Filocalía tomo 4: 154 capítulos prácticos y teológicos, san Simeón el Nuevo Teólogo.
Nuestro santísimo Padre Simeón, por la jaris (gracia increada) de Dios recibió el don o carisma de la teología, llamado Nuevo Teólogo, vivió bajo el reinado de Constantino el Porfirogénito, alrededor del 1000. Fue discípulo de Simeón el llamado Piadoso, por el cual fue ejercitado en las luchas ascéticas. Subió grandes alturas de virtud y de apázia (impasibilidad, sin pazos) y fue hecho digno de una manera tan rica de la jaris (gracia, energía increada), que exponer por escrito los hechos que le conciernen es casi imposible, dado que su biografía es amplísima y rica como pocas. Habiendo recibido, por así decirlo, toda la dinami (potencia y energía increada) del Paráclitos y hecho recipiente de Sus esplendores, fue hecho en fuente de la teología, refugio de las divinas iluminaciones, residencia suave de inefables misterios, y en general, morada de la sofía-sabiduría espiritual y de la gnosis (conocimiento) divina, por cuya iluminación compuso obras literarias en verso y en prosa, de todo género, innumerables y llenas de gran utilidad.
La vida de san Simeón presenta una originalidad. Y esta consiste en el hecho que desde la edad muy joven recibió dos veces la luz increada del Espíritu Santo. La embriaguez sobria de esta teofanía, en forma de luz increada, trazó su vida divina y transformó su conciencia teológica. Esta luz divina e increada hirió eróticamente (amor ardiente) el corazón para el Dios Tríadico en Cristo Jesús. Por eso nada podía consolar su psique-alma excepto las fotofanías (visiones de la luz increada), y no pudiendo entender la vida espiritual sin las energías de la luz increada del Espíritu, lloraba sin consuelo.
Los 154 capítulos, para los recolectores de la Filocalía, son de gran utilidad y beneficio, tratan de la instrucción ascética y de la teología, que emana de un corazón movido de Dios y se dirigen principalmente a los monjes, pero también se aconsejan para los laicos, ya que el mismo san Simeón como laico recibió la primera teofanía. Da especial importancia en el comportamiento de los monjes frente a sus hermanos, aconseja que tengan mucho cuidado en las relaciones y constata el peligro de la divina Comunión/Efjaristía sin agapi (amor incondicional y desinteresado) y sin lágrimas. El mismo era tan puro que no celebraba la Divina Liturgia si no veía el Espíritu Santo, este que el mismo vio durante su ordenación, “como simple y sin forma, pero como luz inefable e increada” y le decía místicamente: ¡«Yo visito o me insuflo o me introduzco así a todos los profetas y apóstoles, y a los elegidos de Dios y a los santos de hoy, yoSoy el Espíritu de Dios»!
154 capítulos prácticos y teológicos
- Fe es morir por Cristo y gracias a Su mandamiento, creyendo que esta muerte nos será causante de vida; es considerar a la pobreza como riqueza, a la ruina y el anonimato como una doxa-gloria, luz y fama social; y creer que uno al no poseer nada, lo tiene todo (2Cor 6,10) o más bien, adquirió la riqueza inagotable e inescrutable del reconocimiento de Cristo, y todas las cosas visibles las vea como barro y humo (Fil 3,2).
- Fe en Cristo es, no sólo que despreciemos todas las cosas agradables del mundo, sino que tengamos constancia y paciencia en toda tentación que nos viene y nos provoca tristezas y tribulaciones, sufrimientos y adversidades, hasta que Dios complazca y nos visite, como dice el Salmista: “con toda mi paciencia esperaba al Señor y Él me visitó” (Sal 39,32)
- Aquellos que prefieren y anteponen de alguna manera algo de sus padres al mandamiento de Dios, no tienen la fe en Cristo (Mt 10,37), y ellos por cierto son condenados por su conciencia, si por supuesto tienen viva su conciencia de su incredulidad. Cualidad de los que creen es no transgredir absolutamente en nada el mandamiento del gran Dios y Salvador nuestro Jesús Cristo.
- La fe en Cristo, el verdadero Dios, genera o da a luz el deseo de las cosas buenas y el temor al infierno. El deseo de las cosas realmente buenas y el temor al infierno, provocan el cumplimiento exacto de los mandamientos-logos. El cumplimiento exacto de los mandamientos-logos enseña a los hombres cuanto débiles e impotentes son. La comprensión real de nuestra impotencia genera el recuerdo/memoria de la muerte. Quien ha adquirido el recuerdo/memoria de la muerte, buscará con dolor a aprender desde esta vida qué es lo que le espera después de la salida de esta vida. Y quien se ocupa a aprender sobre las cosas después de la muerte, debe primero antes que nada privarse de las cosas presentes; porque el que está atado con pasión en estas cosas, aunque sea la más pequeña, no puede adquirir la gnosis perfecta de las cosas futuras. Pero si aún, por divina economía, saborea de alguna manera esta gnosis, pero no deja lo más rápido estas cosas por las que está atado con pasión, para permanecer totalmente en esta gnosis, sin que permita en sí mismo a pensar nada más que de esta, entonces la gnosis que cree que tiene le será quitada también (Lc 1,18).
- La renuncia del mundo y el retiro total de este, junto con el desprendimiento de todas las cosas materiales, las costumbres, las opiniones, ideas y las personas del mundo, y con la renuncia del cuerpo y de la voluntad, provoca en poco tiempo gran beneficio psíquico en aquel que con tanto fervor ha renunciado al mundo.
- 6. Tú que te marchas del mundo, ten cuidado de no dejar al principio tu psique-alma a buscar consuelo permaneciendo en él, aunque todos los parientes y amigos te obligan hacerlo. Estas cosas les aconsejan los demonios, para borrar el fervor de tu corazón. Porque aunque no llegan a impedir del todo tu propósito, de todas formas lo harán más liviano y más débil.
- Cuando en todas las cosas agradables y placeres de la vida te comportes valientemente y sin echarte atrás, entonces los demonios vuelven a tus parientes simulando como si te tuvieran compasión y los hacen llorar y lamentar para ti delante de ti. Pero entenderás esta verdad cuando, tú te quedas inflexible también en este ataque demoníaco, mientras que aquellos los verás de repente que se enciendan con manía y odio contra ti y detestarte como enemigo y no quieran ni verte.
- Cuando veas la tribulación y tristeza de los padres, hermanos y amigos que es provocada por tu causa, ríete en contra del demonio que les da variopintos consejos, para que hagan todo esto contra ti. Con temor y gran solicitud retírate y ruega extensamente a Dios para que llegues lo más rápido posible al puerto del buen padre espiritual, donde él hará reposar tu psique-alma cansada, oprimida y cargada (Mt 11,28). Puesto que el océano de la vida esconde muchas cosas que provocan peligros y plena perdición.
- Aquel que quiere odiar al mundo, debe poseer agapi (amor incondicional) a Dios desde las profundidades de su psique-alma, y Su recuerdo/memoria perpetua. Porque nada, excepto de estas dos, no hace al hombre dejar todas estas cosas con alegría y huir de estas como si fueran escombros y basura.
- No quieras de ninguna manera quedarte en el mundo por motivos buenos razonables e irrazonables, sino que cuando seas llamado, obedezca inmediatamente. Porque nada alegra y agrada tanto a Dios, como nuestra rápida correspondencia. Es mejor rápida obediencia con pobreza, que la lentitud con muchos bienes existentes.
- Ya que el mundo y las cosas del mundo son todas provisionales y el Dios es incorruptible e inmortal, alegraos los que por Él habéis renunciado las cosas corruptibles. Corruptibles no son sólo la riqueza y el dinero, sino también todo placer (hedonismo) y gozo del pecado. Sólo los mandamientos-logos de Dios son luz y vida, y así son llamados por todos.
- Hermano mío, si has recibido en tu interior la llama divina y por eso has acudido al monasterio cenobio (vida común) o en padre espiritual, si éste te exhorta o los hermanos que practican contigo, a reposar y aliviarte con baños, comidas u otros cuidados del cuerpo, no aceptes, sino que debes estar preparado para el ayuno, el esfuerzo duro y la suma continencia. Así, si tu padre espiritual te incita a cuidar un poco el cuerpo, debes estar preparado a obedecer, sin que por esto hacer tu propia voluntad. Si por otro lado, sucede esto, que lo soportes con alegría porque voluntariamente lo has preferido, y así sacarás provecho y beneficio para la psique-alma. Si esto lo cumples, serás siempre en todo abstinente, auto-dominante y moderado y totalmente renunciante de tu propia voluntad. Y no sólo esto, sino también la llama de tu corazón la mantendrás siempre encendida, que te incita a renunciar y despreciar todas las cosas.
- Cuando los demonios han hecho de todo y no han podido tambalear o sacudir nuestro propósito para Dios, entonces entran a escondidas e insinúan a piadosos hipócritas e intentan impedir a los luchadores. Y al principio como si supuestamente se movieran por agapi y simpatía, los incitan en reposos corporales, para que no se debilite el cuerpo –dicen- y caiga en acidia (pereza espiritual). Después los invitan y los arrastran en reuniones y conversaciones inútiles, haciéndoles gastar en esto los días. Y cuando alguno por escuchar y hacer caso a estos solícitos, se hace semejante a ellos y los imita, entonces ellos le giran la espalda y se ríen por su perdición y ruina. Si, en cambio no hace caso y no se somete a sus palabras, sino que se mantiene vigilante ajeno de todo esto, sensato y reservado, entonces empiezan a envidiarle y hacen de todo para expulsarlo también del monasterio. Porque la vanagloria cuando no recibe honores, no soporta ver frente a ella que sea alabada y elogiada la humildad.
- El vanaglorioso se ahoga viendo al humilde derramar lágrimas y ser beneficiado doblemente; porque con estas expía a Dios, y sin querer hace que los hombres le elogien.
- Desde que te has encomendado y confiado totalmente en tu padre espiritual, debes saber que ya eres ajeno o extranjero a todo lo que llevas contigo desde el mundo exterior: a los hombres, a las cosas y al dinero. Sin su opinión no quieras hacer nada, ni tampoco pidas de él algo, ni grande ni pequeño, al no ser que él por su propia iniciativa te ordene a tomarlo, y te lo de con sus manos.
- Sin el permiso de tu padre espiritual, no hagas caridad (no des limosna) del dinero y de los bienes que has traído, ni quieras que alguno los tome a través de intervención de otros que no sea él. Es mejor que seas pobre y extranjero y obedezcas, en vez de esparcir el dinero a los pobres mientras seas principiante. La demostración de tu fe pura es que encomiendes y confíes todo en tu padre espiritual, como si lo hubieses encomendado todo en las manos de Dios.
- Ni agua pidas a tu padre espiritual, aunque tengas sed, hasta que el padre espiritual solo te lo sugiera. Presiónate y esfuérzate duramente, convenciendo a tu loyismós (pensamiento) con palabras: “Si Dios quiere y eres digno de beber, lo revelará a tu padre espiritual y te dirá que bebas. Entonces beberás con conciencia limpia, aunque aún no sea la hora.
- Uno que había experimentado el beneficio espiritual y adquirido una fe pura e inconfundible a su padre espiritual, poniendo como testigo de la verdad a Dios, dijo: “En mi interior he tomado esta decisión, no pedir de mi padre espiritual ni comida ni bebida, o saborear algo sin que él me lo dijera, hasta que el Dios le informase y el mismo me ordene. Y de esta manera no he fallado nunca en cumplir mi objetivo”
- Quien ha adquirido una fe pura y firme en su padre según Dios, viéndolo a él considera que ve al mismo Cristo. Y cuando se encuentra junto con él o le sigue, cree firmemente que se encuentra junto con Cristo y que a Él sigue. Este obediente nunca deseará relacionarse con algún otro, ni preferirá alguna de las cosas del mundo más que el recuerdo de aquel y su agapi (amor incondicional y desinteresado). ¿Porque, qué hay más grande y beneficioso, tanto en la vida presente como en la futura, que estar junto con Cristo? ¿Y qué es más bello y más dulce que la visión, contemplación de Cristo? Y sobre todo, si se hace digno de conversar junto con Él, de esto absorberá para siempre la vida eterna.
- Aquel que ama con toda su psique-alma a aquellos que le insultan o le hacen injusticias y le privan de sus cosas, y ora por ellos, en poco tiempo sube a un grado alto de progreso. Porque cuando esto se hace con el sentimiento del corazón, desciende al hombre en el abismo de la humildad y en fuentes de lágrimas, donde se sumerge lo tripartito de la psique-alma y asciende al cielo de la apázia (sin pazos, impasibilidad) el nus (espíritu del corazón de la psique) y le hace contemplativo. Y con el sabor de la bondad celeste le hace que considere basura y escombros todas las cosas de esta vida, e incluso que tome también el agua y la comida alargando más el tiempo y sin disposición hedónica o placentera.
- El asceta no sólo debe abstenerse de las praxis malas, sino que se ocupe también de estar libre de conceptos y de loyismí malos (pensamientos simples o unidos con la fantasía), y ocuparse continuamente de recuerdos espirituales y psicoterapéuticos, para así permanecer despreocupado por las cosas de esta vida.
- Si uno desnuda todo el cuerpo, pero mantiene el velo en sus ojos y no quiere quitárselo, no puede con la desnudez del cuerpo ver la luz; así también es aquel que ha despreciado todas las otras cosas del mundo y los dineros y se liberó de sus pazos, si no libera también los ojos de su psique-alma de los recuerdos del mundo y de los astutos malos conceptos, nunca verá la luz espiritual (increada), es decir, al Señor y Dios nuestro Jesús Cristo.
- Lo que hace el velo que impide los ojos, lo mismo hacen también los loyismí (pensamientos simples o unidos con la fantasía) mundanos y los recuerdos de esta vida en su diania (mente, intelecto), que es el ojo de la psique-alma. Por tanto, el tiempo que los tenemos, no veremos; pero cuando sean quitados mediante la memoria de la muerte, entonces veremos claramente la verdadera Luz (increada), la cual ilumina todo hombre que viene al mundo de arriba.
- El que está ciego de nacimiento no podrá aprender ni creer el valor de lo que está escrito, pero el que alguna vez se haga digno de ver, atestiguará que las cosas dichas son verdad.
- Aquel que mira con los ojos sensibles, sabe cuándo es de noche y cuando es de día, en cambio el ciego ignora las dos. Y aquel que se ha psicoterapiado y sanado de la ceguera espiritual y ve con los ojos espirituales, habiendo visto la verdadera e inaccesible Luz increada, cuando por racimía (negligencia o pereza espiritual) vuelva en la primera ceguera y sea privado de la luz, siente intensamente su privación, y no ignora de dónde vino ella. Pero aquel que está ciego, no conoce nada de estas cosas, ni por experiencia, ni por su energía, al no ser que por oído escucha y aprende algo sobre las cosas que nunca ha visto, y comenta a los otros aquellas cosas que ha oído; pero este también y los que le oyen no conocen sobre qué cosas hablan.
- Es imposible llenar hasta saciar la carne o el cuerpo de abundantes alimentos y paralelamente disfrutar de la bondad divina y la belleza espiritual. Cuanto más uno sirve a su panza o estómago, tanto más se privará de esta bondad y belleza. Y al grado que uno fatiga y esfuerza el cuerpo, tanto más se saciará de alimento espiritual y de consuelo divino.
- Abandonemos todas las cosas de la tierra, no solamente las riquezas, el oro y las cosas materiales de esta vida, sino también rechacemos de nuestras psiques-almas completamente sus deseos. Odiemos no solamente los placeres del cuerpo, sino también sus movimientos análogos y ocupémonos en mortificarlo con los esfuerzos y las fatigas. Porque con el cuerpo se manifiesta el deseo y resulta a la praxis. Y mientras esto vive, es normal que nuestra psique sea muerta y difícil de moverse hacia cada mandamiento-logos divino, o incluso totalmente inamovible.
- Igual que la llama se dirige siempre hacia arriba, y en concreto si remueves la leña encendida, así también el corazón del vanaglorioso no se puede hacer humilde, pero si le dices las cosas que benefician, se enorgullece aún más. Es decir, cuando le inspeccionan o le instruyen, contradice fuertemente; en cambio, cuando le elogian y le halagan, se ensalza indebidamente.
- Aquel que ha decidido a contradecir, es para sí mismo espada de doble filo; sin saberlo mata su propia psique-alma y la aparta de la vida eterna.
- Aquel que contradice es igual que aquel que se entrega voluntariamente a los enemigos del rey. Porque la contradicción es el anzuelo, con cebo la justificación, por la cual nos seducimos y tragamos el anzuelo del pecado. Por esto los espíritus de la mala astucia acostumbran a captar la psique-alma desgraciada por la lengua y el cuello, y a veces la sacuden hacia lo alto a la soberbia, y otras veces la arrojan al caos abismal del pecado, y así la condenan junto con los demonios que han caído desde el cielo.
- Aquel que acepta desprecios e insultos siente gran dolor en el corazón, debe saber que por esto lleva en su seno la antigua serpiente. Por tanto, si soporta con silencio y paciencia o responde con mucha humildad, esta serpiente la debilita y la destruye. Pero si contradice con palabras amargas o habla con descaro, da fuerza en la serpiente a derramar su veneno dentro en su corazón y le devora salvajemente sus entrañas; y así esto se fortalecerá cada día y estará devorando el mejoramiento al bien y la fuerza de su desgraciada psique-alma, con el resultado que a partir de este momento viva para el pecado, pero siendo totalmente muerto para la virtud.
- Si quieres renunciar al mundo y ser enseñado a la manera de vida evangélica, no te entregues en maestro no experimentado o que tenga pazos, para que no seas enseñado la manera de vida antievangélica, la vida demoníaca. Porque las clases de los buenos maestros son buenas, en cambio de los malos, malas. Y las semillas malas seguro que producen frutos malos.
- Que supliques a Dios con oraciones y con lágrimas para que te mande guía-conductor espiritual que sea santo y sin pazos (libre de pasiones). Pero también tú mismo debes estudiar la divinas Escrituras, y en concreto los escritos prácticos de los santos Padres, para que contra-recibas por estas la enseñanza y las praxis de tu maestro y yérontas, viéndolas como en espejo y las examines. Y las que están de acuerdo con las Escritura incorporarlas y mantenerlas en tu nus (espíritu de la psique), pero las falsas y extranjeras discernirlas y rechazarlas, para que no seas engañado. Porque debes de saber que hoy en día existen muchos maestros mentirosos y falsos.
- Aquel que no ve y promete conducir a otros, es engañoso y falso y conduce a la perdición aquellos que le siguen, según el logos del Señor: “Cuando un ciego guía, conduce a otro ciego, caerán los dos en el hoyo” (Mt 15,14).
- El que es ciego frente al Uno, es totalmente ciego frente a todo. El que ve al Uno, se encuentra en la zeoría contemplación de todo; se distancia y se abstiene de la zeoría contemplación de todo y alcanza la zeoría contemplación de todo, y está fuera de las cosas contempladas. Cuando así se encuentra al Uno, ve todo, y mientras está en todo, no ve nada de todo esto. El que ve al Uno, mediante el Uno se ve también a sí mismo, a todas las cosas y a todos, y estando escondido al Uno, nada de todo ve.
- Quien no se ha revestido de la imagen/icona de nuestro Señor Jesús Cristo, del hombre celestial y Dios, en la parte lógica y espiritual de su psique con conciencia y gnosis, este es solamente carne y sangre, no pudiendo percibir la doxa-gloria espiritual (increada) con palabras, igual que los nacidos ciegos no pueden entender la luz del sol solamente por las palabras.
- El que escucha, ve y siente, y entiende el significado y la importancia de los dichos, porque ya se ha vestido la icona-imagen del celeste y ha llegado a la perfecta madurez espiritual, que su medida es el Cristo (Ef 4,13). En este estado espiritual puede conducir bien al camino de los divinos mandamientos-logos el rebaño de Dios. Aquel que no tiene esta gnosis (conocimiento espiritual), sino que se encuentra en otro estado, está claro que ni los sentidos de la psique los tiene limpios y sanos. Éste más bien es mejor ser conducido, en vez de conducir a otros.
- El que ve a su maestro espiritual y conductor como Dios, no puede contradecirle. Si cree y dice que hace las dos, debe saber que se ha engañado. Porque no sabe qué disposición hacia Dios tienen los hombres de Dios.
- Quien cree que en la mano de su guía espiritual está su vida y su muerte, no contradice nunca. De la ignorancia de esta cosa nace la contradicción, que provoca la muerte espiritual y eterna.
- Antes de escuchar la sentencia, el procesado tiene el permiso de confesarse y hablar delante del juez para las cosas que ha hecho. Pero después de la exposición de los hechos y el juez haya sacado la sentencia, ya no puede objetar nada, sea pequeño o grande, a los que le castigan.
- El monje antes de entrar en este tribunal y manifestar las cosas que esconde en su corazón, tal vez se le permite a contradecir, sea por ignorancia, sea porque cree que esconde sus pecados. Pero después de la manifestación de sus loyismí (pensamientos) y de la confesión sincera, nunca ya se le permite contradecir al segundo juez después de Dios y soberano, hasta su muerte. Porque el monje que ha entrado desde el principio en este tribunal y se ha desnudado de todas las cosas que esconde su corazón, está desde antes convencido –si tiene algo de gnosis espiritual- de que el mismo es digno de muchas condenas y muertes y cree que con la obediencia y la humildad será redimido de todo castigo e infierno. Todo esto por supuesto si conoce de verdad lo qué significa este misterio.
- Quien mantiene imborrables estas cosas en su diania (mente, intelecto), nunca más tendrá algún movimiento pasional en su corazón cuando es pedagogizado/enseñado e instruido o inspeccionado. Porque el que cae en estos errores, me refiero a la contradicción y a la infidelidad a su padre espiritual y maestro, lamentablemente es derrumbado, mientras aún viva, en los abismos del Hades (infierno). Y se hace residencia del Satanás y de todo su séquito, porque es desobediente y camina hacia la perdición (Ef 2,2).
- Te ruego a ti, hijo de la obediencia, que tengas estas cosas continuamente en tu nus (espíritu del corazón de la psique) y luches con toda tu fuerza para que no seas derrumbado a los males del Hades/infierno que nos hemos referido, sino que ruegues ardientemente cada día a Dios, diciendo: “Señor y Dios de todo, Tú que tienes poder sobre todo soplo y toda psique-alma. Que sólo Tú puedes psicoterapiar y sanar, escucha mi súplica que soy un desgraciado, y la serpiente que anida en mi interior, mátala por la visita de Tu santísimo Espíritu y extermínala. Y a mí que soy pobre y desnudo de toda virtud, hazme digno de caer en los pies de mi santo padre con lágrimas, y atrae su santa psique en compasión para que tenga misericordia y caridad de mí. Y dame Señor humildad en el corazón y loyismí (pensamientos) adecuados para mí el pecador quien se ha comprometido a Ti a estar en metania y arrepentimiento. Y no abandones totalmente esta psique-alma que ha venido para siempre junto a Ti y te confesó, te escogió y te prefirió en vez de todo el mundo. Señor Tú conoces que quiero psicoterapiarme y salvarme, aunque mi mal hábito (o adicción mala) se hace obstáculo. Pero en Ti Señor todo es posible, todo lo que es imposible para los hombres” (Lc 18,27).
- Aquellos que con temor y temblor han puesto el cimiento bueno de la fe y de la esperanza en el patio de la piedad y han apoyado sólidamente los pies en la roca de la obediencia en padres espirituales y escuchan sus mandamientos-logos como si provinieran de la boca de Dios, y encima de este cimiento de la obediencia edifican con humildad estable, ellos presentan inmediatamente progreso (espiritual). Y logran la primera y grande hazaña, renunciar su sí mismo. Porque el que uno cumpla la voluntad ajena y no la suya, esto no sólo provoca negación y renuncia de su psique-alma, sino también necrosis-mortificación hacia todo el mundo.
- Con el que contradice su padre espiritual, los demonios se alegran. Aquel que se hace humilde hasta la muerte, le admiran los Ángeles. Porque éste trabaja la obra divina, ya que se va asemejando con el Hijo de Dios, quien hizo obediencia a Su Padre hasta la muerte, y en concreto muerte en la cruz (Fil 2,8).
- La excesiva y fuera del tiempo contrición del corazón, oscurece y enturbia la diania (mente, intelecto); extingue la oración pura y la katánixis (compunción, dilatación del corazón) y produce dolor muy grande en el corazón, y de esto trae dureza, ceguera y mucha depravación. De esta manera los demonios emprenden conducir a los espirituales en desesperación y agobio.
- Querido Monje, cuando te sucedan estas cosas, si tú tienes en tu psique-alma gran celo y anhelo para el perfeccionamiento, de modo que desees a cumplir cada mandamiento de Dios, y no caer y pecar ni siquiera en un logos vano (o palabra inútil), de no ser inferior a ninguno de los santos antiguos en la praxis, en la gnosis y en la zeoría contemplación espiritual; pero a pesar de esto, te ves a ti mismo impedido por las cizañas del enemigo y no te deja subir a tanta altura de santidad sembrándote loyismí de descorazonamiento y desgana, diciendo: “Es imposible psicoterapiarte, salvarte y mantener intactos todos los mandamientos de Dios”, entonces tú siéntate solo en una esquina, limítate a ti mismo, concentra tu pensamiento y toma decisión buena en tu psique-alma y di: “¿Por qué psique-alma mía estás anonadada, por qué desfalleces y estás perturbada? Ten tu esperanza en Dios, porque en Él abriré mi corazón; mi salvación no son mis obras sino mi Dios (Sal 142,2). ¿Quién puede salvarse por las obras de la ley? (Rom 3,20). Ningún hombre puede justificarse a sí mismo delante de Dios (Sal 142,2). Pero creyendo a mi Dios, tengo esperanza que Él me regalará la psicoterapia y la salvación a causa de Su inexpresable compasión. Vete detrás de mí Satanás. Yo venero y alabo a mi Señor y Dios, Le adoro y Le rindo culto (Lv 4,8) desde mi juventud. Él puede psicoterapiarme y salvarme con Su misericordia (energía increada) solo. Por tanto, aléjate y lárgate de mí Satanás. El Dios que me ha creado como a imagen y a semejanza Suya, te anulará”.
- Dios sólo esto pide de nosotros los seres humanos: que no pequemos. Esto no es obra de la ley, sino guardia, custodia continua e inquebrantable la imagen-icona divina que tenemos y del axioma divino. Permaneciendo en esto, como lo impone nuestra naturaleza, y vistiéndonos la vestimenta luminosa del Espíritu, permanecemos en Dios y Dios en nuestro interior (1Jn 4,13) y nos hacemos dioses/as por la jaris (gracia, energía increada) e hijos de Dios, iluminados por la gnosis (conocimiento espiritual) de Dios.
- La acidia y el sentimiento del peso del cuerpo que son provocados en la psique-alma por la pereza y la negligencia, conducen al abandono de la regla o canon acostumbrado y en oscurecimiento del nus (espíritu de la psique) y en desánimo, con el resultado que aparezcan en el corazón loyismí (pensamientos simples o unidos con la fantasía) y de blasfemia, de modo que al lugar acostumbrado de la oración no pueda entrar aquel que es tentado por el demonio de la acidia, sino que se convierte en perezoso, e incluso hacer también pensamientos insensatos y paradójicos contra al Creador de todo. Por tanto, ya ha has aprendido la causa de todo esto y de dónde se han provocado, vete al lugar acostumbrado de tu oración, arrodíllate delante del filántropo (amigo del hombre) Dios y suplícaLe con gemidos del corazón, con dolor y lágrimas, pidiendo que seas liberado del peso de la acidia y de los malos astutos loyismí. Se te dará rápidamente la liberación de estas cosas, mientras lo pidas con dolor y perseverancia (Mt 7,7 y ss).
- El que ha adquirido corazón limpio y puro, este ha vencido la cobardía. El que se encuentra aún en el estadio de la catarsis, unas veces él ataca la cobardía y otras le ataca ella. Pero aquel que para nada lucha, está totalmente insensible y es amigo de los demonios y de los pazos y junto con la vanagloria tiene también la soberbia, presumiendo y creyendo que es algo mientras que no es nada (Gal 6,3); o bien es esclavo y sujeto de la cobardía y a causa de su conducta y actitud infantil, tiempla y tiene miedo allí donde no hay miedo, ni cobardía o miedo para aquellos que temen al Señor (Sal 13,5).
- Quien teme al Señor, no tiene miedo de los ataques de los demonios, ni de los ataques débiles por sorpresa, ni tampoco de las amenazas de los hombres malos astutos. Realmente siendo completamente como una llama o como fuego que quema, cuando camina de día y de noche en lugares peligrosos y oscuros, ahuyenta los demonios, los cuales más bien son ellos que se alejan de él y no él de ellos, para que no sean abrasados por la llama del fuego divino (increado) que resplandece de él.
- Quien tiene temor de Dios, éste aunque viva entre hombres astutos malos no tiene miedo, porque tiene en su interior el temor de Dios y el arma invencible de la fe, por la que tiene la fuerza y puede hacerlo todo, incluso las cosas que parecen en muchos como difíciles e imposibles. Éste es como un gigante entre monos o como un león rugiendo entre los perros y las zorras, sosteniendo su esperanza y convicción en el Señor. Y con su conducta y actitud firme los golpea y los aterra teniendo como bastón de hierro el divino logos de la sofía-sabiduría (Sal 2,9).
- No solamente el que practica la hisijía (serenidad y paz interior divina) o el que está subordinado, sino también el que es guía (higúmeno) y jefe de muchos, incluso el que está en diaconía-servicio, debe sin duda estar despreocupado, es decir, liberado de todas las preocupaciones de esta vida. Porque si nos preocupamos, nos hacemos transgresores del mandamiento-logos de Dios: “no pongáis preocupación en vuestra psique-alma sobre qué comeréis o qué vestiréis; todas estas cosas las buscan la gente de las naciones (los incrédulos” (Mt 6,31), y de nuevo; “Estad atentos de que no se hagan pesados vuestros corazones por los vicios, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida” (Lc 21,34)
- El que tiene el loyismós (pensamiento) de preocuparse por las cosas de esta vida, no está libre. Porque es dominado por la preocupación para estas cosas y esclavizado en ella, ya sea que se preocupe por sí o por otros. El que está libre de esta preocupación, no se preocupará de las cosas de esta vida ni por sí ni por otros, incluso si es Obispo, Diácono o Higúmeno (guía del Monasterio). Pero tampoco te quedarás inoperante y vago, ni despreciarás algo, incluso si es de las cosas más sencillas y muy pequeñas. Haciendo todo según gusta a Dios o de modo divino, serás despreocupado de todo y en toda tu vida.
- No derrumbes tu casa queriendo construir la casa de tu prójimo. Ten mucho cuidado y verás cuanto difícil y peligrosa es esta obra, no vaya ser que pretendiendo tal cosa, incluso tu propia casa la derrumbarás y tampoco la casa del prójimo no podrás construirla
- Si no adquieres perfecta libertad de los pasionales y viciosos apegos de los dineros y de las cosas de esta vida, no quieras hacerte cargo de la administración de las cosas, para que no seas dominado por ellas y en vez de recibir salario de diaconía o sirviente, sufras la condena del ladrón y del sacrílego. Y si en esto te obliga el higúmeno (guía del monasterio), tú debes tener tal disposición como si trataras de fuego que puede quemarte. Y si te viene el pensamiento de sustraer algo de estas cosas, impídelo por la confesión y la metania, y serás protegido e indemne por la bendición del higúmeno.
- El que no se ha hecho apazís (sin pazos, impasible), no conoce lo que es la apázia (sin pazos, impasibilidad), pero tampoco cree que existe encima de la tierra algún hombre que sea apazís-impasible. Porque aquel que no se ha renunciado primero a sí mismo y no ha derramado su sangre para esta vida realmente bienaventurada, ¿cómo va a pensar que otro lo hizo para adquirir la apázia (sin pazos, impasibilidad)? Así también aquel que cree que tiene el Espíritu Santo, mientras no lo tiene en absoluto, no cree nunca cuando escucha sobre Sus energías increadas que se manifiestan en los que tienen el Espíritu Santo. No cree que exista alguno en esta generación que lo recibe como los Apóstoles de Cristo y todos los Santos, y que es movido por Él y recibe las energías increadas del Espíritu Santo, o que se ha hecho digno de ver con gnosis (conocimiento espiritual) y con sentido y percepción espiritual. Porque cada uno juzga a los demás según su propio estado, sea que tenga virtud o maldad.
- Una cosa es la apázia (impasibilidad, sin pazos) de la psique y otra la apázia del cuerpo. La primera santifica también el cuerpo por su esplendor y la inundación de la luz increada del Espíritu. La otra, por sí sola no sirve de nada ni beneficia al que la ha adquirido.
- El que ha sido elevado por el rey del último grado de pobreza a la riqueza y en un axioma-cargo importante y ha recibido de él un uniforme esplendido y el mandamiento de estar al lado de él, éste, pues, mira con anhelo al rey y le ama mucho como su benefactor y ve claramente el uniforme que se ha vestido y tiene reconocimiento de su cargo y de la riqueza que le ha sido dada. Del mismo modo también el Monje que ha marchado y renunciado verdaderamente del mundo y de las cosas del mundo y vino a Cristo obedeciendo con conciencia Su llamada y se elevó en zeoría contemplación espiritual alta por el trabajo de los mandamientos-logos, ve sin engaño al mismo Dios y percibe y concibe claramente su alteración o su metamorfosis que se le ha hecho. Es decir, ve siempre la jaris (gracia, energía increada) del Espíritu que le sobre-ilumina, la cual también se llama vestidura, prenda y púrpura real. O más bien, que es el mismo Cristo, ya que a Él revisten los que creen en Él (Gal 3,27).
- Muchos leen las santas Escrituras, en cambio otros las escuchan cuando son leídas. Pocos son aquellos que pueden conocer ortodoxamente el valor y el significado de lo que están leyendo. Muchos a veces declaran que son imposibles las cosas que se dicen en las Escrituras, y otras veces las encuentran increíbles o les dan una equivocada interpretación alegórica. Y aquellas cosas que dicen las Escritura de que se harán en el tiempo presente, las creen que son para el futuro, mientras que las del futuro, se han hecho o que cada día se van realizando. Y no tienen juicio ortodoxo en su interior, ni verdadero discernimiento de las cosas divinas y de las humanas.
- Nosotros debemos ver a todos los fieles como un solo ser y pensar que en cada uno de ellos está el Cristo. Y tener para cada uno tal tipo de agapi (amor incondicional), de modo que estemos preparados a sacrificar gracias a ellos también nuestra propia vida (Jn 15,13). No debemos hablar mal ni considerar a ningún hombre malo, sino que a todos debemos verlos como buenos, como dijimos. Y si un hermano es molestado por los pazos, no debes odiar a él, odia los pazos que le combaten. Y si lo ves que está tiranizado por los deseos y hábitos de los pecados anteriores, más compasión debes tener para él, no vaya ser que tú también pruebes la tentación. Puesto que estás hecho de material que fácilmente vuelve del bien al mal.
- El que es falso a causa de su hipocresía, o reprochable por sus obras, o rayado por algún pazos, o falto de algo por la negligencia en algo, este no es incluido entre los vínculos o lazos íntegros, sino que es rechazado como inútil e inexperto. Porque éste en tiempo de tensión puede convertirse en causa de romper el vinculo de la cadena y provocar división en lo indivisible y tristezas o tribulaciones también en las dos partes: en los que han progresado, provoca tristeza por los que han quedado atrás- y en ellos, dolor por la separación de los que progresan.
- Igual que cuando uno arroja tierra en la llama de un horno encendido, la apaga, así también las preocupaciones y todo tipo de apegos emocionales y viciosos, aunque sea una cosa fútil y pequeña, extingue la llama que se encendió desde el principio en el corazón (psicosomático).
- Aquel que nutre en su seno el miedo a la muerte, toda comida, bebida y belleza de sus prendas le dan asco. Y no comerá, ni beberá hedónicamente o con placer; sólo dará al cuerpo las cosas necesarias y sólo las cosas que son suficientes para vivir. Renunciará cada voluntad propia y se convertirá con discernimiento dulos-sirviente para todo que le mandan.
- Aquel que se ha entregado a sí mismo como dulos-sirviente a sus padres espirituales según Dios, por miedo al infierno, no preferirá aquellas cosas que alivian el dolor del corazón, ni aquellas que disuelven las cadenas del temor. Ni obedecerá a los que pretenden conducirle en estas cosas de modo amistoso, o por adulación o de modo impositivo. Más bien preferirá las cosas que aumentan el dolor y el sufrimiento y querrá aquellas que aprietan las cadenas del temor y amará aquellas que refuerzan a este verdugo. En estas cosas perseverará, como sino esperase nunca a ser liberado totalmente de estas cosas. Porque la esperanza de esta liberación hace más flojo el dolor o sufrimiento, pero que no beneficia a aquel que no vuelve ardientemente a la metania y no se arrepiente de corazón.
- En cada uno que empieza a vivir según Dios, es beneficioso el miedo del infierno y el dolor o sufrimiento que nace de este temor. Aquel que se imagina que puede empezar sin este dolor o sufrimiento y el vínculo, no cimienta sólo encima de la arena sus praxis o hechos, sino que cree también que puede construir casa en el aire sin cimientos, cosa que es totalmente imposible. Porque este dolor o sufrimiento en poco tiempo genera toda alegría, y este vínculo destruye las cadenas de todos los pecados y de los pazos, y este verdugo no provoca la muerte sino la vida eterna.
- Quien no va a querer separarse y liberarse del dolor o sufrimiento que nace del miedo del infierno eterno, sino que le seguirá por su predisposición y voluntad y apretará más sus cadenas proporcionalmente a su aguante, tendrá el camino más breve y se presentará delante del Rey de los reinados. Y apenas se haga esto y vea, contemple levemente Su doxa (gloria, luz increada), de inmediato se desatarán las cadenas, el verdugo miedo se marchará lejos de él y el dolor o sufrimiento del corazón se convertirá en alegría, y se hará fuente, de la que sensiblemente estarán emanando continuamente lágrimas como río, y espiritualmente serenidad, apacibilidad e inexpresable dulzura y alegría. Aún más, le dará fortaleza y buen ánimo en correr libremente y sin impedimentos hacia la absoluta obediencia de los mandamientos-logos (principios espirituales) de Dios. Algo así es imposible a los principiantes; es una cualidad o atributo de los que han progresado y llegado por lo menos a la mitad del camino; pero para los que se acercan al perfeccionamiento, esta fuente se hace luz (increada) por repentina alteración o metamorfosis y cambio-metábole del corazón.
- Quien tiene en su interior la luz (increada) del Santísimo Espíritu, al no aguantar de ver la luz, cae boca abajo con la cara en el suelo y clama gritando con sorpresa y gran temor, porque ha visto y padecido algo que está por encima de la fisis-naturaleza y de todo logos, razón y concepto. Y se convierte como un hombre que se ha encendido en sus entrañas fuego, por el que es quemado sin poder soportar el calor de este incendio, está como si estuviera en éxtasis y como si no tuviera fuerzas a controlarse a sí mismo. Y conforme es bañado por lágrimas incesantes y es refrescado por ellas, enciende más fuerte el fuego de su anhelo y deseo. Entonces derrama más lágrimas y con estas se lava y brilla con más esplendor. Y cuando sea completamente abrasado y se haga luz (increada), entonces se cumple lo dicho: “Dios que se une con dioses y se hace conocido en ellos, tanto quizás ya se ha unido al grado de los que están junto a Él y cuanto se ha apocaliptado-revelado a los que Le han conocido”.
- Antes de adquirir el luto según Dios y las lágrimas, -que no nos engañe algún listo con palabras engañosas (Ef 5, 6) y que no nos auto-engañemos -, si no existe en nuestro interior metania y verdadera conversión, ni el temor a Dios en nuestros corazones, ni nos hemos condenado a nosotros mismos, ni en nuestra psique-alma ha venido el sentimiento y percepción del juicio futuro y de los tormentos eternos. Porque si nos condenásemos a nosotros mismos y adquiriéramos lo anterior, inmediatamente fluirían también nuestras lágrimas. Sin estas lágrimas nuestro corazón duro no puede ablandecerse, ni nuestra psique-alma adquirirá la humildad espiritual, ni encontraremos la dínamis (potencia y energía) de hacernos humildes. Y el que no ha llegado a este tipo de estado, no puede unirse con el Espíritu Santo. Por otro lado, el que no se ha unido con Él después de su catarsis, no puede alcanzar la zeoría contemplación y la gnosis de Dios, ni hacerse digno de ser enseñado místicamente las virtudes de la humildad.
- Quienes simulan hipócritamente de tener virtud y otra cosa indican sus formas y otra cosa es su interior, lleno de toda injusticia, de conflicto y del mal olor de los placeres (hedonismo), son honrados como impasibles y santos por la mayoría, porque no tienen limpios y lúcidos los ojos de la psique-alma y no pueden percibirlos por sus frutos. Pero aquellos que viven con piedad y devoción, con virtud y sencillez en el corazón y realmente son santos, los consideran como hombres comunes y vulgares, los adelantan con desprecio y los consideran cero, nada.
- Este tipo de hombres consideran al charlatán y ostentoso como maestro espiritual; en cambio el silencioso que evita con cuidado la charlatanería, le llaman tosco que no sabe hablar.
- A quien habla con la jaris (gracia, energía increada) del Espíritu Santo, los arrogantes que como el diablo son enfermos por la soberbia, le rechazan como arrogante y orgulloso, porque más bien son heridos por sus logos en vez de venir en katánixis (dilatación del corazón, compunción). Al contrario, a aquel que habla palabras bien tornadas de su cerebro o de clases académicas y engaña a los demás en relación con la salvación, éste lo sobrevaloran halagándole y aceptándole. Y así no hay nadie entre ellos que pueda discernir y ver las cosas cómo son en realidad.
- “Bienaventurados y dichosos –dice Dios- los que han hecho la catarsis de su corazón y se han convertido puros y limpios, porque ellos verán, contemplarán a Dios” (Mt 5,8). El corazón limpio, puro no se hace de una virtud, ni de dos, ni de diez, sino cuando todas juntas se constituyan en una, por así decir, como si fuese una sola llevada al grado perfecto. Pero tampoco entonces las virtudes pueden solas hacer la catarsis del corazón, sin la energía increada y la presencia del Espíritu Santo. Igual que el herrero trabaja su arte mediante sus herramientas, pero sin la energía del fuego no puede realizar ni lo más mínimo de su obra, así también el hombre hace de todo y utiliza las virtudes como herramientas, pero sin la presencia del fuego espiritual, todas las obras quedan inoperantes, inacabables e inútiles; no limpian ni purifican la suciedad y el pus de la psique-alma.
- Por el santo Bautismo recibimos la absolución de nuestros pecados y nos liberamos de la antigua maldición y nos santificamos por la presencia del Espíritu Santo. Pero la perfecta jaris (gracia increada), según lo dicho: “Habitaré en el interior de ellos y caminaré entre ellos” (2Cor 6,16), no la recibimos entonces; ella pertenece a los que tienen firme y segura la fe y la manifiestan por sus obras. Porque cuando después del bautismo nos desviamos en praxis feas y astutas malas, perdemos totalmente la santificación que hemos recibido por este. Después, por la correspondiente metania, confesión y lágrimas, primero recibimos la absolución de nuestros pecados y a continuación la santificación junto con la jaris (gracia increada) celeste.
- Por la metania se realiza la eliminación de las praxis feas y repugnantes. Después de esta, se concede el Espíritu Santo, por supuesto que no sin condiciones, sino analógicamente con la fe, la disposición y la humildad de los que vuelven a la metania y se arrepienten con toda su psique-alma, y una vez ellos hayan recibido la absolución perfecta mediante su padre guía espiritual. Por eso es bueno que estemos en metania cada día, de acuerdo con el mandamiento-logos del Señor. Porque el «μετανοείτε metanoite volved a la metania continua, porque ha llegado el reinado de la realeza de los cielos» (Mt 3,2), nos indica que es ilimitado el trabajo de la metania.
- La jaris (gracia, energía increada) es dada como arras a las psiques que quieren casarse con Cristo. E igual que sin arras la mujer no asegura que seguro se hará su unión con el varón, así también la psique-alma, nunca se asegura interiormente que será eternamente unida junto con su Señor y Dios, o que se estará uniéndose junto con Él de modo místico e inexpresable y estará disfrutando Su inabordable riqueza, si no recibe las arras de Su jaris y no las adquiera de modo concienciado en su interior.
- Así como los compromisos de arras, cuando no son firmados por testigos de confianza, no hacen seguro el compromiso de arras, así también el esplendor de la jaris (gracia, energía increada) no es seguro antes del trabajo de los mandamientos y la adquisición de las virtudes. El trabajo de los mandamientos-logos y las virtudes son para el compromiso espiritual de arras lo que son también los testigos de los contratos de compromiso. Con los mandamientos y las virtudes los futuros que se van a salvar adquieren la posesión del perfecto compromiso de arras.
- Digamos que, primero se escriben los compromisos de arras por el trabajo de los mandamientos-logos, y después se sellan por las virtudes y se firman. Y entonces el Novio Cristo entrega en la novia psique-alma el anillo, es decir, las arras del Espíritu.
- Igual que la novia antes de la boda toma del novio solo las arras, pero el dote acordado y los regalos prometidos espera tomarlos después de la boda, así también la novia de los fieles Iglesia y la psique-alma de cada uno de nosotros, primero toma por el Novio Cristo solo las arras del Espíritu. Pero los bienes eternos y la realeza increada celeste, espera recibirlos después de su partida de este mundo, igual que se asegura y se certifica por las arras, que muestran como en un espejo los bienes eternos, certificando y asegurando las cosas acordadas con su Señor y Dios
- Si el novio estando de largo viaje se retrasa o se ocupa de otras cuestiones y aplaza la boda, la novia puede enojarse, despreciar su agapi-amor y borrar o romper el papel del compromiso de arras, abandonando así inmediatamente todas sus esperanzas para la boda. Lo mismo sucede también con la psique-alma. Si alguno de los luchadores y combatientes piense: “¿hasta cuándo debo sufrir?”, y deja de lado totalmente las luchas, las fatigas y los esfuerzos ascéticos, es como si borrara y rompiera por la negligencia los mandamientos y los acuerdos por el abandono de la metania incesante, y así pierde inmediatamente también el compromiso de arras y la esperanza hacia Dios totalmente.
- Cuando la novia, debido a su prometido, se dirija a otro y duerme con él de forma manifiesta o a escondidas, no sólo no recibe nada de las cosas que la ha prometido el novio, sino que espera también castigo justo, acusación y condena según la ley. Lo mismo sucede también con nosotros. Si uno cambia y dirige de forma manifiesta u oculta la agapi-amor al novio Cristo hacia el deseo de alguna otra cosa, y su corazón se ata con esta cosa, este se vuelve odioso al Novio, repugnante e indigno a unirse junto con Él. Porque Él dijo: “Yo amo a los que me aman” (Pr 8,17).
- De estos signos cada uno debe entender si ha recibido las arras del Espíritu por el Novio y Soberano Cristo. Y si las ha recibido, que se cuide en mantenerlas. Pero si aún no se ha hecho digno de recibirlas, pues, que se cuide y se ocupe por las obras buenas, las praxis y la ardiente metania a recibirlas y guardarlas con el trabajo de los mandamientos y la adquisición de las virtudes.
- El techo de cada casa lo sostienen los cimientos y las paredes. Los cimientos por su lado se ponen como imprescindibles y útiles para aguantar el techo. Y tampoco el techo se puede construir sin los cimientos, ni los cimientos sin el techo son útiles, ni benefician en lo más mínimo. Así también la jaris (gracia, energía increada) del Espíritu se mantiene por el trabajo de los mandamientos, mientras que las obras de los mandamientos se ponen como cimientos para la donación de Dios. Ni tampoco la jaris (gracia, energía increada) del Espíritu permanece sin el trabajo de los mandamientos, ni el trabajo de los mandamientos sin la jaris (gracia, energía increada) de Dios es útil y beneficioso.
- Tal como sin el techo de la casa que se ha quedado así por la negligencia del constructor, no solamente es inútil, sino que provoca ironías en contra de aquel que la ha construido, así también aquel ha puesto los cimientos del trabajo de los mandamientos y levantó las paredes altas de las virtudes, si no recibe también la jaris (gracia, energía increada) del Espíritu con zeoría contemplación y gnosis conocimiento) de la psique-alma, es imperfecto y digno de que los perfectos le tengan compasión. Este se ha privado de la jaris (gracia, energía increada) por dos causas. O descuidó la metania, o, viendo el conjunto de las virtudes, perdió el ánimo por la cantidad de ellas y descuidó alguna de aquellas que las consideramos muy pequeñas, pero son necesarias para que se complete la casa de las virtudes. Porque sin ellas no se puede cobijar por la jaris (gracia, energía increada) del Espíritu.
- Si por esto ha bajado en la tierra el Hijo de Dios y Dios, es decir, para reconciliarnos mediante el Sí Mismo con Su Padre, con el Cual nosotros éramos enemigos (Rom 5,10), y unirnos concienzudamente con Sí Mismo mediante Su Espíritu Santo y consubstancial, ¿qué otra jaris (gracia increada) conseguirá aquel que la pierda? Por supuesto que ni se ha reconciliado con Él, ni se ha unido junto a Él por la participación del Espíritu Santo.
- Quien se ha hecho partícipe del divino Espíritu, es liberado de los deseos pasionales viciosos y de los placeres, pero no queda separado de las necesidades de la naturaleza. Por tanto, como liberado de las cadenas del apetito pasional y unido con inmortal doxa-gloria y dulzura, se apresura sin parar a estar en las realidades celestes y quedar junto con Dios, y ni siquiera por poco se aleja de Su zeoría contemplación y Su insaciable disfrute y gozo. Pero también como atado con la corrupción y con el cuerpo, es derrumbado por este y es arrastrado y girado hacia las cosas terrenales, y tiene por esto tanta tristeza, cuánta tiene la psique-alma del pecador cuando es separado del cuerpo.
- Tal como en aquel que ama su cuerpo y su vida, los placeres y el mundo, la separación de estos son la muerte, así también en aquel que ama la pureza y a Dios, las inmateriales y la virtud, es una muerte real, incluso la mínima separación de su diania (mente, intelecto) de esto. Si aquel que ve la luz sensible cierra un poco sus ojos o alguien se los tapa, se entristece, se irrita y no puede tolerar de ninguna manera esto, y sobre todo si estaba mirando cosas importantes, útiles y extraordinarias; tanto más será entristecido y afligido es quien es iluminado por el Espíritu Santo y ve las cosas realmente y espiritualmente, tanto si vela como si duerme, esos bienes “que ojos no han visto y oídos no han escuchado y hombre no ha pensado con su intelecto ni al corazón del hombre llegaron (1Cor 2,9), los cuales Ángeles también desean contemplar (1Ped 1,12), si se aparta de la zeoría contemplación de todas estas cosas por alguna otra cosa. Porque esto le parece muerte y alejamiento de la vida eterna.
- Unos llaman la vida ermitaña bienaventurada y otros la vida cenobita (o común en el monasterio), otros en ser jefes del pueblo, administrarlo, enseñarlo y construir iglesias, por las que muchos se alimentan psíquicamente, espiritualmente y corporalmente. Yo no prefiero a uno ni elogio al otro, ni al otro lo acuso, sino que creo que en todo y en cada obra y praxis, la vida que se hace para Dios y de acuerdo con los mandamientos de Dios es toda bienaventurada.
- La vida de los hombres se mantiene por varias ciencias y artes, es decir, cada uno ejerce su propio trabajo y contribuye por ello, y así dando uno al otro y tomando del otro, los hombres viven satisfaciendo sus necesidades físicas y materiales. Así sucede también en las cosas espirituales. Cada uno ejerciendo otra virtud y siguiendo otro camino de vida, todos son conducidos por cada parte en el mismo propósito y objetivo.
- El objetivo de todos aquellos que viven con la voluntad de Dios es agradar a Cristo, nuestro Dios, conseguir la reconciliación con el Padre mediante la participación del Espíritu, y de esta manera ganar su salvación. Porque esta es la salvación de cada psique-alma, y si esto no se hace, es inútil el esfuerzo y vano nuestro trabajo. Inútil será también cada camino de la vida, el cual no conduce a esto a aquel que sigue este camino.
- Aquel que ha dejado todo el mundo y se ha retirado a la montaña para encontrar supuestamente hisijía (paz y serenidad), y desde allí escribe con ostentación a los que están en el mundo, felicitando algunos, adulando a otros y elogiando a otros, parece a aquel que se divorció de la mujer prostituta, fea y mala y se marchó en lugar lejano para liberarse incluso del recuerdo de ella; pero luego se olvida del propósito por el que se marchó a la montaña, es tomado por las ganas de escribir a los que se relacionan con aquella prostituta y se contaminan, digamos, a los que están con ella y los felicita. Éste, ya que con su intención comparte las pasiones de ellos, participa de una manera en la mezcla de pasiones con ellos, si bien no con el cuerpo, pero seguro con su corazón y su nus (espíritu de la psique).
- Así como son dignos de elogios y felicitaciones los que viven en el mundo y mantienen limpios los sentidos y sus corazones de todo deseo vicioso y vil, del mismo modo son censurables y despreciables aquellos que viven en montañas y cuevas y desean los elogios y las felicitaciones de los hombres. Porque estos se consideran adúlteros por Dios que investiga nuestros corazones (Rom 8,27). Porque el que desea que su vida, su nombre y sus obras sean conocidas y escuchadas en el mundo, se hace prostituto y adúltero en su relación con Dios, según dice David, igual que antiguamente el pueblo de los judíos (Sal 105,39).
- Quien con fe firme e inquebrantable en Dios ha renunciado al mundo y las cosas del mundo, cree que el Señor es filántropo (amigo del hombre) y caritativo y acepta a los que vienen a Él con metania. Sabiendo que Dios honra Sus dulos-siervos permitiendo recibir deshonras, y los enriquece a través de sus pobrezas, y los glorifica a través de los insultos y los desprecios, y a través de la muerte los constituye en partícipes y herederos de la vida eterna; mediante todo esto el hombre corre de prisa hacia la fuente inmortal como el ciervo sediento (Sal 41.2). Y con estos medios sube hacia arriba como en una escalera por la que suben y bajan los Ángeles para ayudar a los que están subiendo y en la cima está sentado Dios (Gen 28,12 y ss) esperando con paciencia a mostrar nuestra disposición y buena voluntad, a medida de nuestras posibilidades; no es que se agrada al ver que nos estamos fatigando, sino porque como filántropo (amigo del hombre) quiere darnos los salarios como si nos los debiera.
- Dios a los que vienen a Él sin vacilar, nunca los deja caer sin poder levantarse, sino que al ver que son impotentes y no tienen fuerzas, coopera y ayuda y los ofrece el refuerzo desde arriba y los trae cerca Suyo; sinergiza o coopera de las dos maneras, visiblemente y secretamente, de manera concienciada y de otro modo desconocido, hasta que una vez hayan subido toda la escalera, se acerquen a Él y se unan totalmente con Él, y olvidar todas las cosas terrenales y encontrarse junto con Él allá en las alturas –sea con sus cuerpo, sea sin sus cuerpos, no lo conozco (2Cor 12,3)- para que vivan junto con Él y disfruten de los bienes inefables.
- Es justo, ante todo, poner nuestro cuello bajo el yugo de los mandamientos-logos de Cristo, sin desenfrenarnos, ni retrocedernos, sino que con buen ánimo y buena voluntad caminemos ortodoxamente encima de las huellas de ellos hasta la muerte y con ellos (los mandamientos) cultivando y renovando a nuestro sí mismo, -que realmente es el nuevo Paraíso de Dios- hasta que el Hijo junto con el Padre a través del Espíritu Santo venga y habite en nuestro interior. Y entonces cuando Le hayamos adquirido totalmente como residente nuestro y maestro y cualquier servicio que confíe a uno lo asumirá y lo realizará con buen ánimo y buena voluntad tal y como Él quiere. Pero no debemos pedir este servicio antes del tiempo, y tampoco aceptarlo a recibirlo por los hombres, sino más bien que permanezcamos estables en los mandamientos-logos de nuestro Señor y Dios y esperemos Su orden.
- Cuando se nos ha encomendado un servicio en las cosas divinas y nos hemos distinguido en este, si el Espíritu Santo nos dirige pasar en otro servicio, otro trabajo u otra actividad, que no resistamos. Porque el Dios no quiere que seamos vagos y perezosos, ni que permanezcamos hasta el final en el mismo trabajo que empezamos, sino que progresemos y estemos siempre movidos y dispuestos para conseguir cosas superiores, mientras que nos vamos enmendando por la voluntad de Dios y no por la nuestra.
- Quien se dedica a mortificar su propia voluntad, debe hacer la voluntad de Dios. Y en su propio lugar introducir en su interior la voluntad de Dios, sembrándola e injertándola dentro en su corazón. Aún debe tener cuidado con exactitud sobre las cosas que siembra e injerta, es decir, si las plantas se han arraigado profundamente y brotan, y si en los injertos se ha cerrado la herida y ellos se han unido y se han hecho un árbol; si han crecido, si han sacado flores y si han producido fruto dulce y bello. Entonces olvidará como era la tierra o el terreno que antes había recibido la semilla y la raíz sobre la que fue injertada aquella planta inconcebible, indescriptible e inefable que trae la vida.
- Al que corta su propia voluntad por temor a Dios, el Dios le regala Su propia voluntad sin que él lo sepa o lo tenga concienciado, y se la conserva indeleble en su corazón; incluso le abre los ojos de su diania (mente, intelecto) hasta que la conozca claramente y perfectamente, y le da la fuerza para cumplirla. Estas cosas las energiza y opera la jaris (gracia, energía increada) del Espíritu Santo, y sin ella nada se puede hacer.
- Si has recibido la absolución, perdón de todos tus pecados, ya sea a través de la confesión o por haber vestido el santo hábito monástico angelical, ¡cuánta agapi-amor, agradecimiento y humildad se te proporcionará a través de esto! Porque mientras eras digno de muchos castigos, no sólo te has liberado de estos, sino que te haces digno de tener la adopción, la doxa (gloria, luz increada) y la realeza increada de los cielos. Dirigiendo siempre tu nus (espíritu de la psique) a estas cosas y teniéndolas constantemente en la memoria, que estés siempre preparado y listo para no ofender y deshonrar a Aquel que te ha creado, te ha honrado y ha perdonado tus innumerables pecados, sino que Le glorifiques y Le honres con todas tus obras, para que Él también te glorifique más a ti que te ha honrado por encima de toda la creación visible y te ha llamado Su amigo auténtico.
- Así como la psique-alma es más preciosa que el cuerpo, así el hombre lógico es superior de toda la creación. Por tanto, hombre, no mires las magnitudes de las creaciones y pienses y creas que son más preciosas que tú. Sino que viendo la jaris (gracia increada) que te ha sido dada y entendiendo el valor de tu psique-alma lógica y espiritual, alabar con himnos a Dios que te ha honrado más que todas las cosas visibles.
- Pensemos y examinemos cómo glorificaremos a Dios. Dios es glorificado por nosotros tal y como fue glorificado por el Hijo, no de otra manera. Es decir, por las cosas con las que el Hijo glorificó al Padre, con estas cosas también Aquel fue glorificado por el Padre. Estas cosas nosotros también intentemos hacerlas con diligencia, para glorificar Aquel que ha aceptado ser llamado “Padre nuestro de los cielos” (Mt 6,9) y ser glorificados por Él por la doxa-gloria (luz increada) del Hijo, la que tenía de Él antes que el mundo fuese creado (Jn 17,5). Estas cosas con las que el Hijo glorificó al Padre son la cruz, es decir, la mortificación de todo el mundo, los sufrimientos, las tribulaciones, las tentaciones y todos lo demás padecimientos de Cristo. Cuando sufrimos todas estas cosas con gran paciencia, imitamos los padecimientos de Cristo y glorificamos con estos al Padre y Dios nuestro como hijos Suyos por la jaris (gracia increada) y coherederos de Cristo (Rom 8,17).
- La psique-alma que no ha sentido que ha sido liberada totalmente de la conexión y del apego pasional y vicioso a las cosas visibles, no puede soportar sin sufrimiento las cosas tristes que le suceden y los daños de los hombres y de los demonios. Pero mientras está atada fuertemente con el apego pasional y vicioso a las cosas humanas, sufre mucho por las pérdidas y los daños económicos y se entristece por las privaciones de las cosas y siente fuerte dolor y pena cuando recibe heridas en el cuerpo.
- Quien ha apartado su psique-alma de la relación y del deseo de las cosas sensibles y la ha conectado con Dios, no sólo despreciará los dineros y sus posesiones y no se entristecerá si las pierde, como si no fueran suyas, sino también las cosas dolorosas y penosas que afligen su cuerpo, las soportará con alegría y el debido agradecimiento, viendo continuamente, como dice el divino Apóstol, desgastarse el hombre exterior, mientras que el hombre interior cada día se renueva (2Cor 4,16) con alegría en las aflicciones que concede Dios. Para esta hace falta perfecta gnosis espiritual y sofía-sabiduría divina. Aquel que es privado de estas cosas, camina siempre a la oscuridad y tiniebla de la desesperación de la ignorancia y no puede para nada ver la luz de la paciencia y del consuelo divino.
- Todo el que se cree sabio a causa de la ciencia humana, nunca se hará digno de profundizar en los misterios de Dios y verlos, hasta que no quiera primero hacerse humilde y convertirse en tonto o necio, expulsando junto con la altanería también las gnosis que posee. Porque aquel que actúa así y sigue a los que son sabios a las cosas y realidades divinas con fe imperturbable, es instruido por ellos y entra junto con ellos en la ciudad del vivo Dios. Y conducido e iluminado por el Espíritu divino, contempla y es enseñado aquellas cosas que ninguno de los otros hombres puede nunca ver y aprender. Y entonces es convertido en enseñado por Dios (Jn 6, 45).
- Los enseñados por Dios, los discípulos de los sabios de este mundo los consideran tontos o necios. Pero en realidad tontos y necios son ellos, ya que están saciados de atontada sabiduría mundana, la cual Dios ha demostrado que es tontería y necedad, de acuerdo con el divino Apóstol (1Cor 1,20). La misma sabiduría, el logos de Dios la llama terrena, emocional y demoníaca (Sant 3,15), llena de conflictos, irascibilidad y envidia. Por tanto, mientras ellos son privados de la luz divina e increada, consideran engañados aquellos que viven en la luz increada y enseñan las cosas que están en ella, mientras que los engañados son ellos, los que no han saboreado los bienes inefables de Dios.
- El que ahora existan entre nosotros apazís (impasibles, sin pazos) y santos/as llenos de luz divina e increada, los cuales han mortificado tanto sus miembros de toda suciedad y deseo pasional y vicioso (Col 3,5), de modo que los mismos no piensan y no hacen nada malo, aunque sean empujados a ello por otros, no sufren ninguna alteración en su apázia (impasibilidad, sin pazos); por tanto, el que existan también ahora, lo sabrían aquellos que los acusan de indiferencia y al oírlos no creen que enseñan sobre las cosas divinas por la sabiduría del Espíritu, los reconocerían por supuesto si hubiesen entendido los logos divinos que se leen y se cantan diariamente. Porque si hubiesen adquirido la perfecta gnosis de la santa Escritura, creerían en los logos de Dios y a los bienes que Él nos regaló. Pero como están privados de estos bienes por altanería, presunción y negligencia, por eso también por la incredulidad calumnian a aquellos que participan y enseñan sobre estos bienes.
- Aquellos que están llenos de la jaris (gracia, energía increada) de Dios y perfectos en la gnosis (conocimiento espiritual) y en sofía-sabiduría divina, quieren visitar y ver la gente del mundo solamente para llevarles alguna recompensa y provecho por el recuerdo de los mandamientos-logos de Dios y la buena obra, por supuesto si los escuchan y si los entienden y se convencen. Porque los que no son conducidos por el espíritu de Dios, caminan en la oscuridad y no saben a dónde van (Jn 12,35), ni en qué mandamientos deben progresar; pero es posible que algún día despierten (espiritualmente) y reaccionen ante la presunción o altanería que los posee y acepten la verdadera enseñanza del Espíritu Santo, y cuando hayan escuchado con pureza y sinceridad la voluntad de Dios y se conviertan, vuelvan en la metania y por el cumplimiento de la voluntad divina reciban algún carisma espiritual. Pero si ellos perfectos no pueden ser de ninguna utilidad para la gente del mundo, entonces llorando por la dureza de su corazón vuelven a sus kelias-celdas para rogar día y noche por su salvación. Porque aquellos que están siempre junto con el Dios y llenos de todo bien y bondad, no se entristecerán nunca por otra cosa, sino solamente por esta.
- ¿Cuál es el objetivo de la economía de la encarnación de Dios Logos, proclamado en toda la santa Escritura, aunque nosotros nos quedamos en lectura, sin llegar a su reconocimiento? De todas formas el objetivo es, al haber participado Aquel de nuestras cosas, hacernos participes de las Suyas. Es decir, el Hijo de Dios, se ha hecho hijo del hombre, para hacernos a los hombres hijos de Dios, ascendiendo nuestro género por la jaris (gracia, energía increada) en aquello que El Mismo es por naturaleza, renaciéndonos por el Espíritu Santo e introduciéndonos directamente en el reinado de la realeza increada de los cielos. O más bien, nos regala la realeza increada de los cielos para tenerla en nuestro interior (Lc 17,21), de modo que no tengamos esperanza de que simplemente entraremos en ella, sino que al poseerla, debemos proclamarla: “Nuestra vida está escondida junto con Cristo en Dios”(Col 3,3).
- El bautismo no nos quita nuestra independencia (libre albedrío) y la libertad de nuestra predisposición y voluntad, sino que nos regala la libertad de no ser gobernados ya sin quererlo por el diablo. Después del bautismo depende de nosotros el permanecer con nuestra voluntad en los mandamientos-logos de Cristo, nuestro Señor y Dios, en el nombre del Cual hemos sido bautizados, y andar el camino de Sus órdenes, o bien apartarnos de este camino recto y volver a nuestro enemigo y adversario diablo.
- Quienes después del santo bautismo retroceden a las voluntades del maligno astuto y hacen las cosas que él los propone, por sí mismos quedan fuera de la santa matriz del divino bautismo, según el logos de David (Sal 57,4). Porque cada uno de nosotros no se altera, ni se aleja de su naturaleza, según la cual ha sido plasmado; paro al haber sido creado bueno por Dios (porque Dios no ha hecho nada mal), y siendo inmutable en la naturaleza que fue creado y en su esencia, realiza exactamente aquellas cosas que quiere y ha escogido por su voluntaria decisión u opinión, ya sean buenas o malas. Es decir, igual que el cuchillo tanto si se utiliza bien como mal, no se altera según su naturaleza, sino que permanece hierro, así también el hombre, opera y actúa las cosas que quiere, como dijimos, pero no se escapa de su naturaleza.
- No salva al hombre tener misericordia solo a uno, al contrario, al despreciar a uno, le provoca el infierno (interior). Porque las palabras de Cristo; “Tuve sed y hambre etc” (Mt 25,35), no se refieren sólo una vez, ni en un día, sino para toda la vida. Y lo dicho “que se dé alimento, agua, vestimenta” y las cosas semejantes a Cristo, no es sólo para una vez, sino que nuestro Señor y Dios proclamó que siempre y en todo caso las recibe de Sus dulos-sirvientes.
- El que ha dado caridad o limosna a cien hombres y podría dar también a otros, y aunque dio de comer y beber a muchos que le rogaban y le gritaban, y en cambio los rechazó, será juzgado por Cristo como quien no le ha dado comida a Él. Porque también en todos estos está Él, que es alimentado por nosotros en la cara de cada uno de los más pequeños.
- Aquel que hoy ha dado las cosas necesarias del cuerpo, pero mañana, mientras puede hacer lo mismo, se desentiende de algunos hermanos y los deja que se pierdan de hambre, sed y frío, en realidad los ha abandonado en la muerte y ha despreciado a Aquel que dijo: “Ya que hacéis estas cosas para uno de estos hermanos pequeños, para mí los hicisteis” (Mt 25,40).
- Por eso el Cristo aceptó a tomar forma de cada pobre y hacerse similar a cada pobre, para que ninguno de los que creen en Él se enorgullezca y se ensalce delante de su hermano. Sino que cada uno viendo a su hermano y a su prójimo como si viera a Dios, que se considere a sí mismo más pequeño que él, ya que le estará considerando como si viera a su Creador, y como tal recibirlo, honrarlo y disponer todas sus existencias para cuidarlo y servirlo, igual que Cristo y Dios nuestro dispuso Su sangre para nuestra σωτηρία sotiría redención, sanación y salvación.
- Quien ha sido ordenado a considerar al prójimo como a sí mismo (Lv 19,18), por supuesto que no debe tenerlo así por un día, sino para toda su vida. Y aquel que ha recibido la orden de dar a quienquiera que le pida (Mt 5,42), es ordenado hacerlo toda su vida. Y quien quiere que los otros le hagan el bien que desea (Mt 7,12), lo mismo será requerido hacer también él a los otros.
- Quien considera a su prójimo como a sí mismo (Lv 19,18), no tolera tener algo más que su prójimo; ahora bien si tiene y no lo reparte en abundancia de modo que el mismo se convierta también pobre y hacerse semejante con su prójimo, no es cumplidor del mandamiento del Señor; lo mismo también aquel que quiere dar a todos los que le piden, si sucede que tenga aunque sea una moneda o un trozo de pan y lo niega a alguien que se lo pide; también aquel que no hace a su prójimo lo que él desea que los demás le hagan a él (Mt 7,12); lo mismo también, al que ha alimentado, vestido y apagado la sed a todos los pobres y los más pequeños y ha hecho para estos todo lo demás, si ha despreciado y descuidado sólo a uno de estos, también éste será considerado como el que ha descuidado al hambriento y sediento Cristo, el Dios (Mt 25,45).
- Quizás todo lo anterior parezca duro y pesado en todos. Por eso también crean que tal vez es bueno preguntarse: “¿quién puede llegar hacer todas estas cosas, de modo que pueda cuidar y alimentar a todos sin descuidar y dejar de lado a nadie? Pero que escuchen a Pablo quien proclama: “Porque la agapi-amor incondicional de Cristo nos retiene todos unidos fuertemente, a nosotros y a vosotros,y murió por todos para que los que viven no vivan ya para sí, sino para aquel que por ellos se sacrificó en la cruz y resucitó” (2Cor 5,14).
- Tal como los mandamientos generales contienen en su interior también todas las virtudes generales contienen así también las virtudes parciales. Porque el que ha vendido todos sus bienes y los ha repartido a los pobres y se ha vuelto pobre de una vez por todas, ha cumplido con sus praxis todos los mandamientos parciales, es decir, ya no tiene necesidad de dar al que se lo pide, dejar de lado a aquel que le solicita un préstamo (Mt 5,42). Así también el que ora incesantemente, dentro en esto ha cerrado todo, y no está obligado ya a alabar al Señor siete veces al día o durante la noche, por la mañana y el mediodía (Sal 118,164), ya que ha cumplido perfectamente también, según la regla que tenemos, en orar y salmodiar en las horas establecidas. Así también quien conscientemente ha recibido en su interior a Dios que da gnosis (conocimiento) a los hombres, ha recorrido y salido de toda la santa Escritura y ha adquirido todo el beneficio y toda la utilidad de ella y ya no tiene necesidad de libros. ¿Cómo va a tener necesidad el que tiene como compañero suyo a Aquel que ha inspirado a los escritores de las santas Escrituras, y es iniciado místicamente de Aquel en los misterios inefables y apócrifos-secretos? El mismo será un libro inspirado de Dios para los otros, que contiene misterios nuevos y antiguos (Mt 13,52), escritos en su interior por la mano de Dios (Ex 51,18), porque ha cumplido todo y ha reposado de todas sus obras en Dios (Gen 2,3), en la primera y soberana Perfección.
- El flujo que se produce en el sueño puede ser consecuencia de muchos motivos: por la gula, por la vanagloria y por la envidia de los demonios. También sucede por mucha vigilia, cuando el cuerpo es dominado por el sueño, teniendo miedo no vaya ser que le suceda esto. O bien vísperas de la Divina Liturgia si uno es sacerdote o de la divina Comunión o Efjaristía, cuando uno se ha estirado con pensamientos de cobardía, es decir, no vaya ser que le suceda, se duerme y le sucede; cosa que es por la envidia de los demonios. Incluso si uno durante el día vea una cara bonita y luego la va recreando con la mente se duerme con estos pensamientos fornicadores, que por ligereza no los ha expulsado, esto le sucede en su sueño, o tal vez también despierto, estirado en la cama. Sucede también de otra manera; son algunos como yo negligentes y perezosos que se sientan y discuten sobre cosas pasionales, sea apasionadamente o no. Después yendo a dormir, mientras las recrean en sus mentes y conversan con su intelecto y su fantasía con estas cosas, se duermen y lo padecen. Quizá también allí cuando están conversando, uno de los dos sufre el daño. Por eso debemos estar siempre atentos a nosotros mismos y estudiar reflexionando al logos del Salmista: “Veo al Señor siempre delante de mí, que está en mi derecha para no ser conmovido” (Sal 1,8), y cerrar nuestros oídos a este tipo de palabras. Igualmente muchas veces algunos que apenas han dejado la oración, fueron empujados a los movimientos carnales, tal como hemos dicho también en el capítulo sobre la oración.
- Hermano, procura desde el principio de tu renuncia a sembrar en tu interior buenas virtudes, de modo que seas útil en la hermandad, y al final el Señor te ascienda. No tomes nunca mucha confianza con tu higúmeno (guía del Monasterio), como dijimos también otra vez, ni pidas de él que te honre. No tengas amistad con los superiores, ni visites a menudo sus kelias-celdas, sabiendo que si lo haces, no sólo el pazos de la vanagloria comenzará a echar raíces en tu interior, y también te harás odioso al higúmeno. Cómo y de qué manera se hará esto, el que tenga nus sanado que entienda. Que te sientas pacífico en tu kelia-celda cualquiera que sea esta. A aquel que quiere hablar contigo no huyas, por falsa piedad. Pero si le hablas con consideración paternal, nunca serás perjudicado, incluso si él es de tus contrarios. Pero si no ves que esto es de tu utilidad, debes conformarte con la intención del que extrae algo provechoso de ello.
- Debes tener incesantemente el temor a Dios y examinarte cada día a ti mismo, qué has hecho bien y qué mal. Y las cosas buenas olvidarte, no vaya ser que caigas en el pazos de la vanagloria. Pero para las malas derramar lágrimas, confesarte y orar ardientemente. Este examen se hace de la siguiente manera. Cuando acaba el día y llega la noche, reflexionar y examinarse así: “¿Cómo habré pasado el día con la ayuda de Dios? ¿Quizá he criticado, juzgado y condenado a alguien? ¿He despreciado, calumniado y escandalizado a alguien? ¿He mirado a alguien con pasión y deseo? ¿He desobedecido al responsable de mi diaconía-servicio y he descuidado del servicio? ¿Me he enfadado e irritado contra alguien? ¿Allí en el oficio o en la Divina Liturgia cuando estaba en pie he ocupado mi nus (espíritu de la psique) en cosas y pensamientos inútiles o me cargué de negligencia y pereza dejando la iglesia y el canon? Cuando te encuentres en todas estas cosas inocente, -cosa imposible, porque nadie es limpio de pecado ni un día de su vida (Jb 14,4) y nadie puede presumir que tiene el corazón puro (Pr 20,9)- entonces clama a Dios con muchas lágrimas: “Señor perdona todos mis pecados que he cometido con praxis y palabras, por conocimiento o por ignorancia”. Porque en muchas cosas culpables somos nosotros sin saberlo (Snt 3,2).
- Debes diariamente confesar cada loyismós (pensamiento simple o unido con la fantasía) a tu padre espiritual, y lo que te dice aceptarlo como si viniese de la boca de Dios con certeza interior. No comuniques a nadie estas cosas, por ejemplo, “he preguntado esto y esto al padre, y él me ha contestado así; ¿Acaso me habrá contestado bien o no? ¿Y qué debo hacer entonces para rectificarme? Porque estas palabras están llenas de incredulidad hacia el padre y perjudiciales para la psique-alma. Esto por regla general sucede principalmente a los principiantes.
- Todos los hermanos del cenobio debes verlos como santos y sólo a ti mismo consideres pecador y el último de todos, y pensar que, mientras todos se salvarán, sólo tú te infernarás. Y cuando estás de pie en la Divina Liturgia o al santo oficio, estas cosas no dejes de pensarlas y no dejes de llorar ardientemente y con katánixis (compunción o dilatación del corazón), sin que seas afectado por aquellos que se escandalizan o se burlan por tu posición y actitud. Pero si ves que de esto resbalas a la vanagloria, entonces salte de la iglesia para llorar en alguna parte a escondidas y después de nuevo vuelve rápidamente en tu sitio. Esto es muy bueno para los principiantes, sobre todo durante el exápsalmos (seis salmos), en la salmodia de los salmos, en la lectura y en la Divina Liturgia. También ten mucho cuidado de no juzgar a nadie, sino que pienses que “todos que me ven llorando así, entenderán que tengo muchos pecados y oran por mi salvación”. Y si siempre así piensas, reflexionas y actúas sin parar, seguro que serás beneficiado mucho y atraerás sobre ti la jaris (gracia, energía increada) de Dios y serás convertido en partícipe de la divina bienaventuranza.
- No te acerques a ninguna celda-kelia, excepto a la del higúmeno, paro allí también poco. Si quieres preguntarle sobre algún loyismós, pregúntale en la iglesia. Después de la Divina Liturgia u otro oficio retírate inmediatamente en tu celda, y después ves a tu diaconema-servicio. Después de las vísperas, una vez haber hecho una metania (reverencia o genuflexión) fuera del despacho higuménico y pides la bendición del higúmeno, corre silenciosamente y cabizbajo a tu celda. Porque es mejor decir un trisagio (Is 6,3) con atención y dormir, en vez de cuatro horas en vela en conversaciones inútiles. Pero donde hay katánixis (dilatación del corazón, compunción) y luto espiritual, allí sigue esplendor divino; y cuando este esplendor venga, expulsa la acidia y la enfermedad.
- No tengas amor especial con ninguna persona, sobre todo con principiante, incluso si te parece que tiene una vida impecable, y mucho más naturalmente si tiene vida sospechosa. Porque por regla general esta agapi se convierte de espiritual en psíquica o emocional, pasional y tu caes en tristezas inútiles. Esto en concreto sucede a menudo en los luchadores. Pero la humildad y la oración continua te enseñarán sobre esto. Nuestro tiempo no permite extendernos sobre el tema. El que entiende, que entienda.
- Debes mantenerte ajeno hacia cada hermano del cenobio, y mucho más hacia los conocidos que tenías en el mundo. Pero debes amarlos por igual, tanto los piadosos como los luchadores, verlos como santos. Pero para aquellos que son negligentes como yo, debes orar extensamente. Pero, como dije, considerar a todos como santos, vete con el luto a hacer la catarsis de los pazos, para que seas iluminado por la jaris (gracia, energía increada), entonces estarás viendo a todos iguales y conseguirás la bienaventuranza de los que se han hecho la catarsis y son puros del corazón (Mt 5,8).
- Hermano, que consideres que la perfecta salida del mundo es en principio la mortificación o necrosis total de tu voluntad, y después la liberación del vínculo, del apego y la renuncia de los padres, de los parientes y de los amigos.
- También el despojarte de todas las propiedades y repartirlas a los pobres, de acuerdo con el logos del Señor que dice al joven rico: “Vende todo cuanto tienes y dárselo a los pobres” (Mt 18,21). Incluso debes olvidarte de todas las personas que amabas, sea físicamente, sea espiritualmente.
- También, debes confesar todos los pecados y los secretos de tu corazón, los que has cometido desde la infancia hasta ahora, a tu padre espiritual o al higúmeno, como si te confesaras al mismo Dios, quien examina “corazones y entrañas” (Sal 7,9). Sabes que cuando Juan bautizaba en el río el bautismo de la metania, iban todos a él y confesaban sus pecados (Mt 3, 6). Porque por la confesión se produce gran gozo y alegría en la psique-alma y alivio en la conciencia, según el logos del Profeta: “Confiesa tú primero tus pecados y serás justificado” (Is 43,26).
- También después de tu incorporación al cenovio, debes poner en el pensamiento la certeza que todos han muerto para ti, tanto tus padres como tus amigos. Y que consideres como padre y madre a Dios y al higúmeno. No pidas nunca de tus padres ni de tus amigos algo que te hace falta. Ahora bien, si ellos por providencia te mandan algo, acéptalo y ora por ellos porque se acuerdan de ti, pero entrega lo que te han enviado al comedor o al hospital del monasterio. Y esto lo harás con humildad, porque no es obra de los perfectos, sino obra de los muy pequeños.
- Cada cosa que es buena, que la hagas con humildad, teniendo siempre en la memoria al Señor que dijo: “Cuando hagáis estas cosas, decir que siervos inútiles somos, simplemente hemos hecho lo que es debido” (Lc 17,10).
- Debes tener cuidado en no tomar nunca la comunión o efjaristía teniendo algo contra otra persona, incluso un pensamiento simple, hasta que consigas la reconciliación por la metania. Pero esto también lo aprenderás por la oración.
- Que estés preparado cada día recibir todo tipo de tribulación y sufrimiento. Pensar que por estas tribulaciones y sufrimientos serás liberado de la multitud de tus pecados y dar gracias al Santo Dios. Porque de esto uno adquiere franqueza que avergüenza, según el gran Apóstol que dice: “Y no sólo esto, sino que nos alegramos también en los sufrimientos, conscientes de que los sufrimientos producen poco a poco la preciosa virtud de la paciencia, la paciencia fructifica y consolida la fidelidad, la fidelidad trae y consolidada la esperanza firme hacia Dios” (Rom 5, 3-4, la esperanza no avergonzará a nadie. “Porque las cosas que oídos no han escuchado y ojos del hombre no han oído y al espíritu y corazón del hombre no han entrado y pensado, son las cosas que se darán (1Cor 2,9), según la promesa que no miente en aquellos que por la sinergia (cooperación) de la jaris (gracia, energía increada) muestran paciencia en los sufrimientos y en las tribulaciones. Porque sin la jaris nada se puede lograr.
- Que no tengas nada material en tu celda, ni siquiera una aguja, excepto una estera o esterilla, una piel de oveja, el hábito y lo que es necesario para vestirte. Ni siquiera un banquete para poner los pies; porque para esto también hay una razón; el que entiende, que entienda.
- Ni tampoco exijas del higúmeno nada más de las cosas te hacen falta, excepto de las cosas asignadas, y estas cuando él te llame y te las entregue. Ni tampoco te convenza el pensamiento que te viene a decir que debes cambiar alguna cosa de las que te da, sean del género que sean, tómalas con agradecimiento como si viniesen de Dios, y con estas debes caminar. Aún, no salgas fuera a comprar otra cosa. Cuando tu hábito se ensucia, debes lavarlo dos veces al año, pidiendo con forma de pobre y humilde y con toda humildad de otro hermano, hasta que se lave y se seque el tuyo, y después con mucho agradecimiento lo devuelvas al hermano. Lo mismo también sobre la sotana y cualquier otra cosa
- Que te esfuerces y fatigues a medida que puedas en la diaconía-servicio. En tu celda que perseveres en la oración con katánixis (dilatación del corazón, compunción), atención y lágrimas incesantes. No pongas en tu pensamiento que hoy he trabajado demasiado y voy a reducir algo de la oración a causa del cansancio físico. Porque te digo que, por mucho que uno se esfuerce en la diaconía-servicio, si se priva de la oración, debe considerar que algo grande ha perdido. Y realmente así es.
- Que vayas primero en la celebraciones litúrgicas y salgas el último, excepto de necesidad extrema y grande, y principalmente en la Divina Liturgia y al Orthros (oficio preparación antes de la Liturgia).
- Que tengas plena obediencia al higúmeno por quien te has hecho monje, y realizar sin vacilar todo lo que te manda, hasta la muerte, incluso si te parecen imposibles. Porque de esta manera imitas Aquel que obedeció hasta la muerte, y en concreto muerte en la cruz (Fil 2,8). Y no sólo del higúmeno, sino también toda la hermandad y a aquel que es responsable en repartir los servicios-diaconías, no debes desobedecer en nada, y si te manda alguna diaconía-servicio que es superior a tu fuerza, se debe hacer la metania y pedir perdón o la venia. Pero si él no retira la orden, entonces debes esforzar mucho y violentar a ti mismo para realizarlo, teniendo en cuenta que la realeza increada de los cielos es para los que ejercen fuerza y violencia a sí mismos y ellos la arrebatan (Mt 11,22).
- Que te manifiestes con corazón quebrantado ante los pies de toda la hermandad, como si fueras una persona invisible, desconocida e inexistente. Quien en su vida se comporta así de esta amanera, me atrevo a decir que se hará perspicaz, clarividente y muchas cosas preveerá por la sinergia de la divina jaris (gracia, energía increada). Este hombre llora también por los defectos de los otros, permaneciendo indiferente y no apegado a las cosas materiales, puesto que el eros (amor ardiente) divino y espiritual no le deja resbalar en estas. Por supuesto no es admirable que uno prediga las cosas; esto muchas veces proviene de los demonios. Pero el que tenga nus sanado y lúcido que entienda. Sin embargo, si uno empieza a aceptar confesiones, tal vez sea privado de las anteriores, por ocuparse del examen de los pensamientos ajenos. Pero si uno por gran humildad deja de hacerlo, es decir, hablar y escuchar, retorna de nuevo a la situación anterior. Está claro que la gnosis plena de estas cosas la tiene sólo Dios; yo estoy lleno de temor y no me atrevo a tener opinión sobre este tipo de cuestiones.
- Debes tener siempre en tu nus (espíritu de la psique) a Dios, sea que estés durmiendo o despierto, en la comida y en la conversación, al trabajo manual y en cada otra praxis, de acuerdo con el logos del Profeta: “Veía siempre al Señor delante de mí” (Sal 15,8); y que te consideres a ti mismo como el más pecador de todos los hombres. Porque cuando este loyismós-pensamiento permanece mucho tiempo, por regla general viene en la diania (mente, intelecto) algún esplendor como un rayo. Y cuando más lo buscas y lo pides con mucha atención y con diania indiferente, con gran esfuerzo y lágrimas, tanto más claro resplandecerá. Y cuando se ve, es amado; y ya que se ama, produce catarsis; y haciendo catarsis, convierte al hombre semejante a Dios, le ilumina y le enseña discernir el bien del mal. Pero hermano, es necesario mucho esfuerzo y fatiga, junto con la ayuda de Dios, para que habite fijamente en tu psique-alma e iluminarla como la luna en la oscuridad de la noche. Debes aún tener mucho cuidado también a los asaltos de los pensamientos de la vanagloria y de la presunción y no juzgar a nadie que veas que hace algo indebido. Porque los demonios presentan este tipo de pensamientos en la psique, si la ven que se ha liberado de los pazos y de las tentaciones por la visita y el establecimiento de la jaris (gracia, energía increada) y el estado pacífico. Pero la ayuda viene de Dios. También el luto divino debe hacerse incesante en ti y no saciarte por las lágrimas. Pero ten cuidado, que por la mucha alegría y katánixis (dilatación del corazón, compunción) sufras algo malo, ni creas que las lágrimas que te han venido son por tu propio esfuerzo y no por la jaris de Dios; de otra manera te serán reducidas y las pedirás con mucha oración y no las encontrarás, y aprenderás cuán gran regalo has perdido. Pero Señor, ojalá que nunca seamos privados de Tu jaris. Sin embargo, si a ti hermano te suceda esto, deja en Dios tu enfermedad (Sal 54,23) y de nuevo levantado extienda tus manos y ora diciendo: “Kirie-Señor eléison compadécete de mí que soy pecador, impotente y desgraciado, y mándame Tu jaris (gracia increada). No me dejes que sea tentado más de lo que puedo (1Cor 10,15). He aquí Señor, ves la multitud de mis pecados en cuánto desánimo y en qué pensamientos me han traído. Yo Señor aunque quiera atribuir a los demonios o a la presunción la privación de Tu consuelo, no puedo. Porque conozco que los demonios combaten contra los que hacen ardientemente Tu voluntad. ¿Pero yo que realizo cada día la voluntad de ellos, cómo recibiré tentación por ellos? Seguro que estoy tentado a causa de mis pecados. Y ahora Señor mío, si es Tu voluntad y para beneficio mío, complazca que venga de nuevo Tu jaris (gracia, energía increada) a mí Tu dulos-siervo; verla y alegrarme lleno de katánixis (compunción, dilatación del corazón) y llanto, e iluminado por su perpetuo esplendor; que me proteja de los sucios loyismí (pensamientos), de toda cosa vil y maligna y de mis errores que cometo cada día con obras y dichos, con gnosis y con ignorancia. Y que me asegure, Señor, que tengo franqueza ante Ti, por los sufrimientos y tribulaciones que caen diariamente sobre mi Tu siervo y que las provocan los demonios y los hombres, y por cortar mi voluntad, teniendo en mis nus también los bienes eternos que esperan a los que te aman (1Cor 2,9). Porque Tú Señor dijiste: el que pide, recibe, y el que busca encuentra, y al que llama la puerta, se le abrirá (Mt 7,8)”. Además de estas cosas hermano y con las otras que te ponga Dios en tu mente, persiste en rogar sin aflojar por la acidia. Y el bondadoso Dios no te abandonará (Gen 28,15).
- En la kelia-celda que desde el principio has recibido del higúmeno, allí debes permanecer hasta el final. Si está vieja o en ruina y te produce inquietud, haz metania (reverencia) al higúmeno con humildad y recuérdaselo. Y si te escucha, alégrate; si no, también dar gracias, recordando al Señor quien no tenía donde reclinar Su cabeza (Mt 8,20). Porque si le molestas dos, o tres o cuatro veces por este tema, adquieres frente a él confianza, franqueza y después viene la incredulidad y finalmente el desprecio. Por tanto, si quieres vivir una vida en calma e hisicasta o en hisijía (paz y serenidad interior divina), no pidas nada del higúmeno para tu comodidad corporal. Porque al principio no prometiste esto, sino lo contrario, soportar valientemente y a ser despreciado por todos y considerado nadie, según el mandamiento del Señor (Mt 16,24 y 1Ped 2,21-23 y ss). Por tanto, si quieres mantener la fe y la agapi al higúmeno y verlo como santo, guarda estas tres cosas: no pidas nunca algo para tu comodidad, no tengas mucha familiaridad o confianza con él y no vayas a verlo con frecuencia, como hacen algunos, supuestamente a recibir atenciones de él, cosa que es incierta como todas las cosas humanas. No condeno el que tengas que manifestar a él todo pensamiento que te viene. Si guardas estas tres cosas, entonces pasarás sin tempestades el mar de la vida y considerarás santo a tu padre espiritual, quien quiera que sea. Si dentro en la iglesia te acercas a él para preguntarlo sobre algún pensamiento y le encuentras ocupado con otro hermano por la misma causa o alguna otra y te deja por eso haciéndote esperar un poco, no te irrites, no hagas mala sangre y no pienses nada malo; sino quédate en otra parte con las manos cruzadas hasta que termine el otro y seas llamado tú. Porque esto los Padres lo acostumbran, quizás deliberadamente, para probarnos y liberarnos de nuestros pecados anteriores.
- Ayunar las tres cuaresmas. El Gran Cuaresma comer cada dos días, excepto si es fiesta, Sábado o Domingo. En los otros dos cuaresmas comer un día sí un día no. El resto de los días del año, comer una vez al día, excepto si es Sábado, Domingo o fiesta, pero entonces tampoco te sacies.
- Procura hacerte un ejemplo provechoso para toda la hermandad en cada virtud, en humildad, en apacibilidad y en obediencia, incluso hasta a los más insignificantes, en la ausencia de ira y en la liberación de los pazos, en la pobreza y en katánixis (dilatación del corazón, compunción), en la falta de malicia y en la curiosidad, en la sencillez y en el alejamiento de cada hombre, en la visita de los enfermos y en el consuelos de los doloridos, en no apartarte de nadie que tiene necesidad que le puedas ser beneficioso por la excusa de la comunicación en oración con Dios- porque la agapi es superior a la oración. Aún, debes ser compasivo y simpático con todos, que te falte la vanagloria, la franqueza y el examinar a los demás, no pidas nada del higúmeno y de los servidores, honrar a todos los sacerdotes, estar siempre atento en la oración, tener buenas maneras y mostrar agapi hacia todos. No te muestres a los demás de que trabajas e investigas las Escrituras con el propósito que te gloríen. Estas cosas te las enseñará la oración que se hace con lágrimas y esplendor de la jaris (gracia, energía increada). Por lo tanto, cuando seas preguntado para algo útil, debes enseñar con mucha humildad sobre los estados espirituales altos, tal como te ilumina la jaris, refiriéndote en acontecimientos y experiencias de tu vida como si perteneciesen a otros, con pensamiento no vanaglorioso, cualquiera que sea aquel que te pregunta deseando a beneficiarse. Y aquel que quiere pedirte consejo sobre un pensamiento, no lo evites, sino toma sobre ti sus errores, cualquieras que estos sean, y orar y llorar por él. Porque esto da testimonio de perfecta agapi, compasión y simpatía. No le eches por miedo que quizá vas a ser perjudicado o dañado por las cosas que oirás, porque con la sinergia de la jaris no te sucederá nada; pero para que los otros no sean perjudicados, debes oírlos en un lugar secreto. Quizás, como hombre que eres, puedas sufrir algún asalto del loyismós-pensamiento, pero si tienes la jaris esto no te sucederá. Porque hemos sido enseñados no buscar nuestro propio interés, sino el de los otros para que se salven (1Cor 10, 24·33). Como hemos dicho antes, debes vivir despreocupado y pobre sin propiedades. Y entonces entenderás que la jaris opera en tu interior, cuando te consideras realmente a ti mismo como el más pecador de todos los hombres. El cómo se hace esto, no te lo puedo decir, Dios lo conoce.
- Durante las vigilias debes dedicar dos horas a la lectura y otras dos a orar con katánixis (dilatación del corazón, compunción) y con lágrimas; hacer el canon que quieras, y los salmos, si quieres, decir los doce y el Amomos y la oración de san Efstratio*. Esto en las grandes vigilias; en cambio en las pequeñas hacer más breve el oficio, según la fuerza que te da Dios. Porque sin Él nada bueno se puede lograr, tal como dice el Profeta: “De el Señor dependen todas las cosas que hace el hombre”, y el mismo Salvador dijo: “Sin mí no podéis hacer nada”. Sin lágrimas no tomes nunca la comunión o efjaristía.
(*es la oración que se dice la noche del Sábado. Ver en el gran Horologion.)
- Comer cualquier cosa que te pongan. También beber un poco de vino con continencia sin murmurar. Si estás sentado solo porque estás enfermo, come verduras crudas con aceitunas. Si algún hermano te manda algo de comer, acéptalo con agradecimiento y humildad como haría un peregrino; come de esto, cualquier cosa que sea, y el resto mándalo a otro hermano pobre y piadoso. Si alguien te invita a comer, come de todo lo que te ofrece, pero poco, de acuerdo con el mandamiento, guardando la continencia. Cuando termines y te levantes y le has hecho la metania o reverencia como extranjero y pobre, agradécele diciendo: “Que Dios, padre santo, te de la recompensa”. Pero ten cuidado no digas nada, incluso si te parece útil.
- Si algún hermano ha sido entristecido por el higúmeno o por el administrador o por otro y viene a ti, consuélalo y dile: “Créeme hermano, esto te ha venido como prueba. A mí también me ha sucedido esto de varias maneras, y por cobardía me entristecía. Pero cuando me aseguré que era para probarme, soporto con mucho gusto y alegremente la prueba. Por tanto, tú también haz así lo mismo, y más bien te alegrarás por estas tribulaciones”. Pero si no hace caso y empieza hablar mal, tampoco entonces debes apartarte de él, sino consuélalo tal como te ilumina la jaris. Porque el discernimiento es de muchos tipos, y tal como entiendas la situación del hermano y sus pensamientos, acércate según veas y no le dejes marchar sin ser psicotarapiado y sanado.
- Si un hermano está enfermo y sucede que hace tiempo que no lo visitas, mándale algo primero y avísale: “Créeme santo padre, hoy he sabido que estás enfermo y te pido perdón.”. Después ves a visitarlo y hazle metania-reverencia y al hacer oración, dile: “¿Padre santo, cómo te ha ayudado Dios?” Y sentado con las manos cruzadas, quédate en silencio. Si están presentes otros visitantes, ten cuidado y no digas nada, sea hagiográfico sea otra cosa, y en concreto si no eres preguntado, para que después no te entristezcas. Porque esto les sucede por regla general a muchos hermanos simples.
- Si por suerte te sientas a comer también junto con hermanos piadosos, debes comer de lo que está puesto, cualquier cosa que sea esto. Si tienes orden de no comer algo, por ejemplo, pescado y se han puesto en la mesa estas cosas, si el que te ha dado la orden está cerca ves y pide que te dé permiso. Pero si no está, o si no conoces que no te lo permite, y por otro lado no quieres escandalizarlos, come y después comenta esto que has hecho, pidiendo perdón. Si no quieres hacer ninguna de estas cosas, mejor que no vayas en la mesa. Porque así tendrás doble ganancia: evitarás el demonio de la vanagloria y a ellos les salvarás del escándalo y la tristeza. Si estas comidas son de las más grasientas, guarda tu canon. Pero entonces también es mejor que comas un poco de todo. Lo mismo también si por suerte te encuentras en una mesa festiva, como legisla el Apóstol: “Comed toda carne que se vende en el mercado, sin andar averiguando nada por motivos de remordimientos de conciencia, pues del Señor es la tierra y su plenitud” (1Cor 10,28).
- Si estás orando en tu kelia-celda y alguien llama a tu puerta, ábrele. Y sentado con él, háblale con humildad, cualquier sea el tema que te proponga de aquellos que traen beneficio. Si está acogido y afligido por alguna tribulación, procura consolarlo con palabras o hechos. Y cuando se marche, cierra y retoma tu oración. Porque lo mismo de importante que es la expiación o reconciliación con Dios, lo es también el consuelo a los que vienen a visitarte. Pero a los mundanos no debes hacer así, sino que cuando terminas la oración, después debes conversar con ellos.
- Si cuando oras te invade algún miedo o escuchas estrépitos o veas alguna luz o cualquier otra cosa, no te turbes, sino más bien persevera en la oración con más persistencia. Porque son demonios que provocan perturbación y ruidos para que pierdas tu serenidad y abandones la oración, y después cuando te hayas acostumbrado a esto, ellos puedan tenerte en sus manos como marioneta. Pero si allí donde tú haces la oración resplandece otra luz, que no puedo representarla, y colma tu psique-alma de alegría y seas dominado por el deseo de las cosas celestes y muchas lágrimas con katánixis (dilatación del corazón, compunción), sepas que esto es visita divina y ayuda de lo alto. Y si persiste mucho este estado, como no soportarás más en la multitud de las lágrimas, dirige tu nus (espíritu de la psique) en algo corporal y con esto bajarás de esta altura. Pero ten cuidado no dejar la oración por las amenazas de los demonios, sino como el niño pequeño, que cuando lo asustan corre a los brazos de su madre o de su padre y expulsa el miedo, así también tú corre con la oración en Dios y evitarás el miedo de los demonios.
- Sí allí donde estás sentado en tu kelia-celda, viene un hermano porque tiene guerra carnal y te pregunta, no lo eches, sino con katánixis (dilatación del corazón, compunción), tal como te ilumine la jaris (gracia, energía increada) de Dios y de lo que conoces por tu propia experiencia, benefícialo así y después déjalo que se vaya. Cuando se va, hazle metania-reverencia y dile: “Créeme hermano, tengo esperanza en la filantropía de Dios, y que se marchará de ti esta guerra; sólo que no cedas, ni te aflojes ni retrocedas”. Y apenas se marche el hermano, levántate y una vez pensando en su guerra, levanta tus manos hacia Dios y ora con lágrimas y gemidos para tu hermano, diciendo: “Señor Dios, Tú que no quieres la muerte del pecador (Ex 18,23), administra al hermano como tú conoces y le conviene a él”. Y Dios bondadoso que conoce la fe del hermano hacia ti y tu propia simpatía y compasión por agapi (amor) y oración verdadera para el hermano, aliviará su guerra carnal.
- Todas estas cosas, hermano, son adecuadas para la katánixis (dilatación del corazón, compunción), y debes realizarlas con corazón quebrantado, paciencia y gratitud, porque traen lágrimas, anulan los pazos y causan la realeza increada de los cielos. Porque la realeza increada de los cielos pertenece a los que se esfuerzan violentamente a sí mismos, y ellos la arrebatan (Mt 11,12). Y si logras todas estas cosas, serás liberado totalmente de todas tus antiguas costumbres, quizás también de los mismos asaltos de los loyismí (pensamientos simples o unidos con la fantasía). Porque es natural que la oscuridad ceda ante la luz y la sombra delante del sol. Pero si uno al principio muestra negligencia a estas cosas y afloja en actitud y está tratando de otras cosas, será privado de la jaris (gracia, energía increada); y entonces, cayendo en pazos malos, conocerá su impotencia y será dominado por la cobardía. Pero aquel que logra estas cosas, no debe atribuirlas a su esfuerzo sino a la jaris de Dios. En efecto, antes debe hacer su catarsis, de acuerdo con el logos de san Gregorio: “Primero uno debe hacer su catarsis y hacerse puro y después acercarse al Puro”. Es decir, por las muchas lágrimas el nus se purga y se limpia y recibe el esplendor de la divina luz increada, la cual ama incorporarse y residir a los que se cuidan por ella, y no se reduce aunque la reciba todo el mundo.
- Preguntaron una vez al mismo bienaventurado y santo Simeón, cómo debe ser el sacerdote, y él respondió: “Yo no soy digno de ser sacerdote, pero conozco cómo debe ser aquel que va a ofrecer sacrificio o Divina Liturgia ante Dios. Primero, pues, debe ser puro, casto no sólo en el cuerpo, sino también en la psique-alma, e incluso sea inmune que no participe a ningún pecado. Segundo, que sea humilde tanto en la conducta y comportamiento exterior como en el interior de su psique-alma. Después, cuando está delante del divino Altar o santa Mesa, debe, viendo sensiblemente los divinos Regalos que están delante suyo, que vea espiritualmente la Deidad, sin tener ninguna duda. Y no solo esto, sino también al Mismo Señor que está presente invisiblemente en los honrados y santos Regalos, debe tenerle como residente en su corazón en conciencia, porque puede con franqueza ofrecer las oraciones suplicatorias, y hablando un amigo a otro amigo, decir: “Páter-Padre nuestro que están en los cielos santificado sea Tu nombre”, en forma y modo que esta oración manifieste que al Hijo natural de Dios, le tiene como residente en su interior junto con el Padre y el Espíritu Santo. Por tanto, tal como conozco, así deben ser los presbíteros o sacerdotes. Perdonadme padres y hermanos”.
- Decía también esto, simulando como quien habla de otro, escondiéndose de sí para evitar la doxa-gloria de los hombres, pero por filantropía obligado a ser revelado por sus logos: “Me dijo un hieromonje con atrevimiento porque me amaba, que “nunca he celebrado sin ver el Espíritu Santo, tal y como lo he visto cuando he sido ordenado y el Metropolita decía la oración de la ordenación mientras era puesto encima de mi miserable cabeza el efjologio (libro de oraciones y bendiciones)”. Y yo le pregunté cómo vio el Espíritu Santo y en qué forma. Y me respondió: “Lo he visto simple, sin forma, pero como luz; y mientras que al principio dudaba viendo aquello que nunca había visto, y pensaba qué será Esto que me decía místicamente como si me hablara con voz conocida: ¡«Yo visito o me insuflo o me introduzco así a todos los profetas y apóstoles, y a los elegidos de Dios y a los santos de hoy, yoSoy el Espíritu de Dios»! En Él pertenece la doxa (gloria, luz increada) y el poder por los siglos de los siglos, Amín. 25/06/2022
Traducido por Χρῆστος Χρυσούλας Jristos Jrisulas www.logosortodoxo.com.