SAN FILOTEO SINAITA, FILOCALÍA, TOMO III
40 CAPÍTULOS NÍPTICOS
1
Se desarrolla en nosotros un combate arduo o una guerra espiritual invisible más terrible que la guerra sensible. El obrero de la piedad o santidad debe, animosamente, correr con el nus espiritualmente hacia la meta (Flp 3, 14) para que sea atesorado perfectamente en su corazón el recuerdo de Dios, tal como se hace con una perla fina o una piedra preciosa. Debemos dejar de lado todo, incluso nuestro cuerpo y despreciar también la vida presente para adquirir en nuestro corazón solamente a Dios. En efecto, tal como dice el divino Crisóstomo, basta con una vista del nus a Dios para hacer desaparecer los malignos y astutos demonios.
2
Aquellos que hacen el combate espiritual interior deben elegir en las santas Escrituras los trabajos y las prácticas espirituales que aplicarán y ponerlas sobre su nus como gasas de sanidad y santidad. Desde muy temprano por la mañana, con recuerdo perfecto de Dios y la oración incesante de Jesús Cristo en el interior de la psique, debemos mantenernos con valor y decididamente en la puerta del corazón y con la vigilancia del nus estar matando los pecadores de la tierra (Sal 100,8), tal como dice David; es decir, los loyismí, y con la éxtasis (extensión interior) y la tensión fiel del recuerdo de Dios cortar por el Señor las cabezas de los tiranos (Hab 3,14) y los comienzos tan pronto como aparezcan de los enemigos loyismí. Puesto que conocemos que en las luchas espirituales hay un trabajo y un orden divino. Así debemos hacer hasta que venga la hora de comer. Después, una vez haber agradecido al Señor, Quien sólo por filantropía nos sacia doblemente con comida espiritual y natural, dedicar nuestro tiempo al recuerdo y al estudio de la muerte y el día siguiente -en el mismo orden- continuar con fuerza nuestro trabajo matutino. Y al hacer esto cada día, con la ayuda y la fuerza del Señor a duras penas podremos librarnos de las redes del enemigo espiritual e ilegible. Mientras que estas cosas perseveran y quedan mucho tiempo en nuestro interior, entonces nacen estas tres cosas: la fe, la esperanza y la agapi. La fe nos predispone a temer a Dios verdaderamente. La esperanza, una vez superado el miedo o temor esclavizador, une al hombre a la agapi de Dios; ya que es verdad que la esperanza no avergüenza (Rom 5,5), porque engendra y nace de ella la doble agapi de la que dependen toda la Ley y los Profetas (Mt 22, 40). Finalmente, la agapi nunca pierde su valor (1 Cor 13,8), sino que una vez hecha el motivo para cumplir en el presente siglo las leyes divinas, en aquel que la posee, lo acompaña también al futuro siglo.
3
Es muy difícil encontrar hombres que su parte lógica o logística de la psique no sea molestada por los malos loyismí. Esto sucede sólo en aquellos que de este modo maquinan y atraen la visita de la divina jaris (energía increada gracia). Por tanto, si queremos caminar en la filosofía de vida según Cristo, es decir, al trabajo espiritual, con vigilancia del nus y nipsis (atención y sobriedad), empecemos este camino con continencia y abstinencia de las muchas comidas, tomando mesuradamente según nuestras fuerzas la comida y la bebida. Se dice bien que la nipsis es el camino que conduce a la realeza increada tanto a la que está en nuestro interior (Lc 17,21) como al reinado de la realeza increada futura; también es y se llama trabajo espiritual, porque blanquea y pule los hábitos del nus y lo vuelve desde el maligno pazos a la apazia-impasibilidad. Efectivamente se asemeja a una ventanilla iluminada por la que Dios penetra para mostrarse al nus.
4
Donde existe la humildad y el recuerdo de Dios hecho de nipsis y de atención, y la oración continua dirigida contra los demonios, allí por supuesto está el “lugar de Dios”, es decir, el cielo del corazón, donde la falange de los demonios temen acercarse, porque en este lugar habita Dios.
5
No hay nada que traiga más confusión que la locuacidad y la charlatanería; y no hay nada peor que la lengua suelta y desenfrenada, capaz incluso de destruir el buen estado y ánimo de la psique. Lo que cada día edificamos y recogemos con esfuerzo y fatiga, la charlatanería lo derrumba de la psique. ¿Qué hay peor que la lengua? Es un mal irrefrenable (Snt 3,8). Por tanto, debemos ponerla límites, imponerla con la fuerza y presionarla, por decirlo así, de modo que diga sólo lo imprescindible. ¿Quién podría calcular cuánto daño psíquico se produce por medio de la lengua?
6
La primera puerta que introduce a la Jerusalén espiritual, es decir, a la atención del nus, es la gnosis de silenciar cuidadosamente la boca, aunque el nus aún no haya alcanzado la hisijía serenidad y paz. Segunda puerta es la continencia y abstinencia medida en las comidas y bebidas. La tercera es la memoria-recuerdo incesante de la muerte que purga, depura y limpia al nus y al cuerpo. Yo cuando contemplé la belleza de ella (la muerte) no con los ojos sino con el espíritu, he quedado herido de su gozo y deleite y quise tomarla como esposa para toda la vida, porque me enamoré de su belleza, su elegancia, su nobleza y su dignidad. He visto cuánto humilde es y que está plena de χαρμολύπη jarmolipi pena-alegre o alegre-pena, pensativa, llena de temor por el justo juicio futuro y cómo por el temor divino rechaza las preocupaciones y placeres pasajeros de esta vida. Además, hace brotar de los ojos sensibles agua vivificante y sanadora; y de los ojos espirituales de la psique, o sea, del nus, surge una fuente de conceptos de mucha sabiduría que emana y brota, deleita y regocija la diania (mente, intelecto o cerebro). A ella pues, como dije, a la hija de Adán, me refiero a la memoria de la muerte, estaba sediento siempre de tenerla como esposa y con ella dormir, hablar y discutir sobre qué puede suceder después que el cuerpo sea depuesto. Pero no con frecuencia no me lo permitió el repugnante olvido, el tenebroso hijo del diablo.
7
Existe una guerra contra la psique que es operada silenciosamente con loyismí a través de los malignos y astutos espíritus. Como la psique es invisible, la atacan esas malévolas fuerzas con una guerra invisible, de acuerdo con su propia esencia. Y uno entre estas fuerzas y la psique puede ver armas y frentes de batalla, artificios insidiosos y guerra terrible, choques armados, victorias y derrotas de ambas partes. Pero le falta una cosa a esta guerra espiritual que estoy hablando, respecto a la guerra sensible, y es el tiempo preestablecido para el ataque. Porque la guerra sensible conoce inclusive determinar el orden de sus tropas y el tiempo oportuno para su realización. En cambio la guerra espiritual irrumpe repentinamente, sin preaviso en las profundidades del corazón y con las trampas sorprende y golpea los puntos más vitales de la psique y la mata con el pecado. ¿Pero, por qué razón y motivo se hace esta lucha y combate contra nosotros? Para impedirnos cumplir la voluntad de Dios conforme a la oración: «¡Hágase tu voluntad!» (Mt 6, 10), y voluntad de Dios son Sus logos-mandamientos. Esto lo percibirá y entenderá por la experiencia quien con discernimiento iluminado por el Señor y una vez con la nipsis ha frenado su propio nus de los esparcimientos exteriores, observa con atención las intromisiones de los demonios que se hacen a través de las fantasías y sus subsiguientes choques; estas cosas uno las verificará por la experiencia. Por esto, también el Señor, dirigido contra el objetivo de los nefastos demonios, -al ser Dios conocía por anticipación sus meditaciones-, para oponerse a lo que ellos se proponen, estableció Sus mandamientos-logos, junto con la amenaza de castigo para aquellos que los transgreden.
8
Cuando hayamos adquirido un cierto hábito de continencia, de temperancia y de abstinencia de los pecados y vicios visibles producidos por los cinco sentidos, entonces a continuación estaremos en condiciones de guardar también nuestro corazón con la ayuda de Jesús, y ser iluminados en el corazón por Él y con un ardiente anhelo de saborear con nuestro nus las delicias de Su bondad. Puesto que, no por otro motivo hemos recibido la ley para catartizar purgar y sanar nuestro corazón, sino porque, una vez se haya disipado las nubes de la maldad del espacio de nuestro corazón por la vigilancia, la atención y oración constante, podamos ver, como en un cielo sereno y claro, el sol de justicia de Jesús, y en esta medida podremos recibir y ver de alguna manera en el nus el alumbramiento de los logos de Su majestuosidad. Puesto que los logos por naturaleza no se manifiestan a todos, sino a los que catartizan limpian, purgan y purifican su διανοια diania (mente, intelecto, cerebro)
9
Cada día debemos prepararnos de tal manera para ser como debemos aparecer frente a Dios. Porque dice el profeta Oseas: “Guarda la caridad y la justicia y acércate a tu Dios siempre”; y el profeta Malajías, hablando de parte de Dios, dice: “El hijo glorifica y honra a su padre, y el siervo a su señor. Pues, si yo soy el Padre, ¿dónde está Mi honra? Y si soy Señor, ¿dónde está mi temor? Eso dice el Señor omnipotente” (Ml 1,6). Y el Apóstol dice: “Catartizemonos, purguémonos, sanémonos y purifiquémonos de toda mancha carnal y espiritual” (2 Cor 7,1). Y de nuevo el sabio Solomón dice: “Por encima de todo ten cuidado, guarda y vigila tu corazón, porque de él serás conducido donde brota la fuente de la vida” (Pr 4,23). Y el Señor Jesús dijo: “Catartiza, purga, limpia y sana primero por dentro la copa, para que también por fuera quede limpia y clara” (Mt 23,26).
10.
Las conversaciones inoportunas e inapropiadas a veces nos producen y acarrean el odio de los que escuchan, y algunas veces ironías, ultrajes y burlas sobre nuestras palabras y dichos. Unas llevan contaminación, infección y mancha en nuestra conciencia, otras veces provocan la condena de parte de Dios y la tristeza del Espíritu Santo que es lo más terrible que todo lo demás; “No contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención (Ef 4,30)
11.
Aquel que hace la catarsis (purgación, limpieza y psicoterapia) de su corazón y por la Jaris (energía increada gracia) extrae de raíz el pecado y se esfuerza para adquirir más gnosis divina increada y ve en su nus aquellas cosas y realidades que quedan invisibles a la mayoría, no por esto debe enorgullecerse ni jactarse considerándose superior que los demás del mundo. En efecto, entre las creaturas creadas ninguna está más limpia y pura, ni dotada con más gnosis que un ángel incorpóreo. Pero el ángel, por haberse enorgullecido y ensalzado, fue precipitado desde el cielo como un rayo. Así por su ensalzamiento y altanería, fue considerado sucio, impuro frente a Dios. Por otra parte, los que excavan para extraer el oro son visibles a todos.
12
Dice el Apóstol: “El luchador es continente en todo” (1 Cor 9,25), porque a los que están unidos con esta carne miserable que siempre desea contra el espíritu (Gal 5,17), cuando están saciados de muchas comidas, no les es posible iniciar una guerra contra los principados y contra las potencias que quieren nuestro mal. “La realeza increada de Dios no es comida ni bebida” (Rom 14,17). Y como dice el Apóstol, la conducta de la carne es enemiga de Dios, porque ella no se somete a la ley de Dios, ni siquiera puede (Rom 8,7). Pero está claro que no lo puede hacer, puesto que siendo cuerpo terrenal, compuesto de jugo, flujo, sangre y saliva, siempre se inclina hacia abajo, siempre se dirige con pasión hacia las cosas terrenales y deleita de los placeres efímeros de este siglo (hedonismo). La conducta de la carne es la muerte (Rom 8,6), y los que están entregados a la vida carnal no pueden gustar a Dios (Rom 8,8).
13
Necesitamos de mucha humildad, puesto que con la jaris (energía increada gracia) cuidamos de la vigilancia del nus. Primero, humildad frente a Dios y después frente a los hombres. De todos modos y en toda ocasión debemos quebrantar nuestro corazón utilizando toda cosa que nos hace humildes. Quebranta y hace humilde al corazón el recuerdo de nuestra vida antigua mundana, si la recordamos minuciosamente. También el recuerdo de todos nuestros pecados incluso desde la niñez, considerándolos con el nus uno por uno con humildad (-excepto los pecados de la carne que el recuerdo de ellos es nocivo y perjudicial-) produce y genera lágrimas y nos mueve a agradecer a Dios con todo corazón, igual también el vital recuerdo o memoria incesante de la muerte. La misma memoria de la muerte, genera también luto mezclado con una dulzura y alegría, como también la nipsis del nus. También hace muy humilde nuestra mente y nus y lo predispone a bajar la mirada, el recuerdo de los pazos-padecimientos de nuestro Señor Jesús Cristo, cuando los consideramos uno por uno. Estos padecimientos traen también lágrimas. Incluso hacen humilde la psique también los muchos beneficios de Dios en nosotros, cuando los enumeramos y reconsideramos en nuestro nus uno por uno. Y todas estas cosas porque tenemos que combatir contra los soberbios demonios.
14
No rechaces por la φιλαυτία filaftía (excesivo amor a sí mismo y al cuerpo, egolatría), oh hombre, dichos psicofármacos o remedios sanadores y salvíficos de la psique; porque siendo así no eres alumno de Cristo, ni imitador de Pablo que decía: “No soy digno de ser llamado apóstol” (1 Cor 15,9), y en otra parte: “Yo que antes era blasfemo, perseguidor y ofensor” (1 Tim 1,13), ¿lo ves tú, soberbio, cómo el santo no olvidaba su vida anterior? Pero también todos los Santos desde el comienzo de la creación del mundo hasta ahora, han vestido este ínfimo pero santo manto de Dios, la humildad. Y nuestro mismo Señor Jesús Cristo, siendo Dios inalcanzable, incognoscible e inefable queriendo indicar el camino de la vida eterna y de la santidad, se vistió la humildad en toda Su vida terrenal. Realmente, pues, la divina humildad debería ser llamada virtud divina, mandamiento soberano y vestidura justa.
Pero incluso los ángeles y todas aquellas potencias celestiales divinas y luminosas ejercen y aplican esta virtud, porque conocen qué terrible caída sufrió el Satanás, cuando se enorgulleció. Y ahora el maligno y astuto mal yace al abismo, siendo ejemplo de ángeles y de hombres, para que teman caer; y está demostrado que el satanás a causa de su soberbia es la criatura más despreciada de las creaciones ante Dios. También conocemos en qué tipo de caída cayó Adán por su soberbia. Por tanto, teniendo tantos ejemplos de esta virtud psicoterapéutica, hagámonos humildes siempre en la psique y en el cuerpo, en la conducta y en la voluntad, en las palabras y en los dichos, en los escritos y en los conceptos o pensamientos, en el aspecto o apariencia, por afuera y por dentro; ante todo debemos buscar y hacer lo que no vuelve contra nosotros a Jesús Cristo, el Hijo de Dios y Dios, el Cual está a favor nuestro. Debido a que “Dios resiste a los soberbios y da Su jaris (energía increada gracia) a los humildes” (St 4,6). Para el Señor, todo hombre soberbio y orgulloso está sucio (Pr 16,5, etc.). “Y aquel que se hace a sí mismo humilde será ensalzado” (Mt 23, 12) y también dijo el Señor: “Aprended de mí que YoSoY apacible y humilde de corazón” (Mt 11,19). Por eso ¡atención, cuidado!, debemos estar atentos con lo que decimos y hacemos.
15
Dice el Señor: “Guardaos, vigilaos de que no se hagan duros y pesados vuestros corazones” (Mt 11,9). “Y aquel que lucha es continente y tiene autodominio en todo” (Lc 21,34). Por tanto, sabiendo que todas estas cosas son dichas para nosotros en la Escritura, transcurramos nuestra vida con continencia, ante todo absteniéndonos de la mucha comida; acostumbremos nuestro cuerpo a un orden y hábito virtuoso, proporcionándole el alimento con mesura. Porque así se calmarán más fácilmente los impulsos y los tumultos de la parte anhelante de la psique y se someterán a lo hegemónico de la psique que es lo logístico o racional; también así se calmarán los impulsos de la parte irascible, por decir la verdad. Pero también de las otras faltas podemos fácilmente abstenernos de este modo. Puesto que, los que han experimentado la virtud, llaman virtud también esta continencia general, es decir, abstenerse de todo tipo de mal (1 Tes 9.25). En efecto, la causa de la pureza es, ante todo, Dios, que es causa y dador de todos los bienes, y después en segundo lugar es la continencia de las muchas comidas practicándola con medida cada día.
16
Así como el satanás que se opone a Dios, lo combate por medio de nosotros para que no se cumpla la voluntad de Dios, que son Sus mandamientos-logos, al tentar nuestra voluntad para transgredirlos, así por medio nosotros Dios quiere que sea cumplida Su santísima voluntad que es, como he dicho, Sus divinos y vivificantes mandamientos-logos, destruyendo medio nosotros y con Su ayuda el objetivo funesto del maligno astuto. Efectivamente el Dios mismo de nuevo mediante la debilidad y la enfermedad humana deshace y destruye la voluntad del maligno astuto, con la que cree que resiste y se opone a Dios con los medios que utiliza para hacer transgredir Sus logos-mandamientos. Mira bien con atención si no es exactamente así. Todos los logos-mandamientos del santo Evangelio se ve que legislan, ordenan y psicoterapian las tres partes de la psique, o más bien, que en verdad la sanan. Estas tres partes de la psique se ve que el diablo las combate día y noche. Y ya que el Satanás combate las partes de la psique, está claro que combate los logos-mandamientos de Cristo; efectivamente, el Cristo con los logos-mandamientos legisla y ordena las tres partes de la psique que son: la irascible, la anhelante (deseo, volitiva) y la logística (lógica, racional). Y observa el lema: “Todo el que se enoje en vano contra su hermano, será culpable ante el tribunal” (Mt 5,22) y los siguientes preceptos de Cristo son remedios y terapias de la ira. Pero el enemigo nuevamente trata de anular y destruir este mandamiento y los parecidos a él, con loyismí de rivalidades, de resentimientos, de rencor y de envidia. Porque nuestro enemigo conoce que el guía conductor de lo irascible es lo logístico (lógica, lo racional). Por tanto, dispara las flechas contra lo logístico –como he dicho- con loyismí, de rivalidad, de enemistad, de engaño, de vanagloria, y persuade lo logístico para que abandone su propio gobierno y dominio para aflojar y ceder las riendas a la ira, dejándola ingobernable sin guía. Y la ira habiendo perdido su guía, hace salir de la boca, a través de las palabras, aquellas cosas que antes había acumulado en el corazón con los loyismí que había depositado el enemigo y por la negligencia del nus. Y entonces uno ve que el corazón está lleno de maldades y vicios en vez de estar pleno de divino espíritu y conceptos divinos, tal como dijo el Señor: “de lo que rebosa en el corazón habla la boca” (Mt 12,34). En efecto, si el maligno astuto hace salir en palabras lo que se medita interiormente, entonces al hermano que ha caído en su poder, no sólo lo dirá “idiota o imbécil” a su hermano, sino que resultará frecuentemente de las palabras violentas al homicidio.
Estas cosas usa el maligno astuto contra Dios que ha dado el mandamiento-logos de no enfadarnos ni enojarnos en vano sin causa. Estas palabras podrían no llegar a ser insultantes y violentas y lo que sigue, si, al primer ataque o asalto del loyismós hubiese sido expulsado de nuestro corazón con la oración y con la atención interior. Así el maldito astuto diablo consigue su objetivo, cuando ve que las cosas que ha sembrado al corazón por medio de los loyismí, violan algún mandamiento divino.
17
¿Pero cuáles son esas cosas que han sido ordenadas para la parte anhelante de la psique por el divino mandamiento del Señor? “Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón” (Mt 5,28). Y cuando el criminal diablo ha visto que ha sido dado este mandamiento para el corazón, ha tejido de una manera una red dentro del nus (o corazón) contra el mandamiento. En efecto, la guerra contra la materia que estimula y excita, la ha pasado e instalado en el interior del hombre. Y así uno puede ver que sean prefiguradas e imprimidas, por el enemigo, en el nus formas e imágenes lujuriosas, y no puede oír palabras que estimulan el pazos-pasión, y tantas cosas más que conocen los que tienen experiencia de la guerra invisible espiritual en el nus.
18.
Y cuál es el mandamiento que exhorta para la parte logística o racional de la psique? “Yo os digo que no juréis en modo alguno” (Mt 5,34), y “Sea vuestro lenguaje: sí cuando es sí, y no, cuando es no” (Mt 5,37), y “el que no deja todo y no me sigue, no es digno para mí” (Mt 10, 37-38 y ss). Y “entrad por la puerta estrecha” (Mt 7,13). Estos son los preceptos para lo logístico. Por tanto, el enemigo diablo, como queriendo someter a un valiente general, que es lo logístico, lo saca fuera de sí, de su lógica con loyismí de gula y de indiferencia, y una vez habiéndose reído y mofado, como a un general borracho, y lo ha alejado de la conducción, usa -la maligna astuta serpiente- la ira y el deseo indecente como si fueran servidores de su propia voluntad. Estas dos dinamis potencias, digo la ira y el deseo, una vez quedándose libres del dominio por lo logístico, utilizan los cinco sentidos como sirvientes y ayudantes para inducirnos claramente ya al pecado.
Así, pues, suceden las distintas caídas. Entonces, también los ojos son curiosos e indiscretos, puesto que no tienen la energía y la atención del nus interiormente para que los vigile y controle; y así el oído ama escuchar vanidades; el olfato se vuelve afeminado; la boca se vuelve grosera, intemperante e indomable; y las manos tocan lo que no se debe. Y a esas cosas siguen injusticias en vez de justicia; estupidez y necedad en vez de sano juicio, prudencia y serenidad; desenfreno en vez de templanza; y esclavitud en vez de fortaleza. Cuando estas cuatro virtudes universales que son: la justicia, la prudencia, la templanza, la fortaleza, cuando están sanas gobiernan las tres potencias y energías de la psique, si son bien dirigidas ortodoxamente, impiden que los sentidos se dirijan hacia las cosas utópicas e inconvenientes.
Y entonces el nus o corazón, tiene paz y serenidad, con sus dinamis potencias y energías obedientes y gobernadas de modo divino, actúa fácilmente con valor en la guerra invisible y espiritual. Pero si confunde y oscurece sus potencias por el descuido, es vencido por los asaltos del enemigo, y entonces transgrede los logos-mandamientos divinos. Y a la transgresión, ciertamente, la sigue la metania análoga, o el infierno del futuro. Por tanto, es bueno que el nus esté siempre en nipsis, con la que, una vez permanezca en estado natural, se convierte en verdadero cumplidor de los divinos logos-mandamientos.
19
La psique está asediada por los espíritus malignos y se ve cercada y atada por las cadenas de las tinieblas, y no puede orar tal como quiere, a causa de la oscuridad que tiene en su alrededor, dado que, está cegada en sus ojos espirituales interiores y encadenada en lo más íntimo; por tanto, cuando empiece a orar a Dios y a través de la oración poseer la nipsis, entonces, por la oración, será liberada de aquella tiniebla, puesto que no es posible liberarse de otra manera. Entonces la psique podrá reconocer que dentro de su corazón se hace otro combate y otra oposición oculta y otra guerra de loyismí por los espíritus malignos y astutos, tal como dan testimonio también las santas Escrituras. Porque dicen: “Si el espíritu del soberano sube hacia ti, no dejes tu lugar” (Ecl 10, 4). Y el lugar del nus es su posición firme en la virtud y en la nipsis. Porque hay también una forma de mantenerse firme ya sea en la virtud ya sea en el vicio o pazos, como dice el Salmista: “Bienaventurado y dichoso el hombre que no sigue los consejos de los impíos y no se detiene en la senda de los pecadores” (Sal 1,1), y el Apóstol dice: “Estaos firmes, en pie, teniendo ceñida vuestra cintura con la Verdad” (Ef, 6,17).
20
Mantengámonos con mucha fuerza de voluntad unidos a Cristo, debido a que los demonios están luchando incesantemente para arrebatarnos a Cristo de nuestra psique y para que Jesús no se marche a causa de la multitud (Jn 5,13) de los loyismí del lugar de la psique. Pero sin esfuerzo y dolor de la psique es imposible retener a Cristo en nuestro corazón. Recordemos e investiguemos Su vida terrenal para transcurrir humildemente nuestra vida. Recordemos, pues, continuamente Sus sufrimientos, imitando a Él con celo y ardor. Saboreemos Su inefable y condescendiente Economía que viene por nosotros, para sentir el dulce gusto y gozo de la psique de que “el Señor es bondadoso” (Sal 33,9). Junto con todo esto, o más bien, antes que todo esto, tengamos en Él fe inquebrantable, sin incertidumbre, en todo lo que dice; y cada día esperemos Su providencia que viene por nosotros. Y, cuando ésta llegue, acojámosla, dando gracias, con alegría, diligencia y buen ánimo, para que aprendamos a mirar sólo a Dios que todo lo gobierna y administra con los divinos logos increados de su sabiduría. Y cuando hayamos hecho todas estas cosas, entonces no estaremos tan lejos de Dios; dado que la piedad es perfección que no tiene fin, tal y como dijo uno de los teoforos y perfectos en su espíritu. (* Teoforo significa portador de la luz increada de Dios).
21
Aquel que utiliza correctamente su vida dedicándose completamente al concepto y al recuerdo de la muerte y, por medio de esta actividad purga, sana y libera el nus de los pazos y de los asaltos demoníacos que suceden en cada momento, es normal que los vea con más claridad y lucidez que aquel que quiere vivir sin acordarse de la muerte. El que catartiza purga y sana su corazón sólo para la gnosis y no se esfuerza nada para mantenerlo con el estudio aflictivo y luto espiritual, al creer que por sus facultades domina los pazos desastrosos y ruines, sin darse cuenta es atado de uno, el peor de todos que es la soberbia u orgullo y cae en este pazos porque no tiene a Dios consigo como ayuda. Éste debe tener mucha nipsis, para que no pierda su cabeza volviéndose loco por el envanecimiento o la vanagloria. En efecto, es natural como, dice Pablo (1 Cor 8,1), que las psiques que van recogiendo gnosis creada de aquí y de allá que sean infladas de arrogancia y orgullo hacia los más pequeños o inferiores, como ellos los creen. En estas psiques creo yo que no hay ni una chispa de agapi que edifica. En cambio, quien cada noche recuerda y estudia la muerte, ve mejor, con más lucidez los ataques de los demonios que quienes no lo hacen, por eso los golpea, los rechaza y los echa.
22
El dulcísimo recuerdo de Dios, es decir, Jesús (la monóloga oración del corazón) con el ímpetu e impulso del corazón junto con la salvífica dureza, tiene una potencia y energía que disuelve todos los engaños de los loyismí (pensamientos y reflexiones), los encantamientos, los conceptos, los logos, las fantasías, las imágenes tenebrosas, y por decirlo brevemente, todos los medios que utiliza descaradamente el ruin diablo buscando psiques para tragarlas. Pero Jesús al ser invocado, por nuestro contacto consciente con la monóloga oración del corazón, quema todas estas cosas fácilmente. Ya que por ningún otro puede venir la sotiría redención, sanación y salvación sino es en Jesús Cristo, ya que el mismo Salvador lo dijo: “Sin mí nada podéis hacer” (Jn 15,5).
23
Por tanto, vigilemos atentamente nuestro corazón (Pro 4,23) en cada hora y momento sobre los loyismí que oscurecen el espejo de la psique, en el que ha sido impreso y luminosamente se refleja Jesús Cristo, el Cual es sabiduría, fuerza y energía increada de Dios Padre (1 Cor 1,24). Busquemos sin pausa dentro de nuestro corazón el reinado de la realeza increada de los Cielos (Mt 6,33), la semilla de la mostaza (Lc 13,19) y la levadura (Mt 13,33), y todo lo demás lo encontraremos místicamente en nuestro interior, por supuesto que si antes hemos catartizado purgado y sanado nuestro ojo, el nus o los ojos de nuestra psique. Por eso nuestro Señor Jesús Cristo dijo: “la realeza increada de Dios está en nuestro interior” (17,21), y con esto ha manifestado que su deidad (increada) permanece y habita dentro del corazón.
24
La nipsis hace la catarsis de la conciencia convirtiéndola limpia, clara, lúcida y luminosa. Cuando esta ha sido catartizada purgada y sanada, es como una luz que hasta entonces estaba oculta y que de repente ilumina la gran oscuridad. Una vez que ha sido expulsada la oscuridad de la conciencia con prolongada y genuina nipsis, muestra nuevamente aquellas cosas que nos habían escapado. Y con la nipsis del nus enseña las cosas y realidades relativas con la guerra invisible y arroja con los loyismí, como las lanzas acertadamente sin ser el mismo golpeado por ellas, ya que estará oculto y protegido junto con Cristo deseando la divina Luz increada en vez de la oscuridad. Aquel que ha saboreado esta divina Luz increada, entiende lo que digo. Esta Luz increada, una vez saboreada, en adelante tortura y extenúa cada vez más la psique con una verdadera hambre, pues, come sin jamás saciarse, sino que cuando más come más hambre tiene. Esta Luz increada es inexplicable en sí misma, pero se hace explicable no en palabras sino con la experiencia de aquel que ha sido tocado o herido por Ella, o más bien, por la agapi y gozo. Pero esta divina Luz increada me impone el silencio, aunque el nus quiere seguir gozando los logos: “Procurad la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hb 12,14), se trata de adquirir la agapi y la pureza, porque ellas son la paz y la santificación.
25.
Debemos cargar con la ira sólo contra los demonios, que nos atacan mediante la parte logística de la psique y se enfurecen contra nosotros. Ahora bien, escucha de qué manera se produce esta guerra cada momento en nuestro interior y obra en consecuencia; en la nipsis debes unir la oración, porque la nipsis catartiza-purifica la oración, y la oración purifica la nipsis. La nipsis al estar incesantemente en observación, percibe los loyismí que intentan entrar. Entonces impide la introducción de ellos y llama en su ayuda a Jesús Cristo para echar a los enemigos malignos y astutos. Luego, la oración por su lado impide el acceso de ellos por la contradicción, mientras que Jesús que ha sido llamado expulsa los demonios con sus fantasías.
26.
Vigila y cuida tú nus con suma akribia (exactitud y precisión). Así cuando percibas algún loyismós malo, contradígalo y de inmediato llama a Cristo para que te defienda. Y el dulce Jesús, mientras estás todavía hablando, te dirá: “He aquí estoy, para socorrerte” (Is 58,9). Y tú, una vez que con la oración se hayan calmado todos los enemigos, de nuevo vigila y cuida tu nus. He aquí nuevamente nuevas olas más numerosas que las precedentes vienen una detrás de la otra, sobre las que nada la psique, te asaltarán, pero otra vez Jesús, despertado por el discípulo, como Dios, detiene los vientos malvados (Mt 8. 25-26). Al recibir alivio y descanso de la guerra, por algún momento o por una hora, entonces da gracias y gloria a Aquel que te ha salvado y ten memoria de la muerte.
27.
Hagamos nuestro camino con la atención del corazón y con el sentido de la psique. Porque la atención y la oración diariamente están uncidas y unidas, se hacen igual que el carro de fuego del profeta Elías (4Re 2,11), y eleven a lo alto del cielo al que las contiene. ¿Y qué digo? Aquel que logra la nipsis o aspira a lograrla, su corazón bienaventurado se hace cielo espiritual con sol, luna y estrellas. Y se hace espacio del incontenible Dios de acuerdo con la mística zeoría contemplación espiritual y la ascensión. Por tanto, el que tiene el eros por la divina virtud, con la ayuda de Dios, que se esfuerce con buen ánimo cambiando las palabras en obras. Y al impedir con cierta dureza tus cinco sentidos, por los que la psique es perjudicada y dañada, seguro que convertirás en más llevadera y ligera la lucha y la guerra del corazón.
Por tanto, con algunos estratagemas o invenciones excluya y rechaza todos estos enemigos externos y combata tus loyismí que nacen de ellos interiormente, con métodos divinos e incorpóreos. Con la fatiga de las vigilias expulsa los placeres o el hedonismo; ten continencia de los alimentos y moderación de las bebidas, así convertirás para ti en fácil y ligero el combate y la guerra alrededor del corazón. Así estarás beneficiándote a ti mismo, no a otro. Debes dominar tu psique con el recuerdo de la muerte, y recoger tu nus disperso con el recuerdo de Jesús Cristo. El nus suele despejarse y serenarse mejor sobre todo por la noche, con las luminosas zeorías contemplaciones espirituales de Dios y las realidades divinas.
28
No rechacemos los esfuerzos y las fatigas de los ejercicios corporales. Tal y como de la tierra brota el trigo, así también de estos ejercicios brota la alegría espiritual y la experiencia de las cosas buenas. Y no engañemos a la conciencia cuando nos habla y nos indica las cosas saludables espiritualmente y cuando nos dice incesantemente de lo qué debemos y tenemos la obligación de hacer; esto sobre todo, cuando se va catartizando purgando y sanando el nus con la minuciosa nipsis en acción. En efecto, es entonces cuando, debido a su pureza y lucidez, emite juicios sin duda, clarividentes, justos y precisos. Por eso no debemos engañarla por estos motivos, porque ella nos anuncia interiormente la vida que es agradable a Dios. Por otra parte, si al acusar la psique con un control brusco, de la que el juicio alguna vez es alterado por los pecados, la conduce a rectificar su error, y aconseja al corazón que se ha equivocado a hacer la metania y arrepentirse, indicando la terapia con consejo dulce y agradable.
29.
El humo que sale de la madera encendida molesta a los ojos, pero después muestra la luz y agrada a los que anteriormente molestaba. Y la oración incesante produce pesadez y fatiga. Pero cuando llega el Jesús que lo llamamos en la oración ilumina el corazón. En efecto, el recuerdo de Jesús dona junto con su esplendor también el mejor de los bienes.
30.
Nuestro enemigo acostumbra a presionar nuestro nus como una palanca, queriendo que comamos tierra junto con él (Gen 3,14). Desea que la imagen de Dios camine con el vientre. Por eso dice Dios: “Pondré enemistad entre ti y ella” (Gen 3,15). Por ese motivo es necesario que nosotros siempre respiremos a Dios, para que podamos vivir cada día así intocables por las flechas candentes del diablo. Porque dice la Escritura: “Yo le cubriré, porque conoció Mi nombre” (Sal 90,14), y “la salvación está cerca para los que Le temen” (Sal 84,10).
31.
El bienaventurado Pablo, “el instrumento de elección” (Hec 9,15), que hablaba con la iluminación en Cristo (2Cor 2,15), al tener mucha experiencia de la guerra interior e invisible, escribía a los Efesios: “Porque nuestra lucha no es contra entes con carne y sangre, sino contra los principados y poderes demoníacos, con los entenebrecidos dominadores de este siglo, contra los espíritus astutos malignos que se encuentran entre el cielo y la tierra” (Ef 6,12). El Apóstol Pedro dice: “Sed sobrios y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe…,” (1Ped 5,8-9). Y nuestro Señor Jesús Cristo al hablar de las distintas predisposiciones de los que escuchan los logos del Evangelio, dice: “Y los de junto al camino son los que oyen, y luego viene el diablo y quita de su corazón el logos, para que no crean y se salven” (Lc 8,12). Y de nuevo el Apóstol dice: “Porque según el hombre interior, estoy de acuerdo y me deleito con las cosas que dice la ley de Dios; pero veo que hay otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi nus y de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros” (Rom 7,22-23). Estas cosas dijeron ellos para enseñarnos e instruirnos sobre lo que se escapa de nosotros.
32.
Es de alguna manera natural que la gnosis se envanece (1Cor 8,1) creyéndose superior a muchos, si le falta su auto-inspección, auto-reproche y la humildad. Por tanto, los que conocemos nuestra propia debilidad, tengamos fe en esto que escuchamos del Apóstol: “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Jesús Cristo” (Fil 3,13-14). Y de nuevo: ”Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura y sin propósito; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo trato como esclavo, no sea que habiendo predicado para otros, resulte yo mismo descalificado” (1Cor 9,26-27). ¿Ves que la humildad es y acompaña a la vez en la lucha por la virtud? ¿Ves cuál es la humildad del gran e importante san Pablo? Dice: “El Cristo ha venido al mundo para salvar a los pecadores, el primero de ellos soy yo” (1Tim 1,15). Es necesario y nos conviene, pues, hacernos humildes, ya que tenemos una naturaleza vil y mezquina. En efecto, ¿hay algo más vil que el barro? Y debemos acordarnos de Dios, ya que hemos sido creados para esto; pero debemos ejercer también la continencia para ser ligeros cuando corremos hacia nuestro Señor.
33.
Es imposible para el que se entrega a los malos loyismí que sea libre de pecado y pueda mantenerse puro interior y exteriormente. Y es imposible, si no se erradican del corazón los malos y astutos loyismí que no progresen en obras malas y astutas. El que uno vea con disposición de adulterio, se debe a que los ojos interiores han mirado con disposición adúltera y se han oscurecido; y también por querer escuchar tonterías y torpezas, tiene como causa el que las orejas psíquicas escuchan lo que nos susurran los indecentes demonios en nuestro interior. Por tanto, con la ayuda del Señor debemos catartizarnos purgarnos y sanarnos interior y exteriormente, y cada uno de nosotros vigilar sus propios sentidos, purificándolos y sanándolos cada día de las acciones pecaminosas, pasionales y viciosas. Así como antes en principio, en nuestra ignorancia, cuando estábamos viviendo en el mundo siguiendo con todo nuestro nus nuestras meditaciones vanas y con nuestros sentidos trabajábamos al engaño del pecado, así de nuevo, al haber venido a la vida según Dios, con todo nuestro nus y nuestros sentidos debemos trabajar a Dios vivo y verdadero (1Tes 1,9), y a la justicia y a la voluntad de Dios.
34.
Primero es el asalto del vil loyismós maligno, o su imagen, luego el consentimiento, después la cautividad, después el pazos (patología o vicio) que se hace costumbre estable y continua. Esta es nuestra derrota en la lucha contra nosotros mismos. Además así lo enseñan también los santos Padres.
35.
Y el asalto, como dicen, es el simple loyismós-pensamiento o la imagen de alguna cosa posiblemente nueva que ha nacido en nuestro corazón y aparece en el nus. La combinación es conversar con pazos o sin pazos-pasión esta cosa que apareció. Consentimiento es la aprobación complaciente de la psique hacia esta cosa. Cautividad es el rapto violento e involuntario del corazón, o la relación perseverante con la cosa aparecida que borra nuestro estado noble y perfecto. Pazos (patología) se llama aquello que anida apasionadamente largo tiempo en la psique. De todas estas cosas, la primera no es pecado, la segunda no lo es siempre, y la tercera según el estado del luchador; finalmente el combate es causa de coronas o de los castigos.
36.
La cautividad es distinta si se hace en el momento de la oración u otro momento. El pazos, sin duda, sino se somete en la análoga metania y conversión está sujeto en el infierno futuro. Por tanto, aquel que se opone al primer asalto o lo afronta con apazia (sin pasión), ya ha cortado de sí de una sola vez todo lo vituperable e indecente. Esta es la lucha de los astutos demonios malignos contra los hombres y los monjes, y la victoria o la derrota, como dijimos. Y analógicamente con la victoria se darán las coronas y con la derrota los castigos para los culpables que no se han arrepentido. Por tanto, luchemos espiritualmente contra ellos, para no hacer pecaminosas obras sensibles por las meditaciones de los malignos y viles demonios; y cortando el pecado de nuestro corazón encontraremos el reinado de la realeza increada (energía) de los cielos en nuestro interior (Lc 17,21). Por eso guardemos permanente la catarsis, pureza y lucidez de nuestro corazón y la dilatación del corazón ante Dios con este trabajo perfecto.
37.
Muchos hombres y monjes no conocen las aventuras del nus que son provocadas por los demonios. Ellos se dedican a la práctica sin cuidarse del nus porque son simples, ingenuos e inexpertos. Navegan por la vida, -creo yo- sin saborear la pureza y lucidez del corazón, ignorando totalmente la oscuridad de los pazos interiores. Por tanto, los que conocen este combate que dice Pablo (Ef 6,12), posiblemente no se han hecho firmes ni permanentes al bien por la experiencia, considerando sólo como caídas los pecados en praxis, sin haber considerado y tener en cuenta las victorias y las derrotas de los loyismí, las cuales los ojos no pueden ver, porque son inaccesibles e invisibles y sólo el juez Dios y la conciencia del luchador las conocen. Creo que para ellos se ha escrito aquello de: “Y dijeron paz, mas paz no había” (Ez 13,10). Cuando así sucede a estos hermanos por su simpleza, uno debe orar para ellos y enseñarlos a la medida que estos puedan a alejarse de las praxis malas. Pero para aquellos que tienen el deseo divino de catartizar purgar y sanar sus psiques, existe también otra praxis en Cristo y otro misterio.
38.
El recuerdo intenso de la muerte realmente contiene muchas virtudes. Genera el luto (divino), promueve la continencia en todo, recuerda la gehena, es la madre de la oración y las lágrimas, custodia el corazón, elimina el apego adictivo a la carne que está hecha de barro, emana la perspicacia del nus junto con el discernimiento. Hijos de estos son el doble temor de Dios y la catarsis del corazón de los loyismí malignos y viciosos y contiene muchos mandamientos soberanos y virtudes. Respecto a eso se observa siempre el combate muy duro por el que se cuidan la mayoría de los atletas de Cristo.
39.
Un acontecimiento inesperado o una desgracia, perjudica no poco la atención de la diania (mente, intelecto), sacando al nus de su tendencia hacia las cosas mejores y de su estado virtuoso, bello y bueno, lo empuja hacia disputas pecaminosas, rivalidades y logomaquias. La causa de esta catástrofe nuestra está claro que es porque no estamos preparados para las aflicciones que son concedidas por Dios.
40.
No nos perjudicará, ni no entristecerá ninguna de las molestias y aflicciones que nos suceden diariamente, cuando por una vez entendemos y nos damos cuenta que ellas siempre son imprescindibles como objeto de nuestro estudio y reflexión. Por eso el divino Apóstol Pablo dice: “Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2Cor 12,10), y “también todos los que quieren vivir piadosamente en nombre de Jesús Cristo padecerán persecuciones” (2Tim 3,12). A Él pertenece la doxa-gloria increada por los siglos de los siglos. Amín.
FILOKALIA DE LOS SANTOS NIPTIKOS TOMO III
Traducido por Χρῆστος Χρυσούλας