Espero la resurrección de los muertos. Y la vida del siglo futuro. Amén.
Espero la resurrección de los muertos. En el “Símbolo de la Fe” confesamos que esperamos la resurrección de los muertos. Cierto que cuando decimos resurrección de los muertos entendemos la resurrección de los cuerpos. Los cuerpos, los cuales con la muerte se separan de la psique resucitarán, es decir, las psiques regresarán a los cuerpos y serán vivificados. El hombre entero tiene que vivir eternamente.
Resucitarán todos los cuerpos de justos e injustos, Santos y pecadores. Así podemos hablar de apocatástasis (restablecimiento) de la naturaleza y no de apocatástasis de la voluntad. El regalo de la resurrección se dará a todos los hombres justos e injustos. Así que todos resucitarán, pero sólo los justos ascenderán y serán arrebatados “entre las nubes por los aires al encuentro del Señor” (1ª Tes 4,17).
La resurrección de Cristo es preámbulo de nuestra resurrección. Los Santos desde ahora viven la resurrección de los cuerpos, el hecho de que fue anulada la muerte y que la salida de la psique del cuerpo en realidad es como quedarse dormido. Pero nosotros también podemos vivir esta gran verdad. Las reliquias de los Santos son demostración que los Santos duermen y que la muerte ha sido anulada. La muerte de los justos es como un sueño. Sus cuerpos incorruptibles perfuman y hacen milagros son un pre-sabor de la futura resurrección. Así el trabajo de la iglesia es hacer del cuerpo el hombre, “reliquia”.
La resurrección de los muertos sucederá seguro. Tenemos la confirmación absoluta por Cristo. Pero no sabemos cuándo. El tiempo de la segunda venida de Cristo es desconocido y lo ignoran también los ángeles. Lo conoce sólo el Padre.
Los cuerpos resucitados serán espirituales. El Apóstol Pablo escribe sobre este tema: “Se siembra algo en corruptible y resucita incorruptible; se siembra una cosa despreciable y resucita bella y gloriosa; se siembra débil y resucita plena de fuerza y energía; se siembra como cuerpo que vivía gracias a los instintos animales y resucita en cuerpo espiritual. (1ª Cor 15, 42-44).
Esto será para aquellos que ya estarán dormidos (muertos). Pero para los hombres que estarán viviendo en aquel momento que será la segunda Parusía de Cristo, el Apóstol Pablo dice que automáticamente se transformarán. “…no todos dormiremos, moriremos, pero todos seremos transformados en un abrir y cerrar de los ojos…” (1ª Cor 15,51-52).
“Y la vida del siglo futuro”. Terminando el Símbolo de la Fe confesamos que creemos en la vida eterna. Realmente la vida del hombre no se agota en esta vida de aquí, ni desaparece la psique después de su salida del cuerpo. La psique del hombre es por la Jaris inmortal. Esto significa que cada creado por naturaleza tiene principio y fin. Pero Dios quiso que la psique del hombre sea inmortal. Cierto es que esto debe de decirse desde la perspectiva que la psique y el cuerpo por si solos no componen todo el hombre, sino que el hombre tiene las dos partes juntas. Así que el hombre entero vivirá eternamente.
Existen dos maneras de vida sobre lo eterno. Una es “el continuo o siempre bien estar” y el “continuo o siempre mal estar”. El primero conecta con la comunión del hombre con Dios y la participación de Él como luz increada, mientras que el segundo conecta con la alteración por Dios o la vivencia de Dios como oscuridad. Todos los hombres verán a Dios, pero para los justos será visión, contemplación y participación, en cambio para los pecadores no será participación sino infierno.
“Amén”. El amén tiene dos significados. El primero es oración o bendición y el segundo es la confirmación. Recitando el “Creo”, por un lado confirmamos las cosas confesadas y por otro lado bendecimos, deseando que todas estas cosas se realicen en nuestra vida personal.
Ojalá que esta confesión de la fe se convierta en vivencia en nuestra vida personal y sea nuestra sangre y comida.