Índice de Contenido
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- 2 1. Pregunta 4,1´¿Qué es αγάπη agapi-amor?
- 3 2. La doble dimensión de la agapi.
- 4 3. ¿Cómo se manifiesta la agapi al prójimo y cómo cuando el otro no es tan creyente como nosotros? Homilía 30, 25´
- 5 4. El cristiano ama al cosmos-mundo, pero, ¿en qué exigencias del mundo debe decir los grandes no? Homilía 9, 25´, sobre dudas.
1. Pregunta 4,1´¿Qué es αγάπη agapi-amor?
En principio el hombre no es fuente de la agapi, como tampoco es fuente de otras cosas. Atención, quizás algunos puntos os pueden clarificar lo que es la agapi, porque los occidentales malinterpretan mucho este tema y lo confunden con la praxis de la caridad. El hombre no tiene luz propia como la luna que toma su luz del sol. Lo mismo, el hombre toma de Dios todas estas cualidades importantes y estas, como veremos más abajo, se llaman energías increadas de Dios. La fuente, pues, de la agapi es el Dios.
Vamos a ver como lo dice esto san Isaac el Sirio en su logos 33º: “La agapi tiene como causa a Dios, es una fuente que siempre emana y nunca sus corrientes cesan, ni se cortan, porque es la única fuente de la agapi y el Dios es la materia de la agapi que nunca se gasta”
Aquello que dice san Juan el Evangelista. “El Dios es agapi” (1ªJn 5,8). Está claro que cuando dice que el Dios es agapi, no se refiere a la esencia de Dios en el sentido que se nos apocalipte, revele la esencia de Dios, sino que la agapi es una energía increada de Dios. Así que fuente de la agapi es el Dios. Ahora bien, todas las energías de Dios que emanan Su esencia son también increadas. Atención a este punto, es fundamental. Cada energía de Dios es increada, como también la esencia es increada, el Dios es increado, por decirlo de una manera simple, a Dios no le hizo ni creó alguien. Así que Dios es autoexistente, increado, no nacido. Su esencia, pues, es eterna, perpetua, sin principio ni fin, es una cosa inconcebible, no se puede percibir ni captar, cuando más profundiza y medita uno sobre esto más vértigo le da. Así también sus energías son increadas, no creadas. Atención a este punto los heterodoxos occidentales y los herejes sobre esto tienen mucha confusión, no tienen discernimiento de increado y creado.
Para entender algo de alguna manera, os diré un ejemplo. Como el sol es una masa candente y esta masa sí la llamamos esencia de Dios; a la vez es toda radiación de luz y energía del sol que se derrama al ambiente, diríamos que es la energía de Dios. Esta luz que viene a la tierra comienza desde sol, está claro y es de la esencia del sol. Por lo tanto, lo mismo que está en el sol, está también en el Dios. Las energías de Dios comienzan de la esencia de Dios y como la esencia es increada, las energías también son increadas.
Una de las energías de Dios es la agapi-amor. Tenemos muchas energías, la creativa, la cohesiva, la crecedera, la sapiencial, la catártica o sanadora, la iluminadora, etc. Ahora bien, la energía increada de Dios, como la radiación del sol, cae y es percibida en todas partes, cae también a los corazones humanos, ¿y qué pasa? Cuando cae la energía increada del rayo de la agapi de Dios en un corazón, entonces el corazón desde su creación tiene una facultad o cualidad de su constitución que es como un espejo. Igual que un rayo del sol cae y se refleja, vuelve otra vez hacia atrás. ¿Qué significa que vuelve hacia atrás? Cuando caiga su agapi, la energía increada de Dios, en mi corazón, entonces yo correspondo y empiezo a amar a Dios. Así que no soy yo la fuente de la agapi, la fuente de la agapi es el Dios, yo sólo correspondo. Pero me diréis, ¿por qué existen hombres que aman a Dios y otros no?. Sencillamente es lo siguiente y lo dice san Teófilo de Antioquia: “depende del espejo de tu corazón. Si el espejo de tu corazón está cubierto de virus o sucio de óxido, ¿entonces cómo este espejo reflejará la luz?, es imposible, significa que el corazón se oxida por sus pazos. Los virus o el óxido del corazón son los pazos y los pecados. Cuando, pues, yo entro en la región de los pazos, del egoísmo, del interés propio, mi vanagloria, etc., entonces mi corazón ya no está en situación de reflejar la energía increada de Dios, que es Su agapi-amor increada. ¿Y qué pasa?. No amo. Para amar, ¿qué debo hacer?. Empezar a limpiar, hacer la catarsis y sanar mi corazón. Por eso, los Padres dicen que la agapi es fruto de la catarsis (limpieza, sanación) del corazón. 8´
Cuando los Padres dicen: “corazón sano, puro”, se refieren a la agapi-amor. Desde el momento que hago la catarsis del corazón inmediatamente empiezo a amar. Porque no olviden que hay formas de agapis-amores enfermizas y también pecaminosas.
Cuando, por ejemplo, un joven pide la agapi de su madre, que siempre le esté besando y besando, es decir, continuamente que le acaricie y abrace esto es agapi-amor enfermizo. Si, por otro lado, busco la agapi dentro de los pecados carnales, esto no es una agapi enferma sino pecaminosa. Por lo tanto, tengo que definir y saber cuál es esta agapi-amor pura, limpia y sana. Sólo la podré definir cuando haya limpiado, purificado y sanado mi corazón. El criterio de la auténtica agapi-amor, pura, verdadera, sanadora y salvadora es la catarsis, la sanación del corazón, no lo olvidemos esto. Por eso tenemos que hacer ascesis, (ejercicio espiritual) para limpiar, sanar y purificar nuestro corazón. Por ejemplo, cuando os diga vuestro guía espiritual, no mires la televisión, ¿porqué?, porque no harás la catarsis, no purificarás, ni sanarás nunca tu corazón. O no te quedes a escuchar cuando los demás dicen palabras sucias, no sanarás nunca tu corazón. Unos dicen, si pero no hago praxis, actos pecaminosos, pero llegará un día que también harás praxis, actos. Cuando no limpias, purificas y no sanas el corazón, ¿cuál es el beneficio?. No hay ningún beneficio con decir que no hago praxis pecaminosas. Debo tener pureza, limpieza de corazón. Que lo entendamos esto. La pureza, catarsis o sanación del corazón es positiva y negativa, qué debo hacer y qué no. Pero no os digo más porque esto es un tema de largas homilías. Sobre la auténtica agapi os emplazo y sugiero que leáis el “logos 81” de san Isaac el Sirio, este logos sobre la agapi, lo considero como el más bello dentro de su libro. Sólo os diré en resumen las características de la auténtica y verdadera agapi, aunque el santo tiene más cosas escritas.
La cima de la agapi es asemejarnos a la agapi de Dios. Por eso tengamos cuidado, no busquemos la agapi en cosas sucias y bajas, ir directo a la cima y saber que debemos sanar, limpiar nuestro corazón para amar correctamente y que corresponda a la fuente de la agapi que es el Dios. Muchas veces vemos, sobre todo mujeres, que dicen: quiero que me amen y me muestren su agapi. ¿Por qué quieres que te amen, no crees que así te conviertes en egocéntrica? Por lo tanto, es egoísmo, no sólo que te amen sino también que te lo muestren. Esfuérzate en que tú ames, entonces entenderás cuál es la agapi, entenderla y no caer en formas enfermizas y saber cómo tenemos que colocarnos.
Además, la agapi tiene que corresponder a la comprensión, a la emoción y a la voluntad. Cuidado, la agapi no es un fruto del corazón, es un fruto del hombre entero. Acordaos el primer mandamiento qué dice: “amarás al Señor tu Dios con toda tu psique, con tu diania (mente, cerebro) entera, con tu corazón entero y con toda la fuerza de tu voluntad”. Esto quiere decir que amo a Dios con mi mente, mi entendimiento, saber porque lo amo; amar a Dios con mi corazón, es decir, con mi emoción; y también con mi voluntad, o sea, actuar y corresponder adecuadamente a la agapi de Dios. La agapi por la diania-mente es cuando sé porque amo, sé que Dios me ha traído en la existencia, sé que Dios hizo el universo para mí, sé que Dios se hizo hombre para mí, sé que Dios me regala una realeza (energía increada) y me deifica, etc. Si sé estas cosas, entonces le amo con toda mi diania-mente y no debe de haber una esquinita en la mente que tenga opinión contraria, sino que sepa enteramente que tiene que amar a Dios totalmente. Después con mi emoción o corazón entero no en trocitos; y con toda la fuerza de mi voluntad, porque cuando amo corresponderé, la voluntad es la que me hará corresponder a la agapi de Dios.
Así tenemos la agapi correcta, la que hace feliz al hombre y sobre todo la agapi que sana y salva. Esta es la agapi increada evangélica.
2. La doble dimensión de la agapi.
San Pablo en Atenas (Hec 17,26)
“Dios hizo de una sola sangre a los hombres de todas las naciones que habitan en la tierra, determinando los tiempos y las fronteras de sus casas y patrias” (Hec 17,26). Es decir, de una pareja, para que habiten en toda la tierra.
Todos los hombres de todas las épocas son hermanos, la filosofía aún no lo ha encontrado y aceptado esto, falta que se nos revele continuamente. Desgraciadamente los hombres no hemos podido acercarnos a esta verdad.
Ya dijimos la otra vez que los hombres existen de una sangre y aquí hay una doble dimensión de hermandad. Una dimensión es en Adán y la otra en Cristo Jesús. Una dimensión es nuestra naturaleza biológica que proviene de Adán y por eso somos hermanos, descendientes todos de una sola pareja. La otra dimensión proviene de nuestra fe a la persona teantrópina (divino-humana) de Jesús Cristo que nos une el común cuerpo y sangre del Señor Jesús Cristo. Ahora somos miembros del cuerpo del Cristo, nos ha tomado el Señor en Su cuerpo. Atención, no le hemos tomado, sino que nos ha tomado Él. El Cristo no se hace cuerpo nuestro sino que nos hacemos cuerpo Suyo. Esto tiene mucha importancia. Por lo tanto, todos nos encontramos como miembros orgánicos de uno y el mismo cuerpo, el cuerpo de Cristo. Por consiguiente, aquí tenemos una hermandad, la hermandad en Cristo. Y el parentesco biológico es obligatorio. No puede un humano venir de un animal, sin duda tiene que nacer de humanos. Forzosamente, pues, somos hermanos, descendientes de Adán y Eva.
Pero el otro parentesco en Cristo Jesús es por libre voluntad y predisposición, porque está el tema de la fe. La fe nos familiariza. Si creemos, pues, como Dios en Cristo manda todos y nos hacemos participes del cuerpo y sangre de Cristo, entonces tenemos una hermandad nueva. Así pues vemos que aquí tenemos una doble dimensión de hermandad. Y la agapi naturalmente tiene esta doble dimensión. Porque, ¿qué es la agapi?. La agapi es aquel elemento que corresponderá y debe corresponder en una unidad que existe, en una hermandad. Una es la agapi natural que es la que proviene de nuestra dimensión natural. Y la otra agapi es la espiritual proveniente por nuestra unión al cuerpo de Cristo, de nuestra implantación al cuerpo de Cristo.
Así que agapi natural es la que existe entre el hijo y la madre y proviene como hijos de Adán. Y la otra agapi tiene su punto de partida a Cristo, tal como amo a mi mano y mi pie, así amo al otro cristiano, como miembros comunes del cuerpo de Cristo. Amo mi mano o mi pie, es la dimensión natural. Amo al otro humano como mi mano y mi pie, mis miembros es la dimensión espiritual.
Aquí permitidme hacer un pequeño paréntesis. El Señor nos dijo que debemos superar, rebasar nuestra dimensión física o natural, para encontrarnos en nuestra dimensión sobrenatural. Dijo lo siguiente: “El que ama a su padre y a su madre más que a mí no es digno para mí”, esto es una agapi natural. Se debe, pues, para amar a Cristo superar la agapi natural. Si uno niega hasta la agapi natural, entonces está más bajo que la bestia. Porque la bestia tiene una agapi natural, qué animal femenino no ama a sus hijos. Todas las hembras animales aman a sus hijitos. No digo los masculinos, porque muchas veces, Dios así lo hizo para dar una variedad de imagen de sociabilidad. Hay animales masculinos que cuidan sus hijitos, por ejemplo las golondrinas, los pájaros y otros muchos. Pero hay unos animales que los machos no aman a los hijos, como son los gatos o los conejos machos, estrangulan a sus hijos, porque no quieren ser sustituidos por sus ellos. Pero así lo hizo Dios, los animales no cometen ningún crimen, simplemente Dios de distintas maneras nos enseña cuál debe ser nuestra dimensión social, en principio la biológica y después la espiritual. Y cierro este paréntesis.
Quería decir, pues, que para amar verdaderamente a mi padre y a mi madre, tengo que superar la agapi biológica, porque entonces les amaré de verdad. Cuando no me quedo en el espacio, me amas te amo y te amo me amas y procuro la salvación de mi padre y de mi madre, entonces sin duda he superado la agapi biológica y me encuentro en el espacio de la agapi en Cristo.
Sin embargo, de cualquier manera que sea la cosa, somos hermanos. Es algo que aún no lo hemos descubierto y existen hombres que esto no lo saben. Los atenienses no lo conocían. En Atenas en aquella época había la percepción de que los dioses de cada lugar y ciudad eran los que creaban a los hombres. Hasta hoy existe esta percepción.
Pero actualmente sabemos que todos los hombres somos hermanos, esto lo vemos por las características que tenemos. En cualquier parte de la tierra que vayamos, encontramos humanos, y vemos que este humano es igual que yo. Tenemos características comunes. Desde una consideración de este tipo, que somos hermanos dos veces, en Adán y en Cristo, ¿pueden imaginar la guerra contra otros hombres?, esto de la guerra es una insensatez, una barbarie, es una cosa incomprensible y paranoica. Realmente la guerra es una locura, no se justifica por nada. Otra cosa es cuando yo como pueblo tengo que defenderme contra otros hombres cuando vienen a atacar, no me entregaré y cuando el otro tiene intenciones malas contra mi pueblo no diré hazme lo que quieras.
(11,30) Caín cuando mató a su hermano Abel cometió dentro de la creación la praxis más absurda, tanto en el mundo físico, como en el mundo espiritual. Como también la muerte, es el fenómeno más absurdo y paradójico. Es como un pistoletazo dentro de un concierto. ¿Porqué?. Porque la muerte es la gran caricatura dentro de la creación. Pero cuando sabemos que la muerte no la hizo Dios y que la muerte es interpuesta y es producto de una mala colocación del hombre, entonces sin duda se justifica como causante de la muerte el mismo hombre y no el Dios. Así también la guerra es una caricatura dentro de una sociedad humana. La guerra es la cosa más absurda y paradójica, pero no hace Dios la guerra sino los hombres entre sí.
Esta tesis, pues, de Pablo: “que todos somos de una sola sangre” y cuando los atenienses posteriormente se convertirían en cristianos, podrían comprender también la segunda dimensión. Si se llega a entender esta tesis de Pablo, tiene una importancia inmensa y fundamental para el mantenimiento de la paz entre los hombres y las naciones. Aún la enemistad entre vecinos, no debe haber esta cosa, es absurda, insensata y antinatural.
Εs una verdad, que descendemos todos de una pareja, una verdad que el Antiguo Testamento nos informa y se renueva ahora en el Nuevo; así ahora toma esta dimensión de la hermandad en Cristo. El Antiguo Testamento nos informa que todos los hombres descienden de una pareja de humanos, Adán y Eva. Sobre todo y lo sorprendente es que Eva no fue creada de la misma manera que Adán. Es decir, tomar polvo especial de la tierra y con sus elementos especiales crear la Eva. Eva desciende de Adán, sólo Adán proviene de la tierra. Y aunque Eva fuera creada de la tierra, habría un punto de referencia común, el signo de la tierra. Pero, a pesar de esto, Eva desciende de Adán y por lo tanto, aquí el parentesco es tan grande de manera que se entienda y considere como identidad. Adán igual a Eva y Eva igual a Adán.
Esta tesis, saben que se cumple cuando tenemos el parentesco del matrimonio. Decimos: ¿cuál es el parentesco entre el hijo y los padres?. Decimos que es de primer grado. Si el Padre con su hijo es de primer grado de parentesco, también lo es la madre. ¿El parentesco entre el hombre y la mujer cuál es, es decir, de los cónyuges?. No tenemos parentesco, tenemos identidad. La palabra parentesco lo dice la misma, soy del mismo género, estoy muy cerca, aquí no hay grado de parentesco, diríamos que de parentesco cero, pero no en el sentido que no existe un parentesco sino en el sentido que existe una identidad. Si digo, el hombre entonces diré igual la mujer, y la mujer igual al hombre. “Y serán los dos una sola sarx-carne” (Gén 2,24). Si aquí la sarx-carne, del hombre y la mujer es una, ¿me podéis decir cuál es el parentesco de mi mano derecha con la izquierda?. No existe parentesco, hay identidad, porque la mano derecha y la izquierda componen un hombre, un organismo. Y el hombre y la mujer componen un organismo, no son dos. ¿Saben dónde se ve esto? En el hijo. El hijo no es hijo del padre sino también de la madre. No es el hijo de la madre sino también del padre. La presencia del hijo muestra exactamente esta la relación estrecha entre el hombre y la mujer. Esto es una cosa muy importante.
Perdonadme porque amplío un poco el tema, no pasa nada, es para que aprendáis algunas cosas más. Ahora pensad otra cosa, antes decíamos de la guerra, cuando hay guerra entre los cónyuges y llegan al divorcio es una cosa inconcebible, incomprensible. Pues sí, es así de incomprensible. ¿Puedes cortarte a ti mismo y poner una parte allí y otra allá? Esto es el matrimonio. No se separa el matrimonio, la boda. No se puede hacer. Sobre todo, esto es un Misterio (Sacramento), San Pablo dice: “Es un grandioso misterio la boda”. Por eso hay la dimensión física o natural, pero sobre todo existe la dimensión espiritual. Porque es un misterio “tipo o icona, imagen”, del misterio de Cristo y la Iglesia. ¿Qué es la Iglesia? El cuerpo de Cristo. ¿El Cristo que ha tomado la naturaleza humana y es la Iglesia, se puede separar de su naturaleza divina? Nunca, jamás. No se separa la naturaleza divina de la humana nunca, por los siglos de los siglos. ¿Cómo pues, aquello que expresa este gran Misterio de la Boda, podemos tener el divorcio? Ni lo penséis, paciencia han de hacer los cónyuges si las cosas no van bien. ¿Pero por qué no tiene que haber una comprensión de manera que los egoísmos se aparten? ¿por qué?. Me diréis porque no hacen vida cristiana, no están cerca de la Iglesia y por esta razón no hay esta compresión y sentido común. Esto fue un amplio paréntesis.
Vuelvo a decirles que Adán y Eva y todos los hombres que procedemos de ellos somos hermanos.
3. ¿Cómo se manifiesta la agapi al prójimo y cómo cuando el otro no es tan creyente como nosotros? Homilía 30, 25´
Esta cosa no se juzga, si el otro es creyente o no. Porque tenemos dos condiciones básicas. La primera condición es que el otro humano, sea cualquiera, de cualquier color, en cualquier estado ético que se encuentre, cree, no cree, sea pequeño o grande, saludable o no, hasta un recién nacido, primero: es icona imagen de Dios en dinami (potencia y energía), por la que Dios hizo a Adán como creación inicial. Por lo tanto el otro humano es icona, imagen de Dios, tal como yo lo soy también. Pero soy omoúsios-consubstancial, misma esencia que el otro. Segundo es porque Cristo ha muerto también para este hombre. Así, pues tengo dos asimilaciones que me llevan a una relación muy cercana con el otro ser humano. La primera, la llamada dimensión física, es que el otro es icona, imagen de Dios; y la segunda, sobre todo cuando el otro es creyente cristiano en dinami (potencia y energía) es de la sangre común que tenemos, la sangre de Cristo. He dicho común porque él y yo también comulgamos y tenemos sangre común, la de Cristo. Y sí esto no es así, porque no es creyente, como Cristo murió para él también, entonces es que uno puede acercarse a Dios y salvarse. Estas son dos condiciones básicas; esto quiere decir que debo estimar al otro hombre con estas dos condiciones básicas.
Queridos míos, el humanismo cristiano empieza de aquí. Aquellos otros humanismos que salen de todos estos sistemas filosóficos, etc., son cosas inútiles, no tienen base. Pero debo deciros que cuando estimo al otro humano, entonces me preocuparé de sus necesidades materiales y sobre todo de sus necesidades espirituales. Sólo os recuerdo la parábola del buen samaritano. ¿Qué hizo el buen samaritano? ¿Miró o investigó quién es el enfermo? El Cristo puso al samaritano a caso hecho, porque dice que no se podían ni ver los judíos y los samaritanos. La contestación es bellísima. Qué hace. Le coge, le limpia las heridas, no le dice teorías, le pone encima del caballo, le lleva al hostal y deja dos denarios. Como estamos interpretando la Escritura, los dos denarios son el Logos de Dios y los Misterios de la Iglesia, para que se sane y recupere su enfermo. Veis, pues, limpiaré heridas, es decir, cubriré las necesidades físicas pero también las espirituales. La parábola del buen samaritano nos da la medida. Cuando siempre la tenemos ante nuestros ojos con las condiciones que os dije, es decir, que el otro es icona, imagen de Dios y para él murió el Cristo, entonces, hijos míos, estaremos siempre sintiendo bien frente al otro. Amín.
4. El cristiano ama al cosmos-mundo, pero, ¿en qué exigencias del mundo debe decir los grandes no? Homilía 9, 25´, sobre dudas.
En el léxico heleno-ortodoxo. 48. Κόσμος kosmos mundo: el verbo es κοσμώ (kosmó) adornar, ornamentar, es decir, que el cosmos, mundo es un ornamento, adorno que hizo Dios para él. Cosmos, mundo, la palabra en muchos pasajes del Testamento Nuevo, manifiesta la conducta carnal, el deseo malicioso y el comportamiento arrogante de los hombres que están sometidos al diablo (1ªJn 2,16), cosmos son los pazos parciales, un manojo de pazos. Kósmico, mundano, término contenido en las pasiones pazos, el «sentido del cuerpo», la moral mundana, cósmica. Pero también: «las cosas que pertenecen en este mundo vanidoso». Según san Máximo el Confesor: “Cosmos llama la escritura las cosas materiales de este mundo y cósmicos, mundanos son los que se ocupan con el nus de estas”.
Es cierto que el cristiano ama al cosmos-mundo. Como también el Dios ama al cosmos-mundo. Dice en el Evangelio de san Juan: Tanto amó Dios al cosmos-mundo que mandó y sacrificó su hijo unigénito para que se salve el cosmos-mundo… etc. Así, pues, puesto que el Dios ama al mundo, también el cristiano ama al mundo. Pero atención, el cristiano ama al mundo en concepto ético con el significado de seres humanos, ama a los hombres como personas (hipostasis), como iconas, imágenes de Dios, no como obras y vivencias del mundo. Porque la misma Santa Escritura nos dice que no amemos las cosas del cosmos-mundo. El mismo evangelista nos lo dice esto en una de sus epístolas, que no amemos al mundo ni lo que existe al mundo, porque en el cosmos-mundo existe la envidia, hay pazos, está la apostasía, existe el pecado variado. Por lo tanto, qué diríamos aquí; ¿cómo amaré el cosmos-mundo?. Le amaré como imagen de Dios en los hombres, como hijos de Dios que aún no han conocido la salvación. Amaré a los hombres y me estaré acercando a ellos y haré lo que me dicen mientras esto no es contrario a la ley de Cristo, a la conducta evangélica de Cristo. Porque de otra manera, si yo obedezco al cosmos-mundo, entonces me convertiré yo mismo cosmos-mundo y me mundanizaré o secularizaré es decir, no tener miedo decir a los hombres un no. Puede que uno te diga por favor necesito que me ayudes. Pues, con mucho gusto. Pero cuidado, hacer las cosas con humildad no para después vanagloriarse y jactarse. San Diádoco de Fótica sobre las diez virtudes para la zéosis dice: Humildad auténtica es olvidarme inmediatamente de mis obras buenas. Podemos ayudar, pues, a los hombres pero sus sugerencias mundanas no las aceptaremos, les diremos, te quiero, te ayudo, pero allí donde mi dices que venga no voy. A este tipo de hombres diremos los grandes no, nunca debemos caer al fenómeno de estar de acuerdo y decir que bueno un poco de agua al vino no pasa nada, en este caso seré un poco cristiano y un poco mundano; o seré cristiano o no lo seré, o seré sal que será salada o no, seré sal desalada que se me tira a la calle y se pisotea. Sal y luz debemos ser y estar iluminando dentro del mundo. Si la sal pierde su salinidad con qué se salará dice el Señor. Por lo tanto, nunca de acuerdo o conciliación con el mundo-cosmos. Amín.
5. Libertad y Agapi en Cristo
Capítulo 8: 31 Jesús decía a los judíos que habían creído en él: «Si permanecéis firmes en la enseñanza de mi logos practicándolo en vuestras vidas, entonces seréis verdaderos discípulos míos,
32 y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.
Por mi enseñanza y por vuestra experiencia personal, conoceréis la verdad y ella os hará libres de la tiranía y la muerte (espiritual) que trae el pecado.»
El que tiene la verdad está realmente libre. O sea, verdad igual libertad. Pero sabemos que el Cristo dijo: “yo soy la verdad” (Jn 14,6), por lo tanto el Cristo igual verdad, cada uno de los tres igual, por consiguiente, Cristo igual libertad.
Muchos en nuestra época y en cada época prometen libertad o hablan sobre libertad, pero todos estos engañan y se engañan, sólo el Cristo es Libertad, la verdadera Libertad. El apóstol Pedro escribe: “Prometen a los hombres libertad, mientras que ellos son esclavos de la corrupción, porque cada uno es esclavo de aquello que domina” (2ªPed 2,19). Todos aquellos que empujan a una supuesta libertad, en una liberación de cosas establecidas o de tesis antiguas percepciones sobre la ética y que hoy podemos tirar los tabúes, como dicen, para que seamos libres. Es decir, ser libres para ellos quiere decir no tener vergüenza de nada. Porque hoy, “sin vergüenza y libertad”, las hemos convertido en sinónimas, las hemos identificado. Entonces entenderán que aquellos que empujan y sacan a los hombres a la calle en nombre de la libertad, ellos mismos son esclavos de la corrupción. La posición de los Apóstoles Juan y Pedro durante el consejo fue que debemos obedecer a Dios y no a los hombres: “Juzgad si es justo ante Dios obedeceros a vosotros y no a Él; porque nosotros no podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído” (Hec 4, 29-30). En este pasaje nos da la medida de comportamiento en un caso análogo. Sobre esto tened cuidado, como os he dicho muchas veces, nunca debe faltar la amabilidad. Cuando uno conoce valorar las cosas y siempre pone la voluntad de Dios por encima de todos los criterios, entonces cualquier cosa que le ocurra puede juzgarla, puede ser que llegue hasta convertirse en mártir, pero siempre mantiene su libertad. ¿Por qué?. Porque está dentro de la verdad. Aquel que está dentro de la verdad mantiene su libertad. Es un libre asediado, como dice el gran poeta Solomós. Libre asediado, puede que me aten las manos y los pies, puede que me tiren dentro de una cárcel oscura con humedad y no pueda ver los rayos del sol o no poder tener comunicación con los demás hombres, pero como digo la verdad estoy libre. No se trata de una libertad que puedo mover manos y pies, como los animales y los pájaros. La libertad no es la libertad de los movimientos, sino la libertad de la conciencia. Es una cosa grandiosa la libertad de la conciencia, la libertad de la persona-hipóstasis. Cierto que hoy no existe esta libertad de la persona-hipóstasis. Libre es el hombre que expresa la voluntad de Dios y no su propia voluntad. Atención a este punto, repito, libre es el que expresa la voluntad de Dios y no su propia voluntad. Sé que alguno quizá me dirá que, entonces no expresamos la libertad nuestra sino la de Dios, si yo hago y sigo algo que quiere Dios.
Os diré algo muy importante, que quizás es un punto crítico para entender la maltrecha y malinterpretada pobre libertad. La libertad se entiende siempre dentro del espacio de la agapi. Una libertad fuera del espacio de la agapi no es libertad, es simplemente movimientos de miembros, movimientos de un yo autonomizado o autonómico que al final se conduce a una auto-catástrofe o autodestrucción. Si, por ejemplo, amas, aunque debieras expresar libertad extranjera, como aquí de Dios o del prójimo, estás libre, ¿pero cuándo?, cuando amas. Cuando amo a uno, entonces me convierto en servidor de sus deseos libremente, libremente quiero. Yo quiero servir a Dios. ¿Qué desea Dios?. Yo lo deseo, lo quiero esto que quiere Dios. Por lo tanto, a mí mismo libremente lo esclavizo a Dios. Pero esta libertad que sirve a la agapi tiene sentido y está posicionada correctamente. Por consiguiente, la libertad sirve a la agapi. La libertad debe estar incorporada dentro de la agapi y servirla. La agapi está por encima de la libertad. Tomad a los mártires, grandioso ejemplo, millones de mártires en nombre de Cristo, sólo helenos (griegos) once millones en los primeros tres siglos del cristianismo. Ellos diríamos que tenían comprometida su libertad. Al principio de parte de los hombres, los prendían y los mataban. Después comprometían su libertad a Dios. Y a pesar de eso, estaban libres. Porque amaban y se entregaban a sí mismos a la agapi libremente.
Yo os diré un ejemplo humano muy común. Tenéis un hijo pequeño único, lo amáis mucho y el hijo enferma. He dicho único para recalcar el caso, no quiero despreciar nunca que si uno tiene diez hijos no puede amar al décimo, no. Como dice el dicho, cualquier dedo que cortas duele. Tomamos el caso de un hijo único y este hijo enferma y entráis en inimaginables peripecias y sufrimientos. No sólo que ya no podéis ir de juergas o diversiones, a lo mejor ni un paseo elemental, ni siquiera podéis dormir. Inmovilizados, pues, en esta peripecia del niño que se hace crónica, os pregunto, ¿os ha inmovilizado alguien la libertad?, ¿os ha clavado alguien la libertad, no podéis salir a divertiros, lo normal etc.? Estoy hablando sobre lo visto, tal y como viven los hombres. ¿No pueden salir a divertirse?. Claro que sí. ¿Qué os lo impide?. Pues, la agapi-amor. Pero esto sobre vuestro hijo lo hacéis libremente, porque lo amáis. Por eso os dije que no se entiende la libertad sin la agapi. Esto no debemos olvidarlo jamás. Otra cosa es que algunas veces también la agapi puede estar sirviendo a la libertad, no por otra cosa, sino porque es la agapi.
Mirad como escribe estas cosas el Apóstol Pablo: “Siendo libre de todos y de todo, me hago esclavo de todos para ganarlos a todos o la mayoría, (1ª Cor 9,19, leed hasta el final la parábola). Esto san Pablo, lo creía hasta sus profundísimas entrañas, “que soy libre de todos de personas y de cosas”, porque Pablo no tenía fortuna, no tenía nada. Una vez la tuvo y la donó a los pobres. Pablo no se había atado a sí mismo con ninguna persona, ni con nobles y gobernantes, ni con sumos sacerdotes, ni con los Pilatos; no se había atado con nadie, ni con nada. Estaba realmente libre, libre de todo. No sé quién puede decirlo esto, pero algunas veces decimos que “si tienes cosas estás libre.” Leía en una revista que hay un rótulo de propaganda en la Caixa o banco alemán que dice: “si tienes algo eres algo”. Claro que si tienes algo, los demás te tienen en cuenta, entonces estás libre y te mueves como quieres, diría uno. Esto en el fondo es un engaño. Sé que muchos no lo entenderán, me desmentirán. Pero tanto si lo entiendo como si no, os diría que mediante Pablo lo entiendo. Pablo lo decía y lo creía. Estaba libre porque no estaba unido con nada. Cuando más cosas reunimos para que seamos algo, para que seamos libres y movernos como queremos, tanto más engrandecemos la carga de la vida y nos ata, de verdad nos ata. Es cierto que hay veces que uno puede estar atravesando un momento que le pesan y fastidien muchas cosas, teniendo quebraderos de cabeza por fortunas, herencias, trabajos, hacienda, robos etc., y podría ver a un hombre pobre en la calle pidiendo y le envidie. No miento, puede a veces que veamos un pájaro del cielo volando y decir, mira este pájaro vuela despreocupado disfrutando del sol y del aire, en cambio yo estoy atado con tantas cosas, tengo ataduras por todas partes. Pablo estaba libre de todo y se hace esclavo de todos para ganar a la mayoría, veis está libre en el sentido que os dije antes, pero ahora se esclaviza porque los ama. Veis que aquí la libertad viene a servir a la agapi, “Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar a mayor número… todo lo hago por el evangelio para co-participar de todos sus bienes” (1ª Cor 9,19-23). Cosa grandiosa, queridos míos, sentir el concepto de la agapi y de la libertad y la libertad incorporada dentro en la agapi.
Dicen los Padres, ortodoxia es igual a ortopraxía. Debemos recalcarlo que el cristiano ortodoxo, el practicante, es el hombre verdaderamente libre.
Yérontas Mitilineos