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10ª Catequesis: Dios Creador y la Creación

Creo en un Dios, Padre Pantocrátor (gobernante del universo), Creador del cielo y de la tierra y de todas las cosas visibles e invisibles.

“Creo”. La palabra creo está escrita en primera persona del singular, porque quiere mostrar la fe personal que debemos de tener a las verdades apocalípticas (reveladas) que guarda y protege la Iglesia. Pero los Padres de los Sínodos I Y II que fundamentaron el “Símbolo de la Fe”, lo escribieron en plural -creemos- porque presupone la confesión de la fe por los miembros de la Iglesia, puesto que lo leían también durante la divina Liturgia y en distintos oficios donde asistían muchas personas y también porque eran bautizados colectivamente.

La fe ortodoxa es apocálipsis (revelación). No hemos descubierto nosotros la verdad, sino que la apocaliptó (reveló) el Cristo por un lado en el Antiguo Testamento a los Profetas y por otro lado en el Nuevo Testamento a los Apóstoles y a los Santos, puesto que se encarnó y se hizo hombre. Nosotros al principio aceptamos y recibimos esta experiencia apocalíptica (revelada) y a continuación, si luchamos para limpiar y sanar nuestros corazones de los pazos, podemos ratificar esta apocálipsis (revelación). Cristo dijo: “Bienaventurados los sanados, limpios o purificados del corazón, porque ellos contemplarán a Dios” (Mat 5,8). Aquí ocurre lo mismo que en la ciencia humana. Los discípulos de una Universidad aprenden los descubrimientos de los anteriores científicos. Pero más tarde ellos mismos hacen experimentos y pueden llegar también a la ratificación o al descubrimiento de otras cosas. En todo caso, científicos se llaman los que reciben la ciencia de los otros o también aquellos que desarrollan la ciencia. Así tenemos dos clases de fe. La fe por oído, cuando escuchamos y aceptamos la experiencia de los Santos y la fe por zeoría (contemplación) cuando llegamos nosotros también a la “apocálipsis, revelación”.

En un Dios”. Uno es el Dios. En la Iglesia no creemos en la existencia de muchas deidades independientes entre sí. Es cierto que hablamos de Padre, Hijo y Espíritu Santo, pero no son tres Dioses distintos. Los tres son la misma esencia (un Dios), pero con tres Personas-Hipostasis particulares (bases substanciales). Esto la razón humana no lo puede concebir y comprender, pero es cuestión de apocálipsis (revelación) de Dios. Los que llegaron a la experiencia de la zéosis (glorificación) y vieron a Dios, conocieron personalmente esta verdad. Podemos utilizar el siguiente ejemplo teniendo mucho cuidado porque no existe equivalencia plena. Todos los hombres tienen naturaleza o esencia, sustancia común, es decir, cuerpo, psique, energía noerá (espiritual humana) y energía lógica, fantasía, etc., pero son distintas personas. Lo mismo ocurre con el Dios, claro está, respetando las diferencias. Las Tres Personas tienen esencia común pero cualidades particulares.

“Padre”. Aquí hacemos hincapié en la Primera Persona de la Santa Trinidad que se llama Padre, porque el Hijo nació de Él. Esto sucedió antes de la creación del mundo. Además, como el tiempo fue creado junto con el mundo, por esto también el Hijo nació intemporalmente, antes de todos los siglos. De todos modos no existió nunca el Padre sin el Hijo y el Espíritu Santo.

“Pantocrátor”. Dios es Pantocrátor (todopoderoso), que significa que gobierna y sostiene todos los universos. El sentido de este concepto tiene relación con la energía (increada) gobernante de Dios. Es decir, el Dios después de la creación del mundo, lo mantiene. No se parece al relojero que construye un reloj y a continuación lo abandona dándole cuerda para que funcione solo, sino que continúa dirigiendo el mundo Él mismo personalmente. El mundo ha sido creado de cero, es decir, no había ninguna materia antes y no puede regresar al cero, porque le sostiene el Dios con Su energía (increada).

Creador del cielo y la tierra, de todo lo visible e invisible”. Dios creó el cielo y la tierra, es decir, los cuerpos celestes, el sol, la luna, pero también la tierra entera con todo lo que hay encima de ella, es decir, las plantas, los animales, los pájaros y el hombre. También creó las cosas visibles e invisibles. A las visibles pertenecen todas las cosas que vemos y a las invisibles todas las que no podemos ver con nuestros ojos.

A las invisibles pertenecen los ángeles que son espíritus litúrgicos (funcionales) y sirven (diaconizan) para la sanación y salvación del hombre. Existen Santos que han sanado y limpiado sus corazones de los pazos y se hicieron merecedores de ver a los ángeles. Como ejemplo nos referiremos a San Espiridón, quien en la hora que oficiaba la Liturgia vio a los ángeles oficiar junto a él. También los pastores durante el nacimiento de Cristo vieron y escucharon la psalmodía de los ángeles. Muchos Profetas del Antiguo Testamento, como Isaías, vieron los ángeles y el trabajo que hacen. Los ángeles están separados en nueve legiones que son: serafines, querubines, tronos,  dominaciones, virtudes, poderes, principados, arcángeles y ángeles. A las invisibles pertenecen también los demonios, los cuales al principio eran espíritus buenos, pero como se enorgullecieron y quisieron adquirir más gloria que Dios, cayeron. Así, de espíritus buenos se convirtieron en malignos astutos y de ángeles de gloria se hicieron demonios. Los demonios odian exageradamente al hombre y quieren destruirle. Con los pensamientos y muchas otras maneras pretenden conducir al hombre lejos de Dios. Los Santos vieron muchas veces los demonios y comprobaron su manía destructora. Es cierto que antes de la humanización de Cristo, los demonios tenían un poder grande, pero después de la humanización de Cristo lo perdieron y ahora el hombre con la fuerza de Cristo puede vencerlos.

A las visibles pertenece también el hombre que es el cenit de la creación. Realmente el Dios primero creó los espíritus espirituales, es decir, los ángeles, después el mundo visible y finalmente el sexto día creó al hombre, que está formado de psique y cuerpo, siendo así, una miniatura del mundo entero, un resumen de la creación, lo más excelente que existe en el mundo. El hombre es la creación más perfecta de Dios.

Al principio el hombre vivía en el Paraíso, en un lugar particular en el que tenía comunión con el Dios. El Antiguo Testamento presenta la bendita vida que vivía el hombre allí. Pero por la incitación del diablo y su propio consentimiento desobedeció a Dios, perdió Su Jaris la energía increada y la comunión con Él. Así el hombre se salió fuera del Paraíso y llegó a su vida el desgaste y la muerte. De esta muerte y del dominio del diablo en que había caído, le liberó Cristo con Su humanización.

 

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