respecto a la virtud y a la prudencia; porque dice la Escritura: “Su virtud cubrió los cielos, y de su prudencia está llena la tierra (Ab 3,3). La virtud de Dios es la justicia, la santidad y la verdad, tal como dice David: “Justo eres Señor y Tu verdad te circunda por todas partes” (Sal 88,9), y de nuevo: “Justo y santo es el Señor-Kirios” (144,17). También somos “como a semejanza” de Dios respecto a la rectitud y la bondad-cristotis, porque dice la Escritura: “Bondadoso y recto es el Señor” (Sal 24,8); también respecto al logos de la sofía-sabiduría y del logos de la gnosis-conocimiento, porque estas existen en Su interior y es llamado Sofía-Sabiduría y Logos. También respecto a la santidad y la perfección, tal como el Mismo dice: “Haceros perfectos, porque vuestro Padre celeste es perfecto (Mt 20, 6) y “Haceros santos, porque yoSoy santo” Lev 20,26). Finalmente, respecto a la humildad y la apacibilidad, porque dice: “Aprended de mí que soy apacible y humilde del corazón, y vuestra psique-alma encontrará alivio y descanso (Mt 11,29).
  12. Nuestro nus, siendo icona/imagen de Dios, se encuentra en su propio estado de sí mismo cuando permanece en su región y no se mueve más allá de su propio valor o ideal y naturaleza. Por eso también ama investigar, a la medida de lo posible, las cosas relativas a Dios y busca unirse con Él, por el que ha recibido el principio y tiene el movimiento y hacia quien se lanza con sus cualidades naturales y a Él anhela imitar en filantropía y sencillez. Por eso también el nus, haciendo nacer o generando el logos, recrea, como otros cielos, las psiques-almas de sus semejantes del género humano y las hace firmes con la paciencia de las virtudes en práctica y praxis; y las vivifica con el espíritu o soplo de su boca (Sal 32, 6), dándolas fuerza contra los ruinosos pazos. Y así se hace también él creador de la creación espiritual e inteligible y del gran mundo, imitando tal como se debe a su Dios, y escucha claramente desde el cielo: “El que al indigno le convierte en digno, se hará como mi boca” (Jer 15,19).
  13. Quien persevera en los movimientos naturales del nus y en el valor o ideal del logos, se mantiene limpio de la materia y es adornado con la apacibilidad, la humildad, la agapi y la compasión y se vuelve espléndido y brillante por los resplandecimientos del Espíritu Santo. Fijando la mirada a las zeorías contemplaciones altas, adquiere la gnosis-conocimiento de los misterios escondidos de Dios y por la bondad transmite con los de sofía-sabiduría en aquellos que pueden escuchar estas cosas. Así, no sólo multiplica su talento para sí mismo, sino que hace que lo disfruten también los otros.
  14. Aquel que ha aligerado mucho su espíritu, que es una parte de la dualidad espíritu-carne y ha liberado la amabilidad o nobleza del espíritu de la cadena de esta dualidad, éste ha encontrado forma de vida inmaterial entre los espíritus inmateriales y se ha hecho él también espíritu inteligible, aunque parezca que viva corporalmente entre los otros seres humanos.
  15. El que sometido la esclavitud que proviene de la unión espíritu y carne al valor y a la naturaleza del uno (espíritu), éste ha sometido toda la creación a Dios, reuniendo en uno todo lo que estaba separado y llevando la paz en todo (Col 1,20).
  16. Mientras que la naturaleza de nuestras fuerzas psíquicas se encuentra en desorden y se dispersa en muchas otredades o distinciones, nosotros no participamos de las donaciones sobrenaturales de Dios; y puesto que no participamos de ellas, nos encontramos lejos también de la celebración o liturgia mística del sacrificio o altar celeste, la cual se celebra durante el inteligible trabajo espiritual del nus. Pero cuando ponemos mucho celo y esfuerzo a los combates o luchas espirituales y nos hemos limpiado de la maldad del vicio y con la fuerza del Espíritu unificamos nuestra distinciones u otredades, entonces llegamos también a la participación de los bienes inefables de Dios y ofrecemos dignamente al Logos y Dios los divinos misterios de la celebración mística del nus al altar celeste e inteligible de Dios, como supervisores iniciados y sacerdotes de Sus misterios inmortales.
  17. La carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne (Gal 57), y una guerra invisible y no anunciada existe entre uno y el otro, quien de los dos vencerá también ganará el poder del dominio. Esta discordia en nuestro interior se llama otredad o distinción interior, insurrección, lucha incierta y guerra invisible, durante la cual la psique se va hacia donde el nus la empuja, es decir, en alguna cosa según el pazos humano.
  18. Mientras nos dividen los inestables loyismí (pensamientos y fantasías) y la ley de la carne se mantiene en nuestro interior, nos dispersamos en muchas partes y nos alejamos de divina Mónada (o Una unidad), porque no hemos adquirido la unidad que Ella tiene. Pero cuando esta mortalidad del cuerpo sea engullida (2Cor 25,4) por la fuerza unificante y el nus se convierta en señor de sí mismo, irradiado de los resplandecimientos y los conceptos de la sofía-sabiduría, entonces la psique-alma se repliega de forma divina y se hace una en vez de muchas distinciones u otredades; y recogida en la divina Mónada, se une en simplicidad a imitación de Ella. Y esto es la apocatástasis restablecimiento al estado primitivo de la psique y nuestra renovación hacia lo mejor.
  19. La ignorancia (espiritual) es un mal terrible, y más que terrible; es la misma oscuridad palpable. Y las psiques-almas cuando las ocupa y habita en ellas, las lanza a la oscuridad y tiniebla profunda. Divide la parte logística o lógica en muchas partes y separa la psique-alma de la unión con Dios. Finalmente lo que recogemos de ella es la irracionalidad y la animalidad. Porque convierte al hombre en animal irracional e insensible en su conjunto. Y tal como la ignorancia se ha difundido y se ha hecho pesada o gruesa, se vuelve para la psique que se declina por el peso de ella en una enorme profundidad del hades/infierno (interior), en donde se hallan todo castigo, dolor, sufrimiento, tristeza y llanto; así también la divina gnosis que está llena de luz infinita e increada, en las psiques-almas que irá para su limpieza y lucidez, las convierte en luminosas de modo que conviene a Dios; y las llena de paz, serenidad, alegría, sofía-sabiduría inexpresable y agapi (amor incondicional) perfecta.
  20. La presencia de la divina luz increada, como es una y unificada, reúne hacia sí misma las psiques-almas participantes y las hace que giren hacia ella; las une con su unidad, las perfecciona con su perfección y, conduciendo la fuerza óptica de sus dianias (mentes, intelectos) hacia las profundidades de Dios, las hace contempladoras, iniciadas e iniciadoras de los grandes misterios. Quiso, pues Dios, con la lucha que te catartices (purgues y purifiques) totalmente y veas claramente en tu interior la operación de la energía divina (e increada) de las cosas que te digo (sobre Dios).
  21. Las iluminaciones de la Luz primera e increada en las psiques catartizadas (purgadas y purificadas), que se hacen por la gnosis, no sólo las hacen buenas e iluminadas, sino que mediante la zeoría contemplación natural también las ascienden en los cielos inteligibles. Y la energía de esta operación no se detiene hasta aquí, sino que cesa cuando con la sofía-sabiduría y las gnosis de las cosas inefables se unen con el Uno y se hagan dentro en Él uno en vez de muchos.
  22. Es necesario que primero por el orden catártico (purgador y sanador) de la catarsis, no hagamos limpios y puros, liberados de la viciosa maldad de los materiales inteligibles, y después siempre con la siguiente orden catártica nuestros ojos espirituales se conviertan luminosos y resplandecientes, esta segunda catarsis se realiza por la sofía-sabiduría mística escondida en Dios. Y así, al subir a la ciencia de las gnosis sagradas, la cual con el logos sirve las cosas nuevas y antiguas en aquellos que son receptivos, transmitimos los conceptos apócrifos (ocultos) y místicos, por supuesto, con discernimiento haciéndolos llegar a oídos no profanos y separándolos de los imperfectos, para que no sean dadas las cosas santas a los perros, ni la perla del logos sea arrojada en psiques-alamas de cerdos (Mt 7,6), que la arruinarán.
  23. Cuando uno ve la llama de su psique-alma dilatarse y se ensancharse por la fe y la agapi (amor incondicional) de Dios, entonces sepa que lleva en su interior a Cristo, que opera con Su energía increada la elevación de la psique desde la tierra y las cosas visibles, y prepara su residencia en los cielos. También cuando ve su corazón llenarse de alegría y desear con katánixis (compunción o dilatación del corazón) los inexpresables bienes de Dios, entonces sepa que en su interior opera con la energía (increada) el Espíritu Divino. Cuando, de nuevo, siente su nus llenarse de luz inefable e increada y de conceptos de sofía-sabiduría celeste, entonces sepa que en su psique ya ha venido y opera con Su energía increada el Paráclitos, para apocaliptarle-revelarle los tesoros del reinado de la realeza increada de los cielos que están escondidos en Su interior. Entonces debe cuidarse escrupulosamente a sí mismo con diligencia como a un palacio de Dios y una residencia del Espíritu.
  24. El cuidado y custodia de los tesoros apócrifos (escondidos) del Espíritu es distanciarse de las cosas humanas y mundanas, lo cual se llama principalmente ησυχία hisijía (paz y serenidad divina interior). Esta, por la limpieza y pureza del corazón y el placer de la katánixis (compunción o dilatación del corazón) enciende más fuerte el anhelo del eros (amor ardiente) de Dios y disuelve a la psique-alma las cadenas de los sentidos y la convence que siga la libertad de los modos o formas de vivir. Y al haber transformado sus fuerzas, las vuelve funcionando normal según naturaleza y las restablece al estado primitivo de su creación, para que ya no haya ninguna acusación contra el Creador de los bienes y ningún movimiento hacia lo peor.
  25. A esta terminación sagrada y divina lleva con lucidez la hisijía lógica y científica, cuando por supuesto se ejercita y se hace de acuerdo con los cánones. Ahora bien, si quien parece practicarla y no alcanzó aún tal tipo de elevación y terminación, significa que aún no tiene la hisijía espiritual, inteligible y perfecta. Pero tampoco podrá serenarse y tranquilizarse (o tener la hisijía espiritual) a causa de la perturbación interior de los pazos indomables, hasta que no se eleve a tal altura. En cambio, hasta entonces sólo tendrá el cuerpo encerrado en muros o en cavernas de la tierra (es decir, hisijía exterior), siendo consumado por un nus-espíritu y mente desordenados y en error.
  26. Las psiques-almas que han llegado a puntos culminantes de pureza y subieron en la excelsa sofía-sabiduría y gnosis, se asemejan a los querubines, ya que se acercan con su ciencia casi inmediatamente a la Fuente de los bienes y reciben de allí en sus interiores pura la apocálipsis-revelación de la inmediata visión, por la cual por costumbre son iluminados por la Tearquía (Deidad) misma sólo los querubines en la más alta intensidad de divinas zeorías contemplaciones, como dijo alguien, (San Dionisio el Areopagita en “Jerarquía Celeste VII”).
  27. Como las primeras potencias angelicales algunas son más ardientes y rapidísimas alrededor de las cosas divinas, tienen un movimiento continuo en torno a ellas. Otras, las más dotadas de visión divina, lo son en gnosis-conocimiento y sabiduría, y este es su estado permanente, moverse siempre alrededor de las cosas divinas; así también las psique-almas de quienes antes se ha dicho que son ardientes y rapidísimas, en torno las cosas divinas sabias y gnósticas y con gran capacidad de elevarse en grandes zeorías contemplaciones místicas. La cualidad de ellas, según su potencia y estado divino, es el movimiento continuo en torno a Dios y un fundamento y morada estable en Él. Y junto con todo esto hay un estado de receptividad de las iluminaciones o irradiaciones, por el cual se hacen partícipes de Dios y transmiten también a los otros mediante sus logos abundantemente las iluminaciones y Sus jaris-gracias.
  28. Dios es Nus y causa del movimiento continuo de todo y como primer Nus, todos los nus tienen en Él el lugar estable y el movimiento incesante. Esto sucede y lo experimentan los que no tienen una movilidad amante de la materia y los pazos o pasiones indecentes, sino que han adquirido mediante las luchas sagradas el movimiento limpio, no enturbiado y sin mezclas. Y esto les sucede porque, teniendo el divino eros (amor ardiente), transmiten el uno al otro y también a sí mismos las iluminaciones que emite como donador de los bienes la Tearquía (o Deidad), y ellos con agapi también transmiten a los demás la sofía-sabiduría de los misterios de Dios que está escondida en sus interiores, para que sea venerada y alabada incesantemente la agapi de Dios.
  29. Las psiques-almas que han aligerado y liberado de su parte logística o lógica la materia, se mueven firmes alrededor de Dios, y la dualidad que combate con sí misma (carne-espíritu) la han convertido como un carro obediente que corre hacia los cielos. Y se mueven incesantemente alrededor de Dios, porque Él es el centro y la causa del movimiento circular. Permanecen firmes y estables como en un círculo sin que puedan dispersarse y desperdigarse de este vínculo que las mantiene unidas y dirigirse hacia el sentido o la percepción sensible y hacia aquí abajo engañados por las cosas humanas. Este es, por tanto, el término o fin perfecto de la ησυχία hisijía y en esto conduce a los verdaderos hisijastas (o hesicastas), siendo firme mientras se mueven y moviéndose alrededor las cosas divinas, manteniéndose firmes. Puesto que esto no nos sucede a nosotros, mientras que en apariencia creemos que vivimos en hisijía, es imposible que nuestro nus (espíritu de la psique) y nuestro intelecto se encuentren fuera de la materia y del error.
  30. Cuando mediante gran cuidado, solicitud y estudio llegamos a la belleza primitiva del logos y felizmente recibimos la sofía-sabiduría y la gnosis (conocimiento divino) que se nos dan desde el cielo por la visita del Espíritu, entonces comprobamos que la primera Fuente y Causa de la creación y producción de todo es sabia y buena en nosotros que ya podemos ver por naturaleza. Y ya no hay en nosotros nada que pueda acusar a Ella sobre la maldad que infectó a Su criatura durante su desviación hacia lo peor, cuando la criatura se separó y cayó perdiendo su belleza primitiva, decayó de la zéosis, y la maldad se impulsó en su interior y le dio su forma irracional y animal.
  31. Primera base o fundamento para aquellos que aumentan su progreso espiritual es la gnosis (conocimiento) de los seres, la cual se produce en ellos por la filosofía práctica. En segundo lugar, es el reconocimiento de los misterios escondidos de Dios, a quienes son iniciados místicamente por la zeoría contemplación natural. Y en tercer lugar, es la mezcla y la unión con la Primera Luz increada, donde termina y descansa de todo progreso y de toda zeoría contemplación.
  32. Todos los nus, por sí mismos giran de forma unificada, por los tres modos que antes hemos dicho, dirigiéndose hacia sí mismo y hacia el Ser real. E iluminando a sus prójimos como espíritus que se van limpiando y purificando, los inician místicamente a las cosas y realidades divinas y con la sofía-sabiduría celeste, los van unificando con el sí mismo y con la Mónada (Unicidad Divina, Una).
  33. La zéosis o divinización en esta vida es espiritual y realización (celebración o liturgia) divina real, durante la cual se celebra o es realizado el logos de la inefable sofía-sabiduría y se transmite, a medida de lo posible, en aquellos que se han preparado a sí mismos. Esta zéosis o divinización el Dios con Su bondad la regaló desde el principio a la naturaleza lógica para la unidad de la fe. Es decir, los que por su purificación, limpieza y lucidez han alcanzado la participación de este estado alto, mediante la gnosis de las cosas y realidades divinas, se irán convirtiendo semejantes a Dios, una vez que se hayan hecho de la misma forma que la icona/imagen del Su Hijo (Rom 8,29) por los excelsos y espirituales altos movimientos alrededor de las cosas y realidades divinas. Así serán dioses en posición de adopción o dioses por la jaris para los demás hombres encima de la tierra. Por otro lado, los otros serán perfeccionándose en la virtud con la catarsis mediante el logos y la santa relación de los primeros y, según sus progresos y sus catarsis estarán participando también ellos en la zéosis o divinización de los primeros y serán hechos partícipes de su unidad o unión con Dios. Y así unidos todos y hechos uno con la unidad de la agapi (amor incondicional) se unirán para siempre con el uno Dios. Y será el Dios natural entre los dioses en posición de adopción o por la jaris (Sal 81,1), el causante de las obras buenas, sin que haya nada en la creación por lo que pueda ser acusado.
  34. Es imposible que el luchador pueda conseguir, a medida de lo posible, su semejanza con Dios, si antes no hace la catarsis con lágrimas ardiente la deformidad y fealdad del fango de los males que le ciega e impide, y no se aferra a la liturgia o realización santa de los mandamientos/logos de Cristo. De otra manera no puede hacerse partícipe de los bienes inefables de Dios. Porque aquel que desea saborear espiritualmente la divina dulzura y el placer de las cosas divinas, abandona toda percepción sensible y sentido del mundo y, por el deseo de los bienes que están preparados para los Santos, tiene su psique-alma ocupada continuamente con la zeoría contemplación de los seres.
  35. El mantener uno inalterable la semejanza con Dios, la cual se produce por suma catarsis y mucha agapi (amor incondicional) a Él, se consigue sólo con la seña o guiño incesante hacia Dios y la elevación del nus muy contemplativo. Esta por regla general se nace en la psique de forma natural a partir de la estable hisijía (paz y serenidad interior divina), de la virtud y de la oración inmaterial, sin agitación e permanente, de la continencia universal y de la lectura atenta y estudio cuidadoso de las Escrituras.
  36. No hace falta ocuparnos sólo buscar el resultado de la paz de nuestras fuerzas interiores, sino también por llegar al deseo del reposo espiritual; el cual, mediante la serenidad de los pensamientos, sabe distender cada anhelo para el bien, y con su rocío divino que desciende desde el cielo sanar el corazón herido y refrigerarlo por el fuego que viene de lo alto y encendido por el Espíritu. “Yo he venido a echar fuego en la tierra, (es decir, para los hombres de buena y libre voluntad he venido para encenderlos de entusiasmo, celo ardiente y diligencia en sus corazones; y a los de mala voluntad este entusiasmo y celo será fuego de odio contra mí y mis fieles), ¿y qué más quiero, si este fuego ahora ya se ha encendido?” (Lc 12,49).
  37. La psique-alma que fue herida profundamente por el eros (amor ardiente) de Dios, después de haber saboreado Sus donaciones espirituales y Su dulzura, no puede permanecer en sí misma o en el mismo estado y no extenderse a las ascensiones celestes. Porque cuanto avanza con la ayuda del Espíritu en sucesivas elevaciones y cuanto más se introduce a las profundidades de Dios, tanto más es incendiada por el fuego del deseo y tanto más investiga la magnitud incluso de los misterios más profundos de Dios y tiene prisa en acercarse a la luz bienaventurada e increada donde se detiene toda extensión del nus (espíritu de la psique) y del intelecto/mente, para terminar allí su camino con el gozo y deleite del corazón.
  38. Cuando uno se haya hecho partícipe del Espíritu Santo y reconoce Su visita a través de una inexpresable energía (increada) y perfume en su interior, de modo que el perfume traspasa también en la superficie del cuerpo, entonces ya no soporta quedarse en los límites de la naturaleza. Pero como ha sufrido la buena alteración o metamorfosis por la energía increada del Altísimo (Sal 76, 11), olvida la comida y el sueño, supera las cosas de la carne y desprecia el reposo del cuerpo; todo el día mientras se encuentra en los esfuerzos, fatigas y combates ascéticos, no siente ningún cansancio o necesidad física, hambre, sed, sueño u otras necesidades de la naturaleza. Porque se ha vertido invisiblemente la agapi (amor, energía increada) de Dios con inexpresable alegría en su corazón (Rom 5,5). Y toda la noche permaneciendo en iluminación candente, hace el trabajo con ejercicios corporales y disfruta el simposium o banquete inmortal de las plantas traídas del Paraíso espiritual. En este Paraíso también Pablo, una vez elevado, escuchó logos inefables e increados, los cuales no es permitido que sean escuchados por hombre (2Cor 12,4) que aún está apegado pasional y viciosamente en las cosas visibles.
  39. El cuerpo, una vez encendido por el fuego de la ascesis y bañado con el agua de las lágrimas, ya no se debilita debido a los esfuerzos y fatigas, porque por la práctica en la ascesis cesa y reposa de los muchos sudores, cansancios y luchas. Pero una vez que reciba en su interior la serenidad y el silencio de la paz (o sea, la hisijía), más bien se llena de otra dinamis (fuerza y energía), de otra muy buena sintonía y de otro vigor del Espíritu. La psique-alma entonces enriquecida por la sinergia, cooperación de tal cuerpo y viendo su estado que es superior que el ejercicio corporal, cambia sus movimientos físicos o naturales y los dirige hacia luchas espirituales inteligibles y, trabajando con la energía del nus (espíritu de la psique), guarda para sí mismo los frutos de las plantas inmortales dentro en el Paraíso inteligible. De allí irrumpen en ríos las fuentes de los conceptos divinos, y allí se encuentra el árbol de la gnosis (conocimiento increado) de Dios, que produce frutos de sofía-sabiduría, de alegría, de paz, de cristotis-bondad, de tolerancia o magnanimidad y de inexpresable agapi amor divino increado (Gal 5,22). Trabajando así con celo, esmero y estudio y custodiando y guardando así de tal manera (Gen 2,15), se aleja del cuerpo y se introduce al gnofos (nube de supraluz increada que deslumbra y trasciende toda luz) de la teología. Sale de todo, mediante la éxtasis (extensión interior), porque nada de las cosas visibles la detiene, y unida con Dios, deja de luchar y anhelar y descansa.
  40. ¿Cuál de nuestros dos elementos es superior, -se preguntan los luchadores- lo que es visible o lo inteligible o concebible? Si es superior lo visible, entonces ninguna otra no debemos preferir y aceptar excepto las cosas corruptibles, y por consiguiente ni la psique-alma es superior al cuerpo. Pero si es superior lo concebible o inteligible, el Dios es espíritu y los que Le veneran deben hacerlo espiritualmente y verdaderamente (Jn, 4,14). Así, es superfluo el ejercicio del cuerpo cuando tiene fuerza el trabajo espiritual de la psique-alma, la cual hace ligero el cuerpo que tiende hacia las cosas de abajo y lo transforma entero en espiritual, uniéndolo con lo mejor y superior.
  1. Tres son los órdenes en aquellos que progresan en las elevaciones de los grados de la perfección: el de la catarsis (purgación, purificación y sanación), el de la iluminación y el de la mística, que es también la los vuelve perfectos. El primer orden corresponde a los principiantes, el segundo a los intermedios y el tercero a los perfectos. Estos tres órdenes pasándolos en orden el luchador, crece en la edad según Cristo y se hace hombre maduro, adquiriendo la perfección que su medida es el Cristo (Ef 4,13).
  2. El orden de la catarsis corresponde para los que se inician en las luchas y combates espirituales. La característica de la catarsis es el rechazo de forma terrenal del hombre, liberación de todo pazos, vicio y maldad y el revestir al hombre nuevo que le renueva el Espíritu Santo (Col 3,10). Obra de la catarsis es el aborrecimiento de la materia, la extenuación de la carne, la fuga de toda causa que empuja la parte logística o lógica de la psique hacia el pazos y la metania (arrepentimiento y confesión) de los pecados pasados; también lavar con lágrimas la salinidad del pecado, regular su comportamiento de acuerdo con la bondad del espíritu y limpiar por la katánixis (compunción o dilatación del corazón) el interior del vaso (Mt 23, 26), es decir, al nus limpiarlo de toda mancha y contaminación carnal y espiritual (2Cor 7,1). Y así ponga y derrame en su interior el vino del logos, el cual deleita el corazón del hombre (Sal 103,15) que se limpia y se purifica con la catarsis, y ofrecerlo al Rey de los espíritus para saborearlo. El objetivo de este orden es que el hombre sea candente en la praxis por el fuego de la ascesis y por los esfuerzos y fatigas del cuerpo, y fortalecerse de modo que pueda repeler toda suciedad del pecado, y una vez bañado al agua de la katánixis (compunción o dilatación del corazón), convertirse en espada afilada y potente contra los pazos y los demonios. Aquel que ha llegado a este punto con muchos esfuerzos y fatigas de la ascesis, ha borrado la fuerza de la violencia del fuego innato, tapó la boca de los leones, de los pazos salvajes, fortaleció la parte débil de su espíritu y se ha hecho fuerte (Heb 11,33-34), y como otro Job ha enarbolado el trofeo de la paciencia, ya que ha vencido al diablo que le tentaba.
  3. El orden de la iluminación corresponde en aquellos que por sus luchas y combates sagrados han progresado en la primera apázia (sin pazos, impasibilidad). La característica de ella es la gnosis-conocimiento de los seres, la zeoría contemplación de los logos de la naturaleza y la participación del Espíritu Santo. Obra de la iluminación es la catarsis del nus, que por el fuego divino se hace la apocálipsis-revelación espiritual de los ojos del corazón y el nacimiento del logos junto con conceptos altos y excelsos de la gnosis. El objetivo de ella es el logos de la sofía-sabiduría que explica con claridad las fisis-naturalezas de los seres, el reconocimiento de las cosas divinas y humanas y la develación de los misterios del reinado de la realeza increada de los cielos. El que ha llegado a este punto, por el trabajo espiritual del nus, es llevado sentado al carro de fuego, como Elías (4Re 2,11), que tiene como caballos las cuatro virtudes generales y, mientras aún vive aquí, se eleva al aire inteligible y recorre a los cielos, ya que ha superado la debilidad del cuerpo.
  4. El orden místico y perfeccionador corresponde en aquellos que han pasado todo y llegaron a la plena madurez de Cristo (Ef 4,13). La característica de ellos es traspasar el aire y transcender todo y llegar allí donde están los órdenes superiores de los celestes y acercarse a la Primera Luz increada e investigar con el espíritu las profundidades de Dios. La obra de este orden es llenar el nus, que es espectador de todas estas cosas y realidades, con los logos sobre la providencia, la justicia y la verdad de Dios y de logos para resolver los enigmas o misterios, las parábolas y los logos oscuros o incomprensibles de la Santa Escritura (Pr 1,6). Y el objetivo es mistagogizar (iniciar místicamente) así a quien ha sido perfeccionado, en los misterios ocultos o apócrifos de Dios, llenarle de sofía-sabiduría inefable por la unión con el Espíritu y hacerle teólogo sabio en medio de la gran Iglesia Ortodoxa de Dios, iluminando a los hombres por el logos de la teología. Aquel que ha llegado a este punto mediante la profundísima humildad y la katánixis (compunción o dilatación del corazón), ha sido elevado al tercer cielo y como otro Pablo, escuchó logos inefables e increados (2Cor 12,4), los cuales no se están permitidos a escuchar hombre que está dominado por la percepción sensible y el sentido, y ha saboreado bienes inefables y secretos que los ojos no han visto y oídos no han escuchado (1Cor 2,9). Además, él se ha hecho diácono/servidor de los misterios de Dios, porque se ha hecho boca de Dios y transmite todas estas cosas a los hombres mediante el logos, siendo perfecto dentro en el perfecto Dios, viviendo el bienaventurado descanso, unido con los teólogos en las sublimes potencias de los Querubines y de los Serafines, los cuales tienen como cualidad la sofía (sabiduría increada y creada) y la gnosis (conocimiento increado y creado).
  5. El tiempo de la vida de los hombres se divide en dos partes o modos, mientras que las finalidades en tres órdenes. Una parte de modo de vida es común o social y mundana, y la otra no es social ni común de los hombres y es supra-mundana o sobrenatural. La parte común se divide en temperancia e insaciabilidad, mientras que la parte que no es común se divide en filosofía, en gnosis natural y en energía increada sobrenatural. La primera parte se une a lo que es justo, entonces viene a su estado natural o a lo injusto (si camina en el error) perdiendo su movimiento natural. La otra parte, si camina hacia finalidad o meta perseguida dirigida por el canon o regla, resulta a la Fisis-Naturaleza infinita, queda perfeccionada más allá y por encima de la naturaleza; pero si su ascesis se hace por vanagloria, fracasa en su meta, concluye en un nus (espíritu de la psique) réprobo (Rom 1,28) y, como imperfecto, es rechazado y excluido justamente del orden perfecto.
  6. El Espíritu Santo es luz increada, vida y paz. Por tanto, aquel que es iluminado por el Espíritu divino, se pacifica y pasa su vida con serenidad. De esto brotan en él la gnosis-conocimiento de los seres y la sofía-sabiduría del logos y adquiere nus-espíritu de Cristo. Éste conoce los misterios de la Realeza increada, se introduce en las profundidades de Dios y día a día profiere logos de vida a los hombres desde su corazón iluminado y tranquilo, puesto que él es bondadoso y tiene en su interior al Bondadoso que dice cosas buenas “nuevas y antiguas” (Mt 13,52).
  7. Dios es sofía (sabiduría increada), y aquellos que caminan con el logos y la sofía, una vez que los haya deificado con la gnosis de los seres, los une a Sí Mismo mediante la luz increada y los convierte en dioses en posición de adopción o por la jaris. Y como Dios, luego de haber creado todo con sabiduría desde la nada e cero, gobierna y dirige con sofía-sabiduría las cosas mundanas, y también con sabiduría trabaja siempre para la σωτηρία sotiría (redención, sanación y salvación) de todos aquellos que se Le acercan con metania, de tal modo también quien por su limpieza y pureza se ha hecho digno de ser partícipe de la sofía-sabiduría altísima, él también siempre, como icona-imagen de Dios, realiza y trabaja con sabiduría la voluntad de Dios. Es decir, se recoge a sí de las cosas exteriores y múltiples, y día a día eleva y extiende su parte logística (racional) de la psique realmente con gnosis de las cosas inefables, hacia modos de vida angelicales. Y haciendo, a medida de lo posible, su vida unificada, se une a sí mismo con las dinamis (potencias y energías) superiores, que se mueven unificadamente alrededor de Dios, y con ellas, como buenas guías, se eleva hacia al primer principio y Causa.
  8. Aquel que con la sofía-sabiduría superior se unió con las potencias angelicales y por eso se unió con Dios, como se ha hecho a semejanza de Dios, se acerca y se relaciona con todos con logos filósofo y comportamiento bondadoso, con potencia divina a los que quieren los libera de las cosas exteriores y divididas, recogiéndolos y conduciéndolos espiritualmente hacia la vida unificada como imitador de Dios, tal como ya hizo para sí mismo. Y los eleva hacia la zeoría contemplación de la doxa-gloria (increada) de la una y primera Luz (increada), a través de la sabiduría, la gnosis y la iluminación de las cosas apócrifas o escondidas. Y una vez unidos con las esencias y los órdenes angelicales que están alrededor de Dios, los conduce a la unidad con Dios, ya que están envueltos a la luz increada por la iluminación del Espíritu.
  9. Le tétrada de las virtudes generales las acompañan ocho virtudes naturales, acompañando dos a cada una, de modo que una de las generales forma una tríada. Por tanto, la prudencia la acompañan la gnosis y la zeoría contemplación sabia. La justicia la acompañan el discernimiento y la disposición caritativa. La fortaleza la acompañan la paciencia y la estabilidad. Y la templanza la acompañan la castidad y la virginidad. Como Creador e Iniciador a los misterios de esta docena tríadica de virtudes, Dios se sienta sabiamente en el trono del nus, mandando el Logos para la creación de las virtudes. El Logos, tomando de cada una de las virtudes generales antes mencionadas, crea en la psique-alma el mundo espiritual de la piedad. Y como cielo de este mundo extiende en la psique-alma la prudencia, llena de estrellas para iluminar la vida, donde como dos grandes lumbreras pone la divina gnosis y la zeoría contemplación natural, para que alumbren y le iluminen. Como tierra establece en la psique-alma la justicia como un banquete magnífico e inagotable. Como aire extiende la templanza, descanso y refrigerio de la vida auténtica y pura. Como mar pone la fortaleza alrededor de la enfermedad de la naturaleza, para la destrucción de las fortalezas y los baluartes del Satanás (2Cor 10,4). Por tanto, el Logos edificando este mundo pone en su interior como dinamis (poder, potencia y energía) el Espíritu para imprimirle movimiento espiritual y perpetuo y para cohesión indisoluble y duradera, según el logos de David: “Por el logos del Señor se fundaron los cielos y con el espíritu de Su boca está en ellos toda su fuerza” (Sal 32, 6).
  10. Con el crecimiento de los dignos de una edad espiritual a otra, juntos crece también nuestro Señor Jesús Cristo. Y cuando ellos aún son niños y tienen necesidad de leche (Heb 5,12), se dice que maman la leche de las virtudes introductorias del ejercicio del cuerpo, cuya utilidad es poca (1Tim 4,8) en aquellos que crecen en la virtud y van abandonando poco a poco la infancia. Luego cuando se hacen jóvenes y se alimentan con alimento sólido de la zeoría contemplación de los seres, teniendo ejercitados los sentidos de la psique-alma (Heb 5,14), entonces el Cristo se dice que progresa en la edad y en la divina xάρις jaris (gracia energía increada) (Lc 2,52) y se sienta entre los presbíteros (Luc 2,46) y los revela las cosas profundas y oscuras. Después, cuando están hechos hombres maduros y llegan a la perfección que la medida es el Cristo (Ef 4,13), entonces se dice que anuncian y predican a todos el logos de la metania y enseñan a los pueblos sobre el reinado de la realeza increada de los cielos (Mt 4,17) y se apresuran para crucificarse. Porque este es el fin de cada uno que se ha hecho perfecto en las virtudes; una vez pasadas todas las edades de Cristo, llegar a afrontar el padecimiento de las tentaciones, tal y como padeció también el Señor su pasión o padecimiento en la cruz.
  11. Mientras estamos bajo los límites del ejercicio del cuerpo, evitando comer varias comidas o utilizar el tacto o tocar bellezas o escuchar melodías o aspirar perfumes, estamos bajo el dominio de tutores y administradores, como infantiles todavía, aunque somos herederos y señores de todo lo que tiene el Padre (Gal 4,3). Pero cuando por este ejercicio llega la plenitud del tiempo y esto se completa por la apázia (sin pazos, impasibilidad), entonces nace en nuestro interior el Logos de diania (mente, intelecto) purificada, limpia y lúcida y entra bajo la ley del Espíritu, para rescatarnos, a nosotros que estamos bajo la ley de la conducta y actitud carnal, y concedernos la adopción (Gal 4, 2-5). Cuando tal cosa ha sucedido, entonces el Espíritu clama en nuestros corazones: “¡Abba, Padre!” (Gal, 4,6), indicando y reconociendo nuestra cualidad de hijos adoptivos y la confidencia y franqueza con el Dios y Padre. Él ya permanece junto con nosotros y conversa como hijos y herederos de Dios por Cristo, ya que no estamos dominados por la esclavitud de los sentidos.
  12. En aquellos que han progresado en la fe como Pedro y volvieron en la esperanza como Jacobo o Santiago y se han hecho perfectos en la agapi (amor divino) como Juan, el Señor se metamorfosea elevado sobre la montaña alta de la teología. Y en ellos por la manifestación y el carácter del logos puro y lúcido resplandece como el sol, y con los conceptos de la sofía-sabiduría inefable se vuelve espléndido como la luz. Y en éstos, se presenta el Logos estando entre medio de la de ley y la profecía. Es decir, de un lado legisla y enseña, del otro, apocalipta-revela los tesoros profundos y escondidos de la sofía-sabiduría, y a veces prevé y predice. A éstos, el Espíritu les da sombra como una nube luminosa, de donde viene en ellos la voz de la teología mística y los inicia místicamente al misterio de la deidad tripostática (tres hipostasis, trinitaria), diciendo los siguientes logos: “Este es mi hijo amado (Mt 17,5), quien es el límite y la condición del perfeccionamiento que me satisface para que os vayáis convirtiendo en hijos míos perfectos con el perfecto Espíritu”.
  13. La psique-alma que ha despreciado todas las bajezas y ha sido herida totalmente por el eros (amor ardiente) divino de Dios, padece una éxtasis divina (extensión interior mística, por la jaris). Es decir, después de haber visto claramente las fisis-naturalezas y los logos de los seres y haya entendido los fines de las cosas humanas, ya no soporta estar encerrada en el universo y limitada por el cuerpo que la contiene. Sino que, una vez salida fuera de sus límites y al haber dominado la percepción sensible y el sentido y haya superado las naturalezas de los seres, es introducida con un silencio indescriptible al gnofos (nube de supraluz increada que deslumbra y trasciende toda luz) de la teología y ve cara a cara la belleza del Ser dentro de la luz de conceptos de sofía-sabiduría inenarrable, lo que entonces se le da por la jaris (gracia increada). Y de modo que conviene a Dios, profundiza con los conceptos en la zeoría contemplación de Él y degusta con temor de la agapi (amor divino) los frutos de las plantas inmortales, me refiero a los conceptos de los divinos significados, de los cuales la majestuosidad y la doxa-gloria la psique nunca puede expresar plenamente cuando vuelve de su éxtasis en sí misma. Pero mientras percibe la energía paradójica (increada) de la operación del Espíritu, vive esta emoción o pasión con una alegría y silencio inexpresables; pero el modo de la operación de esta energía, o cuál es lo que la mueve, qué es lo que ve y qué logos inefables le dice místicamente, no puede explicarlo.
  14. Aquel que siembra lágrimas de la katánixis (compunción o dilatación del corazón) por la virtud, recogerá como fruto de vida una alegría inexpresable. Aquel que busca con celo y espera con paciencia al Señor hasta que fructifiquen para recoger los frutos de la virtud, éste segará abundantes espigas maduras de la gnosis de Dios. Y se iluminará a sí mismo con la luz de la sofía-sabiduría y se convertirá en lámpara de luz iluminando a todos los seres humanos; y no codiciará para sí mismo ni para el prójimo la luz de la sabiduría que le ha sido dada, ocultándola de los ojos debajo del almud (Mt 5,15), sino que dentro en la Iglesia dirá logos bondadosos para beneficio de muchos y desarrollará antiguos enigmas o cosas curiosas y parábolas, de acuerdo con lo que ha oído desde el cielo dictándole el Espíritu divino y las cosas que aprendió dedicándose al zeoría contemplación de los seres y lo que sus Padres le han contado (Sal 77, 2-3). A todo luchador y combatiente, durante el día de la terminación perfecta de la virtud, le sucederá que los montes del trabajo de los mandamientos-logos divinos, destilarán para él dulzura de júbilo, mientras que estará reinando a Sión, a la diania (mente, intelecto) limpia y lúcida; es decir, desde las montañas, los logos de las virtudes, fluirá leche ofreciéndole alimento mientras estará descansando en la cama de la apázia (sin pazos, impasibilidad). Y todas las fuentes de Judas, me refiero las fuentes de la fe y su gnosis, harán manar dogmas espirituales, parábolas y enigmas de cosas y realidades divinas; y de su corazón, como de un templo del Señor, saldrá fuente de sofía-sabiduría inefable y regará el torrente de los juncos (Joel 4,18), es decir, a los hombres secados en la aridez y en el escozor de los pazos. Y entonces comprobará en sí mismo la realización de los logos del Señor: “Al que cree en mí, de las entrañas de su psique-alma brotarán ríos de agua viva y su corazón se convertirá en fuente de agua espiritual inagotable”, y no sólo será regado el mismo sino también los otros que están en relación con él,  es decir, brotará la χάρις jaris gracia energía increada” (Jn 7,38).
  1. “Para aquellos que me temen, dice Dios, surgirá un sol de justicia para enderezar y sanar sus praxis. Saldrán de la cárcel de los pazos y saltarán como ternerillos liberados de las cadenas del pecado; y pisotearán los inicuos y los demonios bajo sus pies como ceniza durante el día de su apocatástasis restablecimiento que yo traeré, dice el Kirios-Señor, el Pantocrátor/Omnipotente (Mal 4,2-30). Esto por supuesto que se realizará cuando sean elevados mediante todas las virtudes y sean perfeccionados por la sofía-sabiduría divina y la gnosis (conocimiento espiritual) en conexión, comunión y participación del Espíritu.
  2. Si en el monte puesto en la llanura de este mundo y de la Iglesia de Dios, levantas muy alto la bandera de la nueva gnosis-conocimiento y según el profeta (Is 13,2), levantas la voz de la sofía-sabiduría que Dios te ha dado, sostenido con tu logos y enseñando a tus hermanos y apocaliptándoles-revelándoles el significado de las divina Escrituras de modo que puedan comprender las donaciones de Dios, y conduciéndoles a la práctica y al trabajo de Sus mandamientos-logos, entonces no temas aquellos que envidian la potencia de tus logos, distorsionando los escritos de las santas Escrituras, porque ellos mismos están vacíos, destruidos y preparados para que habite en su interior el diablo (Mt 12,44). Porque el Dios escribe sus logos en el libro de los vivos y no sufrirás daño o perjuicio de ellos, tal como Pedro no sufrió daño alguno por Simón el mago. Más bien, en aquel día tú, cuando veas a estos hombres en tu camino construir trampas contra ti, también dirás junto con el Profeta (Is 12,2·4): “He aquí mi Dios y Kirios-Señor es mi salvador; tendré toda mi convicción y confianza en Él, me salvará y de nada temeré. Porque el Señor es mi doxa-gloria y mi alabanza, y Él es mi salvador. No cesaré de anunciar Sus obras gloriosas en toda la tierra habitada”
  3. Si has comprendido que el ímpetu o impulso de los pazos ha quedado ineficaz en tu interior y por la katánixis (compunción o dilatación del corazón) y por la humildad emanan lágrimas de tus ojos, entonces debes conocer que ha venido la realeza increada de Dios y concibes en tu interior el Espíritu Santo. Si además sientes el Espíritu operar en tu interior, moverse y clamar en tus entrañas y persuadirte a decir en la gran asamblea de la Iglesia la verdad salvífica de Dios, no impidas tus labios temiendo la envidia de los que tienen mentalidad judía. Sino siéntate y escribe en una tablilla, tal como dice Isaías (Is 30,8), aquellas cosas que te dicta el Espíritu, porque estas quedarán para mucho tiempo, para siempre. Aquellos que tienen dolor de vientre son pueblo rebelde, hijos falsos, que no tienen fe y no quieren oír que el Evangelio opera también hoy, creando amigos de Dios y profetas. Sino que dicen a los profetas y a los maestros de la Iglesia: “No anunciéis en nosotros la sofía-sabiduría de Dios”, y a aquellos que ven visiones de la zeoría contemplación natural, dicen: “No nos digáis este tipo de cosas, decidnos y anunciadnos otras cosas halagüeñas, las palabras del engaño que ama el mundo; apartad y quitad de nosotros el logos de Israel” (Is 30, 9-11). Por tanto, no pongas atención ni tengas en cuenta la envidia y las palabras de ellos. Porque aquellas cosas que son dictadas por lo alto para el beneficio y satisfacción de muchos, las escucharán los que están totalmente sordos y aquellos que se encuentran en la oscuridad de sus vidas y las verán los ojos de los ciegos que se encuentran en la niebla del pecado, verán la luz de tus logos y por estos logos sentirán deleite y gozo los pobres espiritualmente (Mt 5,3). Los hombres desesperados se llenarán de alegría y felicidad; los engañados percibirán la prudencia, la inteligencia y la psicología que tienen tus logos; los que gimen contra ti, aprenderán a obedecer a los logos del Espíritu; y las lenguas que balbucean, aprenderán hablar pacíficamente (Is 29, 18-19 y 24).
  4. Dice Isaías en (Is 21,8· 32,2-6 y 8): Es bienaventurado aquel que tiene en Sión, o sea, en la Iglesia de Dios, hijos de la enseñanza de sus logos e hijos espirituales propios en el Jerusalén de arriba de los primogénitos. Porque, dice, aquel hombre esconderá sus logos para el tiempo adecuado y se esconderá como si fuera protegido de las aguas impetuosas. Y finalmente aparecerá en Sión, en la Iglesia de los fieles como río glorioso que corre majestuosamente en tierra sedienta, con las savias de su sofía-sabiduría. Y los que son desviados y arrastrados de los envidiosos, cesarán de tener confianza y convicción en ellos, sino que tenderán sus oídos para escuchar logos de aquel hombre, y el corazón de los enfermos de la psique-alma escuchará con atención sus logos psicoterapéuticos y sanadores. Y los servidores de la envidia ya no le dirán: cállate; porque, siendo realmente piadoso, pensó con lógica o sano juicio y prudencia y no dijo tonterías o necedades como los sabios del mundo; ni su corazón pensó vanamente de actuar fuera de la ley y decir logos falsos y discursos engañosos sobre Dios, de modo que esparza las psiques-almas que están hambrientas y sedientas y así dejarlas insatisfechas. Por eso sus logos permanecerán para psicoterapia, satisfacción y beneficio de muchos, a pesar de que esto no gusta a los envidiosos y calumniadores.
  5. A quien habita en caverna alta de roca fuerte, se le dará en abundancia el pan de la gnosis-conocimiento y el vaso de vino de la sofía-sabiduría hasta embriagarse; similar será también el agua que estará bebiendo. Verá al Rey con Su doxa-gloria (luz increada), y sus ojos verán la tierra desde lejos (Is 33, 16-17). Su psique-alma estudiará la sofía-sabiduría y hablará a todos sobre el lugar eterno (Is 33,14), fuera de las fronteras o límites donde no hay nada.
  6. Por tanto, ya que la pedagogía o instrucción del Señor es la que abre los oídos de cada uno que tiene Su temor, y le proporciona el oído para oír, y le da lengua instruida para conocer cuándo debe hablar (Is 50, 4-5), entonces ¿quién otro es el que deja vacíos a los inteligentes y sabios del mundo y demuestra necia su sofía-sabiduría, y ciertos y estables sólo los logos de Sus siervos (Is 44, 25-26); sino Aquel que realiza cosas nuevas, paradójicas y extraordinarias a su doxa-gloria, que abre en el corazón desierto y sequísimo el camino de la humildad y de la apacibilidad, y en la diania (mente, intelecto, cerebro) seca sin agua, derrama ríos de inefable sofía-sabiduría (increada), para saciar la sed de Su estirpe escogida, el pueblo que ha elegido para contar Sus virtudes? (Is 43, 19-21). Él camina por delante de los que Le aman y Le temen y respetan, y por gracia o favor de ellos aniquila las montañas de los pazos y destruye las puertas de hierro de la ignorancia y oscuridad, mientras que les abre las puertas de Su propia gnosis (conocimiento increado) y los manifiesta y revela sus tesoros que están invisibles, apócrifos y oscurecidos. Y todas estas cosas, para que aprendan y sepan que Él es el Kirios-Señor, el Dios, que los ha dado el nombre Israel (Is 45, 2-3).
  7. ¿Quién es el que convulsiona el mar de los pazos y después detiene sus olas? Es el Señor Sabaoz (de los ejércitos), el que salva del peligro del pecado a los que Le aman, y serena la tempestad de sus loyismí (pensamientos y fantasías), el Cual pone Su logos sobre la boca de ellos y los cubre bajo la sombra de Sus manos por las cuales ha creado el cielo y fundamentó la tierra (Is 51, 15-16). El da a los que tienen Su temor y respeto lengua instruida y oído prudente para que puedan escuchar desde lo alto Su voz y anunciar sus mandatos o logos a la casa de Jacob, es decir, a la Iglesia de los fieles. Pero en aquellos que no tienen ojos para ver los rayos del Sol de justicia y oídos para escuchar las cosas y logos gloriosos de Dios, de ellos la oscuridad o tiniebla es la herencia de la ignorancia y vana es la esperanza junto con sus logos. Nadie de ellos puede hablar de acuerdo con la justicia, ni puede juzgar sanamente de acuerdo con la verdad; se sostienen en palabras y logos vanidosos sin contenido; conciben la envidia y dan a luz la maledicencia y la maldad (Is 59,4). Porque sus oídos no están circuncidados y no pueden escuchar, y por eso ellos se burlan del logos sobre la gnosis (conocimiento increado) de Dios y no van a querer escucharlo.
  8. ¿Qué sofía-sabiduría puede haber para los que conciben en su vientre como dolor de parto la envidia contra su prójimo? Es decir, ¿cómo dirán los envidiosos, como dice Jeremías, que “nosotros somos sabios y la Ley del Señor está con nosotros (Jer 8, 8-9), cuando se retuercen y se consumen de celos hacia los que han recibido la jaris, (gracia, energía increada) del Espíritu mediante la sofía-sabiduría y la gnosis (conocimiento increado) de Dios? Pero se ha demostrado falsa la gnosis de los gramaticales (intelectuales, escribas) y de los sabios del mundo, ya que fracasaron en la verdadera gnosis (conocimiento increado). Por esta razón se avergonzaron también los sabios del mundo, porque fueron juzgados como inútiles e indignos para la sofía (sabiduría increada) del Paráclitos, viendo que se multiplicaba en los pescadores, y se asustaron por la potencia de sus logos; y fueron capturados prisioneros en las redes de sus conceptos, porque reprobaron la verdadera sofía (sabiduría increada) y la gnosis (conocimiento increado) del Señor.
  9. Ya que los envidiosos abandonaron la fuente de la sofía (sabiduría increada) de Dios, ¿por qué se consumen de envidia hacia los que recibieron en abundancia la jaris (gracia, energía increada) del Espíritu y recibieron lengua como pluma de escriba veloz? (Sal 44,2). Si hubiesen seguido también ellos el camino de Dios, habrían habitado para siempre en la paz de la apázia (sin pazos, impasibilidad); habrían aprendido dónde se encuentra la inteligencia y la sensatez, dónde se encuentra la prudencia y la gnosis de los seres, dónde la vida y la larga vida, dónde la luz de los ojos y la sabiduría con paz; habrían aprendido quién encuentra el lugar de la sofía-sabiduría y quién se introduce en sus tesoros (Bar 3, 12-15). Verían qué manda Dios a través del Profeta a los mistes (iniciados místicamente), diciendo: “El profeta que ha visto sueño apocalíptico, que cuente su visión, y el que ha recibido logos mío que cuente mi logos de verdad” (Jer 23,28), y de nuevo: “Escribe en libro todos los logos que te dije” (Jer 37,2); y así nunca se consumirían por envidia para estos hombres.
  10. Si el etíope cambia su piel y el leopardo sus adornos, entonces también los envidiosos podrán pensar y decir algo bueno, aunque están enseñados al estudio de los males (Jer 113,23). Porque dan insidiosamente un golpe fuerte a sus prójimos, siendo falsos, tramposos e hipócritas hacia sus amigos. No dicen la verdad porque sus lenguas han aprendido y se han acostumbrado a los logos vanos y falsos (Jer 9, 4-5). Entiéndelo bien tú que eres objeto de envidia a causa del tu logos y de tu gnosis (conocimiento increado) de Dios; y que eres ridiculizado por ellos, e igual que Jeremías, reza súplica extensa, diciendo: “Acuérdate de mí Señor y acércate a mí y líbrame de los envidiosos que me persiguen. No te retrases, queriendo probarme más. Conoces que se burlan de mí y me ultrajan estos que rechazan Tu gnosis (conocimiento increado). Termina con la envidia de ellos. Y entonces el logos de Tu gnosis será motivo y causa de felicidad, gozo y alegría de mi corazón. Porque nunca me he sentado junto con aquellos que se burlan y desprecian de Tu gnosis (conocimiento increado), sino que sentía temor por la presencia de Tu dinami (potencia y energía), y yo me quedaba apartado y muy amargado de la envidia de ellos” (Jer 15-17). Y escucharás: ·Lo sé todo esto. Pero si tú haces volver a un engañado de su error, te enumeraré con mis amigos y estarás delante de mí; y si conviertes un indigno en digno, serás mi boca. Te redimiré y te libraré de las manos de los envidiosos malhechores, dice el Kirios-Señor, el Dios de Israel (Jer 15,19 y 21)
  11. Que los sabios envidiosos escuchen el logos hasta el final: Los Nazireos* de Dios por sus esfuerzos y fatiga se han hecho más limpios y puros que la nieve; y sus vidas se han blanqueado más que la leche; la belleza de la sabiduría de ellos es superior que la piedra de zafiro (Lam 4, 7-8); y el carácter y sello de sus logos son de perla pura. Al contrario, los que comían las delicias de la gnosis mundana, murieron de hambre delante de las fuentes del Espíritu; ellos eran educados en la purpura de la sabiduría de los Helenos, se revistieron del abono de la ignorancia (Lam 4,5), y pusieron sobre ellos cadenas y los ataron. Porque su lengua quedó clavada en la garganta y perdieron el sentido del oído, ya que probaron la verdadera sofía (sabiduría increada) y la gnosis (conocimiento increado) del Espíritu divino y no quisieron acogerlos con esfuerzos.
  12. El Dios que baja el árbol alto y eleva el bajo árbol humilde, que hace secar al árbol verde y florecer al árbol seco (Ez 17,24), Él es quien abre la boca de sus siervos (Ez 29,21) en medio de una gran asamblea, y da el logos con gran potencia para que evangelicen Su verdad (Sal 67, 12). En Él pertenece la sofía (sabiduría increada), la prudencia y la fuerza, y tal como cambian los tiempos y las épocas, así altera y metamorfosea las psiques-almas de los que Le buscan y Le anhelan y da en ellas el poder contra los pazos y las eleva de vida en vida. Él concede sofía-sabiduría a los sabios espiritualmente y prudencia a los prudentes, y apocalipta-revela las cosas profundas y ocultas a los que investigan las profundidades de Dios, dándoles la gnosis-conocimiento de los enigmas oscuros. Porque Él tiene la luz increada (Dan 2, 20-22) de la sofía-sabiduría y de la gnosis, y Él da a quien quiere.
  13. En cada uno que trabaja con paciencia los mandamientos-logos interiormente y exteriormente, aspirando sólo a la doxa (gloria, luz increada) de Dios, se le da el honor de la gnosis celeste, paz de la psique-alma y la incorrupción, porque aplica y cumple los mandamientos y no es un simple oyente de la ley de la jaris (gracia, energía increada) (Rom 2,13). La gnosis-conocimiento de él, que es testificada por las obras, el Dios no la desprecia, sino que la glorifica junto con los logos de la gnosis de aquellos que resplandecieron con divina sofía-sabiduría en la Iglesia de los fieles, porque para Dios no hay preferencias entre personas (Rom 2,11). Pero en aquel que lucha y combate con egoísmo y desobedece los logos de los que son conducidos por el Espíritu, mientras confía en su propia prudencia, inteligencia y a los logos engañosos de cuantos se rodean de la sola apariencia exterior de piedad y operan movidos por el espíritu de su propia vanagloria y placer, le serás dadas tribulaciones, angustia y tristeza. Y la envidia, la ira y el furor (Rom 2, 8-9), serán para el presente la recompensa de su engaño y error, en cambio para el futuro será acusado por sus loyismí (pensamientos), que se condenan o incluso se justifican entre sí, durante el día que Dios juzgará las cosas escondidas de los hombres (Rom 2, 15-16) y dé a cada uno de acuerdo con sus obras
  14. No es Judío, tal como dice el Apóstol Pablo, el que tiene atributos exteriores de serlo en apariencia, ni la circuncisión se identifica con una marca en el cuerpo; Judío verdadero es el que tiene atributos o cualidades interiores, que se ha circuncidado en el corazón por el Espíritu y no de acuerdo con la letra de la ley (Rom 2, 28-29). Así tampoco es perfecto en gnosis-conocimiento y sofía-sabiduría quien es en apariencia brillante, elocuente y hábil al logos o discurso, ni es perfecto luchador y practicante el que se dedica al ejercicio exterior corporal en los esfuerzos, sino luchador y practicante es el que se dedica al trabajo espiritual interior, y perfecto en sabiduría y gnosis es el que sus logos salen de corazón limpio, puro y lúcido por la iluminación del Espíritu de Dios, y no de los libros y las letras. Este no tiene el encomio o elogio de los hombres, sino de Dios (Rom 2,29); porque los hombres le ignoran o le envidian, y solo Dios y los que son movidos por el mismo Espíritu le aman y le conocen.
  15. Si por las obras de la Ley no será justificado y salvado ningún ser humano ante Dios (Gal 2, 16), según el Apóstol, ¿entonces quién será perfeccionado ante Dios sólo con las luchas y los esfuerzos de la ascesis? Con la praxis tomamos los elementos para el hábito de la virtud y paramos la energía y acción de los pazos, pero no sólo por ella adquirimos la perfección que la medida es el Cristo. ¿Cuál es pues, aquello que nos eleva a la perfección? Es la fe concienciada a Dios, la que garantiza y hace palpables las cosas que esperamos (Heb 11,1). Con este tipo de fe, Abel ofreció mejor sacrificio a Dios y se le dio el testimonio de que es justo (Heb 11,4), y Abraham obedeció a la llamada de Dios y se marchó de su país para vivir como extranjero en la tierra prometida (Heb 11,8). Esta fe eleva, a quienes de verdad lo quieren, en las grandes esperanzas de las excelsas donaciones de Dios, y desde allí, a la gnosis-conocimiento de los seres, y llena a sus corazones con inagotables tesoros del Espíritu, de modo que saquen de allí nuevos y antiguos (Mt 13,52) misterios de Dios y darlos a los que están necesitados y desean. Por tanto, aquel que se ha hecho digno de tener este tipo de fe, ha subido con la agapi (amor incondicional) y se ha hecho perfecto de la gnosis (conocimiento increado) de Dios y ha entrado en su descanso, reposando también él de todas sus obras como el Dios de las Suyas propias (Heb 4,10).
  16. Si Dios en los años antiguos juró que no dejaría entrar a los desobedientes en la tierra del descanso, y realmente por su incredulidad no pudieron entrar, ¿cómo es posible llegar a este descanso de la apázia (sin pazos, impasibilidad) y perfección de la gnosis (conocimiento increado)? Por esto (por desobediente), vemos también muchos que no han podido llegar y descansar de sus muchos esfuerzos y fatigas. Por tanto, cada uno debe tener cuidado no vaya ser que tenga el corazón duro (Heb 3,12), y por eso, a pesar de sus muchos esfuerzos y fatigas no consigue entrar en el descanso y en su perfección. Por eso, está también se fatiga y se agota siempre en las obras para la virtud y come el pan del sufrimiento y dolor (Sal 126, 2). Por tanto, ya que le espera el “descanso sabático”, o sea, “el día del reposo” (Heb 4,9), pues, que luche para alcanzar mediante la fe al descanso, reposo de la apázia (sin pazos, impasibilidad) y a la perfección de la gnosis, para no caer al antiguo ejemplo de la desobediencia y padecer las mismas cosas y penas que los desobedientes de entonces (Heb 4,11).
  17. Ya que tenemos sentidos, logos y comprensión, debemos nosotros también ofrecer a Dio algún impuesto de nosotros. Como seres con sentido sentimos y percibimos correctamente las cosas sensibles y mediante la belleza de estas, lanzarnos y conducir a Dios nuestra gnosis ortodoxa y correcta de estas cosas. Como lógicos hablar ortodoxamente sobre las cosas divinas y humanas. Y como poseedores de comprensión, entender sin error sobre Dios, sobre la vida eterna, sobre la realeza increada de los cielos y sobre los misterios del Espíritu que están escondidos en ella. Y eso con el fin de demostrar que también percibir (sentido, percepción, sentimiento), hablar (logos) y entender (comprensión, entendimiento) son sanos y sin culpa ante Dios. Esto es lo que es realmente la medida verdadera y divina y la sacra ofrenda a Dios.
  18. La oferta de la décima a Dios es principalmente la pascua psíquica de la psique-alma, es decir, superación y pasaje de todo hábito maligno o adicción y de todo sentido animal o irracional. En la pascua se sacrifica el Logos en la contemplación de los seres, Él es comido en el pan de la gnosis (conocimiento increado) y Su honrada sangre se bebe en la copa de la sofía-sabiduría inefable e increada. Por lo tanto, quien ha comido y celebrado este pascua, ha sacrificado para sí mismo cordero que quita el pecado del mundo (Jn 1,29) y ya no morirá, sino que vivirá eternamente (Jn 6, 58).
  19. Aquel que se ha levantado de la caída en las obras muertas, ha resucitado junto con Cristo. Y si resucitó junto con Cristo mediante la gnosis y el Cristo ya no muere, entonces tampoco a este le dominará la muerte de la ignorancia. Porque entonces cuando murió por el pecado, saliendo del movimiento según naturaleza, murió una vez, en cambio ahora vive cerca de Dios (Rom 6, 9-10) en la libertad del Espíritu Santo, el cual le resucitó de las obras muertas del pecado. Entonces él ya no vive para la carne y el mundo, porque ha sido mortificado para su cuerpo y las cosas del mundo, sino que vive en su interior el Cristo (Gal 2,10), porque ya se ha sometido a la jaris (gracia, energía increada) del Espíritu Santo y ya no está bajo la ley de la carne, puesto que entregó sus miembros a Dios y Padre para que sean las armas de la virtud (Rom 6, 13).
  20. Aquel que ha liberado sus miembros de la esclavitud de los pazos y los sometió a la virtud (Rom 6, 19), éste se ha acercado a la santificación del Espíritu Santo, ya que ha subido por encima de la ley de la carne. Y ya no le dominará más el pecado, porque está del todo dedicado a la libertad y a la ley del Espíritu. Porque los resultados de la esclavitud de los pazos no son similares a los resultados de la esclavitud de la virtud. Por costumbre, los resultados de los pazos culminan en la total ruina espiritual, en cambio los de la virtud culminan en la vida eterna, la cual está escondida en el Jesús Cristo, nuestro Señor.
  21. Cuanto el hombre vive carnalmente, la ley de la carne le domina; pero cuando muera y se mortifica para el mundo, es liberado por esta ley (Rom 7, 1-2). No hay otra manera de ser liberados del mundo que el mortificar los miembros del cuerpo. Y los miembros del cuerpo se mortifican cuando nos convertimos y nos hacemos partícipes del Espíritu Santo. Cuando ofrecemos a Dios frutos dignos del Espíritu, entonces somos reconocidos que somos partícipes del Espíritu Santo (Gal 5. 22-23), la agapi (amor incondicional) a Dios con toda muestra psique-alma y al prójimo con disposición verdadera; alegría del corazón que proviene de la conciencia limpia, pura y lúcida, paz de la psique-alma por la apázia (sin pazos, impasibilidad) y la humildad, bondad de los loyismí (pensamientos), tolerancia o magnanimidad en las aflicciones, sufrimientos y en la tentaciones, dulzura e indulgencia por el arreglo de las conductas del carácter, fe concienciada a Dios sin la menor duda, apacibilidad o mansedumbre por la actitud humilde y la katánixis (compunción o dilatación del corazón), y la continencia general o autodominio en todo y en todos los sentidos. Cuando ofrecemos este tipo de frutos a Dios, permanecemos fuera de la ley de la carne; y no existe ley que nos pueda castigar por los frutos que hemos fructificado para la muerte, incluso cuando todavía vivíamos carnalmente; porque hemos sido liberados de la ley de la carne (Rom 7, 4-6), en la libertad del espíritu.
  22. Aquellos que han recibido la primicia del Espíritu Santo mediante el renacimiento del bautismo y la guardaron imborrable, ellos, mientras están presionados por el peso de la carne, gimen desde las profundidades de sus corazones, esperando la adopción por el Paráclitos, para ver la redención y liberación de su cuerpo que está esclavizado en la corrupción (Rom 8,23). Porque el Espíritu ayuda a sus naturalezas débiles e intercede a favor de ellos con gemidos inenarrables (2Cor 4,10), porque sus conductas son según Dios y con esperanza esperan ver en sus cuerpos mortales la apocálipsis-revelación de los hijos de Dios, la cual es la vivificante mortificación de Jesús. Y con esta mortificación de Jesús ellos también puedan convertirse y hacerse hijos de Dios, siendo movidos y guiados por el Espíritu Santo, y sean liberados de la esclavitud de la carne y alcancen la gloriosa libertad de los hijos de Dios (Rom 8,21); en ellos, como aman a Dios, todo sinergiza o coopera pera su bien (Rom 8,28).
  23. Como la Santa Escritura se interpreta y se explica espiritualmente y sus tesoros se manifiestan y se develan en seres humanos espirituales, por eso el hombre psíquico, o sea, el que no tiene el Espíritu, no puede recibir la manifestación y develación de los tesoros (1Cor 2, 13-14), porque no quiere ni acepta entender y escuchar algo que se dice por otro, algo que está fuera de los marcos de sus propios loyismí (pensamientos e imaginaciones). No posee en su interior Espíritu de Dios, el cual escruta las profundidades de Dios y conoce las cosas y realidades de Dios, sino que posee el espíritu del mundo (1Cor 2, 10-12) el material, el que está lleno de celos y de envidia, de contienda y de división y por eso le parece tontería, necedad y estupidez investigar el sentido y concepto de la divina Escritura y escrutar el significado de ella; es decir, como no puede entender que toda la Santa Escritura se entiende espiritualmente, ridiculiza y se burla de aquellos que explican espiritualmente las realidades y cosas divinas y humanas, y los llama no espirituales, ni conducidos por el espíritu divino, sino que son alegóricos, y en la medida que puede tergiversa y echa por tierra, -como aquel Dimás (2Tim 4,10)- sus logos y sus conceptos divinos. Pero el hombre espiritual no es así, sino que todo lo examina movido por el espíritu divino, mientras que el mismo no es percibido por nadie (1Cor 2,15). Y esto porque él tiene el nus-espíritu de Cristo que ninguno le puede instruir (1Cor 2, 16).
  24. El último día del Juicio se manifestará de modo candente y serán probadas con fuego las obras de cada uno, según dice Pablo (1Cor 3, 13-15). Es decir, si las obras por las que uno se ha edificado a sí mismo, son de materia incorruptible, quedarán indestructibles en medio del fuego, no sólo no se quemarán, sino que iluminarán, ya que serán limpiadas y purificadas por alguna posible mancha pequeña. Pero si las obras que uno se ha cargado sobre sí mismo son pesadas y de material destructible, arderán y se destruirán y le dejarán con las manos vacías en medio del fuego. Las obras incorruptibles que permanecerán son las lágrimas de la metania, la caridad, la misericordia, la compasión, la oración, la humildad, la fe, la esperanza, la agapi (amor incondicional y desinteresado) y cualquier otra cosa que se hace para la piedad. Todas estas cosas junto con el hombre mientras todavía está vivo son co-edificadas en santo templo de Dios, y cuando se marcha, van junto con él y permanecen incorruptibles por los siglos. Las obras que destruye aquel fuego son bien claras a todos: hedonismo o amor al placer, vanagloria, avaricia /codicia o amor al dinero, odio, envidia, hurto, ebriedad, maledicencia, condena y cualquier otra cosa mala que se realiza por el cuerpo por el deseo o la ira. Estas cosas, se consuman junto con el hombre, que sobrevive encendido por el fuego del deseo, y disuelto su cuerpo se van con él, pero permanecen y, una vez quemadas, dejan al hombre que las realizaba en medio del fuego, infernándose o atormentándose eternamente por los siglos de los siglos.
  25. La gnosis-conocimiento de Dios significa que, el que se ha edificado en ella por la humildad y la oración, ha sido reconocido de Dios y de Él ha recibido en abundancia la gnosis verdadera sin errores de Sus misterios sobrenaturales. Pero si en él se observa presunción, entonces este hombre no se ha edificado en la gnosis con estas dos virtudes, sino que le está gobernando el espíritu del mundo material. Por eso, tal tipo de hombre cree que sabe algo, mientras que no conoce nada de las realidades y cosas divinas tal y como se debe conocer (1Cor 8,2). Mientras quien ama a Dios y no prefiere nada más que la agapi (amor incondicional) a Dios y al prójimo, éste ha aprendido las profundidades de Dios y los misterios de Su realeza increada, tal como debe conocerlos aquel que es movido por el espíritu divino, y ha sido reconocido de Dios (1Cor 8,3) como verdadero obrero del gran huerto de Su Iglesia ortodoxa, que trabajará con agapi la voluntad de Dios. Es decir, estará psicoterapiando y retornando psiques-almas y transformando indignos en dignos (Jer 15,19) con el logos (convertido en psicólogo) que se le fue dado por el Espíritu Santo. Y estará guardando intachable su obra con la humildad y la katánixis (compunción o dilatación del corazón).
  26. Todos nos hemos bautizado en el nombre de Cristo con agua y Espíritu Santo y todos comemos el mismo alimento espiritual y bebemos la misma bebida espiritual, y estos son el Cristo; pero por la mayoría de nosotros Dios no se agrada ni se complace (1Cor 10, 3-5). Porque muchos fieles y luchadores con celo han fatigado y hecho sus cuerpos muy flacos por los esfuerzos de la ascesis y las fatigas de ejercicio corporal, pero por no tener katánixis (compunción o dilatación del corazón), conciencia contrita y amante del bien y aprecio por agapi (amor incondicional) a sus prójimos y a sí mismo, quedaron vacíos de la plenitud del Espíritu Santo y permanecieron alejados de la gnosis (conocimiento increado) de Dios, teniendo estéril la matriz de su diania (mente intelecto, cerebro) y el logos sin sal, no iluminado sino entenebrecido.
  27. Aquello que pide de los nazireos el Logos de Dios, no es sólo que suban con la praxis al monte Sinaí, ni que se limpien y se purifiquen antes de la subida y laven sus prendas y no se acerquen a mujer (Ex 19,14-15), sino que vean no sólo las espaldas de Dios (Ex 19, 14-15), sino al mismo Dios en Su doxa-gloria (luz increada), que se agrada y se complace en ellos, dándoles las placas de la gnosis-conocimiento (Éxodos 31,18) y mandarlos al mundo para edificación espiritual de Su pueblo.
  28. El Logos no lleva consigo todos Sus discípulos y sirvientes durante la apocálipsis-revelación de Sus misterios escondidos y más grandes, sino sólo algunos, aquellos que se les fue otorgado el oído receptivo y se abrieron los ojos para ver (espiritualmente) y se les dio una lengua nueva y clara. Por tanto, a ellos los recoge y los separa de los demás, que también son Sus discípulos y sube al monte Tabor de la zeoría contemplación (espiritual) y se metamorfosea delante de ellos (Mt 17,2); ya no os mistagogiza (inicia místicamente) sobre las realidades de la realeza increada de los cielos sino que les muestra la doxa- gloria (luz increada) y el esplendor de la deidad; y de esto hace les hace que brillen según su carácter y sus logos como el sol dentro en la Iglesia de los fieles. Y los conceptos y significados los transforma, dándoles blancura, lucidez y pureza de luz supra-espléndida (e increada). Y deposita Su propio nus en el interior de ellos, enviándoles a anunciar y contar las cosas y realidades nuevas y antiguas (Mt 13,52) para la edificación (espiritual) de Su Iglesia.
  29. Muchos han cultivado con gran esmero sus propios terrenos y han sembrado semilla pura en estos, una vez que antes arrancaron las espinas y quemaron lapas o apegaderas en el fuego de la metania, pero como Dios no ha llovido encima de ellos la lluvia del Espíritu Santo que proviene de la katánixis (compunción o dilatación del corazón), no segaron nada ni recogieron ningún fruto de estos. Porque por la seguía se secaron y no fructificaron en sus interiores bastante la espiga de la gnosis (conocimiento increado) de Dios. Por eso murieron, aunque no hambrientos para el logos de Dios, sino siendo pobres de gnosis de Dios y con las manos vacías, abastecidos de otros con muy pocos alimentos para nutrirse.
  30. Quien profiere de su boca logos útiles para la edificación del prójimo, los extrae de los tesoros bondadosos de su corazón, siendo el mismo bondadoso, tal como dijo el Señor (Lc 6, 45). Ninguno puede entrometerse y moverse en teología y hablar sobre las cosas y realidades de Dios, sino sólo por la iluminación del Espíritu Santo (1Cor 12,3); y ninguno que habla con espíritu de Dios dice cosas contrarias a la fe en Cristo, sino las que benefician y conducen hacia Dios y hacia Su realeza increada y restablecen la antigua nobleza gloriosa y unen con Dios algunos de los salvados. Ahora bien, si la revelación del Espíritu es regalada a cada uno para interés y beneficio de todos (1Cor 12,7), entonces aquel que adquirió en abundancia el logos de la sofía-sabiduría de Dios y se ha hecho digno de recibir la gnosis (conocimiento), es operado o energizado por el Espíritu divino y es caja fuerte de los tesoros inagotables de Dios.
  31. Quien ha creído en Cristo y se bautizó en Su nombre, no es dejado fuera de la jaris (gracia, energía increada) de Dios, a menos que se haya entregado completamente a la energía del diablo y haya contaminado su fe con obras feas o vive con negligencia y descuido. Porque aquel que guardó in-extinguida la primicia del Espíritu Santo, la que recibió durante el santo bautismo o que la volvió a encender cuando se apagó, no es posible que no reciba desde el cielo también la plenitud del Espíritu; es decir, al haber hecho el buen combate, es hecho digno mediante la plenitud del Espíritu a recibir el logos de la sofía (sabiduría increada) de Dios para enseñar en la Iglesia; o el logos de la gnosis de los misterios de la realeza increada de Dios; o, de nuevo con el mismo Espíritu la fe íntima y concienciada para creer en las promesas de Dios, tal y como hizo Abraham; o el carisma de sanaciones por el mismo espíritu para psicoterapiar y curar enfermedades; o el carisma de la energía increada de las potencias, para expulsar demonios y hacer milagros; o el carisma de la profecía, para prever y predecir las cosas futuras; o el carisma del discernimiento de los espíritus para discernir quién habla con espíritu de Dios y quién no; o el carisma de traducción de varias lenguas o idiomas (1Cor 12, 8-11), o el carisma de consuelo y solidaridad a los que sufren y padecen varias tribulaciones; o el carisma de gobierno de las ovejas o fieles y del pueblo de Dios (1Cor 12,8); o el carisma de la agapi (amor incondicional y desinteresado) y las donaciones de ella, es decir, la magnanimidad, la tolerancia, bondad y todo lo demás (1Cor 13,4). Si uno es encontrado falto sir tener nada de todos estos bienes, no sé cómo yo puedo calificarlo a este como fiel, o que pertenece al catálogo de aquellos que se han revestido a Cristo con el santo bautismo (Gal 3,27).
  32. Aquel que tiene la agapi (amor incondicional y desinteresado), no envidia por celos, no se jacta de sí mismo como exaltado y descarado, no se comporta con soberbia con ninguno, no hace cosas inconvenientes y gestos feos contra el prójimo. No busca sólo su propio interés, sino también del otro. No se enfada contra aquellos que le entristecen y afligen, y si ha sufrido algún mal o daño de otro, no lo tiene en cuenta. No se alegra cuando los que ama sufren alguna injusticia, en cambio se alegra con ellos cuando se encuentran en la verdad y en la justicia. Tolera todas las aflicciones y tristezas que le vienen; cree todo con sinceridad y sin malicia. Tiene esperanza en que adquirirá todas las cosas que Dios nos ha prometido. Tiene paciencia a toda tentación, sin corresponder al mal por mal. Generalmente, el obrero de la agapi (amor incondicional y desinteresado) nunca pierde la agapi hacia su prójimo (1Cor 13, 4-8).
  33. De los que se hicieron dignos de recibir la celeste jaris (gracia increada) del Espíritu Santo con distintos carismas, unos son niños e imperfectos todavía en los divinos carismas, en cambio otros son hombres perfectos y tienen la plenitud de estos. Los primeros mientras se van desarrollando en el trabajo de los divinos logos-mandamientos, progresan en los carismas se llenan de mayores donaciones del Espíritu y cesan los anteriores carismas de la niñez. Los otros habiendo alcanzado el punto culminante de la agapi (amor incondicional y desinteresado) y de la gnosis (conocimiento increado) de Dios, dejan ya los carismas parciales, ya sean profecías, ya sean discernimientos de espíritus o de gobernación, etc., según el Apóstol (1Cor 12,28). Porque aquel que ha entrado en los palacios de la divina agapi increada ya no conoce parcialmente o por una parte a Dios, el cual es agapi increada, sino que hablando con Él cara a cara, le conoce con plenitud como él mismo es conocido por Dios (1Cor 13,4).
  34. Aquel que por el celo de los carismas espirituales persiguió la agapi (amor incondicional) y la adquirió, no tolera hablar durante la oración y la lectura sólo consigo para edificación de sí mismo; porque aquel que habla sólo con Dios mediante la lengua cuando ora y psalmodia, se edifica a sí mismo, como dice Pablo (1Cor 14,40). Este está obligado, según san Pablo de nuevo, a profetizar o teologizar, para la edificación de la Iglesia de Dios; es decir, (como teólogo) enseñar a su prójimo el trabajo de los divinos mandamientos-logos y cómo debe buscar a agradar a Dios. ¿En qué podrá beneficiar en algunos el guía espiritual o higúmeno del Monasterio que habla siempre solo consigo mismo y a Dios por la oración y la psalmodía, sino habla también a sus obedientes o hijos espirituales, o con apocálipsis-revelación por el Espíritu Santo o con gnosis (conocimiento) de los misterios o con el carisma del prever de la profecía o con didají-enseñanza del logos de la sofía (sabiduría increada) de Dios? ¿Por qué si no les da el logos fácil de la enseñanza, tanto por escrito como en voz viva, quién de sus obedientes se preparará para la guerra (1Cor 4,8) contra los pazos y contra los demonios? Realmente, si el pastor no busca tener en abundancia el logos de la enseñanza y la gnosis (conocimiento) del Espíritu, para la edificación de su rebaño, no es celoso de los carismas de Dios (1Cor 14,12). Porque con sólo orar y psalmodiar mucho con la lengua y orando con el espíritu, es decir, con su psique, edifica sólo a sí mismo. Pero el nus y su mente, intelecto está sin fruto (1Cor 14, 13-14), ya que no profetiza (o no teologiza) con el logos de la enseñanza y no edifica la Iglesia de Dios. Si Pablo, quien más que cualquier otra persona se unía con Dios por la oración, quería con su intelecto fructificado decir cinco logos o palabras en la Iglesia para catequizar también a los otros en vez de cantar miles de psalmodías con la lengua (1Cor 14,19), entonces han perdido el camino de la agapi (amor incondicional y desinteresado) los que son guías-conductores espirituales de los otros los que se han dedicado y limitado sólo en la psalmodía o cantos en himnos y en la lectura la dignidad del pastor.
  35. Aquel que nos ha dado la existencia de materia y de esencia-usía o sustancia espiritual y, estas de por sí opuestas según la naturaleza, las unió de modo paradójico en una hipostasis (base substancial), Él nos ha dado también la bienaventuranza y felicidad mediante el logos de Su sofía-sabiduría y de la gnosis-conocimiento. Y esto lo hizo, por un lado, para que veamos por la gnosis espiritual los apócrifos o escondidos tesoros de la realeza increada de los cielos que nos regaló, y por otro lado, para hacerlos conocidos a nuestros prójimos mediante el logos de la sabiduría, la riqueza de Su bondad (Rom 2,4) y los bienes de la vida eterna, los que ha preparado para aquellos que Le aman (1Cor 2,9).
  36. Quien se ha vuelto superior a las amenazas y a las promesas de las tres leyes, ha entrado en la vida que no se somete a la ley; este se ha vuelto ley de la Iglesia y no es gobernado por la ley. La vida libre es aquella que no se somete en ley, por tanto está por encima de cada necesidad y desviación; y aquel que ha llegado a esta vida, se ha liberado, porque ha superado la carne, y se hizo fuego por la participación del Espíritu, por tanto, se ha unido también él totalmente con el Cristo que está por encima de toda naturaleza, y se ha quedado abolido para él lo parcial e imperfecto (1Cor 13,10)
  37. Aquel que se ha hecho receptivo de la gnosis-conocimiento del primer nus, -el cual es principio y fin de todo, y es infinito e indefinido en sí y dentro y fuera de todo lo demás-, éste conoce también estar solo teniendo vida solitaria, pero también entre otros seres, de modo que al quedarse solo no sufra perjuicio y daño alguno en su perfección, ni estando con muchos sufra daño alguno en la soledad, sino que sea el mismo en todas partes y en todo solo, porque se ha vuelto para los otros el principio de ellos para la vida solitaria, y término perfectísimo de la virtud que se encuentra delante de ellos.
  38. La unión sin confusión y la cohesión de la psique y del cuerpo, cuando están acorde y en armonía, realizan la misma obra, sea de la materia, sea de la naturaleza espiritual. Pero cuando no están en armonía, entonces se crea una guerra civil, donde cada uno desea la victoria. Pero viene el logos y ejerciendo su poder, disuelve inmediatamente la controversia o discordia, dando la primicia a la concordia, y asigna la totalidad de las obras a la naturaleza y al espíritu.
  39. De las tres partes o potencias básicas de nuestra psique, el logístico (racional) gobierna, pero no es gobernado; la otra parte el irascible o emocional gobierna y también es gobernado; y la tercera, la anhelante no gobierna, pero es gobernada. Por tanto, cuando lo que gobierna se ponga bajo de los gobernados, entonces lo que es por naturaleza libre se presenta esclavo en los que son por naturaleza esclavos y sale de los marcos de su gobierno y de su naturaleza, entonces hay una gran revuelta y discordia entre ellos. Y mientras en estos tres exista este tipo de revuelta y discordia, nosotros no vemos todavía todo sometido al Logos (Heb 2,8). Pero cuando aquel que gobierna domina sobre los otros y los lleva bajo su propio gobierno y poder, entonces las cosas separadas se unen y concuerdan, entonces tienen paz con Dios. Y una vez sometidas todas y todos al Logos, se entrega por Él el reinado de la realeza a Dios y Padre (1Cor 15,24),
  40. Cuando los cinco sentidos son sometidos a los cuatro principios o poderes de las cuatro virtudes generales y quedan bien obedientes a ellas, hacen que la naturaleza humana, que fue creada de cuatro elementos (agua, aire, fuego y tierra), moverse imperturbablemente alrededor de la rueda de la vida. Y cuando ella se mueve así, las potencias de la psique ya no están en discordia entre sí; sino que cuando la parte pasional –irascible ( emoción) y la anhelante (deseo)- se una con la parte logística o lógica, entonces el nus asume su poder y gobierno natural y hace su carro las cuatro virtudes o principios y su trono los cinco sentidos esclavos; y desbaratado de la carne tirana, es arrebatado por el carro de las cuatro virtudes y se eleva a los cielos, donde está el Rey de los siglos y es coronado con la corona de la victoria y en Él descansa de toda su carrera.
  41. En aquellos que se hacen perfectos durante el tiempo de la zeoría contemplación y se sostienen en las columnas del Espíritu, les es preparada y ofrecida una copa y un pan del delicioso banquete real. Les es dado el trono para descansar y dinero para enriquecerse, y está preparado para ellos el tesoro de perlas y piedras preciosas y una riqueza incalculable se entrega en sus manos. A ellos, mientras que con su praxis o práctica son rápidos en las obras los hace perspicaces, clarividentes y los prepara para asistir al mismo Rey y no a hombres lánguidos.
  42. ¿La realeza de los cielos se da desde aquí a los luchadores o después de la muerte, cuál de las dos cosas sucede? Porque, si se da desde aquí, entonces la victoria es insuperable, la alegría indescriptible, y nuestro ascenso al Paraíso libre; porque este Paraíso se encuentra directamente en el divino oriente (Gen 2,8). Pero si se da después de la muerte, debemos examinar si la salida de la vida se hace sin miedo, y qué es la realeza increada de los cielos y el reinado de la realeza increada de Dios y el Paraíso, y en qué se diferencia uno del otro y quién es el tiempo de cada uno de ellos y si adquirimos también los tres y cómo y cuándo y después de cuánto tiempo. Ya que aquel que se ha encontrado dentro en la primera mientras todavía está en vida y revestido de la carne, no ha fallado ni ha perdido a los otros.
  43. El mundo superior están todavía incompleto y espera su culminación, para restablecerse en su plenitud, por los primogénitos del nuevo Israel que ven a Dios. Porque el mundo superior se completa mientras se va llenando de aquellos que recorren a la gnosis (conocimiento increado) de Dios. Y cuando se haya completado poniendo fin al mundo de debajo de los fieles y de los infieles, será constituido en una asamblea, atribuyendo a cada uno su propio grado y separando entre ellos estos dos órdenes que no son acordes entre sí. El mundo superior dirige para sí mismo los principios que proceden de Dios y los fines de los otros, y los delimita siendo el límite Él que es ilimitado; pero el mismo no es conducido de otro principio ni es dirigido de modo que sea limitado. Su cualidad o propiedad es el movimiento perpetuo y perfecto, de modo que no se restringe en sí, ni se extiende más allá de los propios confines, sino que es para los otros el descanso sabático y el cese de todo principio y movimiento.
  44. Las potencias celestes, como conjunto y como salmistas que dirigen los himnos, están ordenados en coros de modo tríadico, y toman parte en la Santa Trinidad, donde ofrecen el himno celebrando con temor sagrado. De ellas unas se despliegan bajo del principio y Causa de todo, son las que están más próximas a la Santa Trinidad y dirigen los himnos; estas son en orden los Tronos, los Querubines y los Serafines. Cualidad o propiedad de ellos es la sofía (sabiduría increada) candente y la gnosis (conocimiento increado) de las cosas y realidades celestes y su principal obra es el himno zeoprepés (de modo divino o como Dios manda) del Yel, según la lengua hebrea. Otras son intermedias, y están entre las anteriores y las siguientes, es decir, las Potestades, las Dominaciones y las Dinamis-Potencias, que están alrededor de Dios. Cualidad o propiedad de estas es poner en orden las grandes cosas, realización de milagros y acción de portentosos signos; su obra principal es el trisagio himno: “Santo, Santo, Santo” (Is 6, 3). Las últimas están más cercanas a nosotros los seres humanos, siendo superiores a nosotros e inferiores de las superiores; están alrededor de Dios y se llaman, Principios, Arcángeles y Ángeles. Su cualidad o propiedad es realizar servicios divinos (celebraciones o divinas liturgias), y su obra principal es el himno sagrado “Aleluya”. Por tanto, cuando la naturaleza lógica se perfecciona por cada virtud y se eleva por cada gnosis y sabiduría del Espíritu y del fuego divino, entonces se hace familiar con estas Dinamis Potencias o Fuerzas Celestes mediante los divinos carismas, mientras atrae hacia sí la cualidad de cada una a causa de su lucidez y pureza. Con las últimas se hace familiar por la diaconía o servicio y el trabajo de los mandamientos-logos de Dios; y con las intermedias, por la compasión, aprecio y protección de sus semejantes, los hombres, y aún por la economía o administración de las cosas grandes y divinas y por las operaciones de las energías del Espíritu; y con las primeras se conecta por la sabiduría candente del logos y por la gnosis de las cosas y realidades divinas y humanas. Así es como se perfecciona la naturaleza humana y recibe sucesivamente las donaciones, se une mediante ellas con la década-Dios*, ofreciéndose a sí misma a Él la primicia décima o década. (*El número diez se consideró como símbolo de Dios desde la antigüedad. Los Pitagóricos lo llamaban “tetraktí” porque es igual a la suma de los cuatro primeros números, y lo consideraban magno y perfecto, raíz y fuente de cada creación. Este simbolismo lo utilizan también los escritores Cristianos, Clemente de Alejandría, Orígenes y otros).
  45. El Dios es Mónada y Tríada, comienza de mónada y, como es década resulta circularmente sobre Sí Mismo. El Dios tiene en Su interior los principios y los fines de todas las cosas y realidades pero está fuera de todas, porque está por encima de todas. El que se ha encontrado dentro de Él, ha introducido en su interior los logos y la gnosis de los seres y mientras está fuera de todas las cosas y realidades, permanece en todas, conociendo sus principios y fines, porque ha adquirido la cohesión espiritual con el Padre mediante el Logos y se hizo perfecto por el Espíritu. A Ella la perfectísima, indivisible y consubstancial Tríada que se venera a las tres personas del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y se alaba como una fisis-naturaleza increada, una realeza increada y una dinamis (potencia y energía) increada, a Ella pertenece el poder en los siglos de los siglos. Amín.

Traducido por Χρῆστος Χρυσούλας  Jristos Jrisulas www.logosortodoxo.com  (en español).

 

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