Si con el esfuerzo ascético del Catecúmeno los exorcismos le ayudan a la terapia de la psique de los pazos; si el culto le conecta con la comunidad parroquial; si la manera por la que se hace la Catequesis le ayuda a introducirse a las profundidades más íntimas de la teología ortodoxa e instruirse en la fe ortodoxa, entonces la Catequesis es imprescindible, porque mediante ella se manifiesta la verdad apocalíptica (revelativa) y se impulsa al Catecúmeno a la vivencia y experiencia de ella.
Al principio el Catecúmeno debe adquirir la fe por oído y a continuación con la lucha personal y la Jaris, la energía increada de Dios, llegará a la fe por contemplación (zeoría), es decir, tener conocimiento (gnosis increada) personal de Dios.
Las Catequesis para la instrucción en la fe ortodoxa son imprescindibles. La Tradición Ortodoxa conoce el valor y la importancia de esto. Son conocidas las homilías Catequéticas de San Juan el Crisóstomo, las instrucciones místicas catequéticas de San Cirilo de Jerusalén, “el gran logos Catequético” de San Gregorio de Nicea, las Catequesis de San Simeón el Nuevo Teólogo y muchas otras homilías de los Santos Padres, con contenido que aspira a la entrega de la verdad revelada a los Catecúmenos y también a los creyentes.
San Gregorio de Nicea dice que el logos de la Catequesis es necesario para que la Iglesia se multiplique con la suma de los salvados. Pero la manera de enseñanza es distinta para los nuevos llegados. Así que es necesario que adaptemos la Catequesis según las “diferencias de las religiones”. Realmente hay diferencias entre religiones de las que uno proviene para catequizarse, y por consiguiente, se tiene que diferenciar la Catequesis y su contenido adaptarse adecuadamente. Las diferentes convicciones equívocas forman una enfermedad espiritual y por eso deben darse los fármacos correspondientes. “Según el tipo de enfermedad también se adapta la manera de sanar, psicoterapiar”.
A continuación San Gregorio de Niza observa que de una manera piensa el Hebreo, de distinta el Helenizante o idólatra y de otra el maniqueo y los anomianos (son los que sostenían que la esencia del Hijo es distinta por lo tanto inferior que la del Padre). Por eso uno no puede sanar, “psicoterapiar” de la misma manera el politeísmo del idólatra y la no creencia del Judío al unigénito Hijo de Dios. Los idolatras también pertenecen a distintas categorías. Uno puede ser infiel y ateo, es decir, no aceptar para nada la existencia de Dios, en cambio otro puede creer en la existencia de muchos dioses. Esto significa que en cada caso el trato es distinto. Lo mismo ocurre también con todos los heréticos.
Por lo tanto, cuando ejercemos la Catequesis en personas concretas es necesario separar sus formas de pensar y enfrentarlos relativamente. Puede ser que el Catecúmeno tenga muy buena disposición para aprender las cosas de la fe y hacerse Cristiano Ortodoxo, pero debemos de conocer exactamente el contenido de la religión en la que se ha desarrollado. Así utilizaremos los fármacos adecuados y le ayudaremos a comprender las diferencias.
A continuación daremos un marco general de catequesis y homilías. El experimentado Catequista puede adaptar cada vez su logos, según las exigencias y los intereses del Catequista. Hemos separado las Catequesis en dos grandes unidades que también se pueden constituir en días catequéticos. Es decir, cada unidad se puede analizar en un día o dividirla en dos o varios. Otra vez insisto que constituyen un marco general que indica cómo puede ejercitarse una contemporánea Catequesis para aquellos que se quieren bautizar.