Filocalía tomo 4: Logos sobre trabajo interior en Cristo y la vida monástica, por san Teolepto de Filadelfia.
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San Teolepto de Filadelfia, breve resumen de su biografía.
San Teolepto verdadera luminaria de Filadelfia, prosperó en tiempos de Andrónico II Paleologo, alrededor del año 1325. Primero se ejercitó en la vida anacoreta en el Monte Athos y posteriormente recibió la cátedra episcopal de Filadelfia. Es el guía espiritual de san Gregorio Palamás, fue él que le inició a la santa nipsis y a la oración noerá o del corazón o de Jesús, cuando san Gregorio aún era hombre del mundo, tal como se cuenta en la vida del mismo Gregorio por el patriarca Filotheo de Konstantinópolis.
El logos, tratado presente hecho por Teolepto constituye un estudio perfecto y una regla exacta que se opera interiormente en el nombre de Cristo. Los siguientes capítulos han sido compuestos con perfectos conceptos divinos y con pureza y claridad de expresión. Todos estos han sido expuestos aquí con el propósito de ser útiles para los que buscan con celo adquirir un resumen breve sobre la sabia enseñanza de la filosofía espiritual y de las cosas divinas.
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El famoso maestro de la oración del corazón o de Jesús y gran maestro de san Greorio Palamás parece que nació el año 1250 y durmió al Señor 1324-26. Era diácono casado, y habiendo dejado a su esposa por mutuo acuerdo y consentimiento de ella, se retiró a un monasterio de Athos y se incorporó al círculo de los hisijastas por los cuales es enseñado sobre la oración noerá o del corazón y la nipsis, y fue discípulo de san Niciforo el Monje.
Más tarde se marchó a Konstantinópolis para luchar contra unión política de Miguel Paleologos y contra los franco-latinos herejes, por sus combates fue considerado como Confesor, ya que sufrió torturas en defensa de la Ortodoxia por el emperador. Después de la muerte del emperador fue liberado y era admirado y honrado mucho por el pueblo-laós por su ortodoxía y su vida ascética.
El año 1284 el sínodo patriarcal le eligió metropolita de Filadelfia, donde desarrolló una labor muy importante; escribió varias obras que tuvieron una influencia decisiva para el renacimiento espiritual de su época; que fue sellada después por san Gregorio Palamás sobre la teología mística y por san Nikolás Kabásilas sobre la vida litúrgica.
Logos sobre trabajo interior en Cristo y la vida monástica
La vida monástica es un árbol alto, tupido y fecundísimo, cuya raíz es el alejamiento de todas las cosas corporales; sus ramas son el desapego y la liberación de la psique de las inclinaciones pasionales y malignas y que el monje o el cristiano no tengan ninguna relación con las cosas de las que se ha huido. El fruto es la posesión de las virtudes, la deificante agapi (amor desinteresado e incondicional) y la incesante alegría del corazón, tal como dice el Apóstol Pablo: “Los frutos del Espíritu son agapi, alegría, paz etc…” (Gal 5,2).
La fuga y el desprendimiento del cosmos (mundo de los pazos) regalan el refugio en Cristo. Mundo, quiero decir, el apego y amor a las cosas sensibles, materiales y de la carne. Aquel que con el reconocimiento de la verdad se aleja de estos, se convierte amigo de Cristo, adquiriendo Su agapi por la que negó todo lo cósmico o mundano y compró “la perla preciosa”, (Mt 13, 46), es decir, a Cristo.
Con el Bautizo sanador y salvador te has revestido a Cristo (Gal 13,46); con ello expulsaste la suciedad y recibiste el esplendor de la energía espiritual increada, la Jaris (Gracia) y la noble elegancia que tenía el hombre cuando fue creado. ¿Pero qué ha sucedido? O más bien, ¿qué ha padecido el hombre a consecuencia de su imprudencia? Con el amor al mundo, alteró y transformó sus características divinas. Como se giró y se dedicó a los pazos de la carne, ha maltratado y arruinado la icona-imagen divina. La oscuridad de los loyismí (pensamientos) pasionales, indecentes y malignos nubló el espejo de la psique-alma en la cual aparece el sol espiritual el Cristo. Pero tú has congelado e inmovilizado tu psique-alma por el miedo a Dios. Has comprendido la oscuridad de la anomalía de este mundo. Has concienciado la dispersión y distracción de la διάνοια diania (mente, intelecto, cerebro) que provocan las preocupaciones mundanas. Has visto la vana distracción que afrontan los hombres por la vida muy turbulenta. Has sido herido por la flecha del eros (amor ardiente) de la hisijía (divina paz y serenidad). Pediste la paz de los loyismí (pensamientos) y la perseguiste (Sal 33,15); has anhelado el descanso que ella da, porque oíste el logos: “Psique-alma mía, vuelve a tu descanso” (Sal 114,7). Por todo esto, ha considerado volver a ganar la nobleza que habías recibido por la jaris (gracia increada) en el bautismo, pero la perdiste voluntariamente por tus pazos viviendo en el mundo. Así, pues, has hecho praxis esta consideración con el venir a la academia divina, a vestirte los hábitos preciosos de la metania y comprometer con toda tu psique-alma tu permanencia en el monasterio hasta la muerte.
Ahora has firmado la segunda alianza (o compromiso) con Dios. La primera la hiciste durante el bautismo por tu entrada en la vida presente; la segunda, ahora anhelando llegar al fin de ella, entonces fuiste conquistado por Cristo por la piedad; ahora has sido unido a Él por la metania. Allí encontraste el regalo (donación y gracia), aquí has aceptado y saldado tu deuda. Entonces, mientras eras niño, no te diste cuenta del axioma (o dignidad, cargo) que se te ha dado, aunque cuando creciste, comprendiste la magnitud de la donación y pusiste en tu boca un freno (o brida). Ahora que tienes el pensar y sentir perfecto, entiendes profundamente por la metania qué significa el que te hayas alineado con Aquel. Ten cuidado no vaya ser que transgredas esta alianza (o compromiso) y como tiesto hecho trizas seas arrojado hacia la tiniebla u oscuridad exterior, donde hay llanto y rechinar de los dientes (Mt 8,12). Porque fuera del camino de la metania, no hay otro camino que reconduce y vuelve a traer la salvación.
Escucha lo qué te promete David: “Has puesto al Altísimo como refugio. Ya que has escogido la vida según Cristo con sus dificultades, ya no se te acercarán los males que antes has adquirido por tu conducta y vida mundana. Ya que has decidido estar en metania continua, no te seguirán el eros (amor ardiente) de las riquezas, el dinero, el lujo, el honor, los adornos y la incontinencia o descontrol de los sentidos; no permanecerán los transgresores delante de ti, es decir, las exaltaciones y lucubraciones de la diania (mente, intelecto), el cautiverio de tu nus (espíritu de la psique) y la languidez, atontamiento que provocan los sucesivos loyismí (pensamientos, imaginaciones) presumidos, y cualquier otra desviación y confusión voluntaria; ni incurrirás en el amor por los padres, hermanos, parientes, amigos y conocidos; ni tendrán lugar cerca de ti el encuentro y conversación inoportuna e inútil con ellos. Si amas la renuncia a todo esto, con el cuerpo y con la psique-alma, no te tocará el flagelo del sufrimiento y del dolor, y la flecha de la tristeza no herirá tu corazón, ni tu cara o rostro se oscurecerá ni se arrugará” (90,9-10 y 5,5-6). Es decir, aquellos que se alejan del hábito del placer y han rechazado el vínculo y apego pasional de todo lo que dijimos, estos desvían de sus psiques-almas los aguijones de la tristeza, de la pena y de la angustia.
Porque el Cristo se devela en la psique-alma que combate y le concede en su corazón una alegría inexpresable, y ninguna cosa agradable y dulzura o adversidad y molestia del mundo jamás puede cortar la alegría espiritual; puesto que los estudios bondadosos y sus recuerdos salvíficos agradables, los conceptos divinos y los logos de sabiduría que están al servicio del combatiente, le protegen en todos los caminos de sus obras según Dios. Por eso pisa también en cada deseo animal o irracional y de toda ira insolente, como sobre las serpientes aspida y basilisco, y pisotea la ira como león y el placer o hedonismo como dragón (Sal 90,13). Y la causa de esto es que al haberse alejado su esperanza de los hombres y las cosas mencionadas, la puso y la ató en Dios y se hizo rico en gnosis (conocimiento divino) y siempre llama a Dios y a su ayuda. Tal como dice también la Escritura: “Sostuvo su esperanza en mí, por eso le salvaré también; le protegeré, porque conoce Mi nombre. Cuando me llame, le oiré, y no sólo no le libraré de los que le entristecen y le afligen, sino también le glorificaré” (Sal 90, 14-15).
¿Ves las luchas y los combates de los que se ejercitan según Dios y los premios que reciben después? Por tanto, intenta hacer la llamada praxis, hecho. Y como te ha aislado corporalmente y has expulsado los conceptos de las cosas y has cambiado de vestimentas, hazte también extranjero, ajeno de los parientes y rechaza las conversaciones y controversias de tus círculos. Porque si no frenas los ruidos y las divagaciones a las cosas exteriores, no te rebelarás contra aquellos que acechan en tu interior. Si no vences aquellos que te hacen la guerra con las cosas visibles, no puedes derrotar los enemigos invisibles. Pero cuando hayas eliminado las tentaciones y las distracciones exteriores y dejado los loyismí (pensamientos, imaginaciones) interiores, entonces el nus es incitado para las obras y los logos (principios espirituales) del Espíritu Santo. Y en vez de ocuparte con vanas palabras que la relación mundana da a luz y genera, entonces el estudio y la revelación de los divinos logos, conceptos y pensamientos que se mueven en la diania (mente intelecto) hacen entrar en razón la psique-alma y la iluminan. La liberación de los sentidos se vuelve cautiverio de la psique; y el cautiverio de los sentidos, regala la libertad en la psique. La puesta del sol trae la noche y Cristo se retira de la psique-alma y la domina la oscuridad de los pazos, entonces las fieras espirituales la descuartizan. Sale el sol sensible y las fieras se recogen en sus madrigueras y cavernas. Sale el sol en el fundamento de la diania (mente, intelecto) que ora, entonces desaparece todo hábito mundano, el amor a la carne se va y el nus camina en su obra, es decir, al estudio de las cosas divinas, “hasta el anochecer” (Sal 103,23). Esta expresión no significa que el trabajo de la ley espiritual se limita en algún espacio del tiempo o que tiene cierta medida, sino que dura hasta llegar al final de esta vida, provocando la salida de la psique del cuerpo. Esto exactamente manifestaba también el profeta David con estas palabras: “¡Cuánto amé a Tu ley Señor; es mi estudio todo el día” (Sal 118,97). Día quiere decir toda la duración de esta vida presente.
Por tanto, cesa las conversaciones de relaciones exteriores y lucha con los loyismí (pensamientos, imaginaciones) interiores, hasta que encuentres el lugar de la oración pura y la casa donde habita el Cristo, iluminándote y endulzándote con Su visita y reconocimiento, preparándote y haciéndote considerar y sentir como alegría las tristezas o tribulaciones por Su jaris (gracia, energía increada) y para que evites los placeres mundanos como el amarguísimo ajenjo.
Los vientos suscitan las olas del mar, y si ellos no cesan, no se aquietan las olas y no se calma el mar. Y los espíritus astutos y malvados remueven y sublevan en la psique-alma del negligente los recuerdos de los padres, los hermanos, los parientes, los conocidos, los banquetes, las fiestas, los teatros y todas las demás fantasías del placer y le infunden colocar la felicidad a los ojos, a la vista y al cuerpo. Así pues, este tiempo lo derrochas vanamente, y a continuación cuando te quedas sólo en tu habitación o celda, malgastas el tiempo en los recuerdos de las cosas que viste y hablaste. Y así pasa sin progreso la vida del monje o del cristiano, ya que imprimen los recuerdos en la dianias (mente, intelecto) las actividades mundanas, igual que las huellas de los pies de un hombre que camina sobre la nieve. Si damos alimento a las fieras, ¿cuándo las mataremos? Y si continuamente nos ocupamos con las obras y los loyismí (pensamientos, fantasías) de la amistad y de los hábitos irracionales o animales, ¿cuándo mortificaremos la conducta animal de la carne? ¿Cómo viviremos la vida en Cristo que hemos prometido? Las huellas de los pies encima de la nieve se disuelven cuando salga el sol o cuando llueva desaparecen. Y los recuerdos que se han excavado en la diania (mente, intelecto), por la disposición placentera y sus praxis correspondientes, desaparecen cuando salga el sol, Cristo, en el corazón, por la oración y la lluvia de las lágrimas del corazón dilatado.
Por tanto el monje (o el cristiano) que no actúa de acuerdo con el logos, ¿cuándo eliminará de su diania (mente, intelecto) los recuerdos pasionales y viciosos?
Las virtudes prácticas se realizan en el cuerpo, si abandonas la relación con el mundo. Los recuerdos bondadosos se imprimen en la psique-alma y los logos divinos (principios espirituales) reposan en ella, si con continuas oraciones que se remiten con ardiente catánixis (compunción o dilatación del corazón) no elimines los recuerdos de tus praxis anteriores. Porque la iluminación por la fe, el recuerdo de Dios y el quebrantamiento del corazón, raspan y cortan como cuchilla de afeitar los recuerdos malignos y astutos malos. Imita la sabiduría de las abejas. Ellas cuando perciben el enjambre de las avispas estando volando a su alrededor, permanecen dentro de la colmena y evitan el daño de los enemigos. Avispas que consideres las relaciones mundanas, las cuales evitándolas con mucho cuidado, quédate en la celda de tu monasterio, y de allí de nuevo intentar entrar al castillo interior de la psique-alma, que es la casa de Cristo y allí resplandece paz imperturbable, alegría y serenidad. Estos regalos, como unos rayos los envía de sí Mismo el sol espiritual Cristo y con estos recompensa la psique-alma del que Le recibe y acepta con fe y buena preparación.
Por tanto, cuando te sientas en tu celda o habitación, debes recordar a Dios, elevando tu nus (espíritu del corazón) por encima de todas las cosas conduciéndole mudo hacia Dios, y concentrar ante Dios toda la disposición de tu corazón apegado a Él con la agapi (amor). Porque el recuerdo de Dios es zeoría contemplación de Dios, quien atrae la vista y el deseo del nus (espíritu de la psique) hacía Sí Mismo y lo rodea con Su luz increada. Es decir, cuando el nus regresa a Dios, dejando y cesando todos los conceptos y meditaciones de los seres, ve sin imágenes y hace resplandecer su vista por esta agnosia (desconocimiento) que trasciende toda gnosis (conocimiento), a causa de que la divina doxa-gloria es luz increada e inefable. Y mientras que no conoce, ya que lo visto es ininteligible, sin embargo conoce porque ve la verdad de Ser superior, el único que tiene el ser que trasciende a todo ser. Y con la abundancia de la bondad que emana de allí, alimentando su eros (amor ardiente) y satisfaciendo plenamente su movilidad, se hace digno del bienaventurado reposo sin fin. Estas son las cualidades del recuerdo correcto de Dios.
Ahora bien, oración es diálogo de la diania (mente, intelecto) con el Señor. Con la colocación y fijación total del nus (espíritu de la psique) hacia Dios, este diálogo trasporta logos de súplica a Él. Porque cuando la diania (con el logos) invoca continuamente al Señor y el nus cuida concienzudamente con claridad y lucidez la invocación del divino nombre, (contacto consciente con la atención del nus al corazón donde nace el logos, la voz íntima e innata) viene la luz de la gnosis (conocimiento) de Dios y como nube iluminadora cubre con su sombra la psique completa. El verdadero recuerdo o memoria de Dios es seguido de la agapi-amor y la χαρά (jará, alegría), tal como dice el Psalmista: “Me recordé de Dios y me llené de gozo” (Sal 76,4). A la oración καθαρή (kazarí, pura, limpia, lúcida, concienciada,) la sigue la gnosis y la katánixis (compunción, dilatación del corazón), tal como el mismo sigue: “Cualquier día que te invoque, he aquí, conozco que tú eres mi Dios” (Sal. 55,10), y “Sacrificio que gusta a Dios es el espíritu quebrantado, contrito” (Sal 50,19).
Cuando el nus (espíritu de la psique) y la diania (mente, intelecto) se frenan y se presentan ante Dios con concentración energizada u operativa y la súplica calurosa, entonces surge a la vez la katánixis (compunción, dilatación del corazón), de la psique-alma. Y cuando la atención y percepción del nus con el logos y el espíritu del corazón se prosternan ante Dios, el nus con la atención y vigilancia, el logos con la invocación y el espíritu con la katánixis (compunción, dilatación del corazón) y la agapi-amor, entonces íntegramente el hombre interior ofrece culto al Kirios-Señor, de acuerdo con el mandamiento: “Amarás al Kirios-Señor, tu Dios con todo tu corazón” (Deu 6, 5).
No obstante quiero que conozcas también esto; por si acaso mientras que pienses que oras, caminas equivocado lejos de la oración, cansándote sin beneficio y corriendo vanamente. Lo que sucede con la psalmodia, cuando el nus se dispersa corriendo en otros lugares, y se divide por los pazos y por varias cosas, perdiendo de esta manera el sentido y significado de lo psalmodiado, lo mismo sucede también con la diania (mente, intelecto). O sea, muchas veces la diania (mente, intelecto) con el logos mientras dice las palabras de la oración, el nus no acompaña ni se concentra en Dios que es con quien se hace la conversación durante la oración, sino que se desvía por varios pensamientos sin que se dé cuenta. Así la diania (con el logos) dice las palabras por costumbre rutinaria, mientras que el nus (espíritu de la psique) se aleja de la gnosis (conocimiento) de Dios. Por eso, entonces se ve la psique como si no comprendiera y está desganada, porque el nus se dispersa en algunas fantasías o imaginaciones y se dedica a aquellas cosas que le engañan o aquellas que desea, las que codicia y le ilusionan. Porque cuando no existe la gnosis de la oración y el que ora no asiste ante Él quien da el consuelo, ¿cómo se endulzará y se deleitará la psique? ¿Cómo gozará el corazón, si finge hipócritamente que ora y no se interesa para la verdadera oración? “Gozará el corazón de los que buscan al Señor” (Sal 104,3). Pide al Señor aquel que con toda su diania y con ánimo ardiente se presenta delante de Dios y aleja cada noción, meditación y concepto de este mundo a favor de la gnosis y la agapi-amor a Dios, que emanan de la oración continua y pura, lúcida y concienciada.
Para que tengas mayor claridad, te describo detalladamente y te aclaro la zeoría contemplación que nace al nus (espíritu de la psique) durante la memoria o recuerdo de Dios, y a la vez el valor, el mérito de la diania (mente, intelecto) durante la oración limpia, lúcida y pura, me acogeré a la similitud del ojo del cuerpo y la lengua. Es decir, lo que es la pupila para el ojo y la pronunciación del logos por la lengua, lo mismo es la memoria para el nus y la oración para la diania. Tal como el ojo cuando ve algo visible no dice nada, sino que con la experiencia visual recibe la gnosis (conocimiento) de lo visto, igual también el nus, mientras que, mediante la memoria o recuerdo se entrega amorosamente a Dios con el apego ardiente del ánimo, del sentimiento, de la disposición y con el silencio de toda comprensión sencilla, se sobre-ilumina por el resplandor divino, tomando arras (conexión) para el futuro esplendor. Por su lado lo mismo, tal como la lengua habla con las palabras manifestando al oyente la voluntad invisible del nus, así también lo mismo la diania (unida con el logos) cuando recita las breves palabras de la oración con ardor (fervor) sin pausa, presenta al omnisciente Dios la petición de la psique. Y con la permanencia en la oración y con el persistente quebranto (contrición y devoción) del corazón, se abren las filantrópinas y caritativas entrañas del Señor que está lleno de compasión, entonces el que ora recibe la riqueza de la “psicoterapia”, sanación y la salvación, tal como dice el Salmista: “Dios no rechaza, ni reprobará el corazón que se ha quebrantado y se hizo humilde (Sal. 50,19).
También te instruirá en la oración lúcida y pura, aquello que se hace con el rey terrenal. Es decir, cuando te presentas al rey y estás físicamente ante él rogándole con la lengua y con los ojos le miras atentamente, así atraes su benevolencia. Esto hazlo tú también, tanto si te encuentras en la asamblea de la Iglesia o si estás sólo en tu habitación. Es decir, cuando os reunís en nombre del Señor con los hermanos para el culto, tal como participas con el cuerpo y ofreces con la lengua la salmodia al Señor, así debéis de tener al nus atento en los logos dichos y a Dios; y que sea consciente con quien conversa y a quien se acerca. Porque cuando la diania (mente, intelecto) se entrega con ardor, pureza y lucidez en la oración, entonces el corazón se hace digno de disfrutar de alegría que nadie se la quita y la inexpresable paz y serenidad. Incluso cuando permaneces sólo en tu habitación, no dejes la oración de tu diania, con nipsis (sobriedad y serenidad) del nus sereno y atento y el quebrantamiento del corazón o espíritu; entonces a través de la nipsis te encubrirá la sombra de la zeoría contemplación, a través de la oración acampará en tu interior la gnosis conocimiento espiritual, a través de la katánixis (dilatación del corazón, compunción) descenderá la sofía sabiduría y aliviará tu interior, expulsando el placer animal, carnal y material estableciendo la divina agapi (amor desinteresado e incondicional, energía increada).
Créeme, pes, te lo digo de verdad; si en todo tu trabajo espiritual obtienes que sea inseparable la madre de los bienes, que es la oración, ella no se adormecerá hasta que no te enseñe la divina habitación nupcial (o divino banquete de bodas), introducirte a su interior y colmarte de inexplicable doxa (gloria, luz increada) y gozo. Porque ella reduce todos los impedimentos, quita los obstáculos, allanando el camino de la virtud y lo convierte cómodo y fácil para aquel que la busca.
Observa con cuidado ahora el tropos modo (forma, método) de oración de la diania (mente, intelecto). La conversación con Dios elimina los apasionados, apegados y compulsivos loyismí (pensamientos, imaginaciones). La elevación del nus hacia Dios pone en fuga las ideas, meditaciones y nociones mundanas. La katánixis (dilatación del corazón, compunción) de la psique aleja el apego amistoso con el cuerpo, carne y entonces se manifiesta la oración por la recitación silenciosa y continua del divino nombre, que es armonía, sinfonía y unión del nus, del logos y de la psique. Dice el Señor: “Donde hay dos o tres reunidos en mi nombre allí entre ellos estoy yo”, (Mt 18,20). Así, pues, la oración atrae las dinámis fuerzas de la psique dispersas por los pazos, las conecta y las liga entre sí y entonces junto a ella conectando y unificando la psique tripartita, la reconcilia y la une con el Dios Uno de tres Hipostasis. Es decir, primero, con los tropos modos o métodos de las virtudes, reduce y borra de la psique la suciedad y la fealdad del pecado; después la oración vuelve a ilustrar y reproducir en la psique la belleza de los divinos caracteres o rasgos a través de la gnosis divina que la da y la presenta ante Dios. Entonces inmediatamente la psique-alma conoce a su Creador, tal como dice el Salmista: “Cualquier día que te invoque, he aquí por experiencia, conozco que tu eres mi Dios” (Sal 55,10) y ella es conocida por Dios. Porque el Dios conoce los Suyos (2Tim 2,19). Le conoce, porque tiene en su interior limpia, clara y pura Su icona imagen y cada icona se refiere al prototipo u original; y la psique es conocida por Él por la semejanza con Él, a causa de las virtudes con las que a la vez tiene gnosis divina, y es conocida de Dios.
Aquel que pide la benevolencia o el favor del rey, utiliza tres formas: dirige los logos de súplica o se queda callándose o cae en los pies de aquel que pide a ayudarle. Así también la oración limpia, pura y lúcida unida con el nus, el logos y el espíritu, con el logos invoca al divino nombre, con el nus se fija firmemente al suplicado Dios, mientras que con el espíritu (o corazón) manifiesta la katánixis (dilatación del corazón, compunción), la humildad y la agapi amor. Así, conjura la Trinidad que no tiene principio ni fin, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, el Dios uno.
Tal como la variedad de las comidas abren y excitan el apetito para que uno las pruebe a todas, lo mismo también los distintos significados y conceptos de las virtudes despiertan la movilidad del nus. Por eso, caminando el camino de la diania (mente, intelecto) escoge los logos de la oración y dirígete al Señor con logos continuos sin desesperarte; implora continuamente imitando el descaro de la viuda que consiguió doblar al intransigente y despiadado juez, (Luc 18,2-5). Entonces caminas de acuerdo con los mandos del Espíritu, (Gal 5,16); no te preocupas de los deseos corporales, carnales y no interrumpas la continuidad de la oración por loyismí (pensamientos, imaginaciones) mundanos, sino conviértete en templo de Dios, mientras Le cantas himnos sin distraerte. Mientras ejercitas así la por diania oración te haces digno de llegar también a la memoria o recuerdo de Dios y te introduces en las profundidades y rincones del nus y contemplas, visionas al Invisible con zeorías contemplaciones, visiones místicas (secretas, difíciles de contar) y en tu aislamiento sólo adoras, veneras a Dios inundándote de gnosis (conocimiento divino) junto con la energía de la agapi (amor incondicional).
Por tanto, cuando en la oración veas que te conquista el sopor y la desgana, entonces debes de utilizar un libro y leyendo cuidadosamente recibes en tu interior la gnosis. No adelantes con prisas los logos, sino reflexiona profundamente para enriquecerte de sus significados. Después reflexiona lo que has leído, de manera que entiendas con este estudio, para que la diania (mente, intelecto) se deleite y se te queden inolvidables. Así se vuelve a inflamar la gana, el celo para los divinos conceptos, de acuerdo con el Salmo: “Durante mi estudio se encenderá en mi interior fuego” (Sal 38,4). Tal como la comida cuando la masticamos es agradable en sabor, así también los divinos logos cuando se giran hacia el interior de la psique-alma, alimentan, deleitan y convierten gozosa la diania, como dice el Salmista: “Que dulces son Tus logos en mi garganta” (Sal 118,103).
Aprende de memoria también logos del Evangelio y lemas de los bienaventurados Padres e investiga sus vidas, para tener estudio por las noches; de modo que cuando tu diania se cansa por la oración, renovarla por la lectura y el estudio de los divinos logos, así haces más agradable la oración.
También, debes utilizar la salmodia, pero con la voz muy baja y con el nus (espíritu de la psique) atento sin consentir que te pase un logos sin entenderlo. Y si alguna vez se escapa de tu atención algo, repite la frase del renglón las veces que haga falta hasta que consigas que tu nus esté atento a los logos dichos. Porque el nus tiene la dínamis (fuerza) también de salmodiar con la boca y a la vez recordar a Dios. Esto apréndetelo a partir de la experiencia natural. Tal como aquel que se encuentra conversando con alguien lo ve a la vez con los ojos, así también aquel que salmodia con los labios puede a la vez fijar la vista en Dios a través del recuerdo o la memoria.
Los arrodillamientos o genuflexiones no los dejes de lado, porque con ellos se iconiza se figura la caída del pecado y se convierte en una especie de confesión, mientras que con levantarse se manifiesta la metania (conversión, giro del nus, arrepentimiento, perdón, confesión) y es simbolizada la promesa para vida virtuosa. Cada arrodillamiento que sea hecho junto con la invocación espiritual de Cristo por parte del nus, de modo que postrándose al Señor con la psique-alma y el cuerpo, puedas sosegar a Dios de las psiques-almas y de los cuerpos.
Finalmente si ocupas tus manos con un trabajo manual sin ruido durante la oración con la diania (mete intelecto), para rechazar el sueño y la pesadez, esto también contribuye en la lucha por el ejercicio espiritual.
Todos estos trabajos cuando se hacen junto con la oración, afinan el nus, expulsan la pereza y la acedia, convierten más viva la psique-alma y hacen el nus más agudo y ardiente durante su dedicación al trabajo de la diania (mente intelecto).
Cuando sueñe la campana, sal de tu celda teniendo tus ojos girados hacia la tierra y tu diania (mente, intelecto) fijada en el recuerdo/memoria de Dios. Una vez que hayas entrado en la Iglesia y tomes tu asiento en el coro, no converses vanamente con el monje a tu lado, ni divagues con tu nus y mente en vanidades, sino que dirígete con tu lengua solamente en la psalmodía y tu diania (mente, intelecto) en contacto consciente con la oración. Después de acabar, vete a tu habitación o casa e inicia la regla o canon que se te ha dado. Cuando vas al comedor, no observes alrededor las porciones de comida de tus hermanos, ni dejes que en tu psique-alma entren varias sospechas que no son buenas; mira aquello que te han puesto delante, dando en la boca alimento, al oído la audición de lo que se está leyendo y a tu psique dale oración. Así te estarás corporalmente y espiritualmente glorificando con doxología completamente a Aquel que concede los bienes de tu deseo. De allí cuando te levantes con seriedad y silencio, dirígete a tu celda o casa y como una abeja laboriosa dedícate al trabajo de las virtudes. Cuando realizas un servicio/diaconía junto con tus hermanos, que trabajen tus manos, tus labios en silencio y tu nus (espíritu de la psique) y diania (mente, intelecto) recuerden a Dios. Y si alguno empieza a charlatanear, para cortar este desorden, levántate pide perdón y haz una metania.
Expulsa y aleja los loyismí (pensamientos, imaginaciones) y no los dejes penetrar en el corazón y queden mucho tiempo allí, porque la permanencia de los loyismí pasionales vivifican los pazos y matan el nus (espíritu de la psique). Al momento que te ataquen inmediatamente con tu nus unido con la diania (mente, intelecto), con el primer movimiento, apresúrate a eliminarlos por la flecha de la oración. Y si insisten a molestarte y provocan confusión en tu diania (mente, intelecto), ya sea que se retiren o que buscan atacarte, sepas que están atrincherados fuertemente detrás de tu anterior voluntad. Y como han adquirido derechos en tu psique-alma a causa de la derrota de la predisposición y elección o preferencia anterior, por eso te turban y te molestan. Por eso debes vituperarlos y reprobarlos por la confesión, para cuando aparezcan los malos loyismí, entonces triunfas y huyen por la confesión. Es decir, igual que cuando aparece la luz la oscuridad se retira, así también la luz de la confesión elimina los loyismí de los pazos, que ellos también son oscuridad. Esto se hace porque la vanagloria y la comodidad, a causa de las cuales encontraban cobijo los loyismí, han sido destruidos por la vergüenza de la confesión y por los esfuerzos de las penitencias conforme la regla que se ha dado. Por eso, si los loyismí encuentran la diania (mente, intelecto) libre de los pazos mediante la oración continua y plena de katánixis (dilatación del corazón, compunción), entonces huyen avergonzados. Realmente, cuando el luchador intenta por la oración cortar los loyismí que le perturban, los corta por poco e impide sus conceptos variados, mientras lucha y guerrea; pero no se libera totalmente, porque acepta las causas de los loyismí que le molestan, es decir, el descanso y la comodidad del cuerpo y el deseo de los honores mundanos, y por estas causas no acude a la confesión. Por eso tampoco tiene paz, ya que retiene las cosas que son por derecho de los enemigos. ¿Quién retiene objetos ajenos y no se los piden los dueños? ¿Y quién, que no restituye los objetos que malamente retiene, es liberado de sus adversarios? Pero cuando el luchador o combatiente, fortalecido por el recuerdo de Dios, ame el desprecio y el dominio fuerte de la carne y venga en la confesión sin tener vergüenza de sus loyismí, inmediatamente se marchan los enemigos y entonces la diania (mente, intelecto) encontrándose libre, consigue la oración incesante y el estudio y reflexión de las cosas y realidades divinas.
Rechaza totalmente toda sospecha y todo resentimiento que se crea en tu corazón contra alguien, porque suprime la agapi-amor, la serenidad mental y la paz del corazón. Cada adversidad, desdicha, calamidad que te venga de afuera acéptala con valentía, porque produce paciencia salvadora, esta paciencia que regala la permanencia y el descanso en los cielos. Cuando pasas así los días, vivirás la vida presente con buen ánimo, humor y disposición, puesto que te deleitarán las bienaventuradas esperanzas, mientras que durante tu partida o éxodo de aquí serás trasladado con franqueza y confidencia y pasarás en lugares de descanso, los cuales preparó el Señor, como recompensa de tus esfuerzos y fatigas de aquí, para co-reinar con Él.
Al Señor-Kirios pertenece y conviene toda gloria, honra y culto, junto con el sin principio ni fin Padre y Su santísimo, bondadoso y vivificador Espíritu, ahora, siembre y en todos los siglos; Amín.
9 Capítulos sobre diania, nus y oración
- Cuando el νούς nus (espíritu de la psique) huye de las cosas exteriores y se recoge hacia las interiores, entonces vuelve en sí mismo; es decir, se une naturalmente por διάνοια diania (mente, intelecto) con el logos y, con el logos que coexiste sustancialmente en su interior, se une con la oración. Y mediante la oración se eleva a la γνώσις gnosis (conocimiento increado) de Dios con toda su fuerza agapítica-amorosa y disposición. Entonces se va desvaneciendo el deseo carnal, y cada sensación y percepción hedónica o placentera se vuelve lenta e inactiva y las cosas placenteras de la tierra le parecen ser repugnantes y feas. Porque la ψυχή psijí (psique, alma, ánima) mientras echó detrás de su espalda todo aquello que pertenece al cuerpo o está relacionado con este, corre detrás de la belleza de Cristo siguiéndole y obedeciéndole con las obras de la modestia y con la pureza y lucidez de la diania salmodiando: “Vírgenes seguirán detrás del Rey”, (Sal 44,15). Contempla y ve ante sí a Cristo y dice: “Veo siempre al Rey ante mí porque está en mi diestra” (Sal 37,10). Continuamente se fija a Cristo y clama: “Mis ojos (nus y diania) están continuamente dirigidos hacia al Señor” (Sal 24,15). Con Cristo conversa mediante la oración pura, limpia y lúcida, causando agrado a Él y gozo y alegría a sí mismo, según el salmo: “Espero que le agrade al Señor esta conversación con Él y yo gozaré y me alegraré por mi comunicación con Él” (Sal 103,34). Porque Dios recibe y acepta la conversación por la oración, porque a Él es al que ama la psique, Le invoca y reclama Su ayuda y la psique que suplica, Él la regala alegría inexpresable. Mientras ella menciona a Dios durante su conversación por la oración, se deleita por el Señor, tal como dice el Salmista: “Me acordé de Dios me alegré y deleité” (Sal. 76,4).
- Evita y despréndete de las percepciones y sensaciones de los sentidos y te convertirás inactivo de los placeres hedónicos (carnales, materiales). También en la diania (mente, intelecto) debes eludir y desprenderte de las fantasías, imaginaciones de cosas agradables y anularás los pazos hedónicos o placenteros provenientes de los loyismí (pensamientos). Y cuando el nus con la diania queda sin fantasías, porque no permite ni acepta quedar impreso y sellado por las formas de la hidoní-placer y por los loyismí (pensamientos) de los deseos, ilusiones y codicias; entonces se encuentra en la kazarotis limpieza, lucidez y pureza. Y al elevarse por encima de lo sensible e inteligible, eleva el concepto a Dios. Y con el continuo recuerdo a Dios, clama desde la profundidad de su psique-alma el nombre del Señor y nada más, tal como un niño que llama a su padre. Como dice la Escritura: “llamaré con mi nombre al Señor delante de ti” (Ex. 33,19). Y tal como Adán, fue plasmado por la mano de Dios, del polvo o tierra se convirtió en psique-alma viviente con cuerpo por el divino soplo (Gén. 2,7), así también el nus mientras se educa y se forma por las virtudes, pronunciando ininterrumpidamente la invocación del Señor con la diania limpia, la conciencia lúcida, buen ánimo y disposición calurosa, sufre y experimenta la buena alteración o metamorfosis, vivificándose y deificándose, porque conoce y ama a Dios.
- Si te alejas y te desprendes de las ilusiones y codicias de las cosas terrenales con la continua, franca y verdadera oración y descansas (espiritualmente) no con el dormir sino dejando cualquier preocupación por lo que respecta las creaciones y te sostienes exclusivamente a la memoria/recuerdo de Dios, se construirá en tu interior, como otro ayudante, la agapi-amor de Dios. Porque el clamor de la oración que sale del ánimo y disposición interior hace aflorar la divina agapi-amor; y la divina agapi-amor despierta al nus (espíritu de la psique) para manifestarle las cosas escondidas; entonces el nus unido con la agapi fructifica la sofía-sabiduría; y con la sofía manifiesta los secretos confidenciales. El Dios Λόγος (Logos) cuando se llama con el clamor de la oración hecha con verdadera disposición y buen ánimo, toma le energía noética conceptual (del nus y de la mente) como si fuera la “costilla” de Adán, regalándole la gnosis (conocimiento divino); y llenando el lugar de ella con la bondadosa disposición recompuesta, también le regala la virtud. A continuación edifica la iluminadora agapi-amor (incondicional) y la conduce al nus (espíritu de la psique) que se encuentra en éxtasis (extensión interior) y sueño y está reposando de todo deseo terrenal. La agapi asiste como una ayudante del nus, el cual ha reposado de su apego insensato a las cosas sensibles, por eso también le despierta (espiritualmente), porque ya está limpio y puro para escuchar las palabras de la sofía-sabiduría (divina). Entonces el nus mirando hacia la agapi (amor divino) y llenándose de placer (divino), manifiesta a los demás las escondidas situaciones y estados de las virtudes y las invisibles energías y operaciones de la gnosis (conocimiento divino), desarrollándolas mediante el logos.
- Despréndete y huye de todas las cosas visibles y sensibles, abandona la ley de la sarx carne, cuerpo y la ley espiritual se escribirá en tu diania (mente, intelecto). Es decir, igual que aquel que se mueve por las inspiraciones del Espíritu, no realiza los deseos de la sarx carne, según dice el Apóstol (Gal 5,16); así también aquel que sale fuera de los sentidos y las cosas sensibles, es decir, fuera de la sarx y del cosmos (lo mundano, mundo de los pazos), llega a moverse por el Espíritu y a pensar, opinar y compartir las realidades del Espíritu. Y eso apréndetelo de las cosas que Dios había preparado y prometido a Adán antes de la desobediencia.
- Aquel que lucha por aplicar y guardar los mandamientos y persevera en el paraíso de la oración, permanece junto con Dios con el continuo recuerdo a Él; Dios le arranca y le hace huir de las energías y acciones voluptuosas de la carne, de todos los movimientos del sentido y de todas las apasionadas o maliciosas figuras y fantasías de la diania (mente, intelecto). Y convirtiéndolo en muerto para los pazos y los pecados, le hace partícipe de la vida divina. Tal como aquel que está durmiendo a la vez parece muerto y está vivo, muerto en cuanto a la energía del cuerpo, vivo en cuanto a la sinergia de la psique, así también aquel que permanece en el Espíritu, se convierte muerto para el mundo y la carne, pero vive según los principios y la moral del Espíritu.
- Si entiendes y conoces lo que salmodias, adquieres el conocimiento concienciado de ello. Del conocimiento concienciado adquieres la lógica, sano juicio y prudencia. De la lógica o prudencia brota la praxis de las cosas que has entendido. De la praxis operación, acción práctica fructifica la gnosis (conocimiento divino) que se hace habitual o un hábito. De la gnosis que es acompañada de la experiencia, emana, nace la verdadera θεωρία zeoría contemplación (espiritual). De ella amanece la sofía sabiduría que llena la esfera o el vacío de la diania (mente, intelecto) con luminoso logos de la χάρις jaris (gracia increada energía) y explica a los demás los secretos escondidos.
- Primero el nus (espíritu de la psique) pide, busca y encuentra, luego se une con aquello que ha encontrado. La búsqueda la hace con la lógica de la psique, en cambio la unión se hace por la energía de la agapi amor. Y por un lado, la búsqueda mediante la lógica se hace para la verdad, por otro, la unión mediante la agapi para la bondad o el bien.
- Aquel que supera la fluidez natural de las realidades y cosas presentes y desatiende las ilusiones y deseos de las realidades y cosas pasajeras, no mira las cosas de aquí abajo, ni desea las bellezas de la tierra; sino que se le abren los espectáculos de arriba, contempla las bellezas celestiales y la bienaventuranza, felicidad de las realidades y cosas puras sin mancha. Es decir, tal como aquel que se entretiene perdiéndose delante de las cosas materiales y está sucumbido en las hidonés placeres de la carne cuerpo, están cerrados los cielos, ya que están oscurecidos sus ojos noerós espirituales (que son: nus espíritu del corazón y diania mente, intelecto), así también aquel que se desprende y desprecia las cosas y realidades inferiores de abajo y se retrae de ellas, tiene su nus arriba, ve la doxa gloria de los seres eternos y se encuentra cara a cara con el esplendor y la grandiosidad que se ha preparado para los Santos. Éste recibe a la vez la agapi amor de Dios que desciende hacia él desde el cielo y se convierte en templo del Espíritu Santo y anhela las voluntades de Dios, es conducido por el espíritu de Dios y se hace digno hijo adoptivo y Dios se complace de él y a él le gusta Dios. Porque los que son conducidos por el espíritu de Dios, ellos son hijos de Dios.
- Mientras respires, no dejes por causa de enfermedad la oración ni un día, escuchando al Apóstol que dice: “Cuando enfermo entonces estoy fuerte” (2Cor 12,10). Cuando actúas así te beneficiarás mucho y la oración te levantará con la ayuda de la xάρις jaris (gracia increada energía). Porque donde hay consuelo del Espíritu no persiste ni permanece la enfermedad ni la acidia ni la desgana/pereza espiritual. Amín. 27-5-2022
Traducido por Χρῆστος Χρυσούλας Jristos Jrisulas www.logosortodoxo.com.