En una Iglesia Santa, Católica y Apostólica
El “Símbolo de la Fe” es obra de la Iglesia, como naturalmente también la Divina Escritura. La Iglesia escribe la Santa Escritura, la interpreta y crea los dogmas. Es decir, pone los límites entre el engaño y la verdad. La Iglesia compone los cánones para su normal y buen funcionamiento, así como para “psicoterapiar” sanar a sus miembros enfermos.
La Iglesia Ortodoxa es el Cuerpo de Cristo que el mismo tomó de la Panayía y lo deificó, glorificó. La Iglesia no es una corporación humana ni una organización sino el Θεανρώπινο (zeanrópino, Divino-humano) Cuerpo de Cristo.
Existe un vínculo estrecho entre la Ortodoxia, la Iglesia y la Santa Efjaristía. La Ortodoxia es la verdadera fe de la Iglesia y la divina Efjaristía es la verdadera praxis de la Iglesia. Si hay Iglesia sin Ortodoxia y Efjaristía no es Iglesia. Si hay Ortodoxia fuera de la Iglesia y de la divina Efjaristía no es Ortodoxia. Y si hay divina Efjaristía sin Ortodoxia y sin Iglesia no es verdadera divina Efjaristía. Por esto sostenemos y afirmamos que fuera de la Iglesia Ortodoxa no existe Iglesia sino herejías. Así pues, a los heréticos lo que les hace falta es regresar a la única Iglesia verdadera, que es la Ortodoxa, de donde nunca deberían haber salido.
En “el Símbolo de la Fe” confesamos y creemos las cuatro cualidades básicas de la Iglesia.
“En una”. La Iglesia es una y no muchas. A pesar de la cantidad de Iglesias locales, una sola es Iglesia, es decir, existen muchos Patriarcados Ortodoxos e Iglesias autocéfalas, pero al tener la misma fe y comunión entre sí constituyen una sola Iglesia. Podemos utilizar un ejemplo. Uno es el pan que se encuentra encima de la Santa Mesa. Los que comulgamos, no comulgamos una parte de Cristo, sino a Cristo entero, puesto que “se parte y se reparte el cordero de Dios, el repartido y no dividido. Lo mismo se hace también con las Iglesias Ortodoxas. Constituyen el uno e único Cuerpo de Cristo. Por eso los que a causa de la herejía se han alejado de la verdadera Iglesia deben de regresar.
“Santa”. La Iglesia es santa, divina, porque fue santificada por su cabeza, que es Cristo. La Iglesia no se santifica por sus miembros, sino que es ella la que los santifica. Debemos de permanecer en la Iglesia para santificarnos. Fuera de ella es incierta nuestra sanación y salvación.
“Καθολικήν, (kazolikín), Católica”. Se llama católica por varias razones. Primero porque se encuentra en todo el mundo, segundo porque guarda la verdad entera y tercero porque la vida que tiene es común en todos. El adjetivo “católica” se identifica con Ortodoxa. Católico es el Ortodoxo, el que tiene toda la verdad y es transformado enteramente por ella.
“Apostólica”. La Iglesia se califica como Apostólica, porque como cabeza suya tiene a Cristo, que es el Apóstol (Enviado) y Sacerdote, fue fundada en el cimiento de los Apóstoles y es Patrística. Además los Padres son los sucesores de los Santos Apóstoles, tanto en el sacerdocio, como en la instrucción y enseñanza. Tienen la misma fe y la misma vida que ellos.
Permanecemos continuamente dentro de la Iglesia, aceptamos la enseñanza de los Santos, obedecemos a los mandamientos y a la enseñanza de la Iglesia, nos santificamos por sus Misterios y así tenemos esperanza en la salvación. Nunca debemos sentir que tenemos que salvar a la Iglesia, sino que permanecemos dentro de ella para salvarnos. Cada miembro de la Iglesia que se aleja de su cuerpo se autodestruye y muere espiritualmente, tal y como muere cada miembro humano que se aleja del cuerpo humano. Este tipo de miembros son los heréticos, los cismáticos y los ateos.